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8/6/24

Enric Juliana: Doce años después de 2012, de cuando Artur Mas, las posiciones nominalmente independentistas dejan de tener mayoría absoluta en la cámara catalana. Se abre una nueva etapa... Hay números para un nuevo tripartito de izquierdas, pero ese gobierno no se dará... El batacazo de Esquerra Republicana es colosal y aún no conocemos sus consecuencias. Ni las conocen ellos mismos... Con estos números, el independentismo difícilmente puede acabar forzando una repetición de los comicios. Illa podría obtener un resultado arrollador en octubre... La elevada abstención (42%) ha castigado esta vez a los independentistas. Sólo Junts levanta cabeza después de su regreso a las fuentes de Convergència, de la mano de la patronal Foment y del propio Jordi Pujol... Hay cansancio. Hay un profundo cansancio. Ni siquiera Aliança Catalana, el experimento de extrema derecha impulsado desde Ripoll, ha conseguido transformar ese cansancio en un resultado sorpresa, como auguraban algunos sondeos... Más derecha y menos independentismo... La izquierda irradiada desde 2014 por el fenómeno Podemos baja. Es el signo de los tiempos. Es el signo de Europa... El PP obtiene un muy buen resultado y logra sobrepasar a Vox... Pero atención: Vox no baja y consolida sus once diputados. Vox y Aliança Catalana, la Liga Norte de Ripoll, suman más de trescientos mil votos... Respiro para Pedro Sánchez en uno de los momentos más difíciles de su carrera

 "Gana Salvador Illa y el independentismo no alcanza la mayoría absoluta en el Parlament de Catalunya por primera vez desde 2012, cuando Artur Mas, en plena crisis económica, adelantó las elecciones con la divisa del soberanismo. Moisés llamaba al pueblo catalán a un nuevo destino. (Mosaico era el gesto de Mas en los carteles de aquella campaña). Doce años después, las posiciones nominalmente independentistas dejan de tener mayoría absoluta en la cámara catalana. Se abre una nueva etapa.

Illa gana y muy teóricamente podría gobernar con el apoyo de Esquerra Republicana y los Comuns. Sería el tercer tripartito. La posibilidad aritmética de esa alianza estuvo bailando durante toda la noche y en el tramo final del escrutinio, el PSC recuperó un escaño por Lleida que facilita la suma de 68 diputados por parte de las izquierdas catalanas, a la espera del recuento definitivo.

Hay números para un nuevo tripartito de izquierdas, pero ese gobierno no se dará

Aunque los números existen, ese tercer tripartito no se va a formar. El batacazo de Esquerra Republicana es colosal y aún no conocemos sus consecuencias. Ni las conocen ellos mismos en estos momentos. Puede abrirse una crisis importante en el interior de ese partido, históricamente propenso a las divisiones internas. En su primera comparecencia pública, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, el hombre que ha conducido a su partido al desastre al adelantar temerariamente las elecciones, anunció que ERC pasará a la oposición.

En los próximos días y semanas se irá conociendo cuál es la posición de Esquerra ante la investidura. En su primera comparecencia pública, Carles Puigdemont dijo que no desea una repetición electoral. Es poco probable que ERC la desee. Los efectos de una repetición de las elecciones podrían ser catastróficas para los partidos que decidiesen bloquear la legislatura. El bloque independentista suma 61 diputados. Cincuenta y nueve escaños si excluimos a Aliança Catalana, con la que Junts, ERC y CUP dicen no querer pactar. Con estos números, el independentismo difícilmente puede acabar forzando una repetición de los comicios. Illa podría obtener un resultado arrollador en octubre.

El independentismo no suma mayoría en el Parlament, este es el dato clave de la jornada

La elevada abstención (42%) ha castigado esta vez a los independentistas. Sólo Junts levanta cabeza después de su regreso a las fuentes de Convergència, de la mano de la patronal Foment y del propio Jordi Pujol, que cerró la campaña con una significativa grabación en la que el histórico emblema de CDC aparecía en un ángulo de su despacho.

La repetición electoral no está en la agenda de la patronal Foment, entidad empresarial que diez días antes de iniciarse la campaña efectuó un gesto inequívoco al visitar a Puigdemont en el sur de Francia. Preside Foment, Josep Sánchez Llibre, ex diputado de CiU en el Congreso de los Diputados durante seis legislaturas, escuela democristiana. Sánchez Llibre no acudió sólo a la cita con el expresidente de la Generalitat en territorio francés, puesto que le acompañaba buena parte de la junta directiva de la principal organización patronal catalana. Un gesto inequívoco.

El batacazo de ERC es tan tremendo que puede cambiar todo el cuadro político

La consolidación de Junts en la pila bautismal de CDC y el enorme batazaco de ERC introducen otra novedad importante: la insomne pugna entre convergentes y republicanos, iniciada hace veinte años tras la retirada de Jordi Pujol, puede estar resolviéndose a favor de los primeros. Posiblemente se ha resuelto ya a favor de los primeros. Anoche Puigdemont se refirió a la necesidad de restablecer marcos unitarios del independentismo, esto es, colocar a la disminuida ERC bajo su órbita.

¿Vuelve Convergència? Vuelve el espíritu de Convergència sin renunciar a la retórica independentista. Esa retórica es hoy como la fruta confitada en la coca de Sant Joan. Da color y sabor.

Hay cansancio. Hay un profundo cansancio. Ni siquiera Aliança Catalana, el experimento de extrema derecha impulsado desde Ripoll, ha conseguido transformar ese cansancio en un resultado sorpresa, como auguraban algunos sondeos. La Liga Norte de Ripoll sólo consigue dos diputados, uno por Girona y otro por Lleida. Una repetición electoral les podría favorecer. Los resultados del grupo Alhora son inenarrables.

Más derecha y menos independentismo, escribe Josep Martí Blanch hoy en La Vanguardia. Tiene razón. El eje de la política catalana se desplaza a la derecha, encabezado por un PSC más pragmático que nunca. Bajan todas las formaciones situadas nominalmente a la izquierda de los socialistas. Los Comunes salvan el tipo: podía haber sido peor. La seriedad de Jessica Albiach, poco dada a la comedia, ha jugado a su favor. La izquierda irradiada desde 2014 por el fenómeno Podemos baja. Es el signo de los tiempos. Es el signo de Europa.

El PP obtiene un muy buen resultado y logra sobrepasar a Vox. Conquistar la cuarta posición era el objetivo de Alberto Núñez Feijóo. Alejandro Fernández no ha sido ajeno al buen resultado de los populares y fortifica su posición en el partido. Pero atención: Vox no baja y consolida sus once diputados. Vox y Aliança Catalana, la Liga Norte de Ripoll, suman más de trescientos mil votos.

Illa sudará para obtener la investidura, Sánchez sale reforzado

Si el Parlament de Catalunya se pudiese simplificar en el eje izquierda-derecha quedaría formado por 72 diputados de izquierda frente a 63 de derechas. No era esa la correlación de fuerzas en las anteriores legislaturas. El eje se ha movido a la derecha. El hilo musical de la sociedad catalana se ha modificado.

Cuadro español. Respiro para Pedro Sánchez en uno de los momentos más difíciles de su carrera. El activismo del líder del PSOE en la campaña no parece haber perjudicado a Illa. Los cinco días de abril de Sánchez no parecen haber pasado factura a los socialistas en el plano electoral.

Los resultados acreditan que los indultos y la ley de Amnistía han contribuido a destensar la sociedad catalana, generando un nuevo marco político.

Sin embargo, Salvador Illa aún no tiene la investidura en el bolsillo."                 (Enric Juliana, La Vanguardia, 13/05/24)

6/6/24

Debacle independentista en tres años: del récord de 2021 a su mínimo histórico el 12M... un capital dilapidado en tres años de peleas internas continuas, hasta sufrir una debacle que lo deja muy lejos de los guarismos de los años del 'procés'... por comparar, CiU de Pujol tenía 50 diputados en 2012, 62 en 2010 y hasta 72 en 1984. Los 35 diputados de Puigdemont dan risa

"En las elecciones catalanas de 2021, el independentismo consiguió un hito: mayoría absoluta de escaños (74) y, por primera vez, también de votos (52 %), un capital dilapidado en tres años de peleas internas continuas, hasta sufrir una debacle que lo deja muy lejos de los guarismos de los años del 'procés'.

Hace tres años, el PSC de Salvador Illa fue el partido más votado, pero empató a 33 escaños con ERC, seguido de JxCat con 32, mientras que la CUP ocupó la quinta plaza, con nueve diputados.

El récord de votos y escaños que entonces sumaron ERC, JxCat y la CUP se tradujo en un pacto de investidura que llevó a Pere Aragonès a la presidencia de la Generalitat, con un Govern de coalición entre Esquerra y Junts, sustentado desde fuera por la CUP.

Aragonès arrancó con el compromiso de trabajar para "culminar" el proceso de independencia, pero la alianza con sus dos socios duró poco y enseguida se vio que, aparcada la vía unilateral, el 'procés' entraba en una fase de letargo, más centrada en levantar las causas judiciales por el 1-O que en avanzar hacia el Estado independiente.

La CUP ni tan siquiera le aprobó los primeros presupuestos de la legislatura, mientras que la cohabitación entre ERC y JxCat topó con constantes desencuentros, cada vez menos disimulados, hasta que la situación se hizo irrespirable y JxCat, en octubre de 2022, decidió en una consulta interna abandonar el Govern y pasar a la oposición.

Todo ello ocurría en medio del desconcierto entre el electorado independentista, que empezó a dar señales de desmovilización, sobre todo en unas manifestaciones de la Diada del 11 de septiembre cada vez menos concurridas.

En las elecciones municipales y generales del año pasado, ERC perdió miles de votos, mientras que el PSC volvía a convertirse en pilar fundamental para mantener a flote el PSOE.

Los siete escaños obtenidos por ERC y también por JxCat en las generales valían su peso en oro, porque eran claves para permitir la investidura de Pedro Sánchez, pero los síntomas de desmovilización de su electorado se han acabado confirmando este domingo.

La suma de JxCat (35), ERC (20), la CUP (4) y Aliança Catalana (2) no pasa de los 61 escaños, con más del 98 % escrutado, lo que dista mucho del récord alcanzado en 2021, cuando las candidaturas partidarias de la independencia de Cataluña lograron por primera vez la mayoría absoluta en escaños (74) y en votos (52 %).

