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9/3/21

Da la sensación de que el alto el fuego definitivo anunciado por ETA hace casi una década se ha tomado como una amnistía al deber moral de volver la vista atrás con rigor histórico y ético. Eso no conlleva ánimo de revancha, solo voluntad democrática

 "(...) Albert Camus llevó al teatro el microcosmos del terrorismo en los últimos compases del régimen zarista y su debate interno sobre las líneas rojas. “Y si el pueblo entero, por el que luchas, se niega a que maten a sus hijos, ¿habrá que castigarlo a él también?”, pregunta un personaje a otro, el más frío y radical, que responde: “Si es necesario sí, hasta que comprenda”. 

ETA cruzó todas las líneas rojas y no hizo comprender ni mucho menos. Ahora a sus exmiembros —y a quienes los justificaron— les queda completar el camino de regreso al otro lado. Se trata de ir hasta el fondo de las palabras y de las ideas para reconstruirlas. Es algo más que acatar unas reglas de juego para participar en elecciones y ocupar cargos públicos. A las personas se las juzga por sus acciones, recordaba Tolstói, y se descuida que la palabra también es acción: el discurso de una persona es un espejo de sí misma. (...)

Una manera de reconocer y dignificar a las víctimas del terrorismo habría sido el fortalecimiento cualitativo de la democracia, aposentándola en “la imaginación, la generosidad, la transacción y el consenso”, como defendía Ernest Lluch. Saco esto a colación tras haber visto dos series documentales sobre ETA y haber revivido mi infancia y juventud con el telón de fondo de los años de plomo. 

Es doloroso, pero necesario, recordar que hubo un tiempo en el que no eran una anomalía los casquillos en la acera y las mantas sobre cadáveres, las cartas de extorsión que ponían en un dilema perverso a gente trabajadora, nombres escritos en dianas, féretros de inocentes a veces poco arropados, columnas de humo sobre coches en llamas, edificios reventados donde vivían familias o se iba a hacer la compra. Y ojos que se bajaban o miraban a otra parte, todo envuelto en silencio, toneladas de silencio que impregnaban el alma como una fina lluvia tóxica. 

Cada acto criminal tuvo un primer radio de acción devastador en el círculo de la víctima, para luego propagarse por las calles y la intimidad de las demás casas, inoculando el temor y la división. No solo se aniquilaron personas y se rompieron vínculos: también se arrebató todo lo que este país pudo haber sido sin violencia después de la dictadura. He oído la voz de familiares y víctimas que no conocía, he vuelto a ver las caras de quienes tuvieron coraje para movilizarse y he rememorado las manos pintadas de blanco, millones de ellas, que exigían “¡basta ya!”.

Una encuesta difundida antes del estreno de El desafío: ETA indica que entre los jóvenes hay un enorme desconocimiento de lo que ocurrió. En un capítulo de ETA, el final del silencio, se le pregunta a un grupo de universitarios si saben quién fue Miguel Ángel Blanco. La respuesta de la mayoría es el silencio. Da la sensación de que el alto el fuego definitivo anunciado hace casi una década se ha tomado como una amnistía al deber moral de volver la vista atrás con rigor histórico y ético. Eso no conlleva ánimo de revancha, solo voluntad democrática. 

Lo contrario significa pasar página en falso, no distinguir lo blanco de lo negro, olvidar que el presente es la encrucijada entre el pasado y el futuro. ¿Sabemos hoy en qué punto estamos? ¿Hemos elegido el camino fácil, que consiste en sostener juicios categóricos con énfasis sentimentales, en romper la comunicación con enunciados reiterativos o en aferrarse a una opinión para librarse de todo razonamiento posterior (como alertaba Karl Jaspers)? ¿O hemos emprendido la vía difícil y necesaria, la que penetra en el fondo de la verdad y no pone trabas a la pregunta siguiente?"           (Marta Rebón, El País, 29/11/20)

25/1/21

Maddalen Iriarte (Portavoz de EH Bildu en el Parlamento vasco): «El daño causado por ETA está reconocido; que fuese o no injusto depende de cada relato» ... "Señora Maddalen Iriarte, necesito preguntarle. Según su relato, ¿el asesinato de mi padre fue justo?"

