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3/8/23

Por qué Bélgica puede estar a punto de separarse... porque la creciente preocupación por la inmigración está impulsando a los partidos independentistas flamencos de cara a las elecciones del año que viene (POLITICO)

 "Más pronto que tarde, Bélgica podría dejar de existir.

El pequeño Estado de Europa Occidental que alberga las sedes de la UE y la OTAN tiene desde hace tiempo una vida política nacional disfuncional. Ostenta el récord mundial de mayor tiempo empleado en formar gobierno durante unas conversaciones de coalición: más de 500 días.

Ahora las tensiones entre Flandes, de habla neerlandesa, en el norte, y Valonia, de habla francesa, en el sur del país, amenazan con una crisis mucho mayor.

Las elecciones están previstas para junio de 2024. Según el Poll of Polls de POLITICO, el partido de extrema derecha Vlaams Belang -que quiere convertir Flandes en un estado escindido totalmente independiente- es ahora la mayor fuerza política del país. 

Tom Van Grieken, que llegó a la presidencia de su partido con sólo 28 años y ha sido clave en su reciente éxito, se ha mostrado firme sobre sus planes independentistas si gana.

"Creemos que Bélgica es un matrimonio forzado", dijo Van Grieken a POLÍTICO en su despacho cerca del barrio comunitario de Bruselas. "Si uno de ellos quiere el divorcio, lo hablaremos como adultos (...) tenemos que llegar a una división ordenada. Si no quieren venir a la mesa con nosotros, lo haremos unilateralmente".

Incluso para muchos de los 12,6 millones de habitantes del país, el inminente final de su país puede resultar sorprendente.

Las reñidas batallas entre el norte de habla flamenca y el sur de habla francesa se han enfriado en los últimos años.

Los flamencos, antaño los desvalidos pese a superar en número a sus homólogos francófonos, tienen ahora los derechos lingüísticos y las competencias políticas que pedían desde hace tiempo.

"Para muchos, la batalla está algo reñida", afirma Karl Drabbe, editor con raíces en el movimiento flamenco. Dentro del Estado federal belga, las regiones tienen ahora amplias competencias en materia de educación, política agrícola y transportes.

"Pero esto no ha supuesto un gran avance, sino todo lo contrario", afirma Drabbe. Por tanto, las ganas de montar "las barricadas" para dar "grandes pasos en la reforma del Estado" son limitadas, dijo.

Pero los líderes de Vlaams Belang no sólo se apoyan en su política independentista.

En toda la UE, la extrema derecha ha aumentado en los últimos meses mientras el bloque lucha contra la inmigración, el lento crecimiento y la alta inflación. Los partidos populistas y antisistema han ganado apoyos en este contexto.

Bélgica es uno de los países europeos que se enfrenta a una mayor afluencia de solicitantes de asilo, con cifras de llegadas similares a las de la crisis migratoria de 2015.

En Flandes, la migración se considera la principal preocupación de los votantes, según estudios recientes. "Vlaams Belang posee el tema de la migración, que es muy importante para muchos votantes flamencos", dijo Nicolas Bouteca, profesor asociado de la Universidad de Gante. "Esa es la principal razón de su éxito".

Para Bart De Wever, presidente del partido nacionalista flamenco N-VA, "la misma tendencia se está dando en toda Europa en estos momentos".

Hay "una ola de tremendo malestar" entre los ciudadanos que se sienten "económicamente abandonados por sus propias élites", dijo a POLITICO. "Y por injusto que te parezca, la extrema derecha lo está capitalizando". En las encuestas, su partido, el N-VA, es ahora el segundo más grande en Flandes, después de Vlaams Belang.

Los votantes potenciales de Vlaams Belang ven la inmigración como la cuestión política más importante, seguida de los impuestos y la economía. Una reforma del Estado belga es bastante menos relevante para ellos, según la misma investigación.

Bélgica se creó de forma caótica e imprevista: en stoemelings, en dialecto bruselense. ¿Podría la desaparición del país producirse también por accidente como resultado del simple deseo de los votantes de hacer frente a la inmigración?

Van Grieken afirma que nadie puede pasar por alto el apoyo de su partido a la independencia flamenca. "No es que la gente no lo sepa. Es el primer punto de nuestro programa", dijo. Van Grieken reconoce que no todos sus votantes pueden sentirse emocionalmente conmovidos por la idea de la independencia. "Pero sí sé que alguien que es antiindependentista no votará a mi partido, ni a N-VA".
El camino hacia el divorcio

La estrategia de Van Grieken es convertirse en el mayor partido de Flandes en las elecciones del próximo junio, lo que le daría la prerrogativa de elegir a su socio de coalición para el gobierno flamenco. Lo ideal para él sería la N-VA. Entonces, el gobierno flamenco emitiría una declaración de soberanía para obligar a los socios de coalición francófonos a negociar el fin de Bélgica tal y como existe actualmente.

Hay obstáculos, incluso si gana Van Grieken. En el seno de la N-VA hay fuertes discrepancias sobre la conveniencia de formar gobierno con Vlaams Belang. Un paso así rompería una promesa de hace una década de la clase política belga de no gobernar con la extrema derecha. Incluso si N-VA diera el fatídico paso de aliarse con la extrema derecha, es probable que la parte francófona de la política belga no se presente en la mesa de negociaciones, al menos al principio.

Aun así, cada uno de estos pasos crearía más inestabilidad política en Bélgica, y eso por sí solo podría ayudar a promover la causa de la independencia.

El primer ministro belga, Alexander De Croo, que actualmente lidera una difícil coalición de siete partidos, llegó al poder tras las elecciones de 2019.
El primer ministro Alexander De Croo ha estado luchando para mantener a los partidos gobernantes en la misma página en muchas cuestiones clave | Jonas Roosens/Belga Mag via Getty Images

A esa votación le siguió una tortuosa búsqueda de 500 días para alcanzar un acuerdo de coalición, y desde entonces De Croo ha estado luchando por mantener a los partidos gobernantes en la misma página en cuestiones clave.

Un nuevo declive de los partidos de centro en las elecciones del año que viene dificultaría aún más la formación de un gobierno de coalición nacional. Ivan De Vadder, veterano periodista político autor de varios libros sobre la política belga, teme que esto cree un círculo vicioso.  

"La mayoría de la gente se fija en el gobierno flamenco, porque se puede hablar de esas jugadas en términos ajedrecísticos comprensibles", dijo. "Para mí, lo que ocurrirá a nivel federal es mucho más explosivo, porque te arriesgas a un bloqueo total de las instituciones políticas... Eso es mucho más explosivo para la supervivencia de Bélgica que la idea de que Flandes proclame la independencia".

