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27/2/24

La visita de un grupo de eurodiputados para analizar la inmersión lingüística escolar obligatoria y la posible vulneración de derechos fundamentales ha levantado una reacción de urticaria en el nacionalismo... El problema con la inmersión es que todo es mentira. La escuela catalana no es ningún de modelo éxito, sino de fracaso palmario, los datos son irrefutables, aunque evidentemente no solo por culpa del monolingüismo... La defensa y promoción del catalán no pasa por la exclusión del castellano como lengua vehicular... la salud del catalán es buena, y no necesita del monolingüismo forzado. La finalidad de la inmersión es solo política: extranjerizar al castellano... Es contradictorio reclamar el plurilingüismo en España y no aceptar el bilingüismo en Catalunya

 "La visita de un grupo de eurodiputados para analizar la inmersión lingüística escolar obligatoria y la posible vulneración de derechos fundamentales ha levantado una reacción de urticaria en el nacionalismo. Para esquivar el fondo del problema, la imposición de una escuela “solo en catalán”, con exclusión del castellano como lengua vehicular, los argumentos se centran en la adscripción política de los visitantes, que mayoritariamente son de derechas, y en la repetición de una serie de consignas.

 El artículo de las consejeras Simó y Serret es un ejemplo de ese discurso, según el cual, el cuestionamiento del monolingüismo es una ofensiva nada menos que “contra Catalunya”. Seguidamente se enumeran los mantras de siempre, “modelo de éxito”, “consenso social, político y pedagógico”, “garantía de cohesión”, etc. El problema con la inmersión es que todo es mentira. La escuela catalana no es ningún de modelo éxito, sino de fracaso palmario, los datos son irrefutables, aunque evidentemente no solo por culpa del monolingüismo. 

La inmersión es una aberración pedagógica y un contra sentido en una sociedad que quiere ser bilingüe. La defensa y promoción del catalán no pasa por la exclusión del castellano como lengua vehicular. La cerrazón de los nacionalistas al impedir un mínimo del 25%, tal como estableció el TSJC, lo que revela es una profunda hispanofobia. Es evidente que se están vulnerando derechos lingüísticos. Qué no diríamos con razón si fuera al revés. No se trata en ningún caso de separar a los alumnos por lengua materna, sino de que ambos idiomas se utilicen con normalidad. La exclusividad del catalán no le favorece, pues se convierte en una lengua antipática, de imposición.

 Afortunadamente, la salud del catalán es buena, y no necesita del monolingüismo forzado. La finalidad de la inmersión es solo política: extranjerizar al castellano, cuando es la otra lengua de los catalanes, al igual que el catalán es tan español como el castellano. Es contradictorio reclamar el plurilingüismo en España y no aceptar el bilingüismo en Catalunya, que también pasa por la escuela."                    (Joaquim Coll , El Periódico,  24/12/23)              

21/3/23

La izquierda catalana ante la cuestión lingüística... Al PSC le aterra verse expulsado del consenso lingüístico, ahora propiedad de los nacionalistas, y que se cuestione su condición de partido catalanista. Ello a pesar de que tanto sectores importantes de sus bases sociales como de sus intelectuales se muestren muy críticos con las políticas lingüísticas en vigor... Mientras tanto, queda pendiente la tarea de elaborar un modelo lingüístico alternativo al vigente que respete los derechos lingüísticos de los hablantes de las dos lenguas oficiales y que se adecue a la realidad sociolingüística de los centros docentes

 "Del Foro Babel a Federalistes d’Esquerres

La Jornada se celebró el pasado sábado 11 de marzo en Hospitalet de Llobregat. Se trata del segundo municipio por población de Catalunya que forma un continuum urbano con Barcelona y que está habitado por trabajadores de origen meridional de lengua castellana. La ciudad está gobernada por Núria Marín, una de las estrellas del firmamento socialista catalán, y presidenta, en coalición con Junts per Catalunya, de la poderosa Diputació de Barcelona.

El plato fuerte de Jornada fue la presentación del manifiesto Llamamiento federal por la entente lingüística, cuya presentación debía ir a cargo de Lluís Rabell que, en el último momento, excusó su presencia. Rabell es miembro de la Comisión de Lenguas de Federalistes d’Esquerres, expresidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, cabeza de lista y exdiputado de los Comunes y reciente fichaje de la candidatura del PSC Ayuntamiento de Barcelona, encabezada por Jaume Collboni.

El contenido del manifiesto federalista guarda notables semejanzas con los dos manifiestos del Foro Babel de los cuales se cumplen poco más de 25 años. En ambos se realiza una crítica de la política lingüística vigente en Catalunya, especialmente en el ámbito de la enseñanza pública, basada en el concepto de “lengua propia” e implementada con el modelo de inmersión lingüística obligatoria. Es decir, todas las asignaturas se imparten en catalán, salvo la dedicada a la enseñanza de la lengua castellana de dos horas semanales en primaria y tres en secundaria. Ello, independientemente el idioma materno del alumnado que, en casos como Hospitalet, es abrumadoramente el castellano. Una práctica contraria a los principios de la UNESCO y al sentido común pedagógico que insiste en la conveniencia de iniciar el aprendizaje de la lectura y escritura en la lengua materna o vehicular del alumno y posteriormente introducir la enseñanza de un segundo o tercer idioma.

Los contextos políticos y sociales de Babel y del actual manifiesto federalista son desde luego distintos. El Foro Babel surgió, desde la intelectualidad progresista del país, tras cinco años de la aplicación de los decretos de inmersión (1992) y en el contexto del debate parlamentario de la Ley de Política Lingüística. Una norma que venía legalizar los decretos de inmersión y a implantar un modelo monolingüe en catalán en todos los ámbitos de las relaciones de la administración autonómica con la ciudadanía; incluida la educación obligatoria, el tema más sensible del debate.

 Federalistes d’Esquerres se fundó hace una década y como reacción de sectores de la intelectualidad progresista ante el ascenso del movimiento independentista catalán y para combatir en el terreno ideológico, donde Antonio Gramsci decía que se gestan las hegemonías políticas, y proporcionar alternativas al secesionismo. En ambos casos, se trata de movimientos reactivos de la intelectualidad progresista catalana, que se siente desamparada por sus partidos de referencia. En un caso frente a la legislación monolingüe y contra el procés soberanista en el otro.

Foro Babel fue un fracaso político que no consiguió ni que PSC, ni ICV modificasen su posición en esta delicada materia, lo cual constituía uno de sus objetivos estratégicos. Quim Nadal, entonces alcalde socialista de Girona, y Rafael Ribó, entonces líder de los ecosocialistas, ambos ahora en las filas del independentismo, impusieron su criterio. Este fracaso político, al comprobar que con la izquierda catalana no había nada que hacer en este terreno, fue de los factores que condujo a la fundación de Ciudadanos (Cs), como ejemplifica la trayectoria de Francesc de Carreras, uno de los principales impulsores de Babel y fundador de Cs.

Por el contrario, FdE, surgido de ámbitos semejantes, ha tenido un mayor éxito político. En esta década se ha consolidado como uno de los principales foros de “rearme” ideológico de la izquierda catalana federalista y contraria a la secesión de Catalunya. El parlamento de Victòria Camps, impulsora de Babel y miembro de FdE, en la clausura del acto marcó un tenue hilo de continuidad entre ambos colectivos.

Dos manifiestos

Una comparación entre los contenidos del Primer Manifiesto de Foro Babel, Documento sobre el uso de la lenguas oficiales de Catalunya (abril 1997) y el reciente manifiesto federalista puede resultar útil cara a reseguir la evolución de la intelectualidad progresista catalana respecto a la cuestión lingüística.

Foro Babel defendía el “bilingüismo” real en las comunicaciones de la Generalitat con la ciudadanía, en correspondencia con la composición sociolingüística del país. El bilingüismo constituía un principio clave que se extendía a la enseñanza. Por tanto, ambos idiomas oficiales habían de ser las “lenguas vehiculares en todos los ciclos de la enseñanza obligatoria”, en una proporción similar que podría variar según el “entorno lingüístico y cultural” de cada centro. Se excluía expresamente la separación de los alumnos en función de su lengua materna o vehicular.

El manifiesto federalista no utiliza el concepto de bilingüismo, término que ni siquiera se menciona. Se propugna una suerte de inmersión atemperada según el cual “la proporción de las materias impartidas en los distintos idiomas siga criterios pedagógicos, adaptándose a las necesidades del alumnado y al entorno sociolingüístico de cada centro. Tampoco parece discutible que, pese a la centralidad vehicular del catalán, el castellano no puede convertirse en algo marginal, ajeno a la adquisición viva de conocimientos”.

 El manifiesto federalista sobre la concordia lingüística se difunde tras el fracaso del procés soberanista y cuando se ha producido en el movimiento independentista una especie de agresivo repliegue identitario en torno a la lengua. Del énfasis por el ejercicio al derecho a la autodeterminación y a la independencia, se ha pasado a las campañas en favor del catalán, considerado un idioma amenazado de muerte sin una acción radical de las administraciones públicas, pero también sin el compromiso personal de sus hablantes.

