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3/2/22

Xavier Rius: Las víctimas que se jodan... no deja de sorprenderme que el independentismo catalán se deje deslumbrar de vez en cuando por el independentismo vasco... Pero todavía sorprende más en el caso de Junts que, al fin y al cabo, son los herederos de la antigua Convergencia, el partido del orden y de los botiguers... Yo, en este caso, me viene a la cabeza las víctimas de ETA. No puedo remediarlo. Quizá porque mi familia era de la Sagrera y teníamos el Hipercor cerca... O porque, cuando trabajaba en La Vanguardia, me tocó cubrir varios atentados... Recuerdo especialmente dos casos. El de un empleado de una agencia transitaria del puerto al que alcanzó la onda expansiva contra el Gobierno Militar porque dejó viuda y dos hijas adolescentes. Además vivían en la calle Espronceda, no lejos de casa. Y la otra la viuda del citado coronel jurídico que me confesó que a us marido lo habían matado “como a un conejo”. Lo asesinaron, en efecto, al salir de casa. A dos pasos del portal... Por eso no entiendo la voluntad del independentismo catalán de blanquear a ETA... ¿Qué les pueden decir ERC y Junts a las vícitmas de ETA? ¿Y el gobierno catalán del que forman parte?

 "A mí ya me sorprendió que un convergente de toda la vida, como Eduard Pujol, aunque fuera un tapado, se manifestara a favor de los presos de ETA el 11 de Enero del año pasado junto a la también diputada de Junts, Núria Picas; el de la CUP Albert Botran; y el de Esquerra, Isaac Peraire, recolocado ahora como director de la Agencia de Residus tras haber cedido su masía para ultimar el pacto de legislatura entre ERC i Junts.

Pero sí, ahí estaba junto al coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegi; y el senador Jon Iñarritu, un habitual en las tertulias de TV3, entre otros dirigentes abertzales.

Cabe decir en todo caso, antes proseguir, que en un Estado de Derecho incluso los presos tienen derechos. Y también, por supuesto, los de ETA.

Pero no deja de sorprenderme que el independentismo catalán se deje deslumbrar de vez en cuando por el independentismo vasco.

Antes lo hacía sólo Esquerra. ERC ya tiene relaciones estrechas con Bildu y el propio Arnaldo Otegi participó en la campaña de los republicanos en las últimas elecciones puño en alto.

Además de que en Madrid presumen de una estrategia unitaria frente a Pedro Sánchez.

Pero todavía sorprende más en el caso de Junts que, al fin y al cabo, son los herederos de la antigua Convergencia -el partido del orden y de los botiguers- por mucho que algún dirigente actual no militara entonces en el partido.

El mismo Puigdemont, que sí fue militante, fue el primero en salir en defensa de los presos de ETA.

Y a la manifestación de este año se han desplazado el secretario general del partido, Jordi Sanchez; los diputados Josep Rius -que rechazó ser consejero- y Aurora Madaula; y el exasistente de Ramon Tremosa, Aleix Sarri.

Yo, en este caso, me viene a la cabeza las víctimas de ETA. No puedo remediarlo. Quizá porque mi familia era de la Sagrera y teníamos el Hipercor cerca aunque no tuvimos que lamentar con el atenado desgracias personales ni en el círculo familiar ni el de amistades.

O porque, cuando trabajaba en La Vanguardia, me tocó cubrir varios atentados. El del Gobierno Militar, el de Sant Quirze del Vallès en el que falleció un trabajador que pasaba por ahí, el de dos miembros de la banda música del Bruc o el de un coronel jurídico, también del cuartel del Bruc.

Todos, en la mentalidad etarra “enemigos del pueblo” y “opresores del Estado” por mucho que algunos se dedicaran sólo a tocar instrumentos musicales o a redactar informes técnicos.

Recuerdo especialmente dos casos. El de un empleado de una agencia transitaria del puerto al que alcanzó la onda expansiva contra el Gobierno Militar porque dejó viuda y dos hijas adolescentes. Además vivían en la calle Espronceda, no lejos de casa.

Y la otra la viuda del citado coronel jurídico que me confesó que a us marido lo habían matado “como a un conejo”. Lo asesinaron, en efecto, al salir de casa. A dos pasos del portal

Pero también, desde luego, a las víctimas de Hipercor, de Sabadell, de Vic, al agente de la Guardia Urbana Juan Miguel Gervilla -que probablemente salvó la vida sin saberlo al radiofonista Luis del Olmo- y al agente de los Mossos Santos Santamaria.

Su padre me explicaba recientemente en una entrevista que ni siquiera estaba de servicio pero que fue a reforzar el dispositivo de seguridad ante la localización de un coche bomba de ETA.

En fin, muchos ánimos desde aquí a familiares y amigos.

Por eso no entiendo la voluntad del independentismo catalán de blanquear a ETA. Sólo se explica por dos motivos: uno por un complejo de basquitis que siempre ha tenido respecto a los vascos.

Por la voluntad tambén de joder lo máximo posible al “Estado español” visto el fracaso del proceso. Aquello de que los enemigos de tus enemigos son tus amigos. Pero espero que no sean también tentaciones.

La declaración de Otegi del pasado 19 de octubre a las víctimas (“Sentismo su dolor, nunca debió producirse”) espero que cale hondo.

Y que nadie nunca un eixelebrat o un hiperventilado se le pase por la cabeza seguir el ejemplo etarra.

Al fin y al cabo ETA no consiguió derrotar al Estado -y mucho menos la independencia de Euskadi- tras cuarenta años pegando tiros. Sólo sangre, dolor y muerte. Incluso entre las filas propias.

Pero me queda una pregunta final: ¿Qué les pueden decir ERC y Junts a las vícitmas de ETA? ¿Y el gobierno catalán del que forman parte?

Se lo he preguntado a la portavoz, Patricia Plaja, y se me ha sacado de encima al alegar que no "se ha tratado en la reunión de gobierno y no puedo darle una respuesta más precisa"

Que manera de dejar a las víctimas de lado."                    (Xavier Rius, director de e-notícies, 11/01/22)

19/10/21

ETA fue exactamente eso, un militarismo basado en un nacionalismo oscurantista y mítico con el que desarrolló una tentativa totalitaria de purificación nacional... algo fue mal en el corazón mismo de la sociedad vasca. Algo no funcionó bien cuando una organización terrorista arraigó con tanta fuerza y durante tanto tiempo entre nosotros... En un sector de la sociedad vasca sucedió algo sobrecogedor: el valor objetivo de la vida humana fue menor que el valor subjetivo de las ideas políticas... siempre una identidad nacional unívoca, siempre un dogma identitario, casi siempre una patria pura. Y a su lado, el señalamiento del extraño, del otro, del diferente. El totalitarismo casi siempre arraiga sobre esos materiales... Por alguna extraña razón, miles y miles de personas fueron capaces de aplicar una extraordinaria distancia emocional con la violencia que habitaba en su propia geografía... es tentadora la apariencia del olvido. Lo más sencillo para una sociedad en fase postraumática está en pasar página y no mirar nunca más hacia atrás, y desprendernos de un pasado incómodo

 "Se cumplen 10 años desde el anuncio por parte de ETA del cese definitivo de su actividad. Nada más y nada menos que 10 años. La fecha cae sobre el calendario de un país que ya es distinto. No solo Euskadi, sino el conjunto de España es ya una sociedad distinta.

 Estos días nos llevan de la mano, una vez más, a un recorrido a través de la memoria. El tiempo y el cambio vivido por nuestro país no modifican el contenido de una memoria compuesta de sangre, habitada por más de 800 vidas truncadas, por miles de heridos, por decenas de miles de personas afectadas de forma directa o indirecta por el terrorismo. Da igual el tiempo que pase. No tiene la capacidad de cambiar la verdad desnuda de los hechos.

Fueron 50 años de recorrido de una organización que nació en el contexto general de los años sesenta caracterizado por el surgimiento de movimientos terroristas similares —Francia, Italia, Alemania, Irlanda— unido al contexto particular de España, la dictadura franquista. Que a diferencia de otros países, y con la excepción hecha del IRA, arraigó social y culturalmente en un sector amplio de la sociedad vasca. Que atravesó el tiempo de la dictadura hasta instalarse en democracia durante más de 30 años. Que mató todo lo que pudo. Que lo hizo sobre todo en democracia, dentro y fuera del País Vasco, a hombres, mujeres y niños, a todo tipo de personas, con todo tipo de responsabilidades, de procedencias, de edades, de ideologías y de clases sociales.

Lo hizo porque quería elevar a categoría de total la visión particular que tenía de lo que debía ser Euskadi. Difícil encontrar mejores palabras que las que dejó escritas en su diario María Dolores González Catarain, Yoyes, el 5 de diciembre de 1985, nueve meses antes de ser asesinada en Ordizia: “Del derecho a la diferencia se ha pasado al deber de uniformidad… A través de un militarismo basado exclusivamente en un nacionalismo oscurantista y mítico”.

ETA fue exactamente eso, un militarismo basado en un nacionalismo oscurantista y mítico con el que desarrolló una tentativa totalitaria de purificación nacional.

 Diez años después de su final, la evaluación de su existencia no remite a nada más que a un balance inmenso de daños. Tuvo su cierre en la tarde del 20 de octubre del año 2011. Cierre que llegó sin haber conseguido ni uno solo de los objetivos políticos para los que había nacido en 1959.

