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8/4/24

Una persona que no está dispuesta a pasar ni un solo día en la cárcel por la causa de la independencia de Cataluña es alguien a quien yo comprendo perfectamente... Puigdemont no puede dejar de pronunciar la palabra 'independencia' que en algún momento muy temprano interiorizó... ¿Pero pasar ni que sea un único y solitario día en el talego por desfigurar España? Ni de broma. Olvídense de lo que dice y fíjense solo en lo que hace. Puigdemont actúa teniendo muy claro que solo los locos o los tontos pisarían la cárcel por la independencia de Cataluña... consigue además pactar la amnistía para aquellos que, a diferencia de él, se habían dejado pillar... una vida entera exiliado en un país de la Unión Europea en pleno siglo XXI es infinitamente mejor que un solo día en una cárcel donde sea. En el fondo Puigdemont es, como todos los pícaros... no hay signo más inequívoco de que Puigdemont ha aceptado su vulgar derrota política que su regreso a Cataluña como un vulgar cabeza de lista que se presenta a unas anodinas, felices y vulgares elecciones autonómicas (Pau Luque)

 "El posible regreso de Carles Puigdemont a Cataluña difícilmente elevará su figura política. Como mito de Cataluña, Puigdemont ocupa un lugar muy discreto. Compararlo con Lluís Companys o con Jordi Pujol sería, por razones de distinta naturaleza, un ejercicio hiriente para Puigdemont. Comparémoslo, pues, con el último presidente de la Generalitat que regresó tras años de exilio. Josep Tarradellas poseía la fuerza moral de ser perseguido por una dictadura. Fuerza que quedó acreditada al ser su regreso a Cataluña parte de un pacto de Estado que refundaba democráticamente un país. Puigdemont llegará, si llega, a Cataluña como consecuencia de una carambola electoral que obligó a Sánchez a perfeccionar, más aún si cabe, su arte de hacer lo correcto por las razones incorrectas.

Al regreso de Tarradellas lo amparaba un relato forjado a la luz de las mejores virtudes políticas, como Jordi Pujol reconoce, con sorpresa retrospectiva, en sus Memòries. Al de Puigdemont no lo ampara ninguna narración que no sea tan, pero tan, de parte que a su lado el himno de tu equipo favorito de futbol se convierte en un canto a la equidistancia.

A Puigdemont lo votarán desde luego centenares de miles de personas pero, a estas alturas, su figura encarna, si acaso, a unos pocos centenares de personas que tiran de su propio cabello para salir del pozo emocional al que cayeron en 2017. Tarradellas, en cambio, encarnaba la suerte institucional de una cultura y una lengua sometidas al yugo de más de treinta años de fascismo.

Tarradellas, en fin, tenía voz moral. Puigdemont, tiene tuiter.

Ya paro. La comparación es insoportable, más aun si tenemos en cuenta que Tarradellas adquirió categoría de mito más por un deus ex machina que por su trayectoria política. Y, sin embargo, es porque Puigdemont palidece ante Tarradellas que hay que celebrar su eventual retorno.

 Y es que una persona que no está dispuesta a pasar ni un solo día en la cárcel por la causa de la independencia de Cataluña es alguien a quien yo comprendo perfectamente. Su retórica es ambigua, desde luego. Y no dejará de serlo. Su obsesión por el poder, así como su desprecio por la autoridad moral, hacen imposible que no hable como si quisiera destruir España. Pero del mismo modo que —como decía aquel refrán sefardí— no por decir “fuego” arde la boca, tampoco por decir “independencia” se rompe España. 

Puigdemont no puede dejar de pronunciar esa palabra que en algún momento muy temprano interiorizó y que ya no dejó de conjurar en él, así como en muchos otros, algún tipo de bienestar personal al que no está dispuesto a renunciar. ¿Pero pasar ni que sea un único y solitario día en el talego por desfigurar España? Ni de broma. Olvídense de lo que dice y fíjense solo en lo que hace. Puigdemont actúa teniendo muy claro que solo los locos o los tontos pisarían la cárcel por la independencia de Cataluña. Y ahora, en un episodio más de su magistral picardía disfrazada de alta política, Puigdemont consigue además pactar la amnistía para aquellos que, a diferencia de él, se habían dejado pillar.

Pero si digo que comprendo a quien cree que la independencia de Cataluña vale exactamente un total de cero días de cárcel es porque yo pienso lo mismo de la unidad de España: vale cero días de cárcel. Es una suerte de pacto implícito de no agresión, el que Puigdemont establece con gente como yo. Un pacto, por lo demás, del todo ininteligible fuera del manicomio en que se ha convertido la Cataluña política de las últimas décadas. Y un pacto que otros compañeros de generación, sin ir más lejos Oriol Junqueras, han rechazado porque sí asumieron que valía la pena ir a la cárcel por intentar resquebrajar España.

Cierto es que Puigdemont ha estado refugiado en Bélgica casi siete años. Pero no deduciría yo de semejante circunstancia que él piense que la independencia de Cataluña sí vale siete años de exilio. Lo único que inferiría es, en el fondo, una obviedad: una vida entera exiliado en un país de la Unión Europea en pleno siglo XXI es infinitamente mejor que un solo día en una cárcel donde sea. En el fondo Puigdemont es, como todos los pícaros, una persona sensata y de orden. Y la prueba definitiva es que, tras declarar la independencia de Cataluña y tras jurar haber destruido la unidad de España, Puigdemont se volvió de nuevo políticamente relevante en Cataluña al contribuir a la formación y estabilidad de un Gobierno…español.

Y es que si no fuera por lo acomplejados que por fortuna nos sentimos los españoles, más aún los catalanes que no somos independentistas, deberíamos concluir una cosa que de tan trivial se nos olvida, a saber, que no hay signo más inequívoco de que Puigdemont ha aceptado su vulgar derrota política que su regreso a Cataluña como un vulgar cabeza de lista que se presenta a unas anodinas, felices y vulgares elecciones autonómicas."         (Pau Luque Sánchez, El País, 07/04/24)

15/11/22

Albert Soler: A mí me parece de perlas que para acabar con el conflicto catalán... El problema es que, por más que lo busco, no hallo este famoso conflicto catalán. Salgo de buena mañana de casa, me tomo un café en La Tahona y no veo conflicto alguno entre los parroquianos, a no ser que el día anterior hubiera fútbol... A saber dónde debe estar el famoso conflicto que obliga a reformar leyes para resolverlo. Habrá que preguntarle a Pedro Sánchez... El conflicto de algunos catalanes es llegar a fin de mes, el de otros es que su señora no les ponga los cuernos y el de los de más allá, averiguar de una vez qué género les corresponde. El mío, más modesto, es que me sirvan la cerveza helada, que es como me gusta. También hay catalanes cuyo conflicto es no vivir en la 'republiqueta' que sus líderes les prometieron, y unos pocos tienen el conflicto de haber sido condenados a cárcel e inhabilitación... Como se ve, conflictos no nos faltan, pero ninguno de ellos es un “conflicto catalán” que a todos ataña... Tal vez piensan en Madrid que a alguien le importa que de vez en cuando los lacistas protesten, acusen, berreen o se manifiesten. No es que para solucionar eso no haga falta reformar ley alguna, es que solucionar eso ni siquiera merece la pena. Con lo que nos reímos a su costa

 "A mí me parece de perlas que para acabar con el conflicto catalán se eliminen delitos del Código Penal; para acabar con un conflicto todo vale, hasta suprimir el propio Código Penal si se tercia, que los conflictos son muy feos. El problema es que, por más que lo busco, no hallo este famoso conflicto catalán. Salgo de buena mañana de casa, me tomo un café en La Tahona y no veo conflicto alguno entre los parroquianos, a no ser que el día anterior hubiera fútbol. De camino al periódico, me fijo en los viandantes y están como siempre, sin conflicto a la vista.  

Los semáforos funcionan, esquivo bicicletas y patinetes con la habilidad que otorga la experiencia, hablo con conocidos, los aviones surcan el cielo, las fuentes sueltan agua, se vende lotería de Navidad y estamos todos esperando que empiece el Mundial porque nos importa un bledo que se celebre en Qatar. A saber dónde debe estar el famoso conflicto que obliga a reformar leyes para resolverlo. Habrá que preguntarle a Pedro Sánchez.

