"En mi vida profesional —y discúlpeme el lector esta personalización— jamás me topé con
un político tan atrabiliario, a veces, y tan aquiescente, otras, como el fallecido
Xabier Arzalluz.
Le tuve —siempre en la radical discrepancia que marcó nuestra relación,
primero como columnista de 'El Correo de Bilbao' y luego como director
del diario— por un político de
propósitos insoldables pero torticeros.
En el nacionalismo lo fue todo. Su gran batalla consistió en ganarle la partida a
Carlos Garaikoetxea y mantener la fortaleza y la legitimidad de las siglas de la organización que fundara
Sabino Arana en 1895. El navarro fue el único que le sombreó en su liderazgo.
La Euskadi de hoy, su configuración en
territorios históricos confederados
en la comunidad autónoma, la preeminencia del partido sobre el Gobierno
vasco, la soberanía fiscal de las diputaciones sobre el Ejecutivo de
Vitoria, la red de 'batzokis' que establecen un
sistema clientelar peneuvista, el tradicionalismo ritual de los 'jelkides' (miembros del partido), creyentes en
'Dios y leyes viejas'
y en una concepción etniscista del vasco, titular de una rica mitología
de irredento historicismo, es en buena medida el resultado del
decimonónico adoctrinamiento de Xabier Arzalluz,
fiel hasta las cachas al peor 'aranismo'.
Un político con un
pragmatismo moral escalofriante,
capaz de recoger las nueces del nogal que zarandeaba el terrorismo,
enviar a los vascos disidentes a la “ancha Castilla” o de advertir a los
que con identidad española se quedasen en el País Vasco que serían como
“alemanes en Mallorca”.
Fue Arzalluz un batallador insomne, un militante constante en sus ideas —
pocas, fijas, obsesivas— y un personaje sin matices: o
conmigo o contra mí.
Le quisieron tantos como otros tantos le detestaron. Siempre le pudo el
impulso sobre el raciocinio, aunque no le faltó inteligencia para
recoger velas cuando sus excesos causaron estragos.
Conocía el castellano con un dominio sobre el
epíteto verdaderamente quevedesco y su literatura —siempre por corto— en sus célebre artículos en el diario 'Deia' es el
gran muestrario de sus propósitos intimidantes.
Sus invectivas —siempre amenazantes— en el
Alderdi Eguna (día del partido) que se celebra en septiembre o en el
Aberri Eguna (día de la patria) que
se festeja los domingos de Resurrección, resultaban tan celebradamente
hostiles con sus enemigos (nunca tuvo adversarios) que en las campas de
Salburua,
con miles y miles de militantes, provocaba un tsunami de fervor adhesivo a su caudillaje.
Sacó petróleo de la
Constitución española (disposición adicional primera) para luego lanzar la consigna de
abstenerse en el referéndum y utilizó durante los interminables años de plomo la perentoriedad de que Madrid
adoptase “medidas políticas”
para parar el terrorismo etarra, un juego profundamente inmoral que,
sin embargo, le dio unos resultados espectaculares.
La actual
convalecencia ética del nacionalismo vasco viene de entonces, de aquellos tiempos sin piedad que lideró aquel Arzalluz que merece
el sobrenombre de 'el terrible', porque lo fue hasta que la edad y su partido le vencieron. (...)
Arzalluz, un carlista con mosquetón dialéctico, no fue un hombre de bondades y sí de muchas amarguras. Fue un
político atribulado y convulso.
No diré que fuera un gran hombre, pero tampoco diré que fuera menor.
Marcó una época que muchos vascos quisiéramos olvidar definitivamente y
que los nacionalistas
recordaran con esa nostalgia tan de la tierra.
Porque aunque la 'ancha Castilla' a la que nos expulsó Arzalluz haya
sido —lo es— tierra patria, a mí, que llevo más de 20 años en la capital
de España, se me escapó una lágrima nada furtiva cuando hace un mes
asistí en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español a la función de
'Los otros Gondra (relato vasco)', premio Lope de Vega 2017, de Borja Ortiz de Gondra. Lagrimaba por aquel país de horror, pero tan nuestro, de los tiempos
inmisericordes de Xabier Arzalluz." (
José Antonio Zarzalejos, El Confidencial, 28/02/19)
"EN ESTOS DÍAS los medios de comunicación y redes sociales del País
Vasco se han colmado de hagiografías y panegíricos sobre Xabier
Arzalluz, muerto a sus 86 años, con toda clase de loas que intentan
agigantar su figura y presentarlo como si fuera el gran iluminador de la
sociedad vasca y de su tiempo.
