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27/1/21

Lo peor del nacionalismo es que termina aplicando la doctrina política de Carl Schmitt. Basar todo en la dialéctica Amigo-enemigo... los nacionalistas pretenden traducir el sentimiento en formulaciones políticas concretas, y lo que llaman hechos diferenciales en privilegios diferenciales, especialmente cuando se da, como siempre ocurre, en las regiones más ricas de los países

"(...) Son numerosas sus críticas al nacionalismo .Cat. Los nacionalistas, por su parte, suelen afirmar que, de hecho y aunque lo disimulemos, todos somos nacionalistas, que no hay nadie que se salve de la etiqueta. Sólo nos diferencia el adjetivo: nacionalistas catalanes, vascos, españoles, etc. Dos preguntas sobre este nudo: si tuviera que resumir en un solo argumento su principal crítica al nacionalismo, ¿cuál sería su comentario?

España será quizá uno de los países con menos conciencia nacional o en el que, al menos, el orgullo nacional es más débil. Se carece totalmente de chovinismo. Solo hay que leer a nuestros autores de finales del siglo XIX y principios del XX para comprobar que si la sociedad española peca de algo es de autoflagelación. De forma quizás irreflexiva, hemos introyectado parte de la leyenda negra.

Hay hasta un cierto complejo de inferioridad, pensando que los muchos errores y defectos que suceden en España no ocurren en el resto de los países. Esa frase tan socorrida de “En este país” a la que ya Larra dedicó un artículo, y que en la actualidad se continúa usando con frecuencia es la confirmación, en primer lugar, del desconocimiento que a menudo tenemos del extranjero y, en segundo lugar, de nuestra mala opinión acerca de todo lo español.

Es cierto que el franquismo, al igual que todo movimiento fascista, abrazó y pretendió exaltar el nacionalismo español, pero pienso que fue una planta que nunca llegó a arraigar en la mayoría de la sociedad. Es más, por esa identificación con la dictadura, despertó en amplias capas de españoles un rechazo incluso inconsciente a todo lo que se asociase a patriotismo y a símbolos nacionales, tan habituales, sin embargo, en otros países.

Confirma lo anterior el entusiasmo con el que abrazamos la Unión Europea. Las encuestas han mostrado siempre que nuestro país se encuentra a la cabeza en la aceptación del proyecto europeo y los que lo criticamos y nos oponemos a él es precisamente por no constituir una verdadera unión política.

Tal vez es esta debilidad de la conciencia nacional de España la que ha originado a lo largo de los dos últimos siglos el alumbramiento de los nacionalismos periféricos. Así al menos lo contempló Ortega en su “España invertebrada”. Paradójicamente, sin embargo, es posible que en estos momentos el proceso se haya invertido y que la extrema proliferación de fuerzas centrífugas y, en concreto, el mantenimiento de un golpe de estado que se mantiene vivo en Cataluña haya despertado un nacionalismo que estaba dormido.

España era de las pocas naciones de Europa que no tenía un partido de extrema derecha. Pues bien, parece que ya lo tiene y que ha venido para quedarse. Los que se rasgan las vestiduras ante el crecimiento exponencial de Vox harían bien en preguntarse cuáles son las razones y las causas que lo han hecho posible.

En principio, no tengo nada contra el nacionalismo mientras quede reducido a un sentimiento, a aspectos puramente culturales o a tradiciones; si acaso, lo considero en ocasiones un poco pueblerino, paleto, retrógrado. Pero lo malo es cuando los nacionalistas pretenden traducir el sentimiento en formulaciones políticas concretas, y lo que llaman hechos diferenciales en privilegios diferenciales, especialmente cuando se da, como siempre ocurre, en las regiones más ricas de los países; y no digamos ya cuando el nacionalismo se transforma en golpismo y pretende imponer sus formulaciones políticas por la coacción y la fuerza. Lo peor del nacionalismo es que termina aplicando la doctrina política de Carl Schmitt. Basar todo en la dialéctica Amigo-enemigo

La segunda pregunta: ¿su libro está escrito, como probablemente afirmarán, desde el punto de vista de un nacionalista español?

Cada uno puede afirmar lo que quiera, pero yo de nacionalista no tengo apenas nada. En lo poco que coincido con Zapatero es en eso de que la nación es un concepto discutido y discutible. Lo que sí soy es un acérrimo defensor del Estado, mientras sea democrático, social y de derecho, de la república (en el sentido de res pública). Lo considero en el momento actual el único contrapeso a las fuerzas económicas y al mercado.

Por ello estoy en contra de todo lo que pueda debilitarlo por abajo (su desintegración) o por arriba, la Unión Europea. No se me entienda mal. Estaría totalmente a favor de un Estado europeo. Mi oposición a la UE va precisamente en esa dirección, que integra los mercados y unifica la moneda, sin hacer lo mismo con el presupuesto, la fiscalidad y se carezca de unión política.

Sostiene usted que tal vez el único factor que ha jugado por completo en contra de lo que llaman procés o procesismo ha sido la justicia, una institución que, son palabras suyas, no se ha doblegado frente a los que llama soberanistas. ¿Sigue pensando que es la única institución que no se ha doblegado? ¿No ha errado reiteradamente en el ámbito europeo?

Soy consciente de los defectos que presenta la justicia española. Por otra parte, ni más ni menos de los que tienen las de los otros países europeos. Pero lo cierto es que esta institución ha sido la única que ha mantenido a raya a los golpistas y es la que está impidiendo que el golpe se repita. La razón hay que buscarla no tanto en ella, como en la parálisis de los otros poderes del Estado, ocasionada por el travestismo del PSOE y de Sánchez. Incluso el gobierno Frankenstein pretende neutralizar a la justicia. Primero ha sido con la abogacía del Estado y, en estos momentos, con la Fiscalía.

En cuanto a la justicia europea, creo que en el tema hay una equivocación buscada. Las pocas veces que se han pronunciado los tribunales europeos, propiamente dichos, ha sido en contra de los golpistas, excepto la interpretación que el Tribunal de Justicia de la UE ha hecho a instancias del Tribunal Supremo, acerca de cuándo se adquiere la condición de eurodiputado. Por cierto, cambiando la doctrina que regía hasta ese momento.

Cuando los golpistas hablan de la justicia europea se refieren maliciosamente a los tribunales de otros países, tribunales normalmente de segunda categoría cuyos fallos se han referido exclusivamente al proceso de extradición y que son señal más bien de los defectos y contradicciones que tiene la UE en este tema. Dejan a las claras los fallos de la euroorden de detención.

Intelectuales orgánicos del nacional-secesionismo suelen usar el siguiente argumento: desearíamos respetar la Constitución pero no resulta posible porque está construida de forma tal que, de facto, resulta inmodificable en asuntos sustantivos como nuestro inalienable derecho de autodeterminación. No nos queda otra: o la revuelta o la sumisión. El apoyo de la ciudadanía catalana a la Constitución fue en 1978 y han pasado muchos, muchos años desde entonces, añaden. ¿Qué opinión le merece este punto de vista del “no queremos pero nos vemos obligados…”?

El argumento tiene poco de intelectual. Estaría bueno que cada vez que a un conjunto de personas no les gustase una ley y no dispusieran de representatividad suficiente para cambiarla estuviesen legitimados para hacerlo por la fuerza. La Constitución española puede modificarse, en este tema como en cualquier otro, pero siguiendo los pasos reglados por la propia Carta Magna.

Ahora bien, la soberanía reside en la totalidad del pueblo español. Fue el mismo argumento que empleó el Tribunal Constitucional alemán para rechazar la pretensión del independentismo bávaro de convocar un referéndum de autodeterminación. La soberanía, afirmó el Tribunal, se encuentra en el pueblo alemán en su conjunto. El hecho de que la Constitución española lleve muchos años en vigor no puede servir de justificación para defender que está obsoleta y que se precisa el cambio. No creo que haya que envidiar -y mucho menos copiar- el proceso seguido en el siglo XIX, en el que cada pocos años se aprobaba una nueva Constitución.

No hay nada que objetar a que se pueda reformar la Carta Magna en determinados aspectos. Lo que no creo es que en estos momentos exista el consenso suficiente para introducir cambios de calado. Por ejemplo, en el título VIII. Seríamos muchos los que, en contra de lo que algunos proponen, abogaríamos por un régimen mucho más restrictivo del estado autonómico. El valor de la Constitución del 78 es que es de todos y no es de nadie, porque nadie quedó conforme al cien por cien. Todos aceptamos determinamos aspectos con los que no estábamos de acuerdo para que otros hiciesen lo mismo.

Pero esto que acabar de señalar es la filosofía política que guió la transición y muchos, incluidas muchas fuerzas de izquierda, consideran que el que llaman “Régimen del 78” está en crisis, está superado, ya no sirve. Es una piedra que nos ahoga a todos, especialmente, afirman, a la ciudadanía más vulnerable.

