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4/8/24

Gonzalo Bernardos: ¿Por qué estoy en contra de un concierto económico para Cataluña? Los cálculos sobre las balanzas fiscales tienen una limitada credibilidad... la solidaridad entre las autonomías debe continuar... la solidaridad no puede quedar limitada por la ordinalidad... las balanzas fiscales no tienen en cuenta la aportación de la AGE al sistema de pensiones. si la contribución de Cataluña al PIB español fue del 19%, los residentes en la autonomía obtuvieron a través del sistema de pensiones una financiación adicional de la AGE por valor de 13.285 millones

 "El 29 de julio, los negociadores del PSC y ERC llegaron a un acuerdo para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Entre los temas acordados, el más relevante fue la concesión de un concierto económico a Cataluña. Si lo aprueba el Congreso, la anterior asignación equipararía fiscalmente a la autonomía catalana con el País Vasco y Navarra y supondría la creación de un nuevo régimen especial (una financiación singular).

En un próximo futuro, la Agencia Tributaria Catalana recaudaría la totalidad de los impuestos generados en la autonomía, abonaría una parte a la Administración General del Estado (AGE) por los servicios prestados directa e indirectamente a los residentes en Cataluña (el importe conocido como cupo) y pagaría una cuota, denominada de solidaridad, para ayudar al desarrollo de las comunidades con menos recursos.

Indudablemente, el concierto económico aumentaría los ingresos a disposición de la Generalitat y, como catalán residente en la autonomía, podría resultarme beneficioso. Por un lado, por una reducción de los impuestos sufragados. Por el otro, debido al incremento del gasto público efectuado en sanidad, educación, infraestructuras, etcétera.

A pesar de ello, estoy en contra de la concesión del concierto a Cataluña, tanto por motivos económicos como políticos. Los primeros son los siguientes:

a) los cálculos sobre las balanzas fiscales tienen una limitada credibilidad. Las balanzas fiscales constituyen un magnífico ejercicio académico, pero tienen una limitada credibilidad para cuantificar lo que una comunidad autónoma aporta a la AGE y lo que recibe de ella. En primer lugar, porque hay dos tipos de balanzas (las observadas y las neutralizadas) y múltiples métodos para calcularlas.

En segundo, debido a los numerosos supuestos que deben hacerse para llegar a algunas conclusiones. Por un lado, no existe la suficiente información desagregada. Por el otro, el gasto efectuado por la AGE beneficia a la comunidad donde se realiza y también al resto del país. Así ocurre con las inversiones efectuadas en el puerto de Barcelona, en el AVE a su paso por Castilla y León o en las instalaciones militares de Zaragoza.

En tercero, por las grandes diferencias observadas en los resultados proporcionados por las distintas balanzas y métodos. Así, por ejemplo, en 2009, el saldo fiscal de Cataluña con la AGE oscilaba entre un superávit de 4.015 millones y un déficit de 16.410 millones. El primer dato era obviado por la Generalitat y el segundo publicitado una y otra vez. Desde mi perspectiva, ninguno de los dos se ajustaba a la realidad.

b) la solidaridad entre las autonomías debe continuar. En nuestro país, casi nadie cuestiona que las personas con mayores ingresos tengan un saldo fiscal negativo. En otras palabras, la cuantía pagada en impuestos supere a la obtenida en prestaciones públicas. Los partidos independentistas catalanes también son partidarios de la solidaridad, pero únicamente en el ámbito de Cataluña. Por dicho motivo, les parece muy bien que los ciudadanos del área metropolitana de Barcelona financien a los del resto de la autonomía.

No obstante, es sorprendente que un partido progresista como el PSOE apoye un concierto económico en Cataluña, a pesar de que tal posibilidad no figura en la Constitución.

Especialmente porque está a favor de la redistribución de rentas entre los ciudadanos a través de los impuestos y el gasto público. Una concesión que hará más rico a un territorio próspero y empobrecerá a las autonomías con un menor PIB per cápita.

c) la solidaridad no puede quedar limitada por la ordinalidad. En el acuerdo entre PSC y ERC, ambas formaciones limitan la solidaridad de los catalanes con el resto de España a la ordinalidad. En la clasificación de las autonomías, según lo que aportan y reciben de la AGE, dicho acuerdo establece que Cataluña jamás ha de ocupar una posición más baja en el segundo apartado que en el primero. Si así sucediera, la contribución efectuada al resto de territorios sería escasa y sustancialmente inferior a la calculada por FEDEA (2.168 millones en 2021).

La anterior restricción extrapolada al ámbito del IRPF implicaría que cualquier español cuyos ingresos anuales ascienden a 300.000 euros debería recibir más prestaciones públicas que los perceptores del salario mínimo (15.876 euros), a pesar de que los segundos las necesitan mucho más que los primeros. Una opción que públicamente ningún partido, incluidos los de carácter neoliberal, se atrevería a proponer.

d) las balanzas fiscales no tienen en cuenta la aportación de la AGE al sistema de pensiones. Los ingresos por cotizaciones de los afiliados a la Seguridad Social y las clases pasivas son insuficientes para sufragar los pagos en concepto de pensiones contributivas y los gastos derivados de su gestión. Según Miguel Ángel García, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, en 2023 el desfase entre unos y otros ascendió a 69.919 millones.

En el pasado año, si la contribución de Cataluña al PIB español fue del 19%, los residentes en la autonomía obtuvieron a través del sistema de pensiones una financiación adicional de la AGE por valor de 13.285 millones. Una cuantía más de seis veces superior a la aportada por dicho territorio al régimen común de financiación en 2021 (2.168 millones)

Los motivos políticos son los siguientes:

a) ninguna comunidad autónoma debería tener un régimen de financiación especial. Desde mi perspectiva, todas las comunidades deberían forman parte del régimen común y ninguna de ellas disponer de uno especial. Por eso, estoy en contra del concierto económico catalán, pero también del vasco y navarro. No obstante, los dos últimos están contemplados en la Constitución, pero no así el primero. Indudablemente, una diferencia esencial.

El régimen especial del País Vasco y Navarra les permite recibir financiación del resto de España, siendo ambas autonomías más ricas que el conjunto del país. Por eso, el gasto social por habitante en dichas comunidades supera al observado en cualquier otra. Una situación derivada de dos factores: la inexistencia de solidaridad con el resto de la nación y la negociación política del cupo.

Una y otra vez, el Gobierno español de turno, para contentar al PNV y obtener sus votos en el Congreso, acepta que la AGE reciba un importe inferior al que le correspondería por los servicios prestados a los residentes en el País Vasco y Navarra. Indudablemente, un agravio comparativo para Cataluña, una comunidad que en el verano de 1980 prefirió continuar en el régimen común de financiación a disponer de uno especial, y también para el resto de España.

b) el concierto económico facilitaría la independencia de Cataluña. En esta ocasión, los dirigentes de ERC tienen razón. De ninguna manera, constituye un farol lo que dicen. La recaudación y gestión de los ingresos tributarios originados en el territorio catalán constituye un paso hacia adelante en la ruta hacia la independencia.

En primer lugar, porque el día después de la declaración podrán continuar financiando los servicios públicos básicos. En segundo, debido a que les permite disponer de más capital para promocionar sus supuestas ventajas, tanto en Cataluña como en el resto del mundo. Con el concierto económico, la Agencia Tributaria Catalana tendrá unas características similares a las de cualquier otra de un país desarrollado.

c) constituye un agravio comparativo respecto a las otras comunidades ricas. La concesión de un concierto económico a Cataluña impediría negárselo a las otras dos autonomías (Madrid y Baleares) que aportan más de lo que reciben de la AGE, según FEDEA. Si se les otorgara, la redistribución de rentas entre territorios sería escasa o nula y el país iniciaría un incierto camino, cuyo distinto final probablemente sería la creación por la puerta de atrás de una confederación de naciones. Una posibilidad para nada contemplada en la Constitución.

En definitiva, constituye una sorpresa que un partido de implantación estatal como el PSOE acceda a concederle a Cataluña un concierto económico. No obstante, ya no lo es que sus dirigentes negaran tal posibilidad solo unos días antes. Indudablemente, supone una contradicción que dicha formación sea favorable a la redistribución de rentas entre las personas, pero no entre las autonomías, cuando las segundas están integradas por ciudadanos.

A pesar de que el concierto me beneficiaría, pues soy catalán y residente en la comunidad, soy contrario a él. En primer lugar, porque soy solidario con los que menos tienen. En segundo, debido a que mi solidaridad con los de Lleida es idéntica a la que tengo con los de Badajoz. Para nada, tal y como sucede con los independentistas, tiene como límite el territorio catalán.