La Historia, sin embargo, no le depara un buen lugar si empezamos por
recordar que Arzalluz, presidente del Partido Nacionalista Vasco desde
1980 hasta 2004, confesó la relación de complementariedad de su partido
con el terrorismo: «Unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces».
El mismo tormento realizado desde dos puntos de vista diferentes, unos
matando y otros apoderándose de las instituciones. Muy funcional reparto
de papeles. Víctima de esos designios, la sociedad vasca quedó
deformada desde hace mucho tiempo, y su futuro sigue torcido.
Con Arzalluz, el mantra del autogobierno del País Vasco, su hecho
diferencial y sus derechos históricos, quedó vinculado durante décadas a
la persecución y eliminación de la oposición política al nacionalismo
mediante un terrorismo muy extenso en el tiempo que desestabilizó y
amenazó la democracia en España nacida con la Constitución de 1978, y
que se ensañó de un modo atroz con los vascos y navarros disidentes, con
los militares y fuerzas del orden público, con jueces, empresarios,
periodistas y muchos otros colectivos.
Arzalluz tenía antecedentes carlistas y, hombre del siglo XX, estudió
y trabajó en Alemania. Lo que siguió en el País Vasco fue nazismo a
cámara lenta. Además de numerosos asesinatos masivos, sobre todo los
asesinatos por goteo a lo largo de mucho tiempo, destruyeron la
discrepancia y asediaron la democracia.
Barrieron todo el espectro
político y social vasco. Laminaron a la oposición mediante el crimen
continuado. Fueron muy eficientes al cabo de tantos años. Propalaron el
miedo, retorcieron el lenguaje y doblegaron conductas. Y provocaron,
mediante la extensión prolongada de la amenaza, el éxodo del País Vasco
de miles de familias mientras Arzalluz predicaba «Ancha es Castilla».
Fue un gran utilitarista.
Ahora que ha muerto, el nacionalismo parece hegemónico en el País
Vasco, y de ahí vienen los aplausos a Arzalluz. Sus herederos lo tienen
todo. Detentan el poder político y el control social y económico sobre
un panorama donde homogeneizaron a tiros las percepciones y las
conductas políticas de la población.
El nacionalismo vasco triunfó en su
territorio, y apenas hay voces discrepantes cuando ya casi no se
recuerda cómo sucedieron los asesinatos y la fuga de los disidentes y de
los extorsionados, ni cómo sufrió la democracia en España y quedó
masacrada en el País Vasco. El terrorismo de ETA duró hasta 2011, y uno
de sus efectos diferidos ha sido la volatilización de las conciencias y
de los partidos constitucionalistas en el País Vasco.
El tormento vasco no es nuevo ni diferente a otros. Así pasó también
en diversos lugares arruinados de Europa, donde hay varias sociedades
esterilizadas por los nacionalismos que las cubrieron bajo sus sombras.
También sucedió en varias ocasiones en España antes de la Constitución
de 1978, pero a partir de ese momento todas las persecuciones cesaron
excepto en el rincón del País Vasco.
Con los homenajes a Arzalluz, la grandilocuencia nacionalista ha
alcanzado un nivel alto, aunque la realidad de la comunidad autónoma
sigue otro curso diferente del que prefieren no hablar. Algo está
sucediendo que hace pensar que tras la muerte de Arzalluz el
nacionalismo vasco no se va a salvar ni por el paso de la Historia ni
por el espacio mal adquirido que ocupa, ni tampoco por la hegemonía que
hasta ahora ostenta. Y algo de esto tuvo que observar él en sus últimos
años, si la cabeza no le falló. (...)
Visto en perspectiva, y en eso influyó mucho Xabier Arzalluz, los
nacionalistas vascos confundieron la raza y el poder con un plan
industrial sádico. En la mística racial y lingüística que encarnó el
recién fallecido, primero intentaron eliminar mediante el crimen las
impurezas de la raza y de la mente vasca que él y sus complementarios
definieron a su antojo. Aceleraron los asesinatos a medida que se
acercaban al autogobierno.
