Mostrando entradas con la etiqueta x. Euskera. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta x. Euskera. Mostrar todas las entradas

5/10/16

El euskera no despega pero impide despegar. Y marca clases. En la práctica crecen más las lenguas extraeuropeas que el vascuence

"¿A que duele? Al menos a los abertzales les duele. Hasta el punto de que lo han convertido en un tema espinoso, del que sólo se puede hablar si es para aplaudir los dogmas por ellos establecidos. Para un nacionalista (y en esto da igual que sea jeltzale o que sea etarra) hay una nación llamada Euskadi con un idioma llamado euskera (y la tercera pata, que tenga una sola raza, en las últimas décadas se la callan). 

 Para ellos, todo lo que se salga de este canon es un insulto y una herejía.

Su problema es que la realidad del País Vasco (y no digamos si incluimos Navarra en el paquete) es completamente distinta. Una mayoría muy grande de los navarros no entiende una palabra, pese a décadas de dinero público regalado a su promoción y de zonificación lingüística gratuita. E incluso el 44% de los vascos está igual: nada de nada. 

El 56% de los vascos sabe algo (poco o mucho), pero sólo el 36% lo habla; y además muchos sólo lo hablan en público, donde se les exige, pero en casa hablan la lengua común, o sea castellano: el 77%. Y no digamos en las redes, en la fiesta, en la noche, en el deporte.

¿Y cómo han pasado de un 22% de hablantes a un 36%, en 30 años? Educación pública en la práctica totalmente sesgada al vascuence, mucho dinero público, mucha presión social que no admite respuesta, y muchas ventajas para los que dan el paso. Todo es más fácil para ese 36%. El euskera no despega, es verdad, pero conocerlo es una ayuda para despegar. Y es el modelo que el consejero Mendoza y la peraltesa Barkos quieren importar a Navarra.

Es bueno que se sepa, y es bueno además que lo haya dicho el PSOE en su campaña, ya que tiene una parte de la culpa tanto en Vitoria como en Pamplona: si uno quiere entrar en la Administración pública del País Vasco necesita saber vascuence. Y quieren que sea así en Navarra, donde ya tienen notables estímulos. 

No se trata de que estas grandes, ricas y florecientes Administraciones quieran dar un mejor servicio a los ciudadanos, pues todos éstos saben español (no sólo porque es su deber, sino porque era y es así); es que usan la barrera del idioma para dejar entrar sólo a quienes den el paso de aprenderlo, y eso conforme a las normas del batúa. 

Ya en el País Vasco la mayoría de las plazas tienen el vascuence como requisito y todas las demás como mérito. En Navarra se va camino de eso. Con lo cual se cuadra el círculo: en su momento se les dio una autonomía alegando una diferencia regional, y luego se ha usado la autonomía para crear y multiplicar la diferencia.

Eso tiene por supuesto sus víctimas, que son los que no aprenden vascuence o conociéndolo no lo certifican. Uno puede ser mejor médico, enfermero, barrendero, profesor, maestro, técnico o bedel pero la Administración elegirá al peor si sabe euskera. Es discriminación. 

 Discriminación comarcal, porque se privilegia a los provenientes de zonas y familias vascófonas. 

Discriminación ideológica, porque las familias que estimulan ese estudio son, o al menos eran, las más cercanas al nacionalismo.

 Y discriminación social, porque los formados en ciertos centros y barrios tendrán ventajas que otros no.

 No digamos si uno quiere ascender: para aprender vascuence o mejorarlo todo son ventajas, desde años sabáticos a cursos pagados y puntos, que los demás no tienen.

¿Y si uno no se somete? Puede que no termine sus estudios, o lo tenga que hacer en peores centros o con peores compañías. Seguramente acabará en el sector privado, o, como decenas de miles de casos certifican (empezando por los docentes), exiliado fuera del País Vasco.

 Un País Vasco en el que la lengua común es el castellano, en un porcentaje como lengua materna y lengua de uso diario que crece fuera de las aulas (y si descontamos los ya rituales saludos, kaixo y agur); un País Vasco en el que en la práctica crecen más las lenguas extraeuropeas que el vascuence.

Un vascuence que está ligándose peligrosamente a la ideología nacionalista, cosa más arriesgada a la larga para el euskera -que es lengua y no símbolo- que para los nacionalistas -que necesitan su símbolo aunque puedan romperlo. Porque el euskera no despega por mucho que gasten en él, pero impide que los jóvenes del siglo XXI despeguen. (¿Y por qué PP y PSOE no denuncian la situación, si de verdad la rechazan?)."                 (PASCUAL TAMBURRI – LA TRIBUNA DEL PAIS VASCO – 02/10/16, en Fundación para la libertad)

30/9/16

La desvalorización del castellano como lengua propia de Alava, prácticamente su única lengua de uso social hasta la “normalización” forzada, dejó a los alaveses en situación de sentirse extraños en su propia tierra

"(...) Alava es la más extensa en territorio (41 % del territorio vasco) y la menos poblada. De ahí se podría entender el empeño del nacionalismo en conquistar y colonizar un territorio históricamente unido a Castilla y a Navarra por lazos culturales y geográficos. 

