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23/8/23

En la plaza de toros, todo el público canta a pleno pulmón “Que te vote Txapote”. Lo cantan en las fiestas patronales de Teruel... La primera vez que vi esto fue en Barcelona... Tras 2017, cuando todo empezó a pudrirse, a oler y a adquirir su sentido, estaba en un restaurante de clase media-alta, repleto de comensales que, escasos minutos después, irían juntos a una mani procesista... En los postres, los comensales se hincharon de ellos mismos, y empezaron a cantar, todos, riendo, un lema procesista: “Las calles serán nuestras por siempre”. Lo cantó todo el restaurante. Menos los camareros... Y menos yo, que pasé a formar parte del grupo de los camareros. Pensé que cuando la derecha española descubriera esto sería imparable. Lo ha hecho. En esta campaña ha sucedido eso. Esta campaña es, básicamente, eso (Guillem Martínez)

 "(...) 6- Me llegan por RR.SS. imágenes de los sanfermines. En la plaza de toros, todo el público canta a pleno pulmón “Que te vote Txapote”. Lo cantan en las fiestas patronales de Teruel. Lo cantan en trenes. En el video de una boda, lo cantan los invitados cuando el novio y la novia entran en el salón del banquete. Todo el mundo ríe, todo el mundo es feliz, hasta los novios. Todo el mundo se divierte, siendo lo divertido algo importante: la identidad. Son españoles, sin clases sociales. Son una forma de ser españoles que les convierte en españoles, pues las otras carecen de recorrido.

7- La primera vez que vi esto, de manera consciente, fue en BCN. Tras 2017, cuando todo empezó a pudrirse, a oler y a adquirir su sentido, estaba en un restaurante de clase media-alta, repleto de comensales que, escasos minutos después, irían juntos –era evidente por las camisetas, por los símbolos que llevaban– a una mani procesista. En los postres, los comensales se hincharon de ellos mismos, y empezaron a cantar, todos, riendo, un lema procesista: “Las calles serán nuestras por siempre”. Lo cantó todo el restaurante. Menos los camareros. No eran blancos. Y menos yo, que pasé a formar parte del grupo de los camareros. Pensé que cuando la derecha española descubriera esto sería imparable.

8- Lo ha hecho. En esta campaña ha sucedido eso. Esta campaña, cuyo ecuador cruzamos, es, básicamente, eso."                 (Guillem Martínez, CTXT, 15/07/23)

13/4/23

Una amiga me pasó un video de un programa de TV3 donde se reían de la Semana Santa andaluza... ¿Desde qué sitio alguien puede imitar un acento asociándolo a algo atrasado y arcaico? ¿Desde qué mirada alguien puede poner a la virgen del Rocío con un muñeco en la mano, hablando en andaluz y aparentando que canta flamenco? A mí solo se me ocurre una respuesta: supremacía cultural... este tipo de burlas se inserta en una mirada etnocéntrica donde se considera que lo andaluz es algo bárbaro, arcaico e inculto

"(...) una amiga me pasó un video de un programa de TV3 donde se reían de la Semana Santa andaluza (así en general, como si Andalucía fuese todo lo mismo). En este espacio de entretenimiento aparecía una persona vestida de la virgen del Rocío, imitando el andaluz de una forma despectiva. ¿Desde qué lugar alguien que no entiende ni participa de estas expresiones culturales hace mofa de las mismas? ¿Desde qué sitio alguien pude imitar un acento asociándolo a algo atrasado y arcaico? ¿Desde qué mirada alguien puede poner a la virgen del Rocío con un muñeco en la mano, hablando en andaluz y aparentando que canta flamenco? A mí solo se me ocurre una respuesta: supremacía cultural.

Muchas personas dirán que es humor. Seguro habrá gente que sostenga que es lo mismo que los chistes de catalanes y de lo supuestamente “agarraos” que son. Sin embargo, no es lo mismo. Porque este tipo de burlas se inserta en una mirada etnocéntrica donde se considera que lo andaluz es algo bárbaro, arcaico e inculto. También se podrá apelar a la libertad de expresión y a la posibilidad de hacer bromas de todo. Y sí, podemos reírnos de la Semana Santa, podemos reírnos de lo que queramos y como queramos. Sin embargo, como dice Vasallo: “el humor, hacia dentro y hacia arriba, si no es opresión”, frase que ha usado Teresa Rodríguez para hacer su tweet al respecto. 

Por mi parte, soy la primera que hace crítica de la religión cristiana, de sus cúpulas y de las leyes eclesiásticas. Hay muchas cosas que son necesarias de revisar y reflexionar. Sin embargo, no me veo con la legitimidad de hacer mofa de algo que ni siquiera entiendo, que recae en estereotipos y que reduce la diversidad a una sola cosa. ¿Te imaginas que me disfrazo de la virgen de la Guadalupe y me pongo a imitar el acento mexicano cayendo en clichés manidos que reposan en un etnocentrismo supremacista? Pues eso. Hacer crítica de las estructuras eclesiásticas y de los poderes que ostentan, bien; reírse de un pueblo y sus formas de expresión, regular para atrás. Se permiten estas formas de hacer humor desde una supremacía cultural etnocéntrica porque existe una andaluzofobia interiorizada que genera formas de discriminación que impactan en las estructuras sociales y en las relaciones de poder norte-sur. 
Y no es solo algo simbólico, Estas formas de representar a los pueblos desde una mirada supremacista repercute en los cuerpos y las vidas de las personas. La discriminación simbólica impacta de manera directa en el mundo material. Tan así es que durante mi defensa de TFM, el tribunal ejerció una discriminación por andaluzofobia y una supremacía epistémica que casi me lleva a suspender. Esto solo por hablar del territorio andaluz desde una mirada propia y poner en tensión las dinámicas de expropiación Norte-Sur. Esto me llevó a creer que no era válida, que estaba loca y que mi trabajo no tenía sentido.