Cuatro años antes, en 2017, después de la fallida declaración unilateral de independencia y de la suspensión de la autonomía con el artículo 155 de la Constitución, JxCat (34), ERC (32) y la CUP (4) sumaron un total de 70 escaños.

En las elecciones anteriores, en 2015, Convergència y ERC se presentaron conjuntamente bajo la fórmula unitaria de Junts pel Sí, que obtuvo 62 diputados, que, sumados a los 10 de la CUP, también superaron la mayoría absoluta (72).

Las primeras elecciones del 'procés' pueden considerarse que son las de 2012, convocadas por el entonces president Artur Mas bajo el compromiso de convocar una consulta soberanista: CiU consiguió 50 escaños, ERC subió a 21, mientras que la CUP obtuvo tres."            (Roger Mateos, El Obrero, 13/05/24)
 
 
"(...) Algo se ha roto en 2024 en el nacionalismo: el % de voto nacionalista -estable desde 1999- empieza a bajar y se sitúa en niveles de 1980.
  • JxC (CiU) solo consigue 675.000 votos. Solo en 2021 había tenido menos (568.000). Está lejísimos de los 1.347.000 que logró en 1984, o los 1.320.000 de 1995, o incluso los 1.116.000 de 2012. Son niveles paupérrimos, la mitad de sus resultados habituales antes del prusés. El partido pujolista tenía 50 diputados en 2012, 62 en 2010 y hasta 72 en 1984. Sus 35 diputados actuales dan risa.
  • ERC s’ha quedat en 427.000 vots, un 13,7% dels vots i un 8% del censo. El 2017 venia de 936.000 vots. Se ha quedado en 20 diputados, lejísimos de los 33 que tenía.
  • La CUP, el partit burgeset catabatasú, obtiene 128.000 votos, apenas algo más que cuando apareció en 2012 i molt lluny dels 338.000 del 2015. Solo retiene 4 diputados, cuando había llegado a 10 en 2015 i a 9 el 2021.
  • Aliança Catalana, el partit que retorna a les arrels pures del nacionalisme, recull 118.000 vots i 2 escons. (...)"                       (Dolça Catalunya, 13/05/24)

4/6/24

Nadie llora por Pere Aragonès... En su favor hay que decir que seguramente es el jefe del Ejecutivo catalán que en una década más horas ha dedicado a trabajar en las cuestiones concretas de la vida de los catalanes. En comparación con Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra, el republicano tenía fama de conocer al dedillo todos los temas, de ser escrupuloso y aplicado... Pero todos los problemas le han estallado juntos, desde la falta de inversiones para hacer frente a la pertinaz sequía, pasando por la debacle de la educación, donde ya nadie se atreve a afirmar que la escola catalana sea un modelo de inclusión y excelencia, al retraso en la compleja carpeta de la transición energética, hasta el desaguisado de gestión que la consejera de Justica, Ubasart, ha organizado en prisiones, sin olvidarse de la lista de espera en sanidad, etcétera. Se ha instalado la sensación de que no había nadie competente para hacer frente a los problemas por resolver mil veces aplazados, y Aragonès ha suspendido en gestión (Joaquim Coll)

 "La soledad política envolvió su renuncia a tomar el acta de diputado y el anuncio del abandono de la primera línea, una noticia que tampoco fue una sorpresa absoluta porque el viernes era una posibilidad que ya circulaba en medios periodísticos.

Tras el tremendo batacazo Pere Aragonès no tenía más remedio, pues hubiera sido inaudito verlo en la oposición del Parlament pudiendo disfrutar de las prebendas vitalicias que tan generosamente los contribuyentes catalanes pagamos a quienes han ejercido un tiempo de supremos patriarcas.

Nadie llora desde el lunes su marcha ni dentro ni fuera del partido, y un número significativo de catalanes decía desconocer en las encuestas el nombre del president de la Generalitat.

Aragonès ha pasado por el Palau de la plaza Sant Jaume con más pena que gloria. En su favor hay que decir que seguramente es el jefe del Ejecutivo catalán que en una década más horas ha dedicado a trabajar en las cuestiones concretas de la vida de los catalanes. En comparación con Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra, el republicano tenía fama de conocer al dedillo todos los temas, de ser escrupuloso y aplicado.

Alcanzó muy joven los primeros puestos, a la sombra de Oriol Junqueras en la Consejería de Economía, y después como vicepresidente en el histriónico Govern presidido por el ultranacionalista Quim Torra, a quien relevó en funciones cuando fue inhabilitado. En 2021, con 38 años, alcanzó la presidencia tras ganar ERC el pulso electoral por la mínima a Junts, en una investidura que se salvó in extremis, y del que nació un nuevo Govern de coalición que duró poco más de un año.

Desde entonces, Aragonès ha ejercido la presidencia con bastante autonomía respecto a Junqueras, de quien se ha ido distanciado, en un proceso clásico en este tipo de relaciones en el que quien te pone pretende ejercer una tutela, y ha tomado en estos tres años dos decisiones que han marcado su suerte.

La primera fue formar un Gobierno en solitario tras la salida de Junts. Lo lógico, democráticamente, hubiera sido convocar nuevas elecciones, pues sostenerse solo con 33 diputados de 135 es una anomalía absoluta que solo puede pasar en Cataluña. Ni tan siquiera se sometió a una moción de confianza. En su lugar, hizo dos cosas bien. Primero, llevó a cabo una serie de fichajes de impacto para el nuevo Govern, a derecha e izquierda, para ocupar la centralidad, tirando del caladero de exdirigentes del PSC que rompieron con su formación cuando el procés (Joaquim Nadal y Joan Ignasi Elena), del exconvergente Carles Campuzano, o de la fundadora de Podemos en Cataluña, Gemma Ubasart. Un giro hacia la transversalidad y la moderación dentro del espacio soberanista, aunque a ese Govern le ha fallado todo, empezando por el sottogoverno. Y, segundo, logró aprobar los presupuestos de 2023 con el apoyo del PSC y los comunes.

Parecía que Aragonès ponía las bases para consolidar su figura volcándose en la gestión tras una década donde los sucesivos Gobiernos de la Generalitat han estado en otras cosas. Pero todos los problemas le han estallado juntos, desde la falta de inversiones para hacer frente a la pertinaz sequía, pasando por la debacle de la educación, donde ya nadie se atreve a afirmar que la escola catalana sea un modelo de inclusión y excelencia, al retraso en la compleja carpeta de la transición energética, hasta el desaguisado de gestión que la consejera de Justica, Ubasart, ha organizado en prisiones, sin olvidarse de la lista de espera en sanidad, etcétera.

Se ha instalado la sensación de que no había nadie competente para hacer frente a los problemas por resolver mil veces aplazados, y Aragonès ha suspendido en gestión. Seguramente, hoy la historia sería diferente si en 2022 hubiera adelantado las elecciones, tras el portazo de Junts por sus incontables líos internos, con Laura Borràs inhabilitada por corrupción, y con Carles Puigdemont desaparecido de la política catalana mucho antes de que la amnistía apareciese en el horizonte de lo posible. Sin duda habría obtenido un mejor resultado y tal vez hubiera podido seguir al frente de la Generalitat gobernando de la mano del PSC.

La segunda decisión fue adelantar las elecciones esta primavera tras el portazo de los comunes a los presupuestos para 2024, una apuesta de la que Junqueras discrepaba, pero con la que Aragonès quiso hacer un Sánchez, previendo que la erosión hasta el año siguiente sería peor para ERC. La jugada le ha salido muy mal, los 20 escaños obtenidos están por debajo de las peores expectativas, y la campaña acabó siendo una elección entre Illa o Puigdemont, con Aragonès invisibilizado. ¿Y ahora, qué? Hasta después de las elecciones europeas no se sabrá nada, las espadas se mantendrán en alto, pero la investidura del candidato socialista aparece como inevitable tras el hundimiento del independentismo, que volverá probablemente a sufrir un retroceso el 9 de junio.

Hoy todavía no sabemos cómo, pero la fórmula de una doble abstención, tanto de ERC como de Junts, una vez que Puigdemont compruebe por enésima vez que los republicanos no piensan votarle y que lo más inteligente es retirarse, me parece la solución más probable y la menos costosa para unos y otros. Si Junqueras pretende perpetuarse como mandamás de los republicanos, como así parece, lo que menos le conviene es una repetición electoral, pues si empeorase los resultados se vería obligado a seguir el camino de Aragonès."               (l , Crónica Globa, 15 mayo, 2024)

13/5/24

La baraka de Sánchez... ha vuelto a demostrar que es un gran táctico... por primera vez en unas autonómicas, el PSC gana en votos y escaños, y el independentismo no suma de ninguna forma posible... el avance de Junts no logra compensar el tremendo hundimiento de ERC y la pérdida de más de la mitad de la representación de la CUP... el conjunto de las formaciones que se declaran independentistas se quedan lejos de la mayoría absoluta. Este es un dato muy relevante que cierra definitivamente el libro del procés... Sánchez puede argumentar con hechos que la ley de amnistía ha servido para ello, aunque sabemos que la desmovilización separatista ya estaba en marcha desde hace tiempo... Lo más que ha logrado esa ley ha sido reforzar tanto al PP como a Vox, y resucitar un rato a Carles Puigdemont, en perjuicio sobre todo de ERC... El tripartito de izquierdas suma una raspada mayoría de 68 diputados. Para los republicanos la decisión de investir a Illa es muy complicada, aunque peor sería una repetición electoral. La presidencia del candidato socialista de una forma u otra parece inevitable, pues el crecimiento de Junts se queda lejos de las expectativas de los últimos días, con pocos alicientes para volver a las urnas... la victoria de Illa es clara, y refuerza a Sánchez y al PSOE de cara a las europeas. La legislatura podría estabilizarse porque ni Junts ni ERC tienen motivos para retirarle su apoyo... El escenario es el de un PSC hegemónico, al frente de los principales gobiernos locales, y con Illa de president, aunque su investidura no será coser y cantar (Joaquim Coll)

 "La holgada victoria de Salvador Illa supone también un triunfo incontestable para Pedro Sánchez. Por primera vez en unas autonómicas, el PSC gana en votos y escaños, y el independentismo no suma de ninguna forma posible desde 2012. El avance de Junts con Carles Puigdemont no logra compensar el tremendo hundimiento de ERC y la pérdida de más de la mitad de la representación de la CUP.