Van Grieken toma la palabra. "No es porque haya un partido nacional flamenco por lo que Bélgica está implosionando. Es porque Bélgica no funciona por lo que hay un partido nacional flamenco".              (Barbara Moens  , POLITICO,21/07/23; traducción DEEPL)

4/6/19

Guardingo: “Filosofía Gabriel Rufián: No es un vividor, porque sus padres trabajaron”

  "El ex senador de Podemos Óscar Guardingo ha mantenido una disputa dialéctica en twitter con Gabriel Rufián a cuenta de los posibles pactos municipales en Barcelona. (...)"   (ver hilo en Sergio Fidalgo, El Catalán, 02/06/19)

  1 jun.

A toda la burguesía catalana le gusta este tuit antisindical?

  1 jun.
 
La suerte de ser obrero en SEAT te la explican Rufián y Baños. Desde 2003 en una fundicion, 5 años estuve liberado 40 horas al mes (2 al día) en CCOO. Mucho orgullo de mis compañeros y de haber echado una mano en el sindicato, sin haber explotado a nadie de capataz de la ETT.

  1 jun.
Esto es lo que opina el portavoz español de ERC de los que alguna vez han hecho de sindicalistas. Todavía mantiene el espíritu de capataz de la ETT que ha sido su único trabajo. PD: no fueron 20 años, sino 5 a 40 horas mensuales.

 
En respuesta a
 
No todos tuvimos la suerte de ser liberados sindicales de multinacionales durante 20 años y poder elegir donde, como y cuando trabajar, camarada. Un saludo.

  1 jun.
Por eso en su barrio ERC saca un 9%.

  1 jun.
 
No es un vividor, porque sus padres trabajaron. Filosofía Rufián.

  1 jun.
Que penoso sacar la biografía de los padres, porque él solo hizo de capataz en una ETT y de masovero del Procés.

 
 
Yo me crié en un piso de 50m2 en el Fondo de Santa Coloma hasta q tras 15 años rompiéndose la espalda mis padres se compraron otro de 80 en Lloreda de Badalona. Y como yo centenares de miles. Así q no sé q me estás contando, . Pero tú dale que os está yendo muy bien.

  1 jun.
¿Quién habrá comido más kg de caviar en su vida, Valls o Maragall? Lo que es seguro que no será Colau.

 
Esto de Palà. Y si ha cabreado tanto a la true left de caviar, más todavía.

 
El único pacto de izquierdas posible en Barcelona es el de ERC y Bcomú. El pacto que el Poder no quiere. Mi artículo en

9/5/19

El uso despectivo del término ‘charnego’ descalifica a quien lo utiliza al mostrar su voluntad de imposición, de desprecio cultural y clasista. Sin embargo, la alternativa no está en hacer bandera de lo charnego

"(...) Hace unos días se celebró en Barcelona el Festival charnego. La iniciativa ha provocado división de opiniones. La proximidad de las elecciones estatales (28 de abril) y municipales y europeas (26 de mayo), el procés y el juicio a parte de los responsables políticos y dirigentes sociales catalanes acusados de rebelión, sedición, malversación, organización criminal y desobediencia (Causa especial 20907/2017) han marcado el trasfondo político inmediato de este festival.

El término ‘charnego’ ha sido utilizado, y todavía lo es por parte de algunas personas, para referirse despectivamente a quienes viviendo en Cataluña nacieron en otras partes de España, o son hijos e hijas de personas que vinieron a trabajar a Cataluña desde Andalucía, Extremadura, Murcia, la Mancha… mayoritariamente entre los años 50 y 70 del siglo pasado. Muchas y muchos catalanes son etiquetables como ‘charnegos y charnegas’.

Se ha hecho, o se hace, un uso despectivo de la etiqueta ‘charnego’ por parte de aquellas personas que consideran que su ‘cultura’, o sus ideas, o sus gustos… son superiores a los de las personas a las que llaman charnegas. Se trata, como casi siempre, de un intento por distinguirse como expresión de la voluntad de poder sobre otras personas a las que se consideran agentes extraños al cuerpo del soberano, a la identidad cultural nacional. 

Para quienes piensan así, el charnego es un problema en tanto que no se asimiló culturalmente o no se asimila a lo que se propone en una determinada propuesta independentista. El charnego es visto como una presencia cultural que se considera que no debería tener presencia o tanta presencia en Cataluña.

En los últimos meses, el discurso sobre lo ‘charnego’ ha cambiado. Hace unos días, un amigo independentista me decía: pero si charnegos somos todos. ¿Qué me estaba diciendo, además de evidenciar una realidad sociológica? Que la posibilidad política de la independencia de Cataluña, o de una vía política que aumente las cuotas de autogobierno, pasa por incrementar el apoyo social a las propuestas independentistas y/o soberanistas. 

Y esto requiere en todo caso el apoyo de decenas de miles de personas a las que se podría describir como charnegas. ERC ha introducido esta idea al hablar de ‘ampliar la base’. Dicho con claridad, este ‘ampliar la base’ supone convencer a esta parte de la población a la que, en la historia reciente de Cataluña, algunos y algunas han llamado despectivamente ‘charnegos’. La alternativa a este ‘ampliar la base’ por parte del independentismo sería que lo ‘charnego’ quedase representado por otras fuerzas políticas que apuestan por rentabilizar la tensión entre lo español y lo catalán. 

Por este motivo, la estrategia más fiable para el independentismo democrático es desmontar cualquier uso despectivo del término ‘charnego’ ya que se acepta que no es posible un incremento de autogobierno o la posibilidad de realizar una consulta pactada sobre la independencia de Cataluña sin una mayoría social clara.

Durante los últimos tiempos no han faltado las personas, y las fuerzas políticas, que han identificado ‘ser catalán’ con ‘ser independentista’. 

 Creo que, al menos en parte, el discurso de ERC asume (habrá que ver si como estrategia cortoplacista o como principio propositivo mantenido en el tiempo) que las posturas independentistas no pueden prosperar a base de presentar a una parte de la población catalana como gente que no son suficientemente catalanes o, dicho de otra forma, que no estaban suficientemente impregnados de la cultura catalana.

La etiqueta ‘charnega’ expresa también la existencia de desigualdades económicas. Lo charnego no se utiliza para describir a quien habla preferentemente castellano y vive en barrios de alta renta en Barcelona (Pedralbes o Sant Gervasi, por ejemplo). Se ha utilizado, y se utiliza, sobre todo, para referirse a personas (y sus hijos e hijas) de barriadas o ciudades que acogieron buena parte de la migración interna entre los años 50 y 70: Santa Coloma, La Mina, Nous Barris, Sant Adrià del Besós la Verneda (ahora Sant Martí), San Cosme, Hospitalet de Llobregat… 

El uso despectivo de la etiqueta charnega se ha utilizado también con este trasfondo: el desprecio hacia quienes ‘salir al campo’ quería decir ir a las pinedas de la autovía de Castelldefels en vez de ir al Montseny; quienes en vacaciones volvían al pueblo y regresaban con el coche repleto de vino, melones o productos de la tierra de origen; quienes escuchaban copla, flamenco… a quienes les gustaban, por ejemplo, los Chichos, el Fary, Rocío Jurado o la Pantoja. El uso despectivo del término charnego contiene un desprecio cultural y de clase social.

