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6/7/21

7 veces campeona de España, 4 veces olímpica, más de 20 años en la selección, escolarizada desde parvulario en España, mis padres son españoles desde hace años... Pero para @Marca soy una ucraniana con pasaporte español. Tócate las narices... el derecho de suelo español te hace española... el derecho de sangre alemán (el de los bárbaros del norte, Puigdemont y el de Marca), nunca te lo permitiría

Ignasi Guardans @iguardans

 Esto es muchísimo más importante de lo que parece. En el @DiarioMarca_ deberán tener una conversación. Pero no es una anécdota. Es retrato de un grave problema cultural en este país, que afecta incluso a gente de buena fe, y no solo a la derecha xenófoba. España es otra cosa.

4:41 p. m. · 20 jun. 2021
8 Retweets 2 Tweets citados 53 Me gusta


Marquesa Indignada #AboliciónOBarbarie @marquesanonima
En respuesta a @iguardans y @DiarioMarca_

 Això és el que fan alguns indepes d'anomenar-nos "espanyols residents a Catalunya"

Galia Dvorak @galiadvorak

 7 veces campeona de España, 4 veces olímpica, más de 20 años en la selección, escolarizada desde parvulario en España, mis padres son españoles desde hace años... Pero para @Marca soy una ucraniana con pasaporte español. Tócate las narices.

6:46 p. m. · 19 jun. 2021
13,9 mil Retweets 493 Tweets citados 55,2 mil Me gusta

 Galia Dvorak @galiadvorak

 Bueno, pues como mi tuit de ma nacionalidad se ha viralizado voy a poner un hilillo para zanjar la polémica y pasar a la siguiente cosa ya que no me siento muy cómoda siendo viral por esto y no por lo que hago o por quién soy.

Ayer @marca publicó la noticia que resulta que es un comunicado de @EFEnoticias que luego otros medios como @sport han transcrito tal cual. A @marca le ha tocado pillar porque fueron los primeros...y porque no es la primera vez.

Ser hija de inmigrantes no es fácil ni tan siquiera en un país tan abierto como España y muchas veces te sientes desencajada (sí, es un guiño a @margayakovenko. Por mucho que hayas crecido aquí y tus primeras lenguas hayan sido el catalán y el castellano...

Para algunos siempre eres y serás una extranjera y te señalan por ello. Y duele porque por muy orgullosa que estés de tus raíces vas a Ucrania y allí si que eres una completa extranjera que por desgracia ni siquiera habla el idioma.

Y si eres deportista, duele por partida doble porque aunque hayas crecido en un país, te hayas formado deportivamente en él y lo representes en competiciones internacionales te siguen diciendo que no eres de aquí.

Mi cruz es haber nacido en Kiev pero por ejemplo @MXiaoPodium y @SXZhangPodium han nacido aquí pero se encuentran con el mismo problema porque hay gente a la que no les gusta que haya españoles con sus rasgos.

Yo entiendo que muchas veces estás noticias están hechas sin maldad y desde el desconocimiento, pero tenéis que entendernos a nosotras también, que con perdón, llevamos tragando mierda toda la vida.

Y victimismos cero, ya que en general me considero privilegiada pero si denunciando estas cosas públicamente logro que haya un poco más de consciencia sobre el tema pues mejor.

Y eso es todo. Para los que me habéis seguido por el tuit de denuncia siento defraudar: tuiteo muy poco y en general solo sobre pinpón.


Y no tengo nada que promocionar aparte de de mí misma así que si queréis seguirme en Instagram, allí también soy @galiadvorak (una de las grandes ventajas de tener unos orígenes diversos es que nadie se llama como tú) 

12:06 p. m. · 20 jun. 2021
437 Retweets 40 Tweets citados 1.928 Me gusta

18/3/21

El independentismo envejece... el mayor apoyo a la secesión se concentraría hoy en las franjas de edad intermedia o, incluso, superiores a los 60 años

 "Las elecciones del 14 de febrero y los últimos datos sobre convicciones identitarias recogidas por el Centro de Estudios de Opinión (CEO) demuestran que es incorrecta la percepción de que la independencia de Cataluña llegará más temprano o más tarde porque los jóvenes que se van incorporando al censo electoral son más partidarios de ella que sus padres y sus abuelos. 

El politólogo Oriol Bartomeus y el periodista de La Vanguardia Carles Castro coinciden en la tesis de que el independentismo ha atraído en los últimos tiempos más gente mayor que jóvenes al estudiar los resultados de las elecciones al Parlament y las encuestas del CEO. Algunos analistas independentistas llegaron a afirmar, tiempo atrás, que la independencia caería como una fruta madura cuando muera la gente mayor procedente de la inmigración española que vive en Cataluña, que es muy mayoritariamente contraria a la ruptura con España. La realidad actual, sin embargo, les desmiente: El independentismo ha envejecido.

Carles Castro, en su artículo ¿Cataluña, dónde vas? analiza la evolución del apoyo al independentismo entre los años 2011 y 2021, a partir de los datos del CEO. Y concluye que «hasta 2017, los nuevos electores (jóvenes de entre 18 y 24 años) lideraban el apoyo a la independencia en las encuestas. Y expresaban también porcentajes más altos de identidad sólo catalana. Pero esta deriva se rompe a partir de 2019. 

Los nuevos grupos que ingresan en el censo exhiben menores tasas de apoyo a la secesión y una identidad más plural que el resto de la población. La combinación de algún grado de catalanidad y españolidad llega entre los jóvenes al 77%, diez puntos más que en 2015». En  el año 2013, un 56,3% de los jóvenes entre 18 y 24 años apoyaban una Cataluña independiente. Ahora esta cifra ha descendido casi veinte puntos, hasta el 39,1%. El apoyo de los jóvenes a la independencia ha sido superado por el que le dan los adultos de 50 a 64 años (un 41%) y las personas de más de 64 años (un 44,8%).

El politólogo Oriol Bartomeus, autor del libro El terremoto silencioso, donde analiza los efectos del relevo generacional en la transformación del comportamiento electoral en Cataluña, escribió, el 11 de marzo, en su blog: «Desde sus inicios, el procés independentista se cree protagonizado por las generaciones más jóvenes. De ahí también la afirmación que se ha hecho de que la independencia llegará sí o sí porque va a caballo del relevo generacional. 

Pero esto último no es totalmente cierto, ya que el movimiento independentista no tiene una raíz generacional, sino de origen familiar y lengua. La divisoria del país no se establece entre viejos y jóvenes sino en la cicatriz clásica entre catalanes con orígenes foráneos y catalanes con orígenes nostrats, que tiene una derivada evidente en la lengua materna de unos y otros (por cierto, mucho más compleja de lo que nos haría pensar el maniqueísmo tuitero)».

En Twitter, precisamente, es donde se nota más la presencia de independentistas de edad avanzada defendiendo las tesis más intransigentes. No hay datos que lo corroboren pero el gran número de faltas de ortografía catalana en los tuits más hiperventilados hace pensar que los escriben personas que no han pasado por la escuela en los últimos cuarenta años. Los jóvenes saben escribir catalán. Los independentistas y los que no lo son.

Bartomeus afirma que se ha producido una radicalización de los mayores, que se consideran ahora más de izquierdas y más independentistas que años atrás. Esta radicalización, según el politólogo, «contrasta vivamente con un desplazamiento mucho más moderado por parte de la generación más joven (nacidos después de 1975) de los nacidos en Cataluña de padres que también han nacido aquí, que hace diez años eran los que se situaban a la izquierda de todos los electores con ascendientes catalanes y ahora se han visto atrapados por sus abuelos radicalizados». 

Y termina concluyendo que «la auténtica force de frappe que mantiene la llama del procés no son tanto los jóvenes que incendian contenedores, como los viejos que lo aprueban».

