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22/5/23

Un algoritmo loco en Euskadi: buscas una víctima y te encuentras un etarra

 "Si uno busca en los cementerios de Sicilia los muertos de la Mafia puede llegar a pensar que la Mafia no existe, parece que no ha matado a nadie. En las lápidas de sus víctimas solo consta la fecha de defunción. Como mucho, frases casi poéticas: “Stroncato da mano crudele”, roto, arrancado, por una mano cruel. Entra dentro del tabú, del clima de terror, del temor a lo explícito. Es decir, miedo a decir la verdad. No sé qué explica algo parecido en el País Vasco en 2023. Supongo que la estupidez o la mala fe, o tener un alcalde de EH Bildu. Prueben a mirar la página web dedicada a la memoria del ayuntamiento de Galdakao, realizada por la sociedad Aranzadi. No es que no haya víctimas de ETA, es al revés, han desaparecido los asesinos, que además se han convertido en víctimas, los pobres. ETA lleva camino de convertirse en un fenómeno natural, como un virus o una desgracia meteorológica.

La web tiene un buscador de víctimas del municipio, pero con un algoritmo loco: buscas una víctima y te sale un etarra. Buscas al alcalde Víctor Legorburu, y ahí sale, asesinado en 1976, al día siguiente de que venciera el ultimátum de seis meses que le dio ETA para que se fuera del País Vasco. Pone “Autor: ETA”. Pero es que hay etarras de Galdakao y también aparecen como víctimas, mezclados con los vecinos que mataron. Por ejemplo, Jon Bienzobas. Es una víctima incluida en el apartado “Vulneraciones”, sección “Otros hechos derivados de la violencia política. Política penitenciaria y aplicación de leyes excepcionales. Autor: Estado español y francés”. Es una información algo limitada y como hay un apartado de “Observaciones”, uno va a ver, pero no, dice esto: “Aunque nació en Bilbao, creció en el barrio de Aperribai de Galdakao”. Podrían haber añadido que le gusta el mus o es del Athletic. Se me ocurre alguna observación más, como que asesinó al jurista Francisco Tomás y Valiente en su despacho de la universidad. No sé, como detalle de interés, por redondear.

Quizá es un lapsus, vamos a ver otro, en el que sea imposible olvidarse de hechos imborrables. Xabier García Gaztelu, Txapote. Pues no, es solo alguien que ha sufrido vulneraciones de derechos por la política penitenciaria. No te enteras de que es el asesino de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, José Luis López de Lacalle, Fernando Múgica y Fernando Buesa y su escolta, Jorge Díez, entre otros. Como ejercicio de memoria deja un poco que desear en una web dedicada a la memoria, es un poco cortita. Yo he tenido que reducir la enumeración de sus víctimas porque llenarían la columna, pero ellos no tenían límite de espacio.

Hay webs así en otros municipios vascos, como ha denunciado el PSE. No sé si esto es necesario dentro de la buena voluntad requerida a una comunidad humana para superar un trauma atroz. Me temo que no, y lo necesario es decir las cosas como son. Si no, la monstruosidad de lo que pasó se deja en el sobrentendido, pero ya no familiar o personal, sino institucional, que es inadmisible. Para sobrentender en privado, todos deben tener clara la verdad en público. Aunque todos queramos olvidar, otra cosa es olvidarse del tema, porque lo decisivo hoy es quién gestiona ese olvido. Por cierto, se habla de la apatía en Euskadi ante estos disparates de la desmemoria vasca, pero la del resto de España, donde ya parece que no es asunto nuestro y ni te enteras, tampoco está nada mal."                (ïñigo domínguez, El País, 14/04/23)

5/4/17

¿Qué le parece el anuncio de entrega de las armas por parte de ETA? La planificación de un espectáculo... dirigido a su militancia, al mundo abertzale radical. Se trata de escenificar algo que se parezca lo menos posible a una derrota.

"(...) Empecemos por el final. ¿Qué le parece el anuncio de entrega de las armas por parte de ETA?

La planificación de un espectáculo que tiene muy poco o prácticamente ningún sentido político. Está más bien dirigido a su militancia, al mundo abertzale radical. Se trata de escenificar algo que se parezca lo menos posible a una derrota. 

Los nacionalistas intentan magnificarlo como un gesto de buena voluntad por parte de un entramado que empleó la violencia y que pasa página y espera de la sociedad que ese gesto le sitúe en un lugar menos perverso que el que ha ocupado hasta ahora, que signifique blanquear su pasado, ponerle un final más amistoso a lo que ha hecho.

¿ETA ha sido derrotada?

En lo que se refiere a la utilización de la violencia, la batalla policial ha sido efectiva, pero la huella que ha dejado es importante. Todo ha ido en clave de más nacionalismo, porque se ha pensado que a más nacionalismo, menos terrorismo, pero no ha sido así. No ha sido derrotado su relato, esa ambigüedad que se plantea en plan: “bueno, esta gente mataba porque tenía un pasado de agresión por parte de España”. 

Todos esos argumentos en los que han basado su justificación de la violencia, como lo de que también hubo torturas y víctimas por el otro lado, siguen en las mentes de mucha gente en el País Vasco, de muchos jóvenes a los que se les ha transmitido de manera familiar, y se debate en los medios, en la televisión pública. Es una cierta victoria de la propaganda.

Usted trabaja contra eso.

Yo me puedo considerar un militante, incluso un activista, a favor de los derechos humanos. He querido abordar una cuestión que desde el punto de vista cinematográfico no tenía espacio: las historias de los que han perdido, de las víctimas, inocentes machacados. 

Eso sí lleva a las películas a estar en contra del terrorismo y del ultranacionalismo que ha empujado a esta gente a hacer esto. Pero más que cine político, aunque no me importa que se catalogue así, mi trabajo tiene que ver con la defensa de los derechos humanos.  (...)