No es mal momento esta conmemoración para reflexionar sobre todo aquello de lo que nos habla ese pasado de sangre. Para preguntarnos por las conclusiones que nos deja para el presente y sobre las enseñanzas que convendría aplicar, en forma de salvaguardas democráticas, en el futuro.

 En primer lugar, una realidad incómoda: algo fue mal en el corazón mismo de la sociedad vasca. Algo no funcionó bien cuando una organización terrorista arraigó con tanta fuerza y durante tanto tiempo entre nosotros. La violencia y el terrorismo encontraron acomodo en decenas de miles de personas que aplaudieron, justificaron, comprendieron o blanquearon el asesinato de ciudadanos y ciudadanas a lo largo de toda la existencia de ETA. En un sector de la sociedad vasca sucedió algo sobrecogedor: el valor objetivo de la vida humana fue menor que el valor subjetivo de las ideas políticas.

 Esta realidad abrumadora nos invita a pensar en la naturaleza trascendente de los valores humanistas. Nos alerta frente a los nuevos populismos de la pureza y los nuevos traficantes del miedo, siempre expertos en teorías de la homogeneidad colectiva; siempre una identidad nacional unívoca, siempre un dogma identitario, casi siempre una patria pura. Y a su lado, el señalamiento del extraño, del otro, del diferente. El totalitarismo casi siempre arraiga sobre esos materiales. Lo hace para convertir sueños propios en pesadillas ajenas.

 En segundo lugar, los 50 años de vida de ETA también nos avisan de la velocidad con la que se extiende la indiferencia cuando el mal aparece en cualquiera de sus formas.

Cientos de miles de vascos no se sintieron interpelados por la existencia de una organización terrorista que mataba en las mismas calles de sus ciudades y de sus pueblos. Por alguna extraña razón, miles y miles de personas fueron capaces de aplicar una extraordinaria distancia emocional con la violencia que habitaba en su propia geografía. Es insalvable una pregunta dolorosa: ¿cuánto tiempo hubiera durado ETA con toda la sociedad vasca movilizada contra ella desde sus primeros atentados? ¿Cuánto hubiera durado frente a la fuerza de una movilización mayoritaria, activa y constante?

Es ahí donde nos espera una enseñanza nítida. Es una mala idea mirar para otro lado cuando se construye políticamente al extraño, cuando se aplica distancia social a los señalados. Es una mala idea desde múltiples puntos de vista, incluido el más egoísta de todos; cuando los señalamientos del otro entran en escena, cuando suenan palabras que extranjerizan y expulsan del espacio público a los señalados, conviene enfrentarlas con contundencia antes de que sea tarde. Quién sabe cuánto tardarán en sonar también para nosotros.

En tercer lugar, nuestro pasado nos pregunta por el significado que atribuimos a todo lo vivido y por el papel que queremos que juegue en lo que somos como comunidad política.

Hay que reconocerlo; es tentadora la apariencia del olvido. Lo más sencillo para una sociedad en fase postraumática está en pasar página y no mirar nunca más hacia atrás, dejar allí a quienes allí quedaron y desprendernos de un pasado incómodo, lleno de aristas y espacios de sombra.

 Sin embargo, también es posible un enfoque distinto apostando de forma decidida por la memoria. Es posible educar a las generaciones más jóvenes de niñas y niños vascos en lo que ETA significó, con contenidos obligatorios, tanto en primaria como en secundaria, para aprender la verdad desnuda de los hechos. Es posible reformar el Estatuto de Autonomía de Euskadi para que, entre las distintas inspiraciones que nos configuran como comunidad política, esté también la memoria de las víctimas del terrorismo. Es posible dotarlas así de un significado trascendente en la existencia misma de nuestra comunidad política.

Es posible trabajar desde múltiples enfoques en un tratamiento político de nuestro pasado que se encuentre a la altura de los hechos que contiene dentro.

Continuar trabajando en la convivencia de la sociedad vasca debe seguir siendo un objetivo irrenunciable, el reto más importante de todos. Debemos hacerlo sobre la defensa de nuestra pluralidad de ideas y de sentimientos identitarios, trabajando en las salvaguardas necesarias para nuestra aspiración de convertirnos en una sociedad plenamente normal. Es un objetivo noble. Quizá el más noble de todos. Frente a la tentación magnética del olvido, solo se alcanza a través de la memoria."             (Eduardo Madina, El País, 17/10/21)

14/10/21

El origen de ETA fue un fanatismo nacionalista, construido sobre una patria mitológica y una identidad etnicista excluyente... ETA fue, objetivamente, una organización golpista durante los años de construcción democrática de España... otro de los grandes mitos de esta tragedia es la que atribuye a la sociedad vasca la victoria sobre ETA. Realmente tenemos que reconocer que la reacción social a la violencia fue tardía y débil... Hoy el País Vasco vive relajado y feliz... la pretensión independentista se ha reducido al 20% de la población... Nadie quiere responder esta pregunta tan incómoda que —desgraciadamente— nuestros hijos no nos hacen: ¿cómo fuisteis capaces?... Cabe preguntarse para qué tanta tragedia

 "Han pasado ya 10 años desde que ETA anunciara “el cese definitivo de su acción armada”. Fue una tarde memorable. Estábamos en Vitoria e íbamos a iniciar un debate electoral con Alfonso Alonso (PP) y Emilio Olabarría (PNV). Decidimos suspenderlo y tomarnos unas cervezas con los asistentes. Siempre creímos que un día así nunca llegaría. (...)

Al comienzo de esta tragedia, muchos creyeron que había razones para su lucha. Fue el primero de muchos errores. Nunca lucharon por la democracia española. Es más, luego la combatieron a sangre y fuego. (...)

Su origen fue un fanatismo nacionalista, construido sobre una patria mitológica y una identidad etnicista excluyente. Situarlos en el marxismo-leninismo fue también equivocado. Creer que su lucha era revolucionaria engañó a demasiados, demasiado tiempo.

Su error, su inmenso error, fue despreciar la enorme generosidad de la amnistía, que no dejó ni uno solo de sus presos en la cárcel y las enormes avenidas de libertad y de autogobierno que configuraron la Constitución y el Estatuto de Gernika a finales de los años setenta. Desprecio agresivo y brutal porque su estadística asesina es elocuente: 74 asesinatos entre 1968 y 1977 y casi 800 entre 1978 y 2011, con particular incidencia en los años 1978 a 1984 con 390 asesinatos.

 Nunca se les ha llamado así, pero ETA fue, objetivamente, una organización golpista durante los años de construcción democrática de España. Sus intencionados ataques a mandos militares y a políticos y guardias civiles, día sí, día también, buscaban objetivamente provocar a los aparatos fácticos del Estado, en una espiral “acción-represión” en la que, desgraciadamente, también cayó una democracia débil, asediada y demasiado aislada en el País Vasco de entonces.

El gran salto de paz lo dimos con el Pacto de Ajuria Enea. Otorgar al nacionalismo vasco el liderazgo en la deslegitimación social de la violencia (Ardanza: “No compartimos con ellos ni métodos ni fines”), e introducir en el país una nueva línea divisoria entre demócratas y violentos que sustituyó a la nefasta separación entre nacionalistas y no nacionalistas, fue definitivo en la superación del magma social que promovía o amparaba la violencia. Aquel Gobierno de coalición, PNV-PSE (PSOE), construido en gran parte sobre la generosidad socialista, inició otra etapa que resultó clave en la derrota final del terrorismo.

 Durante muchos años la democracia permitió la coexistencia del brazo político de la banda, creyendo y esperando que la violencia desaguara a la política. La disolución de ETA Político-militar a comienzos de los años ochenta y la creación de Euskadiko Ezkerra (gracias a Mario Onaindía, Juan María Bandrés y Juan José Rosón) animaron esta convicción. Hasta que descubrimos que esa confianza era ingenua. En 2002, fruto del Pacto antiterrorista, decidimos ilegalizar su partido y su entorno social. Rectificar fue un acierto. 

La experiencia nos había demostrado que aprovechaban los espacios legales para retroalimentar y reforzar socialmente su violencia. De hecho, la ilegalización y la persecución judicial de su entorno ayudó a que emergiera en Batasuna una fuerte corriente política interna que reclamaba el fin de la violencia, antes de que esta arruinara su causa. Ellos ayudaron también a buscar el final.

Han pasado muchos años y mucho sufrimiento, pero el final ha sido extraordinario. Mirando atrás, con la perspectiva de estos 10 años que han hecho irreversible la paz, nadie puede dudar de que la democracia española también superó este difícil reto. No hubo concesiones políticas. Sus presos cumplen sus penas y las víctimas ocupan la centralidad del relato. Ningún país de los que han sufrido fenómenos semejantes ha logrado un final tan limpio, tan rotundo, sin perjuicio ninguno a la justicia y al Estado de derecho. 

Que su entorno político participe de la democracia y de sus instituciones es la mejor manifestación de nuestra superioridad moral. “O votos o bombas”, decía Alfredo Pérez Rubalcaba, con esa inteligente sencillez con que resumía ideas complejas. Su renuncia a la violencia les otorgaba el derecho a la representación política que obtuvieran con sus votos. Por eso, resulta lamentable que algunos se empeñen en conceder a la violencia un triunfo que nunca obtuvo y devaluar, o peor, cuestionar así, la victoria de la democracia sobre el terror.