 En Catalunya hay tantos conflictos como catalanes, cada cual tiene el suyo propio. El conflicto de algunos catalanes es llegar a fin de mes, el de otros es que su señora no les ponga los cuernos y el de los de más allá, averiguar de una vez qué género les corresponde. El mío, más modesto, es que me sirvan la cerveza helada, que es como me gusta. También hay catalanes cuyo conflicto es no vivir en la 'republiqueta' que sus líderes les prometieron, y unos pocos tienen el conflicto de haber sido condenados a cárcel e inhabilitación. El conflicto de Junqueras, en particular, es su ignorancia jurídica: por eso anda reclamando que no se castigue la “malversación de pensamiento”, que jamás ha sido castigada. A la vista está que el orondo dirigente de ERC cae en el pecado de la gula sin tiempo a pensarlo siquiera, de ahí que confunda pensamiento y acto.

 Como se ve, conflictos no nos faltan, pero ninguno de ellos es un “conflicto catalán” que a todos ataña.

 Igual es que desde Madrid, que es donde viven los que mandan, lo tienen mal entendido. Tal vez piensan, cosas la distancia, que a alguien le importa que de vez en cuando los lacistas protesten, acusen, berreen o se manifiesten. No es que para solucionar eso no haga falta reformar ley alguna, es que solucionar eso ni siquiera merece la pena. Con lo que nos reímos a su costa."              (Albert Soler, El periódico, 15/11/22)

20/5/21

Junts ha ganado una primera batalla a ERC

 "La escuela convergente mantiene su vigor. La estrategia de Junts per Catalunya para llegar a un acuerdo con ERC estaba pensada con un ritmo adecuado, asumiendo riesgos y con el poso del convergente de toda la vida que tiene una concepción del poder dictada por Jordi Pujol desde los años ochenta.

 Jordi Sànchez es un alumno aventajado, pese a beber de otras fuentes, del activismo de La Crida y de la izquierda nacionalista que siempre fue el PSUC y luego derivó en ICV. Sànchez, a su vez, ha tenido a un gran estratega a su lado, David Madí, uno de los más astutos que, siempre en un segundo plano, ha seguido muy de cerca y como protagonista de excepción todo el proceso independentista desde 2012.

Esa escuela, esa profesionalidad del convergente, ahora camuflado en un movimiento que impulsó Carles Puigdemont --también un convergente desde muy joven, aunque no se sintiera a gusto con el autonomismo de Pujol-- ha ganado una primera batalla a ERC. El acuerdo para formar el nuevo Govern tras las elecciones del 14F, sin embargo, no debería llevar a la sorpresa. Si las posiciones se intercambiaron tras esos comicios, al quedar Esquerra por delante de Junts per Catalunya, parecía lógico que departamentos como Economía pasaran a depender de los posconvergentes, una vez Pere Aragonès se aseguraba la presidencia de la Generalitat.

 Ya no se trata de avanzar hacia la independencia. Eso es lo de menos. Quedará la retórica, y la hoja de ruta, con la presión de las diezmadas entidades soberanistas, como la ANC y Òmnium Cultural, que las dos formaciones --JxCat y ERC-- podrán dejar de lado con cierta facilidad. Ahora lo que estaba en juego eran las líneas de corte del poder, del poder más crudo, y con la intención de gestionar una situación muy complicada, pero que presenta, también, enormes oportunidades con los fondos europeos. En la Generalitat, en los próximos años, habrá dinero y capacidad. 

Y quien sepa transformar esos fondos en proyectos concretos, y en venderlos con intención tendrá una posición ganadora a medio plazo. Junts per Catalunya y Esquerra lo saben. Con una ventaja, sin embargo, para Esquerra. Y es que tiene 13 diputados en el Congreso y la alianza que establezca con el Gobierno de Pedro Sánchez puede ser trascendental. Eso no lo tiene JxCat, que irá a rebufo, digan lo que digan sus dirigentes, de lo que pueda lograr ERC.

 Jordi Sànchez, que llegó a la cúspide de la ANC, con las buenas artes de David Madí, sabía que ERC no tenía ninguna alternativa. Un gobierno en solitario de Pere Aragonès era una quimera y, de hecho, hubiera sido un desastre para el propio Aragonès, ahogado por un Parlament en el que JxCat le hubiera hecho la vida imposible. Sànchez sabía que los Comuns no entrarían nunca en un Govern tripartito, es decir, con ERC y JxCat. Y que el PSC, en ningún caso, podía ahora dar el paso para apoyar a los republicanos.

Esquerra no tenía otra alternativa que la de negociar con JxCat porque, aunque quedó por delante de los posconvergentes, sólo fue por la mínima. No tiene la hegemonía del independentismo, y tampoco la tiene Junts per Catalunya. Esa es la realidad, la de un mundo que mantiene su vigor, pese a perder 700.000 votos el 14F, porque hay una realidad sociológica que no se puede ignorar y todavía los protagonistas del octubre de 2017 siguen en la cárcel. 

 Esquerra no fue consciente de eso, y jugó en varias direcciones. Debe saber que, todavía, no está en esa situación. Sigue en el campo nacionalista. De hecho, nunca ha salido de ahí. Hay que recordar que Heribert Barrera no dudó en ningún momento en apuntalar al primer Jordi Pujol tras las elecciones de 1980. Ni se le pasó por la cabeza mirar hacia el PSC de Joan Reventós

La profesionalidad convergente en el arte de utilizar las palancas del poder se ha demostrado una vez más. Otra cosa será que Pere Aragonès demuestre un fuste que se le intuye y, desde la presidencia de la Generalitat, acabe proyectando un nuevo poder que anule a los nuevos alumnos convergentes, desde Elsa Artadi a Jordi Puigneró. Por lo menos tiene una oportunidad. No menor. Esquerra tendrá un presidente de la Generalitat, el primero desde la recuperación de la democracia, y que se añade a los históricos Macià y Companys.

Y no podemos olvidar a los amateurs, desde Joan Canadell, Laura Borràs, Francesc de Dalmases al propio Quim Torra. Han quedado en fuera de juego con sus proclamas a favor de que JxCat se quedara en la oposición. Eso, en el manual del convergente, nunca."                (Manel Manchón, Crónica global, 18/05/21)

19/5/21

El Govern de la "desconfianza"... JXCat y ERC admiten que no se fían "del todo" el uno del otro al día siguiente del pacto

 "El secretario general de JxCat, Jordi Sánchez, en declaraciones a Catalunya Ràdio, ha reconocido que "la desconfianza ha sido el gran adversario de este acuerdo. El gran trabajo que se ha hecho ha sido expulsarla y aún no se ha conseguido del todo".

Por otra parte, ha señalado que "hemos cerrado el acuerdo en un fin de semana porque había un trabajo previo de meses". "En ningún momento pensé que no habría acuerdo y que iríamos a unas elecciones", ha asegurado.

Por su parte, la secretaria general de ERC, Marta Vilalta, ha admitido que "la legislatura es de cuatro años y trabajaremos para que pueda durar al máximo. En dos años habrá esta reválida, la cuestión de confianza, y esto puede ir para bien y para mal".       
        (e-notícies, 18/05/21)

3/6/20

La causa independentista sigue perdiendo adeptos en Euskadi y se sitúa en el 14%

"La defensa de una Euskadi independiente sigue perdiendo peso en esta comunidad autónoma. En plena crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus, los vascos no tienen entre sus principales preocupaciones la consecución de un Estado vasco separado del resto de España. 

Solo el 14% se declara partidario de constituir un país independiente, según el último Deustobarómetro Social, el estudio sociológico de la Universidad de Deusto difundido este viernes. La causa separatista cae dos puntos porcentuales con respecto a junio del año pasado y continúa siendo minoritaria entre los encuestados.

El modelo territorial preferido por los vascos es el de una autonomía con un mayor grado de autogobierno, pero sin romper con España. De entre las cinco formas de organización territorial dadas a elegir -ninguna autonomía, menos autonomía, misma autonomía, más autonomía e independencia-, esta última sale malparada, con un apoyo del 14% de los sondeados. Las opciones que más satisfacen son aumentar el grado de autogobierno (el 34,6%) y mantener la actual configuración autonómica (32,9%). El Deustobarómetro se elaboró entre el 5 y el 15 de mayo tras realizar 1.004 entrevistas en el País Vasco.

Además de reducirse la defensa de la independencia vasca, solo un 5,8% de los sondeados opina que será bastante o muy probable que Euskadi sea independiente en 2030, frente a un 41,8% que lo considera poco probable y otro 39,5% que lo ve casi imposible. Es más factible, según este estudio, que en esa fecha una mujer sea lehendakari. Así lo declaran el 39,3% de los vascos. En las próximas elecciones autonómicas, previstas el 12 de julio, tres de los cinco principales partidos -EH Bildu, PSE-EE y Podemos- concurrirán con una candidata a presidir la comunidad autónoma, mientras que los carteles del PNV y PP-Ciudadanos tendrán rostro masculino.

