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3/8/22

El laurismo, la fase terminal del pujolismo... Hay un paralelismo evidente entre la imputación de Laura Borràs por un caso de presunta corrupción con dinero público, y la del ex-presidente de la Generalitat, Jordi Pujol... En ambos casos, estos políticos se envolvieron en la “senyera” cuadribarrada para intentar convertir la acción judicial en contra suya en un “ataque contra Cataluña” y, de este modo, intentar escabullirse de sus responsabilidades penales... Pero las diferencias entre una y otra situación son abismales... El año 1984, miles de seguidores de Jordi Pujol se concentraron a las puertas del Parlamento e insultaron e intentaron agredir a Raimon Obiols y a otros diputados socialistas. El pasado jueves, solo 300 “hiperventilados” se acercaron hasta el cordón de seguridad del Parlamento... es que La corrupción, siempre la corrupción. Este es el estigma que determina y embarra el movimiento que, desde 1980 hasta nuestros días, entronca al pujolismo con el laurismo, ahora definitivamente residual

 "Karl Marx tenía razón cuando, en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, sentencia: “La historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”. Hemos tenido, una vez más, prueba de ello en los sucesos que han rodeado esta pasada semana la destitución de Laura Borràs, presidenta de JxCat, de su cargo de presidenta del Parlamento de Cataluña.

Hay un paralelismo evidente entre la imputación de Laura Borràs por un caso de presunta corrupción con dinero público cuando era presidenta de la Institución de las Letras Catalanas (ILC) y la del ex-presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, por su responsabilidad en la quiebra del grupo Banca Catalana (1984). En ambos casos, estos políticos se envolvieron en la “senyera” cuadribarrada para intentar convertir la acción judicial en contra suya en un “ataque contra Cataluña” y, de este modo, intentar escabullirse de sus responsabilidades penales.

También en ambos casos se organizaron manifestaciones de adhesión ante el Parlamento de Cataluña y se intentó que los medios de comunicación se convirtieran en altavoces de la “indignación popular” contra la actuación de la justicia española. Pero las diferencias entre una y otra situación son abismales.

El año 1984, miles de seguidores de Jordi Pujol se concentraron a las puertas del Parlamento e insultaron e intentaron agredir a Raimon Obiols y a otros diputados socialistas. El pasado jueves, solo 300 “hiperventilados” se acercaron hasta el cordón de seguridad del Parlamento. En este caso, fueron la diputada de ERC Najat Driouech y un fotógrafo de prensa quienes recibieron los insultos de la concurrencia.

Desde que llegó a la presidencia de la Generalitat, en 1980, una de las obsesiones de Jordi Pujol fue el control de los medios de comunicación privados –con subvenciones, publicidad, concesiones y préstamos- y la creación de un potente aparato de medios públicos a su servicio (TV3 y Catalunya Ràdio). Los dos principales editores de aquella época, Javier de Godó y Antonio Asensio, estaban directamente comprados.

Por eso, la reacción de la prensa catalana ante el escándalo de la quiebra de Banca Catalana y la subsiguiente querella de la Fiscalía contra sus responsables, con Jordi Pujol al frente, fue de absoluta sumisión a los dictados que emanaban del Palacio de la plaza de Sant Jaume. El periodista que, de manera más incisiva, denunció las irregularidades de Banca Catalana, Alfons Quintà, entonces corresponsal de El País, fue sobornado nombrándolo director de TV3.

Los trapicheos de Laura Borràs para favorecer a su amigo Isaías Herrero, condenado posteriormente por tráfico de estupefacientes y de moneda falsa, han sido ampliamente recogidos y explicados por los medios de comunicación catalanes, sin censuras ni presiones. La única presión de la cual ha quedado constancia es la que, de manera histérica, ejerció el diputado Francesc de Dalmases –uno de los “lauristas” más acérrimos- contra la periodista del programa FAQS de TV3 que gestionó la entrevista que se le hizo a la ex-presidenta del Parlamento el pasado 9 de julio.

Hablo por experiencia propia: los pocos periodistas que osamos poner la nariz en las cloacas de Banca Catalana y que intentamos explicar este fiasco financiero, que provocó grandes pérdidas económicas a miles de pequeños accionistas, fuimos condenados al ostracismo más absoluto. Esto, sin duda, ha marcado nuestras vidas profesionales.

Afortunadamente, ahora hemos conseguido dar la vuelta a la tortilla. La actitud impropia de Francesc de Dalmases contra la periodista Mònica Hernández ha merecido la repulsa más absoluta de la profesión periodística catalana y de la práctica totalidad de los diputados del Parlamento. Incluso el Grupo Ramon Barnils, formado por periodistas independentistas, lo ha expulsado de sus filas.

Hay un hilo conductor evidente que conecta a Jordi Pujol con Laura Borràs. Se trata de dos personas con voluntad de liderazgo, hipernacionalistas y que han creado a su entorno un movimiento populista fanatizado. Es más: como presidenta de JxCat, Laura Borràs es la heredera política de la extinta CDC, el partido fundado por Jordi Pujol en 1974 y que fue liquidado tras los numerosos escándalos de corrupción que lo carcomieron y destruyeron.

Jordi Pujol supo ganar –gracias a los grandes recursos económicos que gestionaba como presidente de la Generalitat y a la sólida alianza que mantenía con el rey Juan Carlos I- la “guerra” política, mediática y judicial que se desató a raíz de su imputación por la quiebra de Banca Catalana. Laura Borràs, en espera de la sentencia que acabe dictando el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por su caso de corrupción en la ILC, ya ha perdido las batallas política y mediática.

Jordi Pujol aprovechó su “martirologio” por el “affaire” de Banca Catalana para cohesionar y fortalecer su autoridad. En cambio, la imputación de Laura Borràs y la inminente celebración del juicio oral, han debilitado su liderazgo en JxCat, donde ha quedado en franca minoría. Más allá de la solidaridad formal que recibe de los dirigentes de la formación que preside, ya ha quedado claro que JxCat no romperá el gobierno con ERC y que su sobreactuación impostada no merece ningún tipo de credibilidad.

No es lo mismo el discurso que pronunció Jordi Pujol el 30 de mayo del 1984 desde el balcón del Palau de la Generalitat ante miles de enfervorizados seguidores (“El gobierno central ha hecho una jugada indigna. Y a partir de ahora, cuando alguien hable de ética, de moral y de fair play, hablaremos nosotros, no ellos”) que el que hizo el pasado jueves Laura Borràs ante los periodistas, en su despedida del Parlamento, cuando acusó a los miembros de la Mesa del PSC, ERC y CUP de haber “venido vestidos de jueces hipócritas”.

Laura Borràs, la más independentista de los independentistas, ha hecho un daño irreparable al independentismo. La corrupción, siempre la corrupción. Este es el estigma que determina y embarra el movimiento que, desde 1980 hasta nuestros días, entronca al pujolismo con el laurismo, ahora definitivamente residual."                      (Jaume Reixach, eltriangle, 31/07/22)

26/10/21

Jordi Pujol o el deshonor de Cataluña... Pujol no solo supo construir una estrategia de agitación para enfrentarse a la Justicia, sino que consiguió que una mayoría de la Audiencia de Barcelona decidiese no juzgarlo. Esto es ejercer el poder: hacer que los otros hagan aquello que a ti te conviene

 "«Los príncipes son compañeros, si no dueños de las leyes; el poder que la justicia no ha ejercido sobre sus cabezas, es razonable que lo ejerza sobre su reputación y sobre los bienes de sus herederos, -cosas que a menudo preferimos a la vida-.» Michel de Montaigne

Han pasado siete años desde que el expresidente de la Generalitat emitió su mendaz confesión sobre la fortuna oculta en paraísos fiscales, durante más de treinta años, proveniente de un inverosímil legado de su padre, acompañada de un presunto arrepentimiento, demandas de perdón y voluntad de expiación.

Al conocerse la noticia, en 2014, apenas hubo reacciones airadas en Cataluña. La más extemporánea fue el iconoclasta derribo de una estatua que representaba a Pujol encaramado en lo alto de un pedestal, y que en un acto de egolatría propio de los regímenes totalitarios fue inaugurada por el propio representado. Del impacto emocional de la noticia se pasó al silencio y al olvido, como si nada hubiera ocurrido.

Hasta que de forma sigilosa Pujol fue haciendo apariciones públicas. Primero de forma ocasional hasta alcanzar el paroxismo al convertirse en nonagenario. Los exégetas hicieron esfuerzos por desentrañar su personalidad, tal que si fuera un jeroglífico indescifrable. Sobre su obra de gobierno se derramaron los elogios necesarios para convertirla en ingente, aunque Cataluña, comparativamente, hubiese progresado menos que España, Madrid o Barcelona en el mismo plazo de tiempo.

