"En la primavera de 2019, un emisario de
un alto líder del movimiento separatista de Cataluña viajó a Moscú en
busca de un salvavidas político.
El
movimiento de independencia de Cataluña, la región semiautónoma en el
noreste de España, había sido en gran parte derrotado tras un referéndum
independentista dos años atrás. La Unión Europea y Estados Unidos, que
apoyaban los esfuerzos de España para mantener al país intacto, habían rechazado los pedidos de ayuda de los separatistas.
En Rusia, sin embargo, una puerta se abría.
En Moscú, el emisario, Josep Lluis Alay, un alto consejero del
expresidente catalán autoexiliado Carles Puigdemont, se reunió con
funcionarios rusos, con exagentes de inteligencia y con el nieto de un
espía de la KGB, un hombre muy bien conectado. La meta era garantizar la
ayuda rusa para lograr la separación de Cataluña del resto de España,
según un reporte de inteligencia europeo que The New York Times pudo
revisar.
Al preguntarles sobre los hallazgos del informe, tanto Alay como
Puigdemont confirmaron los viajes a Moscú, que nunca antes se han
reportado, pero insistieron en que formaban parte de un esfuerzo regular
de vinculación con funcionarios extranjeros y periodistas. Alay dijo
que cualquier insinuación de que buscaba apoyo ruso era “una ‘historia
fantasiosa’ creada por Madrid”.
Sin embargo, otros documentos confidenciales indican que Rusia era una preocupación central entre Alay y Puigdemont.
Para
Rusia, la vinculación con los separatistas iba en línea con la
estrategia del presidente Vladimir Putin para intentar promover
alteraciones en Occidente al apoyar movimientos políticos divisivos. En
Italia, grabaciones secretas de audio revelaron un complot ruso para financiar a escondidas a la Liga, un partido de ultraderecha. En Reino Unido, una investigación del Times divulgó conversaciones entre figuras marginales de la extrema derecha
para abrir cuentas bancarias en Moscú. Y en España, los rusos también
han ofrecido asistencia a partidos de extrema derecha, según el informe
de inteligencia.
Haya sido que Alay lo
supiera o no, muchos de los funcionarios con los que se reunió en Moscú
están involucrados en lo que se ha conocido como la guerra híbrida del
Kremlin contra Occidente. Se trata de una estrategia de varias capas que
emplea propaganda y desinformación, financiamiento secreto y
movimientos políticos desestabilizadores, ataques informáticos y fugas
de información (como en la elección presidencial de 2016) y “medidas
activas” como asesinatos a sueldo para erosionar la estabilidad de los
adversarios de Moscú.
No está claro qué
tipo de ayuda ha provisto el Kremlin a los separatistas catalanes, ni
si ha brindado algún apoyo. Pero tras los viajes de Alay a Moscú en 2019
rápidamente surgió un sigiloso grupo de protesta, Tsunami Democràtic,
que interrumpió la operación del aeropuerto de Barcelona y bloqueó una
autopista importante que une a España con el norte de Europa. Un reporte
confidencial de la Guardia Civil española, que el Times obtuvo,
afirmaba que Alay estuvo involucrado en la creación de ese grupo.
Una
transcripción secreta de mensajes de texto de 700 páginas de extensión
muestra el esfuerzo coordinado por Alay y otras personas del círculo de
Puigdemont para cultivar lazos con rusos vinculados a la comunidad de
inteligencia del país.
“Estoy pensando
mucho en el tema Rusia”, le escribió Alay por mensaje de texto a
Puigdemont el 23 de agosto del año pasado. “Y estos días está todo muy
muy complicado”.
Los primeros rumores
de la participación rusa en Cataluña surgieron poco después de que el
gobierno de Puigdemont realizó el referéndum independentista en octubre
de 2017. El referéndum fue ganado por los separatistas de manera
abrumadora; los votantes antiseparatistas en su mayoría boicotearon el
proceso. Las autoridades españolas lo declararon ilegal y encarcelaron a
los líderes políticos que no se marcharon al exterior.
Más adelante, las autoridades españolas determinaron que agentes de un grupo militar especializado de inteligencia rusa llamado Unidad 29155,
que ha sido relacionado con intentos de golpes de Estado y asesinatos
en Europa, estuvieron en Cataluña alrededor del momento del referéndum,
pero España no ha presentado evidencia de que hayan tenido un papel
activo.
Muchos líderes catalanes
independentistas han acusado a las autoridades en Madrid de emplear al
fantasma de la interferencia rusa para mancillar lo que describieron
como un movimiento de base de ciudadanos comunes y corrientes. El
referéndum contaba con el apoyo de una coalición débil de tres partidos
políticos que se disolvió rápidamente
debido a los desacuerdos en materia de ideología y estrategia. Incluso
cuando algunos partidos impulsaban un acuerdo negociado con Madrid,
Puigdemont, un experiodista con un melena al estilo de los Beatles, ha
evitado ese tipo de compromisos.
