Mostrando entradas con la etiqueta b. Identidad y ciudadanía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta b. Identidad y ciudadanía. Mostrar todas las entradas

15/5/23

El Parlamento de Lituania prohíbe a ciudadanos rusos y bielorrusos adquirir bienes inmuebles

"El Parlamento de Lituania ha aprobado este martes un proyecto de ley con el que se prohíbe a ciudadanos rusos y bielorrusos adquirir bienes inmuebles, siendo el país báltico uno de los que más medidas legislativas ha aprobado contra Rusia en represalia por su invasión de Ucrania.

El Parlamento de Lituania –Seimas– ha aprobado este martes un proyecto de ley con el que se prohíbe a ciudadanos rusos y bielorrusos adquirir bienes inmuebles, siendo el país báltico uno de los que más medidas legislativas ha aprobado contra Rusia en represalia por su invasión de Ucrania.

El proyecto ha contado con 76 votos a favor, trece en contra y 34 abstenciones. Las excepciones a la norma se aplicarán en aquellos ciudadanos rusos y bielorrusos con permiso de residencia permanente, o bien hayan adquirido dichos inmuebles a modo de herencia, recoge el portal de noticias báltico Delfi. (...)

En las últimas fechas, el Seimas ha legislado para prohibir a los ciudadanos rusos en el país poder portar armar y retirar toda referencia a su pasado soviético, ha incluido a Rusia en su lista de patrocinadores del terrorismo, ha aprobado resoluciones para pedir a la ONU cerrar el espacio aéreo sobre Ucrania, o presionar a Occidente para «aislar a Rusia»."             (diario dia, 04/04/23)

12/5/23

Reuters: Exámenes de espíritu nacional en Letonia sólo a ciudadanos rusoparlantes. Examen de rusofobia podrían llamarlo. Si fallan, pueden serr deportados, a pesar de llevar viviendo allí décadas

Carlos Glez. Penalva @cgpenalva

Exámenes de espíritu nacional en Letonia sólo a ciudadanos rusoparlantes. Examen de rusofobia podrían llamarlo. Si fallan, pueden serr deportados, a pesar de llevar viviendo allí décadas.
La bandera de la URSS que liberó Berlín del nazismo, ha sido borrada de las celebraciones.
Reuters @Reuters

In Latvia’s capital Riga, dozens of elderly Russians wait to take a basic Latvian language test, as a proof of loyalty to a country where they have lived for decades. If they fail, they may face expulsion https://reut.rs/3M57d01

Traducido del inglés

En la capital de Letonia, Riga, decenas de ancianos rusos esperan para realizar un examen básico de idioma letón, como prueba de lealtad a un país en el que han vivido durante décadas. Si fallan, pueden enfrentar la expulsión https://reut.rs/3M57d01

5:30 p. m. · 8 may. 2023 2 M Reproducciones
925Retweets 1.171 Citas 2.563 Me gusta 445 Elementos guardados
11:20 p. m. · 8 may. 2023 3.822 Reproducciones
37Retweets 3 Citas 33 Me gusta 4 Elementos guardados

15/3/23

Albert Boadella: “Cataluña es un lugar donde la democracia casi no existe”

 "(...) --¿Y pese a tener la piel gruesa, a la vez la tiene fina para ofenderse?

--Sí, claro. En este momento, todo el mundo tiene ya una especie de predisposición a sentirse ofendido. Por tanto, en el fondo, hay una falta de sentido democrático, de libertad, de respetar que los otros puedan pensar cosas distintas a la tuya. Cuando pasa, no digo que tengas que creerlas, pero sí aceptarlas. El espíritu, conquistador, censor, es algo que llevamos todos dentro desde niños. Desde niños, cuando nos hacen algo que no nos gusta, nos ponemos furiosos, ¡y con qué facilidad mataríamos a medio mundo! Es algo que forma parte del ser humano. Lo que sucede es que cuando uno crece, se convierte en adulto, la razón y el pensamiento se tamiza. 

Ahora hay, diríamos, una especie de facilidad en que a esos bajos instintos, a esa primacía de mis sentimientos por encima del otro, se les vea como algo propio y suficiente para ofenderse cuando el otro no está en los mismos sentimientos. Y esto lo vemos en la propia Cataluña, donde lo más importante no son las cosas, sino el sentimiento. Si uno se siente catalán, español, es lo que cuenta. Si uno dice que su sentimiento es español en Cataluña, es que es un facha. O sea, mis sentimientos están por encima de todo. La razón pasa a segundo término. 

--Precisamente, usted empezó su carrera Cataluña, donde fue aplaudidísimo y sus espectáculos luego molestaron tanto que se fue. Ahora, el homenaje de su 60 aniversario se hace en los Teatros del Canal de Madrid.  ¿Duele que no se lo hagan en Cataluña, donde debería ser y donde empezó? ¿O ya no?

--Bueno, en Cataluña, por lo menos en cuanto a todo lo que es la Administración pública, no hay que ver el perro. Están contentísimos que esté fuera de allí. El hecho de que viva allí ya les molesta, lo han demostrado muchas veces. No quieren la oposición. Cataluña es un lugar donde la democracia casi no existe. Por lo tanto, es lógico que consideren que quien piensa distinto sea el enemigo a abatir. Imaginar que me hagan un homenaje en Cataluña sería ya pura ciencia ficción. Bueno, a lo mejor cuando esté en la uci a punto de palmarla, entonces hacen algún gesto (bromea).

--Claro, pero a usted se le aplaudió durante el franquismo y cuando se empezó a meter con los de la Generalitat y demás ya no.

--El momento en que atacas al propio público… Pero es una función esencial del teatro, poner en tela de juicio incluso las cosas que está pensando aquel público que te está viendo. Evidentemente, en Cataluña eso se acabó muy rápido en el momento en que empecé a decir las cosas con mucha claridad. Ataqué el intento de pensamiento único que había en aquel momento y que acabó dominándolo todo. Y obviamente, ese público fue desapareciendo. También cuando empecé a ironizar sobre el mundo progre sucedió lo mismo. De golpe, el teatro se quedó vacío y se sustituyó por otro público. O sea, el mundo progre tampoco es que sea un mundo con un sentido del humor o de la sátira muy elevado. (...)"                (entrevista a Boadella, Joan Colás, Crónica Global, 19/02/23)

10/1/23

Hace ya un tiempo que los primeros bebés catalanes del año suelen ser de origen árabe o sudamericano... y se considera a los neonatos una especie de inmigrantes pequeñitos que no merecen la condición de genuinos catalanes... En 2023 se ha repetido la tendencia y el primer (supuesto) catalán ha sido un niño llamado Zakaría, cuyos progenitores atienden por los no muy catalanes nombres de Maryem y Mohamed. Otro recién llegado es Yusaf, cuyos padres se llaman Khadija y Ahmed... “No vamos bien”, ha decretado el lazismo radical, negándoles la catalanidad a los nuevos bebés, y hasta una concejala de Ripoll, Silvia Orriols, ha llegado a la desoladora conclusión de que ya no nacen catalanes... también se ha sumado a la regañina algún paranoico convencido de que estamos asistiendo a la Gran Sustitución... o sea, les han dicho a los tiernos infantes que no se hagan la ilusión de ser catalanes por el mero hecho de haber nacido en Cataluña, pues la catalanidad, caso de alcanzarla, van a tener que trabajársela a conciencia para no ser considerados durante toda su vida unos moracos. Se olvida a menudo el componente racista del independentismo, pero queda claramente al descubierto cada Año Nuevo, cuando los guardianes de las esencias descubren horrorizados que los primeros catalanes en llegar son moracos o panchitos... El racista catalán evoluciona con los tiempos que le toca vivir, eso sí. De esa manera, se han unido al charnego, el moraco y el panchito

 "Hace ya un tiempo que los primeros bebés catalanes del año suelen ser de origen árabe o sudamericano, cosa a la que no debería dársele demasiada importancia, a no ser que se forme parte del lazismo más radical y se considere a los neonatos una especie de inmigrantes pequeñitos que no merecen la condición de genuinos catalanes (para ser una nación sin estado –o una región española, como prefieran—, Cataluña siempre ha sido bastante tacaña a la hora de otorgar la nacionalidad, como si se tratara de un privilegio que hay que ganarse a pulso y no dejarlo en manos del azar: yo mismo lo noté en el colegio, cuando aún no hablaba catalán, en el trato que me dispensaban algunos alumnos de una catalanidad mucho más acrisolada que la mía). 

En 2023 se ha repetido la tendencia y el primer (supuesto) catalán ha sido un niño llamado Zakaría, nacido en el hospital de Palamós, cuyos progenitores atienden por los no muy catalanes nombres de Maryem y Mohamed. Otro recién llegado es un tal Yusaf, cuyos padres se llaman Khadija y Ahmed. Y un tercero ha sido el retoño de una pareja boliviana.