 Otro de los grandes mitos de esta tragedia es la que atribuye a la sociedad vasca la victoria sobre ETA. Realmente tenemos que reconocer que la reacción social a la violencia fue tardía y débil. Muchos vivimos la soledad de las víctimas y la frialdad política y eclesiástica del país durante muchos años como para poder decirlo. La reacción social contra ETA comenzó realmente en julio de 1997 cuando secuestraron y mataron a Miguel Ángel Blanco y se organizó en defensa de las víctimas con la creación del ¡Basta Ya! a principios del nuevo siglo. 

Fue importante en la fase final de la violencia, pero a ETA la venció la policía, desarticulando sus comandos y sus cúpulas, y convenciéndoles así de la imposibilidad de su triunfo y por tanto de la inutilidad de su lucha. En ese contexto, la aparición del terrorismo yihadista, el fin de la violencia en Irlanda, la presión interna de sus cuadros políticos y una escenificación internacional hábilmente gestionada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y Rubalcaba, hicieron el resto.

 Hoy el País Vasco vive relajado y feliz. Tal y como pensábamos muchos, la pulsión radical se ha atenuado. El nacionalismo es mayoritario, pero su mayoría está limitada por la moderación y condicionada a su pragmatismo. Los sentimientos identitarios siguen siendo muy fuertes, pero la pretensión independentista se ha reducido al 20% de la población, algo menos de la mitad de lo que las encuestas mostraban hace 10 años.

Cabe preguntarse para qué tanta tragedia. En No digas nada, una buena fotografía literaria del terrorismo irlandés, Patrick Radden narra el momento en el que los dirigentes del IRA dan cuenta a sus militares de los Acuerdos de Viernes Santo. Dolours Price, una de las históricas militantes, pregunta finalmente: “¿Se nos está diciendo que, visto lo visto, nunca deberíamos haber emprendido la lucha armada?”. Los paralelismos son evidentes.

Al final de Patria, una excelente novela de Fernando Aramburu y una buena serie de televisión, las dos mujeres protagonistas de la historia, la viuda del asesinado y la madre del etarra, amigas antes y enemigas después, se cruzan en la plaza del pueblo, a la salida de misa, y se dan un abrazo. Es un abrazo ligero, tenue, casi obligado por el encuentro fortuito. Parece un abrazo de reconciliación, de perdón, pero no llega a tanto. Sin embargo, expresa bien dos sentimientos que inundan la sociedad vasca a los 10 años del final del terrorismo. 

De una parte, cierta generosidad que impregna el corazón de la mayoría, deseosos de construir una sociedad que supere las heridas abiertas por esta tragedia de cuarenta años. De otra, el olvido, la huida del pasado, una especie de fuga hacia el futuro que aleje de nuestros recuerdos tanta desgracia y tanta culpa. Nadie quiere responder esta pregunta tan incómoda que —desgraciadamente— nuestros hijos no nos hacen: ¿cómo fuisteis capaces?"                   (Ramón Jaúregui, El País, 13/10/21)

5/8/20

Lo que ha dejado heridas profundas en el País Vasco fue una campaña de terror en la que durante décadas se mató a políticos, periodistas, concejales de pueblo, empresarios y un largo número de personas inocentes, incluidos 22 niños, dentro del intento de una minoría por imponer su voluntad al resto.

"Todos los españoles recuerdan dónde estaban el día que el concejal Miguel Ángel Blanco fue maniatado, arrodillado y ejecutado con dos tiros por la espalda. El asesinato perpetrado por la banda terrorista ETA en 1997 conmocionó al país y se recuerda todos los años con un acto que el pasado lunes estuvo rodeado de un tono más sombrío del habitual. 

La víspera se habían celebrado elecciones autonómicas en el País Vasco y el partido que durante décadas apoyó a los verdugos de Blanco logró el mejor resultado de su historia.

ETA nació en los años de la dictadura franquista y, al llegar la democracia en los años setenta, en lugar de renunciar a la violencia la propagó durante décadas. Mientras los pistoleros mataban, su brazo político, hoy bajo la denominación de EH Bildu, justificaba los atentados y señalaba a los enemigos de la patria vasca, poniéndolos en el punto de mira.

Detrás del éxito del partido EH Bildu, que permitirá a tres expresos acusados de terrorismo sentarse en el parlamento regional, se encuentra una de las grandes encrucijadas morales a las que se enfrentan los países que han sufrido largos periodos de violencia: ¿Es la integración en el sistema democrático de quienes rompieron sus reglas un precio a pagar por la paz? España, al igual que hizo Colombia con las FARC o el Reino Unido con el IRA, decidió que sí hace tiempo.

El país ha tolerado que un partido que vivió en connivencia con el terrorismo de ETA se presente a las elecciones y defienda la creación de un Estado independiente. Y, sin embargo, esa generosidad democrática no ha sido correspondida por los nacionalistas radicales vascos, a pesar de que las contrapartidas que se les pedían eran modestas. Arrepentimiento por el daño causado. Renuncia a la intimidación para avanzar su agenda política. Y un perdón, sincero y sostenido en el tiempo, a las víctimas.

La claridad con la que los dirigentes de Bildu expresan sus deseos de crear un Estado propio o exigen beneficios penitenciarios para los presos de ETA se diluye en una calculada ambigüedad a la hora de reconocer a las víctimas. Mientras, el recuerdo de los 854 asesinados, 6389 heridos y 79 secuestrados por la banda terrorista se debilita en medio de un discurso que busca equiparar a víctimas y verdugos. El método para reescribir la historia es viejo y empieza por la perversión del lenguaje.

Los dirigentes de Bildu insisten en adornar los asesinatos del romanticismo de la “lucha armada” en sus declaraciones, aunque la mayoría de las víctimas no portaban armas; los atentados se justifican en la existencia de “un conflicto”, aunque había resortes para dirimirlo políticamente; y se reconoce que hubo víctimas, para inmediatamente después despojarlas de su condición al incluirlas dentro del “sufrimiento de todas las partes”.

La manipulación del relato mantiene a una parte importante de la sociedad vasca en una realidad paralela y victimista que sirve para justificar su pasado más oscuro. Nada lo refleja mejor que la contradicción que se vive desde que ETA anunció su disolución en 2018: mientras los que apretaban el gatillo reciben multitudinarios homenajes al abandonar las cárceles, quienes dieron su vida por defender la libertad en el País Vasco caen en el olvido. Su acoso no termina ni siquiera con su muerte: el reciente ultraje de la tumba del líder socialista Fernando Buesa, asesinado en 2000 en Vitoria por el grupo terrorista, muestra que la sociedad vasca, enferma de odio durante demasiado tiempo, no se ha curado del todo.

La estrategia de la desmemoria debe ser combatida si la aspiración es desterrar la violencia para siempre. Las nuevas generaciones ni siquiera saben quién fue Miguel Ángel Blanco, un olvido al que contribuyen partidos que como EH Bildu tienen dificultades incluso para mencionar su nombre. La percepción sobre qué hizo ETA y por qué ha sido distorsionada por un nacionalismo que sigue marginando a quienes no secundan sus ideas y que, en su cinismo, pretende que le den las gracias porque ya no se mate por ellas.

La cada vez más marginal presencia de los partidos españoles constitucionalistas en el País Vasco —los nacionalistas han sumado en estas elecciones un 70 por ciento del apoyo— ha dejado en manos de la cultura la preservación de la memoria del terrorismo. Series como ETA, el final del silencio y La línea invisible, o libros como Patria, cuya versión televisiva será estrenada por HBO en septiembre, recuerdan el descenso a los infiernos de una sociedad que fue gangrenada por una visión totalitaria. No es suficiente: es necesario que la verdad se imponga también en el discurso político.

Los exmiembros de ETA elegidos al parlamento vasco han elegido la vía política para defender sus posiciones, pero sus declaraciones insisten en equiparar la violencia del Estado con el sufrimiento de las miles de víctimas de la banda terrorista. El mayor valedor de esa teoría es Arnaldo Otegi, el principal líder del independentismo vasco, condenado en los ochenta por secuestro.

Otegi también recuerda dónde estaba el día que mataron a Miguel Ángel Blanco. “En la playa”, dijo en una entrevista en 2016. La respuesta es un reflejo de la sistémica falta de empatía que el mundo abertzale muestra hacia las víctimas y de su constante intento de legitimar el pasado más oscuro del País Vasco. Aunque Otegi aseguró haber realizado gestiones para evitar el desenlace fatal de Blanco, no ha mostrado ningún dato que corrobore esa versión. Hasta hoy se ha negado a condenar el asesinato.

Para que el País Vasco empiece desde un folio en blanco, y las heridas de décadas de violencia sanen, el brazo político de la extinta banda terrorista debe reconocer sin ambigüedad el daño causado. Los homenajes a etarras condenados deben terminar. Las víctimas han de recibir el respeto que merecen. Y el compromiso de defender las ideas sin violencia debe ir acompañado de la honestidad del arrepentimiento por el luto generado. Solo entonces podrá empezar la verdadera reconciliación en el País Vasco."

(David Jiménez es escritor y periodista. Su libro más reciente es El director. Revista de prensa, 16/05/20; fuente: The New York Times)

4/8/20

Óscar Guardingo: El relato de que Otegi y Josu Ternera acabaron con ETA es intragable. Fue la sociedad vasca y española quien hizo inviable su continuidad. Lo consiguieron pacifistas de Gesto por la Paz y las fuerzas de seguridad. Bienvenidos sean a la política, pero no que no cambien la historia

Óscar Guardingo @oguardingo 

Así se abrió paso Gesto por la Paz. Al principio eran un puñado de pacifistas que fueron recibidos con indiferencia y hostilidad. Poco a poco fueron abriendo una brecha en la sociedad vasca, que le acabó dando la espalda a ETA.