La entrada de la islamófoba Aliança Catalana no hubiera dado nunca una mayoría operativa al separatismo, pero es que el conjunto de las formaciones que se declaran independentistas se quedan lejos de la mayoría absoluta. Este es un dato muy relevante que cierra definitivamente el libro del procés. Para Sánchez es una excelente noticia, y le permite argumentar con hechos que la ley de amnistía ha servido para ello, aunque todos sabemos que la desmovilización separatista ya estaba en marcha desde hace tiempo, con o sin amnistía.

 Lo más que ha logrado esa ley ha sido reforzar tanto al PP como a Vox, y resucitar un rato a Carles Puigdemont, en perjuicio sobre todo de ERC, que sale muy tocada, tanto en su estrategia como en sus liderazgos. El tripartito de izquierdas suma una raspada mayoría de 68 diputados. Para los republicanos la decisión de investir a Illa es muy complicada, aunque peor sería una repetición electoral. La presidencia del candidato socialista de una forma u otra parece inevitable, pues el crecimiento de Junts se queda lejos de las expectativas de los últimos días, con pocos alicientes para volver a las urnas, y podría fortalecer a los sectores pragmáticos de la formación neoconvergente tras la jubilación de Puigdemont.

En clave de política nacional, estos resultados, donde la victoria de Illa es clara, refuerzan a Sánchez y al PSOE de cara a las europeas. La legislatura podría estabilizarse
porque ni Junts ni ERC tienen motivos para retirarle su apoyo. El líder socialista mantiene intacta su baraka y supera una prueba decisiva, pues Cataluña podía haber sido su tumba en caso de pinchazo. Políticamente, el debate sobre la amnistía queda superado. Al PP tampoco le ha ido nada mal, ha triplicado en diputados, certificando que la apuesta por Alejandro Fernández era la correcta, pese a que Vox aguanta muy bien y repite los 11 escaños de 2021.

La desaparición de Ciudadanos pone también simbólicamente fin a una etapa. La historia seguramente no ha sido justa con la formación naranja, pero sus errores han sido pertinaces desde que Albert Rivera se entregó en su estrategia de pactos al PP.

Sin duda se abre en Cataluña una nueva etapa, donde el interrogante es el rumbo que tomará ERC, que ayer noche anunció su pase a la oposición. El escenario es el de un PSC hegemónico, al frente de los principales gobiernos locales, y con Illa de president, aunque su investidura no será coser y cantar. Sánchez no ha podido tener mejor noticia desde que a las puertas de las elecciones catalanas dejó a España en vilo por si dimitía con el asunto de los bulos.

Ha vuelto a demostrar que es un gran táctico, sin importarle sacrificar convicciones o principios, haciendo de la política el arte de lo posible para sostenerse en el poder."          (Joaquim Coll, Crónica Global, 13/05/24)

12/5/24

Pedro Vallín: lo que va a ganar es el racismo, la xenofobia, porque las organizaciones que van a crecer más van a ser aquellas con un discurso sobre la inmigración bastante duro. Estoy pensando en el ascenso de Vox, estoy pensando en Aliança Catalana, estoy pensando en Junts y estoy pensando en el PP... Una de las cosas que Junts se esforzó en negociar con el Gobierno es que querían tener las competencias de inmigración en la Generalitat. Creo que tiene que ver con músicas que no proceden de aquí. Estamos bailando una música continental... Creo que hemos importado un tic continental europeo y que por alguna razón en Cataluña está teniendo particular suerte este argumento

 "Previsión electoral en Cataluña

“El galimatías que vamos a tener el lunes por la mañana va a ser notable, porque ni por el lado del independentismo ni por el lado del progresismo, que son los dos ejes que todo el mundo maneja en las posibilidades de formar gobierno, va a estar clara la cosa. En el independentismo, no está claro que Esquerra o la CUP estuvieran dispuestos a apoyar una mayoría donde estuviera Aliança Catalana y la suma de los progresistas no parece nada sencilla. Creo que en la realidad de los números que tenemos a día de hoy, si se confirma en las urnas, lo que va a ganar es el racismo, la xenofobia, porque las organizaciones que van a crecer más van a ser aquellas con un discurso sobre la inmigración bastante duro. Estoy pensando en el ascenso de Vox, estoy pensando en Aliança Catalana, estoy pensando en Junts y estoy pensando en el PP”. 

Repetición electoral

“Me parece de una frivolidad pasmosa que se hable en estos términos, porque la experiencia reciente en España es que cada vez que repites elecciones hay unos pequeños ajustes en los resultados. Se convoca la repetición electoral para que las sumas cambien, para que tú puedas pactar en otros términos y la experiencia que hemos vivido aquí es que las sumas son las mismas. Es decir, estás convocando al votante, devolviéndole su mandato expresado en las urnas para que lo vuelva a pensar y vuelva a expresarse. Y el votante te vuelve a expresar que las mayorías son las que había dicho, con lo cual una repetición electoral sería una falta de respeto hacia los ciudadanos. Es el votante, emite su mandato y ustedes se las tienen que arreglar con el mandato”. 

Xenofobia en campaña

“Una de las cosas que Junts se esforzó en negociar con el Gobierno es que querían tener las competencias de inmigración en la Generalitat. Creo que tiene que ver con músicas que no proceden de aquí. Estamos bailando una música continental que tiene mucho que ver con que hay elecciones europeas en las que el asunto inmigración es central, precisamente muy relacionado con la centralidad que tiene la ultraderecha. España es un país que no se puede poner muy flamenco con la recepción de inmigrantes, porque las familias de muchos españoles han hecho su fortuna en Centroeuropa o América a base de irse a picar piedra, en el sentido de trabajos que no querían los nacionales. Creo que hemos importado un tic continental europeo y que por alguna razón en Cataluña está teniendo particular suerte este argumento”.

El fenómeno de la inmigración en Europa

“Igual yo soy muy de desdramatizar, pero hay un elemento muy fariseo. Todas las potencias europeas que durante el colonialismo someten a la mitad del planeta para extraer recursos y, supuestamente, para civilizar desde la superioridad moral y política de Europa occidental, ahora se sorprenden de tener en sus fronteras un montón de gente procedente de países que fueron sus colonias. En términos históricos es un movimiento pendular de una justicia extraordinaria. No sé si tenemos mucho derecho a queja en Europa después de lo que hemos hecho en América, en Asia y en África durante los siglos del XVI al XX. Y aquí está muy marcada la aporofobia: no queremos que vengan menesterosos a intentar ganarse la vida, pero sí los grandes capitales de América Latina a quienes se facilitaba la nacionalidad”.

 (Pedro Vallín, InfoLibre, 11/05/24)

24/4/24

Si un observador extranjero leyera sin más contexto los datos de las elecciones autonómicas catalanas de 2021 y de las vascas del pasado domingo, creería que ambas comunidades caminan con paso firme hacia la secesión. Y, sin embargo, nada más lejos de la realidad... en el País Vasco nunca antes las dos formaciones soberanistas habían recogido tanto apoyo como este pasado domingo, sobrepasan los 2/3 de la Cámara vasca, y una amplia mayoría absoluta en votos, pero el objetivo confeso tanto del PNV como de EH Bildu durante la campaña era pactar con el PSE-PSOE... el crecimiento del soberanismo no implica un incremento de la tensión secesionista. A veces, también en política, más es menos... En el próximo ciclo político catalán, es muy probable que asistamos a una lenta extinción u olvido de la exigencia del referéndum, al igual que ya ha sucedido en Quebec, Escocia y País Vasco (Joaquim Coll)

 "Si un observador extranjero leyera sin más contexto los datos de las elecciones autonómicas catalanas de 2021 y de las vascas del pasado domingo, creería que ambas comunidades caminan con paso firme hacia la secesión. Y, sin embargo, nada más lejos de la realidad.

Recordemos que, hace tres años, los titulares en prensa subrayaban que el independentismo, pese a la victoria en votos del PSC, había reforzado su mayoría absoluta en el Parlament, con 74 diputados, y que los votos que habían ido a opciones declaradamente secesionistas sumaban el 51,3% de los sufragios emitidos. Por primera vez, ¡victoria en votos!, exclamaron los medios soberanistas, escondiendo que lo habían logrado gracias a la participación más baja de la historia.

Durante las semanas siguientes, los sectores radicales como la ANC llamaron a ERC, Junts y CUP a implementar el "mandato del 1 de octubre", a proclamar nuevamente la república catalana, etcétera. Pero la investidura de Pere Aragonès salió adelante in extremis, casi a punto de la repetición electoral, y la unidad independentista duró muy poco.

ERC ha acabado la legislatura gobernando en solitario, con el apoyo en los presupuestos del PSC. La mayoría separatista no ha servido para nada y, mucho menos, su circunstancial victoria en votos. Para 12 de mayo, el sueño húmedo tanto de ERC como de Junts es ganar las elecciones, claro está, sobre todo ganarle al otro la primera plaza en el espacio soberanista, pero para formar Gobierno con el PSC y ser el interlocutor institucional con el Gobierno de Pedro Sánchez.

Otra cosa es que, si Salvador Illa queda primero, como todo parece indicar, a ambos les resulte complicadísimo por cuestiones estéticas investirlo de president. Quien lo hiciera recibiría el apelativo de "vendido" al sucursalismo. Junts está descartada, y en ERC, donde el sector junquerista no se opondría visceralmente a un pacto de gobierno con el PSC (¡vivir para ver!), existen numerosas dudas. Así pues, el sudoku poselectoral va a ser complicadísimo, pero el análisis de fondo no cambia.

En Euskadi, las circunstancias son muy diferentes, afortunadamente para los vascos (y "las vascas", la manía de doblar el género es otra de las cansinas aportaciones del nacionalismo al acervo común, aunque menos inocua que el derecho a decidir, que también tuvo su origen allí). Diferencias aparte entre Cataluña y el País Vasco, la dirección es la misma.

Nunca antes las dos formaciones soberanistas habían recogido tanto apoyo como este pasado domingo, sobrepasan los 2/3 de la Cámara vasca, y una amplia mayoría absoluta en votos, pero el objetivo confeso tanto del PNV como de EH Bildu durante la campaña era pactar con el PSE-PSOE. Con los resultados en la mano, que han sido buenos para las tres fuerzas principales, habrá Gobierno nuevamente de coalición entre gerifaltes y socialistas, sin que los abertzales, que no han logrado ganar las elecciones, pongan en cuestión su apoyo al Gobierno de Madrid.

