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4/12/17

País Vasco y Navarra ocupan el segundo y tercer puesto en renta per cápita y, no obstante, ambos son receptores netos. En mucha mayor medida el País Vasco, que presenta un saldo positivo superior al de Andalucía, Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha, Galicia, Murcia y La Rioja. ¿Cómo no hablar de injusticia?

"La semana pasada se aprobó en el Congreso, por tramitación directa y lectura única, el cupo vasco.  (...)

El PNV ha señalado en alusión a Ciudadanos que “a algunos les sorprenden determinados mecanismos, pero están establecidos en las propias leyes. Es un sistema concertado, en el que las dos partes se tienen que poner de acuerdo”.

Paradójicamente, esta argumentación -que es cierta- deja al descubierto el pecado mayor del concierto, el de configurarse como un acuerdo bilateral entre gobiernos, en el que el Parlamento español tiene muy poco que decir y, lo que resulta casi más injusto, el resto de las Comunidades, menos. De ahí también las reticencias lógicas de Compromís y de los barones socialistas.

La bilateralidad tiene una enorme fuerza de atracción para las formaciones nacionalistas no solo por una razón de preeminencia, la de considerar al resto de Comunidades en un estrato inferior, sino porque siempre es más fácil chantajear a un gobierno, sea cual sea, que enfrentarse al resto de las Autonomías. 

Eso explica también por qué los nacionalistas catalanes han planteado y plantean siempre el diálogo de forma bilateral, y por qué el presidente de la Generalitat ha eludido todo ámbito de negociación colectiva. 

Pero, quiérase o no, la financiación autonómica es un sistema de suma cero: el dinero que se destina al País Vasco o a Cataluña no va al resto de las Comunidades, bien porque se reduzcan sus recursos o los del Estado.

En la defensa del cupo, Margarita Robles ha declarado que el concierto es un hecho diferencial constitucionalmente reconocido. Tiene razón, pero también es verdad que, como todos los hechos diferenciales reclamados por los nacionalistas, pasan enseguida de hechos a privilegios. 

Lo ha dicho claramente el presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández: “El País Vasco está sobrefinanciado”. La sobrefinanciación, tanto del País Vasco como de Navarra, es un hecho, además de diferencial, irrefutable. (...)

Existe, como es lógico, una cierta correlación entre la renta per cápita de las Comunidades y el déficit o superávit de las llamadas balanzas fiscales, aun cuando el cálculo de estas mantenga siempre cierta relatividad. Es fruto de la política redistributiva del Estado, que debe concretarse también en el ámbito territorial. En la correlación de estas dos series, surge, sin embargo, una clara irregularidad, un hecho diferencial, podríamos afirmar. 

El del País Vasco y Navarra. Ocupan el segundo y tercer puesto en renta per cápita y, no obstante, ambos son receptores netos. Ciertamente en mucha mayor medida el País Vasco, que, según los últimos datos, presenta un saldo positivo superior al de Andalucía, Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha, Galicia, Murcia y La Rioja. ¿Cómo no hablar de injusticia?

La mayoría de los comentaristas y políticos son conscientes de esta realidad, pero la atribuyen no tanto a la existencia del concierto, sino al cálculo que se ha venido haciendo del cupo. Es indudable que la determinación periódica del cupo siempre se ha hecho en circunstancias tales que el Gobierno vasco ha tenido un trato sumamente beneficioso. 

Empezando por la propia metodología que margina la función redistributiva del Estado. Esta se negoció bajo la sombra de mayor actividad de ETA. Participé con la delegación del Estado en algunas reuniones de esa negociación. Recuerdo que en cierta ocasión en la que se produjo un desacuerdo, la parte vasca insinuó, como el que no quiere la cosa, que no sabían cómo le sentaría eso a ETA. Era la concreción de la frase de Arzalluz: “ETA agita el nogal y nosotros recogemos las nueces”.