La Coordinadora Gesto por la Paz fue una plataforma pacifista, cívica, pluralista e independiente que ´daba una respuesta civil a los atentados de ETA. Nació...




A ETA solo le quedaba aceptar su derrota o enquistarse. Cualquier abrazo, cualquier medalla debe ser para aquellos activistas de la sociedad civil.


Sobre Otegi? hacia el futuro a hacer política, a veces para coincidir y a veces para discrepar. Hacia el pasado, ninguna concesión

Que pronto se ha olvidado a Gesto por la Paz. Desde la derecha y desde la izquierda.

1:59 p. m. · 3 ago. 2020
10 Retweets 20 Me gusta

Óscar Guardingo @oguardingo 

El relato de que Otegi y Josu Ternera acabaron con ETA es intragable. Fue la sociedad vasca y española quien hizo inviable su continuidad. Lo consiguieron pacifistas de Gesto por la Paz y las fuerzas de seguridad. Bienvenidos sean a la política, pero no que no cambien la historia

11:41 a. m. · 3 ago. 2020
142 Retweets y comentarios 430 Me gusta

Gonzalo Caro Sagüés @gcaro31
En respuesta a @oguardingo

Una cosa no quita la otra. Eguiguren , que algo sabrá , lo cuenta muy bien en su libro sobre la negociación.


Óscar Guardingo @oguardingo

Evitaron que se produjeran escisiones que continuaran una actividad terrorista de más baja intensidad. Pero a ETA la derrotan desde fuera, cuando la sociedad vasca dice que ya basta, y cuando las fuerzas de seguridad desarticulan comando tras comando. Eso es inapelable.

Toni Campos Alos @ToniCamposAlos
En respuesta a @oguardingo

Te suena el "IRA autentico" ??? Pues que no exista la ETA autentica, post ttregua tiene que ver con esas dos personas. ETA caia sola , pero las excisiones de iluminados eran el peligro.


julianpareado @julianfuturama
En respuesta a @oguardingo y @martindonato

Vamos a ver, lo consiguió la policía (cada 6 meses detenían a la cúpula de ETA). Y la sociedad vasca les demostró que estaban hasta las narices de ellos. Otegui y Ternera solo fueron los que apagaron la luz antes de cerrar.


Juan @spanishscofield

Un abrazo a Josu Ternera por haber dejado de ordenar asesinatos. Todo un detalle por su parte.

21/7/20

Jan Carson: “El legado más preocupante del conflicto de Irlanda del Norte se aprecia en la salud mental”

"(...) En la novela se habla del sentimiento de culpa. ¿Sigue existiendo, quizá en esas generaciones mayores de 40 años, algo así como cenizas psicológicas de lo que pasó en los años más duros del conflicto?

Totalmente. Y no solo son los de más de 40 quienes soportan el impacto de la herencia de los Troubles. Para mucha gente, algunos aspectos del conflicto no se han resuelto nunca. En Belfast todavía tenemos barrios segregados y un sistema educativo también segregado, y largos tramos del llamado Muro de la Paz dividiendo a las comunidades nacionalista y unionista. 

La violencia sectaria continúa, aunque rara vez llega a aparecer en las noticias fuera de Irlanda del Norte porque no es a la misma escala o frecuencia que la violencia perpetuada que hubo hasta 1998.

 Aun así, quizá el mayor legado, y el más preocupante del conflicto, puede verse en el área de la salud mental, donde tenemos unas tasas de suicidio increíbles y problemas permanentes con la depresión, especialmente entre hombres jóvenes. Esta es una sociedad que todavía tiene que arreglar las cosas terribles de las que fue testigo en la cumbre del conflicto. (...)"                   (Entrevista a Jan Carson, Ignacio Pato, Apuntes de clase, 16/07/20)

27/3/20

Una ex alto cargo justifica un “baño de sangre" por la independencia. Diana Corominas dice que ha matado más el coronavirus que ETA

"La ex trabajadora del Diplocat y ex responsable de Asuntos Exteriores de la Generalitat en los países nórdicos, Diana Corominas, ha afirmado en twitter, que “ha habido más muertes por covid19 (2.750) en pocos días que por ETA en toda su historia (850), la gran excusa de España para apretar a los vascos. En Cataluña ya son más de 500. Nunca, NUNCA más volvais a invocar el ‘baño de sangre’ para no hacer la independencia @Esquerra_ERC @JuntsXCat”.

 "Si hubiéramos hecho la independencia (que no se hizo con la excusa quimérica del baño de sangre), nos habríamos ahorrado el baño de sangre real. O crees q un estado catalán, con políticos al frente que han hecho la indy, habría perdido el tiempo mendigando #tanquemCatalunya en lugar de hacerlo?", ha añadido. También ha retwitteado una imagen donde se pregunta "los que decían que la independencia de Cataluña no valía ningún muerto, cuántos muertos vale la obediencia a España?”.

 Corominas, que forma parte también de Primàries y es firmante del manifiesto Koiné, ya pidió meses atrás “hacer políticas para que el castellano retroceda en Cataluña. No hacerlo equivale a dejar que la lengua del enemigo acabe siendo la lengua de Cataluña”            (e-notícies, 25/03/20)

3/1/20

Xavier Rius: Una de las cosas que más miedo me da del proceso es el blanqueo de ETA y de rebote de Terra Lliure... no sé si es para idealizar el pasado -como los etarras a los que comparaban con gudaris- o la tentación del futuro. Al fin y al cabo tenemos un presidente de la Generalitat tentado por la vía eslovena.

"Una de las cosas que más miedo me da del proceso es el blanqueo de ETA y de rebote de Terra Lliure. Terribas hablando de “independentismo combativo” en un programa de Catalunya Radio.

Xavier Graset presentando a Carles Sastre como un “gran reserva del independentismo” en otro de TV3. El actual jefe de informativos de la cadena pública, David Bassa, tiene un libro titulado “L’independentisme armat a la Catalunya recent” (2005). Ojo al detalle: No habla de terrorismo, habla de “independentismo armado”.


Y, por supuesto, Arnaldo Otegi tiene derecho a hacer una vida normal tras haber cumplido condena. Pero una cosa es hacer vida normal y otra recibirlo como un héroe en el Parlament o en TV3. Yo estaba el día que visitó la cámara catalana. ¡Parecía una estrella de rock! Hasta llegó en furgoneta. La presidenta Carme Forcadell recibiéndole en su despacho. Y el vicepresidente primero, Lluís Corominas, de Convergencia de toda la vida.

Quizá porque, por razones profesionales, me tocó cubrir algunos atentados y hablar con las familias.


Recuerdo, por ejemplo, a un coronel tiroteado a la puerta de su casa en la calle Tenor Massini de Barcelona. Su mujer me dijo que “lo han matado como a un conejo”. Tenía cinco hijos. O aquel otro, también en los años 90, que falleció en el atentado de ETA con lanzagranadas contra el Gobierno Militar de Barcelona. Vicente Beti Montesinos dejó dos hijas de 16 y 14 años de edad. Era oficinista. Trabajaba en una empresa transitaria cercana. Le pilló la onda expansiva.


Por eso, cuando me desplacé a Sevilla, quise rendir un homenaje personal al concejal del PP Alberto Jiménez Becerrill y a su esposa, Ascensión García Ortiz. Él tenía 37 años. Ella, 39. Por supuesto no los conocía. Pero cuando los mataron ya me impresionó su muerte.


Dejaron tres niños de ocho, siete y cuatro años de edad. Se conocieron en la facultad, estudiando derecho. Él se dedicó a la política desde bien joven. A los 25 ya era secretario general del PP de Sevilla. Ella se hizo procuradora de tribunales.


Días después del asesinato, el preso etarra Ignacio de Juana Chaos escribió en una carta interceptada por la Policía: “En la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y terminábamos a carcajada limpia (…). Me estoy tragando todas las noticias de la ekintza (acción) de Sevilla”. (1)


La sentencia explica que el atentado fue ordenado por José Javier Arizcuren Ruiz (“Kantauri”), entonces jefe de los comandos ilegales de ETA. La estrategia de matar a políticos había empezado con el también concejal del PP Gregorio Ordóñez en San Sebastián. Pensaban que así negociaría el Estado. Kantauri instruyó a los miembros del comando Andalucía José Luis Barrios, Mikel Azurmendi y Maite Pedrosa.


El sábado 1 de enero de 1998, a la una y cuarto de la noche, cuando la pareja volvía de una cena con amigos en el bar Antigüedades. Barrios y Azurmendi se dieron cuenta de que estaban en el bar. Y, al salir los siguieron durante 245 metros. En un momento determinado, Jiménez Becerrill se dio cuenta de la presencia de dos inviduos y aceleraron el paso. Cuando se hallaban a entre 30 y 60 centímetros, el concejal se giró bruscamente y Azurmendi “disparó en la cabeza” según la sentencia. Ya desplomado en el suelo, mientras su mujer pedía auxilio “a gritos”, Maite Barrios “disparó a corta distancia a la base de la nuca”. “Sufrieron lesiones tan graves” que fallecieron en el acto.


