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29/5/23

Xavier Rius: el proceso ha abierto en canal nuestra miserias... hemos retrocedido: no somos una nación, somos una tribu. Hemos vuelto a los tiempos de los bergistanos, los lacetanos, los layetanos. Anque ahora sólo hay dos: la de los lazos amarillos y la otra... Los países, para salir adelante, necesitan grandes consensos sociales y el proceso lo ha roto todo... entraremos -por culpa del proceso- en un largo período de decadencia si ya no lo estamos ya

 "Cuando Pujol cumplió 80 años, TV3 emitió un programa de homenaje a cargo de un periodista de confianza: Miquel Calçada. En un momento de la entrevista, el presentador le peguntó al expresidente:

-       “¿Cuál sería el momento en que nos tendríamos que haber consolidado?”
 
Pujol, tras unos instantes de reflexión, dijo: “Probablemente en el siglo XV. El XV y el XVI. En el XVI ya hemos perdido pero en el XV quizá todavía podríamos haber hecho alguna cosa”.
 
En efecto, uno de los principales misterios de la humanidad -al menos para la historografía catalana más nacionalista- es por qué Catalunya no se consolidó como estado nación cuando tocaba. Se han eleborado las más curiosas teorías al respecto.

En general se culpa a la decadencia medieval. El famoso lo mal any primer de 1333. Plagas, terremotos, epidemias, la peste negra.

A mí no me ha cuadrado nunca demasiado. Inglaterra perdió el 40% de su población y luego construyó un imperio.

En mi opinión de aficionado a la historia, la guerra medieval de 1462-1472 -la Generalitat contra el Rey, les sonará- fue decisiva. Imaginen cómo debía quedar el Principado tras un conflicto civil de diez años cuando apenas tenía unos 400.000 habitantes.

En una época, además, en que no había la Convención de Ginebra para atenuar los efectos de la guerra en la medida de lo posible.

Para colmo acabó en tablas.

Pero yo creo que el proceso ha abierto en canal nuestra miserias: ¿cómo quieren gobernar una república si ni siquiera saben gobernar una comunidad autónoma? Es verdad que suena fatalista. Pero a los hechos me remito.

Sería esa alergía al poder -al ejercicio del poder- del que hablaba Vicens Vives hace más de 50 años en su Noticia de Cataluña: el Síndrome del Minotauro. Quizá por eso fuimos más fenicios que cartagineses, aunque no es que éstos últimos acabaran muy bien. Más comerciantes que funcionarios.

Incluso hemos retrocedido: no somos una nación, somos una tribu. Hemos vuleto a los tiempos de los bergistanos, los lacetanos, los layetanos. Anque ahora sólo hay dos: la de los lazos amarillos y la otra.

Esto imposibilita avancar. Los países, para salir adelante, necesitan grandes consensos sociales y el proceso lo ha roto todo.

La decadencia medieval empezó por una seria de conflictos sociales -la Biga contra la Busca, los payeses de remença, etc- que precipitó la decadencia y su consolidación posterior como estado.

Al igual que ahora, entraremos -por culpa del proceso- en un largo período de decadencia si ya no lo estamos ya."                     (Xavier Rius, e-notícies, 09/03/23)

15/7/22

Contra el uso de la historia (y la pseudohistoria) como ‘hecho diferencial’... la tradición de la mona –el huevo de pascua– nos retrotrae al pasado glorioso de la Marca Hispánica

 "Abría Francesc Valls su reciente artículo -“Negocios carolingios”- sobre las sinvergüenzadas y declaraciones thatcherianas de don Gerard Piqué, recordando que movidos por la pasión, nunca interrumpida, siempre alimentada, de encontrar hechos diferenciales se acostumbraba a hablar del pasado carolingio de Cataluña en contraposición al visigótico o más directamente árabe del resto de España. “La festividad de San Esteban es carolingia, aunque en Francia no se celebre, porque nos enlaza con Europa. También la tradición de la mona –el huevo de pascua– nos retrotrae al pasado glorioso de la Marca Hispánica”.

Algunos insignes independentistas, proseguía el periodista de El País, lo recuerdan a través de tuits tanto como la prensa digital adicta al procés y generosamente regada con dinero público. De esta manera se ha intentado y se sigue intentado cultivar la idea de la diferencia ancestral: “frente a la España del Emirato de Córdoba se erigía la Cataluña carolingia, que llegaba –eso sí– hasta el río Llobregat y dejaba fuera a Lleida y Tarragona. Poco importa que dependiera política y religiosamente de los francos o que a ambos lados de la imprecisa frontera hubiera gentes de unas u otras creencias”. Hay que regar, sea como sea, el gen de la diferencia separadora. Para el nacional-secesionismo, es esencial buscar una justificación (pseudo)histórica con supuesto barniz científico. La ciencia (manipulada) al servicio de la Gran Causa.

Pero el caso real, señala oportunamente Valls, “es que los descendientes de los francos se diferencian poco del resto de Hispania en el siglo XXI. Sobre todo a la hora de exhibir su destreza comisionista”. Piqué no ha dudado en traicionar sus raíces carolingias para negociar que la Supercopa de España se celebrara en Arabia Saudí. “El dinero que mueve la competición asciende a 40 millones de euros por año hasta 2029, de los que un 10% –4 millones anuales– va a las arcas de la empresa del defensa del Barça”. Es decir, a sus ganancias personales. Unos 30 millones, más de lo que ganaría un trabajador medio catalán trabajando 50 años en cada una de sus doce reencarnaciones.

El artículo de Valls sigue por los mismos caminos de crítica y claridad y finaliza señalando que “el dinero, además de no oler, ni siquiera tiene patria”.

Pero la patria (o categorías sinónimas afines) sigue siendo muy reivindicada-usada-manipulada por la cultura y los partidarios del nacional-secesionismo (también por otros, retroalimentación es la causa). La (pseudo)historia, piensan, para quien la trabaja y la usa como elemento y argumento de enfrentamiento y distinción. Justo es dar por ello algunos apuntes sobre esa “patria”.

Tomemos pie para ello en el último libro del historiador José Luis Martín Ramos: La Internacional Comunista y la cuestión nacional en Europa (1919-1939). Señala el profesor emérito de la UAB en el capítulo III de su ensayo, El occidente europeo, que la aplicación de la línea nacional del V Congreso de la Internacional Comunista (IC, la III Internacional) tuvo en Europa occidental dos escenarios privilegiados: la cuestión de Alsacia-Lorena en Francia, y España. Fueron, remarca Martín Ramos, los dos puntos calientes del conflicto de nacionalidades y de la política autodeterminista.

A la cuestión de Alsacia-Lorena dedica las páginas 273-292 de su libro. No entro en ella. La sección III.2. está dedicada a España. Me centro en el apartado 2: Obrerismo versus nacionalismos. Los nuevos nacionalismos del País Vasco y Cataluña, así abre el autor de Historia del PCE, no buscaron la participación de las clases trabajadoras en sus movimientos, ni siquiera en el ámbito local. “Las procedentes de la inmigración, calificadas peyorativamente en Vizcaya como “nuestros chinos”, “orejas cortas” y finalmente “maquetos” -término que Arana hizo extensible a España: maquetolandia– o en Cataluña como “murcianos” o “charnegos” -estos eran los hijos de matrimonios mixtos- eran considerados un mal necesario que no podían, con el peso de su contingente, incidir en la cultura y la política del país”.

Lo dejo aquí por el momento. Sigo en otras notas. También los charnegos-ñordos-españolazos-botiflers podemos hablar del tema."                     (Salvador López Arnal , elTriangle, 20/05/22)

18/1/22

Aires de superioridad.. El catalanismo de los años 30 ya diferenciaba "la cívica y letrada Cataluña frente a la bárbara y analfabeta España”

 "Si la historia se repite -y eso dicen- el libro del profesor David Martínez Fiol (Barcelona, 1962) demuestra que muchos de los tics del proceso se produjeron también durante la Generalitat republicana.

El profesor asociado de la UAB y colaborador de la UOC publicó en el 2019 “Leviatán en Cataluña” (Editorial Renacimiento) y tengo la sensación que el libro ha pasado relativamente desapercibido.

Si hubiera dado otra visión de la historia de Catalunya seguramente lo habría entrevistado Xavier Graset en su programa de TV3 y habría tenido más eco en medios oficiales.

Al fin y al cabo la historiografía catalana siempre de debate entre Ferran Soldevila y Rovira i Virgili por una parte y Vicens Vives o John Elliott, por otra. El libro, como reza en la portada, describe en efecto “la lucha por la Administración de la Generalitat Republicana” entre los diferentes partidos.

Por ejemplo, algo que probablemente les sonará: “De siempre, el catalanismo había resaltado la fuerza moral de Cataluña respecto al resto de España en el terreno cultural, la cívica y letrada Cataluña frente a la bárbara y analfabeta España”.

