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16/12/20

Desfeudalizar el Estado autonómico... o la corriente subterránea de malestar entre los españoles, avisada de unas disfunciones descubiertas por la pandemia, y molesta por las coacciones identitarias en que incurren ciertas autonomías, terminará por desembocar en un neocentralismo sin miramientos

 "Se llama Central Remota para las Operaciones de Socorro Sanitario (CROSS en su sigla) y tiene una tarea fundamental: cuando una región agota las camas disponibles en sus hospitales, el sistema se activa buscando soluciones para el traslado de los pacientes a estructuras hospitalarias de regiones limítrofes. ¿España? Va a ser que no: Italia. 

Un país que, al igual que el nuestro, tiene su sanidad descentralizada por mandato constitucional igual que el nuestro. En lo peor de la pandemia, durante los 67 días transcurridos desde el 9 de marzo hasta el 20 de mayo, fueron 116 los italianos pacientes de COVID-19 u otras enfermedades que, mediante ambulancia, helicóptero o avión, fueron transferidos de su lugar de residencia a una región que podía darles cuidado. También en Francia, al saturarse las capacidades sanitarias de París, se medicalizaron trenes de alta velocidad para trasladar pacientes a regiones menos golpeadas por el virus. 

Nada de esto ocurrió en España. El Ministerio de Sanidad español llegó a anunciar que contemplaba la movilidad intercomunitaria de pacientes y el Ministerio de Fomento dijo haber medicalizado vagones de tren que, sin embargo, nunca fueron usados. La falta de protocolos claros y conocidos dejó los casos de traslados entre comunidades en anecdóticos. En Murcia se recibieron dos pacientes de Albacete. El préstamo de equipamientos sanitarios tampoco fue un recurso optimizado. 

El presidente gallego Núñez Feijoo tuvo que defender en el parlamento de Galicia la decisión de enviar respiradores a Madrid en el pico de la crisis. Le reñía Antón Sánchez, el portavoz del Grupo Común da Esquerda: la izquierda.

 Evitemos la demagogia. Trasladar un paciente a larga distancia no es fácil y a menudo ni siquiera es aconsejable. Pero si hay un país donde hubiera ayudado la existencia de protocolos que lo facilitaran ese es España. Pero España, como quien dijo, is different. En 2018, el Congreso tumbó, con los votos en contra de PSOE, Podemos y los grupos nacionalistas, la propuesta de Ciudadanos de crear una tarjeta sanitaria única y un historial clínico digital accesible desde cualquier punto del país. 

No es que la propuesta se juzgase centralista, que también: es que se juzgó “retrógrada”: “Qué poco entiende usted el Estado autonómico”, reprochó la representante socialista a Francisco Igea, a la sazón portavoz de Ciudadanos en materia sanitaria. Cierto: los sistemas pueden ser “interoperables”, pero mejor que eso, para facilitar la vida al usuario, es que sean comunes. Pero “común” es, ay, la palabra tabú en España, que enciende todas las sirenas, eriza todos los cabellos, borra todas las sonrisas y amotina, ay, a todas las izquierdas (o al menos, a los partidos que se presentan bajo esa advocación espacial). 

No, si es común no se puede. Trabajoso y problemoso ha sido ya que el app de rastreo de contagios del Covid-19 fuese común, aunque, a la vista está, dada su deficiente implantación, que decir “interoperabilidad” no equivale a conseguirla. (Con esta nota esquizofrénica añadida: los partidos que rehúsan como gato panza arriba los procesos de armonización y comunitarización en el marco español, los promueven y celebran en el ámbito europeo como signo de progreso; como si el rancho aparte que pide Puigdemont fuera bueno y malo el que pide Orban). 

Pero cosamos todavía un botón más en esta muestra: ante el debate en torno a si hay profesionales de la medicina en número bastante en España para capear la crisis sanitaria, me entero, leyendo a Rafael Matesanz (ABC, 27 de septiembre) que no existe en España un registro estatal de médicos, “algo tan elemental que nos permitiera saber en cada momento las disponibilidades, prever jubilaciones y planificar las necesidades con antelación, ha sido reiteradamente solicitado por las organizaciones profesionales, prometido por distintos ministros y nunca llevado a cabo”. 

La autoridad de Matesanz proviene, dicho sea de paso, del prestigio que le otorga haber llevado a la excelencia mundial una de las pocas cosas que los españoles aún tenemos en común, la Organización Nacional de Trasplantes. Por ahora los órganos vitales de los ciudadanos españoles no sufren tacha de “invadir competencias”. Se ve que el centralismo no es obstáculo para que te donen un riñón.

Se equivocará quien piense que este escribano es un porfiado jacobino, cuyo escaso caletre no le alcanza para saber que España es un país plural y diverso. Antes al contrario, el que suscribe, sin creer que el centralismo sea anatema, se cuenta entre los españoles que consideran que la planta organizativa federal es la que más se adapta a la estructura territorial del país. 

A condición, claro, de que ese federalismo sea racional, a veces cooperativo y otras competitivo, pero siempre en beneficio de los ciudadanos; respetuoso de las diferencias, pero no al servicio de ellas. Que en eso ha derivado el Estado autonómico: en el teatro donde, en lugar de permitir que lo propio y lo común afloren de manera espontánea, lo privativo de cada parte se fuerza y compele y escenifica, y donde lo común español, que sin duda existe tras de una convivencia vieja de siglos, se ahoga y sofoca y estigmatiza cuando no se prohíbe directamente. 

Incluso, se echa de ver, en ámbitos aparentemente distantes de la identidad histórica, como es la salud de las personas. Y lo que antes era tabú es ya una no pequeña corriente subterránea de opinión: que el Estado autonómico, tal y como se ha configurado -es decir, al sabor de los nacionalismos subestatales- trae ventajas a las elites regionales creadas al cobijo de su presupuesto, pero empieza a perjudicar no solo la convivencia sino también las oportunidades de reforma y relanzamiento económico del país.

 Un reflejo de esta tendencia aislacionista de las comunidades autónomas podría estar en los datos que certifican la escasa movilidad interna de los españoles. Y digo “podría” porque no hay, que yo sepa, estudios que examinen si los niveles de migración interna dentro de España, ciertamente bajos en un análisis comparado, guardan relación con el progresivo enroque autonómico. 

Lo que sabemos, gracias a las cifras que proporciona el Servicio Público de Empleo Estatal, es que la tasa de movilidad entre comunidades autónomas, esto es, la proporción de contratos que obligan a cambiar de lugar a una persona, oscila entre el 8% y el 12% según el año (y el porcentaje baja por debajo del 5% cuando se refiere solo a desempleados que buscan empleo). 

Considerando que la mayor parte de esos contratos se agrupan en actividades de temporada (hostelería y agricultura) el panorama es el de un español medio que se mueve poco o nada, acusando acaso atributos estables de una cultura sedentaria, pero quizá también por los pocos incentivos que el sistema autonómico genera para moverse de una comunidad a otra. 

De hecho, no es temerario afirmar que desde ciertos gobiernos no se hace ningún esfuerzo por atraer gente de otras regiones, y eso cuando el esfuerzo no es por ahuyentarlos. Los procesos de las administraciones públicas autonómicas, que cada vez traen más trabas al candidato foráneo, son indicio de que la intención no es fomentar la movilidad. Por sectores, el caso más claro quizá sea el universitario: en España un 70% de profesores trabaja en el centro donde obtuvo el doctorado

 Y si de los discentes se trata, empieza a ser habitual que alumnos de distintas regiones de España traben relación entre ellos antes en Pisa, Lovaina, Estocolmo o la ciudad europea donde el Programa Erasmus les lleve, que en alguna bella localidad de ese país cuasi extranjero llamado resto-de-España. Por regiones, el caso más conspicuo de ensimismamiento es el catalán: conforme los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística sobre saldo migratorio entre comunidades, se da el curioso (pero poco sorprendente) fenómeno de una comunidad de renta alta como Cataluña que empieza a comportarse como un demógrafo esperaría que lo hiciese una región de renta baja: expulsando gente. 