Paradójicamente, el crecimiento del soberanismo no implica un incremento de la tensión secesionista. A veces, también en política, más es menos. En el País Vasco, más soberanismo parlamentario no equivale a más separatismo sociológico, sino a menos, a menos que nunca, según el euskobarómetro.

Y en Cataluña, aunque todas las formaciones independentistas sumaran mayoría absoluta el 12 de mayo, es improbable que volvieran a unirse para no ir a ningún sitio. Esta descripción no significa que no sigamos teniendo un problema territorial enorme, pero sí una invitación a no caer en el pesimismo, a creer que es solo cuestión de tiempo que el secesionismo consiga el objetivo del referéndum.

La prueba es que, en el País Vasco, con una mayoría soberanista más robusta que nunca, de este asunto no se ha hablado en campaña ni está en la agenda política. Y si en Cataluña la cuestión sigue viva es por el guerracivilismo entre ERC y Junts. En el próximo ciclo político catalán, sobre todo si Carles Puigdemont y Oriol Junqueras abandonan la primera línea, es muy probable que asistamos a una lenta extinción u olvido de la exigencia del referéndum, al igual que ya ha sucedido en Quebec, Escocia y País Vasco."                        (, Crónica Global, 24/04/24)

26/3/24

Puigdemont, fundamentalmente, anuncia su candidatura a las elecciones. Por tercera vez en su biografía... es, básicamente, una repetición... diferencia esta repetición de las anteriores la restitució, ese carlismo... Puigdemont, hoy, tan solo aspira a restituirse a sí mismo. Un indicativo de que va por libre... ¿Eso significa que Puigdemont volverá? No está claro. La ocasión para volver ya pasó. Fue en 2017. Y lo que no sucede a tiempo, se pudre... Pugidemont anunció, fundamentalmente, la identidad indepe. Lo que, ojo, es una llenapistas. La identidad indepe –sin programa, ni ganas, de indepe– es lo que une al procesismo, esa cosa inexportable e incomprensible, que entronca con un robusto torrente de votantes que procede del postpujolismo, y que prefiere ser –indepe– que estar –indepe–. Puigdemont ofrece, como ERC, una lista para la identidad indepe. Lo que, a su vez, también es una repetición (Guillem Martínez)

 "1- El discurso de Puigdemont, anunciando su candidatura a las elecciones autonómicas del 12M es, básicamente, una repetición. Pero, en tanto que repetición, está matizada por un hecho importante que la singulariza: el contexto. No es lo mismo prometer algo en 2017, que prometerlo en 2021, que prometerlo en 2024. O, como dijo el gran poeta catalán Jaime Gil de Biedma, uno no se mete dos veces en el mismo lío. ¿En qué lío se mete Puigdemont al repetir en 2024 lo ya señalado en 2017 y 2021? ¿Es diferente de los líos anteriores? El presente artículo intentará satisfacer esos interrogantes, analizando ese discurso, sus repeticiones, sus matices. Su significado. 

2- Puigdemont, fundamentalmente, anuncia su candidatura a las elecciones. Por tercera vez en su biografía. Su programa, su propuesta, su casi todo –es importante la partícula casi, que diferencia esta repetición de las anteriores– es la restitució –ese carlismo–, si bien en esta ocasión ya no se quiere restituir la Generalitat o el Govern, sino tan sólo la Presidència. Importante matiz: Puigdemont, hoy, tan solo aspira a restituirse a sí mismo. Un indicativo de que va por libre. Puigdemont observó, se diría, la candidatura de Xavier Trias al Ajuntament de BCN, en la que Trias se presentó como un fenómeno individual, fuera del campo semántico Junts. Indepe, pero no tanto, autonomista, pero no tanto, usuario de la derecha y abierto, pero no tanto. En BCN funcionó –muy velozmente, ojo– ese primer intento oficial de resignificar Junts hacia la derecha, y olvidar el rollo woke y la estética de pop-cristiano utilizada –y agotada, diría– durante una décadaTambién gustó de Trias, más aún, ese primer intento serio de reconvertir, ya de manera explícita, lo indepe en el nuevo autonomismo, que posibilitó que el abuelito, el padre y el hijo de centro-muy-derecha –tres estados de ánimo indepe, que podrían haberse organizado en tres listas– votaran, nuevamente, lo mismo. Importante: ese “lo mismo” emitió un estado de ánimo sobre la inmigración muy parecido al de otras extremas derechas europeas.

3- Es importante la negativa de Puigdemont a presentarse a las elecciones europeas. Supone abandonar a) la base de su sustento –algo novedoso; la historia del exilio de Puigdemont es también la historia de la búsqueda de ingresos; tras algunos experimentos, como el fallido Consell de la República, la estabilidad llegó solo con el escaño en Bruselas, hoy rechazado–. Pero también, y no menos importante, significa abandonar el b) principal asidero institucional ante una extradición –recordemos que, una vez otorgado el suplicatorio que pidió Llarena, solo gracias a su escaño Puigdemont ha conseguido la libre circulación por toda Europa, salvo, claro, en el país favorito de la Divina Providencia–. ¿Por qué lo hace entonces? ¿Para acentuar el valor de su apuesta catalana? Es posible. Pero es más probable que esa decisión responda al hecho de que, ante el delito de terrorismo –esa gracia de la AN, reída por el TS–, la casilla Parlamento Europeo ha finalizado a corto plazo. No existe ya ese refugio. El tercer acto del exilio de Puigdemont se desarrollará en Bélgica, si bien intentando el juego institucional en Catalunya –con el cargo de terrorismo sobre la chepa, tampoco será fácil–. Y tal vez sin ingresos. Este tema, o no está calculado, o no está resuelto, o es un indicio de que ya se considera que el margen de libertad de Puigdemont, tras la apuesta del TS por el pack terrorismo, se está perfilando. Veremos. 

4- ¿Eso significa que Puigdemont volverá? No está claro. La ocasión para volver ya pasó. Fue en 2017. Y lo que no sucede a tiempo, se pudre. Un amigo mío, que es fotógrafo de bodas, me explicó, en ese sentido, que las peores fotos son cuando la boda transcurre varios años después a cuando tenía sentido. Sobre la ocasión de oro para volver, en 2017: un asesor, me dicen, dibujó una campaña electoral en la que, emulando una campaña de Jean-Luc Mélenchon en Francia, Puigdemont intervendría en mítines catalanes, sin moverse de Bruselas, a través de hologramas. Como la Princesa Leia. En el mitin final, el verdadero Puigdemont aparecería justo encima de su holograma. Hubiera sido una locura. Tal vez una mayoría absoluta –entonces, el río/lío era otro–. Pero no sucedió. Sencillamente porque el procés no era, ni es, eso. Tiene otro carácter. Y, si es verdad que el carácter es el destino, Puigdemont no volverá, tampoco en esta repetición. El anuncio de su vuelta –importante: solo si hay opción de ser presi– es, más posiblemente, un intento de presión sobre ERC. Y diría que esa presión a ERC ya no es efectiva. Se ha roto, de tanto usarla.

5- Puigdemont habló del éxito –personal, incluso– de sus pactos con el PSOE. Que valoró como triunfo sobre el Estado. Lo que no es cierto, si vemos cómo las gasta el Estado en este tema. Lo que sí es cierto es que el procesismo –o intento de negociar con el Estado/Gobierno, desde el límite autonómico, a partir de la construcción de un objeto con el que negociar–, solo se ha producido en la fase exilio, con motivo de las negociaciones de la investidura de Sánchez. Puigdemont, curiosamente, mezcló esos logros del exilio –amnistía, oficialidad del catalán en el Congreso y la fugaz posibilidad de oficialidad del catalán en la UE– con otros itinerarios absolutamente y netamente autonómicos –el déficit fiscal, la baja ejecución de obra pública del Estado; y así–. Otra vez lo indepe como nuevo autonomismo. Otra vez reflejos de Trias. (...)

7- Me explicó un diputado veterano que, cuando un desconocido Puigdemont accedió, de carambola, a la Presidència de la Gene, en 2015, se presentó, en las visitas de los líderes de grupo del Parlament a su despacho, de la siguiente manera. Les enseñó una portada de El Alcázar –si usted aún no había nacido en los 80, por lo que tampoco se chutaba caballo, se lo explico: era un/el diario de la extrema derecha española del momento; muy pallá–. En esa portada aparecía Puigdemont, muy joven, con una estelada. Con esa foto antigua Pugidemont hacía dos cosas, supongo. La cosa a) era presentarse como indepe antiguo –en los 80, no había tantos indepes; de manera militante, más allá de ir por ahí cargando una bandera, un millar, me dicen–. La cosa b) era explicar una identidad, que no un programa, que no un itinerario, que no una voluntad. Un yo-soy-indepe, que no un yo-tengo-un-programa-hacia-la-indepe. Se trata de un canto a la identidad indepe, antes que a la indepe. Sí, suena raro. Denme crédito.

8- En su discurso, Pugidemont anunció, fundamentalmente, eso último. La identidad indepe. Lo que, ojo, es una llenapistas. La identidad indepe –sin programa, ni ganas, de indepe– es lo que une al procesismo, esa cosa inexportable e incomprensible, que entronca con un robusto torrente de votantes que procede del postpujolismo, y que prefiere ser –indepe– que estar –indepe–. Puigdemont ofrece, como ERC, una lista para la identidad indepe. Lo que, a su vez, también es una repetición. La mayor y más lejana.

9- Y esto es una crisis importante, nunca vista, del catalanismo. Ha muerto, ha finalizado como margen e itinerario, sin ceder ese rol a un independentismo efectivo, con un programa, con una idea efectiva de sociedad, que no existe, en tanto solo quiere querer ser, ser identidad, ser una fotografía antigua. Estas crisis de inteligencia tienen consecuencias en los países grandes. Imagínense en los pequeños. "             (Guillem Martínez , CTXT, 25/03/24)

19/6/23

Antonio Maestre: Esta lección de izquierdas sobre cómo parar a la derecha y la extrema derecha alcanza una dimensión especial hoy. "La militancia de ERC avala el acuerdo con Xavier Trías para gobernar Barcelona", y Junts, a su vez da la alcaldía a la extrema derecha en Ripoll. Bien frenada, Rufián

AntonioMaestre@AntonioMaestre

Esta lección de izquierdas sobre cómo parar a la derecha y la extrema derecha alcanza una dimensión especial hoy. ERC acaba de dar la alcaldía a la derecha de Junts que a su vez da la alcaldía a la extrema derecha en Ripoll

Bien frenada, Gabriel.
Gabriel Rufián @gabrielrufian

Para frenar a una derecha y a una ultraderecha de verdad no sirve una izquierda de mentira.