No sé muy bien qué es eso del Régimen del 78. Sé lo que es la Constitución del 78. Muy similar a la de otras naciones europeas. En buena medida se copió de ellas, constituciones basadas en la idea de un Estado social y democrático de derecho. Fundamentadas, de alguna manera, en el pensamiento socialdemócrata, ya que en los años cuarenta y cincuenta los partidos conservadores habían terminado por aceptar muchos de los principios de la socialdemocracia.

Hasta los años ochenta esas constituciones propiciaron los niveles de mayor igualdad en Europa. Quien quiera puede consultar el último libro de Piketty. Y si a partir de los ochenta se produjo un cambio no fue porque las constituciones se hubiesen modificado, sino porque el pensamiento del neoliberalismo económico fue ganando posiciones hasta hacerse casi hegemónico. Es ese neoliberalismo económico que ha impuesto la globalización el que se ha adueñado del proyecto de la Unión Europea, el que crea en buena medida los problemas sociales y políticos, no las constituciones.

En cuanto a lo de ahogados, permítame que me ría. Quien diga eso no ha vivido una dictadura. Hoy en España los niveles de libertad están por encima de los de la mayoría de los países europeos, quizás por nuestro complejo al provenir del franquismo. Si de algo se peca en estos momentos, es por exceso. Todo el mundo exige poder hacer lo que quiera sin percatarse de que nuestra libertad termina donde empieza la libertad de los demás. Sin leyes y sin derecho, la libertad desaparece.

Uno de sus artículos lleva por título “Mas miente y lo sabe”. Le pregunto más en general: ¿los nacionalistas .Cat han mentido a la ciudadanía de Cataluña y eran muy conscientes de que estaban engañando y manipulando a sus mismos seguidores?

Todo nacionalismo se suele basar en una serie de mentiras. El catalán no puede ser una excepción. Limitándonos a los cincuenta últimos años, desde que Pujol llegó a la presidencia de la Generalitat, lo que se impuso en Cataluña fue un adoctrinamiento basado en falsear la historia e intoxicar a los catalanes asegurándoles que España les roba. Ahora se ha modificado por el mantra de España nos oprime. Mas logró transformar lo que era una contestación social en un enfrentamiento territorial. Tuvo éxito. La confrontación social ha desaparecido de Cataluña.

Son muchas las referencias que hace a la Unión Monetaria en el libro. Una de ellas: “La Unión Monetaria no solo está en la disparidad y el enfrentamiento entre los países de la Eurozona, sino que propicia las fuerzas centrífugas de cada país.”. ¿Por qué? De hecho, como se sabe, la UE se manifestó, aunque fuera tardíamente, contra el secesionismo .Cat.

La Unión Europea en esto como en casi todo mantiene una gran contradicción. Por una parte, se ve obligada a oponerse e impedir todo intento de independencia de algunas de sus regiones. Juncker lo dijo claramente. “Ya es difícil coordinar 27 o 28 países. No quiero que estos se me conviertan en quince años en 98”. Pero, por otra parte, su configuración como unión mercantil y monetaria sin conllevar el coste para los países ricos de participar en una política redistributiva es un aliciente para que las regiones ricas de los estados quieran emular el sistema.

¿Por qué Cataluña va a querer financiar a Extremadura, o la Italia del norte a la Italia del sur, cuando Alemania u Holanda que participan de los beneficios del mismo mercado no lo hacen? Picketty en su último libro afirma algo parecido refiriéndose a Europa y a Cataluña. Por cierto, que lo he transcrito en mi artículo del 17 de septiembre en republica.com. Al que le interese puede ir a consultarlo.

Doy la referencia: “Piketty, Europa, España y Cataluña”https://www.republica.com/contrapunto/2020/09/17/piketty-europa-espana-y-cataluna/. (...)

En su opinión, tanto el PCE como IU, Podemos y Unidas Podemos se han dejado enmarañar (uso su palabra) en el concepto del ‘dret a decidir’. ¿No ha habido voces críticas en esas formaciones? ¿Nadie se ha levantado en pie de cordura y fraternidad? ¿Convicción o dependencia de la representación o aliados de esas fuerzas en Cataluña?

El derecho a decidir es tan solo una forma vergonzante de referirse al derecho de autodeterminación, que solo existe como tal para las colonias y las regiones explotadas, y creo que difícilmente se puede considerar así a Cataluña. Estoy totalmente fuera de la vida de los partidos y desconozco por completo si existen voces críticas. Si existen, desde luego no se las oye. (...)"                              (Entrevista a Martín Seco, Salvador López-Arnal,Crónica Popular, 18/01/21)

20/1/21

La Eurocámara rechaza la autodeterminación como derecho en la UE

 "La independencia catalana ha recibido un nuevo portazo en el Parlamento Europeo este jueves, cuando una amplia mayoría del pleno ha rechazado que la autodeterminación tenga encaje en la Unión Europea.

La votación, sobre una enmienda presentada en ese sentido por la eurodiputada de ERC Diana Riba, se ha decantado por 487 votos en contra, 170 votos a favor y 37 abstenciones contra un texto que afirmaba que “todos los pueblos de la Unión tienen el derecho de libre determinación, en virtud del cual pueden establecer libremente su condición política y proveer libremente a su desarrollo económico, social y cultural”.

Los representantes de Podemos, uno de los partidos que gobiernan España, han votado a favor, como los de ERC, EH Bildu, el PNV y JxCat. La enmienda sobre la autodeterminación, que se enmarcaba en la votación del informe anual sobre la situación de los derechos fundamentales en la UE, instaba a las instituciones comunitarias a respetar y defender “los derechos de los pueblos a la libre determinación” y “las culturas, identidades, lenguas y todas las ambiciones democráticas y pacíficas de los pueblos europeos”.

ERC tampoco ha logrado incluir en el informe sobre los derechos fundamentales una solicitud para que su líder, Oriol Junqueras, recupere el escaño en el Parlamento Europeo. Su asiento quedó vacante en enero de este año cuando el presidente de la cámara, David Sassoli, aplicó las decisiones de la Junta Electoral Central y del Tribunal Supremo español, que afirmaron que Junqueras ya no era eurodiputado, aunque había sido elegido, porque había sido condenado en firme por la justicia. En este caso, la votación se ha decantado por 495 votos a 131, y 67 abstenciones."                    (El Triangle, 26/11/20)

29/1/20

El catalanismo es una hipocondría que hace que la pertenencia a España se viva como una dolencia que hoy es imaginaria... El nacionalismo es una ideología basada en el antagonismo étnico y por eso no es un proyecto legítimo... ninguna federación exitosa en el mundo se declara multinacional...

"(...) Juan Claudio de Ramón (...) Diplomático de profesión, pero filósofo y ensayista de vocación, nos ofrece en Diccionario de lugares comunes sobre Cataluña (Deusto) las herramientas con las que navegar en la confusión del 'procés' y desmontar sus tópicos y clichés. Su libro no es para ni contra los independentistas sino, como él dice, un espejo en el que los no independentistas debemos mirarnos si queremos derrotar al independentismo. (...)
¿Cuál es el tópico que te desespera más?
 
El que sostiene que no se puede judicializar la política, ese es el más destructivo: socava los fundamentos de la democracia liberal. La política no puede estar fuera del examen de la justicia. La judicialización del conflicto catalán no es resultado de una estrategia política sino la consecuencia de la vulneración de las leyes.
¿Cuál es el que más te ha costado desmontar?
 
El relacionado con el catalanismo. Para mucha gente, el procés es una herejía del catalanismo. Aunque muchos catalanistas se han opuesto al procés, yo pienso que es su evolución natural. Maragall dijo: «media España no nos quiere y media no nos comprende». Ninguna de las dos cosas es cierta: ni España es el ogro que dibuja el independentismo ni la madrastra que pinta el catalanismo. 
El catalanismo es la problematización de la identidad española de los catalanes independientemente de si hay un problema o no. En el pasado fue una militancia necesaria, pero hoy, cuando objetivamente no hay ningún problema en conjugar españolidad y catalanidad, termina siendo un obstáculo para desarrollar una identidad federal dual y equilibrada. El catalanismo quizá no sea un nacionalismo, pero es una hipocondría que hace que la pertenencia a España se viva como una dolencia que hoy es imaginaria. (...)
¿Por qué sostienes que el derecho a decidir es antidemocrático? 
 
Porque defino la democracia como la extensión universal de la ciudadanía. Es democrático aquello que equipara derechos ciudadanos y amplía la base social que los disfruta. Si lo que propones es recortar el cuerpo ciudadano y que parte de los ciudadanos pasen a ser extranjeros, entonces estás yendo contra la democracia.
¿El independentismo es una idea legítima siempre que se defienda desde cauces democráticos?
 