No hay que olvidar que Pujol lograba holgadas victorias gracias a que la mitad de los electores no se sentían impelidos a votar en unos comicios catalanes. Ejercía un poder omnímodo, cuasi por asentimiento, lo que el presidente Tarradellas vaticinó como una «dictadura blanca», con la aquiescencia de la oposición socialista que bendecía sus ensoñaciones identitarias mientras que una élite de la burguesía catalana buscaba refugio en un ‘capitalismo clientelar’ o de ‘amiguetes’ sin precedentes en nuestro país y que dio lugar a una corrupción propia, ‘made in Cataluña’, con reiteradas imputaciones a miembros del gobierno o dirigentes del denominado ‘sector negocios’ de su partido. Amordazó a los medios de comunicación hasta tal punto que -salvo alguna excepción en un semanario irreverente al inicio de su mandato- nunca desvelaron a la opinión pública un caso de corrupción. Ni uno solo.

El definitivo enjuiciamiento de Pujol, de todos sus hijos y de los colaboradores necesarios para la comisión de los delitos que permitieron, según el fiscal, un enriquecimiento de todos ellos aprovechando el cargo de presidente de la Generalitat, ha acelerado su práctica rehabilitación pública. En Cataluña, está hoy más vigente que nunca lo que decía Hanna Arendt: «Lo que define a la verdad factual es que su opuesto no es el error, la ilusión ni la opinión, sino la falsedad deliberada o la mentira».

En el imaginario colectivo se ha implantado un corpus hermenéutico. Hay explicaciones endógenas que hacen de lo sucedido un simple error humano, un borrón sin importancia en la hoja de servicios de Jordi Pujol. Su delito fiscal, no se sabe si «por miedo, por desidia, por ligereza, por debilidad» (según declara en su reciente libro de conversaciones) estaría justificado por su exclusiva dedicación a la misión que tenía encomendada como padre la patria. Se le exonera, también, trasladando la responsabilidad de la corrupción a sus vástagos, alegando un imposible desconocimiento de sus fechorías, así como su autoproclamada incapacidad para ejercer como padre. Tampoco faltan quienes convierten a su esposa, Marta Ferrusola, en una figura shakesperiana, el ‘deus ex machina’ de todo lo sucedido.

La alardeada exigencia ética de líder nacionalista, su inveterada condición de predicador con sus arengas de moralina barata, finalmente le habría jugado una mala pasada, aunque no cese de repetir la letanía de que «No soy un corrupto. No soy un corrupto…», convertida ya en un sonsonete, ni deje de compararse con Helmut Kohl, el canciller que logró la reunificación de Alemania pero que cayó en desgracia por un caso también de corrupción. A pesar de su inusitado interés por pasar a la Historia, incluso su propio cuñado Francesc Cabana ya ha sentenciado que «La Historia no absolverá a Jordi Pujol».

Por si todo ello no bastara siempre se puede recurrir al malvado ‘Estado español’. El origen sería la famosa entrevista televisiva que le hizo Jordi Évole en 2012, en que Pujol se declaraba partidario de la independencia en un hipotético referéndum de autodeterminación. Sería, a fin cuentas, una maniobra del Gobierno del Partido Popular para tratar de frenar, a través de una mala praxis policial, el llamado ‘procés’ independentista. De ahí el ‘pantallazo’ de sus cuentas en Andorra, y el convencimiento general en Cataluña de que no podrán demostrarse las acusaciones allí vertidas a causa de los años transcurridos y de que al final la cosa acabará en nada, o casi nada como ya ocurrió con Banca Catalana.

Es un precedente nada desdeñable. La respuesta del nacionalismo al enjuiciamiento de Pujol fue una demostración de fuerza ante la aún débil democracia española, tras el fallido golpe de estado del 23-F. La inhibición como inculpado de Pujol, tras sus bravatas de que «a partir de ahora de ética solo hablaremos nosotros» proclamadas desde el balcón de la Generalitat ante una multitud enfervorecida, le concedió un régimen de absoluta impunidad con la condescendencia de los sucesivos gobiernos de España, hasta el punto de convertirse en un auténtico virrey de Cataluña, tal como reza el título de una hagiografía.

También lo es para los actuales líderes del independentismo, como escribe recientemente el politólogo Albert Aixalà en la revista de pensamiento en catalán, ‘Política & Prosa’: «Pujol no solo supo construir una estrategia de agitación para enfrentarse a la Justicia, sino que consiguió que una mayoría de la Audiencia de Barcelona decidiese no juzgarlo. Esto es ejercer el poder: hacer que los otros hagan aquello que tú quieres, aquello que a ti te conviene. No solo los tuyos sino también los demás».

El día que finalmente se inicie la vista oral no serán solo Pujol, sus hijos y el resto de los implicados quienes se sienten en el banquillo de los acusados, sino que también lo hará Cataluña, aquella que Pujol moldeó a su antojo y semejanza y que nos ha llevado hasta la actual situación de ruina económica y fractura social, al colapso total."                     

(Manuel Trallero es escritor y periodista. Revista de prensa, 18/06/21; fuente: ABC, 18/06/21)

29/7/21

La familia Pujol como organización criminal... Jordi Pujol creó en Catalunya un Estado clientelar-patrimonial en el que lo público se confundía con lo privado. En el centro se encontraba su clan. Alrededor de éste se fueron formando una serie de círculos concéntricos... unas tres mil personas dependían directamente de la "organización" para subsistir

 "Un juez instructor acusó hace un año a la familia Pujol de ser una organización criminal y el pasado abril la Audiencia Nacional desestimó el recurso interpuesto por el clan contra esa y otras imputaciones. Todos los Pujol están procesados menos Marta Ferrusola, exonerada por razones de salud mental.

Con el recurso, el clan quería hacer recaer toda la responsabilidad en Jordi Pujol (jr.), a quien parece irremediable que condenen. Pero la Audiencia Nacional reitera que todos los miembros de la familia se lucraron. Sostiene asimismo que actuaron de manera coordinada entre sí, abriendo y cerrando cuentas de forma sincronizada o transfiriendo fondos entre las mismas. Crearon, además, sociedades offshore para ocultar los fondos y blanquearlos después. En el auto del juez instructor constan las "fundaciones instrumentales de nacionalidad panameña" de las que son beneficiarios cinco de los hermanos y Marta Ferrusola. El 16 de junio el Juzgado Central de Instrucción resolvió abrir juicio oral al expresidente de la Generalitat y sus siete hijos.

Estoy habituado a que una organización mafiosa se denomine "familia" desde que vi "El Padrino". Pero es la primera vez que me entero de que a una familia se la considere (jurídicamente) una "organización criminal" (lo que no significa que no haya ocurrido antes).      

Pujol creó en Catalunya un Estado clientelar-patrimonial en el que lo público se confundía con lo privado. En el centro se encontraba su clan. Alrededor de éste se fueron formando una serie de círculos concéntricos. Según algunos cálculos unas tres mil personas dependían directamente de la "organización" para subsistir en su día a día.  Sus cargos, empleos, subvenciones, negocios, o concesiones, estaban en manos de la familia Pujol-Ferrusola. Se formó también otro círculo más amplio, cuyas dimensiones no se conocen, integrado por las personas que realizaban ocasionalmente "negocios" con alguno de los miembros del clan o recibían favores puntuales de ellos.

El poder del estado catalán fue manejado como si fuera un patrimonio privado. Y a la inversa: la actividad empresarial privada fue tratada como si fuera un asunto público durante el proceso por el caso Banca Catalana. Pujol convirtió el intento de encausarle en un ataque contra Catalunya.

El periodista Alfons Quintà fue quien hizo saltar el escándalo de Banca Catalana a la luz pública. Publicó en El País un artículo muy documentado del que fue coautor. Tenía una segunda parte preparada, pero ésta fue vetada por Juan Luis Cebrián, director por entonces del periódico, tras recibir una llamada del gobernador del Banco de España, Mariano Rubio. Cebrián le mandó a éste una copia del texto que tenía sobre su mesa. También se la hizo llegar a Francesc Cabana, secretario del consejo de administración de Banca Catalana y cuñado de Jordi Pujol. Les dijo que no lo publicaría de momento.

 Todo eso se cuenta en "El hijo del chófer", una biografía psicoanalizada (no novelada) de Alfons Quintà, escrita por Jordi Amat. El autor presenta al periodista como un individuo muy perturbado, marcado por el abandono de su padre. De ahí nacería su resentimiento contra todas las demás personas que le dejaron en la estacada a lo largo de su vida. Tenía clavada con chinchetas una tarjeta de cada una de ellas en la pared de su estudio. Una de las personas asaeteadas era Jordi Pujol. Le odiaba por la cancelación del proyecto de la Enciclopedia Catalana en 1971. En ese momento lo estaba financiando Banca Catalana y se había convertido en una empresa ruinosa. Todos los redactores de entradas de la enciclopedia fueron despedidos, entre ellos Quintà.