En el cuarto de siglo entre ambos manifiestos se aprecian notables diferencias respecto a la percepción de la vitalidad del catalán. El manifiesto de Babel partía de la percepción que, después de más dos décadas de democracia y autogobierno, el futuro de la lengua catalana no corría peligro y había entrado en una “situación de plena normalidad después de un periodo de grave excepcionalidad”. No obstante, se propugnaban medidas de “discriminación positiva” en el terreno cultural derivadas de su condición de lengua minoritaria y largamente perseguida por las dictaduras de los generales Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco.

El manifestó federalista comparte el criterio de “protección especial” del catalán y señala fenómenos nuevos como que “el catalán se ha convertido en antipático para un número creciente de alumnos. La lengua de Pompeu Fabra reina en las aulas… y el castellano es la lengua franca del patio y del grupo de amigos”. Asimismo, se indica que el impulso al conocimiento del catalán como un factor del “ascensor social” para los trabajadores castellanohablantes “ha dejado de funcionar”. Además, se muestra la preocupación por el aumento de la “segregación escolar”, no solo entre los alumnos de las lenguas oficiales, sino por la creciente presencia en las escuelas de niños y jóvenes procedentes de las “oleadas migratorias de la globalización” de otros ámbitos lingüísticos. También, se advierte del peligro que en el país se formen “comunidades etnolingüísticas separadas”. Un proceso favorecido por el procés, que ha llegado a calificar de “colonos” a los trabajadores españoles que emigraron a Catalunya a mediados del siglo pasado.

Batallas en los tribunales

Otro aspecto que separa a ambos manifiestos radica en la prolongada guerra judicial, a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional del 2010 sobre l’Estatut d’Autonomia del 2006 que cuestiona el carácter monolingüe de la legislación lingüística autonómica que vacía de contenido la cooficialidad de la lengua castellana en Catalunya.

Estas batallas en los tribunales llegaron a su punto de inflexión, tras años de sentencias, recursos, incumplimientos y estrategias dilatorias de la Generalitat con la ratificación por parte del Tribunal Supremo de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña según la cual todos los centros docentes estaban obligados a impartir como mínimo el 25% de las clases en castellano que, en la práctica, sería una asignatura en este idioma, a partir del curso escolar 2022-2023.

Justamente, para orillar este escollo, PSC, Comunes, ERC y Junts a regañadientes aprobaron por la vía de la máxima urgencia y a contrarreloj la reforma de la Ley de Política Lingüística, la misma que había sido criticada por Babel, para evitar el cumplimiento de esta sentencia que abría una fisura en la práctica de la inmersión. Así se distinguía entre lengua vehicular (catalán) y lengua curricular (castellano) sin precisar qué significa en la práctica esta diferenciación y se prohibía establecer porcentajes en el uso de las lenguas. Esto condujo a que el TSJC suspendiera cautelarmente la ejecución de la sentencia del 25% y la elevara al Tribunal Constitucional que aún no se ha pronunciado.

El alineamiento de PSC con los Comunes y los independentistas, ambos firmes defensores de la inmersión, para impedir el cumplimiento de la sentencia del 25% cayó con un jarro de agua fría en los colectivos que como, Asamblea por una Escuela Bilingüe, había impulsado la vía judicial.

Límites políticos

La alcaldesa Núria Marín, en su intervención de bienvenida e inauguración de la Jornada, fijó claramente su posición, la oficial del PSC, sobre las cuestiones a debate. Defendió la inmersión como un “modelo de éxito” y una garantía del “ascensor social”. En un municipio como Hospitalet, con la inmensa mayoría de niños y jóvenes de familias y barrios de lengua castellana, la escuela es el único lugar donde tienen contacto con la lengua catalana. Esto les proporciona una igualdad de oportunidades respecto a los alumnos de otras zonas geográficas y clases sociales. “El castellano ya lo aprenderán en la calle” –aseguró. No obstante, se mostró partidaria de una “inmersión asimétrica” mediante la cual los alumnos de las comarcas mayoritariamente catalanohablantes pudieran tener más horas en castellano.

Las exposiciones de algunos ponentes constituyeron una refutación de las tesis de la alcaldesa y fueron muy críticos con la inmersión. Silvia Carrasco y Ana Losada aportaron numerosos datos sobre el fracaso escolar que cuestionan la tesis de la inmersión como modelo de éxito. El abandono de los estudios obligatorios es de una media del 20%, un porcentaje que se dispara entre el alumnado de renta baja y castellanohablante de los barrios de la periferia del Área Metropolitana de Barcelona.  Joaquim Coll manifestó que la política lingüística de la Generalitat es “nacionalista”, pues busca la creación de una comunidad monolingüe y que abunda en argumentos hispanófobos. En consecuencia, apeló a la izquierda para que se desprenda de esa orientación ideológica y construya un modelo lingüístico federal basado en el bilingüismo y que libere a la lengua catalana de la patrimonialización que hacen de ella los nacionalistas/independentistas. Por su parte, Mireia Esteva, presidenta de FdE, apuntó a la necesidad de transformar las relaciones de competencia, cuando no de hostilidad, entre ambas lenguas por una relación de “fraternidad” entre ellas.

 La intervención de Marín y la ausencia de Rabell puede interpretarse como un indicio de hasta dónde está dispuesto a llegar el PSC en este tema. De hecho, en su último congreso se aprobó una moción para flexibilizar la inmersión en función del entorno sociolingüístico, en sintonía con las declaraciones de Josep Bargalló, entonces conseller de Enseñanza de ERC.

Tareas pendientes

La mera celebración de este debate indica que algo se está moviendo en los medios intelectuales del entorno del PSC. La inmersión lingüística se ha convertido en una posición ideológica fortificada la cual los nacionalistas/independentistas y los Comunes no abandonarán sin presentar batalla en todos los ámbitos de la vida pública. Ello a pesar de las crecientes evidencias que cuestionan que sea un “modelo de éxito”, así como los mantras ideológicos en los cuales se sustenta.

 Al PSC le aterra verse expulsado del consenso lingüístico, ahora propiedad de los nacionalistas, y que se cuestione su condición de partido catalanista. Ello a pesar de que tanto sectores importantes de sus bases sociales como de sus intelectuales se muestren muy críticos con las políticas lingüísticas en vigor. Por todo ello y ante el ciclo electoral en ciernes, no parece que quieran ir más allá de una suerte de atemperación, una flexibilización de la inmersión. A la espera de la resolución del Tribunal Constitucional sobre el tema que podría reabrir el debate y el conflicto político en torno a la lengua.

Mientras tanto, queda pendiente la tarea de elaborar un modelo lingüístico alternativo al vigente que respete los derechos lingüísticos de los hablantes de las dos lenguas oficiales y que se adecue a la realidad sociolingüística de los centros docentes. No es posible que habiendo dos idiomas oficiales y vehiculares en el país, la Generalitat solo emplee uno de ellos para dirigirse a la ciudadanía. Ello sin menoscabar el apoyo a la cultura catalana y la exigencia de su reconocimiento como idioma oficial en las instituciones del Estado español y de la Unión Europa."                     ( Antonio Santamaría , El Viejo Topo, 18/03/23)

22/10/22

Chasco de Aragonès en Bruselas... La UE recibe a un presidente de la Generalitat por primera vez en siete años y le pide cumplir con el 25% de castellano

 "El comisario de Justicia, Didier Reynders, ha "subrayado" al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, la "importancia" de que dé cumplimiento del 25% de horas lectivas en castellano en las escuelas catalanas tal y como sentenció el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).

"Discutimos sobre la importancia de garantizar la plena aplicación de las sentencias judiciales y el cumplimiento de las normas de seguridad nacional con la legislación de la Unión Europea", ha escrito Reynders en un mensaje en Twitter publicado junto a varias imágenes del encuentro entre ambos. Hacía siete años que un presidente de la Generalitat no era recibido por la UE.

 Aragonès y Reynders hablaron también sobre el caso de espionaje con el Programa Pegasus. El jefe del Ejecutivo catalán trasladó al comisario su "preocupación" por cómo el Gobierno español "está gestionando" el caso, según explicó en declaraciones a la prensa tras el encuentro, en el que pudo "constatar que "las instituciones europeas están preocupadas por esta cuestión".

El encuentro entre Aragonès y el comisario europeo supone un paso más en la normalización de la relación entre el Gobierno catalán y el Ejecutivo comunitario, después de que el presidente catalán se reuniera en Barcelona, el pasado mes de mayo con el vicepresidente de la Comisión, Margaritis Schinas."             (e-notícies, 21/10/22)

22/9/22

Lo racional y emocional en Catalunya es que catalán y castellano sean lenguas vehiculares y de aprendizaje

 "A raíz de los recientes debates sobre la política lingüística en la educación, especialmente en primaria y secundaria, una de las cuestiones que más problemas ha generado ha sido la consideración del castellano como lengua vehicular y de aprendizaje. Todo ello a raíz de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) de que en la enseñanza curricular haya un 25% de castellano en todos los cursos, lo cual equivale a no más de una asignatura, además de la de lengua castellana. Seguramente no es la mejor forma de diseñar el currículum académico a partir de porcentajes pero es una sentencia ajustada al contexto lingüístico de Catalunya. Sería más adecuado desde el punto de vista pedagógico basarse en criterios generales que luego se aplicarían teniendo en cuenta el contexto de las escuelas, en función de si predominan el catalán o el castellano como lenguas familiares. En este punto hay que señalar que no se trata de menoscabar la autonomía de los centros pero sí que deben atenerse a criterios comunes y consensuados. 

