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22/5/23

Un algoritmo loco en Euskadi: buscas una víctima y te encuentras un etarra

 "Si uno busca en los cementerios de Sicilia los muertos de la Mafia puede llegar a pensar que la Mafia no existe, parece que no ha matado a nadie. En las lápidas de sus víctimas solo consta la fecha de defunción. Como mucho, frases casi poéticas: “Stroncato da mano crudele”, roto, arrancado, por una mano cruel. Entra dentro del tabú, del clima de terror, del temor a lo explícito. Es decir, miedo a decir la verdad. No sé qué explica algo parecido en el País Vasco en 2023. Supongo que la estupidez o la mala fe, o tener un alcalde de EH Bildu. Prueben a mirar la página web dedicada a la memoria del ayuntamiento de Galdakao, realizada por la sociedad Aranzadi. No es que no haya víctimas de ETA, es al revés, han desaparecido los asesinos, que además se han convertido en víctimas, los pobres. ETA lleva camino de convertirse en un fenómeno natural, como un virus o una desgracia meteorológica.

La web tiene un buscador de víctimas del municipio, pero con un algoritmo loco: buscas una víctima y te sale un etarra. Buscas al alcalde Víctor Legorburu, y ahí sale, asesinado en 1976, al día siguiente de que venciera el ultimátum de seis meses que le dio ETA para que se fuera del País Vasco. Pone “Autor: ETA”. Pero es que hay etarras de Galdakao y también aparecen como víctimas, mezclados con los vecinos que mataron. Por ejemplo, Jon Bienzobas. Es una víctima incluida en el apartado “Vulneraciones”, sección “Otros hechos derivados de la violencia política. Política penitenciaria y aplicación de leyes excepcionales. Autor: Estado español y francés”. Es una información algo limitada y como hay un apartado de “Observaciones”, uno va a ver, pero no, dice esto: “Aunque nació en Bilbao, creció en el barrio de Aperribai de Galdakao”. Podrían haber añadido que le gusta el mus o es del Athletic. Se me ocurre alguna observación más, como que asesinó al jurista Francisco Tomás y Valiente en su despacho de la universidad. No sé, como detalle de interés, por redondear.

Quizá es un lapsus, vamos a ver otro, en el que sea imposible olvidarse de hechos imborrables. Xabier García Gaztelu, Txapote. Pues no, es solo alguien que ha sufrido vulneraciones de derechos por la política penitenciaria. No te enteras de que es el asesino de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, José Luis López de Lacalle, Fernando Múgica y Fernando Buesa y su escolta, Jorge Díez, entre otros. Como ejercicio de memoria deja un poco que desear en una web dedicada a la memoria, es un poco cortita. Yo he tenido que reducir la enumeración de sus víctimas porque llenarían la columna, pero ellos no tenían límite de espacio.

Hay webs así en otros municipios vascos, como ha denunciado el PSE. No sé si esto es necesario dentro de la buena voluntad requerida a una comunidad humana para superar un trauma atroz. Me temo que no, y lo necesario es decir las cosas como son. Si no, la monstruosidad de lo que pasó se deja en el sobrentendido, pero ya no familiar o personal, sino institucional, que es inadmisible. Para sobrentender en privado, todos deben tener clara la verdad en público. Aunque todos queramos olvidar, otra cosa es olvidarse del tema, porque lo decisivo hoy es quién gestiona ese olvido. Por cierto, se habla de la apatía en Euskadi ante estos disparates de la desmemoria vasca, pero la del resto de España, donde ya parece que no es asunto nuestro y ni te enteras, tampoco está nada mal."                (ïñigo domínguez, El País, 14/04/23)

17/5/23

Es legal, pero duele... Tal vez nunca se les haga justicia a todos aquellos y aquellas que, jugando al dominó o a las cartas en las Casas del Pueblo, practicaron la resistencia civil frente al terror, pero no estaría mal un poco de cariño, algo de reconocimiento, de cercanía…; tal vez una declaración rápida, inequívoca, de rechazo a la última provocación de Otegi, aquel al que algunos analistas llegaron a bautizar como “héroe de la retirada...”

 "Hay analistas políticos, policiales y periodísticos que durante décadas construyeron su supuesto prestigio en tratar de averiguar qué era lo próximo que iba a hacer la banda terrorista ETA, o por dónde iría la siguiente declaración de Arnaldo Otegi —el jefe vitalicio de su partido satélite—, y cuando este por fin hablaba, en términos tan abstrusos y vacíos como los de este sábado, sometían cada frase al microscopio y siempre encontraban trazas de alguna palabra que indujese a la esperanza, al cambio de ciclo, al debate prometedor. Luego, como de costumbre, ETA hacía lo que mejor sabía —un tiro en la nuca, un secuestro que terminaba en asesinato, una bomba en una casa cuartel que mataba a una niña de seis años que se llamaba Silvia— y, durante unos días, no demasiados, los analistas guardaban silencio y dejaban paso a los sonidos y las imágenes de la realidad: las declaraciones de condena, el llanto contenido de los familiares, las imágenes del ataúd sobre los hombros de los compañeros, las palabras —casi siempre frías, casi siempre distantes— de los curas que de mala gana oficiaban el funeral.

De todo aquello, lo que más impresionaba siempre eran los plenos de condena en los pueblos del concejal asesinado. Sus compañeros, ediles socialistas o del PP, abrumados por la pena y por la certeza de que podían ser los próximos, eran insultados por los simpatizantes de Batasuna, que acudían en tropel para apoyar a sus concejales en el trance —incomprensible desde el punto de vista humano— de votar en contra de cualquier moción de solidaridad con el vecino asesinado. Nunca olvidaré que, en el pleno de condena por el asesinato de José Luis Caso celebrado en Rentería (Gipuzkoa), el hombre sentado a mi lado golpeaba mi rodilla con la suya. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que era amigo de José Luis, que él lo había metido en el PP y que seguramente ahora tendría que ocupar su puesto de concejal. Le deseé suerte y nos despedimos con un abrazo. Lo asesinaron unos meses más tarde, el 25 de junio de 1998, cuando regresaba de comprar el pan.

Diez años después, el 7 de marzo de 2008, me encontraba en el despacho de Alfredo Pérez Rubalcaba, que en aquel momento era ministro del Interior del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Faltaban dos días para las elecciones generales y había acudido a hacerle una entrevista. A las 13.37, sonó su teléfono. Lo atendió, escuchó unos instantes y le dijo a su interlocutor: “Ahora te llamo”. Sin mirarme, tecleó rápidamente un número y habló de forma entrecortada, en voz baja: “Un atentado..., creo que un atentado..., en el País Vasco... Un concejal socialista...”. El último edil asesinado por la banda terrorista ETA se llamaba Isaías Carrasco, y en su historia personal —y en lo que sucedió en las horas que siguieron a su muerte y sigue sucediendo ahora— se encuentran ciertas claves —políticas, personales, históricas— que nadie debería olvidar, y menos que nadie, el PSOE, y aún menos, los dirigentes del PSOE.

Isaías Carrasco tenía 43 años cuando lo mataron, una esposa y tres hijos. Sus padres habían llegado desde Zamora con el sueño de hacer un dinero y regresar, pero se casaron, llegaron los hijos, luego los nietos, y decidieron hacer de Mondragón un buen lugar para vivir. Luego las cosas se fueron complicando. Isaías se metió en el PSE, salió elegido concejal, le pusieron escolta —un obrero de aquí para allá con dos guardaespaldas detrás— y años después, cuando dejó de serlo, se la quitaron. ETA, que por aquel entonces estaba más débil que nunca pero igual de asesina, aprovechó la circunstancia. Uno de sus pistoleros acribilló a Isaías en la puerta de su casa —un edificio de cinco plantas sin ascensor— un minuto después de que dejara a su hijo para irse a trabajar al peaje de la autopista. Aquella tarde, cuando llegué a Mondragón, me enteré de que la madre de Isaías se llamaba Agustina y su hijo, Adei. Ahí estaba todo. De dónde venía Isaías y hacia dónde quería ir. Justo lo que el ideario xenófobo de ETA y asociados quería impedir a tiros.

Durante aquella década larga en que ETA practicó su estrategia de “socialización del sufrimiento” —una campaña de asesinatos y acoso contra personas y partidos no nacionalistas para extender el miedo a toda la sociedad—, solo quedó una luz encendida en medio del paisaje ultranacionalista que la mafia quería imponer: la de las Casas del Pueblo. Desperdigadas por los pueblos de Euskadi, incendiadas una y otra vez, blindadas como sucursales bancarias, pero siempre abiertas y llenas —de Agustinas, de Isaías, de Adeis— que se resistían a claudicar ante el terror. Esa era entonces —y debería de seguir siéndolo ahora— la fuerza de la izquierda, su patrimonio, el blindaje moral que le permitía —si era necesario— negociar el final de ETA, o lo que hiciera falta, sin perder el norte.