En tercero, porque estoy a favor de la justicia social y deseo que en España todos los ciudadanos dispongan de los recursos necesarios para obtener un nivel de vida digno. En cuarto, debido a que todas las autonomías no poseen las mismas cartas. Las que disponen de una mayor inversión privada (Madrid y Cataluña) siempre tienen en su mano uno o varios comodines. En cambio, la que tienen menos acceso a ella, difícilmente poseen dos o más naipes cuyos números sean correlativos o idénticos.

La historia reciente muestra claramente la insaciabilidad de los políticos independentistas. Les den lo que les den los partidos españoles, jamás se conformarán, excepto si les ofrecen la independencia. La concesión del concierto económico supondría un gran paso adelante en la ruta que conduce a su objetivo y probablemente comporte la aparición de un nuevo procés. Si así sucede, espero y deseo que no sea tan dañino para Cataluña como el anterior. De él, aún no nos hemos recuperado ni social ni económicamente."                 (

25/3/24

Balanzas fiscales, otra vez... Si se defiende la eliminación de agravios comparativos toca replantearse los importes del cupo vasco y la aportación navarra, resolver los problemas de infrafinanciación en el régimen común y repensar el régimen especial canario... en todos los países del mundo hay regiones con balanzas fiscales positivas, que reciben más de lo que aportan, y negativas, que aportan más de lo que reciben... País Vasco, Navarra y Canarias disfrutan de un saldo fiscal sustancialmente más favorable de lo que cabría aguardar teniendo en cuenta su renta per cápita regional... si uno defiende la eliminación de agravios comparativos, converger con los países más avanzados de la Unión Europea y profundizar en la cohesión social, lo que toca son otras cosas. En particular: replantearse los importes del cupo vasco y la aportación navarra, resolver los problemas de infrafinanciación en el régimen común y repensar el régimen especial canario

 "En España llevamos 20 años hablando de forma recurrente sobre balanzas territoriales. Nos hemos convertido ya en campeones mundiales en cálculos y aportaciones metodológicas. Para que el lector no especialista comprenda mejor el alcance e interés del nuevo episodio al que parece que vamos a asistir, conviene incidir en algunas ideas.

La primera es que las balanzas fiscales son una estimación que requiere partir de hipótesis que admiten márgenes en su concreción, lo que influye en los resultados finales. No es como mirar un termómetro o calcular la cantidad de agua acumulada en un embalse. La existencia de un consenso metodológico previo es la única manera de evitar el baile y la confrontación de cifras aparentemente calculadas de forma objetiva.

Segundo, en todos los países del mundo hay regiones con balanzas fiscales positivas, que reciben más de lo que aportan, y negativas, que aportan más de lo que reciben. Exactamente igual que usted o yo no tenemos residuos fiscales nulos: dependiendo de su nivel de renta y de la demanda efectiva que hace de los servicios públicos su residuo será mayor o menor. Son las reglas del juego redistributivo de las sociedades democráticas que tanto nos ha costado construir.

Si la existencia de saldos negativos y positivos es inevitable, las preguntas relevantes son si existen agravios comparativos dentro de España y cómo nos situamos respecto a los países de nuestro entorno. La respuesta a la primera pregunta es que, en general, las estimaciones muestran que País Vasco, Navarra y Canarias disfrutan de un saldo fiscal sustancialmente más favorable de lo que cabría aguardar teniendo en cuenta su renta per cápita regional. Lo contrario ocurre en la Comunidad Valenciana y Murcia. Cataluña y la Comunidad de Madrid se sitúan muy cerca de donde cabría aguardar. Sobre la segunda cuestión, España no figura entre los países de la UE que despliegan una mayor redistribución interregional de la renta: la evidencia empírica disponible muestra que en España el efecto redistributivo interregional es muy inferior al que se constata en Dinamarca, Suecia, Países Bajos o Alemania.

Cuarta y última idea: las balanzas fiscales sí tienen que ver con el sistema de financiación autonómica. Las posiciones tan favorables de País Vasco y Navarra son, sobre todo, resultado de la aplicación del sistema foral. Y la mala posición de Murcia y la Comunidad Valenciana son explicadas en buena medida por la infrafinanciación derivada de la deficiente aplicación del sistema de régimen común.

Entiendo que una parte de las fuerzas políticas de Cataluña presione por alcanzar un status similar al de las comunidades forales. Pero si uno defiende la eliminación de agravios comparativos, converger con los países más avanzados de la Unión Europea y profundizar en la cohesión social, lo que toca son otras cosas. En particular: replantearse los importes del cupo vasco y la aportación navarra, resolver los problemas de infrafinanciación en el régimen común y repensar el régimen especial canario."

(Santiago Lago Peñas es catedrático del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo. El País, 20/03/24)

3/3/22

El Informe de las autonomías pide abordar la "desigual" financiación entre Navarra y Euskadi y el resto de autonomías

 "El Informe de las comunidades autónomas elaborado por el Observatorio de Derecho Público de Barcelona, en el que se analiza la gestión de los gobiernos regionales durante el año 2020, pide, entre otras cosas, abordar las "desigualdades" en financiación entre las regiones de régimen especial o foral —País Vasco y Navarra— y el resto de autonomías, las de régimen general, según recoge Europa Press.

Así consta en el informe que ha sido presentado este jueves en una rueda de prensa desde el Senado, que ha servido como antesala al XX Foro de las Autonomías que se celebra en la Cámara Alta. En concreto, el texto llama a corregir estas desigualdades en materia de financiación a través de unos mecanismos de convergencia progresiva, como el refuerzo de ciertos fondos y la mejora del modelo de nivelación. 

 Precisamente, el sistema de financiación autonómica es uno de los puntos sobre los que versa este informe, que reconoce la dificultad de remodelar este modelo dado el contexto de "fuerte crisis económica". Así, consideran que este nuevo retraso en la actualización del sistema de financiación se puede justificar en la necesidad de tomar en cuenta las consecuencias de esta crisis en deuda, destrucción de empleo y tejido productivo.

En todo caso, vuelven a destacar las "importantes deficiencias" del modelo anterior respecto a la Comunidad Valenciana y Murcia, a las que consideran que habría que sumar otras del corredor mediterráneo y Andalucía. Por ello, reclaman que el nuevo modelo contemple la necesidad de revisar los desequilibrios entre CCAA y el Gobierno. (...)"                 (InfoLibre, 21/10/21)

24/11/21

Concierto económico, ¿quién miente? Pues Jordi Pujol...

 "Un reciente coloquio con la presencia de los consejeros de Economía desde 2003 hasta hoy (Antoni Castells, Andreu Mas-Colell, Oriol Junqueras y Jaume Giró, a excepción de Pere Aragonès), y dedicado a abordar la financiación de la Generalitat, derivó en una polémica sobre si Jordi Pujol y su responsable económico, Ramon Trias Fargas, rechazaron la oferta que en 1980 les hizo el ministro de Hacienda Jaime García Añoveros de disponer de un modelo de financiación como el vasco. 

La acusación fue lanzada hace unos años por quien entonces era consejero de Economía del Gobierno vasco, Pedro Luis Uriarte, en una obra (‘El Concierto Económico Vasco: una visión personal’, 2015) de acceso digital libre. En el coloquio, Pujol, que se encontraba entre el público, intervino para negar la mayor (que previamente había suscitado Castells), quitando importancia a lo explicado por Uriarte. 

La respuesta del exconsejero vasco en Twitter a las palabras del expresident fue contundente: “En contra de lo manifestado por el Sr. Pujol, en el verano de 1980 se le ofreció en mi presencia un Concierto a Cataluña, cuando negociábamos el nuestro, y lo rechazó, por una serie de razones que he explicado en libros que he publicado. Esa es la verdad”.

El ‘expresident’, que con 91 años conserva buena memoria y reflejos, utilizó como argumento de descargo el hecho de que en la elaboración del primer Estatut (1979) solo los representantes de los partidos nacionalistas propusieron un modelo de concierto cuando se abordó la futura financiación autonómica. Pues bien, aunque eso es verdad no podemos olvidar que la reinvindicación del concierto no figuraba en la hoja de ruta del catalanismo mayoritario durante la transición. Primero, porque nunca antes Catalunya lo había tenido. Segundo, porque en 1977 hablar de “derechos históricos” sonaba a “antigualla”, a una idea premoderna.

 El concierto vasco nació en 1878, como consecuencia del final de la Tercera Guerra Carlista (1876), y tenía como objetivo que sus habitantes contribuyeran al sostenimiento del Estado liberal, pues hasta entonces, fruto de sus fueros medievales (como territorio vinculado a Castilla), apenas participaban. Y, finalmente, porque la propuesta del concierto casaba mal con el catalanismo de las izquierdas (PSC y PSUC), que no perseguía un modelo confederal sino autonómico que culminara en un Estado federal.