Al preguntársele sobre el acercamiento ruso, el actual gobierno catalán de Pere Aragonès se distanció de Puigdemont.
“Esos
viajes a Moscú no se realizaron en nombre del Gobierno catalán y se
llevaron a cabo sin el conocimiento de Pere Aragonès”, dijo Sergi
Sabrià, vocero de Aragonès. “Estas personas ni siquiera forman parte del
partido del presidente, el cual no tiene conocimiento de las agendas de
otros partidos”.
Para reconstruir los
contactos con Rusia, el Times ha recurrido al reporte europeo de
inteligencia, que consta de 10 páginas y cuyo contenido esencial fue
corroborado por dos oficiales españoles; a los expedientes de dos
investigaciones confidenciales y diferentes realizadas por magistrados
en Barcelona y Madrid, que incluyen la transcripción de los mensajes de
texto pero no han resultado en cargos relacionados con las reuniones de
Moscú; así como a entrevistas con políticos y activistas
independentistas en Cataluña, además de funcionarios de seguridad en
España y el extranjero.
El reporte de
inteligencia de junio de 2020 afirma que Alay, junto con el empresario
ruso Alexander Dmitrenko, buscó asistencia técnica y financiera de Rusia
para la creación de sectores bancario, energético y de
telecomunicaciones separados de España. El par, junto con el abogado de
Puigdemont, Gonzalo Boye, también consultó a un líder de un violento
grupo criminal ruso , como parte de un intento por establecer un
conducto secreto de dinero para financiar sus actividades, dice el
reporte.
Los mensajes de
texto, extraídos del teléfono de Alay en octubre de 2020 durante un
breve arresto, ayudaron a corroborar partes del reporte de inteligencia.
“Estamos
trabajando para The Americans”, dijo Alay en un momento, en alusión al
programa televisivo de la cadena FX sobre funcionarios de la KGB que
trabajan en Estados Unidos de forma encubierta.
No era broma. Dos
de sus principales contactos en Rusia, según el reporte de
inteligencia, eran un equipo de esposos agentes de inteligencia cuya
historia ayudó a inspirar la serie.
‘Buenas noticias desde Moscú’
El
movimiento independentista catalán había estado acumulando impulso
durante una década pero para 2019 había caído en la desorganización.
Nueve líderes del movimiento estaban en la cárcel y pronto recibirían largas sentencias por su papel en el referéndum. (Este verano todos fueron indultados). Otros huyeron de España, entre ellos Puigdemont, que vive en Bélgica y ahora es miembro del Parlamento Europeo, aunque se ha quejado del “silencio de las principales instituciones europeas”.
La
Unión Europea declaró ilegal el referéndum de independencia catalán. La
postura rusa, en cambio, fue más equívoca. El presidente Vladimir Putin
describió el avance del separatismo catalán como lo que Europa merecía
por haber apoyado los movimientos de independencia de Europa Oriental
después de la caída de la Unión Soviética.
“Hubo
un momento en que recibieron el colapso de toda una serie de gobiernos
en Europa sin esconder su alegría”, dijo Putin. “Siempre hablamos de
dobles estándares. Ahí los tienen”.
En
marzo de 2019, Alay viajó a Moscú, a pocas semanas de que los líderes
del movimiento independentista catalán fueran a juicio. Tres meses
después, Alay volvió a ir.
En
Rusia, según el reporte de inteligencia, Alay y Dmitrenko se reunieron
con varios oficiales de inteligencia en activo, así como con Oleg V.
Syromolotov, un exdirector de contrainteligencia del Servicio de
Seguridad Federal, la agencia nacional de inteligencia rusa, que ahora
supervisa el contraterrorismo como viceministro en el ministerio de
Exteriores de Rusia.
Alay negó haberse
reunido con Syromolotov y los funcionarios, pero reconoció que se vio
con Yevgeny Primakov, nieto de un famoso espía de la KGB, para conseguir
una entrevista con Puigdemont en un programa de temas internacionales
que conducía en la televisión del Kremlin. El año pasado, Putin designó a
Primakov como director de una oficina cultural que, según funcionarios
europeos de seguridad, a menudo sirve como pantalla de operaciones de
inteligencia.
“Buenas noticias desde
Moscú”, escribió más tarde Alay a Puigdemont en un mensaje de texto en
el que le informaba del nombramiento de Primakov. En otro intercambio,
Dmitrenko le decía a Alay que el ascenso de Primakov “lo pone en una muy
buena posición para activar las cosas entre nosotros”.