“No vamos bien”, ha decretado el lazismo radical antes de propulsarse a las redes sociales para negarles la catalanidad a los nuevos bebés, y hasta una concejala de Ripoll, Silvia Orriols, ha llegado a la desoladora conclusión de que ya no nacen catalanes, que se parece mucho a decir que los catalanes no se reproducen al ritmo que deberían. 

Creo que también se ha sumado a la regañina algún paranoico convencido de que estamos asistiendo a la Gran Sustitución, concepto también popular en Francia según el cual los árabes en Europa se clonan a lo bestia para acabar siendo más que los autóctonos y convertir a todos nuestros países en una especie de califatos (puede que, entre la masa de inmigrantes, haya algunos majaretas que creen en la Teoría de la Sustitución, pero me da la impresión de que son una minoría y que la mayoría de ellos se reproduce más que los catalanes de pro a causa de la costumbre, la inercia cultural o, simplemente, la inconsciencia: los lazis deberían encontrar razones positivas y humanistas a la menor tasa de reproducción de los catalanes, muchos de los cuales se resisten con respecto a este tema no estirando más el brazo que la manga).

En cualquier caso, el recibimiento que les ha deparado el lazismo radical en las redes sociales a Zakaría y Yusaf no coincide mucho con esa patraña tan extendida que afirma que Cataluña es una tierra de acogida. Más bien les han dicho a los tiernos infantes que no se hagan la ilusión de ser catalanes por el mero hecho de haber nacido en Cataluña, pues la catalanidad, caso de alcanzarla, van a tener que trabajársela a conciencia para no ser considerados durante toda su vida unos moracos.

Se olvida a menudo el componente racista del independentismo, pero queda claramente al descubierto cada Año Nuevo, cuando los guardianes de las esencias descubren horrorizados que los primeros catalanes en llegar (tal vez porque tienen más hambre que los bebés de padres autóctonos) son moracos o panchitos, neologismos muy útiles para demostrar que eres un supremacista como la copa de un pino: cuando no había árabes ni americanos en Cataluña, el racista local se tenía que conformar con los charnegos, término despectivo aplicado a murcianos, extremeños, andaluces y demás gente de mal vivir, de esos que, como sostenía la difunta Montserrat Carulla adelantándose a la Teoría de le Sustitución, habían sido enviados aquí por Franco para acabar con nuestro carácter y lengua nacionales (y no para salir de pobres, que es lo que aparentaban).

El racista catalán evoluciona con los tiempos que le toca vivir, eso sí. De esa manera, se han unido al charnego el moraco y el panchito. Y si tuviéramos una colonia de extraterrestres, seguro que nuestros supremacistas se inventarían rápidamente un término ofensivo para referirse a ellos. Suele decirse que el patriotismo es el amor a lo propio y que el nacionalismo es el odio al vecino. En Cataluña hace tiempo que se confunden interesadamente ambos conceptos, y para los lazis, siempre se la gana el que no se corresponde con su idea de la catalanidad. Una curiosa manera de hacer amigos, como demuestra el hecho de que los adolescentes catalanes se lancen a hablar en castellano en cuanto salen del aula.

Sostenía Jordi Pujol que las familias catalanas deberían tener tres hijos, ni más ni menos (si él tenía siete, era por un exceso de patriotismo y para compensar lo de esos malos catalanes que se conformaban con dos retoños, uno o ninguno). Y como en la Cataluña actual todo viene de Pujol, sus herederos se lanzan a las redes sociales para cometer una doble ofensa patriótica: afear la conducta reproductiva de los catalanes que no se pasan la vida echando hijos al mundo y rasgarse las vestiduras por el hecho de que se pueda considerar catalán a alguien que atiende por Zakaría o Yusaf.

 ¿Os creías que erais catalanes por haber nacido en Cataluña, chiquitines? Pues hay quien cree que no y que os vais a tener que ganar la catalanidad a pulso, aunque, hagáis lo que hagáis, como antes les sucedió a los españoles, en el fondo, nunca acabaréis siendo de aquí. Así pues, en cuanto crezcáis un poco, os vais a una mezquita en la que os coman el tarro, formáis un comando islámico y cometéis un atentado atroz. En ese momento, dada la peculiar lógica catalana, se producirán muestras de solidaridad hacia vosotros, cundirá la autocrítica por doquier y se nos urgirá a no incurrir en la islamofobia. Realmente, el que nos entienda, que nos compre."                    (Ramón de España , Crónica Global, 03/01/23)

9/12/22

Como cuando los emigrantes gallegos en Alemania abarrotaban los estadios para ver ganar al Real Madrid, y ser superiores por un día... la cuestión de la identidad aplicada al fútbol. La selección que ganó el otro día a la española es de una curiosa marroquinidad: la mayoría de jugadores ni nacieron ni viven en Marruecos pero llevaban con orgullo la camiseta roja... la selección que lo ha logrado es más hija de la numerosa diáspora esparcida por todo el mundo que mérito de un país que sigue expulsando a su propia juventud... Así que el martes no ganó Marruecos, ganaron los albañiles que se dejaron la espalda en la obra y las amas de casa dedicadas a los cuidados. Eso hay que celebrar (Najat el Hachmi)... es lo que celebraban los emigrantes españoles

 "Qué extraña resulta la cuestión de la identidad aplicada al fútbol. La selección que ganó el otro día a la española es de una curiosa marroquinidad: la mayoría de jugadores ni nacieron ni viven en Marruecos pero llevaban con orgullo la camiseta roja. Están en su derecho y su decisión puede interpretarse como un gesto político al querer honrar la procedencia de sus padres y abuelos pero yo me pregunto qué ha hecho Marruecos por unos jugadores que se crecieron en otras tierras.

 No entiendo la identidad en base a la sangre que corre por las venas, idea esta que me asusta al despertar fantasmas terroríficos de pureza y creo que la identidad nacional la hacen más las escuelas públicas, las salidas laborales, la igualdad de oportunidades, la libertad y la posibilidad de poder dedicarse uno a lo que le plazca, incluso a jugar a fútbol. Pero Marruecos siempre ha reclamado como propios los éxitos y logros de los descendientes de aquellos que se vieron forzados al exilio económico.

No quiero aguarles la fiesta a los que festejan con alegría el hito de haber llegado a cuartos de final de un mundial pero la selección que lo ha logrado es más hija de la numerosa diáspora esparcida por todo el mundo que mérito de un país que sigue expulsando a su propia juventud. Si somos leales y reconocemos el sacrificio que hicieron nuestros padres al irse de Marruecos no podemos quitarles a ellos de este logro para atribuirlo a un concepto, el de ser marroquí, que en muchos casos no es más que una noción abstracta y lejana. Así que el martes no ganó Marruecos, ganaron los albañiles que se dejaron la espalda en la obra y las amas de casa dedicadas a los cuidados. Eso hay que celebrar."              (Najat el Hachmi , SER, 08/12/22)

3/10/22

Jordi Amat: El 1 de octubre fue extrañísimo, el día en que constaté que yo ya no era uno de los míos, sin que se produjera una expulsión... hubo dos días significativos, uno a nivel personal y otro colectivo. Uno fue el día de la estampida de las grandes empresas catalanas que cambiaron su sede fiscal... Yo había intentado decir en el grupo de WhatsApp familiar «bueno, está claro que esto va mal», pero la respuesta fue «va mal, pero es para que vaya mejor». Y yo pensaba: «Pero es que no va a ir mejor». Y después, el 8 de octubre, un día que cambia muchas cosas en Cataluña, el de la manifestación constitucionalista por adjetivarla de alguna manera, con mi mujer y mis hijos queríamos ir a comer cerca del mar y no pudimos cruzar. Nunca había visto una manifestación importante con banderas españolas en Barcelona... Es muy interesante que en los diarios/memorias de Puigdemont no se consigne que se ha producido la manifestación. Es perfectamente detallista en todos los sucesos, pero eso no lo vio. No vio que en Cataluña había mucha gente que hizo algo que nunca habría pensado que tenía que hacer, coger por primera vez una bandera española para salir a las calles de Barcelona... Ahora sabemos que los políticos estaban engañando, porque prometieron una cosa que no tenían la fuerza suficiente para hacer, pero un ciudadano adulto también tiene la responsabilidad cívica de informarse para saber que lo están engañando. La no asunción de esto, la falta de juicio crítico, se ha vuelto una frustración que no sabemos hasta qué punto es amplia, pero que no existía antes... una de las causas que explican el estado de fantasía política, tiene que ver con el desconocimiento preocupante de una parte de la clase política y de la clase intelectual de lo que es Madrid como centro de poder y la cultura española. Ahí hay un prejuicio de superioridad que se paga carísimo y forma parte de una idea de que nosotros somos más europeos y mejores

 "(...) Jot Down conversó con Amat sobre muchos de los temas que ha venido abordando en su obra sin sospechar que, apenas unos días después del encuentro, se abriría una profunda crisis en el seno de la Generalitat de Catalunya (...)

