20/1/20

Con la independencia, a los inconfesables y tradicionales deseos de sectores de la burguesía catalana de conseguir privilegios se une la ensoñación de manejar Cataluña como un huerto propio...

"(...) A sus raíces históricas y los sentimientos identitarios muy enraizados en amplias capas de la ciudadanía, se unen los inconfesables y tradicionales deseos de sectores de la burguesía catalana de conseguir privilegios, la falta de visión de unos cuadros políticos cuyo único mérito ha sido pegar codazos certeros para ascender en el seno de las estructuras burocráticas de sus partidos y que están poseídos por la ensoñación de manejar Cataluña como un huerto propio.

Pero, en mi opinión, la razón fundamental está generada por la implosión de amplias capas de las clases medias hacia una identificación temporal, que pudiera transformarse en permanente, con el independentismo, porque supone el camino para superar los rigores de las consecuencias de la crisis económica. Pertenecer a España limita las posibilidades del bienestar de los ciudadanos catalanes y drena los recursos generados.

Esta falacia y este argumento populista son los inspiradores de aquella campaña de las balanzas fiscales, fundamentan el eslogan “España nos roba” y suponen una simplificación de las complejas relaciones económicas y sociales que acrisolan la identidad española de Cataluña en el marco europeo y que sitúan la manipulación de los independentistas como una de las mayores falsificaciones en la política contemporánea.

Los fundamentos del agitprop de este nacionalismo catalán de vocación tardía y ahistórico son, por encima de todo, profundamente reaccionarios.   

Desgraciadamente, entra en lo previsible que Artur Mas, llegado el momento oportuno, para eludir sus responsabilidades y la impopularidad consustancial a las medias necesarias en la gestión de la crisis económica, abanderara esta política de manera tan mezquina. 

Pero resultan poco admisibles las simpatías que semejantes propósitos políticos despiertan en algunos círculos de la izquierda y entre los que destaca el carácter bailón por errático del secretario general de los socialistas catalanes y el circunspecto líder de la UGT, que por el momento ha aparcado en un armario el principio del universalismo de la lucha obrera y va por barrios. Comenzando por los más pudientes.

La terapéutica que el problema demanda combina la firmeza institucional y desplegar políticas que combatan las verdaderas inquietudes de las clases medias.

El debate en Cataluña no es hoy en día identitario como pretenden los representantes del independentismo, ocultando y tergiversando la verdadera cuestión que preocupa como en todo el mundo a las clases medias en un universo cargado de interrogantes económicas de futuro y donde los mecanismos de distribución del bienestar están lesionados de manera severa. La aparición de los nacionalismos con sus fórmulas milagrosas es algo que consta en los libros de historia y sus consecuencias ensombrecieron a Europa en el siglo pasado. (...)"              (Alberto Delkáder, El País, 16/12/19)

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