"Del Foro Babel a Federalistes d’Esquerres
La Jornada se celebró el pasado sábado 11 de marzo en Hospitalet de
Llobregat. Se trata del segundo municipio por población de Catalunya que
forma un continuum urbano con Barcelona y que está habitado por
trabajadores de origen meridional de lengua castellana. La ciudad está
gobernada por Núria Marín, una de las estrellas del firmamento
socialista catalán, y presidenta, en coalición con Junts per Catalunya,
de la poderosa Diputació de Barcelona.
El plato fuerte de Jornada fue la presentación del manifiesto Llamamiento federal por la entente lingüística,
cuya presentación debía ir a cargo de Lluís Rabell que, en el último
momento, excusó su presencia. Rabell es miembro de la Comisión de
Lenguas de Federalistes d’Esquerres, expresidente de la Federación de
Asociaciones de Vecinos de Barcelona, cabeza de lista y exdiputado de
los Comunes y reciente fichaje de la candidatura del PSC Ayuntamiento de
Barcelona, encabezada por Jaume Collboni.
El contenido del manifiesto federalista guarda notables semejanzas
con los dos manifiestos del Foro Babel de los cuales se cumplen poco más
de 25 años. En ambos se realiza una crítica de la política lingüística
vigente en Catalunya, especialmente en el ámbito de la enseñanza
pública, basada en el concepto de “lengua propia” e implementada con el
modelo de inmersión lingüística obligatoria. Es decir, todas las
asignaturas se imparten en catalán, salvo la dedicada a la enseñanza de
la lengua castellana de dos horas semanales en primaria y tres en
secundaria. Ello, independientemente el idioma materno del alumnado que,
en casos como Hospitalet, es abrumadoramente el castellano. Una
práctica contraria a los principios de la UNESCO y al sentido común
pedagógico que insiste en la conveniencia de iniciar el aprendizaje de
la lectura y escritura en la lengua materna o vehicular del alumno y
posteriormente introducir la enseñanza de un segundo o tercer idioma.
Los contextos políticos y sociales de Babel y del actual manifiesto
federalista son desde luego distintos. El Foro Babel surgió, desde la
intelectualidad progresista del país, tras cinco años de la aplicación
de los decretos de inmersión (1992) y en el contexto del debate
parlamentario de la Ley de Política Lingüística. Una norma que venía
legalizar los decretos de inmersión y a implantar un modelo monolingüe
en catalán en todos los ámbitos de las relaciones de la administración
autonómica con la ciudadanía; incluida la educación obligatoria, el tema
más sensible del debate.
Federalistes d’Esquerres se fundó hace una década y como reacción de
sectores de la intelectualidad progresista ante el ascenso del
movimiento independentista catalán y para combatir en el terreno
ideológico, donde Antonio Gramsci decía que se gestan las hegemonías
políticas, y proporcionar alternativas al secesionismo. En ambos casos,
se trata de movimientos reactivos de la intelectualidad progresista
catalana, que se siente desamparada por sus partidos de referencia. En
un caso frente a la legislación monolingüe y contra el procés soberanista en el otro.
Foro Babel fue un fracaso político que no consiguió ni que PSC, ni
ICV modificasen su posición en esta delicada materia, lo cual constituía
uno de sus objetivos estratégicos. Quim Nadal, entonces alcalde
socialista de Girona, y Rafael Ribó, entonces líder de los
ecosocialistas, ambos ahora en las filas del independentismo, impusieron
su criterio. Este fracaso político, al comprobar que con la izquierda
catalana no había nada que hacer en este terreno, fue de los factores
que condujo a la fundación de Ciudadanos (Cs), como ejemplifica la
trayectoria de Francesc de Carreras, uno de los principales impulsores
de Babel y fundador de Cs.
Por el contrario, FdE, surgido de ámbitos semejantes, ha tenido un
mayor éxito político. En esta década se ha consolidado como uno de los
principales foros de “rearme” ideológico de la izquierda catalana
federalista y contraria a la secesión de Catalunya. El parlamento de
Victòria Camps, impulsora de Babel y miembro de FdE, en la clausura del
acto marcó un tenue hilo de continuidad entre ambos colectivos.
Dos manifiestos
Una comparación entre los contenidos del Primer Manifiesto de Foro Babel, Documento sobre el uso de la lenguas oficiales de Catalunya (abril
1997) y el reciente manifiesto federalista puede resultar útil cara a
reseguir la evolución de la intelectualidad progresista catalana
respecto a la cuestión lingüística.