En lo que se refiere al sentimiento nacionalista, en una escala del 1 al 10, son mayoría (19,7%) quienes se sitúan a mitad de camino, lo que confirma que la sociedad vasca está dividida casi en proporciones similares entre los nacionalistas y los no nacionalistas.  (...)"             (Mikel Ormazabal, El País, 29/05/20)

4/7/19

e-notícies: el movimiento independentista se encuentra actualmente en el peor momento desde que se inició, hace varios años, el proceso soberanista...

"El reciente ciclo electoral, y sobre todo su última fase, marcada por los pactos municipales, ha tenido un impacto muy negativo sobre la imagen de viabilidad del proyecto independentista y sobre la credibilidad de sus principales dirigentes. 

La realidad, según algunas fuentes moderadas de este sector ideológico, es que el movimiento independentista se encuentra actualmente en el peor momento desde que se inició, hace varios años, el proceso soberanista.

Desde un punto de vista electoral, el ciclo ha reflejado un cierto retroceso independentista, pero el problema, según las mismas fuentes, no es ése, sino la imagen de enfrentamientos, zancadillas y mentiras entre las formaciones independentistas que han marcado la política de pactos. La principal víctima de este escenario ha sido la unidad del movimiento independentista, que ya llegó muy dividido a este ciclo electoral. La ficción del independentismo ya no se la cree nadie.

En este sentido, fue especialmente patético el planteamiento que, sobre estos enfrentamientos entre Junts per Catalunya y Esquerra por todo el territorio catalán, hizo la consejera de Presidencia y portavoz del Govern, Meritxell Budó, quien dijo que “hemos vuelto a conjurarnos para buscar desde la lealtad esta unidad estratégica como Govern de coalición que somos". 

También ha hundido la imagen independentista la situación de acoso protagonizada por grups del independentismo radical en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, a la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, y a los concejales no independentistas, a quienes insultaron gravemente, con lanzamiento de objetos incluido."         (e-notícies, 21/06/19)

29/5/19

¿Cuántos proyectos hay? El independentismo se ha roto... hay dos estrategias distintas. mantener las posiciones unilateralistas y rupturistas (Puigdemont), o apostar por una vía más pragmática y realista, negociando con la administración española (Junqueras y Artur Mas)

"En estos momentos, hay dos estrategias distintas en el independentismo catalán, con algunas divisiones en cada una de ellas: mantener las posiciones unilateralistas y rupturistas que se defendían hasta el otoño de 2017, que culminaron con la declaración de independencia en el Parlament, o apostar por una vía más pragmática y realista, negociando con la administración española y buscando una ampliación de la base social independentista, lo que implica aparcar por ahora la independencia.

La posición rupturista es impulsada por Puigdemont, con el grupo de Waterloo, y Junts per Catalunya, además de los departamentos del Govern controlados por sus dirigentes, y el presidente Torra.

Sin embargo, la Asamblea Nacional Catalana, que ha perdido gran parte de su poder de convocatoria, acusa a estos sectores de haber renunciado al mandato democrático del 1 de octubre y de limitarse a realizar una política de gestos y símbolos, sin consecuencias reales. Esta posición es compartida por la CUP, que se niega a cualquier tipo de pacto y va por libre.

La estrategia pactista y pragmática está encabezada por Oriol Junqueras y Esquerra -no hay unanimidad en el partido, como refleja la disidencia de Marta Rovira-, con el apoyo de los sectores del PDECat contrarios a Puigdemont, liderados por Marta Pascal, que cuenta con dirigentes como Carles Campuzano, Jordi Xuclà y Artur Mas, entre otros.

Estos sectores incluso podrían crear un nuevo partido, al margen del PDECat, para esquivar el control de Puigdemont. Por tanto, todas estas tendencias y subtendencias configuran un panorama de división y dispersión que hace muy difícil determinar cuál es actualmente el proyecto del independentismo."              (e-notícies, 24/05/19)

27/5/19

El Govern está deshecho... simplemente intenta seguir vivo con el objetivo de que pueda mantenerse hasta que se dicte la sentencia del juicio contra los dirigentes independentistas procesados...

"Si se analizan las críticas de Junts per Catalunya (JxC) a Esquerra en el marco de la campaña electoral del 26-M, parece imposible que ambas formaciones mantengan un Govern de coalición en la Generalitat mediante el correspondiente pacto. Según admiten fuentes independentistas, la realidad es que el Ejecutivo entre ERC y JxC, la marca electoral del PDECat, está deshecho.

El Govern de la Generalitat simplemente intenta seguir vivo, para ganar tiempo, con el objetivo de que pueda mantenerse hasta que se dicte la sentencia del juicio contra los dirigentes independentistas procesados por el intento de hacer efectiva la declaración de independencia de Catalunya, que se realizó en el Parlament el 27 de octubre de 2017. Se cree que la sentencia podría dictarse el próximo otoño.

Esquerra y JxC pretenden seguir controlando el Govern, para utilizar a la administración de la Generalitat al servicio de los intereses del proyecto independentista, especialmente, lo refererente al dinero público. Pero las dos formaciones son conscientes de que, después de la sentencia, no se podrá mantener el pacto y habrá que convocar elecciones. De todas formas, la situación es insostenible, y no se descarta que haya que hacer la convocatoria antes de la sentencia."               (e-notícies, 24/05/19)

14/2/19

Los 21 puntos que entregó Torra a Sánchez son un alegato surrealista

"(...) Peter Gay, buen conocedor de Sigmund Freud, afirma que lo inconsciente “se asemeja a una prisión de máxima seguridad que mantiene encerrados a elementos antisociales, recién llegados o que llevan allí años” y que  “incontrolados, siempre intentan fugarse”.

La conclusión del autor: los elementos antisociales “solo logran irrumpir con intermitencia y a un alto  precio, tanto para sí mismo como para otros”.

Algo de ello hay en los 21 puntos –un alegato surrealista en la medida que libera el inconsciente nacionalista siempre en estado de vigilia- que Joaquim Torra entregó a Pedro Sánchez como condición para “solucionar el conflicto catalán”.

Resulta interesante decodificar brevemente los olvidos freudianos que se deslizan en el alegato para así desvelar las claves del discurso –la psicopatología- del nacionalismo catalán.    

El alegato olvida a la mitad de los catalanes, que Cataluña no es sujeto del derecho de autodeterminación, que la soberanía reside en el pueblo español, que el autogobierno de Cataluña se ejerce de acuerdo con la Constitución o que el 155 se aplica cuando se gobierna contra el interés general.  

También, se olvida de Montesquieu y la división de poderes, y de que los abusos policiales –la justicia dirá- no van contra el 'pueblo', sino contra quienes incumplen la legalidad democrática.

Se olvida, en fin, que la ética de la responsabilidad implica la asunción de las consecuencias –políticas y penales- de las decisiones tomadas o que el autoritarismo franquista –la idea de Régimen- pervive en la Cataluña nacionalista.

 La psicopatología del nacionalismo catalán -narcisista, egocéntrico y tramposo- lleva a la perversión del lenguaje, la ficción, la desfiguración de la realidad, el engaño y la maquinación. Y a la realización imaginaria de pulsiones instintivas. La República Catalana, por ejemplo. 

Cosa que se traduce en el diseño de un enemigo a la carta, la construcción de una personalidad duplicada y la elaboración de un discurso irrefutable por definición fundado en la falacia.

 

La superioridad moral del nacionalismo


Ese discurso tiene su traducción práctica: la exclusión de la ciudadanía no nacionalista, la fractura de la sociedad, el empobrecimiento general, y  la contaminación política, cultural e ideológica.
Y esa insoportable superioridad moral. 

Y esa insufrible prescripción de la verdad bajo amenaza de excomunión. Y ese irritante comportamiento que siempre exige y nunca cede, que no tiene ninguna voluntad negociadora, que practica el desaire y el desprecio.

Se puede argüir que es el discurso de un Torra que, en el seno del nacionalismo, es lo más cercano a un cero a la izquierda. Pero, también es cierto que dicho discurso -¿hay alguien ahí que diga lo contrario?- ha calado en el mundo nacionalista.    

“Los reinos crepusculares del inconsciente”, decía Coleridge. "             (Miquel Porta Perales, Economía Digital, 12/02/19)

13/2/19

Debe de ser la primera vez que un gobierno declara, negro sobre blanco, que quiere iniciar una política de fosas comunes, y encima solicitando al Gobierno español que colabore en la masacre... No diré que hasta ahora no hayan existido regímenes que han hecho un uso a discreción de las fosas comunes, pero tenían al menos la decencia de hacerlo clandestinamente, a ninguno se le ocurrió anunciarlo en documento público...

