" Estaba convencida de que poco antes del domingo, 10 de enero, Junts
pel si y la CUP llegarían a un acuerdo para investir al presidente de la
Generalitat, bien Mas u otro candidato, porque era lógico suponer que
la alternativa de nuevas elecciones impulsaría ese pacto.
Pero nunca
imaginé que el acuerdo final se aproximara al hecho público el sábado. Y
mantengo mis dudas sobre si era necesario inmolar a la CUP, con su
propia complacencia, para dar salida al atasco en el que se encontraba
la política catalana.
Cuesta entender que
tres meses de negociaciones, de contundentes declaraciones de unos y de
otros, se hayan dirimido no con un acuerdo satisfactorio para ambas
partes sino con la dicotomía de vencedores y vencidos, con la
entronización de un héroe, Artur Mas, y el apaleamiento de un único
culpable: la CUP.
En su comparecencia del sábado, Mas trató a la Candidatura d’ Unitat
Popular como el maestrillo prepotente castiga al alumno díscolo, al
pringadillo que se ha atrevido a intervenir en su clase magistral
preparada con pompa y boato.
Y cuesta creer que una CUP respaldada por
años de buena gestión en los ayuntamientos en los que ha gobernado,
coherente durante tres meses en sus exigencias éticas para respaldar a
un presidente de Catalunya, haya sido capaz de autoinmolarse en no se
sabe qué altar de la patria y renunciar a unos legítimos derechos
parlamentarios que asombraron a propios y extraños tras las elecciones
del 27 de septiembre.
¿Dónde han quedado los diez diputados conseguidos
en aquellos comicios? En muy poco. En nada.
Dos parlamentarios se han
convertido en tránsfugas –¿recuerdan el Tamayazo de la Asamblea de
Madrid, en el 2003?–, transferidos, anulados, “incorporados a la
dinámica parlamentaria de Junts pel si”; otros dos –niños malos—han sido
dados de baja de su propio grupo para evitar que sigan incordiando en
el futuro y sustituidos por militantes, se supone, menos beligerantes
con el nuevo presidente y su grupo.
Y lo que queda de la CUP en el
Parlament renuncia a ejercer como oposición, no podrá votar nunca en el
mismo sentido que los partidos “contrarios al derecho a decidir en
Catalunya”.
Es decir, abdica de su independencia, rehusa los derechos
parlamentarios conseguidos en las urnas. Y por encima de todo lo
anterior, Artur Mas ha obligado a la CUP a asumir errores, a pedir
disculpas por prolongar tres meses las negociaciones de investidura. (...)
La CUP sabrá por qué ha prestado a Artur Mas lo que las urnas le negaron." (
La Lamentable, 09/01/16)
"Dicen desde la CUP que no quieren nuevas elecciones porque ganaría la
derecha. Aparte de que no es verdad ¿te echas en brazos de la derecha
para que no gane la derecha? Quién entiende nada… (...)
Se ha repetido hasta la saciedad que en la CUP habitan dos almas: una
independentista y otra anticapitalista. ¿Por qué demonos tiene que
triunfar la que coincide con la burguesía catalana a la que hasta ayer
combatían? Creo que en el caso de las CUP, investir a un anticomunista y
miembro relevante de CDC como Carles Puigdemont -corresponsable de todo
lo que ha hecho ese partido- pudiera tener trazas de trampa electoral.
Otro gallo cantara si hubieran ido a las elecciones diciendo:
votarnos a las CUP es también votar el apoyo a un gobierno presidido por Convergència para caminar hacia la independencia.
Cuando decían: “no investiremos nunca a Mas” implicaba decir para el
común de los votantes: “nunca investiremos a nadie que sea del partido
de Pujol, Suiza y el 3%”.
Quedarse solamente en un nombre y pretender
justificar el resto desde ahí es tratar a la gente con una descarnada
falta de respeto. Como si sacrificado Artur Mas -habrá que ver cuánto se
ha sacrificado realmente- se terminara todo lo que ha significado CDC.
