7/1/19

Hace unos años, con el 15-M, Occupy Wall Street o el ascenso electoral de Syriza y Podemos, parecía que estábamos en otra fase de cambio intenso... Hoy, en cambio, la situación ha virado en muchos sitios hacia la amenaza de un giro radical a la derecha... No cabe duda de que el procés ha hecho mucho por alimentar a la bestia en nuestros lares... Estamos en una situación tan peligrosa como la de los años treinta, aunque las circunstancias son otras... Y para ello no parece que la batalla principal pase ni por la cuestión nacional ni por un enfrentamiento entre reforma y revolución. Mientras cada cual siga ensimismado en su parcela, el empuje reaccionario se nos puede llevar por delante...

"Llevamos demasiados años a la espera; mucho tiempo en el que una tensión política extrema esconde la ausencia de políticas reales.  (...)

Un debate en que los símbolos, la tensión emocional y la vaciedad argumental lo ocupan casi todo, tanto en Catalunya como en el resto del país. El debate catalán sirve para esconder, en todos lados, la vaciedad de las políticas reales. 

En Catalunya la Generalitat hace tiempo que no opera. Tras los brutales recortes que realizó el primer gobierno de Mas (el que pomposamente se autodenominó “Govern dels Millors”), toda la actividad se centró en dar vuelo al procés, en convencer a la gente de que todos los problemas venían de Madrid y de que el futuro sería maravilloso una vez que se alcanzara la independencia.  (...)

Pero del procés, como del jamón, se aprovecha todo. Y si en Catalunya ha sido útil para tapar la política de la derecha catalana, en el resto del país ha servido para dar a la derecha una batalla a la que apuntarse y tapar también sus vergüenzas.  (...)

Tan bueno ha sido el producto que hasta lo ha comprado una parte de la izquierda radical (todos los grupos afines al trotskismo, parte del comunismo ortodoxo y el anarcocarlismo cupero).  (...)

Escribir hoy, cuando ha habido en Barcelona movilizaciones de parte de la profesión médica, de parte de los docentes, de los estudiantes universitarios y de los bomberos, puede dar la impresión de que las cosas están empezando a cambiar, 

(...) los que se movilizan son en gran medida una parte de los mismos que han apoyado entusiásticamente el procés (por ejemplo, la movilización de enseñanza ha sido organizada por IAC-USTEC y CGT, los dos sindicatos que convocaron el año pasado una huelga general en apoyo del independentismo).  (...)

Todo conspira para que el empantanamiento no tenga fin. En Catalunya hay bastante gente con influencia mediática que vive del procés. Por otra parte, ninguno de los actores está dispuesto a hacer una autocrítica o una seria revisión de lo inviable de la propuesta independentista, y cuando aparece alguna indicación al respecto, enseguida es sepultada por un exabrupto de alguien más radical que impide profundizar en esta línea. 

De hecho, tampoco las bases están dispuestas a hacer este ejercicio de reflexión pues nadie tiene interés en reconocer que se ha dejado engañar o ha participado alegremente en una aventura insensata.  (...)

A la espera de que los movimientos sociales ganen fuerza (aunque no sabemos muy bien cómo fortalecerlos), mientras seguimos empantanados en Catalunya, en toda Europa emerge con fuerza una nueva derecha ultranacionalista, reaccionaria, autoritaria que nunca se fue, pero que ahora se alimenta de las amenazas simbólicas y reales que genera la globalización.  (...)

No cabe duda de que el procés ha hecho mucho por alimentar a la bestia en nuestros lares. Pero la dimensión del fenómeno indica que se trata de un proceso más general, que tiene que ver no sólo con el impacto de las políticas de ajuste y la frustración de las expectativas sociales (recortes que han afectado de forma muy desigual en los distintos países europeos), sino sobre todo con el miedo a la “invasión de los bárbaros” y el rechazo a las voces agoreras de la crisis ecológica y el fin del crecimiento.  (...)

Estamos en una situación tan peligrosa como la de los años treinta, aunque las circunstancias son otras. Entonces el peligro venía de una movilización de fuerzas reaccionarias para atajar la expansión de la revolución proletaria y las frustraciones generadas por la crisis de 1929. 

Se basó en promover una intensa movilización social, de corte militarista, y en ofrecer políticas claramente orientadas hacia el expansionismo imperialista. Era un reaccionarismo “hacia afuera” aunque también incluyera una criminal política de limpieza interna. 

Ahora el modelo apunta hacia otra variante, el de blindarse hacia adentro y el de generar un autoritarismo por delegación compatible con mantener a la gente aislada y enganchada a los diferentes juguetes de la industria electrónica. La limpieza interna puede ser incluso más suave, por cuanto en una sociedad mediática el ostracismo es un potente mecanismo de control social.

Frente a esta amenaza no parece que haya otra opción que desarrollar un amplio frente de gente dispuesta a parar una nueva experiencia reaccionaria. Hace unos años, con el 15-M, Occupy Wall Street o el ascenso electoral de Syriza y Podemos, parecía que estábamos en otra fase de cambio intenso. 

Hoy, en cambio, la situación ha virado en muchos sitios hacia la amenaza de un giro radical a la derecha. En este contexto, no queda otra que hacer frente a esta amenaza tejiendo un verdadero movimiento social en defensa de los valores democráticos de base que deben sustentar cualquier sociedad decente.

 Para tratar de generar una respuesta racional, socialmente avanzada, organizada a los problemas que ha hecho aflorar la globalización, a los impactos de la última crisis, a las transformaciones que plantea la amenazante crisis ecológica. Y para ello no parece que la batalla principal pase ni por la cuestión nacional ni por un enfrentamiento entre reforma y revolución. 

 Mientras cada cual siga ensimismado en su parcela, el empuje reaccionario se nos puede llevar por delante. Empieza a ser hora de despertar, de buscar mediaciones para reconocer dónde está la amenaza principal."                        

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