"Mucho se ha hablado acerca de que los 21 puntos que Presidentorra reclamó a Pedro Sánchez tratan más de España que de Cataluña, lo que no deja de ser una curiosa manera de «hacer república» esta de preocuparse por la regeneración del estado de que quieren irse.

 También resulta curioso exigir con una mano la separación de poderes, mientras con la otra se pide al gobierno que pase por encima de los tribunales y deje libres los presos. 

 Pero a estas alturas no nos sorprenderemos de una incongruencia más o menos del gobierno catalán, entre las ideas de bombero que tienen los de aquí, y las que los vienen dictadas desde Waterloo, es lógico que unos y otros hagan impresión de necesitar tratamiento psiquiátrico. Nada nuevo. 

A mí, lo que de verdad me ha dejado preocupado es el último punto, exactamente el 21, le habrán puesto tan atrás con la intención de que pase desapercibido. Como soy de los que aún se resisten a reconocer que tenemos un gobierno y unos dirigentes completamente idiotas a pesar de tantos indicios que así lo afirman, quiero creer que el redactado dice exactamente lo que quiere decir.

 Dice el punto 21: «Hay que hacer efectiva una política de fosas comunes». Glups. Debe de ser la primera vez que un gobierno declara, negro sobre blanco, que quiere iniciar una política de fosas comunes, y encima solicitando al Gobierno español que colabore en la masacre. 

No diré que hasta ahora no hayan existido regímenes que han hecho un uso a discreción de las fosas comunes, pero tenían al menos la decencia de hacerlo clandestinamente, a ninguno se le ocurrió anunciarlo en documento público. 

O, al menos, a mí no me consta que en Hitler escribiera que «se hará efectiva una política de campos de exterminio», y lo mismo me atrevería a asegurar de Stalin y los gulags. Se agradece la sinceridad de Presidentorra.

 Supongo que el gobierno -a ilusos no hay quien los gane- cree todavía posible la independencia y se debe ver en la obligación de preparar un lugar de descanso eterno para todos los catalanes que no la querían y no han ido a tiempo, o por los que no puedan demostrar pureza de raza, o por los que se sabe que han votado partidos no suficientemente catalanistas en algunas elecciones, o -toco madera- por los periodistas que nunca se creyeron sus mentiras. 

O por quien sea, tampoco nos pondremos ahora legalistas. Está bien ser previsor y preparar una política de fosas comunes, que luego se te acumulan los cuerpos y los tienes que lanzar a las cunetas, ya sabemos cómo funciona esto.

 Gusta también que no se trate de una sola fosa común, sino que el famoso punto 21 use el plural. Política de fosas comunes. Una sola fosa conlleva gastos de traslado, imaginen que la fosa se cava en Barcelona, ​​no sé, en el Camp de la Bota para no improvisar, y que hasta allí deben llegar desde toda Cataluña los malos catalanes. 

Lo que ahorraríamos -esto sí lo tienen las fosas comunes, permiten cuadrar mejor los presupuestos- en ataúdes, lápidas y otros gastos de entierro, se nos iría en transporte. Es elogiable que se piense en varias fosas, si es posible una en cada comarca, por supuesto de dimensiones más generosas allí donde haya votantes de partidos no suficientemente soberanistas, traidores en catalán llano.

A mí, el redactado de los 21 puntos me trae a la memoria Antífanes, que dejó dicho que cualquier cosa puede disimularse menos el amor y la ebriedad. Y no veo en Presidentorra cara de enamorado."              (Albert Soler, Diari de Girona, 08/02/19)

29/1/19

Ando buscando desde hace tiempo el mesías del proceso. Ni Junqueras ni Artadi: Dolors Bassa. La exconsejera de Trabajo es la única que tiene los pies en el suelo. Es la que ha demostrado más franqueza desde el "estábamos jugando al póker e íbamos de farol" de Ponsatí. Pero una esta en la cárcel y la otra en el extranjero...

"Ando buscando desde hace tiempo el mesías del proceso. (...)

Obviamente están descartados Puigdemont y Torra. (...)

Ambos son casos perdidos.

No hay nada que hacer.

Por eso la primera opción era Junqueras.

Es historiador lo cual, en mi caso, le añade un plus.

Debería otorgarle background, perspectiva e incluso olfato político.

Si no puedes adivinar el futuro aprende al menos del pasado.

Pero el líder de ERC no se sabe nunca si va o viene.

Un día admite que no hay suficiente gente para la independencia y el otro que será un tsunami.

Juqueras está pillado entre Puigdemont y Marta Rovira.

No se atreve a desmarcarse.

Incluso creo que, como buen católico, le va la penitencia.

Probablemente considera que a la larga será el Gandhi catalán.

Tengo mis dudas. Ya lo he expresado en anteriores ocasiones.

La segunda opción era Elsa Artadi.

Sobre todo en cuanto trascendió que se planteaba dejar el Govern. Entonces me dije: ésta es la lista.
Señal que se ha dado cuenta de que esto no va a ningún lado.

Y que más vale desmarcarse a tiempo.

El hecho de que pensara llevarse al ayuntamiento Jaume Clotet de jefe de gabinete bajaba, sin embargo, la cotización.

En fin, no hay que darle más vueltas.

Ni Junqueras ni Artadi: Dolors Bassa.

La exconsejera de Trabajo es la única que tiene los pies en el suelo.

Ahora ha dejado claro, en una entrevista en Rac1, que no quiere ser Nelson Mandela. Ni siquiera en versión femenina.

Que utilizará el castellano en el Supremo por razones estrictas de defensa -que es lo que deberían hacer todos los acusados.

Pero ha dicho más cosas también, cosas que nadie se ha atrevido a decir hasta ahora.

Que el Parlament no ha aprobado ninguna ley.

Que falta acción de Gobierno.

Que el Consejo de la República es un chiringuito.

Más claro agua.

Su única prioridad es salir de prisión.

Espero que lo consiga.

Siempre me dio la sensación de que ella pasaba por allí.

Y que como el resto de dirigentes del proceso no se atrevió a frenar o a advertir al menos de los riesgos.

Mucha suerte, Dolors.

Es la que ha demostrado más franqueza desde el "estábamos jugando al póker e íbamos de farol" de Ponsatí.

Pero una esta en la cárcel y la otra en el extranjero.

Hasta que el independentismo no haga autocrítica y deje de fer volar coloms no hay nada que hacer.
En beneficio propio y de todos."                    (Xavier Rius, director de e-notícies, 09/01/19)

22/1/19

A Pedro Sánchez le puede resultar más tóxico de lo esperado tener al independentismo como socio para completar mayorías en el Congreso...

"Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano, el think tank más importante de España y uno de los más prestigiosos en el concierto internacional, tiene claro que el independentismo deberá pasar por “todas las etapas del duelo”, entre ellas "la depresión y la aceptación", aunque ahora se debata entre "la negación y la ira".   (...)

Ignacio Molina señala que el presidente Pedro Sánchez acierta en su estrategia, porque “debilita al independentismo” y pone “en evidencia” al presidente Torra. Pero también advierte de que el propio Sánchez y el PSOE pueden no tener un apoyo necesario, con un “Podemos menguante” y con la percepción del conjunto de los españoles de que se apoya en los partidos independentistas.

--Pregunta: Los resultados en las elecciones en Andalucía, ¿cambian el escenario político español, y en qué medida condiciona el llamado proceso soberanista? ¿Todo pasa ahora por Cataluña?

--Respuesta: No hay acuerdo entre politólogos y demás analistas a la hora de explicar las causas que llevaron al impactante resultado electoral en Andalucía, con trece puntos porcentuales de voto perdidos por la izquierda y la fuerte irrupción de una derecha populista hasta ahora extraparlamentaria en España, como ha resultado ser Vox. 

Hay quien defiende que primaron los factores locales, por el juicio negativo y el cansancio acumulado tras casi cuarenta años de gestión socialista en la Junta. Pero es difícil que no se interprete también en clave nacional el hundimiento del PSOE, el mal resultado de Podemos e IU, el fuerte crecimiento de Ciudadanos o la radicalización de un tercio del votante más conservador, que ha optado por Vox en vez de por el PP. 

Estas son las primeras elecciones que se celebran en el resto de España después del complicadísimo otoño de 2017 y es lógico que el juicio sobre lo sucedido en Cataluña haya influido en el comportamiento de muchos votantes. 

Y, aunque los sondeos muestran que Pedro Sánchez sería menos castigado que Susana Díaz, dos conclusiones parecen derivarse del voto andaluz: la primera es que le será muy difícil alcanzar una victoria que le permita seguir en el poder apoyado en un declinante Podemos y, en segundo lugar, que le puede resultar más tóxico de lo esperado tener al independentismo como socio para completar mayorías en el Congreso.