En la película, la hija del concejal de Rentería, Manuel Zamarreño, asesinado en 1998, dice: “No quiero una placa que recuerde que mataron a mi padre, prefiero que se esclarezca el caso y que pague quien tenga que pagar”. La reparación moral es el derecho a la verdad.

¡Qué menos! Y ya si fuera posible eso de que pague, mejor. Pienso que es fácil de entender, que cualquiera que se ponga en su lugar lo entendería. Pero está eso de la dejadez. Hay mucha gente que parece no darle importancia. La sociedad tiene muchos problemas y eso hace que haya cosas importantes que estemos dejando de lado.

En sus películas, a base de recordar hechos sabidos pero sobre los que se insiste poco, plantea cuestiones que no están encima de la mesa. Por ejemplo, en 1980 aflora la paradoja aparente de que el momento más sangriento de ETA se dé tras la amnistía y la llegada de la democracia. La lectura es que las concesiones, la negociación, el diálogo, no sirven. Es una conclusión incómoda. 

Claro, pero es así, no han servido. En torno al terrorismo hay muchas cosas que aún habiéndolas vivido, parece increíble que pasaran. Y muchas contradicciones. El estado de derecho por una parte quiso ser generoso pero a la vez contundente.

 Fue contundente hasta el punto de emplear la guerra sucia unos años, que fue un horror. Y fue generoso con la amnistía y ¿para qué? Para que más de la mitad de los terroristas se reengancharan. Las instituciones, la sociedad, tienen una marca muy profunda por su comportamiento frente al terrorismo.

Pero cuando hay una parte tan importante de la sociedad que ampara a los terroristas hace falta algo más que la vía policial, ¿no?

Bueno, ahí la cosa se complica. Ha habido otros terrorismos, como el de la extrema derecha, el GRAPO o el FRAP, a los que la sociedad ha dado la espalda y de alguna manera los ha liquidado. Pero que haya un apoyo social no lo hace más legítimo, hace peor el problema. 

Detrás de Hitler había millones de personas, y detrás del terrorismo islámico. ¿Qué vas a hacer? Pues hay que deslegitimar el terrorismo, y hay que saber donde está uno, y lo que está bien y lo que está mal. 

Y está mal: ¡no se mata por unas ideas políticas! Eso se ha dicho a veces, pero lo que más se ha oído estos años es que hay que negociar, aunque uno no puede negociar cosas ilegítimas. Solo desde un fanatismo enfermizo a uno le puede parecer bien que por unos ideales particulares se pueda matar. (...)

Para 1980, entrevistó a José Javier Uranga, contra el que atentaron cuando dirigía el Diario de Navarra, y decía: ‘si queremos democracia, ahora hay que aguantarlos’. Las concesiones, la impunidad, ¿no son hasta cierto punto inevitables? Se ha dado en otros casos. En su última película, por ejemplo, se compara la impunidad de los crímenes de ETA con la que denuncian las víctimas del franquismo.

En Alemania no han tenido que aguantar a los nazis. La legislación alemana prohíbe hasta llevar un pin nazi en la chaqueta. Prohibir la ideología que ha causado tanto dolor tiene su lógica. No digo que se ilegalice el nacionalismo, el independentismo totalitario se diferencia bastante del nacionalismo, aunque tenga conexiones.

 Después de un conflicto –vamos a llamarlo así aunque no me guste demasiado-, ¿tienes que aguantar a los que han participado en eso? Sí, siempre que admitan que lo que han hecho estuvo mal y entren al juego democrático, no al revés. Si no se ponen las cosas en su sitio, va a ser difícil la convivencia. Se puede llegar a un simulacro de convivencia, que es lo que hay ahí ahora. Es muy incómodo, porque da la sensación de haber perdido espacio y libertad.  (...)

Como en las noticias sobre ETA, durante muchos años en el cine, el centro, el protagonista, acababa siendo el terrorista. ¿A qué lo atribuye?

El cine ha ido en paralelo a la sociedad, los cineastas estamos hechos de los mismos mimbres que todos. Cuando ha habido miedo, los cineastas han tenido miedo, y cuando la sociedad ha sido condescendiente, los cineastas también. Creo que ha sido eso, la sociedad entendía que los terroristas luchaban por algo, tenían unos ideales, y que las víctimas eran el precio de algo.

 ¿De qué? No sé, de nuestro pasado con Franco y tal, habría que analizarlo más. Y en las películas siempre interesan más los personajes malos.  (...)"               (VANITY FAIR 03/04/17, ENTREVISTA IÑAKI ARTETA)

31/10/16

Unos decidieron matar... otros no... esa es la única cuestión

"(...) El historiador Gaizka Fernández Soldevilla explica de forma muy didáctica en La voluntad del gudari cómo el 7 de junio de 1968 Txabi Etxebarrieta decidió de forma “libre y voluntaria” asesinar al guardia civil José Pardines Arcay, que estaba tratando de comprobar la matrícula falsa de su Seat 850 Coupé. 

Aquel primer crimen fue a su vez el desenlace de toda una serie de decisiones anteriores que se justificaron apelando al franquismo, a Argelia, a Indochina, al proletariado, al euskera o a la batalla de Roncesvalles, pero en aquel escenario hubo otras muchas personas que se sintieron interpeladas por las mismas injusticias, idénticos ideales y parecidos agravios históricos —reales o ficticios—, y que sin embargo trataron de alcanzar sus aspiraciones sin utilizar la violencia y sin necesidad de matar a nadie.

Esa diferencia radical se hizo aún más manifiesta cuando llegaron la democracia, los partidos políticos, la Constitución y las autonomías: ETA prefirió volcarse entonces en la “acción” para postergar cualquier debate de carácter ideológico, como ha afirmado en alguna ocasión Florencio Domínguez. 

