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17/10/23

Ya no da vergüenza sentirse español en Barcelona... el constitucionalismo, incluso el españolismo, ha salido del armario

 "Hace años era impensable ver banderas españolas en Barcelona más allá de edificios oficiales. La primera vez que proliferaron en público fue cuando la Selección ganó la medalla de oro en Barcelona 92. Por cierto, con Pep Guardiola en el equipo. Pero el proceso ha hecho que el constitucionalismo, incluso el españolismo, haya salido del armario."         (Xavier Rius, e-notícies, 13/10/23)

3/7/23

La idea del “gallego bruto” caía en pedazos frente a esa prueba empírica que mi padre certificaba

 "Tengo la fantasía de que me parezco a los gallegos, quizá por mi abuelo de A Coruña. Quizá por don Ángel Naveira, amigo de mi padre en Deán Funes, provincia de la Córdoba argentina. En aquel lejano entonces, aprendí que los gallegos no eran siempre rústicos, sino callados y astutos. No me lo enseñó mi abuelo gallego, porque murió antes de que yo pudiera conocerlo. Además, las anécdotas que repetían mi madre y mis tías acentuaban el prejuicio sobre aquel inmigrante agobiado por el trabajo, que decía con desprecio, posiblemente fingido, que las buenas notas obtenidas por sus hijos en la escuela apenas servían para “echarlas al puchero”. A lo mejor, esta era una metáfora que sus hijos no entendieron.

Pero, afortunadamente, a los seis años conocí a don Ángel Naveira. Había sido pescador en Galicia y su madre lo había embarcado hacia América para que no se le muriera “otro hijo en la mar”. Cumpliendo ese mandato, don Ángel le compró, en cuanto pudo, un pasaje a su hermano menor. Dos Naveira se salvaron así de la borrasca y el naufragio.

Durante 20 años, don Ángel durmió debajo del mostrador en el almacén de ramos generales que Carlos Dopazo, otro gallego nada bruto, había levantado con su reciente y pequeña fortuna. El almacén estaba en una aldea del norte argentino, que mi padre frecuentaba cuando íbamos a hacer las compras durante los largos meses de las vacaciones. Afable y conversador, don Ángel nos recibía en los escritorios de su ya importante comercio. Mi padre se sentaba allí y comenzaba una conversación de la cual era, muchas veces, el único interlocutor.

Yo daba vueltas entre piezas de lona, rollos de alambre, ruedas de molino, bidones y latas de conservas mientras esperaba que se hicieran las doce. A esa hora, acompañaba a don Ángel y a mi padre al bar del hotel frente a la plaza. Ellos tomaban su aperitivo de jerez y yo una naranjada con rodajas de salame y pedacitos de queso. Todos los días, don Ángel y mi padre discutían sobre quién iba a pagar el consumo. Los dos eran invitadores compulsivos, de modo que el torneo se repetía igual e inexorable, ya que los dos también rechazaban la forma más moderna de la alternancia. Siempre uno de ellos se afanaba por adelantarse en el momento de pedir la cuenta. Ambos sacudían las billeteras sobre sus cabezas, ante el rostro del mozo que ya estaba acostumbrado a la escena y elegía a uno u otro, seguro de que la propina sería buena, viniera de quien viniera.

Don Ángel, el gallego, porfiaba con mi padre, nieto y bisnieto de argentinos, en un cuadro de competencia entre inmigrantes y criollos. Venciera quien venciera, la porfía terminaba cuando nos levantábamos y don Ángel nos acompañaba hasta el carro, tirado por un caballo tobiano, que nos estaba esperando frente a la plaza. Mi padre, cuya palabra era santa, siempre decía que don Ángel era un hombre de gran inteligencia. De modo que la idea del “gallego bruto” caía en pedazos frente a esa prueba empírica que mi padre certificaba con la experiencia que yo le atribuía. Pepe, el hermano de don Ángel, que también se había salvado de la mar, inauguraba mi imagen de cultura gallega con un libro de Rosalía de Castro, del que me leía en voz alta Campanas de Bastabales.

Cuando, por Semana Santa, volvíamos al pueblito, encontrábamos a don Ángel haciendo los preparativos para un “guiso de pescado”, plato que no estaba incluido en nuestras inclinaciones decididamente carnívoras. El pueblito quedaba a 300 kilómetros de la ciudad más próxima. De esa ciudad llegaba algo que don Ángel consideraba alimento premium: bacalao. Supongo que sería alguna forma del pescado seco o salado, ya que nunca vi en esos caminos de tierra camiones frigoríficos. Fuera el pescado que fuere y en el estado en que don Ángel lo consiguiera, el Viernes Santo nos invitaba a comer ese guiso que comenzaba a preparar desde la mañana temprano. Ni a mi padre ni a mí nos gustaba el resultado de su esfuerzo; nos daba aprensión la olla con esos pedazos de algo desconocido, revueltos entre otros pedazos de galleta ablandada por el caldo, de donde brotaba un olor que resulta desagradable si antes no se ha aprendido que es agradable. De todos modos, mi padre, que comía como un criollo, se sentaba a la mesa de don Ángel y celebraba con él la ceremonia. Yo la pasaba peor porque practicaba esa intolerancia típica de los niños frente a comidas “raras”. Los niños no son exploradores gourmet, por lo menos en aquella época. Pero me gustaba escucharlo a don Ángel. Su acento me gustaba. Sobre todo, me gustaba la manera en que él y mi padre, transcurrido el almuerzo, hacia la media tarde, salían a caminar por el pueblo, tomados del brazo.

Mi padre, un hombre desbordante de prejuicios, con razón o sin ella, consideraba que su familia vivía desde un tiempo muy largo en Argentina. Sin embargo, esos prejuicios cayeron ante la discreta cortesía de don Ángel. O quizá don Ángel era la imagen de su inmigrante ideal: gallego de módico acento, buen escuchador, sin ningún rasgo pintoresco de esos que enloquecen al racismo y al nacionalismo. Lindo habría sido que don Ángel fuera mi abuelo."               (Beatriz Sarlo , El país, 24/06/23)

13/4/23

Una amiga me pasó un video de un programa de TV3 donde se reían de la Semana Santa andaluza... ¿Desde qué sitio alguien puede imitar un acento asociándolo a algo atrasado y arcaico? ¿Desde qué mirada alguien puede poner a la virgen del Rocío con un muñeco en la mano, hablando en andaluz y aparentando que canta flamenco? A mí solo se me ocurre una respuesta: supremacía cultural... este tipo de burlas se inserta en una mirada etnocéntrica donde se considera que lo andaluz es algo bárbaro, arcaico e inculto

"(...) una amiga me pasó un video de un programa de TV3 donde se reían de la Semana Santa andaluza (así en general, como si Andalucía fuese todo lo mismo). En este espacio de entretenimiento aparecía una persona vestida de la virgen del Rocío, imitando el andaluz de una forma despectiva. ¿Desde qué lugar alguien que no entiende ni participa de estas expresiones culturales hace mofa de las mismas? ¿Desde qué sitio alguien pude imitar un acento asociándolo a algo atrasado y arcaico? ¿Desde qué mirada alguien puede poner a la virgen del Rocío con un muñeco en la mano, hablando en andaluz y aparentando que canta flamenco? A mí solo se me ocurre una respuesta: supremacía cultural.

Muchas personas dirán que es humor. Seguro habrá gente que sostenga que es lo mismo que los chistes de catalanes y de lo supuestamente “agarraos” que son. Sin embargo, no es lo mismo. Porque este tipo de burlas se inserta en una mirada etnocéntrica donde se considera que lo andaluz es algo bárbaro, arcaico e inculto. También se podrá apelar a la libertad de expresión y a la posibilidad de hacer bromas de todo. Y sí, podemos reírnos de la Semana Santa, podemos reírnos de lo que queramos y como queramos. Sin embargo, como dice Vasallo: “el humor, hacia dentro y hacia arriba, si no es opresión”, frase que ha usado Teresa Rodríguez para hacer su tweet al respecto. 

Por mi parte, soy la primera que hace crítica de la religión cristiana, de sus cúpulas y de las leyes eclesiásticas. Hay muchas cosas que son necesarias de revisar y reflexionar. Sin embargo, no me veo con la legitimidad de hacer mofa de algo que ni siquiera entiendo, que recae en estereotipos y que reduce la diversidad a una sola cosa. ¿Te imaginas que me disfrazo de la virgen de la Guadalupe y me pongo a imitar el acento mexicano cayendo en clichés manidos que reposan en un etnocentrismo supremacista? Pues eso. Hacer crítica de las estructuras eclesiásticas y de los poderes que ostentan, bien; reírse de un pueblo y sus formas de expresión, regular para atrás. Se permiten estas formas de hacer humor desde una supremacía cultural etnocéntrica porque existe una andaluzofobia interiorizada que genera formas de discriminación que impactan en las estructuras sociales y en las relaciones de poder norte-sur. 
Y no es solo algo simbólico, Estas formas de representar a los pueblos desde una mirada supremacista repercute en los cuerpos y las vidas de las personas. La discriminación simbólica impacta de manera directa en el mundo material. Tan así es que durante mi defensa de TFM, el tribunal ejerció una discriminación por andaluzofobia y una supremacía epistémica que casi me lleva a suspender. Esto solo por hablar del territorio andaluz desde una mirada propia y poner en tensión las dinámicas de expropiación Norte-Sur. Esto me llevó a creer que no era válida, que estaba loca y que mi trabajo no tenía sentido.