--¿Un problema para el PSOE?

--Los votantes que se sitúan a la derecha del PSOE (muy enfadados por lo sucedido en Cataluña) tienen ahora tres opciones y, si el sistema electoral no perjudica esa dispersión del voto, es difícil que no se movilicen y alcancen una mayoría parlamentaria suficiente para gobernar.

 La paradoja es que eso ayuda a retrasar las elecciones pues incentiva a los nacionalistas catalanes a moderarse, ante el temor de un Gobierno distinto en Madrid que pueda suspender otra vez la autonomía. 

De esta forma, si eso permite aprobar los nuevos presupuestos y la legislatura se alarga, el conflicto catalán podría perder algo de relevancia y ser en parte reemplazado entre los votantes por asuntos más propios del eje izquierda-derecha.

 En todo caso, al menos hasta que no haya elecciones generales, es muy difícil que Cataluña deje de ser el gran factor que condiciona la política española.  (...)"                 

(Entrevista a Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano,  Manel Manchón, Crónica Popular, 06/01/19)

21/1/19

El Proceso ha acabado con lo que se había ganado en Cataluña después de la crisis, lo ganado el 15-M -digamos así- que llegó al Ayuntamiento de Barcelona. El factor nacionalista ha dividido esta base social. Hemos conseguido la 'proeza' que el cinturón de Barcelona, ​​que históricamente votaba a la izquierda, ahora vota Ciudadanos, que es un partido de la derecha cruda y pelada. Esto es muy lamentable...

"(...) ¿Como viste, desde tus corresponsalías en Alemania y en Francia, la evolución del proceso independentista catalán? Y como lo veían ellos desde allí?

Lo veían con mucha sorpresa. Era la misma sorpresa que provocaban los viajes de Pujol en Berlín, que yo viví hace años. Los alemanes, que son muy cuadrados, no entendían por qué en uno de los países más descentralizados de Europa, en una de las regiones más ricas y con mayores competencias, aunque quisieran más. 

Cuando todo esto se desarrolló hacia un enfrentamiento, los alemanes decían: "Y por qué no se ponen de acuerdo?". Conociendo como conozco Cataluña, yo entendía que había cosas que a los alemanes se les escapaban, una mezcla compleja entre varios factores: un sentimiento nacionalista antiguo, frustrado por una serie de situaciones; un elemento institucional de protoestat catalán, que deseaba avanzar en esta vía, y también el intento de un partido corrupto, Convergencia, de solucionar su problema. 

Todo ello mezclado creaba una bola -en la que cada uno podía discutir cuál de las partes era más decisivamente, pero el resultado era una protesta impresionante en las calles, acompañada de una acción institucional desde arriba. 

Una mezcla entre revuelta o protesta popular, y revuelta del Estado, de un aparato del Estado dentro del mismo Estado español, la Generalitat.

 ¿Como lo ves ahora que vuelves a vivir en Cataluña?

Yo no soy nacionalista; hay que ir con este tipo de confesiones por delante. Me intento concentrar en las cosas que me parecen significativas en el cuadro europeo y mundial. 

Y creo que esto de Cataluña no es significativo, no tendrá influencia en ninguno de estos dos ámbitos. Sí que tiene influencia en la política española, pero -a la vez- la política española tiene poca repercusión en estos marcos europeos y mundiales que me interesan. 

Por lo tanto, este ámbito lo observo poco y sin pasión, porque no soy nacionalista. Al contrario: a mí me gusta España. Me gusta España incluso con sus defectos. A la hora de pensar una utopía, antes de que la utopía de una Cataluña independiente, a mí me atrae más la utopía de una federación ibérica que incluyera Portugal. 

Una federación que, gracias al peso de Portugal, y mediante la interacción de otras partes de esta España plurinacional, lograra desmontar el peso de Castilla en el conjunto de la Península. Crear una convivencia ibérica un poco diferente. Esto es una utopía que me gusta más, y que algunos autores portugueses y algunos locos hispanos comparten.

¿Por qué te gusta más esta utopía?

Porque creo que sería una buena plataforma para definir unas relaciones con América Latina menos turbias que las que tenemos ahora, y también con nuestro entorno mediterráneo, el entorno del Magreb. Y, por supuesto, con nuestro entorno europeo, al que no podemos dar la espalda.

¿Crees que partidos como los Comunes o la CUP tienen algún equivalente a escala europea?

No sigo con mucho detalle la cocina interna de estos partidos de izquierdas. Sobre los Comunes puedo decir que el Proceso les ha partido. Yo sostengo la teoría, muy discutida por amigos independentistas, que el Proceso ha acabado con el que se había ganado en Cataluña después de la crisis, lo ganado el 15-M -digamos así- que llegó a la Ayuntamiento de Barcelona. El factor nacionalista ha dividido esta base social. 
Hemos conseguido la 'proeza' que el cinturón de Barcelona, ​​que históricamente votaba la izquierda, ahora vota Ciudadanos, que es un partido de la derecha cruda y pelada. Esto es muy lamentable. Se ha hecho fuerte la derecha en Barcelona, ​​se ha hecho fuerte la derecha en Madrid y se ha dividido una gran parte de la sociedad catalana entre partidarios y adversarios.
 Se trata de un marco temático con muy poca perspectiva de progreso. Pero esto es mi opinión: hay gente que tiene esta emoción nacionalista, que lo ve al revés, que considera que sólo por esta vía se podrá progresar.

¿El Gobierno actual de Cataluña es comparable con algún otro nacionalismo europeo -o movimiento- que hayas visto durante tu carrera periodística?

La analogía más negativa que se me ocurre es, por ejemplo, el caso de Polonia, donde el "establishment 'polaco está absolutamente convencido de que la catástrofe aérea de Smolensk, en la que murió el presidente Kaczinsky y la plana mayor de la Estado polaco, es un complot. Y mira que conocemos los detalles más completos, entre los que que Kaczinsky y sus colaboradores animaban el piloto del avión que se la jugara aterrizando entre una niebla espesa.
 Pero es igual: todo ello ha desembocado en la convicción oficial que aquello fue un complot. Es una convicción compartida por decenas, cientos de miles de polacos y que forma parte del sentido común de los medios de comunicación. Se trata de algo parecido a aquel 11-M de Atocha en España, en el que la derecha española y los medios de comunicación de Madrid, años después de los hechos, aunque insistían que había sido un atentado de ETA.
 También se me ocurre el caso de Hungría, donde el principal "problema" es la inmigración, en un país que no la tiene. Los ingredientes que configuran, en parte, la situación del Proceso, me recuerdan mucho estas irracionalidades. O lo que "Europa nos reconocerá", o que el Estado consentirá -cualquier Estado y nuestro en concreto- que una parte muy importante de él se separe y no pase nada.
 Yo creo que el nacionalismo no está reñido con la irracionalidad o el sentido común, ¿verdad? Por ejemplo, recuerdo que la tesis de Josep Fontana era que no hay independencia sin sangre. El problema del precio nos lleva a preguntarnos muchas otras cosas.

¿La transición de Rajoy a Sánchez ha supuesto un cambio en la posición que juega España dentro de la Unión Europea?

No creo que haya cambiado mucho. Sánchez es un político de una debilidad estratosférica. No aportará nada. Y esto es un drama, porque el escenario portugués del Bloco de Esquerda era el escenario más optimista, pero me temo que los socialistas españoles no serán capaces de eso [en Portugal el partido socialista gobierna con el apoyo del Bloco de Esquerda y del Partido Comunista]. (...)"
                                    (Entrevista a Rafael Poch,  Javier Borrás, Crític, 08/01/19)

7/1/19

Hace unos años, con el 15-M, Occupy Wall Street o el ascenso electoral de Syriza y Podemos, parecía que estábamos en otra fase de cambio intenso... Hoy, en cambio, la situación ha virado en muchos sitios hacia la amenaza de un giro radical a la derecha... No cabe duda de que el procés ha hecho mucho por alimentar a la bestia en nuestros lares... Estamos en una situación tan peligrosa como la de los años treinta, aunque las circunstancias son otras... Y para ello no parece que la batalla principal pase ni por la cuestión nacional ni por un enfrentamiento entre reforma y revolución. Mientras cada cual siga ensimismado en su parcela, el empuje reaccionario se nos puede llevar por delante...

"Llevamos demasiados años a la espera; mucho tiempo en el que una tensión política extrema esconde la ausencia de políticas reales.  (...)

Un debate en que los símbolos, la tensión emocional y la vaciedad argumental lo ocupan casi todo, tanto en Catalunya como en el resto del país. El debate catalán sirve para esconder, en todos lados, la vaciedad de las políticas reales. 