En aquellos años en que el final parecía tan cerca, el Partido Popular (PP) intentaba, como siempre, patrimonializar a las víctimas, demonizar al PSOE, aun sabiendo —como sus dirigentes sabían entonces y saben ahora— que sus concejales y los socialistas llevaban años paseando juntos por las aceras del miedo y el dolor. Unas insidias que no calaban en la militancia del PSOE porque Zapatero y Rubalcaba hicieron un esfuerzo constante de pedagogía, presencia en Euskadi y, sobre todo, cuidado y cariño a los suyos. Aquella llamada de teléfono —la de las 13.37 de aquel maldito 7 de marzo— que recibió Rubalcaba en su teléfono móvil no provenía de un alto cargo policial, sino de una concejal que se encontraba en Mondragón en aquel momento. Tenía el teléfono del ministro del Interior, y el ministro tenía el suyo...

Aquellos tiempos, afortunadamente, quedaron atrás. ETA fue vencida, no obtuvo nada a cambio —por mucho que las insidias de los de siempre traten de buscarle tres pies al gato— y, en Euskadi, aquellos que resistieron en sus propias carnes las botellas incendiarias y las bombas lapa comparten la cola del cine, la del supermercado y hasta el rellano de la escalera con antiguos militantes de ETA, con gente que deseó su muerte o miró para otro lado. Tal vez nunca se les haga justicia a todos aquellos y aquellas que, jugando al dominó o a las cartas en las Casas del Pueblo, practicaron la resistencia civil frente al terror, pero no estaría mal un poco de cariño, algo de reconocimiento, de cercanía…; tal vez una declaración rápida, inequívoca, de rechazo a la última provocación de Otegi, aquel al que algunos analistas llegaron a bautizar como “héroe de la retirada...”.

 No es suficiente decir que la presencia de antiguos terroristas de ETA en las listas de Bildu es legal. También convendría decir que duele."                 (Pablo ordaz, El País, 14/05/23)

3/2/22

Xavier Rius: Las víctimas que se jodan... no deja de sorprenderme que el independentismo catalán se deje deslumbrar de vez en cuando por el independentismo vasco... Pero todavía sorprende más en el caso de Junts que, al fin y al cabo, son los herederos de la antigua Convergencia, el partido del orden y de los botiguers... Yo, en este caso, me viene a la cabeza las víctimas de ETA. No puedo remediarlo. Quizá porque mi familia era de la Sagrera y teníamos el Hipercor cerca... O porque, cuando trabajaba en La Vanguardia, me tocó cubrir varios atentados... Recuerdo especialmente dos casos. El de un empleado de una agencia transitaria del puerto al que alcanzó la onda expansiva contra el Gobierno Militar porque dejó viuda y dos hijas adolescentes. Además vivían en la calle Espronceda, no lejos de casa. Y la otra la viuda del citado coronel jurídico que me confesó que a us marido lo habían matado “como a un conejo”. Lo asesinaron, en efecto, al salir de casa. A dos pasos del portal... Por eso no entiendo la voluntad del independentismo catalán de blanquear a ETA... ¿Qué les pueden decir ERC y Junts a las vícitmas de ETA? ¿Y el gobierno catalán del que forman parte?

 "A mí ya me sorprendió que un convergente de toda la vida, como Eduard Pujol, aunque fuera un tapado, se manifestara a favor de los presos de ETA el 11 de Enero del año pasado junto a la también diputada de Junts, Núria Picas; el de la CUP Albert Botran; y el de Esquerra, Isaac Peraire, recolocado ahora como director de la Agencia de Residus tras haber cedido su masía para ultimar el pacto de legislatura entre ERC i Junts.

Pero sí, ahí estaba junto al coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegi; y el senador Jon Iñarritu, un habitual en las tertulias de TV3, entre otros dirigentes abertzales.

Cabe decir en todo caso, antes proseguir, que en un Estado de Derecho incluso los presos tienen derechos. Y también, por supuesto, los de ETA.

Pero no deja de sorprenderme que el independentismo catalán se deje deslumbrar de vez en cuando por el independentismo vasco.

Antes lo hacía sólo Esquerra. ERC ya tiene relaciones estrechas con Bildu y el propio Arnaldo Otegi participó en la campaña de los republicanos en las últimas elecciones puño en alto.

Además de que en Madrid presumen de una estrategia unitaria frente a Pedro Sánchez.

Pero todavía sorprende más en el caso de Junts que, al fin y al cabo, son los herederos de la antigua Convergencia -el partido del orden y de los botiguers- por mucho que algún dirigente actual no militara entonces en el partido.

El mismo Puigdemont, que sí fue militante, fue el primero en salir en defensa de los presos de ETA.

Y a la manifestación de este año se han desplazado el secretario general del partido, Jordi Sanchez; los diputados Josep Rius -que rechazó ser consejero- y Aurora Madaula; y el exasistente de Ramon Tremosa, Aleix Sarri.

Yo, en este caso, me viene a la cabeza las víctimas de ETA. No puedo remediarlo. Quizá porque mi familia era de la Sagrera y teníamos el Hipercor cerca aunque no tuvimos que lamentar con el atenado desgracias personales ni en el círculo familiar ni el de amistades.

O porque, cuando trabajaba en La Vanguardia, me tocó cubrir varios atentados. El del Gobierno Militar, el de Sant Quirze del Vallès en el que falleció un trabajador que pasaba por ahí, el de dos miembros de la banda música del Bruc o el de un coronel jurídico, también del cuartel del Bruc.

Todos, en la mentalidad etarra “enemigos del pueblo” y “opresores del Estado” por mucho que algunos se dedicaran sólo a tocar instrumentos musicales o a redactar informes técnicos.

Recuerdo especialmente dos casos. El de un empleado de una agencia transitaria del puerto al que alcanzó la onda expansiva contra el Gobierno Militar porque dejó viuda y dos hijas adolescentes. Además vivían en la calle Espronceda, no lejos de casa.

Y la otra la viuda del citado coronel jurídico que me confesó que a us marido lo habían matado “como a un conejo”. Lo asesinaron, en efecto, al salir de casa. A dos pasos del portal

Pero también, desde luego, a las víctimas de Hipercor, de Sabadell, de Vic, al agente de la Guardia Urbana Juan Miguel Gervilla -que probablemente salvó la vida sin saberlo al radiofonista Luis del Olmo- y al agente de los Mossos Santos Santamaria.

Su padre me explicaba recientemente en una entrevista que ni siquiera estaba de servicio pero que fue a reforzar el dispositivo de seguridad ante la localización de un coche bomba de ETA.

En fin, muchos ánimos desde aquí a familiares y amigos.

Por eso no entiendo la voluntad del independentismo catalán de blanquear a ETA. Sólo se explica por dos motivos: uno por un complejo de basquitis que siempre ha tenido respecto a los vascos.

Por la voluntad tambén de joder lo máximo posible al “Estado español” visto el fracaso del proceso. Aquello de que los enemigos de tus enemigos son tus amigos. Pero espero que no sean también tentaciones.

La declaración de Otegi del pasado 19 de octubre a las víctimas (“Sentismo su dolor, nunca debió producirse”) espero que cale hondo.

Y que nadie nunca un eixelebrat o un hiperventilado se le pase por la cabeza seguir el ejemplo etarra.

Al fin y al cabo ETA no consiguió derrotar al Estado -y mucho menos la independencia de Euskadi- tras cuarenta años pegando tiros. Sólo sangre, dolor y muerte. Incluso entre las filas propias.

Pero me queda una pregunta final: ¿Qué les pueden decir ERC y Junts a las vícitmas de ETA? ¿Y el gobierno catalán del que forman parte?

Se lo he preguntado a la portavoz, Patricia Plaja, y se me ha sacado de encima al alegar que no "se ha tratado en la reunión de gobierno y no puedo darle una respuesta más precisa"

Que manera de dejar a las víctimas de lado."                    (Xavier Rius, director de e-notícies, 11/01/22)

25/1/21

Maddalen Iriarte (Portavoz de EH Bildu en el Parlamento vasco): «El daño causado por ETA está reconocido; que fuese o no injusto depende de cada relato» ... "Señora Maddalen Iriarte, necesito preguntarle. Según su relato, ¿el asesinato de mi padre fue justo?"

