Mostrando entradas con la etiqueta g. Víctimas del nacionalismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta g. Víctimas del nacionalismo. Mostrar todas las entradas

27/11/23

Consuelo Ordóñez: "Me preocupa cómo se ha extendido ese odio que yo he vivido toda la vida, que se haya exportado al resto de España, que odiar se haya puesto de moda. Un odio que solo conduce a la violencia, como estamos viendo con estas manifestaciones"... "¿Cómo no voy a saltar contra cualquier líder político que utilice el terrorismo que hemos vivido para frivolizar, banalizar y, sobre todo, para rentabilizarlo, tratando a las víctimas como si fuéramos mercancía política?"... Nosotros siempre hemos estado muy solos. Éramos como la peste, lo más incómodo que había en la sociedad en la que hemos nacido, crecido y vivido... La banalización del terrorismo ha estado instalada siempre en la sociedad vasca y navarra... Nosotras somos el mejor ejemplo que este país ha tenido frente al odio, el mejor ejemplo de convivencia democrática y pacífica. Pero parece que este país no ha aprendido nada de nosotras. Y eso también duele. Pero seguiremos trabajando porque somos más necesarios que nunca

 "Consuelo Ordóñez (Caracas, 1959) lleva veinticinco años luchando sin descanso por y para las víctimas del terrorismo a través de la asociación Covite. Pero no está acostumbrada a recibir premios. De hecho, hasta el momento, más allá de una medalla de Instituciones Penitenciarias, solo ha recibido dos. El primero se lo otorgó hace pocas semanas la Fundación Hay Derecho. Y el segundo se lo acaba de conceder infoLibre en la categoría de Compromiso Social. "Estamos empezando a recoger los frutos de tantos años de trabajo", dice con orgullo al otro lado del teléfono.

La hermana de Gregorio Ordóñez, concejal del PP de San Sebastián asesinado por la banda terrorista ETA en 1995, atiende a este diario el mismo día que ha fallecido el pintor y escultor Agustín Ibarrola. Con él, como quien dice, comenzó todo. Fue el primero que se acercó al colectivo cuando nadie quería tener nada que ver con él, cuando eran lo más incómodo que había, cuando les tenían como apestados. Y les diseñó el logo, la chiribita. "Nuestro querido referente, siempre vivirá con nosotros", apunta Ordoñez. 

¿Cómo recibe el premio al compromiso social otorgado por este diario?

Yo estoy acostumbrada a recibir hostias, no premios. De hecho, es el segundo que me otorgan en toda la vida. Por tanto, lo acojo con ilusión y agradecimiento, porque eso quiere decir que estamos recogiendo los frutos de tantos años de un trabajo que nos ha costado mucho visibilizar. Un trabajo muy duro y que, también, hemos tenido que hacer con mucha soledad. 

 Porque nunca hemos estado arropados por nadie. ¿Cuántos artistas, cuantas personas del mundo de la cultura, vascos, famosos, se solidarizaron con nosotros? ¿Cuántos empresarios nos han ayudado? ¿Cuánta gente de la calle? ¿Qué hacían cuando ETA nos mataba? Nosotros siempre hemos estado muy solos. Éramos como la peste, lo más incómodo que había en la sociedad en la que hemos nacido, crecido y vivido.

Pero también, a parte de la soledad, hemos sufrido la estigmatización de la mayor parte de la sociedad española. Primero, en el País Vasco, estigmatizados por el nacionalismo y la izquierda abertzale. Y luego la izquierda de este país, que siempre nos ha estigmatizado porque ha pensado que si eres víctima de ETA tienes que ser de derechas.

Usted lleva años trabajando por y para las víctimas del terrorismo. ¿Considera, a día de hoy, que algo tan grave como el terrorismo se está banalizando?

 La banalización del terrorismo ha estado instalada siempre en la sociedad vasca y navarra. La izquierda abertzale siempre ha banalizado y ha deshumanizado a las víctimas, nos ha tratado como cosas para poder justificar que para ellos el terrorismo era su herramienta política. Antes HB. Y hoy sus herederos políticos, que están en el Congreso de los Diputados y en las instituciones vascas, donde son segunda fuerza. Aún ni siquiera se han atrevido a decir que matar estuvo mal. Lo siguen justificando, lo siguen legitimando.

¿Y qué le parece la instrumentalización política que se hace de este asunto?

Si te refieres a la que hacen determinados líderes políticos y determinados partidos, es algo que llevamos denunciando muchos años, aunque ahora se visibiliza mucho más. De hecho, el artículo 2 de nuestros estatutos, que es donde está nuestra seña de identidad, dice lo siguiente: "Covite como colectivo es absolutamente independiente de cualquier partido político. Nuestros objetivos tienen que ver con la dignidad del ser humano y, en ese sentido, están muy por encima de cuestiones partidistas. Es independiente de cualquier partido político u organización similar, valor irrenunciable que nos otorga libertad plena de crítica y coherencia con nuestros fines".

 Lo que nosotros defendemos está relacionado sólo y estrictamente con la dignidad del ser humano. Estamos, por tanto, por encima de cuestiones partidistas, somos independientes. Lo que queremos es memoria, verdad, justicia y dignidad. Y esto último implica tratarnos con respeto, no banalizar o respetar la naturaleza intrínseca de las víctimas, que es la pluralidad ideológica. Porque antes que víctimas somos personas y somos reflejo social.

Por tanto, ¿cómo no voy a saltar ahora contra cualquier líder político de cualquier partido que utilice el terrorismo que hemos vivido para frivolizar, banalizar y, sobre todo, para rentabilizarlo, tratando a las víctimas como si fuéramos mercancía política? ¡Pues igual que me indigno todos los días con el discurso legitimador que, todavía hoy, tienen los líderes de la izquierda abertzale! Que se diga que ETA sigue existiendo o se utilice eso de "Que te vote Txapote" son cosas que duelen. Y yo voy a defender la dignidad de todas y cada una de las víctimas.

¿Ha fallado el Estado a la hora de dar respuesta a las víctimas del terrorismo?

Nosotros nacimos con una seña de identidad clara: la defensa del Estado de Derecho y las instituciones. Pero eso no quita que nos hayan defraudado. La justicia de este país ha fracasado rotundamente con las víctimas de ETA. Mira, a lo que más esfuerzo hemos dedicado es a documentar la justicia no impartida con las víctimas del terrorismo. Y el panorama es desolador. En 2018, cuando analizamos todas las sentencias que se habían dictado, nos dimos cuenta de que sólo 76 víctimas de 24 atentados tenían a todos los que participaron en los mismos juzgados y condenados.

 Y cuanto más sé, más me indigno y más me duele. Cuando me encuentro con una víctima que no ha tenido justicia, me doy cuenta en muchos casos de que el origen de esa impunidad es la falta de investigación de los órganos judiciales. Se archivaban causas sin investigar. Todo dependía de en qué juez y en qué fiscal recayera. Ahora, estamos con un proyecto de investigación de sumarios sin esclarecer para intentar saber qué ha pasado para que más de la mitad de las víctimas de ETA no hayan tenido justicia en este país. ¿Y sabes lo que nos hemos encontrado al descender al papel? Casos en los que el mismo día se dicta un auto incoando sumario y otro diciendo que ya se han hecho las diligencias de investigación y archivando. Eso es un juez corrupto.

Hay jueces, por tanto, que han actuado con la debida diligencia, con responsabilidad, cumpliendo con sus obligaciones. Y otros que han sido unos irresponsables, han cometido gravísimas negligencias y hasta han sido corruptos. Y no es uno, ni dos. Llevamos no tantos sumarios en papel investigados y en dos años me he encontrado ya cinco casos iguales. ¿Cómo se van a resolver los crímenes cuando no los investigas?

¿Y los distintos Gobiernos?

Mira, llevo trece años sufriendo el maltrato institucional. Nosotros, en 2010, cuando aún era un borrador, advertimos de que si sacaban la ley estatal de víctimas del terrorismo como estaba iban a cometer la mayor injusticia entre víctimas, porque lo que se dice es que la vida de aquellas que no han tenido justicia vale la mitad que la de los que sí la han tenido. No nos hicieron caso. Luego, llegó el PP, que supuestamente dice que es de los nuestros. Y tampoco. Siete años estuve peleando con ellos, y solo era necesaria voluntad política, quitar una tabla de la norma e igualar las indemnizaciones.

 Con este último gobierno tenía la esperanza de que me hicieran caso. Y estuvieron a punto. Pero no, no les ha dado la gana, tampoco les debemos importar. O al menos a la ministra María Jesús Montero, que es la que se negó a hacer nada por nosotros.

Nos sentimos, por lo tanto, maltratados por las instituciones. Pero, sin embargo, seguimos creyendo en ellas. Somos los que más motivos tenemos para estar defraudados, pero las defenderemos siempre.