Todavía me sigue sorprendiendo la andaluzofobia existente y la falta de miramientos a la hora de analizar las opresiones estructurales dentro del territorio español. Pienso en toda la gente que dice me “voy al sur de vacaciones a disfrutar de las playas a comer rico porque es más barato” sin pensar en las razones por las que los precios son más bajos. Me sorprende que se siga viendo a Andalucía como parque temático para las vacaciones y objeto de chistes para el divertimento colectivo, sin pensar en las condiciones de violencia laboral en el sector de la hostelería o del campo andaluz. Me da coraje cuando esta falta de miramiento viene de las izquierdas que reproducen discursos andaluzofobos, olvidándose de cómo en Andalucía se está construyendo un lugar engullido por capitalismo neoliberal donde se observa un paraíso de sol para el consumo del Norte y una frontera para el sur desposeído y empobrecido. Quizá es más fácil mirar al sur para reírse y cuestionar las expresiones culturales que para señalar las dinámicas Norte-Sur. Quizá eso significaría mirarse a sí mismos, analizar sus miserias y la responsabilidad en todo esto.

Por eso, no voy a entrar en debates sobre que el humor es humor y la existencia de libertad de expresión. Ríanse de lo que quieran. Mientras se ríen están perpetuando un sistema de dominación supremacista, etnocéntrico, machista, capitalista, patriarcal, misógino, racista y colonial que impacta en la vida de las personas."                            ( Carmela Borrego Castellano, El Plural, 11 abr 2023)

9/12/22

Como cuando los emigrantes gallegos en Alemania abarrotaban los estadios para ver ganar al Real Madrid, y ser superiores por un día... la cuestión de la identidad aplicada al fútbol. La selección que ganó el otro día a la española es de una curiosa marroquinidad: la mayoría de jugadores ni nacieron ni viven en Marruecos pero llevaban con orgullo la camiseta roja... la selección que lo ha logrado es más hija de la numerosa diáspora esparcida por todo el mundo que mérito de un país que sigue expulsando a su propia juventud... Así que el martes no ganó Marruecos, ganaron los albañiles que se dejaron la espalda en la obra y las amas de casa dedicadas a los cuidados. Eso hay que celebrar (Najat el Hachmi)... es lo que celebraban los emigrantes españoles

 "Qué extraña resulta la cuestión de la identidad aplicada al fútbol. La selección que ganó el otro día a la española es de una curiosa marroquinidad: la mayoría de jugadores ni nacieron ni viven en Marruecos pero llevaban con orgullo la camiseta roja. Están en su derecho y su decisión puede interpretarse como un gesto político al querer honrar la procedencia de sus padres y abuelos pero yo me pregunto qué ha hecho Marruecos por unos jugadores que se crecieron en otras tierras.

 No entiendo la identidad en base a la sangre que corre por las venas, idea esta que me asusta al despertar fantasmas terroríficos de pureza y creo que la identidad nacional la hacen más las escuelas públicas, las salidas laborales, la igualdad de oportunidades, la libertad y la posibilidad de poder dedicarse uno a lo que le plazca, incluso a jugar a fútbol. Pero Marruecos siempre ha reclamado como propios los éxitos y logros de los descendientes de aquellos que se vieron forzados al exilio económico.

No quiero aguarles la fiesta a los que festejan con alegría el hito de haber llegado a cuartos de final de un mundial pero la selección que lo ha logrado es más hija de la numerosa diáspora esparcida por todo el mundo que mérito de un país que sigue expulsando a su propia juventud. Si somos leales y reconocemos el sacrificio que hicieron nuestros padres al irse de Marruecos no podemos quitarles a ellos de este logro para atribuirlo a un concepto, el de ser marroquí, que en muchos casos no es más que una noción abstracta y lejana. Así que el martes no ganó Marruecos, ganaron los albañiles que se dejaron la espalda en la obra y las amas de casa dedicadas a los cuidados. Eso hay que celebrar."              (Najat el Hachmi , SER, 08/12/22)

5/5/22

Maruja Torres: «Te perdonan un poco que seas charnega, pero no que no pienses como ellos»... A las charnegas, se las querían follar todos, pero no casarse con ellas, claro... En los años setenta ya me preguntaron por qué no escribía en catalán, y la última pregunta que me hicieron en Cataluña fue la misma. Me aburre. ¡Cada uno es hijo de su lengua y de su historia!... A mí qué coño me importa en qué idioma escribo

 "(...) Un barrio pobre, el Raval, hija…

Yo era casi del cuarto mundo avant la lettre. Era del gueto de los murcianos. ¿No sabías que había un gueto en Barcelona de los murcianos? Desde principios del novecientos. Mis padres llegaron cuando ya eran mayores, cada uno por cuenta propia, con sus familias. Por parte de madre, venían a Barcelona por la Exposición de 1929. Todos eran carpinteros de Cartagena, donde se había cerrado todo. Fue entonces cuando vivieron en la zona entre las murallas de la Rambla y Montjuïc. Allí se construyeron barracas y después el barrio Chino: comisarías de la Guardia Civil con caballos, lavabos públicos, lavanderías públicas, las fábricas ‘con sus gentes’, como diría Julio Iglesias.

Hablando de tus orígenes, escribes: “Éramos el barrio. Hijos de una posguerra y de una geografía concretas, veníamos de fábricas en donde abrasó sus pulmones el proletariado surgido de aquella industrialización”. Y cierras así: “Veníamos de las aguas fecales, de la ropa perennemente húmeda porque ni el sol se atrevía a acercarse a nosotros. La tercera muralla, que dio origen a la Ronda y al Paralelo, nos emparedó, consumó la segregación; éramos propiedad ajena y esa nueva barrera resultó determinante para retenernos, para que nuestro hedor de Barrio sur no alcanzara las orondas pecheras del naciente Ensanche”. No veas.

Tal cual. Yo todavía desconozco cuáles eran los propietarios de nuestras casas del barrio Chino, ¿sabes? Por lo que yo sé, era un marqués con una masía en Esplugues de Llobregat. Cuando después viví en el Eixample, ya me di cuenta. Son como putos dueños. Esta es la mierda, ¿lo entiendes? Pero, a mí, me suda el coño. Todos estos han vivido de rentas toda la vida y todos son, ya no digo de Puigdemont, sino de más allá…

¿De Quim Torra?

Más aún, aún más. Te perdonan un poco que seas charnega, pero no que no pienses como ellos. Mira, yo me he equivocado con los hombres; pero, al no firmar papeles, me iba. Uno pertenece a aquello a lo que pertenece, pero uno mismo debe saber que él es el responsable de sus actos y no de los actos de los demás. Yo comprendí que, si seguía en mi familia, no saldría adelante, como sí lo estaba haciendo el país.

¿Hablas de no conformarse?

Sí, de no sentirse a gusto en la mierda, en la ignorancia. Hablo de leer y viajar y saber que existen otros mundos. Me parece que luchar por cambiar de vida ha sido lo mejor que he hecho. Hablo de que, si miras atrás, te das cuenta de que todo aquello es un peso muerto y que es necesario cortar, cortar los pesos muertos.

En este sentido, dices que leer bien te salvó. ¿Por qué? Explícamelo.

¡A mí me salva, sí, sí! Mira, leer bien es como… ¡como votar bien! [Maruja estalla a reír mientras se agarra las rodillas y se echa atrás en el sofá pies arriba.] A ver, si tú acumulas doscientos libros de Corín Tellado [escritora española de novelas rosa y románticas], tu vida no va a cambiar. Quizás te ayuda a hacerte pajas o incluso a equivocarte en el matrimonio. Pero, si buscas a otros autores, la cosa puede cambiar. Coño, si estoy hablando de las afinidades selectivas, ¡se-lec-ti-ves! Tienes que tener instinto. Te lo digo porque yo no tenía maestros, ¿qué coño tuve yo? Yo ya estaba bien encaminada, porque solo quería hablar de libros, leía todo lo que caía bajo mi nariz. ¿Cómo? Escogía por identificaciones, por instinto. Dostoyevski, Dickens, Dos Pasos, Steinbeck. Y cuando te decían que había una habitación cerrada de libros prohibidos, como lo eran, entrabas. Pero, claro, permanecer en la mediocridad es mucho más fácil, querido.

 ¿Tú crees que uno de los problemas de ahora es que no se lee?

Es una mezcla de ignorancia y desmemoria. Hay una juventud más acostumbrada a tener que reflexionar; tampoco quiero generalizar, porque yo nací en una España donde los hombres se rascaban la bragueta en público, aunque luego cambió. Son procesos educacionales… Ahora bien, si nos olvidamos y bajamos la guardia, los de Vox impondrán de nuevo rascarse la bragueta. (...)