Iñaki Garcia Arrizabalaga @igarri_naiz 

 Señora Maddalen Iriarte, necesito preguntarle. Según su relato, ¿el asesinato de mi padre fue justo? 

11:58 p. m. · 23 ene. 2021·Twitter Web App
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 "(...) ¿No facilitaría todo que desde el otro lado, los presos de ETA y la propia Bildu mostrasen un rechazo explícito a sus acciones?

- Yo creo que los presos han reconocido el daño causado y se han comprometido de forma absoluta con la no repetición de lo ocurrido. El compromiso de los presos con la pacificación y con la convivencia en Euskadi es muy grande.

- ¿Bildu ha hecho ya todo su recorrido ético?

- Absolutamente.

- ¿Reconocerá Bildu y la izquierda abertzale el daño injusto causado por ETA?

- El daño causado por ETA está reconocido.

- ¿Y su carácter injusto?

- Los términos justo o injusto... Aquí cada uno tendrá su relato que hacer. Si le digo que las declaraciones de Mendia sobre que el Estado español está sobre la media de torturas... ¿Eso era justo o injusto? No me importa. Pero ella implícitamente acepta que la tortura fue sistemática y que ha mirado a otro lado.(...)"              

(Entrevista a Maddalen Iriarte. Portavoz de EH Bildu en el Parlamento vasco, David Guadilla, El Correo, 23/01/21)

11/6/19

Estamos «inquietos y consternados» al ver que intelectuales que se proclaman de izquierdas «se envilecen» mintiendo sobre la realidad del terrorismo de ETA, sostienen una ideología nacionalista excluyente y pisotean la memoria de sus víctimas.

"En apoyo de las víctimas de Josu Ternera.

En Libération del 31 de mayo de 2019, Alain Badiou, Étienne Balibar, Thomas Lacoste, Jean-Luc Nancy, Toni Negri y Jacques Rancière firman un artículo titulado: «En apoyo de Josu Urrutikoetxea». Podría producir risa si no despertara la historia de crímenes trágicamente absurdos e inútiles.

Estos firmantes no se avergüenzan de comparar implícitamente a la España democrática con la Suráfrica del apartheid, para denunciar la detención de uno de los jefes de la organización terrorista vasca ETA disuelta en mayo del 2018. «¿Se puede imaginar -preguntan- en Suráfrica, en junio de 1991, una vez abolidos los pilares de las leyes del apartheid, que el futuro premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, fuese mandado de nuevo a la cárcel?».

 ¿Quieren que pensemos que los vascos estaban segregados como los negros surafricanos? ¿O que este jefe de ETA se merece una recompensa porque finalmente ha decidido que los homicidios ya no son útiles para su causa?

Los firmantes fingen olvidar que en 1977, con Franco muerto y enterrado, todos los prisioneros de ETA se beneficiaron de la Ley de amnistía y salieron de la cárcel. Los militantes que, como Urrutikoetxea (más conocido con el alias de Josu Ternera), siguieron matando a centenares de personas, atacaron frontalmente a la democracia y al espíritu de compromisos abierto por la Constitución de 1978. 

Asesinaron a conciudadanos desarmados en un País Vasco gobernado por un partido nacionalista que defiende la independencia de este territorio. Durante las décadas en que Josu Urrutikoetxea fue jefe de ETA, la organización intentó impedir la transición post-franquista cometiendo muchos atentados en los momentos de negociaciones más delicadas: 66 muertos en 1978, 76 en 1979, 92 en 1980, y luego entre 19 y 52 muertos por año durante el decenio de 1980.

Estos firmantes también aparentan creer que la decisión de Josu Urrutikoetxea de dejar de matar lo exime de responsabilidades penales. Sin embargo, está actualmente perseguido por haber ordenado en 1987 un atentado con coche bomba contra una casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, donde se alojaban familias, provocando 88 heridos y 11 muertos. 

