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28/9/24

Así fué la historia de Ciudadanos...

 "La antropóloga Teresa Giménez Barbat (Barcelona, 1955) ha mantenido un empeño a lo largo de su trayectoria política e intelectual: poner la ciencia al servicio de la sociedad y la razón, en el centro del debate público. Desde su temprano blog Tercera Cultura hasta su trabajo como eurodiputada, con la creación de Euromind, todos sus empeños convergen en la misma dirección. Miembro del grupo original que fundó Ciudadanos, fue uno de los pocos intelectuales que sí dio el paso a la política activa. En su más reciente libro, Contra el feminismo, su formación académica y sus lecturas la llevan a conclusiones que desafían el estatu quo y las falsas verdades del feminismo radical, y a cuestionar a los políticos de todo signo que aceptan acríticamente sus postulados no científicos.   

PREGUNTA.- Pienso en esa joven catalana, en el corazón del mainstream catalanista, que un día decide asistir a las manifestaciones de protesta por los asesinatos de ETA. ¿Cómo fue esa toma de conciencia? ¿Por qué rompes con tu círculo de creencias, con tu pequeña tribu? 

RESPUESTA.- Yo tampoco sé exactamente cómo, pero te puedo decir las cosas que me pasaban entonces. En aquella época yo estaba muy interesada por el pensamiento escéptico y científico y estaba en una asociación que se preocupaba por cosas que me parecían absolutamente absurdas, algunas de ellas como los ovnis y todo esto, y otras más interesantes, como las medicinas alternativas. En aquel momento ya empezaba a ver que estaba creciendo en Cataluña también un tipo de pensamiento que tenía una base mítica, pero que estaba empapando la política, que era el nacionalismo, y que había gente que estaba llevando todo esto tan lejos como para asesinar. Yo viví en una época de crímenes cada día. Fue entonces que empecé a discutir con ellos, porque muchos eran vascos y no decían nada sobre eso, y me parecía una cosa tremenda lo que estaba pasando. Empecé a sentir que yo tenía que conocer qué es lo que estaba pasando, porque yo venía de un entorno de izquierda, de votantes socialistas. El entorno era moderadamente nacionalista, o a mí me parecía moderado porque había crecido con eso. Me parecía que yo tenía que conocer a esta gente que cuando había un crimen se reunía, se concentraban al principio en la plaza San Jaime. A mí me habían dicho un poco «sí, vale, les han matado, pero a ver, que son fachas». Y fue cuando yo empecé a aparecer por la plaza San Jaime. 

P.- Es curioso cómo el pensamiento escéptico te lleva primero a examinar las creencias más absurdas de la sociedad, los ovnis o la homeopatía, y de pronto volteas y ves que una de ellas es el nacionalismo. Has contado que en la plaza de Sant Jaume hay un momento en que te das cuenta que hay una gran hipocresía, porque los políticos sienten la necesidad frente a la galería de hacer el homenaje, pero en realidad sienten una profunda indiferencia. 

R.- Indiferencia y desprecio. 

P.- Y estas manifestaciones luego se trasladan a la plaza donde fue el crimen de Hipercor… 

R.- Sí. Luego ya todo esto se traslada a Hipercor, pero al principio era en la Plaza de Sant Jaume. A mí me parecía que había una barrera entre los que se manifestaban porque eran víctimas, porque eran gente que les habían matado a los suyos, que era gente que a lo mejor venía también de los cuerpos y fuerzas de seguridad y se ponían allá en la plaza con sus fotografías. Y así yo me fui acercando. Y con el primero que contacté fue con Roberto Manrique, que había sido víctima de Hipercor. También eran víctimas de Hipercor las que se manifestaban. Y me fui concienciando. Y empecé a leer a mucha gente y al final acabé yendo también a alguna manifestación. No sé si tú has leído Diario de una escéptica, pero ahí cuento cómo me voy a San Sebastián a una manifestación. Un periodista de La Vanguardia y su mujer se habían camuflado en el autobús, y al día siguiente aparece una noticia en La Vanguardia diciendo que todos éramos de extrema derecha y no sé qué tanto. Curioso, porque yo tenía detrás una pareja joven que eran sindicalistas, había gente de todo tipo. Me empezó a parecer que era un escarnio. Había gente que estaba abusando de su poder en los medios de comunicación para lanzar un mensaje que era totalmente falso y que no tenía que ver con la realidad. Además, la profunda injusticia que se estaba cometiendo con una serie de personas. Y a partir de aquí, me iba a las concentraciones que luego se daban enfrente de Hipercor, donde habían hecho un monumentillo que había pagado el ayuntamiento y tal. Y mi sorpresa era, para mí que era tan evidente que había que estar allí, que allí no había aparecido nadie. Me acuerdo que reconocí a Ignacio Vidal Folch una vez. 

P.- Lo cuentas en el Diario y también en tu libro sobre Ciudadanos, Citileaks

R.- Fue darme cuenta, tomar conciencia de lo que significaba el nacionalismo, esta supremacía con la que yo no es que hubiera colaborado, pero vivía inmersa y era como el aire que respiraba. También conocí a Arcadi Espada. Acudí a él para presentarme, porque estaba en esta asociación de escépticos y porque él había escrito Contra Catalunya, y me pareció que podía estar dentro de esta línea de. A partir de aquí hubo una relación de mucho aprendizaje, incluso mutuo. Arcadi es Arcadi, es muy potente intelectualmente, sabe mucho, pero yo en aquel momento estaba muy interesada por la ciencia y le conté cosas y él empezó a interesarse también, y empezó algo bastante bonito. Al final, resultó en que teníamos conversaciones sobre «oye, ¿y por qué no hacemos algo en Cataluña?», «¿por qué no es posible crear algún partido político?». En aquel momento a todo el mundo te decía que estabas absolutamente loco. Era algo totalmente descartable. Y con el único que podía hablar de esto era con Arcadi. Y bueno, ahí empezó la cosa. 

P.- Esa es la semilla de la que nace Ciudadanos. Me interesa mucho también esta idea de ver el nacionalismo como un sistema completo que incluye incluso a sus críticos, porque paga la prensa, porque la oposición compra el mismo relato nacionalista. Y de pronto se vuelve un espacio en donde nadie puede pensar distinto y no hay lugar para la disidencia. Y coincido contigo que ahí el rol de Contra Catalunya, de Arcadi Espada, fue central. Antes lo había hecho Boadella con Els Joglars, de empezar a señalar las fracturas en el sistema. ¿Cómo fue el nacimiento de Ciudadanos, esos primeros debates de los que tú formaste parte desde la primera sesión?

R.- Yo me acuerdo el día que me llamó Arcadi y me dijo: «oye, vamos a vamos a poner esto en marcha». Y me dijo que llamaría a unas personas que pensaba que estarían interesadas y que yo llamase a alguien que me pareciera que estaba en esta línea. La verdad es que yo era una outsider absoluta. Yo solamente conocía a Francesc de Carreras, porque en aquella época había tenido una cierta amistad con Victoria Camps por motivos familiares y había ido al Foro Babel un par de veces. Al principio fui pensando «pero esta mujer, ¿dónde me lleva? Esto un nido de fachas». Dentro del mundo en el que yo había estado hasta entonces, el Foro Babel, que promovía el castellano y la defensa del español, no te digo que fuera duro, pero tuve que superar mis propios prejuicios. 

P.- Y tu propio sesgo de cuna, digamos. Y entonces empiezan a reunirse y de pronto se impone la idea de que hay que hacer un partido político. Y sin sospecharlo aglutina una enorme energía social casi desde el principio. 

R.- Sí. Al principio fue llegando gente que compartía esta visión de Cataluña y de la traición del PSC, porque muchos venían del PSC o habían estado cerca. Esa traición al votante, al ciudadano, que se sentía tan catalán como español, que también pensaba que tenía un lugar la lengua castellana en Cataluña. Lo que pasa es que eran más partidarios de hacer manifiestos, proclamas, discusiones, debates, revistas, publicaciones… 

P.- Pero sin pasar a la arena política. 

R.- Yo desde el principio dije que me parecían muy bien todas las proclamas, todos los libros, todo, pero que lo que teníamos que hacer era dar el paso. Si no estábamos de acuerdo y no teníamos a quién votar, por qué no lo creamos nosotros. Claro, yo lo dije como una persona totalmente ingenua, sin darme cuenta de las dificultades y de lo que esto significaba. 

P.- El esfuerzo gigante.

R.- El esfuerzo gigante que luego me costó un par de años de mucho estrés. 

P.- Del núcleo original de Ciudadanos, que se reunió en El Taxidermista, que lanzó aquel manifiesto pidiendo a la sociedad que organizara un partido y que fue tan importante, ¿por qué ninguno de estos connotados intelectuales, entre los que te incluyo, donde estaban Félix de Azúa, Francesc de Carreras, Félix Ovejero, Iván Tubau, Arcadi Espada, Albert Boadella, Ana Nuño y demás, dijo «yo lo encabezo, yo doy el paso a la política, yo cruzo la frontera»?