Iñaki Garcia Arrizabalaga @igarri_naiz 

 Señora Maddalen Iriarte, necesito preguntarle. Según su relato, ¿el asesinato de mi padre fue justo? 

11:58 p. m. · 23 ene. 2021·Twitter Web App
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 "(...) ¿No facilitaría todo que desde el otro lado, los presos de ETA y la propia Bildu mostrasen un rechazo explícito a sus acciones?

- Yo creo que los presos han reconocido el daño causado y se han comprometido de forma absoluta con la no repetición de lo ocurrido. El compromiso de los presos con la pacificación y con la convivencia en Euskadi es muy grande.

- ¿Bildu ha hecho ya todo su recorrido ético?

- Absolutamente.

- ¿Reconocerá Bildu y la izquierda abertzale el daño injusto causado por ETA?

- El daño causado por ETA está reconocido.

- ¿Y su carácter injusto?

- Los términos justo o injusto... Aquí cada uno tendrá su relato que hacer. Si le digo que las declaraciones de Mendia sobre que el Estado español está sobre la media de torturas... ¿Eso era justo o injusto? No me importa. Pero ella implícitamente acepta que la tortura fue sistemática y que ha mirado a otro lado.(...)"              

(Entrevista a Maddalen Iriarte. Portavoz de EH Bildu en el Parlamento vasco, David Guadilla, El Correo, 23/01/21)

5/8/20

Lo que ha dejado heridas profundas en el País Vasco fue una campaña de terror en la que durante décadas se mató a políticos, periodistas, concejales de pueblo, empresarios y un largo número de personas inocentes, incluidos 22 niños, dentro del intento de una minoría por imponer su voluntad al resto.

"Todos los españoles recuerdan dónde estaban el día que el concejal Miguel Ángel Blanco fue maniatado, arrodillado y ejecutado con dos tiros por la espalda. El asesinato perpetrado por la banda terrorista ETA en 1997 conmocionó al país y se recuerda todos los años con un acto que el pasado lunes estuvo rodeado de un tono más sombrío del habitual. 

La víspera se habían celebrado elecciones autonómicas en el País Vasco y el partido que durante décadas apoyó a los verdugos de Blanco logró el mejor resultado de su historia.

ETA nació en los años de la dictadura franquista y, al llegar la democracia en los años setenta, en lugar de renunciar a la violencia la propagó durante décadas. Mientras los pistoleros mataban, su brazo político, hoy bajo la denominación de EH Bildu, justificaba los atentados y señalaba a los enemigos de la patria vasca, poniéndolos en el punto de mira.

Detrás del éxito del partido EH Bildu, que permitirá a tres expresos acusados de terrorismo sentarse en el parlamento regional, se encuentra una de las grandes encrucijadas morales a las que se enfrentan los países que han sufrido largos periodos de violencia: ¿Es la integración en el sistema democrático de quienes rompieron sus reglas un precio a pagar por la paz? España, al igual que hizo Colombia con las FARC o el Reino Unido con el IRA, decidió que sí hace tiempo.

El país ha tolerado que un partido que vivió en connivencia con el terrorismo de ETA se presente a las elecciones y defienda la creación de un Estado independiente. Y, sin embargo, esa generosidad democrática no ha sido correspondida por los nacionalistas radicales vascos, a pesar de que las contrapartidas que se les pedían eran modestas. Arrepentimiento por el daño causado. Renuncia a la intimidación para avanzar su agenda política. Y un perdón, sincero y sostenido en el tiempo, a las víctimas.

La claridad con la que los dirigentes de Bildu expresan sus deseos de crear un Estado propio o exigen beneficios penitenciarios para los presos de ETA se diluye en una calculada ambigüedad a la hora de reconocer a las víctimas. Mientras, el recuerdo de los 854 asesinados, 6389 heridos y 79 secuestrados por la banda terrorista se debilita en medio de un discurso que busca equiparar a víctimas y verdugos. El método para reescribir la historia es viejo y empieza por la perversión del lenguaje.

Los dirigentes de Bildu insisten en adornar los asesinatos del romanticismo de la “lucha armada” en sus declaraciones, aunque la mayoría de las víctimas no portaban armas; los atentados se justifican en la existencia de “un conflicto”, aunque había resortes para dirimirlo políticamente; y se reconoce que hubo víctimas, para inmediatamente después despojarlas de su condición al incluirlas dentro del “sufrimiento de todas las partes”.

La manipulación del relato mantiene a una parte importante de la sociedad vasca en una realidad paralela y victimista que sirve para justificar su pasado más oscuro. Nada lo refleja mejor que la contradicción que se vive desde que ETA anunció su disolución en 2018: mientras los que apretaban el gatillo reciben multitudinarios homenajes al abandonar las cárceles, quienes dieron su vida por defender la libertad en el País Vasco caen en el olvido. Su acoso no termina ni siquiera con su muerte: el reciente ultraje de la tumba del líder socialista Fernando Buesa, asesinado en 2000 en Vitoria por el grupo terrorista, muestra que la sociedad vasca, enferma de odio durante demasiado tiempo, no se ha curado del todo.

La estrategia de la desmemoria debe ser combatida si la aspiración es desterrar la violencia para siempre. Las nuevas generaciones ni siquiera saben quién fue Miguel Ángel Blanco, un olvido al que contribuyen partidos que como EH Bildu tienen dificultades incluso para mencionar su nombre. La percepción sobre qué hizo ETA y por qué ha sido distorsionada por un nacionalismo que sigue marginando a quienes no secundan sus ideas y que, en su cinismo, pretende que le den las gracias porque ya no se mate por ellas.

La cada vez más marginal presencia de los partidos españoles constitucionalistas en el País Vasco —los nacionalistas han sumado en estas elecciones un 70 por ciento del apoyo— ha dejado en manos de la cultura la preservación de la memoria del terrorismo. Series como ETA, el final del silencio y La línea invisible, o libros como Patria, cuya versión televisiva será estrenada por HBO en septiembre, recuerdan el descenso a los infiernos de una sociedad que fue gangrenada por una visión totalitaria. No es suficiente: es necesario que la verdad se imponga también en el discurso político.

Los exmiembros de ETA elegidos al parlamento vasco han elegido la vía política para defender sus posiciones, pero sus declaraciones insisten en equiparar la violencia del Estado con el sufrimiento de las miles de víctimas de la banda terrorista. El mayor valedor de esa teoría es Arnaldo Otegi, el principal líder del independentismo vasco, condenado en los ochenta por secuestro.

Otegi también recuerda dónde estaba el día que mataron a Miguel Ángel Blanco. “En la playa”, dijo en una entrevista en 2016. La respuesta es un reflejo de la sistémica falta de empatía que el mundo abertzale muestra hacia las víctimas y de su constante intento de legitimar el pasado más oscuro del País Vasco. Aunque Otegi aseguró haber realizado gestiones para evitar el desenlace fatal de Blanco, no ha mostrado ningún dato que corrobore esa versión. Hasta hoy se ha negado a condenar el asesinato.

Para que el País Vasco empiece desde un folio en blanco, y las heridas de décadas de violencia sanen, el brazo político de la extinta banda terrorista debe reconocer sin ambigüedad el daño causado. Los homenajes a etarras condenados deben terminar. Las víctimas han de recibir el respeto que merecen. Y el compromiso de defender las ideas sin violencia debe ir acompañado de la honestidad del arrepentimiento por el luto generado. Solo entonces podrá empezar la verdadera reconciliación en el País Vasco."

(David Jiménez es escritor y periodista. Su libro más reciente es El director. Revista de prensa, 16/05/20; fuente: The New York Times)

10/2/20

La Audiencia Nacional ordena que el abogado Gonzalo Boye, que ahora representa a Puigdemont y Torra, indemnice a Emiliano Revilla, al que secuestró en 1988

"La Audiencia Nacional ha ordenado embargar los bienes a Gonzalo Boye, actual abogado de Carles Puigdemont y Quim Torra, para indemnizar al empresario Emiliano Revilla, en cuyo secuestro perpetrado por ETA participó en 1988. 

Boye fue condenado en los años noventa a prisión y a una responsabilidad civil solidaria —junto con el resto de los acusados— de 200 millones de pesetas (1,2 millones de euros), algo que no ha cumplido.

 La Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional considera en un auto que adelantó Europa Press y al que ha tenido acceso EL PAÍS que la responsabilidad civil de Boye no ha prescrito y ordena el cumplimiento. Fuentes cercanas al abogado han indicado que van a recurrir alegando antecedentes similares en los que fue confirmada la prescripción.