Cualquiera que sea la explicación de este fenómeno, un factor insoslayable es lo poco que apetece vivir allí donde la construcción de una identidad que excluye por decreto todo lo español se ha convertido en el molesto sonido omnizumbante que acompaña a la vida familiar y profesional.

Cuius autonomia, eius identitas

 La deriva adquiere un aspecto medieval. Más que taifas musulmanas, en las que, al fin y al cabo, hasta donde sabemos, había cierta libertad de culto y tolerancia con fieles de otras religiones, las comunidades autónomas españoles adoptan la fisonomía de dogmáticos feudos medievales (no en balde los líderes de las franquicias autonómicas de los partidos reciben el remoquete de “barones”) donde impera una nueva gleba, la de la “identidad”, que como argolla en el tobillo, ata al nuevo siervo, el ciudadano, a un territorio al que se atribuyen por ley rasgos culturales unívocos y prefijados, contrayendo la libertad y autonomía de las personas para realizar su plan de vida. 

Hasta algo tan íntimo con la lengua que uno desea hablar y transmitir a sus hijos está sujeta a la terca interferencia del señor autonómico. Hemos sabido de campañas de ayuntamientos que envían cartas a sus hijos invitándoles a que a la hora del registro, se usen nombres vernáculos y cambien la grafía de los apellidos a “la lengua propia”, no vaya a ser que el niño o la niña no se adapte. Lo mismo sucede con la pertinaz querella en torno a la lengua vehicular. 

Huelga decirlo, pero digámoslo tantas veces como sea necesario para atravesar la empalizada de mentiras que rodea este debate: la exclusión legal de la lengua española de su condición de lengua vehicular en buena parte del Estado, vaciándolo efectivamente de contenido su condición de lengua co-oficial de algunas comunidades, es una barrabasada educativa y política sin parangón en democracias plurilingües. También aquí parece haberse impuesto el principio de que manda el territorio sobre el ciudadano. Lo ha explicitado con gran claridad la portavoz del gobierno, Maria Jesús Montero. 

En recientes declaraciones, al arrimo de la polémica suscitada por la nueva ley de educación, ha formulado con inusitada nitidez la doctrina que subyace a la supresión del español como lengua vehicular: “Hay que dialogar para intentar consensuar un texto que reconozca la libertad y diversidad de nuestro país”, para que así “cada uno se pueda expresar también en las condiciones que le marca su propio territorio”. Repitamos: “que cada uno se pueda expresar también en las condiciones que le marca su propio territorio”. En la primera frase se nos promete libertad. En la segunda esa libertad ha marchitado y hay que obedecer el telúrico mandato de la tierra.

 Al oír estas declaraciones, de inmediato recordé el viejo lema de la Europa anterior a la Revolución Francesa: Cuius regio, eius religio. Quiere decir: a cada uno la religión de su rey. No hay elección. Si uno vive bajo un monarca o señor católico, pues católico. Si lo hace bajo un señor o monarca protestante, pues protestante. La confesión religiosa del príncipe será la de todos sus súbditos. Tal fue el arreglo pactado en la Paz de Augsburgo en 1555 para poner fin a las guerras de religión en Europa. 

Un principio antipluralista abolido siglos más tarde por la Europa liberal, fundadora de la libertad de conciencia y de culto. La deriva neomedieval de la España autonómica rescata el principio para la nueva religión del siglo: la de la identidad, que en nuestro país se concreta sobre todo en identidad etnolingüística. La nueva divisa, en latín macarrónico, podría ser esta: Cuius autonomia, eius identitas. ¿Y bien? podría decir alguien. ¿No es cierto acaso que en nuestro país se hablan varias lenguas y todas ellas merecen nuestra estima, y las minoritarias, protección y fomento? Tan razonable y cierto es que tal fue el acuerdo del 78: que todas las lenguas de nuestro país eran españolas y que todas las tradiciones culturales que se expresan esas lenguas tenían cabida en él.

 Pero no es lo mismo un país plural y mestizo, donde cada cual tiene libertad para conjugar diversos niveles de pertenencia, que una sucesión de uniformidades yuxtapuestas en régimen de monocultivo identitario. Esta es la perversión: querer conjugar la máxima cantidad de diferencia entre comunidades con la máxima cantidad posible de uniformismo dentro de la comunidad. Es decir, la destrucción de la pluralidad española, que, por fuerza, ha de apoyarse en una unidad previa, base necesaria de la mezcla. 

Común y propio: tal es el binomio determinante de la realidad histórica de España cuando se la permite respirar en paz: si falta lo propio, la comunidad es injusta; si falta la común, no hay comunidad. La España del 78 dijo que todas las lenguas del país eran españolas y, con justicia y buen sentido, abrió escuelas en catalán, vasco y gallego. Algunas comunidades han dicho: solo una de las lenguas aquí habladas es propia, y cierran las puertas a la enseñanza en español, que también es, digo yo, lengua española. Ese no era el trato. 

Ese no era el trato, y aunque aún se hallan doctores Pangloss del Estado autonómico, que insisten en lo mucho bueno que la descentralización ha aportado a nuestra vida (y no les falta razón en ciertos casos), cada vez, como decía, son más quienes creen que el saldo entre lo bueno y lo malo se vence de lo malo. 

Personas que están de acuerdo con Benito Arruñada -catedrático de organización de empresas de la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona y una de las voces críticas- cuando escribe que “dejando a un lado el interés de los propios políticos y funcionarios en multiplicar sus empleos, empieza a estar claro que el único motivo para mantener las autonomías es el de reforzar nuestras identidades regionales” (Autonomías, ¿para qué? Voz Pópuli, 6 de septiembre) O léase también al eurodiputado de Ciudadanos y prestigioso economista Luis Garicano (El fracaso del Estado autonómico, El Español, 5 de septiembre), que observa, menos tajante que Arruñada, como “la deslealtad de los que promovieron el desmantelamiento del Estado y el cortoplacismo y la ceguera de quienes lo permitieron han pasado factura durante la pandemia”. 

Como se ve, el malestar va en aumento. Un nuevo motivo de queja, por cierto, es la desigualdad fiscal. Así es: desde 1997, las comunidades autónomas de régimen común tienen poder para modificar impuestos. Y aunque las reglas y los márgenes son los mismos para todas, la política de baja presión impositiva de la Comunidad de Madrid viene siendo tachada de desleal por parte de otras comunidades. Doble incongruencia: la queja proviene de las regiones más celosas de su autonomía, aquellas que querrían descentralizar hasta los arreglos del himno, mientras se calla piadosamente sobre las muy discutibles ventajas privativas de las dos comunidades forales, egregio caso de desigualdad fiscal en el Estado. 

En fin, sean cuales fueren las razones, si llevamos tiempo escuchando que el Estado autonómico es insuficiente para las élites de los nacionalismos subestatales, tanto se ha tensado la cuerda, que ahora la tenemos rota también por el otro cabo: la que agrupa a los españoles que consideran que el equilibrio territorial pactado del 78, tal y como se ha plasmado en sucesivas rondas descentralizadoras sin aparente final, tampoco les vale a ellos: desean más autonomía, sí… pero para la Administración General del Estado. Ya hay un partido, Vox, que crece casi exclusivamente al calor de ese renacido anti-autonomismo que los analistas harían mal en creer fenómeno únicamente mesetario. El desenlace de esta querella política no está escrito. 

