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26/9/23

'No me llame Ternera' desvela el pavoroso recorrido de sangre sin arrepentimiento de Josu Ternera... repite varias veces en la entrevista que "matar no está bien"... lo que podría parecer parte de un proceso de arrepentimiento, pero no es así... En la casa cuartel de Vic murieron diez personas, cinco eran niños. ETA lanzó un coche bomba con 200 kilos de amonal por una rampa desde donde se veía a los pequeños jugando. "Una actitud equivocada", dice Ternera. También califica de "error político y humano" el secuestro y asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco... "no entiendo muy bien el objetivo de esa acción"... De ninguna de estas muertes se arrepiente en la entrevista... Francisco Ruiz, el agente urbano que fue gravísimamente herido en el atentado contra el alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu, vive en Ciudad Real, "noté que había un rechazo hacia mi persona, aquello me dolió en el alma, tanto como el atentado. Tomamos la decisión de marcharnos de Euskadi, nos fuimos como apestados"... Este hombre, su familia y todas los familiares y amigos de las víctimas que murieron a manos de ETA, los que sufrieron el rechazo social –por convicción o por miedo– en Euskadi, los que tuvieron que salir de allí, abandonar sus vidas, se merecen poder ver esta película, como la ve ahora Francisco Ruiz al lado de Évole

 "Sobrecogedor y al mismo tiempo de un extraordinario interés, el documento periodístico que contiene la película documental No me llame Ternera, donde se recoge una larga entrevista con Josu Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera, exjefe de la banda terrorista ETA, deberá guardarse con cuidado en los archivos de la memoria reciente de este país. El retrato que este hombre se hace a sí mismo contestando a las preguntas de Jordi Évole es pavoroso, lo mismo que el que ofrece de la desaparecida ETA.

Si todos los que han pedido a gritos que no se proyecte en el 71 Festival de San Sebastián –la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y Dignidad y Justicia, colectivos policiales, intelectuales como Fernando Aramburu y Fernando Savater…– hubieran visto la película antes de proclamar a los cuatro vientos que era "humillante" y que se blanqueaba la figura de un asesino, no habrían abierto nunca la boca, no se hubieran apuntado a una vergonzosa lista, la de los censores del siglo XXI. Afortunadamente la Fiscalía no les ha secundado.

 Esta es una de las entrevistas más interesantes de los últimos años y, mucho más, es necesaria y esclarecedora, puro periodismo sin artificios, sin un solo resquicio para la sospecha o la duda, sin falsedades, y moralmente impecable por parte de Jordi Évole y el equipo de la película. Un equipo que pone la cámara antes este hombre y pregunta a pregunta desvela un recorrido escalofriante de sangre sin arrepentimiento.

 "Preciso que ETA ha desaparecido", sentencia en un momento Josu Ternera, en esta entrevista que Jordi Évole invita a ver a Francisco Ruiz, el agente urbano que fue gravísimamente herido en el atentado contra el alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu, en 1976. Josu Ternera reconoce en la película que participó en la organización del atentado –él lo llama acción–, aunque no disparó. No fue procesado por este asesinato, se benefició de la Ley de Amnistía de 1977 impulsada por el gobierno de Adolfo Suárez.

Uno a uno, Évole conduce por distintos episodios sangrientos al exdirigente de ETA, que repite varias veces en la entrevista que "matar no está bien". "Ni usted ni nadie me habrá oído decir que matar está bien, nunca", dice. "Matar no es un placer para nadie. Eso es una mochila que un hombre o una mujer llevará hasta el final de sus días. Evidentemente que yo arrastro esa mochila". Podría parecer parte de un proceso de arrepentimiento, pero no es así.

 Josu Ternera reconoce "errores" en algunos atentados de ETA, pero para todos ellos tiene una siniestra coletilla. Hipercor, 19 de junio de 1987. Un coche bomba en el aparcamiento del establecimiento en un barrio popular de Barcelona terminó con la vida de 21 personas y dejó 46 heridos. "Un error de la organización", dice Josu Ternera, que inmediatamente añade: "Pero el Estado no protegió a sus ciudadanos después de dos avisos".

 El mismo razonamiento siniestro tiene para el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, el 11 de diciembre de 1987. Hubo 11 muertos, cinco de ellos niñas, y 88 heridos, la mayoría civiles. La excusa de Josu Ternera, aterradora, es que no hubieran muerto civiles si hubiera hecho caso al comunicado de ETA diciendo que desalojasen a las familias de las casas.

En la casa cuartel de Vic, el 29 de mayo de 1991, murieron diez personas, cinco eran niños. ETA lanzó un coche bomba con 200 kilos de amonal por una rampa desde donde se veía a los pequeños jugando. "Una actitud equivocada", dice Josu Ternera. También califica de "error político y humano" el secuestro y asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco –"no entiendo muy bien el objetivo de esa acción"– en julio de 1997. De ninguna de estas muertes se arrepiente en la entrevista.

Preguntado por el atentado por parte del Batallón Vasco Español contra él mismo y su familia en 1975 resulta una respuesta inquietante, "la espiral de violencia de los dos lados devino en una insensibilidad al sufrimiento de los demás, nos pasó a todos". Si en algunos momentos de la entrevista miente o no, en otros, sin duda, se equivoca, los ciudadanos españoles no fueron insensibles ante el sufrimiento de miles de personas.

 Hoy, gracias a esta entrevista, no lo serán los jóvenes españoles que descubran el pasado sangriento de nuestra historia reciente y ello será gracias a esta película, codirigida por Jordi Évole y Márius Sánchez, que demuestran todo lo que puede aportar el buen periodismo, aunque éste se intente silenciar. ¡Bien por el Festival de San Sebastián!

Josu Ternera –17 años fugado, llegó a ser diputado en el Gobierno vasco, pasó 12 años en la cárcel, más de 20 de clandestinidad– participó en las negociaciones para poner fin al conflicto y, según su testimonio, después abandonó ETA. Pero después, en 2018, el 4 de mayo, fue el hombre que leyó el comunicado de la disolución de la banda terrorista. "ETA surgió de este pueblo y ahora se disuelve en él".