Después, ha actuado el juego parlamentario, un tanto abusivo, que los nacionalistas bien sean catalanes o vascos han venido practicando todos estos años, siempre prestos a facilitar su apoyo a cualquiera de los dos grandes partidos que lo necesitasen para su investidura o en su acción de gobierno. Pero siempre vendiendo por un buen precio sus servicios, en detrimento, por supuesto, de las otras Comunidades Autónomas. 

En el caso del PNV, las mercedes se concretaban, entre otras, en el cálculo del cupo. Cuando el chantaje no era posible porque el gobierno de la nación disponía de mayoría absoluta y existían discrepancias, el PNV dejaba el acuerdo para tiempos mejores, en los que se precisasen sus servicios y entonces, en la nueva negociación, se introducían los desacuerdos anteriores, lográndose todas las reclamaciones atrasadas. Eso, ni más ni menos, es lo que ha ocurrido en esta ocasión.

La última vez que se aprobó el cupo fue en 2007, con Zapatero en minoría. Durante la etapa en la que el Gobierno del PP contó con mayoría absoluta no se llegó a ningún acuerdo. Se ha esperado hasta ahora, cuando Rajoy ha necesitado el apoyo del PNV, de cara a sacar adelante la Ley de presupuestos de 2017, para aprobar la ley del cupo, que no solo fija una cantidad claramente infravalorada para los próximos cinco años, sino que recoge las reivindicaciones acumuladas desde 2007. Por eso, Josu Erkoreka ha hablado de “15 años de paz fiscal”.

Resulta por tanto plenamente lógico que junto a Ciudadanos y a Compromís haya surgido la protesta de las voces socialistas que gobiernan distintas Comunidades Autónomas.  (...)

Es cierto que el cálculo del cupo ha colaborado sustancialmente a la situación de discriminación, pero el problema es más profundo, está en la raíz, se encuentra en la existencia del propio concierto. Es un régimen fiscal totalmente anómalo en la doctrina financiera del siglo XXI. Difícil de explicar en Europa, ante cuyas autoridades el Gobierno español ha tenido que comparecer a menudo para defenderlo. 

Es un régimen más propio de la Edad Media (aunque haya sido actualizado durante las guerras carlistas), en el que la realidad jurídica no se basaba en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley sino en las concesiones (libremente otorgadas o arrancadas) del monarca. Cada territorio tenía sus fueros (privilegios). 

No existía un sistema fiscal universal propiamente dicho, sino que la Corona obtenía los recursos de cada territorio o ciudad (cupo), siendo luego las instituciones locales las encargadas de recaudar el gravamen entre los ciudadanos.

Al margen de disquisiciones teóricas o históricas, el sistema presenta dos grandes defectos que lo hacen especialmente perverso. El primero, ya se ha citado, es el de la bilateralidad, que se quiera o no, incentiva la discriminación y dificulta la redistribución territorial. Es el propio sistema el que casi predestina a que el cálculo no se realice de manera objetiva, sino en función de vericuetos partidistas. 

El segundo es que, al contar el Gobierno vasco con plena capacidad normativa, se rompe la unidad fiscal propiciando la competencia desleal y el dumping fiscal. Bien es verdad que últimamente este problema se ha extendido también al modelo de financiación autonómica general, según se ha ido transfiriendo de forma parcial capacidad normativa a las otras Comunidades. 

A ello me refería en el artículo de la semana pasada, aplicado al impuesto de sucesiones. No obstante, el problema se hace infinitamente mayor con el concierto en el País Vasco y Navarra. Nada más aprobar el cupo, el Gobierno vasco acaba de aprobar una sustancial rebaja del impuesto de sociedades que va a colocar en graves apuros a las Comunidades limítrofes.

Podríamos afirmar incluso que existe un tercer factor que se ha puesto de manifiesto con el desafío soberanista catalán. El golpe de Estado hubiese sido mucho más difícil de controlar si Cataluña hubiese contado con un sistema fiscal similar al del País Vasco. 

Lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Cataluña nos debe hacer reflexionar y replantearnos la estructura territorial, pero quizás las medidas que se precisan van en dirección contraria a las que se pretenden con la creación de la Comisión que se ha constituido en el Congreso a instancias de Pedro Sánchez y de la reforma de la Constitución que algunos están pensando.

Hay quienes pueden llevarse una gran sorpresa si se abre el melón de la Constitución, porque tal vez en esta materia las posiciones de la dirección del PSOE y de Podemos están muy lejos de las de sus bases y votantes, que  puede que estén ya bastante hartos de los planteamientos victimistas, insolidarios y supremacistas de los nacionalismos, e indignados de haber ido tan lejos en la descentralización posibilitando un golpe de Estado.

 Es muy posible que la mayoría de la población española no esté dispuesta a que se dé un paso más en esta dirección, sino que por el contrario la reforma se encamine hacia la igualdad de todos los españoles vivan donde vivan, y a fortalecer al Estado. Hay un antes y un después del órdago independentista de Cataluña. Jamás la aprobación del cupo vasco ha levantado tanta polvareda y generado tantas críticas."                    (Juan Francisco Martín Seco, República.com, 30/11/17)

6/10/15

Inés Arrimadas «El concierto vasco tiene fecha de caducidad en Europa»

"(...) Los independentistas nunca van a estar contentos porque ni siquiera quieren participar en este proyecto común que es España. Poner que Cataluña es una nación ni siquiera va a contentar a los independentistas, porque se quieren ir igualmente. Pero se pueden reformar muchas cosas.

P—¿Por ejemplo? 

R— Mejorar el modelo de financiación autonómica, del que se beneficien todas las comunidades. Defendemos un modelo federal inspirado en Alemania, que blinde la sanidad y la educación.

P—¿Qué pasaría con el concierto económico de País Vasco y Navarra? 

R— Es que en una futura integración fiscal europea, eso tiene fecha de caducidad. No vamos a replicar un modelo que sabemos que tarde o temprano tiene que desaparecer. Hay que redefinir las administraciones públicas, eliminar las que no sirven para nada, como las diputaciones y los consejos comarcales.  (...)"            (ENTREVISTA INÉS ARRIMADAS, ABC, 22/09/2015, en Fundación para la libertad)

15/12/14

Los vascos tenemos el derecho unilateral a definir cuál va a ser nuestro estatus dentro de la Unión Europea... Hombre, verán ustedes, la UE no admite esa posibilidad

"Me lo contaron en Bruselas hace tiempo, como anécdota de café entre burócratas europeos. Sucedió allá por 2018, cuando aterrizaron en la sede de la Unión Europea los legítimos representantes del Estado vasco recién independizado del Reino de España por mutuo acuerdo. (...)

Lo primero que debe quedar claro es que los vascos ostentamos el derecho unilateral a definir cuál va a ser nuestro estatus dentro de la Unión, como parte del derecho humano fundamental de decidirlo todo garantizado por la ONU.

 Hombre, bueno, verán ustedes, farfullaron los burócratas, la Unión no admite esa posibilidad; ustedes ingresan como un país más de los 32 que componen Europa y tendrán el mismo estatus que cualquier otro país, es decir, el que definen las normas de la Unión.

 Ese estatus puede cambiar si todos los miembros lo deciden así, pero no es lógico ni hacedero que quien forma parte de una asociación pretenda definir unilateralmente su estatus de socio, ¿lo entienden, verdad?

Nuestros representantes fruncieron el ceño: mal empezamos si no se respeta nuestro derecho a decidir, pero… sigamos. También debe quedar claro que la relación del Estado vasco con la Unión Europea será bilateral y de igual a igual, sin que ninguna de las partes esté sometida a la otra. 