Esa es una concesión dialéctica que no habría que hacer. El nacionalismo es una ideología basada en la producción de mentiras y el antagonismo étnico y yo no quiero llamar a eso un proyecto legítimo, aunque sea legal. Al decir que es legítimo reducimos todo el reproche a una cuestión de formas, como si no hubiera detrás un programa político que es de fondo indeseable.
¿En Cataluña hubo un golpe o solo fue un farol?
 
Yo creo que hubo un golpe. Se atentó contra la Constitución y todos los ordenamientos penales tienen tipos contra este tipo de delitos. Es una desgracia para los independentistas que hicieran demasiado poco para triunfar pero suficiente para entrar en tipos penales establecidos. Aunque es cierto que en el código penal no hay un delito de golpe de estado los jueces verán si sus comportamientos encajan en algunos de los tipos que existen. 
Dices que eres federalista, pero estás contra la plurinacionalidad y la idea de nación naciones.
 
No conozco ninguna federación exitosa en el mundo que se declare multinacional. Ese principio introduce un factor de discordia. Las naciones, sobre todo en su fase de formación, son excluyentes. Una de las ventajas de la nación española es que su fase agresiva terminó en el 78. Como dice Arcadi Espada, sus mentiras fueron contadas hace ya mucho tiempo. 
Pero las otras naciones que hay en España están todavía en su fase excluyente. Temo que instaurar la plurinacionalidad en España dé carta de naturaleza a un plurinacionalismo que, como dice Josu de Miguel, desemboque en que se pueda ser español de muchas maneras pero vasco, catalán o gallego solo de una: nacionalista.  (...)

"Algo habrá que hacer con los dos millones de catalanes que han optado por la independencia". ¿Esa frase es un lugar común o una pregunta legítima que hay que responder?
 
Es una frase que revela una preocupación comprensible que yo también tengo. Ahora bien, vivir en democracia es entrenarse en el ejercicio de la frustración. Parte de la solución del problema catalán es reformista: hay que hacer reformas para todo el país. 
Pero otra parte es puramente psicológica: consiste en aceptar que el deseo de tener un estado monolingüe catalán no se va a ver cumplido. Buena parte de esos dos millones tendrán que asumir las limitaciones congénitas a la convivencia democrática, que consiste en aceptar que no se consigue todo lo que se quiere. (...)

¿Se derrotó definitivamente al independentismo el año pasado o está solo temporalmente desactivado y puede volver a resurgir?
 
Participo del consenso dominante que dice que el independentismo, en su versión insurreccional, está derrotado. Pero si seguimos usando todas las frases que en mi libro señalo vamos a conseguir que haya cada vez más independentistas. Porque si les decimos que en el fondo tienen razón no tendrán motivo alguno para cambiar de opinión.
¿Te preocupa más la debilidad del constitucionalismo que la fortaleza del independentismo?
 
Siempre he pensado que el problema somos nosotros más que ellos, que no creemos en nuestro proyecto tanto como ellos creen en el suyo. (...)"             

(Entrevista a Juan Claudio de Ramón, Juan Ignacio Torreblanca, El Mundo, 22/12/18)

21/1/20

Portavoz nacionalista escocés en el Parlamento inglés: “¿La vía unilateral de Cataluña? Nunca haríamos eso”

"Ian Blackford (Edimburgo, 58 años) es extremadamente respetuoso con el independentismo catalán, pero no quiere dejar el menor margen de duda. Hasta cuatro veces repite, como señal de advertencia, que el Gobierno escocés del SNP (Partido Nacional Escocés) “nunca haría eso” cuando se le pregunta por la vía unilateral del procés

“Una de las claves para tener éxito es obtener el reconocimiento internacional, y para lograrlo debes usar métodos constitucionales. Tan simple como eso”, afirma este banquero de inversión metido a político que en los últimos tres años se ha convertido en la voz del nacionalismo escocés en la Cámara de los Comunes.

Se reúne con un grupo de corresponsales europeos el mismo día en que Boris Johnson ha enviado una carta a la ministra principal de ese territorio, Nicola Sturgeon, para decirle que no respaldará la celebración de un nuevo referéndum de independencia. “No aceptamos que la carta de Johnson sea el final de todo este asunto. 

A partir de ahora, lo que vamos a hacer es emprender una campaña por toda Escocia para convencer a la ciudadanía de que se sume a nuestra determinación de defender el derecho a decidir. Y al final, sea Johnson o cualquier otro al frente de un Gobierno conservador, no podrán esquivar esa petición. No pueden detener el deseo del pueblo escocés de tener algo que decir sobre su futuro”, defiende Blackford.  (...)

“Lo que yo he propuesto a mi partido es que a partir de ahora debemos concentrarnos en construir un consenso dentro de Escocia, y convencer a todos aquellos que en el referéndum de 2014 votaron en contra de la independencia. Pero que quede claro, somos un partido constitucional. No creemos que Johnson pueda zanjar este asunto con una simple negativa. Este es un asunto político, y queremos resolverlo políticamente. Pero venceremos también en todas las discusiones legales. Estamos dispuestos a ganar esta batalla”, afirma.

Y para ganarla, dice Blackford, las manifestaciones en la calle no son la clave. Se trata de implicar en la discusión a cada ciudadano escocés, a cada pueblo, en una campaña puerta a puerta. Y de implicar también a las instituciones internacionales, comenzando por la Unión Europea.

 ¿Y qué le lleva a pensar que la UE acogería con los brazos abiertos a una nación segregada? ¿No le preocupa la reacción, por ejemplo, de España? “Ya ha habido muchas declaraciones del ministro de Exteriores español (en referencia al exministro, Josep Borrell) en las que reconoce que la situación de Escocia es claramente diferente de la de Cataluña. Y el hecho de haber insistido una y otra vez en que solo haremos esto con métodos constitucionales marca una clara distancia con lo sucedido en España. Agradezco las declaraciones positivas que han hecho nuestros amigos en Madrid”, explica con insistencia el político nacionalista."                      (Rafa de Miguel, El País, 15/01/20)

27/11/19

El mantra del 80% partidarios de un referéndum

"Uno de los mantras del proceso es que hay un 80% de catalanes a favor del referéndum. El presidente Puigdemont y el vicepresidente Junqueras lo volvieron a decir en su artículo en El País el pasado domingo. "Sondeos de todo tipo y procedencia -cito en el original- señalan que en torno a un 80% de los catalanes querrían ser consultados acerca del futuro político de Cataluña respecto a España". 

 Y la diputada de la CUP Anna Gabriel también ha insistido este miércoles durante la algarabía de los Presupuestos en el Parlamento: "Parece que prevalecen más los derechos de los diputados y de los letrados que el del 80 por ciento de la población, que pide poder ejercer el derecho a la autodeterminación votando en un referéndum ".

¿Pero de donde sale este dato? Es un misterio. No hay ningún barómetro del CEO en el que aparezca la cifra mágica. El otro día llamé expresamente y me lo confirmaron. Por eso, el martes le pregunté a la portavoz Neus Munté durante la rueda de prensa de Gobierno. Como es habitual no saqué nada en claro.

Parece que hay que retroceder hasta octubre de 2012 cuando los de Rac1 hicieron una encuesta según la cual, en efecto, ocho de cada diez ciudadanos quieren que se haga un referéndum. Y un seguidor de twitter, que sospecho que indepe no es, me ha recordado que hay un otro de La Vanguardia de septiembre de 2012 que hablaba de un 84%.

Pero dado que era la misma empresa que casi predijo la mayoría absoluta para CiU en las elecciones del 2012 no sé qué pensar. Además el director había sido asesor de Mas. Con tan cuidada predicción creo que después le colocaron de tertuliano en Cataluña Radio.

Hay una más reciente -en este caso de El Periódico- que da también más de un 80% a favor del referéndum. Pero dividido por la mitad: el 49,6% está a favor aunque no sea acordado con el Estado y el 48,8% sólo si es pactado. (...)

Dada la fiabilidad de las encuestas últimamente, yo tampoco me fío mucho. A veces la respuesta depende de cómo plantees la pregunta. Si, por ejemplo, pides: "¿usted quiere que los catalanes celebramos un referéndum para acabar el conflicto con España?" Casi todo el mundo votará favor porque "conflicto" tiene una connotación negativa.  (...)

Recuerdo una encuesta de la Oficina Antifraude del año 2010 en la que preguntaban sobre la corrupción. La última cuestión es si considerabas que era necesario un "organismo independiente" dedicado a combatir la corrupción. El 72% de contestaba que sí, claro. Era una forma de justificar su propia existencia.

Pero los referendos -desde el Brexit- han cogido mala fama en la Unión Europea. Yo creo que sólo deben convocarse si lo puedes ganar de calle. Y, hoy por hoy, la independencia no gana ni en las encuestas del CEO.

