"Jordi Amat (Barcelona, 1978) señala que lo ha pasado mal, que rehacer la historia de Alfons Quintà
no ha sido tarea fácil. Pero el ensayista, filólogo y escritor ha
logrado exponer una época y el nacimiento de una hegemonía, la de Jordi Pujol.
Lo constata en El hijo del chófer (Tusquets), sobre el periodista que asesinó a su pareja en 2016, para suicidarse a continuación,
y que destapó los problemas de Banca Catalana, y que puso en marcha TV3
en 1983, la gran herramienta del pujolismo.
Amat asegura en esta
entrevista con Crónica Global que Banca Catalana ha
condicionado la Cataluña moderna. “El caso Banca Catalana es el talón de
Aquiles de toda Cataluña”, asevera, con la idea de que ha marcado
profundamente a la sociedad catalana. Muchos abrazaron la lectura del pujolismo, y no quisieron acercarse a la verdad.
--Pregunta: ¿Cuál es la naturaleza de Alfons Quintà? ¿Con qué se ha encontrado?
--Respuesta: Estaba condicionado por el final, con el asesinato de su pareja. Es una patología. Algunos expertos han señalado que su comportamiento era el propio de alguien bipolar. Es un psicópata,
un niño problemático, al que conocemos por el tipo de gamberradas que
propinaba a sus compañeros. Tiene una imposibilidad de empatizar con los
otros. Sólo piensa en él, y actuó de esa forma sistemáticamente.
--¿Es esencial los elementos familiares, de alguien que sufrió maltrato?
--No sabemos los detalles. Lo que conocemos es su conducta a través
de las cartas, de las que envía con 16 años. De las cartas entre Vicens Vives y Josep Pla, en las que se refieren al hijo del amigo conjunto, Josep Quintà. De las cartas de Josep Tarradellas al padre de Quintà. Lo que me interesó es la figura paterna, porque una persona que conoció la historia me habló del odio absoluto que tenía sobre su padre. Alfons Quintà odiaba a su padre. Estuvo traumatizado por ello desde la infancia.
Él mismo lo decía, y lo descubrí a través de un artículo de Jaume Miravitlles,
de 1980, que lo conocía, y en el que señala que Quintà es el mejor
periodista catalán y probablemente el mejor periodista español del
momento, por el acceso a muy buenas fuentes y su trabajo. Pero añade que
es un parricida, que el intento de acabar con todo le
lleva a acabar con su propio país, como se comprueba con el trato que le
da a Tarradellas o después a Pujol.
--¿Se rompe el mito de que Quintà tenía un maletín con todos los secretos de Banca Catalana?
--Hay ese interrogante durante muchos años, desde el momento en el que se conoce que Jordi Pujol lo ficha para poner en marcha TV3
después de haber publicado las primeras piezas sobre Banca Catalana.
Apareció la idea del chantaje, que Quintà nunca desmintió. Pero si
analizas sus artículos, se comprueba que no hay un progreso sustancial
desde el primero que publica en El País en 1980. En el libro de Enric González, Siscu Baiges y Jaume Reixach sobre Banca Catalana se señala que tal vez Quintà ya había aportado todo lo que sabía.
--Jordi Pujol, ¿se aprovechó de su debilidad en un momento concreto?
--Al reconstruir la cronología de ese episodio, cuando Pujol lo ficha
para TV3, se comprueba que la relación ya la tenía desde hacía unos
meses, y que se había llegado a una cierta confianza. El momento clave
es cuando Polanco y Cebrián deciden que el director de la redacción de El País en Cataluña no será su delegado, Quintà, sino Antonio Franco.
Cuando se entera intenta vengarse. Y Pujol lo aprovecha, porque pensaba
que él sí podía construir una televisión muy potente, que era el
objetivo de la legislatura.
--Y orbita ya siempre sobre Jordi Pujol, hasta ser
determinante para el expresidente con el caso Banca Catalana. Él mismo
realiza el reportaje en TV3 tras la investidura de Pujol en 1984, ¿no?
--La responsabilidad que adopta en TV3 pasa por un tratamiento suave
del caso Banca Catalana. Para Pujol era vital, para su trayectoria
política. Cuando se conoce la presentación de la querella se organiza
una manifestación que es significativa y que supone la batalla política que se planteará frente a Felipe González.
Y me contaron, un directivo de informativos, que él mismo prepara la
crónica de la jornada, que se emite tarde y que es un compendio de
muchos elementos, con imágenes tomadas con el alquiler de un
helicóptero, con los insultos a Raimon Obiols y los aplausos a Heribert Barrera
y con el discurso de Pujol desde el Palau de la Generalitat. Allí,
Pujol, interpeló al Estado en un sentido completo. Señaló que iba a
plantear un problema y que podía desestabilizar al Estado. Y el hecho es
que ganó, miró directamente al Estado y a partir de ahí pulsó todas las
teclas para crear un nuevo momento.
