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8/10/19

Un Gobierno federal para la sanidad universal... garantizando una financiación sanitaria equitativa y suficiente para todas las comunidades, a la vez que se gestiona de manera eficiente el gasto del conjunto del SNS

"(...) La descentralización que implantó el Estado de las autonomías ha supuesto un impulso en el desarrollo de la estructura y capacidad asistencial de los servicios de salud en toda España y una mejora de la atención sanitaria en las regiones con menor renta. Al mismo tiempo, ese proceso ha tenido efectos no deseados que es imprescindible corregir.

El principal resultado de la insuficiente articulación autonómica de la sanidad es la aparición de desigualdades territoriales en el acceso a esos servicios: calendarios vacunales diferentes en distintas comunidades, dificultades para obtener la prescripción farmacéutica en una comunidad distinta de la de residencia, rechazo o demora de la atención en una comunidad diferente de la propia, diferencias en las listas de espera en distintos territorios. 

Se ha producido también la ruptura de las economías de escala de las que debería beneficiarse el conjunto del SNS mediante un sistema de compras único, previsto en la Ley General de Sanidad (LGS), pero inexistente en la realidad, y la ausencia de una mínima planificación coordinada, que ha derivado en la multiplicación innecesaria de servicios y hospitales, que deterioran la eficiencia de su funcionamiento.  (...)

Por su parte, la restricción de los presupuestos sanitarios tras la crisis económica ha producido una descapitalización material y de personal de la red sanitaria pública, que ha derivado en beneficio de los centros de titularidad privada con ánimo de lucro, y de las compañías privadas de seguro. El desarrollo de unos y otros de manera territorialmente asimétrica, conforme a sus propios intereses, se ha venido a sumar a las desigualdades autonómicas y sociales en el acceso a la atención sanitaria.  (...)

las reformas necesarias deben orientarse en la línea de completar el desarrollo autonómico en este terreno, que hasta ahora ha tenido un carácter exclusivamente descentralizador, en un sentido que lo acerque al de los Estados federales. En éstos, la cooperación y la lealtad entre las entidades federadas, al servicio de intereses universalizadores compartidos, suponen la puesta en común de responsabilidades y poderes, atribuyendo el ejercicio de una parte de ellas a un órgano federal que disponga de mecanismos de intervención financiera que permitan compensar las desigualdades en capacidad fiscal de aquéllas. 

La aplicación en España de una organización federativa que supere el debate competencial podría ser objeto de una nueva LGS, que podría avanzar en el sentido indicado sin necesidad de una reforma previa de la Constitución. Una reforma sanitaria así debería complementarse con el establecimiento de unas condiciones específicas de la financiación sanitaria dentro del modelo de financiación autonómica general, garantizando una financiación sanitaria equitativa y suficiente para todas las comunidades, a la vez que se gestiona de manera eficiente el gasto del conjunto del SNS.  (...)

El desarrollo de esas políticas requiere, sin embargo, de estructuras de gobierno que permitan y potencien que se lleven a cabo. Un análisis de la evolución del Ministerio de Sanidad a lo largo de las últimas legislaturas permite señalar que su evolución ha sido la contraria.  (...)

Otro problema principal del sistema sanitario es el aumento del gasto farmacéutico derivado de la introducción de nuevos fármacos con precios injustificadamente altos. Una situación que es imprescindible abordar desde las administraciones sanitarias con una estructura negociadora propia del SNS de máximo nivel científico, solvente, firme, coordinada y común. 

Una estructura así se ha sustituido por una multiplicación ineficaz de agencias de evaluación tecnológica autonómicas independientes y un sistema de fijación de precios de los medicamentos a aplicar al SNS en el que intervienen en defensa de intereses distintos los ministerios de Hacienda e Industria, además del de Sanidad.

En el desarrollo del sistema de financiación autonómica ha desaparecido cualquier intervención del Ministerio de Sanidad no solo en la determinación de la cuantía global de los fondos a destinar a estas políticas, sino también en su distribución entre las comunidades, eliminando a la vez la posibilidad de una distribución complementaria de una parte de los mismos para afianzar la cohesión del SNS y el mantenimiento de sus condiciones universales en su gestión por aquéllas.

Promover la coordinación y cooperación necesarias en el SNS en un sentido federal debe, por eso, empezar por reforzar la constitución del Ministerio de Sanidad mediante medidas estructurales que permitan evitar la dispersión ineficiente de las políticas citadas. Un desarrollo sanitario que puede servir de orientación, estímulo y modelo para el avance en otros sectores hacia la evolución federal necesaria del Estado autonómico español."                         

(Junto a Javier Rey, exsecretario del Consejo Interterritorial del SNS; Pedro Sabando, exsubsecretario de Sanidad y consejero de Sanidad de la CA de Madrid; Fernando Lamata, exsecretario general de Sanidad y exconsejero de Sanidad de Madrid, y Ramón Gálvez Zaloña, exgerente de hospital y del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha,et al., El País, 13/08/19)

10/10/18

En el artículo 12 de esa Constitución de la segunda República dice que para aprobar un estatuto autonómico se precisa “por lo menos las dos terceras partes de los electores inscritos en el Censo de la región”... ¿Se imaginan que cuando, en 2006, se votó el nuevo Estatut de Catalunya se hubieran exigido los 2/3 del censo? Solo acudió a votar el 49% y de esos votaron sí el 73%, lo que representaba menos del 36% del censo, es decir poco más de 1/3

"(...) La Segunda Republica Española no fue nunca federalista. No soy un experto y seguramente Rodrigo Vázquez de Prada podría ilustrarnos al respecto, pero parece ser que hubo un fuerte rechazo en la sesiones del constituyente a hablar de federalismo. La fórmula que adopta la Constitución de la Segunda República es la de “un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones” (art. 1)

En el artículo 12 de esa Constitución de la segunda República dice que para aprobar un estatuto autonómico se precisa “por lo menos las dos terceras partes de los electores inscritos en el Censo de la región”. Texto que desaparece en el artículo 143 de la Constitución de 1978, reclamando los 2/3 de los ayuntamientos para la propuesta y en la aprobación del estatuto con tan solo la mayoría de votos válidamente emitidos por provincia (art. 151.2.4ºy 5º)

¿Se imaginan que cuando, en 2006, se votó el nuevo Estatut de Catalunya se hubieran exigido los 2/3 del censo? Solo acudió a votar el 49% y de esos votaron sí el 73%, lo que representaba menos del 36% del censo, es decir poco más de 1/3 ¿Se imaginan? Y era para un estatuto de autonomía. 

En las plebiscitarias de 2017 subieron un poquito, al 37,44% ¿Qué porcentaje del censo es necesario para considerar una independencia? Y eso siempre y cuando los españoles aceptaran una reforma constitucional que permitiera una consulta de esas características…

Siguiendo con el tema federal… El art. 13 de la Constitución de la segunda República y el 145.1 de la Constitución de 1978 prohíben la federación de autonomías. Sin más.

Es evidente que la Constitución del 78 copia y desarrolla de la de la segunda República la organización territorial de España en Autonomías (Comunidad es un concepto actual) pero rechaza la idea de federación, influidos, supongo por la experiencia de la Primera República.

Porque el problema es cuando hablamos de federalismo ¿De qué hablamos? Existe una mala costumbre en mezclar republicanismo y federalismo y, a la par, en asociar federalismo a derecho de autodeterminación, o, dicho de otra forma, de soberanías originarias. Que ganas de separar lo que ya está unido. 

Ese federalismo es inadmisible hoy en España. Ahora bien, a cerrar constitucionalmente el sistema territorial definiendo las competencias de cada administración: General, Autonómico y Municipal, a la par que enumerar la Comunidades existentes o las que en el proceso se generen por racionalización del sistema, podríamos llamarlo “federalismo de llegada” sin problemas.

(Vicente Serrano, Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista y miembro del Grupo Promotor de IZQUIERDA EN POSITIVO. Crónica Popular, 29/08/18)

11/6/18

Para la izquierda, el federalismo, es la idea de democratización en cualquier nivel de decisión

"El federalismo tiene bastante que ver con aspectos técnicos, pero ¿No es a la política a quien corresponde tomar la iniciativa para avanzar hacia él?La política tiene mucho que decir, pero hay que tener en cuenta que la política no se hace solo en las instituciones. Se hace también en la calle, las fábricas, los movimientos sociales... 

De entrada, para la izquierda catalana, incluido el anarco-sindicalismo, el federalismo no es solo un determinado modelo de organización administrativa y territorial del Estado, sino un principio de organización social. La idea federal va mucho más allá de cómo articular territorialmente un Estado, de cómo establecer mecanismos para equilibrar la formación de la voluntad general del Estado, para que las partes puedan participar. 