Si los datos de Wikipedia son correctos en el referéndum de Eslovenia de 1990 votaron a favor de ser independientes un 90%. En Letonia un 73%. En Estonia un 77%. Y a Lituania un 76%. Todos con una participación superior al 80%.

¿Entonces porque piden un referéndum? Básicamente porque se han dado cuenta de que no hay suficiente mayoría social para declarar la independencia con 72 diputados del Parlamento. Con dos millones de un censo electoral de 5,5 difícilmente te reconocerá Bruselas o Sudán del Sur, por ejemplo.

En segundo lugar porque es una manera de intentar ensanchar la famosa base social. Ahora ya no hablan de independencia sino de democracia. Aunque después chirrian algunas de las cosas que hacen en el Parlamento. En teoría todo el mundo está a favor de la democracia.

A pesar de que tampoco tengo claro que, en caso de referéndum, fuera a votar el 80%. Al 9-N acudieron 2,3 millones de personas, pero sólo 1,8 a favor del sí-sí. Yo, incluido. Es cierto que había menos colegios electorales, ¡ pero también que se pudo votar durante quince días !. Sin olvidar que ampliaron el censo con inmigrantes y bajaron la edad de voto a los 16 años.

La cifra de los dos millones más o menos se ha mantenido inmutable desde entonces como lo demuestra el resultado de los partidos soberanistas en las últimas elecciones al Parlamento. Los partidarios de la independencia -junto el Sí y la CUP- sacaron 1,9 milones de votos, pero los contrarios 1,6 millones. Los 460 restantes fueron de CSQP y de Unión, que no salió.

 Y, finalmente, porque algún bacalao tienen que vender cuando están a punto de llegar a los 18 meses que se dieron de plazo para declarar la independencia. Acaban este verano. El reloj comenzó a contar aquel 10 de enero en el que Carles Puigdemont fue elegido presidente. Aunque algunas voces, como la de Artur Mas, ya empiezan a decir que tal vez dejarlo para más adelante. Se ven a venir trompazo.

Pero, sobre todo, porque si consigues un referéndum ya has sentado un precedente: entonces siempre lo puedes volver a pedir. Es lo que hicieron los quebequenses en 1995 tras perder el de 1980 -tampoco lo ganarán- y lo que está haciendo ya la líder del SNP, Nicola Sturgeon. Theresa May, de momento, ya ha dicho que no. La anterior fue en 2014. Apenas han pasado dos años."            (Xavier Rius, director de e-notícies, 22/03/17)

3/6/19

«La expresión 'derecho a decidir' no quiere decir nada»

"Catedrática emérita de filosofía de la ciencia (UAB), ha escrito sobre las revoluciones científicas. (...) Forma parte de Federalistes d’Esquerres.

 ¿Qué es la autodeterminación? ¿Un derecho? ¿Una declaración de intenciones? ¿Un acuerdo más o menos explícito? ¿Un texto legal, sujeto a interpretaciones?...

Creo que es un derecho, reconocido internacionalmente, que se consideró o reivindicó como algo aplicado a territorios que eran colonias de otro país, o que vivían situaciones de guerra. Creo que se fijó en las Naciones Unidas, como algo muy concreto y aplicable a una serie de circunstancias, que en el momento de la descolonización no eran nada difusas. 

Seguramente, el papel de la Unión Soviética fue para ello relevante. Y, en cualquier caso, los partidos comunistas incorporamos a nuestros programas el derecho a la autodeterminación, dando por supuesto que se refería a las colonias.

¿Sin embargo, los derechos no son algo individual e intransferible?

Los derechos son individuales, me parece a mí. Se pueden reivindicar o ejercer colectivamente, como el derecho a huelga, pero se refieren a las personas. Determinados colectivos tienen reivindicaciones comunes al colectivo. 

Lo que pasa es que la identificación de un colectivo con el “Pueblo”, la “Nación”, el “Estado” es una inferencia en los derechos. No hay ninguna lógica que lleve a ello. “Pueblo” es un concepto difuso que, comúnmente, se entiende como un conjunto de individuos que viven en un territorio. En alemán (Volk) se asocia a nación. De ahí, la querencia nacionalista por el del término.

¿En Cataluña quiénes son el “poble catalá”? ¿Todos los que vivimos en Cataluña? ¿Los que se expresan comúnmente en catalán? ¿Los nacionalistas?

Hasta Jordi Pujol reconocía que catalán es quien trabaja y vive en Cataluña. La idea de “pueblo”, que es una reminiscencia del romanticismo alemán, a nivel de debate político me parece espurio, y no nos sirve en estos momentos.

Del “derecho a la autodeterminación” al “dret a decidir” ¿Para seguir rizando el rizo?

Yo diría que la expresión “derecho a decidir” es una expresión sin significado. Cuando dicen que el 80% de los catalanes están a favor del derecho a decidir, me cuesta mucho aceptar que esa gran mayoría de los que vivimos en Cataluña están de acuerdo en algo que no tiene significado. Es casi una broma.

 Para que tenga significado, tenemos que ponerle un sujeto: quién tiene derecho y a qué. Digamos, ¿El pueblo de Cataluña?, ¿A qué tiene derecho? ¿A separarse de España? Eso es el derecho de autodeterminación, que sí tiene significado pero que está referido a otras realidades que no son la de Cataluña que, afortunadamente, no es una colonia, ni está en guerra. 

Previamente a formular lo del derecho a la autodeterminación, habría que preguntar ¿Cree Ud. que Cataluña es una colonia de España? Si dice que sí, solamente hace falta citarle una serie de artículos de Andreu MIssé, en “Alternativas Económicas” donde hay datos concretos que dicen que Cataluña es uno de los territorios más ricos de España y de Europa. Yo creo que a la mayoría de la gente ni les gustaría que se les dijera que son una colonia.

¿Por qué este recurso al derecho a la autodeterminación, retorciendo su sentido, cuando tan sencillo es decir “queremos la independencia, y punto”?

Una parte de quienes no pertenecen al mundo independentista de siempre y que desconocía que era el derecho a la autodeterminación, se inventó el eufemismo el derecho a decidir, que parece más fácil de entender. Si se le pregunta a la gente, ¿Estás de acuerdo con el derecho a decidir?, sin añadir nada, la gente contestará que sí ¿Quién no puede estar de acuerdo con el derecho a decidir sobre cualquier cosa? Como el asunto no significa nada, todo el mundo está de acuerdo. 

En cualquier caso, lo del derecho a decidir ya no lo dice casi nadie, excepto Podemos, los Comunes, y vaya lío tienen.

Llama también la atención la confusión entre derechos, la decisión de ejercerlos, la forma en que se hace, cuando se hace…

Decía que el derecho a la autodeterminación se puede considerar que existe, pero no es aplicable donde se quiere aplicar. O sea, que punto final. Otra cosa, es el referéndum ¿Estás de acuerdo con que se haga un referéndum? También es difícil decir que no. 

 Parece que lo que se plantea es hacer un “referéndum de independencia”, con lo cual la respuesta casi está implícita en la pregunta. Pero vistos los referéndums (pensemos sobre todo en el Brexit), no parece precisamente ser un buen instrumento democrático para dilucidar las diferencias en una sociedad. Si, a ello le añadimos el significado binario, con que lo plantean los independentistas, la cuestión se agrava.

 Los problemas hay que resolverlos a través de la negociación, del pacto… en el que todo el mundo tiene que ceder y, al final, todos han perdido y han ganado un poco. En cualquier caso, tras haberse acordado, los pactos se refrendan. Además, recurrir al referéndum para resolver cuestiones de tanta trascendencia como separarse de un país, no deja de ser un disparate.

Por añadidura, como así ponen de manifiesto bastantes ejemplos, como los de Escocia y Canadá, si el resultado de un referéndum no es favorable a los que lo promueven, se vuelve a reeditar…

Esto no tiene límite. Si, como el Brexit, sale adelante sus mentores lo consideras irreversible. Si no es así, vuelven a convocar otro, y santas pascuas. Encima, suele ser habitual que quienes proponen los referéndums suelen ser los más ricos. Hay casos de barrios que quieren segregarse de una ciudad por interés.

 Alcobendas y Cerdanyola del Vallés se lo han planteado. Parece una broma, pero si la Tabarnia de Boadella, se plantea hacer un referéndum si hay otro ¿Por qué no? Es como volver a los reinos de Taifas en un mundo globalizado, en el qué para resolver problemas comunes, como el cambio climático, las migraciones, las finanzas…, lo que necesitamos es más unión en Europa y en el mundo.

El discurso nacionalista catalán está determinado por la dicotomía España-Cataluña, obviando la contradicción Cataluña-Cataluña…

La izquierda tiene que innovar sus argumentos. La derecha dice que el problema radica en la unidad de España, algo que a algunos como yo nos motiva poco, como tampoco nos motiva lo del “poble de Catalunya”. 