Uriarte relata las tres razones que Trias le explicó para rechazar el ofrecimiento del Gobierno de Adolfo Suárez, que entonces se encontraba preparando la ley de financiación autonómica, incluyendo las disposiciones relativas al País Vasco y Navarra. Primero, cobrar impuestos haría impopular el autogobierno. Segundo, recaudar directamente era un riesgo en un momento de profunda crisis económica como se sufría entonces. 

Y, finalmente, los dirigentes nacionalistas creían que obtendrían mejor financiación negociando con el Estado, teniendo en cuenta que el Gobierno de la UCD dependía de los votos de CiU en el Congreso. Por tanto, Pujol no miente cuando afirma que en el debate estatutario su formación planteó el concierto, pero no explica toda la verdad. Cuando inesperadamente le tocó gobernar en 1980, CiU prefirió no arriesgar.

No sabemos si la oferta de García Añoveros iba realmente en serio, pero es evidente que de ser así la financiación autonómica en general hubiera tomado otros derroteros. Porque es innegable que el resultado del cupo vasco es un completo privilegio: tras el último acuerdo de 2018, Euskadi transfiere al Estado por los servicios comunes solo 1.300 millones anuales, y su aportación a la solidaridad territorial es practicamente inexistente. Nadie en el citado coloquio, organizado por el diario ‘Ara’, ofreció ninguna clave concreta para mejorar la financiación, cuya revisión sigue pendiente desde hace años, lo que decepcionó visiblemente a Pujol y a muchos otros asistentes.

 Pero lo que tampoco nadie dijo es que dicho problema será más dificil de solucionar mientras dos territorios ricos como son el País Vasco y Navarra sigan sin apenas contribuir a la solidaridad entre autonomías. Desde Catalunya, además de debatir sobre lo que ocurrió hace 40 años o llorar por no tener concierto, se debería exigir que los cupos forales no fueran nuevos privilegios que también pagamos los catalanes."              (Joaquim Coll, El Periódico, 16/11/21)

10/11/21

Urkullu, el del concierto, se queja de que Madrid se lleva a los vascos más acaudalados. ¡Y pide al Gobierno central que intervenga! ¡Y pide que se limite la autonomía de Madrid! Urkullu y Aragnés piden a Hacienda que elabore ya una reforma fiscal que marque las nuevas reglas del juego, totalmente desbordados por Madrid, la autonomía --¡vaya paradoja!-- que más y mejor se ha beneficiado de la descentralización... El Estado de las autonomías, tal y como se ha conocido hasta ahora, vive sus últimos días. Claro que esos días podrían ser eternos... cousas veredes, pues fueron los nacionalistas vascos y catalanes los que con sus peticiones crearon el sistema autonómico

 "El Estado de las autonomías, tal y como se ha conocido hasta ahora, vive sus últimos días. Claro que esos días podrían ser eternos. Pero la reforma es cada vez más urgente. Hay muchas propuestas y los académicos han llegado a consensuar tanto el diagnóstico como las posibles recetas. Las decisiones, sin embargo, las toman los dirigentes políticos y no es el mejor momento para abordar, por ejemplo, una reforma constitucional. En todo caso, tampoco es estrictamente necesaria para solucionar algunas graves disfunciones como la financiación de las comunidades autónomas o los agujeros que presenta el sistema fiscal.

La gran paradoja es que los dos presidentes de las dos comunidades históricas por las que se organizó, de hecho, el Estado de las autonomías, el lehendakari Urkullu y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, piden a gritos que el Estado actúe. Para proteger sus propios intereses necesitan que el Gobierno central se implique y tome decisiones atrevidas en beneficio del conjunto. ¿Por qué? Pues, y la paradoja aumenta en intensidad, porque una comunidad, Madrid, ha decidido tomarse en serio el federalismo fiscal y como en su momento el ministro de Economía, Pedro Solbes, no quiso saber nada acerca de posibles armonizaciones fiscales, ha tomado una vía directa para captar inversiones y personas físicas con patrimonio.

La importancia de esa política ha alcanzado tal dimensión que Urkullu ha pedido que se limite la propia autonomía de Madrid. Resulta que en el País Vasco son las diputaciones forales las que recaudan impuestos y las que compiten, incluso entre ellas, para bajar tasas y porcentajes. El hecho diferencial con el resto de españoles lo marca el Concierto Económico, un sistema perverso, no por su propia naturaleza --aunque también para muchos expertos-- sino por el sistema de cupo: lo que se paga a la Administración General del Estado es mucho menor de lo que correspondería y se trata de un precio “político”. Pues bien, Urkullu, a pesar de esas circunstancias favorables, se queja de que Madrid se lleva a los vascos y vascas más acaudalados. ¡Y pide al Gobierno central que intervenga!

En el caso de Aragonès la petición no es tan directa. Es más compleja. El Pleno del Tribunal Constitucional ha anulado la rebaja del IRPF en las rentas más bajas, una medida que la Generalitat aprobó en 2020. El argumento del Constitucional, como ha ocurrido con otras decisiones del Govern, es que el Ejecutivo catalán invade competencias que no le corresponden

Si esa interpretación jurídica se mantiene, al Govern de Aragonès no le quedará más remedio que hacer como Urkullu y reclamar que se repartan de nuevo las cartas: fijar un mínimo y un máximo en determinados impuestos, y que cada autonomía juegue con un cierto margen en impuestos como Sucesiones y Donaciones y Patrimonio, aunque también podría decidir la supresión directa de ese último impuesto.

 Las comunidades se están organizando y cooperan, por primera vez, en función de sus intereses: las más pobladas o las que tienen una mayor dispersión de habitantes se unen para buscar estrategias conjuntas de cara a la negociación del nuevo modelo de financiación. El presidente valenciano, Ximo Puig, y el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, de partidos distintos, se apoyan mutuamente. Y el presidente gallego, Alberto Nuñez Feijóo, está al lado de Castilla-León, con problemas similares: población envejecida y dispersa en el territorio.

Urkullu no tiene nada que ver en esa negociación, porque ya tiene el Concierto Vasco, y Pere Aragonès ha decidido que no estará presente en ninguna batalla múltiple. Pero los dos se pueden ver claramente afectados y piden --no se atreven a expresarlo de forma tan clara y directa-- que los expertos que ha convocado el Gobierno, a través del Ministerio de Hacienda, elaboren ya y cuanto antes una reforma fiscal que marque las nuevas reglas del juego, totalmente desbordados por Madrid, la autonomía --¡vaya paradoja!-- que más y mejor se ha beneficiado de la descentralización que supuso el Estado de las autonomías. Así que la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y otras y otros dirigentes del PP que gobernaron la Comunidad de Madrid, deberían dar las gracias a los viejos dirigentes nacionalistas vascos y catalanes que, con sus peticiones en la Transición, provocaron el actual Estado de las autonomías. ¡Que cosas!"               (Manel Manchón, Crónica Global, 09/11/21)

10/12/20

Los partidos soberanistas que ahora le meten el dedo en el ojo a Madrid con acusaciones de "dumping fiscal" esconden la insolidaridad de los cupos vasco y navarro. Las políticas de Ayuso no perjudican a los catalanes, sino que benefician a los madrileños ricos. En cambio, en Euskadi y Navarra se benefician de forma exagerada de una sobrefinanciación que les pagamos entre todos los españoles... utilizan el impuesto de Sociedades para atraer a empresas y que no aportan nada a la solidaridad territorial

 "Que en el acuerdo de ERC con el Gobierno para apoyar los Presupuestos se incluya el compromiso de acabar con el "dumping fiscal" que practica la Comunidad de Madrid, a la que Rufián calificó de "paraíso fiscal de facto", es una demagógica forma de plantear un debate por otro lado necesario.

La conveniencia de armonizar, que no de igualar, algunos tributos cedidos a las autonomías, particularmente Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, no es algo nuevo. En 2017, un estudio encargado por el Gobierno de Rajoy para revisar la financiación autonómica ya recomendó el establecimiento de un mínimo exento igual en toda España para Patrimonio, así como introducir unos niveles mínimos de tributación para Sucesiones y Donaciones con el fin de impedir que la competencia entre territorios condujera a su práctica desaparición.

 Las políticas fiscales no son neutras, bajar o subir impuestos tiene consecuencias que no repercuten a todos por igual. Antes que un debate territorial, constituye un eje de división social e ideológica. La fiscalidad que el PP viene desarrollando en Madrid favorece a las rentas altas y castiga a los sectores populares y clases medias que tienen unos servicios públicos, como sanidad o educación, mal financiados, eso sin hablar de la intolerable pobreza que existe en un territorio que genera mucha riqueza. El Gobierno de Díaz Ayuso renuncia cada año a unos 4.100 millones con sus bonificaciones en Patrimonio, Sucesiones y Donaciones y, a cambio, logra que grandes contribuyentes trasladen su domicilio desde otras comunidades, de forma real o ficticia. Es cierto que la Comunidad incrementa la recaudación en IRPF, se calcula que entre 400 y 600 millones gracias a la atracción de altos ejecutivos, pero, hechas las cuentas, la mayoría de los madrileños salen perdiendo.