Todavía me sigue sorprendiendo la andaluzofobia existente y la falta de miramientos a la hora de analizar las opresiones estructurales dentro del territorio español. Pienso en toda la gente que dice me “voy al sur de vacaciones a disfrutar de las playas a comer rico porque es más barato” sin pensar en las razones por las que los precios son más bajos. Me sorprende que se siga viendo a Andalucía como parque temático para las vacaciones y objeto de chistes para el divertimento colectivo, sin pensar en las condiciones de violencia laboral en el sector de la hostelería o del campo andaluz. Me da coraje cuando esta falta de miramiento viene de las izquierdas que reproducen discursos andaluzofobos, olvidándose de cómo en Andalucía se está construyendo un lugar engullido por capitalismo neoliberal donde se observa un paraíso de sol para el consumo del Norte y una frontera para el sur desposeído y empobrecido. Quizá es más fácil mirar al sur para reírse y cuestionar las expresiones culturales que para señalar las dinámicas Norte-Sur. Quizá eso significaría mirarse a sí mismos, analizar sus miserias y la responsabilidad en todo esto.

Por eso, no voy a entrar en debates sobre que el humor es humor y la existencia de libertad de expresión. Ríanse de lo que quieran. Mientras se ríen están perpetuando un sistema de dominación supremacista, etnocéntrico, machista, capitalista, patriarcal, misógino, racista y colonial que impacta en la vida de las personas."                            ( Carmela Borrego Castellano, El Plural, 11 abr 2023)

29/1/21

Madrid y Barcelona compitieron entre sí por ganar pujanza global. A partir de 2007, Cataluña comienza a perder peso y sus élites, que habían optado por replicar la estructura de poder madrileña, fueron conscientes de que iban perdiendo la partida. En ese instante, comenzó a ganar peso la tentación secesionista y años después se abrazaron de una manera fantasiosa a ella...

 "Uno de los males españoles, que explica en buena medida nuestro declive, ha sido la incapacidad de sus élites para trabajar juntas, una tendencia que se ha agudizado durante la pandemia. Conviene advertir que la utilización del término 'élites' no se ciñe a su expresión política. 

Somos conscientes de la división, cada vez más acentuada, entre unas y otras opciones ideológicas y de sus dificultades para lograr puntos de encuentro, lo que suele subrayarse con mucha frecuencia. Pero se hace mucho menos énfasis en las élites económicas, que tienen una importancia crucial en este momento de la Historia, y que han vivido una extraña transformación funcional.

Una de los aspectos menos tenidos en cuenta de la globalización es la forma en que ha quebrado los lazos preexistentes. Los Estados han visto cómo parte de su poder se les escapaba de las manos, por las dinámicas internacionales o por la pertenencia a la UE, lo que ha supuesto la externalización de una serie importante de decisiones relativas a nuestra vida. Esa pérdida también ha conducido al debilitamiento de los vínculos nacionales. 

En el viejo Estado, precisamente por constituir un territorio bien delimitado y con una dirección política propia, el norte de Italia se veía obligado a convivir con el sur, Cataluña con Extremadura, País Vasco con Andalucía o la Isla de Francia con Occitania, y en términos que compatibilizasen las necesidades de unos y otros. Al perder soberanía, se fragilizan también esos lazos obligados, de modo que cada región comienza a pensar en nuevas alianzas fuera de su Estado, mucho más que en los vínculos con los cercanos.

 Un terreno en el que este hecho se ha manifestado de manera clara ha sido el comercial, con regiones que buscaban conectar con mercados extranjeros mucho más que con el nacional, pero ha ocurrido en muchos otros sentidos.

España es un país en el que esta tendencia ha sido particularmente evidente, ya que las élites territoriales han creído de firme en las opciones del mundo global y se han centrado en situarse en el nuevo escenario, olvidándose de colaborar con quienes tenían cerca.

El caso de las élites catalanas está en la historia española de los últimos años. Nuestro país ha tenido dos ciudades globales, Madrid y Barcelona, que compitieron entre sí por ganar pujanza global. A partir de 2007, Cataluña comienza a perder peso y sus élites, que habían optado por replicar casi de manera exacta la estructura de poder madrileña, fueron conscientes de que iban perdiendo la partida. En ese instante, trataron de acelerar sus conexiones exteriores, comenzó a ganar peso la tentación secesionista y años después se abrazaron de una manera fantasiosa a ella.

Madrid, en las últimas décadas, ha mirado hacia el exterior permanentemente, y la misma España vaciada es consecuencia de estas dinámicas globales animadas en España por su capital. Su modelo rentista, ligado a empresas oligopólicas, al ladrillo y al Ibex, es un problema cuyas deficiencias comenzaron a manifestarse con la crisis de 2008, y permanece sin resolver desde entonces. He analizado en diferentes ocasiones el papel de las tendencias globales, cómo han afectado a Madrid y Barcelona, y las relaciones entre ambas, por lo que no me extenderé más acerca de este asunto.

El tercer grupo de poder territorial en España, las élites vascas, también emprendió su particular huida. A finales del siglo pasado, exhibieron cierta inteligencia a la hora de reconstruir el País Vasco tras la oleada de desindustrialización de los ochenta, pero han trabajado siempre en términos propios. Han sacado partido de sus fortalezas, también de las que les permitían presionar al Estado para obtener más recursos, pero siempre con la vista puesta en sí mismas, en un aislamiento temporalmente provechoso.

El resultado final es que ninguno de estos tres grupos ha expresado un proyecto común. Han corrido mucho, pero siempre para alejarse de sus vecinos. Han pretendido proyectarse en el exterior y conseguir réditos de las oportunidades que existían fuera, sin ser conscientes de que la mejor opción pasaba por la colaboración entre todos ellos. Sus fantasiosos sueños de grandeza explican también la debilidad de España.

1. El desprecio a España

Estas élites tienen en común mucho más de lo que las separa, y en general para mal. Uno de los aspectos más significativos es su alejamiento de España (y no solo de la misma idea de España), producto de una mirada desalentadora sobre nuestro país.

