............................... las cosas de la clase media ..........................
17/11/11
En Cataluña hay un conflicto lingüístico, porque el castellano es una lengua politicamente dominada, porque se obliga a los ciudadanos hablantes de español o castellano a abandonar su propia lengua (y oficial), y adoptar la lengua catalana
Todos se entienden y respetan. La conversación fluye de manera natural porque son dos lenguas neolatinas muy cercanas, donde el bilingüismo pasivo (intercomprensión de lenguas) es fácil.
Un “conflicto” es un combate, lucha o pelea, pero a la definición hay que añadirle el adjetivo lingüístico. En la calle, allá donde no llega la imposición política, no hay combate, lucha o pelea de tipo lingüístico por el predominio de uso de una u otra lengua. No solo no preocupa sino que ni se advierte.
La definición de “conflicto lingüístico” se acuñó en el congreso de cultura catalana por los sociolingüistas Vallverdú, Aracil y Ninyoles, en 1978: “Hay conflicto lingúïstico cuando dos lenguas diferenciadas se enfrentan la una como políticamente dominante y la otra como políticamente dominada”. Esta definición es igualmente válida en 1978 como en 2011.
Por lo tanto, seguimos en una situación de “conflicto lingüístico” ya que una lengua, ahora la catalana, es la políticamente dominante porque invade en exclusividad las funciones lingüísticas importantes de la sociedad como la política, la administración o la escuela.
Se obliga a los ciudadanos hablantes de español o castellano a abandonar su propia lengua (y oficial), y adoptar la lengua catalana porque es necesario para el desarrollo político, social y cultural de los hablantes de la lengua catalana, que pertenecen a la casta política (burguesía catalana y asimilados), porque los catalanohablantes tienen pocos hijos y son quienes detentan el poder.
La sociedad catalana es bilingüe en proporción del 50% de hablantes de cada una de las dos lenguas de Cataluña. El español se utiliza para un uso privado (lengua políticamente dominada) y la otra, la lengua catalana, que es obligatoriamente aprendida por los castellanohablantes, se utiliza para las relaciones de alto prestigio de la sociedad, solo en Cataluña.
Excepcion hecha en campañas electorales para seducir a los castellanohablantes y pedir su voto.
Este “conflicto lingüístico”, que técnicamente se denomina diglosia, es inestable y, según algunos sociolingüistas, es una fase de tránsito hacia la sustitución total de una lengua por otra. Sustitución necesaria en aras de la nación catalana. Cualquier sociólogo afirmará que el “conflicto lingüístico” indica un conflicto social patente o soterrado.
Conflicto es que se penalice con multas el uso de una lengua oficial, conflicto social es que se impida impartir la enseñanza obligatoria en español, conflicto social es que la Administración autonómica utilice en exclusividad la lengua catalana.
Conflicto social es que se ningunee, insulte o denigre o a los hablantes de castellano, y es una muestra de ese conflicto que el señor Fernández Díaz (PP), en plena campaña electoral, declare que “no hay conflicto lingüístico” ni en la calle ni en las aulas. “Cosas veredes”, amigo Sancho, en campaña electoral." (lavozdebarcelona.com, 17/11/2011)
11/6/10
El Parlamento autonómico del País Vasco elimina las sanciones lingüísticas
PSE-PSOE y PP han aprobado, con los votos en contra de los nacionalistas y EB-IU, y la abstención de UPyD, que el Gobierno autonómico modifique la ley que permitía sancionar a los comerciantes que no rotulaban en vasco, o no atendían a los clientes en este idioma, pese a que el País Vasco tiene dos idiomas oficiales. La normativa iba a entrar en vigor el próximo 17 de julio -las empresas habían tenido tres años desde 2008 para adaptarse a la ley- y preveía multas de hasta 600.000 euros."
Aunque la normativa afectaba solo a las grandes superficies y empresas de comunicación, transporte y servicios algunos cálculos estimaban en más de 8.000 negocios los que se podrían ver afectados, si hubiera entrado en vigor la norma sin la futura modificación. De hecho, el texto aprobado este jueves fomenta la libertad lingüística sin multas ni ‘medidas coercitivas y sancionadoras’ y deja en manos del departamento de Cultura el reparto de subvenciones por el uso del vasco en los comercios.
La propuesta de modificación de la norma ha sido impulsada por el parlamentario autonómico de UPyD, Gorka Maneiro, que finalmente se ha abstenido al aprobarse un punto que deja abierta la posibilidad a que la normativa se aplique durante el próximo año, hasta que el Ejecutivo del PSE-PSOE modifique el decreto. Por su parte, Vicente Reyes (PSE-PSOE) ha recordado que el 77% de los ciudadanos del País Vasco utilizan el español como lengua de uso habitual por lo que no tiene sentido multar “por motivos lingüísticos”. (lavozdebarcelona.com, 10/06/2010)
27/5/10
El suicidio belga
Roto lo está, porque una disputa lingüística en su origen, pero más compleja en su realidad, les convoca nuevamente, crisis tras crisis, a unas elecciones anticipadas que, en el fondo, no resolverán nada porque se trata de un problema tan profundo y tan enraizado en la doble comunidad belga que la soberanía popular sólo puede confirmarlo y en el peor de los casos acentuarlo.
