"Lo único bueno de los últimos días -siete noches ya de disturbios- es que nos ha desnudado como sociedad.
De entrada, unos manifestantes -muchos de ellos menores- que queman contenedores “por diversión” o porque “me hacía gracia”. Un candidato que aspira a presidir la Generalitat -Pere Aragonès, d’Esquerra- que tarda seis días en salir. Señal sin duda de liderazgo, firmeza y autoridad moral. Y que, cuando lo hace, lo hace con la boca pequeña.
Ni siquiera mencionaba a los Mossos por su nombre. Hablaba de
“servidores públicos que trabajan para garantizar la seguridad y la
salud en el espacio público”. Podía referirse también a los vigilantes de la zona azul o hasta a los camilleros en tiempos de pandemia.
Al menos ha entendido por fin que el espacio púbico "es de todos”. Ya
tardan en retirar los lazos amarillos de edificios oficiales, incluido
el Palau de la Generalitat. Y en TV3 que dejen también de dar la tabarra
con lo de “presos políticos” y “exiliados”.
Ni siquiera se atrevió a meterse con la CUP. Y eso que, por la
mañana, el diputado Carles Riera acusó a policías infiltrados de saquear
tiendas. Me recuerda a Ada Colau que, durante el 1-0, también dijo que aparte de repartir estopa los policías habían tenido tiempo de ir metiendo mano.
Luego un periodista, Jordi Basté,
el hombre más escuchado de Catalunya, que atribuye la violencia a “las
frustraciones de muchos jóvenes encerrados en casa durante un año”. ¡Basté, que yo tampoco me he movido de mi pueblo y no voy quemando contenedores!
Yo en estos casos siempre pienso en la generación de mi abuela; que pasó la guerra, la posguerra, la dictadura. Salieron adelante sin ayudas, sin subsidios, sin prestaciones
sociales. Ahora nos quejamos por todo. Papá Estado. Nos tienen que
solucionar la vida.
Algunos de los jóvenes que participaron en los incidentes -soy
testigo- eran niños en la crisis del 2008. Vivían de los padres. Quizá
como ahora. A Basté les pasa lo que a los emperadores romanos, que desde su
atalaya -en el último piso del edificio de la Diagonal- pierde el mundo
de vista. Para hablar del proceso, de la inmigración o del vuelo de las
mariposas. (...)
Muy mal debe estar el independentismo de referentes morales para que
Hasel, Otegi o Gonzalo Boya hayan sido elevados a los altares, pero
ellos sabrán.
Melero, en la sexta noche de disturbios, tuvo en el FAQS a la abogada
de Pablo Hasel que iba diciendo que era un “preso político y
antifascista”, exigía celda individual y que no le daba gana hacer las
tareas de limpieza que le encomendaban.
Hasta consiguieron encontrar a un exjuez favorable. "Ni los tuits ni
las canciones de Pablo Hasél tienen aptitud para generar, incitar ni
provocar violencia. Se está utilizando el Poder Judicial para castigar”,
afirmó. Haber invitado al exfiscal Jiménez Villarejo, que lo tiene más claro. ¡Y había pasado por el PSUC! (...)
El día que empiecen a quemar contenedores en Cadaqués en plena
temporada turística se acaba tanta tontería en nuestros medios de
comunicación públicos y … algunos de privados.
Pero lo de siempre: por encima de estos presentadores hay unos superiores jerárquicos, ¿no?. Quiero decir que debe haber un responsable de programas y, por supuesto, un director de la cadena, Vicent Sanchis. Nunca agradeceremos lo suficiente a Sanchis, a Núria Llorach
(presidenta de la CCMA en funciones desde hace un montón de tiempo), a
Brauli Duart; a su antecesor, Roger Loppacher (el presidente del CAC) en
lo que han convertido TV3.
Hoy mismo, a primera hora de la mañana, he recibio una nota de prensa
del Consejo del Audiovisual. Decía así: “El CAC alerta sobre la
presencia en internet de un discurso contrario a la vacunación contra el
covid-19”. Ni una palabra del papel incendiario de TV3 en las últimas semanas,
en los últimos meses, en los últimos años. El presidente del CAC, que
antes lo fue la Corpo, cobra ¡116.000 euros al año!
Yo vi, con mis propios ojos, como quemaban contenedores impúnemente a pocos metros de la estación de Francia.
Ya puestos retrata también a los Mossos. Su perfil de twitter parecía
el sábado el de un medio de comunicación, no el de un cuerpo de
seguridad.
A las 20.10 informaban: “En Barcelona un grupo numeroso de personas
en la zona centro han tirado motos estacionadas y han hecho lanzamiento
de piedras y objetos a los agentes. No se acerquen a la zona”.
A las 20.20: “Un grupo de personas ya se desmarca del grueso de la
concentración convocada para esta tarde y empiezan a hacer destrozos en
la zona de Plaza Cataluña".
Y a las 22.45: "Fuego y quebradizas en la Bolsa de Barcelona, varias
tiendas de la zona han sido objeto de vandalismo y comienzan los
saqueos. Hay quema de motocicletas y las llamas de las barricadas en
algunos puntos pueden crear riesgo para los edificios. Se ha activado
Bomberos”.