9:58 p. m. · 15 jun. 2023 778,6 mil Reproducciones
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"La militancia de ERC avala el acuerdo con Xavier Trías para gobernar Barcelona" (El Periódico)

2:11 p. m. · 17 jun. 2023 265,4 mil Reproducciones
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13/6/23

Paisaje (‘lazi’) después de la batalla... La impresión que trasladan los partidos lazis es la de aquel viejo comentario irónico que rezaba: “La situación es desesperada, pero no preocupante”... De puertas afuera, eso sí, todos insisten en que siguen batallando por la independencia de Cataluña y por el cumplimiento del (supuesto) mandato del 1 de octubre. El principal problema de todos ellos es que ya no se los toman en serio ni sus propios votantes (Ramón de España)

 "Aunque intenten disimularlo, los partidos independentistas se han llevado una bofetada con la mano abierta en las últimas elecciones municipales (...)

Para hacer como que tomaba nota de los 300.000 votos perdidos en las recientes elecciones, Aragonès se ha sacado de la manga una remodelación de su gobiernillo, que es lo que suele llevarse a cabo cuando te resistes a mirar de frente a la realidad y crees que igual cuelan unos cambios apresurados y chapuceros. (...)

Si la reacción de ERC a las municipales ha sido como de no darse por enterados, la de Junts se ha revelado, directamente, cochambrosa, como corresponde a cualquier partido dirigido a distancia por un zumbado: la nueva presidenta del Parlamento catalán se ha consagrado como presidenta del Paripé Independentista, yéndose a Waterloo a hacerse unos selfis con el zumbado en cuestión y a prometerle que hará todo lo posible para su regreso a Cataluña en olor de multitudes; de Borràs a Erra, uno de esos viajes para los que no hacen falta alforjas y uno de esos cambios que no cambian nada, todo muy convergente; (...)

La impresión que trasladan los partidos lazis es la de aquel viejo comentario irónico que rezaba: “La situación es desesperada, pero no preocupante”. Se impone el business as usual. ERC sigue con su independentismo autonomista. Junts cambia a una talibana por otra y continúa obedeciendo al Zumbado de Waterloo, aunque los acabe llevando al hoyo a todos. La CUP opta por seguir chupando del bote español. De puertas afuera, eso sí, todos insisten en que siguen batallando por la independencia de Cataluña y por el cumplimiento del (supuesto) mandato del 1 de octubre. El principal problema de todos ellos es que ya no se los toman en serio ni sus propios votantes."                  (Ramón de España, Crónica Global, 12/06/23)

30/5/23

El separatismo catalán se hunde en las municipales al 23% del censo... Ni siquiera 1 de cada 4 catalanes ha votado por partidos nacionalistas

 "El separatismo nacionalista sigue perdiendo fuelle en las elecciones donde le va mejor: las municipales.

En Cataluña ERC ha bajado del 24% al 17% de los votos. JxC (el partit d’en Pujol i el Motxo) ha pujat del 16% al 18%, una birria. La CUP també ha baixat del 5% al 4%. En total el lazismo ha pasado de sumar el 45% de los votos al 42%.

Però ara miri el gràfic del cens electoral (% de votos respecto al total de los catalanes llamados a votar). Al cor del prusés el nacionalisme (ERC + CUP + CiU y relanzamientos) sumaba el 46% de los votos, apenas el 27% del censo. En 2019 bajó al 45%, un 29% del censo. Ayer se hundió, tocando el 42% dels vots: un miserable 23,3% del censo. Ni siquiera 1 de cada 4 catalanes ha votado por partidos esencialmente nacionalistas.

 Si no se lo cree, puede ver ud. mismo las cifras en la web del ministerio.

S’ha acabat el prusés, ara més que mai. Dejen de dar la turra lazi y acepten la realidad. Gracias, Sánchez.

Dolça i alliberada Catalunya…"              (Dolça Catalunya, 29/05/23)

24/5/23

En una encuesta de opinión publicada recientemente en un diario barcelonés se constataba el deshinche del tema procesista: el encaje de Cataluña en España solo preocupa al 6,5% de los barceloneses... la lengua ni siquiera aparece en la lista de preocupaciones, que encabezan la vivienda, la inseguridad y la suciedad en las calles... tanto Trias como Maragall han tomado nota, y ninguno de los dos, pero muy especialmente Trias, viniendo del partido que viene, ha optado por enarbolar la estelada

 "¿Quién ganará las próximas elecciones municipales en Barcelona? Los sondeos auguran una carrera muy reñida y una foto finish de infarto con hasta cuatro vencedores virtuales. Algunas obviedades son seguras: la cifra mágica de 21 concejales (léase mayoría absoluta) no está al alcance de ninguna candidatura, y la vara de alcalde o alcaldesa recaerá en quien tenga mayor habilidad para tejer pactos. Una vez superada definitivamente la política de bloques, entre los cuatro vencedores potenciales casi todo es posible: si ganan los comunes, podrían pactar con Esquerra y/o reeditar su pacto con el PSC, con el permiso de Jaume Collboni; si gana el PSC, podría pactar con Esquerra y/o con Junts, pero también reincidir con la formación de Ada Colau; si gana Junts, podría pactar con Esquerra y/o con el PSC; y si gana Esquerra, podría pactar con cualquiera de los otros tres partidos.

Tan o más interesantes que los resultados que auguran los sondeos preelectorales son las preocupaciones de los ciudadanos llamados a pronunciarse en las urnas. En una encuesta de opinión publicada recientemente en un diario barcelonés se constataba el deshinche del tema procesista: el encaje de Cataluña en España solo preocupa al 6,5% de los barceloneses. Peor para el procesismo fueron los resultados de la segunda oleada del barómetro municipal publicados el pasado mes de diciembre: en aquel entonces solo el 0,4% de los entrevistados consideró que ese encaje sea el problema más grave que tienen la ciudad de Barcelona en estos momentos. Al parecer, tanto Trias como Maragall han tomado nota, y ninguno de los dos –pero muy especialmente Trias, viniendo del partido que viene– ha optado por enarbolar la estelada.

La bandera que sí han izado los partidos en esta legislatura es la de la lengua, y buena prueba de ello es el precipitado paquete de 68 medidas en favor del catalán aprobado por el Ayuntamiento de Barcelona el pasado mes de febrero. En este caso, la adhesión de ciertos partidos al discurso de la “emergencia lingüística” no coincide precisamente con las inquietudes de los ciudadanos. En la encuesta del diario barcelonés citada, la lengua ni siquiera aparece en la lista de preocupaciones, que encabezan la vivienda, la inseguridad y la suciedad en las calles; en el barómetro de diciembre, ni una sola de las 800 persones entrevistadas se refirió a la lengua como el problema más grave de Barcelona. (En ese barómetro, la inseguridad, la limpieza y la vivienda también se repartían el podio.)

Donde sí hay problemas graves con la lengua es en los municipios franceses que han visto negada la mera posibilidad de utilizar oralmente el catalán en los plenos. Por más que intelectuales catalanes tan insignes como Salvador Cardús sigan hablando de una “mal disimulada voluntad de genocidio lingüístico” por parte de España (“El retorn d’una vella, coneguda olor”, Ara, 1/5/2023), en lo que se refiere a la protección de las llamadas lenguas regionales o minoritarias el contraste entre el estado de las autonomías español y la República Francesa es sideral."                   (Albert Branchadell , El País, 08/05/23)

7/10/21

El espejismo de la mayoría independentista no pasa de ser una fantasía... muestra una precariedad notable para la enormidad del objetivo de crear un nuevo Estado sobre la base de una sociedad partida por la mitad

 "El independentismo esgrime el resultado del 14-F para reivindicar su hoja de ruta hacia la amnistía y la autodeterminación. Los últimos comicios autonómicos dejaron el espacio independentista por encima del 50% de los sufragios emitidos, una correlación que no se producía desde hace décadas. 

De hecho, ni en los momentos más dulces del procés (“el vot de la teva vida” del 2015), ni en los más tensos y amargos (los comicios del artículo 155 en el 2017), los partidos independentistas lograron imponerse a las fuerzas contrarias a la ruptura con España. En ambas citas, el secesionismo se quedó por debajo del 48% de los sufragios, frente a casi el 51% que cosecharon sus antagonistas.

Ahora bien, en los comicios del pasado febrero, el independentismo más unilateral tampoco alcanzó el 50% de los sufragios. Se quedó por debajo del 48,5%, resultado de sumar el voto de ERC, Junts, la CUP y los ultracatalanistas del microscópico Front Nacional, que sedujo a 5.000 electores. Y para llegar al 51,3% que algunos líderes secesionistas exhiben como el aval que convierte la consulta unilateral del 1-O del 2017 en el punto de partida irrenunciable hacia la independencia, hay que añadir las papeletas de dos formaciones escindidas de Junts y que apuestan por un mayor gradualismo: el PDECat (con menos del 3% de los votos) y el PNC (con el 0,16%).

 Sin duda, la supuesta mayoría independentista muestra una precariedad notable para la enormidad del objetivo de crear un nuevo Estado sobre la base de una sociedad partida por la mitad. Sin embargo, esa fragilidad se aprecia en toda su dimensión si se mide el apoyo al independentismo en voto sobre censo (es decir, sobre el conjunto del electorado y no únicamente sobre quienes acudieron a las urnas en la última convocatoria). Esa medida es el verdadero termómetro de la musculatura electoral de una opción política.

En realidad, el 51,3% de votantes independentistas en los comicios del 14-F supone únicamente un 27% del censo electoral (compuesto por algo más de cinco millones y medio de catalanes). Esa tasa refleja, además, un retroceso de diez puntos con respecto al resultado del 2017, que parece dibujar el techo del voto secesionista. Y no solo eso. Ese porcentaje es el tercer peor registro del voto nacionalista desde 1980. En las primeras autonómicas, el sufragio de ese signo representó algo menos del 25% del censo, una tasa similar a la de los comicios del 2006.

 El problema del independentismo es que el voto de signo contrario (que el 14-F supuso el 26,5% de los electores, en lo que implicó su segundo peor resultado histórico) ha llegado a rozar o incluso superar la barrera del 40% del censo. Es lo que ocurrió en comicios como los del 2015 o el 2017, cuando la relación con España se convirtió en un dilema dramático.