Boye fue juzgado por formar parte de una célula que dio apoyo a la banda terrorista ETA. Se le consideró autor responsable de un delito de detención ilegal y fue condenado una pena de 14 años y 8 meses de cárcel, de los que cumplió seis. Un año antes de obtener la libertad condicional había comunicado que abonaría de forma fraccionada el pago de la indemnización, a razón de 5.000 pesetas mensuales. 


Sin embargo, en 2008, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) presentó un escrito en el que advirtió de que no había cumplido con la responsabilidad civil y pedía hacer una investigación patrimonial, ordenada después por la Fiscalía.

Boye alega que la responsabilidad civil reclamada prescribió el 5 de agosto de 2012, 15 años después del "último y único requerimiento de pago efectuado" en este procedimiento, pero la Audiencia Nacional rechaza este argumento al entender que existen "actos para interrumpir" la prescripción. Uno de estos actos es esa investigación patrimonial ordenada por Fiscalía en 2008. (...)"            (El País, 07/02/20)

6/2/20

"Bultó no murió de un ataque al corazón"... La sobrina del empresario asesinado recuerda que Carles Sastre "le adosó una bomba en el pecho"

"Lucía Bultó, sobrina de José María Bultó, ha escrito una carta a El Periódico en la que pide al periodista del programa Més 324, Xavier Graset, que se “infome bien” y critica la entrevista que realizó a Carles Sastre, exmilitant de Terra Lliure que el 1985 va ser condemnat a 30 anys de presó com a coautor de l’assassinat el 1977 de l’industrial José María Bultó.
Bultó lamenta que lo presentara como “un preso político, que entró en la cárcel a raíz de la muerte del industrial José María Bultó” y lo definiera “como un gran reserva del independentismo”.

La sobrina dice que “cuando Xavier Graset habla de la muerte de José María Bultó olvida maliciosamente decir que José María  Bultó no murió de un ataque de corazón, ni de un cáncer, sino porque su entrevistado, Carles Sastre, entró en casa del señor Bultó mientras comía con su familia y, a punta de pistola, le adosó una bomba al pecho, bajo amenaza de hacerla estallar si José María Bultó no pagaba 500 millones de pesetas. Horas después, la bomba estallaba, despedazando en mil partes el cuerpo de Bultó”.

Finalmente, remarca que “Carles Sastre fue condenado por este asesinato y por él no ha pagado ni la mitad de su condena”. “Señor Graset, informese bien, por favor y si ya lo está, defínase como defensor del terrorismo en su estado puro”, concluye."               (e-notícies, 24/12/15)

29/1/20

Eta llevó a cabo una limpieza étnica sistemática destinada a aterrorizar pero sobre todo a eliminar adversarios políticos del separatismo

"En junio de 1994 los tres políticos con más futuro de Euskadi (Fernando Buesa del PSE, Joseba Egibar del PNV y Gregorio Ordóñez del PP) mantuvieron un debate en ETB. Menos de seis años después, solo quedaba uno vivo: Joseba Egibar, que hoy sigue en la brecha, le deseo mucha salud. 

Los otros dos fueron liquidados por ETA, como parte de una limpieza étnica sistemática destinada a aterrorizar pero sobre todo a eliminar adversarios políticos del separatismo. Gorka Angulo hizo un buen relato en La persecución de ETA a la derecha vasca (editorial Almuzara), que también incluye los atentados contra socialistas. Nada de violencia indiscriminada, nada de violencia inútil.

 El objetivo era convertir la opción por la España constitucional en otro extremismo más (de ahí ese mote infame de “españolistas” que aceptaron dócilmente incluso quienes lo padecían), creador de conflicto y que despertaba reacciones quizá indebidamente violentas pero comprensibles. Apuntarse voluntariamente o por descuido al “españolismo” era una provocación tan reaccionaria como peligrosa. 

Ahora es visto como un radicalismo que compromete innecesariamente la convivencia: ¡con lo fácil y jatorra que resulta dejarse mecer por la suave brisa nacionalista, ser muy “de aquí” y nada “de allí” (salvo lo que aconsejen los negocios) y compadecer a todos los que hayan sufrido, aunque sea de varices!

Hace ya 25 años que asesinaron a Gregorio Ordóñez, un teniente de alcalde “españolista” que si ETA no lo impide hubiera llegado probablemente a la alcaldía de San Sebastián. 

Algo triste y lamentable, naturalmente, todo el mundo lo siente mucho, pero que ha traído al menos un beneficio colateral: ya no es posible que el caso vuelva a darse. Mira qué bien. Como suele repetirse, las víctimas no pertenecen a ningún partido: pero está claro a cuál beneficia su inmolación."          (Fernando Savater, el País, 25/01/20)

3/1/20

Xavier Rius: Una de las cosas que más miedo me da del proceso es el blanqueo de ETA y de rebote de Terra Lliure... no sé si es para idealizar el pasado -como los etarras a los que comparaban con gudaris- o la tentación del futuro. Al fin y al cabo tenemos un presidente de la Generalitat tentado por la vía eslovena.

"Una de las cosas que más miedo me da del proceso es el blanqueo de ETA y de rebote de Terra Lliure. Terribas hablando de “independentismo combativo” en un programa de Catalunya Radio.

Xavier Graset presentando a Carles Sastre como un “gran reserva del independentismo” en otro de TV3. El actual jefe de informativos de la cadena pública, David Bassa, tiene un libro titulado “L’independentisme armat a la Catalunya recent” (2005). Ojo al detalle: No habla de terrorismo, habla de “independentismo armado”.


Y, por supuesto, Arnaldo Otegi tiene derecho a hacer una vida normal tras haber cumplido condena. Pero una cosa es hacer vida normal y otra recibirlo como un héroe en el Parlament o en TV3. Yo estaba el día que visitó la cámara catalana. ¡Parecía una estrella de rock! Hasta llegó en furgoneta. La presidenta Carme Forcadell recibiéndole en su despacho. Y el vicepresidente primero, Lluís Corominas, de Convergencia de toda la vida.

Quizá porque, por razones profesionales, me tocó cubrir algunos atentados y hablar con las familias.


Recuerdo, por ejemplo, a un coronel tiroteado a la puerta de su casa en la calle Tenor Massini de Barcelona. Su mujer me dijo que “lo han matado como a un conejo”. Tenía cinco hijos. O aquel otro, también en los años 90, que falleció en el atentado de ETA con lanzagranadas contra el Gobierno Militar de Barcelona. Vicente Beti Montesinos dejó dos hijas de 16 y 14 años de edad. Era oficinista. Trabajaba en una empresa transitaria cercana. Le pilló la onda expansiva.


Por eso, cuando me desplacé a Sevilla, quise rendir un homenaje personal al concejal del PP Alberto Jiménez Becerrill y a su esposa, Ascensión García Ortiz. Él tenía 37 años. Ella, 39. Por supuesto no los conocía. Pero cuando los mataron ya me impresionó su muerte.


Dejaron tres niños de ocho, siete y cuatro años de edad. Se conocieron en la facultad, estudiando derecho. Él se dedicó a la política desde bien joven. A los 25 ya era secretario general del PP de Sevilla. Ella se hizo procuradora de tribunales.


Días después del asesinato, el preso etarra Ignacio de Juana Chaos escribió en una carta interceptada por la Policía: “En la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y terminábamos a carcajada limpia (…). Me estoy tragando todas las noticias de la ekintza (acción) de Sevilla”. (1)


La sentencia explica que el atentado fue ordenado por José Javier Arizcuren Ruiz (“Kantauri”), entonces jefe de los comandos ilegales de ETA. La estrategia de matar a políticos había empezado con el también concejal del PP Gregorio Ordóñez en San Sebastián. Pensaban que así negociaría el Estado. Kantauri instruyó a los miembros del comando Andalucía José Luis Barrios, Mikel Azurmendi y Maite Pedrosa.


El sábado 1 de enero de 1998, a la una y cuarto de la noche, cuando la pareja volvía de una cena con amigos en el bar Antigüedades. Barrios y Azurmendi se dieron cuenta de que estaban en el bar. Y, al salir los siguieron durante 245 metros. En un momento determinado, Jiménez Becerrill se dio cuenta de la presencia de dos inviduos y aceleraron el paso. Cuando se hallaban a entre 30 y 60 centímetros, el concejal se giró bruscamente y Azurmendi “disparó en la cabeza” según la sentencia. Ya desplomado en el suelo, mientras su mujer pedía auxilio “a gritos”, Maite Barrios “disparó a corta distancia a la base de la nuca”. “Sufrieron lesiones tan graves” que fallecieron en el acto.