Hoy Josu Ternera vive en Francia, en régimen domiciliario, a la espera de extradición a España, donde debe responder, entre otros delitos, por el atentado en contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. La Fiscalía pide 2.354 años de prisión.

Hoy Francisco Ruiz vive en Ciudad Real, donde se instaló tras el atentado en Galdácano en 1976. Allí llegó con seis años y después de cinco meses en el hospital luchando por su vida tras recibir doce disparos, "noté que había un rechazo hacia mi persona, aquello me dolió en el alma, tanto como el atentado. Tomamos la decisión de marcharnos de Euskadi, nos fuimos como apestados".

Este hombre, su familia y todas los familiares y amigos de las víctimas que murieron a manos de ETA, los que sufrieron el rechazo social –por convicción o por miedo– en Euskadi, los que tuvieron que salir de allí, abandonar sus vidas, se merecen poder ver esta película, como la ve ahora Francisco Ruiz al lado de Évole, y saber que existe ya para la memoria de nuestro país un documento grabado del larguísimo horror que instauró ETA."            (Begoña Piña , Público, 22/09/23)

28/10/20

ETA... “Distintos o diferentes es el nombre elegante de la xenofobia”... La banda “asesinó al torturador franquista Melitón Manzanas y a víctimas de Manzanas”... es “incomprensible” que una corriente como la de ETA, con tintes “fascistas”, sobreviviera con apoyo social tras la dictadura...

 "Jon Viar, hijo de un exterrorista opuesto a la violencia, presenta ‘Traidores’, donde relata las raíces sociales y familiares de la banda.

Un chaval usa gafas de sol y se cubre cabeza y rostro con un pasamontañas. Habla en nombre de la banda terrorista ETA. Parece una declaración oficial, pero se trata tan solo de un niño de 13 años que ama el cine y empieza a darse cuenta de que odia esa violencia que planea sobre el País Vasco en la década de los noventa. Se llama Jon Viar y su padre, Iñaki, le confesó cuando tenía ocho que había pertenecido a ETA y que había estado en la cárcel. Varias décadas después, cualquier muchacho puede jugar a ser cineasta, pero muy pocos pueden conocer el dolor y el significado de ETA.

Jon Viar, de 34 años, ha presentado en el festival de cine Seminci de Valladolid su documental Traidores, donde recoge la persecución que su progenitor y otros tantos exetarras sufrieron porque renegaron de la violencia. Todo con la aquiescencia de los partidos políticos que, ni en democracia, fueron capaces de denunciar con firmeza el horror sembrado en territorio vasco.

El documental trata de explicar cómo el radicalismo se asentó en un nacionalismo que inoculó su rabia y su odio en una generación dispuesta a liquidar a quien le rebatiera. “Distintos o diferentes es el nombre elegante de la xenofobia”, se dice en la cinta. Iñaki Viar ratificó este pensamiento en la cárcel, donde pasó ocho años tras colocar una bomba en Bilbao, aunque no hubo víctimas. 

Posteriormente abrazó la psicología y el psicoanálisis para acabar descubriendo en su familia el poso que lo contaminó y le hizo cometer graves errores de los que supo arrepentirse. El director explica que su obra se sitúa entre 1998 y 2020, como si cuando era un chiquillo ya conociese el guion que intentaría plasmar ya de adulto. “Yo era un chico consciente del terrorismo y de ETA, en mi entorno no era tan habitual”, afirma Viar, que trata de desmontar el argumentario abertzale.

El cineasta se apoya en imágenes de producción familiar, de archivo y grabadas en la actualidad tanto en suelo vasco como en el penal de Segovia, donde su padre pasó parte de su estancia como preso y trazó un frustrado plan de fuga. El pequeño Viar ya reprodujo, con una crudeza llamativa en un adolescente, escenas como los secuestros de Miguel Ángel Blanco o la intrínseca cobardía de quienes asesinaban con un tiro de espalda. Solo que mientras él disparaba con cartuchos de fogueo, ETA recurría a la pólvora y a las balas.

La banda “asesinó al torturador franquista Melitón Manzanas y a víctimas de Manzanas”, denuncia el director. Su labor en el documental consiste en “ordenar la realidad” para ayudar a comprender un horror que duró demasiado. ETA anunció su total disolución en 2018 con un historial de casi 1.000 víctimas mortales e incontables afectados por un argumentario enraizado en el “racismo”, según los dos Viar.

 El nacimiento de su documental llega en un momento donde proliferan los retratos audiovisuales de la banda. Jon cree que hay dos perfiles: uno que intenta plasmar el horror y otro que lo disimula. Prefiere no criticar a sus compañeros de gremio y espera que esta cantidad de series se traduzca en un mayor conocimiento sobre esa historia reciente que los libros de texto no terminan de recoger. Nadie nace aprendido, ni en 1940 ni en 2003.

 El exetarra Iñaki Viar, de 73 años, deja a un lado el sombrero que cubre su pelo blanquísimo. La película, que tilda de “dura, dolorosa y triste” lo ha emocionado, pero no tarda en expresar con vehemencia lo “incomprensible” que resulta que una corriente como la de ETA, con tintes “fascistas”, sobreviviera con apoyo social tras la dictadura. Este psicoanalista reconoce que, como teorizó Freud, todo hombre “tiene que matar a su padre”, y que ese fue el primer paso para desmarcarse de un legado familiar nacionalista. 

Viar senior no reprueba que el pasado etarra se borre de la memoria colectiva —“el olvido es un mecanismo de defensa”— pero censura que tanto en el País Vasco como en España no haya el suficiente recuerdo a aquel “terror consolidado”. Este “traidor” para tantos excompañeros y para cierto sector de la sociedad vasca piensa que creaciones como las de su hijo “algo muestran” y pueden generar preguntas a los espectadores. A su juicio, Jon, que se declara defensor de los valores de la Ilustración, ha conseguido evidenciar una realidad: cómo el mayor de los horrores se puede gestar en la intimidad."                 (Juan Navarro, El País, 25/10/20)

24/11/15

Una arrepentida...