De nuevo sorpresa y rictus de incomprensión: verán, ustedes como Estado miembro serán iguales a todos y cada uno de los demás Estados miembros, sin sumisión ninguna. 

Pero con respecto a la Unión en su conjunto, es obvio que su Estado estará subordinado al conjunto y que el Derecho europeo que ya existe o se vaya creando en la Unión prevalecerá automáticamente sobre el suyo propio. La parte no puede tener el mismo trato que el todo, ¿no? 

Y en cuanto a la relación bilateral, verán, aquí los Estados se relacionan multilateralmente en las instituciones europeas (el Parlamento, la Comisión, el Consejo, etc.) y con su hacer común crean las decisiones de la Unión. Pero nadie tiene una relación bilateral con la Unión, salvo los países terceros como China o USA. Si son ustedes un miembro de un grupo no pueden a la vez ser un extraño al grupo.

El ceño ya francamente disparado, … una cuestión más: naturalmente, en el futuro surgirán roces y desacuerdos entre Euskalherria y la Unión, no seamos ingenuos. Seguro que la Unión trata de invadir nuestras competencias propias y limitar nuestro autogobierno, nos ha pasado siempre con todos desde el neolítico, así que necesitamos que queden claras dos cuestiones: primera, nuestras competencias estarán blindadas y nadie, menos aún la Unión, podrá tocarlas en lo más mínimo; segunda, para los casos de desacuerdo, tendremos un Tribunal o Comisión Mixta compuesto a partes iguales de tres representantes de la Unión y tres del Estado vasco que decidirán las cuestiones conflictivas por mayoría de votos. 

Miradas de asombro, meneo de cabezas. Pero, miren ustedes, en la Unión nada está blindado salvo los derechos humanos. El Tratado constitutivo fija unos títulos generales de actuación de la Unión y los vamos desarrollando progresivamente en un sentido creativo, con el acuerdo de todos.

 Reconocemos, cómo no, el principio de subsidiariedad en virtud del cual las políticas deben hacerse cuando sea posible en el nivel más cercano al ciudadano, pero la determinación del nivel posible está siempre abierta. Y para decidir las controversias tenemos un Tribunal de la Unión compuesto de Magistrados independientes que representan a toda la Unión, no a ningún país en particular. Sus ideas sobre las relaciones federales son más bien peculiares, si no les molesta que se lo digamos.

Cabreo abierto… ¿Y el Concierto? ¿Qué concierto? Bueno, pues el que tendremos como derecho histórico santificado en la tradición foral: es decir, el Estado vasco recauda por sí todos los impuestos y se queda con ellos, salvo una cuota que pagaremos a Bruselas calculada como una fracción proporcional a nuestro PIB sobre el coste estricto del aparato burocrático de la Unión. 

El coste del aparato, ¿eh?, nada de pagar parte de las ayudas a los países más pobres o las transferencias a los sectores necesitados o cualquier otro fondo de solidaridad. Los bruselenses abrían los ojos: no, miren ustedes, aquí el sistema no es así, aquí eso del concierto no se conoce y la expresión ‘derechos históricos forales’ no aparece en el acervo común. Parece que hay un malentendido.

Furia helada. ¿Malentendido? De eso nada, no te jode, lo que pasa es que aquí sois todos unos franquistas. Y se fueron airados.

En Bruselas todavía se sonríen cuando se acuerdan. Aunque, la verdad es que con lo de la invasión china de Rusia no hay mucho tiempo para chanzas."           (EL CORREO  14/12/14,  J. M. RUIZ SOROA, en Fundación para la Libeertad)

27/11/14

¿España roba a Cataluña? ¿Aceptamos entonces que Grecia, Portugal y España (con Cataluña), están robando a Alemania?

"Estábamos en este punto. Directamente, sin rodeos: ¿España ha robado y sigue robando a Cataluña? ¿Se puede hablar-pensar en estos términos?