¿Cómo percibe la situación política en nuestro país? ¿Le preocupa la crispación y polarización que estamos viviendo?

Me preocupa cómo se ha extendido ese odio que yo he vivido toda la vida, que se haya exportado al resto de España, que odiar se haya puesto de moda. Un odio que solo conduce a la violencia, como estamos viendo con estas manifestaciones. Un odio que siempre está basado, primero, en la mentira. Y que sirvió en su día para que ETA matara y atentara contra la vida de miles de personas en este país. A eso lleva el germen del odio.

Hasta yo, que soy la presidenta de Covite, lo estoy sufriendo en redes sociales. Nosotras somos el mejor ejemplo que este país ha tenido frente al odio, el mejor ejemplo de convivencia democrática y pacífica. Pero parece que este país no ha aprendido nada de nosotras. Y eso también duele. Pero seguiremos trabajando porque somos más necesarios que nunca."                         (Álvaro Sánchez Castrillo , InfoLibre, 20/11/2023)

24/10/23

Aprendía a coser cuando la mataron... Me llegan las sangrientas palabras de Josu Ternera cuando estoy concentrada en un pespunte. Y se me mezcla la Sigma actual con el pedal de la Singer de aquella tarde del coche bomba contra la casa cuartel de Vic... Asesinaron a mi mejor amiga... Así es como el terror se infiltra en los actos más insignificantes de lo cotidiano, pero nadie va a juzgar a ningún asesino por impregnar mi primeros costuras rectas de dolor, pérdida y tristeza

 "Mi padre traía a veces cosas de los pisos que reformaba y un día se presentó con una vieja Singer. Me pasé días aprendiendo a usarla, peleándome con la correa que se salía de la rueda y el pesado pedal que mi pie infantil no conseguía dominar. Y luego había que enhebrar la aguja. Yo no tenía ni idea y mi madre tampoco, así que fui a casa de una vecina para que me diera cuatro indicaciones básicas. Pasé los días que siguieron pegada a mi máquina de coser. Llegaba del colegio al mediodía y corría a humedecer el extremo del hilo, hacer canilla, me inclinaba hasta casi rozar la aguja con la nariz. No había forma de enderezar los pespuntes, los derroteros en la tela eran la vergonzosa prueba de mi incompetencia como costurera. La obsesión por las puntadas rectas llenó los días que siguieron a la fatídica tarde con una tarea que tenía sentido y utilidad, por lo menos tenía mucho más sentido que lo que contaban en el telediario sobre lo que había pasado a 500 metros exactos desde casa. Esto es, que cuando yo aprendía a coser mataron a Ana Cristina.

Asesinaron a mi mejor amiga. Tengo pruebas que demuestran que lo era, mi mejor amiga. Una carta en la que me lo confesaba. “No te preocupes, eres tú y no M., pero no quiero herir sus sentimientos”. Siempre considerada, atenta, sensible. Qué importante era la amistad para las niñas de 5º de EGB que éramos entonces. Recuerdo días con el corazón en un puño preguntándome si sería correspondida, si tan querida, tan central, tan importante en su vida, si me tendría también como inseparable compañera. ¿Y si escoge a otra? No era solo que disfrutara pasando tiempo con ella; la admiraba y me parecía una niña, una persona extraordinaria. Todos la querían; no exagero ni mis recuerdos han sido deformados por el tiempo y la ausencia. Yo llegué a 3º porque me habían pasado de curso y ya era el segundo grupo en el que me tenía que integrar en menos de dos años. Encima, a mi hermano mellizo no lo adelantaron, así que aterricé en el aula muerta de miedo y cargada de culpa. Me sentaron a su lado y, a partir de entonces, todo fue fácil. No sé si la sonrisa tímida que aparece en este preciso instante registrado en mi memoria es el de la Cristina de verdad que me recibió o es la que vengo rescatando de vez en cuando de la fotografía que luego me regalaron sus padres. Un retrato de cuando hizo la primera comunión. Con dos trenzas de raíz medias y lustrosa cabellera color azabache. Y las inconfundibles gafas. De verdad que no me lo invento: sacaba buenas notas, tenía una relación excelente con los maestros y llevaba gafas, pero nadie la llamó nunca empollona, cuatro ojos ni pelota. No coincidimos como gafotas, porque cuando yo ingresé en el club del astigmatismo ya la habían matado. Habríamos hablado de modelos, colores. La óptica en la que me las hicieron estaba en el mismo paseo donde ella vivía. También la tienda de juguetes enorme que estaba justo enfrente de la casa cuartel. Era todo cristaleras. Se rompieron todos los cristales y la tienda nunca más volvió a abrir. Luego fue un restaurante chino.

 Hace tiempo que ya no estoy aprendiendo a coser; hace tiempo que sé coser y mi Sigma semiprofesional de pedal eléctrico me permite pespuntear con precisión a toda velocidad. Estaba puliendo el escote de un vestido cuando llegaron a mis oídos las palabras de un señor que habla de terrorismo cuando lo mejor que podría hacer es callarse. Porque no sabe que Ana Cristina tenía unas manos increíblemente habilidosas, algo fuera de lo común. No sabe nada ese hombre, ¿para qué habla? Ana Cristina no cosía, pero hacía ganchillo y le salían unos tapetes que parecían filigranas, con unos dibujos complicadísimos. Sacaba los patrones de revistas y era asombroso que una niña de tan corta edad fuera capaz de una tarea tan compleja. Claro que también sacaba dieces en Matemáticas y en Lengua. Y en todo. Menos Gimnasia, creo, pero da igual. Era amable, generosa. Prodigiosa. Cuando conocí a sus padres un día que fui a visitarla a casa, entendí de dónde le venían todas esas cualidades. Nada de esto sabe Josu Urrutikoetxea Bengoetxea, quien ha tenido el privilegio no solo de seguir vivo, sino de poder explicarse. Aunque Jordi Évole dice que le ha decepcionado, que esperaba más. Es bueno que te decepcionen los asesinos; preocupante sería lo contrario. Qué quieres que te diga un personaje capaz de afirmar incluso ahora que los muertos de Hipercor fueron culpa del Estado y que los guardias civiles merecían morir en Zaragoza.

Me llegan la voz del terrorista y sus sangrientas palabras por sorpresa cuando estoy concentrada en un pespunte a ras, que no es cosa fácil, créanme. Entonces se me mezcla la Sigma semiprofesional y ligera del presente con el pedal herrumbroso de la Singer de aquella tarde de mayo. Y oigo golondrinas porque, cuando me acuerdo de ese día, me viene también su sonido. Y al revés, cuando es primavera y vuelven las golondrinas pienso en Bécquer, pero también en Ana Cristina, porque en los atardeceres de mayo, te pongas como te pongas, siempre surcan los cielos estas aves migratorias.

 Lo que más me impresionó de la primera vez que estuve en la casa cuartel invitada por Ana Cristina es que la familia esperaba a que el padre acabara de trabajar para comer todos juntos. Algo imposible en mi casa; llegábamos todos con un hambre voraz al mediodía y mi madre nos servía inmediatamente la comida. Mi padre entraba y salía con sus horarios de autónomo y casi nunca comíamos con él. Le envidié a Cristina esa comunión familiar, pero, al mismo tiempo, me dio por preocuparme por esas dos horas desde que terminaban las clases hasta que se sentaban a la mesa. Por el hambre, ¿no tendría hambre? Me doy cuenta ahora del privilegio que supone que alguien te abra las puertas a su vida cotidiana, a la tan preciada intimidad. Lo que no consigo saber, y esta imprecisión me llena de angustia, es si el papel pintado del salón de Ana Cristina lo vi de verdad en el interior de su casa o es el que aparece en las imágenes que luego se difundieron de la casa cuartel cortada por la mitad como si fuera de juguete, con la intimidad de los salones y las cocinas expuesta de un modo tan absurdo y repentino a la intemperie. La intemperie del terror y la violencia.

 Mis recuerdos de aquella tarde de mayo me obligan a interrogarme sobre conciencia, memoria y cuerpo. Desde 1991, mis células se habrán renovado tantas veces que es posible que no conserve ninguna de entonces, pero es poner el pie en el pedal de mi máquina de coser y volver a la fatídica fecha. Así es como el terror se infiltra en los actos más insignificantes de lo cotidiano, pero nadie va a juzgar a ningún asesino por impregnar mi primeros costuras rectas de dolor, pérdida y tristeza. Tal vez fue culpa mía el haber fijado esa asociación entre mi máquina de coser y el atentado de Vic. En los días que siguieron no supe encauzar igual que mis compañeros lo que sentía y, en vez de llorar y gritar, me dediqué a practicar de forma obsesiva con la Singer. Le di al pesado pedal días y días sin parar hasta que terminé un pequeño pañuelo en el que escribí en mayúsculas y con tela floreada el nombre de “Ana”. Lo guardé con la foto de la comunión y la postal de Navidad que me había regalado: “Espero que disfrutes de tu teléfono”. Porque nos habían puesto línea y eso era un gran avance tecnológico.