 Carmen Gisasola, fotografiada el pasado viernes en San Sebastián. / javier hernandez juantegui

"CARMEN Guisasola es una persona famosa. En nuestros días. Porque durante mucho tiempo vivió en el extremo contrario, en la clandestinidad hermética y forzosa. Desde que el año pasado salió de la cárcel aparece con relativa frecuencia en los periódicos. Ayer la entrevistaba el diario El País. 

Lo hacía, naturalmente, con la retórica que se emplea con las personas famosas, incluido el posado falso casual sobre un paisaje de muros húmedos y desconchados, abertzale, que habrá costado encontrar en la ya muy limpita y burguesa San Sebastián. 

No discutiré la oportunidad de la entrevista. Ni, mucho menos, la fama de la señora Guisasola. Todo lo contrario: lo que creo es que sus apariciones en los medios no hacen, precisamente, justicia a su fama. Parece indiscutible que si ayer ocupaba de arriba abajo la portada del diario más difundido de España se debe a su carácter de arrepentida. Bien está. 

Pero eso supone, siendo generoso, el 50% de su fama. El otro 50% debería provenir del objeto de su arrepentimiento, que son sus crímenes, entre ellos cuatro asesinatos por los que fue condenada a 24 años de cárcel, y de los que se da escueta mención en media línea.

Así pues no tengo más remedio que dar una rápida instrucción odontológica para este género de los arrepentidos que se está imponiendo. Se funda en un respeto elemental al orden cronológico de los hechos e incluso a la retórica elemental de la confesión.

Primero la muerte –descrita como no está– y luego el yo pecador —descrito como está—. Primeras cinco preguntas, por lo tanto: qué, quién, cómo, cuándo y dónde de la muerte. Si no se le ocurren al periodista, que es muy posible, deberían ocurrírsele al arrepentido. En especial, para que el lector juzgara la calidad de su arrepentimiento.

Instrucción aparte, tengo una sugerencia que facilitaría mucho las cosas a los prohombres de la información. Una lista de ex asesinos. Están de moda las listas y no entiendo cómo no se le ha ocurrido a nadie.

Pero lo cierto es que, interesado por el asunto gracias a la entrevista (¡efectos colaterales!), no tengo dónde buscar fácilmente los crímenes de Carmen Guisasola. Por el contrario, los nombres de sus víctimas están a un tiro de web. Me dice la abogada Carmen Ladrón de Guevara que mi sugerencia es complicada, por la ley de protección de datos. Claro: no hay ex muertos.

La perversa confusión de que la memoria de los muertos sea compatible con el derecho al olvido de los que siguen viviendo."               (Arcadi Espada, 03/11/2015)

"CARMEN GISASOLA. Exmiembro de la cúpula de ETA: “Siento no poder reparar lo irreparable”

Carmen Guisasola (Markina, Bizkaia, 1958) entró en ETA en su juventud, durante la Transición. Pronto pasó a la clandestinidad y según la policía alcanzó responsabilidades en la dirección de la banda terrorista. Detenida en Francia en 1990, fue condenada por varios asesinatos. 

Fue expulsada de ETA en 1998, estando en la cárcel, por cuestionar la actividad terrorista. Fue pionera de la vía Nanclares de reinserción en 2008. Salió de prisión en 2014, tras cumplir 24 años entre rejas.

 Guisasola narra a EL PAÍS su evolución, desde su militancia a la disidencia en ETA. Y pide a la izquierda abertzale que asuma responsabilidades políticas por su complicidad en la actividad de ETA.

Pregunta. ¿Cómo una persona como usted entró en ETA durante la Transición?

Respuesta. En mi juventud, en el ambiente en que yo vivía era bastante normal meterse en ETA.

P. ¿Por qué?

R. Tras la Guerra Civil el franquismo metió un miedo tremendo. ETA era la nueva resistencia y un reclamo para la juventud. Se nos decía que íbamos a alcanzar la independencia y el socialismo. Nos movíamos en un esquema simple, pensando que la revolución estaba a nuestro alcance.

P. Sí. Pero de ahí a matar.

R. A escala mundial había un movimiento revolucionario, guerrillero. Funcionaba el lema “el pueblo armado, jamás será aplastado”. No estaba mal vista la lucha armada para la liberación de los pueblos. Hoy en día el respeto a los derechos humanos y el derecho a la vida son incuestionables. Ha habido un enorme cambio cultural.

P. ¿Cuándo se desmarcó de ETA?

R. Me expulsaron en 1998 por escribir una carta pública con otros compañeros en una cárcel de Francia. Eran los tiempos del Pacto de Lizarra y las negociaciones con el Gobierno de Aznar.

P. ¿Qué decía la carta?

R. Que ETA no se había sentado a dialogar con una reflexión seria como en Irlanda, de dejar la lucha armada y pasar a la política. Es más. La kale borroka reapareció con más fuerza. Se la enviamos a la dirección y no nos respondió. La hicimos pública y nos expulsaron por indisciplina.

P. ¿Cómo llegó a ser crítica con ETA? ¿Cuál fue su evolución?

R. Fue un proceso lento. Empecé con la crítica política y luego llegué a la crítica ética. Empecé dudando de la validez de la lucha armada. Vi que la democracia se asentaba en el Estado español y que no había sitio para ella. Antes de pasar a la clandestinidad, ya me había dado cuenta de que gente significativa que animaba la lucha armada, no se comprometía con ella.

P. ¿Cómo vivió ETA en la clandestinidad?

R. Conocí ETA por dentro y el mito se esfumó. La gente pensaba que ETA era algo grande y era todo lo contrario. El Estado era mucho más fuerte. El fracaso de las conversaciones de Argel en 1989 fue un punto de inflexión. Gente que votaba izquierda abertzale, nos empezó a cerrar puertas y nos hacia más vulnerables para la policía. Hasta que me detuvieron.