Éste es el drama de la Bélgica de hoy, en la que, muchos dicen, sólo queda la monarquía, la bandera, los Diablos Rojos y las instituciones europeas como elementos comunes y vertebradores de lo que un día fue una nación. Bélgica es el exponente de un país en el que dos comunidades se dividen hasta la exageración y del antagonismo por razones lingüísticas e identitarias.
La dimisión del último Gobierno belga trae como causa una disputa político-electoral en tres pequeñas localidades situadas en las proximidades de Bruselas, en las que una presencia del 40% de población francófona distorsiona la aplicación de las reglas de gobierno flamencas en un territorio perteneciente a Flandes, es decir, a la zona neerlandesa del país.
Los francófonos de la Valonia hablan francés y viven en francés. TV, periódicos, comunidad, escuela, gobierno, partidos, todo es francófono en la Valonia. El neerlandés es un idioma del que saben cuatro cosas, pero su segundo idioma es el inglés (en la escuela, en la empresa y en la política). Los flamencos, por su parte, hablan flamenco y odian el francés. También tienen el inglés como segunda lengua. Bruselas está en Flandes y teóricamente es bilingüe, pero en realidad se habla francés por su carácter internacional e institucional.
Los partidos en cada comunidad son diferentes. El Partido Socialista valón, por ejemplo, estaba en el Gobierno belga dimitido y el Partido Socialista flamenco le hacía la oposición, es decir, están enfrentados por comunidad identitaria aunque sean de la misma familia ideológica. La descripción del conflicto belga puede resultar interminable y los periódicos de estos días lo relatan con más detalle y precisión. Las diferencias económicas entre el norte y el sur, es decir, entre Flandes, región poblada y más dinámica económicamente, y Valonia, que sufre el declive de las viejas regiones industriales del pasado siglo, intensifican las tentaciones particionistas.
Una cierta sensación de problema irresoluble lleva a muchos a pensar en la necesidad de configurar dos naciones diferentes, algo que se empieza a ver con entusiasmo en el nacionalismo flamenco y con inevitable resignación por la población francófona, entre los que no faltan los que no rechazan incluso su incorporación a Francia.
Me resulta imposible evitar trasladar esta realidad a nuestro país. Una comunidad bilingüe que hable y ame sus dos idiomas (Cataluña y Galicia son un buen ejemplo) es una comunidad vertebrada en la que el dominio de sus dos lenguas une, vertebra y enriquece. Euskadi debe aspirar a eso y trabajar en esa dirección. Si el nacionalismo vasco se apropia del euskera y quienes no lo dominan o quienes no se sienten nacionalistas se oponen y se enfrentan a él, la lengua y su utilización partidista nos dividirá." (Fundación para la Libertad, citando a Ramón Jáuregui es diputado socialista en el Parlamento Europeo), EL CORREO, 26/5/2010)
4/5/10
El lío belga
En ese caso, y si la cuerda del federalismo se sigue estirando hasta romperse, la Flandes monolingüe estaría en mejor situación para reclamar la escisión del país. Es un supuesto teórico llevado al extremo, con un horizonte temporal imposible de determinar, aunque los más locuaces hablen de unos 20 años. (...)
En Bélgica, la circunscripción para las elecciones parlamentarias es la provincia, cinco a cada lado de la frontera lingüística. Dado que el sistema institucional belga impide la existencia de partidos nacionales, los habitantes de Flandes votan exclusivamente por partidos neerlandófonos y los de Valonia, por los francófonos.
La provincia del Brabante flamenco, cuya mitad occidental cubre BHV, es la anomalía a ese régimen polarizado. En la parte Hal-Vilvorde (HV), mayoritariamente neerlandófona, habitan unos 165.000 francófonos que pueden votar por candidatos de la francófona región de Bruselas capital (francófona en más del 85%). Además, esos francófonos tienen derecho a comparecer ante el juez en su propia lengua. El propio Tribunal Constitucional ha considerado tal situación (francófonos en tierra de Flandes votando por partidos francófonos de otra región) como una anomalía del régimen general que debe desaparecer.
La singularidad se ve subrayada por el hecho de que en seis de los 35 municipios de HV, con población francófona que oscila entre el 40% y el 85%, rige un acuerdo ("comunas con facilidades") que les permite mantener relaciones en su lengua con las autoridades locales y cierta autonomía educativa y cultural.
Hasta ahora, todas las reformas institucionales se habían hecho por consenso. Pero la crispación creada por BHV se ha ido apoderando del terreno. Prueba de ello es que por primera vez los partidos flamencos intentaron imponer la pasada semana la separación entre Hal-Vilvorde y Bruselas para aplicar a todos los vecinos de HV el régimen electoral general. Los parlamentarios francófonos paralizaron el golpe recurriendo a la provisión constitucional pensada para defender a una comunidad lingüística que se sienta amenazada por la otra." (El País, ed. Galicia, internacional, 03/05/2010, p. 9)