Merece la pena insistir: uno puede seguir pensando que la mejor planta organizativa para el Estado, la que más se ajusta a la constitución histórica del país, es la federal o autonómica, y al mismo tiempo creer que de no proceder a una rápida desfeudalización del Estado autonómico realmente existente, la corriente subterránea (y cada vez más terránea) de malestar entre los españoles, avisada de unas disfunciones descubiertas por la pandemia, y molesta por las coacciones identitarias en que incurren ciertas autonomías, terminará por desembocar en un neocentralismo sin miramientos. 

Si todavía hay en España unitaristas que desean salvar el pacto autonómico o persuadir a la opinión pública de que el federalismo es la fórmula más apta de reparto territorial de poder, mi consejo es que admitan sin más demora la deriva neomedieval del Estado de las autonomías hoy vigente y propongan mecanismos de corrección para que, en la mejor tradición del principio de subsidiaridad, el autogobierno vuelva a ponerse al servicio de las personas y deje de estarlo al de las identidades “históricas” y sus autodesignados fideicomisarios.

 Juan Claudio de Ramón Jacob (Madrid, 1982) es escritor. Se licenció en Derecho y en Filosofía. Le interesan la historia de las ideas políticas y el futuro de España y de Europa. Colabora en medios como El Mundo, El País, The Objective, Letras Libres, Revista de Libros, Jot Down, Claves de Razón Práctica, Nueva Revista y El Ciervo. En 2018 publicó Canadiana: viaje al país de las segundas oportunidades (Debate) y Diccionario de lugares comunes sobre Cataluña (Deusto). Participó en la obra colectiva Anatomía del procés: claves de la mayor crisis de la democracia española (Debate). Con Aurora Nacarino-Brabo coordinó La España de Abel: 40 jóvenes españoles contra el cainismo en el 40.º aniversario de la Constitución española (Deusto). Su artículo “El final del paradigma Ortega-Cambó” mereció el VIII Premio Antonio Fontán de Periodismo Político."               (Juan Claudio de Ramón Jacob, Notario del s.XXI, Nov-Dic 2020, nº 94)

16/7/20

Estamos a un paso de necesitar apuntar que se puede hacer y que no en cada una de las diecisiete autonomías. Ni competentes ni coherentes ni medidas coordinadas... digno de 17 reinos taifas mediocres

Recordáis aquello del Estado de Alarma y el gobierno autoritario coercitivo y bla, bla, que no estaba haciendo las cosas bien y bla, bla y que debía terminar con el EA y devolver las competencias a las autonomías? Pues mirad la competencia de los presidentes autonómicos
 Estamos a un paso de necesitar apuntar que se puede hacer y que no en cada una de las diecisiete autonomías. Ni competentes ni coherentes ni medidas coordinadas... digno de 17 reinos taifas mediocres.
7:44 p. m. · 12 jul. 2020

En respuesta a  @CcagigalNeira
hasta tendría sentido coordinarlo a nivel europeo y con criterios científicos y unificados

Totalmente de acuerdo. Es más, debería haberse hecho así.

14/7/20

A la situación de Lleida (y de también otras ciudades de Catalunya) se llega porque la Generalitat no ha reforzado ni la atención primaria ni el rastreo de contactos de positivos.

Óscar Guardingo @oguardingo

Madrid = Una jueza de Lleida

3:51 p. m. · 13 jul. 2020

12 Retweets 64 Me gusta

Óscar Guardingo @oguardingo

Tenemos una serie de derechos fundamentales y libertades que solo pueden ser restringidas ante determinadas situaciones y ni siquiera el Gobierno puede actuar sin límites de tiempo y sin pasar por el Parlamento. Lo que Torra quiere es actuar sin límites, plazos ni competencias.

A la situación de Lleida (y ya también otras ciudades de Catalunya) se llega porque la Generalitat no ha reforzado ni la atención primaria ni el rastreo de contactos de positivos.

Como ya es tarde para contener los brotes, solo queda volver al confinamiento, es decir limitar la libertad de circulación de los ciudadanos.

Ante esta ineptitud, JxC y ERC optan por el comodín de “la culpa es de Madrid”. En lugar de colaborar y coordinarse con el Gobierno de España, vuelven a enfrentarse a la justicia, aunque esto ponga en riesgo la estrategia de salud pública para el Segrià y Barcelona.


Mientras, en Lleida, crece el malestar. Manifestaciones que no respetan la distancia de seguridad, y una completa inseguridad jurídica para los ciudadanos que no saben si pueden salir a la calle, si tienen que cerrar sus comercios de hostelería, ni qué ayudas habrá. Un caos total.


12:21 p. m. · 13 jul. 2020
45 Retweets y comentarios 109 Me gusta

13/7/20

Un catedrático dice en TV3 que la Generalitat "no tiene competencias": "puedes hacer cierres perimetrales, lo de las mascarillas, tareas de mediación policial, puedes explicar incansablemente lo que tiene que hacer la gente con disposiciones claras y breves porque mucha gente no sabe lo que tiene que hacer. Que te cierres en casa. ¿Esto lo puedes hacer? No"

"El catedrático de Derecho Procesal, Jordi Nieva-Fenoll, ha asegurado en Els matins de TV3 que la Generalitat "no tiene competencias" para decretar un confinamiento domiciliario. Lo dijo después de que el juzgado de guardia de Lleida haya acordado no ratificar el acuerdo de confinamiento ordenado por el Govern para Lleida ciudad y otros siete municipios.

Nieva ha expuesto que "la Constitución dice que sólo se puede decretar la restricción del derecho a la circulación de una manera relevante, como es el caso de cerrar la gente en su casa, a través de la ley del estado de alarma". "Si esto no se hace, evidentemente la Generalitat no tiene competencias", ha sentenciado.

Después de que la presentadora contraponer el decreto del Govern con el que se explicó en la rueda de prensa, el catedrático ha remarcado que la Generalitat "debe ser consciente de qué competencia tienes sin discusión para adoptar medidas rápidas".

En este sentido, ha dicho que "puedes hacer cierres perimetrales, lo de las mascarillas, tareas de mediación policial, puedes explicar incansablemente lo que tiene que hacer la gente con disposiciones claras y breves porque mucha gente no sabe lo que tiene que hacer".

Finalmente, Jordi Nieva-Fenoll ha criticado los mensajes que envían a través de las ruedas de prensa porque "envían un mensaje que no es exactamente lo que dice la norma, pero, claro, el que tiene en cuenta el juez es lo que dice la norma". "¿Y la norma que dice? Que te cierres en casa. ¿Esto lo puedes hacer? No", ha concluido."                 (e-notícies, 13/07/20)

25/5/20

Desbarajuste con las cifras de la Generalitat. La Generalitat niega los datos de muertos al Estado. "No es baladí que no se pueda saber qué pasa en Cataluña"

 "Cuando a la voluntad de contar diferente solo con la finalidad de desmarcarse del Gobierno español se añade una gestión deficiente de los datos por parte del Govern de la Generalitat, el resultado es un desbarajuste descomunal que acaba suscitando serias dudas sobre el control de la pandemia. 

El viernes pasado, el director de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, que a lo largo de todos estos meses se ha caracterizado en sus intervenciones por una exquisita mano izquierda y paciencia, sorprendió a todos mostrando su profunda “preocupación” por las “incongruencias” en las cifras que trasmiten a diario las autoridades catalanas.  

Ese día, notificaron 635 fallecimientos de golpe. “Vamos a tener que estar muy pendientes de lo que sucede porque no es baladí que no podamos saber qué está pasando ahora mismo en Catalunya”. Y añadió que, “si no se soluciona este problema en los próximos días, al nivel más alto tendrán que tener las discusiones y las negociaciones necesarias para garantizar la seguridad no solo de todos los catalanes, sino de todos los españoles". 

Simón evidenciaba así lo que hacia semanas venía ocurriendo con los datos de Catalunya, desde una fluctuación excesiva en el número de muertos y nuevos contagios hasta una falta de información en cuanto a nuevas hospitalizaciones e ingresos en ucis. 

