3/1/20

Xavier Rius: Una de las cosas que más miedo me da del proceso es el blanqueo de ETA y de rebote de Terra Lliure... no sé si es para idealizar el pasado -como los etarras a los que comparaban con gudaris- o la tentación del futuro. Al fin y al cabo tenemos un presidente de la Generalitat tentado por la vía eslovena.

"Una de las cosas que más miedo me da del proceso es el blanqueo de ETA y de rebote de Terra Lliure. Terribas hablando de “independentismo combativo” en un programa de Catalunya Radio.

Xavier Graset presentando a Carles Sastre como un “gran reserva del independentismo” en otro de TV3. El actual jefe de informativos de la cadena pública, David Bassa, tiene un libro titulado “L’independentisme armat a la Catalunya recent” (2005). Ojo al detalle: No habla de terrorismo, habla de “independentismo armado”.


Y, por supuesto, Arnaldo Otegi tiene derecho a hacer una vida normal tras haber cumplido condena. Pero una cosa es hacer vida normal y otra recibirlo como un héroe en el Parlament o en TV3. Yo estaba el día que visitó la cámara catalana. ¡Parecía una estrella de rock! Hasta llegó en furgoneta. La presidenta Carme Forcadell recibiéndole en su despacho. Y el vicepresidente primero, Lluís Corominas, de Convergencia de toda la vida.

Quizá porque, por razones profesionales, me tocó cubrir algunos atentados y hablar con las familias.


Recuerdo, por ejemplo, a un coronel tiroteado a la puerta de su casa en la calle Tenor Massini de Barcelona. Su mujer me dijo que “lo han matado como a un conejo”. Tenía cinco hijos. O aquel otro, también en los años 90, que falleció en el atentado de ETA con lanzagranadas contra el Gobierno Militar de Barcelona. Vicente Beti Montesinos dejó dos hijas de 16 y 14 años de edad. Era oficinista. Trabajaba en una empresa transitaria cercana. Le pilló la onda expansiva.


Por eso, cuando me desplacé a Sevilla, quise rendir un homenaje personal al concejal del PP Alberto Jiménez Becerrill y a su esposa, Ascensión García Ortiz. Él tenía 37 años. Ella, 39. Por supuesto no los conocía. Pero cuando los mataron ya me impresionó su muerte.


Dejaron tres niños de ocho, siete y cuatro años de edad. Se conocieron en la facultad, estudiando derecho. Él se dedicó a la política desde bien joven. A los 25 ya era secretario general del PP de Sevilla. Ella se hizo procuradora de tribunales.


Días después del asesinato, el preso etarra Ignacio de Juana Chaos escribió en una carta interceptada por la Policía: “En la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y terminábamos a carcajada limpia (…). Me estoy tragando todas las noticias de la ekintza (acción) de Sevilla”. (1)


La sentencia explica que el atentado fue ordenado por José Javier Arizcuren Ruiz (“Kantauri”), entonces jefe de los comandos ilegales de ETA. La estrategia de matar a políticos había empezado con el también concejal del PP Gregorio Ordóñez en San Sebastián. Pensaban que así negociaría el Estado. Kantauri instruyó a los miembros del comando Andalucía José Luis Barrios, Mikel Azurmendi y Maite Pedrosa.


El sábado 1 de enero de 1998, a la una y cuarto de la noche, cuando la pareja volvía de una cena con amigos en el bar Antigüedades. Barrios y Azurmendi se dieron cuenta de que estaban en el bar. Y, al salir los siguieron durante 245 metros. En un momento determinado, Jiménez Becerrill se dio cuenta de la presencia de dos inviduos y aceleraron el paso. Cuando se hallaban a entre 30 y 60 centímetros, el concejal se giró bruscamente y Azurmendi “disparó en la cabeza” según la sentencia. Ya desplomado en el suelo, mientras su mujer pedía auxilio “a gritos”, Maite Barrios “disparó a corta distancia a la base de la nuca”. “Sufrieron lesiones tan graves” que fallecieron en el acto.


El 30 de enero del año pasado la agencia Europa Press publicó un reportaje de ellos en conmemoración del 20 aniversario de su asesinato. Parecía una pareja de película. El Ministerio del Interior publicó un vídeo en el que todavía aparecen sonrientes. Me acerqué al lugar de los hechos: la calle Don Remondo, una de las callejuelas que va a parar a la Giralda. Es una calle triste. A pesar de su proximidad con la catedral de Sevilla pasan pocos turistas. Al inicio hay un hotel de cuatro estrellas, con excelentes vistas, y un poco más allá -antes de la placa que conmemorar el lugar en el que fueron asesinados- la delegación de Caritas.

 En Sevilla hay otros sitios donde se homenajea al edil. Pusieron una calle a su nombre -que divisé desde el autobús- y en Triana hay otra. No en vano era teniente de alcalde del popular barrio sevillano.

Por eso me da miedo el blanqueo de ETA. Lo que decía: no sé si es para idealizar el pasado -como los etarras a los que comparaban con gudaris- o la tentación del futuro.


Al fin y al cabo tenemos un presidente de la Generalitat tentado por la vía eslovena. “Los eslovenos decidieron tirar adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo por vivir libres”, dijo en un acto en Bruselas para presentar el Consejo de la República.


Y recuerdo que, tras la polémica aparición de Carles Sastre en TV3, la sobrina de Josep María Bultó publicó un carta en El Periódico.


Decía así: “Bultó no murió de un ataque de corazón, ni de un cáncer, sino porque su entrevistado, Carles Sastre, entró en casa del señor Bultó mientras comía con su familia y, a punta de pistola, le adosó una bomba al pecho, bajo amenaza de hacerla estallar si José María Bultó no pagaba 500 millones de pesetas. Horas después, la bomba estallaba, despedazando en mil partes el cuerpo de Bultó”.

“Carles Sastre -añadió- fue condenado por este asesinato y por él no ha pagado ni la mitad de su condena”.


Sastre, por cierto, intervino en el mitin final tras la huelga general -aquí las llaman paro de país- del pasado 18 de octubre. Como una estrella."              (Xavier Rius, director de e-notícies, 02/01/20)


"Flirteos de alto riesgo- Puigdemont y sus amigos de Terra Lliure.

 Los recientes episodios de grave violencia protagonizados por sectores del independentismo en diversos puntos de Catalunya, en el marco de las protestas contra la sentencia del Tribunal Supremo por los hechos del otoño de 2017, demuestran, según fuentes de la oposición parlamentaria, los riesgos de la tolerancia con este tipo de actuaciones y con sus promotores.

Ests fuentes se refieren no sólo a los ánimos que el presidente Torra ha dado a grupos como los comités de defensa de la república (CDR) o el tsunami democrático, sino a las numerosas ocasiones en las que el ex presidente Puigdemont ha exhibido de manera pública una excelente relación -aparentemente- con antiguos miembros de la extinguida Terra Lliure.

Estas situaciones, dicen las mismas fuentes, no sólo son consideradas como un cierto aval por algunos sectores violentos, sino que además perjudican la imagen de Catalunya tanto en el conjunto del Estado español como en un nivel internacional. Es difícil sostener que el independentismo es un movimiento pacifista cuando uno de sus líderes más influyentes mantiene este tipo de relaciones."            (e-notícies, 03/01/20)

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