En este país triunfó el fascismo, y esto no se produjo en Italia ni en Francia ni en Alemania. Y, por supuesto, pasa factura. Mira a la Iglesia tan fuerte en Italia y, en cambio, los italianos no son como nosotros. Aquí, el nacionalcatolicismo ha hecho aún más daño.

¿Cataluña se salva de esto?

Yo creo que también sufre de un catolicismo carlista… Diría que tiene más salvación porque queda más cerca de la frontera; pero tampoco te fíes mucho de los católicos franceses. No podemos simplificarlo. Cataluña, en los años setenta, se salvaba. Pero debemos estar atentos porque, a la que te descuidas, te insuflan los aromas de Montserrat y ya estás jodido.

 Háblame de tus padres. ¿Tu madre era modista?

Limpiaba, lo que fuera. Yo nací en 1943, y ella tenía 39 años. Mi padre era un hombre que, si dejamos de lado que le hostiaba… [Maruja se gira y desde el sofá alarga la mano y coge una foto pequeña en la que sale ella, de niña, en medio de sus padres.] Mira, que elegante, cinco minutos antes de salir de casa. Esta foto es una impostura. Mi padre tenía casi 50 años y este era su segundo matrimonio. Su primera mujer, la madre de mis dos hermanastras, murió en el bombardeo de los italianos, donde murió también la madre de Juan Goytisolo. Él pilló una buena cogorza, durmió la mona y me dio de alta en la vida el 30 de marzo de 1943; pero yo nací el 17 de marzo, y ahora tengo dos cumpleaños. Él era un camarero, un alcohólico y era violento. Mi madre no se separó porque en aquella época la justicia estaba a favor de los hombres, y a una mujer se le podía acusar de adulterio en cualquier momento con dos falsos testigos y se le quitaba al hijo o la hija. A pesar de cómo está la justicia ahora, esto ha cambiado. Mis padres son hijos de su época, productos de ese tiempo.

Escuchándote, recuerdo que mi abuela me hablaba de casas de beneficencia, donde acogían a niños y niñas abandonados.

¿Sabes qué? En uno de los paseos moralistas de mi madre, ella me decía, mirando una de esas casas: “Qué suerte has tenido de que no te jodieran en el turno”. Esas eran las alegrías familiares. Mi madre, pobre mujer, la casaron porque se le había pasado el arroz y le presentaron un viudo de buen ver; pero el viudo de buen ver era un alcohólico de esos que no lo parecen.

En la foto sale bien peinado, vestido, elegante.

Sí, peinado y elegante… y la primera hostia, cuando cierras la puerta de casa. Fueron víctimas de la Guerra Civil.

¿En qué crees que te ha marcado todo eso como escritora y periodista?

En todo, los orígenes te marcan en todo; pero es necesario saber vivir porque es muy ridículo ser adulto y llorar por los orígenes. Y, además, cuando viajas un poco, se te quitan las tonterías de encima. (...)

En la portada de tu libro Esperadme en el cielo, salís los tres abrazados a las butacas de un cine, mirando la pantalla, tú en medio de Manolo y Terenci. En aquella infancia de posguerra, ¿el refugio y el sueño era el cine?

No solo era nuestro refugio, sino que era mejor que el de hoy, cuando todavía el cine vivía de los talentos europeos emigrados, cuando los estudios tenían productores fuertes y los agentes de los actores todavía no controlaban todo; no como ahora, que pagan un huevo a un tipo para hacer una megapelícula para un megapúblico y exigiendo que deben venderse muchas camisetas y palomitas. (...)

Sobre tu generación de los setenta, la de los escritores catalanes que escribís en castellano, como Juan Marsé y otros, hubo una…

Mira, me aburre a muerte este tema. En los años setenta ya me preguntaron por qué no escribía en catalán, y la última pregunta que me hicieron en Cataluña fue la misma. Me aburre. ¡Cada uno es hijo de su lengua y de su historia! Ya está bien, coño, yo no elijo mi lengua: es la lengua la que me elige a mí. Me importa un coño, hostia. [Maruja resopla y mueve los brazos arriba, como si asustara demonios.]

 Ya sé, que te enfada, lo sé, es la parte más pesada de la entrevista. ¿Es literatura catalana la que se escribe en español?

Claro. Como si fuera un italiano que nació en Barcelona hijo de un camello y una lactante, qué sé yo. Lo que puedo decirte es que soy un mamífero bípedo y punto. Ya no tengo más definición. ¡Estoy hasta el mismísimo coño de que intenten que interiorice las identidades, hasta el coño! Mira, cuanto más nos dividamos, más débiles seremos, ¿lo entiendes? Y la lucha de clases a tomar por el culo. Pero… [de repente, Maruja empieza a reír pícara y divertida], si tú sabes, querido, que en pocos años y no falta mucho, cuando tú salgas a follar, llevarás un chip dentro y decidirás en ese momento qué eres y con quién te lo pasas bien… ¡Si vamos todos de cabeza hacia Blade Runner!

Sí, sí, lo sé, lo sé.

Si yo seré una replicante, a mí qué coño me importa en qué idioma escribo. Si recibo mensajes en mi teléfono que me dicen “aprende a dictar en vez de escribir”. Se me ponen los pelos de punta con solo pensarlo.

Para cerrar este tema: en la primera entrevista en CRÍTIC, decías que no eras independentista, pero que no te molestaba. Ahora, después de todo lo que hemos vivido, ¿cómo lo ves?

A mí me pareció que prometían algo que no podían cumplir, y es lo que me parece más grave. Y la división es una tontería. Yo siempre he sostenido -desde mi libro Mujer en guerra– que, cuando llegó Pujol a la Generalitat, todo se provincianizó. Fue un trabajo lento que ha dado su fruto, y ahora estamos en un punto que ya no me interesa nada. Yo he conocido una Rambla que ahora da pena. ¿Qué culpa tenéis vosotros de no haber vivido los setenta?

 Sí, fue una época cultural fantástica, de creación, de ambiente liberal… Tú has dicho que a la “charnega” muchos se la querían llevar a la cama.

A las charnegas, se las querían follar todos, pero no casarse con ellas, claro, ¡no me jodas! ¡Afortunadamente! Un compañero que trabajaba en la revista Por Favor decía que, para casarse, mejor una Roseret o una Montserrat o una clueca catalana con garantías. Las charnegas íbamos a nuestro aire… Pero, fuera coñas, algunas catalanas, hay que decirlo, también eran muy liberales. Fue una época magnífica; aunque no me parece que esta sea mala.

Has dicho que es una de las mejores épocas para contar al mundo. ¿Seguro?

Es interesante; otra cosa es vivirla, por supuesto. (...)

Dices que el relato de la Transición le pesó mucho a vuestra generación. ¿Por qué?

De la Transición, opinas poco cuando la vives. Murió mucha gente. Había ese grupo de falangistas, como los de ahora; la derecha era brutal y ETA —todo hay que decirlo— mató a gusto cuando murió Franco. Estábamos en una fragilidad permanente, intentando proteger lo poco que estábamos consiguiendo; por tanto, ni beatos ni hostias, se hizo lo que se pudo en un país donde Franco ganó en 1939 y, encima, murió en la cama. Además, las potencias no ayudaron; más bien al contrario: ayudaron a los demás. No había caído el muro, y eso fue fundamental, porque los fachas y la derecha española -que es la propietaria de la finca- no sabían en ese momento que la URSS era un tigre de papel.

¿Y después?

Que los españoles votaron a la UCD. Y, ¿qué quieres que te diga? En eso estamos y nunca saldremos de ahí. Ahora miras atrás y ves que Suárez, pues bien; pero, en su momento, nos parecía un zoquete. Queríamos pasar a la izquierda dominante y todo se fue al garete, como en la vida misma. Hay que leer a Scott Fitzgerald para darse cuenta de que el fracaso es la constante en la vida. (...)"      (Entrevista a Maruja Torres, Txema Seglers  , La Marea, 03 mayo 2022)

3/9/21

El barraquismo es la historia de la Barcelona franquista... Es la historia de cuando los españoles éramos perseguidos, devueltos en caliente y encerrados en CIEs… En nuestro propio país... Este es el momento en el que el catalanismo teoriza que empezó una «colonización franquista de Cataluña» (la versión catalanista de la «Conspiración Kalergi», que tanto quita el sueño a los neonazis)

Víctor Sierra @SierraMonsalvez

 El barraquismo es la historia de la Barcelona franquista que en VOX no quieren escuchar y en el catalanismo no quieren que se escuche. Es la historia de cuando los españoles éramos perseguidos, devueltos en caliente y encerrados en CIEs… En nuestro propio país.

Zonas emblemáticas y turísticas de Barcelona, como la playa del Somorrostro o la montaña de Montjuïc, fueron durante gran parte del siglo XX zonas repletas de barracas.

