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29/3/22

Indepes dicen que Cornellà no es Cataluña “Allí vive toda la mierda españolista"... y Sport habla de “colonia española que reside en Cataluña”

 "Independentistas consideran que es necesario relativizar el éxito del partido de la selección española en el RCDEstadium al considerar que el campo del Espanyol, situado en Cornellà, no es Cataluña, como tampoco lo son, para algunos, los aficionados del club ni los habitantes de la ciudad.

Cris @gallifantes, que cuenta con cerca de 100.000 seguidores en twitter,  afirma que "considerar el estadio de Cornellà un 'campo' catalán es algo inexacto". También da a entender que el sentimiento español en Cataluña es propio de gente sin estudios.

 “El socio del Espanyol que encuentra injusto mi tuit de que el estadio no es catalán..., os entiendo, pero quejas al Club. No a mí”, añade posteriormente ante algunas críticas recibidas.

Muchos otros le dan la razón: “geográficamente está situado en Cataluña, pero el equipo que juega como local no es catalán”.

 En otros tuits se puede leer que Cornellà es “un pueblecito que lleva más de 40 años lleno de emigrantes. No hay catalanes”; “La creación de guetos como Cornellà, Rubí o Hospitalet generó ese sentimiento español en Catalunya. Hasta ese momento no teníamos ningún problema para integrar a los recién llegados”; “En Cornellà-El Prat están en su casa. Nada nuevo. No es ni Barcelona ni Cataluña”.

 “Un campo en medio de un polígono de Cornellà, donde nadie habla catalán, donde llevar una bandera es peligro de insulto y quizá algo más, donde se escucha cada 15 días puta Barça y puta Catalunya, y el club propiedad de chinos, y todavía hay idiotas que creen que el Espanyol de Cornellà es catalán”.

 “Llenaron el campo, pero también se llenaría con un Ecuador-Marruecos. Son igual de extranjeros”; "Cornellà no es Barcelona ni Cataluña, es una basura"; “Colones españoles y familia en Cornellà (donde lleva 40 años ganando el PSOE). No hay catalanes en la imagen. Esto no es Cataluña..”.

 “Cornellà no es Barcelona. Yo diría que ni siquiera es Cataluña…”; "El estadio de Cornellà es la casa del garrulo”; "Por desgracia en Cornellà, Sant Boi, Hospitalet... allí vive toda la mierda españolista de Catalunya"."              (e-notícies, 28/03/22)

 

 "El diario Sport trata a los aficionados que el sábado pasado acudieron al RCDEstadium a presenciar el partido de la selección española frente a Albania de “colonia española”.

El periódico deportivo, dirigido por el periodista Lluís Mascaró, también compara a los españoles con “la colonia peruana” residente en Barcelona. Sport publicó el comentario y posteriormente lo borró.

De este modo, escribe que la del sábado fue “una buena ocasión para que la numerosa colonia española que reside en Cataluña pueda ver en directo a su selección. La última vez, el choque contó con la presencia de más de 7.000 peruanos, cuya colonia también es muy numerosa en Cataluña”.

 Posteriormente el diario ha pedido disculpas: “desde Sport lamentamos los desafortunados comentarios publicados en la narración del partido entre España y Albania”.

“Pedimos disculpas a todas aquellas personas que se hayan sentido ofendidas por los citados comentarios, que ya han sido borrados de nuestra web y que no se corresponden con la línea editorial del diario”, añaden. Fuentes del diario han explicado también a e-notícies que han abierto "una investigación interna para depurar responsabilidades".       
       (e-notícies, 29/03/22)

11/12/20

El castellano, en Cataluña, es clase obrera...

 "Convocados por varias organizaciones de izquierdas críticas con el nacionalismo el pasado miércoles, 2 de diciembre, acudimos más de 300 personas ante la delegación del Gobierno en Barcelona, en el cruce de las calles de Roger de Lauria con Mallorca.

Animados por un megáfono, que repetía eslóganes contra la marginación del castellano o español en las aulas. El más coreado: “Gobierno no te enteras, el castellano es clase obrera”; el más intelectual: “No al feudalismo lingüístico. Viva la ilustración” y otros como: “Inmersión es secesión. Bilingüismo es libertad” o “No al blindaje de la inmersión”, esperamos a que una delegación de las organizaciones entregase el manifiesto. 

Tras identificar la Policías Nacional a la delegación, recogieron el escrito en la misma puerta, sin llegar a entrar. Después se leyó el manifiesto y hubo intervenciones de representantes de las entidades convocantes.

La Junta Directiva de Alternativa Ciudadana Progresista, convocante, entre otras entidades, de la manifestación, se reunió al día siguiente. Realizado el análisis del resultado de la convocatoria y tras mucho debate se impuso una conclusión “Damos por hecho que existe un espacio de izquierda no nacionalista y quizás esa premisa no sea cierta, que ese espacio esté por crear. Es una reflexión interesante que puede ser orientadora de nuestra actuación futura”.

Es decir existe una contradicción no resuelta entre los estudios demoscópicos que apuntan a la existencia de un amplio descontento entre los catalanes respecto a las políticas secesionistas de la actual Generalitat, soportadas por el actual Gobierno Español, como es el blindaje del sistema de inmersión lingüística forzosa que margina a los niños castellanohablantes en su proceso de socialización, y la capacidad de convocatoria de los que nos autodenominamos de izquierda no nacionalista.

Es evidente que entre los que rechazan la inmersión lingüística hay mucha gente de derechas. Pero también es cierto que mucha gente es de izquierdas, mayoritariamente trabajadora. La continua pérdida de votos del PSC desde hace decenios apunta en esa dirección, los diferentes resultados de los Comúns/Podem según tipo de elección lo refuerza. Es el llamado abstencionismo diferencial por el que las gentes de izquierda se abstenían en elecciones autonómicas y en cambio participaban masivamente en las generales.

Es de temer que los altos niveles de participación en Cataluña de las elecciones autonómicas de 2015 y 2017 y las generales de abril de 2019 ─ver datos de abstención en el cuadro siguiente─, que rompieron ese abstencionismo diferencial, caigan aun más que en las generales de noviembre de 2019. Lo que permitirá, gracias al sistema electoral, un Parlament mayoritariamente secesionista, aun cuando la sociedad catalana mayoritariamente no lo es.

Algunos verán un éxito de convocatoria que acudieran 300 personas en tiempos de pandemia. Otros constatamos que los problemas de construcción de ese espacio, que consideramos imprescindible, para avanzar hacia una sociedad más justa, libre y solidaria, son muchos. La falta de presencia pública no es achacable al interno del movimiento, es consecuencia de una clara política desde los resortes del poder autonómico/secesionista en Cataluña ─no nos quieren ni ver, con incluirnos/diluirnos entre los fascistas españoles ya les vale─ y del poder del Gobierno Sánchez/Iglesias temerosos de que aparezca una izquierda que les saque los colores.

Los egos si parecen abundar entre esa izquierda no nacionalista y parece que nuevamente nos llevará a la imposibilidad de crear una candidatura capaz de juntar a ese supuesto espacio y darlo a conocer a los potenciales votantes que irremisiblemente acabarán en la abstención.

Es tal vez momento de mirar hacia el horizonte, más allá del 14 de febrero. Más temprano que tarde, sin reposo…

42 años de Constitución Española y la izquierda sin enterarse

El 6 de diciembre de 1978 los españoles votamos la constitución. Participó más de 2/3 del censo electoral (el 67,11%) y un voto favorable del 91,81%. En Barcelona, la participación fue del 67,6%, ligeramente inferior a la del conjunto de España, el voto favorable fue del 95,03%. Censualmente, el voto favorable a la Constitución fue del 58,97%.

Pocos estatutos de autonomía han alcanzado esa participación y nivel de votos afirmativos. La reforma del Estatut de Cataluña en 2006 solo recibió el 35,78% de votos afirmativos (Censo) mientras que más de la mitad de los catalanes no acudimos a votar (51, 15%)

Hora es de empezar a valorar cambios que refuercen la democracia, como, por ejemplo, exigir mínimos de participación y de voto en reformas de estatutos o referéndum. Y menos interpretar el sentir popular teniendo una pobre mayoría, soportada por intereses espurios, que, en todo caso, tiene la endeblez de una viga carcomida.

Señores Pedro y Pablo repasen la Constitución de la II República, verán que España nunca fue ni plurinacional, ni federal.

Salud y República… Española claro.

Vicente Serrano. Miembro de la Junta Directiva de la asociación Alternativa Ciudadana Progresista

Nou Barris, Barcelona. Domingo, 6 de diciembre de 2020. Día de la Constitución."           (Alternativa ciudadana progresista, 08/12/20)

28/10/19

“Aquí se te quitan los complejos”. La manifestación de SCC saca a la calle a gente que quiere normalidad, tiene la sensación de vivir de incógnito y como mucho se asoma al balcón por las noches a gritar a escondidas. Aunque toda esta gente luego regresará a su estado durmiente cotidiano, se fueron con un chute de autoestima...