Quienes han expresado esta percepción de manera más desinhibida han sido las élites catalanas. La idea encontró un altavoz evidente en los partidos secesionistas, en especial los derivados del pujolismo, pero ERC también ha entrado gustosamente a ese trapo. En síntesis, desde su perspectiva, España es irreformable, está corroída por los vicios del pasado, ha quedado atrasada y la única manera de prosperar es fuera de ella. Esa es la mirada todavía dominante, aun cuando la realidad haya venido a corregir sustancialmente las intenciones secesionistas.

Las élites vascas poseen una mirada de superioridad semejante, en la medida en que, cuando se miran al espejo, se ven libres de las grandes patologías ibéricas, pero tratan de ser más pragmáticas y razonables, con sus objetivos siempre en mente. Hasta ahora, esa posición les ha funcionado, ya que tienen uno de los mejores niveles de vida del Estado, pero es más que probable que, en los próximos años, que traerán cambios, su suerte se invierta si no operan con nuevos aliados.

 La cuestión es que, más allá de sus críticas, ninguna de estas élites complementa su consideración negativa de España con un plan para solucionar los problemas generales. Y cuando esbozan alguna receta, es deudora de las malas ideas del pasado. Lo que tienen en mente es reformar y estilizar; someter a dieta y ejercicio el cuerpo social para que gane fuerza. Sin embargo, se olvidan del para qué. Utilizando su perspectiva, tendríamos más capacidad adaptativa, pero sin nada en lo que emplearla

Lo que hace falta no es un régimen de adelgazamiento económico, sino construir nuevas opciones para nuestro país. Se centran en eliminar los pecados españoles, salvo el peor de ellos, el de no ser capaces de poner en marcha estructuras que generen trabajo, prosperidad y futuro. Es momento de generar empleos, de reconstruir, de desarrollar las opciones existentes y de inventar algunas nuevas, no de entrenar en el gimnasio para después pasar los lunes al sol."               (Esteban Hernández, El Confidencial, 25/01/21)

16/1/20

‘El procés es un divertimento de ricos’

"¿Qué tiene el personaje de Rusiñol? ¿En qué reside su poder de atracción?

En su mundo y su espíritu. Es un ciudadano fantástico, un hombre que sale de la burguesía catalana destinado a ser el heredero de una empresa textil y elige la libertad. Tiene un espíritu renacentista y todo lo que hace le es fácil. Dice que es un hombre sin calvario. Fue dramaturgo, humorista, poeta… su vida induce a lo que representa la vida sexual del goce y el disfrute. Además de ser un hombre guapísimo y atractivo. Un cosmopolita que aspira a un mundo abierto. Sería bueno que hoy en día existieran más hombres como él. 

Frente a imponer “un sol poble”, Els Joglars contraponéis dos Cataluñas. ¿En qué se confrontan esas dos, o esas múltiples Cataluña? ¿Por qué las élites del procés necesitan acabar con la Cataluña de Rusiñol?

Las oligarquías nacionalistas manipulan los sentimientos del pueblo para mantener sus privilegios. No hay dos Cataluñas, sino una con un gran sentido común. Rusiñol tenía un gran sentido común. Y es curioso en un artista como él, que llegó a tener problemas con la morfina. Su mujer y su hija decían que gracias a él no habían hecho demasiadas tonterías. 
Hay una Cataluña que es partidaria de la unidad y que respeta el Estado de Derecho, y otros que van en contra de esto. No hay más. Las élites han avivado esto, los que tienen los palacios y los Maseratis. Han sabido alimentar el odio para sus intereses personales. Creo que les importa un bledo el país. Les importa su posición.

Contraponéis dos mundos de valores y principios, el Rusiñol que renuncia a la herencia de la fábrica paterna frente al 3%.

Rusiñol reivindicaba el arte como patria universal, frente a la xenofobia y el racismo. Tenía una visión amplia de la vida e intentó pasar por “este valle de lágrimas” de forma divertida y acompañado del arte. 

¿Todo esto se veía venir cuando ya lo denunciasteis en 1981, o ha superado todas las expectativas?

(se ríe) Albert (Boadella), que es un genio y un visionario, ya caló esto. Pasamos de un Tarradellas que llegó a Cataluña diciendo “ciudadanos de Cataluña”, no “catalanes”, consciente de cómo habían cambiado las cosas, a un Pujol. Los hechos le dan la razón. Lo que pasa es que no se sabía la magnitud de la tragedia. 

El “cráneo catalán” es casi un personaje más de la obra. Hay quien puede pensar que es una exageración, pero uno de los pioneros del independentismo aclamado por Torra decía que “un cráneo de Ávila no puede ser igual que otro de la plana de Vic”.

Claro. Buscan la diferencia, la confrontación, la separación… lo del cráneo catalán era una teoría del Dr Robert, que era un médico que dio una conferencia proclamando la superioridad de la raza catalana. La segunda conferencia, en la que tenía que demostrarlo, nunca tuvo lugar. No es una fantasía, sino que está basada en hechos reales. 

Una de las escenas más conseguidas es la del burgués que da la gracias por la posibilidad de sentirse oprimido. ¿El procés no se basa en ese mundo al revés, en la distorsión de los opresores presentándose como oprimidos?

Es un divertimento de los ricos. Ruiseñor dice en la obra: “la prosperidad crea la fatiga, segrega cansancio, deviene tedio y busca la diversión irresponsablemente”. Es una revolución burguesa, no es el proletariado o el pueblo, que es carne de cañón, el medio para conseguir el fin. Es lo que decía Santiago Rusiñol, buscan la diversión de manera irresponsable. 

Las élites del procés son expertos en la propaganda, en hacernos creer que van lujosamente vestidos cuando están desnudos. ¿No se corresponde esa escena de la obra con la situación actual, con un procés cada vez más desnudo?