Es cierto que todas las autonomías han tenido dificultades en recopilar la información, sobre todo al principio de la pandemia, y que están sometiendo sus series históricas a una permanente revisión. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid traslada con retraso a Sanidad datos de nuevos contagios y después actualiza sus cifras, lo que se ha interpretado como un intento por aparentar una evolución más favorable con el objetivo político de avanzar más rápido en la desescalada. Pero el desbarajuste catalán no tiene parangón. Lo paradójico no es que haya por parte de la consejera Alba Vergés una voluntad de esconder las cifras reales, sino que el caos se genera a partir de la obsesión inicial de llevar la contraria al Ministerio de Sanidad.

Quim Torra impuso a mediados de abril una forma de contar diferente, haciendo un alarde de transparencia frente a la opción metodológica más estricta elegida por el ministerio que dirige Salvador Illa. Desde entonces, el Govern utiliza datos de las funerarias y acepta como contagios confirmados no solo las pruebas PCR positivas (que son las únicas que valida Sanidad), sino todas las que aún dando un resultado dudoso, el paciente tiene síntomas compatibles con la infección. 

Igualmente contabiliza los fallecimientos que han dado positivo en un test rápido y hasta hace poco también las muertes que un médico forense había certificado como “posible Covid-19”. De esta forma, las muertes en Catalunya se elevarían, según la Generalitat, a cerca de 12.000 (más del doble que las oficiales de Sanidad) y los contagios superarían los 226.000 (cuatro veces más). 

A todas luces se trata de un despropósito que lo único que ha creado es más confusión. Aun siendo cierto que al principio de la pandemia hubo un exceso de muertes, sobre todo en las residencias de ancianos, que por falta de PCR no aparecen en las cifras oficiales, y que ese hecho tendrá que ser evaluado en algún momento, lo que no tiene sentido es romper una serie estadística que permite observar con rigor la evolución de la epidemia. 

En su obsesión por desmarcarse del Gobierno de España, Torra ha creado un lío monumental en las áreas sanitarias que tienen que recabar distintas fuentes de información, generando posiblemente duplicidades y errores. Aunque Vergés afirmase en su réplica a Simón que “solo el Govern conoce lo que sucede en Catalunya”, lo cierto es que los datos que suministran a la ciudadanía no son muy fiables. El sistema sanitario catalán tiene desde hace muchas semanas los recursos necesarios para hacer pruebas PCR a cualquier caso sospechoso e informar así con el máximo rigor metodológico en lugar de contar diferente. 

Esa obsesión por llevar la contraria se ha trasladado también a la unidad territorial de la desescalada. El Govern rechazó las provincias y apostó por unas regiones sanitarias que nadie conocía. En el caso de la región metropolitana la subdividió en tres áreas, formando Barcelona ciudad un enclave que en la fase 1 ha quedado aislado del resto, también de L’Hospitalet, con lo que sobre el papel los residentes en la capital no pueden salir ni el resto entrar. Un caso único en España. Los alcaldes metropolitanos exigen que se ponga fin a este otro despropósito del nacionalismo.  "                 (Joaquim Coll, El Periódico, 25/05/20)



"Salud informa de golpe de 635 fallecidos por coronavirus.
El Departamento de Salud reportó de 635 nuevos fallecidos por coronavirus de los cuales el Ministerio de Sanidad no tenía constancia, según informó este viernes el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencia sanitarias, Fernando Simón, en rueda de prensa, quien habló de “incongruencias” en los datos del Govern.

Simón explico que los nuevos casos notificados “eran fallecidos antiguos que por la razón que fuera, a lo largo de un periodo importante de días, no habían sido ubicados en el día que les correspondía y han sido todos notificados esta mañana”. La cara visible del Gobierno español en la lucha contra la pandemia recordó que “Cataluña lleva dos días que está teniendo problemas con la validación de datos”.

El Departamento de Salud, por su parte, alega que los 635 nuevos muertos a los que se refiere el Ministerio de Sanidad “ya estaban incluidos” en el balance diario de decesos que publica la Generalitat, a partir de los datos facilitados por las funerarias. “Cataluña publica cada día todos los datos: casos positivos, sospechosos, exitus declarados por funerarias y clasificados por lugar de fallecimiento, entre otros. Del conjunto de datos, el Ministerio sólo pide que les notificamos algunos y son sólo éstos los que el Ministerio conoce”, explica en un comunicado.

“Hay que recordar que el Ministerio sólo recibe datos y las interpreta, pero es la Generalitat de Catalunya quien conoce la realidad epidemiológica del país. Esta realidad muestra que no hay ninguna zona concreta en Cataluña que indique que la evolución y los datos de la epidemia están evolucionado a peor y de forma diferente al esperado”, dice la conselleria.

El PPC ya ha solicitado la comparecencia urgente de Vergés en el Parlament para que “aclare las variaciones en los datos de fallecidos por Covid-19 en Cataluña”. El portavoz de la formación, Santi Rodríguez, ha señalado que “los comunicados publicados diariamente por el propio Departamento de Salud hacían desaparecer 206 fallecidos entre los días 18 y 22 de mayo”. “No son interpretaciones malintencionadas de nadie, son sus propios datos”, ha manifestado Rodríguez."                (e-notícies, 23/05/20)


 "Toque de atención del Ministerio de Sanidad a la conselleria de Salud después de que, por segundo día consecutivo, no se pudieran contabilizar los datos de coronavirus en Cataluña por "problemas de validación".

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAE), Fernando Simón, ha mostrado este viernes su "preocupación" por el hecho de que los datos de la conselleria de Salud no hayan podido quedar recogidas en el balance diario del Estado .
Simón ha apuntado que las cifras que están llegando de la conselleria en los dos últimos días "requieren una explicación más detallada porque los datos tienen algunas incongruencias". La cara visible del Gobierno en la lucha contra el coronavirus ha reconocido "vamos a tener que estar muy pendientes".
"Es cierto que los datos de anoche, que podíamos asumir que era un problema puntual, hoy nos han preocupado" ha apuntado Simón. "Tanto la autoridad de Salud Pública de Cataluña como el Ministerio de Sanidad tendremos que estar muy pendientes de lo que sucede porque no es trivial que no se pueda saber qué pasa en Cataluña" ha alertado. Simón ha apuntado que les consta que el problema de validación de las cifras están "asociadas a una zona concreta".     (e-notícies, 22/05/20)

22/4/20

e-notícies: Ni la cifra de muertos. Caos del Govern con el coronavirus

"Diversas fuentes de la administración de la Generalitat están planteando durante estos días, de manera privada, numerosas e importantes dudas sobre la veracidad de las cifras que el Govern de Catalunya está proporcionando respecto a la incidencia sobre el conjunto de la población catalana de la grave epidemia del coronavirus.

De hecho, estas fuentes no afirman que el número de afectados, o el de fallecidos por los efectos del coronavirus, sea realmente superior a las cifras oficiales, sino que la situación de desorganización y descontrol de los departamentos del Govern implicados en la gestión de este asunto hace que esas cifras sean muy cuestionables y que, en realidad, se desconozcan.

Además, todo indica que se están utilizando criterios distintos sobre la confección de las cifras, lo que hace más difícil conseguir un cuadro de datos que sea real. Los propios miembros del Govern no se atreven en ocasiones a proporcionar cifras concretas durante sus habituales ruedas de prensa, dejando sin contestar algunas preguntas sobre este asunto."                  (e-notícies, 16/04/20)

21/4/20

Álex Ramos: “En Cataluña han mezclado la pandemia con el ‘procés’” "Si culpas a Madrid de todo y luego tú no cumples, pierdes toda credibilidad"

"Álex Ramos (Burgos, 1959), médico especialista en medicina preventiva y director del Centro de Estudios del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, es una de las voces que, desde el sector sanitario, han protestado contra el documento interno de la Consejería de Salud de la Generalitat que abre la puerta a “limitar el refuerzo terapéutico” a los pacientes mayores de 80 años enfermos de coronavirus. (...)