El 30 de enero del año pasado la agencia Europa Press publicó un reportaje de ellos en conmemoración del 20 aniversario de su asesinato. Parecía una pareja de película. El Ministerio del Interior publicó un vídeo en el que todavía aparecen sonrientes. Me acerqué al lugar de los hechos: la calle Don Remondo, una de las callejuelas que va a parar a la Giralda. Es una calle triste. A pesar de su proximidad con la catedral de Sevilla pasan pocos turistas. Al inicio hay un hotel de cuatro estrellas, con excelentes vistas, y un poco más allá -antes de la placa que conmemorar el lugar en el que fueron asesinados- la delegación de Caritas.

 En Sevilla hay otros sitios donde se homenajea al edil. Pusieron una calle a su nombre -que divisé desde el autobús- y en Triana hay otra. No en vano era teniente de alcalde del popular barrio sevillano.

Por eso me da miedo el blanqueo de ETA. Lo que decía: no sé si es para idealizar el pasado -como los etarras a los que comparaban con gudaris- o la tentación del futuro.


Al fin y al cabo tenemos un presidente de la Generalitat tentado por la vía eslovena. “Los eslovenos decidieron tirar adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo por vivir libres”, dijo en un acto en Bruselas para presentar el Consejo de la República.


Y recuerdo que, tras la polémica aparición de Carles Sastre en TV3, la sobrina de Josep María Bultó publicó un carta en El Periódico.


Decía así: “Bultó no murió de un ataque de corazón, ni de un cáncer, sino porque su entrevistado, Carles Sastre, entró en casa del señor Bultó mientras comía con su familia y, a punta de pistola, le adosó una bomba al pecho, bajo amenaza de hacerla estallar si José María Bultó no pagaba 500 millones de pesetas. Horas después, la bomba estallaba, despedazando en mil partes el cuerpo de Bultó”.

“Carles Sastre -añadió- fue condenado por este asesinato y por él no ha pagado ni la mitad de su condena”.


Sastre, por cierto, intervino en el mitin final tras la huelga general -aquí las llaman paro de país- del pasado 18 de octubre. Como una estrella."              (Xavier Rius, director de e-notícies, 02/01/20)


"Flirteos de alto riesgo- Puigdemont y sus amigos de Terra Lliure.

 Los recientes episodios de grave violencia protagonizados por sectores del independentismo en diversos puntos de Catalunya, en el marco de las protestas contra la sentencia del Tribunal Supremo por los hechos del otoño de 2017, demuestran, según fuentes de la oposición parlamentaria, los riesgos de la tolerancia con este tipo de actuaciones y con sus promotores.

Ests fuentes se refieren no sólo a los ánimos que el presidente Torra ha dado a grupos como los comités de defensa de la república (CDR) o el tsunami democrático, sino a las numerosas ocasiones en las que el ex presidente Puigdemont ha exhibido de manera pública una excelente relación -aparentemente- con antiguos miembros de la extinguida Terra Lliure.

Estas situaciones, dicen las mismas fuentes, no sólo son consideradas como un cierto aval por algunos sectores violentos, sino que además perjudican la imagen de Catalunya tanto en el conjunto del Estado español como en un nivel internacional. Es difícil sostener que el independentismo es un movimiento pacifista cuando uno de sus líderes más influyentes mantiene este tipo de relaciones."            (e-notícies, 03/01/20)

19/12/19

Ninguna mención en la entrevista a la "exmilitante de ETA" a Ernest Lluch, José Luis Ruiz Casado, Francisco Cano Consuebra y Juan Miguel Cervilla Valladolid asesinados por el comando por el que pasó 12 años de prisión en Francia...


Óscar Guardingo Retwitteó Directa


20/5/19

Lo de que ETA surgió como consecuencia de la represión franquista es pura patraña... sus fines, que eran los del nacionalismo vasco irredento y extremoso... hubiera luchado contra cualquier régimen político español, República incluida, sencillamente porque luchaba contra España como poder colonial que sometía al pueblo vasco y le era igual quién fuera el titular de ese poder. Por eso, cuando terminó la dictadura franquista, cuando se amnistió a todos los terroristas, cuando una Constitución democrática fue promulgada, ETA siguió matando. Y matando más todavía...

"Hace meses que en estas páginas se publicó un delirante artículo de un terrorista nacionalista vasco que reconocía su error pasado salvo en un punto: decía que en la dictadura franquista, hasta 1975 por lo menos, lo de ETA fue una especie de continuación de la Guerra Civil, algo así como una resistencia armada ante el opresor fascista. 

Incluso, decía, ellos peleaban por la República española de 1931 o por su recuerdo. Bueno, pues ahora es el mismo Gobierno vasco el que se apunta a esta donosa patraña en su plan de explicación escolar de la violencia sufrida por la sociedad vasca. 

¿Explicación? ¿O más bien deliberada confusión, tanto en términos históricos como morales?
ETA nunca fue antifranquista, salvo en un sentido irrelevante: el de que como Franco era el jefe del Estado español, luchaba contra él. Como luchó contra el que siguió a Franco, el Rey Juan Carlos.

Y como hubiera luchado contra cualquier régimen político español, República incluida, sencillamente porque luchaba contra España como poder colonial que sometía al pueblo vasco y le era igual quién fuera el titular de ese poder. José Antonio Echevarrieta, uno de los pocos teóricos de fuste de ETA, lo dejó claro: «Primero la independencia, luego hablaremos de democracia».

 Por eso, cuando terminó la dictadura franquista, cuando en España se amnistió a todos los terroristas en 1977, cuando una Constitución democrática fue promulgada y activada en 1978, ETA siguió matando. Y matando más todavía, mucho más que antes. Porque no mataba a Franco, mataba a España. Y España era más peligrosa para sus fines una vez democratizada que cuando era pura dictadura.

Lo de que ETA surgió como consecuencia de la represión franquista es pura patraña, lo diga Agamenón o su porquero. Surgió como consecuencia de una decisión razonada e individual de unas personas que consideraron que generar terror social indiscriminado era una buena táctica para acercarse al logro de sus fines, que eran los del nacionalismo vasco irredento y extremoso.

El mismo nacionalismo que nunca luchó por la República española, a la que detestaba profundamente, sino por la independencia, y por eso rindió sus batallones cuando, para él, terminó la guerra en 1937.

Es relevante señalar que, en los años en que ETA empezó a matar, el nivel de represión que ejercía la dictadura llegó a sus mínimos históricos. En 1968 había… hasta ikastolas. El desarrollismo y el arribismo social había difuminado el recuerdo de la guerra y la dictadura era lo más parecido al régimen chino actual, el de «enriquécete y no pienses en libertades». Por eso a los de ETA les costó tanto dar el paso: porque matar era una realidad disonante, terriblemente disonante, en aquel momento. Casi tuvieron que forzarse para matar, decía Aranzadi.

Ahora bien, hay otra cosa cierta: aquel nivel de represión salvaje e indiscriminada que no existía en 1968 comenzó entonces a existir y fue real para 1975, en unos pocos años. La represión inexistente que los primeros violentos soñaban la consiguieron hacer real y efectiva con su práctica, ayudada -claro- por la torpeza y crueldad del régimen. Fueron ellos los que hicieron real lo imaginado con el éxito de su estrategia de acción-represión-socialización.

Esta reconversión y renacimiento de la represión dictatorial que pretende ahora alegarse como justificación inicial de ETA es en realidad, si bien se mira, la mejor demostración de que el terrorismo no puede nunca confundirse con una guerra, una insurgencia, resistencia o un maquis, como quieran ahora imaginarlo.

El terrorismo es una actividad con una específica y particular perversión, que lo distingue hasta de la guerra. Consistente en que el terrorista no busca sólo causar daño con su acción al enemigo que sueña, sea el sistema político existente o a la sociedad viviente (sea un daño indiscriminado sobre inocentes o un daño discriminado sobre culpables de algo), sino que quiere fervientemente que el sistema atacado reaccione a su vez dañando a inocentes. Es así como puede tener éxito: creando una represión salvaje allí donde antes existía conformismo aborregado.

Los terroristas nacionalistas vascos no sólo querían matar a Pardines o Monasterio, a Manzanas o Carrero Blanco, sino que querían sobre todo que la Guardia Civil o la Policía Armada mataran a cuantos más inocentes mejor. Cuando un paisano noctámbulo o madrugador caía acribillado en un control de carreteras, ETA aplaudía y se felicitaba por su éxito.

Cuantos más inocentes mueran, sobre todo si son vascos, mejor para nosotros, más posibilidades de éxito, más conciencia en el pueblo.

Esta es la perversión esencial del terrorismo, que lo distingue de cualquier otra violencia de las que entonces tuvieron lugar. Que ETA no sólo quería matar ella, sino que quería que sus enemigos mataran también, ello formaba parte de su plan y su estrategia.

Victimizaba a la población inocente por partida doble, aunque disfrazando siempre su acción para que pareciera fruto autónomo de la decisión del odiado invasor. Pero no, el terrorista nacionalista quiere que su pueblo sufra, es parte necesaria de su diseño táctico.