Polarizar el debate fiscal entre Madrid y Cataluña es envenenarlo con bajas pasiones. Curiosamente, los partidos soberanistas que ahora le meten el dedo en el ojo a la Comunidad con acusaciones de "dumping fiscal" esconden la insolidaridad de los cupos vasco y navarro. Las políticas de Ayuso no perjudican a los catalanes, sino que benefician a los madrileños ricos. La financiación autonómica por habitante de Madrid y Cataluña es la misma y todo depende de las prioridades y la buena o mala gestión de sus gobiernos. En cambio, en Euskadi y Navarra se benefician de forma exagerada de una sobrefinanciación que les pagamos entre todos los españoles. Sería muy bueno armonizar algunos impuestos hacia arriba en las autonomías de régimen común, pero no nos olvidemos de que las únicas comunidades que utilizan el impuesto de Sociedades para atraer a empresas y que no aportan nada a la solidaridad territorial son las forales."                     (Joaquim Coll, 20Minutos, 01/12/20)

4/12/20

El debate sobre los efectos de las políticas fiscales de la Comunidad de Madrid: la capacidad de subir o bajar tributos propios es parte fundamental del principio de autonomía. ¿Se imaginan qué diría ERC en caso de que el Gobierno español intentara limitar la política fiscal de la Generalitat? La auténtica disfunción del modelo autonómico es la excepción vasca y navarra, que quiebra por la base el principio constitucional de solidaridad entre españoles... la aportación vasca a la solidaridad interterritorial es la irrisoria cifra de 27 millones anuales...

 "En el debate sobre los efectos de las políticas fiscales de la Comunidad de Madrid llama la atención dos cosas. Primero, que se plantee como un nuevo agravio territorial  por parte de partidos soberanistas cuando la capacidad de subir o bajar tributos propios es parte fundamental del principio de autonomía.

 ¿Se imaginan qué diría ERC en caso de que el Gobierno español intentara limitar la política fiscal de la Generalitat? Y, segundo, que se esconda que la auténtica disfunción del modelo autonómico es la excepción vasca y navarra, que quiebra por la base el principio constitucional de solidaridad entre españoles. Recordemos que con la renovación de la ley del cupo vasco en el 2017, la aportación de esta comunidad a la solidaridad interterritorial es la irrisoria cifra de 27 millones anuales. 

El nuevo mantra nacionalista tras el fracaso del 'procés' es que la capital de España practica la “competencia desleal” y que se beneficia de un proceso de recentralización cuando la realidad es que si Madrid ha ganado posiciones como el centro económico que no fue durante el franquismo es porque lo ha hecho mucho mejor, mientras Catalunya se ha vuelto menos atractiva. 

Ahora bien, ¿qué hay de verdad en esa crítica de 'dumping' fiscal? En Madrid nadie paga por patrimonio y el impuesto de sucesiones de testimonial. El sistema de financiación permite también a las autonomías variar el mínimo y el máximo en el 50% cedido por el Estado del IRPF, aunque sin poder alterar su carácter progresivo.

En Madrid como consecuencia de esas políticas es donde pobres y ricos pagan menos. Los primeros tributan al 17,5% y los segundos al 43%, mientras en Catalunya los que menos aportan pagan el 21,5% y las rentas más altas hasta el 48%. Ahora bien, es incongruente por parte de aquellos que en Catalunya reclaman recaudar casi todos los impuestos y nunca critican la nula solidaridad de las dos comunidades forales acusar a Madrid de practicar la competencia desleal y de querer quedarse con el dinero de todos. La capacidad de subir o bajar impuestos es parte fundamental del principio de autonomía, y no se puede limitarla solo cuando crees que te perjudica.

La enorme riqueza que se genera en Madrid contribuye como ningún otro territorio a la solidaridad general, aunque las políticas fiscales del PP son criticables desde una óptica socialdemócrata porque benefician sobre todo a los más ricos y perjudican la financiación de los servicios públicos esenciales como la sanidad o la educación. Ahora bien, para el resto de los españoles, lo realmente lesivo es la insolidaridad vasca y navarra

Esta debería ser el objeto principal de crítica desde Catalunya, excepto que ERC esté pidiendo una vuelta al centralismo para las autonomías de régimen común. Lo lógico sería proponer una mayor coordinación y el establecimiento de un suelo federal de armonización fiscal en patrimonio, sucesiones y donaciones para poder solo subir los impuestos en lugar de bajarlos como sucede hasta ahora. Esto sería lo coherente si ERC fuera de izquierdas, pero entonces Gabriel Rufián se haría federalista. ¡A que no!"                  (Joaquim Coll, El Periódico, 26/11/20)

3/12/20

Las desigualdades entre ciudadanos en materia tributaria en función de la comunidad en que viven siguen aumentando. Las más profundas son las que generan los regímenes forales del País Vasco y Navarra. Y ahora, el 'concierto madrileño': La Comunidad de Madrid ha realizado una política fiscal tan agresiva porque tiene las bases imponibles más altas gracias al 'efecto capital'. Dado el nivel de renta de sus ciudadanos, la comunidad podría liderar los listados de calidad de servicio público de España, pero ha renunciado a gasto público a cambio de las bajadas de impuestos... por ejemplo, el gasto en sanidad es el más bajo de España

 "El debate sobre la fiscalidad de las diferentes comunidades autónomas cada vez es más frecuente, y hay sobrados motivos para ello. Las desigualdades entre ciudadanos en materia tributaria y de servicios públicos en función de la comunidad en que viven, lejos de corregirse, siguen aumentando. 

Las más profundas son las que generan los regímenes forales del País Vasco y Navarra, que están al margen del resto del país. También Canarias tiene importantes particularidades, por su condición de insularidad y territorio extraperiférico. Pero tras las palabras de Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso, que condicionó su apoyo a los Presupuestos a acabar con lo que llamó "el paraíso fiscal de Madrid", el debate se centra en el sistema fiscal de la comunidad capitalina.

La Comunidad de Madrid ofrece una fiscalidad muy ventajosa gracias a bonificaciones y exenciones, de las que se benefician especialmente las rentas altas. Esto ha provocado una importante fuga de declarantes desde otras comunidades hacia la capital, como han puesto de manifiesto los investigadores Julio López Laborda y Fernando Rodrigo Sauco en este estudio a partir de la estadística de declarantes del IRPF de los años 2006 a 2012 (y desde entonces, la competencia fiscal de Madrid se ha incrementado, lo que podría haber agravado esta tendencia).

 Los investigadores constatan que la movilidad de rentas altas se dirige básicamente a Madrid. Así lo explican: “Las diferencias en los impuestos autonómicos influyen significativamente en la elección de la comunidad de residencia por los contribuyentes ubicados en la parte más alta de la distribución de la renta, y la movilidad ocasionada por las diferencias en el IRPF parece dirigirse solo a la región de Madrid”.

Perder las rentas altas supone un duro golpe para el resto de comunidades autónomas, ya que son quienes realizan una contribución neta más alta. De ahí que hayan puesto el grito en el cielo acusando a Madrid de ‘dumping fiscal’. La política fiscal aplicada por la comunidad desde la primera mitad de la década de los dos mil ha sido clara: impuestos bajos para atraer bases imponibles y contención del gasto público. Lo ha hecho por mandato de sus votantes y también porque se ha beneficiado del ‘efecto capital’, que en la economía de la globalización y los servicios de alto valor añadido se ha impuesto en los países desarrollados, como bien muestran los ejemplos de París y Londres.

Si Madrid ha podido bajar tanto los impuestos, es porque se beneficia de una capacidad fiscal que no tiene ninguna otra comunidad autónoma. Es el resultado de la concentración en la capital de las grandes empresas multinacionales, de los órganos gubernamentales, de las principales universidades, de la inversión en infraestructuras, etc. En definitiva, una multitud de factores que nada tienen que ver con la gestión de la política tributaria, pero que influyen en esta de forma decisiva. La capacidad fiscal de Madrid es la más elevada de todas las comunidades, superando en nada menos que un 45% la media nacional.

Así se extrae del último cálculo de financiación autonómica realizado por Ángel de la Fuente, correspondiente al año 2018. Los ingresos tributarios homogéneos (los que se obtendrían con los mismos tipos nominales en todo el territorio) por habitante de Madrid superarían en un 45% la media nacional y en un 155% los de la comunidad más rezagada, Canarias. Estos datos evidencian que las bases imponibles en la Comunidad de Madrid son tan grandes que permiten conseguir una gran recaudación con una presión fiscal reducida.