El barraquismo en Barcelona apareció a finales del siglo XIX con la llegada de trabajadores de toda España a la ciudad industrial. Sin embargo, este fenómeno no se consolidó hasta el éxodo rural en tiempos de la posguerra, en los años 40.

Este es el momento en el que el catalanismo teoriza que empezó una «colonización franquista de Cataluña» (la versión catalanista de la «Conspiración Kalergi», que tanto quita el sueño a los neonazis). La historia, empero, destapa la falsedad de catalanistas y franquistas.

La existencia de extensos barrios de barracas en Barcelona es una parte más o menos conocida de nuestra historia: lo que se desconoce viene a partir de 1949, cuando el franquismo, con Porcioles al frente del Ayuntamiento, creó el Servicio de Erradicación del Barraquismo.

Los españoles pobres llegados a Barcelona eran tratados por las autoridades franquistas como inmigrantes ilegales en su propia nación. La policía se ponía en la Estación de Francia y «deportaban» a quienes no llevaran papeles conforme ya iban con trabajo y vivienda.

En 1953, las autoridades franquistas fueron más allá en la represión de la «inmigración» y habilitaron un pabellón de Montjuïc, el Palacio de las Misiones, a modo de CIE de españoles, donde encerraban a los recién llegados y a los barraquistas desalojados y represaliados.

Famoso fue por su crueldad un policía al que apodaban «El Grabao» (José Antonio Rivera López. Lugo, 1903 - Barcelona, 1994), cuya función era combatir el estraperlo en la ciudad y reprimir a los habitantes de las barracas, metiendo en el Palacio de las Misiones a quien pillase.

Quienes vivieron aquella época no sabían si al «Grabao» le llamaban así por tener la cara marcada por la viruela o porque grababa a porrazos a sus víctimas. A los niños, en lugar de «¡Qué viene el Coco!» se les decía «¡Qué viene "El Grabao"!».

Volviendo al Palacio de las Misiones, se justificaba su existencia, la persecución y la «deportación» de «inmigrantes» con la Ley de Maleantes, contra quienes no tenían contrato ni vivienda legal. Fue derribado en 1967 y en su lugar está hoy la piscina olímpica de Montjuïc.

Paco Candel fue una de las personas que más escribió y estudió el barraquismo (y su Fundación tiene gran información sobre este tema), pero como era habitual en el PSUC (y sigue siéndolo en su partido sucesor), subordinó su obra al catalanismo y terminó de títere de Jordi Pujol.

Casi todas mis fuentes son directas, pues esta es historia «charnega» y reciente. Todo esto es fácilmente contrastable por Internet, pero agradecería mucho a @AventurasClio y a @Iberprolet, si pueden, algún vídeo o artículo que ahonde en esta memoria tan necesaria como olvidada. 

12:01 p. m. · 28 ago. 2021
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pilarlarraona @pilarlarraona
En respuesta a @SierraMonsalvez

 Yo puedo decir que es cierto porque lo vivieron mis suegros ( y así me lo contaron) cómo tenían que esconderse para salir de la estación de Francia y seguir camino a otras poblaciones donde tenían conocidos que les podían ayudar a conseguir trabajo.

Víctor Sierra @SierraMonsalvez

 Valientes fueron tus suegros, porque las anécdotas más comunes son evitar la Estación de Francia, bajando en paradas anteriores (que creo que estarían mucho más lejos que ahora) y entrando a Barcelona andando.

9/7/21

Razones para un 'procés' de La Línea de la Concepción: por qué la localidad gaditana quiere independizarse de Andalucía con una consulta popular sobre la conversión del municipio en ciudad/comunidad autónoma

 "Este jueves, el alcalde Juan Franco lleva al pleno "un acuerdo para el inicio del procedimiento tendente a la celebración de una consulta popular sobre la conversión del municipio en ciudad/comunidad autónoma", una promesa electoral que lleva dos años reivindicando aunque tenga pocas posibilidades de prosperar en el Congreso.

 La Línea de la Concepción: 60.000 habitantes y un paro de infarto. Junto a Gibraltar, donde el desempleo no existe y la renta per cápita es de las más altas de la Península. La ciudad cumplió en 2020 siglo y medio de existencia, desde que su exiguo término municipal se segregó del municipio de San Roque. A pesar de que la mayoría de sus habitantes intentan ventilárselas dentro de la ley, su imagen suele ir ligada al narcotráfico. El Estado no ha escatimado a la hora de desplegar a los cuerpos y fuerzas de Seguridad para asestar golpes cada vez más certeros a los capos de la droga: "Pero, ¿dónde están las inversiones para sacar a la ciudad de ese callejón sin salida?", se pregunta el bailaor flamenco David Morales, hijo predilecto de La Línea. 

 Fruto de ese hartazgo, en las últimas elecciones municipales arrasó La Línea 100x100, un partido localista fundado en 2015 y que preside Juan Franco, actual alcalde. Revalidó mandato tras presentarse a las elecciones con un programa que incluía su declaración como ciudad autónoma, a la manera de Ceuta o de Melilla y que lleva trabajando en esta aventura desde 2019: "Esa propuesta es irrenunciable", no se ha cansado de repetir desde entonces y ahora ya tiene una hoja de ruta para ello. Este jueves día 8, en sesión plenaria, se debatirá la posibilidad de "un acuerdo para el inicio del procedimiento tendente a la celebración de una consulta popular sobre la conversión del municipio en ciudad/comunidad autónoma".

Propuesta "viable"

El alcalde tiene garantizado que pasará el trámite: de los 25 concejales de la Corporación local, 21 forman parte de su propia formación política y el resto se reparten entre 3 concejales del PSOE y 1 del Partido Popular. La Ejecutiva Local del PSOE linense ya ha mostrado su rechazo a esta propuesta, a la que consideran una "burda pantomima" que "lo único que persigue es ilusionar a los linenses con una petición imposible de materializar". El único concejal del Partido Popular, Juan Pablo Arriaga, también se pronunciará en ese mismo sentido. (...)

 Pero, ¿es viable la conversión de La Línea en Ciudad Autónoma? Cualquiera diría que, para ello, sería necesario una reforma sustancial de la Constitución. Los impulsores de la propuesta no piensan así. Se basan en un informe elaborado justo hace dos años por el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense, Antonio de Cabo, por encargo del propio Ayuntamiento.

En su informe, asegura que "no existe impedimento ni prohibición constitucional, estatutaria, legal o de derecho europeo para la conversión de La Línea de la Concepción en autonomía bajo la fórmula de Ciudad Autónoma, con independencia de que este proceso sea más o menos complejo, costoso, conveniente u oportuno" y que por lo tanto la propuesta es "viable jurídico-constitucionalmente".

Sin noticias del Tratado

El informe destacaba la singularidad de La Línea como fundamento para la activación del artículo 144 a de la Constitución española que sería el que regiría el "proceso" local y que se basan en los problemas que padece la ciudad por su condición fronteriza, "como único municipio de España y de la Unión Europea que comparte frontera con un enclave pendiente de descolonización, según nomenclatura de la ONU, y que tras el 'Brexit' quedará fuera del marco de integración comunitaria", se decía entonces.

Claro que ahora el escenario ha cambiado: el Brexit se produjo y La Línea aguarda que se sustancie el Tratado que permitiría a Gibraltar incorporarse al espacio Schengen, una alternativa que, de prosperar, abriría las posibilidades de una zona de prosperidad común en la que han insistido desde la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, o el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Pero el Tratado, según los plazos inicialmente previstos, tendría que haberse firmado en junio y no ha sido así. De ahí que Juan Franco haya esperado hasta que finalizara ese mes para llevar a pleno esta nueva etapa de la autodeterminación local.

El alcalde espera "que se llegue a un acuerdo satisfactorio y después sea ratificado por la UE": "El caso es inédito, porque no se ha producido nunca que en un Estado se vaya de la Unión Europea y que una parte minúscula de ese Estado, que además no formaba parte antes del espacio Schengen, ahora acabe entrando en una situación como asimilada»", asumió, aún "convencido de que si se alcanza este acuerdo sería una situación histórica y muy favorable para la ciudad".

Pero sea como sea, entiende que la ciudad necesita una personalidad política y jurídica propia para salir de su atolladero. Antes, reclamaron otras alternativas, como una carta económica o una zona franca. Lo más que parece que han logrado es que Red Eléctrica Española reconsidere la instalación de una subestación eléctrica para la interconexión con Ceuta y que habría de emplazarse en la zona de Los Portichuelos, estratégica para la expansión turística del escaso término linense.

Ya hay pregunta

Ya se sabe incluso qué pregunta se someterá a referéndum: "El informe basa su argumentación en la Memoria Justificativa, elaborada por parte municipal, sobre la conveniencia de celebrar esta consulta y dirigir a las Cortes Generales y el Gobierno de la Nación la aplicación del mecanismo constitucional, previsto en el artículo 144/9, para alcanzar la condición de Ciudad Autónoma –comunicó el Ayuntamiento–. El texto íntegro de la pregunta sería '¿Cree usted conveniente que el Ayuntamiento de La Línea de la Concepción eleve al Gobierno de la Nación y a las Cortes Generales una petición para instar la conversión del municipio en comunidad autónoma, de acuerdo con el art. 144 a) de la Constitución Española?'". Tal y como se fundamenta en el dictamen jurídico, de fecha 3 de julio de 2019, esta pretensión autonómica ofrecería "un régimen orgánico-funcional, competencial y de gobierno político similar al instaurado en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla".