R.- Cuando esto ya se vio que cogía velocidad y que no era una locura, cuando el acto del Tívoli, que fue algo…

P.- Lleno absoluto. 

R.- Un lleno absoluto, se quedó gente en la calle. Algo extraordinario. En aquel momento ya vimos que estábamos manejando algo que empezaba a tener vida propia, ya estaba en marcha. Lo que sucedió es que no había nadie que viniera del mundo de la política. Eran periodistas, escritores, dramaturgos. Yo venía de la empresa privada. 

P.- Bueno, habías estudiado antropología. 

R.- Sí, pero no tenía un trabajo académico, tenía una novela publicada en aquel momento y escribía en algunas revistas, pero temas que tenían que ver con la «tercera cultura», la interfaz entre la ciencia y las humanidades. 

P.- A eso vamos a volver, porque es el eje de tu vida política también. 

R.- Sí, esto es muy importante en mi vida, pero es que no teníamos, nadie quería. Y yo empecé a pensar que podría ser posible cuando la cosa ya estaba bastante avanzada y estábamos creando las listas para el Parlamento de Cataluña. En aquel momento me lancé a dar el paso. Lo que pasa que fue un poco complicado el ajuste con mis compañeros. No todos lo veíamos de la misma forma en aquel momento. Ya esa idea de un partido que no fuera ni de izquierdas ni de derechas, que se centrara en los proyectos, en su visión de cómo tenía que ser Cataluña y también cómo tenía que ser España, parecía una idea que todo el mundo aplaudía, porque llegó gente del PP, gente del PSOE, pero a la hora de crear el partido, había personas que pensaban que eso solamente podía ser un partido de izquierdas. 

P.- Eso lo cuentas muy bien en Citileaks, la tensión entre la gente que estaba segura que solo un partido de izquierdas tenía sentido con esos postulados y el área liberal que pensaba, por el contrario, que la dicotomía izquierda-derecha no reflejaba los problemas reales. 

R.- Exactamente. Hubo una grieta ahí, y cuando el partido ya se puso en marcha, fue un poco paradójico que lo encabezara un chico joven, sin ninguna experiencia política tampoco, pero que sí tenía un empuje y algo que muchos, ni siquiera algunos de los intelectuales que tú dices, tenía, que era esa capacidad del discurso incluso improvisado.

P.- Carisma y oratoria. 

R.- Sí, ambas cosas. Bueno, el carisma yo creo que lo fue construyendo después, entonces era un poco amateur, pero sí, era campeón de debate universitario. O sea que les pasaba la mano por la cara a muchos que a lo mejor tenían un discurso, pero que viendo toda aquella gente desde arriba de un estrado mirando, se bloqueaban porque no tenían las herramientas para hablar. Esto es muy importante en política, y también es la parte oscura. 

P.- Por supuesto, porque se presta a la manipulación o la demagogia. Un aspecto que me sorprende es un partido que nace con ese impulso, que cubre una necesidad evidente, que reúne una enorme fuerza social, porque no solo obtuvo tres diputados al Parlamento catalán en sus primeras elecciones, que algo era increíble, sino que siguió creciendo, hasta volverse casi una alternativa al Gobierno. No sé por qué fracasa un partido así, porque esa fuerza de la sociedad española sigue demandando un partido liberal. 

R.- También cuando sale Ciudadanos, al poco sale UPyD [Unión, Progreso y Democracia]. ¿Qué hubiera pasado si la fuerza que impulsó UPyD, con unos personajes tan potentes como Rosa Díez, Carlos Martínez Gorriarán, se hubieran unido? 

P.- Fernando Savater. 

R.- Fernando Savater nos apoyaba a los dos, porque cuando había un mitin de Ciudadanos, iba, y cuando era de UPyD, también iba. Había una serie de personajes que hubieran deseado partirse en dos, pero que mientras había esta confusión, ellos nos apoyaban a todos. Había gente que fue leal a la idea.

P.- Un problema es que UPyD nace en el mismo espacio que Ciudadanos, y si hubieran sido una única fuerza se hubiera conjuntado mucho más.

R.- Yo creo que sí. Lo que ocurre es que quizá las cabezas de Ciudadanos y las de UPyD eran demasiado… en fin, con su deseo particular de poder. 

P.- Es lógico que alguien que encabeza un partido, por otra parte. 

R.- Y además Rosa Díez era una persona con una experiencia enorme, lo que no tenía Albert Rivera. Y aunque al principio sí que parecía que aceptaba un poco el statu quo que se había creado en Ciudadanos, o sea, que había una persona que nos representaba, que era Rivera, luego ya le pareció que esto no iba a ningún lado.

P.- Ahora, los votantes, en el fondo, dirimieron esa disputa apoyando a Ciudadanos. Y sin embargo UPyD volvió a cierta marginalidad, triste, pero real. 

R.- Bueno, tenía su peso en Madrid, al principio. 

P.- Pero el problema es que luego Ciudadanos empezó a cometer una serie de errores. ¿Cuáles serían esos? 

R.- Yo creo que las alturas intoxican y hubo gente que alcanzó un nivel muy alto políticamente hablando y además empezó a soñar en que fuera más alto aún, porque la idea que teníamos nosotros sobre Ciudadanos es que iba a ser lo que se llama un partido bisagra, pero un partido bisagra, tú sabes, puede tener mucho poder, o sea, un partido bisagra es capaz de empujar las políticas en un lado u otro. 

P.- Lo estamos viendo con el nefasto Gobierno de Pedro Sánchez. 

R.- Absolutamente. Esto quizá empezó a parecerle poco a algunas personas. Claro, es muy difícil, a posteriori dices «esto lo hizo mal», «aquí se equivocó», «eso tenía razón», «esto no»… Yo creo que sí que hubo un fallo, en el sentido de no esperar a un momento más adecuado, si es que íbamos a ser un partido hegemónico en España. Pero claro, si nosotros hubiéramos respetado absolutamente nuestros programas iniciales, que eran en algunos sentidos poco flexibles, porque era la defensa de España, de la ciencia, de la razón, estábamos condenados a no ser un partido de masas. Porque claro, un partido que quiere ser una opción de voto para muchos millones de personas, necesariamente se va desdibujando. Aquí se perdió la fuerza de Ciudadanos, porque Ciudadanos tenía una oferta muy concreta, pero si luego la ibas a desdibujar… Por ejemplo, yo ahora, por el libro que he escrito y por temas que a mí me han preocupado siempre, a mí me parecía absolutamente absurdo toda esta necesidad de estar representados en el orgullo gay, por ejemplo. Porque ahora no tanto, pero en aquella época era tachado de facha, Ciudadanos. Entonces te empeñas en estar en un lugar donde no se te quiere y tú tampoco sabes por qué quieres estar ahí. 

P.- Renunció a sus ideas para ganar un público que no ganó, pero traicionando sus ideas. 

R.- Sí, había unas ideas básicas, que era la cuestión de Cataluña, del nacionalismo, del catalán, del castellano, pero todo lo demás no se respetó. Quizá porque no había nacido de los que dirigían Ciudadanos, no eran cosas que tuvieran interiorizadas. Entonces, esa fuerza se desechó. (...)"

(Entrevista a Teresa Giménez Barbat, Ricardo Cayuela Gally , TheObjetive, 22/09/24)

30/9/22

Francesc de Carreras: «El PSC siempre ha estado contagiado de nacionalismo»

 "Francesc de Carreras (Barcelona, 1943) fue Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona. Antes de emprender la carrera académica, fue secretario de redacción de la revista Destino. Comprometido con el socialismo y la resistencia anti-franquista, se filió al PSUC en 1967. El acercamiento de la izquierda catalana al nacionalismo provocó su alejamiento de la política de partidos. Perteneció al grupo de intelectuales que en 2005 impulsaron la plataforma Ciudadanos de Cataluña. Se define como racionalista, liberal y socialdemócrata. Ha colaborado en diarios como El País, El Periódico de Cataluña, La Vanguardia y actualmente tiene un columna en THE OBJECTIVE.

PREGUNTA. Empecemos por tu infancia, ¿dónde naciste y en qué ambiente te criaste?

RESPUESTA. Nací en Barcelona. Mis padres eran de un pueblo que se llama La Bisbal d’Empordà, y llegaron a Barcelona en la segunda mitad de los años 20. Mi padre era maestro en Sant Just Desvern, un pueblito al lado de Barcelona, y desde allí hizo la carrera de Derecho por libre. En esa época empezó también a hacer política en la universidad, era la época de Primo de Rivera, y después conectó con Francesc Cambó y estuvo muy ligado a él hasta su muerte.