¡Qué barbaridad! ¿Dónde queda la solidaridad? ¿Aceptamos entonces que Grecia, Portugal o España –con Cataluña- está robando a Alemania, como se dice?

Otra cosa es que la financiación de las comunidades requiera de un ajuste que, precisamente, tendría que ir en la línea de la clarificación y de la corresponsabilidad. Seguramente tendremos que acabar hablando del principio de ordinalidad y cuestionándonos los cupos –insisto, los cupos, el porcentaje de aportación a la caja común- de los conciertos vasco y navarro. Catalunya tendría que salir beneficiada con el nuevo sistema, pero no privilegiada. 

En términos de inversión y de infraestructuras, hay fundamentos para reivindicar un mejor trato.

Cuestionar los cupos vasco y navarro… ¡ahí te quiero ver Salvador! Por cierto, ¿qué es eso del principio de ordinalidad?

No cargo contra los conciertos, que son una opción razonable nos gusten más o menos, y aunque sean un modelo de fiscalidad que la UE desaprueba. Pero el concierto establece la necesidad de regular un cupo, es decir, un porcentaje de aportación de lo recaudado en la comunidad, y aquí nos encontramos con el problema de que no se sube para evitar conflictos.

El principio de ordinalidad se resume en la idea de que las comunidades que más recursos transfieren deberían verse compensadas con más gasto. La lógica es la de impedir que el esfuerzo fiscal de una comunidad termine siendo un freno para su propio desarrollo. En un sentido estricto, la primera región en renta por habitante tendría que ser la que más recibiese. 

Esto no es así de tajante en ningún sitio, que yo sepa, pero sí se pueden tener en cuenta mecanismos compensatorios no tan severos. Hay quien defiende el establecimiento de porcentajes máximos y mínimos. Es un debate pendiente. (...)"      (Entrevista al escritor Salvador Redón, Salvador López Arnal  , Rebelión, 30/10/2014)

14/1/10

El Concierto Económico vasco es antieuropeo... es el que quiere la Liga del Norte italiana...

(traductor gallego-español)

Artigo de Camilo Nogueira: Da presidência da União (Vieiros, 13/01/2010)

"Em certas partes da UE doem ainda declarações como as de José María Aznar, quando presumia do bem que ia a economia espanhola frente ao que sofria daquela uma Alemanha que financiava em grande medida os Fundos de Coesão destinados ao Estado espanhol para apoiar o desenvolvimento territorial e social (...)

Estaria bem que Zapatero aproveitasse a ocasião para defender no interior, a respeito do carácter e das competências de nações como Galiza, Catalunha e Euskadi, o mesmo aberto critério utilizado sem tocar a Constituição de 1978 para estabelecer uma cada vez mais estreita união sem fronteiras entre os povos europeus."

Comentarios:

#1 hai 14 horas e 43 minutos Raimundo

Pois si Zapatero ten que aproveitar "a ocasião para defender no interior, a respeito do carácter e das competências de nações como Galiza, Catalunha e Euskadi"... entón Zapatero ¿tería que defender o modelo do concierto económico vasco?...

Entón, con ese modelo, Alemaña (os ricos)... non iban redistribuir "os Fundos de Coesão destinados ao Estado espanhol", e a Portugal, ao Sur de Italia, a Polonia, (aos pobres)...

Entón, coa extensión do modelo do concierto vasco acabaríase Europa, a da redistribución... para pasar a unha Europa na que os ricos terían o seu Concierto Económico, e non redistribuirían nin chisco (estilo americano)... coma fan os vascos, como queren facer os da Liga do Norte italiana...

Entón, se zapatero fai iso que lle recomenda... ¿mataría o espiritu europeo? ¿O da redistribución?

Penso que sí... millor recomendarlle que ilegalice o modelo do Concierto Vasco, por ser un grave perigo para Europa... o espiritu (¿neoliberal, o de todo para os ricos?), dese Concierto.

Millor sería... para Galicia... e para Europa...