Era relativamente fácil. Diseñaron una estrategia que ha dado sus frutos. De ello no cabe duda.  Eso motivó la decisión de ubicar la capitalidad administrativa de Euskadi en Vitoria, aunque a efectos prácticos la capitalidad económica siga siendo Bilbao y la cultural, San Sebastián.

 De todo este diseño se derivó el aterrizaje de miles de funcionarios  de las otras provincias hermanas en la administración vasca, mientras los alaveses se tenían que contentar con las migajas. Ello  formaba parte de un plan de aculturación euskérica de la menguada población vitoriana donde se concentra el 80 % de la demografía alavesa.

A finales de los años 70, la población euskalduna no alcanzaba más del 5% del total de habitantes, en consecuencia había que forzar la situación para extender  la “normalización” del euskera a todo el territorio. Con  ello se lograba el anhelado cambio en la forma de sentir y de vivir de los alaveses para hacerles más permeables a la ideología sabiniana.

Según el Eustat, el uso del euskera tanto o más que el castellano en casa no supera en Alava el 20%. Yo creo que este dato está sobredimensionado pues se hace por encuestas de población y se tiende a falsear la realidad por parte de los entrevistados, pero asumamos que esto fuera verdad objetiva.  

Tras casi cuarenta años de “inversiones” en euskaldunización con un promedio de gasto de 20.000 millones de pesetas al año (tomo como referencia la peseta pues la mayor parte de este periodo temporal fue la moneda corriente), solamente se ha subido 15 puntos en el uso del euskera, lo que nos revela que las imposiciones no funcionan y que la gente habla  y siente  en su lengua materna; y que no  se pueden poner puertas al campo.

Lo curioso es que el  nacionalismo, con los tontos  útiles que han jugado en su campo sin serlo,  ha considerado que…

– El español era una lengua impuesta y ajena a la realidad histórica de la sociedad alavesa y también de la realidad vasca. Cuestión que es radicalmente falsa simplemente porque ha sido la lengua hegemónica en Alava, y no hay más que analizar los archivos documentales para comprobarlo fehacientemente. Yo lo he hecho.

– La desvalorización del castellano como lengua propia de Alava y prácticamente única lengua de uso social hasta la “normalización” forzada.

– La marginación de la abrumadora mayoría de los ciudadanos alaveses dejándoles en situación de sentirse extraños en su propia tierra.

– La colonización del sistema educativo imponiendo la inmersión lingüística de forma antinatural y contradictoria con el contexto social y cultural.

– El cambio de la toponimia, produciendo un verdadero atropello a la historia y devenir de las poblaciones desde su origen.

– La exclusión laboral de quienes no pasaban por el aro de la “normalización” porque tenía un fuerte ingrediente de adoctrinamiento político.

Tomándonos como conejillos de indias, el euskera se ha convertido en un modus vivendi de cientos de conciudadanos que no hubieran tenido el acceso a los puestos que ocupan de haber competido en igualdad de oportunidades y méritos, sirviendo de verdadero coladero cuyo objetivo final no era otro que servir de comisariado político para los fines de la construcción nacional. 

 Así se ha convertido en un verdadero negocio para muchos estómagos agradecidos que han formado la pléyade de votantes nacionalistas  de uno u otro signo.  Con lo cual han comprometido el prestigio de una lengua  milenaria que ciertas investigaciones emparentan con el íbero. Si no se hubiera forzado esa euskaldunización probablemente hubiera calado más en la plural cultura de los vascos y hoy sería un idioma más amado por todos.

Se perdió la oportunidad de configurar una sociedad vasca rica por su diversidad, respetuosa con las realidades preexistentes.

Se perdió la oportunidad de reconocer el español como lengua propia de Alava, e incluso arrebatar a la Rioja la cuna de un idioma que hoy es la tercera en importancia en el mundo, ya que los más antiguos restos de lengua escrita en el primer romance están en el occidente de Alava, compartiéndolos con la  provincia de Burgos y Cantabria.

Eso no hubiera sido obstáculo para reconocer  el  euskera como lengua oficial de unas pocas zonas de Alava, si atendiéramos a la lógica de  que un idioma debe ser oficial allí donde se habla de forma natural, sin intromisiones forzadas.

Si pagamos todos impuestos la Administración debería ser neutral en esta cuestión ya que es la de todos, y no solamente la que lleva la impronta de los nacionalistas, (...)