--¿Quintà es fundamental para Pujol?
--Lo que consigue Quintà es construir TV3, una televisión muy moderna,
en la que los ciudadanos se ven a sí mismos con una imagen muy
positiva. Y hay un director de todo eso. Es muy ilustrativo que en la
crónica de la que se hablaba antes, uno de los gritos constantes es “TV3, TV3, TV3”.
Es muy extraño que un grito patriótico sea TV3. Es la herramienta
legítima de construcción de una hegemonía. El hecho es que es una
televisión de calidad, que la ven también los castellanohablantes,
porque la perciben mejor que las otras. Se quería ver, por ejemplo, una
serie como Dallas, que TVE había rechazado.
--El caso Banca Catalana es decisivo en toda esa etapa, y ahí está Quintà.
--Se impone una visión sobre la ‘agresión’ del Estado, sobre cómo
gestionar la relación con el poder. Pujol juega con enorme inteligencia,
con Prenafeta en contacto permanente con Madrid, con Don Juan, con la Casa Real, con académicos, y con todos los actores posibles. Felipe González entiende que lo mejor es solucionar el problema. Y el propio Miquel Roca señala que es posible que se consiga cambiar al fiscal general.
--Porque, en el libro se constata que hubo independencia judicial.
--Es interesante reconstruir cómo llega la información, por caminos
complejos. Llega al Banco de España y a la Fiscalía de Barcelona. Porque
surge siempre la pregunta de por qué no sucedió lo mismo con otros
bancos que estaban en condiciones similares. Y en este caso lo que
decanta la balanza es el desafío que asumen los fiscales Mena y Villarejo,
que por convicción, por la creencia en su función democrática, van más
allá y ven responsabilidades penales, algo que no señaló el informe del
Banco de España.
Lo interesante es que cuando se va a publicar en El País,
que se presentará una querella, alguien del diario llama a Quintà
aquella noche. Y Quintà lo comunica a Prenafeta. Es un actor clave
también en ese momento, y facilita que Pujol pueda pensar en cómo
reaccionar. El director en Barcelona, Antonio Franco, no avisa a Pujol
para que éste no intente parar la información a través de Polanco.
--Al margen de esa maldad, Quintà sigue teniendo posteriormente algunos puentes, también en Convergència.
--Llega un momento en el que ya no. La curva comienza a caer tras ser director de El Observador. Se le deja de tomar en consideración. Rosa Cullell lo señaló en Crónica Global y
lo he incluido en el libro, cuando, en su etapa al frente de la
comunicación de La Caixa, recibe una llamada de Quintà señalando que iba
a publicar la compra de Caja Madrid por parte de La Caixa. Cullell lo
desmiente, pero Quintà lo publica, mostrando una deontología periodística más que dudosa.
--¿Por qué nadie se atreve a denunciar sus prácticas y sus
vejaciones, comenzando por el trato a sus parejas? ¿Hay una doble
renuncia en Cataluña a conocer la verdad, sobre su persona y sobre la
realidad política?
--He reflexionado mucho sobre ello, pero creo que hay que pensar en
la época. ¿Se podía ser un déspota y un machista a mediados de los
ochenta? Sí, se podía. Causaba pavor y la gente suele mirar hacia otro
lado. Ferran Toutain salió en defensa de una compañera en TV3. Quintà lo despidió y lo amenazó de muerte.
--El poder político lo avaló.
--Lo avala porque él cumple el objetivo. Pone una televisión en
marcha que es un éxito. Es un tirano que lo consigue, y lo consigue
porque es un tirano.
--¿Quién salva a Pujol?, ¿el rey Juan Carlos y Felipe González?
--La tesis de José Antich, que desarrolla en El Virrei, es
que el Rey fue fundamental, que se consideró que se debía buscar una
solución. Se sustituye al fiscal general y luego se produce la
resolución del caso, con el papel crucial del abogado Piqué Vidal y de Lluís Prenafeta, que se dedicó completamente a ello.
--¿Todo eso se concreta con la concesión del premio ‘Español del año’ del diario ABC y anticipa la Operación Roca?
--Pujol sigue estando convencido de que el origen de la querella es
socialista. Creo que eso es discutible, pero si lo consideras, trabajas
para ganar esa batalla y preparas una alternativa política. La dirección
de Convergència comienza a pensar en ello tras la victoria de 1984. Y
la operación reformista, con Miquel Roca, que llegaría más tarde,
comienza en ese momento, con una campaña de relaciones públicas muy
intensa. Se deja constancia en la cena de gala del premio del ABC: se le concede porque ha sido capaz de ganar a los socialistas.