Lo racional y emocional en Catalunya es que catalán y castellano sean lenguas vehiculares y de aprendizaje. Esto significa que ambas lenguas se utilicen en las materias de contenidos, desde matemáticas a biología pasando por las ciencias sociales y en actividades artísticas y deportivas. También catalán y castellano deberían ser lenguas de comunicación entre los distintos colectivos que forman parte de las instituciones educativas.

El rechazo de la Generalitat a que el castellano sea, junto con el catalán, lengua vehicular y de aprendizaje muestra por parte del presidente Pere Aragonés y del conceller de educación Josep González-Cambray una falta considerable de empatía y consideración con buena parte de los ciudadanos de Catalunya. Además, desde una perspectiva racional, este rechazo no supone la defensa de la lengua y literatura del catalán, sino todo lo contrario. Por un lado, se priva a los alumnos de competencias en castellano, en especial para los catalanoparlantes;  y para los castellanoparlantes, es una falta de consideración desde el punto de vista emocional. 

No cabe duda de que el federalismo constituye la mejor gestión de la diversidad en contextos democráticos, también en el marco lingüístico, algo que parece no se ha entendido desde determinados posicionamientos ideológicos, fundamentalmente nacionalistas. 

Anna Estany, Catedrática emérita de filosofía de la ciencia (UAB)

Para ampliar los argumentos del catalán y castellano como lenguas vehiculares y de aprendizaje ver el artículo 

Innovación en el diseño del modelo lingüístico "             (Anna Estany, federalestes desquerres, 15/09/22)

20/1/22

Drama independentista: “Caminar por Sabadell y que en todas las plazas, todos los niños jueguen en castellano”

"(...) El otro día el periodista del Ara Marc Serrano (sisplau reeduqui als pares i avis al catalanitzador de cognoms) se escandalizaba de lo que veía en Sabadell: “Caminar por el centro de Sabadell y que en todas, todas, todas las plazas todos, todos, todos los niños jueguen en castellano”.

 Y más que jugarán, Marc, si seguís excluyendo una de nuestras lenguas, imponiendo la lengua de la Generalitat y vinculándola con una ideología de odio, violencia, pobreza y exclusión. Parlar espanyol -la llengua del teu pare, Marc- és ja un refrescant i provocatiu acte de llibertat.

Por eso cuando algún chekista Serrano nos diga que parlemcatalà, contestamos regocijados igual que Juan Marsé: “YO HABLO Y ESCRIBO EN LA LENGUA QUE ME SALE DE LOS HUEVOS”. I a pastar margarides, llazis.

Dolça i normal Catalunya…"               (Dolça Catalunya, 31/07/21)

19/1/22

Dejemos la lengua en paz... Ha sido el empecinamiento ideológico de la Generalitat –no reconocer también el carácter vehicular del castellano que, de facto, ya se practicaba en las aulas– el factor que ha provocado una cadena de resoluciones judiciales que culminaron con el auto del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya que establecía la cuota del 25% de las horas lectivas en castellano... Cada escuela, en función del contexto sociolingüístico, debería poder determinar el nivel de vehicularidad de cada lengua para alcanzar el objetivo del trilingüismo

 "El círculo vicioso del ‘posprocés’ sigue activo. Ahora la dialéctica acción-reacción entre los dos nacionalismos en escena –el catalán y el español– ha tomado como rehén la lengua.  

La subasta identitaria se adentra así en un terreno sensible que amenaza la convivencia. Lo advertí en mi artículo ‘La lengua de los otros’ (11 de noviembre de 2021): el bilingüismo no es un déficit de la sociedad catalana, sino un superávit. Aprendemos desde pequeños que el nombre de las cosas no se confunde con las cosas –una ‘taula’ es una ‘mesa’– y, a la vez que aprendemos a leer y a escribir, aprendemos también a tener una visión plural de la realidad.

No debemos caer en la tentación –constataba– de ligar el futuro del catalán a la suerte de una determinada apuesta política ni acotar su destino a los límites de un determinado techo institucional. La sociedad catalana es bilingüe, y la política de normalización debe integrar esta realidad. También el Gobierno de España debe respetar el mandato constitucional y promover el catalán como lengua española, a partir de un doble principio: hay lenguas que se ‘aprenden’, como el catalán en Catalunya, y lenguas que se ‘comprenden’: el catalán y su cultura, al igual que las demás lenguas y culturas españolas, en el conjunto de España.

Este es el círculo virtuoso que nos permitiría salir de la actual situación de riesgo, no solo para las lenguas de Catalunya sino para la convivencia. Siempre es mejor un mal pacto que un buen pleito. Si hemos llegado hasta aquí, con los tribunales fijando un porcentaje fijo para el castellano, es porque la política no ha hecho su trabajo. En su día, el Tribunal Constitucional validó la ley de normalización lingüística, con el catalán como “centro de gravedad” del sistema para corregir el desequilibrio histórico que padeció, pero pidió también que el castellano fuera lengua docente, en un grado o en otro. ¿En qué proporción? La que fijase la autoridad académica, es decir, el Departament d’Educació.

 Ha sido el empecinamiento ideológico de la Generalitat –no reconocer también el carácter vehicular del castellano que, de facto, ya se practicaba en las aulas– el factor que ha provocado una cadena de resoluciones judiciales que culminaron con el auto del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya que establecía la cuota del 25% de las horas lectivas en castellano, y su posterior ratificación por el Tribunal Supremo. La inacción de la Generalitat y la sobreactuación de la justicia han acabado por trasladar la patata caliente a una escuela de Canet de Mar.

 La responsabilidad política, sin embargo, es de la Generalitat, en concreto, de su 'conseller' d’Educació. Desde esta perspectiva, como escribía el profesor Albert Branchadell (28 de noviembre de 2021), solo hay tres salidas posibles: obedecer e implantar una cuota que no responde a ningún criterio objetivo, desobedecer y prolongar un conflicto con el Estado que alimenta las posiciones extremas de cada parte o abandonar el inmovilismo que practican las autoridades catalanas y pactar un ‘modus vivendi’ que preserve el catalán como centro de gravedad del sistema y no excluya el castellano como lengua vehicular.

 Albert Branchadell, en un dossier sobre las lenguas de Catalunya que publicó la revista ‘Política&prosa’ (enero de 2019), concretaba aún más una posible tercera vía para salir del actual ‘impasse’: relajar la llamada inmersión lingüística para asegurar el trilingüismo (catalán, castellano e inglés). Cada escuela, en función de su contexto sociolingüístico, debería poder determinar el nivel de vehicularidad de cada lengua para alcanzar el objetico final –este sí, ampliamente compartido– del trilingüismo. Mientras tanto, dejemos la lengua en paz."                          ( Rafael Jorba, El periódico, 13/12/21)

29/12/21

Inmersión lingüística, ¿todo por el pueblo, pero sin el pueblo?... La criticada sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre el porcentaje de horas lectivas en español se acerca bastante a la preferencia del catalán medio... la gran mayoría de catalanes, al ser preguntados, expresa su inclinación por un modelo mixto... los encuestados, lejos de avalar que el catalán sea la única lengua vehicular en la escuela, manifiestan que preferirían que el 48% de las horas lectivas se impartiesen en catalán, 26% en español, 19% en inglés, y 7% en otras lenguas... los electores del PP, Vox y Ciudadanos prefieren una enseñanza con cierta prioridad para el español (entre el 37% y el 40% de las horas). Es destacable que en absoluto abogan por un sistema educativo sin presencia del catalán... la predilección por el modelo lingüístico de inmersión en Cataluña aparece ligada con actitudes de narcisismo colectivo

 "El pasado 23 de noviembre el Tribunal Supremo terminó por dar la razón al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), que ya había instado a cuantificar el porcentaje de horas lectivas en español, visto que, de manera efectiva, su uso en las aulas estaba siendo marginal. 

Con ello, las escuelas catalanas tendrán que adaptar sus planes de inmersión lingüística, y el Gobierno de la Generalitat sufre un nuevo revés, al ver truncadas sus esperanzas de perpetuar un modelo lingüístico con una sola lengua vehicular.

Una gran cantidad de políticos, analistas e instituciones han reaccionado enérgicamente equiparando este dictamen a un ataque contra el modelo educativo, y afirmando que el fallo urge un gran consenso social y pedagógico. Además, la decisión de una familia de Canet de Mar de exigir al colegio de su hija de cinco años que se respete el mínimo de 25% de horas lectivas en español ha suscitado una campaña de acoso en redes por parte de organizaciones independentistas, que no ha sido desautorizada por la Generalitat.

 Sin embargo, para poder evaluar lo acertado de estas quejas hay que hacer un esfuerzo por comprender qué opinan los ciudadanos de Cataluña y si realmente la sentencia del TSJC choca con sus preferencias. Entre el 5 y el 25 de octubre pasado, dentro del marco de un proyecto de investigación sobre populismo hemos entrevistado a 1.500 catalanes y preguntado sobre sus preferencias, hallando unos resultados que contradicen los discursos hasta ahora dominantes.

  Globalmente, los encuestados, lejos de avalar que el catalán sea la única lengua vehicular en la escuela, manifiestan que preferirían que el 48% de las horas lectivas se impartiesen en catalán, 26% en español, 19% en inglés, y 7% en otras lenguas.