"La noche del sábado en Barcelona confirmó que para unos miles de jóvenes, mayoritariamente vestidos de negro trágico, el mejor plan de sábado empieza a ser salir a liarla un poco. (...)

Son muchos años de kale borroka. Y como en otras noches, detalles que luego en las crónicas quedan en segundo plano: un vecino que arroja agua desde la ventana a los que se enfrentan a la policía, otro que les increpa escondido en un piso alto entre los árboles. O, como el sábado, un vecino que ante un arresto, con dos chavales tirados en el suelo boca abajo y esposados, dijo: “Bien hecho”. Los que rodeaban la escena grabándola con el móvil le insultaron un poco, por no pensar que eso era represión, pero el hombre se fue tan campante a su casa.
 
Bastante de eso, de ese hartazgo, salió al día siguiente, esta mañana en la manifestación de Barcelona convocada por Sociedad Civil Catalana (SCC). Gente que ha interiorizado el vivir de incógnito, sin significarse. La frase más repetida con diferencia fue: “Barcelona no se quema”. Al margen de ideologías, los participantes piensan que esta parte del asunto, la violencia, no es un detalle residual ante las manifestaciones pacíficas. 

El deseo de normalidad, y no la movilización permanente, se correspondía con la gente que había, no habituada a las manifestaciones. La mayoría estaban vestidos como de domingo o como para ir al fútbol, con la bandera en la cintura o en la espalda. Los independentistas están ya muy entrenados, llevan una línea más Decathlon o boy scout. Había más gente de mediana edad o anciana que jóvenes, que en las soberanistas son muchísimos. Alguno de los asistentes comentaba riéndose que "estos de Sociedad Civil son un poco fachas", pero alguien tiene que montar esto y de todos modos la protesta no es de ningún partido. 

Como se manifiestan poco, en la cartelería había frases más novedosas, paridas que sus portadores han ido rumiando estas noches hablando solos delante de la tele: “Los extintores serán siempre nuestros”, “Chis-Torra, no des la brasa”, “Torra llámame”, “Libertad catalanes silenciosos”. 

Se palpaba cabreo contenido que salía a la luz, un ambiente de recreo escolar. Pero también un tono conciliador: “Seny juntos, sensatez juntos”, “Cuando salimos nosotros, las calles son de todos”, “No puedo escoger entre papá y mamá, lo mismo me pasa con Cataluña o España”. O uno muy lacónico que había que leer dos veces: “Seso”. (...)

En contraste con lo que se oye en las protestas soberanistas, el grito era: “TV3 manipuladora”. Un equipo de la cadena pública catalana que estaba en medio de la marcha tuvo que soportar a una señora que se colocaba junto al periodista con una bandera de España, y también recriminaciones de los que pasaban: “¿Qué, aquí no hace falta casco, eh?” o “¿Veis que somos muy normales, que no quemamos nada?”. También fue increpado un equipo de La Sexta, aunque otros manifestantes salieron a defenderles diciendo que Wyoming es "buenísimo".  (...)

Hablando con la gente se oyen relatos de familias y amistades que ya no son lo mismo. Espías lo que dicen tus conocidos en Facebook y ya sitúas a todo el mundo, pero luego no hablas del tema. 

Un buen resumen de lo que piensan los que han venido puede ser el de este matrimonio de Manresa, Javier de Frutos, 49 años, y Remedios Sánchez, 50. Ella lleva una senyera y una bandera española y al preguntarle cómo se siente de repente se echa a llorar: “Me emociono porque yo quiero mucho a esta tierra, pienso en mis padres, él era de Granada y ella de Almería, que vinieron aquí por un futuro mejor para sus hijos, y yo nací aquí y me siento catalana y española, no veo por qué tenemos que estar separados”. 

Él opina: “Esto no puede seguir así, la ciudad bloqueada por unos cuantos y hemos de salir los demás a la calle para volver a un estado de normalidad y de convivencia, y no dejarles a unos cuantos el futuro de Cataluña.  Cuando hemos venido aquí estaba la carretera cortada. Ellos pueden hacer lo que quieran. Los que se definen antifascistas yo diría que son los fascistas de hoy en día, y los que intentamos que esto siga funcionando, que haya un ambiente de convivencia, somos los que tenemos que escondernos y no podemos salir a la calle. Hemos estado demasiado tiempo callados. Esta manifestación te hace ver que no estamos solos, que se puede convivir”.

Consideran que en Cataluña falta presencia del Estado, "no puede ser solo Hacienda y el DNI". Creen que los políticos son siempre muy ambiguos, que los colegios y la televisión pública catalana "hacen mucho daño". "Aquí los niños están completamente coaccionados, hablan de Franco como si le hubieran conocido. Les toca estudiar Matemáticas y Física, y dejarse de política", aseguran. La única solución, concluyen, es que se cumpla la ley.

La cabeza de la manifestación, con los políticos en la pancarta, avanzó con dificultad y hubo cierto caos de organización para que pudieran llegar al escenario. Como termómetro, los gritos que se oían a su paso fueron: “¡A tumbarlos!”, “Puigdemont a prisión”, “A defender España”, “Torra a la mazmorra”, “Viva la Policía Nacional”. Al que más llamaba la gente a gritos, en plan famoso, era a Rivera, se le veía mejor y es más alto que Casado o Iceta, por ejemplo. Él saludaba encantado de conocerse y de que le conocieran. Muy cerca estaba Valls, y sonreía como si se considerara también destinatario de los aplausos, pero el caso es que nadie le llamaba.

 En uno de los discursos del acto, el orador propuso: “Tenemos que olvidar todo este periodo y volver a empezar, con el espíritu de Tarradellas”. Con lo de todo este periodo se refería a desde 1980, la llegada de Pujol a la Generalitat, hasta hoy. Casi nada, 40 años. El deseo de normalidad se traduce en la utopía de hacer como que no ha pasado nada, como si aún fuera posible, o un mal sueño del que se puede despertar. Aunque toda esta gente luego regresará a su estado durmiente cotidiano, se fueron con un chute de autoestima. 

Como decía un señor: “¡Aquí se te quitan todos los complejos!”. Al principio de la marcha las banderas de España se vendían a cinco euros. Al final, ya a tres. “Estas luego más difícil”, confesaba un vendedor senegalés, deseando quitárselas de encima. Sabe que estas manifestaciones no son todos los días, solo en fechas señaladas."                     (Íñigo Domínguez, El País, 27/10/19)

9/5/18

El unionismo pierde el miedo. Arrancan lazos amarillos ante indepes a plena luz del día

"Un grupo de unionistas han retirado los lazos amarillos justo después de que un centenar de soberanistas los hubieran colocado alrededor del departamento de Educación y las escuelas Augusta, Nausica y Infant Jesús para reclamar la libertad de los dirigentes independentistas presos.

Los soberanistas, que han sido convocados por partidos independentistas, entidades soberanistas y diferentes Comités de la Defensa por la República, han colocado lazos amarillos alrededor del departamento de Educación este lunes por la tarde.

Detrás de ellos iba un grupo de españolistas retirando los lazos y, en la última escuela, se han cruzado con los independentistas. En ese punto se han abucheado: "¿cuando te pagan por hacer esto?", "Puedes colgar la bandera española", a lo que han replicado "sólo limpiamos". Una conductora de un coche les ha dicho "fascistas de mierda" y estos le han respondido "con mucho orgullo".  (...)

Este lunes por la noche diferentes grupos que se dedican a sacar lazos, pancartas soberanistas y esteladas se han convocado para retirar todos los lazos amarillos que se han colgado."            (e-notícies, 07/05/18)

18/4/18

Paco Frutos, ex lídel del PCE: "Me metieron en la cárcel por ser de CCOO, es patético que (los sindicatos) hagan de palanganeros de los secesionistas"

"Que las sucursales catalanas de Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT) se manifestasen a favor de los "presos políticos" este domingo en Barcelona ha generado ríos de polémica. Paco Frutos, que fue secretario general del PCE entre 1998 y 2009, asegura a EL ESPAÑOL que resulta "patético y miserable" que estas centrales sindicales "hagan de auxiliares palanganeros del nacional-secesionismo". 

El exlíder del PCE y de Izquierda Unida se sintió abochornado por la presencia de CCOO y UGT en la manifestación del domingo. No puede entenderlo porque echa la vista atrás y algo se resquebraja en su retina. "Soy uno de los creadores de Comisiones Obreras en Cataluña en los años más duros de la dictadura, en los 60, cuando el sindicato era clandestino y te la jugabas de verdad, porque te metían en la cárcel, y me metieron", rememora. 

"No quiero calificarlo de traición, pero es tan patético y tan miserable que hoy Comisiones y UGT sirvan solo de auxiliares palanganeros del nacional-sececionismo", se lamenta, enfadado, para añadir que "todo lo que se ha desarrollado en Cataluña en los últimos tiempos es consecuencia de que allí no haya una izquierda capaz de defender sus proyectos y sus convicciones". Y, en esa línea, señala a los comunes de Xavi Domènech y Ada Colau como corresponsables.   