El Festival charnego ha reivindicado el orgullo de ser charnego. Pretendía reaccionar contra el desprecio. Y lo hacía proponiendo un orgullo charneguil. Lo charnego como bandera. De nuevo las etiquetas, porque la etiqueta no deja de serlo porque se proponga hacer un uso afirmativo de la misma.

Este orgullo charneguil ha sido presentado como una propuesta novedosa al querer aplicar la teoría queer a lo ‘charnego’. De igual forma que la teoría queer reaccionó frente al uso peyorativo de términos como ‘maricón’, se ha propuesto el orgullo de ser ‘charnego’. Creo que esta pretendida asimilación contiene errores. El movimiento queer ha sido un movimiento disidente, contrario a la ontologización de las identidades de género, por tanto no propenso a apostar por las ficciones identitarias, ni por etiquetaciones como la de charnego. La transformación social, la emancipación, no se da necesariamente por cambiar una etiqueta por otra etiqueta.

La inmensa mayoría de personas que vivimos en Cataluña sin haber nacido aquí, o cuyos padres y/o madres nacieron fuera de Cataluña, poseemos una configuración cultural que, según el parecer mayoritario, enriquece y refleja la realidad cultural catalana. Por tanto, no se propondría un choque entre etiquetas culturales. Es precisamente este uno de los errores en el que no queremos caer muchas personas a las que los etiquetadores y las etiquetadoras llamarían charnegos, en un sentido o en otro. Con una intención o con otra.

El juego de las etiquetas, incluso aquellos usos que promueven el orgullo identitario, tiene uno de sus puntos débiles en la tendencia a la dogmatización de las identidades. Creo que la La vida de Brian (1979) supo ironizar sobre esta práctica que con el tiempo tanto se ha extendido. Las etiquetas identitarias son rechazables desde el momento en que expresan o son utilizadas con una voluntad normalizadora y excluyente. 

Llegados al absurdo podríamos organizar concursos para distinguir los que son y lo que no son charnegos, los charnegos-catalanes y los charnegos-no catalanes, los charnegos de Hospitalet y los charnegos de la Mina, los de San Adrián y los de la Verneda, los de Santa Coloma, Nou Barris... Es reduccionista además de absurdo.

La propuesta de las identidades esencialistas, aunque sea la charneguil, correría el peligro de caer en el mismo error que intenta evitar: hacer el juego a quienes pretenden crear identidades culturales excluyentes. Frente a quienes han pretendido o pretenden guetizar a una parte de la población, la solución no está en hacer bandera del gueto que otros intentan imponer, sino precisamente en plantear un terreno cultural y social libre de guetos.

Las etiquetas suelen ser normativas; para ser del grupo hay que… (lo que sea): tener determinado gusto musical, veranear en determino lugar, ir a determinadas escuelas, leer determinados autores, suscribir determinadas opiniones, vestir de determinada forma, presentar determinado comportamiento sexual, vivir en determinada zona… Son sistemas de clasificación que, por lo general, segmentan y alimentan las segmentaciones sociales. Son etiquetas que lejos de aportar más libertad pueden esconder imposiciones.

Si no existe una identidad charnega como tal, quién puede hablar en nombre de las personas a las que, con una intención u otra, se querría enchiquerar en el redil. Las etiquetas llevan a buscar voces autorizadas que hablen en nombre de terceras personas.

Sobre estos riesgos, y con voluntad de romper tópicos y trincheras, se ha hablado en los Diálogos Andalucía-Cataluña, que se han celebrado este abril en Barcelona y el octubre pasado en Sevilla. El planteamiento de estos dos encuentros se ha basado en ideas sencillas y necesarias en estos tiempos: la apuesta por el diálogo entre personas que piensan de forma distinta, el reconocimiento de los otros con los que tenemos muchas cosas en común, la disposición a escuchar y la apuesta por contribuir a trabajar ideas y propuestas que contribuyan a resolver el atolladero en el que nos encontramos.

 Con buen criterio, las banderas y las etiquetaciones no presidieron los encuentros. Sí la conversación sobre los tópicos y los prejuicios existentes que en ocasiones afloran desde las tripas.

 Las etiquetas y las banderas se dan la mano. De hecho, el recurso a las banderas es una forma de etiquetar o de etiquetarse, es una forma de evitar el diálogo, de apelar al reduccionismo, al simplismo, a la identidad dogmatizada. Necesitamos más democracia, más riqueza cultural, más libertad responsable. Si se necesita una bandera, hagamos bandera de esto último."                (Antonio Madrid Pérez, Mientras Tanto, 30/04/19)

7/1/19

El pujolismo prefirió la inmigración magrebí a la latinoamericana en el convencimiento de que los primeros aprenderían catalán y se integrarían y los segundos no lo necesitaban porque tenían el castellano... la Generalitat abrió oficina en Casablanca y puso Àngel Colom al frente...

"(...) En fin, la pregunta es: ¿Cómo puede ser que Catalunya sea proporcionalmente la comunidad autónoma con más población magrebí? Mucho más incluso que Andalucía o Madrid. (...)

Vamos a ser francos: porque el pujolismo prefirió la inmigración magrebí a la latinoamericana en el convencimiento de que los primeros aprenderían catalán y se integrarían y los segundos no lo necesitaban porque tenían el castellano. Craso error.

A los hechos me remito: la Generalitat abrió oficina en Casablanca y puso Àngel Colom al frente. Colom se quedó incluso después de que el tripartito la cerrara.

Sospecho que albergaban la esperanza de que, con el tiempo, serían buenos catalanes. Y ya saben que buenos catalanes són sólo los que están a favor del proceso.

Yo asistí a actos de Carmen Forcadell -presentado incluso por un periodista de TV3 al que luego recompensaron- en que casi les prometían la independencia. (...)"              (Xavier Rius, director de e-notícies, 24/12/18)

21/10/16

El distrito barcelonés de Nou Barris se ha convertido en el centro de atención del nacionalismo catalán... su respaldo social lo dan por perdido, la clave es declarar el territorio como adscrito al procés, manipulando sus asociaciones

"De unos años a esta parte, el distrito barcelonés de Nou Barris se ha convertido en el centro de atención del nacionalismo catalán. Viene a ser como la aldea gala irreductible de las historias de Astérix y Obélix: su conquista es clave para el procés secesionista, y las herramientas son algo dispares a las utilizadas por aquellos romanos tan lerdos. 

Han mejorado, introduciéndose entre los lugareños, comprando –con subvenciones- a algunos y, sobre todo, extendiendo un discurso/relato manipulado. 