A partir de ahí, la supuesta mayoría independentista no pasa de ser una fantasía. Sobre todo si se recuerda que la abstención batió récords el 14-F (participó poco más de la mitad del censo) y los partidos independentistas extraviaron 600.000 votos con respecto al 2017. Esas son las verdaderas cifras de la cruda realidad."                   (Carles Castro, La Vanguardia, 12/09/21)

20/4/21

Los complejos en la cuestión nacional de los Comuns junto a la importación de políticas de identidad de la izquierda universitaria de los EEUU han alejado a la formación morada de la clase trabajadora catalana. Hoy es el PSC quien tiene la oportunidad de representar a esa Cataluña olvidada por el 'procés'

 "Si nada cambia, lo que es mucho afirmar en tiempos de covid, en febrero se celebrarán las elecciones catalanas. Al menos en las encuestas, que no es poco pero son solo encuestas, parece que por fin ERC conseguirá su objetivo de ganar las elecciones: ser la fuerza más votada, pero sobre todo, ganar a Junts

Su propuesta de corregir los errores del 'procés' sin reconocer ningún error tiene mejor acogida en el electorado que la propuesta irredenta de Junts, un partido que ha sufrido varias escisiones en su construcción y del hasta el propio Puigdemont duda ahora sobre subirse al carro. Juntsdemont, el artefacto que diseñado por Jordi Sánchez no ha convencido ni a Puigdemont.

La enmienda sin contrición que proponen los de Junqueras parece una oferta más atractiva para el electorado independentista. A nadie le gusta que le engañen tres veces, pero menos aún le gusta que le digan la verdad: que antes le engañaron dos veces. La policía cuenta que muchas víctimas de timos nunca los denuncian. Es la vergüenza por no parecer un primo.

 (...) las cuentas siempre salen más fácil en los sueños. Las de Podemos son las de un Govern de ERC con Comunes con el apoyo externo del PSC. Es fácil confundir deseos y realidad. El deseo está claro, fortalecer en Madrid la apuesta por el bloque de la izquierda y los nacionalistas que aleje a los de Arrimadas y haga que la coalición de gobierno bascule hacia un Pablo Iglesias fortalecido.

Los diputados que perdió compensados con los que suma en el denominado bloque histórico. En la representación de la correlación de fuerzas Pablo Iglesias sabe que los resultados electorales de Unidas Podemos -de las generales, pero también los recientes de Euskadi y Galicia- le han debilitado. Pero cree que si él puede liderar 53 diputados (la suma de UP, ERC y EH Bildu) gana relevancia en la coalición. En el quid pro quo del puente aéreo, Iglesias se ve reforzado.

Reacción nacionalista

El problema es que estos números ya no salen tan fácil fuera de los sueños. ERC no va a gobernar sin JxC, pero no porque lo diga yo, sino porque así lo han repetido hasta la saciedad sus portavoces Marta Vilalta y Sergi Sabrià. Solo desde el despiste madrileño de pensar que ERC es un izquierdista confederal como Gabriel Rufián podría soñarse un Govern de Esquerra sin los posconvergentes. Oriol Junqueras representa la reacción nacionalista contra los tripartitos de izquierdas y así fue que cuando llegó a liderar ERC limpió el partido de cualquier cargo que hubiera estado en la administración de Maragall o Montilla

 Junqueras no bromea cuando dice que no quiere saber nada del PSC, pues él pasó del activismo a la política en una ola de reacción contra un president del PSC que el nacionalismo consideraba que no era genuinamente catalán.

 La segunda pata en la que pretende descansar ese govern de ERC y Comunes también puede fallar. Los resultados electorales de Unidas Podemos en Euskadi y de Galicia en Común no invitan al optimismo. El espacio de Podemos ya ostentaba en Cataluña el peor resultado de España del anterior ciclo de elecciones autonómicas y si observamos las últimas elecciones municipales comprobaremos cómo el PSC le ha reconquistado a los Comuns mucho terreno en los barrios del cinturón rojo de Barcelona y Tarragona. Los complejos en la cuestión nacional de los Comuns junto a la importación de políticas de identidad de la izquierda universitaria de los EEUU han alejado a la formación morada de la clase trabajadora catalana.

Hace ya mucho de cuando Pablo Iglesias era recibido como una estrella de rock en multitudinarios actos en el pabellón de la Vall d’Hebron, Badalona, Terrassa o Sant Boi. Era entonces el primero que interpelaba políticamente a esa Cataluña después de un tripartito que se enredó con la discusión identitaria del Estatut tras muchos años de una izquierda demasiado amable con el pujolismo.

Barrios teñidos de naranja

Sin embargo, pronto se sustituyó esa geografía dura de la Cataluña por espacios más amables y cercanos a una clase media progresista que no veía con malos ojos el 'procés'. Alguien se equivocó pensando que compartían votante con ERC o la CUP. Atrás quedaban las duras palabras de Iglesias contra el 'procés' y los que se abrazaban a la corrupción del 3% por compartir la misma bandera. De la dureza al acomplejamiento. 

Los barrios y municipios en los que Podemos ganó en Cataluña las elecciones generales de 2015 se tiñeron de naranja en las autonómicas de 2017 y de rojo en las municipales de 2019. El PSC conquistaba con mayoría absoluta ciudades como l’Hospitalet y ganaba en distritos como Nou Barris, mientras los Comuns quedaban fuera de ayuntamientos tan representativos del cinturón barcelonés como Sabadell o Terrassa.

Han pasado solo cinco años, pero mucho se ha movido en la política catalana. Hoy es el PSC quien tiene la oportunidad de representar a esa Cataluña olvidada por el 'procés' y sus tentáculos comunicativos. Ciutadans se presenta a las elecciones después de la espantada de sus líderes. El partido más votado es hoy una opción inútil, porque si no sirvieron para nada habiendo ganado, mucho menos lo hará ahora. Los Comuns se presentan para ser la muleta de ERC, con la lección de Madrid de que participar en el Govern puede camuflar un mal resultado y la falta de proyecto.

 La alternativa al Govern agotado de JxC-ERC no puede ser ERC-JxC. La alternativa pasa por presentar un proyecto plural a la ciudadanía, anclado en Cataluña e interpelando a esa Cataluña popular tantas veces olvidada para sumarla al cambio que hoy necesita. La reconstrucción económica, social y cívica que Cataluña necesita exige esa responsabilidad y generosidad."                (Óscar Guardingo, Vox Populi, 23/11/20)

6/4/21

No hi ha Govern, ni Parlament, ni programa... mientras los contagios siguen al ritmo de casi 1.900 nuevos al día. Pero no hay ningún programa, entre otras cosas porque el programa de ERC es por los neoconvergentes, pues para los herederos de Pujol es absurda la idea de que la Generalitat no pueda hacer negocios con ninguna empresa del Ibex 35

 "Lo único importante de los comicios del pasado 14 de febrero era saber qué mayoría iba a gobernar la Generalitat de Cataluña y en torno a qué programa. Han pasado casi 50 días y la candidatura a la presidencia de la Generalitat de Pere Aragonès, de ERC, ha sido rechazada en dos ocasiones por su socio preferente, los neoconvergentes de Puigdemont, JxC.

 No hay Govern, no hay programa, no funciona la actividad legislativa del Parlament, y los dos partidos independentistas pretenden seguir “negociando” otros dos meses, antes de que suene la campana que obliga a convocar nuevas elecciones, el 26 de mayo.

 El desencuentro entre ERC y JxC gira en torno a algo asombroso. Carles Puigdemont quiere, primera condición, someter las instituciones democráticas catalanas (Generalitat, con su president a la cabeza, y Parlament) a un ente privado que se llama Consell per la República, creado según el derecho belga, radicado fuera de Cataluña y que, por supuesto, preside él mismo. Y segunda, controlar el grupo de ERC en el Congreso de los Diputados, de manera que cualquier negociación con el Gobierno que preside Pedro Sánchez pase por su propia inspección. Una propuesta extraña dado que ERC tiene 13 diputados y grupo propio y JxC cuenta con 8 y está integrado en un grupo que se denomina Plural (con otras seis siglas).

La única conclusión que se pudo extraer del resultado de las elecciones del pasado 14 de febrero fue que los tres grupos que más se identifican con la voluntad de alcanzar la independencia podían reunir 74 de los 135 escaños del Parlament y que aun así sería posible formar dos mayorías diferentes: la integrada por esas tres fuerzas independentistas mencionadas (ERC, JxC y CUP) o la formada por los socialistas catalanes (que quedaron primeros en voto), ERC y los Comunes, con un número idéntico de parlamentarios. Es decir, se podían extraer las conclusiones que se quisiera sobre los posibles modelos de gobierno en la Generalitat. Lo que no se podía era extraerlas sobre la evolución de la fractura política y social en Cataluña, porque la enorme abstención que se registró en esta convocatoria no permitía un único análisis.

Es evidente que la pandemia y el cansancio fueron un factor decisivo, pero la pérdida de voto fue tan formidable en todos los grupos, salvo los socialistas, que ganaron un poco, y en menor medida la CUP, que perdió muy poco apoyo, que no basta con esa única explicación. En el caso de Ciudadanos, era imposible atribuir un descalabro semejante a algo que no fuera una decepción política abrumadora. (...)

Es cierto que la legitimidad para formar Gobierno la da exclusivamente la mayoría parlamentaria que se logre reunir, pero para hablar en nombre de toda una sociedad se necesita algo más que los 1,1 millones de votos que alcanzaron en febrero sobre un censo total de 5,3 millones de electores. Esa cifra (1,1) es la que obtuvo por sí solo Ciudadanos en 2017."                   (Soledad Gallego-Díaz, El País, 04/04/21)

24/3/21

Nunca el secesionismo/independentismo había tenido menos apoyos en unas elecciones autonómicas. Y, a la vez, nunca había tenido una mayoría absoluta como esta. Entender por qué, estando más débil que nunca, gana las elecciones, no es fácil. El resultado de estas elecciones es la conjugación de un sistema electoral tramposo con una apatía social patológica...

 "(...) Si en 2017 la participación fue la más alta de toda la serie histórica, la de 2021 ha sido la más baja (...)

Nunca el secesionismo/independentismo había tenido menos apoyos en unas elecciones autonómicas. Y, a la vez, nunca había tenido una mayoría absoluta como esta. Entender por qué, estando más débil que nunca, gana las elecciones, no es fácil.