La hipótesis de Carles Castro es que «el mayor apoyo a la secesión se concentraría hoy en las franjas de edad intermedia o, incluso, superiores a los 60 años». Y prevé que la velocidad de expansión del independentismo se reducirá «hasta propiciar una cierta contracción de la masa crítica de apoyo a la secesión». El tiempo y la muerte de los más mayores no juega necesariamente ya a favor de los partidarios de la independencia de Cataluña."                   (elTriangle, 17/03/21)

20/1/21

De la Feria de Abril a los chicos de la calle: migraciones y escena trap en la segunda ciudad de Catalunya

  "Ya ha llovido desde aquel día que me llamaron para echar una mano como camarero en una de las casetas de la Feria de Abril de Catalunya. Enclavada en el Parque del Fórum de Barcelona, la feria era un caleidoscopio de colores y un arroyo incesante de multitudes que llenaban las casetas. La verdad es que fui con pocas ganas.

 Ya se sabe que, en este tipo de eventos, los camareros trabajan a destajo hasta bien entrada la madrugada. Como era de esperar, la noche fue frenética y no paré de servir copas. Pero la verdad es que guardo un buen recuerdo. En los pocos momentos que tenía de descanso me dedicaba a observar aquella explosión de euforia expresada en animadas conversaciones y en la envolvente coreografía de los bailes por sevillanas. No en vano, aquel ambiente me resultaba familiar y aquellos jóvenes tenían mucho en común conmigo mismo: procedían de barrios de la periferia de Barcelona y de familias castellanohablantes de clase trabajadora.

Un recuerdo que suelo asociar a aquella noche es una canción: “Tu calorro”, de Estopa. Cuando sonaban los primeros compases de la canción, acompañados de la rugosa voz de David Muñoz, la caseta se venía abajo. Cantada a pleno pulmón como si de un himno se tratase. Y posiblemente lo fuese para muchos. En los hermanos Muñoz, de Cornellà y que habían trabajado en una proveedora de Seat, veían a dos héroes locales con quienes compartían un origen social y unos mismos códigos. 

Eso era un motivo de orgullo y de cierto sentimiento de pertenencia. Estopa eran como ellos y en sus canciones se veían reflejados. Qué mejor estampa para celebrarlo que la de una noche nostálgica de fin de semana en cuyo horizonte se dibujaban las tres chimeneas de la antigua central térmica de Sant Adrià del Besós y el barrio de La Mina. La poesía de los márgenes o, en palabras de Jorge Luis Borges, “la luna de los suburbios derruidos”.

La Feria de Abril de Catalunya, que se celebra desde 1971 y que en 2009 recibió dos millones de visitas, parece haber pasado sus mejores días. Desde aquella lejana noche no la he vuelto a visitar y las veces que he regresado al Parque del Fórum ha sido para asistir a conciertos de grupos como Sonic Youth y The Cure. Hoy los hijos de la emigración andaluza hemos superado ya holgadamente los 40 años, tenemos un trabajo estable y una hipoteca a tipo variable. 

Algunos, incluso, dejaron el barrio hace tiempo. Queda en la memoria un imaginario colectivo y simbólico vinculado generalmente a los barrios obreros del área metropolitana de Barcelona. Una banda sonora generacional que podríamos reconocer en las rumbas de Los Chichos o en el desgarrador quejío flamenco de Camarón de la Isla. Esa Catalunya a la que últimamente el moderneo barcelonés dedica festivales de “cultura txarnega”.

El problema es que no solo ignoramos, tan anclados en un pasado idealizado, que en los últimos años los márgenes se han movido, sino que desconocemos por completo nuevas manifestaciones culturales y musicales nacidas entre los hijos de la nueva inmigración. Igual son ellos en quienes deberíamos centrarnos a la hora analizar la vida en las periferias de Catalunya. Básicamente porque, aunque siempre haya desconfiado del concepto, ellos son los nuevos charnegos. 

Los chicos de la calle                                      

Escribía Najat El Hachmi en el prólogo de la edición no censurada de Els altres catalans de Francesc Candel sobre los recelos entre la emigración de los años 60 y la inmigración actual. Como apunta la autora de Jo també sóc catalana, la relación no siempre ha sido fácil y un lugar muy común entre los emigrantes que llegaron a Catalunya hace ya más de medio siglo es el de comparar ambas oleadas migratorias para constatar que el suyo fue un proceso mucho más duro y que, a pesar de las dificultades, supieron integrarse y prosperar.

Lejos de romantizar la realidad de los barrios, como habitualmente hacen quienes no viven en ellos, no podemos obviar los conflictos que en ocasiones se generan, por ejemplo, por la utilización del espacio público. Las frágiles políticas de acogida de las administraciones, así como el paternalismo y la criminalización de la pobreza, han propiciado que la interrelación entre las diferentes comunidades no sea tan idílica como pudiéramos pensar. Y no es idílica porque la realidad social dista mucho de serlo en barrios donde los índices de vulnerabilidad se han disparado en la misma proporción que los desahucios. Hay barrios, no solo en el área metropolitana de Barcelona, cuyas heridas abiertas nos advierten de la necesidad de abordar el problema a fin de evitar que se consolide una Catalunya de dos velocidades.

En 2016 se estrenó la serie The Get Down sobre el nacimiento del hip hop en el sur del Bronx a finales de los años 70. En un barrio castigado por la pobreza y la marginalidad, bandas de jóvenes afroamericanos deambulaban entre edificios abandonados a la espera de la demolición y fue en ese paisaje urbano en ruinas donde surgió un género musical que conquistaría el mundo. Un estilo que germinó de la desesperación y la falta de expectativas de futuro. Porque hay realidades que suelen ser terreno abonado para la creatividad como expresión de rabia de una comunidad. O la necesidad como motor de la inspiración. Recordemos cómo en España, y también en Catalunya, la rumba flamenca hizo visible a la comunidad gitana a finales de los años 70 y principios de los 80.

Varias décadas después, asistimos en Catalunya a una eclosión similar pero cuyos protagonistas son jóvenes de familias procedentes del Magreb y de Latinoamérica. Una realidad que nos han querido esconder y que teníamos a la vuelta de la esquina.

Morad nació en L'Hospitalet hace 21 años. Hijo de marroquís, hoy es el máximo exponente de un movimiento musical radicado, casi en exclusividad, en los Bloques de La Florida de su ciudad y que debe sus influencias al afrobeat, al trap y al hip hop francés de los barrios periféricos de ciudades como París y Marsella. Morad es un referente entre los suyos. Lo es porque en él hay autenticidad y porque, a través de sus letras y composiciones, se ha visualizado una realidad, la de los Bloques de La Florida, que es una de esas heridas abiertas de Catalunya a las que hacíamos referencia en líneas anteriores. Morad no es solo un ídolo musical para los suyos, es un espejo en el que se miran los chavales de los Bloques que, como él, crecieron en la calle y para los cuales la música es, a la vez, una válvula de escape y un medio de denuncia de la realidad que viven a diario.

Morad publicó en 2019 su primer disco de larga duración titulado M.D.L.R, acrónimo francés de Mec de la Rue, es decir, chico de la calle. Algo más que un título, la alusión hace referencia a una comunidad compuesta por el propio Morad y la que podría definirse como su segunda familia, los chicos de la calle. Ellos son sus hermanos, su gente, una red de apoyo que transciende de lo musical y que jamás le fallará.

Su primer disco convirtió a Morad en una figura emergente y mediática en el panorama musical del trap nacional. Él mismo suele recordar cómo las mismas salas de conciertos y discotecas que hace unos años le prohibían el acceso ahora lo llaman para actuar. El ascenso ha sido tan meteórico que solo hace falta echar un vistazo a sus redes sociales y a su cuenta de YouTube para certificar que Morad es un fenómeno global. Para hacernos una idea, en la primera semana de noviembre de 2020, coincidiendo con el lanzamiento de su nuevo single, “Motorola”, Morad fue el artista español con más visitas en YouTube por encima de nombres tan comerciales como Aitana, Rosalía y Pablo Alborán. Por ejemplo, utilicemos como referencia a Los Planetas, grupo por excelencia del indie español con más de 25 años de carrera a sus espaldas, por el que uno mismo y tantos otros de mi generación hemos profesado autentica devoción. En YouTube, el vídeo musical más visto de Los Planetas es el de “Un buen día”, una canción de hace 20 años y que es todo un himno generacional para muchos. Tiene cerca de cuatro millones de visualizaciones. El vídeo más visto de Morad es el de “Aguantando”, con más de 16 millones de visualizaciones y otros dos videos suyos superan los 15 millones. Todo ello en poco más de un año.

