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15/5/23

El Parlamento de Lituania prohíbe a ciudadanos rusos y bielorrusos adquirir bienes inmuebles

"El Parlamento de Lituania ha aprobado este martes un proyecto de ley con el que se prohíbe a ciudadanos rusos y bielorrusos adquirir bienes inmuebles, siendo el país báltico uno de los que más medidas legislativas ha aprobado contra Rusia en represalia por su invasión de Ucrania.

El Parlamento de Lituania –Seimas– ha aprobado este martes un proyecto de ley con el que se prohíbe a ciudadanos rusos y bielorrusos adquirir bienes inmuebles, siendo el país báltico uno de los que más medidas legislativas ha aprobado contra Rusia en represalia por su invasión de Ucrania.

El proyecto ha contado con 76 votos a favor, trece en contra y 34 abstenciones. Las excepciones a la norma se aplicarán en aquellos ciudadanos rusos y bielorrusos con permiso de residencia permanente, o bien hayan adquirido dichos inmuebles a modo de herencia, recoge el portal de noticias báltico Delfi. (...)

En las últimas fechas, el Seimas ha legislado para prohibir a los ciudadanos rusos en el país poder portar armar y retirar toda referencia a su pasado soviético, ha incluido a Rusia en su lista de patrocinadores del terrorismo, ha aprobado resoluciones para pedir a la ONU cerrar el espacio aéreo sobre Ucrania, o presionar a Occidente para «aislar a Rusia»."             (diario dia, 04/04/23)

12/5/23

Reuters: Exámenes de espíritu nacional en Letonia sólo a ciudadanos rusoparlantes. Examen de rusofobia podrían llamarlo. Si fallan, pueden serr deportados, a pesar de llevar viviendo allí décadas

Carlos Glez. Penalva @cgpenalva

Exámenes de espíritu nacional en Letonia sólo a ciudadanos rusoparlantes. Examen de rusofobia podrían llamarlo. Si fallan, pueden serr deportados, a pesar de llevar viviendo allí décadas.
La bandera de la URSS que liberó Berlín del nazismo, ha sido borrada de las celebraciones.
Reuters @Reuters

In Latvia’s capital Riga, dozens of elderly Russians wait to take a basic Latvian language test, as a proof of loyalty to a country where they have lived for decades. If they fail, they may face expulsion https://reut.rs/3M57d01

Traducido del inglés

En la capital de Letonia, Riga, decenas de ancianos rusos esperan para realizar un examen básico de idioma letón, como prueba de lealtad a un país en el que han vivido durante décadas. Si fallan, pueden enfrentar la expulsión https://reut.rs/3M57d01

5:30 p. m. · 8 may. 2023 2 M Reproducciones
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11:20 p. m. · 8 may. 2023 3.822 Reproducciones
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8/2/22

Esto lo dice... ¡Un profesor de derecho constitucional! : “Es necesario asumir que si se hace efectiva la República habrá gente que no querrá asumir la nacionalidad catalana. No entiendo por qué es necesario tener en consideración el parecer de este grupo"... pues vaya con el respeto a las supuestas minorias... puro fascismo

"(...) Traduzco el insultante (e incluso chulesco) comentario de Héctor López Bofill (profesor de derecho constitucional de la UPF, poeta, concejal de JuntsxCat en Altafulla, Tarragona):

“Es necesario asumir que si se hace efectiva la República habrá gente que no querrá asumir la nacionalidad catalana. No entiendo por qué es necesario tener en consideración el parecer de este grupo una vez se ha demostrado reiteradamente que son minoría y que rechazan participar en el proyecto colectivo”.

¡Un profesor de derecho constitucional -¡constitucional!- menosprecia abiertamente a la ciudadanía constitucionalista o no nacional-secesionista de .Cat! ¿Se ha demostrado, esta es la palabra que usa, que somos minoría? ¿Y qué pasaría y justificaría si lo fuéramos (aunque no lo somos)? ¿El proyecto secesionista -”proyecto colectivo” (?)- es un proyecto de todos como deja a entrever HLB? (...)"                                (Salvador López Arnal, blog, 26/11/21)

28/8/20

La limpieza administrativa como legitimador estatal: el caso esloveno... 'Los borrados'. ¿El destino de los charnegos o los maketos?

 "Imagine el lector o la lectora de este artículo que ha nacido en Yugoslavia, un estado que dejó de existir en 1991. Imagine también que nació en Belgrado o en Banja Luka pero que por motivos diversos se debió trasladar a Ljubljana o a Kranj, hoy día Eslovenia, para poder desarrollar su vida. 

Continuando con el ejercicio de imaginación, suponga que lleva trabajando en su nuevo lugar de residencia ya varios años y aunque usted no tenga la nacionalidad eslovena, usted reside legalmente en ese área con todos los documentos en orden y al día porque, después de todo, Eslovenia forma parte de Yugoslavia. En un momento dado, Yugoslavia comienza a fragmentarse precisamente por el flanco en donde el lector o la lectora vive y finalmente, tras una breve guerra, el país alpino obtiene su independencia y funda la primera experiencia estatal de su historia. 

El lector experimenta incertidumbre, pero al observar que tras la tempestad todo ha vuelto a la normalidad y se puede continuar haciendo una vida en términos normales, considera que no existe ningún peligro y puede seguir residiendo en Eslovenia sin mayores dificultades. No obstante, seis meses después de la fecha de declaración de independencia, se lleva una desagradable sorpresa al enterarse de que sus documentos de residencia, seguridad social, permiso de trabajo, etc. ya no son válidos por pertenecer a un estado que ya no existe. Se pasa entonces a formar parte de un limbo legal. 

Oficialmente, no son residentes ilegales en Eslovenia y tampoco son refugiados de las Guerras de Yugoslavia, pero al mismo tiempo no están legalmente viviendo en Eslovenia, con todo lo que ello supone en términos de seguridad social, derechos sociales, laborales, económicos y políticos. En otras palabras, ni pueden abandonar Eslovenia porque sus pasaportes y otros documentos fueron emitidos por un estado que ya no existe, y por la misma razón tampoco pueden continuar sus vidas en términos normales en Eslovenia. No obstante, el lector no está solo en esta limpieza étnica administrativa, sino que se suma a otras 18.350 personas –según datos oficiales– que se han convertido en borrados o, como se dice en esloveno, en Izbrisani.   (...)

Los borrados como legitimadores del nuevo Estado esloveno

La cuestión de los borrados y la limpieza étnica administrativa llevada a cabo por el aparato estatal esloveno comienza a inicios de 1992, sin que nadie, ni tan siquiera los propios afectados, se dieran cuenta inmediatamente de lo que estaba sucediendo. Así, a diferencia de lo que sucedió en Croacia en 1991 o lo que comenzaría a suceder en Bosnia y Herzegovina a partir de 1992, no se observaron grandes y largas filas de personas errando sin rumbo tras haber sido expulsadas de las principales ciudades del país como Ljubljana, Maribor, Kranj o Koper. Incluso en un acto tan reprobable y despreciable como es el de la limpieza étnica, los eslovenos siempre supieron estar un paso por delante a sus antiguos compatriotas yugoslavos –serbios, croatas, musulmanes de nacionalidad y albaneses– y llevar a cabo la operación con gran sigilo y pulcritud administrativa, algo que el resto tan solo pudieron acometer a través del monopolio de las armas.

La historia de los borrados comienza justo el día después de la declaración de independencia de las autoridades eslovenas. Eslovenia pasaba a ser un estado independiente y como tal, todos aquellos que no tenían el permiso de residencia en regla por no ser nacionales eslovenos debían solicitar la nueva nacionalidad eslovena, siendo la fecha límite el 26 de diciembre de 1991, esto es, justo seis meses después la independencia. Según números oficiales, la medida afectó a 18.305 personas, aunque existen otras cifras que sitúan el número de afectados entre 25.000 y 40.000.

Más allá de las cifras, es relevante comprender que las personas que se vieron afectadas por esta limpieza administrativa procedían de alguna zona de la antigua Yugoslavia. La importancia de la nacionalidad radica en que para las minorías italianas y húngaras, las autoridades eslovenas bien se cuidaron de garantizarles derechos, especialmente en el terreno cultural, con el objetivo de poder recorrer el camino de ingreso a la Unión Europea sin sobresaltos o problemas añadidos. Italia era miembro fundador de la Unión Europea, mientras que Hungría había sido, junto con Polonia, uno de los dos países en comenzar a romper el monopolio comunista en Europa central y oriental, propiciando así el camino para la “reunificación europea” bajo la plataforma de la UE. 

Sin embargo, en lo referente a las minorías serbias, croatas o musulmanas de nacionalidad (bosniacos), que eran superiores numéricamente en 1991 a las minorías italianas y húngaras, las autoridades ejecutivas y legislativas de Eslovenia hicieron todo lo posible para borrar su presencia de suelo esloveno, aunque tuviese que ser a nivel administrativo. En otras palabras, Eslovenia llevó a cabo el proceso de limpieza étnica administrativa con el objetivo de fortalecer su recién obtenida soberanía nacional a costa de erosionar los derechos de ciertas minorías étnicas y así eliminar todo recuerdo de que Eslovenia había formado parte de la Federación de los Eslavos del sur.