Foro Babel defendía el “bilingüismo” real en las comunicaciones de la
Generalitat con la ciudadanía, en correspondencia con la composición
sociolingüística del país. El bilingüismo constituía un principio clave
que se extendía a la enseñanza. Por tanto, ambos idiomas oficiales
habían de ser las “lenguas vehiculares en todos los ciclos de la
enseñanza obligatoria”, en una proporción similar que podría variar
según el “entorno lingüístico y cultural” de cada centro. Se excluía
expresamente la separación de los alumnos en función de su lengua
materna o vehicular.
El manifiesto federalista no utiliza el concepto de bilingüismo,
término que ni siquiera se menciona. Se propugna una suerte de inmersión
atemperada según el cual “la proporción de las materias impartidas en
los distintos idiomas siga criterios pedagógicos, adaptándose a las
necesidades del alumnado y al entorno sociolingüístico de cada centro.
Tampoco parece discutible que, pese a la centralidad vehicular del
catalán, el castellano no puede convertirse en algo marginal, ajeno a la
adquisición viva de conocimientos”.
El manifiesto federalista sobre la concordia lingüística se difunde
tras el fracaso del procés soberanista y cuando se ha producido en el
movimiento independentista una especie de agresivo repliegue identitario
en torno a la lengua. Del énfasis por el ejercicio al derecho a la
autodeterminación y a la independencia, se ha pasado a las campañas en
favor del catalán, considerado un idioma amenazado de muerte sin una
acción radical de las administraciones públicas, pero también sin el
compromiso personal de sus hablantes.
En el cuarto de siglo entre ambos manifiestos se aprecian notables
diferencias respecto a la percepción de la vitalidad del catalán. El
manifiesto de Babel partía de la percepción que, después de más dos
décadas de democracia y autogobierno, el futuro de la lengua catalana no
corría peligro y había entrado en una “situación de plena normalidad
después de un periodo de grave excepcionalidad”. No obstante, se
propugnaban medidas de “discriminación positiva” en el terreno cultural
derivadas de su condición de lengua minoritaria y largamente perseguida
por las dictaduras de los generales Miguel Primo de Rivera y Francisco
Franco.
El manifestó federalista comparte el criterio de “protección
especial” del catalán y señala fenómenos nuevos como que “el catalán se
ha convertido en antipático para un número creciente de alumnos. La
lengua de Pompeu Fabra reina en las aulas… y el castellano es la lengua
franca del patio y del grupo de amigos”. Asimismo, se indica que el
impulso al conocimiento del catalán como un factor del “ascensor social”
para los trabajadores castellanohablantes “ha dejado de funcionar”.
Además, se muestra la preocupación por el aumento de la “segregación
escolar”, no solo entre los alumnos de las lenguas oficiales, sino por
la creciente presencia en las escuelas de niños y jóvenes procedentes de
las “oleadas migratorias de la globalización” de otros ámbitos
lingüísticos. También, se advierte del peligro que en el país se formen
“comunidades etnolingüísticas separadas”. Un proceso favorecido por el procés, que ha llegado a calificar de “colonos” a los trabajadores españoles que emigraron a Catalunya a mediados del siglo pasado.
Batallas en los tribunales
Otro aspecto que separa a ambos manifiestos radica en la prolongada
guerra judicial, a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional del
2010 sobre l’Estatut d’Autonomia del 2006 que cuestiona el carácter
monolingüe de la legislación lingüística autonómica que vacía de
contenido la cooficialidad de la lengua castellana en Catalunya.
Estas batallas en los tribunales llegaron a su punto de inflexión,
tras años de sentencias, recursos, incumplimientos y estrategias
dilatorias de la Generalitat con la ratificación por parte del Tribunal
Supremo de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña
según la cual todos los centros docentes estaban obligados a impartir
como mínimo el 25% de las clases en castellano que, en la práctica,
sería una asignatura en este idioma, a partir del curso escolar
2022-2023.
Justamente, para orillar este escollo, PSC, Comunes, ERC y Junts a
regañadientes aprobaron por la vía de la máxima urgencia y a
contrarreloj la reforma de la Ley de Política Lingüística, la misma que
había sido criticada por Babel, para evitar el cumplimiento de esta
sentencia que abría una fisura en la práctica de la inmersión. Así se
distinguía entre lengua vehicular (catalán) y lengua curricular
(castellano) sin precisar qué significa en la práctica esta
diferenciación y se prohibía establecer porcentajes en el uso de las
lenguas. Esto condujo a que el TSJC suspendiera cautelarmente la
ejecución de la sentencia del 25% y la elevara al Tribunal
Constitucional que aún no se ha pronunciado.