Hablando de su libro El llarg procés, creo que alguien le dijo algo así como que debía buscarse un guardaespaldas. Era una exageración, ¿no?

[Risas] Era una exageración. Recuerdo que fue el crítico de La Vanguardia que firmó la reseña me mandó un correo diciéndome «cómprate un chaleco antibalas». Cuando salió la edición catalana del libro, creo que en 2015, era un momento de tensión en múltiples aspectos, también en la comprensión del pasado y el lugar que estaban ocupando los intelectuales, que ya entonces habían abdicado como conciencia crítica de una sociedad, incluso para la parte que estaban apoyando, y que no hicieron las preguntas pertinentes para sumarse a un movimiento que era fascinante, visto desde la distancia.

Pero esa falta de conciencia crítica implicó una fe de la ciudadanía no desmentida por los políticos, al contrario, que nos ha instalado en un clima de frustración; y después, intentar decirlo podía generar episodios de incomodidad. No fue agradable para nadie, creo. Tiendo a pensar que, al margen de tener una militancia independentista muy fuerte, incluso mucha de la gente que leyó el libro con suspicacia, ahora ya no lo haría de la misma manera.

Como ciudadano, ¿cómo vivió ese periodo tan caliente? ¿Había a su alrededor una atmósfera especialmente enrarecida?

En el periodo en que escribí el libro, creo que no. Por diversos motivos, por tradición familiar, por clase social, por los espacios donde me había educado y socializado, era un prototipo perfecto de alguien que debía pensar su país en clave pujolista. Desde la perspectiva del mundo del que vengo, ese libro tenía aspectos de traición fuerte. Y no tenía vocación de traidor, simplemente quería dotarme de una explicación para entender qué estaba ocurriendo, porque no era fácil. Desde entonces, lo que escribo sobre Cataluña es leído con suspicacia, y no dejará de ser así. Podría ser incómodo, pero finalmente los lectores lo han premiado. Lo difícil era no quedar engullido por los bloques, lo que es una tentación fácil, porque cuando refuerzas el discurso de un bloque, este te abraza. Y eso es agradable. La escritura del libro no fue incómoda, pero a partir del lanzamiento y del titular de la edición catalana El País en la entrevista que me hicieron, yo dejé de escribir lo que estaba previsto que escribiera.

¿Llegó a verse alterada su vida cotidiana?

Tanto como eso no, al contrario. Dudo que sin el libro yo hubiese empezado a escribir opinión. Yo era un señor que se dedicaba a escribir reseñas, un historiador de la cultura fuera de la academia, y empecé a hacer opinión a partir de entonces, y eso desembocó en un libro breve, La conjura de los irresponsables, donde al final sí está la tristeza por vivir lo que ocurría en 2017. El 1 de octubre fue extrañísimo, el día en que constaté que yo ya no era uno de los míos, sin que se produjera una expulsión. Verlo desprendía energía cívica, ¿eh? Recuerdo una canción de Raimon que dice aquello de «quien ha sentido la libertad tiene más fuerza para vivir». Esa gente lo experimentó, y fue una fuerza transformadora. No poderla compartir fue jodido. No eran momentos para la ecuanimidad, pero ahora, pensando en la actitud que tuve entonces, estoy razonablemente satisfecho.

En La conjura… usted hacía una llamada a la equidistancia. Desde esa centralidad, ¿veía mejor en qué se equivocaban los extremos?

Creo que incluso los implicados sabían que los otros tenían sus razones. He acabado pensando que lo que consiguió el independentismo el 1 de octubre fue una cosa extrañísima, que no volveremos a vivir. Para mí hubo dos días significativos, uno a nivel personal y otro colectivo. Uno fue el día de la estampida de las grandes empresas catalanas que cambiaron su sede fiscal. Yo había intentado decir en el grupo de WhatsApp familiar «bueno, está claro que esto va mal», pero la respuesta fue «va mal, pero es para que vaya mejor». Y yo pensaba: «Pero es que no va a ir mejor». Y después, el 8 de octubre, un día que cambia muchas cosas en Cataluña, el de la manifestación constitucionalista por adjetivarla de alguna manera, con mi mujer y mis hijos queríamos ir a comer cerca del mar y no pudimos cruzar. Nunca había visto una manifestación importante con banderas españolas en Barcelona. Entendí que lo que no habían visto los míos era que, formulando la pregunta sobre la soberanía, estaban preguntando por la identidad. La pregunta no era en qué país quieres vivir, sino tú qué eres. Y una vez has formulado esa pregunta es muy difícil volver atrás, porque ya la has respondido. Es muy interesante que en los diarios/memorias de Puigdemont no se consigne que se ha producido la manifestación. Es perfectamente detallista en todos los sucesos, pero eso no lo vio. No vio que en Cataluña había mucha gente que hizo algo que nunca habría pensado que tenía que hacer, coger por primera vez una bandera española para salir a las calles de Barcelona. Esa gente no quería haber salido, pero como les preguntaron, tuvo que salir. No verlo fue un error, en buena medida solucionado porque no se han producido más episodios de confrontación identitaria.

Y el otro bloque, ¿qué no vio?

La otra parte se negó a ver que había problemas institucionales mal resueltos, que estamos sufriendo aún. El poder del Estado que asume la resolución del conflicto creo que es el judicial, muy claramente, y además fue explícito en la última intervención de Lesmes, inteligentísima y muy inquietante a un tiempo, en la apertura del año judicial, cuando manifiesta que «nosotros acabamos con el procés». Y a la vez estaba respondiendo a instancias internacionales que son críticas con el tipo penal que se usó para neutralizarlos políticamente. Eso se hizo mal, y más tarde o más pronto habrá un reconocimiento de que allí se creó un nudo que sigue sin resolverse, dada la derrota que sufrió el independentismo. El Estado central ganó con cierta facilidad, pero hay consecuencias de ese proceso que no han sido resueltas.

Recuerdo que en las librerías de Barcelona, en los momentos álgidos de la confrontación, podían verse mesas enteras de libros sobre el asunto. ¿Qué quedará de todo eso?

 Hay seiscientos o setecientos libros sobre el procés, están indexados. Yo creo que el procés fue el principal agente de deforestación de España, y de alguna manera se retroalimentaban, era fascinante y completamente estéril. Yo creo que uno de los problemas que tiene el periodismo en Cataluña ahora es que se acostumbró a unas dosis crecientes de emoción política, y ahora que todo es tan aburrido… Bueno, hay un libro titulado 2017, de David Jiménez, el columnista de El Mundo, tipo muy inteligente, que habla del momento en que hay una especie de traición catalana al desarrollo autonómico que implicaba que no se tirarían al monte, es decir, que no habría una quiebra del marco constitucional. Creo que tiene razón, pero hay algo no resuelto también en el diseño originario de la España territorial del 78, que pensaba que el sentimiento de nacionalidad quedaría resuelto. Ahí hay una parte del pacto que queda frustrado, y eso es un problema de fondo no resuelto. La excepción vasca, constitucionalizada, introduce una asimetría que desde el punto de vista de las otras nacionalidades constituye un problema, por qué ellos sí y nosotros no, y en ese modelo no se pensaba algo que ha ocurrido, la capacidad de fagocitación de poder que ha tenido Madrid no solo en términos institucionales, que ya estaban, sino económicos y demográficos. Eso ha alterado los equilibrios de una manera, a día de hoy, estructural. El horizonte territorial al que se iba en el 78 no es al que hemos llegado. Y la percepción mayoritaria en el caso catalán es que eso no era lo que esperábamos.

¿Y en algún momento llegó a considerar la posibilidad de que el sueño del independentismo se hiciera realidad, o nunca lo vio factible?

Creo que no, aunque tampoco lo hubiese visto como una tragedia. Soy un catalán feliz de ser español, pero ser catalán y español no son las cosas más importantes de mi vida, honestamente. Y me parece muy razonable que haya gente para la que sí lo es, ¿eh? Pero no, no tuve la sensación de que más allá de la intensidad emocional pudiese haber una modificación seria de las cosas. Lo que sí parecía probable era que esa tensión pudiera desembocar en cosas más graves. Por desgracia, un tipo perdió un ojo en una carga policial, pero la paradoja catana es que en ese momento de escenificación de la ruptura, los altercados fueron mucho menores que los que vivimos en 2019, tras la sentencia de los políticos del procés. Pero entonces ya era una violencia básicamente interna, de manifestantes contra mossos d’esquadra. Eso habla bastante de una cierta gestión de la frustración, intensificada con un discurso antipolítico muy fuerte, por parte de la gente que se siente engañada. Desde mi punto de vista es que se dejaron engañar. Ahora sabemos que los políticos estaban engañando, porque prometieron una cosa que no tenían la fuerza suficiente para hacer, pero un ciudadano adulto también tiene la responsabilidad cívica de informarse para saber que lo están engañando. La no asunción de esto, la falta de juicio crítico, se ha vuelto una frustración que no sabemos hasta qué punto es amplia, pero que no existía antes.