Por eso, precisamente cuando España fue consiguiendo a trancas y barrancas controlar y encauzar la violencia represiva, en la transición política, ETA mató más y más, porque intentaba desesperadamente que las fuerzas más negras del régimen salieran de sus cloacas, lo derribaran y, a ser posible, llevaran a cabo una represión tipo Pinochet sobre la sociedad. Eso es lo que busca y quiere, y en ello radica su perversión moral: que quiere la muerte y el sufrimiento represivo antes que la libertad. Y por eso no pueden ser tenidos como antifranquistas, ni libertarios, ni soldados de ningún ejército. Ni en 1968 ni en 2000."                    (José María Ruiz Soroa, 21/10/18)

14/5/19

¿Quién es responsable del terrorismo etarra? Nuestros dirigentes tienen una enorme responsabilidad por los mensajes que transmiten y son responsables de la violencia cuando sus mensajes nos someten a la fractura binaria del “o lo tomas o lo dejas: o eres leal a tu pueblo o traidor”...

"Por qué no se hizo etarra?

Optar por la violencia no es una decisión que toma uno de manera individual...

Usted no la tomó; otros, sí.

Pero que hubiera una organización que reclutaba a jóvenes como yo para ejercerla en nombre de la patria ya me obligaba a ­tomar partido: ¿Cojo las armas y mato o no? ­Algunos amigos míos sí se apuntaron a ETA.

¿Por qué usted no?

Es que eso que llamamos ideología es todo inducido. No nacemos independentistas; ni españoles. Nacemos con la mente en blanco y, desde el primer día, los adultos nos escriben sobre ella su idioma, religión, política. Resistirse es muy difícil y más cuando hay una presión social muy grande en pueblos pequeños.

Pero, al final, fue una decisión personal.

Que tuvo que tomar ese chaval en la época de ETA, pero no uno noruego que pescaba en su fiordo u otro italiano que tomaba el sol, porque a ellos nadie les obligó a hacerse esa pregunta.

¿Quién es responsable, entonces?

Nuestros dirigentes tienen una enorme responsabilidad por los mensajes que transmiten y son responsables de la violencia cuando sus mensajes no son de sosiego y nos someten a la fractura binaria del “o lo tomas o lo dejas: o eres leal a tu pueblo o traidor”.

¿Tanta culpa tienen sólo ellos?

Sí, porque esa distorsión hizo que jóvenes que hubieran tenido una vida pacífica tomaran las armas, que ya estaban dispuestas y preparadas. Eso es lo que he visto. Y no lo acepto.

¿Qué palabras nos llevan a la violencia?

Ninguna palabra ni idea autoriza a ser violento a nadie. Para mí lo importante es cada ser humano con su cara y su nombre, no una idea ni ninguna convicción.

Pero usted dice que las hay letales.

Las hay. No creo que nadie mate por la igualdad de la mujer o por el sufragio universal, o por la educación para todos… En cambio, hay otras ideas que sí calientan la sangre de los jóvenes.

Por ejemplo.

La idea de nación nunca me ha gustado. Esa ideología que parcela el planeta y las personas en naciones es arbitraria…  (...)"                   (Entrevista a Fernando Aramburu, Lluís Amiguet, La Vanguardia, 26/04/19)

7/3/19

Miseria moral: Otegi afirma que se echa mucho de menos a gente como Ernest Lluch... entonces, ¿por qué lo asesinásteis?

"Siempre me ha sorprendido --y no para bien-- la admiración y el cariño que nuestros independentistas sienten por Arnaldo Otegi. Personaje recurrente en los medios de agitación y propaganda del régimen --recordemos la foto del sujeto abrazado a Mònica Terribas, cheerleader en jefe del prusés, con el permiso de Pilar Rahola--, cada vez que cae por Barcelona se le recibe como si fuese la reencarnación vasca de Gandhi (...)

 Me temo que muchos indepes creen sinceramente que Otegi es un hombre de paz y, prácticamente, un ser de luz. A otros nos parece un cínico que, cuando vio que la vía del asesinato en serie no arrojaba los resultados esperados, se puso el disfraz de humanista y empezó a presentarse como la solución al problema (tras años de formar parte de ese problema). (...)

Hace unos días, esta lumbrera apareció en el programa de Ricard Ustrell Quatre gats y se superó a sí mismo al afirmar que se echa mucho de menos a gente como Ernest Lluch, hombre de natural dialogante.

 Un periodista normal --es decir, que no cobre de TV3-- podría haberle preguntado: “Y entonces, ¿por qué lo asesinásteis, si no tú en persona, sí tus amigos de la capucha?”. Pero Ustrell, consciente del terreno que pisa y de hallarse ante un santo laico para los procesistas, no dijo ni mú pese a la cínica desfachatez del terrorista jubilado.

Nuevo ejemplo de blanqueo de un personaje siniestro, de un farsante que no es quién dice ser. Y dudo mucho que sea el último. La reconversión de una falsa televisión pública en un canal privado para suscriptores fanatizados es cada día más urgente."                 (Ramón de España, Crónica Global, 07/03/19)

"(...)  Arnaldo Otegui, terrorista, es entrevistado en TV3. Le preguntan acerca de si consideraba a Ernest Lluch persona dialogante. 

El etarra dice que sí, y ahí se queda la cosa. El entrevistador no ahonda en la contradicción que supone, si Otegui le considera dialogante, que ETA le descerrajase un tiro en la nuca.

 Todo es superficial, horriblemente superficial. El infierno está hecho de banalidad, de cosas pueriles, así como el crimen tiene ribetes de ordinariez suprema, de pueblerino irascible, de cateto con ínfulas. Lo más vil del asesino es que ni siquiera lo parece. De ahí la extremada perversidad de esa entrevista, que nos muestra a un señor vulgar y que, lo que son las cosas, fue preso político. Político. Como si ETA fuese algo más que una banda de criminales.

 Pueden deducir por ustedes mismos que, con esas premisas, la entrevista quedó muy blanqueadita, muy limpita, muy digerible de cara a los que no tienen ni idea de lo que sucedió en este país durante muchos años. ¿Para qué contrastar informaciones, si TV3 ya nos lo explica todo?, dicen los que consumen esa poderosa droga que es la televisión del régimen.

Es más, la actitud del que entrevistaba al terrorista por boca de sus amos procesistas ni siquiera puede calificarse de bajeza. Es pura estupidez de quien ni sabe ni quiere saber como se acciona un gatillo o un detonador. Es la nada intelectual y moral, es un vacío que las facultades de periodismo vomitan a diario sin el menor rubor (...)"                     (Miquel Giménez, Vox Populi, 05/03/19)

5/3/19

Arzalluz... ha muerto un racista...

 "En mi vida profesional —y discúlpeme el lector esta personalización— jamás me topé con un político tan atrabiliario, a veces, y tan aquiescente, otras, como el fallecido Xabier Arzalluz.

 Le tuve —siempre en la radical discrepancia que marcó nuestra relación, primero como columnista de 'El Correo de Bilbao' y luego como director del diario— por un político de propósitos insoldables pero torticeros.

En el nacionalismo lo fue todo. Su gran batalla consistió en ganarle la partida a Carlos Garaikoetxea y mantener la fortaleza y la legitimidad de las siglas de la organización que fundara Sabino Arana en 1895. El navarro fue el único que le sombreó en su liderazgo.

 La Euskadi de hoy, su configuración en territorios históricos confederados en la comunidad autónoma, la preeminencia del partido sobre el Gobierno vasco, la soberanía fiscal de las diputaciones sobre el Ejecutivo de Vitoria, la red de 'batzokis' que establecen un sistema clientelar peneuvista, el tradicionalismo ritual de los 'jelkides' (miembros del partido), creyentes en 'Dios y leyes viejas' y en una concepción etniscista del vasco, titular de una rica mitología de irredento historicismo, es en buena medida el resultado del decimonónico adoctrinamiento de Xabier Arzalluz, fiel hasta las cachas al peor 'aranismo'.

 Un político con un pragmatismo moral escalofriante, capaz de recoger las nueces del nogal que zarandeaba el terrorismo, enviar a los vascos disidentes a la “ancha Castilla” o de advertir a los que con identidad española se quedasen en el País Vasco que serían como “alemanes en Mallorca”.

Fue Arzalluz un batallador insomne, un militante constante en sus ideas —pocas, fijas, obsesivas— y un personaje sin matices: o conmigo o contra mí. Le quisieron tantos como otros tantos le detestaron. Siempre le pudo el impulso sobre el raciocinio, aunque no le faltó inteligencia para recoger velas cuando sus excesos causaron estragos.

 Conocía el castellano con un dominio sobre el epíteto verdaderamente quevedesco y su literatura —siempre por corto— en sus célebre artículos en el diario 'Deia' es el gran muestrario de sus propósitos intimidantes.

Sus invectivas —siempre amenazantes— en el Alderdi Eguna (día del partido) que se celebra en septiembre o en el Aberri Eguna (día de la patria) que se festeja los domingos de Resurrección, resultaban tan celebradamente hostiles con sus enemigos (nunca tuvo adversarios) que en las campas de Salburua, con miles y miles de militantes, provocaba un tsunami de fervor adhesivo a su caudillaje.

Sacó petróleo de la Constitución española (disposición adicional primera) para luego lanzar la consigna de abstenerse en el referéndum y utilizó durante los interminables años de plomo la perentoriedad de que Madrid adoptase “medidas políticas” para parar el terrorismo etarra, un juego profundamente inmoral que, sin embargo, le dio unos resultados espectaculares.