 Aunque la gran mayoría de catalanes, al ser preguntados, expresa su inclinación por un modelo mixto, las distribuciones de estas preferencias lingüísticas entre los electores de los distintos partidos son bien distintas. Los votantes de los partidos independentistas o favorables a un referéndum de autodeterminación (CUP, Esquerra Republicana de Catalunya, Junts per Catalunya y En Comú Podem) desean que entre un 19% y un 23% de la enseñanza se realice en español. Además, los votantes de estos partidos desean que el catalán se emplee solo algo más de la mitad del tiempo, entre un 50% y un 57% de las horas, y que el resto se divida (por este orden) entre enseñanza en español, inglés y otras lenguas.

Por su parte, los electores del PP, Vox y Ciudadanos prefieren una enseñanza con cierta prioridad para el español (entre el 37% y el 40% de las horas). Es destacable que en absoluto abogan por un sistema educativo sin presencia del catalán (al que confieren entre un 29% y un 31% de las horas). Por último, los votantes del PSOE-PSC proponen un 40% de catalán y 31% de español. Los votantes de este partido son los que, en esta cuestión, expresan unas actitudes más cercanas al votante medio.

Buscando explicar las preferencias de los ciudadanos sobre la cantidad de horas que deben impartirse en español en las aulas encontramos que ni el género del entrevistado, ni la edad ni el nivel educativo importan a la hora de entender estas preferencias. Como era de esperar, quienes tienen como lengua materna el catalán prefieren un menor porcentaje de educación en español (entre cinco y seis puntos porcentuales menos). 

La ideología también parece importar, cuanto más a la derecha se ubican los encuestados, mayor porcentaje de horas prefieren que se impartan en español (cada punto más a la derecha, se prefiere un punto porcentual más de uso del español, con lo que pasar del extremo izquierdo al extremo derecho de la escala supone un aumento de 11 puntos porcentuales).

 Resulta interesante también que la predilección por el modelo lingüístico en Cataluña aparece ligada con actitudes de narcisismo colectivo, tal y como se definen en la escala desarrollada por la profesora de Psicología Agnieszka Golec de Zavala, incluidas en nuestro cuestionario. Encontramos que cada punto más de narcisismo colectivo reduce en casi tres puntos porcentuales las horas de español ambicionadas, con lo que pasar del nivel de menor narcisismo al mayor reduce las horas de español deseadas en casi 12 puntos porcentuales.

En definitiva, nuestro análisis muestra que, aunque hay significativas disparidades en cómo se distribuirían idealmente las horas lectivas en la educación pública en Cataluña, la gran mayoría de los encuestados se inclina por un modelo mixto con más de una lengua vehicular. Paradójicamente, la criticada sentencia del TSJC parece acercarse bastante más a la preferencia del catalán medio, que la postura adoptada por el Govern de la Generalitat y muchas organizaciones catalanistas que han expresado su malestar estos días. Este aparente desconocimiento sobre la realidad social puede ser atribuible a la ausencia de preguntas sobre preferencia lingüísticas en los grandes estudios sociales como los del CIS y del Centre d’Estudis d’Opinió, así como a las inercias adquiridas por ciertas interpretaciones casi hegemónicas de la realidad sociopolítica catalana. 

No es nuestro objetivo emitir ningún juicio de valor sobre el sistema educativo de inmersión, ya para eso sería necesario una evaluación sosegada de indicadores tales como el fracaso escolar y desigualdades en resultados académicos entre alumnos de distinta lengua materna. Sin embargo, sí que pretendemos hacer una llamada de atención sobre la necesidad de fundamentar los debates sobre políticas públicas, tan importantes como este, en evidencia empírica y evaluaciones desapasionadas.

 Aclaración: Esta encuesta en Cataluña es parte del proyecto 'Democracia y actitudes populistas en Andalucía: un análisis comparado multidisciplinar' (PRY025/19), financiado por el Centro de Estudios Andaluces, y coordinado por Manuel Arias Maldonado (Universidad de Málaga) y José Javier Olivas Osuna (UNED y LSE). Las encuestas fueron realizadas por el Área de Estudios Estadísticos de COTESA, en catalán y español, dependiendo de la preferencia del encuestado. Se realizaron a la vez unas encuestas en Andalucía. Los miembros del proyecto están usando los resultados de estas en una serie de artículos académicos. Esta es la primera vez que se comparten con el público resultados de esta ambiciosa encuesta."

(Andrés Santana y José Rama son profesores en la Universidad Autónoma de Madrid y José Javier Olivas Osuna es investigador en la Universidad Nacional de Educación a Distancia y London School of Economics and Political Science (LSE), El País, 16/12/21)

28/12/21

Salvador López Arnal: Avergüenza recordar que los fanáticos partidarios sin matices de la inmersión nada dicen de su ausencia en “colegios privados de punta” como Aula Escola Europea (allí se formaron Artur Mas y sus hijos) o en otros colegios privados (donde asisten, por ejemplo, los hijos de Piqué y Shakira). ¿Por qué no convocan manifestaciones a las puertas de esos colegios? ¿Por qué no insultan o desprestigian a las familias que llevan allí sus hijos?

 "(...) Avergüenza recordar que los fanáticos partidarios sin matices de la inmersión nada dicen de su ausencia en “colegios privados de punta” como Aula Escola Europea (allí se formaron Artur Mas y sus hijos) o en otros colegios privados (donde asisten, por ejemplo, los hijos de Piqué y Shakira). ¿Por qué no convocan manifestaciones a las puertas de esos colegios? ¿Por qué no insultan o desprestigian a las familias que llevan allí sus hijos?


Avergüenza que escuelas, institutos y guarderías públicas (también se “aconseja” en muchas de ellas el uso exclusivo del catalán en el trato con los bebés) donde, más allá de la norma, por sabiduría, prudencia, racionalidad, condiciones sociales del entorno y porque “lo real” suele imponerse, se imparten clases en castellano en porcentajes superiores al 25 % sin que ello vaya en detrimento del catalán, no se atrevan a decir nada para evitar focos y no verse condenadas al infierno nacionalista. (...)

Avergüenza confesar que a estas alturas de nuestras vidas nos emocione leer comentarios como este de Rosa Cullell: “La lengua materna del 52,7% de la población de Cataluña es el castellano; el 31,5% es catalanoparlante y un 2,8% se declara bilingüe. Me cuento entre estos últimos y no quiero perder ninguna de las lenguas de mi infancia. El español lo aprendí en la escuela y de un padre castellano, con apellido muy gerundense, nacido en una familia que emigró a la Mancha, en el siglo XIX. 

El catalán me lo enseñaron mi madre y los abuelos barceloneses, que ni un día durante el franquismo dejaron de conversar en esa lengua. El idioma materno es lo que nos queda de nuestra familia, de nuestra cultura. Sus palabras, en las que soñamos y pensamos, no nos abandonan. Y tenemos derecho a exigir que nuestros hijos y nietos aprendan correctamente el castellano, al igual que el catalán, en el colegio.”"                   (Salvador López Arnal, blog, 17/12/21)

 

10/12/21

Albert Branchadell: en una escuela o instituto donde se impartiera el 25% de las horas lectivas en castellano, ¿el nivel de catalán de los alumnos sería inferior al de los alumnos de las demás escuelas o institutos donde se imparte el 100% de las horas lectivas en catalán? Esta es una pregunta empírica que debería poder responderse de manera empírica, sin apriorismos políticos. En Cataluña ya existen escuelas e institutos donde una parte de las horas lectivas —de manera oficial o, las más de las veces, extraoficial— se imparten en castellano, y hasta ahora nadie ha detectado que los alumnos de esos centros salgan peor preparados en catalán... En la búsqueda del bilingüismo de los alumnos, que es la razón por la cual se inventó la inmersión, sería más razonable velar por que cada centro imparta sus horas lectivas en catalán y castellano (y en inglés) de acuerdo con sus necesidades

 "La providencia del Tribunal Supremo que inadmite el recurso de la Generalitat contra la orden de impartir en castellano al menos un 25% de las horas lectivas plantea de nuevo la cuestión de si una imposición de este tipo anula o destruye el sistema de inmersión lingüística.

La respuesta a esta cuestión depende de lo que entendamos por inmersión. Si la inmersión es un sistema que consiste en impartir el 100% de las horas lectivas en catalán (haciendo abstracción de las asignaturas de lengua y literatura españolas), es obvio que cualquier porcentaje inferior al 100% supone una adulteración del sistema. Es lo que pasa —sin que nadie se queje— cada vez que una escuela o instituto, amparándose en las previsiones de la Ley de Educación de Cataluña, decide impartir una o más materias en una lengua extranjera (léase inglés).

Si, en cambio, la inmersión es un sistema diseñado para garantizar la competencia en catalán (y en castellano) de todos los alumnos, la cuestión cambia de perspectiva. Para ser más precisos, la pregunta sería: en una escuela o instituto donde se impartiera el 25% de las horas lectivas en castellano, ¿el nivel de catalán de los alumnos sería inferior al de los alumnos de las demás escuelas o institutos donde se imparte el 100% de las horas lectivas en catalán? 

Esta es una pregunta empírica que debería poder responderse de manera empírica, sin apriorismos políticos. En Cataluña ya existen escuelas e institutos donde una parte de las horas lectivas —de manera oficial o, las más de las veces, extraoficial— se imparten en castellano, y hasta ahora nadie ha detectado que los alumnos de esos centros salgan peor preparados en catalán.