 Evidentemente, no todo se resuelve echando la culpa al sistema electoral; pues, si el secesionismo está de capa caída, podemos decir que el constitucionalismo ni siquiera existe como tal. 

El resultado de estas elecciones es la conjugación de un sistema electoral tramposo con una apatía social patológica. En otros artículos ya hemos analizado las causas y culpas de esta desidia.

Entendamos de nuevo cómo funciona el sistema electoral catalán. Lo primero es que no existe: en Cataluña no hay ley electoral propia, a pesar de tener competencia para ello. Nada nos impide tener ley electoral propia; pero parece que la española ya les va bien, a los que despotrican contra España.

Eso, junto una asignación desproporcionada de diputados a las provincias de Lérida, Gerona y Tarragona, acaba de determinar el pecado original de la democracia catalana.

 La asignación de diputados a las provincias no es proporcional a su censo, lo que genera la primera y más importante distorsión democrática. Antes de votar, ya hay diferencias entre los ciudadanos de Barcelona respecto al resto. Imaginen: si la media por diputado, a nivel de Cataluña, es 41.660 ciudadanos, a Lérida le corresponderían 8, a Gerona 13, a Tarragona 14 y a Barcelona 101. ¡Así de simple! Se hace con una simple división.

Pero la realidad es que las provincias pequeñas están sobre-representadas, y cuanto más pequeñas, más (ver Cuadro 2). El resultado es una discriminación negativa de los barceloneses: conseguir un diputado en Barcelona es 2,35 veces más costoso que en Lérida (41.358 en Barcelona, frente a los 21.020 de Lérida). El problema es que, tras votar, esa diferencia aumenta, aunque el coste se reduce: los 8.837 votos que cuesta un diputado por Lérida se han de multiplicar ahora por 2,70 para conseguirlo en Barcelona (23.896 votos)

 

Paradójicamente, las provincias donde menos cuesta un diputado son las que tienen mayor porcentaje de votantes sin representación: Sobre-representados territorialmente, e infra-representados a nivel popular (ver columnas marrón claro del cuadro 2). 

Lérida, la provincia donde menos valor tiene un diputado, tiene el porcentaje más alto de votantes sin representación (16,45%). En el conjunto de Cataluña, el 6% de los votos emitidos válidamente no sirven para nada: su Índice de Poder de Voto (IPV) es igual a cero. El IPV de un ilerdense es 2,7 veces el de un barcelonés.

El IPV nos mide el poder de cada elector a la hora de votar. Y este es distinto antes y después de votar, y también distinto según en qué provincia vote y según a qué partido vote en esa provincia.

─Entendemos que el IPV de cualquier catalán ha de ser 1. Hay dos formas de calcular el IPV: 

  • Si son 135 los diputados a elegir y 5.624.076 electores, dividir diputados/electores nos dará un cociente, ese es el valor del voto de cualquier ciudadano de Cataluña. Pero para poder compararlo con otros hemos de igualarlo a 1, para lo que hemos de dividirlo por sí mismo. Si calculamos el resto de cocientes para cada provincia y lo dividimos por el cociente general nos dará el IPV de cada provincia.

  • Otra fórmula es dividir el Coste Medio por Diputado (CMD) del conjunto (Cataluña) por el CMD de cada provincia. 

Esto se puede hacer con valores previos a la votación y posteriores─

 En el gráfico 2, podemos observar cómo el IPV de los barceloneses respecto a cualquier otra provincia sigue siendo muy bajo aunque se revaloriza ligeramente, mientras el resto de catalanes revalorizan su IPV considerablemente, hasta el 120% en el caso de los ilerdenses. El IPV de un ilerdense es 2,7 veces el de un barcelonés.

Asignación de diputados por candidaturas 

Seguimos viéndolo en el conjunto de Cataluña sin entrar todavía en el meollo provincial.

 Ciertamente, los escaños se reparten provincialmente, pero los ciudadanos lo vemos en conjunto y se supone que nos representan a todos por igual. Lo cierto es que la distorsión provincial –la veremos detenidamente más adelante– genera una distorsión de conjunto importante.

Si calculamos la media de votos por escaño de cada candidatura obtendremos el gráfico 3, en el que se puede observar que no todos los diputados valen lo mismo. Los más caros, los del PP, 36.484 votos por cada uno de los 3 escaños; les siguen los 6 de C’s, a 26.434 votos cada uno, seguido muy de cerca por ECP, con un coste de 24.418 votos por cada uno de sus 8 diputados. La CUP mantiene unos costes (21.103) cercanos a la media general (21.060 votos), mientras que PSC, VOX, JxCat y ERC sitúan sus costes por escaño por debajo de la media de Cataluña. Son 109 escaños por debajo de la media general, el 81% del Parlament. Y serán los 65 escaños más baratos (JxCat + ERC) los que formarán govern en Cataluña.

El gráfico 3 nos ofrece más información interesante: el PdCat, con 77.229 votos, no tiene representación, y multiplica prácticamente por 4 el coste medio por escaño en Cataluña. No parece este sistema electoral muy justo; de Recortes Cero y de MPIC hablaremos cuando estudiemos la propuesta de sistema alternativo de reparto.

Sin abandonar el gráfico 3, podemos ver que el porcentaje de votos recibidos por las candidaturas es dispar con el porcentaje de escaños en el Parlament. Los grandes beneficiados, como siempre, ERC y PdCat; cierto que también se benefician PSC y VOX pero en menor medida; el resto de partidos o candidaturas salen claramente perjudicados, excepto la CUP, que obtiene una representación, paradójicamente, acorde a los votos obtenidos. 

Hemos añadido una tercera línea, en color fucsia, informando del IPV de los votantes de los partidos si lo contemplamos en el conjunto de Cataluña. Se constata que a menor coste por diputado hay un IPV más alto. La aparente sobre-representación de PSC y VOX queda compensada por un IPV cercano a 1.

La Circunscripción Única

Si pretendemos un sistema que sea fiel reflejo de la voluntad popular (es decir, una en la que el porcentaje de votos y el porcentaje de escaños por candidatura sean casi iguales, sin dejar a nadie fuera que tenga, al menos, votos suficientes, en torno a la media general), deberíamos apostar por una circunscripción única y eliminar el mínimo del 3% que margina indebidamente a fuerzas con suficiente apoyo. Además, podríamos replantearnos el uso de la Ley D’Hontd para realizar la asignación de escaños. 


La asignación resultante la tenemos en la fila “Diputados” (en rojo) ─más adelante veremos cómo se asignan─; a la izquierda, están los escaños asignados por el sistema actual; y, a la derecha, los que asignaríamos con el método “Hare” (Circunscripción Única, sin mínimo y con Hare). Se repiten los costes medios del sistema actual (columna color ciruela) y debajo los costes medios con el propuesto (columna color azul pálido). 

Lo primero que podemos ver es que entran tres nuevas candidaturas en el Parlament; lo segundo es que los costes medios se sitúan en una franja muy cercana al coste medio general: 21.060 votos. Gráficamente, es muy evidente. Solo estarían por debajo del coste medio 25 diputados: 8 de C’s, 11 de VOX, los 4 del PdCat, 1 de R0 y 1 MPIC. Aparentemente, 25 escaños costarían menos que la media, pero en realidad son solo 6, ya que 129 escaños costarían exactamente la media y el resto se asigna a los restos mayores (ver más abajo, cuadro de datos 3). Se puede argüir que 6.000 votos para asignar un escaño son muy pocos; esperemos al análisis provincial.

Por otro lado, si observamos de nuevo el gráfico 4 veremos unas líneas que indican los porcentajes: la verde muestra el porcentaje de votos de cada candidatura respecto al total de votos validos: la azul el porcentaje de diputados respecto a total del Parlament con el sistema de reparto actual; y la roja el mismo porcentaje pero haciendo el reparto en circunscripción única, sin mínimos y por el método Hare.

Se puede observar que la línea verde (votos) y la roja (Hare) prácticamente se solapan y se distancian mínimamente en los dos últimos escaños asignados. Es un sistema que garantizará un reparto de proporcionalidad casi pura entre la voluntad ciudadana y la asignación parlamentaria. Sobre los problemas que algunos achacan a un sistema proporcional como fuente de inestabilidad de los ejecutivos, es preciso indicar que es algo que tiene que ver con cómo se constituyen los ejecutivos y que no cabe en este artículo, pero que, en todo caso, he desarrollado en otros escritos.

Repartiendo escaños

Nuestro actual sistema electoral se basa en circunscripciones provinciales, asignando un número de escaños a cada provincia, y, como decíamos antes, sobre-representando a las que tienen menos habitantes. 

El reparto de escaños, tras los resultados electorales, se hace en cada provincia, eliminando primero las candidaturas que no tienen un mínimo del 3% de los votos válidos ─esto solo afecta en el caso de Cataluña a la provincia de Barcelona, es decir, a las grandes metrópolis─, y después se reparten los escaños usando la llamada “ley D’Hondt”, método por el que se van dividiendo los resultados de todas las candidaturas (>3%) por 1, 2, 3 y así sucesivamente. A los cocientes más altos se asignan escaño, hasta cubrirlos todos.

El sistema que propongo no es nuevo: en los Países Bajos se usa la Circunscripción Única con características muy particulares y Alemania tiene un sistema de doble urna, en una de las cuales se elige en circunscripción única la mitad del total de los escaños de la Cámara Baja. (Los problemas de distorsión sobre esa proporcionalidad que creaba la elección en la otra urna, y en circunscripciones uninominales, de la otra mitad del parlamento, los solventó finalmente su Tribunal Constitucional con una fórmula que asegure la voluntad expresada en la primera urna, aunque tiene algunos elementos distorsionantes que se mantienen, como es exigir el 5% de mínimo para acceder a escaño y el uso de un sistema de reparto similar al D’Hondt.)

¿Y cómo se asignan los escaños en una circunscripción única, y cómo es el método Hare?

La circunscripción única indica que todos los escaños se reparten en una sola bolsa, independiente de que se arbitren maneras para acercar los diputados a los ciudadanos y que podamos desbloquear las listas con el objetivo de que sean los votantes los que ordenen las listas y elijan dentro de su candidatura a quienes les ofrecen más confianza.

El método Hare es un sistema bien conocido en España en las elecciones sindicales; también se llama “proporcional y a resto mayor”. En realidad, Hare y D’Hondt son dos sistemas de reparto proporcional: ambos son válidos, pero crean efectos contrarios y, paradójicamente, a mi entender se utilizan mal en España, ya que el método Hare es ideal para demos grandes y el D’Hondt para pequeños. Pero, como todo, eso exige más espacio explicativo.