En su caso, prosigue el equipo de Gobierno, "correspondería a las Cortes Generales apreciar la concurrencia del interés nacional que fundara la conveniencia y oportunidad de dotar a La Línea de la Concepción, a través de una Ley Orgánica, la condición de Ciudad Autónoma".

"Como se recordará, mediante Decreto de Alcaldía número 1659/2019, de 8 de abril, se contrataron los servicios de la Universidad Complutense de Madrid para la elaboración de un dictamen, por parte del Catedrático de Derecho Constitucional, Antonio de Cabo de la Vega, relativo a la viabilidad jurídica del proyecto".

Las razones

El dictamen, entregado al Ayuntamiento el 3 de julio de 2019, según se recuerda, "fue favorable para los intereses municipales, en el sentido de dotar a La Línea de la Concepción de un régimen de autogobierno similar al de Ceuta y Melilla, situando al municipio en una posición intermedia entre el régimen orgánico-funcional y competencial que actualmente disfruta y el estatus de las actuales comunidades autónomas. Una de las medidas contempladas en este dictamen es la celebración de una consulta popular".

"En la Memoria Justificativa elaborada por el equipo de Gobierno se argumenta que La Línea de la Concepción es el único municipio español que comparte frontera con un enclave extranjero pendiente de descolonización, según Naciones Unidas; la dependencia del municipio respecto a la economía del Peñón; su contigüidad con un aeropuerto internacional; la necesidad de dotarla de recursos e infraestructuras para paliar su déficit notable en múltiples ámbitos socio-económicos; la importancia de que sus intereses específicos, y los de sus ciudadanos afectados por todo lo anterior, se vean representados en comisiones multilaterales o trilaterales con el Peñón, y la necesaria adaptación de su régimen fiscal y tributario a la realidad de la comarca, donde La Línea de la Concepción coexiste con un territorio en el que las condiciones fiscales son sumamente laxas".

Estos seis factores, a juicio de los impulsores de esta iniciativa, "son los que fundamentan la singularidad del municipio y podrían justificar, según la propuesta de acuerdo, la concurrencia de motivos manifiestos de interés nacional para una eventual aplicación del artículo 144 a), por parte de las Cortes Generales mediante Ley Orgánica".

De producirse la consulta y resultar positiva a la propuesta, sus resultados podrían ser elevados junto con la petición formal de la mayoría absoluta del Pleno ante la Mesa del Congreso de los Diputados, la Mesa del Senado y el Gobierno de la Nación. De acuerdo con el citado artículo, se consideraría su conversión en ciudad autónoma, "iniciándose el proceso de redacción del Estatuto de Autonomía con la participación, reglada en esa misma Ley Orgánica, del propio Municipio". Según dicho informe universitario, el último paso estribaría en la "aprobación, por parte de las Cortes Generales, de la Ley Orgánica por la que se aprueba el Estatuto de Autonomía de La Línea de la Concepción".

"El referéndum es irrenunciable", repite con insistencia Juan Franco. Y parece que va a cumplir su promesa electoral. Aunque no tiene ningún viso de salir de ninguna de las maneras ya que el PP y el PSOE no están por la labor de respaldar la petición tampoco en el Congreso. Lo que nadie sabe es si permitirá poner el foco sobre los problemas de La Línea. Lo que no se sabe es si servirá para algo."                   (Juan José Téllez  , eldiario.es, 7 de julio de 2021)

13/3/20

¡Charnegos! El charneguismo es, sobre todo, desarraigo, desarraigo de clase. Tener conciencia charnega es tener conciencia de clase, y eso, en estos tiempos, es complicao... ¿Saben de algún lugar del mundo donde para marcar la diferencia repitan el gentilicio? Aquí, en Cataluña, sí... El pijoaparte es el charnego que pretende escapar de la condena social de ser pobre e inmigrante en Cataluña... pero aquí el estigma acompaña de por vida

"Buenas tardes, gente. ¿Han visto? Acabo de encontrar un genérico terminado en “e” sin saltarme las reglas ortográficas ni gramaticales y además suena como muy charnego… Gente.

Me dice el Serrano –el pequeño; eran dos hermanos, los Serrano, en el Colegio Nacional Ruiz de Alda, donde nos conocimos, ahora normalizado como Colegi Nacional del Carmel–… me dice que tenía que venir a contaros qué es eso de ser charnego hoy… Como si ser charnego hoy fuera distinto de serlo ayer; bueno, ayer… hace unos años.

Lo primero es que no puedo estar, a ver, no es que no pueda, es que no me conviene. Me explico: tras un largo periodo de no dar palo al agua he encontrado curro y resulta que es en un sitio oficial, de la Gene, y, aunque sea temporal y mal pagado, no estamos como para poner en peligro la fuente de los dineros con los que pagar el condumio y las birras, y además me lo ha prohibido mi santa… Pues eso, que os largo esta carta y que la lea el señorito Serrano.

Que sepáis que el Serrano, ese sí que es un “pijoaparte” que logró escaparse del barrio, al menos al principio… Digamos que dio el braguetazo –no con una Teresa con pedigrí como la del Manolo Reyes de Últimas tardes… de Marsé, pero…– y se colocó de funcionario. Aunque al final acabó mal, de vuelta al charneguismo, por Nou Barris, que tampoco es que se fuera muy lejos.

¡A lo que íbamos!

Dice el Évola –perdón, Évole; me ha traicionado el subconsciente– que él es del “Xarnego Power”. Es decir: que es un pijoaparte triunfador y punto… Pero ya sabemos que hoy en día con poner palabras en inglés todo suena más chachi. Vamos a decirlo claro… los secesionistas necesitan incorporar a más charnegos al Procés, y para ello están los Rufianes y Évoles de turno. Para llegar al Power hay que rendir pleitesía a los que de verdad detentan el poder. 

El estilo bufón crítico, tipo “el follonero”, siempre gusta a los señores. La crítica controlada los reafirma en el poder. La crítica frontal hay que silenciarla.

Ahora, ser charnego será fashion, otra cosa es llegar a final de mes. Y son los que no llegan a fin de mes los que definen el charneguismo. El orgullo charnego al que alude Évole en su entrevista en El Mundo solo es real si es orgullo de clase, de clase obrera. Lo otro es parafernalia. 

En mi nuevo trabajo parlo catalá amb acent de Girona –no sé si os acordáis de mi historia con la vallisoletana, ¿no? Pues si no os acordáis lo buscáis en Charnego News–; en fin, por allí pululan mancebos y mancebas con lacito en el pecho y todos hablan con nivel C para arriba, aunque a alguno le traicionen los apellidos, como es mi caso. Yo todavía no me he puesto el lazo, pero, si es para que me hagan fijo, igual me lo pienso.

Me dicen que el pasado año hubo un Festival de Cultura Txarnega en Barcelona, subvencionado por el Ajuntament de Barcelona, y yo sin enterarme. Por el Carmelo no vinieron a preguntarnos… Lo cierto es que a la organizadora la apalearon en redes, y eso que las pretensiones eran como muy “buenistas”, sin críticas a la inmersión lingüística y tal… ¡Más preguntas que respuestas!

El charneguismo es, sobre todo, desarraigo, desarraigo de clase. Hay charnegos que bailan sevillanas, y otros, bachatas o sardanas, no es una cuestión folclórica. Hay quienes confunden folclore con cultura. A mí, que conste que las sardinas, a la brasa, y las sevillanas… de faralaes. Recuerdo que cuando festejaba con mi Teresa, ella bailaba sardanas y había un vejete, que manava en el círculo –no podemita, no, al cercle-, que animaba repetidamente a las mozas: “que botin els pits, els pits han de botar”… ¡Viejo verde! Lo digo por mí.

Decía Jordi Pujol sobre los andaluces (no se veía bien decir charnegos) que “viven en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual”, y “si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña”. De aquellos polvos estos lodos. 

No es cuestión de que los charnegos dominen, es cuestión de que se apunten al “Procés”; y si es necesario dar “power” a algún charneguito, se le da, pero siempre como subalterno –aunque sea a titulo de President o Diputado–, y se le monta algún escrache de tanto en tanto para que no olviden quien manda: es el caso de Montilla en la famosa manifestación contra la sentencia de L’Estatut (tuvo que salir por piernas siendo President), o del Truhán (perdón Rufián) en sus últimos baños de multitudes. 

Decía en 2016, me auto-cito, que “existen otros muros económicos, sociales, culturales, lingüísticos, políticos que pretenden mantener o levantar los defensores de las esencias patrias, sean catalanes, vascos, españoles, franceses, corsos, húngaros, alemanes, padanos, estadounidenses o europeos. 