Me llega, vía whatsapp, la siguiente convocatoria:
“¡Convocamos a todo el vecindario de Nou Barris y Barcelona a venir a la concentración del próximo 12 de octubre a las 17h en la plaza Sóller para mostrar nuestro rechazo a Societat Civil Catalana!
No podemos tolerar una concentración de fascistas en nuestro barrio, no podemos dejar que quede impune y sin ningún tipo de respuesta. ¡Demostremos que en Nueve barrios no tienen cabida y que no vuelvan nunca más!
¡No queremos fascistas, ni en 9 Barris ni en ninguna parte!
Repartiendo etiquetas de buenos y malos
 
La primera manipulación es la capacidad para etiquetar a los demás. Y nada más fácil que acusar de fascista a quien no comparta el proyecto secesionista. No es que yo comulgue con Societat Civil Catalana, no es el caso; es más, en su día publiqué una crítica sobre su propuesta: Transversalidad o izquierda frente al nacionalismo

 Pero afirmar que son fascistas por ser contrarios a la secesión es una de las acusaciones más rastreras que he oído y leído. Que alguien pretenda apropiarse y ser portavoz del sentir y el pensamiento de los ciudadanos de 9Barris sobre la fecha del 12 de octubre si que parece tener tintes fascistas. Aconsejo la lectura sosegada sobre el tema escrita por un buen amigo: Gerónimo.


Nou Barris es el paradigma de los barrios obreros en Cataluña. La mayoría de los que aquí vivimos somos emigrantes o hijos de emigrante; la lengua más usada, de forma muy mayoritaria, es el español –o castellano, como gusten–, y el secesionismo tiene la cuota más baja de seguidores. Pero una cosa es la realidad social –sociológica diría un politólogo–, y otra la presencia mediática –incluyo aquí la cartelería de calle–.

Entrismo nacionalista y realidad electoral
 
Siempre he afirmado que el nacionalismo catalán ha practicado desde antes de la transición un entrismo o embebimiento en el asociacionismo y en los partidos políticos con unos resultados espectaculares.

 Y hoy, cualquier asociación que no quiera perder la pequeña subvención que recibe, debe demostrar claramente en todas sus manifestaciones públicas su adhesión a la causa e ideario catalanista, aunque no sea más que con una senyera presidiendo el acto. 

Da igual que sea un club de petanca, una peña flamenca o una asociación de ayuda a los pobres. De las manifestaciones agresivas se encargan otro tipo de agrupaciones a veces identificables y otras en un anonimato pretendidamente englobador del todo.

La realidad es que, en las elecciones autonómicas –presuntamente plebiscitarias– del 27 de septiembre de 2015, los partidos puramente independentistas (Junts pel Si y la CUP) no llegaron conjuntamente ni al 30% de los votos en Nou Barris, y su apoyo social los sitúa en una quinta parte del censo del distrito (21%), mientras que la fuerza más votada era Ciudadanos, con un programa nítidamente antiindependentista.

 Es evidente que si no mejoran los resultados en esos entornos nunca obtendrán la mayoría electoral que les permita decir que más del 50% está por la independencia.


Lo del respaldo social lo dan por perdido.

Si algún día lo consiguen, a los revoltosos se le convierte en apátridas como en alguna republica báltica (y eso aunque hayan votado sí, sí).


Lo importante es que la presencia pública sea favorable al proceso, y para eso sí hay dinero; para subir el nivel de vida de los que viven en Nou Barris, no. La clave es declarar el territorio como adscrito al procés.

La ambigüedad comuita y podemita 
 
La obsesión por hacerse con el monopolio de 9Barris no es exclusiva del nacionalismo, los neo-progres ya marcaron territorio en su momento. Siendo atraído al mundo de Podemos en 2014, pensando, ingenuo de mi, que una alternativa de izquierdas para toda España no podría abonar el nacionalismo, me encuadré –valga el oximoron– en el círculo de Nou Barris. 

Organizamos la presentación del círculo contando con Carlos Jiménez Villarejo, con una clara posición frente al secesionismo, como figura estelar. Eso a la dirección de Barcelona y a la estatal de Podemos no les gusto nada. A partir de ese día nos enviaron comisarios políticos y captaron “agentes” que hicieron explotar el círculo.

 Algo imprescindible para que Pablo Iglesias aterrizara en el distrito en loor de multitudes y sin críticas a su ambiguo posicionamiento ante el nacionalismo. Las acciones presuntamente delictivas llevadas a cabo por los “agentes” siguen pendientes de juicio, pero ellos fueron recompensados haciéndole el pasillo al líder.


Es anecdótico pero no por ello menos importante que en la citada presentación del círculo yo tomé la palabra junto a Carlos Jiménez Villarejo, y, mientras hablaba, alguien le decía a mi hermano: “mira, ése que habla es un fascista españolista”. Después de aquello, Nació Digital me crucificó con la ayuda del insigne neo-independentista Manuel Delgado. Por supuesto mi derecho a replica fue desatendido.

 En 9 Barris la mayoría somos de izquierda y no nacionalistas
 
¡No cuela! La realidad es que Nou Barris no es nada independentista, si miramos los resultados del 27S y menos aún si miramos los del 26J, pues los votos a opciones independentistas bajaron al 15% del voto emitido, lo que representa menos del 10% sobre el censo. 

Se podrá argumentar que el voto de la CUP se repartió entre En Comú Podem –que fue con diferencia, esta vez, la fuerza más votada– y ERC, lo cual es posible en el primer caso, pero no en el segundo ya que los 18.000 votos del 27S a JxSí se redujeron a algo menos de 12.000, suma de votos de los dos partidos (ERC+CDC) que se presentaron por separado, y además es muy posible que muchos se fueran a la abstención. 

Algunos creen que los de 9Barris se equivocaron al votar en las autonómicas y acertaron en las generales, y tal vez deberían pensar que el voto en las autonómicas lo hacemos con criterios territoriales y en las generales con criterios sociales. Pero mi conclusión es que los de Nou Barris somos mayoritariamente de izquierdas y no somos nacionalistas, por mucho que algunos quieran hablar en nuestro nombre. Y yo republicano.

Vicente Serrano. Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista. Autor del libro “El valor real del voto”                (Vicente SerranoCrónica Popular , en Rebelión, 19/10/16)

11/4/16

A los charnegos del área metropolitana de Barcelona les echan a Rufián para ver si cuela la independencia

"Parece que la opinión pública española ha descubierto al diputado de ERC Gabriel Rufián durante el último debate de investidura en el Congreso.  (...)

En su intervención en el pasado (y fallido) debate de investidura del socialista Pedro Sánchez, Gabriel Rufián explicó que es hijo y nieto de andaluces, y afirmó “soy lo que ustedes llaman charnego y soy independentista. He aquí su derrota y he aquí nuestra victoria”.

 Yo mismo, charnego también, hubiera suscrito casi todo el discurso del diputado de ERC, si bien no me considero independentista. Pero eso es otra cuestión. Lo importante es saber si verdaderamente Rufián puede erigirse en representante oficioso de los charnegos. Un dato a tener en cuenta: se calcula que aproximadamente la mitad de la población catalana tiene un progenitor nacido fuera de Cataluña. 