 Cuando oí la voz cínica de Ternera en la radio, extractos del trabajo de Évole, quise pensar sobre este tema y dar mi opinión, pero no puedo, el cuerpo no me deja. El debate sobre libertad de expresión o creación, el periodismo o la polémica, todo parece un eco muy lejano cuando aprieto con el pie el pedal y me acuerdo de cuando cosía torcido. Mientras cada primavera las golondrinas regresen al atardecer trayendo consigo el temblor de los cristales y el estallido de una bomba, no podré, no podré opinar como si nada."               (Najat El Hachmi , El País, 23/10/23)

26/9/23

'No me llame Ternera' desvela el pavoroso recorrido de sangre sin arrepentimiento de Josu Ternera... repite varias veces en la entrevista que "matar no está bien"... lo que podría parecer parte de un proceso de arrepentimiento, pero no es así... En la casa cuartel de Vic murieron diez personas, cinco eran niños. ETA lanzó un coche bomba con 200 kilos de amonal por una rampa desde donde se veía a los pequeños jugando. "Una actitud equivocada", dice Ternera. También califica de "error político y humano" el secuestro y asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco... "no entiendo muy bien el objetivo de esa acción"... De ninguna de estas muertes se arrepiente en la entrevista... Francisco Ruiz, el agente urbano que fue gravísimamente herido en el atentado contra el alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu, vive en Ciudad Real, "noté que había un rechazo hacia mi persona, aquello me dolió en el alma, tanto como el atentado. Tomamos la decisión de marcharnos de Euskadi, nos fuimos como apestados"... Este hombre, su familia y todas los familiares y amigos de las víctimas que murieron a manos de ETA, los que sufrieron el rechazo social –por convicción o por miedo– en Euskadi, los que tuvieron que salir de allí, abandonar sus vidas, se merecen poder ver esta película, como la ve ahora Francisco Ruiz al lado de Évole

 "Sobrecogedor y al mismo tiempo de un extraordinario interés, el documento periodístico que contiene la película documental No me llame Ternera, donde se recoge una larga entrevista con Josu Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera, exjefe de la banda terrorista ETA, deberá guardarse con cuidado en los archivos de la memoria reciente de este país. El retrato que este hombre se hace a sí mismo contestando a las preguntas de Jordi Évole es pavoroso, lo mismo que el que ofrece de la desaparecida ETA.

Si todos los que han pedido a gritos que no se proyecte en el 71 Festival de San Sebastián –la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y Dignidad y Justicia, colectivos policiales, intelectuales como Fernando Aramburu y Fernando Savater…– hubieran visto la película antes de proclamar a los cuatro vientos que era "humillante" y que se blanqueaba la figura de un asesino, no habrían abierto nunca la boca, no se hubieran apuntado a una vergonzosa lista, la de los censores del siglo XXI. Afortunadamente la Fiscalía no les ha secundado.

 Esta es una de las entrevistas más interesantes de los últimos años y, mucho más, es necesaria y esclarecedora, puro periodismo sin artificios, sin un solo resquicio para la sospecha o la duda, sin falsedades, y moralmente impecable por parte de Jordi Évole y el equipo de la película. Un equipo que pone la cámara antes este hombre y pregunta a pregunta desvela un recorrido escalofriante de sangre sin arrepentimiento.

 "Preciso que ETA ha desaparecido", sentencia en un momento Josu Ternera, en esta entrevista que Jordi Évole invita a ver a Francisco Ruiz, el agente urbano que fue gravísimamente herido en el atentado contra el alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu, en 1976. Josu Ternera reconoce en la película que participó en la organización del atentado –él lo llama acción–, aunque no disparó. No fue procesado por este asesinato, se benefició de la Ley de Amnistía de 1977 impulsada por el gobierno de Adolfo Suárez.

Uno a uno, Évole conduce por distintos episodios sangrientos al exdirigente de ETA, que repite varias veces en la entrevista que "matar no está bien". "Ni usted ni nadie me habrá oído decir que matar está bien, nunca", dice. "Matar no es un placer para nadie. Eso es una mochila que un hombre o una mujer llevará hasta el final de sus días. Evidentemente que yo arrastro esa mochila". Podría parecer parte de un proceso de arrepentimiento, pero no es así.

 Josu Ternera reconoce "errores" en algunos atentados de ETA, pero para todos ellos tiene una siniestra coletilla. Hipercor, 19 de junio de 1987. Un coche bomba en el aparcamiento del establecimiento en un barrio popular de Barcelona terminó con la vida de 21 personas y dejó 46 heridos. "Un error de la organización", dice Josu Ternera, que inmediatamente añade: "Pero el Estado no protegió a sus ciudadanos después de dos avisos".

 El mismo razonamiento siniestro tiene para el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, el 11 de diciembre de 1987. Hubo 11 muertos, cinco de ellos niñas, y 88 heridos, la mayoría civiles. La excusa de Josu Ternera, aterradora, es que no hubieran muerto civiles si hubiera hecho caso al comunicado de ETA diciendo que desalojasen a las familias de las casas.

En la casa cuartel de Vic, el 29 de mayo de 1991, murieron diez personas, cinco eran niños. ETA lanzó un coche bomba con 200 kilos de amonal por una rampa desde donde se veía a los pequeños jugando. "Una actitud equivocada", dice Josu Ternera. También califica de "error político y humano" el secuestro y asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco –"no entiendo muy bien el objetivo de esa acción"– en julio de 1997. De ninguna de estas muertes se arrepiente en la entrevista.

Preguntado por el atentado por parte del Batallón Vasco Español contra él mismo y su familia en 1975 resulta una respuesta inquietante, "la espiral de violencia de los dos lados devino en una insensibilidad al sufrimiento de los demás, nos pasó a todos". Si en algunos momentos de la entrevista miente o no, en otros, sin duda, se equivoca, los ciudadanos españoles no fueron insensibles ante el sufrimiento de miles de personas.

 Hoy, gracias a esta entrevista, no lo serán los jóvenes españoles que descubran el pasado sangriento de nuestra historia reciente y ello será gracias a esta película, codirigida por Jordi Évole y Márius Sánchez, que demuestran todo lo que puede aportar el buen periodismo, aunque éste se intente silenciar. ¡Bien por el Festival de San Sebastián!

Josu Ternera –17 años fugado, llegó a ser diputado en el Gobierno vasco, pasó 12 años en la cárcel, más de 20 de clandestinidad– participó en las negociaciones para poner fin al conflicto y, según su testimonio, después abandonó ETA. Pero después, en 2018, el 4 de mayo, fue el hombre que leyó el comunicado de la disolución de la banda terrorista. "ETA surgió de este pueblo y ahora se disuelve en él".

Hoy Josu Ternera vive en Francia, en régimen domiciliario, a la espera de extradición a España, donde debe responder, entre otros delitos, por el atentado en contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. La Fiscalía pide 2.354 años de prisión.

Hoy Francisco Ruiz vive en Ciudad Real, donde se instaló tras el atentado en Galdácano en 1976. Allí llegó con seis años y después de cinco meses en el hospital luchando por su vida tras recibir doce disparos, "noté que había un rechazo hacia mi persona, aquello me dolió en el alma, tanto como el atentado. Tomamos la decisión de marcharnos de Euskadi, nos fuimos como apestados".

Este hombre, su familia y todas los familiares y amigos de las víctimas que murieron a manos de ETA, los que sufrieron el rechazo social –por convicción o por miedo– en Euskadi, los que tuvieron que salir de allí, abandonar sus vidas, se merecen poder ver esta película, como la ve ahora Francisco Ruiz al lado de Évole, y saber que existe ya para la memoria de nuestro país un documento grabado del larguísimo horror que instauró ETA."            (Begoña Piña , Público, 22/09/23)

22/6/23

"En Euskadi, hubo una realidad de exterminio. No sé qué hay que reconciliar"... A ver, yo sí entiendo y respeto la idea de reconciliación, aunque no sé muy bien qué hay que reconciliar si lo que hubo aquí fue una parte de la sociedad vasca que decidió que otra parte de la sociedad vasca no encajaba en su proyecto político independentista... En el País Vasco, lo que hubo fue una realidad de exterminio, en todas sus variedades, expulsándolos de tus fronteras, enmudeciéndolos o asesinándolos. Esas tres formas de exterminio fueron las que practicó ETA y amparó la izquierda abertzale. Muchísima gente enmudeció aterrorizada, muchos fueron expulsados, tuvieron que irse, y muchos fueron asesinados. No sé muy bien qué hay que reconciliar ahí... yo lo que digo es, "oye, que ya está bien, hemos convivido con vosotros cuando nos amenazabais, qué más queréis que hagamos, que nos abracemos…". No, mire, esto ya es una exageración: la convivencia cívica es esto, que nadie sea amenazado, que nadie sea asesinado, aunque discrepemos políticamente. Más que eso, no sé qué podemos hacer

 "Hace 20 años, un domingo de diciembre, al salir de una manifestación, Imanol Zubero se preguntó cómo sería el día después, cuando todo se acabase. En la pregunta, quizás estaba ya impregnado el escepticismo o la sospecha de que aquella unidad no duraría y, sobre todo, la incertidumbre sobre cómo se tendría que construirse una sociedad acostumbrada al miedo, al terror. Cómo pasar del tiro en la nuca y de los chivatos en el piso de al lado a la normalidad de poder discutir de ideas políticas en el mercado o en el bar. Imanol Zubero Beaskoetxea (Bilbao, junio de 1961) contempla esa desazón con el padecimiento personal de quien estuvo 12 años amenazado por ETA y la distancia profesional de un doctor en Sociología. 