Y al otro lado como víctimas están, de una forma o de otra, con más o menos gravedad, los negros, los árabes, los sirios, los palestinos… los charnegos. No tanto por su adscripción étnica, sino por pertenecer a los marginales, a los que molestan al poder, a los que solo son mano de obra barata o carne de cañón”. 

Es ahí donde está el charnego, incluso sin conciencia de serlo, incluso votando al secesionismo, cual pijoaparte que cree que recibirá un mayor trozo del pastel cuando Cataluña sea independiente. Para ser charnego no hace falta tener conciencia de serlo, es una realidad objetiva, política y económica. Eso es así, aunque crean que se han asimilado, que han sido aceptados en el club de los “Catalanes Catalanes”, con pase de “Xarnego Power”.

¿Saben de algún lugar del mundo donde para marcar la diferencia repitan el gentilicio? Aquí, en Cataluña, sí. Dado que se popularizó aquello de que es catalán el que vive y trabaja en Cataluña, se necesitaba remarcar la catalanidad de pro, la catalanidad con barretina… La redundancia como elemento de distinción. ¡Manda webs! 

Tiempo ha, asistí a un seminario impartido por una pija de Madriz, a la que encantaban los “Catalanes catalanes”. La mayoría de los asistentes éramos catalanes a secas y sin barretina. Desayunaba sola. Y eso que era una experta en motivación…

Los charnegos estamos mal vistos en Madriz: ni Pedro Sánchez nos tiene en cuenta para el “diálogo”. Claro, allá no les llaman charnegos, allá es un conflicto de clases. Aquí, es un conflicto más complejo… de clase, pero alimentando un conflicto étnico y secesionista. Aquí, la alienación es más fácil. El empoderamiento –¡Jo! qué palabro– exige aceptar la subordinación al proyecto identitario, incluso en los sindicatos supuestamente de clase y en partidos autodenominados de izquierda.

A lo que íbamos. Ser charnego no es un estado idílico, es más bien el producto de un proceso social en un lugar –Cataluña– y tiempo determinado –Siglo XX, con parte de finales del XIX y principios del XXI–,  y responde a unas condiciones de producción y de reparto de la riqueza en un entorno económico –neoliberal, acompañado de un proceso de concentración de la riqueza en burguesías regionales– y un proceso histórico complejo –descolonización, crisis del proyecto España, procesos revolucionarios y fascistas en Europa y en el mundo, dictadura de Franco, desnortamiento de la izquierda española…)

¿Lo ha leído de corrido, todo esto, el Serrano? Y, encima, seguro que le ha gustao. Tan marxista él. Son las reminiscencias de las charlas que nos daba uno del PSUC en un sótano de la calle Tolrà, allí apelotonao,s apoyando mi cabeza en el regazo de una pijoflauta de la época –años 70–, esas que intentaban salvarnos del feroz capitalismo… de sus papás.

No hay charnego sin pijoaparte y no hay pijoaparte sin pijoflauta. Antes “teresas”, en la terminología marsetiana.

El pijoaparte es el charnego que pretende escapar de la condena social de ser pobre e inmigrante en Cataluña –A mí me gusta decir las cosas por su nombre: uno es emigrante cuando se va, pero cuando llega al destino es inmigrante. Cuando uno se va es querido, amado y despedido con llantos. Cuando llega, cambia su condición socioeconómica, se degrada–. 

La mayoría de los pijoapartes se frustraron en su intento de escapada: lo del ascensor social, en Cataluña funciona mal, muy mal; no es que en el resto de España funcione mejor, pero aquí el estigma acompaña de por vida… ya puedes hacerte con un título de “nivell C de català”, que si no abrazas el nacional-catalanismo lo tienes jodido.

Solo hay que mirar cómo despreciaba Sor Ferrusola al Montilla, President de la Generalitat, charnego agradecido como pocos, correveidile de Maragall y bufón bien pagado del nacionalismo; eso sí, no mejoró su catalán ni a palos… ni a palos, como los que le dieron en la manifesta contra la Sentencia del Estatut. O el entrañable, para Charnego News, Gabriel Truhán, digo Rufián, que le dimos en 2016 el premio “Charnego aMontillado” –parece que cuando venía a recoger el premio, unas birras, no supo encontrarnos pues llevaba mal puesta la barretina–.

Ellos son el paradigma del pijoaparte triunfador, sí; pero siempre, a pesar de sus ingentes ingresos –que alguno quisiéramos–, están y estarán marcados por su origen charnego.

El charnego es el objetivo del nacional-secesionismo, pero no para colocarlo arriba de la pirámide social, no… ¡para obtener su voto!. Y para ello necesita gentes como Montilla o Rufián… o “intelectuales” como Justo Molinero –lo de intelectuales entrecomillao, se entiende–, o “trotskistas” como Jaume Roures, o “revolucionarios” –entrecomillados los adjetivos, ¡eh!– como David Hernández, “el Niño la Chancla”.

 ¿Se acuerdan? Cuando tras honda genuflexión ante il capo dei capi, Don Jordi Pujol, amenazaba con tirarle la chancla a otro delincuente, el Rodrigo Rato. ¿No les recuerda a Ruiz Mateos cuando amenazaba con el “que te pego leche, que te pego”?

La escuela ha sido para el nacionalismo la gran baza para adocenar a los charnegos. Pero, a pesar de llevar 40 años de matraca, puede decirse que han fracasado estrepitosamente. Cierto que hay charneguitos en la Meridiana embozados con una estelada, pero son los menos.

Charnego y obrero son sinónimos. Tener conciencia charnega es tener conciencia de clase, y eso, en estos tiempos, es complicao. El obrero tiene tendencia a querer ser burgués, ¡es la vida! A nadie le amarga un dulce… Yo también quiero un casoplón como el Iglesias y la Montero o un palacete como los duques de Mallorca. La alienación del trabajador se hace más llevadera con la sociedad de consumo, mientras que la del charnego nunca se hace fácil: aunque te creas “charnego power”, tu apellido, tu origen, siempre será un estigma.

Acabando. Ser charnego es una situación a superar, como ser obrero. Es decir, que lo tenemos crudo. Podríamos ir por partes, que decía Jack el Destripador, y parece que sería más fácil solventar lo del charneguismo, mas me temo que va inexorablemente unido a ser trabajador. Aquí el nacionalismo nos hará sonar trompetas celestiales ofreciéndonos el cielo de la secesión. “La independència ens farà més iguals i ens portarà rius de mel”. ¡No, gracias!, no me lo creo ni harto de ratafía.

Yo pensaba más bien en acabar con el nacionalismo y luego ya entrar en los temas de igualdad social.

En fin. Mientras tanto, disfruten y ríanse del procés, nosotros les ofrecemos Charnego News como referente y además les invitamos a participar. Hemos abierto la convocatoria para el “Premio Charnego aMontillado 2020”. Anímense, propónganos nombres, dígannos cuales son las cualidades del personaje para recibir tan honorable galardón. No se corten… Échenle imaginación y envíenos sus propuestas. Nos encontraran en Facebook, Twitter o en la página web charnegonews.com.
¡Con Dios! ¿o no?

El Carmelo, Farselona. 22 de febrero de 2020.

* Este texto fue leído en la Mesa Redonda “¡Charnegos!”, celebrada el pasado 22 de febrero en el Pati Llimona, de Barcelona, y organizada por Alternativa Ciudadana Progresista." 

6/3/20

Kallifatides crea en ambas lenguas (griego y sueco)... Las lenguas se enriquecen una a otra. Son como dos pequeños ríos que confluyen. Es otro río. El tercero. Es un proceso muy fascinante... Cuando permites que dos lenguas se encuentren suceden muchas cosas buenas. Empiezas a entender el mundo de una manera distinta

"El apellido de Theodor Kallifatides (Molaoi, Grecia, 82 años) remite al mar de Homero. Él sostiene que deriva de calafate, el oficio de poner brea y estopa en las juntas de las embarcaciones.

 De joven quemó sus naves en el Peloponeso y emigró a Suecia, donde se reveló como un prestigioso narrador que España ha descubierto muy tarde, a través de Otra vida por vivir (2019), un libro traducido por Selma Ancira que emocionó a Mario Vargas Llosa y a Fernando Aramburu.

(...) A los 75 años se atascó como escritor. No era solo un problema creativo: también de la sociedad que lo rodeaba. Suecia se enredaba en los tentáculos del dinero, se alejaba del país de justicia social y solidaridad que había sido cuando él llegó. Los ciudadanos se convertían en individuos. Kallifatides envejecía en un mundo que le parecía cada vez más ajeno. Entonces viajó a Grecia. La crisis económica había reducido a escombros la dignidad del país que una vez fue el suyo. En medio de esa hecatombe volvió a ser griego y escribió este libro, el primero en su lengua materna y no en sueco. (...)

Del mismo modo que la maestra recurre en la novela al poder del mito para ayudar a sus alumnos a sobrellevar el terror, el escritor considera que el poder de la literatura puede ayudar ahora a Grecia en su adversidad. “La literatura y el arte son de gran ayuda a un país sumido en la pobreza”, prescribe. 