--¿El caso Banco Catalana es el talón de Aquiles de Pujol?
--El caso Banca Catalana es el talón de Aquiles de toda Cataluña, de todos nosotros. Hay una verdad social, una verdad política y no hay una verdad judicial, como señaló en un discurso emocionante el fiscal José María Mena en
la comisión parlamentaria sobre Pujol en 2015. Conocemos el discurso
también de Pasqual Maragall con el 3%.
Lo que hubo es la constitución de
un poder catalán, con fuerza, con la lógica de la política, que no me
gusta, pero que es así: la lógica del poder. Pujol ganó la batalla, con la complicidad de actores destacados del Estado y se impuso la impunidad en la Cataluña de los años ochenta, donde también se produjo la cultura del pelotazo.
Es cuando Miquel Sellarès
habla del sector negocios de CDC. Se construye un establishment, con
una variante catalana de lo que se ha llamado, de forma peyorativa, como
régimen del 78. Y ese modelo funciona a través de Quintà. Eso se
comprueba con claridad cuando se conoce cómo se financió el diario El Observador, con la vinculación de Javier de la Rosa. Y es evidente que el Caso Banca Catalana es muy importante en todo ese proceso.
--Es determinante, también para entender la posición de los
socialistas catalanes. ¿Adoptaron una posición demasiado indulgente, si
se piensa en las propias intervenciones en aquellos momentos de Raimon
Obiols?
--El problema no fue la falta de coraje del PSC. El problema surge cuando el poder central convierte a Pujol en un aliado.
Las piezas del tablero se colocan en ese momento, y Pujol adopta el
papel de Reina. Es probable que Felipe González, que siempre ha sido un
pragmático, pensara que Pujol podía ser un aliado a corto plazo. Y así
fue.
--Quintà señala al final de su carrera periodística que fue
una víctima del pujolismo, que fue utilizado, ¿cómo la sociedad
catalana?
--Tiene una extraña lucidez maníaca
--O una muestra de cinismo
--Sí, él sabe que la obra de su vida es TV3, pero dice que sufrió
enormemente. En todo caso, lo que está claro es que fue fundamental en
el andamiaje de esa hegemonía pujolista y aunque denunciara cosas, como
el sistema sanitario, ya no tenía credibilidad. Era un fantasma del
pasado.
--Quintà habla con Florenci Pujol, el padre de Jordi Pujol, y
se señala en el libro que, de alguna forma, Quintà mató a Florenci,
provocando de alguna forma el infarto que sufrió. ¿Se puede establecer
una conexión entre el dinero de Banca Catalana y la ‘deixa’ de la que
habló Jordi Pujol?
--No lo sabemos, lo que sí sabemos es que fue censurado el libro de Baiges, González y Reixach,
y tenemos las tesis de los fiscales. No sabemos de qué hablaron
Florenci y Quintà, pero sí sabemos que Quintà asediaba a sus fuentes con
una intensidad enorme.
--¿Se puede establecer la analogía entre la enfermedad de
Alfons Quintà, porque es alguien enfermo, con la enfermedad de la
sociedad catalana, que asumió aquel relato y que, de alguna manera, se
mantiene ahora?
--Es una patología de una democracia en construcción, para la
catalana y la española. En el libro aparece, en varios momentos, la
dificultad para cambiar un régimen. Y no quiero proyectar un juicio
puritano, simplemente constato que sucede y es que los procesos de cambio de régimen crean monstruos.
La falta de tradición democrática facilitó una situación concreta, con
medios de comunicación que tampoco disponían de los medios necesarios.
Quintà es una mala persona, es un asesino,
que viene de una situación dictatorial. Y lo que vemos ahora es la
falta de capacidad para resolver cosas como esas, que son problemas
sistémicos. España vive una crisis institucional con la crisis catalana
aún no cerrada. Sabemos con algo más de detalle cómo se abordó ese
cambio, porque aquellas piezas que se colocaron se han movido, pero es
algo que sabemos ahora, después de 2014. Es a partir de entonces cuando podemos hacer una relectura del pujolismo, porque hay información clave que era desconocida.
--¿Pujol debería realizar un último esfuerzo para esclarecer todo lo que queda oscuro y no conocemos?
--Pujol hizo aquella intervención, importante, en la comisión
parlamentaria tras la confesión de 2014. Y amenazó con aquello de las
ramas y los nidos que podían caer. Y los nidos han caído, para bien o
para mal. Pero él hará lo que le digan sus abogados,
viviéndolo todo con dolor y mala conciencia. Pero ese trabajo nos
corresponde a nosotros. Yo lo que quiero es conocer mejor lo que ha ido
ocurriendo, no si se disculpa o no." (Entrevista al escritor Jordi Amat, Manel Manchón, Crónica global, 15/11/20)