La sospecha de que un sistema con el 25% de las horas lectivas en castellano no dañaría el nivel de catalán de los alumnos es compatible con la certeza de que, respecto a la inmersión lingüística, el Tribunal Supremo prolonga una tradición muy española, de la cual tenemos ejemplos cada vez más numerosos: la tradición de que los jueces suplanten al legislador. En este caso, la suplantación tiene un irónico componente de imitación: en lugar de abogar por la flexibilidad, el Tribunal Supremo opone al monolitismo de la inmersión (todos los alumnos deben hacer el 100% de las horas lectivas en catalán) el monolitismo del porcentaje (todos los alumnos deben hacer el 25% de las horas lectivas en castellano). El consejero de Educación ha pedido un cierre de filas en torno a la inmersión y ha hecho un llamamiento a la desobediencia, enarbolando lemas de tristes resonancias como “En Cataluña, (la escuela) en catalán”.

En la búsqueda del bilingüismo de los alumnos, que es la razón por la cual se inventó la inmersión, sería más razonable adaptar el viejo aforismo marxista y velar por que cada centro imparta sus horas lectivas en catalán y castellano (y en inglés) de acuerdo con sus necesidades. El problema es que ni los jueces españoles ni las élites nacionalistas catalanas están preparadas para semejante complejidad."             (Albert Branchadell , El país, 26/11/21)

7/12/21

Joaquim Coll: Hay que recordar que durante la Transición, socialistas y comunistas propugnaban que la escuela fuera 'també en català' (sin excluir al castellano), es decir, se quería la normalización de una lengua maltratada por el franquismo. Pero el pujolismo acabó imponiendo el 'només en català'. O sea... bilingüismo catalanista frente a monolingüismo nacionalista. El problema es que, años después, una parte de la izquierda acabó creyendo que ese modelo de exclusión era el suyo y que la promoción de la lengua catalana pasaba por erradicar el castellano del ámbito público. Un disparate pedagógico en una sociedad con dos lenguas oficiales... y un hipocresía de escándalo... porque las élites (también las políticas) han llevado a sus hijos a centros trilingües o a escuelas inglesas, francesas, alemanas o italianas

 "Las fuerzas nacionalistas, soberanistas o separatistas, como quieran que les guste llamarse, intentan convertir la ratificación que ha efectuado el Tribunal Supremo de la sentencia del TSJC sobre la obligatoriedad de que un mínimo del 25% de la enseñanza sea en castellano como un ataque gravísimo a la lengua catalana. Evidentemente, es mentira. 

Como también es falso que haya habido nunca un gran consenso al respecto, ni política ni socialmente: se impuso por la puerta de atrás, a través de los proyectos educativos de centro, porque constitucionalmente tal exclusividad es ilegal. Ahora se pone fin a un modelo de escuela monolingüe, mal llamado de 'inmersión', que excluía a la otra lengua de los catalanes, el castellano, como instrumento vehicular de aprendizaje. 

Hay que recordar que, durante la Transición, socialistas y comunistas propugnaban que la escuela fuera 'també en català' (sin excluir al castellano), es decir, se quería la normalización de una lengua maltratada por el franquismo. Pero el pujolismo, ideológicamente deudor de Òmnium Cultural, acabó imponiendo el 'només en català'. O sea, bilingüismo catalanista frente a monolingüismo nacionalista. 

El problema es que, años después, una parte de la izquierda acabó creyendo que ese modelo de exclusión era el suyo y que la promoción de la lengua catalana pasaba por erradicar el castellano del ámbito público. Un disparate pedagógico en una sociedad con dos lenguas oficiales y un hipocresía de escándalo porque las élites (también las políticas) han llevado a sus hijos a centros trilingües o a escuelas inglesas, francesas, alemanas o italianas. 

El nacionalismo ha convertido -con la ayuda de mucho tonto útil- la inmersión en un tótem intocable, planteando un absurdo 'tot o res'. O todo en catalán, o la lengua de Rodoreda y Espriu se nos muere, se pretende hacernos creer. Lo que realmente le ha hecho daño es su politización con el 'procés' y las imposiciones monolingües de los nacionalistas. La sentencia judicial acabará ejecutándose en todas las escuelas aunque el Gobierno Sánchez no quiera mojarse para no molestar a ERC. "                    (Joaquim Coll, El periódico, 24/11/21)

1/12/21

La querella lingüística en las escuelas de Cataluña tiene fácil solución: se imparte una asignatura troncal en castellano, y punto. Eso y solo eso pide la sentencia que el TSJC emitió en 2014 y que el Supremo ha ratificado... No es mucho, la verdad. Este es el polémico 25%... Pero para los nacionalistas es un “ataque gravísimo e inaceptable” al catalán. Un psicodrama, vaya... “El catalán no se toca”, gritan, cuando en realidad lo que quieren es seguir excluyendo a la otra lengua de los catalanes, el castellano, la lengua de los trabajadores

 "La querella lingüística en las escuelas de Cataluña tiene fácil solución: se imparte una asignatura troncal en castellano, y punto. Eso y solo eso pide la sentencia que el TSJC emitió en 2014 y que el Supremo ha ratificado al desestimar el recurso de la Generalitat. Una materia troncal en castellano, sola una. No es mucho, la verdad.

 Este es el polémico 25%, porcentaje arbitrario, sin duda, pero que la justicia ha determinado ante la reiterada negativa de la Generalitat a fijar el uso vehicular del castellano en la enseñanza obligatoria. De 25 horas semanales lectivas en primaria, tendrían que impartirse 6,25 horas en la lengua de Cervantes, y de 30 horas semanales en secundaria y bachillerato, 7,5 horas. 

Pero para los nacionalistas, y para los que defienden la mal llamada inmersión lingüística, es un “ataque gravísimo e inaceptable” al catalán. Un psicodrama, vaya. Y, claro, el Govern de Pere Aragonès toca a arrebato, llama a incumplir y desobedecer. “El catalán no se toca”, gritan, cuando en realidad lo que quieren es seguir excluyendo a la otra lengua de los catalanes, el castellano, del sistema educativo.

Los nacionalistas impusieron una escuela monolingüe por la puerta de atrás, a través de los proyectos educativos de centro, porque saben que es ilegal (lo estableció el Constitucional en 2010). Los contrarios, las familias y las entidades civiles a favor del bilingüismo (que no están en contra del catalán, obviedad que en Cataluña hay que repetir a diario), recurren a la justicia. 

Pues bien, son estigmatizados y acusados de encender un conflicto cuando sencillamente están defendiendo sus derechos lingüísticos. Es lamentable que gente que se llama de izquierdas, empezando por los sindicatos CC OO y UGT, propague que aplicar ese 25% en castellano significa nada menos que “la ruptura social” y la “segregación” educativa. Un psicodrama, vaya. O que la alcaldesa Colau proponga que los que quieran un poco de castellano se lo paguen en la escuela privada.

 Afortunadamente, las cosas están cambiando y el líder del PSC, Salvador Illa, ha dicho que no le parecía mal una asignatura en castellano, además de la específica de lengua y literatura, claro está. Tampoco los socialistas han querido participar en el aquelarre de reunión que organizó inmediatamente el Govern para preparar la desobediencia. Es muy positivo que el principal partido de la izquierda vuelva a los orígenes: favorable a la promoción del catalán sin menoscabo del castellano.

 Porque una cosa fue la “normalización” del uso social de esa lengua a la salida del franquismo y otra, muy diferente, la “inmersión”, que no es otra cosa que la escuela monolingüe de los nacionalistas. Una aberración pedagógica en una sociedad bilingüe. "                   (Joaquim Coll, 20Minutos, 27/11/21)

29/11/21

¿Qué significa aquí (Cataluña) y ahora (2021) defender el bilingüismo? La inmersión produce un conocimiento deficiente de ambas lenguas y con un fracaso escolar muy elevado entre los alumnos que tienen el español como lengua materna... por tanto, la inmersión obligatoria se ha convertido en un hándicap para las familias castellanohablantes, que conforman las clases populares y más desfavorecidas de la sociedad catalana... por tanto, el bilingüismo es una reivindicación cívica que ha de entroncarse dentro de una lucha por la libertad y la igualdad... por tanto, ambas lenguas, español y catalán deben ser vehiculares al 50%

 "El nacionalismo catalán ha hecho, desde siempre, bandera de la lengua catalana como seña de identidad nacional, considerada como lengua propia frente a otra, el español o castellano, considerada implícitamente como ajena e impuesta. Y en base a ello ha justificado una práctica de ingeniería social como la mal llamada inmersión lingüística, que erradica el español de la escuela y aspira a convertir Cataluña en la nación monolingüe por ellos soñada.

Sin embargo, las lenguas, en tanto que vehículos de comunicación, crean y son base de cultura humana pero no tienen derechos, no son entes dotados de conciencia y subjetividad. Por ello, desde una óptica progresista y de izquierdas, no tiene sentido hablar de derechos de una lengua –la catalana, la española, ni ninguna otra–. Son los ciudadanos, los sujetos conscientes, los que tenemos derechos. Legislar imposiciones lingüísticas –y tanto si lo hace una dictadura como la franquista, como un parlamento elegido como el de Cataluña–, es un atentado a la libertad y a la democracia. Porque la democracia es el gobierno de las mayorías con respeto a las minorías.