Pero, además, en una sociedad libre, que no liberal, debería de primar el principio de voluntariedad, ya que no es de ninguna manera democrático imponer una lengua convertida en tabú y en tótem, más aún cuando la mayor parte del tiempo en el que transcurrió el régimen constitucional del 78  en el territorio vasco  estuvo regido por el clima del terror, la persecución y la exclusión del que no fuera nacionalista.

En todo caso debería recuperarse la neutralidad ideológica del euskera, pues las lenguas no deben ser objeto de instrumentalización ni de politización.

En definitiva, se  requiere, por legitimidad democrática, un cambio en el Estatuto de Autonomía y en la normativa derivada de  ella, para garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos vascos, sea cual sea su naturaleza o condición social."                 (Ernesto Ladrón de Guevara, La Tribuna del País Vasco, Lunes, 26 de septiembre de 2016)

12/1/14

Sólo el 13,3% de los vascos recurre habitualmente al euskera

"(...) En esta última encuesta del Gobierno vasco solo un 27% de encuestados confiesa manejarse bien en euskera, aun cuando el 75% de ese mismo sector reconoce que habla mejor el castellano. 

En los incesantes sondeos de este tipo, sin embargo, quienes manifiestan desear un mayor conocimiento de la “lengua propia” de su comunidad ascienden a un porcentaje nada desdeñable (en la CAV el 63%, en Navarra el 38%).

 Lo sospechoso es que tantos acepten imponerse unas obligaciones que durante décadas han sido reacios a satisfacer y que pospongan otras iniciativas públicas que les serían de bastante mayor interés individual y colectivo. 

Tan escandaloso como que esa mayoría que solo conoce y emplea nuestra lengua común esté hoy matriculando a sus retoños en el modelo D, o sea, en la inmersión en euskera. O que muchos de esos pocos que dicen hablar el euskera con soltura, prefieran conversar en castellano; pero que eso no les impida sostener a la vez que el euskera es el idioma “por excelencia” de los vascos…

 Es de temer entonces que no solo estén falsificados los resultados de estas encuestas, sino antes y sobre todo la conciencia misma de buena parte de quienes las responden. Llamémosla hipócrita, conformista o atemorizada, pero el diagnóstico parece indudable. La falta de libertad de expresión ante la política del euskera no ha sido fruto directo del miedo a ETA, sino del miedo al control social de “los nuestros”.

 Y con ello se falsea, asimismo, la impresión que sacan los extraños, que tienden aún a creer en nuestra realidad nacional al toparse por doquier con rótulos, folletos, carteles, topónimos, etcétera en ambos idiomas y a fiarse sin reservas de datos como estos que les ofrecen.

Así que no se confundan. Pese a su cuantía tan reducida, las cifras obtenidas mediante esas consultas telefónicas aún están infladas. Para verificarlo, acudamos a la VI Medición del Uso de las Lenguas en la Calle (2011) llevada a cabo por el Cluster de Sociolingüística, bajo el patrocinio de dos departamentos del Gobierno vasco y de las cuatro Diputaciones forales.

 Según este estudio, basado en la observación directa, solo el 13,3% de los vascos recurre habitualmente al euskera, lo que significa que su uso está prácticamente estancado y que durante los últimos 22 años (1989-2011) ha crecido nada más que en un 2,5% (aunque se dispare, eso sí, el derroche presupuestario de esa partida).

 Hay diferencias por territorios, claro: en Guipúzcoa los hablantes ascienden hasta el 32,7%, mientras que en Vizcaya se quedan en el 9,4%, en Navarra en el 5,7% y en Álava alcanzan justamente el 4%. Llama la atención que en capitales como San Sebastián ese porcentaje sea el 15,9%, igual que el medido hace 10 años. Tal vez no se lo crean, pero en Vitoria y en Bilbao los usuarios rondan el 3% y en Pamplona oscilan alrededor del 2,5%.

Si el dato más revelador de la pujanza de una lengua es su uso efectivo, y si solo este ofrece el fundamento de los derechos lingüísticos…, saquen las consecuencias. 

Y si hiciéramos una pregunta expresa sobre las razones de un empleo tan exiguo del euskera, la respuesta sincera más probable del ciudadano medio sería esta: “Porque apenas tengo necesidad ni ocasión de servirme de esa lengua”. ¿Habrá algún valiente que se atreva a declararlo?

Todo esto se lleva denunciado en la prensa local bastantes años. Ni el gremio de sociólogos, ni las empresas de investigación contratadas ni los propios servicios del Gobierno vasco se han dado nunca por aludidos. Cosas de la timidez, supongo."                 (AURELIO ARTETA, EL PAIS 07/01/14, en Fundación para la Libertad)