Aunque ya no hay vuelta atrás para tantas personas asesinadas, es preciso que los asesinos -y también quienes alentaron o justificaron sus fechorías- se enfrenten de verdad a sí mismos, a su pasado, a sus crímenes, por mucho que la mayoría siga prefiriendo no verlos, como admitía Ibon Etxezarreta.

Ese sí que podría ser el comienzo de una nueva etapa."             (Javier Marrodán, El Español, 20/10/16)

8/9/15

En la retina de muchos aún perdura esa imagen de gente pagando el chantaje terrorista en bares de Bayona o San Juan de Luz a plena luz del día

"Florencio Domínguez (Caparroso, 1956) es probablemente el periodista que más sepa de ETA en España. Estudioso del fenómeno terrorista, este doctor en Comunicación Pública por la Universidad de Navarra analiza en esta entrevista la situación actual de ETA y desgrana el estudio que está realizando, junto a otros expertos, historiadores y economistas, de la incidencia de la extorsión etarra.

– Ha muerto Charles Pascua. Con él al frente del Ministerio del Interior se inició el fin del ‘santuario francés’ de ETA. 

Llegó al ministerio en 1986 con el gobierno de cohabitación de Chirac. Eliminaron el santuario francés, la situación de comodidad que había en Francia en donde los miembros de ETA no estaban escondidos, y lo hicieron con detenciones y expulsiones masiva: entre 1986 y los primeros meses de 1988 expulsaron a 189 miembros de ETA. Y obligó a ETA a dispersar a su gente por toda Francia, enviarla a América y, sobre todo, a hacerse más clandestina.

- Algunas personas han vinculado esta reacción tardía del Gobierno francés con la actividad del terrorismo de los GAL en suelo francés. Hasta entonces ETA era un problema interno de España.

Hay una interpretación del que fue embajador francés en España Pierre Guidoni, que dice justo lo contrario. Sostenía que a finales de 1983 ya había un acuerdo entre los gobiernos español y francés para poner en marcha medidas policiales contra ETA. Y que la aparición de los GAL lo dificultó. 

Hubo además otro factor en esta política de mano dura de Pascua ajeno por completo al terrorismo de ETA: una campaña de atentados en París de un grupo libanés que creó una gran inquietud en la opinión pública francesa. El Gobierno no conseguía contener esa oleada terrorista y transmitió firmeza contra el terrorismo golpeando a otro cuyos miembros estaban a la vista en Francia.

– En la retina de muchos aún perdura esa imagen de gente pagando el chantaje terrorista en bares de Bayona o San Juan de Luz a plena luz del día.

Es que lo del ‘santuario francés’ no era solo una imagen periodística, era una situación real que daba grandes facilidades a un grupo terrorista que en España estaba en la clandestinidad, pero al otro lado sus dirigentes operaban a la luz del día: se sabía dónde vivían, estaban registrados en las oficinas de empleo, cobraban ayudas sociales del gobierno, tenían trabajo. Organizaban cursillos de adiestramiento a los que iban hasta 30 personas simultáneamente a un caserío hasta 15 días.

– Hoy en día parece impensable.

¡30 personas allí metidas! Les permitía dirigir los comandos, etc. Y sobre todo para la extorsión: no hacía falta más que cruzar la frontera e ir a determinados bares o domicilios para pagar.

– La reacción social ante el terrorismo etarra fue muy tardía, a pesar de que ETA ha matado sobre todo en democracia. ¿En el caso de la extorsión, ocurrió igual?

También muy tardíamente. La extorsión era una cosa que se llevaba en la intimidad, tanto si el extorsionado decidía pagar, como si decidía lo contrario. En las entrevistas que hemos hecho en el estudio se ve que muchos de ellos ocultan a su familia que han recibido la carta. No tenía trascendencia pública. Solo mucho después comienza la movilización desde las organizaciones empresariales.

– ¿Cuándo se produce ese cambio? En el caso de la movilización social contra ETA el nacimiento de Gesto fue un factor importante para activar esa reacción.

En el caso de la extorsión había un hándicap para arropar a los extorsionados que era la existencia de una mentalidad poco solidaria con los patronos que decía aquello de “son empresarios, serán ricos y además son unos explotadores”. En los años 90 en el Goierri hay algunas plataformas que se mueven y activan y hacen declaraciones públicas en contra de la extorsión. Pero estamos hablando de la década de los 90.

 - ¿Qué parte del presupuesto de ETA, que llegó a ser de hasta seis millones de euros en los 80, llegaba de la extorsión y de los secuestros?

A valor actual, de los secuestros realizados entre 1973 y 1997 ETA recaudó entre 101 y 104 millones de euros. Pero hacer una estimación de lo que ha supuesto la extorsión es imposible.

– Usted ha afirmado que cuando ETA dispuso de menos dinero su capacidad terrorista quedaba mermada. ¿Qué tipo de reproche, moral, político, penal…, se les puede hacer a los que cedieron al chantaje?

Es complejo. No todas las situaciones fueron las mismas: no es lo mismo un empresario que puede irse, que uno que tiene un pequeño negocio y no se lo puede llevar y vive en un ambiente social muy presionado por el mundo del terrorismo; no es lo mismo tener un negocio en el Goierri que en Bilbao. 

Probablemente la mayoría de los extorsionados no ha pagado, aunque es verdad que han pagado los suficientes para que se mantuviera y financiara el aparato terrorista. En similares condiciones ha habido muchos que no han cedido. ¿No tenían más remedio que pagar? Algunos habrán pensado que pagando se quitaban el problema.

– Algunas organizaciones como el Grupo Mondragón no cedieron al chantaje, ¿por qué le parece destacable?

Porque es un grupo simbólico en la economía y sociedad vascas. Tiene un valor ejemplar que no dudaran. Muchas veces se le ha criticado por su afinidad con el nacionalismo, incluso con la izquierda abertzale, y ha sido objeto de campañas. Cuando les llega la extorsión no dudan, en el minuto uno la rechazan sin vacilar.