En Largo proceso, amargo sueño se ocupaba de los intelectuales orgánicos que ayudaron a cimentar la fantasía independentista. Pero, ¿vio a muchos subirse al carro interesadamente durante el procés?

El procés tuvo sus intelectuales orgánicos, por supuesto. Pero si la pregunta es si fueron de manera cínica o por cálculo, yo diría que mayoritariamente no. No sabría decir si en alguno pesó más eso que la convicción, pero no me parece un problema que un tipo que construya opinión quiera ser un intelectual orgánico, que pongas tu capital intelectual al servicio de un proyecto político en el que crees, y consideres que en ese momento es mejor asfaltar la autopista para que la gente vaya a toda pastilla hacia una meta, aunque sepas que eso es problemático, en lugar de cuestionarlo. Pienso que al procés le faltó cinismo, de hecho. Y en la historia del catalanismo político esa es una de las taras, que no haya un pragmatismo para comprender cuál es la naturaleza real del poder. Para bajar a lo concreto, uno de los problemas mayores que hubo, una de las causas que explican el estado de fantasía política, tiene que ver con el desconocimiento preocupante de una parte de la clase política y de la clase intelectual de lo que es Madrid como centro de poder y la cultura española. Ahí hay un prejuicio de superioridad que se paga carísimo y forma parte de una idea de que nosotros somos más europeos y mejores. Si no te das cuenta de ese cambio de rasante en la evolución de la cultura política española, es que no has salido de un sistema cultural que tiene la capacidad de ser auténticamente autosuficiente a pesar de tener una dimensión tan pequeña. De modo que no había cinismo, había ignorancia. (...)

Como gran buceador del pasado, ¿se atreve a hacer de oráculo? ¿Qué va a pasar en la Cataluña de la pospandemia?

A corto plazo, me atrevo a decir que hay un vacío de poder, una especie de calma chicha que creo que va a seguir. Recuerdo un artículo muy interesante de la transición sobre cómo se construyen los Estados nacionalmente compuestos. Decía que si en un territorio que representa una nacionalidad pequeña hay dos partidos que compiten por la hegemonía, ese territorio fracasa, porque la competencia facilita que la tensión entre ambas no sea productiva. Y eso está ocurriendo en Cataluña desde hace muchos años. Esa pugna entre Esquerra Republicana y Junts desempodera a la institución, no hay posibilidad de que recupere una autoridad para implementar políticas vinculadas a las competencias de la comunidad. Y eso genera una inquietud que, para una comunidad que se sentía punta de lanza del Estado autonómico, constata que otras autonomías pueden tener una gobernanza mejor. Eso no formaba parte del plan previsto. En el momento en que esa dinámica se modifique, con el pacto con PSC, se construirá un gobierno que se parece más a la sociedad catalana. Pero si eso no ocurre, habrá una lógica de desempoderamiento continuada y frustrante. Por otro lado, ahora mismo no hay fuerza suficiente para crear una tensión en España. Yo al menos lo veo así."                   (Entrevista a Jordi Amat, Alejandro Duque, Jot Down, septiembre, 1922)

28/9/22

Lidia Falcón: La izquierda contra el engaño del catalanismo... Muchos fuimos los ciudadanos catalanes a los que el catalanismo nos negó el derecho al ejercicio de la función pública en la nueva administración naciente en España. Y, por ello, muchos fuimos los ciudadanos catalanes que pasamos a tener un derecho de ciudadanía limitado... millones de ciudadanos formados en la época franquista no tuvimos acceso a una formación lingüística suficiente para acceder al nuevo modelo lingüístico que empezaron a implantar las administraciones de las comunidades autónomas con lengua cooficial... Por ello, lograr que el sistema educativo sea realmente bilingüe, con la participación igual del castellano y el catalán, es una reivindicación popular que fundamentalmente beneficiaría a las clases trabajadoras

 "La Constitución Española de 1979 nos trajo a los ciudadanos españoles un pacto entre el pasado y el futuro. Algunos buscamos la ruptura con el régimen franquista y la restauración de la Republica. Otros buscaron la continuidad con caras viejas. Otros la tradición monárquica con caras nuevas. Al final salió una formulación mestiza. Todos dejamos jirones en el empeño y nos preparamos para una etapa de desarrollos tácticos a la espera de que el tiempo nos ofreciera nuevas oportunidades para nuestro modelo.

El tiempo ha pasado y muchas voces han expresado su valoración a lo largo de los más de 40 años de vigencia del pacto constitucional. Se han sucedido gobiernos que han enfocado su gestión en función de sus valores y aspiraciones. Las grandes corrientes ideológicas han madurado sus posiciones. El mundo ha evolucionado y con él la política española ha ido adaptándose con mejor o menor suerte a esa evolución. Los retos son permanentes. Cada día ha tenido su afán.

El 18 de septiembre un nuevo reto llama a la puerta. ¿Es la política lingüística consensuada en el Parlamento catalán la política realmente necesaria para esta sociedad? ¿Es esta política la adecuada (para) (a) la realidad? ¿Es justa?

Los autores de este artículo llevamos sobre nuestras espaldas una larga trayectoria de un compromiso político vertebrado sobre los valores de libertad, igualdad y solidaridad. Expresamos un amplio abanico de matices susceptibles aún de encontrar fórmulas de encaje para acometer nuevos retos compartidos en el futuro.

Sin embargo, a partir de este domingo 18 y, con seguridad, para la etapa que con esta fecha se abre, una reivindicación común nos aúna.

Muchos fuimos los, en ese momento, ciudadanos catalanes a los que el catalanismo nos negó el derecho al ejercicio de la función pública en la nueva administración naciente en España. Y, por ello, muchos fuimos los ciudadanos catalanes que pasamos a tener un derecho de ciudadanía limitado.

 Como nosotros en Cataluña, millones de ciudadanos formados en la época franquista no tuvimos acceso a una formación lingüística suficiente para acceder al nuevo modelo lingüístico que empezaron a implantar las administraciones de las comunidades autónomas con lengua cooficial.

La situación era claramente injusta y las pocas voces que se alzaron fueron ignoradas y arrinconadas por ese catalanismo trasversal que domina la aritmética parlamentaria y que llegó a infiltrarse en la izquierda, desde el franquismo, con el lema: “Liberación de clase y liberación nacional, dos caras de la misma moneda”, enmascarando la explotación de clase con el discurso de la liberación nacional, para engañar al proletariado y a las mujeres que pueden creer que con la independencia vivirán mejor, cuando la burguesía catalana es de las más mezquinas y avarientas y quiere hacerse con la exclusiva de la plus valía.

Ahora, 40 años después, se ha puesto de manifiesto que los grupos políticos que apadrinaron ese proyecto lo que en realidad buscaban no era la recuperación de esas lenguas por el valor cultural que ello representa. Lo que buscaban y buscan era y es imponer un proyecto nacionalista para cada una de ellas, condenando a muerte a la realidad nacional española labrada durante tantos siglos.

Y el problema añadido no es lo que buscan, sino cómo lo buscan. La realidad de los hechos es que las aspiraciones nacionalistas periféricas en España, como en una carrera de relevos, han traicionado, con estrategias diferenciadas pactadas -como la Declaración de Barcelona- y prácticas, sanguinarias unos y torticeras otros, el pacto constitucional.

En realidad, responden a las pretensiones de las burguesías que pretenden hacerse con los beneficios económicos de la explotación de las clases trabajadoras, la mayoría de origen emigrante. Esas burguesías que durante la época franquista se beneficiaron de su cercanía y servidumbre a los jerarcas del régimen. Para nadie debería ser un secreto que los que ahora se muestran radicalmente independentistas son hijos y nietos, y alguno incluso protagonista, de los industriales y comerciantes que se beneficiaron de las subvenciones, regalías, comisiones y participación en los negocios de los jerarcas del régimen.

Desde finales del siglo XIX, cuando la pérdida de las colonias llevaba a la crisis económica a los diversos sectores de producción afectados, la burguesía catalana ha enarbolado los sentimientos nacionalistas para obtener beneficios económicos del Estado español, mientras se apropiaba de la plusvalía extraída a los trabajadores de toda España, que arribaban a Cataluña expulsados de sus pueblos por la explotación exhaustiva a que los condenaba el sistema feudal de sus regiones de origen.

 La manipulación de los sentimientos que utiliza constantemente los gobiernos de Cataluña para convencer a los catalanes de origen de que son sometidos al pago de cantidades exorbitantes por parte del Estado , recordad el eslogan “España nos roba”, oculta los verdaderos propósitos de la clase gobernante: hacerse con la totalidad de los bienes de producción, dejar de pagar impuestos, dejar de compartir las cargas sociales con el resto de España, y buscar apoyo internacional, indiscriminadamente, con el único propósito de debilitar a España y fragmentar aún más Europa, con los beneficios económicos que ello pudiera reportarles.