 Si bien es cierto que el límite de los nuevos permisos y concesiones de la nacionalidad eslovena era a finales de diciembre, no fue hasta febrero de 1992 cuando la normativa comenzó a tener efecto. Un movimiento que tiene sentido porque en aquellos dos meses entre el fin del tiempo otorgado y el comienzo de la aplicación de la nueva normativa, Eslovenia se jugaba su integración en la comunidad internacional. Una vez que el objetivo de ser reconocido como un Estado de pleno derecho fue obtenido, las autoridades eslovenas no tuvieron ya ningún impedimento para poder llevar a cabo sus planes. Más aún, teniendo en consideración todo lo que estaba sucediendo al sur de sus fronteras, parecía improbable que los media o gobiernos occidentales reparasen en lo que ocurría con los borrados. Y en efecto así ocurrió. Eslovenia fue olvidada rápidamente ante el devenir de los sucesos en Croacia y especialmente en Bosnia-Herzegovina, permitiendo así a las autoridades eslovenas manejar el asunto tal y como lo deseasen.

 Se calcula que de los 200.000 residentes de otras repúblicas yugoslavas que vivían en Eslovenia en 1991, 170.000 fueron capaces de registrarse como nuevos ciudadanos en Eslovenia antes del fin del plazo de finalización, mientras que 18.305 personas fueron eliminadas de los registros a finales de febrero de 1992. Las razones que explican por qué las 18.305 personas eliminadas del registro no solicitaron la ciudadanía eslovena fueron las siguientes. Un porcentaje importantes de los afectados no se enteraron de la necesidad de solicitar la nueva ciudadanía eslovena, o bien simplemente consideraron que no era necesario solicitarla debido a que estaban viviendo en Eslovenia desde tiempo antes de la consecución de la independencia del país. A lo anterior, se debe añadir que hubo un cierto porcentaje de personas que solicitaron la ciudadanía y se les fue denegada, no pudiendo presentar las pertinentes alegaciones en el plazo indicado por las autoridades eslovenas y convirtiéndose así en apátridas debido a que las autoridades eslovenas requisaron también sus documentos nacionales que habían sido emitidos durante la época yugoslava. Además, también se debe considerar que la Ley de Ciudadanía eslovena demandaba a los extranjeros de las antiguas repúblicas yugoslavas a convertirse en ciudadanos eslovenos para así poder adquirir el permiso de residencia. No obstante, algunas personas no querían renunciar a su nacionalidad o a su pasaporte yugoslavo por diversas razones y por ello simplemente intentaron gestionar una petición de residencia y no de nacionalidad, cuestión que la ley no preveía.

En conclusión, las autoridades eslovenas reforzaron la soberanía nacional obligando a la mayoría de los antiguos ciudadanos yugoslavos a tomar la ciudadanía eslovena si querían vivir en el país alpino y borrando a aquellos que por diversas razones no pudieron completar los trámites en el plazo fijado. Para estos últimos, para los borrados, comenzaba un camino de sufrimiento que aún a día de hoy existe.

El estigma de ser un borrado

Todos aquellos que fueron eliminados del registro de residentes de Eslovenia se convirtieron en ciudadanos ilegales con todo lo que ello suponía. Sus derechos económicos, sociales, culturales y políticos fueron substraídos y tirados a la basura en un plan premeditado y bien ejecutado por las autoridades eslovenas y ante la indiferencia de las principales instituciones internacionales, especialmente la Unión Europea, que en ningún momento formuló comentario alguno sobre la situación de esas 18.350 personas.

Es cierto que desde bien temprano la situación sí llamo la atención de diversas ONG de Eslovenia, como por ejemplo Unione Forense per la Tutela dei Diritti Umani, que son dos de las principales organizaciones que han puesto en marcha el proyecto “The Erased. Information and Documents”, una excelente plataforma de información y de defensa de aquellos que fueron borrados. No obstante, esta pronta atención por parte de ciertos colectivos sociales tardo tiempo en surtir efecto. Así, no sería hasta 1999 cuando el Tribunal Constitucional de Eslovenia reconoció la ilegalidad y la discordancia de la Ley de Ciudadanía de 1991 con algunos artículos de la Constitución eslovena de 1990. Además, en el 2003, el mismo Tribunal Constitucional volvió a emitir una sentencia condenatoria que como novedad traía la obligación al Estado esloveno de reparar y enmendar los daños y perjuicios a los afectados por la limpieza étnica administrativa. También desde instituciones internacionales se fueron tomando la cuestión más seriamente. En un primer momento fue el Consejo de Europa quien emitió varios informes sobre la condición de los borrados y también sobre el trato xenófobo y de marginación que los borrados recibían por una parte mayoritaria de la sociedad eslovena. Por su parte, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Asamblea General de la ONU observaba a finales de 2005 que los derechos económicos, sociales y culturales, incluyendo el derecho al trabajo, a la seguridad social, a la sanidad y a la educación de los «borrados» habían sido violados.

Afortunadamente para los borrados y gracias a la presión ejercida por parte de la sociedad civil eslovena y organismos de defensa de los derechos humanos a nivel internacional, las autoridades eslovenas comenzaron a realizar un esfuerzo, aunque bien tímido y modesto, para poder reparar el daño que habían infligido a esas personas a comienzos de la década de 1990. No obstante, y aunque es cierto que para el año 2009, 10.943 personas ya habían regularizado su situación en Eslovenia, aún restaban 13.426 con una situación ilegal en el país. Por otro lado, en términos de compensaciones económicas por esta cuestión, 6.888 peticiones fueron realizadas, siendo 5.045 aprobadas, mientras que 1.433 peticiones fueron rechazadas.

Queda claro que detrás de la limpieza étnica administrativa hubo una intencionalidad política por parte de las élites y autoridades eslovenas, como bien han demostrado declaraciones de Boris Pahor, referencia intelectual para una parte de la sociedad eslovena, o Igor Bavčar, quien fuera ministro de interior esloveno en la época en la que el fenómeno de los borrados tuvo lugar. Ambos argumentan que aquellos que fueron borrados lo fueron, bien porque eran un peligro para la independencia eslovena –caso de Pahor–, o bien debido a que simplemente no quisieron ser ciudadanos eslovenos –caso de Bavčar. Además, a lo anterior se le debe sumar el deseo de las nuevas élites eslovenas por deshacerse rápidamente de todo lo que sugiriese una conexión con la antigua Yugoslavia para así poder poner la marcha directa hacia la Unión Europea. Y es que, después de todo, Eslovenia supo vender una imagen de democracia occidental que respetaba totalmente los derechos humanos de sus ciudadanos, aunque claro está que las 18.350 personas afectadas por la limpieza étnica administrativa no estarán de acuerdo con la afirmación anterior."                    (Marcos Ferreira  , El Orden Mundial,  28/01/16)

3/8/20

Puigdemont: "Tenemos que estar pendientes de poner en tensión un cuerpo policial para tener el control de territorio? Que al final es control de personas. No solo control físico sino de personas."... o sea, control de los charnegos... la via eslovena, la que privó a los falsos eslovenos de la ciudadanía, de poder recibir tratamientos médicos gratuitos, poseer los inmuebles que habían comprado, no poder tener una cuenta en un banco...

"El ex president de la Generalitat, Carles Puigdemont, en una entrevista en Vilaweb, reclama que "tenemos que estar pendientes de poner en tensión un cuerpo policial para tener el control de territorio? Que al final es control de personas. No solo control físico sino de personas. Debemos ser capaces de preparar el control del territorio, y tenerlo a punto cuando volvemos a encontrar aquella pared que España siempre tiene preparada".

"La lección de 2017 es que cuando España, incluso en momentos tan críticos, habla de negociar, no nos lo tenemos que creer. Hemos de aprender. Y no volver a cometer este error. Esta lección la pongo al servicio de generaciones futuras: que entiendan que delante hay un estado que es trilero. Lección para relacionarse con el Estado español en el futuro", apunta por otra parte.

Puigdemont cree que "si España nos señala como único camino transitable para que Cataluña sea un estado independiente, y ejerza el derecho a la autodeterminación, el de gestionar un conflicto con España, las lecciones de octubre del 2017 son muy útiles".

El ex president cree que "nosotros no tenemos que poner la violencia. Y que la violencia es algo muy diferente de la resistencia activa y otras cosas. Nosotros hemos de preguntar cada día en España si piensa renunciar a la violencia para impedir la independencia. Del mismo modo que yo sí estoy dispuesto a renunciar a la violencia para llegar a la independencia".

Finalmente señala que "una parte de los miembros de la Guardia Civil, a diferencia de la Policía Nacional, viven aquí y se integran familiarmente. Esta gente es necesario que sientan que una República independiente también es suya, aunque ellos no la quieran".     (e-notícies, 23/07/20)


"El día después de la vía eslovena: la purga que dejó sin nacionalidad a 25.000 personas. El proceso independentista que la Generalitat ha tomado como modelo para Cataluña purgó de los registros a miles de 'falsos eslovenos'.