Entre éstos, 6 niños: las gemelas Miriam y Esther Barrera, de 3 años; Silvia Pino, de 7 años; Rocío Capilla, de 12 años; Silvia Ballarín, de 6 años; Ángel Alcaraz, de 17 años. Para los militantes de ETA, los guardias civiles eran perros (en euskera, txakurrak); y sus hijos, hijos de perros.

Detenido en Francia en 1989 y después extraditado, Josu Ternera pudo presentarse en 1998 y 2001 en las listas electorales del partido asociado a ETA. Elegido parlamentario autónomo vasco, fue miembro de la Comisión de Derechos Humanos, nombramiento recibido como un insulto por las asociaciones de víctimas y por los vascos no nacionalistas.

 ¿Hay que reír o llorar cuando unos intelectuales mediáticos atribuyen «altura moral» a este nacionalista cruel que nunca ha puesto en tela de juicio sus mortíferas decisiones? Alain Badiou considera que los relatos de las atrocidades de la revolución cultural de China son una caricatura[2]. Se entiende que no sienta necesidad de buscar precisiones sobre los años negros del terrorismo nacionalista vasco. Decir que ETA ha «entregado sus armas a la población vasca» es un doloroso sinsentido. ¿A qué vascos? ¿A los vascos que asesinó?

Los firmantes aluden al papel de Josu Urrutikoetxea durante las negociaciones de 2006 que precedieron al final de la organización (hubo 12 asesinatos entre la tregua del 2006 y el último atentado de 2010 que segó la vida del policía francés Jean-Serge Nérin). Insisten sobre la palabra «unilateral» como si sólo la generosidad de los terroristas explicase su disolución. Los militantes encarcelados que han buscado el perdón de sus víctimas han tenido el valor de poner fin unilateralmente a la razón del terror. Pero ellos no merecerán el apoyo de los seis firmantes.

 Los partidos políticos españoles no otorgaron ninguna legitimidad a la famosa Conferencia Internacional presidida por Kofi Annan, porque no reconocieron la existencia desde 1978 en España de un conflicto entre dos campos. Hubo, por parte de ETA, uso del terror para imponer a todos los ciudadanos una concepción única del País Vasco. Las víctimas de ETA rechazan también el concepto de conflicto porque quieren que se hable de los asesinatos. Muchas esperan justicia, y entre ellas las familias de los niños muertos en Zaragoza en 1987. Continúa habiendo más de 300 crímenes de ETA sin resolver.

Estamos «inquietos y consternados» -como dicen los firmantes acerca de la detención de Josu Ternera– al ver que intelectuales que se proclaman de izquierdas «se envilecen» mintiendo sobre la realidad del terrorismo de ETA, sostienen una ideología nacionalista excluyente y pisotean la memoria de sus víctimas.

[1] Han manifestado su apoyo a este texto: 

Diego Escamez (profesor, Biarritz), Antonio Jiménez Blanco (catedrático), Cayetana Álvarez de Toledo (diputada), Félix de Azúa (escritor), Andrés Trapiello (escritor), Guillermo de la Dehesa (economista), Francisco Sosa Wagner (catedrático), Mercedes Fuertes (catedrática), Francisco Javier Irazoki (escritor), Gorka Maneiro (exdiputado del parlamento autónomo vasco), Alfonso Ruiz Miguel (catedrático), Ramón Puig de la Bellacasa (catedrático), Juan Calaza (economista), Ramiro Cibrián (embajador), Carlota Solé i Puig (catedrática), Juan Carlos Fernández Savater (pintor), Pablo Barrios (catedrático), Roberto Blanco Valdés (catedrático), Carlos Martínez Gorriarán (profesor), Félix Ovejero (profesor), Francisco J. Laporta (catedrático emérito), Pablo de Lora (profesor), Josu de Miguel Barcena (profesor), Juan Carlos Bayón (catedrático), Juan Antonio García Amado (catedrático), José Luis Colomer (profesor),Alfonso García Figueroa (profesor), Rafael Hernández Marín (profesor), Marina Gascón Abellán (profesora), María Pilar Gutiérrez Santiago (catedrática), Luis Rodríguez Abascal (profesor), Manuel Atienza (catedrático), Julián Sauquillo (catedrático), José Luis García Guerrero (profesor), Pablo Meix Cereceda (profesor), Miguel Díaz García Conlledo (catedrático), María José Villaverde (catedrática), Alfonso Valero (profesor), Antonio Hermosa Andújar (profesor), Françoise Morvan (escritora), Soledad San Miguel (traductora).