En el caso de los catalanes de origen andaluz, como lo es un servidor, conviene recordar que en los años cincuenta y sesenta llegaron a Cataluña aproximadamente unos 800.000 andaluces. Vaya por delante que hablar de “los charnegos” como si éstos representasen un grupo homogéneo es un inmenso error. Ni todos piensan igual, ni viven en los mismos barrios, ni votan lo mismo. Que quede bien claro.

Pero hablaremos el estereotipo del charnego que habla castellano habitualmente, que se siente español y catalán, que vive en un barrio de la periferia del área metropolitana de Barcelona, y que sus padres o abuelos emigraron a Cataluña desde otras zonas de España en los años cincuenta y sesenta. (...)

Se trata de algo que las entidades independentistas supieron ver hace tiempo: o sumamos a los charnegos al “Procés”, o no hay nada que hacer. Por eso se creó por ejemplo una asociación de independentistas castellanohablantes (Súmate), con la intención de que el independentismo pudiera llegar con más facilidad a los barrios del antaño llamado “Cinturón rojo”.

 Algunos de sus miembros incluso ocuparon lugares destacados en las listas de Junts pel Sí (Antonio Baños encabezó la lista de la CUP) en las elecciones catalanas del 27 de septiembre y hoy son diputados. Rufián es un ejemplo más. 

Como bien saben algunos ideólogos del independentismo, el apoyo a la independencia hoy en día no es suficiente y hace falta sumar a más gente. Sobre todo gente con una identidad española y catalana compartida. Porque no lo olvidemos: la identidad cuenta (y mucho) en las demandas de independencia.  (...)

El caso de Rufián también lo podríamos calificar como curioso. Hasta no hace demasiado, desde determinados sectores independentistas (por suerte no mayoritarios) se criticaba airadamente que líderes políticos catalanes utilizaran el castellano para expresarse públicamente. 

Pero Rufián, pese a hablar un catalán perfecto, utiliza normalmente la lengua de Cervantes en sus intervenciones sin recibir la reprobación de nadie, mucho menos de sus correligionarios. No quiero ni pensar qué hubiera pasado si el PSC o En Comú Podem hubieran presentado un cabeza de lista que hablase la mayoría de veces en castellano. 

Recordemos si no cómo se ridiculizaba a Montilla cuando cometía algún gazapo al hablar catalán. Resulta saludable recordar de vez en cuando que un charnego fue presidente de la Generalitat (con el apoyo de ERC) no hace tanto tiempo, y conviene no olvidar los ataques que recibió por haber nacido en Andalucía. Recordemos a la ex primera dama Marta Ferrusola criticándole por llamarse José y no Josep,  (...)

 Seguramente la manera de pensar de Rufián no es la más extendida entre los charnegos, pero también es cierto que en los últimos años cada vez hay más personas que han dado el paso que dio el diputado de ERC en su día: reclamar la independencia para Cataluña.

 La intención que hay detrás de la fundación de Súmate o la designación de Rufián como cabeza de lista es clara: crear la idea de que también los charnegos se han vuelto independentistas. Y eso quizá se lo puedan creer quienes no pisan nunca los barrios de la periferia del área metropolitana de Barcelona, pero quienes hemos nacido y seguimos viviendo en ellos sabemos que la realidad es muy distinta. 

Y las principales cabezas pensantes del independentismo también lo saben. Saben que hay muy pocas esteladas en los balcones de San Ildefonso o Bellvitge, por citar solamente dos barrios emblemáticos de Cornellà y L’Hospitalet, y saben que en esos barrios la gente, que se expresa mayoritariamente en castellano y se siente normalmente catalana y española, aún no ha optado de forma mayoritaria por los partidos independentistas.  (...)

¿Y qué nos dicen los datos? En primer lugar, que el factor “lengua” es determinante. Según De Moragas, Galindo y Vidal, “una persona que su primera lengua fue castellano, tendrá menos probabilidades de ser independentista en comparación a alguien quien su primera lengua fueron ambas catalán y castellano indistintamente”.

 Berba Barbet y Edgar Rovira, de Cercle Gerrymandering, explican que “si nos fijamos en la lengua habitual vemos como entre los castellanohablantes el rechazo a la independencia es mayoritario tanto si son nacidos en Cataluña (50,8% en contra) como si son nacidos fuera (65,2% en contra). (...)

Otro factor determinante es la “identidad”. Como explican también en Cercle Gerrymandering, “el crecimiento del independentismo se ha dado casi de forma exclusiva entre aquellos para quienes la identidad catalana predomina sobre la española.  (...)

Por lo que respecta al lugar de origen, los citados Berba Barbet y Edgar Rovira explican que “un 57,5% de los nacidos fuera de Cataluña votaría contra la independencia. Solamente un 18,4% de aquellos con los dos padres nacidos fuera de Cataluña votarían a favor, mientras un 53,9% votaría en contra.  (...)

Ahora atenderemos al barrio de residencia. Las elecciones catalanas del 27 de septiembre, que la mayoría del electorado leyó en clave plebiscitaria, sirvieron para demostrar que en los barrios del llamado “Cinturón rojo” la gente votó mayoritariamente a partidos que no defendían la independencia (hay que tener en cuenta que muchas personas incluso votaron a Ciutadans, además de las opciones de izquierdas habituales). 

En las elecciones generales del 20 de diciembre, la opción que triunfó en estos barrios fue En Comú Podem, que no defiende precisamente la “hoja de ruta” de Junts pel Sí y la CUP, pero que sí aboga decididamente por la convocatoria de un referéndum vinculante en Cataluña.

 Sergi Picazo explicaba en diciembre de 2014 (un mes después del llamado “proceso participativo del 9 de noviembre”), que “el nivel de no, sí-no y de indecisos es muy elevado en barrios obreros y castellanohablantes del área metropolitana de Barcelona tal y como demostraron los mapas de participación del 9-N (…). 

Un no-sitio, parafraseando a Marc Augé, para el nacionalismo catalán. Aquí la mayoría habla castellano -aunque a menudo habla catalán a los hijos-, los padres nacieron fuera y muchos tienen un conflicto a la hora de elegir si son únicamente españoles o catalanes. No es sencillo”.  (...)"              (Miguel Guillém Burguillos, Público, 15/03/16)

16/3/16

¿Por qué ERC eligió a Rufián para el Congreso? Por el tokenismo, del inglés token, que es la práctica de hacer un gesto superficial para la inclusión de las minorías

"(...) Más allá de sus ingeniosas frases y de su lenta ejecución, el discurso de Rufián pone sobre la mesa la cuestión de la transversalidad del independentismo.