 

"No son presos políticos"


Paco Frutos tiene claro que los encarcelados por el procés "no son presos políticos". Es más, cree que llamarlos así es "una ofensa para los presos políticos que durante el franquismo se pasaron años en la cárcel". A su juicio, Carles Puigdemont y el resto de líderes independentistas "son políticos que, vulnerando todas las leyes y ciscándose en los representantes del pueblo, han adoptado posiciones golpistas, sin tanques pero golpistas"

"Otra cosa -agrega- es que el PP y Mariano Rajoy son inútiles políticamente, porque durante estos años no han hecho política de verdad, sino que han esperado a que el tiempo solucionase las cosas". El exlíder del PCE e IU no se muerde la lengua contra los independentistas. El pasado octubre tomó parte en una protesta de Societat Civil Catalana, donde arremetió contra los nacionalistas. Por ello, fue duramente criticado por sectores de la izquierda catalana y del secesionismo. 

"Estos sindicatos no se merecen a estos dirigentes"

Aunque Frutos ahora no participe en CCOO o en el PCE, asegura que en los sindicatos mencionados no todos opinan como quienes decidieron secundar la manifestación del domingo en Barcelona. Y recuerda que las secciones sindicales de UGT tanto de Telefónica como de Renfe criticaron a sus dirigentes por sumarse a la protesta. 

"La base de estos sindicatos no se merece a los dirigentes que tiene, ni en Cataluña ni en el resto de España", concluye, apesadumbrado, porque no entiende cómo UGT y CCOO pueden ir de la mano de los herederos de Convergència, "que fueron los primeros en España en empezar con los recortes desde la Generalitat en 2011 y que nada tienen que ver con el movimiento obrero".                           (Alberto Lardiés, El Español, 17/04/18)

20/3/18

La "Cataluña silenciada" se moviliza contra la independencia

"Miles de personas -7.000 según la Guardia Urbana, 200.000 según los organizadores- participan este domingo en la manifestación a favor de la unidad de España que ha convocado Sociedad Civil Catalana el centro de Barcelona. 

Los manifestantes, con banderas españolas y catalanas, europeas y de Tabàrnia, gritan consignas como "somos catalanes y somos españoles", "Viva España, viva Cataluña", "No nos engañan Cataluña es España". También se ha gritado "Puigdemont a prisión"

Bajo el lema "ahora más que nunca, sensatez", SCC hace un llamamiento a la Cataluña "silenciada" para expresar el "sí a la convivencia, sí al pluralismo y sí a la solidaridad". Se han concentrado desde Pla de Palau hasta la Ciutadella, llenando todo el paseo de Colón. 

En Pla de Palau harán los parlamentos participarán el ex primer ministro de Francia, Manuel Valls; el fiscal anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo; el ex diputado de Ciudadanos, Jordi Cañas y la actriz Rosa María Sardà.

La manifestación cuenta con la presencia del delegado del Govierno en Cataluña Enric Millo. la Ministra de Sanidad; el ex Ministro de Exteriores José Manuel García-Margallo, el líder de Ciutadans Albert Rivera, el portavoz del partido naranja en el Congreso Juan Carlos Girauta, el portavoz del partido en el Parlamento Carlos Carrizosa; el líder del PSC en Cataluña Miquel Iceta; el líder del PP en Cataluña Xavier García Albiol, la eurodiputada al grupo ALDE Teresa Giménez Barba el presidente de Libertades Pere Lluis Huguet."               (e-notícies, 17/03/18)

16/3/18

Es tiempo de decir basta, es tiempo de presentar una alternativa de izquierdas no hipotecada al nacionalismo...

"(...) Ha habido un despertar de la conciencia de ciudadanía en Cataluña, conciencia reprimida largos años por el monolitismo hegemónico del nacional-catalanismo. Nada era posible fuera del pensamiento políticamente correcto: el catalanismo entendido como una realidad homogénea.

Se vio hace tiempo que dicho cambio debería venir por la izquierda, pero tales expectativas se frustraron bien porque lo nuevo se derechizó (Ciudadanos) y las izquierdas oficiales, clásicas (PSC/PSOE) o de nuevo cuño (Podemos/Comuns), persistieron en el error de mantenerse en el redil, marcando ligeramente las distancias pero sin contradecir la máxima, respetando la hegemonía del nacionalismo.  (...)

Las manifestaciones del 8 y 29 de octubre, contrarias a la independencia y favorables a la unidad fraterna entre españoles, han sacado a la luz pública a una Cataluña ignorada y olvidada por el nacionalismo, pero no solo por éste; los partidos de ámbito estatal no han parecido preocuparse mucho (¡nada!) de esa Cataluña en los últimos años. 

A cambio de pactos puntuales, han usado los derechos de los catalanes como moneda de cambio para sus intereses partidistas. La educación y la sanidad en Cataluña son y han sido rehenes, junto a los medios de comunicación públicos, del proyecto de asimilación identitaria nacional-catalanista. Bien en forma de Pujolisme o bien en forma de Procés.

Los partidos estatales, no solo PP y PSOE, también Podemos y sus confluencias, hablan siempre de negociar con los nacionalistas. Pensarán que ellos nos representan, pero la realidad no es ésa, dado el mercadeo que con nuestros derechos han hecho.

Hay quienes se quedan con una lectura superficial y/o interesada afirmando que todos los manifestantes de esos dos días son del PP o Ciudadanos. La realidad es que, dichos partidos han pretendido copar mediáticamente ambos actos. 

Pero dentro de los que han tomado la palabra en los actos finales destacan dos inequívocos representantes de la izquierda: Carlos Jiménez Villarejo, el día 8, y Paco Frutos, el 29. Ambos han salido a la palestra dando voz a la Izquierda No Nacionalista.  

El Foro de las Izquierdas No Nacionalistas pretende agrupar a todos aquellos que piensan que la izquierda no puede continuar haciendo el juego al nacionalismo, que esto no puede seguir así. Que es hora de romper lazos con proyectos tan insolidarios. 

Que la sociedad catalana tiene otras prioridades que no son ni la independencia ni un referéndum, pactado o no, para la misma. Que salir de la crisis, crear empleo, redistribuir la riqueza, poner la economía al servicio del bien común, son prioritarias en Cataluña y en toda España y eso solo es posible desde un proyecto común, donde la identidad principal es la ciudadanía fraternal.

Es tiempo de romper el actual statu quo en Cataluña. Nosotros no queremos volver a la situación de partida. Es posible que al PP y al PSOE/PSC les interese una vuelta al bipartidismo imperfecto que les asegura el cambalache con los nacionalistas para gobernar España cediendo el gobierno de Cataluña a los nacionalistas. No es nuestro caso. 

Sabemos que el nacionalismo, pese a las apariencias mediáticas, es sociológicamente minoritario en Cataluña y que, merced a una ley electoral muy tramposa (la LOREG la misma que se utiliza en las Generales en España y que beneficia el bipartidismo), permite al nacional-catalanismo que con tan solo un tercio de votos del censo se pueden hacer con la mayoría del Parlament.

 Es tiempo de decir basta, es tiempo de presentar una alternativa de izquierdas no hipotecada al nacionalismo.   (...)

Hay muchas gentes de izquierda que en las autonómicas de septiembre de 2015 votaron a Ciudadanos para decir no al nacionalismo y que en las generales de diciembre de ese mismo año y en las de junio de 2016 apoyaron a En Comú-Podem para revindicar un giro social. Ver mi análisis sobre Nou Barris.

Existía la posibilidad de crear una alternativa donde personas como Carlos Jiménez Villarejo y Paco Frutos fueran cabeza visible de una renovación de la izquierda que no tiene miedo de hablar de cambio social en Cataluña y en España. Y además existía la posibilidad de tener representación. Hoy esa posibilidad se ha frustrado. No hemos sido capaces de levantar una candidatura alternativa de Izquierdas y No Nacionalista. 

El proyecto de romper la hegemonía política del nacionalismo, precisaba de esa candidatura, imprescindible para recoger los miles de votos desencantados de la izquierda oficial. Hoy ha vuelto a estrellarse por la falta de valentía y la estrechez de miras del los partidos que debían acometer ese proyecto.  (...)"                 

(Vicente Serrano. Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista  y miembro del Foro de las Izquierdas No Nacionalistas. blog, 02/11/17)

20/12/17

¿Qué está pasando? Posiblemente, lo siguiente: se ha roto un pacto social. C's será el partido antiprocés. El que recogerá el quejido ante el abandono de gran parte de la sociedad, a la que sólo se le ha dejado participar del Procés mediante adhesión inquebrantable, o aceptando que eran unos fascistas...