También cuenta que tiempo después de la publicación del artículo sobre Banca Catalana, en abril de 1982, Cebrián y Polanco decidieron apear a Alfons Quintà del proyecto de crear una edición catalana de El País. Le traspasaron el encargo a Antonio Franco, entonces director de El Periódico de Catalunya, quien tuvo que darle la noticia a Quintà. Esa misma noche Pujol llamó por teléfono al periodista para fijar un encuentro. En la reunión le insinuó que estaba pensando en él para el proyecto de crear una radiotelevisión pública catalana. Se dio un quid pro quo, que en ningún momento se explicitó, pues ambos conocían los arcanos de la política: tenía que dejar de escribir sobre Banca Catalana. Poco tiempo después, Pujol le encargó formalmente que montara la televisión pública catalana, tv3, haciendo bueno el dicho “mantén cerca a tus amigos, pero aún más a tus enemigos”. Un ejemplo paradigmático del tipo de cooptación clientelar que practicaba el President.

Los hechos por los que se encausa ahora a la familia Pujol-Ferrusola por constituir una "organización criminal" constituyen una secuencia que se inicia en 1990.

De acuerdo con el auto de procesamiento, ese año Jordi Pujol Ferrusola empezó a ingresar flujos de dinero de origen presuntamente ilegal en una cuenta de Andorra. Luego repartía esos fondos entre las diferentes cuentas de la familia. Las imposiciones se realizaban mayormente en efectivo para no dejar rastro. Estamos hablando de ingresos que oscilan entre uno y 175 millones de pesetas. Posteriormente se crearon sociedades offshore para ocultar los fondos. En el auto se identifican varias fundaciones panameñas de las que eran beneficiarios cinco de los hijos de Jordi Pujol y Marta Ferrusola. Finalmente se realizaban operaciones de blanqueo para "aflorar" esos capitales. Como ya se ha señalado, el juez consideró a todos los miembros de la familia participantes activos de la trama. Por eso acusa a la familia de constituir una organización criminal.

Jordi Pujol Soley no aparece como titular de ninguna de las cuentas en el principado, pero el auto afirma que:

"Jordi PUJOL SOLEY dispuso de un contrato bancario en la entidad ANDBANK. (…) En esta cuenta corriente figura como titular con carácter formal Jordi PUJOL FERRUSOLA. Existe documentación (…), que revela que los saldos depositados en la misma serían propiedad de Jordi PUJOL SOLEY, ejerciendo su hijo Jordi PUJOL FERRUSOLA exclusivamente de fiduciario, razón por la que formalmente consta como titular" (p.74).

Varios medios de comunicación se han preguntado por qué la familia Pujol-Ferrusola montó ese tinglado y por qué lo hizo en ese momento precisamente. Se suele sostener que el propósito era la conservación del estatus económico y social del clan una vez que Pujol abandonara la presidencia, aunque algunas voces de la "opinión publicada" han elaborado variables de esta explicación que son auténticas tonterías. Era un momento de pugna en Convergència entre los partidarios de Roca y los de Pujol, por lo que el liderazgo del President estaba siendo puesto en cuestión. Pero hay que señalar también que Jordi Pujol no se arruinó con la quiebra de Banca Catalana -como ocurrió con otros accionistas y muchos clientes-. Ocultó sus acciones y las vendió posteriormente a la entidad que adquirió "su" banco.

El "¡enriqueceos!" de Carlos Solchaga expresaba el Zeitgeist o espíritu de la época. Eran los tiempos en que triunfaban gentes como Javier de la Rosa, o Mario Conde. Jordi Pujol Ferrusola ensayó la vía del "pelotazo" asociándose con Lluis Prenafeta y Artur Mas, pero parece que no tenía madera de tiburón de las finanzas, razón por la que presuntamente puso en marcha una vía alternativa para cumplir con el mandato del inefable ministro "socialista".

Pero más allá de las coyunturas y la integridad (o falta de ella) de personas y familias, la corrupción se ha convertido en algo inherente al modo de funcionamiento actual de las instituciones públicas. Eso no exime de responsabilidades jurídicas y morales ni a los corrompidos ni a los corruptores, pero exige indagar cuáles son los factores que convierten la corrupción en algo sistémico si se quiere combatirla con éxito.  Una de las causas está relacionada con la financiación de los partidos políticos, que necesitan cantidades crecientes de dinero para sufragar las campañas electorales y sus aparatos. El margen de discrecionalidad de que disponen los poderes públicos es otro de los factores, especialmente cuando sus decisiones tienen una gran trascendencia económica. Dos ámbitos son especialmente relevantes a este respecto y aparecen asociados a la mayoría de los casos de corrupción: el urbanismo y la contratación administrativa.

No es nada nuevo. Lo que sucede ahora es que múltiples prácticas que antes hubieran sido consideradas corruptas se encuentran legitimadas bajo el manto de la llamada "gobernanza". Parafraseando una frase que dijo Obama a propósito de los "Papeles de Panamá": muchas veces el problema es que lo que hacen es legal."               (José A. Estévez Araujo, Mientras Tanto, 30/06/21)

3/6/21

Unas pinceladas económicas sobre los Pujol: una moderada aproximación a la “organización criminal”. El reconocimiento de su conducta delictiva durante 34 años puso al descubierto un fraude tan continuado y de tan enormes proporciones, solo posible por la permisividad, cuando no la complicidad, de las autoridades tributarias de España. Lo que genera, pese al tiempo transcurrido, muy graves y preocupantes interrogantes

 "La decisión adoptada por la Audiencia Nacional contra la familia Pujol merece ciertos apuntes que ilustran y fundamentan mejor los gravísimos delitos que se le atribuyen.

En 1993, cuando ya llevaba 13 años defraudando al fisco, en ocasión de una visita a Santa Coloma de Gramenet, unos manifestantes reivindicaban sus derechos ante la presión fiscal, lo que motivó que se dirigiera a ellos diciéndoles que valorasen “las virtudes cívicas de los impuestos”. Sorprendente e indignante.

En 2015, durante la celebración de la Comisión del Parlament sobre la Corrupción y el Fraude Fiscal, se constató una “descripción desvergonzada de dicho enriquecimiento (el de sus hijos) a través de numerosos indicios, como precios desorbitados, contratos públicos sin previo concurso a empresas del entorno familiar y social, facturaciones sin justificación, presunto tráfico de influencias…”. Unas conductas que conducían a varias conclusiones, como que “la corrupción frena el desarrollo social y económico y aumenta la pobreza a causa del desvío de las inversiones que debían destinarse a esos objetivos”.

 El reconocimiento de su conducta delictiva durante 34 años en julio de 2014 puso al descubierto que un fraude tan continuado y de tan enormes proporciones, cometido por una persona de tan elevada relevancia pública y política —sobre todo a partir de 1990, cuando el Estado firma el tratado denominado GAFI, contra el fraude fiscal— solo fue posible por la permisividad, cuando no la complicidad, de las autoridades tributarias de España. Lo que genera, pese al tiempo transcurrido, muy graves y preocupantes interrogantes.

Durante el año 2000, Jordi Pujol Ferrusola (JPF) abrió una cuenta en la Banca Reig de Andorra. Cuando el juzgado de instrucción reclama información sobre dicha cuenta, por un importe de 307 millones de pesetas, resulta que el titular de la misma era Jordi Pujol padre, según resultaba de un manuscrito firmado por este. A continuación, el juzgado afirma: “Se desconoce el origen de tales fondos”. A lo largo del auto que describe esta operación, el juez hace constar “la fortuna amasada a lo largo de los años por los miembros de la familia de Pujol Ferrusola…”.

 

El 7 de julio de 2014, Marta Ferrusola y sus hijos Marta, Pere y Mireia abonan o, mejor, “regularizan” las deudas tributarias que habían generado, todas “superiores al umbral típico de los 120.000 euros que establece el artículo 305 del Código Penal”. Es decir, habían cometido los correspondientes delitos fiscales por un total de 3.144.381 euros. En la resolución que recoge esta operación no consta ninguna referencia al origen de estos fondos. La deuda tributaria mayor correspondía a Mireia Pujol, superior al millón de euros.

Toda la trama económica de la familia Pujol, que va conociéndose, da lugar a un editorial de EL PAÍS, del 2 de enero de 2016, Familia o mafia, con el siguiente subtítulo: “Ninguna de las actuaciones financieras de los Pujol tuvo respaldo legal”, añadiendo que los hechos descubiertos son “políticamente demoledores”.

En el auto de prisión incondicional de JPF, de 25 de abril de 2017, se hace referencia, además de otras múltiples actuaciones financieras, a que determinadas sociedades gestionadas por él tenían como “única utilización canalizar capitales de presunto origen criminal para realizar inversiones y gastos en España y en el extranjero”, citando México como uno de los destinos y valorando que “el importe mínimo del capital que Jordi Pujol Ferrusola mantendría fuera de España asciende a unos 30 millones de euros”. Esta prisión se mantiene hasta el 30 de junio de dicho año, en que el Tribunal acuerda su libertad bajo fianza de tres millones de euros, que evidentemente abonó. Una resolución que ya describe una parte importante de la “organización criminal” que, ahora, ha fundamentado la decisión de impulsar definitivamente el proceso hacia el juicio oral.