Estos objetivos están enmascarados en los discursos y programas electorales del gobierno de la Generalidad, con grandes y enfáticos discursos sobre la identidad nacional, la lengua propia y la defensa de las tradiciones catalanas.

En consecuencia, y parece que en venganza por la represión que sufrieron durante el franquismo, el gobierno catalán ha decidido erradicar la lengua castellana (española) del territorio de Cataluña, mediante el sistema educativo que impone en todos los grados de la enseñanza pública.

Esta política constituye un verdadero genocidio cultural: privar a las generaciones venideras, desde la infancia, del conocimiento de la lengua española hablada por 580 millones de personas en varios continentes, haciendo de los niños –hoy- unos ignorantes provincianos que están privados de un saber que los marginará del mundo económico, cultural y científico nacional e internacional, reduciéndolos al mínimo ambiente catalán.

Porque, además, se produce la máxima falacia: mientras los gobernantes imponen la erradicación del castellano de la enseñanza pública, ellos matriculan a sus hijos en las escuelas privadas y extranjeras donde no sólo se enseña en castellano sino además aprenden otros idiomas. Porque para ellos queda claro que la ignorancia de las lenguas habladas mayoritariamente en el mundo es un caudal cultural y educativo imprescindible para el futuro económico y social de sus hijos. Ese del que privan a los trabajadores que no pueden costear una enseñanza de calidad a los suyos. 

Por ello, lograr que el sistema educativo sea realmente bilingüe, con la participación igual del castellano -lengua común española- y el catalán, es una reivindicación popular que fundamentalmente beneficiaría a las clases trabajadoras, esas que nada le importan al gobierno burgués y xenófobo de la Generalidad de Cataluña. Es hora, pues, de reivindicar la construcción de un modelo de sociedad en el que todos nos podamos realizar, individual y colectivamente, no solo sin renunciar a nuestros signos de identidad sino consiguiendo que éstos formen parte del perfil propio de los signos de identidad de Cataluña."                (Lidia Falcón, Santiago Trancón, Julio Villacorta, El Común, 19/09/22)

23/9/22

Llach, imbuido en su papel de caudillo de la cultura catalana, le ha cerrado la puerta en las narices a Alizzz... Da igual que Alizzz sea catalán, da igual que trabaje en Catalunya, da igual que sus letras retraten Catalunya. Que se enteren Estopa y Rosalía... Vincular la cultura a la lengua equivale a sostener que Joyce y Beckett no son parte de la cultura irlandesa porque escribían en inglés y no en gaélico... "Harás cultura catalana cuando utilices la lengua catalana"... o sea, los charnegos no son catalanes... son de otra clase

 "Mi padre, con buen criterio, llamaba a Lluís Llach "el llorica de Verges". Cantando o hablando, da siempre la impresión de estar al borde de las lágrimas, estaba escrito que cuando surgiera un movimiento lo suficientemente victimista y llorica, le adoptarían como mascota. Lluís Llach es al lacismo lo que Naranjito al Mundial 82. Lo suyo es dar y recibir: recibe cargos y prebendas, y da la tabarra. 

Ahora da también certificados de catalanidad. No a todo el mundo, puesto que los requisitos los pone él. El último a quien se lo ha negado es a Alizzz, explicándole que lo suyo no es cultura catalana, porque canta en castellano. Da igual que Alizzz sea catalán, da igual que trabaje en Catalunya, da igual que sus letras retraten Catalunya: Llach, imbuido en su papel de caudillo de la cultura catalana, le ha cerrado la puerta en las narices. Que se enteren Estopa y Rosalía.

 Que un excantante se permita clasificar así la obra de un cantante ya debería indicarnos que algo no marcha del todo bien en Catalunya. Lo peor que le puede suceder a la cultura catalana es que todas las momias que tenemos olvidadas empiecen a ejercer de sumos sacerdotes de la catalanidad: no nos va a quedar más que morralla.

Un día Lluís Llach fue músico. Buen músico, además. Yo mismo interpreté a flauta alguna de sus piezas en los Maristas, para lograr un aprobado raspado en Música. Bien es cierto que más que por su calidad, lo elegí porque sus canciones son tan lentas que resultaban fáciles de interpretar incluso para mí. De Lluís Llach uno podía admirar su música -o la lentitud de su música-, pero una vez retirado no queda nada que admirarle. Destacar en música, en boxeo o en fontanería no significa más que eso, y las opiniones de Llach fuera de su negociado son tan prescindibles como las de Dum Dum Pacheco o las del operario que ayer reparó una cañería en mi casa. Ha pasado de ser cantante y llorica a ser solamente llorica. Una vez colgado el piano, debería limitarse a disfrutar del Senegal y dejarnos en paz, nada tiene aquí que decir o hacer.

 Debajo de su sempiterno gorro no hay nada, y no me refiero a la ausencia de pelo. Vincular la cultura a la lengua equivale a sostener que Joyce y Beckett no son parte de la cultura irlandesa porque escribían en inglés y no en gaélico. Que 'Los hermanos Karamazov' es cultura rusa solo cuando está en ruso, gracias a las traducciones se convierte en cultura catalana, danesa, italiana o congolesa, según nos dé. Que Julio iglesias es cultura nipona cuando canta en japonés. Menudo lío. Mejor hacerse escultor o pintor, de forma que el único conflicto sea el nombre de la obra. Si uno titula su pintura 'Autorretrato' es cultura española, pero la misma obra se torna cultura catalana si se le cambia el nombre a 'Autoretrat'. Más fácil imposible. Caso curioso es el de la rumba catalana que, pese a su equívoco nombre, resulta no ser cultura catalana porque se canta en castellano, y eso que Peret fue tan catalán como su nombre indica y probablemente pensara en Llach -catalán de pura cepa- cuando compuso «Borriquito como tú».

No es que Llach sea mala persona, estoy seguro de que actúa de buena fe. Eso es lo peor. Por algo escribió Ricardo Moreno Castillo que «si pudiéramos suprimir la maldad, el mundo sería un poco mejor; pero si pudiéramos suprimir la estupidez, el mundo sería mucho mejor»."         (Albert Soler, El Periódico, 23/09/22)

 

"El cantautor y ex diputado independentista Lluís Llach ha excluido de la cultura catalana al productor y cantante del Baix Llobregat Alizzz después de que éste manifestara en una entrevista en RAC1 que "si no me dejan pertenecer a la cultura catalana, que para mí es parte de la mi identidad, me siento como que no soy de aquí o que no soy un catalán a toda costa".

 Llach ha replicado en un tuit que "nadie te quita el derecho a sentirte catalán ni tampoco es desprecio a tu trabajo" y ha remarcado que "farás cultura catalana cuando utilices la lengua catalana". "Si utilizas la lengua castellana, haces cultura castellana desde Catalunya, algo legítimo. Tan sencillo como eso y así se acepta por todas partes", ha concluido.

Alizzz dejó claro en la entrevista que el hecho de que cante en castellano "no impide que yo pueda oír que forme parte de la cultura de mi país". Por eso publicaciones como Enderrock hacen bien en defender la lengua, pero "yo también quiero participar de lo que hacen", declara."            (e-notícies, 22/09/22)

11/3/22

Una descripción inmejorable de lo que significa el 'derecho de suelo', el de la ciudadanía (todos los que viven en Francia son franceses con iguales derechos), y el 'derecho de sangre' germánico, el del racismo, el del fascismo (sólo los hijos de madres alemanas son ciudadanos alemanes)... en la contestación de Zemmour a una francesa negra

  "La respuesta racista del candidato francés Éric Zemmour a una mujer negra en directo.

 Otra polémica más se cierne sobre el candidato a las elecciones presidenciales francesas, Éric Zemmour, después de que esta misma semana ocho mujeres le acusasen de acoso sexual. “Me tomó las manos, bloqueó la cabina del ascensor y me besó por la fuerza”, relata una de ellas.

En esta ocasión, el también periodista y analista político sorprendió a los espectadores galos el pasado lunes cuando, durante su intervención en un programa de la cadena LCI, respondía de forma racista a una mujer negra que se encontraba entre el público. Su respuesta no solo se ha viralizado sino que ha provocado una ola de críticas respecto al líder de Reconquista y su opinión respecto la inmigración y las cuestiones racializadas.(...)

 Sin embargo, ha sido durante su intervención televisiva en un programa de la televisión francesa LCI donde hemos podido ver al candidato francés confirmando que es una persona racista. Todo ocurrió cuando Zemmour se enfrentaba a las preguntas del público presente en el plató y una mujer negra le hizo la siguiente pregunta: “Señor Zemmour, si llega a ser presidente, ¿sería posible que una persona como yo viva en Francia para buscar una vida mejor?”.