Es la idea de la libre asociación entre individuos para ir generando espacios de cooperación mutua, auto-gestionados, que se van engarzando, en base al principio federativo. En realidad, para producir toda la vida social, desde la economía, la redistribución de la riqueza, la producción del ocio, de la educación… De ahí la larga tradición de las izquierdas autogestionarias, que promovían el federalismo dese el cooperativismo, el mutualismo, el sindicalismo…

¿Estos principios federalistas en que se sustentan?A riesgo de cualquier simplificación, el federalismo es la elaboración teórica y también la práctica política de una pulsión muy humana, que se contrapone a otra, también muy humana, que es la construcción de la alteralidad. El federalismo es una visión distinta a la alteralidad.

 La idea de cualquier “nosotros” que se quiera definir, separando a unos individuos de otros siempre termina siendo falaz. El “nosotros” engloba a todos, desde la perspectiva del federalismo. Evidentemente, el federalismo no pretende borrar la diversidad. Por el contrario, trata de articularla. 

Así como de la triada revolucionaria de “Libertad, igualdad y fraternidad”, las dos primeras han terminado encontrando su forma de expresión política, constitucional, en la construcción de Estados democráticos, la fraternidad debe encontrar su espacio en la construcción de Estados federales. Encarna, en definitiva, la idea de abordar de otra forma la existencia del otro.

¿No es tan aceptado, universal y practicado el federalismo en el mundo que casi ha dejado de ser una causa para convertirse en normalidad?La mayor parte que vive en democracia en el mundo lo hace en un sistema de tipo federal. Cosa, que algo nos debería indicar respecto a sus virtudes, pero también es verdad que, al haberse institucionalizado, el debate entorno al funcionamiento del federalismo ha derivado a menudo en algo muy técnico y académico. 

Pero quizá también pasa esto con los principios básicos de funcionamiento de un Estado democrático, donde hay una democracia consolidada. Es donde no tenemos un sistema federal donde se produce una reflexión más cercana a lo ideológico y político.

 En el caso de España, en particular, la cuestión del federalismo está muy impregnada del eje derecha-izquierda, por nuestra historia. La derecha española, desde la I República, siempre ha asociado la idea del federalismo a la disgregación de la unidad de España.

¿Es, entonces, el federalismo cosa de la izquierda?No necesariamente tiene por qué estar asociado el federalismo a la izquierda. De hecho, a los fundadores de los Estados Unidos de América, que escribieron que se construía la federación para tener una unión más perfecta, difícilmente se los podría calificar de izquierdistas. 

Del mismo modo que la izquierda no da el mismo contenido al concepto de democracia que el liberalismo clásico, en la medida en que aspira a superar la democracia formal y llegar a una real. 

Decía León Gambetta que lo que caracteriza esencialmente a una democracia no es el hecho de reconocer iguales (por Ley), sino crearlos, a través de dotar a todos los miembros de una sociedad de los mínimos materiales imprescindibles para desarrollar su proyecto de vida con autonomía y dignidad.

 Lo que entendemos como las bases materiales de la libertad. En el fondo, la dicotomía entre libertad e igualdad es falsa. Aspiramos a una sociedad igualitaria porque queremos la misma libertad para todo el mundo.

¿Y el “soberanismo”, que tan de moda está entre algunas izquierdas catalanas, no entra en franca contradicción con el federalismo?El concepto político de “soberanía” es más bien obsolescente. En el fondo, si se entiende la soberanía como la facultad sobre todas las facultades, nunca ha debido existir un Estado plenamente.

 En cualquier, caso, al margen de la discusión histórica y el origen del término, que tiene algo de monista, el “soberanismo” no define bien donde estamos. Para la izquierda debería tener más sentido la idea de democratización en cualquier nivel de decisión.

¿La democracia es revolucionaria?No es nada nuevo pensar que la democracia hasta sus últimas consecuencias nos lleva al socialismo.

¿Por qué tanta resistencia en España al federalismo?Padecemos traumas históricos que explican esta resistencia al federalismo, sobre todo por parte de la derecha, pero también en la izquierda, porque se asocia al cantonalismo y la disgregación. El federalismo es todo lo contrario de la disgregación. 

Es la idea de construir una unión en la diversidad, aunque el carácter marcadamente ideológico de la defensa del federalismo también influye en el debate. En cualquier caso, está bien que las principales fuerzas de la izquierda, el PSOE y Podemos, estén propugnando por primera vez desde la primera República un modelo de espacio de tipo plurinacional, federal.

¿Puede considerarse el Estado de las autonomías un modelo federal, aún con todos sus defectos y pocas de sus virtudes?Tenemos un sistema muy peculiar, que cuando se estudia se hace desde la perspectiva federal o cuasi federal. El diseñador constituyente diseñó un modelo para que se pudieran acoger a él las nacionalidades llamadas históricas, las que durante la II República habían tenido algún grado de autonomía. 

El modelo permitió también el acceso al autogobierno de territorios que seguramente ni se lo habían planteado. Si algo acredita que el principio de subsidiariedad, propio del federalismo, es bueno, es el autogobierno que ha servido a Extremadura, Castilla y León, etc. 

Pero lo que hay que hacer es tratar de hacer evolucionar nuestro sistema autonómico a uno plenamente federal ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo? Pues reformando la Constitución que permita incorporar mecanismo e instituciones federales. Y lo que también le falta a España para ser un Estado plenamente federal son medios de participación de las partes federadas en la voluntad común del Estado. 

También le falta política de reconocimiento, que le digan a la gente con identidades mixtas que el Estado también es suyo, que no es patrimonio de la identidad mayoritaria.

¿En una eventual consulta sobre el modelo territorial, en base a preguntar si se quiere permanecer con el modelo actual, recentralizar el Estado o crear un nuevo modelo de base federal, cual podría ser el resultado previsible?Hay encuestas que introducen esa tercera opción con distintas denominaciones, pero tampoco está claro que esa pregunta responda a las opciones realmente disponibles. Los socialistas catalanes no somos nacionalistas, no compartimos el principio de las nacionalidades que en su día formuló Mancini. No creemos que cada nación cultural debe formular su propio Estado y tampoco que el Estado se pueda permitir una sola nación. 

Del mismo modo que estamos convencidos de que el sistema capitalista no es la forma definitiva social y económica de la humanidad, también creemos que el Estado-nación no es la forma definitiva de organización política y administrativa de la humanidad.

 Queremos ir más allá de la identidad nacional como criterio para la formación de una comunidad política. Queremos que nuestras comunidades políticas se conformen de acuerdo a unos valores constitucionales debatidos, compartidos y fijados en una Constitución. Y habría que ir separando el concepto de nacionalidad del de ciudadanía. 

Es bastante arbitrario lo de que la identidad lleva a crear una comunidad política con los que comparten esa identidad, sobre todo en sociedades crecientemente plurales y complejas, como la nuestras. Importa que se pueda vivir una identidad con plena libertad, pero en base a compartir derechos y obligaciones ciudadanas. Y, desde luego, es buena una laicidad del Estado respecto a las identidades nacionales.

¿Y qué pinta la Unión Europea en todo esto?La UE, con elementos de confederación y federales, también tiene pendiente perfilar el modelo. Puestos a soñar, habría que pensar en una Federación Mundial, porque muchos problemas que tienen que ver con nuestra vida cotidiana, como el cambio climático, el movimiento de capitales, las migraciones…, son globales."              

(Entrevista a  Ferran Pedret, milita en el PSC y es portavoz adjunto del grupo parlamentario socialista en el Parlamento de Cataluña. También es socio de Federalistes d’Esquerres. El Triangle, 10/06/18)

22/5/18

El federalismo en la unión de diferentes e iguales. Por tanto, estos, las partes, tienen que ponerse de acuerdo para relacionarse y subsistir. El federalismo es la herramienta que puede aportarles esta forma de unión

"(...) ¿Qué es el federalismo?Al habar de federalismo, lo primero que se me ocurre es que se trata de un sistema de organización territorial, que lleva implícito muchos valores, que son fundamentales para el progreso. El federalismo no puede existir sin negociación, sin diálogo, sin argumentación. No hay un tipo de federalismo, No existe como una única cosa, sino que consiste en una vía para ponerse de acuerdo en cuanto a una gestión del territorio, por ejemplo.

¿En qué valores se sustenta el federalismo?El federalismo en la unión de diferentes e iguales. Por tanto, estos, las partes, tienen que ponerse de acuerdo para relacionarse y subsistir. El federalismo es la herramienta que puede aportarles esta forma de unión.