P. ¿Cómo se estableció la relación de tu padre con él?

R. A principios de los 30, mi padre estuvo un tiempo en la Secretaría Política de Cambó. Después se casó y montó un despacho con un compañero. Vino la Guerra Civil y tuvo que huir antes de que lo detuvieran, precisamente por su relación con la Lliga. Pasó buena parte de la guerra en San Sebastián. Mi madre se quedó en Barcelona, embarazada; mi hermano mayor nació en plena guerra, en el 37. Después de la guerra, ya exiliado, Cambó le volvió a llamar, y del 39 al 47, año en que muere Cambó, mi padre fue su persona de confianza en Barcelona. Esto se sabe poco, pero Cambó vino a España una vez y se entrevistó con Serrano Suñer. Y murió una semana antes de hacer su retorno definitivo a España desde su exilio en Buenos Aires. Cambó fue mi padrino, aunque yo no le conocí nunca. Y me llamo «Francesc» por él, y esto me marcó. Se hablaba mucho de Cambó en casa y mi padre lo tenía por un personaje extraordinario, «de aquellos que salen sólo una vez en un siglo», una cosa absolutamente exagerada. Yo me he leído parte de la obra de Cambó, aunque tenía cierto rechazo a leer sus memorias porque me parece una persona muy vanidosa. Simpatía personal no le tengo, aunque creo que políticamente era una persona muy inteligente.

P. ¿La afinidad de tu padre con Cambó era más personal que política, o se sentía ideológicamente cercano a la Lliga?

R. Sí, mi padre fue de la Lliga. En San Just había un teórico del independentismo más ardiente, que era Daniel Cardona, y tuvo contacto con él y con su grupo. Era un mundo muy nacionalista, diría casi parafascista. Allí se empapó de ese pensamiento, pero le parecían muy radicales y no siguió en esa línea. En la universidad fue presidente de los estudiantes católicos, que estaban relacionados con el Cardenal Herrera Oria y el Grupo de Propagandistas Católicos. Mi padre tenía una virtud, y es que hablaba muy bien, era un orador a la antigua, un poco florido, y en los mítines debía entusiasmar. Eso llegó a oídos de Cambó, y le ofreció trabajar con él y así empezó, por sus propios medios, porque mis abuelos no pudieron darle ni el bachillerato. Mi abuelo se había arruinado totalmente. A los 20 años, cuando murió su padre, el hombre de confianza de su padre le estafó. Yo conocía mucho a mi abuelo, porque vivía en casa con nosotros, y el pobre nunca consiguió restablecerse. Mi padre, en cambio, era una persona de un gran ímpetu personal.

P. Tu padre fue también presidente del F.C. Barcelona. ¿Es cierto que inventó la frase «Més que un club»?

R. Mi padre fue durante año y medio, en el 68, presidente del Barcelona. Le interesaba ya muy poco el fútbol, pero le presionaron para evitar enfrentamientos entre grupos. A partir de 1945 hubo una cierta tolerancia para que el presidente del Barcelona no lo eligiera el gobernador civil, sino que se presentaban a votación los candidatos que el gobernador civil autorizaba. Y entonces se presentó un gran amigo suyo, un fabricante textil del que mi padre era abogado, Montal; después fue Martí Carreto y hasta el caso Di Stéfano, estuvo ahí. En aquella época, se entraba en el Barcelona por política, es decir, no era un mero club de fútbol, sino que había que entrar en lugares donde se pudiera hacer «catalanismo», el catalanismo más tradicional y conservador de la Lliga. Y tiempo después de ser presidente, mi padre dijo esta expresión en un discurso, después lo repitió en una entrevista y dijo algo tan concreto como «son mes que un club y representamos lo que representamos».

P. ¿Recuerdas que considerara su identidad catalana incompatible con su identidad española?

R. Mi padre no las veía incompatibles en absoluto. Siempre decía que lo que teníamos que hacer los catalanes era ir a Madrid a hacer política, cosa que él hacía continuamente. Se publicó en un libro que mi padre era una persona prominente de la burguesía catalana, y no es así: mi padre era abogado de burgueses catalanes de textiles. Tenía un despacho con mi tío y tenían como clientes a unos doscientos fabricantes relacionados con el textil, que pagaban una iguala cada mes. Y esto refleja también lo que era el franquismo: ser abogado de los fabricantes textiles consistía en ir a Madrid y obtener cupos de algodón o de lana, permisos de importación, etcétera. El franquismo tenía un punto de vista intervencionista de la economía, y así tenía controlada a la gente, si alguien se portaba mal no le daba el cupo.

P. ¿Cómo describirías la relación entre esa burguesía catalana y el régimen?

R. Esta burguesía textil se benefició enormemente del franquismo por el proteccionismo. Por ejemplo, el ejército necesitaba uniformes, y los fabricantes se disputaban a ver quién los hacía. Lógicamente, la burguesía se adapta a cualquier sistema, y estaba perfectamente acomodada.

P. ¿Hasta qué punto estaban reprimidas la lengua y la cultura catalana?

R. Por un lado, es cierto que había cierta represión. Había una única lengua oficial que era el castellano, por tanto, los actos públicos se tenían que hacer en castellano, con algunas excepciones, como los Juegos Florales que se hacían en catalán. Pero sí que se editaban libros en catalán, en la editorial Selecta, y había un teatro en Barcelona que aún existe, el Teatro Romea, que desde el año 46 sólo representa teatro en catalán. Piensa que cuando acaba la Guerra, Franco, que era una persona muy inteligente, se encuentra con que se le asocia con Mussolini y con Hitler. Entonces lo que busca es incluir a católicos en el gobierno, como Martín Artajo; en Cataluña quiere buscar apoyos dentro de la burguesía catalanista; y también busca que vuelvan los exiliados españoles. Muchos vuelven entre el 45 y el 50, pero él quería que volvieran muchos más porque tiene que recolocarse en Europa y en el mundo. Y este plan lo culmina en el año 53 con el Concordato con el Vaticano, y con los pactos con Estados Unidos. Lo que no estaba permitido era publicar periódicos en catalán, tan solo revistas. Por ejemplo, se admitió una revista en la que yo trabajé dos años y medio, de la que tengo unos extraordinarios recuerdos, que era la revista Destino. Sus primeros números se hicieron en Burgos, y agrupaba a gente como Ridruejo o Laín Entralgo, este grupo de falangistas que después evolucionaron, pero entonces todavía no habían evolucionado. Y después se empezó a publicar en Barcelona, con Josep Vergés como editor. Fue la primera revista que se hizo fuera del Movimiento y tuvo una cierta independencia. Incluso un grupo de falangistas la asaltó en el año 43 y destrozaron el local porque estaban en contra de esta apertura. Pero ya el régimen permitía ciertas cosas, en consonancia con la situación mundial, porque ya se veía que la Segunda Guerra Mundial la ganarían los aliados.

P. Tú te crías en un ambiente de clase media alta de Barcelona, y con veinticuatro años te afilias al PSUC. ¿Cómo se produce ese despertar político?

R. Bueno, en casa se hablaba mucho de política. En casa se recibían cada día 11 periódicos, y a la semana, seis o siete revistas, más algún periódico deportivo. Y se recibían periódicos tanto de Madrid como de Barcelona, como Le Monde o Paris Match…una enorme cantidad. Y yo me aficioné absolutamente a esto. Mi abuelo, que estaba jubilado, se pasaba el día leyendo periódicos; era poco hablador y decía que era sordo, aunque no nos lo creíamos mucho porque por las noches ponía la radio, las informaciones de la BBC de Londres en castellano, no de Radio Nacional de España. Entonces, en casa se hablaba de política. Y ya en el colegio empecé a leer cosas de política y de historia. Tenía un hermano mayor que en aquella época compraba libros de Camus, de Sartre, compraba historias de España que no se vendían aquí, o algún libro sobre la Guerra Civil, y tenía conversaciones con él. Así que cuando llegué a la universidad, en el año 60, ya tenía cierta formación política. Y mi padre tenía muchos libros del mundo catalanista, de Prat de la Riba, Cambó, Estelrich. Leí La nacionalitat catalana de Prat de la Riba a los dieciséis años, y me entusiasmó. Quedé fascinado por el libro y pensé que tenía que salvar Cataluña. Pero después, leyendo otras cosas y hablando con gente mayor, me di cuenta de que esto del nacionalismo era simplemente una tontería intelectual y que lo importante eran la libertad y la igualdad, como grandes valores que se podían canalizar a través de sistemas democráticos liberales, a través de sistemas socialistas. Y creo que entré en la universidad sintiéndome socialista. En la facultad enlacé con un joven profesor, gran amigo, que era Juan Ramón Capella, catedrático de Filosofía de Derecho. Él me pasó el discurso de Carrillo, Después de Franco ¿qué?, y me identifiqué mucho. Venía de una cierta formación marxista, había pasado un verano en París, junto con mi primo Narcís Serra, y allí compré más de 30 libros, todo lo que aquí no podíamos encontrar. Y después, efectivamente fui del PSUC, pero no entré hasta el año 67, dos años después de dejar la facultad.