Basta con reseñar uno de los párrafos mas significativos: “A lo que se añade el mantenimiento de entramados societarios diseñados con la específica finalidad de blanquear capitales fuera de España y repatriarlos, así como distintos testaferros o fiduciarios que le habrían permitido disponer de cuentas corrientes en otras jurisdicciones (México, Andorra, Estados Unidos, Paraguay, Argentina, Panamá).

Lo descrito es una moderada aproximación a la “organización criminal” con que la familia es definida penalmente."                

 (Carlos Jiménez Villarejo es miembro de Federalistes d’Esquerres, El País, 30/04/21)

29/4/21

¿Cuándo se jodió Catalunya? Las cosas empezaron a torcerse el 30 de mayo de 1984, cuando una multitud enfervorizada acompañó a Jordi Pujol desde el Parlament hasta la plaza de Sant Jaume, al grito de ‘som una nació’... todo quedó envuelto en la misma bandera. Las legítimas aspiraciones de Catalunya y lo demás. La patria, el partido y la familia de Jordi Pujol

 "¿Cuándo se jodió Catalunya? Muchos se hacen esta pregunta, emulando aquel personaje de ficción de Vargas Llosa que se planteó, hace medio siglo, en qué momento se había jodido el Perú. Muchas son las respuestas, dominadas, unas, por el hastío, y otras por el relato dominante.  

Hay quien considera que a Catalunya se le torció el futuro el 28 de junio del 2010, cuando el Tribunal Constitucional anuló 14 artículos de un Estatut aprobado por las Cortes y por el Parlament, y refrendado. 

Sin quitarle importancia a aquellos polvos que trajeron muchos lodos, no creo que sea la respuesta correcta. Hay quien fija el inicio del estropicio el 6 y 7 de septiembre del 2017, cuando los diputados de la cámara catalana decidieron que la patria, su patria, justificaba quebrantar la ley. Fue un día aciago para la democracia, pero no hacia más que llover sobre mojado. 

Y los cien años de cárcel que les cayeron a los líderes del procés constituyeron el último disparate de una calamidad que viene de lejos. ¿Como hemos llegado hasta aquí? ¿Cuándo se desencadenó semejante torbellino político, judicial y emocional?

El último libro de Jordi Amat aporta una respuesta. En Catalunya, las cosas empezaron a torcerse el 30 de mayo de 1984, cuando una multitud enfervorizada acompañó a Jordi Pujol desde el Parlament hasta la plaza de Sant Jaume, al grito de ‘som una nació’. Vitoreaban a un Pujol recién reelegido presidente de la Generalitat y comprometido en el gravísimo quebranto financiero de Banca Catalana. Las dos cosas.

Nada revela tanto la trascendencia de aquel acontecimiento como una pancarta que exhibían los manifestantes, con tres fechas: 1714, 1939, 1984. Felipe V, Franco y Felipe González. Todos ellos enemigos. Por bombardear Barcelona, por intentar erradicar la lengua y la personalidad de Catalunya, por no impedir –inicialmente– que los fiscales empapelaran a Pujol. No son actuaciones equiparables, pero ¿qué más da? A partir de entonces, la 'senyera' (más tarde la' estelada') servirían para justificar cualquier delito.  

La deplorable gestión de banca catalana, el 3% con el que se financiaron campañas electorales exitosas, o el desvarío jurídico del 'procés'. Los atropellos políticos cocinados en Madrid justificaron la deriva. La Loapa, con la que Catalunya pagaba los platos rotos del 23-F y, más tarde, el cepillado del Estatut. Poco a poco, todo quedó envuelto en la misma bandera. Las legítimas aspiraciones de Catalunya y lo demás. La patria, el partido y la familia de Jordi Pujol.

Una parte sustancial de la sociedad catalana respaldó a partir de entonces aquel relato victimista y ya no distinguió entre la defensa de los intereses de Catalunya y el respaldo a quienes corrompían la política y la gestión. Pujol acababa de ganar las elecciones autonómicas por mayoría absoluta y seguiría en el poder casi veinte años más. Votado por una mayoría y jaleado por muchos, dentro y fuera de Catalunya, desde el segundo González hasta el primer José María Azar, pasando por el diario 'Abc' que le hizo ‘español del año’ en 1985.

Así empezó un deterioro que quedó ofuscado por los buenos resultados que supuso para Catalunya y por la estabilidad que brindó a la política española, pero que constituyó el pecado original de nuestra historia reciente. Una suerte de tara moral sin la que es imposible entender cómo un psicópata como el del libro de Amat pudo medrar en lo más alto del poder. 

Sin este ejercicio de patrimonialización del Catalunya –que volvió a aflorar en las conversaciones entre David Madí y Pilar Rahola reveladas recientemente– un monstruo como Alfons Quintà nunca hubiese dirigido TV-3, un arribista de las finanzas como Javier de la Rosa nunca hubiese alcanzado categoría de banquero del régimen, y los hijos de Jordi Pujol no se hubiesen enriquecido con tanta impunidad.

La jugada

Politizando el caso de Banca Catalana y denunciando una ‘jugada indigna’ desde el balcón de la Generalitat, Pujol mató dos pájaros de un tiro. Salió indemne de la imputación –con la ayuda de Lluís Prenafeta y Joan Piqué Vidal, dos cómplices del episodio–, y acoquinó al mundo empresarial, a los jueces, a los medios de comunicación, al poder y a la Corona. 

Nos deslumbró a muchos por su capacidad de pensar grande en un país aquejado de enanismo político y consiguió que todo, fuera de su mundo, fuera un erial. Impuso una lógica binaria que echó al infierno a quienes pensaban de otro modo. Conmigo o con los enemigos de Catalunya. Una dicotomía tan falsa como eficaz, cuya primera piedra se colocó el 30 de mayo de 1984. El día en el que empezó a joderse Catalunya. "                (Andreu claret, El Periódico. 22/11/20)

23/4/21

La 'organización criminal' de los Pujol

 "Los autos dictados por la Audiencia Nacional (AN) sobre la “trama” de los Pujol, tras la fase instructora del proceso, tienen, por sí mismos, una evidente trascendencia.

 Particularmente, porque abren la puerta a la fase acusatoria y al juicio oral contra el primer expresidente de la Generalitat de la democracia, su esposa e hijos, incluida la excónyuge de Jordi, Mercè Gironés; con la excepción de Oriol, ya condenado por delitos de corrupción. Representan una terrible carga, no solo contra dicha familia, sino contra el nacionalismo y el propio independentismo, ya en franco estado decadente.

 Es un proceso que tiene unos orígenes evidentes. El expresident fue uno de los principales responsables de la quiebra de Banca Catalana --ninguneada por un tribunal plegado al poder--, lo que obligó al Estado a desembolsar fondos públicos por importe de 125.000 millones de las antiguas pesetas para afrontar el desequilibrio provocado por la pésima y punible gestión de Pujol y demás consejeros.

A partir de 1980, el ahora principal responsable, mientras ejerció la Presidencia de la Generalitat y hasta 2014, estuvo defraudando a la Hacienda Pública, con la evidente permisividad de todos los Gobiernos del Estado, y su correlativo enriquecimiento, de enormes proporciones, constituyendo un fondo que, también, fue aprovechado por sus hijos.

A partir de ahí, el expresident, conjuntamente con su esposa, promovió y apoyó la actividad económica de aquéllos. Es el objeto del proceso en curso. Por delitos muy graves, especialmente, el deorganización criminal, en cuanto se les atribuye, provisionalmente, una actuación concertada y coordinada de padres e hijos para la obtención ilícita de fondos y la posterior distribución y ocultación de los mismos en cuentas corrientes de entidades radicadas en paraísos fiscales, lo que, obviamente, ha dificultado su localización: además de los delitos de fraude fiscal, blanqueo de capitales y falsedad documental.

 Son conductas criminales que, como no podía ser de otra manera, conectan con conductas corruptas, que la Audiencia Nacional no precisa, pero sugiere con evidente claridad: ”rendimientos económicos, que la resolución conecta con la influencia de miembros de la familia para orientar ciertas resoluciones de la Administración autonómica catalana, rendimientos que a su vez, fueron objeto de operaciones de transformación y a movimientos de diversa índole, con la finalidad de ocultar su procedencia ilícita”. Suponemos que el escrito de acusación precisará el verdadero alcance de esta trama, tan compleja como ilícita.

 En el ámbito de los delitos contra la Hacienda Pública, cobra una singular relevancia el atribuido al imputado Josep, como titular de la cuenta AN7807 de la entidad BPA, de Andorra, en la que figura, a 8 de febrero de 2010, un ingreso de 800.000 euros.

En este contexto delictivo, puede y debe situarse la intensa actuación societaria de los hijos Jordi, Josep y Oleguer, además de Mercè Gironés. Desde 1990 a 2012, crearon o participaron, como administradores, en 21 sociedades, anónimas o limitadas, según debe constar en la causa penal, con finalidades muy diversas. Así consta, además, en los Registros Mercantiles de Barcelona, Tarragona, Madrid, Bilbao, Las Palmas y Melilla.