Como se puede apreciar en los vídeos musicales de Morad, los Bloques de La Florida toman especial protagonismo para convertirse en un actor principal. Sus bloques y su comunidad de chicos de la calle. Sirve, al mismo tiempo, para visualizar una realidad que se presenta desde un prisma objetivo y real. Morad y los chicos de la calle no necesitan aparentar. Ellos se muestran tal y como son, a diferencia de otras figuras del trap español que han cimentado su carrera en una “estética de barrio” basada en el disfraz y en el cliché tan recurrente de las bandas callejeras. En el caso de Morad no hay marketing alguno. Esa realidad que él vive no la expresa en sus canciones ni la muestra en sus vídeos como algo decorativo o sencillamente para epatar. No ha necesitado crear un relato ficticio sobre “el ser de barrio”, el suyo es un proceso de observación, cuenta lo que ve a su alrededor. Su realidad cotidiana es precisamente la que refleja en sus canciones.

 

 Beny Jr es otro de los chicos de la calle de los Bloques de La Florida y el compañero inseparable de Morad. Su tarjeta de presentación fue, como no podría ser de otra manera, un feat con Morad titulado “#FreePeke”, un alegato contra las apariencias y los postureos que tanto abundan en el mundo del trap y del hip hop. Su primer disco, Trap and Love, le ha situado como otro de los nombres de la escena musical de los Bloques más allá de su amistad con Morad. Al igual que su fiel amigo, Beny Jr describe con incisivo y afilado verbo las realidades tangibles y sin aditivos de su día a día: el racismo institucional, la falta de oportunidades, el desempleo, la pobreza, los trapicheos en las calles, las redadas policiales. Volvemos a la observación como ejercicio de denuncia. Pero no desde una perspectiva política sino desde el enfoque del narrador que no es otro que el mismo que sufre esa realidad.

Beny Jr estrenó hace un mes nuevo single con el título de “Mafioso”, cuyo vídeo vuelve a mostrar el esqueleto urbano de los Bloques de La Florida como zona desgajada del resto de la ciudad y de su propio barrio. Por ello merece una mención especial el joven Iván Salvador, realizador de los vídeos de Morad y Beny Jr que de manera tan diáfana ha retratado el universo callejero de los Bloques como elemento esencial de la música de ambos.

De Jensel King lo primero que llama poderosamente la atención es su juventud: 15 años. De nuevo estamos ante un talento, en este caso de gran precocidad, surgido de la cantera musical de los Bloques de La Florida. De registros sonoros más cercanos al afrobeat y con ciertas reminiscencias del gansta rap, Jensel King aúna el orgullo y la reivindicación del barrio con la crónica de la crudeza diaria de las calles. Asimismo, la denuncia de los operativos de las fuerzas de seguridad y del papel de la prensa está presente en sus letras como esbozo de una realidad. Sin duda, se trata de uno de los artistas con mayor proyección y futuro dentro del trap hecho en L'Hospitalet y Catalunya. Veremos cuál es el dictamen del tiempo en alguien tan joven pero tan sobrado de cualidades para alcanzar las cuotas de reconocimiento y éxito de sus vecinos Morad y Beny Jr.

Quieren ser calle, pero no lo son

Pubilla Cases es un barrio limítrofe con La Florida. En la zona norte de L'Hospitalet se hallan los barrios con mayor densidad de población, una de las mayores de Europa, y con una concentración más elevada de inmigrantes. En Pubilla Cases, barrio lleno de vida y conocido por sus bares de tapeo andaluz, hay una notable comunidad de origen latinoamericano. En este contexto aparece la extraordinaria figura de La Tiguerita. 

 

 Catalana de origen dominicano, Melissa Peralta utiliza el nombre artístico de La Tiguerita en un claro guiño a sus orígenes y a la tierra de su padre. En República Dominicana, un tiguere es alguien que se busca la vida. Melissa, de apenas 19 años, es la tiguere de L'Hospitalet y está dispuesta a comerse el mundo. En unas calles y en un movimiento musical donde tanto predomina la testosterona masculina, su presencia adquiere un valor doble desde una clave de género y de feminizar la escena del trap y del hip hop de su ciudad.

 La Tiguerita es de las que no se calla. Clama contra quienes quieren ser calle, pero no lo son y lo hace con un estilo directo y autosuficiente. Una constante tanto en los chicos de la calle de los Bloques de La Florida como en La Tiguerita es el rechazo a esa impostura tan coetánea de hacerse pasar por lo que uno no es. Ver cómo los barrios de las periferias urbanas se han convertido casi en una moda y en un tótem en entornos intelectuales y musicales ajenos a esas mismas realidades ha provocado la réplica de quienes sí viven en esas ciudades dormitorio donde la vida no es solo un fetiche o una manera de vestir, sino que se manifiesta en la angustia diaria por salir adelante y sobrevivir. Pero desde ciertos ámbitos del mainstream se ha tendido a idealizar lo marginal, y por lo tanto la pobreza, como productos de consumo. El revival del “cine quinqui” y la aproximación a los barrios de la clase trabajadora como quien va de safari urbano parecen confirmar una tendencia que no solo se pierde en la superficialidad y el tópico, sino que se construye desde el clasismo tan interiorizado en las clases medias urbanitas y academicistas.

La Tiguerita está en racha. En 2019 protagonizó el cortometraje Beef de Ingride Santos en el que interpreta a una joven estudiante que cuestiona el sistema pedagógico en los institutos de educación secundaria. La producción ha sido nominada para los próximos premios Goya en el apartado del mejor corto de ficción. Seguro que su barrio estará en vilo la noche que se celebre la gala de los Goya. Y es que, haciendo honor a nombre artístico, La Tiguerita es de las que saben buscarse la vida.

L'Hospitalet, segunda ciudad de Catalunya en número de habitantes, vive el estallido de una escena musical nacida entre los hijos e hijas de la inmigración. Pero lejos de hablar de cantantes de origen marroquí o latino deberíamos referirnos a ellos como lo que realmente son: jóvenes catalanes que reflejan en sus letras y canciones la realidad de sus barrios y, por consiguiente, de una parte de Catalunya. Sería importante que desde los medios catalanes se prestara atención a este fenómeno hecho por catalanes y catalanas como algo propio. Mientras se invisibilice lo que está pasando en algunos barrios de Catalunya, no tendremos una idea precisa de la sociedad catalana, tan cambiante y en transformación continua desde que llegaron las primeras migraciones hace ya varias décadas."            (Pedro Luna Antúnez, El Salto, 01/12/20)

11/6/20

Las lenguas de Cataluña. Los 392.000 residentes extranjeros de Barcelona representan 175 nacionalidades y hablan un total de 300 idiomas. Estos catalanes multilingües tienen un enfoque fluido del lenguaje que no está ligado a la identidad. Ven el lenguaje más como una herramienta o un estado de ánimo

"No hay turistas en Barcelona,​​ninguno, y como resultado uno podría imaginar que, sin todos los extranjeros, los únicos idiomas que oiría hablar serían el catalán y el castellano. Pero, de hecho, escuchas muchos otros idiomas, en particular italiano, francés e inglés, pero también ruso, urdu y mandarín, entre otros.

Esto no debería ser una sorpresa dado que alrededor de una quinta parte de la población catalana nació fuera de España, una cifra que se eleva a casi el 25% en Barcelona y al 40% en Salt. Según un informe publicado el año pasado por la ONG Linguapax, los 392.000 residentes extranjeros de Barcelona representan 175 nacionalidades y hablan un total de 300 idiomas.