El alineamiento de PSC con los Comunes y los independentistas, ambos
firmes defensores de la inmersión, para impedir el cumplimiento de la
sentencia del 25% cayó con un jarro de agua fría en los colectivos que
como, Asamblea por una Escuela Bilingüe, había impulsado la vía
judicial.
Límites políticos
La alcaldesa Núria Marín, en su intervención de bienvenida e
inauguración de la Jornada, fijó claramente su posición, la oficial del
PSC, sobre las cuestiones a debate. Defendió la inmersión como un
“modelo de éxito” y una garantía del “ascensor social”. En un municipio
como Hospitalet, con la inmensa mayoría de niños y jóvenes de familias y
barrios de lengua castellana, la escuela es el único lugar donde tienen
contacto con la lengua catalana. Esto les proporciona una igualdad de
oportunidades respecto a los alumnos de otras zonas geográficas y clases
sociales. “El castellano ya lo aprenderán en la calle” –aseguró. No
obstante, se mostró partidaria de una “inmersión asimétrica” mediante la
cual los alumnos de las comarcas mayoritariamente catalanohablantes
pudieran tener más horas en castellano.
Las exposiciones de algunos ponentes constituyeron una refutación de
las tesis de la alcaldesa y fueron muy críticos con la inmersión. Silvia
Carrasco y Ana Losada aportaron numerosos datos sobre el fracaso
escolar que cuestionan la tesis de la inmersión como modelo de éxito. El
abandono de los estudios obligatorios es de una media del 20%, un
porcentaje que se dispara entre el alumnado de renta baja y
castellanohablante de los barrios de la periferia del Área Metropolitana
de Barcelona. Joaquim Coll manifestó que la política lingüística de la
Generalitat es “nacionalista”, pues busca la creación de una comunidad
monolingüe y que abunda en argumentos hispanófobos. En consecuencia,
apeló a la izquierda para que se desprenda de esa orientación ideológica
y construya un modelo lingüístico federal basado en el bilingüismo y
que libere a la lengua catalana de la patrimonialización que hacen de
ella los nacionalistas/independentistas. Por su parte, Mireia Esteva,
presidenta de FdE, apuntó a la necesidad de transformar las relaciones
de competencia, cuando no de hostilidad, entre ambas lenguas por una
relación de “fraternidad” entre ellas.
La intervención de Marín y la ausencia de Rabell puede interpretarse
como un indicio de hasta dónde está dispuesto a llegar el PSC en este
tema. De hecho, en su último congreso se aprobó una moción para
flexibilizar la inmersión en función del entorno sociolingüístico, en
sintonía con las declaraciones de Josep Bargalló, entonces conseller de
Enseñanza de ERC.
Tareas pendientes
La mera celebración de este debate indica que algo se está moviendo
en los medios intelectuales del entorno del PSC. La inmersión
lingüística se ha convertido en una posición ideológica fortificada la
cual los nacionalistas/independentistas y los Comunes no abandonarán sin
presentar batalla en todos los ámbitos de la vida pública. Ello a pesar
de las crecientes evidencias que cuestionan que sea un “modelo de
éxito”, así como los mantras ideológicos en los cuales se sustenta.
Al PSC le aterra verse expulsado del consenso lingüístico, ahora
propiedad de los nacionalistas, y que se cuestione su condición de
partido catalanista. Ello a pesar de que tanto sectores importantes de
sus bases sociales como de sus intelectuales se muestren muy críticos
con las políticas lingüísticas en vigor. Por todo ello y ante el ciclo
electoral en ciernes, no parece que quieran ir más allá de una suerte de
atemperación, una flexibilización de la inmersión. A la espera de la
resolución del Tribunal Constitucional sobre el tema que podría reabrir
el debate y el conflicto político en torno a la lengua.
Mientras tanto, queda pendiente la tarea de elaborar un modelo
lingüístico alternativo al vigente que respete los derechos lingüísticos
de los hablantes de las dos lenguas oficiales y que se adecue a la
realidad sociolingüística de los centros docentes. No es posible que
habiendo dos idiomas oficiales y vehiculares en el país, la Generalitat
solo emplee uno de ellos para dirigirse a la ciudadanía. Ello sin
menoscabar el apoyo a la cultura catalana y la exigencia de su
reconocimiento como idioma oficial en las instituciones del Estado
español y de la Unión Europa." ( Antonio Santamaría , El Viejo Topo, 18/03/23)