Llegaron al paroxismo entre 1978 y 1980. A
partir de entonces, cuando empezó la presidencia en el PNV de Arzalluz,
que parecía un Mesías iluminado, empuñaron el poder y estabilizaron la
velocidad de crucero del crimen. Tenían ya su Gobierno y, siguiendo su
pacto original de sacudir el árbol y recoger las nueces, maceraron
durante décadas la sociedad vasca alternando día a día amenazas y
asesinatos con reclamaciones de mayores competencias.
Nunca estaban
satisfechos, la sangre nunca bastaba y el poder siempre les resultaba
insuficiente. Como decía uno de sus complementarios, bardo de los que
sacudían el árbol, se trataba de «amasar la patria con sangre». Y creían
que al final con la autodeterminación ya les llegaría la grandeza.
Arzalluz ha muerto pero la redención vasca no llega. Algo falló en la
historia prometida. La gloria se retrasa, y en cambio el resultado del
estancamiento vasco está servido. Muchos emigramos, nuestros hijos se
criaron fuera, y el tiempo no vuelve. La barrera de entrada para formar
parte de la sociedad vasca es elevada, y si hay ascensor social se trata
de una cabina nacionalista, lo que no resulta atractivo.
Las
oportunidades están más bien en otros lugares. Y la población se
extranjeriza de un modo consistente y acelerado, que arrincona y diluye a
los adictos al nacionalismo. Eso es lo más difícil de evitar, no lo
pueden impedir, y la autodeterminación sólo agravaría esa trayectoria. Y
es lo que más temen, porque la historia que venían contando necesita de
oídos fieles a la raza. Ése es el reverso de Arzalluz. Su parábola, una
profunda regresión. Ésas son las consecuencias funestas de la longeva
identificación del nacionalismo vasco con Arzalluz.
A su muerte, recuérdese su aire de cacique antiguo, enfadado y
pendenciero, dominador de su sociedad cerrada y amante de las conductas
inducidas por el miedo. Descanse en paz. Goian bego."
(Fernando Múgica, El Mundo, 07/03/19)
Las Frases de Arzalluz:
“La cuestión de la sangre con el RH negativo confirma sólo que este pueblo antiguo tiene raíces propias, identificables desde la Prehistoria“
"El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, defiende la independencia del
País Vasco "dentro de las instituciones europeas" y la identidad racial
de los vascos, "los más antiguos habitantes de Europa", identificados
por una señal genética, la sangre con el RH negativo, en declaraciones
al diario italiano Il Sole 24 Ore. El líder nacionalista niega que sus
palabras reflejen ningún racismo. (...)
"No estoy diciendo que los vascos tengan derecho a quién sabe qué
supremacía. La cuestión de la sangre con el RH negativo confirma sólo
que este pueblo antiguo tiene raíces propias, identificables desde la
prehistoria como sostienen investigaciones de célebres genetistas",
afirmó el máximo dirigente del PNV. (...)" (
Lola Galán, El País, 03/11/2000)
“En Europa, étnicamente hablando, si hay una nación ésa es Euskadi, (
… ) Primeramente fueron los antropólogos con su craneometría, luego
vinieron los hematólogos con el Rh de la sangre y todo lo demás, y
siempre encontraban algo peculiar en los vascos. ( … ) se trata de algo
ocurrido hace 25.000 años, me refiero al hombre de Cromagnon, perdura únicamente en los vascos ”
"Xabier Arzalluz dijo, entre otras cosas, en su intervención en Tolosa
que ha levantado polémica: . "En Europa, étnicamente hablando, si hay
una nación ésa es Euskadi, Euskal Herria. No creo que sea una
exageración decir que Euskal Herria, a nivel europeo, sin más lejos, es
el fenómeno más sorprendente ( ... )
Primeramente fueron los
antropólogos con su craneometría, luego vinieron los hematólogos con el
Rh de la sangre y todo lo demás, y siempre encontraban algo peculiar en
los vascos. Ahora han venido los biólogos, con el monogenismo y el
neomonogenismo, concluyendo que esta humanidad, la humanidad de la que
formamos parte, procede de una única pareja ( ... )
Y cuentan -se trata
de algo sorprendente-, cómo vinieron a Europa y cómo su sangre, se trata
de algo ocurrido hace 25.000 años, me refiero al hombre de Cromagnon,
perdura únicamente en los vascos. Éso puede ser importante para unos y
no importante para otros. Pero conlleva una realidad: la singularidad de
este pueblo"."Así pues, yo os digo que nosotros tenemos esa conciencia,
nosotros queremos sacar adelante nuestra voluntad ( ... ) es algo que
en este momento nadie nos puede negar.(...)