"(...) Arrimadas es un fenómeno. Un compi de La Vanguardia, que viaja empotrado con ella estos días, me explica que en topos como Figueres --Cat profunda--, donde lo habitual, incluso antes del Procés, era silbar al candidato pepero o sociata, se le acercaban a darle la mano. Hace unas horas, en Santaco, cinturón, había miles de personas escuchándola, peladas de frío y sonriendo con la boca llena de dientes. ¿Qué está pasando?

Posiblemente, lo siguiente: se ha roto un pacto social. Un pacto que, ojo, no era institucional o político. Quizás se llegó tácitamente a él antes del 75. Y se cerró en el área metropolitana. Era un pacto que garantizaba la unidad social, y en el que se apostaba por el catalán como lengua débil, a la que proteger, y que se convertía en lengua vehicular. 

Quizás ese pacto fue el único logro de las izquierdas cat en la Transi. Se desecharon las comunidades lingüísticas, y se estableció una idea de ciudadanía que no era esencialista, sino cívica. Y efectiva, en tanto en toda esta formulación no participaron instituciones. El Pujolismo chuleó puntualmente ese pacto.

 Lo tensó, sin llegar nunca a romperlo. Con cierto arte. De hecho, se cuidó mucho de no tensarlo en demasía. Debajo de su culto a una Catalunya ideal, había una meditación profunda de esa Catalunya real, que podía enviar el juguete a paseo. Desde 2012 y, más, desde 2015, se ha tensado de manera inaudita.

 Tras pelarse el Bienestar, en 2011 --la escuela, la sanidad, los cojines sociales; la única rosca, en fin, que se comieron las izquierdas en los 70's--, las emisiones de Gobiernos posteriores han sido eminentemente propagandísticas, y han buscado satisfacer al votante de Procés antes que al grueso de sociedad. Lo que tiene mérito. 

En una sociedad que apostaba, en un 80%, por un referéndum, lo que era un hecho rupturista, no sólo no se ha gestionado esa bicoca, sino que se han creado léxico y marcos de confort y reafirmación --poco más-- para menos del 50% de la sociedad. A esa parte, que ocupa menos de la mitad, se la ha llamado poble.

 A la mayoría social, que no pasó la ITV para ser poble, sencillamente se la ha ignorado. No ha participado de la espiral de propaganda, sino que ha tenido que defenderse --por lo común, sola-- de ella, mientras miraba la tele. Y cuando en la tele hablan de pueblo todo el rato, es que es un spot de Fairy muy largo, o es que pasa algo en verdad inquietante.


C's parece que será el partido antiprocés. El que recogerá el quejido ante ese abandono de gran parte de la sociedad, a la que sólo se le ha dejado participar del Procés mediante adhesión inquebrantable, o aceptando que eran unos fascistas al no ir a los chiquiparks que organizaba la ANC. 

El lenguaje propagandístico --no ha habido otro-- es, en fin, muy de blanco y negro, y permite muy pocas alineaciones humanas. Es decir, variadas. La pregunta del millón es si con ese voto, amplios grupos sociales también aceptan el nacionalismo español reaccionario, intrínseco a la formación. 

Si finalmente, eso eso es así, esa será la gran consecuencia política del Procés, me temo. Haber roto, sin habilidad, las partes menos importantes y más anecdóticas de una baraja, y haber posibilitado con ello el nacimiento de una nueva derecha nacionalista en Cat. Por fin libre, una vez muertas las reglas. (...)

Van a ganar. En las siguientes elecciones, pueden vencer. El Procés, esa máquina para conservar la clase política del R'78 en Cat, ha sido un éxito. La ha conservado. El hecho de que C's suba como la espuma es otro efecto secundario al que no dieron importancia. "               (Guillem Martínez, CTXT, 17/12/17)

20/11/17

El día 8, por primera vez población de clases populares, la charnegada, decidió salir y expresar su descontento. Fui testigo de frases desesperadas. Del tipo “¿qué será de nosotros?”. La gente que se manifestó tenía miedo, quisieron evitar lo que ha pasado en los Países Bálticos, que de un día para otro a buena parte de la población los convirtieron en apátridas

"(...) Usted defiende que el día 8 de octubre, con la celebración de la manifestación constitucionalista que reunió a un millón de personas, se produjo un cambio de paradigma. ¿En qué consiste?

El día 8, por primera vez población de clases populares, que jamás habían expresado ninguna opinión política de forma pública, que jamás se había manifestado en la calle, decidió salir y expresar su descontento respecto a lo que estaba pasando. Fui testigo, durante la concentración de frases desesperadas…

¿De qué tipo?

Del tipo “¿qué será de nosotros?”, “¿qué pasará ahora?”. La gente que se manifestó tenía miedo, veían que si avanzaba el proceso secesionista se iban a convertir en una nueva categoría, la de ser inquilinos con un contrato temporal en Cataluña. Literalmente les iban a quitar su país.

Ciudadanos expulsados de su propio país…

Sí, expulsados de su propio país, y sin saber qué iba a ser de sus vidas. Por eso cuándo les ofrecieron la posibilidad de expresar su descontento, salieron. Fue la primera desde que comenzó el ‘procés’ que alguien les convocó con un mínimo de seriedad.

Y eso que se organizó con poco tiempo…

No fue una de las típicas convocatorias del nacionalismo, hecha con meses y con todos los medios de propaganda a su favor, con TV3 y Catalunya Ràdio, por poner solo dos ejemplos, al servicio de la organización. Y con páginas y páginas de publicidad en los diarios. La del 8 de octubre fue un éxito de las redes sociales, a mí, por ejemplo, me llegó la información vía whatsapp.

La espontaneidad triunfó frente a la maquinaria perfectamente engrasada de las entidades secesionistas.

Muchísima gente en la manifestación me dijo que se enteró por Facebook, por poner un ejemplo.  Pero sobre todo fue un éxito por lo que hemos comentado,  sin saberlo en muchos casos quisieron evitar lo que ha pasado en los Países Bálticos, que de un día para otro a buena parte de la población los convirtieron en apátridas. 

Sin tener la referencia histórica, se temían que les pudiera pasar algo similar. Y fue algo espontáneo, no hay una estructura política capilar que una a un organismo central con los barrios de las clases populares, salieron de manera espontánea ante una convocatoria seria que les dio la oportunidad de expresarse.

Me comentaba que lo constató personalmente…

Fui preguntando a un buen número de gente que me encontré en la manifestación, muchos eran de Santa Coloma, de L’Hospitalet, de los barrios del cinturón rojo, de esas zonas populares que existen en casi todas las ciudades de Cataluña. Son barrios marginalizados desde la ideología del ‘mainstream’ nacionalista.

Durante cuarenta años el nacionalismo ha intentado negar la existencia de estas clases populares no secesionistas.

Evidentemente, hay una utilización constante de la mentira por parte del nacionalismo. La mentira es el método de trabajo de su aparato de propaganda. Y esa mentira repetida mil veces acaba transformándose en una posverdad, en algo que la gente va asumiendo y no se atreve a contestar. El nacionalismo ha tenido un comportamiento manipulador, duro y adusto que es el que hace que mucha gente sintiera que estaban solos…

¿En qué sentido?

El nacionalismo ha conseguido que millones de ciudadanos que no estaban de acuerdo con esta ideología, al no levantar la voz, pensaran que lo suyo era algo excepcional, que no era compartido por más gente. Es una característica de la hegemonía ideológica, lo que en inglés se llama ‘mainstream’. 

Cuando alguien se sitúa en medio de la corriente, la corriente le arrastra. Y es muy difícil enfrentarse a ello, por eso la gente se aparta e intenta sobrevivir en las orillas. Si fueran capaces de unirse, si se hubieran dado cuenta del potencial humano que hay en esta población, que es el 60 % de los catalanes y es lo que pasó el día 8, posiblemente nunca hubiéramos llegado a la situación actual. No es una ‘mayoría silenciosa’, es una ‘mayoría silenciada’.

Desarrolle, por favor.

Nunca existió esa ‘mayoría silenciosa’, siempre fue una ‘mayoría silenciada’ porque se le silenció de manera interesada, con mecanismos de exclusión, y eso ha generado que mucha gente se sintiera sola en sus hogares, que pensaran en su mente que eran los únicos que pensaban de forma contraria al nacionalismo. 

Y ahora hemos visto que, de repente, el ocho de octubre, y sin los medios de los que gozan cualquier manifestación independentista, han salido un millón de personas a la calle. Y solo porque han visto que si no lo hacían pasaban de ser ciudadanos a no se sabe qué.

Cuando los intelectuales que fundaron la asociación que más tarde dio paso al partido Ciudadanos, hablaban del “PUC”, el “Partido Único Catalán”, para poner en evidencia que el nacionalismo catalán se había infiltrado en casi todo el arco parlamentario. ¿Fue el 8 de octubre, y luego la segunda manifestación del 29 de octubre, el fracaso del PUC?