 A lo que el candidato respondió con un frío “No” aunque manteniendo en todo momento la sonrisa. Ante la incomodidad de su respuesta racista, las presentadoras decidieron dar por finalizada la entrevista: “Gracias, Señor Zemmour por haber respondido a nuestras preguntas.

 Sin embargo, la contestación del político no ha quedado ahí, las redes han viralizado lo sucedido, denunciado la omisión que hizo la cadena respecto a la respuesta racista y dejando claro que se está produciendo una "normalización del fascismo en directo".              (Monica Paredes, La Vanguardia, 09/03/22)

2/3/22

El Jacobino, una isla dentro de la izquierda... La conversión al nacionalismo de la izquierda oficial ha sido sorprendente. Pero hay reductos de progreso que no están contagiados por este virus identitario

 "Ellos mismos se autodenominan "una izquierda huérfana", y ciertamente es así desde el momento en que la izquierda oficial, aun cuando muchos de sus componentes no se declaren nacionalistas, mantiene con el soberanismo cierta complicidad o al menos un coqueteo culpable.

 Los promotores del Club de los jacobinos —que, supongo, han escogido el nombre en referencia a ese otro club de la Revolución francesa que tenía como domicilio un antiguo convento de dominicos de París (Saint-Jacques)— se declaran defensores de la igualdad de todos los ciudadanos y de la unidad y homogeneidad de la República (Estado), como un todo y por encima de los intereses de las partes.

Desde el canal El Jacobino, cosa extraña en la izquierda (en la española, no en la europea), se defiende el Estado como el principal instrumento con que cuentan las clases sociales menos favorecidas para remediar, aunque sea parcialmente, las desigualdades que crea el mercado. 

 Es comprensible que antiguamente la izquierda desconfiase del Estado, cuando este era liberal, porque, tal como sostenía Marx, constituía el consejo de administración de la clase dominante. En España, existe una razón añadida, los 40 años de franquismo. Se quiera o no, el Estado se identificaba con la dictadura. Pero todo eso queda ya muy lejos y, tal como mantienen los actuales jacobinos, el problema radica ahora en la globalización y en el neoliberalismo económico.

En estos momentos, al menos en Europa, el Estado es social, democrático y de derecho y, aunque tal vez con defectos, constituye el único baluarte que puede frenar al poder económico en sus pretensiones. La globalización, sin embargo, ha roto este equilibrio; mientras los mercados se han hecho más y más grandes, el poder político democrático ha quedado encerrado en sus dimensiones anteriores, e impotente en buena medida para enfrentarse a las fuerzas económicas. Esta es también la crítica más profunda que se puede hacer a la Unión Europea, ya que mientras se da la unidad mercantil, financiera y monetaria, está muy lejos de lograrse la unidad política.

 La izquierda en su conjunto debería haber tomado posiciones en contra de todo aquello que pueda debilitar al Estado, por lo tanto, de su fraccionamiento; tendría que combatir a todas las fuerzas centrífugas que pretenden romper la unidad política para constituir reinos de taifas. La lucha por la igualdad debe pasar forzosamente por la defensa de la integridad territorial. Es por ello por lo que cuesta tanto entender que, al menos en nuestro país, estos planteamientos hayan tenido que refugiarse en reductos como los de El Jacobino, mientras la izquierda oficial clama por el derecho a decidir, que es un eufemismo vergonzante del derecho de autodeterminación, reconocido por la ONU exclusivamente para las colonias, y resulta difícil que alguien pueda respaldar que las regiones más ricas de España, como Cataluña o el País Vasco, puedan ser tenidas por colonias. 

 Hacen falta muchos espacios como este de El Jacobino donde se pueda escuchar un discurso contrario al del nacionalismo y se manifieste el absurdo que significa que la izquierda lo apoye, o sea directamente su cómplice. ¿Cómo se puede defender desde una óptica progresista que las provincias del este de Alemania explotan a la rica Baviera, o la Italia del sur a la del norte, o Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha a Cataluña y al País Vasco?

Se precisan muchas plataformas como la de El Jacobino en las que se preconice que la lucha por la igualdad en el plano personal pasa por la consolidación de la igualdad entre territorios, y al mismo tiempo se muestre la semejanza que existe entre el neoliberalismo económico y el nacionalismo. Los dos reclaman una falsa libertad que se apoya en sustraer la libertad a los demás. Los dos se basan en el egocentrismo y en el supremacismo. 

El primero reclama que el dinero se quede en el bolsillo de los ciudadanos; el segundo, en las arcas del correspondiente territorio. Ambos se oponen a la redistribución porque piensan que lo que poseen se debe a sus méritos y a sus excelencias personales o a los de su aldea y cortijo, y no a que para obtenerlo hayan necesitado la colaboración de toda la sociedad o de la nación en su conjunto.

Bienvenido sea El Jacobino. Muchos éxitos y ojalá cunda el ejemplo."                  

 (Juan Francisco Martín Seco, economista. El Confidencial, 23/06/21)

18/2/22

Jordi Pujol y Vox coinciden... el patriotismo indepe catalán: «Catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña, y quiere serlo»... el patriotismo españolista: La condición de español ya no se adquiere a partir de un trámite sino de nebulosas ficciones más o menos racistas: «proyecto histórico, unidad de destino, querer serlo»... para los fascistas indepes catalanes, para los fascistas españolistas, la identidad nacional dejó de ser una circunstancia objetiva para convertirse en una segregación ideológica del poder

 "La condición de español ya no se adquiere a partir de un trámite sino de nebulosas ficciones más o menos racistas: «proyecto histórico, unidad de destino, querer serlo»

Uno de la voxemia dijo el martes en el Congreso que para ser español no basta con tener el Dni. Y aún añadió, intelectual: «España es un proyecto histórico que no puede estar abierto a cualquiera».(...)"                                 (Arcadi Espada, El Mundo, 16/02/22) 


 "A mediados del siglo XX, en plena dictadura de Franco, Jordi Pujol dejó dicho quién era catalán: «Catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña». 

La definición venía muy inspirada por la realidad. En aquellos años Cataluña estaba protagonizando la mayor inmigración conocida en Europa en tiempo de paz, que le llevaría a doblar su población en pocos años. Es cierto que Pujol compatibilizaba esa declaración con definiciones algo abruptas del hombre andaluz, en el que veía a alguien «insignificante, incapaz de dominio, de creación». 

Sea por su moral oscilatoria sea porque cayera en la cuenta de los trastornos que podía acarrear al nacionalismo una demografía mutante, lo cierto es que al cabo de poco tiempo introdujo un estrambote decisivo en la definición: «Catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña, y quiere serlo». De ahí ya no se movió. Hoy es la definición canónica que emplea el nacionalismo (...)

El centro de interés de la definición es el concepto de «voluntad». Como cualquiera en su sana lógica comprenderá «y quiere serlo» solo es un eufemismo de «y sigue las instrucciones». La prueba más dolorosa que da la historia sobre esa voluntad es la de aquellos judíos, pobrecitos, que se empeñaban en ser alemanes y se presentaban en Auschwitz con el pecho esmaltado de condecoraciones ganadas por su heroísmo en la Primera Guerra Mundial. Su voluntad, obviamente, la fijaban otros. Fue de este modo brutal como la identidad nacional dejó de ser una circunstancia objetiva para convertirse en una segregación ideológica del poder. (...)

  Así, dada la vigente definición pujolista, cualquiera puede abstenerse de ser catalán y, sobre todo, cualquiera puede dejar de serlo, por más que los reglamentos de la vida le obliguen a vivir y trabajar en Cataluña. Basta con no quererlo. Yo mismo no lo quiero. Hace tiempo me quité, y es absurdo que se empeñen en seguir considerándome catalán en cualquiera de sus formas, incluida aquella de traidor que tanto me ilusionó de niño."                   (Arcadi Espada, El Mundo, 05/04/16)

16/2/22

Cuaja la imagen de que los andaluces en Cataluña son inmigrantes... o sea, en caso de independencia se convertirán en 'sin papeles'

 "Esto lo dice... ¡Un profesor de derecho constitucional! : 

“Es necesario asumir que si se hace efectiva la República habrá gente que no querrá asumir la nacionalidad catalana. No entiendo por qué es necesario tener en consideración el parecer de este grupo"... pues vaya con el respeto a las supuestas minorias... puro fascismo"                (Nacionalismodeandarporcasa, 08/02/22)

 

"Los andaluces que viven en Cataluña son inmigrantes. 

Una idea, la del andaluz como “colono”, que ha cuajado tras cuatro décadas de nacionalismo y que incluso ha dado lugar a espacios de humor ofensivo y escritos supremacistas de dirigentes políticos. Una encuesta a la que ha tenido acceso Crónica Global indaga en una cuestión que nunca han abordado ni el CIS ni el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat. Por el contrario, los andaluces no tienen tan acusada esa percepción del catalán como inmigrante en su tierra.