Alay
también confirmó que se había reunido con Andrei Bezrukov, un
exfuncionario condecorado del servicio de inteligencia extranjera de
Rusia. Durante más de una década, Bezrukov y su esposa, Yelena Vavilova,
fueron operadores encubiertos que vivían en Estados Unidos con los
nombres clave de Donald Heathfield y Tracey Foley.
Fue
la historia de su espionaje, detención y eventual regreso a Rusia en un
intercambio de espías lo que inspiró la serie de televisión The Americans.
Alay parece haberse vuelto cercano a la pareja. En colaboración con
Dmitrenko, pasó unos tres meses en el otoño de 2020 trabajando en una
traducción al catalán de la novela autobiográfica de Vavilova, titulada La mujer que sabe guardar secretos, según su correspondencia encriptada.
Alay,
que también es profesor universitario y escritor, dice que Bezrukov,
quien ahora enseña en una universidad de Moscú, lo invitó a dar dos
conferencias.
En
cada uno de los viajes, Alay estuvo acompañado por Dmitrenko, un
empresario ruso de 33 años casado con una mujer catalana. Dmitrenko no
respondió a pedidos de comentario. Pero las autoridades españolas lo han
monitoreado y en 2019 rechazaron una petición suya de ciudadanía debido
a sus contactos rusos, según una decisión del Ministerio de Justicia
español que el Times revisó.
La
decisión decía que Dmitrenko “recibe misiones” de los servicios de
inteligencia rusa y que también “realiza distintas labores” para líderes
del crimen organizado ruso.
Un tsunami político
Unos pocos meses después de los viajes de Alay a Moscú, estallaron las protestas en Cataluña.
Un
grupo que se hacía llamar Tsunami Democràtic ocupó las oficinas de uno
de los bancos más grandes de España, cerró una autopista entre Francia y
España durante dos días y organizó una toma del aeropuerto dee
Barcelona obligando a cancelar más de cien vuelos.
Los
orígenes del grupo siguen siendo poco claros, pero uno de los
expedientes confidenciales de la policía decía que Alay acudió a una
reunión en Ginebra, donde él y otros activistas independentistas
ultimaron los planes para dar a conocer Tsunami Democràtic.
Tres
días después de la ocupación del aeropuerto de Barcelona, dos rusos
volaron de Moscú a Barcelona, la capital de Cataluña, según registros de
vuelo obtenidos por el Times.
Uno de
ellos era Sergei Sumin, identificado en el reporte de inteligencia como
un coronel del Servicio Federal de Protección de Rusia, una agencia que
supervisa la seguridad de Putin y no se sabe que lleve a cabo
operaciones en el extranjero.
El
otro era Artyom Lukoyanov, hijo adoptivo de un alto consejero de Putin,
uno que estaba profundamente involucrado en los esfuerzos rusos de
apoyo a los separatistas de Ucrania oriental.
Según el reporte de inteligencia, Alay y
Dmitrenko se reunieron con los dos hombres en Barcelona para una sesión
de estrategia para discutir el movimiento de independencia, aunque el
documento no ofrece otros detalles.
Alay
negó cualquier vínculo con Tsunami Democràtic. Confirmó que se había
reunido con Sumin y Lukoyanov a pedido de Dmitrenko, pero solo para
“saludarles educadamente”.
Incluso al
debilitarse las protestas, los aliados de Puigdemont siguieron ocupados.
Su abogado, Boye, voló a Moscú en febrero de 2020 para reunirse con
Vasily Khristoforov, a quien las agencias de la justicia occidentales
describen como una figura veterana del crimen organizado ruso. Según el
reporte, el objetivo era captar a Khristoforov para que ayudara a
establecer un canal de financiamiento secreto para el movimiento de
independencia.
En una entrevista, Boye
reconoció haberse reunido en Moscú con Khristoforov, quien es buscado
en varios países, entre ellos España, como sospechoso de crímenes
financieros. Pero dijo que solo habían discutido asuntos relacionados
con los casos judiciales de Khristoforov.
Hacia
fines de 2020, los mensajes de texto de Alay revelan un afán por
mantener contentos a sus contactos rusos. En intercambios con Puigdemont
y Boye, decía que debían evitar cualquier declaración pública que
pudiera molestar a Moscú, sobre todo en relación con las protestas a
favor de la democracia en Bielorrusia que Rusia ayudaba a dispersar con
violencia.
Puigdemont no siempre
seguía el consejo, al presentarse en Bruselas junto a la oposición
bielorrusa y tuitear su apoyo a los manifestantes, lo que ocasionó que
Boye enviara un mensaje de texto a Alay diciendo “tendremos que decirle a
los rusos que esto es solo para despistar”.
(
Michael Schwirtz y
José Bautista, The New York Times, 03/09/21)