P. ¿En qué medida la cárcel influyó en su alejamiento de ETA?

R. Cuando me detuvieron en Francia me encontré en la cárcel con una militante del IRA, que me transmitió que ya cuestionaban la vía violenta Con otra de las Brigadas Rojas italianas confirmé lo que vi en ETA, que la disciplina era el valor absoluto. Las opiniones no cuentan. Allí seguí la catástrofe de la estrategia de la socialización del sufrimiento de ETA, a mediados de los noventa. Se abrieron brechas enormes en la sociedad. Y pronto empezaron las ilegalizaciones.

P. Usted dice que tras la reflexión política vino la ética.

R. Cuando hacíamos los atentados éramos conscientes de que hacíamos daño. Por eso los hacíamos. Yo no quería pensar en las consecuencias. Pero hubo un atentado que me afectó especialmente.

P. ¿Cuál?

R. El atentado contra Irene Villa. Estaba en la cárcel y una amiga madrileña me dijo que no entendía que se hubiera hecho aquella barbaridad en una niña de la edad que su hijo. Me afectó. En esa época leí a Malraux, combatiente por la República española, que decía que ninguna idea valía más que la vida de una persona. Comprendí que gente de primera no se tomaba a la ligera el sufrimiento ajeno.

P. ¿Qué le diría a una víctima de ETA?

R. Que lamento no poder volver atrás para que no hubiera sucedido. Siento no poder reparar lo irreparable. Pero a las generaciones jóvenes tenemos que decirles que los autores de auténticas burradas no éramos monstruos sino gente normal que estábamos en una vorágine loca y abducidos por la idea de que la revolución dependía de nosotros.

P. Usted fue pionera de la vía Nanclares en 2008.

R. Tras el fracaso de las conversaciones de Loiola en 2006 y al conocer que ETA continuaba con la violencia, el Gobierno socialista nos ofreció una salida condicionada al abandono de la lucha armada, al reconocimiento del daño causado y a la deslegitimación de la violencia para lograr objetivos políticos Sabíamos que no iba a haber otra oportunidad.

P. ¿Para qué sirvió la vía Nanclares?

R. Me cuesta valorarla porque ha sido una pena que este Gobierno no la siga. Pero fue positiva. Quiero resaltar la reflexión crítica que hicimos y los pasos dados en pro de la convivencia por el grupo denominado Presos Comprometidos con el Irreversible Proceso de Paz.

P. Usted ha pasado 24 años en la cárcel. Salió hace un año ¿Qué cambios ha percibido?

R. La sociedad ha pasado página y tiene otros problemas. Para los jóvenes de hoy, ETA representa lo que para mí la Guerra Civil. La juventud rechaza totalmente el uso de la violencia para alcanzar fines políticos. Es un fenómeno mundial. Existe mayor sensibilidad hacia los derechos humanos.

P. ¿Se ha adaptado a la vida normal?

R. No tengo problemas para estar con la gente. Mi vida ha ido a salto de mata, empezando de cero. No es fácil. Pero es lo que quiero y me siento fuerte.

P. ¿Cómo le han acogido en su pueblo?

R. Bien. Los principales problemas los tuve, estando en la cárcel, cuando rompí con el colectivo de presos de ETA. Me hicieron pintadas en mi pueblo.

P. Hace más de un año que el colectivo de presos de ETA anunció que asumía la legalidad penitenciaria. Pero no se ha hecho nada. ¿De quién es la responsabilidad?

R. Los presos están a la espera de las directrices de fuera. Es difícil interiorizar que tu salida va a ser por la vía legal cuando te han dicho que ibas a salir por una negociación. La izquierda abertzale tiene que coger las riendas por la responsabilidad política que le corresponde. Ellos aceptaron la legalidad en sus estatutos para volver a las instituciones. Los presos también tienen que asumir la legalidad y la izquierda abertzale se tiene que comprometer.

P. ¿Cree que la izquierda abertzale reconocerá su complicidad con el daño causado por ETA?

R. El sufrimiento que hemos generado está reconocido. Tenemos que admitir que fue injusto. Está pendiente en la izquierda abertzale y ETA. La izquierda abertzale debe asumir responsabilidades políticas. No todo acaba con los autores materiales. Hubo gente que teorizó sobre la lucha armada, pero escudándose en no practicarla, hoy está sentada en puestos relevantes ¿Resulta que ahora no va a ser responsable? ¿Tampoco el que pasó información? ¿Van a abandonar a los presos a su suerte?

P. ¿Qué consecuencias tendría que no asumieran responsabilidades?

R. Las víctimas van a quedar decepcionadas porque van a ver cómo salen los presos y son bien acogidos en sus pueblos. Y los familiares de los presos que siguen en la cárcel responsabilizarán a las víctimas de la situación de sus familiares.

P. ¿No cree que ETA tiene más responsabilidad que la violencia parapolicial por el apoyo político que tuvo?

R. La violación de los derechos humanos es la misma, sea ETA o GAL. Pero ETA ha creado mucho sufrimiento al tener mucho apoyo político. Por eso extiendo la responsabilidad a la izquierda abertzale. Pero el PSOE tampoco tiene las manos limpias con lo del GAL. Hoy ETA ya no representa nada. Pediría su desaparición. Favorecería a los presos.

P. ¿Cómo se ve usted?

R. Miro hacia atrás y reconozco que lo que hice estuvo mal. Esa mirada no la tuve entonces. Desgraciadamente, pasó y no se puede cambiar lo que pasó. Dentro de unos años todos pensaremos, menos algún rezagado, que nunca debió existir violencia en Euskadi."         (  , El País, Madrid 2 NOV 2015)

15/5/15

Iñaki Rekarte: “ETA estaba compuesta por los más burros de cada barrio”

"Iñaki Rekarte nació en Irún en 1971, regenta una taberna en Navarra, y es un asesino. En 1992 era el jefe del comando Santander de ETA y el encargado de apretar el botón que hizo saltar por los aires el 19 de febrero del ese año olímpico una furgoneta que acabó con la vida de tres personas. Quería matar a policías pero no lo consiguió. Tenía 20 años. Fue condenado a 203 años de cárcel. Ha estado 21 años privado de libertad.