El nacionalismo catalán de los años 30 se nutrió, en parte, de comerciantes y botiguers “que aspiraban a servir a la Catalunya Lliure prometida por Macià”.

El propio Macià -que acabó decepcionando a los sectores más radicales por su evolución “autonomista y pactista- consideraba a “sus seguidores, simpatizantes y fieles como los ‘nuestros’”.

Esquerra consiguió su hegemonía durante ese período -frente a la Lliga o el Partido Republicano Radical- invocando la “solidaridad nacional” ante el “peligro exterior catalán”.

También explica que el propio gobierno catalán, como en la actualidad, primó el sector de la educación: “los profesores numerarios de los institutos escuela de la Generalitat recibían una gratificación de 7.000 pesetas anuales".

Describe igualmente la profesionalización de los intelectuales republicanos -muchos de los cuales se hicieron funcionarios- o como hubo ascensos profesionales sociales por razones políticas. “Los intelectuales fieles a la República alcanzaron la categoría de empleados de la Generalitat”, explica el autor.

“En el último término -añade-, la revolución republicana de la primavera de 1931 reabrió muchísimas expectativas de promoción, pero no sólo para los intelectuales-profesionales, sino para todos”.

Como la obra abarca todo el período republicano -incluido el 6 de octubre y la Guerra- tampoco esquiva otros temas puntiagudos como la indisciplina de las columnas anarquistas durante el conflicto. “Cada columna hacía lo que quería y no se coordinaba con otras. Las asambleas de milicianos constituían una jaula de grillos”.

También se detiene en la Generalitat tras el 6 de octubre. Como el general Domingo Batat rechazó el cargo tras la aplicación del 155 de la época y este fue desempeñado sucesivamente por su subordinado, el coronel Jiménez Arenas; luego por Pich y Pon y finalmente Portela Valladares.

O las deslealtades de la Generalitat durante la guerra como la creación de una consejería de Defensa -para la que no tenía competencias, según el Estatut- o la sindicación obligatoria, que disparó el número de miembros de UGT y CNT.

Martínez Fiol, profesor asociado de la UAB y profesor colaborador de la UOC, tiene una amplia biografía sobre la participació catalana en la Primera Guerra Mundial, la Semana Trágica o la Generalitat de los años 30. En algún caso con el también historiador Joan Esculies."    (Xavier Rius, e-notícies, 19/11/21)

17/9/21

Juan Marsé: "Cataluña es un país que añora un pasado propio que no existió nunca"... Jordi Canal: la festividad de la Diada siempre se ha basado en mentiras. La expulsión de los catalanes no nacionalistas constituye un buen ejemplo del exclusivismo procesistay del estado de fractura social. El nacionalismo es un deporte de combate y resulta esencialmente mentiroso

 "(...) El nacionalismo es un deporte de combate y resulta esencialmente mentiroso. La aparente derrota de 1714 se interpreta, en el relato nacional-nacionalista catalán, con una marcada y punzante obsesión por el pasado, como el principio del fin de la nación, el Estado y las libertades democráticas de Cataluña. 

Desde un punto de vista estrictamente histórico, sin embargo, ni Cataluña es una antigua nación, ni fue un Estado -Cataluña formaba parte de una agrupación política mayor, la Corona de Aragón-, ni un modelo de democracia en el siglo XVII e inicios de la centuria siguiente. Tampoco la Guerra de Sucesión fue una guerra contra Cataluña. En Notas para unas memorias que nunca escribiré (2021), afirma Juan Marsé: "Cataluña es un país que añora un pasado propio que no existió nunca". 

Añoranza y obsesión que explican un uso y un abuso enfermizos de la historia y la simbología supuestamente histórica. Ya en 1938 aseguraba Gaziel que las obras que sustentaban este relato, a pesar de basarse en hechos reales, no contaban la verdadera historia de Cataluña, sino la historia del sueño de Cataluña. Los nacionalistas otorgan una gran importancia a este elemento, generador de identidad y sustentador de intereses políticos. El relato nacional-nacionalista es, hoy, hegemónico en Cataluña.

 En el caso del 11 de septiembre de 1714, la derrota es invocada como base de una futura victoria. La Diada resulta inseparable, en este sentido, de la evolución del nacionalismo catalán. En el calendario de la patria que fue elaborado desde finales del siglo XIX como uno de los elementos definitorios -al mismo tiempo que afirmadores- de la nueva entidad en construcción, la fecha del 11-S adquirió rápidamente un lugar destacado. 

Aquel lejano día de principios del siglo XVIII, según la versión de los nacionalistas, Felipe V habría terminado con un Estado y una nación y forzado el inicio de una larga época de decadencia. La nación revivió en el siglo XIX, con la Renaixença en lo cultural y con el catalanismo y el nacionalismo en lo político. 

El Estado propio se convirtió, en cambio, en los siglos XX y XXI, hasta hoy, en una deseada e irrenunciable aspiración. A cada nación, un Estado, apuntaba Enric Prat de la Riba en La nacionalitat catalana (1906), su obra teórica fundamental. La nación abre las puertas del Estado: estamos ante una cuestión política firmemente anclada en la historia.

Antes del siglo XX no existía ninguna nación, en el sentido político contemporáneo, llamada Cataluña. Fueron los nacionalistas los que, a partir de finales de la década de 1890, se lanzaron al proyecto de construir una nación y de nacionalizar a los catalanes, proceso que se hizo contra la nación española. 

Los seguidores de este nacionalismo emergente fueron los que decidieron convertir el 11 de septiembre, no sin algunas reticencias, en fiesta de la patria recobrada. No se trata, como se ha sostenido a veces por parte de la historiografía de tinte catalanista, de un producto de la voluntad popular, una suerte de plebiscito anímico, a espaldas del poder político, sino de una construcción voluntaria y consciente.

 La Diada tiene, en este sentido, una historia que empieza en 1886, cuando varios jóvenes catalanistas radicales, miembros del Centre Català, una entidad presidida por Valentí Almirall, organizaron un funeral en Santa María del Mar dedicado a los que murieron "en defensa de las libertades catalanas destruidas por Felipe V con la toma de Barcelona". Entre ese año y 1901 se perfiló lenta y discontinuamente la conmemoración. A partir de entonces, el ritual iba a repetirse con pocas variaciones -si dejamos a un lado las etapas de dictadura- hasta la actualidad. 

Cierto es que desde 2012, a raíz del intenso desarrollo de las posiciones soberanistas e independentistas en Cataluña -el famoso procés de marras-, la festividad ha adquirido un fortísimo tono reivindicativo y sectario. Francesc de Carreras afirmaba en 2019 en referencia a la Diada: "Hasta 2012 la celebración fue institucional; desde entonces ha sido parcial y reivindicativa de la independencia. Siempre se ha basado en la mentira". La expulsión de los catalanes no nacionalistas de la Diada, la principal festividad en Cataluña, constituye un buen ejemplo del exclusivismo procesistay del estado de fractura social.

La buena salud del 11-S en los últimos tiempos es evidente, aunque cada vez menos como fiesta de todos los catalanes y cada vez más como festividad de los catalanes nacionalistas, que se arrogan la exclusiva de catalanes y el derecho de hablar en nombre de Cataluña. Desde hace años, partidos y asociaciones no independentistas organizan actos paralelos. Se han hecho, asimismo, Algunas propuestas para trasladar la fiesta a otra fecha. 

En varias ocasiones a partir de 2007, Ciudadanos ha sugerido sin éxito convertir el día de Sant Jordi en fiesta principal de Cataluña, en detrimento del 11 de septiembre. Parece que en 2021 el 11-S no va a tener el seguimiento de años anteriores, por mucho que se hayan esforzado el (des)Gobierno de la Generalitat, la sectaria TV3, los medios de comunicación bien engrasados, los cansinos ex presos indultados y la patética presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie. 

Constituye un perfecto reflejo del estado del proceso independentista, que se asemeja a un globo. Ahora está algo deshinchado, pero existe. En algún momento y de alguna manera -que ahora desconocemos- puede volver a rellenarse de energías y odios.

Sostiene Sergio del Molino, en su excelente ensayo Contra la España vacía (2021), que un país sin mitos no existe, pero, en cambio, "un país obsesionado con su mitología es una dictadura inhabitable". Encajan a la perfección estas palabras con el caso de una Cataluña enferma de una historia mítica que nunca existió, inmersa en el victimismo y en la insolidaridad, y con una simbología omnipresente. 

A todos los viejos mitos, como el de la nación o el del 11 de septiembre, se les han sumado otros recientemente: España nos roba y no nos deja votar, los mal llamados "presos políticos", la intrínseca modernidad y superioridad catalana. El último que han inventado es el de los "miles de represaliados". También las banderas de todo tipo, los lazos amarillos, las performances nacionalistas -incluso continúa la concentración diaria en la barcelonesa Meridiana-, los himnos de segadores y las canciones protestatarias o, entre otros, la lengua sagrada como vector de la patria contribuyen al ahogamiento ciudadano. 