Han decidido que ahora mismo hay algo más importante que su denuncia
implacable de las políticas corruptas y austeritarias de CDC. (...)
La decisión de la CUP no la ha tomada ninguna asamblea, sino un grupo de
notables. Algunos hemos estado dispuestos a asumir el empate a 1515 por
lo que implicaba de ejercicio democrático. Y hacía falta algo de fe.
Al
final, los perdedores regresan victoriosos. Ni elecciones ni asambleas.
Han sacrificado, pues, su metodología. Y han balbuceado en rueda de
prensa -algo que contrasta fuertemente con otros momentos de enorme
fuerza simbólica- que meten dos diputados circunstancialmente en el
grupo parlamentario de Junts pel si, pero que en verdad no los meten
aunque vayan a estar dentro (como si fueran a estar en diferido), y que
van a pedir perdón todas las veces que haga falta porque se han portado
mal, como repitió Mas en su despedida, aunque dicen que se han portado
bien, y se entregan a lo que digan desde Junts pel si es que sirve al
proceso, de manera que han perdido aunque que dicen que han ganado y
juran portarse lozana y cabalmente al tiempo que dicen que no juran
porque no son así mucho de religiones.
Como conozco a alguna gente de la
CUP, me consta que, al menos una parte, está muerta de verguenza. Han
sacrificado, pues, la compostura. (...)
El otro gran argumento es:
primero logramos la independencia y después arreglamos cuentas con nuestros adversarios ideológicos.
Una de las cosas que ha aprendido la nueva izquierda europea -incluidas
las formaciones que quieren reinventar ese espacio antaño llamado
izquierda ampliándolo y reconsiderándolo- es que no hay soluciones
locales, de manera que la única posibilidad de ganar es sumando
esfuerzos.
Está claro que la CUP renuncia a esa pelea concreta abierta
ahora mismo -la que implica un cambio constitucional como el que reclama
Podemos- para solventar asuntos propios de la mano de fuerzas políticas
que están enfrente en la tarea de acabar con la austeridad.
Es decir,
que en los próximos 18 meses, los apoyos de la CUP no serán para superar
la política de austeridad y de fin del estado social que se están
intentando poner en marcha en España y en Europa, sino el seguimiento
fiel a
Junts pel si, no vaya a ser, como dice el acuerdo que
han suscrito, que peligre la suerte del proceso independentista.
Si eso
fuera así, habríamos perdido a las CUP para esa pelea. Para la
superación del vaciamiento democrático en España, los progresistas de
Catalunya necesitan a los progresistas españoles y viceversa.
(...) porque los cambios territoriales reclaman pedagogía, no actos de
fuerza. Un movimiento popular en Catalunya como el 15M podía despertar
las simpatías del resto del estado. Un movimiento lleno de
incongruencias, contradicciones, cambios bruscos de opinión y encabezado
por el partido de Pujol, del 3% como estructura permanente y del
encubrimiento de la corrupción como es Convergencia pocas simpatías
puede despertar. Y aún menos cuando el gran argumento es “hemos quitado a
Mas aunque dejemos a su partido”. (...)" (
JUAN CARLOS MONEDERO, Público, 11/01/16)
"(...) Los puntos del pacto que afectan a la CUP son inusuales: cesión de dos
diputados al grupo gubernamental; cese de diputados de CUP que han sido
molestos para CDC; imposibilidad de votar en contra del Procés.
En la dinámica actual, cualquier política gubernamental se entiende como partícipe de un
Procés
que se ha traducido antes en austeridad y en paraguas de la corrupción
estructural, que en leyes y resultados.
La escenografía utilizada por
Mas es humillante. Todo ello confirma un ejercicio de fuerza de Mas
sobre la CUP, asumido en silencio por la CUP en una suerte de Tratado de
Versalles político, en el que renuncia, incluso, a sí misma. (...)