“La mayoría de los miembros de ETA éramos los más burros de nuestros barrios, pudimos ser cualquier cosa pero, te aseguro, que nada bueno”, certifica Rekarte. “Fuimos una cuadrilla de locos, capaces de matar a desconocidos. Me arrepentiré toda la vida”.

Se desvinculó de la banda terrorista y ahora cuenta su historia en Lo difícil es perdonarse a uno mismo (Península). “Acababa de salir de Proyecto Hombre, no había hablado nunca de política ni en mi casa ni en mi barrio, pero buscaba a ETA con todas las ganas, quería aventuras y al final un día los encontré”, lamenta. La entrada en la organización no fue nada protocolaria: “No hubo ninguna reunión. 

A mi amigo Juanra y a mi nos dieron un papel con un dibujo donde se explicaba cómo hacer bombas y varios explosivos”. Las órdenes eran simples, “matar a los enemigos, sobretodo policías y guardias civiles”.

Juanra e Iñaki se bautizaron como terroristas acabando con la vida de un narcotraficante. Entonces la organización potenciaba la lucha contra la droga en el País Vasco, ya que la banda aseguraba que los traficantes recibían ayuda de los cuerpos de seguridad, llenaban Euskadi de droga y acababan así con la juventud que creía en ETA. Iñaki no disparó el tiro que segó la vida del camello. 

Lo echaron a suertes y perdió. Aún así, se acababa de estrenar. “Ya era etarra, me metía en la cama y sabía que tenía que matar, tenía miedo pero no huí, mi cabeza dejó de funcionar; ya no pensaba ni en tener una casa, ni hijos, ni nada… ojala hubiera tenido el valor de marcharme”.

Iñaki ingresó un verano en ETA y fue detenido “ocho o diez meses después”. Le dio tiempo a matar a las tres personas. “Al entrar en prisión sentí tranquilidad, el sinsentido se había acabado”.

En el juicio se limitó a seguir las órdenes de la organización. “Las tonterías que me ordenaron decir eso de no reconozco a este tribunal…” y empezó una nueva vida enjaulado y bajo las órdenes que la organización tenía reservada para los terroristas que acaban entre rejas.

“He estado 22 años preso y nunca me he sentido de ETA. Un día me di cuenta que no tenía ni idea de política, ni de historia, no sabía nada de la vida… me di cuenta de lo que había hecho, el mundo te odia con razón y sólo puedes relacionarte con el resto de presos etarras”. Continuó su vida bajo el yugo de las las órdenes de ETA. “A dónde vas a ir, todo tu entorno es de esa mierda, tu novia también, los que vienen a verte a la prisión, tus compañeros de módulo, todo”.

La banda destinaba los jueves a seguir el adoctrinamiento de los reos dentro de la cárcel: “Hablaban de marxismo y de mil historias que no me interesaban, no sé si uno es de derechas o de izquierdas, sé cuándo alguien me cae bien”. 

La cuerda empezó a tensarse con sus compañeros y acaba rompiéndose cuando se enamora de una trabajadora social con la que tiene un hijo. “Santi Potros me intentó regañar y me dijo que mi mujer podía ser una infiltrada”, fue la gota que colmó el vaso.
 
El asesino Iñaki Rekarte dijo basta e hizo público su arrepentimiento. “Al principio me dio miedo acabar como Yoyes pero todo se pasa”.

“Soy el máximo responsable de mis crímenes. Entré en ETA pensando que me encontraría con el Che y con lo que me topé fue con un grupo de personas que utilizaban a jóvenes y balas perdidas como yo para matar”.

Vivir habiendo matado es un ejercicio complicado. “Si hubieran acabado con la vida de un familiar mío creo que odiaría al asesino toda mi existencia. No creo que quisiera hablar con él. Sin duda, soy el máximo responsable de todo el odio y el daño que he causado”.        (  , El País, Barcelona 14 MAY 2015)

16/11/12

El terrorismo que no cesa... en Irlanda del Norte

"Días atrás, David Black, funcionario de prisiones, era asesinado por disidentes del IRA. Poco antes, otro norirlandés fue asesinado por terroristas escindidos del IRA. Con estas muertes y la de dos soldados y dos policías, son ya seis las víctimas mortales desde 2009 causadas por republicanos separados de la principal facción del IRA que lideraron Adams y McGuinness. 

Además varios son los intentos frustrados en los que la víctima resultó gravemente herida o salvó la vida por fallos de los terroristas. Esa es la normalidad de una región que refleja importantes déficits y que ahora paga el precio de errores pasados que algunos intentan emular en Euskadi, lo que hace temer costes diferidos a medio plazo si estos tuvieran éxito.

Cinco factores explican las causas de una violencia que persiste en niveles inferiores al pasado, pero provocando una inestabilidad política considerable que evidencia las anomalías de un proceso ineficaz para erradicar el terrorismo: los réditos políticos y la impunidad penal obtenidos por el Sinn Féin y el IRA tras su debilitamiento operativo; la falta de deslegitimación del terrorismo; la fuerte subcultura de la violencia a pesar del escaso pero significativo apoyo popular; la reducción de los niveles de seguridad; y la disponibilidad de armas.

El primero de ellos lo ilustraba el testimonio de un diputado unionista denunciando el reciente asesinato como una consecuencia más del apaciguamiento que llevó a las autoridades a recompensar al Sinn Féin con su injusta rehabilitación en las instituciones. Los disidentes encuentran inspiración en ese chantaje con el que el IRA fue premiado cuando se encontraba operativamente exhausto. 

La relevancia de este factor es evidente cuando hasta políticos nacionalistas ajenos al Sinn Féin exigen la excarcelación de un terrorista del IRA condenado en 2011 por un intento de asesinato cometido en 1981. Aducen que también debe beneficiarse de la contraproducente excarcelación anticipada que avaló el Acuerdo de Viernes Santo mientras exigen, alegando enfermedad, la libertad de otra destacada presa disidente.

