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9/3/15

Cuando Quebec aprobó la inmersión lingüística en sus escuelas, cientos de miles de residentes se marcharon masivamente a Toronto. Y la fuga de cerebros ya no cesó

"El canadiense Tyler Brûlé es Editor en Jefe de la revista Monocle. El pasado día 6 de febrero publicó un artículo en The Financial Times en su sección “Life & Arts” donde hablaba de la decadencia de Montreal. Cuenta que estuvo recientemente después de cuatro años de ausencia y aún le sorprendió más su grisura comparada con el brillo de los años 70. 

En aquellos tiempos los anuncios de las grandes empresas coronaban los edificios que bordean la autopista que va hacia el centro. Una vez allí se veían los logotipos y las insignias de los bancos y de las compañías aseguradoras más importantes. La ciudad había acogido la World Expo del 67 y se preparaba para ser anfitriona de los Juegos Olímpicos de Verano en el 76. Ahora el panorama era todo lo contrario.

 Las palabras que parecían dominar en las fachadas eran “à louer”. La generalización de estos reclamos, se lamenta Brûlé, evidencia que la cosas no están saliendo según lo imaginado. Antes se divisaba un skyline poblado de grúas y andamios. Justo como hoy en día en Toronto.

¿O han salido cómo algunos deseaban? Para los nacionalistas puede que sean suficientes determinados logros. No cabe duda de que Montreal es ahora un faro de la cultura francesa. Quizá el estancamiento económico, social y cultural sea sólo un daño colateral ante este gran éxito. 

Las empresas han de responder primero en inglés, las multinacionales gastan decenas de millones de dólares en etiquetar sus productos de manera que no incumplan con la política lingüística. Como dice el periodista, ni siquiera en la propia Francia se ve obligado Starbucks Coffee a ponerle un prefijo a su productos avisando de que se trata de “Café”. 

Cuando Quebec aprobó sus radicales leyes lingüísticas en 1970 cientos de miles de residentes cogieron la ruta hacia la frontera con Ontario. Lo cuenta el canadiense Steven Pinker sobre la comunidad judía –muy sensible a las leyes que suenan a discriminación- en su libro “Los ángeles que llevamos dentro”. Se marcharon masivamente a Toronto. Y la fuga de cerebros ya no cesó.

 Michael Ignatieff, otro canadiense, denuncia la política lingüística de Quebec en su libro “Sangre y pertenencia: viajes al nuevo nacionalismo”. Cuenta algo con cierta similitud a la experiencia en mi comunidad, Cataluña. La red de escuelas públicas de habla inglesa no puede por ley aceptar la entrada de hijos de familias francesas. 

Y eso a pesar de que las escuelas privadas inglesas están llenas de hijos de quebequenses cuyos padres quieren que sean bilingües. ¿Le suena esto? Recuerda con dolor la sacudida que significó cierta carta bomba en un buzón del barrio inglés de Montreal en 1963 y el asesinato de un político canadiense, Pierre La Porte, al final de esa década. 

Y reflexiona: “La idea de que hubiera quebequenses, aunque fueran pocos, que odiasen de tal modo Canadá que estuvieran incluso dispuestos a matar hizo que todo canadiense inglés se despertase del feliz aturdimiento en el que hasta entonces había vivido”.

Afortunadamente, no hubo más violencia, aparte de la moral. El programa de “normalización” lingüística se impuso. Pero, como constata Tyler Brûlé, 30 años más tarde se comprueba que esas leyes lingüísticas acarrean pobreza en todos los sentidos importantes."                (Teresa Giménez Barbat, ABC, 01/03/2015)

28/3/14

Trudeau envió el ejército a Quebec y decretó el estado de excepción para combatir el terrorismo independentista. Como lo oyes

"(...) Trudeau tiene muchos momentos, pero hay uno que sé que hará tus delicias. Y perdóname el resto si ya lo conoces. Es el "just watch me", una expresión tan fácil de entender como difícil de traducir. Algo así como "os vais a enterar" o "miradme y veréis". La fecha, el 13 de octubre de 1970.