El constante martilleo de las instituciones, de los políticos que viven del procés, de la escuela adoctrinadora y de los medios al servicio del nacionalismo agrava la situación. Desean que evolucionemos en una sociedad totalmente nacionalizada, por definición invivible y atentatoria contra la libertad y la democracia. 

Quizá el término dictadura no resulte el más preciso y pueda dar lugar a confusiones. Formulémoslo de otra manera: la Cataluña nacionalista (ahora postprocesista) sigue siendo, a principios de la tercera década del siglo XXI, unos días más y otros un poco menos, un régimen inhabitable."           (Jordi Canal, Revista de prensa, 11/09/21; fuente: El Mundo)

23/7/21

El independentismo se apropia ahora de Beethoven: dicen que su abuela era del Maresme... pero era belga... qué cosas

Óscar Guardingo @oguardingo 

 En respuesta a @arqueoleg

 La flipada no es que digan que la abuela era del Maresme, sino que compuso sus obras con la referencia de 1714.

12:43 p. m. · 19 jul. 2021·Twitter for Android
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 "La abuela de Beethoven no era española. El boletín genealógico ‘Die Laterne’ demuestra que la antepasada del compositor nació en Châtelet (Bélgica) y desmonta el bulo difundido en los últimos años.

 Uno de los pocos misterios por esclarecer, dentro del árbol genealógico de Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 - Viena, 1827), está relacionado con la familia de su abuela paterna, Maria Josepha Ball. Su apellido de soltera se había transcrito erróneamente como Poll o Pohl. Lo demostró, en 1999, Theo Molberg durante un congreso de WGfF, una de las principales asociaciones de genealogistas alemanes. Años después, entre 2008 y 2009, se pudieron localizar sus ancestros. Maria Josepha era hija de Sebastian Ball, un trompetista del príncipe elector, en Bonn, y su madre se llamaba Bernhardina Mengal. 

Pero el registro del bautismo de la abuela de Beethoven seguía sin aparecer y ello alimentó especulaciones disparatadas acerca de una supuesta ascendencia española, que estos días han resurgido gracias a un estudio de Jordi Cos, que fija en el Maresme a los ancestros del compositor.

 Molberg acaba de resolver este enigma en el último número del boletín Die Laterne, que publica en Bonn la referida WGfF. La abuela paterna de Beethoven nació en Châtelet, un municipio belga próximo a la ciudad de Charleroi, donde consta en los registros eclesiásticos su bautismo, el 13 de febrero de 1713. La pista se la había dado su colega de la Universidad de Harvard, Mario Valdés, tras localizar, en Châtelet, la inscripción del matrimonio de sus padres, el 7 de enero de 1712. El hallazgo, que se recoge en el catálogo de la biblioteca de la prestigiosa Beethoven-Haus de Bonn, permite encajar todas las piezas.

Sebastian Ball aparece documentado como trompetista en Bonn, hasta 1701. Más adelante se trasladó a Châtelet para servir en el Regimiento d’Arré. Y allí se casó con Bernhardina Mengal, siendo testigos de su boda dos trompetistas del mismo regimiento. La documentación no solo esclarece el referido nacimiento de la abuela del compositor, en 1713, sino también el traslado de su familia a Bonn, en el verano de 1715, donde vivió el resto de su vida. Allí se casó, en 1733, con Ludwig van Beethoven, el abuelo del compositor, que llegó a ser Kapellmeister del príncipe elector. Y en Bonn también nació su hijo Johann, hacia 1740, el padre de Beethoven, tras dos hijos muertos a muy temprana edad.

 El abuelo del compositor completaba su sueldo con un negocio de vinos que regentaba en casa. Y parece que Maria Josepha tuvo graves problemas de alcoholismo, antes de enviudar, en 1773, y pasar sus dos últimos años de vida recluida en un convento. Todo esto puede leerse en la temprana y monumental biografía en tres tomos, de Alexander W. Thayer, Ludwig van Beethoven’s Leben (1866-1879), que atribuye los problemas de Maria Josepha al hecho de haber perdido todos sus hijos menos uno. Aquí también se indica el famoso sobrenombre de “Der Spagnol” (El español) que le pusieron a Beethoven durante su infancia en Bonn, según recogen las memorias manuscritas de su amigo de la infancia, Gottfried Fischer, redactadas en 1838, once años después de la muerte del compositor.

 Este famoso apelativo, que respondía a su aspecto físico, sirvió al divulgador musical, Andrés Ruiz Tarazona, para esbozar una errónea teoría acerca de un supuesto origen español de la abuela de Beethoven. Lo hizo dentro de su monografía España en los grandes músicos (Siruela, 2018), donde reelabora y amplía varios textos ya publicados. Concretamente, el capítulo de Beethoven es una versión alargada de un artículo, de 1977, en EL PAÍS, al que añade la referida teoría. La fuente donde se apoya esta teoría es la biografía de Beethoven, de 1970, escrita por el guionista y divulgador David Jacobs y asesorada por el musicólogo y profesor de Harvard, Elliot Forbes. Ruiz Tarazona asegura que en ese libro se afirma que Maria Josepha era española. 

Pero no es cierto. Y en la página 12 se indica todo lo contrario: “De hecho, [Beethoven] no era español, sino de ascendencia alemana y flamenca. Originalmente, la familia de su padre procedía de Flandes. La abuela paterna [Maria Josepha] del español [se refiere al sobrenombre de Beethoven], sin embargo, era alemana, al igual que su madre”.

La recepción de este bulo ha tenido nefastas consecuencias. Una de las más disparatadas fue un estudio publicado, en septiembre de 2019, por Cos, tanto en la web de l’Orquestra Simfònica del Vallès como en la fundación cultural Institut Nova Història. En él no sólo asegura que Maria Josepha era catalana, sino que ubica la errónea transcripción de su apellido en el municipio barcelonés de Vilassar de Dalt. Un artículo de El Confidencial ponía este fin de semana el trabajo de Cos como ejemplo de los estudios revisionistas del independentismo catalán para apropiarse de figuras históricas relevantes. (...)"  (Pedro L. Rodríguez, El País, 19/07/21)

"El Institut Nova Historia ve en la antepasada del músico, Maria Josepa Polls, otra represaliada más del Estado 'opresor', y creen que compuso reivindicando su padecimiento.

 El genio de la música Ludwig van Beethoven no era 100 por 100 alemán, sino que por sus venas corría sangre catalana. Así lo sostiene Jordi Cos, músico y presidente de la Orquestra Simfònica del Vallès (una de las más prestigiosas orquestas de Cataluña, dicho sea de paso), a quien el Institut Nova Història (INH) le ha hecho un hueco en su galería de estudiosos revisionistas de la historia. 

El INH es la entidad que agrupa a ‘historiadores’ independentistas partidarios de algunas descabelladas teorías que reivindican como catalanes a Miguel de Cervantes, Leonardo da Vinci, Cristóbal Colón, Erasmo de Rotterdam, William Shakespeare, Santa Teresa de Jesús, Francisco Pizarro, Miguel Servet, el Gran Capitán y decenas de personajes históricos a los que, según su tesis, una gran conjura de Castilla cambió los nombres y ‘castellanizó’ en la mayor operación de falsificación de la historia de la humanidad.

La teoría parte de la base de que una de las abuelas del genio de la música se llamaba Maria Josepa Polls. De hecho, que una de sus abuelas era española ya se conocía, pero los ‘investigadores’ del INH han creado una historia que liga con el ‘procés’, la han hecho independentista y han colgado al músico una serie de acciones antiespañolas en protesta por el padecimiento que el Estado español opresor ocasionó a su antepasada, que tuvo que ‘exiliarse’ tras la Guerra de Sucesión por la represión de España. 

 Su existencia fue documentada por Andrés Ruiz Tarazona en 2018, que descubrió que María Josefa Poll llegó a Bonn, donde conoció a su futuro marido (llamado Ludwig van Beethoven) y se casó en 1733. Murió en 1775, cuando Ludwig van Beethoven (el músico) tenía cinco años. El abuelo era maestro de capilla y ella dio a luz al padre del genio, Johann, que se convertiría en cantante, antes de acabar alcoholizada en una clínica, posiblemente debido al consumo de alcohol en el negocio de tienda de vinos que tenía el matrimonio.

Jordi Cos prescinde de la parte negativa y sitúa la patria chica de María Josefa (a quien rebautiza como Maria Josepa) en Vilassar de Dalt, una localidad de la comarca del Maresme donde, casualmente, tienen casa de veraneo políticos como Jordi Pujol o Artur Mas. ¿Hay algún indicio de esa pertenencia a Vilassar? No. “Su nombre lo insinúa -explica Cos en su texto del INH-. Pero Maria Josepa tiene un apellido común en la villa de Vilassar de Dalt de la época, entre otros pueblos del litoral mediterráneo”. 