En tan injusto contexto político y social, un compañero del funcionario de prisiones asesinado mostraba su frustración hacia unos políticos cuya actitud ofrece una cierta justificación a los disidentes: 
 «Parece que somos los únicos que nos interponemos entre los terroristas y su libertad, pues esta puede llegar si se ejerce la presión adecuada». 

Entretanto los nuevos ‘demócratas’ del Sinn Féin siguen ofreciendo soporte ideológico para asesinatos motivados por los mismos ideales a los que el partido no ha renunciado; ideales con los que aún justifican los asesinatos cometidos por el IRA en el pasado aunque rechacen ahora los de los disidentes. 

La ausencia de una admisión de la ilegitimidad de la campaña terrorista del IRA impide desacreditar con eficacia a quienes todavía mantienen su legado. Un portavoz de los disidentes así lo destacaba: «Si ahora estamos equivocados, es que ellos se equivocaron durante años; si ahora tenemos razón, entonces es que ellos estaban equivocados al detener la violencia».

La forma en la que el Gobierno británico soslayó la exigencia de un verdadero desarme refuerza el aura de legitimidad del IRA, pues el limitado decomiso fue una mera farsa con la que salvar la cara del grupo terrorista. Además ha permitido a los disidentes aprovechar algunos arsenales una vez que el clima político tras el cese del IRA provocó una reducción de los efectivos de seguridad.

 Por un lado, la reforma de la policía dio lugar a un nuevo cuerpo dotado de unos 7.000 efectivos, o sea, prácticamente la mitad del número de miembros de los que constaba el anterior servicio. Asimismo, el ejército británico, que en los momentos álgidos del conflicto contó con cerca de 30.000 efectivos, redujo su presencia significativamente.

Las capacidades de respuesta por parte de las agencias de seguridad se vieron mermadas tanto cuantitativa como cualitativamente. Así ocurrió con el desmantelamiento de la unidad de inteligencia contraterrorista de la policía norirlandesa, la célebre Special Branch, como resultado de la transformación policial.

 Se redujo asimismo la presencia de unidades de inteligencia del ejército británico, que tan decisivas resultaron en el pasado en la neutralización de los grupos terroristas mediante su infiltración. 

La reactivación del terrorismo ha provocado una nueva intensificación de los esfuerzos antiterroristas desde Reino Unido e Irlanda. Sin embargo, se ha desaprovechado una experiencia y un escenario de ventaja que los profesionales consideran enormemente valiosos, generando por ello una situación de amenaza preocupante.

Este ‘modelo’ ofrece una hoja de ruta que ETA y sus simpatizantes pueden imitar si Estado y sociedad no oponen la resistencia precisa. Es fácil imaginar las consecuencias que para Euskadi tendría esa dejación si observamos la realidad que hoy nos muestra Irlanda del Norte."            (El Correo 15/11/12, ROGELIO ALONSO, en Fundación para la Libertad, 15/11/2012)

28/2/11

"De forma pública la mataron, y de forma pública debería él arrepentirse de su asesinato"


José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, el pasado enero

"Txelis busca el perdón de Yoyes. El exideólogo de ETA, ahora disidente, plantea un encuentro con los familiares de la dirigente asesinada en 1986 por regresar a Euskadi tras abandonar la banda

-¿Eres Yoyes?

-Sí.

-¿Sabes quién soy yo?

-No.

-Soy miembro de ETA y vengo a ejecutarte.

Después resonaron tres tiros. Uno de ellos atravesó la sien de María Dolores González Cataraín, Yoyes. Cayó al suelo, muerta, ante los ojos de su hijo de tres años. El niño estaba subido en un tractor. Su madre lo había llevado a media tarde a pasear por la feria de Ordizia.

Era el pueblo natal de Yoyes, al que había regresado tras seis años de exilio voluntario después de abandonar la banda terrorista ETA. Volvió la mujer, y con ella, el mito, el icono, la primera dirigente de la organización. Trató de pasar inadvertida, pero fue imposible. (...)

José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, recorrió el mismo camino. Fue incluso más allá. Pero una década más tarde. Aquel 10 de septiembre de 1986 él formaba parte de la cúpula terrorista que ordenó la "ejecución" de Yoyes.

Veinticinco años después quiere pedir perdón a sus familiares por su muerte, según fuentes de la Audiencia Nacional. Personalmente. Pero estos lo ven con recelo. (...)

Se puede entrar en ETA pero no salir de ella, fue el mensaje que la organización quiso grabar con la sangre de su antigua heroína. El que escribía entonces los comunicados de la banda era Txelis, según las crónicas de la época. (...)

Pero el regreso fue complicado. No era un miembro de ETA cualquiera. Era Yoyes. Con todo lo que ese nombre significaba. "Pisar esta tierra, pisar la tierra en que nací, lo he soñado tanto durante años y ahora estoy aquí, este es mi pueblo, mi país, y se ha armado tal revuelo; es como si un volcán o un terremoto hubiera levantado y removido montones de capas", escribió en su diario cinco días antes de su asesinato. (...)

La nueva cúpula, más dura, formada por Francisco Mújica Garmendia, Pakito; José Luis Álvarez de Santacristina, Txelis, y José María Arregi Erostarbe, Fitipaldi, decidió que Yoyes merecía morir. Los ejecutores fueron José Antonio López Ruiz, Kubati, y José Miguel Latasa Guetaria, Fermín. Mataron para evitar deserciones. Cuatro de los cinco son ahora disidentes de ETA.

Txelis fue de los primeros en abjurar de la violencia en los noventa. Tenía varios puntos en común con Yoyes. Pertenecían a la misma generación -Yoyes nació en 1954, Txelis un año antes-. Compartían una férrea fe religiosa infantil y un amor infinito por los libros, el estudio, y la docencia.