 Es una muestra de la amplitud territorial de su ilícita actividad económica, además de su relación con sociedades extranjeras, lo que otorga fundamento al razonamiento de la AN. Así, entre otros supuestos, debe saberse la razón por la que el imputado Oleguer fue designado administrador de tres sociedades constituidas en Las Palmas por la sociedad holandesa Drago Mediterranean Holding Cooperatieef U.A. o de otra, constituida en Melilla, Tres Forcas Capital S.A., por la sociedad Pavane Investments S.A, de Luxemburgo.

 Pero es igualmente significativa la intensa actividad societaria del imputado Jordi, que crea o administra 13 sociedades, entre las que destaca, por su relevancia en la actividad presuntamente punible, Hot Line Computer SL, constituida con Mercè Gironés en 1990, con un capital social de 55.000.000 pesetas, Inter Rosario Port Services S.A., constituida en 2001, de la que posteriormente es nombrada administradora Mercè Gironés, quien también lo es de las sociedades Iniciatives Marketing i Inversions SL, constituida en 1993, y Project Marketing Cat SL, constituida en 2001. Pero concurre en su imputación un motivo especialmente grave. El auto recurrido “menciona numerosos ejemplos de contratos de prestación de servicios inexistentes… que servían de instrumento para ocultar flujos de fondos de procedencia ilícita”.

Respecto a Mercè Gironés, hay que destacar su intensa participación en los referidos hechos delictivos mientras mantiene su relación personal con Jordi. En todo caso, es ella la que crea la sociedad Irigem 2012 el 6 de diciembre de dicho año con un capital  inicial de 3.010 euros. Pero, posteriormente, lleva a cabo ampliaciones de capital hasta alcanzar la suma de 7.652.425 euros. 

El mejor conocimiento de la causa permitirá saber el origen de dichos fondos. Pese a que el tribunal excluye su responsabilidad penal por dos delitos fiscales, es lo cierto que mantiene la continuidad del proceso contra la misma porque subsisten contra ella “indicios de (su) participación” en todos los demás delitos tipificados y perseguidos en el mismo.

El camino hacia el juicio oral está abierto. Estamos ante un proceso crucial y determinante del futuro político de Cataluña."                    (Carlos Jiménez Villarejo ,  Crónica Global, 22/04/21)

2/3/21

Explicando el crimen de Quintà podemos explicar cosas sobre cómo ha funcionado Cataluña durante los últimos cuarenta años.

 "La última biografía que ha escrito el historiador Jordi Amat ha tenido un impacto enorme en los medios de comunicación y en los pasillos de la política catalana. Se titula «El hijo del chófer. Los hilos secretos del poder: ascenso y caída de Alfons Quintà». 

Nos da a conocer la trayectoria personal y profesional de quien fue el primer director de TV3 y que se suicidó después de asesinar a su mujer. Es su historia pero también la de la Catalunya de los últimos tiempos. Leer el libro de Jordi Amat ayuda a entenderla un poco mejor. (...) 

La gracia y la desgracia de Quintà es que es un personaje tan extravagante que es a través de su extravagancia que podemos ver y asumir cosas que, de otro modo, no nos creeríamos. Su peripecia tiene interés pero es, precisamente, que él era como era lo que hace creíble una parte oscura que si nos lo explicasen de una persona normal no nos lo creeríamos. Además, aquí estamos hablando de gente que tiene una voluntad de poder y una capacidad de conquista de poder efectiva. 

En Catalunya llevamos diez años que lo único que hacemos es derrochar el poco poder que teníamos. En cambio, aquí son gente hablando de temas serios, construyendo medios de comunicación serios o hablando de crisis de bancos mientras que ahora llevamos muchos años hablando de nuestras tristes miserias. Hay también hay una nostalgia de aquella potencia. (...)

Hay una lectura política del libro en función de cada medio. Para mí la lectura más interesante es la de los seniors que dicen «como pudimos permitir que eso pasara» o «como no éramos conscientes de que eso pasaba».  (...)

Para muchos periodistas que trabajaron a las órdenes de Alfons Quintà, hablar ahora ¿ha sido una especie de liberación?

Si reconoces el nivel de autoritarismo, despotismo, acoso de Quintà, si lo aceptas, implica que transigiste con él. Por los motivos que fuese y la mayoría de motivos me parecen muy humanos y, en ningún caso, tendría la osadía de decir que yo no habría transigido. Si tu trayectoria profesional y tu sueldo dependen de una persona que ves que tiene comportamientos impropios y sabes que hacérselo ver o denunciarlo pone en peligro tu trabajo, me parece bastante comprensible que no lo hagas.

 Una de las conversaciones más interesantes que he tenido después de publicar el libro fue con Ferran Toutain. Me dijo que no lo había leído pero que creía que debería haber hablado con él. Tenía razón. Lo degradó profesionalmente y le amenazó de muerte cuando defendió de una manera honesta a una compañera de trabajo.

 Toutain me explicó que el director de la Corporación le dijo que tenía razón pero que no podía garantizar su integridad física y le propuso irse a Catalunya Radio conservándole le la antigüedad. Josep Maria Ureta publicó un artículo muy interesante en el blog Paios-catalans de Andreu Farràs donde cita un texto de Ángel Casas que había salido en el mismo bloc en el que venía a decir que «sabíamos que este personaje era así y no hicimos nada y el final que ha tenido no nos puede sorprender». Para Ureta, su texto es una especie de reparación «por lo que no hicimos». (...)

 Ha dicho que escribir este libro no lo ha hecho mejor persona. ¿Ha sufrido o ha disfrutado escribiéndolo?

Me he divertido y he sufrido. He sufrido porque hay gente que tiene traumas con Quintà y una de las formas de gestionar los traumas es olvidar los episodios que los han provocado. Encontrárselos impresos les ha hecho revivir el dolor, fundamentalmente a la familia de la última mujer de Quintà. A estas personas les estaba haciendo daño a conciencia de que les estaba haciendo daño. Y eso no te hace mejor persona. 

La coartada, la justificación que me he construido para mí mismo es que sin el crimen no explicaríamos a Quintà pero explicando el crimen podemos explicar cosas que de otra manera no las habríamos visto sobre cómo ha funcionado nuestro país durante los últimos cuarenta años.

¿Da por resuelta la incógnita sobre por qué fichó Jordi Pujol a Alfons Quintà como primer director de TV3 pese a que había sido uno de los principales responsables de las informaciones sobre la crisis de Banca Catalana?

El Pujol de 1982,el que le encarga la dirección de TV3, no era alguien a quien se pudiera chantajear. Y después, en su deriva final enfermizamente antiPujol, si hubiera tenido una información comprometedora se me hace muy difícil pensar que no la hubiera divulgado. En el libro de ‘Banca catalana, más que una crisis’ ya se dice de forma convincente que no hay una aportación sustancial de información a partir de un momento determinado de la campaña que él hace sobre el banco. 

Recuerdo una entrevista a Tatxo Benet, que me dijo que lo había estado pensando muchos años, que había hablado con mucha gente, y que había concluido que no hubo chantaje. También tuve una conversación muy precisa con Antonio Franco, que tenía muy clara la cronología de cuando lo nombran responsable de la redacción de El País en Barcelona, ​​cuando le dice a Quintà que no será él y cuando es nombrado director de TV3. Esto me hace muy plausible que el motivo fundamental por el que Pujol lo coopta y lo neutraliza es porque interpreta muy bien el momento de despecho de Quintà hacia El País.

 Quién lo puede explicar bien es Pujol. ¿Ha hablado con él?

He hablado con él bastantes veces en mi vida. La última vez fue en el mes de mayo, cuando me llamó para agradecerme un artículo que había escrito sobre los Hechos del Palau de 1960. Fue en esta conversación cuando le hice dos o tres preguntas sobre Quintà. Le pregunté explícitamente si le había chantajeado y me dijo que no. Me dijo que la televisión había ido muy bien gracias a él. «Ya ve como terminó, Amat: de mala manera», dijo.

La TV3 de hoy ¿qué tiene que ver con la que puso en marcha Alfons Quintà en 1984?

Hay una diferencia muy importante y es que, objetivamente, puede hacer menos periodismo porque tiene menos presupuesto. El coste de estructura de la televisión es tan enorme que muchas de las cosas que podía hacer la primera TV3, porque era una estructura joven, no burocratizada, ahora no las puede hacer. Parece una paradoja porque una institución consolidada puede actuar mejor, pero mi sensación es que no tiene la ductilidad ni la ambición de ser la mejor que tenían los primeros equipos de TV3. No me gusta esta idea de decir que TV3 adoctrina. 