Rufián acabó su intervención recordando que el proceso independentista había trascendido “cualquier origen, cualquier apellido, cualquier lengua, cualquier barrio, cualquier bandera”. ¿Es el proceso independentista tan transversal como él mismo afirma? Para responder a estas preguntas hemos recurrido a la base de datos que usamos en este artículo. (...)

Mientras que el 60% de los catalanes nacidos en Cataluña son independentistas, el porcentaje cae hasta el 15% entre los que nacieron en el resto de España. En el segundo gráfico, condicionamos por el lugar de nacimiento de los padres y obtenemos un patrón similar: el 75% de los catalanes con ambos padres nacidos en Cataluña son independentistas por tan sólo el 20% de los catalanes con ambos padres nacidos en el resto de España. (...)

Aunque hay diferencias entre las distintas definiciones de lengua que usamos (habitual, propia o materna), en todos los casos el independentismo entre los catalanohablantes es mucho mayor que entre los castellanohablantes. (...)

El independentismo, como discutimos aquí, está muy vinculado a tener una identidad nacional más catalana que española o exclusivamente catalana.  (...)

 A la luz de los datos, no parece que el independentismo sea tan transversal como se desprendió de la intervención de Rufián en el Congreso.

 De hecho, la única evidencia que aportó el diputado para defender su posición fue “soy lo que ustedes llaman charnego y soy independentista, he aquí su derrota y he aquí nuestra victoria”. Más allá de este ejercicio de cherry picking, es necesario preguntarse por qué ERC lo seleccionó a él como candidato al Congreso. (...)

ERC no se habría inventado nada nuevo. El tokenismo, del inglés token, es la práctica de hacer un gesto superficial para la inclusión de las minorías. En particular, el tokenismo en política consiste en presentar a candidatos de una minoría (tokens) para demostrar que el partido que los presenta comparte sus inquietudes políticas y, por consiguiente, representa bien sus intereses.

 Los castellanohablantes son una minoría dentro del independentismo y lo son, entre otras razones porque el nacionalismo catalán no siempre se ha mostrado tan proclive a abrirles las puertas.

¿Por qué los partidos nacionalistas catalanes tenían tan pocos incentivos para captar el voto de prácticamente la mitad de la población? En primer lugar porque la ley electoral catalana infrarrepresenta (malapportionment) la provincia de Barcelona donde la concentración de castellanohablantes es mayor. 

En segundo lugar porque los castellanohablantes se abstienen más ya que ser castellanohablante en Cataluña está negativamente correlacionado con factores, por ejemplo educación, que predicen la participación en las elecciones.

En los últimos años, sin embargo, estos incentivos han cambiado sensiblemente. Los independentistas no solo necesitan una mayoría de escaños para gobernar sino que aspiran a obtener una mayoría en votos que legitime sus aspiraciones políticas.

 Además, plantear la independencia aumenta las apuestas políticas e induce un incremento de la participación tanto en las elecciones al Parlament de Cataluña como en un eventual referendo y este incremento afecta, precisamente, a los sectores de la población menos propensos a votar como lo castellanohablantes. 

El independentismo necesita, por tanto, lograr una mayoría en votos con una participación alta y, sin mejorar su apoyo entre los castellanohablantes, las cuentas no salen. (...)"                 (Politikon, 14 Mar, 2016 - y )

1/10/15

La victoria de Ciutadans en Nou Barris ha sorprendido incluso a sus dirigentes...

"Cuando mi abuela y su familia, que supongo que es la mía, llegaron a Barcelona fueron a vivir junto a otros murcianos a los barrios habilitados por el Patronato Municipal de la Habitación, en unas construcciones sin planificación ni lustre ubicadas en las afueras de la ciudad. 

Corrían los años 30. Luego Consuelo, que así se llamaba mi abuela, se casó y vivió toda su vida en las Viviendas del Gobernador, otro “exitazo” de la vivienda social ubicado en lo que luego se conocería como el distrito de Nou Barris, el mismo que hace una semana formaba parte del cinturón rojo por ser feudo socialista y que ahora ha desteñido hasta volverse naranja.

A ese barrio llegó Jordi Pujol hace justo 16 años a pedir el voto para unas autonómicas sin tintes de plebiscito. Y no fue solo: se llevó a Artur Mas, a Josep Antoni Duran i Lleida, a Los Chunguitos y a Maíta vende cá. Al escuchar a Pujol ponerse en la boca los nombres de gentes como Camarón de la Isla, la reacción de los miles que allí se concentraron fue silbar y abuchear hasta que consiguieron que el molt honorable se callara. 

Ni Justo Molinero, facilitador y presentador del evento y director de Radio Tele Taxi, consiguió que sus oyentes obedecieran a sus peticiones de civismo. Esa mofa, involuntaria pero cruel, encerraba otro desdén hacia esa gente, uno que los convergentes no han practicado solos.

Mi abuela no era fan de Los Chunguitos, tampoco de Pujol y de los suyos, pero al contrario que me pasa a mi, era más rumbera que flamenca y, sin embargo, aquel día se negó a bailar. Pasó horas intentando comprender qué pretendían aquellos señores usando a la gente de su barrio, la música que la emocionaba y sus símbolos como si fueran careta, maquillaje y postizo, es decir, partes de un disfraz. 

Porque al contrario de lo que sucede con el que pretende aparentar ser rico, en esta ciudad a nadie le parece mal que alguien quiera parecer pobre. No solidarizarse, no, sino jugar a serlo. Mientras mi yaya intentaba dejar de sentirse ofendida, los líderes barriales socialistas buscaban la manera de amortizar el desacierto de CiU encabronando a la gente.

 Algunos piensan que las cagadas, sobre todo las ajenas, admiten el reciclaje y tanto unos como otros han tratado siempre a esos y a otros votantes como si fueran un ente que sabe, piensa y siente lo mismo. Debe ser por las encuestas. Pero había una diferencia: unos vivían con ellos y los otros sólo iban de visita. Y al que viene de fuera se le detesta pero al vecino que peca se le castiga.  

Hemorragia interna

El día que Pujol fue a hacer campaña al compás de la rumba carcelaria de Los Chunguitos, era 11 de octubre de 1999. Estaba el mundo a un paso del 2000 pero Nou Barris era un barrio que apenas había empezado a deshacer las miserias urbanísticas del franquismo, incluidos los bloques donde vivía mi abuela, y que ese mismo año estrenaba el parque en el que tuvo lugar el show de Pujol.

 Nou Barris era entonces el distrito que empezaba a levantar la cabeza gracias a 14.000 millones de pesetas de inversión municipal y a disfrutar de calles, equipamientos y fuentes como los del resto de la ciudad, a pesar de que la droga aún daba coletazos mortales que los habitantes de otros barrios sólo vieron en las películas.

 Aquel PSC que buscaba la forma de sacar partido del bochorno de Pujol había ganado todas las elecciones en esas calles desde que se inauguró la democracia pero dejó las necesidades de sus habitantes en segundo lugar cuando tocó ponerle a la ciudad un traje olímpico. De aquel Nou Barris del concierto de Los Chunguitos al de hoy han cambiado algunas caras pero en el fondo pocas cosas. (...)