Y señala a continuación que el historiador David Jacobs y el profesor de música de Harvard Elliot Forbes “sostienen que Maria Josepa emigró al norte de Europa después de la Guerra de Sucesión en 1714, para acabar casándose con el contante Ludwig van Beethoven, el abuelo homónimo del compositor”. Ese relato es cierto, pero los dos estudiosos norteamericanos jamás ubicaron a la abuela en Cataluña. Es más, en sus teorías dicen sólo que era “española”.Thank you for watching

La venganza de un genio

Con esos mimbres, el estudioso del INH teje una historia épica para demostrar que el compositor alemán era poco menos que un furibundo independentista. "Ahora nos emociona que tras el entusiasmo que Beethoven mostró al recibir el encargo para componer la música para el drama de Goethe 'Egmont' (1810) no sólo porque sentía admiración por el autor y pensador alemán", dice el texto. El motivo, según afirma el autor, era mucho más heroico: "El relato sobre la lucha del héroe de Flandes por la libertad de su pueblo contra la dominación española habrían reavivado en el compositor el recuerdo de sus raíces y los padecimientos que su abuela aprendió a conservar en alcohol detrás del mostrador de la tienda de vinos que regentaba su esposo".

 El músico alemán se convierte, así, en un supuesto abanderado de la lucha contra la opresión española. Para el musicólogo catalán, “no era la primera vez que Beethoven introducía a España como parte sospechosa en una lucha por la libertad. Cinco años atrás escogió la ciudad de Sevilla como marco para la acción para ‘Fidelio’ (1805), la única ópera del compositor, un canto de libertad consagrado a los ideales de la Revolución Francesa”. La teoría independentista es que Beethoven dejó constancia en sus cuadernos de conversaciones "de su interés por el pronunciamiento antiabsolutista del general Riego en Cabezas de San Juan, la Sevilla de ‘Fidelio’, en defensa de la Constitución de 1812".

 A partir de ahí, relaciona sentimentalmente las ansias de libertad del músico con la crítica antiespañola y la muerte del general Riego en la horca en 1823. Y es esta última, según Cos, la que le permite “encontrar el encaje de la música con el texto del poema ‘Oda a la libertad’, de Schiller, reconvertido por el mismo autor en la ‘Oda a la Alegría’ para eludir las tijeras de la censura austriaca”. En otras palabras, que la Novena Sinfonía fue producto del enconamiento que uno de los mejores compositores de todos los tiempos tenía en contra de la opresora España.

El sambenito del independentismo

En esta historia alucinante, hay un detalle que al independentismo no se le pasa por alto, pero sobre el que prefiere no incidir: A Beethoven le llamaban 'El español'. O al menos así lo afirmaba en sus memorias Gotfried Fischer, hijo del propietario de la casa donde vivían los padres del compositor en Bonn. "Los atributos más estandarizados del modelo español, es decir, físico robusto, una estatura más baja de lo normal y la piel morena contribuyeron a apuntalar a los ojos de los otros el hecho de ser nieto de la ‘iaia’ Maria Josepa", añade Jordi Cos. 

Además, como apunta el ‘estudioso’ del INH, la historia del compositor tiene "regusto ibérico", ya que "murió en 1827 en su último domicilio, un antiguo monasterio de monjes españoles, conocido por este hecho como la 'Casa del español Moreno'". Así, por más que el independentismo reivindique la figura del genio como afín a sus teorías, nadie le podrá quitar el sambenito de que de puertas afuera el compositor fuese conocido como ‘el español’ y no ‘el catalán’.

 A pesar de sus sospechosas (y a veces disparatadas) teorías, el INH goza de amplias simpatías entre la clase política catalana. El propio Jordi Pujol envió a la entidad una carta ensalzando a sus ‘investigadores’ y animándoles a seguir por el camino del revisionismo. Y otros dirigentes políticos han aplaudido sus informes dándoles una pátina de veracidad que es puesta en duda por otros historiadores independentistas serios. Entre esos políticos, está el actual diputado de JxCat y expresidente de la Cámara de comercio de Barcelona Joan Canadell

El exconsejero convergente Josep Rull, recientemente indultado, es otro de los fans de del INH, lo mismo que el diputado Ramon Tremosa (exeurodiputado de CiU y exconsejero de Empresa hasta hace poco más de un mes). Otros defensores del instituto son el exeurodiputado republicano Josep Maria Terricabras, Núria Cadenas, presidenta de Solidaritat Catalana per la Independència o Toni Strubell, exdiputado de este último partido. El exvicepresidente Josep Lluís Carod-Rovira también participó en algunos de sus actos.

ERC le concedió a la entidad (denostada por los historiadores independentistas serios) el Premio Nacional President Lluís Companys, un galardón que otorga la agrupación republicana de Sants-Montjuïc “por su labor de investigación, estudio y divulgación de la historia de Cataluña, con un carácter iconoclasta e innovador, explotando al máximo las posibilidades de interacción, participación e internacionalización de los estudios, y por su compromiso con el conocimiento de la historia de Cataluña”.                  (Antonio Fernández, El Confidencial, 18/07/21)

14/4/21

Toni Soler ve la luz... Admite que el 2017 fue un "farol", pero "no lo pienso condenar"

 "El presentador de L''Està passant' y estrella de TV3, Toni Soler ha admitido que el proceso fue "un farol" pero ha considerado que habría podido salir bien si obligaban al Gobierno español "a negociar" y lo ha equiparado con "el farol de 1931" que, según apunta, "salió bien gracias al arrebato de Companys".

Soler, en un artículo publicado este domingo en el diario Ara, asegura que "no pienso condenar el farol del 2017 tildándolo 'de engaño premeditado' sólo por el hecho de que fracasara, del mismo modo que no hay que sobrestimar a Companys y Macià por el hecho que su farol de 1931 acabara con éxito".

"Los faroles pueden ser un ejercicio de infantilismo o de audacia. Pueden salir bien o salir mal. Pero para colectivos sin poder real, como es el caso de Cataluña, a menudo son la única opción" apunta Soler. (...)

Toni Soler lo compara con los hechos de octubre de 2017 y asegura que él también pensaba que "obligaríamos el gobierno español a negociar. Y admito que mi análisis de situación era errónea, y que muchos de nuestros líderes hicieron un triste papel aquellos días. Pero no pienso condenar el farol del 2017 tildándolo de engaño premeditado sólo por el hecho de que fracasara, del mismo modo que no hay que sobreestimar a Companys y Macià por el hecho de que su farol de 1931 acabara con éxito".      (e-notícies, 11/04/21)

23/3/21

Deconstruyendo el relato indepe: “Òmnium está en su derecho en avalar una ley de amnistía de parte e iniciar una recogida de firmas... pero nada de esto tiene que ver con la amnistía que cimentó la lucha antifranquista”

 "El historiador Andreu Mayayo, en un artículo en El Periódico, deconstruye el relato independentista “todo empezó el 13 de octubre de 2008 en el acto de homenaje a Lluís M. Xirinacs en el Palau de la Música Catalana”.

“Los independentistas hicieron una apropiación indebida de las manifestaciones unitarias de febrero de 1976 por la amnistía, las libertades y el Estatut d'Autonomia. El tridente programático de la Assemblea de Catalunya, con el cancerbero estratégico (el cuarto punto) de la unidad con las fuerzas democráticas del resto de España”.  

“El ‘procés’ ha sido antes que nada la construcción de un relato e imaginario colectivo de la causa secesionista deformando el pasado, apropiándose de acciones colectivas y de personas, subvirtiendo el significado de los conceptos y de las cosas y, a la postre, privatizando las instituciones y los sentimientos nacionales”, añade.

“Semanas atrás, Marc Andreu tiraba de las orejas, con razón, al diputado Vidal Aragonés por convertir a Francesc Layret en un protoindependentista. También se intentó hacerlo con ‘el Noi del Sucre’, el dirigente anarcosindicalista Salvador Seguí”, apunta.

También señala que “Òmnium está en su derecho en avalar una ley de amnistía de parte e iniciar una recogida de firmas como un complemento electoral en favor de las candidaturas independentistas, pero nada de esto tiene que ver con la amnistía que cimentó la lucha antifranquista”.   
   (e-notícies, 04/01/21)

12/3/21

Lo más alucinado del nacionalismo es pretender compensar su ausencia en el antifranquismo diciendo que nada ha cambiado. Van a derrumbar el franquismo en 2020, pero en 1974 se lo miraban tan panchos

Óscar Guardingo @oguardingo

 Lo más alucinado del nacionalismo es pretender compensar su ausencia en el antifranquismo diciendo que nada ha cambiado. Van a derrumbar el franquismo en 2020, pero en 1974 se lo miraban tan panchos.