¿Cómo apuntaba Proudhon, el federalismo podría entenderse, en este sentido, una fórmula aplicable hasta en las relaciones de pareja?Por ejemplo. Desde siempre y sobre todo ahora, que las personas son más celosas de su individualidad y que las mujeres están adquiriendo mayor protagonismo y visibilidad social, la pareja tiene que pactar muchas cosas porque, en definitiva, es un acuerdo entre diferentes. Se pueden federar, desde luego, espacios de competencia, sentimientos, afectos… Por eso, resulta sorprendente que haya gente que percibe el federalismo como algo excluyente. No puede serlo, porque primero de todo es fraternidad. Es entender al otro como semejante y, a partir de ahí, ponerse de acuerdo en las mil cosas que pueden pasar en la vida. Vamos a sentarnos, a llegar a un acuerdo y seguir adelante.

Sin embargo, en nuestro contexto el federalismo sigue siendo un gran desconocido, a pesar de estar presente en medio mundo ¿Qué ejemplos de federalismo podríamos citar a la hora de pensar en él para España?Por ejemplo, Canadá tiene un sistema que podría extrapolarse a España e incluso a Europa, que también tiene que evolucionar en este sentido. Canadá es un territorio donde conviven diferentes comunidades, con sus identidades, sus idiomas, sus tradiciones y culturas, y ha optado por un sistema federal para poder, entre todos, trabajar juntos y seguir adelante. Porque en el mundo actual, los pequeños territorios no pueden competir contra los grandes, como China o EE.UU. La federación es obligada para fortalecerse y defender los intereses propios. Canadá es buen ejemplo de ello. También se podría hablar de los propios EE.UU. que es una entidad federal, en la que cada Estado es soberano en diferentes ámbitos y comparte otros muchos. México, Brasil, Rusia… también son Estados federales.

En cualquier caso, el federalismo es una referencia abierta, un sistema flexible, que en cada caso particular adquiere diferentes formas…No hay un solo federalismo. Por eso no puede ser excluyente. Porque no existe un modelo. Se trata de una forma de entender las cosas más que de un canon. Se aplica ad hoc según cada contexto, según cada historia… Por eso es algo que puede ser muy útil a la hora de organizar y gestionar la diversidad.

¿Qué puede ser considerada antítesis del federalismo? ¿El nacionalismo, el centralismo…?La antítesis del federalismo podría ser el centralismo, que conlleva imposición de algunas cosas, el no contar con la opinión de los diferentes (territorios, etc.) a la hora de adoptar decisiones. El federalismo es, por supuesto, descentralización de todos los poderes y acordar cosas que sí que se pueden y se deben gestionar de manera centralizada, porque interesa a los implicados.

¿Y el soberanismo, que tan de moda está, no es algo que chirría asociado al federalismo?La soberanía se puede entender no tanto según la lectura que de ella han hecho históricamente los Estados, sino como una referencia de lo propio, de lo que pertenece a cada uno. Luego, se puede ser soberano sobre algo y decidir ceder esa soberanía para gestionarlo mejor. No hay porque sentirse incómodo con la cesión de soberanías. Por supuesto, que todos somos soberanos de nuestras vidas y de algunas cosas más, no muchas. Y lo somos relativamente porque hemos llegado a contratos sociales, mediante los cuales cedemos muchas cosas que podrían ser consideradas propias. Hay leyes y la libertad de cada uno empieza donde acaba la del otro. En el caso de los Estados, siempre se ceden algunas soberanías por parte del conjunto social y de los territorios.

Si, como es el caso, los Estados europeos han cedido gran parte de su soberanía a la Unión ¿Qué sentido tiene que los independentistas quieran ser soberanos respecto al Estado español?Es algo que no se entiende. Si el Estado español ha cedido el 80% de su soberanía a la UE ¿Cuál sería el porcentaje de soberanía que podría ejercer una Cataluña independiente? Se puede argüir que un 100% si sale de la Unión. Cierto. Y, aun así, eso sería cierto. El entramado de dependencias es tan importante a escala europea y global, que resulta inconcebible una soberanía total que, por cierto, nunca ha sido cierta. La soberanía de los Estados, que se fundamentaba en la fiscalidad, la moneda, la defensa, las fronteras y poco más ya no existe en Europa. La soberanía en el “Procés” es solo una metáfora. (...)

¿Por qué los partidos son tan reluctantes al federalismo?Hay mucho desconocimiento y no deja de llamar la atención, porque en España, a pesar de lo que se diga, hay tradición de descentralización y de entendimiento entre territorios. También puede ser que el federalismo suene a viejo. Por eso es tan importante explicar, difundir el sentido del federalismo, eso que estamos haciendo los Federalistes d’Esquerres. El federalismo es una herramienta, su función, su utilidad, sus resultados dependen de cómo se utilice. En todo caso, también hay que tener en cuenta que el federalismo es una cuestión compleja, porque todo lo que conlleva negociación, conocimientos…, lo es. El federalismo es lento, complicado…

¿Tienen, en consecuencia, mucho que decir los académicos, los expertos, en esto del federalismo?Tendríamos que celebrar que así fuera. A la hora de la letra pequeña, de diseñar alternativas, de contrastar experiencias, los entendidos tienen mucho que decir y hay que prestar especial atención a lo que ya nos están diciendo. Los partidos políticos, cuyo papel resulta imprescindible para la articulación de una alternativa federal, son los primeros que están llamados a escuchar lo que dicen los académicos. El federalismo requiere conocimientos.

Plantea Urkullu la idea de federalizar el propio País Vasco, para atajar los desequilibrios históricos que padece ¿Crees que Cataluña, que adolece asimismo de llamativas diferencias, está llamada también a hacerlo?Un sistema descentralizado, que tenga en cuenta las diferencias y los intereses de cada uno y aspire a promover los mismos derechos y oportunidades, desde luego que tendría que tener en cuenta variable, más allá del Estado. Se está hablando, por ejemplo, de un federalismo de base municipalista. Y en el área Metropolitana de Barcelona, sin ir más lejos, ya que se practica un cierto federalismo. Los Municipios que forman parte de ella ceden parte de sus competencias, en beneficio de todos. La gente ya sabe lo que es hablar, compartir, pactar… Lo que ocurre es que cuando se refiere a cosas como el Estado se complica un poco más.

¿Tenemos federalismo en Europa, quizás con todos sus defectos y pocas de sus virtudes?En Europa tenemos mucha unión monetaria, económica…, pero no tenemos unión política. No tenemos políticas armonizadas en materia fiscal, por ejemplo. Si todos formáramos parte de una Europa que nos la creyéramos todo sería más fácil. Pero sigue existiendo el miedo de los Estados a ceder soberanía. España también es un país muy descentralizado, pero que requiere ajustes."                                      

(Entrevista a Sílvia López Valentín, Politóloga. Es coordinadora de la coalición municipalista Movem Castelldefels, y forma parte de Iniciativa y de Federalistas d’Esquerras, El Triangle, Peru erroteta, 19/04/18)

25/10/16

No hay tipos de federalismos: hay una actitud federal (hecha de reconocimiento de las diferencias, de respeto recíproco y de voluntad de convivencia)

"(...)  ¿Qué tipo de federalismo defiende Federalistes? 
 
No hay tipos de federalismos: hay una actitud federal (hecha de reconocimiento de las diferencias, de respeto recíproco y de voluntad de convivencia), que se proyecta en cada caso en mecanismos específicos de auto-gobierno territorial y de gobierno común compartido.

En cuanto al federalismo asimétrico del que a veces se habla.

La cuestión no es fácil, y habría que sacarla del ámbito del consignismo político.

De acuerdo, la sacamos fuera de ese ámbito.

Para ello, sería bueno empezar por distinguir, dentro de la noción de "asimetría", dos cuestiones distintas: los poderes de los estados miembros, ¿deberían permitirles hacer cosas distintas o no? Y, en segundo lugar, ¿es admisible que algunos estados miembros cuenten con más poderes y recursos que los demás?

Para lo primero, una demostración extrema: en Estados Unidos, el derecho a la vida es visto de forma distinta en los diversos estados, de modo que unos han abolido la pena de muerte, otros la mantienen y la aplican, y otros han "hivernado" su aplicación.

Esto toca una cuestión capital: el patrimonio de derechos individuales fundamentales de los ciudadanos, ¿debe ser el mismo en todas partes? 

Tu respuesta…

Mi visión es que sí, pero añado: sería imaginable que algunos estados, por razones específicas, decidan complementar ese patrimonio. Alaska ha establecido una especie de "renta básica" para sus ciudadanos, como un modo de fijar su población. 

Y si quieres una versión castiza: en igualdad de condiciones, los profesores de la Universidad del País Vasco cobraban (ignoro si aun es el caso) más que sus equivalentes del resto de España. ¿Por qué? Te aseguro que las aulas de Leioa, en los años de plomo, no eran fáciles, y supongo que se quería combatir la posible tentación de trasladarse.