Es una pieza muy importante de la democracia en Catalunya y lo que hace, y Quintà no es un actor secundario, es proponer a la ciudadanía una comprensión del mundo en clave estrictamente nacional, una comprensión que, por la calidad, puede incorporar a gente que nacionalmente no se siente identificada con el proyecto que propone. Y ahora esto ya no ocurre. Esta es la diferencia que me parece sustancial. 

Aquella televisión podía sumar espectadores porque era claramente superior a la competencia -había poca- y porque un espectador castellanohablante de identidad nacional española encontraba la mejor de las televisiones que tenía a su disposición. En los últimos años, no sé desde cuándo y el procés lo acentúa, lo que ha pasado es que este espectador que se había incorporado históricamente a una televisión de calidad, ahora ya no lo haría. La lengua no es el problema. El problema es el marco de comprensión de la realidad que propone.

 Hace dos años y medio, le entrevistábamos en Cataluña Plural para hablar de la política catalana y afirmaba que TV3 y Catalunya Ràdio no adoctrinaban. Los comités de empresa y profesionales de TV3 y Catalunya Ràdio han pedido que no se usen estos medios como «armas arrojadizas» durante la campaña electoral. ¿Se acusa injustamente de sectarios a estos medios?

El éxito de la primera TV3, que es fundamental para la consolidación del pujolismo, es que el catalán medio se siente claramente identificado y orgulloso de la imagen que proyecta aquella televisión. Esto significa poder mirar Dallas, un partido de fútbol o un striptease en el Ángel Casas Show. «Somos modernos porque tenemos esta televisión». Y esto es fundamental para la solidificación de la hegemonía del pujolismo.

 Nadie tiene la fuerza suficiente para competir con eso. Ahora, un espectador no favorable al independentismo difícilmente se sentirá reflejado por la imagen que la televisión proyecta de cómo es el país. En este sentido, no sé si es un arma arrojadiza o no. Si lo es, no es entre los diferentes bloques que hay en el país sino por la pugna que tienen los diferentes partidos independentistas entre ellos. El espectador que queda fuera del bloque independentista siente mayoritariamente TV3 como un producto ajeno.

Visto con la distancia del tiempo, sorprende el impacto espectacular que tuvo la emisión en catalán de la serie Dallas. Parecía una gran revolución

Era el valor de la novedad. Es una serie de éxito que Televisión Española deja de emitir por motivos morales y que una nueva televisión autonómica hace un punch para quedarse los derechos, diciendo que no tiene estos reparos y, además, la emite en catalán. Es un acto de afirmación simbólica inteligentísimo. «A ti, espectador castellanohablante que la has tenido que dejar de ver porque te lo impiden los mojigatos que dirigen TVE, te la dejamos ver, pero te la hacemos ver en catalán». Y esta persona la ve.

¿Hay Quintàs aún al frente de algún medio de comunicación en Catalunya o es una figura irrepetible?

Creo que no. Hay periodistas que quieren tener poder en los medios para ser influyentes en la política. Aún quedan de éstos pero cada vez son menos influyentes y este poder lo quieren ahora, en todo caso, para financiar su empresa, porque si no es a través de las subvenciones públicas no la pueden financiar. En el caso de Quintà, la influencia no es el motor de su ambición de poder, sino que, en parte, es el dinero, pero fundamentalmente es el poder de poder maltratar a la gente y que nadie te diga nada. Y eso yo, que soy un colaborador que envía artículos a los periódicos, que no trabajo en ningún medio de comunicación, no lo he visto nunca. (...)

Y en Catalunya ¿qué acabará imponiéndose? El seny o la rauxa?

La deriva política del procés es un episodio más de esta rauxa antipolítica que no es de ahora, sino que me parece que es constitutiva de la historia de la política en Catalunya y que revela esta incapacidad por el estado y por el poder de muchos de los líderes políticos catalanes. Estamos atrapados en una etapa de duelo institucional y mientras gobiernen en coalición las dos fuerzas independentistas no saldremos de ahí. Los ciudadanos ya decidiremos con nuestro voto qué queremos, pero mientras no sean capaces de cogobernar fuerzas de los dos bloques opuestos el país vivirá un bloqueo."             (Entrevista a Jordi Amat, Sicu Baiges, Catalunya Plural, 28/12/20)

18/1/21

Cataluña: espejo del trumpismo... cuando como protesta por la investigación judicial contra Jordi Pujol por el caso Banca Catalana, decenas de manifestantes irrumpieron en la cámara catalana y algunos de ellos agredieron al dirigente socialista Raimon Obiols al grito de "matadlo, matadlo"... Al independentismo le molesta verse en el espejo del trumpismo, pero a ambos movimientos no les ha importado romper la sociedad en dos mitades

 "(...) Lo vivido en Washington ha suscitado en todas partes reacciones en defensa de la democracia y el Estado de derecho. España no ha sido ajena a ese impacto y se han hecho todo tipo de comparaciones que, como siempre, suelen ser odiosas, pues nada es igual aunque se asemeje bastante. Es cierto que el único partido que ha simpatizado abiertamente con Trump es Vox, pero también que el populismo ya existía antes de su versión trumpista y que los nacionalistas en nuestro país han sido sus maestros.

Recordemos que si en algún lugar el populismo ha ido hasta las últimas consecuencias ha sido en Cataluña. Todo empezó en 1984 cuando como protesta por la investigación judicial contra Jordi Pujol por el caso Banca Catalana, Convergència promovió un cortejo popular de apoyo a su líder desde el Parlament hasta la plaza de Sant Jaume. Decenas de manifestantes irrumpieron en la cámara catalana y algunos de ellos agredieron al dirigente socialista Raimon Obiols al grito de "matadlo, matadlo". 

Esa tarde, desde el balcón del Palau de la Generalitat, Pujol pronunció un discurso que marcaría la política catalana durante las siguientes décadas: "Sí, somos una nación, somos un pueblo y con un pueblo no se juega. A partir de ahora, cuando alguien hable de ética y de moral, hablaremos nosotros, no ellos". Ese fue el preciso momento en que, emulando al Perú de Vargas Llosa, "se jodió Cataluña" y nació un régimen de lealtad y silencio sin el cual el reciente procés no hubiera sido posible.

 El relato victimista se alimentó cada día durante años y la patria sirvió para tapar cualquier cosa, incluida la corrupción. El nacionalismo desarrolló un plan para hacerse con el control de la sociedad catalana e imponer en todas partes el discurso de la identidad. Tras la larga etapa pujolista, sus hijos políticos se hicieron separatistas y, en septiembre de 2017, una mayoría de diputados del Parlament decidió que en nombre del pueblo catalán podía romper el Estatuto y la Constitución. 

Fue un golpe de Estado que se intentó legitimar con la movilización popular en el referéndum ilegal del 1-O, pero en el que sus dirigentes acabaron haciendo el ridículo. Al independentismo le molesta verse en el espejo del trumpismo. Hay diferencias obvias e inevitables, pero a ambos movimientos en pos de su sueño no les ha importado romper la sociedad en dos mitades."                  (Joaquim Coll, 20Minutos, 12/01/21)

11/1/21

Manel Manchón: Los trumpistas estaban en Cataluña... cuando fue investido Jordi Pujol, con Banca Catalana como excusa, hordas trumpistas --militantes de Convergència y exaltados nacionalistas pujolistas-- irrumpían en el Parlament y buscaban la figura de Raimon Obiols para recriminarle. Se trata del pecado original de la Cataluña contemporánea

 "Qué escándalo, aquí se juega. Esa ha sido la reacción de muchos nacionalistas cuando han comprobado cómo el populismo se ha hecho con el corazón de la democracia norteamericana y cómo las hordas partidarias de Donald Trump han llegado a asaltar el Capitolio. Un instante después, se vanaglorian del movimiento protagonizado por el independentismo catalán, que “puso las urnas” el 1 de octubre de 2017.

 Nada que ver, señalan, con el asedio al Departamento de Economía, que sólo pretendía protestar por el "abuso" de los jueces y por la “represión” del Estado. Olvidan todos ellos que el trumpismo ya estaba instalado en Cataluña y que, de forma lamentable, la sociedad catalana no lo quiso ver. (...)

Se trata del pecado original de la Cataluña contemporánea, que lo ha contaminado todo y que ahora paga esa misma sociedad catalana 36 años después. Parece una eternidad, pero lo que ocurrió en 1984 no se puede ni se debe olvidar, en el caso, claro, que se quiera iniciar una nueva etapa que mire al futuro de forma conjunta.

 El 31 de mayo de 1984, cuando fue investido Jordi Pujol, y con la investigación de Banca Catalana como gran excusa, esas hordas trumpistas --militantes de Convergència y exaltados nacionalistas pujolistas-- irrumpían en el Parlament y buscaban la alta figura de Raimon Obiols para recriminarle todos los males de Cataluña.