Pero más allá de todo esto está por ejemplo la equidad de los ciudadanos que viven en España. No digo igualdad, sino equidad. Podemos ser distintos, pero no queremos inequidad entre territorios. Y en Cataluña, es evidente, estamos enfrentadísimos. Hay gente que se ha dejado de hablar, reuniones que se hacían y ahora no se hacen, silencios….

¿Cómo se puede interpretar la ignorancia, el ninguneo o como se le quiera llamar del nacionalismo a la otra Cataluña?

Desde Federalistes, creo que hemos construido una opción, pero quizá nos hemos manifestado poco, posiblemente porque desde la izquierda tampoco habíamos pensado que pudiéramos llegar a estos límites.

 Hay un debate pendiente que es de la cultura, el de la lucha por entender la realidad para transformarla. Cosa que, en Cataluña, pasa por ver y asumir nuestra pluralidad. Hay que superar la apropiación que ha hecho el nacionalismo de muchas cosas, que nos ha hecho perder el sentido de la realidad.

¿Y la izquierda que pinta en todo esto?

Me preocupa, precisamente, el papel de la izquierda en esta lucha cultural y política ¿Cómo puede ser que Podemos y Comuns hablen de presos políticos? La comparación de los que fueron presos políticos y exiliados en el franquismo me parece una falta de respeto. Y no solo por eso, sino por el propio concepto “preso político”. Un preso político es quien le encarcelan o le detienen por sus ideas. 

Si así fuera, tendrían que estar detenidas miles de personas. Los presos del “Procés”, lo son por los actos que han realizado. El cómo se califica lo que has hecho es otra cosa. Nadie le ha pedido a nadie, por ejemplo, que alguien deje de ser independentista ¿Es que Carrillo cuando se hizo pragmático, dejó en algún momento de ser comunista?

Al final… ¿Pactar?

Pactar sí, pero no un referéndum que es jugar a la ruleta rusa, sino hacerlo de modo permanente, cediendo, sin prisas… Aquello de “tenemos prisa” suena un poco absurdo ¿Prisa de qué? Y ahora, después de tantas fechas, resulta como un sarcasmo. En tal sentido, pediría a la izquierda que fuera valiente, y no tuviera ningún complejo en decirles a los nacionalistas no a lo del derecho a la autodeterminación."                        (Entrevista a Anna Estany, Peru Erroteta, Crónica global, 12/05/19)

14/5/19

Antoni Bayona, ex-letrado mayor del Parlament: el uso de la expresión preso político no es la más apropiada... un preso político es una persona que es perseguida por sus ideas y sus convicciones. Aquí no debemos olvidar que se tomaron decisiones ejerciendo un poder público y eso cambia ese escenario...

"(...) -Hay tres argumentos que usted analiza en el libro que utilizan los independentistas para aplicar la ruptura: derecho a la autodeterminación, la plena soberanía de Cataluña y el principio democrático que emana de un referéndum. ¿Qué opina de cada uno?

-Yo lo veo más como una voluntad de ser que un ser. Se apela a esos elementos, pero en realidad son muy débiles. Y no pueden ser subjetivos. El derecho a la autodeterminación no está reconocido de forma amplia en el ámbito internacional. Se pensó para situaciones coloniales y pueblos sometidos a opresión y que tenían pendientes de desarrollar sus derechos como colectivos. 

Y se ha aplicado muy restrictivamente porque la comunidad internacional da mucha importancia al principio de integridad territorial. Y aquí hay muchas resoluciones de Naciones Unidas que hacen una interpretación muy restringida. 

Entiendo que, políticamente, se diga que en Cataluña se está en esa situación, es respetable, pero como jurista no puedo estar de acuerdo. En cuando al principio democrático, al margen de la legalidad, no es posible aplicarlo. 

La democracia no va separada de la legalidad. Es como una moneda que tiene dos caras, las dos se retroalimentan. Según el principio democrático, puedes cambiar el derecho y la norma, pero no puedes sentirte no sometido a ellos.

 Sobre todo si quien lo dice no es un particular, sino un poder público. Y sobre el principio de soberanía, ello implica que ya has desconectado de la legalidad que es de otro. Eso es una declaración política, pero eso no es así jurídicamente. No son argumentos sólidos.  (...)

-¿Ve excesivo el delito de rebelión?

-Yo no lo veo. He leído y releído el auto de procesamiento. La rebelión necesita demostrar que hubo violencia los días 20 de septiembre y el 1 de octubre. La violencia, suponiendo que la hubiera, no tiene la entidad que exige el Código Penal. El propio auto indica que esa violencia debe ser capaz de doblegar la voluntad del Estado. Y yo creo que se llegara a esa situación de riesgo. 

También creo que hay que valorar, no solo lo que pasó, sino lo que no pasó. Si realmente se quería hacer una independencia unilateral, el día D, el día 27, cuando se aprobó la DUI, pudo pasar algo. Y no pasó nada. Eso está muy ausente del debate.

-Usted mismo ha comentado que los dirigentes se fueron de fin de semana…

-Bueno, es lo que pasó. No concibo un gobierno que declare la independencia y no haga nada inmediatamente. Sobre todo si lo hace unilateralmente, si lo haces de acuerdo con el Estado quizá, pero no era eso. Yo no he visto esta circunstancia en el proceso.

-¿Hubo un punto de artificio jurídico para revestir un pronunciamiento político?

-Las leyes intentaban dar esa pátina jurídica apelando al derecho a la autodeterminación para celebrar un referéndum, mientras se aprobaba la ley de transitoriedad, que era consecuencia de lo anterior. 

Pero el elemento débil es decir que estás ejerciendo un derecho a la autodeterminación, que políticamente puedes invocar, pero no jurídicamente. Ahí se calibró mal. Se necesitaba una apariencia jurídica, pero era fachada, no había consistencia.

-¿Los procesados del 1-O son presos políticos?

-He dicho que me cuesta ver la prisión preventiva. Pero para mí, un preso político es una persona que es perseguida por sus ideas y sus convicciones. Aquí no debemos olvidar que se tomaron decisiones ejerciendo un poder público y eso cambia ese escenario. Aquí, el uso de la expresión preso político no es la más apropiada.  (...)"

(Entrevista a Antoni Bayona, ex-letrado mayor del Parlament, María jesús Cañizares, Crónica Global, 28/02/19)

2/5/19

Un 54% de los catalanes están a favor de un referéndum de autodeterminación (sumando ERC, JxC y los ‘comunes’)... no el 80% del que se habla continuamente

"Los independentistas utilizan habitualmente, en el marco de su repertorio de fake news, el supuesto porcentaje de un 80% de los ciudadanos catalanes favorables a la celebración de un referéndum sobre la independencia de Catalunya. Según los resultados de las elecciones generales de este domingo, el porcentaje del 80% parece notablemente exagerado.

De hecho, según esos resultados, si se suman los votos conseguidos por las formaciones independentistas más los de En Común Podemos, el partido dirigido por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, el porcentaje de votantes que es favorable a la realización de un referéndum, pactado con las autoridades del Estado español, es de un 54%.

Los comunes están profundamente divididos respecto a la reivindicación de la independencia de Catalunya, lo que provocó la reciente salida hacia Esquerra de dirigentes como Elisenda Alamany y Joan Josep Nuet. Sin embargo, hay bastante consenso respecto a la reivindicación de un referéndum pactado con la administración española, siguiendo los modelos de Escocia y el Quebec."               (e-notícies, 30/04/19)

2/4/19

El neoliberalismo económico también defiende el derecho a decidir, libertad económica. Que cada uno decida sobre el destino de todo su dinero. Nada de sistema fiscal progresivo, nada de pensiones públicas... El derecho a decidir de los ricos deja sin capacidad de decisión, e incluso de subsistencia, a los menos afortunados económicamente. Conceder el derecho a la autodeterminación a los habitantes de Cataluña impide que los andaluces, extremeños, castellanos... puedan decidir

"(...) tal vez cabría acuñar, sin embargo, otra que dijese algo así: “No hay cosa más tonta que un andaluz, un extremeño o un gallego etc secesionista”. Viene esto a cuento de la asistencia del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) a la manifestación independentista catalana (aunque en realidad era todo menos catalana) del pasado 17 de marzo en Madrid. 

Se entiende mal que los habitantes de las regiones más deprimidas, que lógicamente son beneficiarias de los mecanismos redistributivos del Estado, sean independentistas, como resulta también difícil de explicar que desde la izquierda se persiga la desintegración del Estado cuando, a pesar de todos sus defectos, es el único baluarte que tienen contra el poder económico. 

Hace mucho tiempo que resulta imposible justificar la postura de IU y de Podemos, que de forma progresiva han ido identificando sus actuaciones y posiciones con las reivindicaciones de los sediciosos. Comenzaron justificando el derecho a decidir y han terminando participando en una manifestación a favor de los golpistas y en contra de la Constitución y de la Justicia. (...)