– Dibuja usted a una organización muy metódica con el dinero, que obligaba a los terroristas a apuntar el gasto de un bocadillo.

No les pasaban una. Si había un desfase de dinero, la dirección pedía explicaciones. Los gastos eran al euro. Si comían un bocadillo, si fumaban, cada uno lo tenía que registrar. La obsesión burocratizadora con Soledad Iparragirre, ‘Amboto’, llegar a ser tremenda: hace unas tablas para controlar los gastos día a día por conceptos como comida, casa, material, ropa, transporte…

– En lo que sí han tenido éxito fue en el tema del lenguaje: por ejemplo al colocar el concepto del ‘impuesto revolucionario’.

Sí, es evidente. Lo del impuesto revolucionario viene de la influencia de los Tupamaros, que desarrollaron las ideas de un Estado paralelo: ellos tienen prisiones, nosotros ‘cárceles del pueblo’, ellos cobran el IRPF con su Hacienda, nosotros cobramos el ‘impuesto revolucionario’. El término con el que han tenido más éxito es el de zulo, incorporado por la Real Academia.

– ¿Dónde estamos ahora en este proceso unilateral de fin del terror que inició ETA en octubre de 2011?

No hay que olvidar que ETA ha sido llevada del ronzal hasta esa decisión. Pero su objetivo sigue siendo tratar de negociar el desarme con los gobiernos. Diferencia dos escenarios: el sellado de las armas y el desarme. Para el sellado está dispuesta a hacer cosas, con acompañamiento y teatro internacional. 

Pero manteniendo el control de las armas, sin un control exterior. Pero el desarme, la destrucción de las armas los siguen condicionando a la negociación con los gobiernos; a esa parte no han renunciado. Están haciendo tiempo a que acabe la legislatura de Rajoy.

– ¿Cree que ETA ha podido vender parte de su arsenal?

La guerrilla salvadoreña ocultó parte de sus arsenales a las brigadas de desarme de la ONU, y se descubrieron en 1993 cuando se produjo una explosión en Managua en un taller en Santa Rosa que precisamente estaba gestionada por ETA, en concreto por Eusebio Arzallus, ‘Paticorto’. Cuando el IRA negocia sus acuerdos de paz, una parte de sus armas las vende. Y lo sabemos porque una parte se la vende a ETA. 

Después de firmados los acuerdos, vende material. Es una práctica que se ha producido, luego no se puede descartar -porque ETA necesita dinero- que, al final, recurra al mismo sistema.

2/9/15

El carlismo navarro, el sostén de Franco, evolucionó hacia el nacionalismo vasco... Batasuna-Bildu es heredera del carlismo

"(...) Hay dos elementos que explican por sí solos el alto voltaje del roce en la convivencia de las dos Navarras. El primero de estos elementos es que el alzamiento franquista fue respaldado mayoritariamente en Navarra y hasta incubado allí. Espoleado por la Iglesia católica, el carlismo se sumó entusiasta a la sublevación militar, luego fracasada, que daría paso a la guerra civil.

El segundo elemento, igualmente perturbador, es que, dada la debilidad del PNV navarro, el nacionalismo vasco ha estado encarnado aquí durante estas décadas por el brazo político de ETA. En los últimos años del franquismo y primeros de la Transición, buena parte del carlismo evolucionó hacia el nacionalismo vasco, de forma que antiguos feudos de este movimiento conservador, integrista, pasaron a ser dominios abertzales. 

Se han dado así situaciones lacerantes de esquizofrenia familiar, casos en los que nietos o hijos de los que fueron a la guerra “a matar rojos por Dios y por España” (hubo fusilamientos masivos de socialistas, comunistas y anarquistas de La Ribera navarra tras la sublevación) acabaron encuadrados en ETA. 

La bandera española fue quemada y sustituida por la ikurriña y el fervor y la intolerancia católica dieron paso al anticlericalismo furibundo. En esa misma sartén fundamentalista debieron curtirse dirigentes de la Batasuna navarra que con tanto afán justificaron la “socialización del sufrimiento” de ETA.

 “Se ha pasado de una intransigencia a otra. HB, Batasuna-Bildu es heredera del carlismo”, sostiene el profesor de Derecho Constitucional, Javier Tajadura. “La primera lista de HB estaba formada casi en su totalidad por gentes procedentes del carlismo”, recuerda, a su vez, José Manuel Ayesa, anterior presidente de la CEN. 

Ya dice Mari Cruz Mina, catedrática de Historia del Pensamiento Político, que “lo difícil no es tanto cambiar de ideas como cambiar de forma de pensar”. Aunque ETA se ha retirado, el molde ideológico del integrismo y el sectarismo no ha desaparecido. 

“La semilla de la violencia sigue estando aquí con una clara tendencia totalitaria”, afirma Juan Gracia Armendáriz, escritor navarro afincado en Madrid. Autor de la novela autobiográfica Piel Roja, Gracia Armendáriz fue tomando nota de los cambios cotidianos en la sociedad navarra durante sus periódicas visitas familiares.

 “El nacionalismo ido ganando terreno en el plano sociológico. Un día bajabas del tren y te encontrabas con letreros en euskera, otro día descubrías que muchos conductores llevaban en sus coches pegatinas con la figura de una oveja “latxa”, a imitación del asno que se ha convertido en el animal totémico catalán, en otro viaje comprobabas que los parroquianos de los bares del Casco Viejo se saludaban alto y claro en vascuence aunque solo hablaban cuatro palabras”.  (...)

“Somos una sociedad crispada, pero también domesticada y acobardada. Viendo lo que ha pasado, me pregunto cómo no nos conmovimos más, cómo renunciamos a nuestra libertad. Ellos han puesto aquí 46 muertos, la dosis suficiente para conseguir sus objetivos. Ahora ya no les interesa matar”.