Fue uno de los promotores de Gesto por la Paz y solo ha estado en política en una ocasión, en una de esas ofensivas finales de ETA en las que machaba las Casas del Pueblo a bombas. En marzo de 2008, ETA asesinó a un concejal socialista, Isaías Carrasco, cuando salió de su casa en Modragón, camino a su trabajo de cobrador en la autopista AP1, y Zubero aceptó, como gesto de apoyo, que el PSOE le incluyera en las listas del Senado como independiente por Vizcaya. Salió elegido, “un accidente electoral”, dice bromeando, y ahí se agotó la experiencia: “No sirvo para la disciplina política, por eso me expedientaron varias veces”. 

PREGUNTA. He llegado hasta usted por un artículo de prensa de hace 20 años en el que, tras una pancarta, "ETA kanpora" (ETA, fuera), se preguntó qué quedaría de esa unidad cuando ETA desapareciera. Y expresaba un deseo: “Que lo que ETA ha unido, que no lo separe nadie”. ¿Tiene respuestas hoy o alberga más dudas incluso que entonces?

 RESPUESTA. Lo que sé hoy es que contra ETA, los demócratas vivíamos mejor, en el sentido de que nos llevábamos mejor. Cuando todo el mundo se sentía amenazado, cuando se defiende la vida frente a la muerte, había líneas rojas de la disputa política que no se traspasaban, la solidaridad era cierta, no impostada, y eso ha desaparecido. Cuando se recuerdan aquellos años, los enfrentamientos políticos de hoy son muy tristes. La pregunta, por tanto, ya está contestada. 

Cuando Rajoy acusó a Zapatero de haber traicionado a los muertos y en el PSOE le decían que el PP estaba deseando que volviera ETA, significó pasar una frontera que nunca se debía haber pasado. Si tengo que contestar hoy a aquella pregunta, mi respuesta es que el terrorismo, y hasta el recuerdo de lo que pasó, se ha convertido en un arma política arrojadiza. Estamos en una especie de proceso sumarísimo global en el que se llega a que unas víctimas de ETA les digan traidoras a otras víctimas de ETA. Es terrible, una brutalidad. Y no tengo ninguna esperanza de que el terrorismo deje de ser objeto de confrontación política. 

P. También hace 20 años, nos hacíamos una pregunta que todavía no se ha contestado: ¿cómo tiene que ser la reconciliación en la sociedad vasca? Ni siquiera estamos seguros de que la palabra sea reconciliación, porque, como dice mi compañero Ignacio Varela, en el País Vasco no hubo una guerra civil. Quizá convivencia, pero ¿cómo?

R. A ver, yo sí entiendo y respeto la idea de reconciliación, aunque no sé muy bien qué hay que reconciliar si lo que hubo aquí fue una parte de la sociedad vasca que decidió que otra parte de la sociedad vasca no encajaba en su proyecto político independentista. Eso incluye también a la sociedad española. La cuestión es que determinó que era una parte sobrante de la sociedad y, por tanto, exterminable. En el País Vasco, lo que hubo fue una realidad de exterminio, en todas sus variedades, expulsándolos de tus fronteras, enmudeciéndolos o asesinándolos. Esas tres formas de exterminio fueron las que practicó ETA y amparó la izquierda abertzale. Muchísima gente enmudeció aterrorizada, muchos fueron expulsados, tuvieron que irse, y muchos fueron asesinados. No sé muy bien qué hay que reconciliar ahí. Es más, Euskadi nunca ha sido el Ulster; aquí no había dos comunidades enfrentadas. Cuando ETA asesinaba, ya existía una convivencia cívica de la sociedad vasca, bien es cierto que muy pervertida, porque la sociedad aterrorizada hacía un esfuerzo por convivir.

P. Entonces, ¿en qué debe consistir el siguiente paso, a partir de que ETA deja de asesinar?

R. Ya le digo que lo de la reconciliación no sé muy bien en qué consiste… La izquierda abertzale dice eso de que tenemos que conseguir la auténtica convivencia, yo lo que digo es, "oye, que ya está bien, hemos convivido con vosotros cuando nos amenazabais, qué más queréis que hagamos, que nos abracemos…". No, mire, esto ya es una exageración: la convivencia cívica es esto, que nadie sea amenazado, que nadie sea asesinado, aunque discrepemos políticamente. Más que eso, no sé qué podemos hacer.

P. ¿Usted entiende la estrategia de pactos y de acercamiento a Bildu del presidente Pedro Sánchez?

R. Yo entiendo esa estrategia en términos políticos y electorales. Además, es un debate viejísimo: cuando existía ETA, también nos planteábamos constantemente qué hacer con Herri Batasuna o Euskal Herritarok. Y tampoco es algo exclusivo de España, también se plantea en Europa con grupos radicales que cuestionan los derechos y, sin embargo, están en las instituciones porque los votan los ciudadanos, qué hacemos, los aislamos, los ignoramos… Y en todo caso, lo de aislarlos o ignorarlos siempre será relativo, porque es una fuerza política que ya está ahí. Yo creo que Pedro Sánchez piensa en las políticas socialistas, que son políticas democráticas, y busca apoyos donde los tiene. Lo que podremos entender es que no renuncie a ese apoyo para fortalecer a quienes le hacen oposición. ¿Aceptaría el PP que un número igual al de los diputados de Bildu se abstuviera en cada votación para que el Gobierno sacara adelante sus políticas? Parecería un juego infantil…

 P. Hombre, hay un punto medio, pactar con Bildu siempre que no afecte a políticas de los presos etarras ni del pasado etarra, o que no se quiera decir nada para no ofenderlos, como ha ocurrido en esta polémica de asesinos en listas electorales. Pactar con líneas rojas muy claras.

R. Si mira usted hacia atrás, verá que la polémica surge cuando nos alertan las víctimas del terrorismo, gracias a su vigilancia permanente, porque el debate era otro, otros temas. En realidad, incluso, podemos decir que nuestra capacidad de atención hacia el pasado terrorista de este país está bastante desactivada. Y cuando la polémica salta a los medios de comunicación, e insisto de nuevo en que tenemos que estar agradecidos a las víctimas, no creo que nadie haya dicho que estaba bien que Bildu pusiera a condenados de ETA en sus listas. Lo importante es el resultado final, que las personas con delitos de sangre se hayan visto forzadas a renunciar, cuando salgan elegidas. Me quedo con que la democracia ha triunfado y la democracia ética, también. Quiero detenerme en eso, me interesa más que el análisis sobre quién lo ha hecho mejor o peor desde su posición política. Yo quiero centrarme en Bildu y hacerles ver que ahora están exigiendo lo mismo que ellos amenazaban, aterrorizaban y asesinaban. En vez de deslegitimarnos nosotros, pongamos el foco en Bildu.

P. No sé si le entiendo con eso de que Bildu hace ahora lo mismo que hacían las fuerzas democráticas frente a ETA…

R. Otegi decía el otro día que son víctimas de una campaña para impedirles hacer política. En ese momento es cuando hay que decirles, pues eso mismo es lo que pedíamos nosotros y la respuesta era el asesinato. Me parece terrible y tendríamos que centrarnos en hacérselo ver. Qué mayor deslegitimación del terrorismo podemos encontrar que en esto que ha pasado. Esta debería ser la demostración para ellos de que ETA nunca debió existir. Los asesinados por ETA lo que reclamaban es lo que Bildu pide ahora, libertad para hacer política. Eso es terrible.

P. ¿Usted cree que podemos esperar que Bildu diga una vez eso, que ETA nunca debió existir? ¿Ha cambiado realmente la izquierda abertzale?