Por tanto: fondo común, idéntico, de derechos fundamentales de los ciudadanos (con garantía del gobierno federal, si es preciso), complementables autónomamente, pero con fondos propios - responsabilidad fiscal.

La otra dimensión es si todos los estados miembros han de tener los mismos poderes y recursos. Y la respuesta es no, porque las condiciones son distintas. 

Por ejemplo.

Canarias es una región ultraperiférica dentro de la Unión Europea; Galicia y Cataluña prestan importantes servicios sanitarios a ciudadanos europeos de otros países; el País Vasco asume, razonablemente, la misión de enseñar, proteger y difundir el euskera; y podríamos seguir. Otras comunidades, qué sé yo, Murcia o La Rioja, no se plantean tareas comparables. 

Por tanto, es admisible un grado de heterogeneidad, que no debería ser objeto de negociaciones entre "Madriz" y cada región ( hay que acabar con la práctica indecente del regateo mercantil), sino fruto de acuerdos argumentados y adoptados en un Senado de verdad, en el que estuvieran representados exclusivamente los estados miembros.

Resumiendo: asimetría sí, porque la realidad no es homogénea y uniforme; pero asimetría argumentada y acordada entre los estados miembros, sin intervención del gobierno central, y sin relación con los apoyos parlamentarios al gobierno central. (...)"             

 (Entrevista a Joan Botella, catedrático de Ciencia Política en la UAB, ha sido nombrado recientemente presidente de Federalistes d’Esquerres, Salvador López Arnal , Fuente: El Viejo Topo, septiembre de 2016, en Rebelión, 06/10/16)

10/5/16

El federalismo representa la forma política de la fraternidad

"(...) En realidad, la única propuesta que intenta institucionalizar el valor de la fraternidad es el federalismo. 

Porque lejos de contentarse con apelar a este valor como horizonte último hacia el que tender, o como idea reguladora para tutelar nuestras acciones, se esfuerza por dotar a la fraternidad de contenido político. El federalismo representa la forma política de la fraternidad. O también: es la corriente que hace suya la fraternidad como valor político universal.


Porque, aunque la fraternidad se inspire en una metáfora, la de que los individuos o ciudadanos libres se tratan políticamente a sí mismos como hermanas y hermanos de una misma familia extendida que es la sociedad, de dicha metáfora se desprende un tipo específico de relación política y jurídica.

 Entre otras razones, porque donde el concepto pone el énfasis es en la relación horizontal (entre hermanos, que en la esfera de la política territorial serían los entes federados), no en la relación vertical que compartirían (con el padre, que en este mismo caso vendría representado por el Estado). 

Es precisamente esta relación de igual a igual la que genera una unidad superior (la federación, expresión materializada de la voluntad de estar juntos). Nada más alejado por tanto del espíritu de la fraternidad que contentarse con la generalización de determinados afectos, como hace un cierto fraternalismo light. El nervio de la fraternidad, por el contrario, es la exigencia de que los fraternos se traten entre sí como iguales.

Nos encontramos, pues, ante una premisa con un contenido de inequívoco aliento emancipador. Cosa que la aleja también de esos otros planteamientos que, significativamente, prefieren como metáfora-guía para pensar las relaciones entre territorios la del matrimonio (con la consiguiente reivindicación del divorcio como receta en caso de conflicto).

 Son estos mismos planteamientos los que, también significativamente, suelen utilizar con desdén la expresión café para todos para rechazar la igualdad en cuanto se les antoja excesivamente gravosa.

Pero mientras los últimos resultan perfectamente previsibles (nada teme más el nacionalismo que el federalismo), los anteriores, en su inanidad, tampoco deberían dejar de preocuparnos. Precisamente porque “fraternidad” quiere decir universalización de la egaliberté republicana (Balibar dixit), los programas políticos fraternales promovidos por el federalismo, con su empeño por la emancipación y la voluntad de cooperación, deberían ocupar un lugar prioritario en el escenario de la política actual. 

Esperemos que nadie se ponga de medio lado cuando llegue el momento de convertirlos en realidad.·                (Manuel Cruz, El País, 29/04/16)

18/4/16

Federalismo: democracia multi-nivel, sin duplicidades, y con cada nivel de gobierno rindiendo cuentas a la ciudadanía (a diferencia de lo que ocurriría en un régimen confederal)

"El federalismo, que es la forma de gobierno bajo la que vive el 40% de la población mundial (y entre quienes viven en democracia, la mayoría lo hace ya en federaciones), es objeto de debate hoy en España por buenas razones, pero es todavía objeto de muchas distorsiones e incomprensiones. De ahí la importancia de hacer accesible el debate a la ciudadanía en general.

El marco constitucional español está formado no sólo por nuestra Constitución escrita, sino también por los estatutos de autonomía, los tratados europeos y multitud de acuerdos internacionales. 

Nuestra realidad legal ya contiene por lo tanto numerosos aspectos federales, nuestra soberanía ya es compartida. Pero es necesario acelerar la federalización de nuestras estructuras para vivir en una mejor democracia multi-nivel, sin innecesarias duplicidades, y con cada nivel relevante de gobierno rindiendo cuentas directamente a la ciudadanía (a diferencia de lo que ocurriría en un régimen confederal).

Federalismo es hoy igual estabilidad institucional en muchas regiones de nuestro planeta, contrariamente a una sensación arraigada en ciertos sectores de la sociedad española. La estabilidad y la cooperación son hoy necesarias en España para abordar nuestros problemas sociales.

 Federalismo es igual a solidaridad y a compartir riesgos, lo cual es más necesario que nunca hoy en Europa para superar la crisis económica y resolver el problema de los refugiados.  (...)"             (Francesc Trillas, Emili Ferrer, Economistas frente a la crisis, 15/03/16)

14/3/16

Manifiesto de la izquierda federal catalana: Defender la igualdad de todas las personas sin discriminaciones derivadas de razones identitarias, sociales o lingüísticas

“MANIFIESTO FUNDACIONAL DE LA ASEC/ASIC”

(...)  Se afirma en la introducción: ”Los firmantes del presente manifiesto observamos con preocupación la evolución de los acontecimientos en Cataluña. El giro secesionista del nacionalismo catalán de estos últimos años ha adquirido un carácter inquietante tras las elecciones del 27 de septiembre de 2015. 

specialmente, tras la declaración de “desconexión” con España aprobada por el Parlamento de Cataluña, que amenaza con un conflicto de enormes proporciones entre las instituciones autonómicas y las del gobierno del Estado y, lo que es más grave, en el interior de la sociedad catalana”.

Una confrontación, señalan, que alimenta las peores pulsiones de la derecha española, organizada, principalmente, “en torno al Partido Popular(PP), y de la derecha catalana, hegemonizada por Convergència Democràtica de Catalunya (CDC)”. Un panorama, que creen preocupante, “ante el cual la izquierda no ha sabido reaccionar o se ha mostrado cómplice de la deriva secesionista del nacionalismo catalán”. 

Esta circunstancia está propiciando, en su opinión, “que la respuesta al secesionismo esté siendo capitalizada por fuerzas situadas fuera del ámbito de la izquierda, pero alimentada electoralmente por sectores habitualmente próximos a las formaciones de izquierda”. Se están refiriendo a Ciudadanos como es evidente.

Ante la gravedad de la situación han acordadp “crear una asamblea democrática, estructurada en torno a las bases sociales de la izquierda en Cataluña y que podría denominarse ASAMBLEA SOCIAL DE LA IZQUIERDA DE CATALUÑA / ASSEMBLEA SOCIAL DE L’ESQUERRA DE CATALUNYA (ASEC/ASIC)”.

 No se trata, pues, de crear un nuevo partido, una nueva organización que aspire, por ejemplo, a presentar a unas elecciones legislativas.

La ASEC/ASIC defiende la unidad de las clases trabajadoras y populares de Cataluña, se afirma, en alianza con el resto de las de España, una unidad “que levante la alternativa de una República Federal”.

Sus objetivos básicos:

1.Defender la igualdad de todas las personas sin discriminaciones derivadas de razones identitarias, sociales o lingüísticas.

2.Fortalecer el protagonismo de las clases populares, oponiéndonos a todo aquello que pueda fomentar su división, tanto en el ámbito catalán como en el resto de España. Por ello nos oponemos a la secesión, por ser un factor de división de dichas clases populares.

3.Defender los derechos sociales de toda la ciudadanía (trabajo digno y bien remunerado, vivienda asequible, sanidad pública, educación pública, pensiones justas, ayuda a las personas dependientes y a los sectores vulnerables, etc.), que deben estar por encima de cualquier otra consideración.

4.Defender un modelo lingüístico, en el conjunto de España, que partiendo de la base de que la lengua es ante todo un instrumento de comunicación sea respetuoso con la diversidad cultural y los derechos lingüísticos de los hablantes de todos los idiomas oficiales del país, sin discriminaciones de ningún tipo. 