Hoy se quiere arrojar por el desagüe el agua junto con el niño. Incluso a algunos, como a los golpistas catalanes, les importa muy poco el agua sucia, de lo que pretenden librarse es del niño. Por eso resulta tan inexplicable que la izquierda se preste a ser compañera de viaje de los que, con absoluta deslealtad, están dispuestos a quebrantar el Estado y miran con desprecio y superioridad a los demás españoles. 

Habría que sorprenderse, si no fuese porque nos tienen curados de espanto, de que IU Madrid en un tuit convocase a manifestarse el pasado 17 de marzo tras los supremacistas Torra y Mas con el argumento de que sin derecho a decidir no hay democracia. Frase que, si aparentemente tiene visos de veracidad, constituye una trampa retórica muy burda y bastante manida. Porque el problema radica precisamente en saber lo que cada uno tiene derecho y puede decidir. 

La democracia constituye el sistema que ordena el método y la forma de decisión. La libertad de cada uno termina donde comienza la libertad de los demás. Si cada uno pretendiese decidir sobre todo, y sin límite alguno, estaríamos instalados en la anarquía y serían los más débiles los que no decidirían nunca.
 
El neoliberalismo económico también defiende el derecho a decidir, libertad económica. Que cada uno decida sobre el destino de todo su dinero. Nada de sistema fiscal progresivo, nada de pensiones públicas, que todos los ciudadanos vayan al colegio y al médico que quieran (siempre que puedan pagárselo, claro).

 El derecho a decidir de los ricos deja sin capacidad de decisión, e incluso de subsistencia, a los menos afortunados económicamente. Conceder el derecho a la autodeterminación a los habitantes de Cataluña impide que los andaluces, extremeños, castellanos o madrileños decidan acerca de la estructura y configuración del Estado español, a lo que tienen derecho.

 La soberanía, y por lo tanto el derecho a decidir, pertenece a la totalidad de los españoles. Una parte no puede decidir sobre lo que corresponde al todo, y casi siempre que pretende hacerlo es porque es la parte más opulenta y se resiste a perder su posición privilegiada.

Los líderes de Podemos e IU han metido a sus organizaciones en un charco cenagoso del que les va a ser imposible salir. ¿Cómo convencer a las clases populares de Andalucía, Asturias, Castilla, Aragón y en general de toda España que sus intereses son los mismos que los de Puigdemont, Torra y el resto de los golpistas? Tontos, de esos con los comenzamos el artículo, no hay tantos.

 ¿Cómo persuadirles de que su situación va a mejorar -ni siquiera la de los catalanes- con la desintegración del Estado? No tiene nada de extraño que sus resultados electorales sean cada vez peores y vayan perdiendo adeptos.

Solo los errores de Podemos, de IU y de las confluencias están haciendo que el PSOE crezca. Es el tradicional abrazo del oso.(...)"               (Juan Francisco Martín Seco, República.com, 28/03/19)

28/3/19

El reconocimiento de las minorías nacionales, en el seno del Consejo de Europa --organismo en el que más se ha avanzado en este ámbito-- tiene consecuencias --en el ámbito político, lingüístico, etc-- que el sistema constitucional español cumple de forma indiscutible...

"(...) --Pregunta: Usted ha seguido de cerca el proceso soberanista en Cataluña, que ha derivado hasta el juicio en el Tribunal Supremo. Todos los dirigentes independentistas se refieren al mandato político, a la necesidad de impulsar un proyecto “democrático” por encima de las limitaciones de la ley. ¿Es un debate que debamos tener en cuenta, de una forma seria y real en los próximos años?

--Respuesta: Considero que hay que diferenciar dos aspectos. En primer lugar, el principio de legalidad o imperio de la ley (rule of law). Es un principio irrenunciable en todo sistema democrático; un principio esencial, sin el que ningún sistema democrático puede sobrevivir. Es un principio que garantiza la seguridad, tanto jurídica como política. 

Y ambas son esenciales, indispensables; lo contrario es abrir la puerta a la destrucción del sistema. Y ese principio tiene una legitimidad inatacable, precisamente, por la naturaleza democrática del sistema político en el que se han hecho esas leyes.

Desde este punto de vista, la postura del independentismo tiene un problema irresoluble: está poniendo en entredicho la legitimidad democrática del sistema político --y, por tanto, la legitimidad de desobedecer sus leyes-- porque no reconoce el derecho a la autodeterminación --o su sucedáneo, el derecho a decidir--; o, en otras versiones, por no dejar que el electorado de Cataluña pueda manifestar en referéndum su voluntad sobre el estatus político de su comunidad. 

Pero ni en el Derecho internacional ni en las democracias constitucionales se reconoce el derecho de autodeterminación --o el derecho a decidir-- a pueblos de las características del catalán  --lo que dejó claro el tan recurrente Dictamen del Tribunal Supremo de Canadá sobre la secesión de Quebec (1998), que se utiliza y se manipula a antojo--, ni el derecho a referéndum para manifestar la voluntad sobre el estatus de una comunidad es un elemento necesario del modelo europeo de sistema democrático, como, por ejemplo, ha dejado muy claro en distintas ocasiones la Comisión de Venecia, del Consejo de Europa.

--¿Por tanto?

--Esa idea de democracia por encima y al margen del imperio de la ley que sostienen los dirigentes independentistas es una falacia. Como afirmó el Tribunal Supremo de Canadá en el mismo Dictamen, se trata de un argumento que, a primera vista, es seductor, porque se vincula a la idea democrática; pero cuando se analiza más en profundidad, resulta un argumento endeble, “porque malinterpreta el significado de la soberanía popular y la esencia de una democracia constitucional”.

 Dicho esto, ningún sistema democrático puede contemplar impasible, con tranquilidad, que una parte muy cualificada --cercana a la mitad del electorado-- de una comunidad tan importante como lo es Cataluña en España no se sientan vinculados al mismo y consideren que carece de legitimidad política. 

No hay sistema democrático que pueda pervivir a la larga si no logra la adhesión y la legitimidad de la inmensa mayoría de quienes integran la sociedad. Quienes insisten en la importancia de respetar el principio de legalidad no pueden ser indiferentes a la necesidad de que esa legalidad sea sentida como plenamente legítima.

El sistema político español tiene un arduo reto, que hasta ahora se ha empeñado en eludir: recuperar la legitimidad política en una mayoría ampliamente cualificada de la sociedad catalana. Es decir, una cosa es que Cataluña no pueda pretender un derecho a la secesión --salvo que, en su caso, concurriesen las condiciones que lo legitimarían como remedial secession, es decir como remedio--; otra es la necesidad del sistema político español de saber gestionar el reto del independentismo de forma irreprochablemente democrática; y, finalmente, la tercera, es la imperiosa necesidad de que el sistema político recupere una legitimidad política ampliamente mayoritaria en Cataluña.  (...)

--¿Es defendible la autodeterminación de Cataluña?

--Ya he dicho que el derecho de autodeterminación no es aplicable a Cataluña. Pero es indispensable saber gestionar de forma profundamente democrática el reto que el independentismo plantea. 

Y eso solo se puede hacer en estricto cumplimiento de los principios en los que se basa la Constitución. Lo que quiere decir que si el sistema político español no es capaz de ganarse la legitimidad política de esa mayoría cualificadamente amplia de la sociedad catalana va a tener ante sí un problema muy serio, porque no se puede mantener una crisis de este tipo abierta durante largo tiempo; y no se puede resolver por la pura vía de la imposición. La crisis del sistema democrático que una situación semejante acarrearía sería muy difícilmente sostenible; en el interior, en España, y en el contexto europeo. 

Y nadie sabe qué situaciones --especialmente de crisis-- va a encontrarse Europa en el futuro. No solo hay que ser escrupulosamente democrático en la gestión del reto independentista; además, hay que parecerlo. La imagen que se reciba en el exterior es muy importante y, dependiendo de la coyuntura europea, puede ser determinante.

--Porque, ¿puede Cataluña mirarse en el espejo de Escocia o Quebec, o es realmente un caso único?

--Ambas cosas. Los procesos de Quebec y Escocia están ahí y son difícilmente eludibles; cuando menos, en algunos aspectos. Por mucho que algunos se empeñen en ignorarlos o en sostener que no se pueden equiparar, ahí están. Pero se trata, en ambos casos, de sistemas constitucionales peculiares, modelo Westminster, en los que la idea de base es el concepto político --y no jurídico-- de Constitución, aunque, a partir de la patriación de la Constitución en 1982, Canadá es un híbrido singular. 

En Canadá, por razones históricas, la Constitución no dice nada sobre referéndums, por lo que no se planteaba el problema jurídico de la capacidad de un parlamento territorial para convocarlo; problema que sí existe en el Reino Unido y en España. Eso no es indiferente.