Los nacionalistas afirman que los niños educados en la actual escuela catalana dominan correctamente ambas lenguas al abandonar el periodo de escolarización obligatoria. Pero lo cierto es que concluyen el mismo con un conocimiento deficiente de ambas lenguas y con un fracaso escolar muy elevado, y siempre superior entre los que tienen el castellano o español como lengua familiar o materna.

Es decir: la inmersión obligatoria se ha convertido en un hándicap para las familias castellanohablantes, que conforman las clases populares y más desfavorecidas de la sociedad catalana, llegadas a Cataluña respondiendo a las necesidades de mano de obra barata de la burguesía local. Y la actual marginación del español en la escuela contribuye –en contra de la teoría del “ascensor social”– a mantenerlas en los estratos más bajos de la sociedad, pues, al minusvalorar el idioma propio, se genera un desapego emocional respecto a la comunidad a la que se pertenece y desmotiva cualquier pretensión de progreso.

La defensa del bilingüismo, por tanto, ha de ser entendida como una reivindicación dentro de un todo: la lucha por los derechos civiles. El problema de la “inmersión” no es la lengua, es lo que subyace detrás: la construcción de una identidad dentro de un proyecto totalitario. Por mucho que los nacionalistas se atribuyen a sí mismos todas las virtudes democráticas, mientras demonizan a los otros como “fascistas”.

La izquierda debería buscar un discurso propio frente al nacionalismo. La mal llamada “inmersión lingüística” es en realidad un proceso de aculturación de las clases populares castellanohablantes, y cuyo resultado final es la exclusión. Dicho proceso pretende, utilizando la coartada de la cohesión social a través de la lengua, establecer una categorización y jerarquía de identidades poniendo a la propia (la de los nacionalistas) como la superior.

El proceso pretende una apariencia de inclusión. Las clases populares catalanas no encajan en ese modelo, ya que no pueden superar el filtro social impuesto (el apellido, la adscripción identitaria, la renta…). Para acceder a los beneficios que comporta esa “nación que se construye” han de aceptar los postulados étnicos, el sometimiento a la identidad y, por tanto, la subordinación, cosa que nunca será una autentica integración.

La lucha contra ese proceso de aculturación no puede reducirse a un problema lingüístico. El bilingüismo es una reivindicación cívica que ha de entroncarse dentro de una lucha por la libertad y la igualdad. El nacionalismo es trasversal y degrada el ideario de los autodenominados “partidos de izquierda” en Cataluña, haciéndoles olvidar los mencionados principios.

Pero, por otra parte, desde la izquierda no podemos tampoco asumir la solución liberal de la libre elección de lengua vehicular, tan grata al PP: nosotros defendemos que aquí, en Cataluña, español y catalán sean, ambas, lenguas vehiculares al 50%, en una escuela pública y de calidad que forme ciudadanos libres y críticos y donde prevalezca la igualdad de oportunidades.

Una escuela laica en lo religioso y en lo identitario; lo que nos lleva, tras la demostrada deslealtad, a la necesaria recuperación de la Enseñanza como competencia de la Administración Central del Estado. Porque no se puede dejar al zorro al cuidado de las gallinas."                 (Vicente Serrano, elPapel)

25/11/21

Carmen Domingo: Imponer una lengua disminuye sus hablantes... Los idiomas solo tienen dos enemigos: quienes los prohíben y quienes los exigen. Y en Cataluña entre nuestros gobernantes tenemos bastante de los dos grupos... montar un escándalo porque alguien cita en un idioma que no es catalán, en un Parlamento bilingüe, roza el infantilismo... Disminuye el uso del catalán, dicen, y parece que tienen razón... es, parece claro, por desafección política, por hartazgo de imposiciones. En definitiva: porque usar la lengua como arma política solo juega en contra de la misma lengua... ¿Hasta cuándo tendremos que dejar de sentirnos señalados la mitad de los catalanes por expresarnos en alguna ocasión en castellano?

 "El 4 noviembre al mediodía, Salvador Vergés, diputado de Junts, se entretenía tuiteando en plena jornada laboral acerca de la intervención de un diputado del PSC: “Ahora mismo, en el Parlament, un diputado socialista cambia del catalán al castellano para verbalizar una cita de Cicerón. Todos sabemos que Marcus Tullius Cicerón, nacido en Formia el 106 antes de Cristo, hablaba en perfecto castellano, como debe ser. Seguimos”.

Dejemos a un lado, que Cicerón nació en Arpino, no en Formia, que supongo que Salvador Vergés sabe que no hablaba en catalán ni siquiera en la intimidad, porque ni existía, y que montar un escándalo porque alguien cita en un idioma que no es catalán, en un Parlamento bilingüe, roza el infantilismo.

Ese mismo día, desde Mallorca, una profesora de matemáticas se quejaba también: “Los catalanes somos víctimas de un etnocidio perfectamente planificado. Ninguna sociedad puede integrar un volumen inmigratorio tan grande como el que hemos recibido y recibimos (tanto de dentro como de fuera del Estado) y mucho menos una región expoliada y sin recursos económicos como la nuestra”.

No se asusten, no se refiere a los alemanes, ni a los británicos que viven en Baleares, hablando tranquilamente en alemán e inglés, sino a los catalanes que hablan castellano o, lo que es peor, a los del resto de la Península y que, a su juicio, vienen aquí y se establecen para acabar destruyendo la lengua y la cultura catalana.

Y en frente, no se dan ni cuenta, Vox sostenía casi al mismo tiempo que “se fomenta la inmigración masiva para africanizar nuestros barrios”. Parece distinto discurso, pero no lo es, es la misma idea que mantienen muchos representantes de Junts cuando hablan de la castellanización de Cataluña. La ultraderecha y la xenofobia al de fuera se cuela por los dos lados. Especialmente por las de los nacionalismos. El historiador Steven Forti lo explica estupendamente.

La cosa no queda ahí. Dos polémicas más en torno a si está o no en peligro la lengua y la cultura catalana han surgido estos días. La primera acerca del idioma en que deben o no, dar clase los profesores universitarios. Polémica a la que acudía irritado el vicepresidente, Jordi Puigneró, aclarando que llevan tres siglos (no explica quiénes) atacando el catalán. Puigneró que, dicho sea de paso, estudió en la Universidad de Surrei (Reino Unido) donde, como todo el mundo supone, recibió clases en catalán.

Y la última polémica la ha protagonizado Òscar Escuder, presidente de Plataforma per la Llengua, quien en una entrevista en la emisora catalana 8TV explicaba cómo habían hecho un “estudi observacional” para saber en qué lenguas hablaban los niños en los patios de las escuelas. O sea, alguien les ha dejado colarse en centros docentes para elaborar un dosier donde diferencian a las personas según el idioma en que hablan.

Disminuye el uso del catalán, dicen. Y parece que tienen razón. La generación, las generaciones, en las que el catalán ha estado más presente en el currículum docente. La generación con mayor dominio del catalán, en contra de lo que era previsible, es, precisamente, a decir de las encuestas, la que está disminuyendo el número de catalonoparlantes.

¿Búsqueda de culpables? ¿Señalamientos a docentes? ¿Persecuciones absurdas? Las que se os ocurran, pero cero autocrítica de la incidencia que ha tenido el procés en el descenso de hablantes en lengua catalana.

 Y, como he dicho, está claro que no es por desconocimiento de la lengua (los niños y jóvenes de nuestros colegios son la generación que más conoce el catalán), es, parece claro, por desafección política, por hartazgo de imposiciones. En definitiva: porque usar la lengua como arma política solo juega en contra de la misma lengua. Las lenguas solo tienen dos enemigos: quienes las prohíben y quienes las imponen. Y en Cataluña entre nuestros gobernantes tenemos bastante de los dos grupos.

Por eso la pregunta siempre es la misma: ¿Hasta cuándo tendremos que dejar de sentirnos señalados la mitad de los catalanes que nos sentimos españoles por expresarnos en alguna ocasión en castellano, uno de los dos idiomas oficiales de Cataluña, sin tener la necesidad de recordar que es cooficial en la comunidad? Yo quiero hablar mis lenguas (las dos) en libertad, y eso quiere decir que no las quiero ni prohibidas ni impuestas. Y, por supuesto, tampoco quiero aparecer en una lista según la que hable."                 (Carmen Domingo, El País, 15/11/21)

28/4/21

“Cataluña es bilingüe”. El escritor Valentí Puig considera “gravísimo” eliminar el castellano como lengua vehichular en la enseñanza

" El escritor Valentí Puig (Mallorca, 1949) considera que es “muy grave” eliminar el castellano como lengua vehicular en la escuela catalana. Puig lo afirma en esta entrevista -a partir del minuto 34- que se grabó mientras en el Congreso de los Diputados se aprobaba la enmienda pactada por el PSOE y ERC en la denominada Ley Celaá, la nueva ley de proyecto educativo (Lomloe) que sustituye a la anterior (Lomce).

Puig, con más de una trentena de obras en catalán y en castellano- considera que “el bilingüismo es connatural en Cataluña” y que “Cataluña es un país bilingüe” desde hace siglos. “Pujol -recuerda- ya decía que sin TV3 y sin la inmersión lingüística, Cataluña no existiría y eso es una barbaridad”.