R. Para afirmar que ha cambiado, no hay más que fijarse en lo que ya no hay. El cambio objetivo es evidente. Ahora bien, que lleguen a decir que ETA nunca debió existir es otra cosa. Pero no podemos dejar de reclamarlo: desde el primer asesinato del guardia civil José Antonio Pardines, ETA fue un horror y nunca debió existir. Desde el minuto uno. ¿Lo van a decir? Pues no creo, aunque igual llega el momento. Tampoco me esperaba que retirasen a los candidatos con delitos de sangre, porque el sector más duro no creo que lo tolere. En Sortu, lo ocurrido les parecerá una traición, una bajada de pantalones, porque para ellos son héroes. 

 P. En fin, que usted no piensa que los pactos del PSOE estén blanqueando a Bildu…

R. Lo que pienso es que hay que ser especialmente escrupulosos con esto, que los pactos sean todos con luz y taquígrafos, y que hay que analizarlos uno a uno, porque si son pactos democráticos, son legítimos. No son esos pactos del PSOE los que blanquean a Bildu, sino las polémicas en las que se les atribuye el mérito de ser más listos que nadie y de estar ganando. Ellos son los representantes del fracaso histórico de la izquierda abertzale, porque apostaron por el asesinato en vez de por la democracia. Y los blanqueamos, aunque no me gusta esa expresión, cuando decimos que todo lo que hacen es un éxito. No les digamos más que triunfaban cuando ETA asesinaba y que han seguido triunfando después, no les demos ese protagonismo. Porque no es verdad, no han dejado más que dolor y daño y es la democracia la que se impone siempre.

P. La renuncia de los terroristas a estar en los ayuntamientos hay quien lo interpreta como una jugada estratégica de Bildu para acaparar más electorado del PNV.

R. Es evidente que el objetivo de Bildu es sustituir al PNV, eso está en su raíz histórica de izquierda abertzale, pero su ambición no es atraer al electorado del PNV sino al electorado nuevo que se incorpora a las urnas, sin memoria del pasado reciente. El caladero de votos que busca Bildu es el que, en su día, votó a Podemos y fue la primera fuerza política en Euskadi en unas elecciones generales, incluso en Bilbao. Por eso, cada vez refuerzan más el perfil de medidas sociales, que es el trabajo que hacen en el Congreso de los Diputados. Por eso le digo que, desde mi punto de vista, ha sido un error de Bildu, una banalización del daño que han causado, porque pensaban que ya podían hacer cualquier cosa, que se había pasado página. Y no esperaban esta reacción contraria de la sociedad. Ahora están en medidas sociales y han dejado a un lado el discurso nacionalista, hasta que lo tengan que sacar otra vez.

P. Pues pensar que sea mayoritaria una Bildu así, que se camufla con medidas sociales pero sigue considerando héroes a los asesinos, es un panorama aterrador.

R. Hombre, aterrador… Moralmente es desasosegante, desde luego, pero es el monstruo al que debemos mirar a los ojos, es el abismo que se ha construido en esta sociedad. Pero al margen de eso, y nunca debemos desatender la consideración moral, en el único aspecto en el que yo veo un riesgo serio para la convivencia en Euskadi en el futuro es en la gestión del idioma, del euskera. Ahí es donde veo yo un peligro importante de aceptación de la diversidad creciente de esta sociedad, que cada vez se ahonde más en esa idea de que el idioma es la esencia de un pueblo. La mayoría de la gente en Euskadi tiene como idioma el castellano, incluyendo familias vascas de muchas generaciones. En todo lo demás, como el sueño independentista, sinceramente no veo que pueda prosperar. Ni Euskadi tiene escala para ser independiente ni el nacionalismo responde a ese delirio, porque cuanto más se aprieta la identidad nacional, menos gente hay, como se vio en Lizarra con Ibarretxe.

P. Dígame una cosa, como sociólogo: ¿qué pasa en la sociedad vasca para que haya un porcentaje tan alto de gente que apoyaba a ETA cuando mataba y ahora la sigue ensalzando?

R.No creo que haya una antropología vasca y una moral vasca distintas a las que son genéricas del ser humano. En otras circunstancias históricas, como el nazismo o el franquismo, se reproducen comportamientos así, de gente que calla, que mira hacia otra parte, que colabora… Piense en algo distinto, que no tiene nada que ver con lo que estamos hablando: una playa en España en la que se ven los cadáveres de algunos inmigrantes al lado de gente que está tomando el sol. Yo recuerdo muchas concentraciones de protesta, a lo mejor después de un asesinato, en las que estábamos 20 personas con una pancarta y por delante de nosotros pasaban miles que ni siquiera nos miraban. Eso es terrible. La primera vez que salimos en mi pueblo con Gesto por la Paz, éramos dos personas. O se ponía un grupo numeroso enfrente de vecinas y vecinos, que luego nos íbamos a encontrar por la calle, que nos insultaban. Y si alguien hubiera dado la orden de ir a por nosotros, nos hubieran machacado. Ese fenómeno evidente de inmoralidad tiene que ver con el fanatismo. ¿Se hubiera dado el mismo porcentaje en otras sociedades que hubieran vivido lo mismo? No lo sé, no lo sé… En todo caso, lo que demuestra la inmoralidad de ahora, cuando ya no está ETA, es que la sociedad vasca ha salido profundamente dañada del terrorismo.

P. Acabo con otra de las preguntas que se hacía hace 20 años: ¿cómo convivir con las víctimas, con el dolor, con el sufrimiento? Decía usted entonces que las víctimas de ETA tienen que ser incómodas.

R. Sí, sí, claro. La función fundamental de las víctimas no es decir qué hay que hacer o no en política o en economía; la misión principal de las víctimas de ETA es ser incómodas, porque deben recordarnos siempre que en esta sociedad hay una enorme grieta. Nos tienen que recordar, no solo el pasado, sino el futuro, porque esa es la historia de Euskadi, la que ellos representan, la de gente que estaba de sobra. Y cada vez que se hacen políticas, tienen que recordar que podemos volver a caer en eso. La sociedad vasca puede llegar a ser muy autocomplaciente, porque tiene las mejores ratios en muchas materias, pero también tiene víctimas. Y eso deben recordarlo permanentemente, que en nombre de Euskal Herria a ellos los convirtieron en víctimas. Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite, el colectivo de víctimas del terrorismo, me parece un ejemplo, la admiro, capaz de criticar a unos y a otros, a todos, pero siempre incómoda porque nos recuerda el dolor y la dignidad. Si una víctima no es incómoda es una víctima domesticada.

P. En estos años, se da la paradoja de que existe una producción literaria y audiovisual como nunca sobre la barbarie etarra y, sin embargo, el temor es justo el contrario, que se está olvidando lo ocurrido.

R. Es cierto, hay muchísimas publicaciones, como nunca, pero todo esto es narrativa y es historia, y no siempre tiene que ver con la memoria. La memoria tiene que ser una memoria vivida y la historia es como una memoria externalizada. Existe una disonancia real entre la abundante narrativa sobre ETA y la memoria sobre ETA, que se está perdiendo. Y, de hecho, no sé si es posible enmendarlo. Hay una memoria que se vive como espectáculo y otra que funciona como espejo; esta segunda es la importante, en la que nos vemos reflejados. Una vez más: por eso es tan importante el papel de las víctimas de ETA, para que nos incomoden con la memoria de lo que sufrieron. Sería bueno, incluso, que cada vez más nos detuviésemos en el detalle de cada víctima de ETA, de cómo se llamaba, de cuál era su familia, de cómo lo mataron…"                 (Javier Caraballo, El Confidencial, 18/05/23)

18/7/22

Consuelo Ordóñez: “Feijóo ha sido decepcionante. Patrimonializar a las víctimas del terrorismo es indecente”... La presidenta de Covite se niega a contraponer los intereses de las víctimas de ETA con las de la Guerra Civil y el franquismo

 "Consuelo Ordóñez atiende a este periódico mientras prepara un hilo en Twitter de homenaje a Salomé Alonso Varela, una joven de 28 años, asesinada por una bomba de terroristas de la extrema derecha en 1979 en Madrid. La entidad que preside, Covite, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo de Euskadi, defenderá siempre la memoria de “todas” las víctimas del terrorismo, recalca. Y también añade que no hará nunca “seguidismo” de ningún partido político. 

Por ello, se lleva las manos a la cabeza de lo ocurrido en España en los últimos días y crítica con dureza al nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, de quien creía que tenía “otro perfil” que el de Pablo Casado en relación a ETA. “Estaba convencida de que no tenía ese perfil y de que nos iban a dejar descansar. Pero ha sido grave y bastante decepcionante. Espero que rectifiquen a futuro. Patrimonializar a las víctimas del terrorismo es indecente”, afirma.

La secuencia arrancó con la tensión previa a los actos conmemorativos del vigesimoquinto aniversario del secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco, edil del PP en Ermua. Se acusó a los organizadores del gran acto de Estado de querer vetar la intervención de su hermana, Marimar, se cuestionó la presencia de Pedro Sánchez por sus pactos con EH Bildu y se aprovecharon los discursos para anunciar que se derogaría otra ley, la de reconocimiento de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista, aprobada precisamente este jueves.