Hace 4 años llegaron al extremo de agredir a miembros de la asociación catalana de ex presos políticos del franquismo. (BComú acusa a las juventudes del PDECat y ERC de “llamar fascistas a las víctimas del franquismo”)

Pese a la restauración de la Generalitat, la escuela catalana, TV3, las libertades políticas, de asociación y de prensa, el mensaje alucinado es que el franquismo sigue vigente y ellos son los antifranquistas. Otro planeta.

¿Nuestra democracia es perfecta? Por supuesto que no.
¿La lucha del antifranquismo fue en vano? Claro que no.

Hay que conocerla y honrarla. Sin esos hombres y mujeres no disfrutaríamos de las libertades actuales. 

12:47 p. m. · 9 dic. 2020

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Carles Farré @CarlesFarr3
En respuesta a @oguardingo

Tu no saps qui fou en Josep Benet, oi?

Óscar Guardingo @oguardingo 

El candidat del PSUC que no va ser president de la Generalitat, perquè ERC va preferir Jordi Pujol.

13/1/21

García Cárcel: algunos héroes del nacionalismo catalán fueron, en realidad, héroes de la españolidad. El claro ejemplo es el de Rafael de Casanova, que muestra un rechazo total al feroz “fanatismo” de los defensores de la Barcelona de 1714

 "(...) --¿Hay un denominador común de todos esos catalanes que participan en la historia de España? ¿Lo que pretenden es reformarla?

--García Carcel: Hay una conciencia latente del problema de España y de Cataluña. Las dos cuestiones se funden y se buscan alternativas, para encabezar una política económica diferente, como fue el caso de Francesc Cambó. Pero también reflejamos en el libro, aunque podríamos abundar en ello en el futuro, la labor extraordinaria de los catalanes en la historia de América, en las colonias españolas. 

Y me llama mucho la atención que algunos héroes del nacionalismo catalán fueron, en realidad, héroes de la españolidad. El claro ejemplo es el de Rafael de Casanova. Es una falsedad todo el relato que el nacionalismo catalán ha hecho de él, porque fue un austracista español, que está al servicio de España. Los textos posteriores de Casanova, tras 1714, cuando se retira en Sant Boi, muestran un rechazo total al feroz “fanatismo” de los defensores de la Barcelona de 1714. La figura se ha convertido en un símbolo del nacionalismo, con las ofrendas florales de cada 11 de septiembre. Pero fue tan español como los partidarios de los Borbones.

--¿Es un mito que también se ha instalado, y no se puede explicar que Cataluña creció de forma notable a partir de ese momento?  

--Pérez Samper: Lo ha sostenido Martínez Shaw, que, Cataluña pudo haber corrido una suerte muy distinta y ser una especie de Portugal con la misma dependencia de Inglaterra.

--García Carcel: A Cataluña le fue bien. La hipótesis contrafactual, de que hubiera pasado si los austracistas hubieran ganado la batalla de Almansa, siempre se puede hacer, pero la clave es que a partir de 1716, con la supresión de los fueros, y de 1725, con el retorno del exilio de las primeras figuras austracistas, se produce un despegue económico indiscutible.

--Pérez Samper: Un crecimiento rapidísimo. Las campañas para recuperar territorios en Italia se hicieron con barcos, que, en su mayoría, se construyen en Barcelona y eso dio mucho negocio. Los exiliados llegaron pronto. Y hasta los más forofos no pueden negar ese crecimiento. La burguesía comercial prospera y se dispara el libre comercio con América.

--García Carcel: Impera un pragmatismo que se manifiesta en los textos posteriores que se divulgan, y es que no se quiere apostar otra vez por un monarca concreto. El escepticismo es el denominador común a partir de ese momento. (...)"        

(Entrevista a García Cárcel y Pérez Samper, coautores de 'Catalanes en la Historia de España', Manel Mancgón, Crónica Global, 20/12/20)

7/12/20

Una parte del independentismo vive en el dencasismo: no sabe no contesta, nada debe criticarse ni preguntar para no agrietar el movimiento y hay que vivir en la ensoñación

 "¿Pero es que vosotros no sabéis lo que pasó?”. Irene Polo, a sus veinticinco años, no salía del asombro. El gobierno Companys se hallaba preso desde su fallida proclamación del Estado catalán. Josep Dencàs, uno de los principales inductores de los hechos de octubre de 1934, fugado a París. 

Ella, una de nuestras más extraordinarias periodistas, trataba de averiguar para el diario L’Instant, a través de un cabecilla de las Joventudes de Estat Català, los motivos del fracaso. A mediados de enero de 1935 el gerifalte anónimo le respondía, naíf, que recopilaban información. “No sabemos nada. ¡Y todo es tan sospechoso!”.

A finales de mes el Tribunal de Garantías Constitucionales que juzgaría a Companys pidió la extradición de Dencàs por malversación de fondos públicos. Fue detenido y trasladado a la Santé, donde pasó veintisiete días. Su olfato periodístico llevó a Polo a París para cubrir el 19 de febrero el proceso en el Palacio de Justicia. El exconsejero de Gobernación no fue entregado al considerarse que el uso no justificado de 117 mil pesetas que alegaba el TGC no constituía delito en el código penal francés.

A pesar que “hay quien opina que ya no se debe hablar más con este hombre” la combativa periodista creía que nadie más poseía “el secreto del desastre”. Le entrevistó en un hotel cerca del boulevard Pasteur. Dencàs, satisfecho, entendía que tras la vista su honorabilidad había quedado “salvada”. Dio incluso a entender que podía haberse fugado a América pero que había preferido dirimir ante la justicia gala su “honestidad”. Era una clara mentira. En la entrevista, publicada el 2 de marzo, sostuvo que “ahora las luchas entre los partidos nacionalistas de Cataluña son suicidas. Más que nunca, los catalanes debemos mantenerlos unidos si queremos que el movimiento del día 6 dé los frutos que queremos”.

Ella, sin salir de su estupor a tenor de lo acontecido, quería saber cuales eran esos frutos. Cuando se votaba el Estatuto de 1932, le contó él, en Madrid preguntaban “¿como queréis comparar vuestro movimiento con el de Irlanda, un país de mártires?”. Ahora que ya los tenían —más de medio centenar de muertos, dos cientos heridos y miles de detenidos— expresaba que “hace falta no desnaturalizar este movimiento. Hemos de procurar no empequeñecer una revolución que a mí me merece todos los respetos, y no desprestigiarnos unos a otros”.

Polo incide en que su facción ha provocado numerosas luchas en el seno de su partido, ERC. Dencàs sonríe. “No quiero responder, no quiero, ahora por ahora. No sería oportuno”. Cual era su pensamiento al estallar el movimiento, qué se proponía, insiste ella. “No lo puedo decir tampoco”. A la reportera le parece que para él no es tan importante el éxito material del movimiento como su significado político. Dencàs se niega a hablar. “¿Por qué fracaso el movimiento? ¿O creéis que no fracasó?”. El médico separatista se encierra. “Debemos callar. Hemos de mantener una actitud digna porqué si no el pueblo de desencantará de nosotros”.

 “Visto así —resume Polo—, parece buen chico”. Pero añade, “no tiene más que fanatismo, un fanatismo violento, desenfrenado, ese fanatismo delirante de los catalanes, atacados de megalomanía nacional, que lo explica todo”. Y concluye el retrato del entrevistado con la reflexión de una exiliada anónima conocedora de Dencàs: “el fanatismo, si no fuese un defecto, de todas maneras no sería suficiente para hacer de un médico consejero de Gobernación de un país”.

Hoy, en Cataluña, pese a que lo acontecido en 2017 guarda con 1934 solamente algún paralelo como explicamos en Quadern (‘Dos fets d’octubre, dos judicis’, 31 de enero de 2019 y ‘La bufonada del 6 d'octubre’, 4 de octubre de 2018), una parte del independentismo vive en el dencasismo: no sabe no contesta, nada debe criticarse ni preguntar para no agrietar el movimiento y hay que vivir en la ensoñación que persiste algo que nunca ha existido.

Años después, en enero de 1945, perdida la Guerra Civil, desde Aquitania Dencàs, del que nos falta una biografía en profundidad, daba su apoyo a Josep Tarradellas para que enderezara ERC y el exilio. Antes había creído que el catalanismo podía desatender la estructura futura de España. Entonces, en una crisis de hiperrealismo, veía necesario intervenir por “un fuerte tono dramático en el orden de la realidad que subordina todos los demás aspectos”. Ya era tarde.