Cada pocos años, la Generalitat de Catalunya realiza una encuesta en la que se pregunta a los encuestados cuál es su idioma preferido, el catalán o el castellano, y en qué medida se identifican como catalán, español o una mezcla de ambos. No hay otras opciones.

A veces te preguntas dónde viven las personas que componen estos cuestionarios, precisamente no en el área metropolitana de Barcelona, ​​donde habitan cerca de dos tercios de la población. ¿Se les escapó la noticia de que la mujer que les sirve el café es probablemente latina o china, que la persona que cuida a su madre en la residencia probablemente sea de Colombia o Ecuador, que el ingeniero de Telefónica sea boliviano o peruano, que el taxista es de Pakistán?

Una nueva generación, los hijos e hijas de estos inmigrantes, han crecido y han sido educados en catalán, pero también hablan español y los idiomas de sus padres con fluidez. Pueden quedar fuera del campo de visión de la Generalitat, pero sus puntos de vista señalan el camino hacia un futuro multicultural y multilingüe para Catalunya que difiere de la hoja de ruta oficial.

“La idea de que simplemente marcando una casilla puede suscribirse a un idioma o identidad en particular va en contra de la comprensión actual sobre la complejidad de la realidad lingüística”, dice Scott Thornbury, una autoridad líder en la enseñanza de un segundo idioma, que ha vivido en Barcelona por más de 30 años.

“Las opciones de idioma, especialmente para los multilingües, son invariablemente locales y están acordadas, dependiendo de con quién estamos hablando, sobre qué, dónde y por qué. Y la correlación entre lenguaje e identidad se complica por el hecho de que las identidades en sí mismas no están talladas en piedra. Las identidades son fluidas y multifacéticas”.

Entrevistamos a siete jóvenes que crecieron en Barcelona hablando al menos un idioma además del catalán y el castellano y que tienen al menos un padre extranjero. Todos menos uno han sido educados en el sistema escolar catalán.

La identidad del idioma deriva de una combinación de experiencia, filiación y herencia. Si bien estos hallazgos son anecdóticos y no son una muestra científica, se podría intuir que, a pesar de la enorme inversión financiera y política en la promoción del catalán, muchos de los llamados nous catalans sienten poca afinidad con el idioma o la identidad.

Estos catalanes multilingües tienen un enfoque fluido del lenguaje que no está ligado a la identidad. Ven el lenguaje más como una herramienta o un estado de ánimo o incluso como tonos musicales, con algunos sentimientos que se adaptan mejor a un tono que a otro. Varios de ellos eligen diferentes idiomas para expresar enojo y tristeza, por ejemplo.

Tomemos el caso de Inés Carballo Rolph, de 18 años, cuya madre es inglesa y su padre español. Ambos idiomas se usan igualmente en casa. Al igual que muchos hablantes trilingües, Inés no siente que tenga una lengua materna. “Lo mezclamos mucho”, dice ella. “No hay un idioma predominante en la casa. Hablo español con mi hermano, pero hablamos mucho catalán cuando estamos fuera de casa”.

Dani Yao, de 19 años, dice que tiene tres lenguas maternas: mandarín estándar, español y catalán, pero se siente como en su salsa en español, aunque habla chino con sus padres y una mezcla de chino y español con su hermano menor. 

Se identifica como chino. “Soy un chino españolizado”, dice, y admite que, aunque habla catalán, “cuando estoy con un grupo de personas que hablan catalán, me siento un poco afuera”.

Laura Tejada Szabó, de 12 años, dice que siente que es una mezcla. Se considera catalana y española, “pero que tiende al español”. Ella habla inglés con su madre húngara pero su padre es de República Dominicana y el español es la lengua franca de la casa.

“Ahora la gente piensa que si hablas en catalán debes ser independentista y si hablas español eres de la ultraderecha”, dice Laura. Desarma viniendo de alguien tan joven.
Para Neus Magrinyà Thomson, 23 años, madre escocesa, padre catalán, el idioma principal en el hogar es el inglés, incluso con su hermana, aunque habla catalán con su padre y la mayoría de sus amigos.

“Si hablo de cosas académicas, me siento más cómoda en catalán porque eso es lo que me enseñaron”, dice Neus. “Cuando se trata de mis emociones, me resulta más fácil hablar en inglés. Pero siempre he pensado que al ser trilingüe tengo un pequeño déficit en los tres”.

“Si escribiera una novela sería en inglés o español”, dice ella. “No encuentro el catalán tan intuitivo”.

El español es el idioma común en la familia de Jan Groeneveld i Sousa, de 18 años, aunque su madre es alemana y su padre catalán. Jan también escribiría una novela en español. “Hablo mejor en catalán pero escribo mejor en español, porque he leído mucho en español”.

“Hablo árabe y español con mi madre, árabe con mis abuelos, pero español con mi hermano y mis tíos”, dice Omar Hicham, de 21 años, nacido en Barcelona de padres marroquíes. “No hablamos catalán en casa”.

Omar no sabe leer ni escribir en árabe y, aunque su hermano menor lo entiende, no lo habla. Se siente más español, que era el idioma dominante en el patio de la escuela primaria y secundaria.

A diferencia de los demás, todos educados en el sistema escolar catalán, Oscar Dayon de Grenet, de 14 años, siempre ha ido a escuelas francesas. Su madre es italiana y, mientras su padre creció en Inglaterra, sus padres eran franceses y españoles. Como resultado, Oscar habla con fluidez cinco idiomas. Habla italiano con su madre, inglés con su padre y una mezcla de español e italiano con su hermana menor. Cuando la familia está junta, hablan inglés. Oscar dice que si escribiera una novela sería en francés, pero siente que el español es su lengua materna.

En común con su enfoque libre de lenguaje, ninguno de ellos tiene un fuerte sentido de identidad lingüística o nacional. Dani y Omar se auto-identifican como chino-español y marroquí-español. En cuanto al resto de los entrevistados, solo Neus se identifica como catalana, e incluso ella agrega que “siempre me aseguro de decir que soy medio escocesa”.

A pesar de tener un padre catalán, Jan dice: “Si estoy en Alemania digo que soy español, pero no por ninguna razón política, o si no, digo que soy de Barcelona. En algunos contextos, digo que soy alemán. Hablo los idiomas y tengo algunas cosas culturales de aquí, pero realmente no me identifico con ningún país”.

La identidad nacional tampoco es un asunto para Inés. “En Londres digo que soy española porque no creo que sea británica, pero en España diría que soy británica porque no soy española. Nunca me he identificado como catalana; Barcelona solo es la ciudad en la que crecí. No tengo ninguna conexión emocional con el idioma o el lugar. Siento una conexión con los lugares de donde proviene mi familia [Galicia y Londres] pero no siento una conexión con España para considerarla mi nación”.

Oscar, a pesar de tener padres italianos e ingleses y de haber sido educado en francés, dice que se siente español, pero que apoyaría a Italia contra España en el fútbol. Recientemente apoyó al Napoli, el equipo de la ciudad natal de su madre, contra el Barça.
Alrededor del 98% de los catalanes entienden y hablan el catalán, una cifra con la que los defensores del idioma irlandés o galés solo podrían soñar, y sin embargo, la propia investigación de la Generalitat muestra que el número de ciudadanos para quienes el catalán es el idioma de primera elección se ha mantenido obstinado en torno a 35%. A pesar de décadas de inversión financiera y política en la promoción del catalán y a pesar de ser el idioma oficial de la educación, el español sigue siendo el idioma de preferencia para más de la mitad de la población. ¿Por qué?

“El español se ha convertido en el idioma social, que no es lo que la gente esperaba que sucediera”, dice David Block, profesor de ICREA en sociolingüística en la Universitat Pompeu Fabra, que ha tenido estrechos vínculos con Cataluña desde la década de 1970. Esto se debe en parte a la forma en que Internet y las redes sociales han potenciado aún más el español y el inglés, cree, además del hecho de que el catalán no se percibe como “tan guay”.