El 30 de enero del año pasado la agencia Europa Press publicó un reportaje de ellos en conmemoración del 20 aniversario de su asesinato. Parecía una pareja de película. El Ministerio del Interior publicó un vídeo en el que todavía aparecen sonrientes. Me acerqué al lugar de los hechos: la calle Don Remondo, una de las callejuelas que va a parar a la Giralda. Es una calle triste. A pesar de su proximidad con la catedral de Sevilla pasan pocos turistas. Al inicio hay un hotel de cuatro estrellas, con excelentes vistas, y un poco más allá -antes de la placa que conmemorar el lugar en el que fueron asesinados- la delegación de Caritas.

 En Sevilla hay otros sitios donde se homenajea al edil. Pusieron una calle a su nombre -que divisé desde el autobús- y en Triana hay otra. No en vano era teniente de alcalde del popular barrio sevillano.

Por eso me da miedo el blanqueo de ETA. Lo que decía: no sé si es para idealizar el pasado -como los etarras a los que comparaban con gudaris- o la tentación del futuro.


Al fin y al cabo tenemos un presidente de la Generalitat tentado por la vía eslovena. “Los eslovenos decidieron tirar adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo por vivir libres”, dijo en un acto en Bruselas para presentar el Consejo de la República.


Y recuerdo que, tras la polémica aparición de Carles Sastre en TV3, la sobrina de Josep María Bultó publicó un carta en El Periódico.


Decía así: “Bultó no murió de un ataque de corazón, ni de un cáncer, sino porque su entrevistado, Carles Sastre, entró en casa del señor Bultó mientras comía con su familia y, a punta de pistola, le adosó una bomba al pecho, bajo amenaza de hacerla estallar si José María Bultó no pagaba 500 millones de pesetas. Horas después, la bomba estallaba, despedazando en mil partes el cuerpo de Bultó”.

“Carles Sastre -añadió- fue condenado por este asesinato y por él no ha pagado ni la mitad de su condena”.


Sastre, por cierto, intervino en el mitin final tras la huelga general -aquí las llaman paro de país- del pasado 18 de octubre. Como una estrella."              (Xavier Rius, director de e-notícies, 02/01/20)


"Flirteos de alto riesgo- Puigdemont y sus amigos de Terra Lliure.

 Los recientes episodios de grave violencia protagonizados por sectores del independentismo en diversos puntos de Catalunya, en el marco de las protestas contra la sentencia del Tribunal Supremo por los hechos del otoño de 2017, demuestran, según fuentes de la oposición parlamentaria, los riesgos de la tolerancia con este tipo de actuaciones y con sus promotores.

Ests fuentes se refieren no sólo a los ánimos que el presidente Torra ha dado a grupos como los comités de defensa de la república (CDR) o el tsunami democrático, sino a las numerosas ocasiones en las que el ex presidente Puigdemont ha exhibido de manera pública una excelente relación -aparentemente- con antiguos miembros de la extinguida Terra Lliure.

Estas situaciones, dicen las mismas fuentes, no sólo son consideradas como un cierto aval por algunos sectores violentos, sino que además perjudican la imagen de Catalunya tanto en el conjunto del Estado español como en un nivel internacional. Es difícil sostener que el independentismo es un movimiento pacifista cuando uno de sus líderes más influyentes mantiene este tipo de relaciones."            (e-notícies, 03/01/20)

30/9/19

La Vanguardia: Los CDR utilizaron intermediarios para explicar sus planes a Torra

"El presidente de la Generalitat, Quim Torra, habría tenido conocimiento de algunos planes previstos por los CDR y concretamente por el Equipo de Respuesta Táctica, de cara al aniversario del 1-O y tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés , tal y como se desprende de, por lo menos, uno de los interrogatorios prestados ante la Guardia Civil y el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón.

Según explican fuentes de la investigación a La Vanguardia , Torra habría tenido conocimiento de algunos de los planes de los CDR a través de terceras personas. Entre la información que tendría el president estaba la intención de acceder por la fuerza al Parlament y permanecer atrincherados en su interior durante una semana.

A las fuentes consultadas por este diario no les consta, en cambio, encuentros directos entre el líder independentista y los arrestados con materiales explosivos. Con todo, la agencia Efe publicó ayer que uno de los detenidos vinculados al ERT habría asegurado ante el instructor que se había entrevistado con el propio Torra, aunque se desconoce el contenido de ese encuentro.

Por su parte, fuentes de Presidència consultadas por La Vanguardia han asegurado que no dan “ninguna credibilidad” a esas informaciones y no las comentarán porque “se basan en filtraciones”.
La información de los posibles contactos con Torra parten de dos de los siete detenidos que fue enviado a prisión incondicional este jueves por delitos de organización terrorista, tenencia de explosivos y conspiración de estragos. Además de la posible comunicación a Torra de sus intenciones, otro de los arrestados explicó en su declaración que en alguna reunión del grupo había escuchado que Torra estaba al corriente de parte de sus planes. Incluso le llegaron a decir que el máximo representante de la Generalitat estaría dispuesto, llegado el momento, a abrir las puertas de la institución para su posible ocupación.

Con las pruebas recabadas y las primeras declaraciones de los detenidos, en una investigación que sigue su curso, el juez considera que todos ellos forman parte de una organización “con capacidad suficiente como para llevar a cabo tácticas y maniobras con un alto nivel de profesionalización”.

El magistrado destaca una reunión el 15 de septiembre del 2018 con una persona de “componente peligroso” que podría haberles ayudado en sus planes. Al respecto, fuentes al corriente de la investigación explican que la persona con quien se encontraron fue el histórico de la organización terrorista Terra Lliure Fredi Bentanachs.

Para García Castellón, tras dos años de investigación se han acumulado “indicios racionales claros de que todas y cada una de las acciones que los investigados han llevado a cabo pretenden, dentro de la estrategia global del movimiento independentista radical más combativo (al cual los investigados pertenecen), lograr la materialización de la república catalana mediante cualquier vía, incluidas las violentas”.

Las revelaciones sobre los posibles contactos de Torra con los CDR provocaron una tormenta de reacciones políticas. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, centró en la situación de Catalunya buena parte de su intervención ante el comité federal del PSOE. A punto de arrancar hoy mismo en Gavà con los socialistas catalanes la campaña electoral del 10-N, Sánchez advirtió que el movimiento independentista “ha fracasado, su naufragio es total y ha llevado a la sociedad catalana a un callejón sin salida”. “Su error ha sido total, su naufragio ha sido absoluto. Pero aún están a tiempo de evitar mayores errores”, demandó a los líderes independentistas, y singularmente a Torra. “Les pido que condenen cualquier tipo de violencia que venga de algún grupúsculo del movimiento independentista”, reclamó."                  (Carlota Guindal, Mayka Navarro, La Vanguardia, 29/09/19)

11/6/19

Estamos «inquietos y consternados» al ver que intelectuales que se proclaman de izquierdas «se envilecen» mintiendo sobre la realidad del terrorismo de ETA, sostienen una ideología nacionalista excluyente y pisotean la memoria de sus víctimas.

"En apoyo de las víctimas de Josu Ternera.

En Libération del 31 de mayo de 2019, Alain Badiou, Étienne Balibar, Thomas Lacoste, Jean-Luc Nancy, Toni Negri y Jacques Rancière firman un artículo titulado: «En apoyo de Josu Urrutikoetxea». Podría producir risa si no despertara la historia de crímenes trágicamente absurdos e inútiles.

Estos firmantes no se avergüenzan de comparar implícitamente a la España democrática con la Suráfrica del apartheid, para denunciar la detención de uno de los jefes de la organización terrorista vasca ETA disuelta en mayo del 2018. «¿Se puede imaginar -preguntan- en Suráfrica, en junio de 1991, una vez abolidos los pilares de las leyes del apartheid, que el futuro premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, fuese mandado de nuevo a la cárcel?».

 ¿Quieren que pensemos que los vascos estaban segregados como los negros surafricanos? ¿O que este jefe de ETA se merece una recompensa porque finalmente ha decidido que los homicidios ya no son útiles para su causa?

Los firmantes fingen olvidar que en 1977, con Franco muerto y enterrado, todos los prisioneros de ETA se beneficiaron de la Ley de amnistía y salieron de la cárcel. Los militantes que, como Urrutikoetxea (más conocido con el alias de Josu Ternera), siguieron matando a centenares de personas, atacaron frontalmente a la democracia y al espíritu de compromisos abierto por la Constitución de 1978. 