“El andaluz es un hombre poco hecho” que “vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural”, escribía el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol. “Los payeses catalanes no pueden recoger la fruta por los bajos precios, pero en otros sitios de España, con lo que damos nosotros de aportación conjunta al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo", aseguraba el exlíder de UDC Josep Duran Lleida. El 28 de febrero de 2018, Día de Andalucía, un concejal dirigía unas palabras de felicitación en castellano a la comunidad andaluza de este municipio, lo que suscitó la ira de la entonces alcaldesa de La Garriga, Meritxell Budó (PDECat), quien posteriormente fue consejera de Presidencia.

Más recientemente, el espacio Bricoheroes, conocido por sus burlas hacia la lengua castellana, el pueblo gitano y la pedofilia, también hacía mofa del acento y de la forma de vivir de los andaluces.

Identidad, lengua, inmigración

La percepción que tienen entre sí andaluces y catalanes está incluida en una encuesta que forma parte del proyecto Democracia y actitudes populistas en Andalucía: un análisis comparado multidisciplinar, coordinado por el catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Málaga Manuel Arias Maldonado y el investigador de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la London School of Economics and Political Science (LSE) José Javier Olivas Osuna. En ella no se utiliza la expresión 'colono' que ha hecho fortuna entre el independentismo radical, pero si esa imagen del andaluz como foráneo.

Con una muestra de 1.500 personas en Andalucía y 1.500 en Cataluña, las encuestas fueron realizadas de manera telefónica entre el 5 y el 25 de octubre de 2021 por el Área de Estudios Estadísticos de COTESA en catalán y español, dependiendo de la preferencia del encuestado.

 Identidad, lengua e inmigración son algunos de los temas incluidos en las preguntas. Así, en una escala del 1 al 5, donde 1 es "totalmente en desacuerdo" y 5 "totalmente de acuerdo", la percepción de que la identidad está amenaza es mayor en Cataluña (2,58) que en Andalucía (1,82). Que la inmigración “afecta negativamente a nuestra cultura” es visto de forma similar (2,38 por los entrevistados en Andalucía y 2,22 en Cataluña), y también la afirmación de que “la aportación al Estado es mucho más de lo que reciben” (3,5 en el caso de los andaluces, y 3,59 en el de los catalanes). A la afirmación "un catalán que viene a vivir a Andalucía es un inmigrante", los andaluces otorgan un 1,6. En cambio, los catalanes dan un 2,1 al enunciado "un andaluz que viene a vivir a Cataluña es un inmigrante". 

La influencia de la lengua materna

Los autores del informe destacan la influencia de la lengua materna en la percepción de la persona procedente de otra comunidad autónoma. Para los catalanohablantes, un andaluz que viene a vivir a Cataluña es un inmigrante (2,28), pero es que para los castellanohablantes, la cifra es muy similar (2,24), aunque baja cuando el encuestado tiene catalán y castellano como lenguas maternas (1,9). Lo que lleva a los responsables del estudio a concluir que “unos hacen sentir a otros inmigrantes. Estos últimos lo sienten y/o aceptan. Los que tienen un pie en cada comunidad sin embargo no lo aceptan tanto”.

 Los derechos lingüísticos también arrojan resultados dispares. A la afirmación “en Cataluña los castellanohablantes tienen derecho a ser educados en español”, quienes tienen el español como lengua materna otorgan un 4,13 y los bilingües un 3,6. Pero los catalanohablantes la reducen a un 3.

 Asimismo, los castellanohablantes otorgan un 3,9 a la afirmación de que los catalanohablantes tienen derecho a ser educados en catalán, mientras que éstos otorgan un 4,6. Los bilingües puntúan, en este caso, un 4,23.

La lengua influye también en la decisión de abandonar Cataluña por el contexto político: 2,4 si la lengua materna es el castellano, 1,3 si es la catalana y un 1,8 en el caso de los bilingües. La percepción de la identidad amenazada es superior en el caso de los catalanohablantes.

 Este estudio incluye también los datos que demuestran, tal como publicó Crónica Global, que la mayoría de los catalanes rechazan la enseñanza monolingüe. Incluidos los votantes de ERC, Junts per Catalunya (JxCat), CUP y En Comú Podem. Los mismos que han cerrado filas con la inmersión."                     (María Jesús Cañizares, Crónica Global, 09/02/22)

1/2/22

La alcaldesa de Vic niega la celebración de actos si éstos difieren de la opinión de la mayoría de la población. Esto no se le ocurrió ni al pobre Orwell... o sea, lo que piensen las minorías debe ser erradicado, que por algo son minorías... o sea, «Solo es legal lo que piensa la mayoría, y sólo la alcaldesa sabe lo que piensa la mayoría»... Todo ello casa a la perfección con el concepto de «mandato popular», ese invento gracias al cual uno puede saltarse la ley en nombre de una mayoría, da igual si real o imaginaria. Esto y amordazar a las minorías está inventado desde hace tiempo, la alcaldesa debe de haberse inspirado en Mussolini... Razón de más para nombrar a Vic capital de la republiqueta

 "Fue un grave error de Presidentorra proclamar a Girona capital de la Cataluña auténtica. No es que esta mi ciudad no sea suficientemente casposa, ridícula y pagada de sí misma para merecer tal honor, pero no cabe duda de que Vic, en la Catalunya profunda, simboliza aún mejor la republiqueta que un día nos quisieron endosar. 

Si ya hace un tiempo Vic fue noticia porque su megafonía callejera recordaba a los sufridos peatones -al más puro estilo orwelliano- la existencia de no sé qué presos políticos, ahora el ayuntamiento niega la celebración de actos si éstos difieren de la opinión de la mayoría de la población. Esto no se le ocurrió ni al pobre Orwell, que antes imaginó pensar a un cerdo que a Anna Erra, alcaldesa de Vic.

 Damos por bueno que la alcaldesa sepa perfectamente qué piensan sus súbditos sobre todos los temas, desde los políticos y sociales hasta los sexuales y dietéticos, al fin y al cabo, su amor por la distopía orwelliana, debe suponer espiar- en todo momento para conocerlo todo de ellos. Lo que es digno de reconocimiento va más allá, es éste prohibir cualquier manifestación pública que se aleje de la opinión mayoritaria. 

Lo que piensen las minorías debe ser erradicado, que por algo son minorías. O al menos estas minorías deben ser calladas hasta que llegue el momento en que puedan ser encarceladas, como el Winston Smith de 1984. Da igual que se trate de un acto pacífico, legal y democrático, lo esencial en Vic es que este acto sea ​​conforme con el pensamiento imperante. Lo cual, dicho sea de paso, es una buena forma de garantizar que este pensamiento siga siendo imperante. «Solo es legal lo que piensa la mayoría, y sólo la alcaldesa sabe lo que piensa la mayoría». 

Si no sale en 1984 en boca de la Policía del Pensamiento, debería salir. Todo ello casa a la perfección con el concepto de «mandato popular», ese invento gracias al cual uno puede saltarse la ley en nombre de una mayoría, da igual si real o imaginaria. Esto y amordazar a las minorías está inventado desde hace tiempo, pero como la alcaldesa no parece ser muy leída, más que inspirarse en Orwell -que le debe sonar a atleta inglés de medio fondo, de los años ochenta- lo habrá hecho en Mussolini. Razón de más para nombrar a Vic capital de la republiqueta."                 (Albert Soler, Diari de Girona, 01/02/22)

9/7/21

La deriva fascista 'a la hungara' del nacionalismo catalán: 'El gran conflicto de los próximos tiempos será entre quienes son de un lugar, como Viktor Orbán, y los que no quieren ser de ninguna parte, como Justin Trudeau. Los catalanes. Los catalanes de toda la vida, que ya no son la mayoría y no pueden integrar a nadie- aspiran, como siempre tarde y mal, a una soberanía como la que Hungría se esfuerza por mantener

Roger “Four Freedoms” Senserrich @Egocrata

En el fondo, nada que no hubiera escrito Torra antes.
 
"Un fantasma vuelta por Europa, el fantasma del euroescepticismo. 
 
En las últimas elecciones al Parlamento de la UE, en 2019, se calcula que unos 240 escaños, de un total de 705, se pueden considerar ocupados por representantes de varios partidos que no comulgan con la dogmática de Bruselas. Nacionalpopulistes es el término más amable con la que los califican los medios alineados con la UE, que son la mayoría. TV3 ya ve una amenaza totalitaria. 
 
El Reino Unido se ha ido y no parece que se haya hundido como la Atlántida, a pesar de los vaticinios en contra; John Carlin llegó a decir que el Brexit era "la victoria de la ignorancia, el populismo y la estupidez total". Ahora son Polonia y Hungría que sienten invadida su soberanía por las intromisiones de la Europa comunitaria. Los temas más conflictivos son la política demográfica y la ideología de género. La idea clave la ha formulado el presidente semestral de la UE: "Sólo podemos estar juntos en esta unión si compartimos y defendemos los mismos valores." Parecía una unión basada en la defensa de los intereses comunes, pero ahora nos hablan de valores. 
 