“Parte de esto se debe al trato a los inmigrantes, ya que a los africanos, chinos y asiáticos del sur directamente son denegados por los catalanohablantes que no les dan la oportunidad de expresarse con ellos en catalán porque tienden a perfilarlos racialmente”, dice.

A pesar de la educación catalana casi universal, a muchos catalanes todavía les cuesta creer que una persona de origen africano o asiático pueda hablar su idioma, lo que refuerza la impresión entre muchos inmigrantes de que el catalán no es para ellos.

“La investigación muestra que muchos jóvenes latinos no se identifican con el catalán”, dice Block. “Lo ven como el lenguaje de la clase media, de conformidad y autoridad. Hay mucha desafección y esto se refleja con su rechazo hacia el idioma catalán”.

Sin embargo, ninguno de los jóvenes entrevistados para este artículo rechaza el catalán. Como hijos de inmigrantes, han tenido la experiencia inusual de adquirir no uno sino dos de los idiomas del país anfitrión. Para ellos, el catalán es solo una herramienta más.

Ellos son el rostro humano de la globalización, personas de ascendencia mixta, culturas e idiomas: las personas que la ex primera ministra británica, Theresa May, calificó como “ciudadanos de ninguna parte”.

Pero no están en ninguna parte, están aquí, y no todos serán asimilados en una identidad preexistente. La identidad es una negociación de diferencia, no una suma de lo viejo y lo nuevo, no la mitad y la mitad. Y eso también se aplica al lenguaje. Aún quedan por ver qué opciones culturales y lingüísticas tomarán sus hijos.

Como dice Neus: “Si tengo hijos, ¿en qué idioma les hablaría? Si mi compañero fuera inglés, les hablaría en catalán, pero si fueran de aquí, les hablaría en inglés. Y si hablaran otro idioma, no sé qué haría”.                   (Stephen Burgen , CTXT, 9/06/2020)

19/2/20

"Nadie se avergüenza hoy de ser charnego"...

"Natural de Jerez de la Frontera, Javier López Menacho llegó hace una década a Barcelona para estudiar un máster. Escritor y especialista en comunicación y reputación digital, suyas son obras como Yo, precario y La farsa de las startups. Pero ahora se ha sumergido de lleno en el charneguismo con el ensayo Yo, charnego. Memoria personal de la migración a Cataluña (Catarata). 

Su objetivo es intentar desentrañar qué fue, qué es y qué será este movimiento que, sin líderes ni fronteras, ha ido evolucionando a lo largo de los años. Su enfoque es original en una Cataluña en la que todo lleva demasiado tiempo girando en torno al procés y sus protagonistas. Una Cataluña en la que, sin embargo, muchos son los que se levantan cada día sintiéndose en tierra de nadie. Son los charnegos. 

Acabas de publicar 'Yo, charnego', un ensayo sobre el charneguismo que, la verdad, sorprende por el enfoque. ¿Era necesario actualizar el término?

Me alegra que señales que sorprende el enfoque. Considero que este ensayo tiene una perspectiva de clase obrera, que analiza el legado social y cultural que han dejado tantas personas que llegaron a Cataluña a buscarse la vida. La superación de un estigma, antaño un insulto, hoy un término que o bien se reconvierte o bien desaparece, me parecía un buen punto de partida. También me servía para evaluar mi década en la sociedad catalana y contraponerla, como en un juego de espejos, con la de un viejo charnego. 

Qué hemos ganado, qué hemos perdido, qué conquistas nos quedan pendientes. Estaba ahí, en mi seno interno, y fue cogiendo forma poco a poco. En Yo, charnego pretendía reclamar que es solo mi visión personal y hace un guiño a un libro importante para mí: Yo, precario.

 No sé si era necesario o no actualizar el término, pero desde luego ya no es lo que era y eso está bien recordarlo por el valor histórico y el aprendizaje social que trae consigo. Puede que charnego sea el único concepto peyorativo a cuenta de la procedencia que se sobrepone a su concepción primigenia y hace, como poco, el amago de resignificarse.

¿Qué queda del Pijoaparte en el charneguismo?

La aspiración burguesa es una condición intrínseca al sistema capitalista. Eso siempre estará. La pose, la necesidad de prestigio social, de reconocimiento…  siguen presentes en nuestra sociedad y en las capas más bajas. Otra cosa es que la comunidad charnega tenga ya una idiosincrasia y un universo propio del que no existe el imperativo social de desprenderse. El mismo Juan Marsé, con su evolución literaria, marcaba ese camino. Del Pijoaparte al protagonista de El hombre bilingüe se ve una evolución muy clara. De ser charnego nadie se avergüenza hoy

Dices en tu libro que "la comunidad charnega corre por la calle como un niño en libertad" y a mí esa frase me hace pensar en Gabriel Rufián.

Es señal de una democracia sana. Que las personas charnegas se expresen políticamente como consideren, al margen de su lugar de procedencia, independentistas o no, es señal de un país libre, donde los ciudadanos pueden optar por diferentes manifestaciones políticas. A Rufián, muy a menudo, se le juzga por sus ancestros, y me parece muy injusto. Rufián es él y no otras personas. Si hay que evaluarle, que sea por las políticas económicas, sociales y culturales que lleva a cabo. (...)

Relacionas el ser charnego con una situación económica no boyante, la incertidumbre, la lucha por el día a día y, a pesar de todo, el orgullo de salir adelante. ¿Hay charnegos jueces, médicos o empresarios de prestigio? 

Los hay, por supuesto, pero en menor escala y con poco o nulo propósito de reconocerse como tales. Lo cual, dicho sea de paso, no veo mal. Lo charnego ha estado tradicionalmente vinculado a la clase obrera. Con el tiempo, las nuevas generaciones y el ascenso social de una parte, en mi opinión, muy minoritaria, han ido estableciéndose en diferentes sustratos sociales. Pero el corazón charnego es obrero y tiene una gran conciencia de clase. 

Hay datos en tu ensayo muy interesantes como que el Partido Socialista Andaluz obtuvo dos diputados en el Parlament en 1980. ¿Tendría éxito hoy un partido de corte charnego?

Fue un hecho hasta entonces insólito en la historia de España y que no se ha vuelto a repetir. Hoy, los comunes hablan de "nación charnega”. Rufián se refirió a sí mismo en el Parlamento como charnego. El PSC ha aludido alguna vez a su vinculación histórica. Todos los partidos, de una u otra forma, en mayor o menor medida, se han acercado a una comunidad, no formal y de límites muy difusos, a buscar votantes. Ya lo hizo el pujolismo en su época hegemónica, tejiendo una enorme red clientelar, y ahora se hace con el marketing propio de la política 2.0.

 Los partidos nuevos y tradicionales buscan seducirles e integrales en su comunidad de votantes. Si atendemos al retrato robot, tiene una importancia vital, porque en un momento que dos bloques antagónicos se encuentran casi en empate técnico, cualquier desequilibrio declina la balanza política.   (...)

¿Quiénes son los nuevos charnegos?

Si el término perdurara, algo que está por ver, tendría que contar sí o sí con las nuevas comunidades migrantes. Sería algo así como un charnego internacional. Hablo de la comunidad china, paquistaní, latinoamericana...  que conviven con las viejas comunidades charnegas en los barrios de extrarradio tanto en metrópolis como en los pueblos de interior. Comparten buena parte de los rasgos heredados de esos charnegos clásicos, vida en el extrarradio, desarraigo, capacidad asociativa, apego a la cultura propia, trabajos precarios...  (...)"                     (Entrevista a Javier López Menacho, Gisela, Revelles, El Liberal.cat, 08/02/20)

24/1/20

Nosotros, charnegos... Una nueva generación reivindica hoy el concepto de ‘cultura charnega’...

"Paco Candel, Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé… definieron en su día una estética y una ética del charnego, despojando a la palabra de su origen despectivo. En pleno 2020, hay una generación de creadores y activistas que recuperan el término dotándolo otra vez de un nuevo sentido. Libros, festivales, performances y espectáculos recientes permiten hablar de la eclosión del neocharneguismo.