En el caso concreto de Cataluña, señalan, “ello quiere decir respeto escrupuloso del pluralismo lingüístico existente en la sociedad”.

Rechazan, finalmente, “el sometimiento de la soberanía nacional y popular a los poderes no democráticos, como el gran capital nacional, europeo e internacional. Defendemos el internacionalismo solidario como principio que guíe la relación entre los pueblos del mundo, así como la unidad entre las clases populares y trabajadoras de nuestro país”.  (...)"                   (Salvador López Arnal  , Rebelión, 05/03/16)

13/7/15

Federalismo no es confederalismo...

"(...) Ocurre que la justificación del federalismo se puede llevar a cabo ponderando su capacidad para tratar institucionalmente las tensiones identitarias o subrayando sus superiores cualidades democráticas, en cuanto se acerca la toma de decisiones a los ciudadanos y se incrementa el rendimiento del gobierno, más eficiente si es próximo o permite ensayos de políticas y de equipos en el nivel territorial. 

Sin duda el federalismo es más exitoso como forma democrática que como tratamiento del seccionalismo identitario. Además, la conjugación del nacionalismo y el federalismo tiene dificultades para llevarse a cabo, sea por las trabas que plantea el nacionalismo a su integración en una forma política que no sea exclusivamente propia; o por la frecuente inclinación en la federación de las tendencias centrípetas a ahogar el pluralismo territorial.

Con todo, el nacionalismo puede aceptar el federalismo en la medida en que le interesa una cierta simbología del federalismo. En el Estado federal se reconoce a los entes integrantes la condición de Estados, aunque no lo son soberanos, y estos Estados operan como una especie de anticipo de las estructuras políticas plenas. 

Persisten, en cualquier caso, las dificultades, llamémoslas espirituales, del nacionalismo para aceptar el sistema federal, pues al nacionalismo, tambien al grande del Estado, le cuesta entender la complejidad de la forma federal, reacia a la emotividad y carácter salvífico que se atribuye a la soberanía como ideal político.

 ¿Qué es lo que ocurre entonces? Que la aceptación por el nacionalismo del federalismo, siempre es una aceptación equívoca y táctica. En realidad los nacionalistas, cuando hablan de federalismo, entienden por tal el confederalismo, aunque el confederalismo no solo no es federalismo, es obvio, sino que es lo contrario, diríamos, al federalismo. 

Los nacionalistas admiten el nacionalismo solo condicionalmente, a la espera, en fin, de una ocasión en la que plantear la reivindicación de la independencia.  (...)"               (   , El País 2 JUL 2015)

15/2/15

Susana Díaz: Quien plantee una reforma de la Constitución para que unos ciudadanos tengan más que otros, me va a encontrar enfrente

"La presidenta de la Junta de Andalucía y líder del PSOE en esa Comunidad, Susana Díaz, ha rechazado el denominado "derecho a decidir", ha hecho un llamamiento a la unidad de España, y ha advertido de que no aceptará una reforma constitucional para satisfacer al nacionalismo catalán o para otorgar derechos diferentes a unos españoles.

"Si entendemos que la reforma de la Constitución tiene que ser para encajar un solo territorio [en referencia a Cataluña], entonces no estaremos entendiendo que lo que necesita España es vertebrarla para 20 años. 

En la que todos tenemos que estar cómodos. Quien plantee en estos momentos una reforma de la Constitución para que unos ciudadanos tengan más que otros, me va a encontrar enfrente", ha señalado durante una entrevista en Tele 5.

"El ser diferente no quiere decir que se sea desigual", ha subrayado en relación a una posible reforma constitucional. Y ha añadido: "Yo reconozco una lengua distinta en Cataluña, y que eso es riqueza para España. Y reconozco una estructura territorial distinta -sus comarcas-. He puesto ejemplos: ellos quieren los Mossos d'Esquadra, yo quiero la Guardia Civil en mis pueblos. Es decir, esas cosas son distintas, pero no nos hacen desiguales".

"Lo que no voy a permitir nunca es que haya elementos de ninguna índole que provoquen que un ciudadano en La Coruña, en Zaragoza, en Sevilla o en Barcelona tenga circunstancias distintas, financiación diferente, derechos distintos o libertades distintas", ha destacado.

Díaz ha indicado que ella "nunca" ha sido "ambigua" en estas cuestiones. "Siempre he defendido la unidad de España, siempre he defendido la soberanía nacional, no estoy a favor del derecho a decidir, no lo he estado nunca, no me habrá escuchado ni una sola vez dudar porque sé en qué equipo juego. Y en esta batalla juego en el equipo que defiende la unidad de mi país. Y creo que eso es lo que tenemos que hacer los socialistas", ha añadido.

La presidenta de la Junta de Andalucía ha señalado que "defender" su Comunidad es su "responsabilidad", pero eso no quiere decir que sea nacionalista porque "los socialistas no somos nacionalistas". "Y estoy convencida de que los compañeros del PSC defenderán a Cataluña, pero dentro de España", ha considerado.

La dirigente socialista ha asegurado que "el derecho a decidir es una trampa, y eso habría que haberlo desmontado hace mucho tiempo". "Era la trampa de decidir dividir España, dividir la soberanía nacional. Y eso habría que haberlo desmontado entre todos", ha reiterado.

"En este país ha faltado liderazgo. Y se lo he dicho al presidente del Gobierno, en público y en privado. [Ha faltado] coger el toro por los cuernos, ponerse al frente y decirle a los catalanes que este proyecto que es España tiene presente y tiene futuro, y que tenemos que estar todos juntos. Eso es lo que creo que ha faltado. Estamos en un momento muy difícil en España y no tenemos a los dirigentes políticos que merecen los españoles", ha explicado.

Díaz ha confesado que eso "también se lo he dicho a mis compañeros [del PSC] en público y en privado".

"No soy ambigua en casi nada, pero en esto especialmente todo el mundo sabe que defiendo mi país y la unidad de España porque creo en ella, y porque creo en el futuro de mi país", ha concluido. Previamente también le había reprochado a Podemos que "no me garantiza la unidad de España".             (Crónica Global, 28/01/2015)

30/12/14

España es un Estado federal en todo salvo en el nombre

"¿España es un Estado federal?

Sin duda. Uno de los federólogos más reconocidos, Ronald Watts, en su libro 'Sistemas federales comparados' dice que España es un Estado federal en todo salvo en el nombre.

Usted también ha analizado en profundidad el federalismo.

Yo he estudiado doce sistemas federales comparados en mi libro 'Los rostros del federalismo': EEUU, Canadá, Australia, México, Argentina, Brasil, España, Austria, Suiza, Bélgica, Rusia y Alemania. Si se estudian los Estados federales, se llega a la conclusión de que el término federalismo hay que conjugarlo en plural porque, en realidad, no hay un federalismo sino que hay varios federalismos distintos. 

Todos son muy distintos entre sí, dependiendo de circunstancias muy diversas como el tamaño del país, la población, la pluralidad interna del país, y de forma muy especial la historia.

Pero, por ejemplo, España no tiene un senado federal.

Es verdad, pero no hay ningún senado federal en el mundo salvo el alemán. No hay un senado federal en Estados Unidos. Allí se elige con un principio Federal, con dos senadores por Estado, pero no tiene nada que ver con competencias federales. El Senado canadiense no es federal, ni siquiera desde el punto de vista de su configuración. El Senado ruso no es un senado federal. 

Y, por supuesto, no lo es el belga ni el austríaco. Cuando se habla de un senado federal en el sentido alemán -el Bundesrat-, es decir, un senado donde están representados los territorios y no los ciudadanos a través de los partidos, solo hay un senado federal el mundo, que es el alemán. 

En el resto de los senados los ciudadanos están representados a través de los partidos. Lo que determina la forma de actuar del Senado estadounidense es la adscripción partidaria, igual que en la Cámara de Representantes. Así, el Senado español no es federal, pero eso no quiere decir que nosotros no seamos federales.

Entonces, ¿no hay un federalismo, digamos, estándar?

Los sistemas de distribución de competencias son muchos, hay muchas variantes. Hay países federales con una descentralización judicial muy fuerte, como EEUU, y otros sin descentralización judicial, como Austria. 

Cuando se comparan, ves que lo que caracteriza al federalismo -que según algunos autores es que hay gobiernos separados y gobierno compartido; entes territoriales que tienen competencia para administrar materias y un gobierno compartido- lo hay en España, sin duda ninguna. Es más, nuestro grado de descentralización en algunas materias es muy superior al que existe en algunos Estados federales.

¿Y por qué se acostumbra a poner en duda que España sea un Estado federal?