En Catalunya la Generalitat hace tiempo que no opera. Tras los brutales recortes que realizó el primer gobierno de Mas (el que pomposamente se autodenominó “Govern dels Millors”), toda la actividad se centró en dar vuelo al procés, en convencer a la gente de que todos los problemas venían de Madrid y de que el futuro sería maravilloso una vez que se alcanzara la independencia.  (...)

Pero del procés, como del jamón, se aprovecha todo. Y si en Catalunya ha sido útil para tapar la política de la derecha catalana, en el resto del país ha servido para dar a la derecha una batalla a la que apuntarse y tapar también sus vergüenzas.  (...)

Tan bueno ha sido el producto que hasta lo ha comprado una parte de la izquierda radical (todos los grupos afines al trotskismo, parte del comunismo ortodoxo y el anarcocarlismo cupero).  (...)

Escribir hoy, cuando ha habido en Barcelona movilizaciones de parte de la profesión médica, de parte de los docentes, de los estudiantes universitarios y de los bomberos, puede dar la impresión de que las cosas están empezando a cambiar, 

(...) los que se movilizan son en gran medida una parte de los mismos que han apoyado entusiásticamente el procés (por ejemplo, la movilización de enseñanza ha sido organizada por IAC-USTEC y CGT, los dos sindicatos que convocaron el año pasado una huelga general en apoyo del independentismo).  (...)

Todo conspira para que el empantanamiento no tenga fin. En Catalunya hay bastante gente con influencia mediática que vive del procés. Por otra parte, ninguno de los actores está dispuesto a hacer una autocrítica o una seria revisión de lo inviable de la propuesta independentista, y cuando aparece alguna indicación al respecto, enseguida es sepultada por un exabrupto de alguien más radical que impide profundizar en esta línea. 

De hecho, tampoco las bases están dispuestas a hacer este ejercicio de reflexión pues nadie tiene interés en reconocer que se ha dejado engañar o ha participado alegremente en una aventura insensata.  (...)

A la espera de que los movimientos sociales ganen fuerza (aunque no sabemos muy bien cómo fortalecerlos), mientras seguimos empantanados en Catalunya, en toda Europa emerge con fuerza una nueva derecha ultranacionalista, reaccionaria, autoritaria que nunca se fue, pero que ahora se alimenta de las amenazas simbólicas y reales que genera la globalización.  (...)

No cabe duda de que el procés ha hecho mucho por alimentar a la bestia en nuestros lares. Pero la dimensión del fenómeno indica que se trata de un proceso más general, que tiene que ver no sólo con el impacto de las políticas de ajuste y la frustración de las expectativas sociales (recortes que han afectado de forma muy desigual en los distintos países europeos), sino sobre todo con el miedo a la “invasión de los bárbaros” y el rechazo a las voces agoreras de la crisis ecológica y el fin del crecimiento.  (...)

Estamos en una situación tan peligrosa como la de los años treinta, aunque las circunstancias son otras. Entonces el peligro venía de una movilización de fuerzas reaccionarias para atajar la expansión de la revolución proletaria y las frustraciones generadas por la crisis de 1929. 

Se basó en promover una intensa movilización social, de corte militarista, y en ofrecer políticas claramente orientadas hacia el expansionismo imperialista. Era un reaccionarismo “hacia afuera” aunque también incluyera una criminal política de limpieza interna. 

Ahora el modelo apunta hacia otra variante, el de blindarse hacia adentro y el de generar un autoritarismo por delegación compatible con mantener a la gente aislada y enganchada a los diferentes juguetes de la industria electrónica. La limpieza interna puede ser incluso más suave, por cuanto en una sociedad mediática el ostracismo es un potente mecanismo de control social.

Frente a esta amenaza no parece que haya otra opción que desarrollar un amplio frente de gente dispuesta a parar una nueva experiencia reaccionaria. Hace unos años, con el 15-M, Occupy Wall Street o el ascenso electoral de Syriza y Podemos, parecía que estábamos en otra fase de cambio intenso. 

Hoy, en cambio, la situación ha virado en muchos sitios hacia la amenaza de un giro radical a la derecha. En este contexto, no queda otra que hacer frente a esta amenaza tejiendo un verdadero movimiento social en defensa de los valores democráticos de base que deben sustentar cualquier sociedad decente.

 Para tratar de generar una respuesta racional, socialmente avanzada, organizada a los problemas que ha hecho aflorar la globalización, a los impactos de la última crisis, a las transformaciones que plantea la amenazante crisis ecológica. Y para ello no parece que la batalla principal pase ni por la cuestión nacional ni por un enfrentamiento entre reforma y revolución. 

 Mientras cada cual siga ensimismado en su parcela, el empuje reaccionario se nos puede llevar por delante. Empieza a ser hora de despertar, de buscar mediaciones para reconocer dónde está la amenaza principal."                        

28/12/18

¡Feliz año! En el que el conflicto catalán pesará mucho más que el social a la hora de movilizar votos. La derecha pretende repetir el próximo mayo un vuelco electoral similar que ocurrió en mayo de 2011 utilizando este conflicto como ariete... mientras el gobierno socialista depende de un acuerdo con los independentistas... El independentismo se encuentra enfrentado sobre la estrategia a seguir... el miedo a la derecha les impulsa en una dirección, el miedo a ser señalados como traidores, y más aún con el juicio inminente de los dirigentes procesados, les bloquea el dar pasos en esa dirección. El actor independentista y la decantación de la lucha en su seno será la clave para despejar el futuro inmediato en Cataluña y en España...

"(...) Pero, mientras el conflicto catalán, y su difícil desactivación - que, en definitiva, descansa en la capacidad del independentismo para digerir la derrota de la estrategia unilateral - está provocando contradicciones, tensiones y divisiones en la alianza que ganó la moción de censura e invistió a Pedro Sánchez, por el contrario, está  funcionando como aglutinante en el campo de la derecha que ve como pueden cumplirse sus expectativas de convertir en un paréntesis al gobierno de Sánchez.

 La confirmación de estas tendencias son los resultados de las elecciones andaluzas. Manteniendo los socialistas el gobierno en Andalucía desde el inicio de la democracia, con el gobierno central en manos del PSOE y aplicando medidas progresistas, y con una alianza con su izquierda, Podemos e IU, que le respalda y no le critican, sin embargo la izquierda acaba de conocer una derrota sin paliativos en Andalucía, la comunidad más característicamente de izquierdas de España. 

Y todo ello porque el  conflicto identitario, el catalán, está pesando mucho más que el social a la hora de movilizar votos. Las elecciones andaluzas han sido el punto de partida del ciclo electoral que
recorrerá España en 2019, con una concentración de elecciones municipales, autonómicas y europeas en mayo, y posiblemente también unas parlamentarias nacionales.

 La derecha pretende repetir el próximo mayo un vuelco electoral similar que ocurrió en mayo de 2011 cuando las victorias obtenidas en las mismas elecciones abrió el camino a una victoria absoluta del PP en las legislativas de unos meses más tarde. Y a nadie se le escapa este precedente histórico, ni a la derecha, ni al PSOE o Podemos, ni a los independentistas catalanes. 

 (...) el conflicto catalán es utilizado como ariete para desplazar al PSOE y UP de los centros de poder, especialmente el gobierno de la nación. Para ello la derecha ha tenido que romper el bloque constitucionalista conformado en 2017 junto al PSOE para enfrentar el desafío secesionista en el 
momento de su clímax en los meses finales de dicho año. 

Ruptura verificada sin esperar a comprobar si el PSOE pudiese hacer concesiones de calado al independentismo, y ruptura que implica, para que la derecha pueda aplicar su solución al conflicto catalán, la necesidad de obtener victorias electorales por mayoría absoluta. 

Y este es el talón de Aquiles de la derecha española, en 2011 el PP logró esa mayoría absoluta en una situación de crisis económica y fuerte desgaste del PSOE pero, actualmente, con la división tripartita de la derecha española ésta necesitaría de la contribución de Vox - el desgajamiento ultraderechista de la derecha española - para actuar como mayoría absoluta. 

Sin embargo, esta triple alianza permitiría plantear al independentismo la batalla contra un gobierno español de derechas como un enfrentamiento contra la extrema derecha, y a la izquierda española cerrar filas con el mismo argumento. 

La aparición de Vox como un actor político de cierto peso, y la ruptura del bloque constitucionalista podría acercar a la derecha al poder pero en unas condiciones que podrían hacer fracasar su solución al conflicto catalán después de aumentar la tensión a cotas peligrosas. 