Esta mujer valiente fue denunciada por “represora” porque se abstuvo en la votación parlamentaria para modificar la misma ley del euskera que había sido propuesta en su día por su grupo. Los “defensores de la lengua vasca” colocaron una pancarta acusatoria con su fotografía y su hombre en la ikastola en la que estudiaba su hija. 

Aramburo ama el vascuence —ha grabado un disco con canciones en esa lengua—, pero en los tiempos en los que anduvo escoltada pasó por una situación de pánico cuando viajaba en autobús y una persona a su espalda dijo unas palabras en euskera. “Lo he superado”, dice.

La violencia terrorista ha contaminado permanentemente el relato y el proyecto nacionalista a ojos de gran parte de la sociedad navarra. Una gran mayoría, superior al 70%, se opone a integrarse en Euskadi, pero la refundada izquierda abertzale que saborea estos días las mieles del triunfo cuenta con un recorrido exitoso, ahora que empieza a difuminarse la sombra del terrorismo."                (   , El País 19 JUL 2015)

9/6/15

El terrorismo de ETA es equivalente a la “siembra del terror” del general Mola al comienzo de la Guerra Civil, y a la “estrategia de la tensión” de los neofascistas italianos

"¿Alguien creyó que la retirada de ETA daría paso a la regeneración moral y política en una sociedad castigada por el martilleo constante de la violencia sectaria y sometida a la depuración ideológica durante casi cuatro décadas de democracia?

 ¿Cabía esperar que el brazo político del terrorismo vasco aceptaría mirarse en el espejo de la historia y abominar de su pasado? “La batalla del relato es el termómetro que medirá lo definitivo de la derrota de ETA”, sostiene Javier Marrodán (...)

Hay un rescoldo del miedo y una sombra de incertidumbre que se resiste a desaparecer. “¿Se hablará de terrorismo, de su retórica y del sufrimiento de las víctimas o se vindicará el nombre de los victimarios y se les exculpará del daño causado en aras de la construcción nacional?”, se preguntan los historiadores José Antonio Pérez y José María Ortiz de Orruño (...)

El País Vasco no es, ni podrá serlo en mucho tiempo, la plaza pública compartida donde las gentes se encuentren y reconozcan desde el respeto a la pluralidad y a la diferencia amistosa. ETA ha dejado el solar vasco embarrado moralmente, resentido hasta el tuétano social, cuarteado de convivencia y no se regenerará hasta que la memoria colectiva se asiente en un relato honesto y justo.  (...)

 ¿Puede haber reconciliación si quienes justificaron el asesinato en aras de su proyecto político se niegan a asumir la inmoralidad de su conducta, a aceptar las responsabilidades contraídas con las víctimas, a replantearse los postulados ideológicos con que sustentaron su comportamiento?  (...)

 Begoña Elorza, madre de Jorge Díez, el ertzaina asesinado el 22 de febrero de 2000 junto al líder socialista vasco Fernando Buesa, sigue clamando: “¿Quién va a escribir nuestra historia? ¿Dejaremos que la escriban los que mataron a Jorge?” Lo están haciendo.

 La suya es una historia de ellos y para ellos, pero con el propósito marcado de que les exonere de toda culpa y se convierta en el relato general a transmitir a las futuras generaciones. “Ganada la batalla de la memoria, habremos ganado la batalla del relato”, subrayan en la propia web de Euskal Memoria, una de las fundaciones de la izquierda abertzale. (...)

La versión que propagan persigue demostrar la existencia de una continuidad histórica entre la pretendida opresión nacional vasca y el terrorismo de ETA y establecer que en este conflicto entre actores supuestamente equivalentes las víctimas se encuentran a ambos lados. 

En pos de este objetivo, borran la barrera que separa al franquismo de la democracia, se apropian de la lucha antifranquista de los vascos, incluida la de algunas de las víctimas de ETA, y ponen el contador en la misma Guerra Civil española. 

Es un tótum revolútum y un falso continuum que les lleva a sumar a los fusilados, represaliados y torturados desde 1936 a nuestros días, a los activistas de ETA muertos en enfrentamientos con la policía o por su propia bomba, a los familiares de presos muertos en accidentes de tráfico cuando acudían a sus visitas periódicas… con la idea de equipararlos con los 845 asesinados de ETA, diluir las responsabilidades y subsumir la culpa.  (...)

Todo vale con tal de presentar a ETA como el resultado inevitable del conflicto vasco” y de escamotear su concepción totalitaria, su pobreza argumental, su ceguera criminal. Se trata de hacer que los activistas de ETA pasen a la historia como patriotas, no como asesinos, y que quienes les justificaron y jalearon cómodamente al grito de rigor, “Gora ETA”, no queden expuestos como inductores y palmeros del terror.  (...)

La recopilación exhaustiva de todo posible represaliado, torturado, damnificado vasco —en el listado de “guerra” contra Euskadi incluye también el caso de una mujer atropellada el 14 de enero de 1960 en Sunbilla (Navarra) por un vehículo del Ejército de EE UU—, es compatible con la reivindicación pública y explícita por parte de Bildu-Sortu de “toda” la historia de la izquierda abertzale; esto es: de su simbiosis estratégica con ETA. “No estamos dispuestos a escuchar el relato de los opresores”, advirtió la organización terrorista en su comunicado del 27 de septiembre de 2013.(...)

 “No se puede obviar que las magnitudes del apoyo electoral con el que cuentan están sesgadas por la limpieza étnica provocada por el terror, por los miles de ciudadanos vascos que tuvieron que exiliarse por la presión de ETA y de la que ahora sus seguidores venturosamente convertidos a la política sin pólvora resultan beneficiarios netos”, señala Martín Alonso Zarza, doctor en Ciencias Políticas y autor coordinador del libro El lugar de la memoria. La huella del mal como pedagogía democrática. 