 La llamada "Crisis de octubre". Operaba entonces en Canadá un grupo terrorista, el Frente de Liberación de Quebec. Una semana antes el FLQ había secuestrado al cónsul británico y a un ministro provincial, que acabaría siendo asesinado. La "Crisis de octubre" tiene un desarrollo complejo que puedes leer aquí. 

Pero lo fundamental es la decisión de Trudeau de enviar el ejército a Quebec y decretar el estado de excepción. Como lo oyes. Entonces se produce ese momento impresionante del que te hablo. En medio de la enorme polémica generada, Trudeau está entrando a pie en un edificio del gobierno. Un periodista y su cámara le interceptan.

 Trudeau se detiene y no duda en debatir con el periodista, a cuerpo, de manera improvisada. El tenso diálogo de siete minutos que sigue engrandece a ambos. Por fortuna está grabado. 

Este enlace conduce a la transcripción entera.

Este es el vídeo.

Aquí lo sustancial del intercambio traducido al español:

Tim Ralfe: ... de lo que usted me habla es de elecciones, y mi elección es vivir en una sociedad libre y democrática, lo que significa no tener a gente con armas de fuego corriendo por la calle.

Pierre Trudeau : Correcto.

Ralfe: Y una de las cosas a las que esa elección me obliga es asumir el riesgo de que personas [relevantes] como usted puedan ser secuestradas.

Trudeau: Claro, pero esa no es mi elección, obviamente. Mire, yo creo que es más importante deshacerse de aquellos que usan la violencia contra toda la sociedad y tratan de suplantar al gobierno a través de un poder paralelo, fundando su autoridad en el secuestro y la extorsión. 

Y creo que es nuestro deber como Gobierno proteger a los funcionarios de la administración y a la gente importante en nuestra sociedad, para evitar que sean utilizados como herramientas en este chantaje. 

Bien, usted no está de acuerdo con esto, pero estoy seguro de que, de nuevo, visto en retrospectiva, probablemente usted hubiera considerado preferible que los señores Cross y Laporte hubiesen sido protegidos de los secuestros; desde luego no se los secuestró en razón de las medidas que ahora estamos tomando. Pero visto en retrospectiva, no veo cómo se puede negar eso.

Ralfe: No se trata de eso; insisto, se trata de la elección que usted tiene que hacer sobre el tipo de sociedad en que vivimos.

Trudeau: Sí , ya sé que hay un montón de almas bellas por aquí que simplemente sufren al ver a gente con cascos y armas. A ellos sólo les puedo decir que sigan sufriendo. Para mí es más importante mantener la ley y el orden en esta sociedad que preocuparme por gente pusilánime que no soporta la visión del casco de un soldado.

Ralfe: ¿A cualquier precio? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar? ¿Hasta dónde extender esa idea?

Trudeau: Míreme y compruébelo*.

Ralfe: ¿Está dispuesto a recortar las libertades civiles? ¿Estaría dispuesto a adoptar esa medida?

Trudeau: ¿Qué medida?

Ralfe: Bueno, si, llevado por su lógica, dice, vale, hagamos algo para protegerlos, ¿incluye eso las escuchas telefónicas, la vulneración de otras libertades civiles de alguna manera?

Trudeau: Sí, creo que la sociedad debe recurrir a todos los medios a su alcance para defenderse del surgimiento de un poder paralelo que desafía el poder elegido en este país, y creo que eso incluye cualquier medida. Mientras exista un poder que desafíe al representante electo del pueblo, creo que ese poder deber ser detenido y creo que únicamente, repito, almas bellas y pusilánimes pueden oponerse a esas medidas.

*Una de las varias traducciones posibles. Otra podría ser: "Ya me está viendo".