 En el propio acto, la tensión hacia Sánchez fue evidente por parte tanto de Núñez Feijóo como de Marimar Blanco. Ya el martes, Cuca Gamarra arrancó su réplica al presidente en el debate del estado de la nación con menciones a ETA y con un minuto de silencio mientras la bancada lucía el lazo azul, símbolo contra los secuestros terroristas. Finalmente, en puertas de la votación sobre la ley de memoria democrática, apoyada por EH Bildu, los 'populares' quisieron reunir a todas las organizaciones de defensa de las víctimas del terrorismo.

Explica Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, teniente de alcalde donostiarra y diputado en el Parlamento Vasco del PP asesinado por ETA el 23 de enero de 1995, que a Covite, que no asistió, la invitación le llegó “por WhatsApp” y el martes, “justo cuando estaban haciendo el show” en la tribuna del Congreso. “Las formas eran apresuradas. No nos decían para qué y era de un día para otro”, afirma. La portavoz de esta entidad es consciente de que era para visibilizar la oposición a la ley de memoria democrática. “Y nosotros no hacemos seguidismo de ningún partido. Cuando gobiernan, no nos hacen caso. Cuando están en la oposición, nos utilizan”, se queja. “El interés de las víctimas no tiene nada que ver con esto”, apostilla.

Ordóñez remarca que claramente no comparte los pactos del Gobierno con EH Bildu –“no está legitimada en absoluto para que se pacte nada con ellos y menos cuando se habla de víctimas de gravísimas vulneraciones de derechos humanos” como las del franquismo–, pero se niega a contraponer a unas víctimas con otras. “Quieren utilizar a las víctimas de ETA para echar vómito político contra el Gobierno”, asegura. Y añade: “¿Me he leído yo la ley de memoria democrática? No. ¿Voy a hablar sin saber? No. No soy tan osada. ¿Me voy a creer las mierdas que dicen los partidos de la oposición? No. Sé que actúan solamente por su propio interés. El interés de las víctimas no tiene nada que ver”.

Covite ve un “acierto” que se hiciera un acto de Estado en memoria de Blanco ya que aquellas jornadas de 1997 fueron “algo único, un punto de inflexión” contra ETA. Pero “el espíritu de Ermua y el lazo azul son símbolos de todos”, un “patrimonio universal” y no “de un partido”. Significan “la unidad de todos frente al terrorismo” y “esa unidad es la que se quiere desvirtuar y pervertir con un uso partidista”. “El PP siempre ha querido patrimonializar a Miguel Ángel Blanco, cosa que no puede hacer con otras víctimas del partido, como mi hermano”, señala sobre su hermano Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA.

No es la primera vez que Covite pone pie en pared contra el PP pero, como explica Ordóñez, sí lo es desde el relevo en Génova. En los últimos años también ha hecho pedagogía sobre los traslados de presos de ETA poniendo en primer plano el cumplimiento de las condenas y no tanto el lugar de los acercamientos, siempre que los procesos se ajusten a la legalidad penitenciaria. “Que critiquen lo que quieran, pero no en nuestro nombre”, le viene emplazando desde 2018 a la principal fuerza de la oposición. Más recientemente, le respondió también a Isabel Díaz Ayuso por utilizar la memoria de su hermano: “Si le hubieran recordado por cómo vivió, por cómo hacía política, no estarían, como están, en las antípodas de Goyo”.                       (Iker Rioja Andueza  , eldiario.es, 15 de julio de 2022)

5/7/22

Maite Pagazaurtundúa: Cuando ETA habla de la teoría del conflicto trata de repartir las cargas de su responsabilidad. No les debemos nada porque dejen de matar y lo que venden es humo. ¿Pueden reescribir la historia? Si les dejamos, sí... ellos no se quieren sentir como miserables por la persecución de sus vecinos, por una identidad tóxica que se convirtió en asesina; un ataque al sistema democrático y a la ley. Como no quieren reconocer eso, no van a parar de dar la murga de colocarse como víctimas... los líderes del nacionalismo nunca o casi nunca estuvieron a la altura de la persecución de sus vecinos. Y por eso les interesa adornar el pasado y las responsabilidades

 "Maite Pagazaurtundúa (Hernani, 1965) acaba de llegar a Bruselas desde San Sebastián, donde ha presentado el manifiesto "ETA quiere poner el contador a cero". "Si les dejamos, reescribirán la historia", asegura la eurodiputada de UPyD y hermana de Joseba Pagazaurtundúa, jefe de la policía local de Andoaín y militante socialista al que ETA mató a tiros en una cafetería mientras desayunaba frente a sus periódicos en una mañana de febrero de 2003.

Hace años la familia instaló un buzón en una calle de Andoáin donde los vecinos pueden mandar cartas a Joseba. También existe una versión virtual. Algunos han aprovechado para confesarse, para disculparse por haber mirado hacia otro lado o incluso apoyado aquel crimen. "Queremos ordenar las cartas para contribuir a la memoria que tanto necesitamos ahora". (...)

¿ETA quiere poner el contador a cero?

Con truco. Con trampa. Sí.

¿Le preocupa que ETA, que no ha logrado sus objetivos, sí sea capaz de imponer un relato?

Es su gran objetivo. ETA no es solo ETA. No fue una cuadrilla de asesinos que se despertó y se puso a matar... ETA forma parte de una gran operación política que no ha terminado y tiene herederos políticos. La responsabilidad sobre la tragedia que ha vivido la sociedad española, y muy especialmente la vasca y navarra, va mucho más allá de lo que son unos pistoleros. Ellos no son nada desde hace años. Sin pistolas no son nada, eso es lo que decíamos cuando nos echábamos a las calles y la sociedad vasca empezó a sacudirse el miedo. Ahora toca poner en su sitio a los agresores y a las víctimas y terminar con el victimismo con el que siempre han actuado. Cuando ETA habla de la teoría del conflicto trata de repartir las cargas de su responsabilidad. No les debemos nada porque dejen de matar y lo que venden desde hace seis años es humo. ¿Pueden reescribir la historia? Si les dejamos, sí.

¿Por qué cree que no muestran un arrepentimiento sincero? Se disculpan frente a unas víctimas, pero no con otras...

Hay motivos de psicología social: ellos no se quieren sentir como miserables por la persecución de sus vecinos, por una identidad tóxica que se convirtió en asesina; un ataque al sistema democrático y a la ley. Como no quieren reconocer eso, no van a parar de dar la murga de colocarse como víctimas.

En sus años de europarlamentaria, ¿qué nivel de conocimiento ha detectado en el ámbito internacional sobre lo que ha sido el terror de ETA?

Es mejorable. Hoy una checa, un mexicano, una austriaca, una colombiana y un portugués me han contado que habían visto en la televisión que ETA se disolvía. Me han preguntado si estaba contenta. "¿Es una buena noticia?" Sí, pero es una noticia de hace seis años, les he dicho.

Quedan 358 asesinatos sin resolver. ¿Qué puede hacer el Estado, qué debe hacer esta ETA que se disuelve para poner solución a este drama?

Cuando hicimos la primera evaluación sobre este tema en la Fundación de Víctimas del Terrorismo, la fiscalía, con Javier Zaragoza, se puso a trabajar y consiguió resolver algunos de ellos.... Cuando hicimos el informe en 2011 nos salieron 324 casos en los que el autor material no había comparecido ante la justicia. Después, Juanfer Calderin sacó un libro y aumentó la cifra. Algunos casos han sido casi como Salvar al soldado Ryan, se han resuelto con colaboración de instancias internacionales horas antes de que prescribieran. Muchos asesinatos tendrán prescripción judicial, pero ello no significa que no merezcan que se conozca la verdad.

Desde un punto de vista de la responsabilidad histórica, si una organización que ha hecho tantas barbaridades y realmente quiere ganarse un final que no sea calificado de una forma absolutamente crítica tendría que trabajar en esto. Y no en lo que van a hacer: volver a situarse como víctimas e intentar escribir la historia. Son muy transparentes en esto. Hay una cita de Pernando Barrena [político de la izquierda abertzale]: "los que hoy son considerados como terroristas puede que mañana no lo sean. Todo depende de quien gane la batalla política".

¿No hay convencimiento moral sobre el daño causado sino más bien oportunismo?

Lo de poner el contador a cero es literal. Es querer desprenderse del peso de los muertos, negarse a asumir la responsabilidad de haberlos provocado. Hay una parte que es judicial, de la que deben responder individualmente quienes han cometido crímenes. Luego está la responsabilidad de los políticos, los que mejor han salido de toda esta historia. Los herederos de ETA. Condenaron a futuro. Dijeron, ¿bombas o votos? Quitamos las bombas para que estos puedan tener votos. Hace seis años dejaron de matar para conseguir la legalización de la sigla política, pero podría haber sido más exigente: condenaron a futuro pero no la historia de terror. Tenían una enorme responsabilidad.