“Ahora nos damos cuenta de las graves repercusiones de los recortes de los últimos 10 años de la Generalitat”, advierte este médico en un vídeo difundido en las redes sociales, en el cual acusa además al Govern de “traspasar el dilema ético y la responsabilidad” al personal sanitario.
 
Su mensaje a Vergés y Torra sobre esta cuestión es claro y contundente: “Si la única medida que tienen ustedes para el Covid-19 con los pacientes mayores de 80 años son los paliativos y la administración de morfina para el final de sus días, piensen si eso es lo que les gustaría para sus padres. Si la respuesta es que no, no nos lo apliquen al resto de los catalanes”.  (...)

Ramos, que a su vez es vicepresidente de Societat Civil Catalana y miembro inscrito de Federalistes d’Esquerres, reconoce que, excepto en casos aislados como el de Corea del Sur, “que tenía protocolos, materiales, sistemas de protección y experiencia previa”, ningún otro país “estaba preparado para este tipo de catástrofes ni sabía qué hacer”.

Instrumentalización política de la crisis


En Cataluña, además, se ha producido un problema añadido, y es el uso y la instrumentalización política de la crisis del coronavirus que se está haciendo, en su opinión, desde el Govern de la Generalitat.


“En este contexto mundial, en Cataluña se han empeñado desde el principio en mezclar la pandemia con el procés, como pasó con los atentados de Las Ramblas del 17A en 2017. Entonces tuvieron a Trapero [mayor de los Mossos d’Esquadra] como héroe, y ahora a Oriol Mitjà [epidemiólogo]”, apunta, lamentando los continuos reproches del Ejecutivo catalán a la gestión del Gobierno central y la falta de autocrítica.

"Si culpas a Madrid y no cumples, pierdes credibilidad"


“No es una culpa sólo de ellos, porque es un problema global, pero si tú culpas a Madrid de todo y luego tú no cumples, pierdes toda la credibilidad. Culpar a los demás es poco honesto y operativo, y un poco indigno, es no asumir la propia responsabilidad”, apunta. “Parece que tengan que seguir alimentando a su propia parroquia, y eso resta eficacia a lo importante: luchar contra un virus que está en todo el mundo”, añade.

Así, Ramos recuerda, por ejemplo, que “Cataluña es una de las comunidades autónomas con más profesionales infectados por falta de recursos y de Equipos de Protección Individual (EPI). No hay que olvidar que las competencias en sanidad están transferidas desde principios de los 80, y que siguen ejerciéndolas ahora.

 Ha habido una coordinación de la pandemia, pero la asistencia sanitaria es de las comunidades autónomas y hasta principios de marzo tenían todas las competencias, y no habían hecho ningún acopio, ninguna planificación, ningún programa, todo eran improvisaciones. La consejera Alba Vergés ha fallado estrepitosamente”, valora. “Todo indica que lo están haciendo bastante mal y no es razonable que se quejen de Madrid”.

La Generalitat, entre "los que más han recortado"


En este sentido, el médico recuerda la “desastrosa” situación en las residencias de ancianos, donde ya han muerto contagiados más de 1.600 personas. O también las reticencias del Govern a recibir la ayuda del Ejército y la Guardia Civil en la construcción de algunos hospitales de campaña y en tareas de limpieza y desinfección, o sus peticiones de “confinar Cataluña” cuando toda España “estaba ya confinada” a raíz de la cuarentena decretada por el estado de alarma desde mediados de marzo. “Intentaron hacerlo con el brote de Igualada, y se han acabado echando atrás”, recuerda. Algo que considera “una irresponsabilidad y una negligencia en toda regla".

 Uno de los obstáculos que se están apreciando estos días son, a su juicio, la falta de recursos y de medios sanitarios disponibles, una “consecuencia” de los recortes de la última década, con los sucesivos gobiernos nacionalistas: “Desde 2010, el Govern de la Generalitat es de los que más han recortado en salud

Si hemos perdido un presupuesto anual del 10%, ¿cómo se traduce eso en recursos humanos y sanitarios? Pues en un porcentaje análogo: un 10% o un 15% de profesionales perdidos en estos diez años, que ahora nos irían muy bien. Si encima lo sumas a los profesionales que no has cubierto bien, y para cubrir ahora una pandemia pierdes un 15% de profesionales infectados, nos encontramos con menos recursos humanos, camas, UCIs que antes”. (...)

17 sistemas sanitarios


Ramos, por otra parte, se muestra crítico con la organización territorial del sistema sanitario español ya que, en su opinión, “tenemos 17 sistemas de salud que no están bien coordinados ni cooperan de forma transversal”. ¿Cómo se puede afrontar ese problema? “No se trata de recentralizar, sino de cooperar, de colaborar, de hacer grandes compras para que el material salga más barato, de compartir las experiencias y beneficiarse todos. No es recentralizar, sino optimizar recursos”, subraya.


¿Pasa eso factura a los pacientes? La respuesta es sí. “A veces hay trabas administrativas, porque cada consejería tiene sus bases de datos y no hay una única en todo el Estado. Incluso hace un tiempo ibas con la tarjeta sanitaria europea y te atendían mejor que si vas con la de tu comunidad, porque los sistemas informáticos no están bien conectados, no hay una historia clínica única. Y ahí se perdía eficiencia, tiempo, optimización

 No hay sentido común. Hoy en día, lo que le ocurre al paciente le ocurre aquí y en las antípodas. Si somos un Estado con un Sistema Nacional de Salud, los datos tienen que saberse si estás en Barcelona o en Las Canarias: en todas partes. Falta esta integración, lealtad y logística operativa. Y esto lo ha de hacer el ministerio. Se ha visto que es necesario”, explica.


“Debería ser un funcionamiento más federalizado, que el Estado tenga herramientas potentes para responder cuando hay una necesidad global. Y no decir: yo confino, tú no, yo compro aquí, tú allá… Ahora, por ejemplo, se estorban en las compras”, apunta. Y pone como ejemplo a seguir el caso de Alemania, donde “también tienen 17 landers y han funcionado de otra manera", más coordinada. (...)"                   (Ricard López, Crónica Global, 12/04/20)

18/3/20

e-notícies: Gallinero de virreyes... 17 ocurrencias contra el coronavirus

"Inmediatamente después de que el Gobierno español anunciase que pondría en marcha la declaración de alarma, a consecuencia de la epidemia del coronavirus, empezaron a producirse reacciones de las diversas autoridades de casi todas las comunidades autónomas, planteando sus propias propuestas sobre esta cuestión, propuestas que lógicamente, no eran coincidentes.

Fuentes de la administración española aseguran que diversos altos cargos estatales expresaron un claro rechazo sobre esta situación, dado que consideraban que una cuestión tan grave como la amenaza de una considerable extensión de la epidemia fuese enfocada de esta manera, que fue como una especie de concurso de ocurrencias, en vez de acordar una propuesta de carácter conjunto.

En este sentido, ninguno de estos altos cargos ha planteado de manera pública esta tesis, pero es evidente, según las mismas fuentes, que la situación que se ha producido sobre ese asunto cuestiona de manera directa la eficacia y la operatividad de denominado Estado de las autonomías para problemas como el de la extensión de la epidemia del coronavirus."                (e.notícies, 18/03/20)

8/10/19

Un Gobierno federal para la sanidad universal... garantizando una financiación sanitaria equitativa y suficiente para todas las comunidades, a la vez que se gestiona de manera eficiente el gasto del conjunto del SNS

"(...) La descentralización que implantó el Estado de las autonomías ha supuesto un impulso en el desarrollo de la estructura y capacidad asistencial de los servicios de salud en toda España y una mejora de la atención sanitaria en las regiones con menor renta. Al mismo tiempo, ese proceso ha tenido efectos no deseados que es imprescindible corregir.