Asesinaron a conciudadanos desarmados en un País Vasco gobernado por un partido nacionalista que defiende la independencia de este territorio. Durante las décadas en que Josu Urrutikoetxea fue jefe de ETA, la organización intentó impedir la transición post-franquista cometiendo muchos atentados en los momentos de negociaciones más delicadas: 66 muertos en 1978, 76 en 1979, 92 en 1980, y luego entre 19 y 52 muertos por año durante el decenio de 1980.

Estos firmantes también aparentan creer que la decisión de Josu Urrutikoetxea de dejar de matar lo exime de responsabilidades penales. Sin embargo, está actualmente perseguido por haber ordenado en 1987 un atentado con coche bomba contra una casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, donde se alojaban familias, provocando 88 heridos y 11 muertos. 

Entre éstos, 6 niños: las gemelas Miriam y Esther Barrera, de 3 años; Silvia Pino, de 7 años; Rocío Capilla, de 12 años; Silvia Ballarín, de 6 años; Ángel Alcaraz, de 17 años. Para los militantes de ETA, los guardias civiles eran perros (en euskera, txakurrak); y sus hijos, hijos de perros.

Detenido en Francia en 1989 y después extraditado, Josu Ternera pudo presentarse en 1998 y 2001 en las listas electorales del partido asociado a ETA. Elegido parlamentario autónomo vasco, fue miembro de la Comisión de Derechos Humanos, nombramiento recibido como un insulto por las asociaciones de víctimas y por los vascos no nacionalistas.

 ¿Hay que reír o llorar cuando unos intelectuales mediáticos atribuyen «altura moral» a este nacionalista cruel que nunca ha puesto en tela de juicio sus mortíferas decisiones? Alain Badiou considera que los relatos de las atrocidades de la revolución cultural de China son una caricatura[2]. Se entiende que no sienta necesidad de buscar precisiones sobre los años negros del terrorismo nacionalista vasco. Decir que ETA ha «entregado sus armas a la población vasca» es un doloroso sinsentido. ¿A qué vascos? ¿A los vascos que asesinó?

Los firmantes aluden al papel de Josu Urrutikoetxea durante las negociaciones de 2006 que precedieron al final de la organización (hubo 12 asesinatos entre la tregua del 2006 y el último atentado de 2010 que segó la vida del policía francés Jean-Serge Nérin). Insisten sobre la palabra «unilateral» como si sólo la generosidad de los terroristas explicase su disolución. Los militantes encarcelados que han buscado el perdón de sus víctimas han tenido el valor de poner fin unilateralmente a la razón del terror. Pero ellos no merecerán el apoyo de los seis firmantes.

 Los partidos políticos españoles no otorgaron ninguna legitimidad a la famosa Conferencia Internacional presidida por Kofi Annan, porque no reconocieron la existencia desde 1978 en España de un conflicto entre dos campos. Hubo, por parte de ETA, uso del terror para imponer a todos los ciudadanos una concepción única del País Vasco. Las víctimas de ETA rechazan también el concepto de conflicto porque quieren que se hable de los asesinatos. Muchas esperan justicia, y entre ellas las familias de los niños muertos en Zaragoza en 1987. Continúa habiendo más de 300 crímenes de ETA sin resolver.

Estamos «inquietos y consternados» -como dicen los firmantes acerca de la detención de Josu Ternera– al ver que intelectuales que se proclaman de izquierdas «se envilecen» mintiendo sobre la realidad del terrorismo de ETA, sostienen una ideología nacionalista excluyente y pisotean la memoria de sus víctimas.

[1] Han manifestado su apoyo a este texto: 

Diego Escamez (profesor, Biarritz), Antonio Jiménez Blanco (catedrático), Cayetana Álvarez de Toledo (diputada), Félix de Azúa (escritor), Andrés Trapiello (escritor), Guillermo de la Dehesa (economista), Francisco Sosa Wagner (catedrático), Mercedes Fuertes (catedrática), Francisco Javier Irazoki (escritor), Gorka Maneiro (exdiputado del parlamento autónomo vasco), Alfonso Ruiz Miguel (catedrático), Ramón Puig de la Bellacasa (catedrático), Juan Calaza (economista), Ramiro Cibrián (embajador), Carlota Solé i Puig (catedrática), Juan Carlos Fernández Savater (pintor), Pablo Barrios (catedrático), Roberto Blanco Valdés (catedrático), Carlos Martínez Gorriarán (profesor), Félix Ovejero (profesor), Francisco J. Laporta (catedrático emérito), Pablo de Lora (profesor), Josu de Miguel Barcena (profesor), Juan Carlos Bayón (catedrático), Juan Antonio García Amado (catedrático), José Luis Colomer (profesor),Alfonso García Figueroa (profesor), Rafael Hernández Marín (profesor), Marina Gascón Abellán (profesora), María Pilar Gutiérrez Santiago (catedrática), Luis Rodríguez Abascal (profesor), Manuel Atienza (catedrático), Julián Sauquillo (catedrático), José Luis García Guerrero (profesor), Pablo Meix Cereceda (profesor), Miguel Díaz García Conlledo (catedrático), María José Villaverde (catedrática), Alfonso Valero (profesor), Antonio Hermosa Andújar (profesor), Françoise Morvan (escritora), Soledad San Miguel (traductora).


24/5/19

Los delitos de lesa humanidad de ETA significan ver la persecución sistemática de los adversarios políticos, ver cómo mucha gente, decenas de miles de personas o más abandonaron progresivamente y en silencio el País Vasco... la línea de una de las recomendaciones de la Comisión Especial de Terrorismo pide que a ninguna víctima los entornos de sus agresores la vuelvan a acosar

"(...) La detención de Josu Ternera en Francia ha hecho recordar viejas actitudes del que fue su partido, el PSE, singularmente por lo que se refiere a las palabras del ex presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, que no ha dudado en tildarle de “héroe” aunque luego matizara sus palabras.

¿Por qué cree que no estoy en el Partido Socialista? [Media sonrisa] Por estas cosas. Es un error histórico. Se confunde la generosidad con la inteligencia política. No se pueden rebajar los estándares de reparación y de ética al mundo de ETA o al mundo de sus herederos políticos.

¿Eguiguren habla y Sánchez calla y otorga?

En todo caso, es tremendamente negativo lo de Eguiguren, porque genera palabras en positivo hacia un sujeto absolutamente sanguinario, que ha de ser juzgado por delitos de lesa humanidad. Nunca en España se ha dado el juicio por delitos de lesa humanidad sobre ETA. La juez Lamela [Carmen] terminó la instrucción en abril de 2018 para que por primera vez en España se pueda hacer este juicio, a cuatro cabecillas de la banda terrorista ETA.

 Uno de ellos, el que más tiempo ha sido jefe de la banda terrorista, es Josu Urriticoechea, Josu Ternera. Un juicio por lesa humanidad va mucho más allá de lo que hasta ahora se ha juzgado. Hasta ahora la Justicia ha analizado un caso, un atentado, unos responsables directos. 

Pero la gran maquinaria del terror, la gran maquinaria de la domesticación intelectual, política y moral; la gran domesticación para tener tabúes, para no verlos como tan malos como en realidad han sido. Quieren seguir mandando y que sus valores sean hegemónicos. Eso, que es una aberración, va a poder ser juzgado por primera vez en ese juicio.

Los delitos de lesa humanidad significan ver la persecución sistemática de los adversarios políticos, ver cómo mucha gente, decenas de miles de personas o más abandonaron progresivamente y en silencio el País Vasco. Cómo se acobardó a la sociedad vasca, cómo se la atemorizó. En definitiva: cómo se generaron esos valores hegemónicos de los que ahora chulea, y se siente tan orgulloso, Arnaldo Otegi, estos días de campaña.

 No podemos dar por bueno el final de ETA de Bayona y de Cambo [localidad de la frontera francesa donde la banda escenificó el año pasado su final], que es un final de ETA con truco, es el final de ETA que deseaba ETA para contar a los medios de comunicación internacionales que había un conflicto y que, más o menos, había dos partes enfrentadas, tan malas la una como la otra. Falso. 

El fin de ETA que piden las víctimas y que piden millones de personas decentes es el fin de ETA de ese juicio de lesa humanidad donde se vea la refutación de todo lo que dijo ETA, de todo lo que hizo ETA y de todo lo que significa ETA. Y de la refutación de la fobia española, porque si no existiera fobia antiespañola nosotros podríamos ir a Rentería y no nos llamarían facistas.   

(...)  espero que la Fiscalía, ahora que ETA no mata, pueda con toda tranquilidad investigar quién está detrás de esa estrategia de odio y de descalificación del adversario político y de enaltecimiento de aquellos que nos perseguían antes también. 