Recuerda que los grandes libros de la Grecia moderna han sido escritos en momentos difíciles, como en los años veinte, cuando un millón y medio de griegos emigraron desde Turquía con la caída del Imperio Turco. “Después de esto es cuando tuvimos la primera generación de novelistas griegos. Y tras la ocupación nazi y la guerra civil, llegó la segunda generación de escritores. Siempre necesitas a los intelectuales y los escritores, pero más que nunca en situaciones de crisis”.

Encuentro de dos lenguas

Ahora los indigentes han sustituido a los pobres en Grecia. Kallifatides había sido pobre toda la vida, excepto cuando su padre aún tenía trabajo como maestro. Su madre solía decir que la pobreza estaba allí, pero los pobres iban limpios. “Somos pobres, pero tenemos nuestra dignidad, decía mi madre. 

Pero ahora a los pobres se les niega incluso la dignidad”, deplora. Con el impacto de esta devastación, el escritor volvió a ser lo que había sido: griego. Recuperó su idioma como instrumento literario y escribió Otra vida por vivir. Ahora crea en ambas lenguas: “Me encanta trabajar así”. “Las lenguas se enriquecen una a otra. Son como dos pequeños ríos que confluyen. Es otro río. El tercero. Es un proceso muy fascinante. La lengua no son solo palabras. Son ideas, ética, valores morales. 

Cuando permites que dos lenguas se encuentren suceden muchas cosas buenas. Empiezas a entender el mundo de una manera distinta”, consigna. (...)

Aunque Kallifatides dudó sobre si debería de escribir después de los 75 sigue haciéndolo a los 82. ¿Cuál es la última barrera para el escritor? “La muerte, naturalmente”, señala. Recuerda el caso de Simenon, que un día, tras escribir 400 libros, dijo que no podía escribir “ni una palabra”. “En mi caso, he prometido no escribir cuando vea que el texto que hago no es bueno, cuando empiece a escribir mal. Es una especie de muerte, pero no la muerte”, zanja."              (Miquel Alberola, El País, 02/03/20)

9/12/19

“Me convertí en negra en Estados Unidos”... de la misma manera que si fueras a Estados Unidos, te volverías blanca. ¿Piensas en ti como blanca aquí en España?

"(...)  Ha dicho: “Me convertí en negra en Estados Unidos”.

Sí, de la misma manera que creo que, si fueras a Estados Unidos, te volverías blanca. ¿Piensas en ti como blanca aquí en España?

La verdad es que no.

En Nigeria, la mayoría de la gente es negra. Sería distinto si hubiera crecido en Sudáfrica, donde ser negro es una identidad porque hay colonos blancos que se quedaron. En Nigeria me consideraba igbo, niña, nigeriana y, a veces, africana. Y luego fui a Estados Unidos y me di cuenta de que era negra, y eso traía una nueva identidad.

 Significaba que la gente suponía que yo no era muy lista y que había crecido en un gueto, sin educación y pobre. La raza es algo muy particular de Estados Unidos. Me costó mucho tiempo empezar a aceptar que era negra. (...)"                    

(Entrevista a Chimamanda Ngozi Adichie, Pilar Álvarez, El País Semanal, 08/12/19)

14/1/19

La identidad es una forma de recomponer lo roto, de unir a gente separada por un individualismo feroz... Esa es la oferta populista, y a ella ha opuesto la izquierda otro tipo de identidades, las culturales. Combatir en el marco de la identidad, desde esa perspectiva, es pelear en el terreno de juego en el que vas a perder...

"(...) La cuestión de las identidades va a ser probablemente una cuestión central en los próximos diez años. ¿Están las fuerzas progresistas preparadas para encararla sin caer en los tics esencializantes de la derecha radical conservadora?

La identidad es una forma de recomponer lo roto, de unir a gente separada por un individualismo feroz, de conceder autoestima y orgullo a poblaciones que tienden a carecer de ella. 

Esa es la oferta populista, y a ella ha opuesto la izquierda otro tipo de identidades, las culturales. 

Combatir en el marco de la identidad, desde esa perspectiva, es pelear en el terreno de juego en el que vas a perder. 

Para tomar en serio la identidad, debemos conocer mucho mejor nuestra sociedad, cuáles son sus deseos y aspiraciones, sus temores y sus necesidades, y a partir de ahí se puede construir una opción real.   (...)"  

30/3/17

En 1976, en Barcelona, la burguesía autóctona no estaba interesada en el rock, que gustaba en los barrios, sino en el jazz... nos miraba por encima del hombro, nunca entendimos por qué, puesto que su nivel tampoco era muy allá

"(...) En 1976, en Barcelona, la burguesía autóctona no estaba interesada en el rock, sino en el jazz. El rock y el punk nos gustaba en los barrios de periferia donde vivían los resultados de la mezcla de la emigración. 

Yo era hijo de catalana y asturiano, Loquillo hijo de catalana y aragonés. Nos entendimos bien enseguida. La burguesía catalanista nos miraba por encima del hombro, nunca entendimos por qué, puesto que su nivel tampoco era muy allá. Era un panorama muy tóxico y asfixiante. 

Ahora entiendo que todo se debía a ese sentimiento supremacista que contiene de fondo todo nacionalismo y regionalismo: nuestro rock lo encontraban lógicamente grosero y zafio, porque pensaban que lo que pudiera venir del suburbio mestizo tenía que ser inferior y menos refinado.

 No es algo que no suceda también en otros lugares pero, en Cataluña, al triturador eje social hay que añadirle el no menos triturador eje patriótico y, la verdad, ya son demasiados ejes opresivos, sobre todo si naces pobre. 

 Por eso fue una agradable sorpresa ser tan bien recibidos en Madrid cuando vinimos a tocar. En Madrid, descubrimos que, siendo una ciudad más grande, barajaban unos códigos para esas cosas totalmente diferentes, más amplios. (...)"                  (Entrevista a Sabino Méndez, Cuarto Poder, 21/03/17)

9/6/16

Charnegos... su vida... y su futuro, ¿cómo apátridas?

"María y Antonio llegaron a Barcelona en 1962. María, de 28 años, se había criado en el cuartel de la Guardia Civil de Osuna, en la provincia de Sevilla; su padre era miembro condecorado del Cuerpo. Antonio, de 31, creció en las calles de aquella Andalucía de los años cuarenta, en la que la pobreza sin horizonte te hacía de izquierdas. 

Él encontró trabajo en la Bosuga, una inmensa fábrica de estampaciones metálicas y repuestos de automóviles para Pegaso, situada en Montcada i Reixac, a las afueras de Barcelona. Allí alquilaron una casita baja de treinta metros cuadrados. Suficientes cuando no se tiene nada.

El 25 de septiembre se desató un terrible diluvio. Hacia la medianoche el ruido de la tormenta encogía el alma y barruntaba tragedia, como así ocurrió. María y Antonio oyeron gritos en la calle, la gente huía aterrorizada. Cometieron la temeridad de ponerse a llenar un arcón de madera maciza con lo que pudieron rescatar del ajuar de boda mientras el agua inundaba la casa. Era angustioso, apenas podían moverse. Salieron a tientas.

María, embarazada de un mes, tiraba del arcón con la misma fuerza que Antonio bajo la torrencial lluvia. Atravesaron a oscuras el pueblo convertido en un infierno de agua, viento y barro, hasta alcanzar cobijo en la carpintería de un amigo. La carretera había dejado de existir; como tantos hombres, mujeres, niños, a quienes el río Besós se llevó para siempre. Hubo más de mil muertos. La mayoría, emigrantes andaluces que habían construido sus casas con manos fuertes y materiales precarios.

Tras las inundaciones, María y Antonio regresaron sin nada al pueblo con la promesa de un trabajo que al final no fue posible, y, de nuevo, a Barcelona. Se establecieron en una pedanía de Sabadell, en un piso bajo que estaba a medio terminar, pero al menos era un techo. 

Entre humedades y costura hasta el alba, y con sólo un sofá-cama, dos sillas y una mesita baja para comer, transcurrieron los siguientes ocho meses de embarazo de María. Antonio recuperó su trabajo en la Bosuga, pero como simple peón; su puesto de encargado se lo habían dado a otro.

Un día, el president Jordi Pujol proclamó en un discurso: «Catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña». María lo escuchaba en la radio mientras le caían las lágrimas sobre la tela de los vestidos de novia que cosía sin descanso hasta la madrugada en el sótano que el matrimonio compartía con su hermana y el marido, en L’Hospitalet. Ya lo creo que trabajaban.

La vida no era buena para ellos, pero al menos no pasaban hambre como en el pueblo. Años después compraron en un barrio obrero de la capital un modesto piso en el que vivían cinco, con la abuela. Tuvieron dos hijos a los que pagaron carrera. Antonio encontró mejor trabajo, de contable en un banco, porque aunque no tenía estudios siempre se le dieron bien los números, y en él se jubiló. Con esfuerzo acabaron viviendo en el barrio de Gracia, donde contaron con el calor del vecindario.  (...)