Es bien sabido que Eslovenia consiguió la independencia de la extinta Yugoslavia en junio de 1991 tras 10 días de conflicto armado, 76 muertos y el apoyo de estados como Alemania o el Vaticano. Pero se sabe mucho menos de lo que ocurrió justo después, de la pos-independencia. Una de las primeras acciones del recién inaugurado Gobierno constituyó una grave violación de derechos humanos, según los propios tribunales europeos: en febrero de 1992 se suprimeron en los registros civiles los nombres de todos los ciudadanos que no habían solicitado —o a los que se les había negado— la nueva ciudadanía.


La decisión afectó a aquellos que no se sentían parte de esa nueva patria, así como a aquellos que las autoridades no consideraron 'verdaderos eslovenos' por sus atecedentes culturales, políticos o étnicos. El atropello afectó a más de 25.000 individuos que fueron despojados de su estatus legal —se convirtieron en apátridas de la noche a la mañana— y que hoy, más de 25 años después, tras varias sentencias nacionales e internacionales, siguen pleiteando en los tribunales o han rehecho sus vidas en terceros países.


De acuerdo con los datos proporcionados por instituciones y organizaciones de la Unión Europea, más de un 1% de la población, al menos 25.671 personas, 'desaparecieron' de los registros de residentes permanentes. La operación fue autorizada por los responsables del Ministerio de Interior esloveno y se puso en marcha sin informar previamente a los afectados, que perdieron su derecho a trabajar, a recibir asistencia médica y a todos los beneficios sociales (pensiones, trabajos en la Administración pública, etcétera). En los casos más dramáticos, fueron directamente expulsados del país. Otros se enteraron cuando se les denegó la entrada tras regresar de un viaje al extranjero.


¿Cómo ocurrió algo así? “La respuesta es sencilla. La iniciativa la impulsaron los partidos de la derecha nacionalista. Pero también los partidos de centro-izquierda, temerosos de perder votos, no quisieron hacer nada en los años posteriores para tratar de corregir las injusticias que sufrieron los ‘borrados’ [las víctimas de esta supresión de ciudadanía]”, explica a El Confidencial Matevž Krivic, abogado, exjuez del Tribunal Constitucional esloveno y una de las personas que más se han esforzado por intentar resolver el caso. “Durante mucho tiempo, ningún Gobierno quiso enfrentarse a este problema. La opinión pública veía muy negativamente a los borrados", coincide en una entrevista vía correo la investigadora Maja Ladic, del Instituto para la Paz (Mirovni Institute) de Liubliana, "y los políticos temían perder su popularidad si intentaban resolver el problema”.


Los no eslovenos

Esta cancelación masiva golpeó en particular a personas que habían estado viviendo varios años en Eslovenia pero habían nacido en otros estados de la hoy difunta Yugoslavia socialista, y que o no habían solicitado la nacionalidad eslovena en los seis meses posteriores a la declaración de independencia del país, o habían sido rechazados por distintos motivos. Algunos de ellos habían pertenecido al Ejército Nacional Yugoslavo, aunque las organizaciones también encontraron casos de personas nacidas en Eslovenia pero cuyos padres nacieron en otras repúblicas de la hoy extinta Yugoslavia. La vieja república federal de Tito permitía —incluso potenciaba— que la población se mezclase y se desplazase libremente por el territorio. Era habitual cambiar de territorio mediante el estatus de 'residente permanente', que permitía acceder a los mismos derechos que los demás conservando la nacionalidad de su país de origen.


La medida tuvo efectos dramáticos. “En 1993, la policía irrumpió en nuestro apartamento y nos pidió entregarles todos nuestros pasaportes. También el de nuestra hija más pequeña, nacida en Eslovenia y que no había vivido en ningún otro lugar. Fue un 'shock”, explica una mujer bosnia, según el testimonio recogido por el Instituto para la Paz de Liubliana. “En 1991, solicité la nueva ciudadanía para toda mi familia. Aceptaron las peticiones de mi mujer y de mis hijos, pero la mía no, porque faltaban algunos papeles. Les respondí que no podía viajar para recuperar estos documentos porque había sufrido un grave accidente de tránsito y me borraron”, contó otro ciudadano nacido en Serbia y que llevaba más de 30 años viviendo y trabajando en Eslovenia cuando fue objeto de la cancelación.


“Han perdido el derecho a votar, a ser elegidos, incluso a recibir una pensión después de las décadas transcurridas en Eslovenia”, rezaba, por su parte, un informe de 1996 del Instituto Helsinki Monitor. “Tampoco tienen derecho a recibir tratamientos médicos gratuitos por los cuales han pagado impuestos toda su vida (…) o poseer inmuebles que han comprado”, continúa el testimonio. No poder poseer una cuenta en un banco o tener acceso a cuidados médicos, hasta el fenómeno de las familias rotas por la expulsión del país de un familiar, fueron otras consecuencias de la medida para miles de individuos.


El fin de las hostilidades y el desmoronamiento definitivo de Yugoslavia tampoco acarrearon una solución definitiva al problema. Porque el asunto se escondió durante mucho tiempo bajo la alfombra. El tema empezó a sacudir a la opinión pública en 2012, gracias a una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En el procedimiento conocido como Kuric v. Slovenia, la Gran Sala del TEDH reconoció que los demandantes habían sufrido discriminación y dispuso un plazo de un año para la creación de un plan nacional de indemnizaciones para las víctimas. “Sin el pronunciamiento del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el problema probablemente nunca se habría encarado”, opina Lalic.

Una rabia que persiste

Incluso después de la intervención de la corte europea, solo unos pocos, menos de la mitad, recuperaron los derechos perdidos. “De esos 25.671, solo 11.000 han recuperado su estatus legal en la actualidad. Unos 3.000 fallecieron y, para los restantes 12.000, el Tribunal Constitucional esloveno pidió ya en el lejano 2003 una regularización de su estatus. Pero esto fue ignorado hasta 2010, cuando la ley sobre los borrados fue parcialmente enmendada”, sostiene Krivic. “Los casos más graves son los de los apátridas, que todavía existen. Es el caso de algunos niños nacidos en Eslovenia fruto de uniones de personas de otras repúblicas yugoslavas”, señala la investigadora Ladic.


La batalla de los borrados, de hecho, también ha generado en estos años multitud de debates jurídicos y legislativos dentro y fuera de Eslovenia. Desde 1992 ha habido, en total, dos sentencias del Tribunal Constitucional esloveno, tres leyes nacionales, dos pronunciamientos del TEDH, un esquema de compensaciones (en 2014), un referéndum poco tiempo después y numerosos informes académicos. Algo que, sin embargo, no ha resuelto la indignación y la rabia de muchos de los afectados. Todavía hay casos que se reportan al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, asegura Krivic. “Es una vergüenza para Eslovenia”, insiste el juez. Las compensaciones económicas para las víctimas se siguen peleando en los tribunales a día de hoy y el tema sigue ocupando estos días a la opinión pública de la joven república, la más próspera de la extinta Yugoslavia.


Esto se debe, en parte, a que las indemnizaciones han sido escasas. En concreto, según cifras enviadas por el Gobierno esloveno a El Confidencial, 8.176 individuos han presentado solicitudes y 5.792 han obtenido hasta la fecha una indemnización por los daños sufridos, tras el establecimiento del esquema de compensaciones de 2014. “En total, el Estado aprobó indemnizaciones por unos 26,4 millones de euros, el equivalente a un promedio de 4.500 euros por cada individuo damnificado. Nadie recibió más de 13.000 euros”, afirma Ladic. “El Estado se ha esforzado en los últimos cinco años para dar una justa reparación”, sostiene, por su parte, una portavoz del Gobierno esloveno.


Con el paso de los años se han conocido además detalles escabrosos sobre cómo se llegó a esa decisión entre 1991 y 1992. De acuerdo con la documentación recabada por el Instituto para la Paz de Liubliana, el entonces ministerio del Interior sabía qué consecuencias tendría el acto. “Tenemos que ignorar los derechos que estas personas tienen ahora”, se lee en una carta del ministro de la época, Igor Bavčar. Una misiva en la que, haciendo sus recomendaciones al Gobierno esloveno, el organismo se dice consciente también de que estas personas poseen familiares en Eslovenia y, por tanto, tienen un arraigo en el país.


El caso ha manchado el expediente internacional de Eslovenia. Ha llegado a ser el Estado de los 47 miembros del Consejo de Europa con el porcentaje per cápita más alto de denuncias por violaciones de derechos humanos, según un informe del TEDH de 2014, con 148 violaciones por cada millón de individuos. Hasta 2016, Eslovenia había perdido el 94% de los procesos en los que era parte, una tasa equivalente solo a la de Rusia." (Irene Savio, El Confidencial, 12/012/18)

11/3/20

“Lo bueno del proceso es que ya está todo claro”... “Tengo delante unos adversarios políticos dispuestos a robarme mis derechos civiles”

"El eurodiputado de Ciudadanos afirma que “lo bueno del proceso es que ya todo está claro”, “nos conocemos todos” y “no hay espacio para la ambigüedad”. “Ya todos sabemos hasta donde estamos dispuestos a llegar”, manifestó en un acto organizado por el Club Tocqueville el jueves de la semana pasada.

Cañas aseguró que “ya sé que tengo delante unos adversarios políticos que están dispuestos a robarme mis derechos civiles”. “Están dispuestos a dar un golpe de estado, ya lo han hecho y me amenazan con volverlo a hacer”, añadió el eurodiputado.