"No creo que nos hayamos portado mal con la gente de fuera.
Pero (...) parece que los de fuera quieren mandar en este país. Y una
cosa es la limpieza étnica y todas esas historias, y estamos en contra
de ello; no creo que los vascos hayamos sido jamás así. Pero otra cosa
es que el de fuera se convierta en dueño de la casa con los votos de
fuera".
[Mientras, el presidente de Unión del Pueblo Navarro, Jesús Aizpún, ironiza en un artículo en
Diario de Navarra
que "el racismo vasco está perfectamente justificado". Aizpún escribe:
"Los vascos tienen el Rh negativo. Los de fuera lo tenemos positivo. A
mí personalmente, se me quita un peso de encima.
Cuando los comandos
navarros por la independencia querían insultarme llamándome español, me
preguntaba por qué sería que yo me siento profundamente navarro y
español y lo de Euskadi no me atrae en absoluto. Ahora lo comprendo. Es
que lo llevo en los genes"]." (
El País, 07/02/1993)
"Las razas y las genéticas (sic) existen, evidentemente. No tenéis más que poner un sueco y un zulú uno junto a otro"
"(...) La xenofobia es compatible con dos tipos de racismo: el tradicional o heterófobo, que sos tiene que sólo el endogrupo -el
nosotros-
es verdaderamente humano, y el renovado o heterófilo, que admite la
humanidad de todas las razas, pero se opone denodadamente al mestizaje.
El racismo de Arzalluz es del último tipo, aparentemente igualitarista:
"Las razas y las genéticas
(sic) existen, evidentemente. No
tenéis más que poner un sueco y un zulú uno junto a otro. El problema
viene cuando alguien dice que el sueco es superior al zulú y además lo
quiere reducir a servidumbre en virtud de esa superioridad. Jamás
nosotros sostendremos nada parecido".(...)
El párrafo antes citado de Arzalluz no es sino el complemento obligado
de sus declaraciones del día 28 en Tolosa: "( ... ) Viendo las cosas que
se ven, parece que los de fuera quieren mandar en este país. Y una cosa
es la limpieza étnica y todas esas historias, y estamos en contra de
ello ( ... ). Pero otra cosa es que el de fuera se convierta en dueño de
la casa con los votos de fuera".
El racismo de Arzalluz no es otro que
el de Le Pen. El líder ultraderechista francés no se recata en proclamar
su proarabismo, al tiempo que propugna la expulsión de los inmigrantes
magrebíes del suelo nacional francés.¿Cómo entender la arcaica apelación
de Arzalluz a la sangre, los cráneos y la herencia cromañoide de los
vascos?(...)" (
Jon Juaristi, El País, 05/02/1993)
“No conozco ningún pueblo que haya alcanzado su liberación sin que unos arreen y otros discutan. Unos sacuden el árbol, pero sin romperlo, para que caigan las nueces y otros las recogen para repartirlas“
"El documento redactado por HB como acta de la reunión de abril de 1990
refleja en una frase la opinión que Xabier Arzalluz mantenía entonces
sobre una coincidencia de objetivos entre su partido y ETA. La frase del
presidente peneuvista es la siguiente: "No conozco ningún pueblo que
haya alcanzado su liberación sin que unos arreen y otros discutan; unos
sacudan el árbol, pero sin romperlo para que caigan las nueces, y otros
las recogen para repartirlas".
Arzalluz también se extendió en la entrevista con los dos miembros de HB
en sus consideraciones sobre los socialistas, socios de Gobierno de su
partido en Euskadi, a los que califica de enemigos. Las consideraciones
del líder del Partido Nacionalista Vasco son éstas:
- "El enemigo número uno es el de siempre, aunque ahora gobernemos con
él. Ellos no se fían de nosotros. Hacen como que sí, pero no, y a veces
se les escapan cosas". (...)" (
El País, 03/04/1994)
"En una Euskadi independiente los españoles serían tratados como se trata hoy a los alemanes en Mallorca"
"En una Euskadi independiente, los españoles serían tratados "como se
trata hoy a los alemanes en Mallorca". Así lo aventura el presidente del
PNV, Xabier Arzalluz, en declaraciones al semanario alemán Der Spiegel.