 Pujol, ya presidente por mayoría absoluta, se dejaba acompañar, desde el Parlament en la Ciutadella hasta el Palau de la Generalitat, por esos manifestantes patriotas que estuvieron a punto de zarandear el coche oficial de Obiols, ante las puertas del Parlament, con todo tipo de gritos de fondo, entre ellos un sonoro “matadlo, matadlo”

 Pujol, que supo cómo manejar la palanca del poder sin ningún escrúpulo, pronunció aquellas famosas palabras: “Sí, somos una nación, somos un pueblo y con un pueblo no se juega. A partir de ahora, cuando alguien hable de ética y de moral, hablaremos nosotros, no ellos”.

Obiols se indignó con aquella ocupación del Parlament y, pese a todas las críticas que recibió --por blando, por catalanista casi nacionalista, por no buscar el cuerpo a cuerpo con Pujol-- optó por representar el cuerpo central del catalanismo que siempre tuvo una actitud constructiva. Su figura y la del PSC sufrieron como nadie, y en TV3 se le ninguneó sin ningún remordimiento.

Esos trumpistas siempre han estado ahí, mostrando un odio que ha sido mucho más efectivo en las comarcas de interior, en esa Cataluña en el que el foco es menos intenso. Cuando se habla de la falta de resistencia del PSC o de que se camufló en el ambiente pujolista, se tiende a dejar de lado la circunstancia que marcó todo el periodo democrático, desde la Transición: esa mayoría absoluta de 1984 y la identificación de Pujol con un supuesto pueblo catalán. Y no se puede olvidar.

 Lo que sí se puede hacer es superarlo, con un nuevo lenguaje, con la atención puesta en la modernidad, en las necesidades urgentes de una sociedad que no podrá esperar mucho más si no quiere entrar, de forma definitiva, en una lenta pero inexorable decadencia económica, social y cultural.

 Los trumpistas, sin embargo, siguen ahí. No se han ido. Tienen otros ropajes, más modernos, como los que exhibe Laura Borràs, u otros peinados, como los de Elisenda Paluzie, u otros cortes de vestido, como los de Joan Canadell, o un vocabulario más directo y descarado, como el de Pilar Rahola. El ejemplo de esta última define de forma clara la degradación de ese nacionalismo que, supuestamente, era lo más moderno de Europa: su ataque sin contemplaciones contra Salvador Illa, hasta el punto de decir que sí, que “catalán sí es” pero, vaya, un catalán traidor que es capaz de manifestarse con Societat Civil Catalana el 8 de octubre de 2017, algo que se considera poco más que un crimen para la mente de Rahola.

 Y se debe recordar que aquella manifestación supuso la primera, desde la Transición, en la que se enarboló, de forma masiva por Barcelona, la bandera de España, la constitucional, la que unió a todos los pueblos de España, tras una dictadura. Fue un acto de pluralidad civil, con banderas españolas y senyeres catalanas.

 La última demostración de ese trumpismo que siempre ha existido es la advertencia de la ANC, la entidad que preside Paluzie, en la que se cubre las espaldas ante una posible derrota del independentismo con una denuncia de la “poca fiabilidad del sistema”, porque se entiende que los funcionarios españoles boicotearán el voto exterior de los catalanes en el extranjero que, se supone, es independentista. “Hay que lamentar las actitudes catalanofóbicas de algunos funcionarios del Estado español”, señala la entidad de Paluzie. ¿No se asemeja, sin duda, a los postulados de Trump?

En estos momentos el gran inconveniente para que Cataluña pueda seguir adelante, como una sociedad moderna, tolerante, que mire al futuro, es la posición de Junts per Catalunya, que ha recogido lo mejor de cada casa, con prepolíticos, como Borràs o Canadell, encargados de emponzoñar más y más la situación. Y con voceros, supuestamente desde fuera, pero tan dentro como los que forman parte de la lista del partido de Puigdemont, como Rahola que, además, muestran una especie de orgullo herido inexplicable para una cabeza racional.

Los trumpistas nunca se fueron, no miren a Estados Unidos. Han estado aquí, durante muchos años. Y pretenden seguir, desde las mismas instituciones."                 (Manel Manchón, Crónica Global, 09/01/21)

18/11/20

Jordi Amat: "El caso Banca Catalana es el talón de Aquiles de toda Cataluña, de todos nosotros. Hay una verdad social, una verdad política y no hay una verdad judicial... impuso la impunidad en la Cataluña de los años ochenta"

 "Jordi Amat (Barcelona, 1978) señala que lo ha pasado mal, que rehacer la historia de Alfons Quintà no ha sido tarea fácil. Pero el ensayista, filólogo y escritor ha logrado exponer una época y el nacimiento de una hegemonía, la de Jordi Pujol. 

 Lo constata en El hijo del chófer (Tusquets), sobre el periodista que asesinó a su pareja en 2016, para suicidarse a continuación, y que destapó los problemas de Banca Catalana, y que puso en marcha TV3 en 1983, la gran herramienta del pujolismo. 

Amat asegura en esta entrevista con Crónica Global que Banca Catalana ha condicionado la Cataluña moderna. “El caso Banca Catalana es el talón de Aquiles de toda Cataluña”, asevera, con la idea de que ha marcado profundamente a la sociedad catalana. Muchos abrazaron la lectura del pujolismo, y no quisieron acercarse a la verdad.

--Pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de Alfons Quintà? ¿Con qué se ha encontrado?

--Respuesta: Estaba condicionado por el final, con el asesinato de su pareja. Es una patología. Algunos expertos han señalado que su comportamiento era el propio de alguien bipolar. Es un psicópata, un niño problemático, al que conocemos por el tipo de gamberradas que propinaba a sus compañeros. Tiene una imposibilidad de empatizar con los otros. Sólo piensa en él, y actuó de esa forma sistemáticamente.

--¿Es esencial los elementos familiares, de alguien que sufrió maltrato?

--No sabemos los detalles. Lo que conocemos es su conducta a través de las cartas, de las que envía con 16 años. De las cartas entre Vicens Vives y Josep Pla, en las que se refieren al hijo del amigo conjunto, Josep Quintà. De las cartas de Josep Tarradellas al padre de Quintà. Lo que me interesó es la figura paterna, porque una persona que conoció la historia me habló del odio absoluto que tenía sobre su padre. Alfons Quintà odiaba a su padre. Estuvo traumatizado por ello desde la infancia. 

Él mismo lo decía, y lo descubrí a través de un artículo de Jaume Miravitlles, de 1980, que lo conocía, y en el que señala que Quintà es el mejor periodista catalán y probablemente el mejor periodista español del momento, por el acceso a muy buenas fuentes y su trabajo. Pero añade que es un parricida, que el intento de acabar con todo le lleva a acabar con su propio país, como se comprueba con el trato que le da a Tarradellas o después a Pujol.

--¿Se rompe el mito de que Quintà tenía un maletín con todos los secretos de Banca Catalana?

--Hay ese interrogante durante muchos años, desde el momento en el que se conoce que Jordi Pujol lo ficha para poner en marcha TV3 después de haber publicado las primeras piezas sobre Banca Catalana. Apareció la idea del chantaje, que Quintà nunca desmintió. Pero si analizas sus artículos, se comprueba que no hay un progreso sustancial desde el primero que publica en El País en 1980. En el libro de Enric González, Siscu Baiges y Jaume Reixach sobre Banca Catalana se señala que tal vez Quintà ya había aportado todo lo que sabía.

--Jordi Pujol, ¿se aprovechó de su debilidad en un momento concreto?

--Al reconstruir la cronología de ese episodio, cuando Pujol lo ficha para TV3, se comprueba que la relación ya la tenía desde hacía unos meses, y que se había llegado a una cierta confianza. El momento clave es cuando Polanco y Cebrián deciden que el director de la redacción de El País en Cataluña no será su delegado, Quintà, sino Antonio Franco. Cuando se entera intenta vengarse. Y Pujol lo aprovecha, porque pensaba que él sí podía construir una televisión muy potente, que era el objetivo de la legislatura.

--Y orbita ya siempre sobre Jordi Pujol, hasta ser determinante para el expresidente con el caso Banca Catalana. Él mismo realiza el reportaje en TV3 tras la investidura de Pujol en 1984, ¿no?

--La responsabilidad que adopta en TV3 pasa por un tratamiento suave del caso Banca Catalana. Para Pujol era vital, para su trayectoria política. Cuando se conoce la presentación de la querella se organiza una manifestación que es significativa y que supone la batalla política que se planteará frente a Felipe González. 

 Y me contaron, un directivo de informativos, que él mismo prepara la crónica de la jornada, que se emite tarde y que es un compendio de muchos elementos, con imágenes tomadas con el alquiler de un helicóptero, con los insultos a Raimon Obiols y los aplausos a Heribert Barrera y con el discurso de Pujol desde el Palau de la Generalitat. Allí, Pujol, interpeló al Estado en un sentido completo. Señaló que iba a plantear un problema y que podía desestabilizar al Estado. Y el hecho es que ganó, miró directamente al Estado y a partir de ahí pulsó todas las teclas para crear un nuevo momento.

--¿Quintà es fundamental para Pujol?