 ¿Quién decide cuáles son estos valores ?, porque por sufragio universal no los han determinado. ¿Y quien cree que son tan buenos para imponerles, mediante chantaje económico, a los demás? La cuestión es, como siempre, el que manda.
 
 El sábado 26 de junio el gobierno de Hungría, presidido por Viktor Orbán, puso un anuncio de plana en el diario ABC para manifestar su desacuerdo con lo que llama "el imperio europeo". Hungría en el siglo XIX logró transformar el imperio austriaco en el imperio austrohúngaro, y al XX pasó casi medio siglo sometida al imperio soviético: una cierta sensibilidad por estas cuestiones bien debe tener. Rechazan el proceso de crear una "unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa", como establece el artículo primero del Tratado sobre la UE; creen que las decisiones las deben tomar dirigentes electos, no "ONG internacionales" que no responden ante nadie, y proponen "aumentar el papel de los parlamentos nacionales".
 
 Se adivina una visión de Europa confederal, contraria a la Europa federal unitaria que ahora se está imponiendo; en este modelo alternativo, cada estado tendría la última palabra en los asuntos que le conciernen y las soberanías se mantendrían como las hemos conocidas desde la Paz de Westfalia. Así, el gobierno húngaro actual -al menos hasta que las maniobras europeístas no consigan derribar-lo- tiene la idea de mantener una Hungría húngara, de no renunciar a una política demográfica propia, de rechazar la imposición de cuotas de inmigrantes, de declinar la apología del hermafroditismo y del transformismo sexual que está haciendo estragos esta temporada.
 
 Los catalanes -los de toda la vida, que ya no son la mayoría de los habitantes de Cataluña y no pueden integrar a nadie- aspiran, como siempre tarde y mal, a una soberanía como la que Hungría se esfuerza por mantener y que estados más importantes se han resignado a descuidar; por ejemplo, el Canadá tal como lo entiende su primer ministro Justin Trudeau: "No hay una identidad central, ni una corriente cultural dominante en Canadá. Hay valores compartidos: apertura, respeto, compasión ... Estas cualidades son las que nos hacen ser el primer estado posnacional. " Renunciar a la propia identidad a cambio de esta palabrería no parece un buen negocio.
 
 Pero en cambio los catalanes, quizá por pereza de pensar en ello, se tragan todas las novedades de la globalización y dan por buenas las consignas que llegan de la UE y de más cerca. Todo el mundo sabe que con una natalidad próxima a la extinción, sin poder recuperar la potencia industrial de otros tiempos, con unas cargas impositivas hiperbólicas, unos políticos que parecen complacerse a expulsar empresas y un orden público camino de Mad Max, no se llega ninguna parte; todo el mundo lo sabe pero prefiere no hablar de ello. Incluso está mal visto constatar que el catalán de los medios de comunicación se ha convertido casi un dialecto del castellano.
 
 El gran conflicto de los próximos tiempos será entre quienes son de un lugar, como Viktor Orbán, y los que no quieren ser de ninguna parte, como Justin Trudeau. La aspiración extenuante a un estado nacional y la aceptación de las imposiciones que llevan directamente a un horizonte posnacional es una contradicción manifiesta que explica por qué nadie espera que Cataluña tenga ningún papel en este conflicto."                (Manuel Castaño, El Punt Avui, 08/07/21)

6/7/21

7 veces campeona de España, 4 veces olímpica, más de 20 años en la selección, escolarizada desde parvulario en España, mis padres son españoles desde hace años... Pero para @Marca soy una ucraniana con pasaporte español. Tócate las narices... el derecho de suelo español te hace española... el derecho de sangre alemán (el de los bárbaros del norte, Puigdemont y el de Marca), nunca te lo permitiría

Ignasi Guardans @iguardans

 Esto es muchísimo más importante de lo que parece. En el @DiarioMarca_ deberán tener una conversación. Pero no es una anécdota. Es retrato de un grave problema cultural en este país, que afecta incluso a gente de buena fe, y no solo a la derecha xenófoba. España es otra cosa.

4:41 p. m. · 20 jun. 2021
8 Retweets 2 Tweets citados 53 Me gusta


Marquesa Indignada #AboliciónOBarbarie @marquesanonima
En respuesta a @iguardans y @DiarioMarca_

 Això és el que fan alguns indepes d'anomenar-nos "espanyols residents a Catalunya"

Galia Dvorak @galiadvorak

 7 veces campeona de España, 4 veces olímpica, más de 20 años en la selección, escolarizada desde parvulario en España, mis padres son españoles desde hace años... Pero para @Marca soy una ucraniana con pasaporte español. Tócate las narices.

6:46 p. m. · 19 jun. 2021
13,9 mil Retweets 493 Tweets citados 55,2 mil Me gusta

 Galia Dvorak @galiadvorak

 Bueno, pues como mi tuit de ma nacionalidad se ha viralizado voy a poner un hilillo para zanjar la polémica y pasar a la siguiente cosa ya que no me siento muy cómoda siendo viral por esto y no por lo que hago o por quién soy.

Ayer @marca publicó la noticia que resulta que es un comunicado de @EFEnoticias que luego otros medios como @sport han transcrito tal cual. A @marca le ha tocado pillar porque fueron los primeros...y porque no es la primera vez.

Ser hija de inmigrantes no es fácil ni tan siquiera en un país tan abierto como España y muchas veces te sientes desencajada (sí, es un guiño a @margayakovenko. Por mucho que hayas crecido aquí y tus primeras lenguas hayan sido el catalán y el castellano...

Para algunos siempre eres y serás una extranjera y te señalan por ello. Y duele porque por muy orgullosa que estés de tus raíces vas a Ucrania y allí si que eres una completa extranjera que por desgracia ni siquiera habla el idioma.

Y si eres deportista, duele por partida doble porque aunque hayas crecido en un país, te hayas formado deportivamente en él y lo representes en competiciones internacionales te siguen diciendo que no eres de aquí.

Mi cruz es haber nacido en Kiev pero por ejemplo @MXiaoPodium y @SXZhangPodium han nacido aquí pero se encuentran con el mismo problema porque hay gente a la que no les gusta que haya españoles con sus rasgos.

Yo entiendo que muchas veces estás noticias están hechas sin maldad y desde el desconocimiento, pero tenéis que entendernos a nosotras también, que con perdón, llevamos tragando mierda toda la vida.

Y victimismos cero, ya que en general me considero privilegiada pero si denunciando estas cosas públicamente logro que haya un poco más de consciencia sobre el tema pues mejor.

Y eso es todo. Para los que me habéis seguido por el tuit de denuncia siento defraudar: tuiteo muy poco y en general solo sobre pinpón.


Y no tengo nada que promocionar aparte de de mí misma así que si queréis seguirme en Instagram, allí también soy @galiadvorak (una de las grandes ventajas de tener unos orígenes diversos es que nadie se llama como tú) 

12:06 p. m. · 20 jun. 2021
437 Retweets 40 Tweets citados 1.928 Me gusta

15/6/21

El Consejo Constitucional francés, el homónimo de nuestro Tribunal Constitucional, ha dictaminado que la inmersión lingüística obligatoria solo puede ser en francés.

"La 5ª República francesa nos ha dado una noticia poco comentada entre los ámbitos nacionalistas de nuestros lares. El Consejo Constitucional, el homónimo de nuestro Tribunal Constitucional ha dictaminado que la inmersión lingüística obligatoria solo puede ser en francés. (...)

En la España de hoy, en Cataluña, son los hispano-hablantes los que han de luchar por el respeto y el cumplimento de la normativa de enseñanza de nuestra idioma común, con los consabidos problemas que eso lleva en este asfixiante clima de tensión al que nos han abocado los gobiernos nacionalistas. Se acude a los tribunales para que el 25% de las clases, ¡un porcentaje impresionante!, se ofrezca en español. Las sentencias dan la razón a lo obvio y sensato en una democracia, pero en esta Cataluña de nacional-separatistas “oprimidos” no se cumplen. Aquellos que se consideran reprimidos por un centralista Estado impiden no ya la libre elección de lengua en la educación sino el cumplimiento de sentencias al respecto. (...)

Volvamos a los franceses. En 1991, el mencionado Consejo Constitucional dejó claro a los nacionalistas corsos que el conjunto de los ciudadanos franceses es el depositario de la soberanía nacional y que esa soberanía no podía ser fraccionada a voluntad de una o varias partes del todo. (...)

Los derechos son de los ciudadanos, no de los territorios, no de grupos privilegiados, esto pertenece a otros tiempos, feudales, no democráticos. (...)"           (Daniel Rubiol, Crónica popular, 08/06/21)