En algunos impuestos, la brecha es superior. Es el caso del IRPF, una de las principales vías de financiación de las comunidades, ya que Madrid tiene una capacidad fiscal que supera en nada menos que un 73% la media nacional (datos del año 2013). Es el resultado de la concentración de rentas altas en la capital, tanto por las rentas del trabajo como las del capital. 

Con una capacidad recaudatoria tan elevada, Madrid puede permitirse tener un IRPF autonómico bonificado, de modo que el tipo marginal más alto es del 43%, el más bajo de toda España, cinco puntos menos que el aplicado en Cataluña. Esta rebaja en el IRPF tiene un coste recaudatorio de más de 600 millones de euros al año, pero es asumible para la comunidad, ya que al tener unas bases imponibles muy amplias, la recaudación es superior a la del resto de España.

 También es muy ventajosa la situación de Madrid respecto al impuesto de sucesiones y donaciones, que tiene una capacidad recaudatoria un 135% superior a la media nacional. Se beneficia, en este caso, del elevado patrimonio de los ciudadanos de Madrid, donde las rentas son más altas y también el precio de los activos inmobiliarios. Si se suma la recaudación que pierde Madrid con los impuestos cedidos, supera los 800 millones de euros, a los que hay que añadir otros 1.000 millones como resultado de la bonificación total del impuesto sobre el patrimonio. Esto significa que Madrid pierde cada año 3.000 millones de euros de ingresos por sus beneficios fiscales (según los cálculos de la Comunidad de Madrid, sus beneficios fiscales superan los 4.500 millones).

Sin embargo, a pesar de sus rebajas de impuestos, la recaudación de Madrid sigue siendo muy superior a la media nacional, tanto, que es la comunidad autónoma que más contribuye a la solidaridad interterritorial. Unas transferencias que se ven contrarrestadas por la pérdida de bases imponibles que sufren otras CCAA como consecuencia de la competencia fiscal. Pero para Madrid, elevar la presión fiscal aumenta el riesgo de elevar su contribución a la financiación nacional, lo que supone un desincentivo a subir sus impuestos.

Otro de los datos importantes que muestran la capacidad fiscal de Madrid con respecto al resto del territorio es el de su autonomía de ingresos. Lo que se mide con este indicador es qué porcentaje de los recursos de cada comunidad procede de impuestos sobre los que tiene capacidad normativa. En otras palabras, el margen que tiene para elevar o reducir su carga fiscal. En Madrid, supera el 85% de su recaudación (datos de 2015), la comunidad con mayor autonomía de ingresos. La siguiente es Cataluña, con un 62%, y después está Baleares, que alcanza el 57%. El resto está por debajo del 50%.

Renuncia al gasto público

Madrid tiene un sistema fiscal muy favorable, no solo porque su capacidad recaudatoria sea muy elevada, también porque ha mantenido una política de gasto público muy contenida. Dado el nivel de renta de sus ciudadanos, la comunidad podría liderar los listados de calidad de servicio público de España. Sin embargo, durante estos años, se ha renunciado a gasto público a cambio de las bajadas de impuestos.

Desde 2003 hasta 2019, el gasto de Madrid ajustado por habitante y deflactado aumentó un 27%. Solo en dos comunidades creció menos: Canarias y Andalucía. El gasto total de las comunidades del régimen común aumentó un 31% en este periodo, y en Asturias, la región que más ha elevado su gasto público, se ha disparado nada menos que un 46%, casi el doble que Madrid.

Esto significa que las rebajas de impuestos de Madrid no han sido gratuitas, sino que se han pagado con unos servicios públicos más austeros. Por ejemplo, el gasto público en sanidad es el más bajo de España. Según los datos del Ministerio de Sanidad correspondientes al año 2018, la Comunidad de Madrid destinó el 3,6% del PIB a mantener su sanidad pública, casi dos puntos menos que el dato nacional. Si se tiene en cuenta el gasto por habitante, Madrid es la segunda región con menor esfuerzo fiscal para mantener la sanidad, con 1.274 euros por habitante, un 11% por debajo de la media nacional y un 19% por debajo de la comunidad con mayor gasto, País Vasco.

En resumen, la fiscalidad en Madrid ha sido resultado de una elección política de sus ciudadanos mantenida durante años a costa de renunciar a unos servicios públicos mejor financiados. Eso sí, si la rebaja de impuestos ha sido tan ambiciosa, es porque se ha beneficiado del ‘efecto capital’, que tiende a concentrar la actividad económica en torno a las capitales de los países. 

La pérdida de bases imponibles por agujeros dentro de un mismo país ha sido censurada por la literatura hacendística, de hecho, el último comité de expertos que nombró el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro abogaba por avanzar hacia la armonización fiscal con unos umbrales mínimos y máximos que fijaran las reglas del juego. Pero el mayor problema vuelve a ser el de la gran diferencia de presión fiscal y servicios públicos que sufren los ciudadanos en función de su comunidad de residencia."             (Javier G. Jorrín, El confidencial, 26/11/20)

27/11/20

Al Concierto vasco y al Concierto navarro le salió un competidor en Madrid: La política fiscal de la Comunidad de Madrid beneficia a los más ricos y capta a contribuyentes de rentas altas de otras regiones... y, como los nacionalistas vascos y catalanes, Ayuso ya dice: "los gallegos, los andaluces, los pobres... nos roban"

 "La armonización fiscal se ha convertido en el nuevo caballo de batalla entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno central. 

El acuerdo presupuestario del Ejecutivo de Pedro Sánchez con ERC por el que se pondrá en marcha un grupo de trabajo específico para la reforma del impuesto a las grandes fortunas y para acabar con "el dumping fiscal de Madrid" ha vuelto a dar alas a la guerra política que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha puesto en marcha contra el Gobierno de coalición. 

Pese a las críticas de la baronesa del PP en las que asegura que el objetivo de la armonización es "robar a los madrileños", la realidad es que los beneficios fiscales diseñados por la Comunidad de Madrid se concentran en los contribuyentes de mayor renta y riqueza y suponen una reducción de los ingresos públicos per cápita que, en comparación a la mayoría de las Comunidades Autónomas, que afecta a la calidad de los servicios públicos.

El Ministerio de Hacienda ha anunciado que la creación de la comisión para estudiar dicha reforma fiscal integral se llevará a cabo al margen de los Presupuestos del próximo año y se enmarcará previsiblemente en la modificación del modelo de financiación autonómica que se empezará a trabajar desde febrero. 

Ante la beligerancia de los ataques de Ayuso, Pedro Sánchez ha defendido que "la armonización fiscal también se tiene que producir en determinados impuestos en nuestro país si queremos garantizar algo en lo que estoy convencido que puede estar de acuerdo todo el mundo, hasta incluso la señora Ayuso, y es la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos, vivan donde vivan".

Pero lo cierto es que la política fiscal de la Comunidad de Madrid está diseñada para beneficiar sobre todo a las rentas más altas. En el informe realizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) Madrid: capitalidad, economía del conocimiento y competencia fiscal, financiado por la Generalitat valenciana, se recalca que "los beneficios fiscales diseñados por la Comunidad de Madrid operan de manera que se concentran considerablemente en los contribuyentes de mayor renta y riqueza. Los datos indican que el 7% de los contribuyentes con rentas superiores a los 60.000 euros se benefician del 42% de las minoraciones de las cuotas líquidas en el IRPF".  

En esta carrera emprendida por los Gobiernos del PP de la Comunidad de Madrid destacan las rebajas introducidas en los tributos cedidos, principalmente en el IRPF, el Impuesto sobre el Patrimonio y el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. Los investigadores del IVIE señalan que "si se cuantifican los gastos fiscales que representan esas rebajas, Madrid deja de ingresar más de 4.100 millones de euros anuales, unos 636 euros menos por madrileño. Más de la mitad de esos beneficios fiscales se concentran en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones (2.663 millones de euros). También son muy importantes las minoraciones de ingresos en el Impuesto sobre el Patrimonio (996 millones) y el IRPF (504 millones)".

Según los datos aportados por la Agencia Tributaria sobre la campaña de Renta de 2018, la Comunidad de Madrid tiene el menor porcentaje la cuota líquida autonómica en el IRPF de los contribuyentes que declaran entre 60.000 y 150.000 euros de ingresos y la segunda más bajas entre las rentas de 150.000 y 600.00 euros.