El principal resultado de la insuficiente articulación autonómica de la sanidad es la aparición de desigualdades territoriales en el acceso a esos servicios: calendarios vacunales diferentes en distintas comunidades, dificultades para obtener la prescripción farmacéutica en una comunidad distinta de la de residencia, rechazo o demora de la atención en una comunidad diferente de la propia, diferencias en las listas de espera en distintos territorios. 

Se ha producido también la ruptura de las economías de escala de las que debería beneficiarse el conjunto del SNS mediante un sistema de compras único, previsto en la Ley General de Sanidad (LGS), pero inexistente en la realidad, y la ausencia de una mínima planificación coordinada, que ha derivado en la multiplicación innecesaria de servicios y hospitales, que deterioran la eficiencia de su funcionamiento.  (...)

Por su parte, la restricción de los presupuestos sanitarios tras la crisis económica ha producido una descapitalización material y de personal de la red sanitaria pública, que ha derivado en beneficio de los centros de titularidad privada con ánimo de lucro, y de las compañías privadas de seguro. El desarrollo de unos y otros de manera territorialmente asimétrica, conforme a sus propios intereses, se ha venido a sumar a las desigualdades autonómicas y sociales en el acceso a la atención sanitaria.  (...)

las reformas necesarias deben orientarse en la línea de completar el desarrollo autonómico en este terreno, que hasta ahora ha tenido un carácter exclusivamente descentralizador, en un sentido que lo acerque al de los Estados federales. En éstos, la cooperación y la lealtad entre las entidades federadas, al servicio de intereses universalizadores compartidos, suponen la puesta en común de responsabilidades y poderes, atribuyendo el ejercicio de una parte de ellas a un órgano federal que disponga de mecanismos de intervención financiera que permitan compensar las desigualdades en capacidad fiscal de aquéllas. 

La aplicación en España de una organización federativa que supere el debate competencial podría ser objeto de una nueva LGS, que podría avanzar en el sentido indicado sin necesidad de una reforma previa de la Constitución. Una reforma sanitaria así debería complementarse con el establecimiento de unas condiciones específicas de la financiación sanitaria dentro del modelo de financiación autonómica general, garantizando una financiación sanitaria equitativa y suficiente para todas las comunidades, a la vez que se gestiona de manera eficiente el gasto del conjunto del SNS.  (...)

El desarrollo de esas políticas requiere, sin embargo, de estructuras de gobierno que permitan y potencien que se lleven a cabo. Un análisis de la evolución del Ministerio de Sanidad a lo largo de las últimas legislaturas permite señalar que su evolución ha sido la contraria.  (...)

Otro problema principal del sistema sanitario es el aumento del gasto farmacéutico derivado de la introducción de nuevos fármacos con precios injustificadamente altos. Una situación que es imprescindible abordar desde las administraciones sanitarias con una estructura negociadora propia del SNS de máximo nivel científico, solvente, firme, coordinada y común. 

Una estructura así se ha sustituido por una multiplicación ineficaz de agencias de evaluación tecnológica autonómicas independientes y un sistema de fijación de precios de los medicamentos a aplicar al SNS en el que intervienen en defensa de intereses distintos los ministerios de Hacienda e Industria, además del de Sanidad.

En el desarrollo del sistema de financiación autonómica ha desaparecido cualquier intervención del Ministerio de Sanidad no solo en la determinación de la cuantía global de los fondos a destinar a estas políticas, sino también en su distribución entre las comunidades, eliminando a la vez la posibilidad de una distribución complementaria de una parte de los mismos para afianzar la cohesión del SNS y el mantenimiento de sus condiciones universales en su gestión por aquéllas.

Promover la coordinación y cooperación necesarias en el SNS en un sentido federal debe, por eso, empezar por reforzar la constitución del Ministerio de Sanidad mediante medidas estructurales que permitan evitar la dispersión ineficiente de las políticas citadas. Un desarrollo sanitario que puede servir de orientación, estímulo y modelo para el avance en otros sectores hacia la evolución federal necesaria del Estado autonómico español."                         

(Junto a Javier Rey, exsecretario del Consejo Interterritorial del SNS; Pedro Sabando, exsubsecretario de Sanidad y consejero de Sanidad de la CA de Madrid; Fernando Lamata, exsecretario general de Sanidad y exconsejero de Sanidad de Madrid, y Ramón Gálvez Zaloña, exgerente de hospital y del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha,et al., El País, 13/08/19)

21/3/19

Tarjeta sanitaria única para toda España... ¡YA!

"El debate sobre la tarjeta sanitaria única es, aparentemente, de una transcendencia relativa, pero me parece que en él se resumen gran parte del resto de debates que nos ocupan y, además, nos permite contrastar cuáles son las posiciones de unos y otros sobre la cuestión más importante que tenemos sobre la mesa actualmente y que no es otra, en el fondo, que la de si España seguirá siendo un único estado o, por el contrario, avanzamos hacia la descomposición.

Quizás quien haya leído lo anterior piense que exagero (por decirlo suavemente). Le animo a que me siga en los próximos párrafos antes de dar esa opinió por definitiva.
 Como casi todos los españoles tengo una tarjeta sanitaria pública expedida por las autoridades competentes de mi Comunidad Autónoma (Cataluña), y como muchos españoles también tengo una tarjeta de una mutua privada.

En estos momentos utilizo la tarjeta de la mutua privada de la misma forma en toda España. Ya puedo encontrarme en Barcelona, mi provincia de residencia, como en Asturias, Andalucía o Madrid, en todos esos lugares la tarjeta de la mutua privada me permite acceder a los mismos servicios. La tarjeta de la sanidad pública, en cambio, tan solo me habilita plenamente para acceder a los servicios públicos sanitarios en Cataluña

En el resto de Comunidades Autónomas, cuando he tenido que acceder a los servicios sanitarios ha sido en la condición de "desplazado", lo que obliga a realizar ciertos trámites y tiene una duración limitada (puede comprobarse en este enlace). Además, el desplazamiento plantea problemas para las recetas y para la obtención de ciertas informaciones sobre el historial del paciente.

Una tarjeta sanitaria única debería permitir la asistencia sanitaria plena en todo el territorio español sin tener que recurrir a la obtención de una tarjeta de desplazado. Además debería ser suficiente para poder obtener recetas de la sanidad pública en todas las Comunidades Autónomas. ¿Quién puede negar que esto serían ventajas para todos los españoles? ¿Quién puede defender que es mejor mantener la situación de división actual?

No se me alcanza ninguna razón para oponerse a la tarjeta sanitaria única más allá de la defensa de las competencias autonómicas; una defensa que, además, se haría ya al margen de la utilidad que esas competencias tengan para el ciudadano, sino tan solo por entender que las competencias en sí mismas ya son un objetivo que ha de ser mantenido.

Este es el núcleo del problema. La descentralización autonómica puede ser positiva si supone acercar el poder público al ciudadano y convertirlo en más eficaz y flexible; esto es, cuando responde a un fin superior, que es el de prestar unos mejores servicios públicos.

 Creo que es conveniente en muchos ámbitos que ese acercamiento al ciudadano se produzca porque, además, permite una participación política de mayor calidad e intensidad; ahora bien, si este es el fin que justifica la descentralización autonómica, en aquellos casos en los que se compruebe que sirve mejor a los intereses de los ciudadanos una estructura común para toda España debería implementarse aunque supusiera alguna limitación en las competencias autonómicas.