El escritor, que acaba de publicar el poemario La segona persona en catalán, también considera que “TV3 es horrible” y que la cadena pública -junto con Catalunya Ràdio- “salen carísimas”.            (e-notícies, 06/11/20)

12/3/21

Joaquim Coll: la lengua ha salido perjudicada del ‘procés’ porque se ha asociado con el independentismo y algo profundo en la sociedad catalana se ha roto sobre esa cuestión

 "Hace unos días Andreu Claret escribía que el catalán era otra víctima del ‘procés’, de la ruptura de los consensos que había provocado la tensión secesionista desde 2012. El resultado es que el uso de la lengua catalana se ha estancado e incluso retrocedido en el área metropolitana, particularmente entre los jóvenes, según algunos estudios recientes. 

Pero como subrayaba Gonzalo Torné en otro artículo reciente, pese a lo que periódicamente reiteran algunos agoreros del idioma, “la estadística es tozudísima: el catalán nunca había tenido tantos hablantes, canales de televisión y radio, editoriales y escritores”. 

El uso social del catalán es un gran éxito de los últimos 40 años gracias al marco de protección y promoción que le ofrece la democracia española y el autogobierno. Pero Claret tiene razón en que la lengua ha salido perjudicada del ‘procés’ porque se ha asociado con el independentismo y en que algo profundo en la sociedad catalana se ha roto sobre esa cuestión. 

Sin embargo, lo que no está claro es en qué consistía el aludido consenso lingüístico, en qué descansaba ese supuesto acuerdo al que en numerosas ocasiones intelectuales y partidos catalanistas (pero no secesionistas) hacen referencia de forma genérica, lamentando su pérdida como consecuencia del ‘procés’. Nos movemos en un terreno confuso, porque no es lo mismo si nos referimos a la “normalización” del catalán en general o si en esa política se incluyen aspectos problemáticos como la inmersión escolar obligatoria o las sanciones administrativas por no rotular los comercios en catalán, como ejemplo.

 Mi impresión es que el acuerdo implícito en la sociedad catalana, que nace en la década de los 80 con las primeras leyes, era sobre el uso social e institucional del catalán para reparar los daños de la dictadura franquista. Es decir, se quería que la lengua de Josep Pla y Mercè Rodoreda fuese recuperada en todos los espacios y que, evidentemente, la enseñanza fuera también en catalán, incluso dándole un trato prioritario. 

Fíjense que he escrito “también en catalán” y no “solo en catalán”. Ahí está la diferencia con lo que ha sucedido en las últimas décadas. Del consenso lingüístico amable que impulsó el catalanismo, se pasó a partir de los 90, una vez que el nacionalismo pujolista ganó la hegemonía cultural, a unas políticas lingüísticas que buscaban la exclusión del castellano. De pedir “el català a l’escola” se pasó a postular “l’escola només en català” y sostener un ideal de “escola catalana en llengua i continguts”, que si lo dijéramos para la escuela española sonaría a doctrina falangista, así como a intentar expulsar el castellano del espacio público. 

La controvertida inmersión corresponde a ese fase del proceso en la que ya se rompe el acuerdo inicial aunque se busca presentarla engañosamente como su culminación. Se quiere imponer una escuela monolingüe que excluye a la lengua materna de la mitad de los catalanes y que perjudica en cuanto a oportunidades a las clases medias y populares.

El nacionalismo sabe de su impostura y por eso jamás ha querido preguntar en las encuestas del CEO sobre las políticas lingüísticas de la Generalitat. Sabe que muy pocas familias querrían una escuela monolingüe frente a las ventajas del bilingüismo o del trilingüismo. Pero hábilmente intenta hacer creer que solo la inmersión garantiza el aprendizaje y el dominio del catalán. El problema es que el debate está contaminado de tabús y miedos, por lo que es muy difícil una discusión pedagógica y racional. 

Por desgracia, tampoco las leyes estatales de educación han ayudado a desintoxicar la cuestión. La denostada ‘ley Wert’ exhibió una rotundidad sobre la vehicularidad del castellano meramente propagandística, mientras la ‘ley Celaá’ supone una concesión retórica a ERC a cambio de su voto en los Presupuestos, aunque en la práctica no cambie nada. 

Afortunadamente la convivencia lingüística en Catalunya sigue siendo ejemplar, pero es cierto que con el ‘procés’ se han resquebrajado muchas cosas, entre ellas ese indefinido consenso lingüístico. Ahora bien, un nuevo acuerdo tendrá que tejerse desde el interior de la sociedad catalana y solo podrá fundarse en el respeto hacia los derechos lingüísticos de todos y en la promoción del catalán sin menoscabo del castellano. "                   (Joaquim Coll, El Periódico, 09/12/20)

3/3/21

"La Generalitat es hostil al castellano". Fernando Sánchez Costa: "las familias ya no podrán recurrir a los tribunales para pedir castellano"

"Las familias ya no podrán pedir la escolarización en castellano en Cataluña después de que ayer se aprobara la enmienda pactada entre ERC, PSOE y Podemos que elimina la consideración del castellano como lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña.

El presidente de Sociedad Civil Catalana, Fernando Sánchez Costa, ha explicado en una entrevista a e-notícies que las familias "tendrán mucho más difícil apelar a los tribunales para tener educación en castellano" en Cataluña.

Sin embargo, ha reconocido que "las familias que lo habían hecho no eran muchas porque hay que ser muy valiente para hacerlo", pero ha reclamado "un acuerdo lingüístico en Cataluña de convivencia porque tenemos un patrimonio extraordinario".

Sánchez Costa considera que la votación "es un tiro en el pie del PSC" y ha añadido que "para el constitucionalismo catalán ha sido un golpe muy duro, una humillación completamente innecesaria". "De facto se trata el castellano como lengua extranjera", ha lamentado.

El líder de Sociedad Civil Catalana ha reconocido que este cambio "no cambia demasiado", pero ha criticado que "la Generalitat es hostil al castellano". "Los líderes políticos catalanes no saben hablar castellano y eso a la empresa privada tiene consecuencias", ha sentenciado."               (e-notícies, 06/11/20)

10/11/20

“Cataluña es bilingüe”... el escritor Valentí Puig considera “gravísimo” eliminar el castellano como lengua vehichular en la enseñanza

 "El escritor Valentí Puig (Mallorca, 1949) considera que es “muy grave” eliminar el castellano como lengua vehicular en la escuela catalana. Puig lo afirma en esta entrevista -a partir del minuto 34- que se grabó mientras en el Congreso de los Diputados se aprobaba la enmienda pactada por el PSOE y ERC en la denominada Ley Celaá, la nueva ley de proyecto educativo (Lomloe) que sustituye a la anterior (Lomce).

Puig, con más de una trentena de obras en catalán y en castellano- considera que “el bilingüismo es connatural en Cataluña” y que “Cataluña es un país bilingüe” desde hace siglos. “Pujol -recuerda- ya decía que sin TV3 y sin la inmersión lingüística, Cataluña no existiría y eso es una barbaridad”.

El escritor, que acaba de publicar el poemario La segona persona en catalán, también considera que “TV3 es horrible” y que la cadena pública -junto con Catalunya Ràdio- “salen carísimas”.          (Entrevista al escritor Valentí Puig, Xavier Rius, e-notícies, 06/11/20)

19/8/20

Pues sí. Soy profesora de la UAB, soy castellanohablante y no voy a pedir perdón por ello

Isabel Fernández Alonso @MaribelFAlonso

 Pues sí. Soy profesora de la UAB, soy castellanohablante y no voy a pedir perdón por ello. Defiendo con contundencia el derecho de TODOS los ciudadanos de Cataluña a expresarse como se sientan más cómodos. Se llama conviencia y respeto al otro.

11:57 a. m. · 14 ago. 2020

460 Retweets y comentarios 1,4 mil Me gusta


Mj Ar @MjAr20637480

 En respuesta a @elmonarac1 @apuente y 3 más

 Trobo molt greu que assenyalin a Frigo i al seu director, per l'utilització, o no, d'una llengua i ningú digui res sobre una senyora , professora d'universitat, @UABBarcelona , que només parla en castellà.

10:24 a. m. · 14 ago. 2020

11 Retweets y comentarios 2 Me gusta

14/8/20

Ángela Herrero: "En Cataluña hay un conflicto lingüístico y debe reconocerse para solucionarlo"

 "Societat Civil Catalana (SCC) ha elaborado un estudio en el que refleja la discriminación sistemática de los castellanohablantes por parte de la Generalitat en el ámbito de las iniciativas lingüísticas y culturales. 

El Informe de convivencia lingüística, dirigido por la historiadora y antropóloga cultural Ángela Herrero, concluye que, ante la "conculación de los derechos de los hispanohablantes", ha llegado "la hora de una segunda ola normalizadora que haga normal en las instituciones lo que es normal y valioso para las inmensa mayoría de catalanes, sus dos lenguas propias". Herrero habla con Crónica Global para profundizar en este planteamiento.

-Pregunta: ¿La Generalitat discrimina a los castellanohablantes?

-Respuesta: Sí. Es evidente. El estudio de SCC lo refleja. La Generalitat no hace nada por respetar a los castellanohablantes. De hecho, en el periodo estudiado, la única cesión en este sentido es un concurso de tuit-relatos coorganizado por Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) en el que se podía enviar el tuit en catalán o castellano. Y nada más.