Lo cogí de Cervantes y del Conde Lucanor, el rey desnudo. Solo un niño le dice que va desnudo. Es la parodia de un cuento medieval con orígenes hindúes. No se quieren dar cuenta de que van desnudos. Todo este delirio en el que nos han metido no está confrontado con la realidad. No lleva a ninguna parte y puede acabar muy mal. Pensé que era una buena manera de representarlo.   (...)

¿Por qué no se había hecho todavía una obra como esta sobre el procés, ni en Cataluña ni en el resto de España?

La verdad es que nos encontramos muy solos en este campo. Habrá un 95% de gente independentista… supongo que no se quieren meter en líos. Es una cosa humana. Nosotros como grupo nos basamos en la realidad y en aquello que nos rodea. Pero no inventamos nada, ya existió un señor que se llamaba Aristófanes que ponía en solfa los tabúes de la sociedad, riéndose de los dioses. Somos herederos de la comedia antigua y nuestro material es lo que observamos. La gente tiene que ser lo suficientemente cívica para aceptar esto, que es un síntoma de las sociedades tolerantes. 

Luego están las redes, que pueden llegar a ser inquisitoriales. Creo que hay mucha autocensura en los propios artistas. 

He leído que decías “no estamos vetados pero no nos contratan”, sobre los problemas para exhibir la obra en Cataluña. 

No es fácil encontrar un teatro para ponernos de acuerdo y hacer la obra. Pero esto es de antes de “Señor Ruiseñor”. En Cataluña hemos sido un grupo desagradable para el nacionalismo y lo hemos pagado. No tenemos ningún problema con actuar en Cataluña entendiéndonos con el promotor.

Creo que ponemos el dedo en la llaga. La obra es un espejo. Pero son cosas que se tienen que aceptar y hay que seguir adelante. "                    (Entrevista, De Verdad Digital, 05/12/19)

31/12/19

Piketty aseguró que “el apoyo a la independencia proviene de manera espectacular de las rentas más altas, ¿es cierto? Sí. Utilizando distintas bases de datos a distintos niveles, podemos afirmar que existe una correlación (positiva) entre nivel de ingresos y apoyo al independentismo, incluso entre personas con familias catalanas o de otras comunidades. Los partidos independentistas catalanes no representan los intereses políticos de las clases más desfavorecidas...

"A raíz de unas recientes declaraciones del economista francés Thomas Piketty, quien aseguró que “el apoyo a la independencia proviene de manera espectacular de las categorías más favorecidas y, en concreto, de las rentas más altas», ha surgido un acalorado debate en torno a las características de la base social del independentismo catalán.


Este debate se enmarca en un contexto de crecimiento del nacionalismo a nivel mundial y de una creciente necesidad de explicar este fenómeno, ya sea a través de factores económicos/redistributivos o de factores culturales/identitarios. En el caso catalán, hay quienes sostienen que el principal motor del secesionismo es la identidad cultural/nacional, lubricado por un Gobierno central miope tras la sentencia del Estatut en 2010, pero que en todo caso sería un movimiento transversal en términos de clase social. 

En este artículo presentamos un análisis basado en tres bases de datos que trata de esclarecer dicha relación y comprobar si, efectivamente, la afirmación de Piketty se sostiene, o si, por el contrario, no hay relación alguna entre clase social, renta e independentismo.

 En primer lugar, analizamos la relación entre el voto a partidos independentistas (JxCat, ERC y CUP) en Cataluña con el nivel de renta per cápita a nivel municipal utilizando los datos oficiales de las pasadas elecciones generales de noviembre de 2019. (...) a mayor renta per cápita, mayor es el porcentaje agregado de votos a partidos independentistas. 

En municipios con las rentas medias más bajas, como pueden ser los tarraconenses de Deltebre o Alcanar, el porcentaje de voto a estos partidos queda claramente por debajo de la media. A medida que incrementa la renta media del municipio (por ejemplo, los de la provincia de Girona como Fornells de la Selva o Sant Gregori), también aumenta el voto medio a partidos independentistas, con una diferencia de más de cuatro puntos porcentuales.

Aunque en municipios más ricos encontremos más voto a partidos independentistas que en municipios pobres, ello no significa que el voto independentista esté necesariamente relacionado con los mayores ingresos o con las clases aventajadas a nivel individual, ya que podríamos estar observando lo que en Ciencia Política se conoce como una falacia ecológica: los individuos con menores ingresos y más desaventajados en los municipios más ricos podrían ser más propensos a votar partidos independentistas. Para desentrañar si efectivamente el efecto existe a nivel individual, es decir, si son aquellos individuos con más ingresos quienes votan a partidos independentistas, debemos recurrir a datos de encuestas.


Con los agregados de los barómetros del CEO (el barómetro oficial de Cataluña, con una muestra de más de 26.000 personas desde 2014 a 2019), el segundo gráfico nos muestra el porcentaje de los que se declaran independentistas (¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado independiente?) por cada categoría de ingresos familiares (en el CEO sólo hay estos ingresos y no los personales).


La relación que vemos a nivel individual corrobora lo que observábamos a nivel agregado: el independentismo está sobre-representado en las categorías de mayor renta. De hecho, a partir de 1.800 euros al mes encontramos una sobre-representación del independentismo en todos los tramos. Estos datos nos dejan un mensaje claro: más ricos, más independentistas. Sin embargo, como reza el conocido dicho estadístico, ‘correlación no es causalidad’, así que vamos a ver si la pela es la pela o el apoyo al independentismo es una cuestión meramente identitaria.

Para ello, vamos a analizar el apoyo al independentismo teniendo en cuenta una serie de factores que pueden explicar tanto el nivel de ingresos como el apoyo a la independencia. Entre ellos, los sospechosos habituales son la edad, el género, el hábitat geográfico y, sobre todo, el origen regional familiar: por ejemplo, si la familia del encuestado es de orígenes catalanes o de otras comunidades autónomas.