Querido Arcadi: Honor a Ralfe y honor a Trudeau. Cada uno sabe hacer las observaciones pertinentes. Cada uno sabe cual es su papel. Ninguno de los dos se amilana. Un periodista valiente que da el alto y un político no menos valiente que se detiene. He visto ese vídeo veinte veces, frotándome los ojos. Siete minutos. Siete. Y ahora compara con este tiempo de ruedas de prensa sin preguntas, entrevistas pactadas y storytelling de mierda.

Y piensa qué habría hecho Trudeau con ETA o qué estaría diciendo de la ANC, esos poderes paralelos.

Un abrazo,

Pickwick"           (Arcadi Espada, 25/03/2014)

15/4/13

La transfusión del contenido de ‘preso de conciencia’ a la caracterización de los presos etarras es sólo un ejemplo más del abuso de las definiciones persuasivas

"En 1970 el Frente de Liberación de Quebec (FLQ) secuestró a un diplomático británico. La organización presentó el secuestro como una «acción puramente militar» contra el «Gobierno colonial británico en Quebec».

 El comunicado de reivindicación incluía, entre otras exigencias para acabar con el secuestro, la liberación de 23 «presos políticos». Este episodio –que precedió al secuestro del viceprimer ministro de Trabajo de Quebec, Pierre Laporte, cuyo asesinato acarreó la caída libre de los apoyos al programa independentista por medios violentos– sirve precisamente a G. Leech (‘Semantics’, 1974) para explicar el fenómeno de la ‘ingeniería conceptual’.

 Señala que los ‘presos políticos’ eran en realidad miembros del FLQ encarcelados por extorsión y atentados con bombas, y que la expresión vehicula un conjunto de asociaciones poderosas –detenciones sin juicio, condenas por meros delitos de opinión, Amnistía Internacional…–, que distorsiona el sentido normal del término. 

Añade Leech que los miembros del FLQ detenidos eran ciertamente ‘presos políticos’ en el sentido de que habían sido políticas las motivaciones de sus actos, pero que tales actos eran al mismo tiempo inequívocamente ‘criminales’ desde el punto de vista legal, con independencia de las convicciones políticas. El FLQ trataba de imponer una definición alternativa por la vía de la connotación.  (...)

El pillaje y la extorsión semántica son prácticas recurrentes en el radicalismo abertzale. La transfusión del contenido de ‘preso de conciencia’, importado del léxico de los derechos humanos, a la caracterización de los presos etarras es sólo un ejemplo más del abuso de las definiciones persuasivas, las que estipulan un uso interesadamente deformado. 

Al respecto, dos observaciones: preferir ‘presos etarras’ o ‘presos terroristas’ a ‘presos políticos’, por un lado; y señalar, con pesar, la abdicación de las instancias que han acuñado significantes valiosos en la defensa de su acervo simbólico frente al uso tacticista del nacionalismo radical, apuntalado por los intelectuales orgánicos del autodenominado ‘tercer espacio’. 

No por mero prurito de propiedad intelectual sino porque, como constató con su habitual lucidez Primo Levi, «es obvia la observación de que donde se violenta al hombre se violenta también el lenguaje».

El blanqueo conceptual se complementa con la confusión de la geometría política. Al terminar el debate sobre pacificación, Laura Mintegi insistió en dos aspectos esenciales del credo abertzale: el carácter fundacional y legitimador del ‘conflicto’ y una visión de la política según la cual «la democracia consiste en escuchar lo que te gusta y lo que no». 

Dos palabras sobre lo último: Mintegi parece ignorar que existen dos geometrías de lo político: una que opone la democracia a lo no democrático –un espacio en el que se inscribe la trayectoria de ‘presos políticos’ como los de ETA o el FLQ en cuanto exponentes del etnofunda-mentalismo–; este espacio tiene sólo dos posiciones y la prueba inequívoca de su vigencia es la existencia de víctimas políticas. 

 Así lo entendió el Gobierno canadiense al apelar a la ley sobre medidas de guerra –un estado de excepción– tras los secuestros de 1970."          (MARTÍN ALONSO, EL CORREO 11/04/13, en Fundación para la Libertad)