Nos empeñamos en no llamarle federal por distintos motivos: desde la izquierda, por seguir jugando con esto de que queremos cambiar la Constitución de forma federal; y desde la derecha, porque creen que el federalismo es una especie de monstruo de siete cabezas que lo va a destruir todo. Tendríamos muchos menos problemas si aceptásemos la realidad: que este es un sistema de tipo federal.

¿Este Estado federal español es asimétrico? Al menos, así lo parece, si tenemos en cuenta los conciertos económicos, las policías autonómicas... ¿no?

Yo distingo siempre entre un Estado federal asimétrico y un Estado federal deshomogéneo. Un Estado federal deshomogéneo es aquel en el que las CCAA -en el caso español- tienen distintas competencias.

 Y esto es normal en todos los Estados federales: donde no hay costa, no hay competencia en materia de costas; donde no hay alta montaña, no hay competencia en alta montaña; donde no hay lengua vernácula o autóctona, no hay competencia en materia de lengua. 

Esto no es característico de España. Hay muchas deshomogeneidades en el mundo federal. Pero lo que caracteriza a una asimetría es que la posición constitucional de los territorios sea distinta. Y esto en España solo ocurre en relación con el régimen económico fiscal vasco y navarro.

¿El derecho civil catalán sería otra asimetría?

Eso no es una asimetría, es una peculiaridad competencial. Como tú tienes un derecho civil, legislas en materia de derecho civil. En realidad, sobre la base de los títulos competenciales de derecho civil foral se han hecho son auténticas legislaciones civiles autonómicas.

 En Galicia, las instituciones de derecho civil foral eran tres o cuatro, y hoy hay una especie de código civil autonómico. En realidad, eso lo único que significa es que tienes competencia en esa materia.

¿Y la lengua?

La lengua es una peculiaridad desde el punto de vista sociológico y cultural, pero desde el punto de vista jurídico solo significa que tienes competencia en esa materia. Las CCAA que no tienen lengua vernácula no tienen esa competencia.

¿Hay algún caso paradigmático de Estado federal asimétrico propiamente dicho?

La mayor parte de los Estados federales son simétricos. Hay algunas asimetrías. Por ejemplo, las capitales federales suelen tener un estatuto jurídico especial: Washington DC, México DF, Brasilia... Pero lo que caracteriza al federalismo no es la asimetría, sino la simetría. Es verdad que hay un punto a partir del cual las deshomogeneidades pueden llegar a configurar una especie de régimen asimétrico, que es lo que ocurre con el Estatuto catalán. 

En estos momentos el Estatuto catalán, o mejor dicho, su traducción, es tan diferente a todos los demás que claramente marca un punto en donde la deshomogeneidad se acaba conformando como una especie de asimetría. Aunque esto es perfectamente reversible, bastaría con modificar nuevamente el Estatuto.

Pero las policías autonómicas también son una deshomogeneidad significativa.

Las policías autonómicas se pueden crear siempre y cuando haya esa competencia en el Estatuto. Lo único que necesitas es aprobar una ley de policía autonómica y tener esa competencia en el Estatuto. ¿Por qué no lo han hecho todas las CCAA? Pues por una razón muy sencilla: porque esto vale una pasta. Insisto, lo característico del federalismo es la simetría, y nuestro sistema, hasta la última reforma de los estatutos, ha sido esencialmente simétrico.

¿Cómo encajarían ahí blindajes de competencias para algunas CCAA, como ahora se plantea? ¿Son habituales esos blindajes en los Estados federales?

Lo que hemos dado en llamar blindaje competencial, que es esa definición absolutamente exhaustiva que hace el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y siguiendo su estela, el de Andalucía, de lo que significa cada título competencial, yo he sostenido que es inconstitucional y no existe en el mundo federal. 

En Suiza la especificación de competencias es muy detallada, pero en realidad lo que se ha hecho en España es ir determinando el contenido de los títulos competenciales. Esto no se hace en el mundo federal. En las constituciones de los Estados de EEUU no existe esto. 

Realmente el blindaje es una técnica que no es propia del mundo federal, que manifiesta desconfianza hacia el poder central, y que claramente choca con los principios constitucionales. El sistema español es un sistema en el que, cuando hay disparidad de criterios sobre el contenido o el significado de una competencia, lo aclara el Tribunal Constitucional. Y lo que ha hecho el Estatuto es poner negro sobre blanco lo que tiene que decidir el Constitucional en caso de conflicto. Esto no se puede hacer."            

(Entrevista a Roberto Blanco Valdés, con motivo de su nuevo libro: 'El laberinto territorial español'. Es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, y experto en federalismo, Crónica Global, 17/12/2014)

20/10/14

Susana Díaz: ni bilateralidad, ni asimetría, ni nación

"La presidenta de la Junta de Andalucía y líder del PSOE en Andalucía, Susana Díaz, ha pedido al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ejerza "el liderazgo, la empatía y el diálogo" para resolver la crisis generada por el independentismo catalán, pero ha puesto algunos límites a la hora de realizar seciones al nacionalismo.

Para Díaz, esos límites estarían en "la igualdad de todos los ciudadanos", en el cumplimiento del Estado de derecho que encarna la Constitución, y en el rechazo a la implantación en España de un "federalismo asimétrico" y el reconocimiento de Cataluña como nación.

En una entrevista publicada este domingo en el El País, la dirigente socialista ha señalado que "lo que ha hecho hasta ahora" Rajoy, "ha tenido el apoyo firme de la presidenta de Andalucía, que es el cumplimiento de la ley". "Pero no es suficiente. Ahora tiene que abrir el diálogo. Si Mas lo ha hecho fatal, que lo ha hecho fatal, España lo tiene que hacer bien", ha añadido.

Un diálogo que, según Díaz, debe conducir "hacia un modelo de convivencia que nos permita diseñar un país atractivo para los próximos 30 años, que refuerce la paz y la convivencia; y lo tenemos que hacer entre todos. No puede ser un diálogo bilateral. Y tiene un límite: la igualdad de todos los ciudadanos".

La presidenta de la Junta de Andalucía ha subrayado que a CiU "hay que pedirle que vuelva a la centralidad". "Mas ha provocado que la mitad de la población de Cataluña esté asustada, y la otra mitad está en la frustración ante un engaño que no va a poder llevar a cabo, que es el 9N", ha indicado.
Y ha subrayado que "a los partidos independentistas hay que decirles que de la misma manera que hay un Estado de derecho que les permite defender su posición, que es el soberanismo, también tienen que respetar ese Estado de derecho y esa Constitución que les permite expresar su posición".

Respecto a la propuesta de reforma constitucional que plantea el PSOE, Díaz ha descartdo que esta incluya "un federalismo asimétrico". "Las palabras tienen piel... Yo soy partidaria de buscar aquello que une, no lo que divide el término lo encontraremos al final. Lo importante es encontrar el marco en el que todos nos sintamos cómodos", ha añadido.

Y ha explicado que "como presidenta de Andalucía tengo un límite, que es la igualdad de todos los ciudadanos; el federalismo asimétrico no me gusta porque asimetría me suena a desigualdad. ¿Es compatible la igualdad con el reconocimiento de singularidades? Creo que sí. Una lengua propia, una policía autonómica o una división comarcal no suponen desigualdad".

 La líder el PSOE en Andalucía ha rechazado que se reconozca a Cataluña como nación porque "eso es reconocer soberanía de origen y no lo comparto".  (...)"         (Crónica Global, 19/10/2014)

7/10/14

Sería difícil que Cataluña y el País Vasco aceptaran un federalismo igualitario. Pero nunca se sabe

"(...) «el Tribunal Constitucional estableció, ante la perplejidad de los demás juristas del mundo, que no era inconstitucional que los Estatutos calificaran de exclusivas las competencias autonómicas sobre algunas materias que la Constitución calificaba como exclusivas del Estado, asegurando que cuando dos competencias sobre la misma materia se califican al mismo tiempo están llamadas a ser concurrentes.

 Con lo cual el Tribunal Constitucional, en lugar de colaborar a definir el concepto de exclusividad, lo desbarató y lo hizo inservible como categoría general, sin considerar que en otras constituciones de referencia, como la alemana, es el centro sobre el que gira el buen funcionamiento del sistema entero».

 Las consecuencias de semejante dislate han sido enormes, pues, por ejemplo, no hay duda de que «la Generalitat ha legislado sobre las mismas materias y con la misma extensión que lo ha hecho el Estado y cuenta con organismos que duplican los existentes en la esfera central».

 Es más, esta duplicidad se puede deducir también en otras comunidades autónomas, lo que viene a demostrar «lo confuso que es el reparto de competencias que se ha establecido porque permite que se sostenga una interpretación y la contraria con la misma aparente seriedad». El resultado de tal galimatías es desolador, porque además de la inflación legislativa que producen 17 Parlamentos autonómicos, lo más grave es que «ni siquiera podemos identificar claramente cuándo una ley es del Estado o de las comunidades autónomas».