22/5/19

El jefe etarra Ternera, era gracias a los votos del PNV, miembro de la comisión de Derechos Humanos del parlamento vasco, lo cual no está nada mal para un jefe de asesinos y lo dice todo sobre el macabro sentido del humor de los nacionalistas vascos y sobre su moralidad acrisolada... por lo mismo, quedamos a la espera de que ERC y Junts per Puchi inviten al jefe etarra a visitar el Parlament y tributarle una nutrida salva de aplausos...

"Una de las fotografías impresionantes en torno al terrorismo de ETA la publicó, si no recuerdo mal, yo al menos la vi allí, El País, a principios del año 2.000. Mostraba al socialista Fernando Buesa, que había sido vicepresidente del Gobierno autónomo --en un gobierno regional de coalición con el PNV, entre 1991 y 1994--, en el Parlamento vasco, de pie entre los escaños, charlando con otros electos.

Buesa, un hombre de 54 años, canoso, con pelo y barba blanca, iba vestido con pulcritud y elegancia, en una pose también elegante, con los brazos cruzados y estaba casi del todo él de espaldas, seguramente no para no ver al fotógrafo sino para no tener que saludar a alguien que pasaba en actitud furtiva por detrás de él, un tipo corpulento, de rostro tosco y aire primitivo, con una expresión reconcentrada de odio y de rabia: Josu Ternera

Buesa de traje y corbata y Ternera con camiseta y jersey de tela áspera, parecían componer la estampa del torero y el negro astado de 500 kilos que pasa de refilón, rozándole. A la sazón el jefe etarra era, gracias a los votos del PNV, miembro de la comisión de Derechos Humanos del parlamento regional, lo cual no está nada mal para un jefe de asesinos y lo dice todo sobre el macabro sentido del humor de los nacionalistas vascos y sobre su moralidad acrisolada. 

Ver aquella imagen casi daba escalofríos y recuerdo que pensé en lo violento y repugnante que tenía que ser para los parlamentarios demócratas vascos verse las caras, cada día de sesión, con los batasunos de EH, cómplices de los asesinos de sus camaradas y quizá de sus propios asesinos; tuve algo parecido a un presentimiento, que se confirmó en febrero del año 2000, cuando la banda de Ternera asesinó a Buesa y a su escolta, un ertzaina llamado Jorge Díez Elorza, con un coche bomba. 

A Ibarretxe este crimen demasiado vistoso le obligó a romper su pacto de gobierno con EH, lo que desde luego fue un incordio para él, pero al mismo tiempo en cierta manera también fue un alivio al librarle de un adversario correoso, pues Buesa, que había sido vicelehendakari en el gobierno de coalición PNV-PSE de 1991-1994, tenía los conocimientos, la autoridad intelectual y sobradas habilidades retóricas y discursivas para sacarle continuamente los colores en el Parlamento por aquel pacto.

Después de tantos años de aquella foto y de aquellos crímenes, la caída del Ternera en la operación “Infancia Robada” --en alusión a las niñas hijas de guardias civiles muertas en el atentado de 1987 que él encargó contra el cuartel de Zaragoza-- es objetivamente y a todos los efectos una buena noticia, pero no todo el mundo lo ve así. 

Por un lado están los calumnistas habituales que tratan de empañar el éxito de la Guardia Civil con sus sospechas de listillo sobre el preciso momento en que se ha producido la detención y con elucubraciones ruines sobre maquiavélicas conspiraciones gubernamentales para obtener con esta detención réditos de cara a las elecciones; idea retorcida e inconsistente, pues parece que Sánchez si no tiene el apoyo de ERC necesitará para gobernar el de Bildu.