Quien no lo vea así y entienda que cualquier limitación de las competencias autonómicas es negativa y que, por tanto, solamente en supuestos especialmente justificados deberían establecerse herramientas centralizadas, como podría ser la tarjeta sanitaria única; es que ha dotado de sustantividad a la autonomía, la pasa a considerar no como un instrumento al servicio de los ciudadanos, sino como algo valioso en sí porque responde a un fin que ha de prevalecer sobre la mejor atención a las personas.

¿Qué fin puede ser éste? Tan solo hay una respuesta: las propuestas nacionalistas que pretenden que España se estructure como una yuxtaposición de pueblos (naciones) diferenciados. Si no es por este argumento ¿qué sentido tiene oponerse a una tarejeta sanitaria única que facilitaría la vida de las personas que se desplazan entre Comunidades Autónomas? Tan solo tiene sentido esa oposición si se entiende que la garantía y desarrollo de las competencias autonómicas prima sobre la mejora de las condiciones de prestación de los servicios públicos. Y este puede ser un debate relevante.

 Es un debate relevante porque está en la base del proyecto de país que cada actor político tiene. El Estado de las Autonomías que diseñaba la Constitución española no era una suerte de confederación en la que la existencia y competencias de las Comunidades Autónomas se convierte en la piedra angular de todo el Estado. España, en el diseño constitucional, es un Estado indisoluble que puede organizarse en Comunidades Autónomas, que asumen determinadas competencias pero sin cuestionar ni la unidad de la nación española ni la existencia de competencias estatales de cierta entidad, también en muchos de los ámbitos en que existen competencias concurrentes de las Comunidades Autónomas. (...)

Este es el debate esencial en la España actual: ¿avanzará España hacia la confederación (lo que incluiría el derecho de secesión de las comunidades autónomas o, por el contrario, se mantendrá en el diseño autonómico de 1978? No se trata de una disyuntiva banal, y la posición que se adopte en relación a la tarjeta sanitaria única no parece que pueda desligarse de la que se adopte en relación al debate entre profundización en las competencias autonómicas o garantía de los derechos de los ciudadanos.  (...)

De hecho, el proyecto de tarjeta sanitaria única es aún más claro en este sentido que otros casos, ya que el argumento basado en la mejora de los servicios de los que disfrutan los ciudadanos se ve reforzado por el hecho de que en la actualidad son las tarjetas sanitarias privadas las que ofrecen iguales condiciones en toda España. Desde una perspectiva que podríamos califcar de "izquierda" ¿qué argumentos existen, más allá precisamente de la defensa de las competencias autonómicas, existen para negar a las tarjetas sanitarias públicas lo que ya tienen las privadas?

No es, por tanto, un tema menor, así que espero que en las próximas citas electorales los partidos políticos sean muy claros sobre este punto. Adelanto que quienes pongan dificultades a esta tarjeta sanitaria única estarán indicando -desde mi perspectiva- que están dispuestos a hacer ceder los intereses generales del conjunto de los ciudadanos con el fin de potenciar las competencias autonómicas, lo que, de nuevo en mi opinión, no tiene más justificación, en última instancia, que en planteamientos nacionalistas."              (El Jardín de las hipótesis inconclusas, 06/03/19)

13/2/15

Un enfermo de cáncer, en el limbo de la burocracia sanitaria. Le niegan una intervención en Castellón porque vive en Cataluña

"Tiene 34 años y una tremenda energía para seguir cumpliendo muchos más pese al extraño cáncer que le fue diagnosticado en octubre de 2013 y por el que fue desahuciado por oncólogos de Barcelona, ciudad en la que reside. 

Tan grande es su coraje que si año y medio atrás, cuando llegó desde la Ciudad Condal al Hospital Provincial de Castellón en busca de ayuda médica, iba en silla de ruedas, esta semana ha vuelto a comenzar a practicar su deporte favorito: la escalada. Y no es un milagro. 

En diciembre de ese año, David Alejandre Romero se puso en manos de la doctora Isabel Tena, de la Unidad del Consejo Genético del Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón, de cuyas investigaciones sobre un raro cáncer de ínfima tasa de incidencia -afecta de 2 a 8 pacientes por millón de personas por año- supo por internet.

 La oncóloga no sólo freno la metástasis con 13 sesiones de quimioterapia, sino que coordinó la intervención quirúrgica con un experto del Hospital de La Fe de Valencia, quien el pasado noviembre extirpó el tumor principal -ubicado en la pelvis-. Así recuperó David la esperanza y «calidad de vida» que había ido perdiendo en los últimos años, con «una recuperación perfecta». 

Ahora, la burocracia pone, de nuevo, en peligro la vida de este educador canino que tuvo que dejar su profesión y aficiones por una incapacidad total. Debería haber sido intervenido el pasado 3 de febrero de la metástasis que le invade el tórax, esta vez en el Hospital General de Castellón. 

 «Nunca hubiera imaginado que dicha operación fuera desautorizada por el Ministerio de Sanidad, pero así me lo comunicó la víspera de la operación la doctora Tena», explica, sorprendentemente, sin rencor, aunque desde la incomprensión.

El mismo Sistema de Información del Fondo de Cohesión, SIFCO, dependiente del Gobierno central, que aprobó año y medio atrás derivar al paciente catalán a la Comunidad Valenciana para ser tratado por la doctora Tena, desautoriza ahora la segunda cirugía.

«En 2013, con reticencias, me aprobaron la solicitud para ser atendido en esta Comunidad y, sin embargo, ahora me dicen que la extirpación de mi tumor óseo debe ser valorado por otros médicos de Cataluña», explicó Alejandre a EL MUNDO. «¿Quiénes, se pregunta, los que me daban 6 meses de vida y sólo quimioterapia paliativa?».

A fin de romper las barreras de la burocracia, el entorno de David ha impulsado una recogida de firmas por internet, solicitando el permiso del Ministerio de Sanidad para que sea «un intervencionista del Hospital General quien me practique la intervención de ablación y cimentación a la que tengo que ser sometido». 

Alejandre explica que se trata «de una técnica compleja en la que existe un alto riesgo de fractura de los huesos, entre otras muchas complicaciones» por lo que se requiere contar con un profesional médico con experiencia».

Mientras, ni Ministerio ni Institut Català de Salut dan respuestas."           (El Mundo, 12/02/2015)

14/9/14

Un médico catalán independentista niega el tratamiento a una ciudadrealeña

"Carmen Lozano lleva «dos días en estado de shock». Después de dos años de espera, la revisión por la que pasó el 2 de septiembre en el hospital Clínic de Barcelona, lejos de proporcionar respuestas a sus preguntas, acabó por convertirse en «una pesadilla». 

Pero, tras verse envuelta en un mar de lágrimas, esta mujer, afectada de fatiga crónica y sensibilidad química múltiple, ha cogido fuerzas para transformar la «rabia» e «impotencia» en una denuncia que ya ha presentado ante el Defensor del Pueblo a la espera de que no quede en saco roto.

Y es que el médico internista que le ‘atendió’, el mismo que en su día le puso el tratamiento, le invitó a salir por la puerta de su consulta tras asegurarle que «como ciudadano catalán que ansía la independencia y que, además, así será», no le volvería a reconocer.

 «Dijo que estaba cansado de atender pacientes de fuera de Cataluña, por la falta de pago por los servicios prestados entre las distintas comunidades, y me señaló un mapa con diferentes colores para que me quedara claro», asegura Lozano aún indignada.

Asimismo, el facultativo le hizo saber a esta ciudadrealeña que «si empeoraba y quería volver a llevar el seguimiento en el Clínic, debía solicitar al Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR) de nuevo esta asistencia». «Me comentó que mientras siguieran así las cosas en España, no me iba a dar más citas».