“Yo de ingenuo no tengo nada, pero convivimos en una sociedad. Yo no quiero que mi partido sea corresponsable de esta ruptura social. Quiero que defienda con firmeza unos valores, unos principios, que sea irreductible y que sea confiable”, concluyó el dirigente de Ciudadanos."             (e-notícies, 17/02/20)

31/10/19

La Cataluña independiente sería el primer Estado de la historia con más de la mitad de sus habitantes “extranjeros”. De esa realidad, evidente, de que la mitad de sus ciudadanos no acompañan al proceso, irremediablemente paraliza la independencia, dada su imposibilidad sociológica...

"(...) La independencia de Cataluña es un imposible. Y las alternativas a la quimera fantaseada pasan por actos de honestidad pública ante la gente que nadie quiere o puede asumir. (...)

Levantarse ante todos para decir: me he equivocado yo y os he equivocado a vosotros. Eso es algo que le está reservado solo a los grandes estadistas. Y en el movimiento independentista no los hay. (...)

Pujol pudo haberlo sido, pero cedió a trapicheos que le costaron la estima de todos. Construir la confianza puede llevar años pero se pierde en un día. En cuanto se hace público que la vista puesta en el ideal cohabita con la mano en el cajón del pan. Hay quien afirma que para tapar esto se fabuló todo el relato de la independencia. 

Pero ¿quién va a ser capaz ahora de decirles a tantos y tantos que la independencia fue entonces, es hoy y será mañana pura y simplemente imposible? Sí, imposible. Jurídica, sociológica y económicamente imposible. No hace falta mucho talento para llegar a esa conclusión. Y los que lo han negado desde la intelligentsia catalana no han protagonizado sino una nueva y nuevamente deplorable trahison del clercs.  (...)

Timothy Endicott, de la Universidad de Oxford, lo definió muy sucintamente: el Estado es aquello que emite pasaportes. Pero, claro, los pasaportes solo sirven si son reconocidos por los demás Estados. Si no lo son, valen para poco. Y ese reconocimiento no depende de nuestra mera voluntad, sino de la aceptación de los demás en la comunidad internacional. Pues bien, la independencia de Cataluña no puede pasar ese filtro. 

Ni el Consejo de Seguridad ni la Asamblea de las Naciones Unidas reconocerían a un Estado nuevo con esos atributos. Ni sería posible apelar para conseguirlo a ninguna Corte internacional. Cualquier pretensión de este tipo iría en contra del principio que rechaza la ruptura parcial o total de la unidad nacional y la integridad territorial de un país plenamente democrático y la haría incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.

Tampoco en la Unión Europea sería posible perseguirlo. Por razones en parte similares, pero que incluyen también, por supuesto, las normas jurídicas que la rigen. Si Cataluña se independiza, Cataluña se va de la Unión. Aquella ocurrencia de Artur Mas de que seguiría dentro porque los catalanes conservarían la nacionalidad española, no resiste ni una mirada somera. Ser español no es un halo o un carnet; es simplemente ser el destinatario de las normas del orden jurídico español, tener sus derechos y sus obligaciones. 

Y siendo esto es así, si uno es español no es independiente del orden jurídico español: está sometido a sus leyes. Y si uno, por algún hechizo inesperado, resulta ser independiente y no estar sometido a ellas, entonces no es español y, por lo tanto, deja de ser ciudadano europeo. Y ahí se acabó la historia.

Por lo que respecta al derecho español, un proceso de autodeterminación de tal naturaleza no está contemplado, naturalmente. Ni directa ni indirectamente. La apelación a criterios interpretativos de las normas de derechos humanos para traérselo a casa hace agua por ambos lados: porque no es un derecho individual protegido por la Constitución, y porque Cataluña no es un pueblo en las circunstancias exigibles para demandarlo. Esto está ya tan asentado en la cultura jurídica internacionalista que da vergüenza recordarlo.

Y luego está, claro, la imposibilidad jurídica subjetiva. La que resultaría de la negativa de una buena mitad de los habitantes de Cataluña a renunciar a su nacionalidad española y asumir la nueva. 

Comoquiera que la nacionalidad no es un estatus que se pueda imponer a nadie, la Cataluña independiente sería el primer Estado de la historia con más de la mitad de sus habitantes “extranjeros”, lo que daría muchos quebraderos de cabeza hasta al jurista más entregado, pero no dejaría de alimentar cotidianamente el ingenio de los cómicos.

 De esa realidad evidente de que la mitad de los ciudadanos de Cataluña no acompañan al proceso irremediablemente paralizado de independencia, surge la imposibilidad sociológica. Hace años que venimos siendo testigos de la fragmentación social que se está produciendo en Cataluña. 

De un lado están los fieles al mensaje; de otro, los contrarios a él. Y mucha gente amedrentada por el espeso caldo de cultivo que se ha generado autoritariamente. No dicen nada; prefieren mirar a otro lado antes que “significarse”, aquel término que definía tan bien los miedos ante la posibilidad del ostracismo político o social. 

Si imaginamos una situación en que cualquiera de ambos bandos consigue la hegemonía política, tendremos delante el panorama de una convivencia atormentada, y por ello imposible. Probablemente con choques físicos cotidianos, y más seguramente con desacuerdos tan hondos que harán imposible suturar las grietas para imaginar soluciones idóneas de cooperación. 

Una sociedad, en fin, incapaz de tomar esas decisiones colectivas tácitas que configuran cualquier convivencia. Es esa imposibilidad de cooperación que se ha manifestado en los últimos años lo que hace del futuro de la sociedad catalana una incógnita sombría. Lo que determina que pueda acabar por ser una sociedad desconfiada, recelosa de sí misma, aposentada siempre en la sospecha, una sociedad enferma, imposible.

Y luego está, claro, la imposibilidad económica. Solo si se inventa un panorama idílico en el que todo su entorno internacional y nacional acoge con una sonrisa benevolente la singladura de la nueva nación catalana, y los agentes económicos y sociales se abandonan confiados a la aventura, puede suponerse que su peripecia económica va a ser sostenible. Pero eso, como es obvio, no va a suceder. 

En el ambiente de incertidumbre que ese seísmo normativo puede producir, la economía de Cataluña entrará inmediatamente en recesión. El efecto frontera, las desastrosas cuentas públicas que la transición dejará abiertas, la desconfianza financiera internacional, las obligaciones que la nueva situación hará gravitar sobre el nuevo Estado (defensa, pensiones, deuda pública, etcétera), la pérdida del respaldo europeo, y la oportunidad de otros destinos más seguros y cálidos para emprendedores y ciudadanos (también turistas), determinarán que algunos de los indicadores más importantes de su economía se alteren aceleradamente.

Y entonces, como ahora, se pretenderá trasladar la responsabilidad a los demás, en lugar de levantarse ante el pueblo catalán para repetirle: me he equivocado yo y os he equivocado a vosotros. El único paso singular que se necesita para empezar a caminar hacia la solución de nuestro común problema."                        

(Francisco J. Laporta es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. El País, 29/10/19)

30/7/19

La atribución de la nacionalidad en la constitución independentista catalana está inspirada en las regulaciones de las repúblicas del Báltico (en las que los ciudadanos de ascendencia rusa carecen de ella, son ciudadanos de segunda, sin derecho a voto, como lo serán los charnegos en Cataluña)

"Los rusos sin patria del Báltico. Medio millón de habitantes de Letonia y cien mil de Estonia carecen de ciudadanía y derecho al voto"                (Luis Prados, El País, 23/04/2004)

"(...) La atribución de la nacionalidad, institución jurídica básica en la creación de cualquier Estado, está inspirada en las regulaciones de las repúblicas del Báltico, que tanta discriminación han producido en las minorías que no eran nacionales del lugar cuando estos territorios proclamaron la independencia. 

Esta Ley contiene regulaciones genéricas que precisarán de un desarrollo en el que se tendrán que detallar qué requisitos concretos (no sólo filiación y residencia) se tendrán que cumplir para obtener la nacionalidad catalana, que se teme se basen en principios supremacistas, por lo que ha trascendido de los informes del Consejo para la Transición Nacional. 

Por cierto, olvidan que ningún Estado puede atribuir unilateralmente -como además pretenden- la doble nacionalidad con ningún otro. (...)

Pretenden también asegurarse el control sobre el Poder Judicial, transformando en Tribunal Supremo al TSJ de Cataluña, con un presidente nombrado por el presidente de la Generalitat y un Ministerio Fiscal nombrado por el Parlament. 

La Ley establece también una amnistía para todos aquéllos que, incluso existiendo sentencia firme, hayan sido procesados, juzgados o condenados por algo que tuviera que ver con el proceso de Cataluña hacia la independencia.  (...)"                 (Teresa Freixes, El Mundo, 16/07/19)

24/7/19

Es una asignatura pendiente que alguien analice cómo sería la Cataluña de hoy si el 10 de octubre de 2017 la independencia hubiera sido efectiva... ¿Cuántos exiliados reales habría en una Cataluña independiente? Vives tenia en su poder documentos que hablaban de depuraciones y deportaciones por razones étnicas y ideológicas...