El gobierno del PSOE, tras haber desactivado la amenaza de verse superado por su izquierda por Podemos, y después de haberse hecho con el gobierno desde una posición minoritaria, necesita presentar su alianza con los independentistas como un expediente indispensable para desactivar el propio conflicto catalán por la vía negociadora y poder avanzar en su programa social. 

Y es una necesidad que se ha convertido en urgente porque los plazos para aprobar los presupuestos ya están superados y, sobretodo, porque tras la derrota en las elecciones andaluzas los dirigentes del PSOE temen que la derecha les infrinja una derrota aún más dura en el ciclo electoral de 2019. 

El gobierno socialista depende de un acuerdo con los independentistas - a los que no puede ofrecerles nada sustancial de sus  reivindicaciones, solo gestos y un nuevo Estatuto dentro de los parámetros constitucionales - para evitar una derrota gubernamental y electoral y, con casi seguridad, una grave crisis interna en el PSOE, dónde los sectores más españolistas y los barones regionales desconfían de los giros adoptados por Pedro Sánchez en su relación con el independentismo. 

La principal baza del gobierno socialista en la negociación con el secesionismo se basa en el temor de estos a la llegada de la derecha al poder con un discurso radical de solución al conflicto catalán.

 El independentismo catalán es el tercer protagonista en este triángulo fundamental de actores, junto al gobierno socialista y la derecha española. En los meses finales de 2017 sufrió una derrota inapelable de su estrategia de secesión unilateral, pero conservó su apoyo electoral (47%) en las elecciones autonómicas de diciembre de 2017 que le permitió revalidar la formación del govern catalán. Esta situación se convirtió en una fuente de contradicciones en su seno. 

Los sectores más lúcidos del independentismo tomaron conciencia de que la vía unilateral quedaba cerrada, al menos para un largo tiempo; los sectores más radicales, por el contrario, interpretaron que su control del govern les daba bazas y, especialmente, se orientaron hacia la movilización callejera, teniendo como causa principal de actuación la situación de los dirigentes independentistas encarcelados o huidos de la justicia, todos pendientes de juicio.

 Así confluían en su seno una serie de tendencias contradictorias: el apoyo a la moción de censura del PSOE y su sostenimiento en el gobierno central; el temor a que la derecha española alcance el poder con su discurso radical de intervención de larga duración de la autonomía catalana; la dependencia de un centro de poder simbólico y no elegido democráticamente, el que representa Puigdemont en Waterloo; y la presión del sector radical de las CUP-CDR por llevar a cabo la creación de estructuras de Estado en Cataluña violando la ley y buscando compensar mediante movilizaciones callejeras su absoluta minoría en el parlament. 

El independentismo, que había exhibido una unidad forzada en la etapa anterior en torno a la misma estrategia, la vía unilateral de secesión, se encuentra ahora internamente enfrentado sobre la estrategia a seguir, y quién mejor expresa esa división y contradicción es el president Torra, que un día apuesta por la vía unilateral y al día siguiente negocia con el gobierno socialista, que un día jalea a los CDR para que presionen en la calle y otro día les reprime mediante los mossos. 

El independentismo más lúcido necesita una pista de aterrizaje para desmontar el mito de la vía unilateral rápida, inmediata y fácil y convencer de que no tienen otra posibilidad que abrir una larga etapa de acumulación de fuerzas que le permita o lanzar otro desafío o alcanzar una negociación con el Estado en condiciones más favorables. 

Pero la fuerte emotividad creada en la etapa anterior - que se mantiene viva en torno a los dirigentes procesados y explotada a fondo por los sectores más radicales del secesionismo - está impidiendo ese aterrizaje que buscan los moderados. 

Para el independentismo también se ha  convertido en urgente despejar esta contradicción y ambigüedad, los mismos plazos que acucian para la aprobación de los presupuestos al gobierno central y el ciclo electoral de 2019, apremian al independentismo sobre si siguen sosteniendo al gobierno del PSOE y le ofrecen bazas para ganar las elecciones a la derecha, o dejan caer al gobierno y permiten que la derecha se instale en el poder y la situación en Cataluña entonces se tensiones a niveles peligrosos. 

Los sectores radicales del independentismo parecen preferir esta última situación que llevaría al enfrentamiento más abierto y radical sin calcular ni los costes ni la posibilidad de sus derrota definitiva, es la política del aventurerismo. Pero si los sectores moderados quieren evitar dicha situación necesitan imponerse sin demorar más tiempo sobre los sectores radicales, y no está claro que tengan ni la voluntad ni la fuerza para hacerlo. 

El miedo a la derecha les impulsa en una dirección, el miedo a ser señalados como traidores, y más aún con el juicio inminente de los dirigentes procesados, les bloquea el dar pasos en esa dirección. El actor independentista y la decantación de la lucha en su seno es, pues, la clave para despejar el futuro inmediato en Cataluña y en España.  (...)

Estos meses de paréntesis tenían que haberle servido para despejar el camino a seguir, pero no ha sido así, y sus divisiones y tensiones internas han llegado a un punto de bifurcación obligado por circunstancias externas (la aprobación de los presupuestos y el ciclo electoral de 2019) en el que tiene
que definirse."                 

27/12/18

La movilización popular se desinfla. Sólo 40.000 personas en la manifestación independentista contra el Consejo de Ministros de Barcelona

"La manifestación unitaria en contra de la presencia del Consejo de Ministros en Barcelona ha reunido 40.000 personas, una cifra muy alejada de anteriores convocatorias.

La marcha, bajo el lema "Tumbemos el régimen, por los derechos sociales y políticos, por la autodeterminación, contra la represión" se ha iniciado a las 18.30 en los Jardinets de Gràcia hasta la Gran Vía y ha sido secundada por el ANC , Òmnium, CDR, SEPC, Arran, Universidades por la República, Anji, la Intersindical y la Forja.

Los convocantes se han movilizado por "los derechos sociales y políticos, la autodeterminación y contra la represión". Durante la manifestación, los manifestantes, que llevaban bufandas amarillas y esteladas, han gritado "libertad presos políticos" y "tumbemos el régimen".

La concentración ha terminado con un acto con diferentes parlamentos en el paseo de Gracia con Gran Vía, donde ha finalizado la manifestación."                       (e-notícies, 21/12/18)

¿Por qué fracasaron las protestas del 21-D?

"Todos preveíamos que el 21-D de 2018 sería una pesadilla como el 3-O de 2017 y no fue así. Aún hoy muchos nos preguntamos qué ha pasado para las protestas fueran un fracaso.
Hay cinco razones.

La primera es las malas relaciones personales entre líderes separatistas. (...)

La segunda es la falta de unidad de acción: el separatismo solo tiene dos nexos comunes, uno es el odio a España y el otro la consecución del objetivo final de la separación, pero para el resto de temas no hay capacidad ni voluntad de acordar estrategia alguna.

La tercera es la divergencia de intereses: el ambiente pseudorevolucionario previo al 21-D pilló a contrapié a los líderes de Junts per Catalunya en huelga de hambre o algo parecido. Su frustración por la falta de repercusión del ayuno les llevó en vigilias del 21-D a tirar la toalla.

La cuarta es la fecha: se puede ser muy, pero que muy indepe, pero la Navidad es la Navidad (...)

La quinta es la falta de liderazgo: los separatistas de base están dejando de creer, lenta pero inexorablemente, en el independentismo mágico. Más que fe hace falta obcecación para seguir creyendo que “ho tenim a tocar” y eso provoca frustración, decepción y desmovilización.  (...)

¿Cuales son las consecuencias de este fracaso? Pedro Sánchez puede caer en el error de creer que es él quien está consiguiendo cataplasmar la situación en Cataluña, y no es cierto. Solo la estulticia indepe evita peores catástrofes. (...)"                 (Joan López Alegre, Economía Digital, 23/12/18)

21/12/18

Almudena Grandes: No sé si los independistas catalanes creen que les conviene el hartazgo de quienes más se han esforzado por comprenderles. No sé si piensan que van a llegar más lejos poniendo en peligro a un Gobierno progresista y favoreciendo el retorno de la derecha al poder. Ni siquiera sé si se han dado cuenta de que cada día nos caen más gordos...

"(...) A estas alturas, parece evidente que los independentistas catalanes no aprecian nuestra compañía. La de quienes, fuera de Cataluña, pedimos un referéndum legal, criticamos las cargas del 1-O y la aplicación del 155, nos manifestamos a favor de la libertad provisional de los líderes presos, recibimos la formación del Gobierno de Sánchez como una buena noticia también para el conflicto catalán.

 Eso fue antes de Eslovenia, de la irrupción de Vox, de la llamada a las barricadas de los CDR. Ahora hemos aprendido que lo que nos parecía una locura —que un porcentaje considerable de la población respondiera al discurso patriotero de las banderas— era una carga de profundidad destinada a estallar con éxito. En eso también fuimos demasiado ingenuos. (...)