P. ¿Sigues siendo socialista?

R. Yo digo que soy racionalista, liberal y socialdemócrata. Desde luego, he cambiado a lo largo de los años. Cuando yo me hago del PSUC, acababa de volver de Cuba. Allí conocí una revolución cubana tremendamente idealista, había que crear el hombre nuevo; eso que ahora me parece desastroso, y que fracasó absolutamente, en aquel momento me contagió y pensé que, aunque en Europa esto no podía funcionar porque funcionaba la vía socialista -con el Partido Comunista Italiano y las ideas de Gramsci de ir tomando esferas de poder-, la guerrilla en Latinoamérica era un sistema válido. Esto lo creí por lo menos hasta los años 70. Después regresé a Cuba pero ya con ojos críticos. Pero hubo un momento en Europa que me hizo dudar, y fue Portugal. Portugal tenía un sistema relativamente parecido al franquista, eran dos sistemas no democráticos y allí da un golpe de Estado el Ejército, y no pasa nada, es pacífico y se produce un cambio brutal. Pensé que quizás había una Europa de Francia, Italia, Alemania, Gran Bretaña y otra que era Portugal, España, quizás Grecia, que era una Europa con una cultura política distinta. Esto era en el año 74, y en España iban a producirse la muerte de Franco y la Transición, que ahora se habla como si estuviera medida, como si se supiera todo lo que iba a pasar, cuando había muy pocas certezas. Y fui un entusiasta de la Transición, no puedo decir que fuera protagonista, en absoluto, pero sí que la seguí muy de cerca con algunos de sus protagonistas.

P. ¿No tuviste algo de protagonismo en la Constitución?

R. Bueno, Jordi Solé Tura fue ponente constitucional. Yo estaba ya en la Autónoma, por lo tanto no estaba con él, pero sí que formó un grupo que coordinaba Eliseo Aja, discípulo suyo, y yo estaba en ese grupo. Y por otro lado, yo era discípulo de Manuel Jiménez de Parga, que fue Ministro de Trabajo y estuvo en la UCD; conecté mucho con él, lo considero maestro en muchas cosas, entre otras en periodismo.

P. Ahora que lo mencionas, a ti se te conoce sobre todo como catedrático de Derecho Constitucional, pero antes fuiste periodista.

R. Como te decía, los once periódicos que llegaban a casa a diario, me los leía, en lo fundamental, pero me los leía. Cuando terminé la carrera, mi padre me preguntó qué quería hacer, y lo que tuve claro es que de abogado en su despacho no quería entrar. 

 Pensándolo después, creo que le quité un peso de encima porque el despacho de mi padre, ligado a la industria textil, empezó a entrar en decadencia súbita con el plan de estabilización. Tras la liberalización, de las doscientas empresas textiles, quebraron todas en un plazo de dos años. Por lo tanto, el despacho iba francamente mal. Y yo lo que quería era ser profesor de universidad, pero era muy difícil, tanto entrar en el mundo académico como vivir con un sueldo de ayudante, que era exactamente de 1.815 pesetas al mes. Mi segunda vocación era periodista, y la tercera, editor. Y empecé por esto último, entré en la Editorial Blume y en la revista Destino. Y esta revista que hoy en día es poco recordada, excepto por los que somos mayores, para mí fue una escuela fundamental, de literatura, de humanidad -conocí a unas personas extraordinarias- y de periodismo, porque yo entré de secretario de redacción, y ahí empecé a escribir. La revista tenía una figura central, que escribía cada semana, que era Josep Pla, al que conocí mucho; y había muchos otros escritores, no sólo catalanes, también de otras zonas de España, como Delibes, Azorín, Camilo José Cela… la nómina era interminable. Y allí aprendí a coger confianza para escribir artículos de noticias candentes que tenían que salir antes del cierre, es decir, que podía tener una hora para escribirlos. Aprendí mucho y escribía artículos de todo tipo.

P. ¿Cuál fue tu relación con Josep Pla?

R. Para mí era un ídolo literario. Mi padre era un gran aficionado, tenía las obras completas y lo había leído mucho. Recuerdo que en el verano del plan de estabilización, en el año 59, Pla visitó La Bisbal, se formó una mesa en la terraza de un bar, y yo me metí allí para escuchar. Y uno de los que allí estaba era el director de la sucursal de La Caixa en La Bisbal, un hombre muy inteligente. Y Pla le preguntó cómo veía el plan de estabilización, porque le interesaba escuchar la opinión de todos, la de sus amigos economistas, como Juan Sardá, pero también la del director de una sucursal en un pueblo. Y cuando yo trabajaba en la editorial Destino, me encargaba de Pla cuando venía a Barcelona, y salíamos a cenar. Era un personaje con muchas peculiaridades, entre ellas que no pagaba en los restaurantes. Íbamos a un restaurante bueno de Barcelona, y allí pedía de todo, comíamos, bebíamos… y cuando llegaba la cuenta, que podía estar en torno a las 3000 pesetas de la época, Pla se sacaba 100 pesetas y decía que con eso estaba todo pagado. Y el maître le contestaba que estaban encantados de tenerle ahí, que volviera cuando quisiera. Así iba por toda Cataluña.

P. ¿Cómo vives la llegada al poder de Pujol en 1980?

R. Yo lo vivo fatal. Conocí a Pujol en los años 60-70, y tenía claras dos cosas de él. Primero, que era un hombre muy inteligente y con una cultura más vasta que la inmensa mayoría de políticos. Y segundo, que era un nacionalista radical. Y esta mezcla me daba miedo, por el fanatismo y por el nacionalismo. Y la verdad es que lo recuerdo muy bien, aquella noche fue una noche muy triste. Tan es así que al cabo de unos días surgió la posibilidad de un viaje a Italia por un congreso universitario y me fui para alejarme del tema.  

P. ¿Fue un error que el PSOE no se implantara en Cataluña?

R. Sí, visto desde el presente, creo que fue un error. En aquel momento no recuerdo qué opinaba yo de esto, pero el Partido Socialista de Cataluña se organizó bastante mal, porque quería por encima de todo preservarse y no confundirse con el PSOE. A Felipe y a Alfonso Guerra, no los veían para Cataluña, y sí veían a Joan Reventós que era una gran persona, un luchador antifranquista de verdad, de la burguesía catalana.

P. Pero no atraía al votante natural de un partido socialista.

R. Ni siquiera era un gran político. Estaba también Raimon Obiols, que era su segundo, también un gran luchador y excelente persona, pero no conectaban con lo que podía ser la base de los socialistas, los que votaron en el 77 a Felipe, los que votaron en las municipales a Narcís Serra cuando salió de alcalde. En las autonómicas se plantaban allí, iban a un pueblo de los alrededores de Barcelona, del entorno industrial donde todos hablaban castellano, y ellos les hacían el discurso en catalán porque tenían que demostrar que vivían allí. El PSC siempre ha estado contagiado de nacionalismo, y cuando ha estado a punto de no estarlo, ha vuelto a caer, como por ejemplo ahora.

P. En ese momento existía la ficción, dentro del PSOE de Alfonso Guerra y Felipe González, de que ellos podrían controlar al PSC, y finalmente ha sido al revés: ha sido el PSC quien ha tenido mayor ascendencia sobre el PSOE.

R. Es posible, sí. Yo siempre he oído decir a Alfonso Guerra que se habían equivocado. Es un partido que, teniendo un potencial brutal, no ha sabido triunfar. Es verdad que ahora ha sacado 33 diputados y aunque está empatado con Esquerra, tiene más votos. Pero es que en estas últimas elecciones en Cataluña votó el 51%, o sea, casi nadie. Y pasa que al PSC le han votado los irreductibles, pero también muchos que seguramente habían votado a Ciudadanos la vez anterior. La desaparición de Ciudadanos ha sido una tragedia en Cataluña porque los nacionalistas se han quedado casi sin oposición.

P. Ahora juzgamos el pujolismo con perspectiva, como un régimen longevo que sembró buena parte de los problemas que hemos sufrido después. ¿Pero esto se vio venir?

R. Desde el minuto uno se sabía. Hay que leer el discurso de investidura del año 80, que empieza más o menos así: «Nosotros somos un partido nacionalista. Este será un gobierno nacionalista por encima de todo. Nosotros somos muy distintos del resto de España, tenemos una personalidad propia, tenemos una lengua propia». Ahí está ya el germen de por dónde iba a ir todo, ahí se empezaba la construcción de una nación. Y es lo que se hizo en los años 80 y 90, pero la clase política y periodística de Madrid no se enteraba. Yo estuve muchos años en un organismo de la Generalitat, en el Consejo Consultivo. Éramos siete miembros y nos ocupábamos de dictámenes jurídicos, pero me sirvió mucho para ver la capacidad de odio a España que había en gente estupenda, normal, culta. También asistí a algunas cenas con Pujol en aquella época y lo veía en expresiones suyas o de su mujer. Y en el programa de gobierno del año 80 ya está contemplada la reforma del Estatuto de Cataluña. Quizá eso fue por presión de Esquerra Republicana, porque Pujol necesitaba los votos, también los de UCD, que apoyó la investidura de Pujol. Y en el primer gobierno de Pujol había varios miembros, el propio Pujol incluido, aunque nunca lo dijo claramente porque era un hombre muy hábil, cuya finalidad era la independencia de Cataluña, o dicho de otra manera, la plenitud de la soberanía. Se han utilizado muchas fórmulas para decir lo mismo y creo que sigue siendo así.

P. ¿En qué momento se te hace intolerable el proyecto nacionalizador de Pujol? Porque Ciudadanos no se crea hasta el año 2005, tras dos décadas de incomparecencia de los partidos de izquierda frente al nacionalismo.