"(...) ¿Cuántos exiliados reales habría en una Cataluña independiente?

La bondad intrínseca que reivindica para sí el separatismo no es tal. Ellos, obviamente, ni lo saben ni se dan cuenta; su derecho a todo se parece bastante al derecho divino por el que gobernaban los zares.
Es una asignatura pendiente que alguien dibuje y analice cómo sería la Cataluña de hoy si el 10 de octubre de 2017, hace 21 meses, la independencia hubiera sido efectiva.

¿Cuántos exiliados reales habría? ¿Cuántos ciudadanos estarían encarcelados sin garantía judicial alguna? ¿Cuál sería el índice de paro? ¿Cuánto habría caído la producción industrial? ¿Quién controlaría el orden público?

La naturaleza humana nos llevará a pensar que todo esto es una exageración pero no es cierto.
Esta semana supimos que Carles Vives Pi i Sunyer, unos de los próceres procesistas más presuntamente ilustrados y doctos, tenía en su poder documentos que hablaban de deportar a funcionarios que no se consideraran independentistas “feten”, o que preveían la imposición de exámenes lingüísticos muy estrictos para el nombramiento de nuevos funcionarios.

Dicho de otra manera, Vives tenia en su poder documentos que hablaban de depuraciones y deportaciones por razones étnicas y ideológicas.

Se sobreentiende que esos documentos, con membrete de organizaciones como el Centre Català de Negocios, que ahora domina la Cámara de Comercio de Barcelona, eran conocidos y compartidos por todos los líderes hoy fugados o en prisión provisional. Todo esto de bondadoso no tiene nada.

Después de leer los documentos que obraban en poder de Vives es comprensible el intento de cambiar la historia y de silenciar la verdad. Existe una gran diferencia entre la situación actual, precaria a nivel social y económico, y la del 10 de octubre si el procés hubiera vencido.

Ahora sabemos que si lo hubieran conseguido y hoy Cataluña fuera una república, muchos de los que están leyendo este artículo y que en otoño de 2017 vivían en Cataluña en función de su lugar de nacimiento o su ideología y su profesión, hoy estarían residiendo en cualquier otro lugar fuera de su casa o en un gulag indepe.

En cambio, que se aplicara el artículo 155 de la Constitución hace que los guardianes de la revolución separatista como Josep Maria Jami Matamala o Jaume Alonso-Cuevillas vivan del sueldo que reciben por ser miembros de las Cortes de su odiada España."                   (Joan López Alegre, Economía Digital, 14/07/19)

16/7/19

Los funcionarios del Estado destinados a Cataluña que no fuesen catalanes de origen o bien perteneciesen a determinados cuerpos de la administración serían repatriados a España y no se les permitiría acceder a la nacionalidad catalana

"Un informe de la Guardia Civil entregado en el Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona sitúa al ex magistrado y presidente del Consejo Asesor de Transición Nacional Carles Viver Pi Sunyer en el epicentro de creación de un futuro Estado catalán como "ideólogo e incluso promotor del proceso de secesión a los representantes políticos" quienes debían implementar las "normas jurídicas" en las que trabajaba. 

A partir de la documentación que se le incautó, los agentes creen que Viver Pi Sunyer, que fue exculpado por la juez en su ato de procesamiento, presentó varias propuestas para actuar una vez declarada la independencia como tener preparado un personal con el que contaría el nuevo estado.

Según el informe entregado al juzgado, Viver Pi Sunyer determinó que los funcionarios españoles en territorio catalán tras la independencia se les repatriase y no pudieran acceder a la nacionalidad catalana. Para los que se quedasen pretendía exigir "una serie de niveles y pruebas lingüísticas" y la contratación de altos cargos se podría "camuflar a través de cargos de confianza y fórmulas de derechos privado a través de fundaciones o sociedades" sin "publicidad ni formalización previa a la desconexión". Además contemplaba la "externalización" de servicios de la administración como recaudación de tributos o control aéreo.

También para la contratación de determinadas obras y servicios se planteaban alternativas si se debía camuflar antes de la secesión como "una doble contratación público y privada para ciertos temas polémicos, fraccionamiento de la contratación, promesa de contrato" o "bajo promesa de ser legalizado en el futuro en base al nuevo ordenamiento". 

El informe detalla que Viver Pi Sunyer y sus colaboradores para incentivar a los inversores propusieron negociar "grandes infraestructuras" con estas empresas y para desincentivarlos "recordarles que se podría legislar ex novo sobre expropiación forzada o presionar a las empresas y grandes fortunas de las consecuencias de tener al nuevo estado en contra".

Por eso la Guardia Civil concluye que estas propuestas alentarían "a la violación del ordenamiento jurídico, a instaurar prácticas que vulnerarían los más elementales fundamentos de contratación pública y los principios constitucionales de mérito, capacidad e igualdad en el acceso a la función pública. es decir, pudiera estarse institucionalizando prácticas de corrupción en la administración catalana para garantizar que no habría voces discordantes en posiciones de poder en el momento de la secesión".

Entre la documentación intervenida a Viver i Pi Sunyer en el registro de su casa y su despacho, el 20 de septiembre de 2017, la Guardia Civil halló un informe en que se defendía que ningún catalán de origen español residente en Cataluña con anterioridad a la independencia tendría que superar examen alguno o someterse a ningún tipo de juramento de fidelidad. Este documento, titulado "La atribución de la nacionalidad ante la independencia de Cataluña", es un archivo de agosto de 2015 con el logotipo del Círculo Catalán de Negocios y la Guardia Civil atribuye su autoría a Enoch Albertí, miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional (CATN) que presidía Viver i Pi Sunyer.

A partir del contenido de este informe, la Guardia Civil concluye que el arquitecto jurídico del procés "contemplaba" que los funcionarios del Estado destinados a Cataluña que no fuesen catalanes de origen o bien perteneciesen a determinados cuerpos de la administración serían repatriados a España y no se les permitiría acceder a la nacionalidad catalana. El informe también apuntaba que mientras España no reconociera la independencia de Cataluña, los catalanes podrían continuar ejerciendo los derechos que otorga el tratado de Schengen a través de la nacionalidad española.

El informe también advierte a la juez de que Viver i Pi Sunyer disponía de un informe de la plataforma Secretarios, Interventores y Tesoreros por la independencia en que se planteaba suprimir la obligación de los Mossos d'Esquadra de hacer cumplir la Constitución y su dependencia funcional respecto de jueces, fiscales y tribunales, por lo menos en relación con el referéndum."            (Germán González, El Mundo, 09/07/19)

21/6/19

En el borrador de la Constitución catalana se contemplaba la ilegalización de los partidos no independentistas y se instauraban unos requisitos sumamente restrictivos para adquirir la nacionalidad catalana y disfrutar de plenos derechos políticos...

"(...) Los líderes independentistas realizan constantes llamamientos al diálogo y la negociación con los dirigentes políticos españoles. 

En realidad, se trata de una añagaza pues esa supuesta voluntad negociadora consiste en que se acepte su programa de máximos y, como se evidenció con la negativa a aprobar los Presupuestos Generales del Estado que precipitó la convocatoria de elecciones generales o con el veto a Miquel Iceta, se busca perpetuar y profundizar en el conflicto.

 Así, progresivamente, se va diluyendo la supuesta actitud dialogante de ERC frente al fundamentalismo de Carles Puigdemont y Torra, apareciendo como las dos caras de la misma moneda.

 En estas condiciones cada vez se hace más difícil defender la política de distensión y de tender puentes para establecer un diálogo con aquellos que no quieren dialogar y únicamente persiguen imponer sus planteamientos excluyentes. 

Por solo poner dos ejemplos: en la ley de transitoriedad aprobada por el Parlament de Catalunya se eliminaba la separación de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, otorgando al president de la Generalitat la facultad de nombrar a los jueces del Tribunal Supremo y se establecía que las leyes aprobadas por la cámara catalana no podían ser recurridas ante ninguna instancia judicial. 

En el borrador de la Constitución catalana, elaborada por el juez Santiago Vidal, se contemplaba la ilegalización de los partidos no independentistas y se instauraban unos requisitos sumamente restrictivos para adquirir la nacionalidad catalana y disfrutar de plenos derechos políticos. Es decir, un ordenamiento político-jurídico sensiblemente menos democrático que en el denostado Estado español. (...)"                       ( Antonio Santamaría , El Viejo Topo, 20/06/19)

22/3/19

La Constitución catalana contemplaba la ilegalización de los partidos que se opusieran a la independencia y a la Constitución catalana, restringiendo notablemente el pluralismo político respecto al Estado español donde no es delito oponerse a la Constitución en vigor

"(...) el comportamiento de Puigdemont se inscribe en una larga tradición del nacionalismo catalán según la cual el presidente de la Generalitat concentra la legitimidad y la autoridad carismática del movimiento y en torno al cual se construye una suerte de culto a la personalidad. 

Así sucedió con Francesc Macià y con Lluís Companys, aunque en este caso después de su trágica muerte, que continuó con Josep Tarradellas y que culminó con Jordi Pujol. Este carácter autoritario de la presidencia de la Generalitat se evidenció en la llamada ley de transitoriedad, aprobada el 7 de septiembre de 2018 y suspendida por el Tribunal Constitucional, donde el president de la Generalitat tenía la facultad de elegir a los miembros del Tribunal Supremo de la República Catalana y de emitir decretos-ley que no podían ser recurridos ante ninguna instancia judicial.

