"(...) Yo preguntaba a mi amigo sirio -kurdo Barzay, como había comenzado
todo. Su respuesta no dejaba de sorprenderme, y no deja de golpearme.
“No lo sé”, me dijo”.
Un día partidarios y detractores del gobierno de
Al Assad comentaban la situación con el mismo interés con el que seguían
la liga española. Unas semanas más tarde, el barrio de Yarmouk dentro
de Damasco, ejemplo aparente de convivencia inter-étnica, se convertía
en un campo de batalla.
La misma historia nos repetían los refugiados iraquíes, que huyeron
de la limpieza étnica en Bagdad unos años antes, asilados también en
Damasco: “No lo sé, era imposible que sucediera, eran nuestros vecinos”.
Una cosa parecía unir los dos casos: la emoción, el sentimiento de
pertenencia a un grupo étnico u otro. El supremacismo, en este caso de
índole religiosa, se había impuesto sobre el argumento. La convivencia
se había hecho añicos.
Visto hoy con la perspectiva del tiempo sabemos
que fuerzas enormes decidieron arrastrar a los países al abismo del
enfrentamiento civil. Los pueblos pusieron los muertos, otros se
llevaron los beneficios.
Torra, quintaesencia del nacionalismo más excluyente
Como decíamos en anteriores reflexiones, España camina directamente
hacia un profundo proceso de involución y Cataluña hacia el abismo del
enfrentamiento civil. La elección de Quin Torra, no es un más de lo
mismo, representa un salto cualitativo. El personaje sintetiza las
quintaesencias del nacionalismo más rancio y excluyente. Católico
conservador en lo personal, neoliberal en lo social, supremacista y
xenófobo en lo nacional-popular.
Tiene, eso sí, una gran virtud: su
fidelidad: Es el fiel escudero del “Emperador bonapartista” en el exilio
y admirador de Jordi Pujol. Curiosa esta República catalana con la que
sueñan algunos, camino de convertirse en monarquía republicana.
La huida hacia adelante del independentismo catalán fue respondida
desde el gobierno con la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Tres conclusiones extraemos:
La primera es que ha incrementado el
victimismo, aunque no haya tenido traslación concreta en la vida
cotidiana.
La segunda que la ciudadanía en su conjunto no ha notado los
efectos (los sueldos se han pagado, los impuestos se han cobrado, la
vida sigue igual…..).
La tercera y más importante: no ha servido para
nada.
Un PP indolente, maniatado por sus casos de corrupción, presionado
por Ciudadanos que le recorta distancias electorales. Fuerte sólo con
los débiles.
Sin proyecto político para España, más allá de preservar el
sillón en las próximas elecciones, no ha querido, por incapacidad y en
parte presionado por el PSOE-PSC (la responsabilidad de Iceta aquí es
enorme), tocar las bases sobre las que se asienta el crecimiento del
supremacismo catalán en estas décadas: la propaganda de los medios de
comunicación en manos de la Generalitat o afines, un modelo educativo
que lejos de ser un ejemplo de éxito como recogen las bajas puntuaciones
en los informes Pisa (la sexta/séptima clasificada en los Informes Pisa
2015 respecto al resto de CCAA) es, en realidad, un modelo de
aculturación masiva en torno a los presupuestos básicos del
nacionalismo.
El gobierno del PP no ha querido modificar el organigrama
gubernamental, ha dejado intacta la estructura funcionarial
(especialmente los cargos intermedios, nombrados por su afinidad
ideológica) y, sobre todo, ha mantenido la estructura policial (es un
cuerpo con más de 17.000 efectivos).
Lo cual permitió, en primer lugar,
que las grandes manifestaciones en Barcelona fueran un éxito de
convocatoria puesto que contaban con una buena financiación y una
dirección, construida como un estado Mayor Central de carácter militar
(los Mossos d´Escuadra) y, en segundo lugar, porque la propia estructura
burocrática y clientelar creada durante decenios ha difuminado el ya de
por si escaso impacto del decreto aprobado por el Senado. En realidad,
el tan “cacareado” artículo 155 no ha sido sino tres funcionarios, poco
más, desplazados desde Madrid el lunes y devueltos a la capital el
viernes. (...)
Una buena campaña publicitaria, ampliamente financiada por parte del
gobierno de la Generalitat ¿cómo no se ha controlado ese dinero?, ha
permitido que las posiciones independentistas tenga un cierto “quorum”
en Europa amparándose en el paraguas de los partidos xenófobos o
proto-fascistas europeos.
La responsabilidad de la izquierda
La responsabilidad también de la izquierda en este ámbito es también
enorme, no ha querido, el objetivo era desprestigiar al PP a nivel
internacional, plantear que el independentismo catalán, como ahora se ha
evidenciado, tiene una raíz profundamente xenófoba y supremacista. La
izquierda europea o lo que queda de ella “la Francia insumisa y
especialmente Die Linke“ ha contemporizado con Puigdemont.
La consecuencia no podía ser otra: al conservar el independentismo
los medios de propaganda intactos y utilizando el victimismo como arma,
ha proyectado una imagen distorsionada hacia el exterior, eso le ha
permitido ensanchar su base social y situar a los partidos democráticos
a la defensiva.
(...) es de destacar el peso de la Iglesia católica que permitió a través
de sus propias redes que muchas de estas urnas fueran guardadas en las
sacristías. Como en los viejos tiempos del carlismo, cuando los “curas
trabucaires” apoyaron los movimientos carlistas más reaccionarios en el
siglo XIX que convergieron en el apoyo al golpe fascista de Franco en
1936, ahora lo hacen con el independentismo.