R. Absolutamente. Incomparecencia durante los 80, 90 y primeros 2000, con el tripartito. El detonante de la fundación de Ciudadanos es cuando el tripartito se dispone a hacer un nuevo Estatuto elaborado por PSC y Esquerra Republicana como motores principales. Podían llegar a acuerdos con Esquerra Republicana en política de vivienda o de trabajo, pero negociar un nuevo Estatuto eran palabras mayores. Además, Esquerra tiene una virtud y es que son sinceros, nunca ocultan que son independentistas. Por tanto, asociarse con ellos para querer llegar a la presidencia de la Generalitat fue algo imperdonable.

P. ¿Qué relación tenías con Maragall en ese momento?

R. Teníamos una buena relación. Le conocía ya desde hacía muchos años, yo no era del grupo maragallista, pero era amigo de algunos de ellos y del propio Maragall, que era también profesor en la Autónoma. Cuando dejó de ser alcalde, creo que en el año 97, se fue un año a Roma y allí organizó un seminario en la universidad, y asistí. Y paseando por Roma, le comenté que muchos en Cataluña esperábamos que se presentara a presidente de la Generalitat en las siguientes elecciones. 

P. ¿ Maragall era nacionalista?

R. Bueno, Maragall nunca ha tenido ideas muy claras. Siempre ha sido un hombre tremendamente confuso y muy influido por los que tenía alrededor. Y por tanto, ni era una cosa ni la otra. Ahora, en la tarea de compaginar Cataluña con España, bajo mi punto de vista lo hizo de manera excelente con los Juegos Olímpicos. Nadie podía sentirse ofendido. Era un momento difícil, porque los nacionalistas, en concreto Convergència, que era el partido fuerte, estaba en contra; pero Maragall supo manejar esto. El cambio de Barcelona en aquellos años, desde finales de los 70 hasta el 2005, fue brutal. Se recuperaron barrios invivibles de las afueras de la ciudad, la parte antigua se remodeló y quedó muy bien. Y luego está la apertura al mar de la ciudad. Y ahí está el mérito, que empezó con Narcís Serra y Oriol Bohigas, el arquitecto que tenía diseñado todo Barcelona y que era un entusiasta de la ciudad. Y en cierta manera la apertura al mar ya la había previsto un empresario también genial, que era Durán i Farell, fundador de Gas Natural, hoy Naturgy. Es decir, desde los 70 se estaba trabajando en la transformación de la ciudad, y culminó con las Olimpiadas, que fue el gran momento de Cataluña en los últimos 40 años.

 R. Ciudadanos tenía un hecho diferencial que no existía en el mercado político catalán, que era el afirmar no ser nacionalista. También lo decía el PP, ojo, también lo decía Vidal-Quadras en los años 90, pero Pujol tuvo la habilidad de decir que no eran catalanes y la gente se lo creyó. La burguesía que apoya al PP en otras regiones, allí no les apoyaban, estaban con Convergencia, porque el poder estaba en la Generalitat que daba los permisos, las subvenciones, etc. Y Ciudadanos en Cataluña dejó claro que no era nacionalista, ni de ningún extremo. Estaba en una posición más central y así quedó escrito en el ideario que teníamos desde el principio, desde antes de fundarse el partido. Nacemos de un tronco que tiene dos ramas, el liberalismo político y el socialismo democrático, y era un partido pensado básicamente para Cataluña. Después, con el tiempo, llega un momento que parece que puede tener éxito en el resto de España, que hay hueco para un partido que no sea ni el PSOE, ni el PP. De entrada, yo no confié en esto, la verdad, y se lo dije a Rivera. Pero al cabo de dos o tres años vi que podía ser verdad y que sí podía tener importancia en España. Ahora, yo creo que Rivera se equivocó en abandonar el papel de partido central. Es decir, la función de Ciudadanos en España en aquellos años, de 2015 a 2019, era poder ofrecer mayorías para que ni el PP ni el PSOE tuvieran que recurrir al PNV, a Convergencia o a Podemos. Que se pactara hacia el centro. Y por tanto, cuando Rivera empieza a decir que no pactará nunca con el PSOE y no dice nada del PP, al cual quería destruir, por cierto, hubo un cambio de posición que no nos había comunicado. Yo hablé con él poco antes de las elecciones, delante de otras dos personas, y me dijo que lo que yo decía del partido bisagra no servía para nada, y que las reformas que queríamos hacer solo se podían hacer presidiendo el gobierno. Las elecciones eran el 28 de abril, y el 9 yo había enviado una carta con mi dimisión, aunque no se supo hasta julio. Creo que Rivera, que tenía condiciones para ser un gran líder, no quiso escuchar a la gente buena que había en el partido como Toni Roldán, Luis Garicano, o el mismo Valls. Yo decía desde hacía tiempo que en Ciudadanos había mucha comunicación y poca materia gris. Los de comunicación eran los que mandaban.

P. ¿Y qué futuro le auguras al partido?

R. Pues ninguno, yo creo que va hacia la desaparición. Cuando un partido pierde la confianza de los suyos, sintiéndolo mucho, está acabado. Y no estoy diciendo nada nuevo que no sepa la mayoría de la gente. (...)"                    (Entrevista a Francesc de Carreras, David Mejia, The Objective, 25/09/22)

13/2/20

Josep María Salas (consejo nacional del PSC): Hubo amenazas de algunos miembros de la dirección, que llevaron en la campaña electoral (2012) a defender el derecho a decidir. No teníamos que haberlo hecho. Pero esos mismos que hicieron un chantaje interno, ahora están en otro lado: en Convergència, o en Esquerra, o en stand by...

"(...) --Algunos intelectuales cercanos a Ciudadanos han considerado que el PSC es, en realidad, el legado de Jordi Pujol, de la misma forma que Tony Blair fue el legado de Thatcher, según dijo la exprimera ministra británica.

--No, para nada. Me parece poco acertada esa expresión. Nosotros somos los de siempre. Somos socialistas, catalanistas y federalistas. Y no nos vamos a mover. (...) Convergència jamás ha sido federalista.

--Pero se puede entender que el PSC siguió las reglas de juego que había marcado el pujolismo, que nunca dio un golpe en la mesa.


--No quisimos romper la sociedad, cosa que no ha hecho Ciudadanos, por ejemplo, que ha seguido un modelo distinto, de tesis y antítesis. La negación del otro lado no lleva a ninguna parte. El PSC intenta integrar la sociedad, otra cosa es que se hayan cometido errores. Y se cometieron, de forma más táctica que estratégica, como fue la apuesta por el derecho a decidir. 

 Hubo amenazas de algunos miembros de la dirección, que llevaron en la campaña electoral (2012) a defender el derecho a decidir. No teníamos que haberlo hecho. Pero esos mismos que hicieron un chantaje interno, ahora están en otro lado: en Convergència, o en Esquerra, o en stand by.


--Si chantajeron o no, el hecho es que estaban dentro del PSC, y eso quiere decir que el PSC podía defender esas posiciones en algún momento.


--Lo que pasó es que no resistieron la deriva de Convergència hacia los planteamientos independentistas. Pero los fundadores del partido siguen, y hay muchos que están en esa posición de stand by.


--¿Son recuperables?


--Lo que defiendo es que se debe tener una actitud positiva, en general, y, en particular, con algunos. Con Marina Geli, por ejemplo, lo que veo es que era muy combativa con la política de Sanidad de Convergència y ahora está con ellos. Luego está Ernest Maragall, que también se ha ido, a ERC. Quim Nadal, en cambio, está en stand by, es una persona que respetamos mucho. Y repito que los fundadores siguen en el PSC.

--¿Obiols?


--Sí, Obiols, y otros, con sus distintos puntos de vista. (...)

--Porque, ¿quién ha roto el contrato? El ensayista Juan Claudio de Ramón señalaba que él no cree que el constitucionalismo lo haya roto. ¿O el independentismo ha defendido algunas verdades?


--En el diagnóstico, puede ser que haya algún punto de encuentro, pero no en la práctica. El independentismo se ha equivocado, es un proyecto que no va a ninguna parte. Es inviable. El tema, sin embargo, es que desde los extremos no hay solución. Hay dos millones de personas en cada parte. Y, desde los posicionamientos del PP o de Ciudadanos esto no tendrá arreglo. 

Ciudadanos no tiene una terapéutica adecuada para el país. Tiene la de negar, y eso cronifica el problema. Las críticas que lanzan al PSC no se basan en la verdad. Somos federalistas, defendemos la cultura popular catalana, desde las entidades más clásicas a las procedentes de la inmigración, o de las nuevas migraciones. ¡En Convergència a esas expresiones se les daba cobertura desde Bienestar Social!


--Pero Ciudadanos se nutrió de dirigentes del PSC


--De votantes del PSC, de dirigentes poquitos. Muy pocos. Al principio sí, con la inmersión lingüística, hubo un polo de atracción hacia Ciudadanos. Pero durante mucho tiempo tuvieron tres diputados. Luego, con nuestra debilidad, con el derecho a decidir, incrementaron su peso, porque no nos vieron suficientemente fuertes con la deriva independentista.  (...)