Aquellas de 1999 fueron las últimas elecciones en las que el PSC contó su porcentaje de votos en Nou Barris por encima del 50%. A partir de ahí, empezó a perder sufragios progresivamente, no de golpe ni por sorpresa, sino como una hemorragia interna que no se nota pero es mortal. También los fue perdiendo CiU, pero ellos no cargaban con el peso de perder en casa.

Hoy en día, uno de sus barrios, Ciutat Meridiana, es conocido como Villa Desahucios por la cantidad de desalojos que se han producido en estos años y uno de los “logros” del Gobierno municipal del convergente Xavier Trias fue que numerosas entidades de vecinos se agruparan bajo el nombre de Nou Barris cabreada dice basta, plataforma desde la que no han dejado de denunciar ni un solo día la precariedad en la que viven. 

 Fueron sus miembros quienes dejaron plantados a los políticos en el pleno monográfico dedicado a la pobreza que se celebró en el mes de marzo pasado. Presidenta y regidora del distrito pretendían dar lectura de un informe socioeconómico y zanjar el tema. La primera era socialista; la segunda, convergente.

 Eso sucedía en marzo, y en mayo, Ada Colau arrasó en los comicios locales en el distrito con más de un 33% de los votos. Era el primer castigo de Nou Barris a los socialistas, quién sabe si por haberse ablandado en tiempos duros.

 Luis Cabrera es exdirector del Taller de Músics y como yo, exhabitante del barrio. Luis nació en Jaén, es director de la entidad Altres andalusos y se declara independentista. Él dice que no es tanto la independencia como el desprecio constante y clasista que han ejercido los convergentes con los castellano hablantes y la tibieza del PSC en cuestiones de lengua e identidad lo que ha permitido el ascenso de Ciutadans en Nou Barris. 

Pero Junts pel Sí ha sacado un buen resultado, mejor que el de los socialistas, por lo que es inevitable pensar que el voto naranja huele a sanción. La segunda del año para el PSC y aún faltan por celebrarse las generales.

“¿Se han pasado los vecinos de Nou Barris a la derecha?”, le he preguntado a Luis y él ha dicho que sí pero que muchos lo han hecho sin saberlo. Es cierto que los vecinos que fueron a su último acto de campaña en la Plaza Virrei Amat jaleaban a Albert Rivera con lemas de la Plataforma por la Hipoteca: “Sí, se puede”, se escuchaba desde los balcones. Y no eran abucheos. 

También es verdad que el líder de Ciutadans ha dicho que no es de derechas y que Inés Arrimadas y todo su equipo hacen equilibrios para no moverse del centro, al menos en los discursos. Quizás ellos no precisen un disfraz completo para entrar en Nou Barris, ni fingir españolidad o que les gusta la rumba. 

Pero, ¿explica eso el 23% de votos obtenidos en un distrito donde tienen tan poca presencia que el 27S no tenían ni interventores para enviar a los colegios electorales?

 “Es la lengua lo que les ha abierto las puertas. Ciutadans les ha hablado en su idioma, literalmente, y ya estaban hartos de tanto desprecio”, dice Cabrera y su frase me hace recordar el día en que le comunicaron a mi abuela que iban a derribar las Viviendas del Gobernador para construirlas de nuevo. 

Para dignificar el barrio, le decían desde Adigsa, como si la dignidad se construyera con ladrillos. La operación supuso unos costes para los propietarios, algo que ella no entendió, pues la vivienda estaba pagada desde hacía tiempo. Por todo ese cabreo acumulado, un día que el president Pujol fue a visitar la zona, mi abuela, al pasar por su lado le gritó: “Lladre!”. Ladrón, le dijo y fue chocante que lo hiciera en catalán, no porque no lo dominara sino porque es sabido que en la lengua materna se ama y se insulta con más ardor.

No sé qué habría pensado mi abuela de este giro hacia el naranja del barrio en el que vivió toda su vida. Ese lugar desde el que ella y sus vecinas decían “ir a Barcelona” cuando cogían el 47 para ir al centro. Conociendo su carácter, es posible que hubiera aparcado la inocua rumba y hubiera optado por el flamenco para contestar a mis preguntas. “En mi hambre mando yo”, me la imagino diciendo. Y esta vez, sí, en castellano."               (Silvia cruz, CTXT, 30/09/2015)

28/6/15

Un “hijo y nieto de andaluces” dice que “Espanya” es un ladrón “encapuchado” (y los gallegos, sin capucha)


O sigui, tot un clàssic: fill d´andalusos que compra la ideologia nacionalista del “paísoprimit” i s´ho vol fer perdonar engegant els catalans de tota la vida contra la resta d´espanyols. Por algo los miembros más conocidos de Terra Lliure se llamaban Sánchez, Castellanos o Monteagudo.

El tal Rufián (sisplau no fer conyes fàcils) pió ayer en Twitter que el Fondo de Liquidez con el que el Estado sostiene las finanzas de la Gene “es un encapuchado que entra en una tienda y se lleva 100€. Sale y se quita la capucha. Vuelve a entrar y gasta 40€”. Es decir, “Espanya” ens roba molt i després ens torna la calderilla. 

Una variante del tren cargado de dinero catalán que sale hacia Madrid cada día llevándose las guarderías de nuestros hijos, que propagaba otro apparatchik nacionalista, Salvador Cardús. Victimisme, irresponsabilitat, manipulació: tot plegat per generar odi envers un enemic inventat. Aquest és el motor del nacionalisme.

Lo triste es que, según la ideología que profesa Rufián, son sus padres quienes “oprimen” y “roban” a Cataluña. Bajo las capuchas se ocultan los rostros de sus primos, sus abuelos y sus tíos. Mare meva, las sobremesas navideñas de la familia Rufián deben ser entretenidas.

Sr Rufián: els catalans de moltes generacions no en volem saber res de separatisme. Estimi la seva família, no són pas “de fora”, ni lladres ni dropos, ni enemics. Son españoles como lo hemos sido siempre los catalanes. Prou mentides. Superem el nacionalisme. Pau i bé.

Dolça i rufianesca Catalunya…"               (Dolça Catalunya, 25/06/2015)

29/4/15

Forcadell promete a los inmigrantes de Martorell, 2.000 euros de sueldo para todos cuando llegue la independencia

"La presidenta en funciones de la ANC, Carme Forcadell, en la encuentro, explicó que "nadie debería renunciar a los papeles ni a su lengua ni identidad". "No tengáis miedo de ir a votar", añadió dirigiéndose al colectivo inmigrante en un acto celebrado ayer en Martorell, donde también participó el presidente de Súmate, Eduardo Reyes.