Fue el inicio del fracaso del PUC. El PUC es la demostración de la hegemonía ideológica del nacionalismo, que además se ha repartido todos los segmentos ideológicos durante décadas para dar a entender que todas las partes estaban representadas. 

 Es la característica principal de un proyecto totalitario bautizado como de “construcción nacional”. Que un millón de personas saliera a la calle el día 8, y luego otra vez el día 29, es la demostración de que no van a conseguirlo y que empieza su deterioro como corriente hegemónica.

¿Qué papel juega Ada Colau y los ‘comunes’ dentro del PUC, cuándo buena parte de la gente que salió a la calle el día 8 y el 29 de octubre a la calle son votantes potenciales suyos?

Estoy convencido que muchos de los que se manifestaron han sido en el pasado votantes del PCE vía PSUC, del PSOE vía PSC, de Podemos o de los ‘comunes’, en las diferentes convocatorias electorales a las que se han presentado unos y otros. 

También estoy convencido que los ‘comunes’ van a quedar tocados porque han demostrado que solo son una rama más del PUC, encargados de controlar a parte de lo que los nacionalistas llaman la ‘charnegada’. Les pasará factura el no haber denunciado todos los excesos del secesionismo, porque, evidentemente, los que han pagado estos excesos han sido las clases populares.

¿Por qué se lo hacen pagar?

Porque no encajan con el modelo cultural y lingüístico que los nacionalistas entienden que es el normal y el correcto en Cataluña. Y cómo no encaja, porque hay un choque brutal entre lengua y clase, lo pagan las clases populares. Son los paganos de esta fiesta que se han estado pegando durante casi cuarenta años, después de los otros cuarenta años de la dictadura franquista.

Pero la ‘bestia’, como usted la define, cuándo ha llegado su momento dorado y han proclamado la República, lo que anhelaban desde hace décadas, han reculado y han aceptado la convocatoria de unas elecciones autonómicas. ¿Por qué?

Porque han precipitado su movimiento. Ignoro la razón por la que se han lanzado a este aparente vacío, si no eran conscientes que no tenían masa crítica, si era por el miedo a que la corrupción les estallase dado que el nacionalismo ha servido para tapar que el sistema estaba podrído por el uso de fondos públicos para fines privados. Se han precipitado, han visto que no tienen el apoyo suficiente.

¿Solo eso?

Luego están las manifestaciones del  día 8 y el 29, creo que les habrá asustado. A pesar de los miles de millones de euros que han gastado en los últimos años al final han tenido miedo escénico. Pero además hay otro factor: es que viven muy bien. Tanto los que viven del salario público como los que viven de lo público. Y aquellos que no están en estas dos situaciones son, en su mayoría, clases medias.

Considera entonces que el nacionalismo no es un movimiento de base.

El secesionismo catalán es un movimiento de la mesocracia, de clases medias. Y a estas clases medias la crisis le ha tocado, pero muy poco. A quien ha tocado de lleno es a los que se manifestaron el día 8 y el día 29. 

Estos sí que han sufrido las consecuencias de la crisis. Porque muchos han perdido el trabajo y porque el dinero público se ha destinado a cosas relacionadas con la construcción nacional, con dinero que se retrae de la educación mientras meten a sus hijos en barracones, mientras se cierran quirófanos, mientras no se acaban con las listas de espera en la sanidad pública…

Los de siempre pagan las facturas patrióticas.

Las clases medias tienen sus seguros privados, sus hijos van a la concertada o a la privada. Pero lo que también se ha visto que, aunque de momento hayan pagado las consecuencias las clases populares, si el proceso secesionista seguía radicalizándose acabarían pagándolo también las clases medias, porque ningún país permite que una parte de su territorio se vaya sin consecuencias económicas.

Pues los nacionalistas han vendido que esto sería Jauja.

Mentira. Todo está imbricado, las pensiones catalanes y del resto de España se resentirían, habría que ver cómo se reparte el espacio radioeléctrico, los trenes…  Si el Brexit, en una estructura confederal como la europea, ya está trayendo muchos problemas, romper un Estado prácticamente federal por lo descentralizado como España también los tendría.

 Y no solo por las amenazas del resto de España en plan “si os vais…”. Las clases medias están descubriendo que la ruptura que están provocando no es una romería, no es un juego de la PlayStation.

Y han preferido aplazar el pago de la factura.

Es que la secesión es  algo muy serio que les puede costar mucho, que su bienestar de irse los fines de semana a la piscina o a la casa en Cadaqués está en peligro, sobre todo cuando escuchan cosas del nivel de las que defiende Oriol Junqueras,  que recordemos era el vicepresidente de Economía, como que las empresas se van de Cataluña porque los policías pegan a la gente.

 Resumiendo, ha sido una mezcla de las dos cosas: ni tenían la mayoría social, ni iba a ser tan gratuito cómo les habían vendido a los que viven del erario público como los que están cómodos con sus pequeñas empresas y sus comercios. Mientras la cuenta la han pagado otros, las clases populares, ya les ha ido bien, pero a partir de ahora no iba a ser tan sencillo.

Usted formó parte del jurado que concedió el premio a la Tolerancia de este año a Ana Moreno, la madre de Balaguer. ¿Qué significa Ana Moreno para la sociedad catalana?

He militado toda mi vida en grupos de izquierda, considero capital la libertad y la igualdad. Y la redistribución como algo de justicia. Ana Moreno es una persona que ha exigido un derecho que le correspondía y ha sido sometida a escraches y presiones. De forma organizada y metódica se ha buscado romper su estilo de vida.

 Tanto el suyo, como el de su marido y el de sus hijos, que son menores de edad. Pero aparte de esta situación, su caso ha servido para descubrir que en Cataluña no existe una izquierda. No existe en cuanto que ha sufrido una infiltración de elementos nacionalistas que ha desnaturalizado ese objetivo de libertad e igualdad.

Y en la que se autodenomina izquierda, a la que escarbas un poco descubres que ese teórico discurso social es un envoltorio que oculta un interior férreo que es lo que le permite estar dentro del Partido Único Catalán, una construcción totalitaria. Han visto lo que ha pasado en Balaguer y lo han permitido."                       

15/11/17

Un empresario: cuando hay un paro para pedir la libertad de los 'jordis', la mitad de los trabajadores se levantan y salen al polígono; la otra mitad continúan trabajando. Noto que se escrutan, se etiquetan: a favor o en contra, indepe o español

"El periodista Xavier Bosch, en un artículo en el Ara, (...) La realidad, sin embargo, es que después de años de oasis, de convivencia bastante razonable y de hacer ver que no pasaba nada, hoy somos una población dividida".

"No es sólo la batalla de banderas en los balcones, ni contar quien lleva más gente a la mani del día. Me sabe muy mal pero, ahora sí, lo que explicó Fernández Díaz de familias y de escaleras de vecinos donde crecía la tensión se está cumpliendo. Todos tenemos, por más que nos cueste aceptarlo, demasiados ejemplos alrededor", añade.

"Conozco amigos que han dejado de hacer deporte conjuntamente. Han decidido guardar la raqueta durante unos meses porque, por muy bien que lo pasaban en la pista, notaron que las conversaciones de vestuario de antes y después de la partida cada vez se calentaban más. El uno ya haría días que habría encarcelado a Sánchez y Cuixart. El otro ya no pone Antena 3 y considera que con los resultados del 1-O basta y sobra para proclamar la República", constata.

"Un empresario de más de cien trabajadores -que tiene y mantendrá su sede en el Vallès- me cuenta, con preocupación, que pasa en la oficina y en la fábrica cuando hay una parada, a las doce, para protestar contra la agresión policial del día del referéndum o para pedir la libertad de Sánchez y Cuixart. La mitad de los trabajadores se levantan y salen en el polígono, la otra mitad continúan faenando en la mesa o en la máquina", relata.

"La educación y el respeto salvan la situación, pero entre unos y otros crecen los recelos y se hacen grupitos. Y lo que más le preocupa de todo: las miradas. Nota que se escrutan, se etiquetan: a favor o en contra, indepe o español. De repente, todos van ahora por el trabajo como si llevaran un post-it pegado en la frente. Civilizados, sin embargo. Y que dure", concluye."              (e-notícies, 20/10/17)

18/10/17

¿Es posible que un millón (o medio) de fascistas barceloneses hayan salido de bajo las piedras como por ensalmo?

"(...) El domingo 8 de octubre vi las primeras banderas españolas en la Estación de Atocha, en la puerta del AVE. El maquinista del tren de las 6h20, un hombre de mediana edad nacido en Barcelona, aseguró estar “muy orgulloso de poderos llevar”, explicando con espontaneidad que al terminar su jornada laboral acudiría a la convocatoria.

 Las portadas de los periódicos que íbamos leyendo en el tren apenas concedían relevancia a la manifa catalana, centrándose en el “diálogo” y en las “miles de personas” que lo pedían. 