Por otro lado, a los batasunos, bildus, sortus, amigos, parientes, conocidos y saludados de los etarras, la detención del Ternera no les parece bien, no contribuye a la convivencia pacífica del noble pueblo vasco ni a la democracia, y lamentan que cuando el pueblo está volcado al futuro los Estados, sobre todo el Estado español, se empecinen rencorosamente en revolver el doloroso pasado, en volver a épocas oscuras de represión, ya superadas. Josu libertad. Había que haberle dejado en paz en su cabaña de Heidi en los Alpes. No la toques más, que así es la rosa.

Quedamos a la espera de las reacciones de ERC y Junts per Puchi, que no cabe duda de que en cuanto puedan invitarán a Ternera a visitar el Parlament y tributarle una nutrida salva de aplausos. Luego Ternera podría pasarse por los estudios de TV3 para que le entrevisten, de tú a tú, algunos de sus más distinguidos locutores y humoristas. 

Al fin y al cabo el nacionalismo catalán aplaude, venera y respalda a personajes como Otegui (capitoste de ETA), Carles Sastre (asesino de Bultó), o Gonzalo Boye (secuestrador de Revilla). Si esos tres ya han cabido en el gran corazón de los nacionalistas catalanes, háganle un hueco también a Ternera, pues una de las siete obras de misericordia según Jesucristo es “visitar a los presos”, y el bueno de Josu ha sido un “héroe de la retirada”, como ha dicho Eguiguren con una expresión ciertamente ofensiva por inoportuna. 

Y ya sabemos por las películas de la tele que un asesino en serie puede ser también, si se le da ocasión, bona gent. ¿Para qué ensañarse con el vencido? Que lo excarcelen cuanto antes, en atención a su edad y sus achaques de salud. 

Que le invite Torrent a discursear en el Parlament; que acuda, quizá del brazo de Carod, que como conseller en cap tuvo sus charletas clandestinas con papá, en Perpiñán, en famosa ocasión; que le reciban los parlamentarios lacis con una nutrida salva de aplausos; que lo lleven luego a las tertulias de la nostra, que le haga unas gracietas de las suyas Toni Soler; Roures podría hacerle un documental; en fin, el tratamiento VIP que merecen los representantes injustamente perseguidos de los pueblos oprimidos."                 (Ignacio Vidal-Folch, Crónica Global, 21/05/19)

18/7/16

¡Cuán larga es la deriva del Síndrome de Estocolmo en una población tanto tiempo secuestrada por el terror!

"El día 24 de junio de 1981, en Tolosa (Guipúzcoa) hace ahora 35 años, tres hombres fueron ametrallados por ETA tras salir de comer en el bar de cada día.

Eran tres jóvenes que se ocupaban en la venta de libros a domicilio.

Alguien dijo que eran policías.

Iñaki Ibargutxi Erostarbe. Miravalles-Ugao. Bizkaia. 26 años. Soltero, militante de EGI.

J. Manuel Martinez Castaños. Durango, Bizkaia. 26 años. Casado, padre de dos hijos.

P. Conrado Martinez Castaños. Durango, Bizkaia Vecino de Bilbao. 31años. Casado, padre de un niño y militante del PCE-EPK.

Los dos primeros murieron en el atentado y Conrado nueve meses después.

Natividad Burgoa. Bilbao, mujer de Conrado, recibió una nota de ETA diciendo que había sido un error. No pudo soportar la pérdida y murió un año después.  (...) 

Pendiente aún la dignificación de las víctimas del franquismo, parece inverosímil no se asuma una clarificación concienzuda de las víctimas y secuelas que el terror ha causado en nuestra sociedad en tiempos de democracia. Es por otra parte lamentable constatar las dificultades sutiles y groseras que se encuentran en el camino a la hora de dar a conocer o recordar hechos que no son considerados relevantes o que por distintas circunstancias resulta incómodo verbalizar.