El origen familiar es un factor determinante a la hora de explicar el apoyo al secesionismo debido a cuestiones identitarias (v.g. lengua hablada en la familia, sentimiento de pertenencia). Por tanto, tenemos en cuenta si uno o ambos progenitores han nacido en Cataluña o en el resto de comunidades autónomas. Si en el modelo añadimos, además, la identidad del individuo (v.g. nacido en Cataluña o fuera), el resultado es el mismo.


En cualquier caso, no deberíamos esperar un vínculo entre el origen regional familiar y el estatus socioeconómico de los hijos (a través del sentimiento identitario). Es decir, el crecer en una familia que se sienta española y compartir esta identidad no debería estar relacionado con los estudios, la ocupación o el sueldo, a no ser que hubiera discriminación según la ideología o la lengua en el mercado de trabajo catalán.


El Gráfico 3 nos muestra la relación entre ingresos familiares mensuales y la probabilidad de ser independentista. Observamos que, incluso controlando por origen regional, la relación de la renta con el independentismo es sólida: la probabilidad de ser independentista es más alta que la media (50%) entre los tramos de 2.000 a 5.000 euros al mes (hasta casi un 60%), y es más baja en los tramos más pobres (un 40%) entre ningún tipo de ingresos y 1.800 euros.

Sólo en los dos tramos de ingresos más altos (5.000/6.000 euros y más de 6.000 euros) no encontramos una diferencia estadísticamente significativa con respecto a la media (pero sí con los tramos más pobres), lo que sugiere que en estos tramos más ricos el apoyo al independentismo puede ser más moderado.

 Hay que tener en cuenta que, como muestran las barras del Gráfico 3, estos dos tramos de mayor renta corresponden a una parte ínfima de la población (el llamado 1% o 5% más rico), cuyos máximos representantes son las élites burguesas conservadoras de barrios barceloneses como Pedralbes y Sarrià, donde convive el bastión del PP en Cataluña junto a la patronal y las grandes fortunas tradicionalmente partidarias de CiU hasta su deriva secesionista.


(Hemos realizado otro análisis con datos de los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS, para predecir la probabilidad de intención de voto a partidos independentistas según los ingresos personales netos y también encontramos una relación positiva. En este modelo, con más de 3.000 observaciones, controlamos por género, nacionalidad -española o doble-, edad, tamaño del municipio, provincia catalana y estatus socioeconómico de los padres).


Hasta ahora parece que, efectivamente, existe una relación entre ingresos y apoyo a la independencia. Es decir, las rentas bajas están infra-representadas en las opciones independentistas y las altas sobre-representadas.


Sin embargo, los ingresos no son necesariamente el mejor indicador de la posición social, ya que ésta también depende de la ocupación y el nivel educativo de los individuos. Gracias a la desagregación por tipo de empleo de los barómetros del CIS, podemos construir un indicador de clase social ocupacional (basado en el trabajo de Daniel Oesch) y comprobar la relación entre clase social e intención de voto a partidos en favor de la independencia de Cataluña entre 2013 y 2019: CiU (a la que podemos considerar como abiertamente partidaria de la vía secesionista desde la Diada de 2012), PDeCAT, JxCat y ERC. 

Hemos dejado fuera a la CUP debido al bajísimo número de observaciones en los barómetros (en la mayoría ni siquiera aparece), hecho que nos impide incluir una muestra representativa de sus electores cuando usamos análisis multi-variables.


Lo que observamos en el cuarto gráfico es que las clases trabajadoras, es decir, los empleados industriales y de servicios, están fuertemente infra-representadas en el voto independentista; y este resultado se mantiene incluso cuando analizamos la intención de voto a ERC de forma desagregada, partido con un apoyo mayoritario de las clases profesionales.

En concreto, la probabilidad de votar al separatismo (en unas supuestas elecciones generales) entre esta clase (en torno al 14%) es prácticamente la mitad de, por ejemplo, los managers empresariales (28%), y bastante inferior al resto de clases sociales. De esta forma, parece que los partidos independentistas catalanes no representan los intereses políticos de las clases más desfavorecidas.

 En conclusión: Piketty no anda desencaminado cuando insinúa que, en Cataluña, ‘la pela es la pela’ en lo que a renta e independentismo se refiere. Utilizando distintas bases de datos a distintos niveles, podemos afirmar que existe una correlación (positiva) entre nivel de ingresos y apoyo al independentismo, incluso entre personas con familias catalanas o de otras comunidades (indicador de identidad). También hemos comprobado que, a pesar de tener un carácter transversal entre clases medias y altas, el independentismo está fuertemente infra-representado entre las clases trabajadoras. 

Puede que, como señalan algunos estudios, la crisis económica no sea un factor determinante a la hora de explicar el surgimiento del independentismo y que la identidad desempeña un papel protagonista, pero ello no quita que el secesionismo catalán tenga un notable componente económico y de clase."                

 (Guillem Vidal. Investigador postdoctoral en el Centro de Investigación de la Sociedad Civil en el WZB (Berlín, Alemania);Carlos J. Gil Hernández. Investigador predoctoral del Programa 'Salvador de Madariaga' en el Departamento de Ciencias Políticas y Sociales del Instituto Universitario Europeo (Florencia, Italia), Agenda Pública, 22/12/19)

9/12/19

“Me convertí en negra en Estados Unidos”... de la misma manera que si fueras a Estados Unidos, te volverías blanca. ¿Piensas en ti como blanca aquí en España?

"(...)  Ha dicho: “Me convertí en negra en Estados Unidos”.

Sí, de la misma manera que creo que, si fueras a Estados Unidos, te volverías blanca. ¿Piensas en ti como blanca aquí en España?

La verdad es que no.

En Nigeria, la mayoría de la gente es negra. Sería distinto si hubiera crecido en Sudáfrica, donde ser negro es una identidad porque hay colonos blancos que se quedaron. En Nigeria me consideraba igbo, niña, nigeriana y, a veces, africana. Y luego fui a Estados Unidos y me di cuenta de que era negra, y eso traía una nueva identidad.