En el informe Panorama de la Fiscalidad Autonómica y Foral 2020, elaborado por el Registro de Economistas Asesores Fiscales, se pone como ejemplo un contribuyente que obtiene únicamente de rentas del trabajo 600.000 euros, soltero, menor de 65 años y sin hijos pagaría un 14% menos de IRPF en 2019 en la Comunidad de Madrid que en Navarra, autonomía donde gravan más ese nivel de ingresos. Si comparamos lo que tiene que pagar al fisco por IRPF una persona que ingrese 160.000 euros con las mismas características anteriores, la Comunidad de Madrid es la que menos grava de España, un 8% menos que la que más ingresa de un ciudadano con esta renta, que es La Rioja.

Pero es en el Impuesto sobre el Patrimonio donde la comparación con el resto de las autonomías es absolutamente disparatada. La Comunidad de Madrid tiene bonificado este impuesto en un 100%, es decir, no se paga nada. Una decisión de política fiscal que ha tenido efectos en la recaudación de toda España. Los asesores fiscales apuntan en su Panorama de Fiscalidad que "este tributo llegó a recaudar en 2008 cerca de 2.360 millones de euros, mientras que en 2017 recauda 1.267 millones de euros, lo que se explica por el mínimo exento de 700.000 euros que se aplica por defecto, por la exención de la vivienda hasta la cuantía de 300.000 euros por contribuyente –ambas medidas empezaron a aplicarse en 2012– o porque la Comunidad de Madrid lo tiene bonificado al 100%".  

Las diferencias que hay que pagar por el Impuesto de Patrimonio entre Comunidades autónomas son abismales. Así, en el ejercicio que han hecho los asesores fiscales, para contribuyentes con patrimonios de 800.000 euros, sin discapacidad y sin tener en cuenta en cuenta los 300.000 euros exentos de la vivienda habitual, en la Comunidad de Madrid no pagará nada mientras que en Aragón tendrá que ingresar en Hacienda 1.164,37 euros, en la Comunidad Valenciana, 539,44 euros, y en Castilla y León, 200 euros.

Donde se nota la merma de ingresos para la Comunidad de Madrid es para los patrimonios aún mayores. Un contribuyente con 4 millones de euros de patrimonio (las mismas características anteriores) paga con este impuesto 59.919,56 euros en Extremadura, 36.546,37 euros en Galicia, 22.400 euros en Bizkaia o 9.136 euros en La Rioja. En Madrid, cero euros.

Para un ciudadano que declare 15 millones de euros de patrimonio, tendría que pagar este año al fisco por el impuesto de patrimonio cantidades que van desde los 418.155 euros de Extremadura a 331.444 euros en Andalucía o 68.442,6 euros en La Rioja. En Madrid no pagaría absolutamente nada.

De esta manera, es fácil entender que los millonarios se hayan ahorrado casi 6.000 millones de euros a no pagar nada por este impuesto en la Comunidad de Madrid desde 2011, momento en el que el gobierno regional madrileño aprobó la bonificación total. También queda patente cómo el crecimiento del importe bonificado desde ese año, con 534 millones, hasta los más de 900 millones en 2018 deja patente el efecto tractor de contribuyentes más ricos.

Es difícilmente entendible la crítica de la patronal CEOE al Impuesto del Patrimonio, que llegó a definir como "especialmente contraproducente", por los "significativos costes que incorpora al ahorro, la inversión y la actividad". Aunque la realidad es que la Comunidad de Madrid ha dejado de ingresar 6.000 millones desde 2011 y no hay ninguna prueba que esos 6.000 millones se hayan dedicado a inversión o actividad alguna.

 Pero, además, la bonificación hace que en la Comunidad de Madrid "habrá personas que, aun superando el mínimo exento de 700.000 euros, no presentarán la declaración al no estar obligadas. El patrimonio medio de los declarantes madrileños es muy elevado, alcanzando los 9.675.043 euros, muy por encima de la media de declarantes españoles, cuyo patrimonio asciende a 3.305.039 euros".

Impuesto de Sucesiones y Donaciones

En el caso del Impuesto de Sucesiones y Donaciones todas las Comunidades Autónomas se lanzaron a una carrera intensa por rebajar este impuesto. Debido a esta rebaja, la Hacienda española dejó de ingresar 5.031 millones de euros, según los datos del Ministerio de Hacienda.

En la competición por la reducción de esta carga impositiva Madrid es la Comunidad que más ha bonificado el impuesto, siendo la autonomía que más recaudación pierde. De esta manera, la región madrileña suma el 50% del dinero que se tendría que haber recaudado con el Impuesto de Sucesiones, ya que ha dejado de recaudar 2.663 millones este año. Muy lejos de los 855 millones de Catalunya, 396 millones de Andalucía o 313 millones de la Comunidad Valenciana.

Siguiendo la simulación que hacen los asesores fiscales, si una persona de 30 años y sin discapacidad recibe de su padre 800.000 euros en dinero en efectivo sin un destino específico, tiene como cuota líquida de impuesto de Sucesiones 2.000 euros en la Comunidad de Madrid, similar a Andalucía o Murcia, pero por debajo de los 12.000 euros de las provincias vascas, 56.000 euros en Catalunya o Galicia o los 200.122,67 euros, en Extremadura y Castilla y León. Hay que subrayar que el tipo es idéntico en la Comunidad de Madrid que en las dos regiones donde más se paga, pero las bonificaciones en la autonomía donde gobierna Isabel Díaz Ayuso es del 99%.

Igualdad entre los españoles

En la carrera desbocada de Ayuso por erigirse como el referente de la oposición, pasando incluso por encima del líder del PP, Pablo Casado, la presidenta madrileña ha tumbado unos de los principales argumentarios utilizados por los populares como es la defensa de la igualdad territorial de todos los españoles. En este caso, Ayuso reivindica la desigualdad entre Comunidades Autónomas y llega a lanzar duras acusaciones contra los ciudadanos al asegurar que en España "hay dos tipos de personas, los que tiran del carro y los que viven de otros".

Con argumentos similares se ha posicionado la Confederación Empresarial Madrileña (CEIM) y el Instituto de Estudios Económicos, el think tank de la CEOE, en un informe financiado por la Comunidad de Madrid. La patronal señala que "una armonización de la imposición patrimonial para la Comunidad de Madrid supondría una pérdida de competitividad que a medio y largo plazo implicaría una contracción mínima del 2% del PIB para Madrid y del 0,5% del PIB nacional".

Como curiosidad, mientras que la CEOE y su laboratorio de ideas han exigido reiteradamente la unidad de mercado de las autonomías como elemento fundamental para impulsar la competitividad de las empresas, en el caso de la armonización fiscal, la patronal puntualiza las bondades de la corresponsabilidad fiscal como "forma parte intrínseca de la naturaleza de las autonomías". En el informe La Tributación del Ahorro y su Incidencia en la Reactivación Económica desde la Perspectiva de la Competitividad Regional, la organización empresarial insiste en que las Comunidades Autónomas "deben tener el derecho y la obligación de ejercer la corresponsabilidad fiscal", que es "una palanca de mejora de eficiencia del sector público".

Sin embargo, en el informe del IVIE se destaca como "Madrid tiene unos ingresos homogéneos per cápita de 2.515 euros, que la sitúan a la cola de España. Estos ingresos tan reducidos no se deben al Sistema de Financiación Autonómica, que deja a Madrid en una situación relativa prácticamente idéntica a la media, sino al ejercicio a la baja de su autonomía tributaria".

Estos investigadores no tienen duda en asegurar que "la consecuencia de esos bajos ingresos públicos por habitante es un bajo nivel de gasto per cápita, que no tiene las mismas implicaciones para los más beneficiados de las rebajas fiscales y el resto de los contribuyentes. Para los primeros, cuyos ingresos son altos, las consecuencias del menor gasto son menores porque usan poco los servicios públicos sanitarios, educativos o de protección social. Pero para los segundos, que son la mayoría y sí que los utilizan, los beneficios de las rebajas fiscales son menores y sufren más las consecuencias de un gasto en servicios públicos más bajo".  

Ventaja competitiva y robo de contribuyentes

La patronal, al igual que Ayuso, defiende que "Madrid es, junto al País Vasco, la región que tiene uno de los sistemas tributarios más atractivos del país y, por ello, ambas tienen una mejor clasificación en el Índice de Competitividad Regional de la Comisión Europea", sin embargo los investigadores del IVIE ponen en duda que esta ventaja competitiva que achacan a la capitalidad: "propicia la aglomeración de centros de decisión públicos y privados en Madrid, reforzando la concentración de rentas y patrimonios que más se benefician de las políticas adoptadas".

Además, recuerdan que "las rebajas fiscales de la Comunidad de Madrid tienen consecuencias sobre el resto de comunidades con las que compite fiscalmente: las bases imponibles que esta atrae reducen los ingresos de aquellas. Como se trata mayoritariamente de contribuyentes con bases elevadas, esa salida limita las aportaciones de aquellos en los que puede apoyarse la progresividad en las comunidades de origen".  