 Ello suponía cuestionar la separación de poderes de las democracias liberales y confería al presidente atribuciones casi dictatoriales.

Por ello no deja de resultar paradójico que desde los medios independentistas se critique la escasa calidad de la democracia española y se afirme que la República catalana hubiera sido una democracia más avanzada.

 Eso sin contar con que, en el proyecto de Constitución elaborado por el ex juez Santi Vidal, se contemplaba la ilegalización de los partidos que se opusieran a la independencia y a la Constitución catalana, restringiendo notablemente el pluralismo político respecto al Estado español donde no es delito oponerse a la Constitución en vigor.  (...)"                 (Antonio Santamaría , El Viejo Topo, 13/03/19)

25/1/19

Hay que ser ciego o hipócrita para no verlo. Creo que hay algunos líderes (tal vez Junqueras) que han empezado a percibir esto. Pero, objetivamente, han fracturado esta sociedad. Todos, todos nosotros, conocemos rupturas en nuestro entorno. Y cuando esto ocurre sobran las estadísticas. Familias, amigos de toda la vida que han dejado de hablarse, colegas en el trabajo que prefieren callarse… que los líderes independentistas digan si esa gente va a seguir contando con la ciudadanía y la pertenencia a Cataluña o no, con la independencia...

"(...) ¿Por qué sorprende el ramalazo independentista en Cataluña?
 
Yo llegué por primera vez a España en verano de 1964, el año en que empezó el proceso de la expulsión de mi padre y Semprún, pero yo entonces no lo sabía... Estaba emocionadísima por conocer por fin ese país que decían que era mío… Pero no fue hasta 1976 cuando me instalé en Barcelona con Pere.

 Hasta entonces, yo seguí viviendo en Francia e iba de vacaciones a España, alternando Madrid y Barcelona, que siempre fue mi ciudad preferida, porque le notaba una mayor liberalidad, más avanzada... Como cualquiera de izquierdas, formada en el marxismo, tenía un anti-nacionalismo muy arraigado. 

En Cataluña descubrí que una cosa es el nacionalismo agresivo, excluyente, y otra una identidad nacional (uno de los vectores que, evidentemente, articulan el nacionalismo) que podía ser dialogante, liberal, ilustrada… Y que se podía no solo convivir con eso, sino trabajar a escala política, social. 

De repente, con el “Procés”, toda esta realidad que yo conocí, y que sigo pensando que en algún lugar está, empezó a resquebrajarse de manera brutal. Lo que más reprocharé siempre a los independentistas es la forma abrupta y completamente irresponsable con que han fracturado esta sociedad, en la que vivimos.

Cosa que, de ningún modo, reconoce el discurso “procesista”, que sigue manejando la antinomia Cataluña-España como vector único del conflicto…

Ellos dicen que la ruptura en Cataluña es propaganda del PP. Pero yo, que soy totalmente de izquierdas, digo que es totalmente cierto. Hay que ser ciego o hipócrita para no verlo. Y si fuera independentista con dos dedos de frente sabría a qué atenerme en relación con nuestra sociedad, en lugar de negar la realidad. 

Creo que hay algunos líderes (tal vez Junqueras) que han empezado a percibir esto. Pero, objetivamente, han fracturado esta sociedad. Todos, todos nosotros, conocemos rupturas en nuestro entorno. 

Y cuando esto ocurre sobran las estadísticas. Familias, amigos de toda la vida que han dejado de hablarse, colegas en el trabajo que prefieren callarse…. Y todos sabemos cómo los independentistas se dedican a copar entidades, instituciones…, y de forma absolutamente no democrática.

Persistir en el no reconocimiento de la pluralidad catalana, con todo lo que ello conlleva, podría acabar desembocando en el estallido de un conflicto civil de aún más graves consecuencias…

Niegan la polarización de la sociedad catalana porque siempre es más cómodo negar la realidad. Durante un tiempo, claro. Porque llega un momento en que eso se autodestruye porque la realidad se impone. 

Y también porque supone ponerse en cuestión a sí mismos. Resulta más fácil achacar todos los problemas de Cataluña (que, efectivamente, como cualquier sociedad los tiene) al agente exterior. Echar la culpa a Madrid, entendido como el Estado español, es lo más sencillo. No es esto patrimonio exclusivo del nacionalismo catalán. Siempre lo han utilizado gobernantes, países, y líderes de todas las latitudes. 

Pero en Cataluña se está haciendo a saco. Si reconocieran que están partiendo la sociedad supondría asumir que algo no lo están haciendo bien, y que, efectivamente, hay una parte de la sociedad que no está de acuerdo con lo que están haciendo.

En cualquier caso, hay quienes niegan la condición de catalanes a los “charnegos”, a quienes no hablan en catalán, no votan a partidos nacionalistas…

Utilizando una encuesta (que quizá sería conveniente actualizar) sobre los apoyos con que contaría la celebración de un referéndum pactado y legal, que arrojaba un resultado masivamente a favor, han concluido que eso expresa un apoyo a la independencia. 

Esto, en el contexto del discurso nacionalista, acaba siendo entendido así por la gente. Y también hay independentistas (quizá no todos) que sostiene que los de “esa otra Cataluña” no son catalanes. 

En primer lugar, está lleno de catalanes de toda la vida que están contra del “Procés, y respecto a los “otros catalanes”, que los líderes independentistas digan si esa gente va a seguir contando con la ciudadanía y la pertenencia a Cataluña o no, con la independencia. 

Porque si les niegan la pertenencia ahora se la tendrán que seguir negando después. Y se quedarán con la mitad de la población.  (...)"            

9/1/19

¿Alguien me sabría explicar quiénes serían o seríamos los que, siendo actualmente ciudadanos de Cataluña, dejarían o dejaríamos de serlo si la independencia unilateral de Cataluña se llevase a término a través de la vía eslovena?

"(...) A diferencia de Eslovenia, que en sus ambiciones secesionistas de Yugoslavia contó con la colaboración diplomática, financiera e incluso el apoyo militar de Alemania y Austria, ansiosas ambas de contar con un nuevo socio y sobre todo con un nuevo mercado, así como con el apoyo incontestable y entusiasta del Vaticano, por aquel entonces con el Papa Juan Pablo II al frente, ¿qué Estados estarían dispuestos a prestar ahora su colaboración diplomática, financiera y no hablemos ya de un posible apoyo militar a Cataluña para que se independizase de España (...)? (...)

Entrando ya de lleno en el terreno propio del conflicto armado en el que acabó derivando de forma dramática la vía eslovena, ¿me sabría alguien decir de qué fuerzas armadas dispone la Generalitat de Cataluña para hacer frente a una más que previsible, aunque en modo alguno deseable, respuesta militar por parte de España si se llegara a llevar a la práctica la independencia unilateral de Cataluña? 

Porque resulta que en la República Federal Socialista de Yugoslavia cada Estado miembro, y por tanto también Eslovenia, disponía de su propia milicia de Defensa Territorial, algo así como una Guardia Nacional fuertemente armada, equipada y muy bien entrenada, reconvertida en la Estructura Nacional de Protección Nacional, que con más de 21.000 miembros, en un país con poco más de 2 millones de habitantes y un territorio muy reducido, se enfrentó con éxito, en solo diez días de guerra, al Ejército de Yugoslavia y, después de maniobras todavía no esclarecidas que incluyeron un acuerdo bajo mano con Serbia para que pudiera enfrentarse con mayor potencia a Croacia y otro extraño acuerdo secreto con Croacia que prestó armamento a Eslovenia, sin saber que con ello Croacia se desarmaba contra Serbia, logró el ansiado triunfo bélico. 

Con un balance trágico, que tal vez pueda parecer escaso para algunos pero que no por ello resulta menos lamentable: 44 muertos y 146 heridos entre los miembros del Ejército Yugoslavo, 18 víctimas mortales y 182 heridos entre la Guardia Nacional y los civiles eslovenos, además de una docena de ciudadanos de otros países muertos en aquellos diez días de guerra, fundamentalmente periodistas extranjeros y algunos transportistas búlgaros. En total, 74 muertos, 328 heridos y miles de civiles desplazados.

¿Alguien piensa quizás que los 17.000 actuales agentes de los Mossos d’Esquadra podrían llegar a desarrollar una labor específicamente militar como la que la Guardia Nacional Eslovena llevó a cabo entonces?

Por último, habida cuenta que la República de Eslovenia ya independiente retiró la nacionalidad a más del 1% de los antiguos residentes en aquel territorio --unos 2.500, aproximadamente--, ¿alguien me sabría explicar quiénes serían o seríamos los que, siendo actualmente ciudadanos de Cataluña, dejarían o dejaríamos de serlo si la independencia unilateral de Cataluña se llevase a término a través de la vía eslovena?