--¿Ha tenido siempre el PSC un complejo de no salir a ganar en las elecciones catalanas? ¿Se lo puede creer ahora?


--Se nos ha criticado siempre de eso. Ahora debemos salir a ganar, en diputados, aunque sea difícil por una ley electoral que habrá que cambiar de una vez en algún momento.


--¿Cómo se sale a ganar?


--Trabajando mucho, y creyendo en ello, en que es posible. Esta vez con Miquel Iceta es posible. Debemos transmitir que al país le conviene que la nueva etapa la encabece alguien que mire a los dos lados del abismo. Y creo que los catalanistas moderados que no tienen refugio y los no independentistas se convenzan de que hay un partido no independentista que puede ganar las elecciones. Que es un voto útil. Y si quedamos como primer partido, muchas cosas se podrán cambiar. Cuando se habla de un nuevo tripartito, creo que no se tiene en cuenta que es una fórmula del pasado. Ya no existe. (...)"       (Entrevista a Josep María Sala, Manel Manchón, Crónica Global, 09/02/20)

22/2/19

“¡Desinfectemos!” Vecinos del pueblo de Puigdemont limpian las calles por la visita de Arrimadas...




"Vecinos del pueblo gerundense de Amer, localidad natal del ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, han 'limpiado' las calles tras recibir la visita ayer de una comitiva de Ciudadanos. 

De este modo, han cogido un cubo y una fregona y la han pasado allí donde ayer pisaba Arrimadas, al grito de "desinfectemos”.

La visita de Ciudadanos ha amer ha provocado revuelo, dado que el independentismo lo consideró "una provocación". El propio Puigdemont usó esta expresión para referirse al acto del partido naranja."           (e-notícies, 17/02/19)

31/1/19

¿De qué color pintaremos el cinturón obrero? Todo hace pensar que Ciudadanos será el gran vencedor de los comicios en el cinturón de Barcelona... el último tren de la Izquierda para el cinturón obrero es una opción no nacionalista, nítidamente de izquierda, con carácter transformador y progresista...

"El cinturón obrero de Barcelona, como en cada cita electoral, cobra una especial relevancia para políticos y analistas de todo el país. (...)

 Pero, ¿alguien es capaz de vaticinar que resultará después de las próximas municipales y europeas del 26 de Mayo? (...)

La política, siempre atenta a los cambios, necesitaba regenerarse y lo hizo en forma de dos partidos que aglutinaban el descontento de trabajadores y poderes fácticos, Podemos y Ciudadanos. 

Pero en Cataluña, tras años de hibernación controlada, le teníamos que sumar un movimiento nacionalista que, como cualquier otro movimiento populista, se alimenta de la crisis e impregna con su mensaje a todos los estratos de la sociedad.(...)

 Pero aún faltaban las autonómicas y las generales del 2015. Las autonómicas llegaron de forma premeditada, en pleno auge independentista, y planteadas por los convocantes (el propi Govern) como plebiscitarias. 

Fue entonces cuando el Cinturón Obrero, siempre dialogante y conciliador, optó mayoritariamente por la opción menos beligerante, la que presentaba en aquellas elecciones Catalunya Si que es Pot, y así fue como por primera vez en democracia, el cinturón rojo se teñía de morado. Victoria que repetirían en las elecciones Generales de Diciembre del mismo año y en las posteriores de Junio de 2016.  (...)

En Cataluña el independentismo tensaba la cuerda y los morados se situaban en innumerables ocasiones al lado del nacionalismo secesionista catalán, cosa que no iba a pasar desapercibida por sus votantes.

En diciembre de 2017, tras la aplicación del 155, vuelve otra cita electoral a Cataluña y es entonces cuando el partido naranja, Ciudadanos, gana las elecciones ya no sólo en el cinturón obrero si no en el conjunto de Cataluña.

 La clase trabajadora catalana representada en el cinturón obrero, por primera vez en la historia de la democracia, votaba de forma mayoritaria a una fuerza que no se identificaba con la Izquierda, por primera vez, el cinturón obrero se pintaba de color naranja.

Las próximas elecciones de mayo

Si tenemos en cuenta las múltiples encuestas, el contexto catalán y la tendencia general, todo hace pensar que Ciudadanos será el gran vencedor de los comicios en el cinturón de Barcelona, ya no tanto por la posibilidad de formar gobierno en ciudades importantes, sino porque presumiblemente, obtendrá un considerable aumento en escaños.

El territorio en el que nos centramos, es un territorio marcadamente unionista que, ante el clima de confrontación política en Cataluña, votará la opción más clara y contundente para “resetear” el sistema.

 Los votantes parece que han abandonado el eje izquierda-derecha, de forma más marcada en Cataluña, y votan con el único fin de resolver el que consideran es el mayor problema para la convivencia y la estabilidad ya no sólo en su territorio sino en España.

 En ese aspecto, la formación naranja ha ganado mucho terreno en la última década y ahora su única amenaza es la aparición de Vox que, con un discurso todavía más reaccionario y centralista, seguro que atraerá a una parte, suponemos minoritaria, de los potenciales votantes de Ciudadanos.

La gran incógnita de estos comicios está en el equilibrio de las fuerzas y en la creación de mayorías. El triunfo de los naranjas se da por descontado en términos generales, pero, ¿será capaz de sostener el Partidos Socialista el gobierno en sus Ayuntamientos más importantes? ¿Qué pasará en plazas como Hospitalet, Sant Joan Despí, Badalona, Sabadell o Santa Coloma? ¿Cómo saldrá el nacionalismo catalán después de la jornada electoral?  (...)

¿Qué hay de la izquierda no nacionalista en Cataluña?, ¿No existe una opción de izquierda que no vaya de la mano del separatismo? (...)

Izquierda en Positivo: La opción de la Izquierda No Nacionalista para el Cinturón Obrero.

Seguramente el último tren de la Izquierda para el cinturón obrero sea Izquierda en Positivo, una opción no nacionalista, nítidamente de izquierda, con carácter transformador y progresista. 

Un proyecto ilusionante para todos aquellos que, como un servidor, pensamos que la defensa de la unión de un país y de su clase trabajadora jamás debió ser abandonada por la Izquierda, que la izquierda jamás debió situarse junto a los sentimientos identitarios y supremacistas, principales causantes de la división y confrontación de la clase trabajadora.  (...)

18/12/18

Francisco Frutos (Ex Secretario general del Partido Comunista de España: Si hoy se tolera un golpe de Estado independentista, ¿se debería tolerar otro de signo contrario por una alianza entre los tres partidos de derecha, PP, Ciudadanos y Vox, para liquidar la actual Constitución, acabar con las autonomías y volver a un sistema centralista?

"El trotskista millonario Roures, dueño de Mediapro, accionista de La Sexta, socio receptor del Estado feudal y filo terrorista Qatar, acaba de recibir de manos de Torra el premio de “Republicano del año” por, entre otras cosas, ser el mayor y mejor difusor en el mundo de las ideas y prácticas del golpismo secesionista catalán.   (...)

La breve historia del proceso es que mientras los más ricos y paniaguados del régimen nacionalista catalán decidieron en el lejano 2011, en plena crisis-estafa del capital que había explosionado cuatro años antes, de la cual ellos eran tan responsables como el que más, reducir y privatizar servicios y empresas públicas, eliminar puestos de trabajo y camas hospitalarias, no pagar extras y congelar sueldos y no renovar materiales, los que ya tenían más beneficios entonces los fueron aumentando a pesar de la crisis, tanto en Catalunya como en toda España.

Y, como siempre se tiene que buscar una coartada para mentir con credibilidad, justificaron sus decisiones al más puro estilo neoliberal  en el célebre “España nos roba”, consigna que engatusó a muchos incautos, desinformados y/o deshonestos. Y lo cierto es que la política de drásticos recortes impuesta a los trabajadores catalanes fue tomada de ejemplo y seguida en toda España.

 Los conservadores y neoliberales catalanes, como habían hecho siempre, de acuerdo con los socios políticos y de negocio en todo el país, redujeron las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores acá y allá e iniciaron la marcha de la propaganda separatista prometiendo que con la independencia Catalunya recuperaría todo lo robado y sería un paraíso de bienestar.

Y Roures, un personaje siniestro donde los haya, envolviéndose en banderas pretendidamente revolucionarias por una lado y reaccionarias por otro,  ha sido el principal difusor de las mentiras del régimen secesionista.

Y, como ahora todos claman al cielo porque están en prisión y huidos una serie de personajes, algunos de los cuales han iniciado una huelga de hambre, yo, que no tengo ningunas ganas de que permanezcan en la cárcel, hago la siguiente pregunta-reflexión:

 ¿“Si hoy se tolera un golpe institucional de Estado, se debería tolerar otro de signo pretendidamente contrario si una alianza entre los tres partidos que se disputan la derecha decidiesen liquidar la actual Constitución, acabar con las autonomías y volver a un sistema centralista cerrado”?

 La respuesta es !!!!Noooooooo!!!! Ahí lo dejo….."