Fueron Tarradellas y otros, que no ponían límites al autogobierno de Cataluña pero que tenían una idea práctica del camino transitable, quienes se arremangaron para recomponer lo que las soflamas dencasistas habían contribuido a estropear. Si se equivocaron o lo podían haber hecho mejor, si renunciaron a aspectos que no debían, todo ello es discutible, pero mientras estuvieron al timón jamás emitieron por la radio discos de sardanas para animar a la población como hizo Dencàs la noche del 6 de octubre."                 (Joan Esculies, 17/03/20)

4/8/20

Óscar Guardingo: El relato de que Otegi y Josu Ternera acabaron con ETA es intragable. Fue la sociedad vasca y española quien hizo inviable su continuidad. Lo consiguieron pacifistas de Gesto por la Paz y las fuerzas de seguridad. Bienvenidos sean a la política, pero no que no cambien la historia

Óscar Guardingo @oguardingo 

Así se abrió paso Gesto por la Paz. Al principio eran un puñado de pacifistas que fueron recibidos con indiferencia y hostilidad. Poco a poco fueron abriendo una brecha en la sociedad vasca, que le acabó dando la espalda a ETA.

La Coordinadora Gesto por la Paz fue una plataforma pacifista, cívica, pluralista e independiente que ´daba una respuesta civil a los atentados de ETA. Nació...




A ETA solo le quedaba aceptar su derrota o enquistarse. Cualquier abrazo, cualquier medalla debe ser para aquellos activistas de la sociedad civil.


Sobre Otegi? hacia el futuro a hacer política, a veces para coincidir y a veces para discrepar. Hacia el pasado, ninguna concesión

Que pronto se ha olvidado a Gesto por la Paz. Desde la derecha y desde la izquierda.

1:59 p. m. · 3 ago. 2020
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Óscar Guardingo @oguardingo 

El relato de que Otegi y Josu Ternera acabaron con ETA es intragable. Fue la sociedad vasca y española quien hizo inviable su continuidad. Lo consiguieron pacifistas de Gesto por la Paz y las fuerzas de seguridad. Bienvenidos sean a la política, pero no que no cambien la historia

11:41 a. m. · 3 ago. 2020
142 Retweets y comentarios 430 Me gusta

Gonzalo Caro Sagüés @gcaro31
En respuesta a @oguardingo

Una cosa no quita la otra. Eguiguren , que algo sabrá , lo cuenta muy bien en su libro sobre la negociación.


Óscar Guardingo @oguardingo

Evitaron que se produjeran escisiones que continuaran una actividad terrorista de más baja intensidad. Pero a ETA la derrotan desde fuera, cuando la sociedad vasca dice que ya basta, y cuando las fuerzas de seguridad desarticulan comando tras comando. Eso es inapelable.

Toni Campos Alos @ToniCamposAlos
En respuesta a @oguardingo

Te suena el "IRA autentico" ??? Pues que no exista la ETA autentica, post ttregua tiene que ver con esas dos personas. ETA caia sola , pero las excisiones de iluminados eran el peligro.


julianpareado @julianfuturama
En respuesta a @oguardingo y @martindonato

Vamos a ver, lo consiguió la policía (cada 6 meses detenían a la cúpula de ETA). Y la sociedad vasca les demostró que estaban hasta las narices de ellos. Otegui y Ternera solo fueron los que apagaron la luz antes de cerrar.


Juan @spanishscofield

Un abrazo a Josu Ternera por haber dejado de ordenar asesinatos. Todo un detalle por su parte.

12/6/20

¿Quién teme a Jordi Pujol?

"No deja de ser significativo cómo los medios de comunicación de Cataluña, tanto los públicos como los privados, hayan rememorado los llamados «Hechos de Palacio de la Música Catalana», al cumplirse el sesenta aniversario de los mismos sin apartarse ni un ápice de la versión canónica que elevó a Pujol a la categoría de «mártir» y «padre de la patria catalana». 

Lo sucedido aquella noche es el acto seminal del nacionalismo catalán actual y la labor de su líder taumaturgo es la condición sine que non para el intento de golpe secesionista llevado a cabo en Cataluña. Esta conmemoración ha servido para blanquear la figura del expresidente, inmerso, él y su familia, en un proceso judicial por una trama de corrupción sin precedentes, y ha contado con el silencio cómplice de la sociedad catalana. 

No hay que olvidar que el propio Pujol, en una comparecencia en el mismo Parlamento catalán amenazó diciendo, ante el alud de críticas recibidas que: «Si vas segando, digamos, la rama de un árbol, al final cae toda la rama: No, es que después caerá aquel de allí, aquel de allí que …no, no, ¡caerán todos!».

La noche del 19 de mayo de 1960, Franco, de visita a Barcelona, no fue el único ausente en el Palacio de la Música. Mientras una parte del público coreaba el «Cant de la senyera», prohibido por el gobernador civil pero previsto en el programa original, Pujol estaba en su casa. No participó en aquel acto ni siquiera a nivel organizativo. Pujol había saludado la visita redactando «Os presentamos al General Franco», una octavilla manifiesto sobre la falta de libertades en el país, y que introducía un elemento innovador: «El Régimen ha fomentado la inmoralidad de la vida pública y económica. El hombre que vendrá a Barcelona, además de un opresor, es un corruptor».

Pujol no tenía reparo alguno con que, un año antes, su padre hubiese aparecido en el BOE en una lista de más de ochocientos ciudadanos españoles con cuentas bancarias en Suiza. Su expediente fue sobreseído por no poderse dar con él. También aparecía Moisés David Tennenbaum, el sempiterno socio, que coincidía con Florenci y el propio Jordi Pujol, éste en calidad de administrador, en el consejo del importador de diamantes García Asturiano S.A.. 

Un mes más tarde formalizó la compra de la Banca Dorca, la futura Banca Catalana, donde no pudieron figurar los dos primeros, sustituyéndolos sus esposas, y una de cuyas funciones sería blanquear las comisiones conseguidas al servicio de los algodoneros catalanes, en el mercado libre de divisas de Tánger al cambiar las pesetas de contrabando por dólares.

La redada policial en el mismo coliseo deparó una sorpresa. Uno de los detenidos llevaba en la cartera una fotografía de la bandera catalana desplegada días antes en la Sagrada Familia. Los interrogatorios y palizas en la cercana Jefatura de Policía se completaron, aquella misma madrugada, con registros domiciliarios. En casa de un detenido se encontraron copias de la octavilla. El nombre de Jordi Pujol salió a relucir esta vez y a pesar de las advertencias de sus amigos permaneció en casa.

En la madrugada del 20 al 21 se lo llevaron a él también. Las explicaciones de Pujol respecto las torturas infligidas han sido siempre confusas, dubitativas e incompletas. El agente Gregorio Martín Guijarro sostendría ante el juez que Pujol «pidió quedarse solo unos minutos y hacer examen de conciencia, así como pedir a Dios consejo para una decisión justa, acabando por confesar que efectivamente, en la imprenta de Pizón se habían confeccionado las mismas». Los agentes aseguraron que lo invitaron a desayunar en un bar próximo, pero entre los amigos de Pujol no faltaron quienes lo vieron tendido, sin poder caminar, a causa de golpes. Uno de los detenidos, el periodista Enric Bastardes, añade que le oyeron mascullar: «Ahora sí que estoy seguro que ganaremos».

Un par de días después, su padre presentó una demanda por malos tratos. El mismo abogado que la presentó, Salvador Casanovas, se entrevistaría privadamente con el fiscal del consejo de guerra a Pujol, y consiguió de forma poco creíble reducir la petición de prisión de quince a siete años. En el consejo de guerra, Pujol pronunció un discurso inhabitual bajo el franquismo. Más comprometedor todavía resulta el hecho de que, mientras se celebraba el consejo de guerra, el padre de Pujol, Florenci, se reuniera con el capitán general de la IV Región, el teniente general Pablo Martín Alonso y uno de los poco amigos de la infancia de Franco.

En enero de 1961, mientras cumplía condena y le llegaban donaciones en efectivo y alimentos de toda Cataluña, Florenci y Tennenbaum fueron procesados por tener una red de evasión de divisas, mediante remesas de 200.000 pesetas (a veces superiores) que a través de Andorra se ingresaban en cuentas suizas. El epicentro del negocio era la Casa de Cambios, situada al final de las Ramblas, de la cual ambos eran propietarios y que contaba en exclusiva con los miembros de la VI Flota norteamericana en sus visitas a la ciudad, así como con la flor y nata del Barrio Chino.

Y aún el 31 de ese mes, Marta Ferrusola escribió a la cárcel comentando a su marido que, entre los socios del laboratorio farmacéutico controlado por la familia, con presencia de Tennenbaum, se barajaba la posibilidad de rebautizar el laboratorio como Pujol. Tras dos años y medio de prisión, solicitó y obtuvo el indulto.

La octavilla contra Franco fue una profecía autocumplida."                    