 Tal vez eso explique la transformación que se ha operado dentro de mí para provocar una reacción que no me gusta, pero existe sin mi permiso. No sé si los independistas catalanes creen que les conviene el hartazgo de quienes más se han esforzado por comprenderles. 

No sé si piensan que van a llegar más lejos poniendo en peligro a un Gobierno progresista y favoreciendo el retorno de la derecha al poder. Ni siquiera sé si se han dado cuenta de que cada día nos caen más gordos."                ( , El País, 17/12/18) 



18/12/18

El tiempo de Pedro Sánchez está acabando... Su intento de negociación fue interpretado como debilidad por parte del nacionalismo... la derecha nacionalista catalana necesitaba polarizarse contra la derecha española. Las dos se necesitaban. Se han retroalimentado... La izquierda a la izquierda del PSOE tiene una gran responsabilidad. Parte de lo que está sucediendo es el resultado de un análisis erróneo por su parte... El caso catalán está destrozando a la izquierda...

"(...) El tiempo de Pedro Sánchez está acabando. Su apuesta por el diálogo suena vacía. Los resultados en Andalucía demuestran su debilidad y precisa endurecer el discurso para competir contra la derecha. Se rumorea la posibilidad de una consulta con tres preguntas. No tendrá tiempo. 

Su intento de negociación fue interpretado como debilidad (por parte del nacionalismo, puesto que necesitaba sus votos) o cesión (por parte de la oposición de derechas, en un discurso que le da réditos). 

Su error, tantas veces evidenciado, no convocar elecciones cuando lo prometió. El PSOE tenía hambre de poder. Se vislumbran elecciones anticipadas.  (...)

El Independentismo no puede echar marcha atrás. No hay mucho margen de negociación, mientras Puigdemont, a través de Torra, siga marcando la ruta. En Cataluña, hay un evidente vacío de poder. El primero que dé el paso atrás será anatemizado: será un mal patriota. Nadie desea perder sus opciones políticas y su modo de vida. 

 ERC/Junqueras esperan agazapados y a la sombra, sueñan con aparecer como Moisés abriendo los brazos y guiando al pueblo elegido. Junqueras, el gran responsable de extender los mitos y falsedades de un independentismo donde los ríos manarían leche y miel se reserva, quiere aparecer como el líder mesiánico y salvador, capaz de negociar con el Estado.

Como hemos indicado en otros comentarios, la derecha nacionalista catalana necesitaba polarizarse contra la derecha española. Las dos se necesitaban. Se han retroalimentado. Se produce, así, un reagrupamiento de las fuerzas más conservadoras a nivel estatal (el ejemplo andaluz es el más evidente). Se abre paso la posible victoria electoral de la derecha con el apoyo de la extrema derecha.

La responsabilidad de la izquierda y las elecciones andaluzas

La izquierda a la izquierda del PSOE tiene una gran responsabilidad. Parte de lo que está sucediendo es el resultado de un análisis erróneo por parte de la izquierda podemita. Su supuesta equidistancia no ha sido tal. Al utilizar el argumentario de la derecha nacionalista catalana (autodeterminación, referéndum, independencia…) ha quedado cosificada como aliada del Independentismo. 

Realizó una fuerte campaña a favor del “derecho a decidir de Cataluña” en más de 40 ciudades españolas. Hoy, en el Parlament de Cataluña sigue defendiendo las posturas de la derecha nacionalista, mientras en el Parlamento español acusa a Pedro Sánchez de ¡¡¡“Incendiar Cataluña”!!! 

¿Puede un gobierno democrático ceder a la presión independentista y dejar de reunirse donde quiera dentro del territorio nacional? Podemos, en boca de sus principales dirigentes, ha criticado por antidemocrático al propio Estado que, curiosamente, les ha permitido gobernar con el PSOE. (...)

En las elecciones andaluza, se rehuyó el debate sobre el modelo de Estado, parecía que era una isla ajena al vendaval que provocaba el nacionalismo catalán. Quisieron olvidar que el patriotismo, también el español, no es necesariamente de derechas, sino que tiene múltiples manifestaciones. Adelante Andalucía (Podemos-IU) y sus dirigentes, como Teresa Rodríguez, han demostrado sus limitaciones. El resultado, un desastre electoral (Se pierden un tercio de los votos en una confluencia que se pretendía ganadora entre Podemos y IU).

El caso catalán está destrozando a la izquierda

Pero tranquilos: a pesar de que son radicales anticapitalistas, nadie será responsable. Algunas encuestas apuntan que una parte del electorado de la izquierda andaluza ha acabado desorientada votando a Vox (15%) o Ciudadanos. El caso catalán está destrozando a la izquierda, que se fragmenta o, sencillamente, desaparece, como IU.  (...)

Sectores de la militancia de Podemos Cataluña, vieron con asombro cómo Ada Colau y el ex secretario general, Albano Dante Fachin (ahora a sueldo del procés como tertuliano), repetían la misma argumentación que la derecha neoliberal de Puigdemont o Quin Torra. 

De facto, en Cataluña, una parte de la izquierda a la izquierda del PSC se ha alineado con la derecha catalana, la que recorta más que nadie en sanidad, educación y la que afirma que las manifestaciones de profesores, médicos o funcionarios son “pequeñas cosas sin importancia”.

Ada Colau pretendía que la supuesta equidistancia le permitiría mantener e incluso incrementar su base electoral. Pero ha ido de error en error; la ruptura del acuerdo de gobierno con el PSC, se hizo mirando al Independentismo. El objetivo: forjar una futura coalición con Esquerra. Ada Colau no ha tenido en cuenta en sus análisis, si es que los han hecho, que el independentismo catalán tiene un profundo contenido racista y de clase.

 Los militantes de Podemos “mai serán dels nostres”. El nacionalismo catalán responde a los intereses de una casta política enfangada en la corrupción y con una concepción ultraliberal en lo económico y social. Ada Colau en ocasiones parecía creer que era prioritario el hecho nacional sobre las necesidades sociales. El mismo argumentarlo con el que la CUP se ha auto-justificado.  (...)

Las elecciones municipales en Cataluña se darán en clave nacional, constitucionalismo o independentismo, no habrá espacio político para nada más. En ese escenario, Podemos en Cataluña sin estructura ni organización aborda las elecciones en el peor escenario posible.  (...)"               (Eduardo Luque Guerrero, Crónica Popular, 15/12/18)

23/10/18

Lo que frena la tentación unilateral que ha dirigido el 'procés', es que los hechos delictivos tengan consecuencias y se deriven responsabilidades individuales. De lo contrario, repetirlo saldría gratis. Por eso hoy no hay desobediencia y sí, en cambio, mucha gesticulación

"(...) Hoy el independentismo no tiene otro pegamento que los presos preventivos y el esperado juicio. Los medios llevan días filtrando que la Fiscalía General del Estado, en su escrito de acusación, se inclina por mantener el delito de rebelión pero con las penas mínimas, a la espera de cómo se desarrolle la vista oral. 

Entre tanto, los acusados seguirán en prisión por riesgo de fuga, una medida que disgusta a muchos pero que no tiene nada de irregular.

La huida de Carles Puigdemont, junto a otros cuatro 'exconsellers', y luego más tarde de Marta Rovira, lo ha hecho casi inevitable: a los jueces no les gusta que los acusados se escapen. Así que, por favor, no culpen a Pablo Llarena.

 Lo raro sería que la justicia, cuando se rompe la democracia constitucional, se declara la independencia y se gasta dinero público en actos ilegales, hiciese la vista gorda. En el juicio, los fiscales tendrán que demostrar las acusaciones y puede que, al final, la rebelión acabe en conspiración o sedición. Pero es absurdo exclamar que los líderes del 'procés' están encausados solo por opinar y poner las urnas.

A menudo se afirma que es difícil el retorno a la normalidad en Catalunya con políticos electos en la cárcel y que sería mejor hacer borrón y cuenta nueva. Al contrario, eso sería un grave error. No nos engañemos, lo que frena la tentación unilateral que ha dirigido el 'procés', es que los hechos delictivos tengan consecuencias y se deriven responsabilidades individuales. De lo contrario, repetirlo saldría gratis. Por eso hoy no hay desobediencia y sí, en cambio, mucha gesticulación.

Es cierto que la justicia no acabará con un problema político, pero su actuación ha provocado ya la fractura entre ERC y JxCat con la perdida de la mayoría independentista en el Parlament. Hoy la unilateralidad ya les divide mucho más de lo que les une la causa de los presos. No es poca cosa. (...)"                (Joaquim Coll, El Periódico, 15/10/18)