 Afirma que la doctrina de la “socialización del sufrimiento” —la campaña de ataques emprendida por ETA contra los civiles disidentes—, es equiparable a la “estrategia de la tensión” de los neofascistas italianos de principios de los setenta y a la “siembra del terror” del general Mola al comienzo de la Guerra Civil española."                 (   , El País 7 JUN 2015)

13/3/15

Euskadi no fue víctima de un conflicto con el Estado sino de un intento de imposición de un proyecto totalitario por parte de ETA

"Los historiadores se han hecho cargo de la memoria sobre el terrorismo en el País Vasco (1968-2010), tras la proliferación de aportaciones y testimonios de políticos y periodistas

Un informe encargado hace un año por el Gobierno vasco a reconocidos historiadores profesionales, vinculados a la Universidad del País Vasco y pertenecientes al Instituto Valentín de Foronda, acaba de ver la luz y arroja una conclusión: Euskadi no fue víctima de un conflicto con el Estado sino de un intento de imposición de un proyecto totalitario por parte de ETA.

Esta tesis central se desprende de la extensa información aportada por los historiadores Raúl López Romo, Luis Castells, Antonio Ribera y José Antonio Pérez, sostenida por abundante bibliografía, fondos audiovisuales, una amplia base de datos y un informe de más de un centenar de páginas.

Aunque los historiadores han primado con creces la información sobre la opinión, su informe defiende esa tesis, de gran calado político, que irrumpe, además, en pleno debate en la sociedad vasca de exigencia a la izquierda abertzale de que admita el daño injusto causado por ETA y no se atrinchere en la tesis del “conflicto” para eludir su responsabilidad en el pasado.

Coincide con la declaración institucional del Gobierno vasco en el 15º aniversario del asesinato del exconsejero Fernando Buesa, en la que exigió a la izquierda abertzale esa autocrítica y reconoció que el Gobierno de Juan José Ibarretxe no estuvo a la altura. “No se puede pasar página con el argumento de que hay que mirar para adelante. Antes de olvidar hay que aclarar el porqué del terrorismo y su pretensión totalitaria, pensando en las futuras generaciones”, dice Castells.

Un primer dato relevante avala la tesis del proyecto totalitario de ETA sobre la del conflicto. Durante la dictadura (1968-1975), la etapa de carencia de todo tipo de libertades, el terrorismo asesinó tan solo al 5% de las víctimas mortales de toda su historia (1968-2010). 

El grueso de la actividad terrorista se concentró en la Transición (1976-1981), con 336 personas asesinadas (37%), y en la etapa de consolidación democrática (1982-1994), 435 personas asesinadas (46%). En la etapa final (1995-2010) descendió al 11% y a 98 personas asesinadas.

Fue en el breve periodo de la Transición en el que se concentró el mayor porcentaje de muertes por año (56%), seguido de la etapa de consolidación democrática (33%) y a mucha distancia de la etapa final (6%) y la dictadura (5,6%). El año con mayor número de muertos fue 1980, con 118, 96 de ellos por ETA y organizaciones afines (y 22 de grupos parapoliciales). Ese año se constituyó el Parlamento vasco.

 Y el segundo año más cruento fue 1979, con 80 asesinatos de ETA. Ese año se refrendó el Estatuto de Gernika. Lo que demuestra que ETA concentró su principal esfuerzo en tratar de desestabilizar la democracia en España y la autonomía vasca.

Los historiadores precisan que de las 914 víctimas del terrorismo en el periodo estudiado (1968-2010, que coincide con el primer y último atentado de ETA), 845 personas, el 92% lo fueron por esta banda. 

Otras 62 personas (7%), fueron asesinadas por grupos parapoliciales o de extrema derecha (BVE y GAL, principalmente) y 7 (1%) tienen un origen desconocido. López Romo precisa: “Tras el final de la dictadura, el principal responsable del terrorismo es ETA, cuya actuación ha configurado el marco del proceso histórico del terrorismo en Euskadi. ETA marcó el principio y el final del terrorismo”.  (...)

Aclara, también, que, a diferencia de Irlanda del Norte, “en el País Vasco no hubo dos bandas terroristas enfrentadas, con un apoyo social similar. Aquí solo hubo una, ETA, que contó con un importante apoyo en la calle. Los grupos parapoliciales no tenían apoyo social y su actividad, igual de rechazable, fue mucho menor y efímera”. 

Lo avala el que el 76% de los asesinatos de ETA durante la Transición (1976-1981) y el 82% durante la etapa de consolidación democrática (1982-1995) no generaron movilización social de apoyo, lo que sí sucedía cuando los muertos eran etarras.

 Los historiadores constatan cómo la situación cambió radicalmente a partir del asesinato del edil del PP Miguel Ángel Blanco, en 1997, con la multitudinaria respuesta a la “estrategia del sufrimiento” de ETA. No obstante, con el Pacto de Ajuria Enea de 1988 y la irrupción de Gesto por la Paz dos años antes se inició una respuesta social sistemática y el rechazo a la tesis etarra del “conflicto”.

 El Euskobarómetro, subraya el informe, marcó esta evolución. En la izquierda abertzale el apoyo total a ETA pasó de un 20%, en 1995, a un 3% en 2007.  (...)"              (   , El País,  11 MAR 2015)

12/2/14

‘Txeroki’ tiene derecho a matar, por ser vasco

" (...) Leído también en los medios de comunicación: el miembro de ETA ‘Txeroki’ dice al tribunal que le juzga que «no le autoriza a juzgar a los vascos». El tribunal juzgaba a un miembro de ETA.

 Éste se arroga la representación de todos los vascos al decir que el tribunal no está autorizado a juzgar a los vascos, cuando en realidad iba a juzgar a un vasco no por ser vasco, sino por ser miembro de ETA y acusado de cometer delitos de sangre. Ya es grave que como miembro de ETA se arrogue la representación de todos los vascos.