La actual convalecencia ética del nacionalismo vasco viene de entonces, de aquellos tiempos sin piedad que lideró aquel Arzalluz que merece el sobrenombre de 'el terrible', porque lo fue hasta que la edad y su partido le vencieron. (...)

Arzalluz, un carlista con mosquetón dialéctico, no fue un hombre de bondades y sí de muchas amarguras. Fue un político atribulado y convulso. No diré que fuera un gran hombre, pero tampoco diré que fuera menor. Marcó una época que muchos vascos quisiéramos olvidar definitivamente y que los nacionalistas recordaran con esa nostalgia tan de la tierra.

 Porque aunque la 'ancha Castilla' a la que nos expulsó Arzalluz haya sido —lo es— tierra patria, a mí, que llevo más de 20 años en la capital de España, se me escapó una lágrima nada furtiva cuando hace un mes asistí en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español a la función de 'Los otros Gondra (relato vasco)', premio Lope de Vega 2017, de Borja Ortiz de Gondra. Lagrimaba por aquel país de horror, pero tan nuestro, de los tiempos inmisericordes de Xabier Arzalluz."            (José Antonio Zarzalejos, El Confidencial, 28/02/19)


"EN ESTOS DÍAS los medios de comunicación y redes sociales del País Vasco se han colmado de hagiografías y panegíricos sobre Xabier Arzalluz, muerto a sus 86 años, con toda clase de loas que intentan agigantar su figura y presentarlo como si fuera el gran iluminador de la sociedad vasca y de su tiempo.

La Historia, sin embargo, no le depara un buen lugar si empezamos por recordar que Arzalluz, presidente del Partido Nacionalista Vasco desde 1980 hasta 2004, confesó la relación de complementariedad de su partido con el terrorismo: «Unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces». El mismo tormento realizado desde dos puntos de vista diferentes, unos matando y otros apoderándose de las instituciones. Muy funcional reparto de papeles. Víctima de esos designios, la sociedad vasca quedó deformada desde hace mucho tiempo, y su futuro sigue torcido.

Con Arzalluz, el mantra del autogobierno del País Vasco, su hecho diferencial y sus derechos históricos, quedó vinculado durante décadas a la persecución y eliminación de la oposición política al nacionalismo mediante un terrorismo muy extenso en el tiempo que desestabilizó y amenazó la democracia en España nacida con la Constitución de 1978, y que se ensañó de un modo atroz con los vascos y navarros disidentes, con los militares y fuerzas del orden público, con jueces, empresarios, periodistas y muchos otros colectivos.

Arzalluz tenía antecedentes carlistas y, hombre del siglo XX, estudió y trabajó en Alemania. Lo que siguió en el País Vasco fue nazismo a cámara lenta. Además de numerosos asesinatos masivos, sobre todo los asesinatos por goteo a lo largo de mucho tiempo, destruyeron la discrepancia y asediaron la democracia.

 Barrieron todo el espectro político y social vasco. Laminaron a la oposición mediante el crimen continuado. Fueron muy eficientes al cabo de tantos años. Propalaron el miedo, retorcieron el lenguaje y doblegaron conductas. Y provocaron, mediante la extensión prolongada de la amenaza, el éxodo del País Vasco de miles de familias mientras Arzalluz predicaba «Ancha es Castilla». Fue un gran utilitarista.

Ahora que ha muerto, el nacionalismo parece hegemónico en el País Vasco, y de ahí vienen los aplausos a Arzalluz. Sus herederos lo tienen todo. Detentan el poder político y el control social y económico sobre un panorama donde homogeneizaron a tiros las percepciones y las conductas políticas de la población.

El nacionalismo vasco triunfó en su territorio, y apenas hay voces discrepantes cuando ya casi no se recuerda cómo sucedieron los asesinatos y la fuga de los disidentes y de los extorsionados, ni cómo sufrió la democracia en España y quedó masacrada en el País Vasco. El terrorismo de ETA duró hasta 2011, y uno de sus efectos diferidos ha sido la volatilización de las conciencias y de los partidos constitucionalistas en el País Vasco.

El tormento vasco no es nuevo ni diferente a otros. Así pasó también en diversos lugares arruinados de Europa, donde hay varias sociedades esterilizadas por los nacionalismos que las cubrieron bajo sus sombras. También sucedió en varias ocasiones en España antes de la Constitución de 1978, pero a partir de ese momento todas las persecuciones cesaron excepto en el rincón del País Vasco.

Con los homenajes a Arzalluz, la grandilocuencia nacionalista ha alcanzado un nivel alto, aunque la realidad de la comunidad autónoma sigue otro curso diferente del que prefieren no hablar. Algo está sucediendo que hace pensar que tras la muerte de Arzalluz el nacionalismo vasco no se va a salvar ni por el paso de la Historia ni por el espacio mal adquirido que ocupa, ni tampoco por la hegemonía que hasta ahora ostenta. Y algo de esto tuvo que observar él en sus últimos años, si la cabeza no le falló.  (...)

Visto en perspectiva, y en eso influyó mucho Xabier Arzalluz, los nacionalistas vascos confundieron la raza y el poder con un plan industrial sádico. En la mística racial y lingüística que encarnó el recién fallecido, primero intentaron eliminar mediante el crimen las impurezas de la raza y de la mente vasca que él y sus complementarios definieron a su antojo. Aceleraron los asesinatos a medida que se acercaban al autogobierno.

 Llegaron al paroxismo entre 1978 y 1980. A partir de entonces, cuando empezó la presidencia en el PNV de Arzalluz, que parecía un Mesías iluminado, empuñaron el poder y estabilizaron la velocidad de crucero del crimen. Tenían ya su Gobierno y, siguiendo su pacto original de sacudir el árbol y recoger las nueces, maceraron durante décadas la sociedad vasca alternando día a día amenazas y asesinatos con reclamaciones de mayores competencias.

Nunca estaban satisfechos, la sangre nunca bastaba y el poder siempre les resultaba insuficiente. Como decía uno de sus complementarios, bardo de los que sacudían el árbol, se trataba de «amasar la patria con sangre». Y creían que al final con la autodeterminación ya les llegaría la grandeza.

Arzalluz ha muerto pero la redención vasca no llega. Algo falló en la historia prometida. La gloria se retrasa, y en cambio el resultado del estancamiento vasco está servido. Muchos emigramos, nuestros hijos se criaron fuera, y el tiempo no vuelve. La barrera de entrada para formar parte de la sociedad vasca es elevada, y si hay ascensor social se trata de una cabina nacionalista, lo que no resulta atractivo.

 Las oportunidades están más bien en otros lugares. Y la población se extranjeriza de un modo consistente y acelerado, que arrincona y diluye a los adictos al nacionalismo. Eso es lo más difícil de evitar, no lo pueden impedir, y la autodeterminación sólo agravaría esa trayectoria. Y es lo que más temen, porque la historia que venían contando necesita de oídos fieles a la raza. Ése es el reverso de Arzalluz. Su parábola, una profunda regresión. Ésas son las consecuencias funestas de la longeva identificación del nacionalismo vasco con Arzalluz.

A su muerte, recuérdese su aire de cacique antiguo, enfadado y pendenciero, dominador de su sociedad cerrada y amante de las conductas inducidas por el miedo. Descanse en paz. Goian bego."               (Fernando Múgica, El Mundo, 07/03/19)


 Las Frases de Arzalluz:

La cuestión de la sangre con el RH negativo confirma sólo que este pueblo antiguo tiene raíces propias, identificables desde la Prehistoria

"El presidente del PNV, Xabier Arzalluz, defiende la independencia del País Vasco "dentro de las instituciones europeas" y la identidad racial de los vascos, "los más antiguos habitantes de Europa", identificados por una señal genética, la sangre con el RH negativo, en declaraciones al diario italiano Il Sole 24 Ore. El líder nacionalista niega que sus palabras reflejen ningún racismo. (...)

"No estoy diciendo que los vascos tengan derecho a quién sabe qué supremacía. La cuestión de la sangre con el RH negativo confirma sólo que este pueblo antiguo tiene raíces propias, identificables desde la prehistoria como sostienen investigaciones de célebres genetistas", afirmó el máximo dirigente del PNV. (...)"             (Lola Galán, El País, 03/11/2000)

 En Europa, étnicamente hablando, si hay una nación ésa es Euskadi, ( … ) Primeramente fueron los antropólogos con su craneometría, luego vinieron los hematólogos con el Rh de la sangre y todo lo demás, y siempre encontraban algo peculiar en los vascos. ( … ) se trata de algo ocurrido hace 25.000 años, me refiero al hombre de Cromagnon, perdura únicamente en los vascos 
 
 "Xabier Arzalluz dijo, entre otras cosas, en su intervención en Tolosa que ha levantado polémica: . "En Europa, étnicamente hablando, si hay una nación ésa es Euskadi, Euskal Herria. No creo que sea una exageración decir que Euskal Herria, a nivel europeo, sin más lejos, es el fenómeno más sorprendente ( ... )

Primeramente fueron los antropólogos con su craneometría, luego vinieron los hematólogos con el Rh de la sangre y todo lo demás, y siempre encontraban algo peculiar en los vascos. Ahora han venido los biólogos, con el monogenismo y el neomonogenismo, concluyendo que esta humanidad, la humanidad de la que formamos parte, procede de una única pareja ( ... )

Y cuentan -se trata de algo sorprendente-, cómo vinieron a Europa y cómo su sangre, se trata de algo ocurrido hace 25.000 años, me refiero al hombre de Cromagnon, perdura únicamente en los vascos. Éso puede ser importante para unos y no importante para otros. Pero conlleva una realidad: la singularidad de este pueblo"."Así pues, yo os digo que nosotros tenemos esa conciencia, nosotros queremos sacar adelante nuestra voluntad ( ... ) es algo que en este momento nadie nos puede negar.(...)