"Durante los últimos 10 años Madrid ha conseguido aumentar su número de contribuyentes en más de 100.000 personas provenientes de otras Comunidades españolas. Esto sucede pese a que los ingresos y gastos por habitante de Madrid no son elevados porque renuncia con sus reducciones impositivas a los mayores ingresos que se derivan de sus mayores bases imponibles", recuerdan los investigadores del instituto valenciano.

Según estos investigadores "la Comunidad de Madrid ha seguido una política basada en una combinación de ingresos y gastos bajos que responde a la Hipótesis de Tiebout, según la cual la estrategia fiscal tiene capacidad de incidir en las decisiones de los contribuyentes sobre dónde se domicilian".

Teniendo en cuenta las estadísticas que presenta la Agencia Tributaria sobre Movilidad del Mercado de Trabajo en las Fuentes Tributarias, Madrid habría ganado más de 103.035 contribuyentes en el IRPF entre 2009 y 2018, desde que decidió establecer importantes beneficios fiscales en sus impuestos personales, con el punto de inflexión que fue la aplicación de la bonificación del 100% del Impuesto de Patrimonio a partir de 2011.

Los cálculos de los investigadores del IVIE señalan que "si el grupo que supera los 60.000 euros de renta, ese 7% de contribuyentes concentraría el 93% de los -4.163 millones de euros de beneficios fiscales de estos tres impuestos. Esto significaría una minoración media de las cuotas líquidas de estos contribuyentes cercana a los -16.200 euros anuales, una cifra que puede considerarse capaz de incentivar el cambio de domicilio fiscal".

En el informe Movilidad de los contribuyentes de rentas altas en respuesta a las diferencias regionales en los impuestos personales, de Fedea, se describe cómo entre 2006 y 2012 el 59,3% de las migraciones del 1% con mayor renta tiene como destino Madrid."                      (Raúl Sánchez, Rodrigo Ponce de León, eldiario.es, 25/11/20)

La armonización fiscal no es un invento: los expertos a los que recurrió Rajoy en 2017 también la pedían

 "Aunque parezca nuevo por la pasión con la que sus defensores y detractores hablan estos días de la "armonización fiscal" entre comunidades autónomas, este debate es recurrente en la política española. 

No se lo ha inventado, pues, el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en el Congreso, Gabriel Rufián, como condición para unir los 13 escaños de su formación al bloque parlamentario a favor de dar luz verde a los Presupuestos Generales del Estado para 2021.

 Al Partido Popular, sobre todo a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el debate no le pilla de nuevas por mucho que su reacción haya sido la de advertir de que si se tocan "los bolsillos" de los madrileños para pagar "la corruptela al independentismo" ella se erigirá en la "peor pesadilla" de sus ejecutores.

 Evidentemente, respondía a Rufián, que había vendido como logro arañado al Gobierno en las negociaciones el que la Comunidad de Madrid deje de ser "un paraíso fiscal". En esta región existe una bonificación del 100% del impuesto sobre el Patrimonio.

A Ayuso, y al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, les sonará este debate porque no hace mucho tiempo, con un Gobierno liderado por sus siglas y comandado por Mariano Rajoy se encargaba un informe a un grupo de expertos que, sobre la base de estudio de una reforma del sistema de financiación autonómica, concluía, entre otras cuestiones, que "sería deseable armonizar las bases imponibles y liquidables de los tributos cedidos total o parcialmente [a las comunidades]". 

La recomendación era hacerlo "restringiendo la capacidad normativa autonómica a las escalas de gravamen y a posibles deducciones o bonificaciones de la cuota" y, al mismo tiempo, estudiando "la posibilidad de introducir topes máximos y/o mínimos de gravamen efectivo en ciertos impuestos patrimoniales". Son extractos literales del Informe de la Comisión de Expertos para la revisión del modelo de financiación autonómica, que lleva fecha de julio de 2017, hace solo tres años y cinco meses. El ministro de Hacienda era Cristóbal Montoro, cuyos impuestos viven ahora sus últimos días.

La creación de este grupo de expertos fue uno de los acuerdos adoptados en la Conferencia de Presidentes Autonómicos que se celebró en el Senado el 17 de enero de 2017. Integrada por personas propuestas por la Administración General del Estado y las comunidades autónomas, recibió luz verde vía acuerdo en el Consejo de Ministros del 10 de febrero de 2017.

Tensa conferencia de presidentes

La Conferencia de Presidentes que dio pie a la creación de este grupo de expertos que trasladó a un Gobierno del Partido Popular la necesidad de la armonización fiscal había estado marcada precisamente por las críticas de los barones socialistas al régimen fiscal de la Comunidad de Madrid. Por aquellas fechas era Cristina Cifuentes la que estaba al frente del Ejecutivo regional.

Abanderó el debate la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (PSOE) mientras Cifuentes se encastillaba en el "No tengo ninguna intención de subir los impuestos a los madrileños". Tres reducciones de impuestos desde 2007 habían convertido a Madrid en la comunidad con menor presión sobre el contribuyente: la tarifa autonómica del IRPF más baja, bonificación del 99% en el impuesto de sucesiones y donaciones, el impuesto de transmisiones patrimoniales más exiguo de España y sin gravar el Patrimonio. Un caso de competencia desleal de libro, se quejaban los presidentes socialistas, que, entre otras cuestiones, abogaban por un tope máximo y un tope mínimo en estos impuestos cedidos a las comunidades.

Las demandas de Susana Díaz habían venido precedidas de la advertencia de la consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía, María Jesús Montero, de que su presidenta iba a exigir acabar con el dumping fiscal entre comunidades. Montero hoy es la ministra de Hacienda del Gobierno de España. Comunidades también gobernadas por el PSOE como Extremadura o Castilla-La Mancha salieron después a respaldar la tesis de Susana Díaz, llegando incluso a hablar de que Madrid "es un paraíso fiscal" en España. 

No es pues Rufián quien se refiere por primera vez al régimen tributario de la Comunidad de Madrid recurriendo a expresiones como "dumping fiscal" o "paraíso fiscal".

En el citado informe de los expertos se destacaba que "un problema adicional en relación con los tributos cedidos totalmente [a las comunidades autónomas] ha sido la falta de atención por parte del Estado a la actualización de su normativa, que en algunos casos se remonta a hace más de treinta años".

Los ejes del acuerdo

Este jueves, desde ERC hicieron públicos los ejes del Acuerdo Gobierno-ERC para el voto favorable del Grupo Republicano a los Presupuestos Generales del Estado de 2021.

Concretamente, el tema que afecta a la Comunidad de Madrid es el punto 9, el que se refiere a la "reforma del Impuesto sobre el Patrimonio". "El Impuesto sobre el Patrimonio debe jugar un papel relevante para mejorar la legitimación del sistema tributario, contribuyendo a mejorar la equidad y la gestión administrativa de otros gravámenes. La última reforma estatal de este impuesto tiene fecha de 2011, por lo que resulta necesario actualizar sus elementos esenciales para ajustarlos a la realidad socioeconómica actual. El establecimiento de límites mínimos y/o máximos de gravamen efectivo puede evitar situaciones de competencia fiscal a la baja. Por ello, se acuerda la creación de un Grupo de Trabajo para analizar la reforma del Impuesto sobre el Patrimonio", puede leerse en el texto facilitado por la formación republicana.

Otro de los puntos aboga por la creación de "un comité de personas expertas para establecer las bases para una reforma tributaria estructural a medio y largo plazo que modernice y aumente la eficiencia del sistema tributario del Estado".

Fuentes del Ministerio de Hacienda consultadas por infoLibre aseguran que no manejan un plazo aproximado para este punto. Mantienen que todavía es demasiado pronto para fijar un calendario y defienden que esta cuestión de la armonización fiscal no ha ir obligatoriamente de la mano de la reforma del sistema de financiación autonómica, aunque este no es un escenario descartable. El acuerdo no se articulará en los Presupuestos que Sánchez quiere tener aprobados antes de fin de año y para los que ya cuenta con una mayoría sobradísima, por encima de la absoluta.

Sánchez pide a Ayuso que hable "con dirigentes del PP"

Hace unas semanas, en un acto público en la Comunitad Valenciana, el president Ximo Puig exigió la "armonización fiscal", que se acabase con los "paraísos fiscales", el "dumping fiscal" y el "efecto capitalidad" de Madrid. Y el presidente recogió el guante. "Me parece fundamental que renovemos después de la pandemia nuestro sistema fiscal".