(Manuel Trallero es periodista y escritor, Revista de prensa, 10/06/20; fuente: ABC,

5/5/20

Miquel Badia como ‘conseller’ de Interior fue el responsable de los asesinatos y torturas acontecidos contra el movimiento anarquista/revolucionario durante la II República española

Borja Ascaso @borjalibertario

Como cada 28 de abril vemos salir de entre las piedras a todos los fascistas catalanistas (uy, perdón, quise decir ‘patriotes’) a defender a sus queridos Germans Badia. Vamos a ser concisos. ¿Quiénes fueron los hermanos Badia?

Miquel Badia (10 de marzo 1906- 28 de abril 1936) fue militante de Estat Català, organizador de las JEREC (los ‘escamots’ inspirados en los ‘camisas negras’ italianos). Y lo más importante: Fue Secretario y Jefe Superior de la Comisaría General de Orden Público de la Generalitat

Como ‘conseller’ de Interior fue el responsable de los asesinatos y torturas acontecidos contra el movimiento anarquista/revolucionario durante la II República española. Implantó su mano dura contra el pueblo revolucionario y más aun contra los inmigrantes.

El movimiento anarcosindicalista se la tenía jurada. Cuando estalló la Revolución, en ‘agradecimiento’ por sus persecuciones, asesinatos y torturas, tres militantes de la FAI los ajusticiaron en la Calle Muntaner de Barcelona.

Josep Badia siempre estuvo al lado de su hermano. Tanto en la creación de los ‘escamots’ como en la represión contra el movimiento ácrata. Nunca tuvo un papel destacado en la política pero todas sus actuaciones eran, evidentemente, de carácter oficioso.

Los hermanos Badia tuvieron siempre a su lado a otro ultranacionalista: Josep Dencàs. Junto con él fueron los ‘hombres duros’ de la proclamación del Estado catalán en 1934.

¿Sabéis que hicieron estos patriotas cuando el ejército tomó la calle? Se rindieron sin oponer resistencia, y el propio Dencàs acabó huyendo por las alcantarillas.

Los únicos que intentaron ofrecer resistencia, y fueron abandonados a su suerte, fueron los militantes del Partit Català Proletari, quienes acabaron jurando la muerte a Josep Dencàs por traidor y cobarde tras la muerte de su líder Jaume Compte.

Otro apunte sobre estos “patriotas”: En 1936 intentaron dar un Golpe de Estado y eliminar a Lluís Companys. El plan fue fallido y la vida de Companys salvada GRACIAS al buen trabajo de los espías de la CNT-FAI y de Manuel Escorza.

Otro apunte: Durante la creación del Comité de Milicias Antifeixistes de Catalunya se vetó por UNANIMIDAD la participación del partido Estat Català por sus tendencias filofascistas.

Fuentes: 1- El eco de los pasos (Joan García Oliver) 2- Historia del anarcosindicalismo español (Juan Gómez Casas) 3 - El eco de las muletas (Daniel Capmany)

9:48 p. m. · 28 abr. 2020

10/3/20

La historia nacionalista de Cataluña: no es solo la atribución de catalanidad de Cristóbal Colón o Miguel de Cervantes sino presentación de la Catalunya medieval y moderna como una potencia política de primer orden mundial, algo ocultado por un poderosísimo aparato censor represor controlado desde Castilla, que habría perpetrado el mayor expolio cultural de la historia de Occidente para que el pueblo catalán acabase creyendo que no había tenido una historia gloriosa

"El silencio displicente del mundo académico ante las actividades del Institut Nova Història ha tardado en romperse. 

Pero ya se ha acabado definitivamente, dejando en mal lugar a políticos, medios de comunicación y entidades locales que han aplaudido las teorías de la asociación fundada por el escritor Jordi Bilbeny y sus discípulos, que desde 2017 han difundido una visión alternativa de la historia de Catalunya según la cual la conquista de América fue una empresa catalana, “el siglo de oro español es el siglo de oro catalán traducido al castellano, con el nombre de los autores retocados y los lugares de edición cambiados”, en palabras de Bilbeny, y un sinnúmero de personajes de relevancia mundial serían en realidad catalanes. 

La refutación más estructurada hasta el momento llega este lunes a las librerías catalanas: el libro ‘Pseudohistòria contra Catalunya. De l’espanyolisme a la Nova Història’ (Eumo), coordinado por los profesores de la Universitat Jaume I Vicent Baydal y Cristian Palomo y con aportaciones de los historiadores y filólogos Albert Velasco, Stefano M. Cingolani, Guillem Fornés, Xevi Camprubí, César Sánchez y Lluís Ferran Toledano.

“Hacemos un llamamiento a la ciudadanía. La bola se ha hecho demasiado grande; debemos tratar a esta seudohistoria como una seudociencia más, es lo mismo que una seudoterapia. Las garantías científicas se han de reclamar tanto en las ciencias físicas como en las sociales, y basar nuestra visión del mundo en una seudociencia no es baladí”, proclama Baydal.


“Me indigna cómo se está desprestigiando a la historiografía catalana, que es de primer nivel. Por eso la defendemos, y por eso el libro va tanto contra la seudohistoria del INH como contra la historia nacionalista de España”, añade. A lo que se enfrentan no es solo a una anecdótica atribución de catalanidad de Cristóbal Colón o Miguel de Cervantes sino, explican los autores en el prólogo, a un conjunto de “interpretaciones históricas que presentan la Catalunya medieval y moderna como una potencia política de primer orden mundial”, algo ocultado por “un poderosísimo aparato censor represor controlado desde Castilla, que habría perpetrado el mayor expolio cultural de la historia de Occidente, por no decir del mundo entero, para que el pueblo catalán acabase creyendo que no había tenido una historia gloriosa”.


El único método de Bilbeny y sus discípulos como Pep Mayolas o Luis Maria Mandado sería, según Baydal, el clásico ‘cherrypicking’. “Si vas al árbol y solo hay dos cerezas de color azul las coges y dices que las cerezas son azules. La base de la ciencia es coger todas las muestras. Y por supuesto no pintar cerezas de azul”, bromea.


Contra la academia


Tras terraplanismos, antivacunismos o teorías como nos la que nos ocupan siempre hay un mecanismo común. "La apelación constante a exitosas conspiraciones y tramas a gran escala que los poderes fácticos habrían organizado para evitar que la sociedad conozca la verdad”, además de otra “característica intrínseca a la seudoinvestigación” como es “el intento constante de desprestigiar a los investigadores científicos y el mundo académico”. Baydal hace autocrítica: ha habido “pereza por desenredar sus argumentaciones, porque desmontar tantas chorradas cansa” y no se ha querido debatir con ellos “porque no se puede, porque han mentido de manera consciente”. Pero “no pueden quedar sin respuesta”, concluye.


Hasta el momento, la réplica más contundente a la INH fue una entrevista a los historiadores Agustí Alcoberro, Vicent Baydal, Àngel Casals y José Enrique Ruiz Doménech en la revista ‘Sàpiens’ (‘Desmuntem la Nova Història', marzo del 2019). El pasado verano se sumaron las críticas lanzadas desde el PSC y ERC y la difusión de un avance del libro ‘Pseudohistòria contra Catalunya”, a lo que Bilbeny replicó que tiene ganada la batalla “a la historiografía catalana que lo único que hace es repetir el discurso de la inquisición que se ha escrito en los últimos siglos”.


 "El Institut Nova Història cuestiona el pensamiento único y demuestra que la historia no es exactamente como nos la han enseñado en la escuela o la universidad. Esto nos ha obligado a trabajar al margen de la academia. Hasta el punto de haber de organizar universidades de verano propias donde planteamos una revolución del conocimiento al margen de los títulos y las poltronas", añadía el comunicado del INH, titulado 'Desmuntar la vella història i enderrocar el dogma'.

¿Pero por qué ha tenido tal difusión el trabajo de Bilbeny? La fiebre independentista no basta como explicación: no han faltado precisamente puntos de vista desde este sesgo en los últimos años que pueden ser objeto de controversia pero sin ir mucho más allá de los límites de lo verosímil. En el libro, César Sánchez sostiene que, más que la difusión en internet, típica de todas las 'seudo' disciplinas, TV3 ha sido el gran impulsor del INH con la emisión de documentales que exponían sus hipótesis.


Baydal añade que dentro del nacionalismo catalán un sector sin conocimientos históricos ha visto en el relato de Bilbeny “una respuesta al canon español que se enseñó en la escuela hasta la transición, que negaba la pluralidad de los pueblos de España”. Debería haber una alternativa, proponen como conclusión: un compromiso por la divulgación científica de la historia por parte de académicos y medios de comunicación y con apoyo público.