Pero ¿qué es lo que realmente rechaza ‘Txeroki’ con su desautorización? No rechaza un tribunal español, no rechaza a España –todo eso es bien conocido–. Lo que está rechazando es la posibilidad de someter el ejercicio del terror llevado a cabo por ETA al derecho universal traducido en leyes concretas.

 Está rechazando el imperio del derecho, está rechazando el tribunal que le juzga, el sistema judicial español, el sistema de derecho que impera en todos los Estados democráticos constitucionales, porque su voluntad de recurrir al terror está por encima de todo derecho y no puede estar supeditada al imperio del derecho, porque su voluntad de defender un proyecto político que incluye necesariamente el terror está por encima de todo derecho.

¿En qué se tendría que re-insertar el terrorista ‘Txeroki’? En aquello que niega, en aquello que rompe, en aquello que daña radicalmente: el Estado de derecho, el imperio del derecho, en el bien público de la convivencia en libertad procurada y garantizada por el derecho y destrozado por el terror. Todo lo demás es secundario. (...)"          (JOSEBA ARREGI, EL CORREO 06/02/14, en Fundación para la Libertad)

21/6/13

El PNV dice que los aviadores alemanes que bombardearon Londres, Madrid y Guernica, son iguales que los aviadores ingleses que bombardearon Berlín

"La sociedad vasca ansía cerrar el capítulo del terrorismo. ¿Qué solución mejor que diluir su presencia histórica?

Las palabras clave para el encubrimiento son ‘paz’, ‘violencia’ y ‘derechos humanos’. ‘Paz’ suena bien, nadie la rechaza como objetivo. Solo que en Euskadi no había guerra, salvo que aceptemos que lo de ETA fue ‘lucha armada’. 

Hubo terrorismo, y hubo contraterrorismo. No se trata de firmar ‘la paz’, sino de que el terror desaparezca por siempre y la reconciliación sea el fruto de ese final. ‘Paz’ supone hoy equidistancia entre terrorismo y Estado de derecho. Y de esos polvos salen los siguientes lodos.

‘Violencia’. Claro que el terrorismo es una forma específica de violencia, pero no es reductible a otras. Un abertzale quería partirme la cara: eso es violencia. Si quería matarme, por orden de ETA, eso es terrorismo. No cabe confundir ambas cosas.

 El terrorismo es una táctica consistente en la ejecución de una serie de acciones puntuales de violencia, con un grado de intensidad capaz de provocar muertes y/o importantes destrucciones, desde una organización críptica –aunque su base sea el Estado– y con la finalidad de alcanzar un objetivo, ejerciendo un efecto de intimidación sobre el adversario. 

ETA y los GAL son organizaciones terroristas, no solo violentas, y la matriz de la espiral de ‘violencia’ de Euskadi en todas sus formas tiene un único origen: ETA. Represión franquista hubo en toda España. Solo en Euskadi asumió la dimensión trágica de destruir sistemáticamente vidas humanas en función de una religión política del odio.

Otro tanto sucede con los ‘derechos humanos’, si como la ‘violencia’ son utilizados a modo de cajón de sastre donde esconder la realidad. En Euskadi hubo terrorismo, hubo violaciones de derechos humanos ligadas al antiterrorismo y otras por causa de la dictadura.

 Fundir todo en una amalgama determina una lectura inevitablemente falseadora, como es el caso del informe sobre ‘vulneraciones de derechos humanos’ del viernes. Imaginemos que en un informe cuantitativo sobre violaciones de derechos en la Francia ocupada formamos dos tablas simétricas, una para ‘vulneraciones’ del ocupante nazi y otra similar de la Resistencia.

 ‘A ciascuno il suo’, diría en cambio Pirandello. No se trata de ignorar el segundo apartado, sino de ponderar los respectivos significados.  (...)

Cuestión más importante que las penalidades de las familias de presos, por cierto equiparadas en el informe a las de las víctimas de atentados mortales. Son dolores cuya identificación es impresentable. Someter todo a un marcador tipo partido de baloncesto entre ‘violaciones de derechos’ por ETA y por las FSE, o muertes contra torturas, supone una consciente malformación de la memoria histórica. No es cosa nueva.

 Ahí están las declaraciones de la entonces consejera Idoia Mendia, cuando puso en práctica la máxima de que «aun cuando el origen sea diferente, el final del sufrimiento es el mismo», por lo cual Txiki y Otaegi, en vez de una lógica rehabilitación, habiendo sufrido la inhumana pena de muerte, lo fueron como ‘víctimas de la violencia política’. Confusión total.

No se trata de eludir el examen de todas las violaciones de derechos humanos, sino de evitar con ello el encubrimiento del terror. Es una tarea necesaria, pero si queremos la verdad, y no un sucedáneo de memoria histórica A.M.D.G. (a mayor gloria de Dios), que incluso celebren quienes siguen glorificando a ETA, resulta imprescindible analizar lo que fue la tela de araña extendida por ETA sobre la sociedad vasca, así como las responsabilidades por acción y por inhibición de los gobiernos PSOE y PNV en los peores años de plomo.

Volvamos al principio. En el ‘Informe Uriarte’, ETA nunca es llamada organización terrorista. Solo en la periodización, se dice que desarrolló «actividad terrorista» o «violencia terrorista».

 Luego todo se hace invisible en la niebla de la ‘violencia’ de ambos signos. Los muertos fueron víctimas de «ETA y otros grupos que han empleado la violencia». En suma, amalgama y ocultación so capa de objetividad."             (EL CORREO 19/06/13, ANTONIO ELORZA, en Fundación para la Libertad)

15/4/13

La transfusión del contenido de ‘preso de conciencia’ a la caracterización de los presos etarras es sólo un ejemplo más del abuso de las definiciones persuasivas

"En 1970 el Frente de Liberación de Quebec (FLQ) secuestró a un diplomático británico. La organización presentó el secuestro como una «acción puramente militar» contra el «Gobierno colonial británico en Quebec».