"Los emigrantes que no quisieran adoptar la nacionalidad vasca podrían
participar en elecciones municipales e incluso ser alcaldes, pero no
podrían votar para el Parlamento vasco", dice. Y reconoce que su partido
comparte objetivos con los terroristas, ya que, "al igual que ETA", el
PNV quiere que se reconozca al País Vasco como una nación y el derecho a
"decidir por sí mismo". (...)" (
Aitor Guenaga Bidaurrazaga , El País, 16/11/2000)
“Idos, idos, que ancha es Castilla”
"(...) Pero arraigó en muchos vascos un
horror irreversible,
un sentimiento de frustración insuperable, una desesperanza definitiva.
Pensamos entonces que si la banda terrorista ETA era capaz de asesinar a
Miguel Ángel Blanco con una crueldad matarife, ya no merecía la pena
seguir allí, (...)
El 12 de julio de 1997, muchos vascos decidimos que
nos exiliábamos de nuestra propia tierra,
que no era posible educar a nuestros hijos en una sociedad que había
consentido un monstruo terrorista como era ETA, que, españoles por
vascos, debíamos hacer exactamente lo que nos aconsejó
Xabier Arzalluz que hiciéramos. Nos dijo: “
Idos, idos, que ancha es Castilla”.
Nos abrió la puerta y, sí, entonces, salimos, y salimos a manta de Dios
y nos vinimos a Madrid, a Valencia, a Sevilla, a La Coruña, a Canarias.
Declinamos en aquel julio de 1997 toda esperanza de poder ser
ciudadanos en plenitud en nuestra propia tierra. Pensamos entonces que
si la barbarie de ETA era capaz de perpetrar aquel horrendo crimen
—después de haber cometido tantos otros sin cansancio ni conmiseración—,
nuestro país no tenía futuro.(...)"
(José Antonio Zarzalejos, (Director de El Correo en esa fecha, El Confidencial, 11/07/17)
Recopilación de El País:
- "Me pregunto si lo que molesta de ETA es el tiro o la finalidad" (noviembre de 1996).
- "Nosotros no somos los violentos, ni siquiera ETA; la violencia viene de la derecha" (noviembre de 1987).
- "No creemos que sea bueno para Euskal Herria que ETA sea derrotada"
(según el acta de una reunión conjunta PNV-Herri Batasuna, incautada por
la policía en la sede del sindicato LAB el 12 de mayo de 1992.
- "Los presos de ETA no son delincuentes porque no matan para
enriquecerse, ni para beneficiarse personalmente, sino por un ideal
político" (octubre de 1994).
- "Nosotros, los nacionalistas, no somos leales a la Constitución ni lo
seremos, porque no es nuestra Constitución (...). El PNV nunca
aprobaría una Constitución española" (junio de 1996).
- "¿Que qué pasaría si nos separáramos de España? En primer lugar, un
enorme alivio; además, económicamente viviríamos mejor" (noviembre de
1999) (
José Luis Barbería, El País, 11/01/2004)
"(...)
Eran otros tiempos. Comparar el de la
España que Arzalluz conoció con el de la Europa de entreguerras
resultaría abusivo, sin duda, aunque no ridículo. (...)
Para empezar, creía en la
existencia de las razas y en la posibilidad de clasificar racialmente a
la humanidad, aunque luego, para poner ejemplos, terminase hablando de
suecos y zulúes, categorías estas que no tienen que ver con lo racial ni
racista.
Reconoció que su sangre no era del grupo cero con RH negativo,
pero eso sólo después de haber sostenido con toda seriedad que los
vascos son cromañones y donantes universales. El poeta bilbaíno Gabriel
Aresti, cuyo grupo sanguíneo era cero negativo, había escrito varias
rechiflas al respecto, incluso una en castellano a lo Gabriel Celaya:
«Tengo la sangre revasca,/ universal negativa/ y si eso tiene
importancia/ tomaré una lavativa». Arzalluz nunca leyó a su coetáneo
Aresti.