 Significaba que la gente suponía que yo no era muy lista y que había crecido en un gueto, sin educación y pobre. La raza es algo muy particular de Estados Unidos. Me costó mucho tiempo empezar a aceptar que era negra. (...)"                    

(Entrevista a Chimamanda Ngozi Adichie, Pilar Álvarez, El País Semanal, 08/12/19)

18/11/19

La quema de banderas indígenas radicaliza el conflicto en Bolivia... “Esta señora no quiere a los campesinos; toda la gente en su gobierno tiene la cara blanca”... en El Alto se mostraron asustadas por las escenas en las que policías de Santa Cruz han arrancado la wiphala de sus uniformes. “Es nuestra bandera y la insultan”, dijo una mujer aimara ...

 "(...) Un vuelo desde Santa Cruz de la Sierra al aeropuerto de La Paz –ciudad colindante con El Alto, capital de las comunidades indígenas de etnia aimara y feudo de Evo Morales– permite comprobar las dos realidades políticas de Bolivia cuatro días después de la renuncia del ex presidente indígena.

En Santa Cruz, la ciudad entera –al parecer desde los más pobres hasta los más ricos– celebra esta semana con banderas nacionales ondeando en cada fiesta callejera la salida de Morales. Hay un respaldo incondicional al nuevo gobierno nombrado por la senadora conservadora Jeanine Áñez, expresentadora de televisión oriunda de la misma ciudad y estrechamente relacionada con el ultraconservador Luis Fernando Camacho, que lideró las movilizaciones contra Morales y ha logrado colocar a políticos de su confianza en el nuevo gabinete boliviano.

Pero en El Alto –una ciudad de casi un millón de habitantes, 600 metros más alto que la capital en la cordillera andina y accesible por teleférico– se respira miedo y rabia. Cientos de indígenas asistieron ayer a mítines convocados espontáneamente en cada esquina de la ciudad, que hace veinte años era una barriada de infraviviendas de La Paz y ahora es un municipio con su propia arquitectura, los llamado cholets –chalés de chola– de arquitectura rococó diseñados por sus dueños aimara.


“Esta señora no quiere a los campesinos; toda la gente en su gobierno tiene la cara blanca”, dijo una aimara que asistía a un mitin en el centro El Alto refiriéndose a los 11 ministros que integran el nuevo gobierno interino. (...)

“Los periodistas están ignorando nuestras protestas y la violencia contra nosotros en El Alto, no dan información sobre lo que pasa aquí, mientras la policía ha cerrado los medios locales”, decía otra indígena. Todo indicaba que la marcha de los campesino pro Morales se enfrentaría una vez mas con los policías antidisturbios en el centro. (...)

La policía y el gobierno acusan a los militantes del Movimiento al Socialismo (MAS) de fomentar violencia y saqueos, pero los aimara denuncian que hay delincuentes que se cuelan en las filas de las protesta anti golpe. “Son infiltrados, y si paseas por El Alto verás que los que más han sufrido saqueos somos nosotros”, dijo José Luis Quispe, uno de los líderes de la comunidad que se identifican por sus bastones dorados. “Aquí la policía ha prendido fuego a casas”, añadió. “Nos disparan y nos gasifican y los periodistas no lo ponen en la televisión”, dijo otra aimara. (...)

Mientras la caída de Evo Morales se celebra con la bandera tricolor nacional –rojo, amarillo y verde– en Santa Cruz y otras ciudades, en El Alto las banderas colgadas de los balcones es la wiphala, una insignia multicolor que representa a los pueblos indígenas –el 60% de la población de Bolivia– y simboliza la plurinacionalidad del estado boliviano desde que Morales ganó su primera elección en el 2006. 

Entonces, el movimiento indígena, que el expresidente lideraba, quiso borrar los iconos colonialistas y racistas de la simbología nacional. Pero desde la renuncia del presidente indígena, se han producido varias escenas en las que la wiphala ha sido destruida por representantes de lo que los indígenas califican como un golpe de Estado. Aimaras entrevistadas en El Alto se mostraron asustadas por las escenas en las que policías de Santa Cruz han arrancado la wiphala de sus uniformes. 

 “Es nuestra bandera y la insultan”, dijo una mujer aimara que paseaba delante de puestos en una calle de El Alto donde se vendían telas con los colores de la wiphala. Áñez, que en el pasado había rechazado el estado plurinacional encarnado en al constitución boliviana, apareció ayer flanqueada por las dos banderas."         (Andy Robinson,  La Vanguardia, 15/11/19)


"(...) El discurso racista y la quema de whipalas —la bandera de las nacionalidades indígenas de Bolivia—, por parte de los seguidores del líder cívico cruceño Luis Fernando Camacho y del candidato opositor Carlos Mesa, encendió a los campesinos aymaras del altiplano, que entraron en El Alto como una riada arrasando puestos policiales y provocando la retirada de los efectivos, según relata el medio digital Bolpress.

La retirada de la whipala del palacio de Gobierno por parte de los policías amotinados o la sustitución de la bandera indígena de los uniformes de los agentes caldearon los ánimos.

 (...) frente al “caudillismo evista” (...) el proyecto cruceño “enfrentó otro caudillo aparentemente antagónico, pero al mismo tiempo complementario: un hombre blanco, empresario, presidente de un ente ‘cívico’, que usó el fanatismo religioso y un discurso abiertamente misógino y que entre líneas promete a los hombres de la sociedad la recuperación del control sobre las mujeres”. (...)

“La Wiphala no es del Evo Morales ni del MAS, es nuestro símbolo de los aymaras, quechuas y otras naciones indígenas y originarias. El temblor vendrá desde abajo. Carajo”, escribió el histórico dirigente campesino Felipe Quispe. (...)"                     (Martín Cúneo, El Salto, 12/11/19)

29/10/19

Pilar Eyre: ¿Estuvo instalado el franquismo en la burguesía catalana? Sería una ingenuidad pensar lo contrario. En la inauguración del Liceu allí estuvieron todos con el brazo en alto. La prosperidad actual de Cataluña no hubiera sido posible si no hubieran colaborado con el franquismo. Hemos pasado de entonar en 1939 el ‘Cara al sol’ a cantar ‘Els Segadors’ en el Liceu. Y posiblemente los de ahora son los hijos de aquellos...