Javier López Menacho (Jérez de la Frontera, 1982) acaba de publicar Yo, charnego. El autor –que llegó a Barcelona hace diez años– explica que “es una palabra fronteriza, sin una etimología clara, nadie sabe muy bien lo que quiere decir, una mezcolanza. No es lo mismo hoy que en los años sesenta, o lo que será mañana”. El uso actual de la palabra remite a la inmigración que llegó a Catalunya de otras comunidades de España en los años cincuenta y sesenta, aunque hay expertos –como Ana Burgos o Eloy Fernández Porta– que apuntan incluso a su posible asunción futura por las comunidades latinoamericanas.

Término de origen despectivo, López Menacho –experto en reputación digital y autor de obras como Yo, precario cree que “se trata más bien de aporofobia o aversión al pobre” y que hoy “su significado despectivo ha sido diluido y sustituido por la palabra ñordo. La verdad es que muchos catalanes charnegos se sienten simplemente catalanes y le sobra la etiqueta”. La escritora Cristina Morales (Granada, 1985), con más de siete años en Barcelona, habla de “identidad vapuleada, charnego no se refiere al origen sino al tránsito, es una identidad bastarda y, por tanto, sin continuidad, en permanente cambio”. Famosos como Andreu Buenafuente, Jordi Évole o José Corbacho lo reivindican.


Las estadísticas indican que el 70% de los catalanes procede de la emigración y, según cuenta López Menacho, “entre los apellidos más comunes, el primero de origen catalán, Vila, ocupa el puesto 26.º seguido de Serra (34.º). Todos somos charnegos, en cierto sentido”. Además, “al charnego ya no se le señala porque el miedo y la xenofobia apunta a otros colectivos migrantes” como los árabes o los africanos.

La filósofa Brigitte Vasallo (Barcelona, 1973) organizó, en abril del 2019, el primer Festival de Cultura Txarnega –escrito así, con tx– en la Fabra i Coats, del que prepara ya segunda edición para el otoño del 2020, centrada en “la subjetividad y la memoria histórica”. Su propuesta es reapropiarse del término . Cree que “charnego es un concepto que se ha definido desde fuera. Ha llegado el momento de que lo dotemos de contenido positivo. Es elástico, como cualquier identidad de hoy, como el mismo concepto mujer ”.

Vasallo escribe txarnego con tx, “porque desde fuera nos lo escriben con ch o con x, y esta grafía simboliza esa reapropiación”. Dice que “en mi casa nunca se ha hablado castellano, yo soy hija de gallegos, ha habido una confusión perezosa entre lo castellano y lo charnego. Pero producimos mucha cultura en catalán también. Muchas hemos tenido varias lenguas maternas. O recibido una lengua y transmitido otra a los hijos. Me interesa estudiar cómo construye eso la subjetividad”.

Los primeros charnegos formaban parte de la clase obrera industrial de las ciudades, trabajaron en las fábricas textiles, las obras del metro, la Exposición Universal de 1929 o más tarde en la Seat. Hoy, en cambio, apunta López Menacho, “los neocharnegos forman parte del precariado digital, son riders de alguna empresa tecnológica, mozos de almacén en Amazon, chóferes de Cabify o empleadas del hogar a través de una app del móvil. Comparten piso, no somos como los que retrataba Candel en 1964 en Els altres catalans

Hoy no llegamos en aluvión sino en un goteo constante, por la falta de oportunidades laborales en el origen. Entonces habitaban en suburbios, barracas o barrios con graves deficiencias, hacinados en pisos, mientras que hoy viven en barrios con todos los servicios y cuentan con habitación propia. Antes no tenían estudios, eran operarios de fábrica o jornaleros, ahora han cursado estudios mínimos, cuando no superiores –el ‘charneguismo ilustrado’ del que habla Antonio Baños– y trabajan en el sector servicios. Ya no llegan en tren sino en vuelos de bajo coste. Catalunya ya no es su primer destino, está detrás de países como Alemania, Inglaterra o Irlanda”. El problema es que el ascensor social que tan bien funcionó en los 60 y 70 “está roto. Según la OCDE, un español que nazca en una familia con bajos ingresos tarda cuatro generaciones (120 años) en conseguir un nivel de renta medio”.

Las manifestaciones culturales son diversas. En el 2018 el bailaor de l’Hospitalet David Romero presentó su espectáculo Charnego , donde –entre sardanas y tangos entreverados– representaba a un andaluz que llega a la Barcelona de los años setenta. Entre los consagrados, Miguel Poveda o Estopa asumen el término, así como el grupo de tecno-rumba Ladilla Rusa. La rumba catalana, a decir de López Menacho, “es el género que conecta con su idiosincrasia, la fusión catalano-andaluza”. En el Festival de Cultura Txarnega, destacó la performance autobiográfica de Juana Dolores (Joana Meinhof), Massa diva per a un moviment assembleari, a ritmo de hits del pop, coplas y vídeos.

Rosalía merece capítulo aparte. Dice Vasallo que “nos hace un gran favor diciendo cumpleanys, hasta ahora había una gran vigilancia hacia el catalán que hablamos los charnegos; si eres del Empordà puedes mezclar, pero si eres del Baix Llobregat no tanto”. López Menacho destaca que “el apropiacionismo que hace Rosalía del imaginario flamenco para crear otra cosa es muy potente. En Andalucía al principio se vio extraño, no en Catalunya, donde resultaba familiar”. La cantante “es flamenca pero no lo es, su trap no termina de serlo, hay pop con sintetizadores, efectos varios... Charneguismo”.

Las novelas recientes que reflejan ese mundo son muchas y de calidad. Toni Hill narra la épica de la Ciudad Satélite de Cornellà en Tigres de cristal, el protagonista de Rayos de Miqui Otero es hijo de emigrantes gallegos y Kiko Amat vive el extrarradio (Sant Boi y su manicomio) en Antes del huracán. Otros autores adscritos a lo charnego son, para López Menacho, Javier Calvo, Álvaro Colomer, Jordi Costa, Cristina Fallarás, Guillem Martínez o Javier Pérez Andújar. En el 2002, Pérez Andújar apuntó que “ser charnego consiste en que no eres pariente de nadie ni has estudiado con nadie” aunque el autor de Paseos con mi madre no se identifica con el término y cree que se desnaturaliza al convertirse en una etiqueta cool . La poeta barcelonesa Raquel Delgado (La Pocha Catalana) explora las similitudes entre charnegos y chicanos.

Políticamente, el charnego se resiste a la manipulación. Vasallo dice: “El problema es que el término lo secuestran la derecha y la extrema derecha españolistas, yo no quiero que Inés Arrimadas hable de charnegos con tanta soltura, no puede hablar de mí de ese modo. El término es del pueblo. Hay charnegos de todas las ideologías, independentistas y unionistas”.

 Entre el arte y la sociología, en el festival del año pasado, se realizó una experiencia efímera. “Con la misma lógica de las barracas –cuenta Vasallo–, que se construyen con lo que hay y duran lo que te permiten que duren, pedimos a la gente que trajera aquello que consideraba significativo de su vida en Catalunya para construir una instalación. Queríamos ir más allá de la ropa sucia y los zapatos rotos. 

Trajeron casetes de coche, comida para palomas de la plaza Catalunya... Es construir el relato de la memoria charnega, mi obsesión es incorporarlo a la historia de Catalunya. Yo soy catalana –como todos los charnegos– pero mi antepasado no es Guifré el Pilós, quiero que eso me lo expliquen en la escuela también”.          (Xavi Ayén, La Vanguardia, 19/01/20)

7/1/20

Xavier Marín, portavoz de Rojos, la corriente crítica del PSC: hay un síndrome de Estocolmo en el PSC con el nacionalismo... me decía un consejero de origen andaluz que "nosotros, los catalanes, no somos iguales que los de Aragón"...