A Lozano no le entra en la cabeza que las enfermedades dependan de ideologías, colores políticos o fronteras. «¿Dónde se encuentra su dignidad y valores como profesional?», se pregunta. «Hemos perdido el norte. Resulta que por ser española no me atienden en Cataluña».    (informa La Tribuna de Ciudad Real, en on septiembre 7, 2014)

19/3/14

El drama está en el Condado de Treviño... en su utilización política

"Las primeras interpretaciones de la noticia –que desde Vitoria no quisieron enviar a una ambulancia a recoger a la niña porque no residía en territorio vasco– fueron pronto matizadas: no fue tanto un problema de competencias como de mala práctica médica.

En el mismo hospital vitoriano en que acabó falleciendo le habían diagnosticado una varicela sin gravedad y no quisieron tomar en consideración el agravamiento que el padre les comunicaba al intentar, sin éxito, obtener una ambulancia de urgencias, que según el protocolo sanitario entre el País Vasco y Castilla y León referido a Treviño, debe salir desde Vitoria. Pero un diputado del PNV por Álava reaccionó como el proverbial perro de Pavlov, buscando de inmediato rentabilizar políticamente la desgracia.

Decía José María Carrascal, en ABC: «‘Si Treviño fuera vasco, no habría ocurrido’, como ha dicho el parlamentario del PNV Emilio Olabarria. O sea, que lo de ser española no cuenta. O el ser niña. ¡Qué desvergüenza!»

Un comentario editorial de EL MUNDO fustigaba ese oportunismo: «Más allá de la obligada disculpa, la primera reacción del PNV –mimética de la de Bildu– pone de relieve hasta qué punto nacionalistas y separatistas anteponen sus reivindicaciones a cualquier circunstancia por trágica que sea.

 Que una criatura haya fallecido de una simple varicela sin la asistencia de una ambulancia por un posible problema de descoordinación entre comunidades debe avergonzarnos como sociedad y como país. Pero desde la cerrazón nacionalista, la tragedia es políticamente aprovechable».

Hace una generación, recordaba Ignacio Ruiz Quintano en ABC, se formuló con entusiasmo aquel silogismo de la globalización que anunciaba que ésta acabaría con los nacionalismos. Y añadía «Fue un grande error que no pueden reparar ni los soldados de la OTAN, esos ‘chavales majos’ que con sorna tolstoiana (después de todo, sólo se dedican a repartir madalenas) dice Putin.

La Europa de Bruselas es una granja de ‘ordeño y mando’ (impuestos y prohibiciones) muy ajena a que en Treviño a una niña de tres años le nieguen una ambulancia por una guerra de cercados».

Sin olvidar que los conflictos de competencias sí causan serios perjuicios, claro. Eso afirmaba Roberto Ortiz, alcalde de La Puebla de Arganzón, en declaraciones recogidas por EL MUNDO: «Destaca cómo hace unos años, un cazador quedó atrapado en un agujero en Peña María y la búsqueda se retrasó hasta que Ertzaintza y Guardia Civil determinaron las competencias y se activó el dispositivo de rescate.

 Del mismo modo, algunos vecinos recuerdan el caso del fuego en una vivienda que tardó en sofocarse hasta aclarar si eran los bomberos de Álava o los de Burgos quienes tenían competencia en La Puebla».           (VÍCTOR DE LA SERNA, EL MUNDO 22/03/14, en Fundación para la Libertad)



"(...) El drama está en el Condado de Treviño, el enclave castellano en terreno alavés, una rareza administrativa de la que hay abundantes casos en el solar ibérico.

 En la España autonómica te puedes morir teniendo una ambulancia aparcada debajo de casa. Así de duro. 

Una niña de tres años con varicela ha muerto porque la sanidad vasca no ha querido mandar una ambulancia aduciendo que le tocaba a la sanidad de Castilla y León asumir la urgencia. Directamente.

 Está en la portada de El Mundo. Firma la información Iker Rioja Andueza. La criatura se llamaba Anne Ganuza. El titular: "Muere una niña del condado de Treviño tras serle denegada una ambulancia desde Vitoria". (...)"      (Pablo Planas, Crónica Global, Miércoles, 19 de marzo de 2014)


"El PNV dice ahora que la muerte de la niña prueba que Treviño debe ser Euskadi.

(...) El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, considera que la muerte de una niña en el condado de Treviño sobre la que se ha abierto una investigación respecto a la atención sanitaria prestada, "es una muestra de que no tiene sentido" que ese territorio no pertenezca al País Vasco.

Esteban se ha referido de esta forma a la muerte en el hospital Txagorritxu de Vitoria de una niña de La Puebla de Arganzón, en el condado de Treviño (Burgos), tras negarle a la madre el 112 una ambulancia con el argumento de que debía llamar a los servicios de la localidad burgalesa de Miranda de Ebro. (...)

En la misma línea, el también diputado del PNV Emilio Olabarría se ha mostrado convencido de que, "si Treviño hubiera estado integrado en Álava y formalmente integrado en los servicios de Salud de Euskadi, que son los que tienen los ratio de calidad más alta del Estado español, probablemente no estaríamos hablando de una desgracia de esas características". (...)

Según publica hoy El Correo, la menor de tres años y medio, tenía varicela y ya el domingo fue atendida en ese mismo hospital. Tras regresar a casa su estado empeoró y a primera hora de la mañana del lunes la madre pidió una ambulancia, pero desde el 112 le respondieron que debían llamar a Miranda de Ebro.

 Finalmente y tras salir el padre del trabajo, llevaron a la pequeña por sus propios medios al Hospital de Txagorritxu, a menos de 20 kilómetros de La Puebla de Arganzón, pero su estado había empeorado y finalmente la niña falleció el martes por la mañana. (...)"          (El Confidencial, 19/03/2014)

12/2/12

«Es absurdo que mi niña se muera por la burocracia»

"Celia es de Sevilla, tiene 22 meses y padece el síndrome de Berardinelli-Seip, que solo sufren otras 120 personas en el mundo. Tiene el nivel de triglicéridos diez veces superior a lo habitual y las transaminasas tan elevadas que hacen peligrar órganos vitales como el corazón, el hígado y el páncreas.

Francisco es de Málaga, tiene once años y padece una progeria atípica y una miocardiopatía grave. Como él solo hay otros diez casos en el mundo. Ambos sufren una variante rara de una enfermedad compleja, la lipodistrofia. Pero tienen algo más en común: ambos necesitan un tratamiento de uso compasivo que no está en el mercado, la leptina, y que en España solo se ofrece en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS).

Es el único centro al que ha autorizado el laboratorio de Estados Unidos que lo suministra y que financia el Gobierno estadounidense.
Pero Celia y Francisco son andaluces y no pueden, por cuestiones burocráticas, ser tratados en Galicia.

  Les hace falta una solicitud del hospital a la Consellería de Sanidade y de esta, a su vez, al ministerio para que la propuesta sea aceptada y puedan recibir el fármaco en Santiago. «En Madrid me dicen que por su parte no hay problema, pero que todavía no les ha llegado la petición», explica Yolanda Morales, la madre de Celia, que ha iniciado una campaña en las redes sociales en la que lleva recogidas más de 2.300 en dos días para pedir a la conselleira de Sanidade que atienda el caso.

 «El hecho de vivir en una comunidad distinta -explica- no puede ser la causa de que nuestros pequeños no puedan tener acceso a un tratamiento que surten de manera gratuita desde EE.?UU. a Santiago».(...)

 «Es todo tan absurdo», se lamenta la madre. «No tiene ningún sentido -dice- que por un problema burocrático o por desidia de alguien se pueda llegar a morir mi hija». (...)

«Si a mi niña le pasa algo evidentemente que voy a pedir responsabilidades penales al hospital, porque esto es flipante». Morales Pereira se queja de que en la institución médica «no contestan ni de casualidad»"               (La Voz de Galicia, 08/02/2011)