El primer barrunto de que ese domingo en Barcelona iba a ser una de las manifestaciones más multitudinarias de la historia de España me lo dio Guillermo Díaz, diputado de Ciudadanos por Málaga, ocupante del asiento contiguo en el tren AVE con destino a Sants. “Lo vamos a petar”, me aseguró con una sonrisa.

Al llegar tuve que tomar un taxi para llegar a la cita de las 10 de la mañana en la calle Pau Claris, esquina con Provenza. El taxista, barcelonés de origen extremeño con tupé a lo Loquillo, me dijo que “ya iba siendo hora” de que se celebrase una manifestación así en Barcelona.

 En el lugar previsto me encontré con un grupo de amigos catalanes o con fuertes lazos familiares en Cataluña. Entre ellos estaban Graciela Merigó, Mónica Merigó, Marta Guillermo y Luis Izquierdo que, como yo, tienen madre catalana, lo que nos convierte en charnegos a mucha honra. Agitando señeras y rojigualdas nos dirigimos andando por la Vía Layetana hacia la plaza Urquinaona, donde iba a arrancar a las 12 la cabecera de la manifestación. 

A ambos lados, por el paseo de Gracia y por Roger de Lauria bajaban en el mismo sentido que nosotros racimos de personas que nos saludaban agitando sus banderas y pancartas. A pesar de una densidad de personas por metro cuadrado que apenas permitía andar, no presencié un solo altercado o incidente en las cinco horas que pasé deambulando por Barcelona durante el 8 de octubre.



«Un grupo de franceses se nos acercó con una tricolor gala, gritando “Vive la Catalogne! Vive l’Espagne!”. En el hotel, una joven nos dijo: “Gracias, gracias por venir a Barcelona”»

¿Y quiénes asistieron a esta convocatoria que a las 5 de la tarde del domingo ya era descrita por la prensa como histórica, dado el millón de asistentes? ¿Era posible que un millón de fascistas barceloneses hubieran salido bajo las piedras del Barrio Gótico y del Ensanche como por ensalmo? 

Lo que vi en Barcelona fue un torrente de catalanes en un estado de felicidad casi sobrenatural, una muchedumbre sonriente y obnubilada como una Blanca Nieves que despierta de un letargo de treinta años. Lo que vi en Barcelona era un gentío catalán harto de llevar décadas manipulado y coaccionado en el trabajo, en el entorno social, en el ámbito familiar, en la comunidad de vecinos.

 Lo que vi en Barcelona fue la alegría incontenible de los vecinos que al abrir el balcón y sacar la bandera española junto a la señera, eran vitoreados desde la calle por miles de personas que gritaban “¡No estáis solos!”, “¡Tú sí que vales!” y “¡Visca España, Viva Cataluña!”. No había trampa ni cartón en la manifestación organizada por Societat Civil Catalana, cuyos abanicos con el logo de SCC eran el único recordatorio de la autoría de aquella exitosa convocatoria.

 En un bar del Carrer de Fontanella, un vecino orondo pedía las cañas con un megáfono a Patri, la dueña del local, y los clientes habituales iban pasando los vasos en cadena a los manifestantes de la calle. Hacía 30 grados, iba cayendo la tarde y Barcelona estaba bellísima cuando ya en ronda de Sant Pere un grupo de franceses se nos acercó con una tricolor gala, gritando “¡Vive la Catalogne! ¡Vive l’Espagne!”. 

En el hotel Omm, una joven con la mejilla tiznada de rojo y amarillo nos dijo, agarrándonos del brazo: “Gracias, gracias por venir a Barcelona”. En el AVE de vuelta, mirando las pintadas chillonas de las afueras de la gran ciudad, recordé el Qui tacet consentire videtur o “Quien calla parece consentir”, de Tomás Moro que, mudo ante el absolutismo de Enrique VIII, acabó decapitado. El silencio es una concesión que pocos se pueden permitir."

17/10/17

Jordi Évole: del aeropuerto me fui a Cornellà a comer con mis padres. Llevaba un par de semanas sin pasar por allí... las banderas españolas en los balcones se habían multiplicado. Esto huele más a desafío o a desagravio. Esa Catalunya que ha permanecido a lo suyo durante los últimos años, también existe...

"Aterricé en Barcelona el martes 10 de octubre, el día en el que, parafraseando a Pau Luque, se hizo más política que historia. Del aeropuerto me fui a Cornellà a comer con mis padres. Llevaba un par de semanas sin pasar por allí y en la parte alta de la ciudad (en Cornellà, al revés que en Barcelona, la parte alta no es sinónimo de zona alta sino de barrio obrero) las banderas españolas en los balcones se habían multiplicado.

Llevaba 12 días lejos, grabando en zonas de conflicto de Irak y Siria, conflictos donde ya nadie reclama mediadores. Pero en 12 días en mi casa las cosas habían cambiado, y yo andaba sorprendido con lo que veía por la calle, como quien despierta de un coma tras años dormido, porque el 'procés' convierte algunos días en años. Me sentía como la protagonista de 'Good Bye Lenin', pero sin un hijo que me alterase la realidad para que fuese de mi agrado.

 

Las dos Catalunyas


Mi barrio no ha sido nunca de lucir banderas. Solo las recuerdo durante el Mundial de Sudáfrica, el del gol de Iniesta. Pero aquello era por una celebración. Esto huele más a desafío o a desagravio. Esa Catalunya que ha permanecido a lo suyo durante los últimos años, también existe.

 Igual que existe la otra Catalunya, la movilizada, la que salió a votar el 1-O, ilusionada, vilmente apaleada por la policía. Y tengo la sensación que ambas Catalunyas cada vez van más a su bola. Microcosmos con pocas cosas en común. Me preocupa qué puede vertebrar de nuevo a esas Catalunyas. (...)

Le pregunto a mis padres que qué ha pasado mientras estaba fuera. Primera respuesta: "Que los bancos catalanes se han ido de Catalunya". Joder con el patriotismo del dinero. El coma me lleva otra vez al pasado, a otras declaraciones de Mas

Más apasionadas. Septiembre 2015: "No se marchará ningún banco de Catalunya", mientras le aplaudía el que sería el próximo 'conseller' de Economía, Oriol Junqueras, el mismo que ahora dice que no hay que preocuparse, que se van als Països Catalans.  (...)"                (Jordi Évole ,  El Periódico, 15/10/17)

Jiménez Villarejo: yo estaba como representante de un amplio grupo de izquierdas que va creciendo, que se llama Izquierda No Nacionalista

"(...) ElCatalán.es: En el momento de realizar esta entrevista, se cumplen exactamente 72 horas de la convocatoria de la mayor manifestación que se haya dado en Barcelona contra la independencia, de signo “españolista” o “unionista” (como dirían los soberanistas), como prefiera. (...)

Yo estaba como representante de un amplio grupo de izquierdas que va creciendo, que se llama Izquierda No Nacionalista.

 Por tanto, esos calificativos que ha mencionado no me corresponden. Estaba en la manifestación, repito, como persona que ha sido siempre de izquierdas, originalmente en el PSUC y ahora en una izquierda de las que no se doblegan, de las que no se rinden y de las que no pactan con los independentistas. Lo digo para dejar las cosas claras.

 Yo soy quien soy. He sido siempre de izquierdas, y donde ha estado la izquierda, ahí he estado yo.

 E.C.: Comprendo. ¿Pero qué me puede decir de la manifestación?

 (...) Yo iba en la cabecera, así que hice todo el recorrido y pude ver masas y masas y masas; multitudes de personas que abarrotaban las calles (la de Pau Clarís, la Vía Layetana sobre todo, y luego el trecho hasta la Estación de Francia), ocupando incluso las aceras y desbordando los límites fijados para que la manifestación pudiese avanzar.

 Las aceras estaban llenas, llenas de gente. Y tuve la sensación de que hacía mucho tiempo que no veía la cara de las clases populares en Cataluña, en el sentido estricto de la palabra: gente sencilla, modesta, que está harta de que a lo largo de tantos años, sobre todo estos últimos, le estén estafando democráticamente, maltratando desde el punto de vista de los ideales democráticos.

E.C.: Pero había muchas banderas españolas.

J.V.: Pues sí. Pero es que, nos guste o no, es la bandera de España. Yo no la comparto, porque mi espíritu es el republicano. Ojalá tuviéramos pronto una república (española). Obvio. Pero respeto que la gente lleve banderas españolas, como también había muchas senyeras, banderas republicanas y de la Unión Europea. Una vez hecha esta consideración, he de decir que para mí fue una manifestación excepcional.  (...)

Empecé en plaza Urquinaona y llegué hasta la Estación de Francia y aquello era una permanente multitud que gritaba a favor de la unidad de España, pero que también lanzaba gritos de “Puigdemont a prisión”. Algo que, más allá de que sea posible o realizable, era lo que le salía de dentro. 

Básicamente porque están hartos de aguantar un gobierno independentista, que gobierna en contra de una parte importante de la población que nada tiene que ver con sus planteamientos separatistas. Una parte que yo considero francamente mayoritaria, como se expresó el día 8 en la calle.  