No me parece en modo alguno impertinente formular esta pregunta, como me ocurre con todas las anteriores. Lo juzgo absolutamente pertinente, oportuno y conveniente. Como mínimo, para que no nos pille desprevenidos. Y me gustaría mucho que alguien con mando en plaza tuviese el valor, y sobre todo el honor, de contestarme. "                  (Jordi García-Soler, Crónica Global, 15/12/18)   

13/12/18

Torra visita Eslovenia. La patria de los 'borrados'. Fueron declarados 'apátridas' todos los que no eran 'eslovenos puros'. ¿Habrá pedido información sobre el procedimiento de limpieza étnica administrativa utilizado en Eslovenia para aplicarlo a los charnegos el día de la independencia catalana?

"Eslovenia pasa página con los ‘borrados’. 

Dieciocho años después de eliminar a 25.000 ciudadanos del registro civil, el Estado esloveno se disculpa pero se lava las manos con una ley que descarta compensaciones

Imaginemos un  improbable futuro en el que Extremadura se independiza pacíficamente de España y en el resto del país se desencadena una guerra civil en la que el resto de regiones lucha por su emancipación. 

Un buen día, un joven nacido en Madrid pero que ha pasado toda su vida en Badajoz va a sacarse el carné de conducir y los funcionarios del registro le arrebatan su documento de identidad, lo destruyen y le dicen que ahora es un extranjero ‘sin papeles’, y que su antigua nacionalidad, la española, ya no existe. 

Y se convierte en ciudadano de ninguna parte. En este escenario esperpéntico han vivido durante casi dos décadas 25.671 personas (según cifras del Gobierno, aunque podrían ser muchas más) que fueron eliminadas del registro en Eslovenia.

En 1992, este pequeña república de apenas dos millones de habitantes obtuvo su independencia de Yugoslavia sin sufrir los sangrientos conflictos que asolaron el resto de la región y convirtiéndose en un país modélico: de hecho, es por ahora el único que ha conseguido entrar en la Unión Europea. Sin embargo, debajo de esa cara amable se ha escondido durante años uno de los más graves atentados contra los derechos humanos cometidos en suelo europeo.

Tras la emancipación, Eslovenia dio la ciudadanía automáticamente a todos los eslovenos étnicos y el permiso de residencia permanente a húngaros, austriacos e italianos, tres importantes minorías presentes en el país, pero dio una moratoria de seis meses para los que consideraba ciudadanos de otras repúblicas de la antigua Yugoslavia.

Muchos no consiguieron los documentos que les pedían porque tenían que solicitarlos en países que estaban siendo destruidos por la guerra, otros pensaban que no necesitaban la ciudadanía porque llevaban años residiendo en Eslovenia, y algunos no entendieron en qué consistía el proceso y sus posibles consecuencias o ni siquiera se enteraron del mismo por su deficiente difusión. 

Incluso a niños nacidos más tarde -según los afectados, 5.600- se les consideró apátridas por tener padres “extranjeros”. Así que se vieron forzados a abandonar el país donde tenían toda su vida o a quedarse ilegalmente y sin acceso a los derechos humanos básicos como la educación o la sanidad.
Se dieron casos como el de Irfan, que había nacido, ido a la escuela y formado una familia en Eslovenia, y que en 1991 sufrió un accidente de coche que lo dejó postrado en el hospital durante varios meses. 

Cuando acabó su convalecencia y fue al registro a poner sus papeles en regla, los funcionarios destruyeron su documento de identidad porque sus padres eran de Bosnia. Aunque jamás en su vida hubiera pisado suelo bosnio. Hoy, dejado de lado por su familia, malvive con una exigua pensión de invalidez de 200 euros que le ha concedido el Estado esloveno ya que las consecuencias del accidente, que no pudo tratar adecuadamente, le impiden trabajar.

O como el de Aleksandar Todorovic, originario de Serbia y hasta el año pasado la cara visible de los borrados, que el 1993 fue a inscribir a su hija recién nacida y se encontró con que los funcionarios le quitaron todos sus documentos. Una semana después llegó la partida de nacimiento con el nombre de la madre, eslovena, y un espacio en blanco en el nombre del padre. Su hija no era legalmente suya. “Es la muerte civil de una persona”, lamentaba antes de retirarse de los focos.

Cada uno de los llamados ‘borrados’ cuenta una tragedia personal distinta de lo que ha supuesto para ellos vivir indocumentados en el sitio que consideraban su hogar, a lo que se ha unido la incomprensión y el escarnio social. Durante años, la derecha eslovena consiguió hacer calar en la sociedad la creencia de que ellos mismos se lo habían buscado por ser “traidores a la patria” y no querer nacionalizarse.

Durante todo este tiempo ni siquiera han logrado formar un frente unido, ya que muchos optaron por abandonar el país, otros fueron consiguiendo permisos de residencia como extranjeros con el paso del tiempo y la enmienda hecha a la Ley de Extranjería en 1999 y otros, como admite Irfan, no han luchado “por vergüenza”, por miedo al rechazo social. De hecho, en 2004 se celebró un referéndum en el que el 94 por ciento de los votantes rechazó una ley compensatoria para los borrados.

Los que han intentado hacerse oír han recibido el silencio por respuesta tanto del Estado esloveno como de la Unión Europea, a la que han pedido ayuda en varias ocasiones, a pesar de que el Tribunal Constitucional de Eslovenia emitió dos sentencias (la última en 2003) contra la ley que permitió el borrado.

No fue un simple error administrativo. “El borrado de estas personas se hizo en secreto”, explica Blaz Kovac, gerente de proyectos de Amnistía Internacional Eslovenia, una de las organizaciones más activas en la lucha por restaurar los derechos humanos de los ‘izbrisani’, como se les conoce en Eslovenia. 

Muchos afectados aseguran que el borrado fue una maniobra para crear un estado solo con “eslovenos puros”, y sobre esto Kovac destaca que cuando la Ley de Extranjeros fue aprobada en 1992 “el problema ya era conocido por el Parlamento”. “De hecho, antes de que se aprobara la ley un grupo de diputados propuso una enmienda para que los otros yugoslavos recibieran el permiso de residencia permanente en Eslovenia y fue rechazado por un voto”, apunta.

Solo en 2010, dieciocho año después, el Parlamento y el Gobierno esloveno han pedido disculpas por lo que reconocen que ha sido “una injusticia” y “un doloroso capítulo en la historia” del joven país. “Esta es la mayor violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales desde que Eslovenia obtuvo su independencia”, ha reconocido el Ejecutivo.

En junio de este año el Gobierno de centro-izquierda promulgó una nueva Ley de Extranjeros que pretende corregir los errores del pasado y “restaurar la dignidad humana de los borrados”. Ahora tienen tres años para demostrar que Eslovenia es “el centro de sus intereses vitales”, es decir, el lugar donde tienen (o tenían en 1992 pero se vieron a obligar a abandonar el país) su familia, su trabajo o su vivienda. De esa forma obtendrán la residencia permanente de manera retroactiva a partir del el día en que fueron eliminados del registro.

¿Es este el final del problema? “A los ojos del Estado, probablemente. A los ojos de la sociedad, en su mayoría. A los ojos de los borrados, rotundamente no. La nueva ley solo devuelve estatus legales y no provee medidas adicionales, apoyo social, integración, vivienda o compensaciones”, afirma Kovac.

El Gobierno ha reconocido el daño causado a los borrados, pero ha rechazado establecer indemnizaciones o cualquier tipo de compensación para los afectados. De hecho, la ministra del Interior, Katarina Kresal, tuvo mucho cuidado en insistir en ello, ya que los conservadores eslovenos auguraban una avalancha de denuncias que, estimaban, acabaría costándole al país más de 400 millones de euros.  (...)

En todo caso, a muchos todavía les queda enfrentarse a “nuevos y complicados” procedimientos legales para obtener la residencia en Eslovenia de forma retroactiva. Aunque suponga un paso de gigante comparado con lo que se ha hecho hasta ahora, lo cierto es que mientras el borrado de hizo de manera automática y masiva, la restauración del estatus se lleva a cabo caso por caso y con muchas trabas.

“Se necesita una solicitud especial, hay que pagar tasas administrativas, hay que demostrar que todo lo afirmado es cierto y cumplir todos los requisitos”, dice Kovac, y quienes lo tienen más difícil son las alrededor de 13.000 personas que abandonaron el país dejándolo todo tras ser eliminadas del registro.

El Gobierno asegura que con la nueva legislación se ha flexibilizado el antiguo requisito de vivir en Eslovenia sin interrupción para restaurar el estatus de residentes, pero el portavoz de Aministía Internacional dice que se puede interpretar que la ausencia máxima permitida es de diez años, lo que deja a muchos fuera. Además, alerta la organización, toda la información sobre el proceso se ha distribuido solo en esloveno, una lengua que no todos los borrados dominan.

“Si nuestros temores son ciertos, a la mayoría de los borrados que aún viven fuera se les denegará la re-entrada y la estancia. Esperamos que nos estemos equivocando, aunque otros tres abogados que tratan temas de sociedad civil piensan de la misma manera”, asegura Kovac.

Así que todavía hoy miles de personas lo tienen muy difícil para que se reconozca la injusticia que se hizo con ellos y que ha sido ignorada durante años. Se estima que 1.300 de ellos murieron sin que ni siquiera se les restaurara el permiso de residencia, y todo ello en un Estado miembro de la Unión Europea. 