Veamos, pues, cómo repartimos los escaños. En el cuadro 3 veremos todos los datos y cálculos resultado de una sencilla hoja de Excel. En azul claro los datos de los resultados de las elecciones.

Los datos del sistema actual nos vienen dados por la web del Parlament y entendemos que se ha aplicado correctamente el método D’Hondt en los repartos provinciales: columnas en amarillo. Además, les aseguro que es mucho más farragoso de explicar y entender dicho método que el que ahora desarrollaré.


Método Hare.

  • Paso 1.- Calculamos la Media por Diputado de toda Cataluña, es decir, hallamos el valor entero del Total de Votos Válidos dividido por el total de escaños del Parlament (135):

MDCat = Entero (TVV / 135) = 21.062

El dato está en el cuadro 3 destacado en color turquesa.

  • Paso 2.- Hallamos el valor entero del Total de Votos de cada Candidatura y lo dividimos por la Media antes calculada y obtendremos la primera asignación de Diputados de Asignación Directa por Candidatura:

Entero (TVC / MDCat) = DADC

Primera columna verde del cuadro 3

La suma de los escaños asignados siempre será inferior al total a asignar. Se calcula el total asignado y los pendientes, ver abajo de la primera columna verde.

  • Paso 3.- Esta división genera unos restos en cada candidatura; en el caso de que la asignación de diputados sea cero, los restos serán el total de votos recibidos. Se calculan los restos restando, al total de votos de cada candidatura, los utilizados en la primera asignación. Segunda columna verde.

  • Paso 4.- Se asigna 1 diputado a las candidaturas con los restos mayores, hasta completar los escaños pendientes (Tercera columna verde). Se suman los datos de las dos asignaciones y ya tenemos los diputados por candidatura, con un Parlament que refleja fielmente la voluntad de los que han participado en las elecciones. La asignación final la podemos ver en la cuarta columna verde. 

Es lícito plantearse establecer un mínimo, siempre que no produzca injusticias como la comentada con el PdCat. Y podría entenderse que quien no obtiene al menos la Media por Diputado, o un porcentaje de la misma, no pueda acceder a escaño. Pero eso nos hace replantearnos si este sistema actual es justo cuando permite que más de la mitad del Parlament se obtenga por votos por debajo de la citada media.

Un sistema de reparto justo que puede entender cualquier ciudadano con estudios primarios y que se puede reflejar en una simple hoja de Excel. Transparencia y equidad.

El reparto provincial de los escaños con el sistema actual, los costes reales y el verdadero Índice de Poder de Voto, en función de dónde votas y a quién votas

Poner la lupa en la asignación provincial nos hará llevarnos alguna sorpresa. La visión de conjunto nos permitía una perspectiva “homogénea”: no es que los datos fueran homogéneos, que no lo son, pero eso nos permitía compararlo con un sistema de reparto en Circunscripción Única.

Lo cierto es que el reparto de escaños se hace en la provincia y los costes medios varían entre provincias y entre candidaturas. El número de escaños a repartir es determinante: cuantos menos escaños a repartir hay, menos proporcional es el reparto.

En el gráfico 5 tenemos el resultado del reparto y sus consecuencias. La primera cosa que detectamos es que el coste medio por diputado es distinto para cada candidatura dentro de una provincia. Al ordenar el gráfico por costes medios, de mayor a menor, encontramos agrupados en el primer grupo a todas las candidaturas de Barcelona, y sus costes medios se disparan respecto al reparto en conjunto de Cataluña que dibujábamos al principio, excepto para el PP, que baja de los 36.484 a los 28.755. Esto es debido a que en Lérida, Gerona y Tarragona no saca ningún escaño, pero esos votos los contabilizamos cuando el cálculo era del conjunto de Cataluña. La casuística puede ser variada pero no aleatoria.

Todos los diputados elegidos por la provincia de Barcelona tienen un coste medio superior al coste medio general (21.062) El resto de diputados, todos, está por debajo de esa cifra. Cuando hacíamos los cálculos de Cataluña en conjunto decíamos que 109 escaños estaban por debajo; ahora podemos afirmar que son menos, tan solo 50. Otra paradoja con causa: que los 16 escaños de JxCat y los 19 de ERC bajen desde los 23.800 y 22.800, respectivamente, a los 17.800 y 18.300 que vemos en el gráfico 3. Eso solo es posible por unos costes por escaño bajísimos en las otras tres provincias, especialmente Lérida.

En el cálculo directo son solo 50 escaños por debajo de la media, pero sus valores son mucho más bajos y el coste medio de esos 50 escaños es de 12.350 votos. Mientras el coste medio de los 85 escaños de Barcelona es de 23.896 votos… casi el doble. En lo real, tenemos en cada extremo los 3 diputados del PP de Barcelona, por 28.755 cada uno, frente a los 3 diputados del PSC de Lérida, por 8.038 votos por cabeza. 

Las candidaturas de Lérida, agrupadas en las columnas de la derecha, de color anaranjado, con valores entre 8.000 y 9.000 votos de media por diputado, excepto la CUP. Las candidaturas de Gerona y Tarragona se intercalan en los puestos centrales al tener un censo parecido.

A la derecha, las columnas de color canela nos abofetean indicándonos la existencia de candidaturas con más votos que alguna de las últimas ─que obtienen varios escaños por muy pocos votos─ y que han quedado fuera por el sistema electoral actual. Que el PdCat, con sus más de 53.000 votos, no llegue al 3% y quede sin representación parece una burla a la ciudadanía, cuando un escaño en Barcelona cuesta la media de 23.896 votos y el último asignado en Lérida 8.038. 

El Índice de Poder de Voto es inversamente proporcional al coste medio, como puede observarse, y solo al salir de Barcelona repunta sobre el 1, hasta el 2.62 del PSC de Lérida. De la sobre-representación ilerdense (2,62) al cero patatero (0,00) del PdCat/BCN, PP/TREN, ECP/GRN, R0/BCN, C’s/GRN y PdCat/TREN… todos con más votos que la media del PSC/LRD.

Solo nos queda observar la “sobre” o “infra” representación por candidatura/provincia.

El gráfico 6, dividido en dos para facilitar la visión de las candidaturas con un porcentaje de votos inferior al 15%, está ordenado de más a menos porcentaje de votos y de izquierda a derecha. La línea azul representa el porcentaje real de votos obtenidos por candidatura en su provincia y la línea fucsia la representación obtenida en el Parlament respecto a los escaños de la provincia. Entre ambas líneas, o por encima o debajo, el porcentaje de pérdida o ganancia que le asigna el sistema.

A simple vista podemos decir que los que obtienen más votos se benefician, mientras los que tienen pocos salen perjudicados. Es un efecto de la Ley D’Hondt a nivel provincial, pero no es igual en todas las provincias. Podemos decir que en Barcelona los beneficios son menores.

Los grandes beneficiarios: JxCat en Gerona y Lérida y ERC en Lérida, seguidos por PSC en Lérida y de nuevo ERC en Tarragona. Los beneficios en la provincia de Barcelona son siempre menores para todos. Los perjuicios peores son para PdCat de Lérida y PP de Gerona, seguidos de ECP y C’s de Gerona. Todos ellos superan ampliamente el 3% en sus respectivos territorios y son excluidos por ser necesario un porcentaje más alto de votos para obtener escaño ─VOX necesita superar el 5,53% para obtener su escaño por Lérida (8.876 votos), el 6,15% para el de Gerona (16.953 votos), y ECP el 4,92 para el suyo de Tarragona (13.687 votos). Mientras, en Barcelona, El PdCat, con 53.378 votos, no supera ese 3% y se queda en un 2,51%─ No parece muy justo ese mínimo del 3% que solo discrimina a los ciudadanos de las grandes urbes.

Siempre afirmé que ese mínimo pretende debilitar las posiciones progresistas, más habituales en las grandes ciudades; dicen que la excepción confirma la regla, tal que así parece dado que el PdCat, de progresista, tiene poco.  

Concluyendo

Es evidente que con un sistema de reparto en Circunscripción Única, como el que propongo, el Secesionismo habría obtenido, igualmente, una mayoría absoluta con 70 escaños (ver Gráfico 7). Pero ese respaldo, con una abstención de, prácticamente, la mitad de los ciudadanos de Cataluña con derecho a voto, deslegitima esa victoria ─que yo entiendo, como decía en mi primer artículo de valoración de las elecciones, un fracaso y un punto de inflexión en el Procés─.

 El abstencionismo tiene múltiples causas y el más interesado en él siempre ha sido el nacional-secesionismo; si en 2017 pareció desaparecer el llamado “abstencionismo diferencial”, por el que los “no nacionalistas” no votaban en las elecciones autonómicas, en estas de 2021 parece haber retornado reforzado, cargado de apatía y cansancio por el largo y extenuante Procés y por el desencanto con la clase política en general y, especialmente, con los autodenominados “partidos constitucionalistas”, que parecen haber abandonado a su suerte a los catalanes.

Si ese año 2017 hubiéramos dispuesto de un sistema electoral como el que propongo, el secesionismo –mal llamado independentismo– no habría tenido mayoría absoluta y hoy no estaríamos en estas.

Siempre he pensado que ese abstencionismo tiene causas que van más allá del mal llamado constitucionalismo, y que tienen que ver con la derrota intelectual de la izquierda y su sometimiento a los proyectos disgregadores y el ensalzamiento de la diferencia, olvidando la reivindicación clave de la izquierda: la IGUALDAD. 

Algunos transitamos hace tiempo por el camino de construir una alternativa de izquierdas comprometida con la igualdad y la justicia social y que, con el discurso de la fraternidad y denunciando lo insolidario, derechón, xenófobo, neo-feudal y totalitario del nacionalismo, le plante cara a éste. 

En mi artículo sobre el impresentable Hasél advertía del declive de dos proyectos que estaban programados para sustituir al PP y al PSOE, y ahora ambos están, por decirlo suavemente, en el taller de reparación. Tal vez es el momento de construir con menos egolatría un proyecto por la izquierda. A veces, en la historia, hay que insistir hasta que las condiciones socio-políticas se den y abran ese camino. Del fracaso siempre se aprende.

¡Esperemos! 

Y…… ¡VIVA LA PEPA!

Nou Barris, Barcelona. Viernes, 19 de marzo de 2021"              (Vicente Serrano, Crónica Popular, 21/03/21)