Yoyes se trasladó con 18 años a San Sebastián para iniciar unos estudios de Magisterio que no terminó por su actividad en la organización. Por aquel entonces, Txelis acababa de abandonar el seminario, obtuvo el título de profesor de euskera e inició sus estudios de Teología y Filosofía. Se doctoró años después en la Universidad de la Sorbona de París -con una tesis sobre Ludwig Wittgenstein-, tras pasar a Francia (y a la clandestinidad) en 1976.

Yoyes, en su exilio mexicano tras distanciarse de la banda en 1979, se licenció en Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana de Ciudad de México.

Con perfil académico similar, ambos ocuparon posiciones parecidas en ETA. Lo suyo era el mensaje, lo político. Discutir sobre los objetivos y los medios y acciones para alcanzarlos. (...)

Entre rejas, Txelis volvió a sus orígenes. A sus reflexiones místicas y religiosas. Se convirtió en el etarra que más veces ha pedido perdón. Año y medio después de su arresto, envió una carta a ETA pidiendo el fin de la violencia. Mandó otras dos en 1997, una de ellas repudiando el asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco.

Así, hasta que en septiembre de 1998 fue expulsado de la banda por "intento de escisión". Un castigo mucho menos grave que el que ETA -y el propio Txelis- había aplicado a Yoyes 12 años antes.La reinserción ha seguido caminos diferentes durante los últimos 30 años.

Ni en los ochenta ni en los noventa fue necesario pedir perdón a las víctimas ni condenar el terrorismo ni arrepentirse públicamente del pasado y reconocer que la sangre derramada carecía de sentido. Yoyes nunca lo hizo. Pero ahora sí hace falta. (...)

Txelis ha cumplido con todas las exigencias legales. Ha condenado la violencia y ha pedido perdón por escrito y de forma genérica a las víctimas, que no han tenido acceso a sus cartas porque están depositadas en el juzgado. (...)

Ahora está dispuesto a encontrarse con sus familiares para pedirles perdón cara a cara. (...)

No sabe si la familia querría, y entendería que no lo hiciera. El encuentro, en todo caso, no le otorgaría ninguna ventaja penitenciaria adicional. (...)

Pero es difícil que las familias acepten encontrarse con aquel que asesinó a su padre, a su hermano, a su madre. A la hermana de Yoyes, Gloria, le resulta extraño el arrepentimiento tantos años después.

"Es algo que ni me planteo, y que tendría que hablar con el resto de la familia, pero nadie nos ha informado de que quiera pedir perdón. En todo caso, yo le preguntaría por qué no lo ha hecho antes. Aquí todo el mundo nos conoce. Nos han llegado cartas cuyo destinatario era solo 'madre de Yoyes, Ordizia'.

Txelis no es cualquiera para nosotros. Antes del asesinato le dijo a una amiga de mi hermana: 'Dile a Yoyes que se ande con mucho ojito'. Eso fue cuando nosotros todavía pensábamos que ETA era incapaz de hacer algo así".

Gloria le invita a pedir perdón más allá del ámbito privado. "Yo no le voy a recibir personalmente, pero puede hacerlo. De forma pública la mataron, y de forma pública debería él arrepentirse de su asesinato". (...)

Algunas víctimas del terrorismo que reaccionaron con recelo a los permisos y salidas que se vienen concediendo a los disidentes de ETA han reclamado un arrepentimiento individualizado. "Las víctimas de los presos beneficiados aseguran que nadie les ha pedido perdón", afirmó la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Ángeles Pedraza, al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la reunión que mantuvieron en julio del año pasado.

Esto significa que las víctimas piden, al menos, tener acceso a las cartas de perdón de los presos, algo que en este momento no es posible y que quizá lo sea con la futura Oficina de Víctimas de la Audiencia Nacional, que también informará de la situación penitenciaria de cada preso." (El País, 27/02/2011, p. 18/9)

4/12/10

«No hay perdón para los asesinos»

Al cumplirse dos años del asesinato de Inaxio Uria, el texto hecho público por la familia es contundente: «Expresamos nuestro desprecio y odio a ETA; les queremos en la cárcel para siempre». «El daño que nos habéis hecho no lo olvidaremos nunca». Visiblemente emocionados, los hijos agradecieron las muestras de apoyo recibidas ayer.
Los Uria no perdonan. Quieren a los asesinos de Inaxio en la cárcel y no ocultan su desprecio por ETA y por quienes les apoyan. Bastaron veinte líneas de un comunicado escrito para exteriorizar sus sentimientos cuando se cumplieron ayer dos años desde que 'Gorrixe', como era conocido por su tez colorada, fuera abatido por los disparos de un terrorista junto a su empresa Altuna y Uria. Tenía 71 años y todavía seguía manchándose las botas de barro en las obras.

El texto hecho público por la familia Uria Aramendi es contundente. Sale de dentro. Está meditado. Es reflejo de lo lentos y dolorosos que han sido estos 730 días. «El daño que nos habéis hecho no lo olvidaremos nunca», claman los Uria en alusión a ETA, a la que le expresan además su «desprecio y odio». También a «sus cómplices y a todo aquel que defienda el terrorismo».

ETA dejó a los Uria sin su gran referente. Todo cambió para su mujer, sus cinco hijos, ocho hermanos y 32 sobrinos. No hay consuelo para ellos. Ni la detención, el pasado mes de febrero, del presunto asesino de este empresario incansable, oculta su dolor. Al asesino le quieren entre rejas «para siempre» porque -reza el comunicado- «nosotros también, junto a las demás víctimas, estamos en la cárcel del sufrimiento desde hace dos años condenados a sufrir toda la vida». El hueco dejado por Inaxio es grande y los Uria Aramendi se niegan a cerrar los ojos ante el sufrimiento provocado por el terrorismo. (...)

CARTA DE LA FAMILIA URIA

Ha pasado un año más y aunque en nuestros comunicados anteriores estaba todo claro y conciso, queremos añadir unas reflexiones.

Primero, no hay perdón para los asesinos. Los queremos en la cárcel para siempre. Nosotros también, junto a las demás víctimas, estamos en la cárcel del sufrimiento desde hace dos años condenados a sufrir toda la vida.