Lo que nosotros sufrimos allí va precisamente en la línea de una de las recomendaciones de la Comisión Especial de Terrorismo, que pide que a ninguna víctima los entornos de sus agresores le vuelvan a acosar. (...)"                (Entrevista a Maite Pagazaurtundúa, Libertad digital, 22/05/19) Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/espana/2019-05-22/maite-pagazaurtundua-las-palabras-de-eguiguren-sobre-ternera-explican-por-que-me-fui-del-psoe-1276638853/
- Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/espana/2019-05-22/maite-pagazaurtundua-las-palabras-de-eguiguren-sobre-ternera-explican-por-que-me-fui-delpsoe-12766388

10/5/19

La euskaldunización de adultos fue un infierno para muchas personas que no siendo nacionalistas, tuvieron que pasar por el aro de aquel adoctrinamiento abertzale, más allá de las legítimas pretensiones de capacitación lingüística... un ejemplo de la pedagogía del odio

"(...) En esta ocasión he seleccionado un testimonio reflejado en el el Diario El País en 1994, publicado el 25 de septiembre, que revela claramente lo que durante los primeros años de la euskaldunización de adultos se produjo en muchos barneteguis (internados para aprender euskera de forma intensiva).

El autor de dicho reportaje fue el periodista Iñaki Martín. No parece que ese diario sea un representante de la prensa llamada de “derechas”.

La transcripción del relato es suficientemente clarificadora como para emplear pocas palabras respecto a lo que fue un infierno para muchas personas que no siendo nacionalistas tuvieron que pasar por el aro de aquel adoctrinamiento o socialización abertzale, más allá de las legítimas pretensiones de capacitación lingüística, con el dinero de todos. A pesar de su extensión merece la pena reproducirlo íntegramente:

“[…] Durante hace unos años se reúnen durante la temporada estival grupos de unas 25 personas por barnetegis en distintas localidades de Euskadi. A estos grupos se les adoctrina mediante una pedagogía militante que no se publica ni se indica en los trípticos de las campañas de mercadotecnia, en los programas académicos para los estudiantes ni al solicitar subvenciones públicas.

El tríptico informativo prometía seriedad en la organización, aprendizaje intensivo (siete horas diarias), metodología moderna, vídeos, cintas y un modelo de interacción entre estudiantes y profesores que convertía al euskera en práctica cotidiana, en una convivencia de 30 días. Las personas habían sido seleccionadas por su nivel, aspiraciones y deseos en el aprendizaje del euskera… Todas estas promesas se incumplieron.

La charla de dos ancianas y el sonido de maletas arrastradas me despertaron antes de llegar. Desorientado descendí del autobús y me encontré con un grupo de entre 18 y 30 años que parecían estaban en la misma situación que yo. Acudí a ellos interrogándoles sobre el paradero de una estación de tren abandonada donde, se suponía, debíamos concentrarnos los estudiantes. Allí encontré a un grupo de unas 25 personas depositando su equipaje en la entrada. Varios individuos llevaban la voz cantante y nos reunieron alrededor de una fuente, formando un holgado circulo.

Me di cuenta de que la acción se estaba representando en un lugar donde se erigía un monumento de mármol, en reconocimiento de la labor de un miembro fallecido de ETA, con una inscripción que evocaba el homenaje del pueblo al nombre y a los hechos heroicos del gudari.

Tras esta primera representación, una de las profesoras intervino ante el grupo diciendo: ‘Ahora vamos a jugar a un juego. Se trata de maullar ante una persona escogida al azar e intentar hacerla reír, si se consigue, ocupa el puesto propio y continúa el juego con otras personas hasta que consiga librarse de hacer el gato’

Durante esta segunda escena se creó un ambiente artificial de humor, con este juego concebido para romper el hielo entre personas que se acaban de conocer apenas cinco minutos antes.

Tras el juego de Katu gixajua dos profesores invitaron al grupo para que volviera a formar un círculo, a una de ellas inició su discurso diciendo ‘Nosotros somos una ameba, ¿qué es una ameba? La ameba es una célula como nosotros y nuestro grupo debe estar unido y funcionar como tal en cualquier momento, en cualquier actividad, todos juntos, todos a una, somos una ameba.’

Nadie dice nada, ha transcurrido una hora desde que llegué y seguí fuera de juego pensando que aquello no podía ser un barnetegi.

La profesora continuó ‘la ameba requiere que peguemos nuestros cuerpos lo más posible, para no separarnos, ¿a dónde va la ameba?’ pregunta a los estudiantes; respuesta, ‘al barnetegi’.

Toda personalidad o el individuo debe queda fuera del barnetegi, sus fines competen a todos los presentes, y el juego de la ameba al individualismo en cualquiera de sus manifestaciones dinamitaría el barnetegi metaforizado por el susodicho microbio.[…]

Primero se presentan dos profesoras, y luego solicitan a los estudiantes que hagan igual. Explicamos uno a uno nuestro nivel de estudios, actividades profesionales y situación laboral, entre otros temas. La mayoría del grupo revela que su actividad preferencial es ser parranderua (juerguista), y que han ido al barnetegi ‘porque quieren vivir y aprender el euskera porque somos vascos y euskaldunes’

Una vez tuvimos que elaborar, en grupos de a dos, un crucigrama de manera que luego el resto de los grupos intentaran adivinarlo. En uno de ellos se preguntaba ‘¿Qué valen los españoles?’ respuesta ‘cero’ ‘¿qué seremos un día?’ respuesta ‘independientes’ ‘¿de qué van los partidos políticos?’ respuesta ‘de demócratas’ ‘¿qué conseguiremos?’ respuesta al unísono, ‘la revolución’.

Cuando los estudiantes respondieron ‘la revolución’, la profesora matizó: ‘No conseguiremos la revolución, sino que la haremos’, diferenciando el verbo lortu (conseguir) de egin (hacer), haciendo hincapíe en que ‘conseguir la revolución (iraultza) tiene menos peso y fuerza que hacerla’

Es importante destacar que éste y otros ejercicios didácticos incluían expresiones de vinculación con Herri Batasuna y sus extensiones JARRAI o la organización armada ETA,[…]

Dentro del barnetegi los estudiantes vestían camisetas con la insignia de Herri Batasuna, Jarrai o con lemas políticos ‘independentzia’, ’iraultza’, ’anmistia’ o ‘intsumisioa”.

Pero su intsumisioa está en las antípodas del movimiento pacifista que se ha generado en Europa y en Euskadi. Consiste básicamente en oponerse a todo lo que represente el Estado español o a España, pero sin negar su apoyo público a la violencia armada de ETA, o de cualquier organización o ejército de corte izquierdista, obedeciendo a la consigna ‘ el servicio militar, en ETA militar’

También era normal que todas las alhajas que portaban los estudiantes de ambos sexos fueran símbolos de su ideología, la estrella roja de Jarrai, los pendientes con la insignia de herri Batasuna o el hacha y la serpiente […]

Abundaban las pegatinas con el concentrado de símbolos ideológicos o con las pretensiones políticas, por ejemplo ‘ETA bietan Jarrai’ (ETA continúa, sigue en dos frentes de lucha, la política y la armada), ‘iraultza ala hil’ (revolucióno muerte), ‘ independentzia’ (independencia).

De lo que se trataba era de transmitir por medio de juegos de rol, una doctrina revolucionaria. En estos juegos los estudiantes se dividían en grupos que defendían y adoptaban el mejor método para afianzar una decisión política.

Para ello unos enfrentábamos entre nosotros en cada ejercicio, abandonando la ficción del juego para reiterar un nosotros vasco nacionalista radical, que insistía en la ideología personal, cuya apoyatura era en mi barnetegi la interpretación marxista leninista.

Ejemplo es ‘tu eres el empresario y quieres que tus empleados metan horas extras, ¿cómo les obligarías?’[…]

A partir de la primera semana de estancia en el barnetegi, el grupo de estudiantes dejó de relacionarse conmigo por un incidente ocurrido en el transcurso de una cena mientras me servía un plato de puré y una profesora me acusó, señalando el plato de ‘no tener conciencia colectiva’. Al parecer me había echado tal cantidad que le provocó la alucinación dialéctica en virtud de la cual la cantidad deviene en cualidad.

Traté de explicarle que el puré era sólo puré y que no tenía nada que ver con la conciencia colectiva. Acto seguido añadí que era un concepto ajeno a los alimentos, pero que, si me hubiera preguntado por la cantidad servida, a su parecer demasiado generosa, le hubiera respondido que no iba a comer segundo plato y que, habiéndose servido el resto del grupo –yo había llegado cinco minutos tarde- no me parecía cantidad exagerada.