E.C.: Sin embargo, desde el lado soberanista se está intentando desvirtuar la manifestación. Concretamente, el diario ARA titulaba al día siguiente: “El españolismo desembarca en Barcelona a las puertas de un nuevo choque”, en alusión a los manifestantes venidos de otros puntos de España en autocar, coche o AVE. 

 J.V.: Claro, tienen que hacerlo porque son unos mentirosos casi enfermizos.  (...)

E.C.: Ahora que menciona el tema, usted se define como miembro de esa izquierda que -cito sus palabras- “no se doblega, no se rinde y no pacta” con independentistas. Pero la cruda realidad es que la mayor parte de lo que llamamos “izquierda” comprende o justifica -cuando no apoya directamente- al nacionalismo. ¿Por qué cree que ocurre un fenómeno tan curioso?

J.V.: Porque el independentismo se ha venido construyendo desde hace muchos años (no es un fenómeno de los últimos tiempos ni mucho menos) como una aparente alternativa de progreso para Cataluña. Y esa izquierda convencional ha querido unirse a ese carro, porque si se descolgaba parecía que ya no era de izquierdas. 

El independentismo es un movimiento reaccionario, en cuanto apuesta por la ruptura de la comunidad, de la convivencia, por el menosprecio de los más excluidos y los más pobres… Como todo nacionalismo, por otra parte. Esto no es ninguna novedad. Y ahora esa izquierda está fuera de lugar y se encuentra que no ha apostado seriamente por lo que tenía que apostar: por la liberación  de las clases oprimidas, por los servicios básicos a la comunidad, por la aplicación de las leyes que garanticen cultura, educación, dependencia, trabajo… en fin, lo que vienen a ser los principios básicos de una cultura izquierdista. 

Ante este contexto, el independentismo ha descolocado a la izquierda y la ha atraído de forma perjudicial para ella. Por eso se encuentra desconcertada, está pasando un momento difícil, momento que será aún peor, más adelante.

E.C.: Esa “Izquierda No Nacionalista” ya se está movilizando activamente, ¿no?

J.V.: En efecto. La Izquierda No Nacionalista convocó un acto antes del referéndum, el pasado 26 de septiembre, en el Centro Cívico La Sedeta, de Barcelona. Y abarrotó la sala donde nos reunimos: acudieron más de quinientas personas de diversas tendencias. 

No fue para nada una reunión monolítica, todo lo contrario, fue muy plural. Pero eso sí, éramos personas que estábamos convencidas de que con el independentismo no se puede ni pactar, ni ceder ni mostrarse más débil para acabar convertidos, como ya he dicho, en su aliado o acólito.

E.C.: Usted ha dejado muy claro que no es sociólogo. Pero permítame hacerle una pregunta que seguro se ha planteado más de una vez: ¿Por qué cree que esa “mayoría silenciosa” no se ha hecho visible hasta la manifestación del 8 de octubre? ¿Por qué ha esperado tanto para salir del armario?

J.V.: Puede ser razonable, porque hasta ahora la gente no había visto de verdad el riesgo de la ruptura. Es que llevamos cinco años con este tema; no puedes tener cada domingo a la gente en la calle por lo que entonces era un futurible y ahora es ya un riesgo cierto de  fractura y ruptura con España, con el perjuicio que ello supone para una inmensa comunidad de personas que se sienten catalanas, españolas, europeas o incluso mundiales, como es mi caso. 

Pienso que ha habido un factor determinante que es el momento presente, que es crucial, algo que nadie puede dudar. Un momento que ellos han ido preparando a lo largo del tiempo a base de concentraciones masivas de independentistas muy fieles. No se ha hecho una manifestación tan masiva hasta que se ha alcanzado un punto crítico como el actual.

E.C.: En la manifestación usted dirigió un parlamento a la multitud donde calificó al independentismo catalán de “racista y excluyente”. ¿Por qué?

J.V.: No eran palabras mías. Me limité a citar un artículo del diario francés Libération. Por tanto, la responsabilidad de estos términos corresponde a este medio. Ahora bien, ¿por qué utilizo estas palabras? Porque detrás de todo nacionalismo, quiérase o no, hay una exclusión de aquellos que no comparten la ideología dominante.

 Esto ocurre en todo nacionalismo, sea de aquí, de América o de cualquier país del mundo. Por tanto, cualquier exclusión social por no profesar la ideología nacionalista es una forma de racismo, porque éste no siempre va asociado a la raza o al color de la piel. Los primeros que sufrieron esta lacra en el siglo XX fueron los judíos, y en su caso no era un problema de color de la piel.

 Era un problema donde convergían varios factores, como la religión, el origen social, formas de vivir, culturas diferentes… Sin embargo se cometió un genocidio con ellos. Y eso que eran ciudadanos alemanes, que convivían pacíficamente. 

Hasta que apareció el nacionalsocialismo de Hitler, que los excluyó, los persiguió y los asesinó en masa. Y aunque no era cuestión de un signo externo, de la raza o el color, nadie puede dudar que detrás de esa ideología había un elemento fundamental que se llama racismo.

E.C.: ¿Cree por tanto que el nacionalismo catalán supura cierto racismo, tanto hacia el resto de España como hacia la mitad de la población que no comulga con sus ideas?

J.V.: No digo que sea racista, sino que posee ciertos elementos característicos y propios del racismo. Más que racismo, le cuadraría mejor el nombre de supremacismo, es decir, la sensación de que hay un sector social que, por sus características históricas, lingüísticas, culturales, etc., es superior a otros que, ocupando un estrato social inferior -hablen o no la lengua-, se considera que no pertenecen a una Cataluña pura, o simplemente, a la idea que ese sector superior tiene de Cataluña. "             (Entrevista a Carlos Jiménez Villarejo, ElCatalán, 15/10/17)

16/10/17

Se ha omitido a una mayoría social. Y esa mayoría se está quejando. En la escuela, en la calle, en los bares... Parece haber necesitado, como el agua, a una izquierda que tenía que haberla defendido de cinco años de derecha, y que no se ha presentado...

"(...) En cinco años se ha relegado un perfil de ciudadano que no encajaba con el discurso único e ideal. Y al que un referéndum sin fecha, a cambio de la desaparición de la sanidad, de la educación y de la corrección de la pobreza, no le ha parecido un chollo.

10- ¿Se ha producido una ruptura social, en ese sentido? Sí, creo que hay una ruptura social: económica. De la que no habla el rey, ni el cabo. Por lo demás, no creo que haya otra ruptura social, si bien no estoy seguro. En eso soy muy raro.

 De hecho creo que una sociedad puede ser tensionada, no debe de ser homogénea ni unánime, debe tener capacidad de cabrearse y discutir. Y que eso es lo que está pasando. Se ha omitido, eso sí, a una mayoría social --una sociedad, en fin, son varias mayorías-- en la política, en los medios, en la información.

 Y esa mayoría se está quejando. En la escuela, en la calle, en los bares. Cuando habla Puigdemont por la tele, con cacerolas. Curiosamente, me hablan mucho de este conflicto social mujeres, y no hombres. Lo que no sé, a su vez, como interpretar. Ayúdenme. Me parece, por otra parte, que es una mayoría admirable. 

En general, no ha optado por banderas. O, diría, aún no. Parece no oponerse a un referéndum. Y parece oponerse a que una protesta sea interpretada como un referéndum. Parece estar distanciada y cansada de la cursilería de las ceremonias Procés/Cosa. Parece, no obstante, sensible a la represión violenta de la poli contra aquella protesta.

 Parece haber necesitado, como el agua, a una izquierda que tenía que haberla defendido de cinco años de derecha, y que no se ha presentado, se ha visto engullida, o se ha pasado cinco años blandiendo una u otra bandera. Puede acabar en manos de una derecha que se decida a ir a su barrio, a ver qué se encuentra. Se encontrará, probablemente, desesperación económica y una piel muy dura ante la propaganda procesista."                  (Guillem Martínez  , CTXT, 09/10/17)

10/10/17

No somos fascistas, somos españoles... gritaban los manifestantes, la mayoría, de clases sociales populares... había mucha gente de izquierda o gente que directamente se autodefinía de “apolítica”

"Es una de las consignas más coreadas en la manifestación de este 8 de octubre en Barcelona, y resume perfectamente el sentimiento de los que hemos participado. Es una consigna espontánea, ha habido otras con más o menos acierto, pero esta es por su sencillez y contundencia toda una declaración de principios.  (...)

La izquierda oficial como siempre presa de sus propias incongruencias no ha hecho lo que debería de haber hecho: Estar presente y enarbolar la bandera de la igualdad entre todos los ciudadanos. A los de Colau y podemitas ni se les ha ocurrido de que la mayoría de los manifestantes, la mayoría, son de clases sociales populares, los que más sufren los recortes del gobierno del PP –ese que si ha sabido capitalizar, incluso con descaro los réditos de esta manifestación-. 