 El comunicado de reivindicación incluía, entre otras exigencias para acabar con el secuestro, la liberación de 23 «presos políticos». Este episodio –que precedió al secuestro del viceprimer ministro de Trabajo de Quebec, Pierre Laporte, cuyo asesinato acarreó la caída libre de los apoyos al programa independentista por medios violentos– sirve precisamente a G. Leech (‘Semantics’, 1974) para explicar el fenómeno de la ‘ingeniería conceptual’.

 Señala que los ‘presos políticos’ eran en realidad miembros del FLQ encarcelados por extorsión y atentados con bombas, y que la expresión vehicula un conjunto de asociaciones poderosas –detenciones sin juicio, condenas por meros delitos de opinión, Amnistía Internacional…–, que distorsiona el sentido normal del término. 

Añade Leech que los miembros del FLQ detenidos eran ciertamente ‘presos políticos’ en el sentido de que habían sido políticas las motivaciones de sus actos, pero que tales actos eran al mismo tiempo inequívocamente ‘criminales’ desde el punto de vista legal, con independencia de las convicciones políticas. El FLQ trataba de imponer una definición alternativa por la vía de la connotación.  (...)

El pillaje y la extorsión semántica son prácticas recurrentes en el radicalismo abertzale. La transfusión del contenido de ‘preso de conciencia’, importado del léxico de los derechos humanos, a la caracterización de los presos etarras es sólo un ejemplo más del abuso de las definiciones persuasivas, las que estipulan un uso interesadamente deformado. 

Al respecto, dos observaciones: preferir ‘presos etarras’ o ‘presos terroristas’ a ‘presos políticos’, por un lado; y señalar, con pesar, la abdicación de las instancias que han acuñado significantes valiosos en la defensa de su acervo simbólico frente al uso tacticista del nacionalismo radical, apuntalado por los intelectuales orgánicos del autodenominado ‘tercer espacio’. 

No por mero prurito de propiedad intelectual sino porque, como constató con su habitual lucidez Primo Levi, «es obvia la observación de que donde se violenta al hombre se violenta también el lenguaje».

El blanqueo conceptual se complementa con la confusión de la geometría política. Al terminar el debate sobre pacificación, Laura Mintegi insistió en dos aspectos esenciales del credo abertzale: el carácter fundacional y legitimador del ‘conflicto’ y una visión de la política según la cual «la democracia consiste en escuchar lo que te gusta y lo que no». 

Dos palabras sobre lo último: Mintegi parece ignorar que existen dos geometrías de lo político: una que opone la democracia a lo no democrático –un espacio en el que se inscribe la trayectoria de ‘presos políticos’ como los de ETA o el FLQ en cuanto exponentes del etnofunda-mentalismo–; este espacio tiene sólo dos posiciones y la prueba inequívoca de su vigencia es la existencia de víctimas políticas. 

 Así lo entendió el Gobierno canadiense al apelar a la ley sobre medidas de guerra –un estado de excepción– tras los secuestros de 1970."          (MARTÍN ALONSO, EL CORREO 11/04/13, en Fundación para la Libertad)

24/3/10

El terrorista sentimental

"La combinación del miedo y el sentimentalismo generaron entre nosotros durante años una zona gris en la conciencia social frente a los asesinatos. Ni con ellos, ni contra ellos. Nuestra zona gris todavía respeta la retroalimentación de los fanáticos de ETA, mientras asume que el idealismo de éstos resta valor a la responsabilidad de los asesinatos y el miedo.

Es más fácil la docilidad social si existen buenas excusas sentimentales para aceptar un liderazgo o soportar hechos violentos en el entorno. La combinación del miedo a los fanáticos y el sentimentalismo -hacia la ideología que habla del amor a la tierra y a los elementos privativos culturales como el único valor supremo de la sociedad vasca- generaron entre nosotros durante años una zona gris en la conciencia social frente a los asesinatos de ETA. Ni con ellos, ni contra ellos. Anhelantes de la paz, pero banalizando los efectos del mal causado. Deseosos de que ETA dejase de actuar, pero callando y aceptando como normal que el sistema político tuviera representantes de la ideología asesina. Compasivos con el primer dolor de sus víctimas, pero incómodos y extremadamente críticos -incluso crueles- con la voz de los desgarrados por el dolor que, claro, al hablar, exigían ayuda de cada cual. Tolerantes con los que no estaban en la ideología nacionalista, pero sin mezclarse hasta el final en el significado de su libertad acosada.

En la zona gris no tiene por qué existir mala fe. Primo Levi, cuarenta y un años después de ser liberado del horror fue capaz de establecer que la mala fe «requiere una sinceridad profunda consigo mismo, exige un esfuerzo continuo, intelectual y moral» que muchas personas simplemente no pueden llegar a plantearse.

Nuestra zona gris, seguramente sin saber, estabilizó parte del poder de ese mundo y todavía respeta la retroalimentación de los fanáticos de ETA, mientras asume que el idealismo de los asesinos resta valor a la responsabilidad de los asesinatos y el miedo.

La zona gris mutará en parte, por su extraordinario sentido de la adaptación ante la decadencia del poder del miedo sobre cuya mera existencia no quería hablar y «porque los recuerdos no están grabados en piedra». La mutación de los recuerdos para el autoengaño colectivo hirió a Primo Levi durante esos largos años en que fue rumiando su gran obra, incluso aunque llegó a entender como pocos su perfecto mecanismo.

Viendo la foto del último detenido de ETA en Francia me pregunto cuándo empezarán los jóvenes asesinos de la fase decadente de ETA a reclamar a esa mayoría silenciosa que permitió su adoctrinamiento. Tal vez no suceda pero, si pasa, nadie dirá recordar nada. De eso también habla Primo Levi." (Fundación para la Libertad, citando a Maite Pagazaurtundua, EL DIARIO VASCO, 22/3/2010
)