¿Con la disolución de ETA queda completamente cerrada la situación en País Vasco y Navarra?

No. Es mejorable. Queda trabajo por realizar. Como no ha habido una vergüenza moral siguen con el narcisismo, el egocentrismo, un video a las dos, otro a las cinco... Están vendiendo humo. Son muy trabajadores. Hay que reconocerlo. Si nosotros nos dormimos, avanzarán porque no hay que olvidar que las tensiones institucionales y territoriales en nuestro país pueden volver de diversas maneras... Hay un trabajo muy importante por delante de lo que significa la ley, la libertad, el Estado de Derecho...

El Lehendakari Urkullu ha dicho en una entrevista en El País que trabaja para el acercamiento de ETA a Euskadi. Y dice literalmente que "Rajoy es sensible a un cambio de política penitenciaria"

Que Urkullu diga esto no es sorprendente. Lleva diciéndolo tres o cuatro años. Pero es que además Urkullu, junto a los distintos gobiernos nacionalistas y el PNV llevan años trabajando en la teoría basada en el conflicto, el sufrimiento y la violencia del Estado y cosas similares... La articulación de un relato histórico cómodo para el nacionalismo en su conjunto no es nuevo. Esto incluye también la vocación de aplicar una política penitenciaria flexible.

¿No hay convencimiento moral sobre el daño causado sino más bien oportunismo?

Lo de poner el contador a cero es literal. Es querer desprenderse del peso de los muertos, negarse a asumir la responsabilidad de haberlos provocado. Hay una parte que es judicial, de la que deben responder individualmente quienes han cometido crímenes. Luego está la responsabilidad de los políticos, los que mejor han salido de toda esta historia. Los herederos de ETA. Condenaron a futuro. Dijeron, ¿bombas o votos? Quitamos las bombas para que estos puedan tener votos. Hace seis años dejaron de matar para conseguir la legalización de la sigla política, pero podría haber sido más exigente: condenaron a futuro pero no la historia de terror. Tenían una enorme responsabilidad.

¿Con la disolución de ETA queda completamente cerrada la situación en País Vasco y Navarra?

No. Es mejorable. Queda trabajo por realizar. Como no ha habido una vergüenza moral siguen con el narcisismo, el egocentrismo, un video a las dos, otro a las cinco... Están vendiendo humo. Son muy trabajadores. Hay que reconocerlo. Si nosotros nos dormimos, avanzarán porque no hay que olvidar que las tensiones institucionales y territoriales en nuestro país pueden volver de diversas maneras... Hay un trabajo muy importante por delante de lo que significa la ley, la libertad, el Estado de Derecho... (...)

Durante muchos años una parte importante de la sociedad vasca dio la espalda a las víctimas. Incluso insinuando cierta culpabilidad. Entierros clandestinos; lejos de los pueblos de los difuntos. Asesinados y estigmatizados. ¿Queda algún gesto pendiente por parte de la sociedad que ha tenido una actitud como poco ambigua?

Hubo mucha parte de la sociedad que estuvo muy manipulada y muy mal liderada. Y con mucho miedo. La gente, bajo el miedo, actúa de una forma ética muy discutible. Sí que los líderes del nacionalismo nunca o casi nunca estuvieron a la altura de la persecución de sus vecinos. Y por eso les interesa adornar el pasado y las responsabilidades. Si se empiezan a aclarar bien las responsabilidades del mundo de ETA y de sus herederos y cómplices emergería la pregunta incómoda: ¿y qué hicisteis vosotros que gobernabais? No estabais cuando vuestros vecinos estaban siendo perseguidos. Necesitamos tiempo, la gente necesitaba aliviarse.... Ahora es una oportunidad para cerrar mejor las heridas.

¿Cómo se construye la memoria para sellar las fracturas de la sociedad?

Queda un trabajo histórico muy importante. El hecho de que haya un centro memorial con buenos historiadores es fundamental. Que en la universidad del País Vasco esté gente como Luis Castells y otros es muy necesario. Si no hay un trabajo riguroso de memoria podemos ser vulnerables al intento de manipulación ideológica del nacionalismo vasco. Durante los 80 les resultaba mucho más cercano el pensamiento integrista del nacionalismo radical que el pensamiento plural de quienes éramos sus adversarios políticos. Cuando hacía campañas durante aquella época, gente como Egibar [dirigente del PNV] nos decía: "vosotros no sois buenos vascos, sois anti vascos". Hoy no se atreverían a decirlo. Lo decían entonces cuando nos estaban persiguiendo para matarnos.

Albert Camus hubiera respondido a Egibar: "amo demasiado a mi país como para ser nacionalista"

Mucha gente suele distinguir entre nacionalista y patriota. Se pueden querer muchas cosas de la tierra en la que uno ha nacido, de la historia y la cultura heredada pero convertir eso en exclusión de los demás es recurrente y tóxico a lo largo de la historia. Pobreza, exclusión, la selección adversa de líderes.... Dijo Mitterrand: "nacionalismo es la guerra".

 Dice Stuart Mill que la tolerancia es el barómetro de la salud moral de una sociedad. ¿Cómo está la salud moral de la sociedad vasca estos días?

Hay que ser intolerante con los intolerantes. Lo decía el propio Machado en Juan de Mairena. El pacifismo a ultranza en ese periodo de entreguerras, decía Machado, era una verdadera estupidez porque significaba que los más caraduras, los más violentos, los que no tenían escrúpulos se hacían con el poder. Tolerancia en lo que debemos serlo e intolerancia con lo que no debe ser tolerado... Con el sexismo, con la xenofobia, con todos los pensamientos excluyentes...

Decía lo de la tolerancia porque me ha venido a la cabeza al leer una de las reflexiones de Bitorri, la viuda de una víctima de ETA, que protagoniza Patria, la novela de Fernando Aramburu. "Quien no me quiera ver en mi pueblo, que me pegue cuatro tiros como al Txato porque pienso seguir viniendo tantas veces como me dé la gana. Total lo único que podría perder, la vida, ya me lo rompieron hace muchos años". ¿Cuántas viudas, viudos, huérfanos, familiares de víctimas se siguen sintiendo como Bitorri, como extraterrestres en su propio tierra?

Muchos nos hemos ido. Muchísima gente en comunidades autónomas adyacentes al País Vasco y Navarra. No sé si eso es lo que sentirá Pilar Elías, pero cuando tuvimos que ir a defenderla como concejala fue tremendo lo que pudimos ver en aquel pueblo. Mira la hemeroteca. El asesino de su marido puso una cristalería en los bajos del edificio donde ella vivía. Uno de los del comando era concejal y el alcalde del PNV nos decía que qué hacíamos ahí porque estábamos dando mala fama al pueblo. Parecía el sur de Misisipi durante la lucha por los derechos civiles.

Hace años su familia instaló un buzón de Joseba en Andoáin para que quien quisiera pudiera mandarle cartas. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de lo que ha leído?

Al inicio nos escribían sobre todo amigos y gente que nos quiere, pero después lo que más nos sorprendió fue quienes nos cuentan, ahora arrepentidos, que miraron para otro lado, incluso quienes apoyaron el asesinato de mi hermano. Queremos ordenar las cartas para contribuir a la memoria que tanto necesitamos ahora."                  (Carlos Carnicero Urabayen , HuffPost, 03/05/18)

2/6/22

Usted militaba en EIA y en Euskadiko Ezkerra. Le llaman porque acaban de matar a su padre, guardia civil. Nada más llegar, su madre le dice: ‘Mira lo que ha pasado a raíz de lo que tú piensas’... en medio de ese horror, llegué a sentirme asesino de mi padre... pero el propio emplazamiento de mi madre me dio el antídoto. No podía pensar de mí mismo que había contribuido al asesinato de algún modo porque era para volverse loco. Comprendí allí mismo que mi propia madre no lo veía así. Su modo de decirlo en aquel momento, tan sutil y tan medido, fue el antídoto

 "En 1993 fundó la editorial Alberdania y fue durante 14 años presidente de la Asociación de Editores en Euskera. Traductor y escritor, Jorge Giménez Bech (Irún, 1956) fue director de Investigación Lingüística del Gobierno vasco entre 2013 y 2017. Ayer participó en una charla de la asociación ‘Gogoan-por una memoria digna’. Es conocido en la cultura vasca, pero muy pocos saben lo que cuenta hoy. Que ETA asesinó a su padre, que era guardia civil, el 9 de octubre de 1982.

– Usted militaba en EIA y en Euskadiko Ezkerra. Le llaman porque acaban de matar a su padre. Nada más llegar, su madre le dice: «¿A quién apoyáis?»