"No creo que nos hayamos portado mal con la gente de fuera. Pero (...) parece que los de fuera quieren mandar en este país. Y una cosa es la limpieza étnica y todas esas historias, y estamos en contra de ello; no creo que los vascos hayamos sido jamás así. Pero otra cosa es que el de fuera se convierta en dueño de la casa con los votos de fuera".

[Mientras, el presidente de Unión del Pueblo Navarro, Jesús Aizpún, ironiza en un artículo en Diario de Navarra que "el racismo vasco está perfectamente justificado". Aizpún escribe: "Los vascos tienen el Rh negativo. Los de fuera lo tenemos positivo. A mí personalmente, se me quita un peso de encima.

Cuando los comandos navarros por la independencia querían insultarme llamándome español, me preguntaba por qué sería que yo me siento profundamente navarro y español y lo de Euskadi no me atrae en absoluto. Ahora lo comprendo. Es que lo llevo en los genes"]."          (El País, 07/02/1993)


 "Las razas y las genéticas (sic) existen, evidentemente. No tenéis más que poner un sueco y un zulú uno junto a otro"

"(...)  La xenofobia es compatible con dos tipos de racismo: el tradicional o heterófobo, que sos tiene que sólo el endogrupo -el nosotros- es verdaderamente humano, y el renovado o heterófilo, que admite la humanidad de todas las razas, pero se opone denodadamente al mestizaje.

El racismo de Arzalluz es del último tipo, aparentemente igualitarista: "Las razas y las genéticas (sic) existen, evidentemente. No tenéis más que poner un sueco y un zulú uno junto a otro. El problema viene cuando alguien dice que el sueco es superior al zulú y además lo quiere reducir a servidumbre en virtud de esa superioridad. Jamás nosotros sostendremos nada parecido".(...)

 El párrafo antes citado de Arzalluz no es sino el complemento obligado de sus declaraciones del día 28 en Tolosa: "( ... ) Viendo las cosas que se ven, parece que los de fuera quieren mandar en este país. Y una cosa es la limpieza étnica y todas esas historias, y estamos en contra de ello ( ... ). Pero otra cosa es que el de fuera se convierta en dueño de la casa con los votos de fuera".

 El racismo de Arzalluz no es otro que el de Le Pen. El líder ultraderechista francés no se recata en proclamar su proarabismo, al tiempo que propugna la expulsión de los inmigrantes magrebíes del suelo nacional francés.¿Cómo entender la arcaica apelación de Arzalluz a la sangre, los cráneos y la herencia cromañoide de los vascos?(...)"              (Jon Juaristi, El País, 05/02/1993)


 “No conozco ningún pueblo que haya alcanzado su liberación  sin que unos arreen y otros discutan. Unos sacuden el árbol, pero sin romperlo, para que caigan las nueces y otros las recogen para repartirlas

 "El documento redactado por HB como acta de la reunión de abril de 1990 refleja en una frase la opinión que Xabier Arzalluz mantenía entonces sobre una coincidencia de objetivos entre su partido y ETA. La frase del presidente peneuvista es la siguiente: "No conozco ningún pueblo que haya alcanzado su liberación sin que unos arreen y otros discutan; unos sacudan el árbol, pero sin romperlo para que caigan las nueces, y otros las recogen para repartirlas".

 Arzalluz también se extendió en la entrevista con los dos miembros de HB en sus consideraciones sobre los socialistas, socios de Gobierno de su partido en Euskadi, a los que califica de enemigos. Las consideraciones del líder del Partido Nacionalista Vasco son éstas:

 - "El enemigo número uno es el de siempre, aunque ahora gobernemos con él. Ellos no se fían de nosotros. Hacen como que sí, pero no, y a veces se les escapan cosas". (...)"           (El País, 03/04/1994)


 "En una Euskadi independiente los españoles serían tratados como se trata hoy a los alemanes en Mallorca"

"En una Euskadi independiente, los españoles serían tratados "como se trata hoy a los alemanes en Mallorca". Así lo aventura el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, en declaraciones al semanario alemán Der Spiegel.

 "Los emigrantes que no quisieran adoptar la nacionalidad vasca podrían participar en elecciones municipales e incluso ser alcaldes, pero no podrían votar para el Parlamento vasco", dice. Y reconoce que su partido comparte objetivos con los terroristas, ya que, "al igual que ETA", el PNV quiere que se reconozca al País Vasco como una nación y el derecho a "decidir por sí mismo". (...)"       ( , El País,  16/11/2000)

 “Idos, idos, que ancha es Castilla”

 "(...) Pero arraigó en muchos vascos un horror irreversible, un sentimiento de frustración insuperable, una desesperanza definitiva. Pensamos entonces que si la banda terrorista ETA era capaz de asesinar a Miguel Ángel Blanco con una crueldad matarife, ya no merecía la pena seguir allí, (...)

El 12 de julio de 1997, muchos vascos decidimos que nos exiliábamos de nuestra propia tierra, que no era posible educar a nuestros hijos en una sociedad que había consentido un monstruo terrorista como era ETA, que, españoles por vascos, debíamos hacer exactamente lo que nos aconsejó Xabier Arzalluz que hiciéramos. Nos dijo: “Idos, idos, que ancha es Castilla”. Nos abrió la puerta y, sí, entonces, salimos, y salimos a manta de Dios y nos vinimos a Madrid, a Valencia, a Sevilla, a La Coruña, a Canarias.

 Declinamos en aquel julio de 1997 toda esperanza de poder ser ciudadanos en plenitud en nuestra propia tierra. Pensamos entonces que si la barbarie de ETA era capaz de perpetrar aquel horrendo crimen —después de haber cometido tantos otros sin cansancio ni conmiseración—, nuestro país no tenía futuro.(...)"    (José Antonio Zarzalejos, (Director de El Correo en esa fecha, El Confidencial, 11/07/17)


Recopilación de El País:

 -  "Me pregunto si lo que molesta de ETA es el tiro o la finalidad" (noviembre de 1996).

-  "Nosotros no somos los violentos, ni siquiera ETA; la violencia viene de la derecha" (noviembre de 1987).

-  "No creemos que sea bueno para Euskal Herria que ETA sea derrotada" (según el acta de una reunión conjunta PNV-Herri Batasuna, incautada por la policía en la sede del sindicato LAB el 12 de mayo de 1992.

-  "Los presos de ETA no son delincuentes porque no matan para enriquecerse, ni para beneficiarse personalmente, sino por un ideal político" (octubre de 1994).

-  "Nosotros, los nacionalistas, no somos leales a la Constitución ni lo seremos, porque no es nuestra Constitución (...). El PNV nunca aprobaría una Constitución española" (junio de 1996).

-  "¿Que qué pasaría si nos separáramos de España? En primer lugar, un enorme alivio; además, económicamente viviríamos mejor" (noviembre de 1999)  (José Luis Barbería, El País, 11/01/2004)


"(...)  Eran otros tiempos. Comparar el de la España que Arzalluz conoció con el de la Europa de entreguerras resultaría abusivo, sin duda, aunque no ridículo. (...)

Para empezar, creía en la existencia de las razas y en la posibilidad de clasificar racialmente a la humanidad, aunque luego, para poner ejemplos, terminase hablando de suecos y zulúes, categorías estas que no tienen que ver con lo racial ni racista. 

Reconoció que su sangre no era del grupo cero con RH negativo, pero eso sólo después de haber sostenido con toda seriedad que los vascos son cromañones y donantes universales. El poeta bilbaíno Gabriel Aresti, cuyo grupo sanguíneo era cero negativo, había escrito varias rechiflas al respecto, incluso una en castellano a lo Gabriel Celaya: «Tengo la sangre revasca,/ universal negativa/ y si eso tiene importancia/ tomaré una lavativa». Arzalluz nunca leyó a su coetáneo Aresti.

Conocí a Arzalluz allá por el sesenta y siete. Enseñaba algo en la Universidad de Deusto y publicaba una revista ciclostilada, «Bixikera», llena de abstrusas elucubraciones abertzales más o menos basadas en Herder y en las delirantes teorías del escultor Jorge de Oteiza.

 Por entonces pensó en entrar en ETA, pero decidió no hacerlo tras una larga conversación con uno de los dirigentes de la banda, después famoso periodista. Ingresó poco después en el PNV (no sé exactamente en que fecha). Los etarras de los años sesenta sostenían que tanto el PNV como ETA eran indispensables para el pueblo vasco, como, según «Éxodo», la película de Otto Preminger (1960), lo habían sido la Haganah y el Irgum para el nacimiento del Estado de Israel. 

Para su desgracia, pero, sobre todo, para la de mucha más gente, Xabier Arzalluz seguía pensando de esa misma manera muchos años después, cuando ya había obtenido el poder fugaz al que lo llamó su fugaz voluntad de tiempo. Alguien debe sacudir el árbol, decía, para que otros recojan las nueces. Las aguas torrenciales de la Historia fueron piadosas con él y borraron su figura mucho antes de su muerte."                     (Jon Juaristi, Fundación para la libertad, 03/03/19)