"Xavier Marín es el portavoz de la corriente interna Rojos del PSC. Minoritaria, pero integrada por dirigentes con influencia y años de militancia -él entró en el partido en 1980 y fue el director de la escuela de formación de los socialistas catalanes entre de 1990 a 2015-. 

Su lucha es la de conseguir que el PSC, que en el XIV congreso que termina este domingo ha avalado seguir definiendo Cataluña como nación y no suavizar la inmersión lingüística, se aparte de postulados nacionalistas. 
¿Qué escenario se abre con la reelección de Miquel Iceta? ¿Un socialismo catalán entregado a ERC?
 
La operación de que ERC se abstenga en la investidura de Pedro Sánchez tiene una contrapartida que es la reeditar los tripartitos en Cataluña y que los republicanos lideren al independentismo. Con ERC en la presidencia e Iceta en la vicepresidencia.
Los gobiernos del 'tripartito' fueron un pacto tóxico para el PSC...
 
Cometimos un grave error al entregar el control de los medios públicos y la cultura a ERC, que lo aprovechó para ir transformando la mentalidad colectiva de Cataluña y que el apoyo al independentismo se disparara. Los 'tripartitos' hicieron políticas sociales, pero quien de verdad rentabilizó ese acuerdo fue ERC. El PSC pasó de gobernar todo en 2008 -Gobierno central, Generalitat, 80% municipios catalanes- a estar en la oposición en 2010. (...)

Javier Lambán y Emiliano García-Page han criticado a Iceta. ¿Es el líder del PSC un nacionalista?
 
El PSC es excesivamente condescendiente con sucedáneos del nacionalismo, como cuando nos definimos como catalanistas. Hay un síndrome de Estocolmo en el PSC con el nacionalismo. Ayer [este viernes] me decía un consejero de origen andaluz que "nosotros, los catalanes, no somos iguales que los de Aragón". (...)" 
(Entrevista a Xavier Marín, portavoz de la corriente interna Rojos del PSC., Iñaki Ellakuría, El Mundo, 15/12/19)

30/12/19

Lo que más duele a los charnegos... la permanente incomprensión de la izquierda, de la española (en su conjunto) y de la catalana (en particular). No quieren oírnos, no se paran a escuchar nuestras razones... también para ellos somos en ocasiones unos españolistas de m... Les molestamos, se avergüenzan en ocasiones de nosotros...

"(...)   Nos han contado todos los cuentos, nos han querido mecer con ellos. Todos les vale... pero no todo vale. (...)

Nos han llamado bestias con rostro humano. También murcianos y andaluces, hombres (o mujeres) a medio hacer. 


Siguen hablando de xarnegos y, cuando no les oímos y hablan en su intimidad, de catalanes de segunda o tercera. O, ras i curt, de no catalanes. Plagiando a Luis XIV: Cataluña son ellos, sólo ellos.


Han tildado a nuestro padres de colonizadores lingüísticos. 


Han pretendido que nos avergonzáramos de nosotros mismos. De nuestra lengua materna, de nuestros orígenes, incluso de nuestros nombres y apellidos.


Han intentado que poetas nuestros, poetas catalanes de lengua catalana, se alejen de nosotros. Propiedad (excluyente) de ellos; suyos, no nuestros.


Han llegado a decir que otros poetas, poetas también de todos, Antonio Machado por ejemplo, eran poetas extranjeros, de otra cultura, una cultura colonizadora, extraña a la suya, a la verdadera cultura catalana.


Hablan, si hablan, de la diversidad de España (para ellos: estado español o Madrid) pero apenas nunca de la diversidad de Cataluña.


Han tratado y siguen tratando al castellano (casi) como una lengua extranjera, impropia, algo así como el inglés (peor en ocasiones). Y no sólo la Generalitat, también muchos consistorios. (...)

Para ellos, para muchos de ellos, somos un cero a la izquierda. ¡Que nos vayamos!, dicen en ocasiones.


Nos expulsaron del ágora ciudadana en septiembre y octubre de 2017. No ha sido la única vez. Pretenden que seamos mero adorno, que no contemos para nada.


Octubre de 2017 fue un mes de completa soledad para todos nosotros. Apenas nadie nos apoyó, casi nadie estuvo a la altura de nuestras difíciles circunstancias.


Han mentido -con alevosía y conocimiento de causa- sobre las balances fiscales y el expolio al que les somete España, a ellos, a su Cataluña, una de las comunidades con mayor renta media per cápita y, a un tiempo, con más desigualdades sociales (observen los apellidos de los más desfavorecidos… y de los más favorecidos).


El “agresor” del pueblo, el Síndic de Greuges, uno de los suyos, formuló hace pocos días una de las afirmaciones hispanofóbicas a las que ya nos tienen acostumbrados sin que la izquierda (en sentido amplio) haya pedido ni siquiera su dimisión. ¿Se imaginan, nos imaginamos, al Defensor del Pueblo español, o de cualquier otra comunidad española, hablando, en los términos en que habló don R. R., de los ciudadanos catalanes y del robo a su sanidad?    (...)

Han hablado de ADN’s especiales o de la incapacidad española para comprender determinadas reflexiones político-históricas por su “densidad democrática”.  (...)

Han querido y siguen queriendo convertir la guerra civil española en una guerra de España contra Cataluña. 


Han sacado pecho, llegaron a hablar del gobierno de los mejores, por ser los “avanzados” en recortes sociales, en la destrucción del Estado asistencial (enseñanza, sanidad) y en la ofensiva contra los sectores más desfavorecidos e indefensos. De eso alardearon.


Descalificaron al movimiento del 15M diciendo que ensuciaban las calles de la ciudad y que se fueran a orinar a Madrid, mientras usaban su policía, los Mossos, para desalojar salvajemente y sin miramientos (esta vez sí) la plaza de los indignados, la plaza de Cataluña.   (...)

Achacan de catalanofia al resto de España (afirmación que sigue distante, en términos generales, de cualquier descripción verdadera) al tiempo que cultivan sin reparo una hispanofobia sistemática. (...)

No han sido capaces de comprender, no han querido comprender lo que para millones y millones de personas significó la emigración no voluntaria, el destierro, el dejar a los suyos, sus oficios y sus tradiciones, y llegar a una tierra de la que apenas sabían nada y en la que han trabajado como nadie.


Convirtieron al gran manipulador y defraudador en un molt honorable idolatrado, en un referente indiscutible, venerado y adorado por todo el país, por el verdadero país. Estatuas y calles llevan su nombre.


Han generado un movimiento cuyo objetivo máximo no sólo supone la construcción de un nuevo muro-estado sino la hegemonía de unas clases y grupos políticos siglos-luz alejados de cualquier valor relacionado con la izquierda o con los movimientos socialistas.  (...)

Han intentado penetrar en barrios y ciudades obreras con cuentos e historias sesgadas, intentando romper las raíces sociales y familiares de muchos ciudadanos.

Todo lo anterior, todo lo apuntado (me olvido de mil cosas, ustedes las conocen) nos ha dolido, nos ha dolido mucho.


Pero hay algo que duele más, mucho más: la manifiesta y permanente incomprensión de la izquierda, de la española (en su conjunto) y de la catalana (en particular). No quieren oírnos, no se paran a escuchar nuestras razones. 

Repiten consignas, lemas y argumentos gastados. Confunden conjeturas con axiomas, principios con losas, la revolución del 17 con la revolució dels somriures y de la exclusión. No están dispuestos a revisar sus posiciones, no quieren pensar con su propia cabeza. 

Lo peor tal vez: también para ellos somos en ocasiones unos españolistas de m. Parecen estar más cerca de “nuestros nacionalistas”, o incluso de Junqueras, que de nosotros. Actúan muchas veces como si no fuéramos de los suyos. Les molestamos, se avergüenzan en ocasiones de nosotros. (...)"                 (Salvador López Arnal, Rebelión, 28/12/19)

26/11/19

La novela del charnego. Un libro plantea "el conflicto identitario" de los hijos de la inmigración

"La novela Persianas (editorial Funambulista), de Fernando Parra Nogueras, plantea "el conflicto identitario" de los hijos de la inmigración del resto del Estado, "que no pueden sentirse pertenecientes al pueblo de sus padres pero tampoco catalanes, pues el oficialismo canónico del nacionalismo catalán los excluye en imponerles una forma única de ser y sentirse catalanes".