La resaca del 'sí' de Rufián a los Presupuestos y el enfado, sobre todo en Madrid, pilló al presidente del Gobierno en Palma, en la XIX Cumbre hispano-italiana. Preguntado por esta cuestión en la rueda de prensa posterior, Sánchez abogó por la "armonización fiscal" para acabar con la desigualdad entre territorios y advirtió a Ayuso de que hasta dentro del PP hay quienes están de acuerdo con eso. 

"Esa armonización fiscal también se tiene que producir en determinados impuestos en nuestro país si queremos garantizar algo en lo que estoy convencido que puede estar de acuerdo todo el mundo, hasta incluso la señora Ayuso, y es la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos, vivan donde vivan", subrayó. "Si hablan con dirigentes del PP les dirán que hay que resolver el problema de armonización fiscal", recalcó.

En 2017, el gallego Alberto Núñez-Feijóo se mostró partidario de una horquilla "de máximos y mínimos" en impuestos. En una entrevista concedida a la cadena Ser, el dirigente conservador dijo ser partidario de la autonomía fiscal de las comunidades pero no vio con malos ojos que se marcasen unos límites.

También recordó el presidente del Gobierno el citado informe con las recomendaciones de los expertos de la etapa de Rajoy.

La dirección nacional del PP va a dar la batalla en este campo para respaldar las posiciones de Ayuso, según ha podido saber este diario en fuentes de la sede nacional de la calle Génova.

Pero no sólo hay críticas desde la derecha. Desde la izquierda, el diputado de Más País Íñigo Errejón aseguró que ERC se equivoca en el planteamiento de supeditar su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado a la fiscalidad de la Comunidad de Madrid, dado que así "le hace el juego" a Ayuso y supone también "un flaco favor al Madrid progresista".              (Yolanda González, InfoLibre, 26/11/20)

12/1/18

Víctor Gómez, militante socialista, pide al Defensor del Pueblo que recurra el cupo vasco ante el Tribunal Constitucional

"El pasado viernes se publicó en el BOE la ley que establece el cálculo del cupo vasco para el quinquenio 2017-2021

Pese a la amplia mayoría parlamentaria que la había respaldado unas semanas antes, esta ley ha suscitado –por su contenido y por las condiciones de su trámite– la crítica de muchos expertos y las dudas de numerosos ciudadanos, entre los que me cuento, por ahondar en la ruptura en la igualdad de acceso a los servicios públicos y otros derechos entre comunidades autónomas. 

Además, dentro del PSOE, muchos militantes opinamos que se trató de una posición incoherente y desacertada, que no se debatió suficientemente.

El monto del cupo se negoció a nivel exclusivamente político entre PP y PNV, anunciándose con meses de antelación a cualquier pretendida justificación técnica de su cálculo. Aunque el Gobierno había excluido el régimen del País Vasco y Navarra del estudio sobre la financiación del sistema autonómico que encargó a un grupo de expertos, al ser necesario calcular el presupuesto disponible para la solidaridad interterritorial se puso de manifiesto que estas dos comunidades reciben recursos de la Hacienda central en lugar de aportarlos, pese a encontrarse entre las más ricas de España. 

Fue también la conclusión de otros expertos a los que el Gobierno encargó anteriormente el cálculo de las balanzas fiscales y es notoriamente la opinión mayoritaria de especialistas académicos y profesionales.

En el texto de la ley, se pretende que el cálculo del cupo surge de los flujos financieros resultantes del régimen de concierto económico con el País Vasco, pero las administraciones responsables de esta negociación bilateral no han publicado el detalle que permita su escrutinio, limitándose a proclamar unas cifras agregadas que totalizan el monto predeterminado políticamente.

 Ni siquiera el trámite parlamentario pudo ser la ocasión para contrastar esas cifras, ya que se convino su aprobación en lectura única

Las fórmulas para el cálculo del cupo, que están pues desvirtuadas para que sumen el insolidario resultado pactado para 2017, son las que se aplicarán además hasta 2021, previendo incluso un mecanismo adicional en el caso de la balanza del IVA para inclinarla adicionalmente en favor del País Vasco según evolucione la recaudación de este tributo.

Diversos datos oficiales muestran que las importantes ventajas en la prestación de servicios públicos en el País Vasco no pueden explicarse solamente en una posible eficacia de gestión por parte de la comunidad autónoma, sino sobre todo en el injustificado desequilibrio en los mecanismos de solidaridad interterritorial del que se beneficia.

 Es por ejemplo el caso del superior sueldo –con frecuencia del orden del 30%– de muchos empleados públicos vascos respecto a sus homólogos en otras comunidades autónomas o en la administración central, que no se puede considerar una mejora fruto de la buena gestión cuando el propio coste de esa masa salarial se ha incorporado íntegramente en la balanza del cupo a beneficio del País Vasco.

He presentado una petición al Defensor del Pueblo para llamar la atención sobre estas cuestiones e interponga, si lo estima oportuno, recurso de inconstitucionalidad. Resulta muy improbable que los demás poderes habilitados para presentar este recurso se decidan a hacerlo, pese a que existen probablemente millones de españoles con legítimas dudas sobre su constitucionalidad.

No comparto pues el sentido de esta ley ni en el plano español ni en lo que dificulta una progresiva armonización europea. No obstante, con mi petición no he buscado restar legitimidad a la negociación política, ni pretender que el Defensor del Pueblo sea su árbitro ni siquiera partícipe, tampoco defender ingenuamente que cuestiones complejas como el nivel de prestación de los servicios públicos sean reducibles a meros cálculos técnicos.

Además, ha reiterado el Tribunal Constitucional que la igualdad a lo largo del territorio español no puede reducirse a una total uniformidad que sería incompatible con la autonomía de las distintas comunidades, que incluso puede ser un aliciente para la mejor gestión de los recursos. 

Sin embargo, las evidencias que he intentado resumir –y que han ilustrado ampliamente muchos expertos– creo demuestran que con el cálculo del cupo vasco (quizá no solo en esta ocasión, aunque nunca antes llegara a denunciarse tan ampliamente) no nos encontramos en ese margen de diferencias aceptables o incluso convenientes, sino ante una asumida ruptura de los principios constitucionales de igualdad y solidaridad, que no pueden ser moneda de cambio para una pretendida estabilidad gubernamental.

Una vez más, un partido nacionalista logra cobrarse de la solidaridad territorial la continuidad de un gobierno en La Moncloa. La novedad ha sido que, desde la oposición, el PSOE del estéril “no es no” que no supo aportar condición alguna a la investidura de Rajoy –o incluso lograr que el PP cambiara de candidato–, entregue ahora un “sí” tan obsecuente como anticipo de lo que costarían los votos del PNV en una hipotética moción de censura

 Más aún cuando este partido se ha permitido sabotear la comisión de evaluación del estado autonómico, que es la principal iniciativa política de Sánchez, como antesala de una posible reforma constitucional.

Si queremos evaluar el reparto de competencias entre nuestros administraciones de distinto nivel territorial, es necesario un discurso general (que bien pueden trazar las personalidades invitadas a la comisión) pero es necesario también convocar a expertos para analizar los principales sectores, estableciendo en grandes líneas el “nivel de servicio”, los problemas de coordinación y, por supuesto, el coste y su financiación. 

En consecuencia, lo coherente con la atención y margen de acción que merece esta comisión es que, a partir de sus conclusiones, se hubiera negociado la financiación de todas las comunidades autónomas (no urgía especialmente la del País Vasco, puesto que las de régimen general también tienen pendiente su actualización).

Denunciar el abuso que supone el monto del cupo y las formas de su negociación no supone ni cuestionar el concierto ni atacar a los vascos. Algunos expertos proponen un concierto amplio pero no completo (tampoco lo es el actual del País Vasco y técnicamente es casi imposible que llegara a serlo) para todas las Comunidades, que recaudaran directamente buena parte de los recursos que van a gastar, pero manteniendo siempre suficientes ingresos en la administración central para sus propias competencias y para distribuir la solidaridad interterritorial.

En cuanto a los habitantes del País Vasco, no hay duda de que actualmente se benefician de estos ingresos adicionales. No obstante, más allá de los valores intrínsecos que tiene la solidaridad, a medio plazo acabará no siendo rentable intentar ser el hijo pródigo de un Estado débil que no logra sumar fuerzas en una Europa que necesitará mayor igualdad, si quiere resistir unida la amenaza de otras potencias a nuestro modelo de progreso y bienestar.

La encrucijada en la que se encuentra España –y en la que estoy convencido el PSOE debe volver a ser un actor decisivo en su resolución– es reescribir, probablemente en papel europeo, el contrato social que nos liga. Pasará posiblemente por una reforma constitucional pero requiere sobre todo de un debate y un acuerdo mucho más amplios sobre qué significan la libertad, la igualdad y el progreso."