En Escocia, el referéndum se hizo con autorización expresa del Parlamento británico --que impuso condiciones--. Una autorización que no se puede entender sin los cálculos políticos –irresponsables-- de un primer ministro tan singular como David Cameron; una singularidad que le llevó a convocar, dos años más tarde, el referéndum sobre el Brexit, llevando al Reino Unido a la situación en que se encuentra en la actualidad. 

Más que si Cataluña puede mirarse en el espejo de Quebec y Escocia hay que preguntarse si España quiere mirarse en el espejo de Canadá y Reino Unido; y, aún más, si el sistema político español quiere aprender de esos dos procesos históricos o se empeña, como hasta ahora, en no hacerlo.

Por ejemplo, el hartazgo de la sociedad con el tema del referéndum y la soberanía, la fractura de la sociedad, etc. En cualquier caso, desde la perspectiva de los independentistas catalanes, esos espejos muestran aspectos que se niegan a ver y a tener en cuenta. De la imagen que ofrecen solo reparan en lo que conviene a sus pretensiones e ignoran todo lo que las pone en entredicho. Pero también tenemos el espejo del Reino Unido con el Brexit, de cuyo proceso todos debemos aprender mucho. (...)

--El Gobierno del PP, con Mariano Rajoy, ¿debería haber entrado en una negociación política en el momento en el que Artur Mas se lo pide? ¿Qué pudo haber hecho para que el conflicto no llegara hasta donde ha llegado?

--El sistema político español tiene dos alternativas viables y una muy arriesgada, casi suicida
Esta última es el inmovilismo. Las otras dos son: negociar con los nacionalistas las demandas que estos plantean, tal y como las plantean, o tomar la iniciativa y construir un sistema autonómico con profundas y amplias autonomías territoriales, pero con gran solidez y eficacia en el gobierno del conjunto del sistema, de forma que garantice la estabilidad del sistema político y la integración del conjunto. 

La primera de estas opciones lleva a unos resultados que ya conocemos: la construcción de un sistema falto de coherencia, hecho de sucesivos retales o trozos cogidos de aquí y de allá, a golpe de negociación política, en una dinámica que nunca logrará la satisfacción de las demandas nacionalistas, porque tienen una capacidad ilimitada de cambio

. La segunda alternativa requiere que las fuerzas políticas se decidan a tomar la iniciativa, para construir un sistema sólido y coherente, reconociendo todas las singularidades o diferencias que sea necesario reconocer. Pero eso solo se puede hacer con la vista puesta en un horizonte clara y netamente federal

Rajoy pudo haber negociado el pacto fiscal con Artur Mas. Hubiese sido una salida. Temporal, pero salida, al fin y al cabo. Lo que ocurre es que los problemas irresueltos del sistema autonómico seguirían ahí y volverían a aparecer y a crear problemas similares. Sobre todo, si ese hipotético acuerdo sobre el pacto fiscal hubiera sido un simple remiendo, sin integrarse en un sistema de financiación de todas las comunidades autónomas coherente y equitativo.  (...)

--¿Deberá España en algún momento impulsar algún tipo de ley similar a la Ley de Claridad canadiense?

--En España ocurre algo muy llamativo con la Ley de Claridad; unos y otros, quienes propugnan la independencia y quienes se oponen radicalmente a ella, están obnubilados con la Ley de Claridad. Y en Canadá es denostada por los soberanistas y es casi irrelevante para quienes se oponen a ellos. El problema es que la Ley de Claridad se interpreta a conveniencia, sin tener en cuenta por qué, cómo y para qué surge en Canadá.

 Los nacionalistas la ven con buenos ojos porque entienden que establece la competencia territorial para convocar un referéndum sobre la soberanía de su territorio. Y los contrarios a la independencia, porque consideran que pone unas condiciones tan estrictas, cuya evaluación deja en manos del Parlamento federal, que garantiza que no se les va a ir de las manos.

Pero ni unos ni otros han entendido la Ley de Claridad y lo que significa en Canadá. Esa Ley no avala la competencia para convocar referéndum de soberanía. Esa competencia, que, por las peculiaridades de la Constitución canadiense, no se discutía es externa y previa a la Ley de Claridad. Esta Ley nace, precisamente, para enfrentarse a la situación creada por esa competencia para convocar un referéndum sobre la soberanía por parte de una provincia; más claramente, para tratar de evitar que un referéndum semejante tenga efectos prácticos. 

Pero, además, se trata de una ley que es una interpretación de parte interesada --del Parlamento federal-- sobre lo que hay que deducir de lo que el TS dijo en el dictamen sobre la secesión de Quebec. Y es una interpretación discutida --por la Asamblea nacional de Quebec, por ejemplo-- y muy discutible como interpretación de la doctrina del TS.

--¿Por tanto?

--Creo que el momento de plantearse la necesidad de abordar jurídicamente el problema en esa vía no debe ser previo a intentar resolver políticamente el problema. Si el problema es democráticamente irresoluble, y así lo demostrase el paso del tiempo, democráticamente quizás no hay otro remedio que plantearse la regulación de cómo poder independizarse y sus condiciones. Por eso me parece tan irresponsable el inmovilismo en que se ha instalado el sistema político español. 

Otra cosa son los problemas de viabilidad que la pretensión independentista puede plantear, a pesar de una ley semejante. El Brexit es un ejemplo de ello en unas condiciones incomparablemente más sólidas para la pretensión del RU respecto a la UE que la de los independentistas catalanes respecto a España. 

--¿Qué verdades hay en el independentismo catalán o vasco cuando reivindica un autogobierno real, al entender que el Estado de las autonomías no lo ha garantizado?

--Hay una parte de verdad y, junto a ello, mucha exageración interesada. Por ejemplo, es inaceptable que tras casi 40 años de estatutos de autonomía siga abierta la discusión sobre las transferencias. En mi opinión, no todas las que se reclaman son indiscutibles y hay mucho de apariencia cuando se mencionan cantidades elevadas de competencias sin transferir, cuando en casi todos los casos se trata de aspectos muy concretos en materias en las que los servicios han sido transferidos. 

Pero también, por otra parte, se suele afirmar con arrogancia que España es el país con autonomías más amplias del mundo; y eso no es verdad.

Hay una gran descentralización del gasto y una muy potente estructura político-administrativa autonómica, pero la autonomía política de las comunidades autónomas está lastrada, entre otras razones, por la reserva al Estado de la competencia para establecer lo básico en la mayoría de las materias, como columna vertebral del sistema de distribución de competencias. Y, aunque no es el problema del País Vasco y de Navarra, el sistema de financiación sigue siendo el problema más importante, que más distorsiona, un tratamiento suficiente y equitativo de las comunidades. (...)

--¿Puede el nacionalismo catalán o vasco acomodarse en un Estado netamente federal? Históricamente se ha rechazado, al considerar que sería un Estado simétrico, que no recogería las diferencias como naciones.

--Considero que más que obsesionarse con la forma en que los nacionalismos territoriales plantean sus demandas, hay que mirar a qué es lo que es capaz de lograr el respaldo de una mayoría cualificadamente amplia de estas sociedades.

 Los sondeos de opinión periódicos que se realizan tanto en el País Vasco como en Cataluña ponen de relieve que es posible lograr ese amplio respaldo mediante fórmulas que no coinciden con las reclamaciones rupturistas de signo independentista o similar. La cuestión es que mientras no se impulsen esas alternativas el terreno de juego político se abandona a los nacionalistas y sus demandas. 

Por tanto, para mí la cuestión no es si la opción "netamente federal" que usted señala satisface o no a los partidos nacionalistas en el momento de plantearla y desarrollarla, sino si satisface suficientemente a una mayoría ampliamente cualificada de esas sociedades, de forma que no consideren una buena idea respaldar la opción independentista. Si la opción independentista no logra un respaldo cualificado, los partidos nacionalistas la abandonarán o se arriesgarán a la marginalidad política. 

--¿Es esa la dificultad de España en relación a otros países, de carácter federal, como Alemania, la necesidad de acomodar dos cuestiones, autogobierno y descentralización y reconocimiento nacional de dos de sus partes, Euskadi y Cataluña?

--Nuestro país es como es. Quien no lo acepte como punto de partida, se equivocará en la alternativa política que plantee. Es un país que carece de la homogeneidad de sentimiento nacional que existe, por ejemplo, en Alemania. Pero no somos el único país que debe afrontar una realidad compleja, de estas características. Cada país debe articular el sistema federal que sea adecuado a sus características. 