– Un emplazamiento que fue una gran lección. Era el momento del horror. Aquel día estaba en la sede de EE, preparando la campaña de las generales. Me avisaron y me llevaron junto a mi madre, en Irún. ‘Mira lo que ha pasado a raíz de lo que tú piensas’. Era algo mucho más humano que político. Algo que se dice a un hijo, que sigue siendo tu hijo. Por eso fue tan impactante y por eso se me ha quedado grabado para toda la vida. No había un tono agresivo. Es una pregunta de una madre a un hijo.

– Escribió un artículo hace poco en el que retrata de un modo brutal cómo se sintió…

– Cuento que, en medio de ese horror, llegué a sentirme asesino de mi padre. Lo escribí porque lo percibí en aquel instante, pero el propio emplazamiento de mi madre me dio el antídoto. No podía pensar de mí mismo que había contribuido al asesinato de algún modo porque era para volverse loco. Comprendí allí mismo que mi propia madre no lo veía así. Fue una reacción en caliente, una exageración. Lo sentí. Su modo de decirlo en aquel momento, tan sutil y tan medido, fue el antídoto.

 – ¿Ahí nace un giro inmediato?

– Al principio estuve completamente desnortado. Todo lo conocido se fue a hacer puñetas. Todas las certezas. Mi relación con el mundo vinculado a la violencia terrorista ya era conflictiva. En EE ya estábamos en contra y personalmente yo lo estaba. Sufríamos algunas agresiones de ese mundo. Los compañeros del partido me apoyaron.

– ¿Los amigos?

– También algunos de mis amigos. En mi entorno hubo distancia. Incluso en algunos de la familia. No era una distancia afectiva, pero no se tocaba el tema.

En la cultura vasca

– ¿Sus amigos saben que ETA mató a su padre?

– Los más cercanos sí. No lo he ocultado nunca, pero tampoco es algo que haya ido contando. Cuando ha tocado, lo hemos dicho tanto yo como mis hermanos.

– Era un momento histórico muy relevante. ETA (pm) acababa de disolverse hacía unas semanas.

– Había sido nuestro referente. Y queríamos poner tierra de por medio con nuestro pasado. No daba miedo decirlo. Empezábamos a hablar de lo que habíamos hecho y no en términos poéticos ni épicos, sino reales. Había habido un debate largo, virulento, en que defendíamos terminar. Mi radical condena del terrorismo tiene muchos años.

– La cultura vasca estuvo muy callada en los años del terror.

– En esta editorial se escribió un manifiesto en el año 2000 – ‘El silencio no es cobijo’, que rechazaba a ETA- que tuvo una acogida interesante entre editores y escritores. 140 adhesiones. El anterior manifiesto era el de ‘los 33’. Antes habíamos tenido una posición pasiva y asfixiante. La connivencia, la justificación o la equidistancia, en el mejor de los casos, era cotidiana. La izquierda abertzale ha utilizado su presencia en la cultura en euskera con motivaciones claramente políticas. Callábamos por comodidad. Quien calla por miedo tiene una disculpa, lo nuestro no la tiene. No éramos niños. Teníamos proyección y podíamos habernos hecho respetar. No lo hicimos.

– ¿Qué pasó tras el manifiesto?

– No pasó nada. Estábamos a un mes de la feria de Durango. Era un texto rotundo. Algunos no firmaron: querían cierta equidistancia. Habíamos ido a muchas manifestaciones contra la violencia estatal o paraestatal, pero no a las otras. Ese es el error moral, la perversión que asumimos. No queríamos equidistancias. Y no pasó nada.

– ¿Hubo otros gestos?

– De ese calado, no. Actos más pequeños. Alguna repulsa de la violencia, pero no pronunciamientos públicos. Faltó continuidad.

– Hace poco escuchó a Otegi en Aiete II. Y decidió escribir…

– Sí, pero realmente la idea se empieza a gestar una semana antes, cuando vi ‘Maixabel’. Fue una coz de caballo. Vi cosas que yo he dicho o hecho. Me produjo una convulsión interior terrible. Todo esto que pasó es fruto de esta inhibición mía. Así lo sentí.

– Fue muy duro con Otegi.

– Escribí aquella misma tarde pero corregí días después. La primera versión era de cabreo, agresiva. Mi reacción fue: esa petición que habéis hecho no tiene nada que ver con lo que se necesita. Gracias por hacerlo, sé lo que os cuesta cualquier paso, pero no es eso. Hablar de esto como un fenómeno meteorológico es un insulto. No fue sólo un error, fue perverso. En ese mundo no han saldado su deuda consigo mismos y con la sociedad. Favorecen todavía discursos relativizadores. Porque temen que se descuelgue parte de su gente.

Algún silencio en casa

– Ha firmado el manifiesto en contra de volver a juzgar al exlíder de ETA Mikel ‘Antza’. ¿Por qué?

– Ese tema me ha dado mucho que hablar en mi entorno. Mi firma se basa en una sola cosa: creo que es algo ya juzgado y tuvo el grado de castigo que merecía. Volver a lo mismo lo interpreté como una maniobra de ensañamiento. Puedo estar equivocado. Creo que, lamentablemente, ‘Antza’ no ha dado muestras de empatía. Pero son dos cosas distintas.

– Ver a ‘Antza’ arropado en San Sebastián puede doler a sus víctimas.

– Puede ser doloroso para mucha gente. Y seguro que esa foto me hizo pensar, más a mí que otros. Siguen anclados en un punto de no redención. Quizá fue un error.

– Es el pequeño de sus hermanos. ¿Se habla en casa de esto?

– No, nunca se habla. Cada uno está en posiciones distintas. No se cuestiona. Se habla cada vez con más naturalidad de nuestro padre, pero aludir a la política sería una fuente de conflictos. En aquellos años nos centramos en apoyar a mi madre. Hasta que ella, que era una mujer muy fuerte, dio el paso a su proyección pública.

– Discúlpeme, ¿qué proyección?

– Fue candidata del PP en Irún y presidenta de la AVT en Gipuzkoa. Siempre mantuvimos un terreno de confort personal mutuo. Yo la llevaba a votar (ríe).

– ¿Tuvieron, ella o usted, la necesidad de volver a hablar de aquella primera frase?

– Si alguno de los dos tuvo esa necesidad, la silenciamos. Teníamos una relación muy buena. Era una mujer fuerte y generosa."                         

(Entrevista a Jorge Giménez Bech, JESÚS J. HERNÁNDEZ- , Fundación para la Libertad, 18 mayo 2022)

17/12/21

CC OO homenajeará a los doce afiliados asesinados por ETA: el policía municipal Antonio García Caballero, los albañiles Francisco Medina Albala y Antonio José Martos, el soldador Mario González, el comercial Pedro Conrado, el panadero Cándido Cuña González, el trabajador naval Félix Peña Mazagatos, el cocinero Ramón Diaz garcía, el funcionario de prisiones Manuel Pérez Ortega, el jefe de prisión Máximo Casado Carrera, el periodista José Luis López de Lacalle y el exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui Apalategui

 "CC OO hará un homenaje público a los doce afiliados del sindicato que fueron asesinados por ETA. Será el próximo 10 de diciembre en Vitoria, a las 11 horas, en el Palacio Europa. Está previsto que acuda la consejera de Justicia, Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, Carmen Maeztu consejera de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra y Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo y el secretario general de CC OO, Unai Sordo.

Los homenajeados serán el policía municipal Antonio García Caballero, los albañiles Francisco Medina Albala y Antonio José Martos, el soldador Mario González, el comercial Pedro Conrado, el panadero Cándido Cuña González, el trabajador naval Félix Peña Mazagatos, el cocinero Ramón Diaz garcía, el funcionario de prisiones Manuel Pérez Ortega, el jefe de prisión Máximo Casado Carrera, el periodista José Luis López de Lacalle y el exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui Apalategui, los dos últimos muy conocidos públicamente. 

 «ETA a lo largo de su historia asesinó a doce compañeros del sindicato, sin ningún tipo de justificación y generando un daño inmenso e irreparable en las familias. Recordarles es una obligación moral y sindical porque la bandera de la memoria y la deslegitimación de la violencia forman parte de CC OO desde sus inicios», defiende la central en una nota. «Luchar contra la violencia forma parte de nuestro legado desde la clandestinidad en la que se forjó CCOO hasta las veces en las que la gente del sindicato tuvo que resistir la presión y los insultos en algunos centros de trabajo», añadieron.

El escultor José Ibarrola explicará el sentido y el significado de la lámina que recibirán las familias presentes en el acto de homenaje y habrá actuaciones de Felipe Juaristi, Juanra Unamuno y Marisa Valle Roso. Lourdes Pérez, subdirectora de El Diario Vasco, dinamizará una charla en la que participarán varios de ellos. «Es imposible compensar de alguna manera todo aquello. Pero con este homenaje se pretende dejar constancia de que la paz tiene mucho de estas familias porque en sus silencios hubo tanto dolor como dignidad».               (Jesús J. hernández, El Correo, 26/11/21)