--Lo que consigue Quintà es construir TV3, una televisión muy moderna, en la que los ciudadanos se ven a sí mismos con una imagen muy positiva. Y hay un director de todo eso. Es muy ilustrativo que en la crónica de la que se hablaba antes, uno de los gritos constantes es “TV3, TV3, TV3”. Es muy extraño que un grito patriótico sea TV3. Es la herramienta legítima de construcción de una hegemonía. El hecho es que es una televisión de calidad, que la ven también los castellanohablantes, porque la perciben mejor que las otras. Se quería ver, por ejemplo, una serie como Dallas, que TVE había rechazado.

--El caso Banca Catalana es decisivo en toda esa etapa, y ahí está Quintà.

--Se impone una visión sobre la ‘agresión’ del Estado, sobre cómo gestionar la relación con el poder. Pujol juega con enorme inteligencia, con Prenafeta en contacto permanente con Madrid, con Don Juan, con la Casa Real, con académicos, y con todos los actores posibles. Felipe González entiende que lo mejor es solucionar el problema. Y el propio Miquel Roca señala que es posible que se consiga cambiar al fiscal general.

--Porque, en el libro se constata que hubo independencia judicial.

--Es interesante reconstruir cómo llega la información, por caminos complejos. Llega al Banco de España y a la Fiscalía de Barcelona. Porque surge siempre la pregunta de por qué no sucedió lo mismo con otros bancos que estaban en condiciones similares. Y en este caso lo que decanta la balanza es el desafío que asumen los fiscales Mena y Villarejo, que por convicción, por la creencia en su función democrática, van más allá y ven responsabilidades penales, algo que no señaló el informe del Banco de España.

 Lo interesante es que cuando se va a publicar en El País, que se presentará una querella, alguien del diario llama a Quintà aquella noche. Y Quintà lo comunica a Prenafeta. Es un actor clave también en ese momento, y facilita que Pujol pueda pensar en cómo reaccionar. El director en Barcelona, Antonio Franco, no avisa a Pujol para que éste no intente parar la información a través de Polanco.

--Al margen de esa maldad, Quintà sigue teniendo posteriormente algunos puentes, también en Convergència.

--Llega un momento en el que ya no. La curva comienza a caer tras ser director de El Observador. Se le deja de tomar en consideración. Rosa Cullell lo señaló en Crónica Global y lo he incluido en el libro, cuando, en su etapa al frente de la comunicación de La Caixa, recibe una llamada de Quintà señalando que iba a publicar la compra de Caja Madrid por parte de La Caixa. Cullell lo desmiente, pero Quintà lo publica, mostrando una deontología periodística más que dudosa.

--¿Por qué nadie se atreve a denunciar sus prácticas y sus vejaciones, comenzando por el trato a sus parejas? ¿Hay una doble renuncia en Cataluña a conocer la verdad, sobre su persona y sobre la realidad política?

--He reflexionado mucho sobre ello, pero creo que hay que pensar en la época. ¿Se podía ser un déspota y un machista a mediados de los ochenta? Sí, se podía. Causaba pavor y la gente suele mirar hacia otro lado. Ferran Toutain salió en defensa de una compañera en TV3. Quintà lo despidió y lo amenazó de muerte.

--El poder político lo avaló.

--Lo avala porque él cumple el objetivo. Pone una televisión en marcha que es un éxito. Es un tirano que lo consigue, y lo consigue porque es un tirano.

--¿Quién salva a Pujol?, ¿el rey Juan Carlos y Felipe González?

--La tesis de José Antich, que desarrolla en El Virrei, es que el Rey fue fundamental, que se consideró que se debía buscar una solución. Se sustituye al fiscal general y luego se produce la resolución del caso, con el papel crucial del abogado Piqué Vidal y de Lluís Prenafeta, que se dedicó completamente a ello.

--¿Todo eso se concreta con la concesión del premio ‘Español del año’ del diario ABC y anticipa la Operación Roca? 

--Pujol sigue estando convencido de que el origen de la querella es socialista. Creo que eso es discutible, pero si lo consideras, trabajas para ganar esa batalla y preparas una alternativa política. La dirección de Convergència comienza a pensar en ello tras la victoria de 1984. Y la operación reformista, con Miquel Roca, que llegaría más tarde, comienza en ese momento, con una campaña de relaciones públicas muy intensa. Se deja constancia en la cena de gala del premio del ABC: se le concede porque ha sido capaz de ganar a los socialistas.

--¿El caso Banco Catalana es el talón de Aquiles de Pujol?

--El caso Banca Catalana es el talón de Aquiles de toda Cataluña, de todos nosotros. Hay una verdad social, una verdad política y no hay una verdad judicial, como señaló en un discurso emocionante el fiscal José María Mena en la comisión parlamentaria sobre Pujol en 2015. Conocemos el discurso también de Pasqual Maragall con el 3%. 

Lo que hubo es la constitución de un poder catalán, con fuerza, con la lógica de la política, que no me gusta, pero que es así: la lógica del poder. Pujol ganó la batalla, con la complicidad de actores destacados del Estado y se impuso la impunidad en la Cataluña de los años ochenta, donde también se produjo la cultura del pelotazo.

 Es cuando Miquel Sellarès habla del sector negocios de CDC. Se construye un establishment, con una variante catalana de lo que se ha llamado, de forma peyorativa, como régimen del 78. Y ese modelo funciona a través de Quintà. Eso se comprueba con claridad cuando se conoce cómo se financió el diario El Observador, con la vinculación de Javier de la Rosa. Y es evidente que el Caso Banca Catalana es muy importante en todo ese proceso.

--Es determinante, también para entender la posición de los socialistas catalanes. ¿Adoptaron una posición demasiado indulgente, si se piensa en las propias intervenciones en aquellos momentos de Raimon Obiols?

--El problema no fue la falta de coraje del PSC. El problema surge cuando el poder central convierte a Pujol en un aliado. Las piezas del tablero se colocan en ese momento, y Pujol adopta el papel de Reina. Es probable que Felipe González, que siempre ha sido un pragmático, pensara que Pujol podía ser un aliado a corto plazo. Y así fue.

--Quintà señala al final de su carrera periodística que fue una víctima del pujolismo, que fue utilizado, ¿cómo la sociedad catalana?

--Tiene una extraña lucidez maníaca

--O una muestra de cinismo

--Sí, él sabe que la obra de su vida es TV3, pero dice que sufrió enormemente. En todo caso, lo que está claro es que fue fundamental en el andamiaje de esa hegemonía pujolista y aunque denunciara cosas, como el sistema sanitario, ya no tenía credibilidad. Era un fantasma del pasado.

--Quintà habla con Florenci Pujol, el padre de Jordi Pujol, y se señala en el libro que, de alguna forma, Quintà mató a Florenci, provocando de alguna forma el infarto que sufrió. ¿Se puede establecer una conexión entre el dinero de Banca Catalana y la ‘deixa’ de la que habló Jordi Pujol?

--No lo sabemos, lo que sí sabemos es que fue censurado el libro de Baiges, González y Reixach, y tenemos las tesis de los fiscales. No sabemos de qué hablaron Florenci y Quintà, pero sí sabemos que Quintà asediaba a sus fuentes con una intensidad enorme.

--¿Se puede establecer la analogía entre la enfermedad de Alfons Quintà, porque es alguien enfermo, con la enfermedad de la sociedad catalana, que asumió aquel relato y que, de alguna manera, se mantiene ahora?

--Es una patología de una democracia en construcción, para la catalana y la española. En el libro aparece, en varios momentos, la dificultad para cambiar un régimen. Y no quiero proyectar un juicio puritano, simplemente constato que sucede y es que los procesos de cambio de régimen crean monstruos. La falta de tradición democrática facilitó una situación concreta, con medios de comunicación que tampoco disponían de los medios necesarios.  

Quintà es una mala persona, es un asesino, que viene de una situación dictatorial. Y lo que vemos ahora es la falta de capacidad para resolver cosas como esas, que son problemas sistémicos. España vive una crisis institucional con la crisis catalana aún no cerrada. Sabemos con algo más de detalle cómo se abordó ese cambio, porque aquellas piezas que se colocaron se han movido, pero es algo que sabemos ahora, después de 2014. Es a partir de entonces cuando podemos hacer una relectura del pujolismo, porque hay información clave que era desconocida.

--¿Pujol debería realizar un último esfuerzo para esclarecer todo lo que queda oscuro y no conocemos?

--Pujol hizo aquella intervención, importante, en la comisión parlamentaria tras la confesión de 2014. Y amenazó con aquello de las ramas y los nidos que podían caer. Y los nidos han caído, para bien o para mal. Pero él hará lo que le digan sus abogados, viviéndolo todo con dolor y mala conciencia. Pero ese trabajo nos corresponde a nosotros. Yo lo que quiero es conocer mejor lo que ha ido ocurriendo, no si se disculpa o no."                  (Entrevista al escritor Jordi Amat, Manel Manchón, Crónica global, 15/11/20)