Y ni siquiera se ha hecho una investigación para encontrar a los culpables, algo que muchas ONG reclaman pero que quizás haya quedado aparcado para siempre con una ley que se limita a lo legal y deja de lado por completo la dimensión humana del problema."           (Pilar López, Periodismo Humano)


"Los borrados como legitimadores del nuevo Estado esloveno.

La cuestión de los borrados y la limpieza étnica administrativa llevada a cabo por el aparato estatal esloveno comienza a inicios de 1992, sin que nadie, ni tan siquiera los propios afectados, se dieran cuenta inmediatamente de lo que estaba sucediendo. 

Así, a diferencia de lo que sucedió en Croacia en 1991 o lo que comenzaría a suceder en Bosnia y Herzegovina a partir de 1992, no se observaron grandes y largas filas de personas errando sin rumbo tras haber sido expulsadas de las principales ciudades del país como Ljubljana, Maribor, Kranj o Koper. Incluso en un acto tan reprobable y despreciable como es el de la limpieza étnica, los eslovenos siempre supieron estar un paso por delante a sus antiguos compatriotas yugoslavos –serbios, croatas, musulmanes de nacionalidad y albaneses– y llevar a cabo la operación con gran sigilo y pulcritud administrativa, algo que el resto tan solo pudieron acometer a través del monopolio de las armas.

La historia de los borrados comienza justo el día después de la declaración de independencia de las autoridades eslovenas. Eslovenia pasaba a ser un estado independiente y como tal, todos aquellos que no tenían el permiso de residencia en regla por no ser nacionales eslovenos debían solicitar la nueva nacionalidad eslovena, siendo la fecha límite el 26 de diciembre de 1991, esto es, justo seis meses después la independencia. Según números oficiales, la medida afectó a 18.305 personas, aunque existen otras cifras que sitúan el número de afectados entre 25.000 y 40.000.

Más allá de las cifras, es relevante comprender que las personas que se vieron afectadas por esta limpieza administrativa procedían de alguna zona de la antigua Yugoslavia. La importancia de la nacionalidad radica en que para las minorías italianas y húngaras, las autoridades eslovenas bien se cuidaron de garantizarles derechos, especialmente en el terreno cultural, con el objetivo de poder recorrer el camino de ingreso a la Unión Europea sin sobresaltos o problemas añadidos.  (...)
Sin embargo, en lo referente a las minorías serbias, croatas o musulmanas de nacionalidad (bosniacos), que eran superiores numéricamente en 1991 a las minorías italianas y húngaras, las autoridades ejecutivas y legislativas de Eslovenia hicieron todo lo posible para borrar su presencia de suelo esloveno, aunque tuviese que ser a nivel administrativo.
 En otras palabras, Eslovenia llevó a cabo el proceso de limpieza étnica administrativa con el objetivo de fortalecer su recién obtenida soberanía nacional a costa de erosionar los derechos de ciertas minorías étnicas y así eliminar todo recuerdo de que Eslovenia había formado parte de la Federación de los Eslavos del sur. (...)
En conclusión, las autoridades eslovenas reforzaron la soberanía nacional obligando a la mayoría de los antiguos ciudadanos yugoslavos a tomar la ciudadanía eslovena si querían vivir en el país alpino y borrando a aquellos que por diversas razones no pudieron completar los trámites en el plazo fijado. Para estos últimos, para los borrados, comenzaba un camino de sufrimiento que aún a día de hoy existe. 

Todos aquellos que fueron eliminados del registro de residentes de Eslovenia se convirtieron en ciudadanos ilegales con todo lo que ello suponía. Sus derechos económicos, sociales, culturales y políticos fueron substraídos y tirados a la basura en un plan premeditado y bien ejecutado por las autoridades eslovenas y ante la indiferencia de las principales instituciones internacionales, especialmente la Unión Europea, que en ningún momento formuló comentario alguno sobre la situación de esas 18.350 personas. (...)"                   (Marcos Ferreira, EOM, 28/01/16)


"Tribunal falla contra Eslovenia en el caso de ciudadanos "Borrados".

 Antes de que Eslovenia recuperara su independencia el 25 de junio de 1991, Mustafa Kurić y siete otros querellantes eran ciudadanos de la ex República Federativa Socialista de Yugoslavia (RFSY). Como ciudadanos de la RSFY, ejercitaron su derecho legal de residencia en Eslovenia, a pesar de no ser de esa región originalmente. 

Sin embargo, no se postularon para la ciudadanía antes de la fecha límite señalada del 25 de diciembre de 1991. De esa manera, el 26 de febrero de 1992, sus nombres fueron borrados del registro de residentes. 

En su denuncia, señalaron que el haber borrado sus nombres resultó en consecuencias graves y de largo plazo para ellos. Fueron privados de sus documentos, algunos fueron desalojados de sus viviendas, ya no podían trabajar ni viajar, fueron privados de sus pertenencias y pasaron varios años en condiciones que amenazaba su salud. 

El número de ciudadanos sin el derecho a residir en Eslovenia en 1992 superó los 25.000. Algunos de los "borrados" dejaron Eslovenia por su propia cuenta, algunos fueron deportados, mientras que otros han adquirido el derecho de residencia basada en una decisión de la Corte Constitucional del1999 y cambios legislativos en el 2010. 

 El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), en una sentencia de Cámara (que cuenta con siete jueces) del 13 de julio de 2010, falló que las autoridades eslovenas habían violado el derecho a la vida privada y familiar de los "borrados" (artículo 8) y no proporcionó un procedimiento que permita reclamar sus derechos (artículo 13).

 El caso fue remitido a la Gran Sala del tribunal, que confirmó el 26 de julio por unanimidad el veredicto de la Cámara y señaló que sí existía un caso de discriminación de personas apátridas. Los jueces destacaron que los querellantes fueron privados de una personalidad jurídica, que les garantizaba el acceso a los numerosos derechos - seguro de salud, derecho a una pensión, prestaciones sociales, el derecho a renovar sus papeles (como tarjetas de identificación o licencias de conducir). Por otra parte, han perdido la posibilidad del empleo legal. (...)"            (Liberties, mayo, 2014)

7/6/18

Los nacionalistas vascos diferencian en el nuevo Estatuto entre ciudadanos y nacionalizados. El proceso de nacionalizaciones se pondría en marcha una vez constituida la nación vasca, pero no se sabe quiénes accederán a la nueva ciudadanía vasca, y quiénes se quedarán de vascos de tercera división, con el DNI español

"El estatuto vasco ya tiene preámbulo y un título preliminar. De momento no es más que una propuesta, pero si el pasado miércoles el PNV y EH Bildu impusieron al resto su concepto del derecho a decidir, con un voto particular de Elkarrekin Podemos, que no se sumó al acuerdo, este miércoles han dado un paso más al diferenciar entre los ciudadanos vascos que vivan en Euskadi, y los que tengan la nacionalidad.

 Podemos, el PSE y el PP lo consideran una postura "maximalista" que aleja un eventual acuerdo en el seno de la Ponencia de Autogobierno, y acusan a los nacionalistas de buscar un texto en el que se prima la identidad sobre los derechos. (...)

Según el título preliminar, el proceso de nacionalizaciones se pondría en marcha una vez constituida la nación vasca, pero ni el PNV ni EH Bildu concretan si quienes sean solo ciudadanos mantendrán el DNI español y los nacionalizados vascos otro con su nueva nacionalidad. Dejan las concreciones para un desarrollo legislativo posterior.  

Tampoco aclaran en el documento base si unos y otros tendrán derechos y deberes diferentes, aunque sí especifican que quienes no se nacionalicen no perderán sus derechos.

El portavoz de Elkarrekin Podemos, Lander Martínez, ha asegurado tras los cuarenta minutos que ha durado la reunión que "el apartado 2.8 en el que se diferencia ciudadanía y nacionalidad vasca, rescatando casi literalmente el texto de Ibarretxe de 2004, es la más clara constatación de la deriva excluyente que está tomando la entente entre PNV y EH Bildu, y su nula voluntad de sumar a ninguna fuerza política que no sea nacionalista".

El documento especifica: "El reconocimiento de la ciudadanía vasca y la utilización de la vecindad administrativa como punto de conexión, posibilita el acceso a los servicios públicos a las personas que vivan en el Sujeto Político, con independencia de cual sea su procedencia o nacionalidad", pero a renglón seguido especifica que "habida cuenta del carácter plurinacional del Estado Español y las características del nuevo modelo de relación con el Estado contenido en el Nuevo Estatus Político, se reconocerá la nacionalidad vasca a la ciudadanía vasca en los términos regulados por Ley, aprobado en el Parlamento Vasco.

Se establecerá también que nadie será discriminado por razón de su nacionalidad ni será privado arbitrariamente de ella", explicita el título preliminar.

 Los socialistas también critican que el documento establece categorías ciudadanas inaceptables, porque aunque pretende reconocer igualdad de derechos civiles y políticos para quienes tienen “vecindad administrativa” en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, "prevé una distinción expresa por razón de nacionalidad vasca.

 La pluralidad no se puede garantizar sobre una línea de reconocimiento, sino en el desarrollo legal de los derechos", asegura el PSE.  (...)"          (Pedro Gorospe, El País, 31/05/18)