Imagino que no debe ser fácil reconocer que cuanto has hecho dentro de una organización terrorista, no ha servido de nada positivo ni para el país ni para uno mismo. Dentro de un grupo autoritario no queda espacio para la crítica y es también el terror quien rige el comportamiento -el disidente es un peligro, un enemigo a exterminar-.

 Por ello debe ser casi insoportable desde la reflexión, afrontar que su militancia ha sido un tiempo perdido, un tiempo negativo que sólo ha servido para generar dolor y víctimas: gente desterrada por la extorsión (¿cuantos suman esta verdadera diáspora?)… gente enmudecida, con la boca tapada por el miedo, viviendo un exilio interior -como durante el franquismo-… 

¡Tantas vidas rotas, tantos muertos, viudas y huérfanos, tanta pérdida y desolación!  ¿Cuántos atentados y dramas personales quedan aún bajo la mesa ocultos y sin resolver?…   (...)

Y, ¡cuán larga es la deriva del Síndrome de Estocolmo en una población tanto tiempo secuestrada por el terror!  (...)

 Por eso resulta especialmente penoso ver el suflé que desde el llamado “entorno abertzale” y, lo que es más grave, desde organismos afines al Gobierno Vasco, se cocina para configurar un complejo aparataje donde todas las violencias se equiparan, lugar donde se ajusta “el relato”. 

Ahora nos dicen, es momento de reflexión, ¡siempre lo ha sido!. Sí, siempre estamos a tiempo de revisar la memoria, aclarar los hechos, asumir responsabilidades, de denuncia, reconocimiento y dignificación de cuantos han sido asesinados, de reconocer todas las víctimas caídas por disentir, resistir, oponerse o pasar por allí.

Es cada día más importante llamar a las cosas por su nombre sin escondernos en el eufemismo engañoso o servil que esconde o edulcora la realidad. Cada cual tiene -tenemos- un grado de responsabilidad en lo ocurrido, por acción u omisión mantuvimos una posición, por lo tanto cada uno será responsable de su silencio, tibieza o complicidad.

El terror de ETA ha producido entre nosotros un deterioro moral, causa y consecuencia que, como la carcoma, deteriora las vigas y la estructura de nuestra casa común, de nuestra convivencia. Por ello es imprescindible para la recuperación de las personas y de la armonía social, una revisión ética que, desde los derechos humanos, centre el análisis, dirima responsabilidades y establezca pautas para el futuro.  (...)

¡Nos gustaría tanto pasar página! pensar que todo ya pasó, pero es una ilusión pues quedan tareas pendientes y será bueno afrontarlas cuanto antes. Además de la herida y la cicatriz, el vacío por la pérdida y la ausencia, queda pendiente escribir las páginas de nuestra historia, general e individual…

Porque -mientras la salud, la memoria y la honradez nos asistan- es preciso profundizar en la etiología de la enfermedad, en las causas profundas que llevan a un niño, un joven o una madre a ser pasto del odio y gritar por la calle: ¡ETA mátalos! como si el “comando x” fuera el Ángel Exterminador, alguien a quien se pudiera recurrir, invocar o suplicar para que un dios todopoderoso y ciego, le enviara a eliminar al contrario.  (...)

Cada cual debe asumir su parte de responsabilidad, recordar dónde estaba, cuánto hizo o cuánto calló, atreverse a escribir y contar su historia para que individualmente y como sociedad  podamos afrontar lo ocurrido y evitar que vuelva a pasar.  (...)

Escribo estas letras en nombre propio y de cuantos en voz alta o baja están conmigo, cumpliendo con mi obligación de ciudadano y amigo de Conrado y Nati. 

En cualquier caso, hablar y escribir de nuestro pasado tormentoso nos ayudará siempre a conocernos mejor, enfrentarnos con nuestros demonios y a dormir más tranquilos aquí, en el reino de los justos."             (Marcos Hernando, La Tribuna del País Vasco, 06-07-16)