(Francisco Frutos. Ex Secretario general del PCE, Crónica Popular, 08/12/18)

29/11/18

¿Qué debería hacer el PSC para evitar la fuga de votos a Ciudadanos? Ciudadanos nació precisamente como alternativa de izquierda no nacionalista cuando el PSC asumió el marco mental del nacionalismo... Y aunque Ciudadanos haya virado hacia el liberalismo, ese colectivo sigue sintiéndose mejor representado por ellos que por el PSC, porque los derechos civiles priman sobre el interés económico... el PSC debe volver a defender públicamente los derechos de sus votantes naturales...

"(...) Un sector crítico de los socialistas catalanes ha advertido de la fuga de votos a Ciudadanos. ¿Qué debería hacer el PSC para evitarlo?

Es evidente que ese trasvase de votos se ha producido. Ciudadanos nació precisamente como alternativa de izquierda no nacionalista cuando el PSC asumió el marco mental del nacionalismo. 

Es un ejemplo de cómo una parte de la izquierda ha traicionado sus principios reemplazando a Marx por Herder, es decir, sustituyendo el discurso de la igualdad por el de la diferencia.

 Y aunque Ciudadanos haya virado hacia el liberalismo, ese colectivo sigue sintiéndose mejor representado por ellos que por el PSC, porque los derechos civiles priman sobre el interés económico. 
Es muy sencillo, si el PSC quiere recuperar esos votos, debe volver a defender públicamente los derechos de sus votantes naturales. (...)"             


5/10/18

¿Qué ha pasado en este país para que un personaje como éste tenga posibilidades de ser alcalde de Barcelona? Torra es mas facha que él. El president del Parlament, el chalado de Bruselas y todo el rebaño de profesores de instituto y amateurs que dirigen la República imaginaria, parecen una colla de payasos al lado de este tipo... lo que ha pasado es que se ha quebrado el consenso interno que sostenía la convivencia en Catalunya... en Barcelona se ha abierto una gran oportunidad y Valls, que es un oportunista profesional, la ha visto... después de que la izquierda regalara buena parte de su base electoral a Ciudadanos...

"Los medios de comunicación del procés, la prensa del movimiento de este país, han puesto el grito en el cielo. Sus voluntariosos comisarios y bien pagados plumíferos parecen estar literalmente cagados por la candidatura de Manuel Valls. (...)

No se trata de que sea un fracasado en su país de acogida. A un tipo que a su edad ha sido alcalde, diputado ministro y primer ministro en Francia, esa etiqueta no le va. No es su talla como político lo que hay que debatir, a menos que queramos compararla con la de sus competidores a la alcaldía o con las figuras que hoy presiden la Generalitat, el Parlament, los partidos políticos catalanes, etc. En esa foto, Valls no es, precisamente, el más bajito. Tampoco el más facha.

La Presidentorra (el concepto es homenaje a Albert Soler del Diari de Girona, el último periodista cuerdo que queda en Catalunya) es bastante más facha que él: el discurso de Torra sobre los españoles (que en la prensa del movimiento apenas ha sido tema) sitúa a Valls bien a la izquierda del actual honorable.

El president del Parlament, el chalado de Bruselas y todo el rebaño de profesores de instituto y amateurs que dirigen la República imaginaria, parecen una colla de payasos al lado de este tipo, formado en la escuela republicana (esta de verdad) francesa. Valls tiene los pies en el suelo, sabe sumar y restar. Sabe lo que es un estado, lo que es Europa, lo que es y no es un referéndum. En resumen, al lado de los de aquí es un profesional.

Claro que es un oportunista, claro que es de derechas, pero me remito a la pregunta del inicio: ¿qué ha pasado en este país para que un tipo como él tenga posibilidades de hacerse con la alcaldía? Pues lo que ha pasado es que se ha quebrado el consenso interno que sostenía la convivencia en Catalunya.

 Aquí unos eran nacionalistas, y otros no. Unos lo eran al 90%, otros al 50%, otros al 10% y otros no lo eran en absoluto, pero todos se respetaban y se soportaban los unos a los otros. Hoy sospecho que la mayoría de los catalanes apoyarían a quien fuera capaz de coser ese divorcio y acercarnos al matrimonio anterior.

 En Barcelona ese deseo es tan fuerte que el cinturón periférico de la ciudad que siempre votó a la izquierda catalanista, hoy vota a un partido de derechas cuya bandera es el antinacionalismo, lo que mucha gente ve como una especie de procés al revés. Es decir, en Barcelona se ha abierto una gran oportunidad y Valls, que es un oportunista profesional (no confundir con uno amateur e ignorante), la ha visto.

Después de que la izquierda regalara buena parte de su base electoral a Ciudadanos, de que el nacionalismo lo dividiera todo con la ilusión de su Ínsula barataria y que revitalizara con sus banderas a la derecha corrupta, tanto en Madrid como en Barcelona, ¿de qué podemos quejarnos?

Este pueblo grande en el que se ha convertido Barcelona tendrá al Valls que se merece. La escuela política francesa es superior a la española. No es un juicio de valor, es una cuestión de años de libertad y en eso nos llevan bastante ventaja.  (...)

 Lean el artículo que Valls publicó hace unos días en El País. Era un producto perfecto. Quiere arramblar con todo; con los antinacionalistas, con los castellanoparlantes, con los asustados por el procés, con los desencantados con todas las demás opciones, y hasta con un buen sector del catalanismo. Pujol, Maragall, Coby, els castellers, el tío Perico y la virgen de Montserrat, si hace falta. No se rían: este tipo puede ganar. Y hay que preguntarse por qué."           (Rafael Poch, CTXT)

6/6/18

¿Y qué ha pasado para que en Nou Barris, gente que votó a Ada Colau, se inclinara por Inés Arrimadas en las catalanas? El cinturón rojo se ha convertido en cinturón naranja. Pura y simplemente porque la gente no quiere la independencia y ven en Ciutadans un dique de contención...

"(...) ¿Y qué ha pasado para que en Nou Barris, gente que votó a la candidatura encabezada por Ada Colau en las últimas elecciones municipales se inclinara por Inés Arrimadas en las catalanas?

Muy sencillo. A la gente que desea seguir manteniendo unos vínculos con España, por procedencia familiar o cualquier otra causa y, en el caso de los “nouvinguts” (para quienes su identidad es la del país de donde proceden) el “Procés” les es indiferente. 

Vino la señora Inés Arrimadas al distrito y preguntó. “¿Estais hartos del ‘Procés’? ¿Si hubiera un botón para acabar con él, estarías dispuestos a apretarlo? ¡Imagínate! ¡Estamos hartísimos! La gente le daría con las dos manos y hasta con los pies. “Ese botón -añadió Arrimadas- es Ciutadans”. 

Y así, claro, nada de extrañar que la gente la votara masivamente. En este sentido, tengo que decir que me preocupa y no me gusta que los barrios pobres voten a la derecha. Pero también hay decir que el nacionalismo catalán y, de rebote, el español, han roto la sociedad en Cataluña. Y ese voto es consecuencia de ello.

¿Está reaccionando la izquierda ante este panorama, nada halagüeño?

En nacionalismo, obviamente, ha tenido y tiene mucho poder y la izquierda en Cataluña y en el resto de España no ha estado a la altura de las circunstancias. No ha cogido la bandera del federalismo y no ha formulado una propuesta concreta. Si lo hubiera hecho, quizá no habríamos llegado donde ahora estamos 

¿Por qué? Porque la mayoría de la sociedad catalana no es partidaria ni del independentismo ni está por una opción, digamos, unionista. Aún sin saberlo, está situada en el federalismo, que es la fórmula más racional y viable de dar salida a los problemas territoriales en España.

 La gente, está claro, lo primero que quiere es recuperar la convivencia y dejar de vivir como lo estamos haciendo ahora, en una sociedad polarizada.

¿Por qué se ha incrementado el voto nacionalista a partir de la crisis?

El nacionalismo catalán es tan centralista como el nacionalismo español. El independentismo no superaba el 20% de los votos ¿Por qué se ha duplicado? Porque la izquierda no ha sabido hacerle frente con un proyecto creíble y porque el PP ha hecho todo lo posible para fomentar esta tendencia. Y hay que tener también en cuenta que Convergencia y Unió abandonó el autonomismo para pasarse al independentismo.

 Sumando los votos de ambos partidos se obtiene un resultado matemáticamente casi exacto de los votos que el bloque nacionalista ha venido obteniendo desde entonces, con el añadido, claro de la CUP. Y ya se sabe que CIU se pasó al independentismo para, sobre todo, tapar la corrupción y los recortes, que habían manejado al estilo de una famiglia.

¿Cómo se vive el “Procés” en los barrios?

Como una realidad paralela. Cómo reclamaba la población en la Rusia zarista (Pan, paz y libertad), la gente de los barrios está preocupada, en primer lugar, por sobrevivir. Luego viene el resto, que también incluye la identidad, que es determinante a la hora de votar, hasta el punto de que el tradicional eje izquierda-derecha ha sido desplazado por la cuestión nacional.