Segundo, expresar nuestro desprecio y odio a ETA, a sus cómplices y a todo aquel que defienda al terrorismo. El daño que nos habéis hecho no lo olvidaremos nunca. Con la violencia y asesinando a personas jamás habéis conseguido nada, ni lo conseguiréis nunca. Ojalá ETA desaparezca pronto y que el terrorismo no vuelva nunca a nuestra historia que no ha traido otra cosa que sufrimiento y dolor.

Para finalizar, una vez más, agradecer a todos los que en estos momentos difíciles habéis estado con nosotros. A todos los que han acudido hoy en memoria de nuestro padre y marido. A todas las víctimas expresamos toda nuestra solidaridad. Y cómo no, a todos los que día tras día expresáis vuestra repulsa a ETA y a la violencia, deciros que entre todos conseguiremos que este pueblo viva en libertad, sin ETA, sin asesinos.
Azpeitia, 3 de diciembre 2010."
(Fundación por la Libertad, citando a EL DIARIO VASCO, 4/12/2010)

4/11/10

ETA se rompe en las cárceles

"Mi hijo se ha dado cuenta de que los tiros y bombas no resuelven nada y que la libertad de Euskadi no va a venir por ahí. Esto ha sido un desastre. Deberíamos intentar curar las cicatrices de la otra parte, pero no sabemos cómo. A mí, me gustaría pedir perdón a las personas que sufrieron los atentados en los que participó mi hijo", dice Manuel, padre de Luis Carrasco Aseginolaza, Luze (largo).

(...)Sus palabras dan un toque de esperanza en la recogida atmósfera de la casa, un piso modesto de una barriada obrera de Lasarte (Guipúzcoa). Pero no llegan a disolver la pesadumbre que exudan las paredes y gritan las fotografías del gran ausente, ese chico alto de rostro jovial que, tras 10 años de cárcel, no puede ser ya tan joven ni, seguramente, tan animoso. (...)

La ruta de la reinserción desemboca en la cárcel alavesa de Nanclares de la Oca donde se agrupan 26 ex activistas que han probado su disposición a trabajar por la paz.El listado de esos presos puede sumir en la perplejidad y el escándalo a quienes guarden en su memoria la triste notoriedad que algunos de ellos alcanzaron décadas atrás por su papel dirigente o su larga trayectoria criminal. (...)

Ahora que buscan trabajo, lo primero que constatan los reinsertados es el desmoronamiento del apoyo social que se les dispensaba tiempo atrás. Las empresas ya no les guardan la plaza a los detenidos por terrorismo, no hay ayudas, ni facilidades y eso que algunos de estos reclusos pueden ser considerados pobres de solemnidad porque ni siquiera pueden pagarse el transporte a sus pueblos.

Y es que la reinserción implica cubrir, en lo posible, las indemnizaciones establecidas en la pena, un dinero a recuperar por el Estado ya que, en la práctica, es la Administración la que se hace cargo de las responsabilidades civiles contraídas por los etarras. (...)

En apoyo a los presos disidentes, ella y los familiares de Carmen Gisasola, Joseba Urrusolo y Álvarez Santacristina organizaron hace año y medio en Muguerre (País Vasco francés) una comida que reunió a centenar y medio de personas. (...)

La respuesta de ETA fue un acto de reafirmación en la ortodoxia organizado por familiares de otros presos en Usúrbil (Guipúzcoa) y la expulsión del núcleo principal de los disidentes, acusados de "colaboracionistas con el enemigo", una imputación nada venial habida cuenta del delirio militarista que gastan. Eso explica que la iniciativa no haya tenido continuidad. (...)

Las presiones de los partidarios de la línea oficial han llegado a generar crisis depresivas o trastornos anímicos de alcance. Es el caso de los padres de Valentín Lasarte, expulsado de ETA tras haberse adentrado en la vía de la reinserción. Algunos presos han pedido que la Administración preste ayuda psicológica a sus padres. (...)

Por mucha noticia que se tenga del comportamiento fanático en ese mundo, no deja de escandalizar que en la Europa actual, jóvenes simpatizantes de la causa se ennovien con presos a los que solo conocen por los periódicos para servir de soporte anímico e ideológico y de alivio sexual del guerrero en los vis a vis carcelarios. Por lo mismo, hay madres que le niegan a su hijo el derecho a reinsertarse y prefieren tenerlo entre rejas que en la calle y convertido en "traidor".

A despecho, incluso, de la evolución de sus presos, muchas familias siguen respirando por inercia de la burbuja argumental en la que han vivido durante todos estos años. "Mi hijo hizo mal, pero ya se ha arrepentido; a ver si el Gobierno hace lo mismo", dice un padre. "En mi casa no entra la palabra reinserción. Mi hijo, que ingresó en la cárcel con 20 años y tiene 39 me ha dicho que ahora prefiere aguantar un año más y salir con los demás", cuenta la madre de un recluso. (...)

Las familias de los presos de ETA pregonan unánimemente su condición de víctimas, pero, por lo general, achacan su situación no tanto a las acciones de sus hijos, como a las "razones" que llevaron a estos a utilizar la violencia.

En eso, reproducen el mecanismo doméstico con que la denominada izquierda abertzale elude y transfiere su responsabilidad en la ilegítima y demencial historia de terror de ETA. Solo algunos se atreven a asociar su sufrimiento con el quebranto irreparable causado por sus vástagos a los asesinados y a sus familias, solo algunos comparan cabalmente sus enojosos viajes a las cárceles con el peregrinaje de viudas y huérfanos a los cementerios.

Pocos se interrogan sobre la naturaleza de la ideología que en Euskadi justifica el asesinato político, sobre las raíces de ese fundamentalismo criminal que prendió en sus hijos. Pero, aunque todavía es pronto para ese paso, llegará probablemente el día en el que muchos de ellos, los que no inocularon el veneno en sus vástagos, maldecirán a los promotores e instigadores del odio asesino que destroza a los vascos." (El País, Domingo, 10/10/2010, p. 2/5)