 No creo que sea necesario agotar todos los argumentos que expone Muñoz Machado para demostrar la inviabilidad del actual Estado, a la que contribuye también tanto el Estatut de 2006, como la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el mismo. En suma, el Estado de las Autonomías no puede seguir funcionando así, porque además habría que ofrecer una salida a los nacionalistas vascos y catalanes.  (...)

Pero la opción del Estado federal, significaría, al contrario, que las partes (todas o algunas) que constituyen actualmente el Estado de las Autonomías, refundaran un nuevo Estado, construido de abajo arriba, sobre la base de que dichas unidades políticas decidieran qué intereses generales debían ceder a las instancias unitarias que habría que construir. 

En definitiva, «esto sería el pacto federal que algunos solicitan, que implicaría cambiar la residencia de la soberanía para situarla en las entidades infraestatales (la mayor parte de ellas artificialmente constituidas a partir de 1978) y nos llevaría hacia un confederalismo de nuevo cuño y de futuro ahora inexplorable». Por lo demás, parece que sería difícil que Cataluña y el País Vasco aceptaran un federalismo igualitario. Pero nunca se sabe. (...)"             (El Mundo | Jorge de Esteban, Tribuna Libre, 01/09/2014)

6/6/14

“Federalismo es solidaridad”

"Considerado una de las máximas autoridades académicas del federalismo, el canadiense Jean Leclair, invitado por Federalistes d’Esquerres, analizó ayer en Barcelona la cuestión catalana.

 Leclair considera que la vía federal es la más útil respuesta para vehicular las sociedades plurales porque construye un modelo que “evita ser instrumentalizado por los diversos nacionalismos”.

Crisis económica, globalización, auge de los populismos… ¿por qué cree que el federalismo es el mejor sistema para hacer frente a esta complejidad?

En el mundo actual, donde las sociedad no son homogéneas y como en pasa en Catalunya co nviven diferentes sentimientos de pertenencia e identitarios, el federalismo es un sistema ideal. Las realidades sociales hoy en día van mucho más allá de lo que suelen dibujar los nacionalismos.

¿El federalismo diferencia la idea de Estado del concepto tradicional de nación?

El federalismo es pensar sobre tu autonomía teniendo en cuenta y res petando las otras autonomías, sin pensar que siempre tienes razón, y garantizando la libertad de todos los ciudadanos en un universo dominado por las reivindicaciones identitarias. Es difuminar las fronteras culturales desde un sentimiento de solidaridad. Es lo que llamamos el espíritu federal.

¿En qué consiste?

Un estado federal se construye a partir de la solidaridad y el sentim iento de unión con los territorios con los que te federas. Ese espíritu es esencial ya que todas las naciones son diferentes, tienen una historia, pero a la vez tienen unas complejidades internas. Y el federalismo recoge esas particularidades para construir puentes y estados muy estables.

El nacionalismo catalán habla de “derecho a decidir”…

En Canadá nunca se planteó un referéndum que no estuviera pactado. El Tribunal Supremo dijo que no prohibiría el referéndum pero no reconoció nunca a Quebec el derecho a secesión. Únicamente, en caso de una gran mayoría, tras una consulta con una pregunta clara, se debía abrir un proceso de negociación sin tener la secesión como obligación.

¿Qué le parece la doble pregunta escogida por el Govern?

Como constitucionalista no entiendo la doble pregunta, a qué se refiere cuándo plantea ser “un estado”, porque Catalunya ya es en parte un estado. Prefiero la pregunta pactada en Escocia. Es necesario una pregunta clara y una mayoría clara en las urnas.

Tras varias consultas en Quebec parece ahora descartada esta vía…

Ya no entusiasma la consulta, tras un proc eso muy duro. La autonomía es alta y podríamos decir que vivimos en una confortable indiferencia entre unos y otros, sabiendo que una parte no herirá a la otra."           (Iñaki Ellakuría , La Vanguardia,

20/2/14

"De acuerdo con la Constitución, la ordenanza de secesión adoptada por la convención [de Tejas] y ratificada por la mayoría de los ciudadanos de Tejas, asi como todos los actos legislativos... son completamente nulos"

"(...) Ante tanta profusión de federalismos y de federalistas, con proyectos y propuestas tan dispares para España, resulta llamativa la escasa atención que se presta a los federalismos realmente existentes. (...)

Con frecuencia se omite, sin embargo, la experiencia federal de los Estados Unidos de América, que antecede a ambos y da lugar al primer y más longevo Estado federal del mundo. (...)

Entre los más relevantes históricamente, que ilustran la utilidad de un nivel federal de decisión para la protección de "minorías" localmente discriminadas, no han faltado ni la secesión armada (la guerra civil norteamericana, provocada por la rebelión en 1861 de los Estados esclavistas tras la elección del abolicionista Lincoln como presidente), ni la insubordinación estatal a una sentencia federal (en 1957, el Gobierno federal tuvo que recurrir al Ejército en Little Rock para hacer cumplir Brown v. Board of Education, que ordenaba el fin de la segregación racial escolar, contra la pretensión del Gobierno estatal de Arkansas de mantenerla), ni, tampoco, las amenazas de secesión por razones fiscales (la más reciente, del Estado de Tejas en 2012). (...)

La larga trayectoria del federalismo estadounidense lo ha dotado de una gran flexibilidad a la hora de regular eficazmente el tipo de relaciones que en una federación mantiene una parte con el todo. En la sentencia Texas v. White (1869), que abordaba el estatus legal de un Estado, Tejas, escindido unilateralmente del resto de la Unión, la Corte Suprema describía el proyecto federal estadounidense como una "Unión indestructible compuesta de Estados indestructibles".

 Un poco más adelante, definía la jurisprudencia constitucional vigente sobre la secesión unilateral de un territorio parte de la Unión: 

"La unión entre Tejas y los demás Estados es completa y tan perpetua e indisoluble como la de los Estados originales [los trece firmantes de la Confederación]. No hay lugar para la reconsideración o la revocación si no es mediante una revolución o con el acuerdo de los Estados". 

Y seguía valorando la declaración unilateral de secesión de Tejas (1861) en términos que no dejan lugar a dudas: 

"De acuerdo con la Constitución, la ordenanza de secesión adoptada por la convención [de Tejas] y ratificada por la mayoría de los ciudadanos de Tejas, así como todos los actos legislativos orientados a hacer efectiva esa ordenanza, son completamente nulos. Carecen de eficacia jurídica. Las obligaciones del Estado, en tanto que miembro de la Unión; y de los ciudadanos del Estado, en tanto que ciudadanos de los Estados Unidos, permanecen íntegras e inalteradas...".

Más allá de sus circunstancias históricas, esta sentencia y la jurisprudencia en la que se inscribe resultan de interés porque ofrecen un modelo práctico y coherente del Estado federal, que ha demostrado sobre el terreno su capacidad para combinar satisfactoriamente, incluso en presencia del desafío más extremo -la secesión unilateral y armada-, los principios de unidad y diversidad, de democracia e imperio de la ley, de permanencia y flexibilidad.

 Es de destacar que esta secesión vino en su momento respaldada, tal y como recuerda la sentencia, por una votación popular, pero sólo en el territorio escindido, y bajo un gobierno estatal fuera de la ley constitucional. Lejos de hacer de la secesión un ejercicio democrático, esta circunstancia la convierte en un atropello de los derechos democráticos del resto de la Unión (lo que la sentencia denomina "el acuerdo de los Estados"), que ningún "autogobierno" de parte puede legitimar porque afecta al vínculo federal mismo, es decir, a todos. 

En efecto, que sólo algunos voten y pretendan decidir sobre los derechos políticos de los demás equivaldría a aceptar, por ejemplo, que los blancos decidieran votar, en nombre de un supuesto "autogobierno blanco", si los negros tienen o no derecho a votar con ellos (o viceversa): una votación así constituiría un ataque frontal contra las libertades constitucionales que ningún gobierno federal y democrático dudaría en combatir.

Esta noción de "Unión indestructible de Estados indestructibles" es probablemente el elemento que mejor define la originalidad federal. La necesaria convivencia de instituciones federales y entidades federadas en el seno del mismo cuerpo político diferencia al federalismo de otros modelos políticos, tanto del mero Estado unitario (una Unión política que puede estar formada por regiones con más o menos capacidades -como es el caso de Francia-, pero "destructibles", cuyos poderes están subordinados, en última instancia, al poder central) y la simple confederación o liga de países (una Unión "destructible" desde el momento en que cada país es libre de abandonarla unilateralmente). (...)