Sólo faltaba que dijeran: “Han asaltado el Decathlon por segunda vez. Aprovechen”
Para mis adentros, pensaba: ¡Hagan algo! ¡Son la policía de Catalunya!
Por suerte, ese día cambiaron de chip y hubo al menos más detenciones: un total de 34. La noche anterior apenas cuatro.
Nos ha quedado una Catalunya preciosa.
Costará mucho enderezar el rumbo. Sobre todo porque los mismos
responsables del desaguisado han vuelto a ganar las elecciones. Y lo han
hecho, todo hay que decirlo, holgadamente. Pero son los mismos que alentaron o miraron hacia otro lado cuando la violencia era indepe. La violencia indepe era la buena.
Cuando salió el Tsunami Democrático -un perfil de twitter anónimo- todos iban retuitenado como locos: Torra, Puigdemont, Junqueras, Roger Torrent, Jordi Cuixart, Marta Rovira, los de la CUP.
Y en la cadena del régimen salieron en todos lados: en el
Telenotícies, en el Planta Baixa, en el FAQS, en el Tot és mou, en el
Està passant. ¡Hasta les dieron un 30 Minuts! El presentador del
espacio, Carles Solà, indepe pata negra, entevistando a un tío encapuchado.
Debe ser normalísimo -en un estado miembro de la UE- cortar la
autopista quince horas, bloquear una frontera internacional tres días,
quemar contenedores en pleno centro Barcelona durante una semana.
Me ahorro otros episodios menores como interrumpir el AVE
-apoyado incluso por la alcaldesa de Gerona Marta Madrenas- y sabotear
TVE o Rodalies. Un día tendremos una desgracia.
Cuidado porque el Estado se puede permitir perfectamente una
violencia de baja intensidad, los que no nos la podemos permitir somos
los catalanes.
Y cuidado también porque por algo se empieza. Aquí hay un caldo de
cultivo político e intelectual que no sólo ha banalizado la violencia
sino que la ha mitificado. Se piensan que es como jugar a la Play. La cabeza de lista de JxCat, Laura Borràs, ya dijo que quemar contenedor no era violencia. Y más recientemente un tertuliano de Rac1. Basté, otra vez Basté, que lo tolera todo.
Cuando hubo el primer muerto de ETA (1968) -por mucho que fuera un
torturador- en San Sebastián veraneabn las élites del franquismo. El periodista Gregorio Morán describe bien el impacto, casi diría el
shock emocional, en su historia de la organización terrorista (“Los
españoles que dejaron de serlo”, 1982).
No vayamos aquí por el mismo camino. No en balde hay una generación
de jóvenes catalanes que, en los últimos diez años, sólo han mamado
proceso.
Les han dicho por activa y por pasiva que España es una “dictadura”,
que hay “presos políticos”, que hay “exiliados” y “represión”.
En TV3 y me atrevería a decir que incluso en la escuela. O en algunas escuelas. Al fin y al cabo aquellos dos alcaldes de la CUP detenidos en su día por cortar presuntamente el AVE eran maestros.
Y la alcaldesa de Vic -esa que pedía no hablar en castellano-,
también. Incluso Ramon Barrufet, aquella de la Mesa del Parlament
condenada por desobediencia junto al resto de miembros. Sin olvidar los de aquel instituto de Sant Andreu de la Barca aunque
la justicia no encontrara indicios penales. Yo entrevisté al hermano de
una alumna y no me pareció que mintiera. O aquella otra de Terrassa que pegó a una estudiante. Ensenyament dio
carpetazo en un día: la maestra en cuestión era de la ANC y el
inspector de Esquerra.
Siempre me quedara la duda de si les enseñan en clase lo que piensan en privado.
Pero si cuando Torra dijo aquello de “apreteu, feu bé d’apretar” -en
un discurso oficial durante la primera conmemoración del 1-0- tenía a su
lado a Pere Aragonès -el mismo hombre que ahora pide calma-, a Roger
Torrent, a Damià Calvet, a Jordi Puigneró, a Elsa Artadi y hasta al
entonces consejero de Interior, Miquel Buch. Todos aplaudieron.
Y cuando aseguró que Catalunya padecía una “crisi humanitaria”
-¡incluso en TV3!-, que los eslovenos “lo tuvieron claro” o que la suya
era una “causa justa” -a los terroristas islámicos que se inmolan deben
decirles lo mismo- nadie se atrevió a contradecirlo, replicarlo o
simplemente desmarcarse.
Esto se acabará el día que empiecen, como decía, a quemar
contenedores en Sarrià o a cortar carreteras -como la Meridiana- en
Cadaqués en pleno agosto. Entonces las mismas clases acomodadas que se han sumado al proceso e
incluso lo han dirigido –la citada Laura Borràs yendo a manifestaciones
con bolsos de Armani de mil euros- se rasgarán las vestiduras, se
preguntarán cómo puede ser e incluso pedirán mano dura. Como la burguesía catalana que, en momentos de aprieto, no tuvo nunca
inconveniente en apelar Primo de Rivera o a Franco para que les echara
una mano.
Cuidado que estamos -están- jugando con fuego.
Y no tiene visos de que se arregle." (Xavier Rius, director de e-notícies, 23/01/21)