"Nos sentimos orgullosos porque la independencia la conseguiremos gracias a mucha gente que no ha nacido en Cataluña, pero que también ve el Estado catalán como una oportunidad", agregó Forcadell, que ha remarcado que la futura República Catalana "todos tendremos los papeles el mísmo día".

prometió un salario de 2.000 euros para todos."             (trad. Google, Somatemps, 26/04/2015)

17/4/15

1941-1960, solidaridad mutua; 1960-1975: subordinación pacífica del charnego; 1975-1985: apartamiento resignado del charnego

"De pequeño viví en Artigues, entre Badalona y Sant Adrià de Besòs. Un día, el dueño de la panadería me recitó aquello de “setze jutges…” y no entendí nada. Mis padres hablaban catalán, pero en la escuela y en la calle dominaba el castellano -mi lengua materna-.

 El panadero no se burlaba de mí, pero a unos ojos extraños podía ser un charnego párvulo. En el barrio obrero del Gorg de Badalona, no se hablaba de charnegos: tenderos y pescaderas, oficinistas y mecánicos, modistas y peones sólo formaban un conglomerado poroso de catalanes, murcianas, valencianos, aragonesas, extremeños o andaluzas -culturas confluyentes entre las clases trabajadoras-. 

Los más fuleros ignoraban olímpicamente el centro; por no ir, no frecuentaban ni los entoldados de la fiesta mayor -pescaban en calles engalanadas-.  (...)

En mi barrio, el concepto moral de clase estaba muy arraigado: aquellos hijos de la “purria murciana revolucionaria”, según menestrales catalanistas, mostrarían maneras de charnegos apartados. Cuando el bachillerato, un día que leí un trabajo sobre la Revolución Francesa, el director me dijo: “Lástima que seas un gamberro”. 

Por proximidad fonética, entendí “charnego”, pero lo ignoré: era un buen estudiante, iba al campo de la Penya, me paseaba por la Rambla, y en el club de natación me relacionaba con todo el mundo -solitario, pero no discriminado: a unos ojos extraños, yo debía ser un charnego tolerado-. 

 Hasta que una bruja de doce años fue y me soltó “castellanufo” y, más adelante, cuando intentaba hablar en catalán, un oficial de la Tinta, donde estaba de prueba, me dijo paternalmente: “Tú no eres catalán, ¿verdad?”. Quedé tocado, no hundido: mi imagen debía parecer la del charnego desorientado. 

Años después, en la Escola d’Art Dramàtic Adrià Gual, seguí hablando en castellano, aprendí de memoria la Ronda de mort a Sinera, y me casé con una catalana de pura cepa: a los ojos extraños, debía pasar por un charnego integrado. 

 Y así hasta ahora, en que por culpa de la figura del charnego cultural me han querido convertir en un charnego agradecido. Conclusión: hay tantos charnegos como miradas oblicuas, demonizadoras.

 Pero la figura ideológica del charnego ha servido y sirve para inducir fracturas en las mentalidades por quienes arrugarían la nariz ante los efluvios de un sobaco obrero: el murciano que habría de sustituir al hortera saltataulells que lo menosprecia es una licencia poética vicaria de la mala conciencia de un señorito.

  Pero hay otro Marsé, omitido por su reciente biógrafo, que no es el del charnego resentido ni el del Foro Babel, sino el creador de Vargas, el charnego solidario de El fantasma del cine Roxy. Este andaluz analfabeto y hambriento llega a un barrio de la Barcelona de 1941, es acogido por una joven viuda catalana con una hija y, en agradecimiento, las defiende -como el Shane de Raíces profundas a los Starret- de los matones falangistas -los únicos que lo tratan de “charnego asqueroso”-que quieren destrozarles la papelería, porque venden libros en catalán- Carner, Sagarra, Riba, Salvat-Papasseit, Foix, Maragall… -entre tebeos y novelas del Oeste. El hombre, que no entiende una palabra de catalán, se aplica a aprenderlo tumbado en un jergón, a la luz de una vela, y con la ayuda de las dos mujeres. 

Mediante la relación de Vargas con una familia catalana represaliada, Marsé fija las etapas de formación y ruptura de lo que pudo ser una verdadera unidad popular: 1941-1960, solidaridad mutua y reconocimiento; 1960-1975: subordinación pacífica del charnego; 1975-1985: apartamiento resignado del charnego. 

De este proceso nacerá un hijo putativo de Vargas, el Pijoaparte, un charnego apocalíptico víctima de su furia irredenta: se ha cerrado la curva que va de la alianza estratégica de las fuerzas del trabajo y de la cultura del PSUC a la liquidación de la Assemblea de Catalunya y la hegemonía sociovergente, un despliegue democrático de exclusión de las clases populares, charnegas y no, mediante el reparto del poder entre los profesionales del Eixample y el Baix Llobregat.  (....)"               (El charnego literario, de Julià de Jòdar en La Vanguardia, en Caffe Reggio, 12/04/2015)

30/1/15

La escritora catalana de origen magrebí Najat El Hachmi: “hemos sido educados para ser carnaza del pujolismo”

"Afortunados sois los que no habéis sido educados en el pujolismo. Podréis lamentar tanto como queráis haber descubierto la gran estafa del patriarca y su descendencia, pero no os veréis confrontados a la vergonzante sensación de descubrir que os han engañado desde los estamentos más importantes y decisivos de vuestra formación.

 Los que somos hijos de la inmersión lingüística, los que hemos nacido y crecido en la normalización nos preguntamos estos días si no hemos sido educados para ser carnaza del pujolismo, si hemos vivido en una secta sin tener ni idea.

 No es que nos lo hayamos creído o no, que seamos fanáticos o no, es que lo hemos mamado por dos vías poderosísimas que ocupaban nuestras horas: la educación y la televisión.

Los que nos hemos hecho catalanes con TV-3 y la escuela empezamos a sospechar que muchas de las historias con las que hemos crecido o eran mentira o eran verdades a medias. 

Recuerdo el eslogan de una campaña de la Generalitat cuando era pequeña «el trabajo bien hecho no tiene fronteras, el trabajo mal hecho no tiene futuro» o un programa de niños en el que Jordi Pujol les explicaba que el pan con tomate era la cosa más catalana que hay porque simboliza el espíritu ahorrador.

 En los libros de texto y TV-3 hemos aprendido los mitos fundacionales, de los Almogávares a las sangrientas cuatro barras, del Decreto de Nueva Planta a la lucha franquista, donde Pujol fue figura estelar. Toda una historia adecuada como un guante a las necesidades del nacionalismo que después sería independentismo.

Para los inmigrantes y los hijos de inmigrantes, un anexo especial, la teoría del ascensor social: que si nos incorporamos a la idea pujoliana de país, el éxito lo tendríamos garantizado. «Es catalán quien vive y trabaja en Catalunya». Ahora sería más preciso decir: «Es catalán quien vive, trabaja y paga impuestos en Catalunya».      (Najat El Hachmi, El Periódico, 06/08/2014)