Desde una perspectiva federal, las entidades federadas deben ser igualmente preservadas. No porque encarnen, como se razona en ocasiones en España, una "identidad colectiva" ligada a un territorio, una cultura, una lengua, una historia o unos "paisajes modelados", por emplear la retórica preambular del Estatuto de Autonomía catalán de 2005; sino porque su presencia constituye un contrapeso democrático básico en una estructura federal. 

Lo que da sentido a la existencia política de una entidad federada es su utilidad, dentro del conjunto federal, para preservar y expandir las libertades y la pluralidad de los ciudadanos a los que agrupa. Protegiéndolos, en particular, de la amenaza que supone la concentración del poder en un solo centro. (...)

La convivencia, en cada rincón del territorio, de varios poderes públicos, igualmente democráticos, igualmente responsables ante los ciudadanos, sin capacidad para expulsarse mutuamente y autónomos (que no independientes) entre sí, es la garantía federal de los derechos y libertades de cada ciudadano.

 No hay, por tanto, lugar para "Estados residuales" en esta lógica federal; ésta no es una cartografía de las diferencias ni un reparto de esferas de influencia exclusiva, sino un mecanismo para la dispersión del poder en distintos niveles que protejan la diversidad social y las libertades públicas, en el interior del conjunto federal y en cada una de las entidades federadas."            (Juan Antonio Cordero, Crónica Global, Martes, 18 de febrero de 2014)

21/7/13

España es un estad federal. No lo era cuando se aprobó la Constitución en 1978, pero ha llegado a serlo

"Aun a riesgo de caer en el reduccionismo (...) me parece que la clave que explica por qué hay Estados que siendo muy diferentes son, sin embargo, todos federales, tiene que ver con el reparto efectivo del poder público entre las distintas instancias, centrales y federadas, que integran el correspondiente Estado federal. 

Reparto del poder público (autonomía política) que se traduce, jurídicamente, en el reparto de competencias, fundamentalmente, de carácter legislativo (las auténticamente políticas), pero también ejecutivo y administrativo y, en su caso, pero no imprescindiblemente, jurisdiccional. (...)

El correlato necesario de la división del poder público entre las distintas partes que integran el Estado federal es el de la autonomía y suficiencia financiera de cada una de ellas, que les permita hacer frente, en debidas condiciones, al ejercicio de las competencias que tienen atribuidas. 

De nada sirve ser titular de competencias si no hay recursos económicos suficientes para hacerlas efectivas, de igual modo que tampoco sirve de mucho hablar de autonomía política si después se carece de autonomía para conseguir ingresos y efectuar gastos. (...)

Otra de las características que suelen considerarse esenciales en un Estado que merezca denominarse federal (si bien, a este respecto, podríamos encontrar alguna singularidad no desdeñable) es la que tiene que ver con la posibilidad de que las unidades federadas participen en la formación de la voluntad federal en relación con aquellas cuestiones que más directamente les atañen. 

En efecto, es muy común que en los Estados federales, además de la cámara de representación popular (Parlamento, Congreso, etcétera), exista también una cámara de representación territorial (senado, Bundesrat, etcétera), competente para participar en la aprobación de leyes de gran relevancia para esas entidades estatales federadas.

Evidentemente, habría otras muchas cosas que añadir, características también de los Estados federales, o de la mayoría de ellos, pero me parece que estas son las fundamentales.  (...)

Pues bien, si sometemos el Estado español a examen comparativo a la vista de todas ellas, llegaremos a la conclusión de que, sin duda, las dos principales se cumplen: tanto el Estado central como las comunidades autónomas, por un lado, gozan de auténtico poder político, al disponer de importantes campos materiales sobre los que ejercen facultades de carácter legislativo y ejecutivo; y, por el otro, ambas partes disponen de recursos financieros suficientes y autonomía presupuestaria, por más que estas cuestiones precisen de matices en estos años de crisis económico-financiera tan acusada, y, sobre todo, a la luz de la última reforma constitucional (artículo 135) y de la consiguiente aprobación de la legislación orgánica que la desarrolla (Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera).

Más dudas caben en relación con la cámara de representación territorial, pues aunque formalmente disponemos de ella, el Senado, lo cierto es que por su composición y funciones no responde adecuadamente a ese propósito.

En definitiva, el Estado español, pese a sus peculiaridades, deficiencias y disfunciones, es ya, como se anunciaba al comienzo, un Estado federal. No lo era cuando se aprobó la Constitución en 1978, pero tras más de 30 años de vigencia y de desarrollo estatutario y legal de la misma, ha llegado a serlo.

 Y, entonces —podría alguien preguntarse—, si el Estado español es ya un Estado federal, ¿por qué todo este ruido federal? ¿Por qué la palabra “federalismo” se nos mete hasta debajo de la manta, perturbando nuestros sueños y juegos? ¿Por qué no lo dejamos estar?"          ( , El País, 18 JUL 2013 )

17/6/13

El federalismo es incompatible con el centralismo pero también con el independentismo

"Francesc Moreno, editor de El Debat, en un artículo publicado este martes:
‘[...] Si algo es contradictorio con el federalismo es el independentismo, no lo que ellos [el sector nacionalista del PSC que ha firmado un manifiesto en contra de una posición anti-independentista del partido] califican como unionismo. Por ejemplo, el federalismo europeo es la antítesis de la soberanía nacional de los estados miembros. El federalismo implica siempre unión, eso sí, limitando y compartiendo el poder de unos y otros.
El federalismo es incompatible con el centralismo pero también con el independentismo. Por eso cualquier defensa de un proyecto federal implica necesariamente contraponerlo al centralismo y al independentismo. El federalismo no ha de ser una coartada del centralismo pero tampoco un paso más hacia la independencia.
Es un proyecto autónomo, que prioriza el diálogo leal frente a las rupturas y las imposiciones de uno u otro signo. Cuando en Cataluña vivimos una brutal ofensiva ideológica desde el poder y los medios de comunicación vendiéndonos las supuestas ventajas de la independencia, renunciar a explicar las contraindicaciones para los catalanes es simple y llanamente renunciar a oponerse a la independencia.
Al igual que el federalismo ha de contraponerse al centralismo, debe hacerlo también respecto al independentismo. Y más cuando razones no faltan. Otra cosa es que a nivel español la batalla ha de ser proritariamente contra el centralismo, contra la negación de la diferencia. El rival político del federalismo fuera de Cataluña es el uniformismo. En Cataluña es el independentismo.
Tampoco deja de ser curioso que los firmantes pidan medidas disciplinarias para el PSC de Hospitalet cuando esa es la postura oficial del PSC. Si el PSC dice que no es partidario de la independencia deberá explicar por qué. Y si algo debe reprocharse a la dirección socialista es no haberlo hecho explícita y claramente.
Es imprescindible una campaña didáctica explicando las ventajas de la opción federal frente al inmovilismo y la independencia. Ventajas económicas, de convivencia, de respeto de los derechos individuales. Y para eso es imprescindible poner de manifiesto las desventajas y los riesgos de las demás opciones.
Y el PSC debería espabilar en esta cuestión si no quiere que otros partidos reduzcan a los federalistas a ser los compañeros de viaje del independentismo, sus tontos útiles, como parecen querer los firmantes del manifiesto [...]‘.     (lavozdebarcelona.com, 05/06/2013)

10/11/12

¿Por qué debería Alemania ayudar a las regiones más pobres españolas si los catalanes se oponen?

"Cataluña: La pregunta de Morgan.

 En su informe sobre el debate sobre la independencia, Alex White y Raphael Brun de JP Morgan se preguntan (h/t Alphaville):
“Por qué debería Alemania ayudar a las regiones más pobres  españolas [lg: y a las más ricas] si los catalanes se oponen?
….si Cataluña no está preparada para subvencionar a las regiones más pobres de España, ¿por qué deben hacerlo Alemania y otros países del norte de Europa? Esta es la misma pregunta que los miembros del FMI (por ejemplo, China) plantean a la zona euro en su conjunto en su gestión de la crisis.”
["Why should Germans support poorer Spanish regions if Catalans object?
… if Catalonia is unprepared to subsidize Spain’s poorer regions, why should Germany or other countries of the European north? This is the same question that IMF members (e.g., China) ask of the Euro area as a whole in its management of the crisis."]
La afirmación puede ser (es, en mi opinión) injusta (nadie pide a Alemania que transfiera quizás el 6% de su renta, claro, y desde Cataluña no se opondría quizás, aunque no esté claro en el debate, a transferir a niveles más bajos) pero es indudable que una de las consecuencias de abrir el debate soberanista en esta coyuntura es el riesgo de que haya quien, desde fuera, lo utilice equivocadamente, o aprovechadamente para sus propios motivos."                      (Nada es gratis, 27/10/2012)