"La periodista y escritora Pilar Eyre acaba de publicar ‘Un perfecto caballero’ (Planeta) una novela histórica ambientada en la Barcelona de la posguerra y en la que su propia familia tiene un papel protagonista.

 El personaje principal es Mauricio Casasnovas, que se hace cargo de la empresa textil de su familia al volver triunfante de la Guerra Civil, donde luchó en el bando de los sublevados de Franco. Junto a los personajes de ficción aparecen personajes con apellidos muy conocidos: Samaranch, Carulla o el actor Alberto Closas, entre otros. Pilar Eyre traza con ellos un retrato de la Barcelona de la posguerra con sus luces y sombras. (...)

¿Estuvo instalado el franquismo en la burguesía catalana?
 
Sería una ingenuidad pensar lo contrario. En la inauguración del Liceu allí estuvieron todos con el brazo en alto. Los había de corazón y los que no, pero participaron todos. La prosperidad actual de Cataluña no hubiera sido posible si no hubieran colaborado con el franquismo. Hemos pasado de entonar en 1939 el ‘Cara al sol’ a cantar ‘Els Segadors’ en el Liceu. Y posiblemente los de ahora son los hijos de aquellos.


¿Dónde estaba entonces el nacionalismo catalán?
 
En la novela cuento la anécdota de una fiesta en casa de mis abuelos a la que tenía que asistir la hija de Franco, Carmen Franco Polo. Dos o tres empresarios catalanes dijeron que no querían ir, incomodados por su presencia. Eran los Carulla, propietarios de Gallina Blanca, y los Cendrós, de la Floïd

. Mauricio, el personaje principal de la novela, expresa a su suegro, el empresario Agustín Prat, su estupor por el hecho de que al mismo tiempo estén enriqueciéndose con el franquismo. ‘Hay que encender una vela a Dios y otra al diablo. Y en estos momentos no sé quién es Dios y quién es el diablo’, le contestó el suegro. En la actualidad, esos mismos 50, 10, 200 apellidos continúan mandando en Barcelona. (...)

¿La postura del suegro de Mauricio sería un ejemplo del seny catalán?
 
Sí, el suegro era un romántico, un hombre afinado, prudente, sosegado… Todo un ejemplo de seny en contraposición con Mauricio, que representa la rauxa, el hombre que hace grandes locuras y cosas terribles por la mujer que ama.


Hay una anécdota que he escrito en el libro muy representativa: el día de la entrada en Barcelona de las tropas de Yagüe no se atrevían a poner banderas españolas en los balcones porque pensaban que ‘igual duran cuatro días’. Además, las republicanas las guardaron por si la tenían que volver a sacar.


El catalán tiene ese espíritu de no creerse nada del todo. He visto con mis propios ojos las multitudes que salían a las calles de Barcelona cada 1 de Abril, para celebrar el Desfile de la Victoria, y se repetía lo mismo: ‘¡Viva Franco y viva España! Y era gente de todos los estamentos sociales, no sólo las clases más pudientes.

 ¿Dónde se situarían en la actualidad los personajes de esta novela?
 
Hay una gran endogamia en la sociedad barcelonesa. Se casan entre ellos y las principales familias, vía estas uniones, reúnen unas fortunas fabulosas. Pero las bodas son discretas, ya que el catalán nunca ha sido ostentoso. Paco Umbral, que era muy amigo mío, siempre me decía, ‘es que los catalanes sois fanfarrones de puertas adentro’. Y es cierto. Por ejemplo, esta gente tiene barcos y yates impresionantes, pero los llaman la barca. 

El otro día me encontré a Susana Gallardo, de los laboratorios Almirall, que es amiga mía y una de las grandes fortunas de Barcelona, además de haberse casado recientemente con Manuel Valls. Le dije que iba con un traje muy bonito y me contestó sorprendida: ‘Pues hace 20 años que lo tengo porque nunca me compro nada’. Los más ricos circulan en coches pequeñitos aunque luego tienen unas casas de morirte. De puertas para afuera su máxima es no llamar la atención.

 ¿Temes situarte en el punto de mira del independentismo con esta ‘reescritura’ de la Barcelona de la posguerra que haces en la novela?
 
Tengo muy buenas relaciones con los independentistas. Mi hermana es independentista, pero yo no, al igual que ocurre con otras muchas familias. Ellos tienen un sueño y unos ideales que no son los míos, pero es legítimo. No es un delito ser independentista. Lo que rechazo es la violencia, que tampoco les gusta a ellos. 

Hay pequeños grupos, que hacen mucho ruido y ensucian su legítima reivindicación porque se les mete en el mismo saco a todos. La violencia nos perjudica tanto a independentistas como a no independentistas, a nuestra ciudad y a nuestro país, Cataluña para unos, y otro más grande, España, para los que no somos independentistas. (...)

Dedicas el libro a tu padre. “A nadie he querido como a ti, papá”. Toda una declaración de intenciones desde el inicio de la que es tu novela más reivindicativa y sentida, tal y como has reconocido. ¿Qué crees que hubiera dicho tu padre?
 
Me gustaría pensar que mi padre, allá donde esté, pensaría ‘pues mira, esta Pilarica, con gafas, que era tan feucha y no sabíamos qué hacer con ella, al final no lo ha hecho mal del todo’. Pero no sé si le hubiera gustado porque mi padre jamás quiso hablar de la guerra. Murió mayor, a los 96 años, y para entonces yo ya había escrito libros sobre el franquismo. Le preguntaba y siempre levantaba la mano y me decía: “No quiero saber nada, no me preguntes nada”. 