Como hemos dicho las dos derechas (la madrileña y la catalana) se
complementan y se necesitan. Compiten en lo superficial pero coinciden
en lo esencial: mantener las formas de dominación y propiciar el
enfrentamiento civil. Esto ha permitido que la reivindicación social se
traslade desde el espacio izquierda-derecha hasta el
independentismo-legalidad. La fase que se abre a continuación es la del
enfrentamiento civil en el interior de la propia ciudadanía catalana.
Las consecuencias en Catalunya para la izquierda han sido evidentes,
fractura interna, pérdida de influencia política y declive electoral. La
ciudadanía no independentista y de izquierdas no ha tenido en este
proceso un referente político claro. Necesitada de una voz que los
defendiera de lo que ya percibían como una agresión a las formas de
convivencia y que profundizaba la fractura social; sólo ha encontrado en
Ciudadanos una vez aparentemente coherente.
Así se explica el
crecimiento electoral de esta fuerza política. En política no existen
los espacios vacíos, como la izquierda no supo o no quiso enfrentarse al
independentismo creyó que así desgataba más al PP, ese espacio el de la
reivindicación social-nacional, fue ocupado por la nueva derecha.
Hay espacio político para la izquierda no nacionalista
Pero aún hay espacio político para la recuperación de la izquierda no
nacionalista siempre que coja como bandera la reivindicación social (la
lucha de los jubilados es un ejemplo) y la apuesta por la unidad de la
clase frente a la homogeneización social que promueve el
independentismo.
Podemos ha ido de error en error. Hasta hace muy pocas semanas,
convocaba manifestaciones en más de 40 ciudades españolas por el derecho
a decidir de los catalanes. Incluso hicieron suyos la parafernalia
independista del lacito. Los dirigentes de Podemos en Cataluña (el clan
argentino) finalmente demostraron su perfil claramente pro-secesionista.
El desgaste político dentro de su militancia ha sido muy importante.
A
pesar de las evidencias, los Comunes y Podemos-Cataluña parecieron no
haber aprendido gran cosa: la ruptura del pacto entre en los comunes y
el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, impulsada por los sectores
independentistas dentro de la organización, apuntan que la izquierda
perderá este baluarte en Cataluña.
Las próximas municipales están planteadas ya como una fase más del
“procés”. Ada Colau no lo vio, no quiso verlo (primaron los equilibrios
internos). Su soledad política en los meses venideros se verá más y más
acentuada. La derecha nacionalista, la CUP y especialmente ERC no le
darán ni tregua ni cuartel.
La alcaldía de Barcelona será el nuevo
escenario del enfrentamiento entre independentismo-constitucionalismo
(se perfila una triple alianza derechista para recuperar la capital de
Cataluña de manos de la izquierda). En realidad, el partido que ahora se
juega en Catalunya no es por las normas de juego, sino ¿cuál será el
terreno donde se produzca el enfrentamiento?
En esta tesitura la izquierda, como hemos dicho tiene una enorme
responsabilidad. En su afán por destruir al PP, ha acabado por asumir el
discurso victimista del nacionalismo. Ha llegado a extremos que
demuestran la escasa preparación, el escaso rigor intelectual de alguno
de los dirigentes. Pablo Echenique, sin ir más lejos, decía del régimen
de Franco que era un poco más “autoritario” que el actual.
Echenique
daba la razón a revisionistas de la talla de Pío Moa o César Vidal, que
califican al franquismo, no de régimen fascista, sino “autoritario”.
Como diría Almudena Grandes, en cualquier otro país eso desacreditaría
al político que hiciera estas afirmaciones, pero ya se sabe, el pulpo es
un espécimen muy extendido en la fauna política española.
Aumentar la tensión social, una de las pocas salidas de Puigdemont
Como decíamos, la elección dedocrática de Quin Torra profundiza el
abismo social. Con toda seguridad, querrá ir más allá. No es, no será,
ya lo ha dicho en el discurso de investidura, un presidente para todos
sino para unos cuantos. ¡Un xenófobo supremacista alcanza la presidencia
de la Generalitat! (...)
Una parte de la ciudadanía independentista ha abrazado el nuevo credo
“cuasi” como una opción religiosa. No exigirán responsabilidades a sus
dirigentes por haberles engañado (la pertenencia a la UE, las
desconexión con España, la integración en la ONU….) no exigirán
responsabilidades por una República y una independencia que no fueron
proclamadas. Les perdonaran que mintiesen cuando aprobaron la DUI aunque
no la rubricaron en el DOGC.
La derecha nacionalista es consciente de eso. Por ello se apresta a
reescribir la historia reciente de este país. Hace pocos días se
celebraba, el primer y no último homenaje a Jordi Pujol que ahora ve
cómo puede reivindicar su nombre e incluso atenuar sus responsabilidades
judiciales. De igual forma, TV-3 y los medios afines iniciarán un
procedimiento casi de “transubstanciación “de las declaraciones de Quin
Torra para hacerlas más asimilables en el contexto actual.
Una de las pocas salidas que le quedan a Puigdemont (en clave
salvación personal) al margen de vagar durante muchos años por Europa,
es el aumento del clima de tensión social en Catalunya. Que eso implique
el enfrentamiento civil. Está descontado, Quin Torra ha sido escogido
para eso. El independentismo necesita tensionar la sociedad catalana
para justificar su propia existencia como movimiento.
La historia nos
enseña que cuando se inflaman las sociedades, se generan las condiciones
para que nazcan situaciones de neofascismo.
Sobre las fuerzas constitucionalistas recae una enorme
responsabilidad. ¿Serán capaces de crear un marco político común,
llámese como se llame, que defienda algo tan elemental como la
convivencia democrática en Catalunya? De no estar a la altura de las
circunstancias, la siguiente pregunta a responder será: ¿Quién pondrá el primer muerto?" (Eduardo Luque Guerrero, periodista y analista internacional, Crónica Popular,17/05/18)
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