Y tenemos ejemplos de los que aprender. No estamos solos en el mundo de las democracias federales en esa peculiaridad. Pero hay que asumir que hay pretensiones --como la homogeneidad de sentimientos nacionales-- que nunca o, al menos, a corto plazo, podremos alcanzar, por lo que es mejor que no nos obsesionemos demasiado con ellas. Ciertamente, cuando esa homogeneidad de sentimientos no existe las cosas son más difíciles. Pero no se trata de resolver la cuestión de los sentimientos, sino de articular un sistema político sólidamente integrado y estable teniendo en cuenta esa realidad.

 Lo que ocurre es que cuando los nacionalistas reclaman el reconocimiento de sus comunidades como "nación" no concretan, en primer lugar, qué es lo que, a su juicio, supone ese reconocimiento, qué efectos tiene; y, por otra, acaban pretendiendo que su aceptación signifique lo que ellos creen que debe significar. En los sistemas democráticos en los que se habla con naturalidad de distintas naciones siempre se remarca que lo son "dentro de un único país" o "dentro de un país unido". 

Además, ese reconocimiento se limita al discurso puramente político. El reconocimiento de las minorías nacionales, en el seno del Consejo de Europa --organismo en el que más se ha avanzado en este ámbito-- tiene consecuencias --en el ámbito político, lingüístico, etc--  que el sistema constitucional español cumple de forma indiscutible. De acuerdo con este organismo, la condición nacional es un sentimiento personal de pertenencia, que a nadie se puede negar. Pero, más allá de ese reconocimiento, ¿qué se intenta con esa reclamación? Al final, en esos debates siempre se acaba en lo mismo: el intento de justificación del derecho de autodeterminación, se exprese como se exprese.  

Como en su día (2006) dijo Stéphane Dion, en el debate parlamentario sobre esta cuestión, los nacionalistas, con la reclamación del reconocimiento como nación pretenden introducir la confusión en las palabras para provocar la confusión en los espíritus. (...)"                

 (Entrevista a López Basaguren, experto en federalismo, Manel Manchón, Crónica Global, 17/03/19)

Llamazares: "No compartimos las excusas de Irene Montero a Torra en relación a los lazos amarillos"

"(...) Delante de una gran bandera republicana, explica en qué consiste su proyecto constitucionalista y de cambio con acuerdos transversales, incluso con la derecha. Reprocha a la izquierda haber “confundido” al electorado sobre la cuestión catalán, por ejemplo con la postura de Podemos sobre Quim Torra y los lazos amarillos, y acusa a Pedro Sánchez de haber utilizado a las instituciones para su campaña electoral.  (...)

Una de las razones de la caída de Podemos en los sondeos es su acercamiento al separatismo catalán: ¿sigue siendo crítico con el partido de Iglesias?

No compartimos en absoluto las posiciones de Unidos Podemos ni las excusas de Irene Montero al president Torra en relación a los lazos amarillos [la dirigente sostiene que la decisión de la Junta Electoral es una "tomadura de pelo" y que “estamos en una campaña en la que parece que queremos que la JEC sea otro partido más"]. 

El principio de legalidad hay que mantenerlo. Y no estamos de acuerdo con el derecho a decidir, que es un sucedáneo del derecho de autodeterminación y no lo tienen los países democráticos de nuestro entorno.

Y Sánchez, ¿debería haber hecho algo más con los lazos?

Los símbolos son representativos del pluralismo político en el espacio público, pero en una campaña electoral los edificios institucionales deben cumplir la resolución de la junta electoral. El gobierno central y el autonómico deben hacerla cumplir.

¿Qué opina de que miembros de IU y Podemos acudieran a la manifestación independentista contra el Estado en Madrid?

No lo comparto en absoluto. Una cosa es tener una actitud humanitaria con los encarcelados de forma preventiva, otra es manifestarse en Madrid con Torra acusando a la democracia española de no ser una democracia. No se sostiene.

La cuestión catalana es, pues, clave para la izquierda.

Es uno de los grandes fracasos de la izquierda. Los ciudadanos le reprochan a la izquierda esta confusión en relación al modelo de Estado. No saben si queremos una España que continúe unida y conviviendo, o queremos volver atrás para hacer un proceso de autodeterminación y volver a unirnos, como dice Podemos. Pero esto es un absurdo. El referéndum se hace para separar, no para unir.

Es decir, que falta más agenda social.

Creemos que hay que relanzar y renovar el pacto social. Es la prioridad porque la desigualdad es el principal problema de este país. Nosotros en Cataluña vamos a presentar una lista con el fiscal Carlos Jiménez Villarejo. Con él queremos expresar algo muy claro: el acatamiento de la Constitución y distanciarnos del derecho de autodeterminación.

¿Cómo se traduce eso en términos de alianzas?

Nuestra política de alianza es con el conjunto de las fuerzas democráticas de este país. Y en la izquierda esta alianza tácita con los sectores conservadores de Cataluña es incomprensible.

Habla de un acuerdo con el PSOE, Ciudadanos…

Queremos un gobierno de la izquierda y sectores progresistas.

¿O sea?

PSOE y Podemos. Pero Ciudadanos no, porque se ha alineado con la derecha y ha establecido el mismo la línea roja. Esto para el Gobierno, pero en el modelo de Estado esa dialéctica va más allá. El problema del medioambiente los solucionará la izquierda con otros sectores del centro y la derecha. También el cambio frente al machismo tiene que ser global: no debe quedarse en sectores feministas y progresistas. (...)"                           (Entrevista a Gaspar Llamazares, Luca Constantini, Vox Populi, 24/03/19)

12/3/19

El Valle de Aran tiene derecho a separarse de Cataluña... en caso de que Cataluña se independice de España... luego, también podría autodeterminarse Barcelona de Cataluña... por el mismo motivo

"El Valle de Aran tiene derecho a la autodeterminación desde principios del año 2015, cuando el Parlament aprobó un ley que reconoce “la realidad nacional occitana” y su “derecho a decidir”. Y eso es lo que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha querido resaltar este lunes tras reunirse con el síndico del Aran, Carlos Barrera.
“Es así como libertad y la democracia abren camino al siglo XXI. Y es por ello que Catalunya reconoce a las realidades nacionales un derecho que también quiere ver reconocido para ella”, ha asegurado el presidente catalán, en alusión al derecho a la autodeterminación. Con este propósito, el Govern también ha celebrado su reunión semanal en el Valle de Aran y ha aprobado un paquete de medidas para “reforzar el autogobierno aranés”.

La ley sobre el régimen especial de Arán recoge en su disposición adicional primera que “el Parlamento de Catalunya reconoce el derecho del pueblo aranés a decidir su futuro”. La legislación se aprobó en la cámara catalana hace cuatro años y el gobierno de Artur Mas argumentó entonces que “hay una identidad nacional, una identidad propia que no es fruto de la improvisación e incluso una lengua que es oficial en Catalunya”.

Ahora, el Ejecutivo catalán se ha comprometido a desplegar “la ley que define el régimen especial de Arán en todas sus capacidades y posibilidades” a fin de “potenciar un territorio singular con personalidad propia”, según ha afirmado Torra."                        (e-notícies, 11/03/19)

5/2/19

El lenguaje del proceso ha sido fundamental para edulcorar la realidad: «derecho a decidir» en vez de «derecho a la autodeterminación», «consulta» en vez de «referéndum de autodeterminación», «desconexión» en vez de «independencia», no vaya a asustarse el personal...

"(...)  —Lo del derecho a decidir es una chorrada que se inventaron para convencer al personal. Lo dicen hasta ellos. Lo admitió incluso aquel que luego dijo que «sin muertos, la independencia tardará más». 

El lenguaje del proceso ha sido fundamental para edulcorar la realidad: «derecho a decidir» en vez de «derecho a la autodeterminación», «consulta» en vez de «referéndum de autodeterminación», «desconexión» en vez de «independencia», no vaya a asustarse el personal. 

Lo dijo hasta Torra en aquel artículo que publicó el pasado mes agosto en El Periódico: «el lenguaje es poder y quien lo controla o quien es capaz de manipularlo tiene capacidad para cambiar la percepción de la realidad».

¿Sabes por qué? Porque había que crear un marco mental, un relato. Ahora se quejan de que la fiscalía se ha inventado un relato con el proceso, pero ellos también han hecho lo mismo gracias a los medios de comunicación públicos: crear el relato de que era un pueblo en marcha hacia la independencia. Y no era todo el pueblo. Era el 47%.

Mira, hace unos días detuvieron a 16 personas por cortar el AVE, entre ellos dos alcaldes de la CUP. ¿Puedes creer que el debate mediático no era si habían cortado el AVE o no —¿tú crees que los alcaldes tienen que ir cortando el AVE, en el caso que lo hicieran, eso lo decidirá un juez?— sino si las detenciones habían sido irregulares?. Ahora va a resultar que la Policía Nacional, en caso de indicio delito, no puede detener a la gente…(...)"                                (Entrevista a Xavier Rius, Julio Murillo, Magazine, 01/02/19)