Afectado por el ambiente reinante en el barnetegi incluí en el discurso una disertación sobre los usos y costumbres del concepto conciencia colectiva. La tranquilicé diciendo que regímenes como los de Stalin, Castro, Hitler, Franco o Mussolini ya habían hecho un uso similar del término. Añadí a esa lista a Herri Batasuna.

La cosa se puso seria cuando comenté a los contertulios que tuvieran cuidado con la dieta cárnica del segundo planto, pues acababa de descubrir que tenía propiedades como la conciencia colectiva, rica en proteínas ideológicas totalitarias y en complejos vitamínicos de culpa.

Tras estos comentarios el ambiente se enfrió algo más que el puré. Hubo actos relevantes a los que no fui invitado; no me regalaron la lectura de informes y teorías de acciones sociales que Jarrai distribuyó entre sus simpatizantes del barnetegi, ni me propusieron asistir a las manifestaciones de Herri Batasuna el día de la Salve en San Sebastián, otra que se celebró en Bilbao. Tampoco contaron conmigo durante mi estancia en el barnetegi dejándome de hablar los profesores y alumnos.

Cuando decidieron que un buen ejercicio de euskera sería mandar unas cartas a los presos de ETA que estaban en distintas cárceles, no me pidieron que enviara una misiva, pero vi como la chica que tuvo el descuido con Fidel, leía la Critica de la economía política de k. Marx y metía párrafos de ese texto en su carta a los presos mencionados.

Un profesor me comunicó ‘para nosotros estás en la hoguera, y que lo que más le costaba era clasificarme, pues no parecía pertenecer a partido político alguno.

Tras mi estancia, reflexioné sobre algunos puntos y descubrí fenómenos dignos de mención, como el cambio de ETA en sus relaciones con las sociedades totalitarias, estrechando nuevos lazos con Irán y el islamismo, desvinculándose por razones presupuestarias, que no ideológicas, de sus hasta ayer socios de la extinta ex Unión Soviética, y en las paradojas y debilidad de la democracia, pues en ella pueden surgir maneras de destruirla. Por ejemplo, dejando dinero público a barnetegis como este mismo.” (...)"

(Ernesto Ladrón de Guevara, La tribuna del País Vasco, 23/01/19)

26/3/19

Un día clave del Proceso, habitualmente poco subrayado, es el 17 de agosto de 2017, cuando mataron a 15 personas en Las Ramblas de Barcelona. Recordarás -y te avergonzarás- que la entidad Òmnium Cultural publicó una filmina miserable donde insinuaba que el Estado español era el responsable del atentado. La virulenta acusación era consecuencia del temor nacionalista a que el atentado hiriera de muerte los planes del referéndum del 1 de octubre...

"(...) Un día clave del Proceso, habitualmente poco subrayado, es el 17 de agosto de 2017, cuando mataron a 15 personas en Las Ramblas de Barcelona. Recordarás -y te avergonzarás- que la entidad Òmnium Cultural publicó una filmina miserable donde insinuaba que el Estado español era el responsable del atentado. Me sorprendió mucho que ninguna de las acusaciones preguntara por ello a su entonces presidente, Jordi Cuixart, ya que entre todas las conductas infames que se le podrían atribuir ésa era de las destacadas.

 El fundamento de la filmina era la veterana falacia del Cui prodest, es decir, la adjudicación automática de un crimen al que obtiene de él beneficio. La falacia está en la base de múltiples teorías conspirativas, entre ellas la que adjudicaba al Psoe la responsabilidad de la matanza de los trenes Atocha, porque Zapatero habría sido presidente gracias a ella. 

La virulenta acusación era consecuencia del temor nacionalista a que el atentado hiriera de muerte los planes del referéndum del 1 de octubre. Una interpretación lejanamente emparentada con la que atribuyó el fin de ETA, precisamente, a la matanza de Atocha. Los nacionalistas temían que la aparición inesperada de un brutal enemigo exterior disolviera las rencillas interiores y la cohesión civil se impusiera frente al factor divisivo del referéndum. 

Por eso procuraron desde el primer momento que el duelo y la solidaridad no rebajaran la tensión intracomunitaria. El escenario más brutal de esa estrategia fue la manifestación del 26 de agosto, que contó con la asistencia del Rey, el presidente Rajoy y otras altas autoridades del Estado. Fue, sin duda, la manifestación más humillante que Cataluña se haya dado a sí misma. 

Y debe decirse que el territorio destaca en performances de esta naturaleza, como lo demuestra la que reunió a unos pocos miles de personas bajo la lluvia el 27 de febrero de 1981 en escuálida protesta ante el golpe de Estado de cuatro días antes. 

O la de la primavera de 1984 cuando miles de barceloneses salieron a la calle en defensa de los negocios privados de Jordi Pujol que ya en aquella época -aunque ciertamente las ovejitas luceras desconocían el hecho- combinaba la presidencia de la Generalidad con el impago de impuestos y la evasión de capitales.

Los independentistas lograron mantener partida a la sociedad catalana después del atentado.(...)

 Las vejaciones que aquel día sufrieron los representantes del Estado aún no pueden contarse en detalle. Pero en el perturbado imaginario independentista sirvieron para afianzar el viejo y conocido olor: los muertos de Las Ramblas eran una desgracia más que añadir a las que España trae de serie.
El atentado sirvió para algo más, absolutamente crucial: introdujo en el imaginario nacionalista la autodeterminación armada.

 Para que esta peculiar fantasía cuajara hubieron de producirse algunos hechos fortuitos, pero bien aprovechados por la propaganda. El primero fue la decisión del juez Andreu de poner bajo la coordinación de los Mossos la investigación del atentado. 

El fiscal Romero de Tejada, que ya murió y con el que mantuve algunas conversaciones aquel verano, no daba crédito a la torpeza estratégica de la decisión del juez: no solo le parecía dudosa la capacidad técnica de los Mossos para ponerse al frente del operativo; es que era claramente inoportuna en el contexto de insurgencia que empezaba a vivirse en Cataluña.

 El atentado iba a concitar por unos días la atención de medio mundo y en la obstinación del separatismo por dotarse de estructuras de Estado la decisión del juez Andreu encajó como un guante. De más está preguntarse por qué el juez tomó esta decisión. El juez pertenece a esa ilusoria opinión española que ha creído, y cree, que ampliar la responsabilidad del nacionalismo en los asuntos comunes convertirá a los nacionalistas en personas responsables. 

Los presagios del fiscal se cumplieron de una manera dolorosamente precisa. Primero en lo técnico. Los Mossos ya habían fallado en la prevención del atentado, de cuya posibilidad abstracta tenían noticias. No porque no lo evitaran, sino porque no hicieron nada por evitarlo, quizá inconscientemente fiados a que Barcelona, ciutat de pau, no podía ser escenario de la crueldad ciega del terrorismo. 

Pero los errores sucesivos fueron los auténticamente clamorosos: la detección de los planes terroristas en Alcanar fue tardía; falló la operación Jaula para dar con el asesino de la camioneta; interceptado luego en un control, logró escapar y, por último, tanto él como los terroristas de Cambrils murieron a tiros en circunstancias que, por decirlo benévolamente, no obligaban a su muerte. 

El buen fiscal acertó también en la instrumentalización política del protagonismo que el juez había dado a los Mossos. Aunque para que la instrumentalización se ejecutase hubo de mediar una inusitada operación de falsificación y propaganda, de las más extraordinarias del Proceso. La torpe operación policial fue convertida en otra de drástica y espectacular eficacia. Y lo más decisivo: en un tráiler trepidante de lo que iba a ser la Cataluña independiente.

 El azar, además, cristalizó en la llamada suerte de los campeones. Del mosso tirador que liquidó a los terroristas de Cambrils se anunció que había sido legionario, y así tampoco hubo españolazo que pusiera objeción. Pero lo cierto es que a la impericia en la captura del comando pudieron haberse añadido inquietantes dudas morales. 

Para comprender el éxito de la operación de silenciamiento por parte del nacionalismo (sobre una comunidad aquejada, eso sí, de graves problemas de inmunodeficiencia moral) basta con imaginar qué habría pasado, ¡cuánta protesta en los parlamentos y hasta en la calle!, si el juez Andreu hubiera encargado la operación a la Policía y la Guardia Civil y el tirador legionario hubiera pertenecido a uno de los dos cuerpos. Un año y medio después, las autopsias de los muertos de Cambrils siguen sin aparecer en el sumario judicial, que casi en su totalidad ha dejado de ser secreto."            (Arcadi Espada, El Mundo, 24/03/19)