-Los nacionalistas dicen que el Gobierno central ya se encarga de cuidar la lengua española.

-Pero nosotros somos ciudadanos de Cataluña y la Generalitat debe respetar también los derechos de los hispanohablantes que viven en esta comunidad.

-¿Hacía falta un informe de este tipo?

-En una ocasión, le preguntaron a Puigdemont​ sobre el conflicto lingüístico en Cataluña, y éste negó que lo hubiera. Pero sí lo hay. Este informe lo demuestra y trata de explicar por qué lo hay. De qué se quejan unos y otros.

-¿Con qué objetivo?

-En Cataluña hay un conflicto lingüístico. Y este debe conocerse y reconocerse. Sobre todo los políticos. Y deben tomarse medidas para solucionarlo.

-¿Qué medidas?

-La Generalitat es el gobierno de todos los catalanes, por tanto, debe atender a todos.

-¿Así se lograría la convivencia lingüística?

-Si la mayor parte de las quejas son por la falta de bilingüismo en las instituciones, es razonable pensar que en buena parte se solucionará si se respetan por igual los derechos lingüísticos de los dos principales grupos de hablantes de Cataluña que, además, lo son de sus dos lenguas oficiales.

-No parece que la Generalitat esté por la labor.

-Es que su política de negar los derechos lingüísticos de una parte de la población --al menos, en su relación con la Generalitat-- lanza un mensaje muy negativo a la otra parte. Y de ahí surge el conflicto.

-¿De verdad cree que hay forma de resolverlo?

-Es que en Cataluña hay dos lenguas propias --tres con el aranés--, eso hay que aceptarlo y se debe encontrar la manera de convivir. En la calle conviven, ¿por qué no pueden convivir también en la administración?

-¿Por qué han circunscrito el estudio al periodo de reclusión por la pandemia?

-Nos ha servido de laboratorio. Hemos podido comprobar que, incluso en una situación tan excepcional como la generada por la pandemia, ha continuado el conflicto lingüístico que algunos niegan que exista.

-En el informe sorprende que haya quejas de algunos catalanohablantes contra el bilingüismo.

-Si el mensaje que se lanza desde la Generalitat y desde algunas organizaciones es que en Cataluña debe haber una sola lengua y una sola cultura, cuando aparece alguna administración --principalmente local-- que también usa el castellano, algunos se lo toman como una cosa tremenda. Y es que muchos entienden que lo normal es que todo esté solo en catalán.

-Curioso...

-Curioso, no. Es la consigna oficial. Incluso la lanza la propia consejera de Cultura, Mariàngela Vilallonga.

-¿El bilingüismo mata, como dice Pau Vidal?

-Es comprensible que cuando dos lenguas conviven algunos hablantes de la lengua menos potente puedan pensar que la otra pueda acabar con la suya, pero los estudios demuestran que el catalán goza de muy buena salud.

-En TV3 destacaron que, pese a la discriminación de los castellanohablantes denunciada por SCC, solo el 31% de los ciudadanos tienen el catalán como lengua propia.

-Los derechos de las personas están por encima de los derechos de las lenguas.

-¿Los políticos constitucionalistas han estado a la altura?

-No sé si alguna vez se han ocupado realmente de este tema...

-Dicen que es el "primer" informe. ¿Habrá otros?

-Queremos hacer cuatro al año. Aunque tenemos recursos limitados. Hemos dedicado muchas horas de nuestro tiempo libre para elaborarlo."                  (Entrevista a Ängela Herrero, Alejandro Tercero, Crónica Global, 13/08/20)

13/8/20

Mercè Vilarrubias: Los derechos lingüísticos durante la pandemia

 "El I Informe sobre convivencia lingüística en Cataluña (marzo-julio 2020) es de un gran valor. En primer lugar, porque es el primer informe público que aborda la cuestión lingüística durante este periodo de crisis.

 En segundo lugar, porque no circunscribe el estudio a las administraciones en Cataluña, sino que lo amplía para incluir también a la administración central. El informe tiene dos partes: la primera trata de las directrices lingüísticas de las administraciones públicas en el ámbito cultural y la segunda recoge las quejas de ciudadanos y ciudadanas, políticos y asociaciones.

Gracias al informe conocemos que la Generalitat ha promovido desde el comienzo de la pandemia hasta ahora 22 iniciativas lingüísticas en el ámbito cultural (subvenciones a la creación, premios, concursos literarios...) y que todas ellas estaban dirigidas a catalanohablantes, 6 incluían también a hablantes de aranés y únicamente una estaba destinada también a los castellanohablantes (consistente en el VIII concurso de tuitrelatos “Un viatge d’històries”, organizado por los Ferrocarriles de la Generalitat y el Ateneo Barcelonés, con ocasión de la fiesta de Sant Jordi, y al que se podían presentar textos tanto en catalán en español).

Si sumamos las iniciativas lingüísticas de los ayuntamientos catalanes a las de la Generalitat, nos encontramos con que los creadores en catalán pudieron acceder a 71 iniciativas con fondos o reconocimientos públicos durante los primeros meses de la pandemia. En contraste, los creadores en español sólo dispusieron de 10 iniciativas públicas que también incluyeran su lengua. Respecto a los artistas en aranés, estos pudieron acceder a 12 iniciativas.

Estas cifras muestran que hay seguir insistiendo en que la promoción del catalán no debería implicar el arrinconamiento público del español. No porque se tenga que realizar ninguna “defensa” del español sino porque la práctica de limitar al mínimo la posibilidad de la creación cultural en español en Cataluña es una vulneración de los derechos lingüísticos de todos aquellos ciudadanos y ciudadanas que, en Cataluña, tienen el español como su lengua de trabajo.

Hay que buscar un equilibrio entre una promoción justa del catalán y los derechos lingüísticos de aquellos que usan el español. Este equilibrio es posible; lo que se necesita es voluntad política por parte de la Generalitat (absolutamente cerrada al bilingüismo) y los ayuntamientos (algunos de ellos más abiertos).

Respecto al Ministerio de Cultura y Deportes, leemos en el informe sobre convivencia lingüística que, junto con el Instituto Cervantes, ha llevado a cabo nueve iniciativas de tipo cultural desde el inicio de la pandemia y todas ellas están abiertas a creadores en todas las lenguas oficiales del país. Una vez más constatamos la diferencia de actitud entre, por una parte, la administración central, la cual promueve y subvenciona la creación cultural en español, catalán, euskera y gallego y, por otra parte, la administración de la Generalitat, la cual tozudamente desprecia el bilingüismo. 

Así pues, el problema del Ministerio de Cultura, en este caso, no es minusvaloración u “odio” al catalán, el euskera y el gallego. Esta idea forma parte del relato nacionalista pero no se constata en la realidad cuando uno investiga qué hace realmente cada administración. El estado de la cuestión puede resumirse en una frase: miren ustedes sus DNIs bilingües y compárelos con sus tarjetas sanitarias monolingües.

El problema con la administración central es que no es capaz de explicar lo que hace en el campo lingüístico y ha dejado todo el relato lingüístico de la democracia en manos de los nacionalistas. Es lógico que la ciudadanía, en consecuencia, desconozca mayoritariamente qué ministerios e instituciones estatales sí están abiertos a la presencia y uso de las lenguas cooficiales en sus ámbitos de actuación. La información es clave y todos los gobiernos centrales han abdicado de explicarse sobre aquellas iniciativas plurilingües e inclusivas que llevan a cabo. Lo hacen, pero no lo dicen, este es el grave problema y no el supuesto “ataque” a las lenguas cooficiales.

En cuanto a la segunda parte del informe, la referida a las quejas por motivos lingüísticos, hay que destacar que el informe atina en agrupar las quejas en dos grupos: las quejas por la falta de bilingüismo en la administración autonómica y en menor medida, la municipal, la central y la de la UE; y, por otro lado, las quejas contra el bilingüismo.

Durante el confinamiento domiciliario corría por las redes sociales una imagen muy ilustrativa de la posición contra el bilingüismo. Era una foto de un letrero en un parque de L’Hospitalet con informaciones sobre el coronavirus. La información estaba primero en catalán y seguidamente en castellano. Sobre las frases se podía ver un grafiti que alguien había dibujado con las palabras “En Català”. Inevitablemente, uno miraba el cartel y veía que ya estaba en catalán.

 ¿Qué significaba entonces “En Català”? ¿Una contradicción con la realidad de la información bilingüe que el grafiti manchaba? No, la demanda “En Català” tiene su sentido si leemos la estructura profunda de la frase, si añadimos el adverbio ausente pero implícito: “En Català només. Esto es estar en contra del bilingüismo. Es abogar por la lengua única y protestar por la presencia de la otra.

Ahora que algunos ayuntamientos en Barcelona y el área metropolitana empiezan a mostrarse más proclives a emitir informaciones públicas bilingües, es momento de apoyar estas iniciativas en favor de los derechos lingüísticos de toda la ciudadanía, y explicar que una cosa es estar a favor de la presencia y uso del catalán y otra, muy distinta es estar en contra de la presencia del español, junto con el catalán. El informe de SCC es buen punto de partida para indagar más en esta dicotomía."                      (Mercè Vilarrubias , Crónica Global, 13/08/20)