La obra la protagoniza un niño de nueve años y tiene lugar en un barrio de la periferia de Tarragona en 1987, donde coincide con el tiempo y en proximidad con el atentado que ETA perpetró contra la petroquímica Empetrol el 12 de junio de aquel año. El libro rememora la vida en ese barrio de las afueras de Tarragona y refleja como los vecinos del barrio, a consecuencia del conflicto identitario, "adoptan como patria pequeña su barrio".

La novela pretende "dignificar la figura del charnego, un término despectivo empleado por el catalanismo más excluyente para referirse a aquellos emigrantes" procedentes de otras zonas de la geografía española.

Fernando Parra Nogueras (Tarragona, 1978) es profesor de Lengua y Literatura castellana de educación secundaria en Alicante."                   (e-notícies, 22/11/19)

31/10/19

Se trata de un proceso de vergüenza simbólico, difuso que busca la inhibición de ciertos afectos positivos hacia lo que era español. Algunos fuimos interiorizando esta vergüenza durante mucho tiempo y acabamos siendo inmunes o indiferentes, como única alternativa a ir desnudos, a lo español...

"Nunca he pensado que yo tenía ningún afecto positivo hacia España. Sí que había sentido indiferencia y, algunas veces, incomodidad. Pero amor, no. En cuanto a Cataluña, en cambio, sentía respeto, proximidad, admiración y sentido de comunidad. 

Esto no deja de ser curioso porque mis orígenes, como los de muchos catalanes, están mezclados a partes iguales (catalán y andaluz en mi caso). Y se puede pensar que los afectos se podrían haber distribuido de una manera un poco más equitativa. Pero no.

De dónde podía provenir este reparto tan desigual? No se debe buscar en una inexistente persecución de lo español en Cataluña. La cuestión es más compleja y sutil, aunque por cuestiones de espacio lo diré con algunas imprecisiones. 

Cataluña es una sociedad de la vergüenza. Esto no es muy excepcional, ya que la vergüenza hacia determinados comportamientos sociales contribuye a que las comunidades sean comunidades. Lo que quizás es anómalo del caso catalán es que la vergüenza no tenía por objetivo sólo que las personas se abstuvieran de llevar a cabo ciertos comportamientos, sino que también buscaba la inhibición de ciertos afectos positivos hacia lo que era español.

 Se trataba de un proceso de vergüenza simbólico, difuso y, como venía impulsado por la descomunal presencia de la clase media catalana en la vida pública de Cataluña, en buena medida horizontal. 

Algunos fuimos interiorizando esta vergüenza durante mucho tiempo y acabamos siendo inmunes o indiferentes, como única alternativa a ir desnudos, a lo español.

Pero algo cambió en 2015. Fue entonces que este proceso de vergüenza público empezó a manifestarse de arriba hacia abajo. La llegada a la presidencia de la Generalitat de una persona del perfil de Carles Puigdemont supuso la verticalización y institucionalización explícita de la sociedad de la vergüenza. Ante esta mutación, las reacciones de quienes éramos indiferentes a lo que era español fueron variadas. Para algunos, significó el repudio definitivo de lo español.

 De este modo, algunos incluso se catalanizar el apellido, como si mi pasara a ser "Lucas". Se trata -supongo- de casos anecdóticos, pero es un fenómeno típicamente sintomático de un momento fundacional de las naciones: en el Israel de los años cuarenta, por ejemplo, se inventaron nombres y apellidos con una fonética cercana al hebreo ( aunque no solían significar nada en esta lengua).

 En algunos lugares de Cataluña, la desespañolización afectiva y simbólica fue abrumadora y se hizo sin medidas coercitivas, bastó con la vergüenza. Empeñarse en describir el nacionalismo catalán como un movimiento que persigue lo español es no entender que la vía mayoritariamente elegida para la construcción de la nación no fue -a excepción del otoño del 2017- la de la imposición. Todo esto complica la estrategia del constitucionalismo, porque la Constitución es un buen instrumento contra la imposición, pero no contra la vergüenza: quizá hacer sentir vergüenza a los que van desnudos por la calle es inmoral, pero no es inconstitucional.

 Otros catalanes reaccionamos de manera diferente a la verticalización de la vergüenza. Yo mismo empecé a repartir mis afectos de manera más equitativa. Desarrollé afecto a lo que era español sin dejar de sentir lo mismo por lo que era catalán. Descubrí que se podía admirar lo español y sentirse español sin necesidad de ser un español sin complejos, que es, junto con ser un independentista desacomplejado (o cualquier otra cosa desacomplejada, para decir la verdad), la peor porquería que se puede ser en esta vida. Y pasó algo extraordinario: una vez descubierto mi inofensivo amor hacia lo español, me sentí finalmente representado del todo en una frase de Ferlosio: "Odio España !!! (Os lo juro, amigos, no puedo más) "; y es que odiar España cuando lo quieres es una experiencia bellísima, inigualable.

Lo interesante de todo esto es que el independentismo afronta una paradoja: no puede dejar de desacreditar España -porque necesita vender que su producto es mejor- pero no puede ofender más de la cuenta los sentimientos de aquellos catalanes que sienten afecto por España ni despertar en aquellos que los tienen latentes -porque al fin y al cabo necesita algunos de ellos para ser incontrovertiblemente mayoritario.

Los independentistas inteligentes ya están trabajando para disolver esta paradoja. ¿Y qué estará haciendo mientras tanto el "nuevo" depositario de mi amor? ¿Ordeñando relato para eternas campañas electorales? ¿Tejiendo 155 sueños húmedos? ¿Invocando el escudo de la Constitución contra la vergüenza con la misma convicción con que para arreglar un pinchazo en la rueda de la bicicleta cambiamos el manillar? Os lo juro, amigos, no puedo más: odio España"        (Pau Luque Sánchez, El País, 06/10/19)

16/5/19

Si no es racista ¿cómo calificar el reciente comentario de Quim Monzó, en el que se refiere a Andalucía como esa “puta mierda”?... fácil... en Estados Unidos a los negros que se avergüenzan de ser negros se les llama 'Tíos Tom'... a los que se avergüenzan de su origen andaluz... pues Tío Tom Quim Monzó... no es un insulto, es una descripción... sociológica...

"(...) Entonces, si no es racista ¿cómo calificar el reciente comentario de Monzó Gómez, en el que se refiere a Andalucía como esa “puta mierda”? Algunos lo han justificado como la respuesta adecuada al ajusticiamiento simbólico del Judas puidegmontiano en el pueblo sevillano de Coripe. 

Si ese es un razonamiento admisible, ¿se ha de concluir que cuando queman al rey o a Rivera o a quien sea, Cataluña es también el mismo excremento prostituido? (...)"           (Manuel Peña Díez, Crónica Global, 25/04/19)


"El Tío Tom es el personaje protagonista de la novela de Harriet Beecher Stowe La cabaña del tío Tom (Uncle Tom's Cabin), en la que se narra la triste historia de un esclavo bueno y su familia, quienes a pesar de las múltiples desgracias que les acontecen siguen siendo buenos cristianos y aceptan su destino y su situación con respecto a los blancos. 

En la actualidad es un término peyorativo utilizado por los negros estadounidenses para referirse a los negros muy serviciales con los blancos o simplemente poco reivindicativos."

Gràcies, mare, per haver fugit d'aquesta puta merda i no haver-hi volgut tornar mai més.




Lo más fácil sería agradecerle a su madre haberse llevado a un mierda bien lejos de Andalucía. Pero es bueno que se retraten, sin entrar en el detalle de que en Cataluña, y no en fiestas, hayan 'ahorcado' alguna vez al Rey de todos los españoles, sean o no monárquicos...