La CUP ha cedido a la presión. Sí, ha conseguido la retirada de Mas, en
un indicio de que su fortaleza era mayor de la que la propia CUP llegó a
suponer. Pero las encuestas internas de CDC situaban, en unas
elecciones adelantadas, su resultado en no más de 20 diputados.
La CUP
ha participado en una corrección electoral —esa es la palabra y el
conflicto ético asumido—, que cederá a la hegemonía de la derecha
catalana las políticas durante un año, plazo legal para otras elecciones
anticipadas. (...)
¿Cuál es la explicación? No es fácil llegar a ella. Hace horas que la
CUP no comunica. Algunos militantes históricos exhibieron ayer en las
redes su estupor. El posicionamiento oficial hoy es extraordinariamente
disciplinado y dócil. (...)
Se apunta que existía la posibilidad real de transfuguismo en CUP —se
ha señalado que hubieran sido cuatro diputados, insuficientes para la
reelección de Mas—. Si eso fuera así, CUP ha decidido desaparecer antes
que romperse. Es posible que fueran mecanismos culturales, la amenaza de
CDC de situar a CUP en el marco anticatalán, ya ejercida, con éxito,
con ERC.
La CUP, en todo caso y con la información hoy disponible, ha
realizado, fácilmente y con rapidez, un cambio radical en su
trayectoria: de proponer la unidad popular, ha pasado a formar un frente
nacional. El pacto tendrá consecuencias en su futuro, y en el futuro
inmediato del independentismo de izquierdas, hoy autoelidido. " (
Guillem Martínez
, El País, Barcelona
10 ENE 2016)
"La tarde del sábado del 9 de enero del 2016 pasará a la historia de Catalunya por muchos motivos. (...)
Y por la inmolación de las Candidaturas de Unidad
Popular (CUP), que renunciaron a su patrimonio de veinte años de crítica
al poder, a la corrupción, a la lucha por la igualdad de género, a la
defensa de un sistema económico más justo, a nuevas fórmulas de
participación política, a la oposición a los poderosos de siempre. Por
el bien del ‘Procés’. Y porque un partido que siempre creyó en la
ingenuidad de la ética no pudo soportar la presión de los profesionales
del poder y de su entorno mediático.
El precio que
pagan por cumplir su promesa de que jamás investirían a Artur Mas es
inmenso. No sólo renuncian a su autonomía como grupo parlamentario, sino
que entregan a dos de sus diputados, que pasarán a ser prisioneros o
rehenes de Junts pel Sí. No sólo aceptan dejar de ser un actor político,
sino que se ven obligados, prácticamente, a la humillación de pedir
perdón.
La rueda de prensa de Artur Mas fue un castigo en toda regla de
los ‘cupaires’, a “ellos y a ellas” como repetía siempre el President.
“La CUP –dijo Artur Mas – debe asumir la culpa de sus errores porque la
vida es dura”. Y tanto. Anunció que habrá diputados (o diputadas) que
abandonarán su escaño. Ojo por ojo.
La palabra más pronunciada por Artur Mas durante la
rueda de prensa fue ‘yo’ y en numerosas ocasiones habló de sí mismo en
tercera persona. El President encarnaba el ‘Procés’ y ahora debe
abandonar el timón. Pero dejó varias cosas claras. La primera que a
Carles Puigdemont “lo he propuesto yo”.
Y que mantiene la puerta abierta
para volver a presentarse. Mientras, se dedicará “a reforzar el
partido”, Convergència, y a modo de aviso dijo: “Ahora nos conocerán
mejor”. Mientras, ERC seguía en el limbo político, como espectador de
las maniobras que tan magistralmente sabe ejecutar su gran rival en el
nacionalismo.
De momento, afirmó Artur Mas, lo que se ha logrado es “corregir en las
negociaciones lo que no nos dieron las urnas” (sic). Es decir la mayoría
de escaños. Pero las urnas siguen demostrando que el gran problema del
soberanismo permanece, la falta de una mayoría social suficiente. Este
es el punto débil. (...)" (
Josep Carles Rius 09/01/2016)