El PSC se asomó tímidamente y medio salva la cara con la presencia de Borrell que no ha tenido dudas y ha hecho un discurso, muy aplaudido, claro y cercano.

Yo y aquellos que nos declaramos de Izquierdas y No Nacionalistas hemos estado magníficamente representados por Carlos Jiménez Villarejo que con la palabra justa y breve ha descrito la estafa de la camarilla que ocupa el palacio de la Generalitat.

Los timoratos de izquierda que se han quedado en casa creyendo que esto iba de nacionalismo español contra nacionalismo catalán no han entendido nada. Yo que soy republicano, y llevaba mi bandera republicana, me he sentido muy cómodo con los miles y miles de banderas españolas constitucionales y de senyeras.

 Hoy no había una confrontación entre monarquía y republica, hoy la bandera constitucional era una bandera de rebeldía contra el nacionalismo intransigente. Hoy era un día de defensa de la democracia frente al totalitarismo.

A mi como miembro del Foro de las Izquierdas No Nacionalistas me tocaba ir en la segunda cabecera, ahí nadie se dio codazos por ocupar un puesto. Sin embargo en la primera cabecera los partidos (PP Y Ciudadanos) no respetaron los puestos asignados y acapararon en tromba dicha cabecera.

 Eso unido a la habitual estrategia de la prensa de buscar caras conocidas puede hacer ver, sobre todo en los medios, que allí todo el mundo era pepero o de “Ciudadanos”, pero es una falsedad. Puedo decir que había mucha gente de izquierda o gente que directamente se autodefinía de “apolítica” (no era un día para debatir si es posible ser apolítico).

El 8 de octubre de 2017, será un punto de inflexión, será un día histórico. A partir de ahora los voceros secesionistas ya no podrán hablar en nombre de los catalanes, no podrán hablar de los catalanes como algo homogéneo, no podrán ser los intérpretes del sentimiento del “pueblo catalán”. 

Cuando reclamen que Cataluña es una nación habrá que contestarles que no es cierto, que en verdad en Cataluña, como mínimo, hay dos naciones. Eso sería así si aceptásemos su concepto étnico de nación, que no es el caso. La nación política es España, por eso hoy gritábamos “Nos somos fascistas, somos españoles”                  (Vicente Serrano. Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista, El catalán.es, 08/10/17)

28/9/17

La vieja izquierda sale del armario contra el 1-O: "Unidad con los trabajadores de España"

"Después de mucho tiempo dispersos, callados, arrollados por la izquierda independentista, han vuelto a juntarse. Quizá solo por unas horas, pero el jueves por la noche en Barcelona, un millar de históricos sindicalistas, antiguos miembros del PSUC, socialistas —había mucho cargo del PSC— y otras razas de la izquierda se unieron para oponerse al referéndum de independencia. 

Lo hicieron en la presentación de un manifiesto contra el soberanismo y con la escenografía de la izquierda más clásica: canciones de Paco Ibáñez, menciones a Machado y alguna bandera republicana. 

"Decimos claramente y con fuerza no a la independencia de Cataluña y al 1-O. Decir no es decir sí a la unidad de los trabajadores con los del resto de España", clamó Josep Maria Rañé, histórico de UGT y consejero de Trabajo con Maragall.

Rañé es uno de los impulsores del manifiesto 21-S, en el que figuras reconocidas de la izquierda se oponen al referéndum. Su lugar ahora en la izquierda catalana es minoritario. ERC es el líder en las encuestas y los sindicatos han abrazado el independentismo. El pasado miércoles, cuando comenzaron las protestas en Barcelona, hubo una imagen significativa. En la plaza Sant Jaume estaba reunido el Govern, y unos cuantos independentistas les mostraban su apoyo.

 Hasta que una columna organizada de sindicalistas de Comisiones Obreras irrumpió con banderas catalanas con el logotipo del sindicato. Su sede está muy cerca y protestaban sobre todo contra las detenciones, pero su sintonía con el procés es innegable. UGT es más independentista. Su secretario general en Cataluña, Camil Ros, fue antes líder de las juventudes de ERC. El sindicato no ha retirado a Jordi Pujol la insignia de oro que le concedió.

Otros sindicalistas contrarios a la independencia han sido apartados poco a poco. Muchos de ellos estaban en el acto del manifiesto, como José Luis López Bulla, que ayer lo presentó: "Venimos a alzar la voz contra la independencia y el 1-O". López Bulla leyó un mensaje de apoyo de Antonio Gutiérrez y Nicolás Sartorius, entre otros: "Nos oponemos a que nos separen. Nos unen demasiadas luchas".

Entonces comenzó la emoción. Distintos oradores fueron defendiendo la lucha obrera sin distinción de fronteras. Era un discurso quizá de otra época, pero efectivo en ese público, gente que en su mayoría ha vivido —y sufrido— el franquismo.

 "Tenemos una historia común que nos une y nos hermana, desde la República hasta la lucha contra el franquismo". "Necesitamos unidad para que se derogue la reforma laboral". "Los problemas de un trabajador en Vic son los mismos que los de uno de Soria, nada le une a un rentista del paseo de Gracia".

 "Estamos orgullosos de ser la generación del régimen del 78, el que ha construido el Estado del bienestar y que dio salida a los problemas territoriales durante 40 años. Estos 40 años han sido los mejores para Cataluña en los últimos 300". "Se cambia un convenio colectivo por otro, no se rompe unilateralmente. Un pacto se cambia por otro pacto".

La sala aplaudía constantemente. El expresidente de la Generalitat José Montilla estaba en primera fila junto a Miquel Iceta. No eran los únicos socialistas. También acudieron el diputado Manuel Cruz, el exsecretario del PSC Pere Navarro y la exdiputada Anna Balletbò.

El PSC se encuentra en una encrucijada diabólica, oponiéndose al 'procés', pero desligándose de Rajoy y con sus alcaldes sufriendo la presión de algunos vecinos por no colaborar en el referéndum. Ayer estaban en territorio amigo. Al final del acto, cuando se entonó 'La Internacional', Iceta lo hizo con el puño en alto y Montilla con las manos en el regazo.

Los autores del manifiesto criticaron duramente los recortes del Gobierno del PP, pero nunca llegaron a las descalificaciones de los independentistas y defendieron la Constitución. "El no al 1-O es un sí a la democracia. España es una democracia aunque le pese a más de uno", dijo Rañé, que añadió: "En 1978, Cataluña ya se autodeterminó, decidió cuál era su relación con España".

Los mensajes contra el independentismo -e cun discurso que tan pronto era en catalán como en castellano- fueron subiendo la temperatura. José Luis Atienza resumió la situación del colectivo: "Somos muchos y estamos todos solos". Citó a Gabriel Celaya y luego cargó contra el independentismo dominante.

 "Basta de ser patriotas en el minuto 17:14 en el campo de fútbol y olvidarnos de la derrota en el minuto 19:39, cuando compartimos la patria y la derrota". Parecía como si, de golpe, esta izquierda quisiese decir en alto cosas que llevaba tiempo musitando y que ahora ya apenas suenan propias de progresisas (al menos en Cataluña): "TV3 ha creado la fissión de que Cataluña es monolingüe".

"El futuro lo construimos con los trabajadores de Andalucía y Extremadura. La huelga del 14-D la hicimos con ellos", proclamó la ex secretaria del textil de la UGT de Cataluña y exdiputada socialista Isabel López, que acusó a los sindicatos de pelear por el independentismo en vez de luchar por un salario mínimo europeo.

 Esta pidió parar la situación de división en Cataluña entre nacionalistas y no nacionalistas antes de que llegue a los niveles que vivió el País Vasco. Esta insistió en que si el partido de Pugidemont pedía respeto al Constitucional cuando avaló la reforma laboral, ahora ellos tenían que respetarlo y suspender el referéndum.

Los asistentes salían encantados de volverse a ver. "Lo único bueno del procés es que retomamos el contacto". Si acaso alguien lamentaba no haber hecho esto antes. Luis Romero Huertes, nacido en Alcalá la Real (Jaén), paseaba sus 87 años de historia de lucha antifranquista por la sala apoyado en un bastón. Militante del PCE en Córdoba, cuenta que fue arrestado en 1960 por exigir mejoras para los jornaleros y que unos años después llegó a Barcelona, donde ingresó en el PSUC.

 Explica que no quiere hablar mal de ERC ni de la CUP, pero cuenta lo que les dice a los "compañeros" que tiene allí: "Esto no es la lucha obrera. Estáis dejando gobernar a la derecha catalana. Como el PNV es la derecha vasca. La derecha catalana no es mejor que la española".

 En la calle, a solo unos metros de allá, jóvenes con sus niños y aspecto progresista protagonizaban una de las caceroladas que se repiten estos días por Barcelona a favor del referéndum. Parecían muy lejos de este discurso. El 1-O ha terminado por dinamitar la izquierda en Cataluña en mil pedazos."                          (El Confidencial. 22/09/17)