Confusión de colones


Stefano M. Cingolani, Guillem Fornés y Cristian Palomo dedican una pieza de 100 páginas a rebatir el mito inicial del bilbenyismo. No la catalanidad de Colón (el debate sobre la cual, aunque en la aceptada académicamente teoría del origen genovés pueda haber incongruencias, queda irremisiblemente torpedeado por la "falta de escrúpulos" de INH, apuntan) sino la imposibilidad de que tras el descubridor de América se oculte un determinado ciudadano de Barcelona, el caballero Joan Colom i Bertran. Intentando resumir la pieza de autos: no fue marinero, consta como fallecido antes de 1477, no se sostiene que estuviese en realidad en “muerte civil” por ser un resistente contra Juan II (ya que ni esta fórmula encaja con el rastro documental que dejó y debería haber sido aministiado para llegar a hablar ante las Cortes en representación del rey cuando debería haber estado civilmente muerto), ni hay documentos posteriores a 1477 que lo muestren vivo y coleando como sostiene Bilbeny (solo citan a sus sucesores identificándolos como hijos suyos), ni se casó con una infanta portuguesa (que de hecho murió soltera en un convento)... "En la figura del Colom de Bilbeny se mezclan "datos de hasta cinco ''coloms' distintos, incluyendo dos piratas franceses", sostiene Baydal. Los autores se hacen además una pregunta: si la censura española logró castellanizar toda la empresa catalana de descubrir América y decenas de obras literarias, ya puestos, ¿por qué no hizo de Colón un castellano, en lugar de genovés?


El siglo de oro 'traducido'


El INH no solo entra en conflicto con la historiografía. En su marco teórico cuestiona toda la romanística internacional al plantear que el catalán tiene un origen directo en una lengua "ibero-vasca" que, influida por el latín, daría luz a un romance catalán que estaría en el origen de todas las lenguas románicas. Por otra parte, para justificar que la literatura del siglo de oro en castellano no es más que la traducción de las obras del censurado siglo de oro catalán ("mediante prejuicios xenófobos identifican Castilla, incluidas las élites gobernantes, como paradigma del analfabetismo frente a las instruidas élites de la Corona de Aragón", plantea Guillem Fornés) y que en concreto Cervantes era valenciano, se utilizan como prueba 'catalanadas' del 'Quijote' que pasaron desapercibidas al traductor y que, documenta una a una Guillem Fornés, no son más que formas castellanas hoy en desuso. "Dineros" (también en Quevedo), "las espaldas" (en Luis Cabrero de Córdoba), "soy venido" (Fernando de Mena), "rumiar" (Hernando de Talavera)... Expresiones tan comunes en el castellano antiguo y moderno que para que fuesen pruebas de un original catalán, los traductores-censores deberían haber traducido toda la literatura castellana, durante varios siglos... y cometiendo siempre los mismos errores.


Una conspiración universal

A lo largo de los años, las celebridades universales en quienes los miembros del INH descubren un oculto origen catalán se han multiplicado, hasta el punto que la falsificación archivística necesaria debería haber afectado todo el mundo conocido. ¿Una complicación innecesaria? "El porqué es una cuestión de 'modus vivendi' -argumenta Baydal-; necesitas novedades para generar nuevas noticias, crear rutas y viajes... No podían limitarse a Colón año tras año y eso les ha llevado a hacer más grande la bola. Pero ya se ha hecho demasiado grande". Por ejemplo: Marco Polo sería en realidad el mercader Jaume Alaric. Pruebas: Jaume I envió a este a Persia y el profesor John Larner descartó que el autor de la obra atribuida a Marco Polo fuese un mercader veneciano... cuando el citado profesor de Osxford lo que hizo fue reafirmar que los autores fueron el veneciano y Rustichello da Pisa. La lista empieza a er ya abrumadora: El Cid, los hermanos Pinzón, el gran capitán, Hernan Cortés, Garcilaso de la Vega, Pizarro, Magallanes, Diego Velázquez, Juan de la Encina, San Ignacio de Loyola, Leonardo da Vinci, santa Teresa de Jesús, Ludovico Ariosto, el Greco, el Bosco... Para ser sinceros, de algunos de ellos solo se apunta la 'sospecha' o las atribuciones son obra de colaboradores del INH sin pasar a formar parte de su 'canon'. O salen de la imaginación de autores que han salido ya de la órbita del INH por su radicalidad. Sostener que Cervantes y Shakespeare son la misma persona (catalana, por supuesto) ya es excesivo.


Siempre llega la Inquisición


Un gag recurrente de Monty Python era la aparición de un grupo de prelados al grito de "¡nadie se esperaba a la Inquisición española!" En las obras del INH una inqusición tan irreal como la de los cómicos inglesa también aparece siempre, como el comodín que lo justifica todo. Pero en este caso, siempre se puede esperar que llegue. En uno de los capítulos, Xevi Camprubí explica el funcionamiento de la censura y el control de imprenta y demuestra "que la censura en Catalunya no fue omnipotente" y "nunca fue suficiente para prohibir la circulación de obras prohibidas". Mucho menos de modificar el contenido de toda la información archivística. "Esto lo puede decir una persona que no haya entrado en un archivo en su vida. La documentación es múltiple y se coordina una con la otra", recuerda Baydal, para calificar de inverosímil la “hipotética todopoderosa censura anticalana.”


Retroalimentando al otro nacionalismo

Miembros del INH han calificado a sus críticos de “hacer una cruzada contra el pueblo catalán organizado y documentado” y los han acusado de situarse “en el bando de los enemigos de la libertad”. Los autores de ‘Pseudohistòria contra Catalunya’ han decidido no ponérselo fácil. “No es solo una respuesta a los planteamientos del INH sino también a los del nacionalismo español más caduco”, explica Vicent Baydal, uno de los dos coordinadores de la obra.


Entre las producciones seudohistóricas en el ámbito hispánico que compiten dignamente con el INH están algunas que no entran en el ámbito de este libro: las teorías de Ignacio Olagüe retomadas por Emilio González Ferrín que sostienen que no hubo invasión islámica en España sino una evolución autóctona, las recientes obra de Elvira Roca Barea sobre la leyenda negra española o el revisionismo histórico de la guerra civil de César Vidal y Pío Moa.


Los autores se centran, en cambio, en el canon de la historiografía nacionalista española que, escribe Cristian Palomo, “siempre coincide en presentar el pasado histórico de la península ibérica como una progresión coherente enfocada a demostrar la unidad, la antigüedad y la castellanidad de la nación y el estado de los españoles” y en la actualidad se mantiene cuando “todo acto histórico que se interpreta como fomentador de la unidad española es visto como positivo y catalogado de moderno y progresista, mientras que los actos disgregadores tienen una valoración negativa y se consideran arcaizantes”. Con autores que la cuestionan como Núñez Seixas, por ejemplo. Aunque Baydal cree que es precisamente en Catalunya donde se ha sido más “autocrítico” con las mitologías de la historiografía nacionalista tradicional.


Los autores le dan al INH donde más le debería doler: sus publicaciones atacan precisamente toda la historiografía catalana que ha cuestionado ese canon castellanocentrista. “Los seudohistoriadores españolistas se aprovechan de la labor del INH para poder burlarse de la historia de Catalunya y de la causa independentista y para ganar público españolista indignado. Una retroalimentación que no favorece ni el conocimiento de la historia ni la sociedad catalana en su conjunto”, insiste Palomo.


En estos casos, en general, matiza no obstante Baydal, “hay una cierta diferencia; en el INH hay invenciones directamente, en las teorías españolistas se fuerza al máximo la historia desde un voluntarismo nacionalista, que es lo que subyace en las dos opciones”.


Con todo, el volumen responde también a varias polémicas que también consideran seudohistóricas: obras que sostienen que Catalunya era un mero condado ‘del’ reino de Aragón, en posición subalterna, o la eterna discusión sobre cómo denominar a la Corona de Aragón. Cristian Palomo discute la teoría del “matrimonio en casa” del historiador aragonés Antonio Ubieto para concluir que el reino de Aragón fue cedido sin más cortapisas al conde de Barcelona. 


Sí considera “anacronismo flagrante” hablar de “confederación catalananoaragonesa” o “nación catalana” pero también confundir el reino de Aragón con el conjunto que fue llamado “reinos y tierra del rey de Aragón”; “reinos y principado de la Corona de Aragón”, “estados de la Corona de Aragón” o tardíamente Corona de Aragón, la fórmula más acuñada para hablar de una monarquía compuesta a la que no ve mayor problema en caracterizarla como “catalanoaragonesa”. 

Por su parte, el que fue conservador del Museu de Lleida Albert Velasco denuncia la “culpabilización falseada” de “los catalanes” por el incendio del monasterio de Sigena: todo el argumentario utilizado en el pleito por las obras de arte que oculta que en las destrucciones participaron tanto locales como milicianos anarquistas venidos de Barcelona y hurta el papel de rescate del patrimonio que tuvieron las intervenciones de la Generalitat, el obispo de Lleida y los museos catalanes convirtiéndolas en saqueo." (Ernest Alós, El Periódico, 16/02/20)