Decía el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Oriol Junqueras, que el independentismo es una cuestión de sentimientos. Esta historia también lo es. Está plagada de ellos. En un programa de la TV nacional, el actual vicepresidente de la Generalitat declaró que Cataluña tiene la misma sintonía con Andalucía que con Finlandia o Alemania. 

No cabe duda de que Junqueras es todo un sentimental. Qué falta de consideración, sensibilidad y respeto hacia los miles de Marías y de Antonios que llegaron a Cataluña hace más de medio siglo procedentes de Andalucía, Murcia o Extremadura. Abandonaron su tierra con las maletas llenas del dolor que causan la ausencia y la distancia; la dejaron atrás huyendo de la miseria para emigrar a otra que acabaron haciendo también suya.  (...)

Después de varias décadas de esfuerzo y sacrificio para darles a sus hijos el futuro que ellos no tuvieron, a esos hombres y mujeres se les arrebata su tierra por segunda vez. Se les deja en una especie de limbo emocional. ¿De dónde habrían de sentirse si Cataluña se independizara? 

 ¿Alguien ha pensado en ellos? ¿Acaso han dejado de tener la importancia que tuvieron cuando de jóvenes contribuyeron a que Cataluña fuera una tierra más próspera de lo que ya entonces era? Los catalanes les deben mucho a esos otros catalanes venidos de fuera, a los que ahora impunemente les regalan el olvido. La indiferencia.

La pobreza les obligó a dejar de ser andaluces. Ahora, el independentismo quiere obligarlos a dejar de ser españoles. Muchos de ellos tienen parte de la familia repartida por España. Condenará a estos ancianos a ser apátridas en el peor momento de la vida, aquel en el que más necesitamos sentir las raíces que nos sujetan a nuestra tierra. (...) 

(P.D. En lo sucesivo prometo no volver a hablar de mi familia)."                   (MARI PAU DOMÍNGUEZ – ABC – 08/06/16, en Fundación para la Libertad)

4/3/15

Apoteosis del complejo de inferioridad: el líder de la CUP se ve “inmigrante” porque es de Zamora

"David Fernández Ramos (si us plau, passi pel catalanitzador de cognoms) es el jefe de las CUP (...)

El pobre Fernández Ramos no se perdona que es de Zamora. El nacionalismo le ha enseñado que catalanes sólo son los que han nacido aquí y tienen apellidos con “a oberta” o “ele alveolar”. (...)

Y él, patanegra de Zamora, se ha creído que sus abuelos eran unos malvados imperialistas que conquistaron “Catalunya”, prohibieron el “català” y nos tiranizan antidemocráticamente. Por eso el pobre Fernández funge de servil masovero de la familia Pujol, los burgueses que encabezan la “lluita per la llibertat i la consciència nacional”.

Resulta que el catabatasuno Fernández se prestó como entretenimiento del burgués Josep Maria Vallès y sus amigos, y acudió a cenar a su casita de Sant Cugat. No se pierdan lo que dijo en la cena: “Me considero independentista catalán, pero yo no soy nacionalista, porque, como soy inmigrante, no me puedo sentir nacionalista”. ¡Olé, Fernández!  (...)

Mire, sr. Fernández: ud. es un nacionalista como la copa de un secuoya. Ud. es separatista porque es nacionalista. Ud. ha comprado la doctrina nacionalista hasta en la versión genética o racista de Pompeu Gener y otros chalados como Heribert Barrera. Ud. tiene un complejo de inferioridad por no haber nacido en Cataluña y llamarse Fernández Ramos, y eso le impulsa a ser más nacionalista que el Pi de les Tres Branques. Asúmalo. Les pasa a muchos. 

O haga otra cosa: sea feliz consigo mismo, agradezca su pasado, disfrute de la diversidad, entienda la riqueza y pluralidad de Cataluña y España entera, atrévase a decir “Visca Cataluña” y “Viva España”, abrace con amor a sus abuelos. No pasa nada.(...)

Déjelo, sr. Fernández Ramos. Pare de sufrir."           (Dolça Catalunya, 03/03/2015)




"David Fernández (Barcelona, 1974) se considera un inmigrante en Cataluña. Parece ser que el Sr. Fernández entiende que se puede ser inmigrante por nacimiento (...)

La migración se produce cuando alguien se traslada desde su país o región de origen a otro u otra, y en el caso de David Fernández parece ser que toda su vida se ha desarrollado en el área de Barcelona. No tiene, por tanto, la experiencia de desplazarse a un territorio diferente del suyo, ni siquiera dentro de su propio país (migraciones internas) por lo que no resulta, creo, apropiado que se atribuya una condición que le es ajena.

Porque quizás no se da cuenta el Sr. Fernández que el inmigrante es también necesariamente emigrante; esto es, una persona con el valor y capacidad suficientes como para salir de su entorno y establecerse en un lugar que inicialmente le es ajeno.

No todo el mundo vale para la emigración y, por tanto, el título de inmigrante ha de llevarse con orgullo rechazando que sea apropiado por aquellos a quienes no les corresponde. Tengo un enorme respeto por los emigrantes que en circunstancias difíciles han sabido buscar nuevas perspectivas vitales lejos de su hogar.

Por desgracia, ahora estamos conociendo muchos ejemplos de amigos y compañeros que han emprendido el siempre difícil camino de la emigración por necesidades económicas. Todo mi respeto para ellos, para los auténticos emigrantes; no, desde luego, para el Sr. Fernández.

Quizás -tan solo quizás- David Fernández no comparte este acercamiento a la migración que pone el acento en la aptitud y capacidad del emigrante, sino que, por el contrario, permanece anclado en la estrechez de miras de algunos -tan solo algunos- de los nativos (aquellos que nunca se han desplazado del territorio en el que han nacido, justamente lo que le sucede al Sr. Fernández).

Es un tópico considerar al que ha venido de afuera como inferior al carecer de los elementos identificativos de la población indígena (el término indígena tiene para algunos una connotación exótica; pero se aplica a todas las poblaciones originarias de un territorio, tanto en África o América como en Europa).

Quizás -repito, tan solo quizás- por eso el Sr. Fernández se atreve a apropiarse de un título que no le corresponde; no porque piense que le ennoblece, sino porque entiende que el considerarse inmigrante es un desdoro y, por tanto, una muestra de humildad atribuirse esa condición.

Si este fuera el caso la apreciación de David Fernández sería motivo de preocupación. No por lo que se refiere a su persona, sino porque presumiblemente no limitaría su consideración de inmigrante a él mismo, sino a todos aquellos que se encuentran en su situación, personas que han nacido en Cataluña pero que para él serían "inmigrantes", con lo que eso implica desde la perspectiva de algunos de los que se consideran en exclusiva nativos.

Y llegados aquí ya no puede retrasarse más la explicitación de las causas que conducen a David Fernández a considerarse inmigrante pese a que, como hemos visto, ha nacido y vivido siempre en el territorio en el que se encuentra.

Creo que no es aventurado mantener que el Sr. Fernández se considera inmigrante porque sus padres fueron inmigrantes, venidos, según indica la wikipedia, de Zamora. Sería correcto, por tanto, que David Fernández se refiriese a sí mismo como "hijo de inmigrantes", y que, además por las razones que he expuesto anteriormente, lo hiciera con orgullo; pero ¿por qué él mismo se considera inmigrante sin serlo?

Deberíamos reflexionar sobre ello, y así a voz de pronto se me ocurre que esta atribución injustificada de la condición de inmigrantes a los hijos de los inmigrantes podría servirnos para valorar algunas limitaciones de nuestra sociedad y más específicamente de nuestro sistema educativo.

En segundo lugar, hemos de reflexionar cómo es que una persona que ha nacido, crecido y sido educada en Cataluña puede considerarse inmigrante como consecuencia de que sus padres se hayan desplazado desde otra parte de España.

Esta calificación parece indicar un déficit de identificación con la cultura y la sociedad del territorio en el que se vive que dice poco de la capacidad de acogida de nuestra sociedad y, especialemente, de la punta de lanza en la configuración de la identidad colectiva: la escuela.

Seguramente no es ajena a esta falta de identificación la presentación que en la escuela se hace de una Cataluña, que no es la real, en la que gran parte de los elementos que configuran la sociedad catalana son explicados como ajenos, en la que se presentan de una forma crítica las migraciones interiores de la segunda mitad del siglo XX que enriquecieron a Cataluña y se insiste en que la lengua materna de más de la mitad de los catalanes es una imposición extraña que debe ser reducida a un papel testimonial en la Cataluña de cartón piedra que el nacionalismo quiere recrear.

Si alguna prueba necesitáramos de que el sistema educativo catalán produce monstruos el Sr. David Fernández nos ha despejado las dudas. Una sociedad que hace pensar a personas nacidas y criadas en ella que son inmigrantes tiene un problema, y no pequeño."                             (El jardín de las hipótesis inconclusas, 03/03/2015)