 Así, el cinturón rojo se ha convertido en cinturón naranja. Pura y simplemente porque la gente no quiere la independencia y ven en Ciutadans un dique de contención. En los barrios, la mayoría, como el color amarillo, que lo distingue, perciben el nacionalismo como un conjunto. Yo distingo entre “indepes” (ideología que no comparto, pero respeto) y “procesistas”, que son supremacistas, rompen la convivencia, insultan y son más peligrosos.

 Es imposible convivir con “procesistas”. Cada uno, a su manera, trata de hacer frente a esto. Unos abstrayéndose, refugiándose en su privacidad, y otros manifestando de algún modo su identidad. Por ejemplo, poniendo banderas españolas en los balcones, como contraposición a la otra parte.

¿Los comunes, que tan bien fueron acogidos en las elecciones municipales, están a la altura de las circunstancias?

La base social de los comunes en los barrios, obviamente, no es independentista. Basta echar un vistazo a los partidos políticos que forman parte de los Comunes y la gente nueva que se ha sumado y ninguno de ellos es abiertamente independentista 

¿Qué ha pasado? Entre los comunes hay miedo en ir contra el independentismo, quizá por cálculo electoral, erróneo en todo caso. Sí que hay independentistas entre los comunes, pero son una minoría. No tiene ninguna lógica que la política de un partido se haga en base a la minoría. 

Por eso mucha gente de los comunes está defraudada. En BCN en Comú, los independentistas (que son lo que promovieron la ruptura con el PSC; un tiro en el pie) están hipotecando la política y eso es un error político que se pagará muy caro. No es cierto que haya equidistancia. 

En los Comunes hay dos posiciones claramente diferenciadas. Hay gente federalista, la mayoría, y hay independentistas. También técnicos, politólogos, que les gusta hablar de la nueva política. Término que aborrezco, porque de lo que cuenta es la buena o mala política y no la vieja o nueva política.  (...)

Sin embargo, la clase media que apoya el “Procés”, asustada por la crisis, quiere volver acríticamente a un espacio de confort, sin tener en cuenta que las condiciones han cambiado, confiada en que la independencia de Cataluña es la solución a todos sus males. Visión no solo naif, sino infantil."                         (Entrevista a Iván Torres, vocal y miembro de la junta de vecinos de Ciudad Meridiana. Peru Erroteta, El Triangle, 20/05/18)

1/6/18

Vicenç Navarro: ERC y la CUP, al anteponer el tema nacional –aliados y bajo la dirección de la derecha– al tema social están perjudicando a las clases populares. Y están reproduciendo el argumento etnicista según el cual “hay algo en la manera de ser de los españoles que no los hace sensibles al cambio”

"(...)Luchan sobre banderas pero implementan las mismas políticas anti clases populares

Estos tres partidos son partidos nacionalistas de derechas (unos españolistas y el otro catalanista) que han estado imponiendo (y digo imponiendo porque no estaban en sus ofertas electorales) a la población las políticas de claro corte neoliberal, las cuales incluían políticas de recortes del gasto público y, muy en especial, del gasto público social (como parte de sus políticas de austeridad), así como reformas laborales que deterioraron marcadamente el mercado de trabajo, con una reducción de los salarios y un gran crecimiento de la precariedad. 

Como consecuencia, el nivel de vida y capacidad adquisitiva de las clases populares descendieron marcadamente, mientras que las rentas superiores (y las rentas de la propiedad del capital) aumentaron de forma muy destacable. 

Los datos hablan por sí mismos: en Catalunya, las rentas del trabajo (como porcentaje del PIB) pasaron de representar un 50% en 2008 a un 45,8% en 2017, mientras que las rentas del capital subieron un 42% a un 44,5% durante el mismo periodo 2008-2017 (esta evolución contrasta con la que se ha dado en el conjunto del Estado español, donde las rentas del trabajo “solo” descendieron del 50,1% al 47,3% del PIB, mientas que las del capital pasaron del 41,7% al 42,4%). 

Como consecuencia, en Catalunya el nivel de renta del 20% de renta superior (que vive en la parte “alta” de las ciudades) ha pasado de ser 5,6 veces el nivel de renta del 20% de renta inferior en 2009 a ser de 6 veces en 2016. Una situación semejante ha ocurrido en el resto de España.  (...)

Y para terminar esta lista de indicadores negativos, el salario del 10% de trabajadores con los salarios más bajos se redujo del 2008 al 2015 un 12%. 

Esta es la condición en la que se encuentran grandes sectores de la otra Catalunya de habla castellana. Son los “charnegos” de hoy, que vienen de lugares diversos en España y en el extranjero.
 
La utilización vergonzosa de las banderas por los supuestos súper patriotas para ocultar sus vergüenzas

Esta realidad mostrada en estos datos es la ignorada en el debate sobre el tema nacional. Nunca antes las banderas han sido utilizadas con mayor desvergüenza para ocultar el enorme drama social.

 Las tres fuerzas políticas hoy en España que se presentan como las más “patriotas” (unas en “defensa de la unidad de España”, y la otra “en defensa de la nación catalana en contra de la España que le roba”) son las que están aplicando políticas que han hecho mayor daño a las clases populares tanto en Catalunya como en España. 

El miedo del PSOE a que se le acuse de “antipatriota” explica que se alíe con el PP y con Ciudadanos. Y un tanto igual ocurre en Catalunya con ERC y con la CUP

Ambos partidos, que se consideran de izquierdas, apoyan el liderazgo del pujolismo en el bloque secesionista (corresponsable con el PP y Ciudadanos de la gran crisis social que viven las clases populares de Catalunya, que son la mayoría del pueblo catalán).

 ERC y la CUP, al anteponer el tema nacional –aliados y bajo la dirección de la derecha– al tema social están perjudicando a tales clases populares. Es más, y como dije anteriormente, al afirmar la imposibilidad de cambiar España, están reproduciendo el argumento etnicista según el cual “hay algo en la manera de ser de los españoles que no los hace sensibles al cambio”.

Tales partidos súper patriotas de derechas a los dos lados del Ebro han causado la enorme crisis social

 Las políticas neoliberales (las reformas laborales y las políticas de austeridad) han tenido un impacto muy negativo en la calidad de vida y bienestar de la población catalana. Además del descenso salarial y del aumento de la precariedad, los recortes en los servicios públicos (de los más acentuados en España) han tenido unas consecuencias muy negativas. (...)

En realidad, el PDeCAT ha sido uno de los partidos en las Cortes Españolas que han ayudado más al PP para que este consiguiera sus grandes parcelas de poder. Sus votos han sido determinantes no solo para aprobar la legislación neoliberal, sino también para elegir a figuras clave como la Presidenta de las Cortes Españolas, la Sra. Ana Pastor.
 
Estas políticas de austeridad se han desarrollado como parte de una estrategia para favorecer la privatización de los servicios públicos, siendo la sanidad y la educación un claro ejemplo de ello

 El ex consejero de Salud, Boi Ruiz (que había sido la cabeza de la patronal sanitaria privada), hizo declaraciones explícitas en este sentido. Y la ex consejera de Educación favoreció a las escuelas privadas a costa de las escuelas públicas. 

Pero estas políticas, favorecedoras de los servicios privados, fueron acompañadas de un intervencionismo favorable con los propietarios de los servicios privados a costa de los usuarios, política que ha tenido un impacto devastador en la vivienda, siendo el elevado precio del alquiler una de sus consecuencias, habiendo alcanzado un drama social.  

Los desahucios de personas y familias que no pueden pagar el alquiler han llegado a niveles escandalosos (ver “Uno de los derechos constitucionales más ignorados en España: el derecho a la vivienda”, Público, 10.05.18). 

Y para acentuarlo todavía más, los “súper patriotas” como el PP, Ciudadanos o el PDeCAT han aprobado, junto con el PNV, el “desahucio exprés”, facilitando que el período de desahucio se reduzca a dos meses, medida que afectaría a millones de catalanes que incluso sin estar desahuciados estarían bajo el enorme temor de poder estarlo. 

¿Cómo pueden presentarse estos partidos neoliberales como defensores de la patria cuando están dañando a la gente que son componentes claves de tal patria?

En realidad, los partidos secesionistas han atribuido la crisis social a la pertenencia de Catalunya a España, y a la falta de soberanía de la primera para poder realizar sus propias políticas públicas de desarrollo. 

Identificando España como el Estado español, tal argumento ha atraído a sectores de la población catalana que no son particularmente secesionistas pero sí creen que será imposible para Catalunya resolver su enorme crisis social sin separarse de España e independizándose del Estado español. 

Tal argumento podría ser coherente en caso de que los que lideraran el proceso de secesión fueran fuerzas políticas comprometidas con otras políticas distintas y opuestas a las que se están aplicando en Catalunya y en España.

 Y ahí está el punto flaco del argumento secesionista progresista, pues la fuerza política que lidera hoy el movimiento independentista representa una opción conservadora neoliberal responsable de la crisis actual. Es poco creíble que el PDeCAT hiciera una política distinta a la que ha realizado hasta ahora. 

En realidad, sus dirigentes y pensadores en temas económicos (promovidos por los medios públicos de la Generalitat) son conocidas figuras neoliberales. Y como se demostró en la transición española, el que controla la transición controla el producto final. (...)"