Pero yo sé que la guerra, estuvo dos años preso esperando que le fusilaran. Tenía dos penas de muerte y nunca pudo recuperarse. Su vida estuvo dividida en dos partes. Hasta los 18 años y después el resto de su vida, que fue distinto por culpa de la guerra. La guerra marcó a toda una generación y ha seguido marcándonos a los descendientes, porque hay una parte de la vida de nuestros padres que nos ha sido hurtada, de la que no se habla. He querido rellenar ese hueco con este libro y se lo ofrezo a mi padre, ‘papá, va por ti’. Pero no sé qué hubiera pensado.

¿Se ha leído ya tu familia la novela? ¿Qué te han dicho?
 
He recibido mensajes. Mis tíos ya se han muerto, pero viven sus mujeres y una de ellas, de 92 años, me llamó ayer y me dijo que tenía el libro y ‘que sepas que hayas escrito lo que hayas escrito del tío Antonio, sé que lo has hecho con todo el cariño’. Por la mañana había dicho en un programa que no sabía si mis primos iban a darme un beso o una hostia. Mi prima, hija de mi tía María Dolores, la delegada de la Sección Femenina y que es la que más sale en el libro, me envió un mensaje en el que decía: “Esta prima te abraza”. Así que puedo estar tranquila.


A lo largo de la novela aparece la figura del rey en el exilio. ¿Qué representaba la monarquía en esa burguesía complaciente con el franquismo?
 
El propio Juan de Borbón no sólo se ofreció a venir a luchar a España, sino que llegó hasta Pamplona con la boina roja y la camisa azul. Las tropas de Franco le trasladaron otra vez al extranjero. Franco decía que era monárquico y cuando se dieron cuenta de que no tenía ninguna intención de que volvieran los borbones, se convirtió en antifranquista. Hay unas cartas vergonzosas de Don Juan a Franco en el que le da el tratamiento de Excelencia y habla de sus gestas. Da vergüenza ajena.


Lo que pasa en Cataluña con la monarquía es curioso. Hay mucha fascinación entre la burguesía catalana por los títulos y la aristocracia. Una de las ilusiones ha sido siempre rebuscar entre los antepasados en busca de algún título o la posibilidad de incluir el ‘de’ en el apellido. (...)

¿Qué te ha enseñado esta novela?
 
La equidistancia es una palabra que está infravalorada y se utiliza de forma negativa. La vida me puso en un lugar en el que yo tenía que ser de derechas. Así fue hasta los 18 años. Cuando fui a la Universidad, no sabía que había republicanos, ni que había gente que había perdido una guerra o personas que vivían de manera diferente a como vivíamos nosotros. La vida por mi nacimiento me puso en un lugar y luego mis conocimientos y las amistades que tuve me trasladaron a otro lugar totalmente contrario.

 Fui una furibunda antifranquista en la Universidad que corrí delante de los grises, tiré cócteles Molotov. Ahora, con los años, he podido alcanzar ese punto medio de distancia. No existe la maldad o la bondad pura. El ser humano tiene la suficiente fuerza para resistirlo todo y tirar adelante. La sociedad catalana ha estado fracturada durante muchos años y al final hemos salido adelante y ahí estamos."                  (Marisu Moreno, El Plural, 24/10/19)

3/7/19

El proceso ha sido una revuelta de los ricos, es decir, la independencia de una región rica, y protagonizada por los ricos, o al menos clases medias-altas. Gente que con ello ha encontrado una forma de pasar los últimos años de su vida. Si haciendo esto son felices, me parece bien, pero no tiene nada que ver con mejorar condiciones de vida....

"El profesor Francisco Trillas presentó el jueves en Girona «Misión federal», una reflexión sobre la respuesta federalista que se ha dado al proceso independentista catalán.

¿Misión federal o misión imposible?

La misión federal es totalmente posible. Y medio hecha, porque la mayor parte de la gente que en el mundo vive en democracia lo hace en federaciones.

Imposible en España, quiero decir.

Este país es también medio federal, porque la Constitución es medio federal. Se trata de continuar la misma evolución. El federalismo no sólo no es imposible sino que es el aire que respiramos.

Pero si están contra el federalismo incluso algunos barones del PSOE.

Pocos barones del PSOE están en contra. El PSOE está a favor del federalismo. Si no, como explicaría que sean federalistas la presidenta del Congreso y el presidente del Senado?

¿Es más utópico una España federal o una Cataluña independiente?

La independencia es prácticamente imposible porque, de entrada, es ilegal. El federalismo, en cambio, ya es medio legal, por lo que le decía que lo es la Constitución. Ya medio somos al federalismo, somos como aquel personaje de Molière que hablaba en prosa sin saberlo. Probablemente casi somos un estado federal sin que la gente lo sepa.

En el libro contrapone un poco independentismo y catalanismo.

Me da pena que los independentistas se están cargando el catalanismo. Por ejemplo: ¿cómo puede ser que el Consorcio de Normalización Lingüística tenga un lazo amarillo en la entrada? Quieren convencer a los castellanohablantes que hablen catalán, politizando la lengua? Mucha gente aprendía catalán de buena fe, si se piensan que aprendiéndolo harán un país nuevo, tal vez dejarán de hacerlo. Lo mismo vale para TV3 y tantas otras cosas. Se están cargando el catalanismo, no sé si tiene marcha atrás.

¿Tan mal vivimos en Cataluña que valía la pena romper todo?

Es inexplicable. No sé en qué lugar del mundo se vive mejor que aquí, en Cataluña y en Girona en particular. El proceso ha sido una revuelta de los ricos, es decir, la independencia de una región rica, y protagonizada por los ricos, o al menos clases medias-altas. Gente que con ello ha encontrado una forma de pasar los últimos años de su vida. Si haciendo esto son felices, me parece bien, pero no tiene nada que ver con mejorar condiciones de vida.

¿ Como quedará para la historia  Jordi Pujol?

Si el análisis la hacen historiadores profesionales, no quedará demasiado bien, otra cosa es si la historia la escribe su familia y sus partidarios. En Pujol está en el origen del mal uso que se ha hecho del autogobierno, es una lástima que no se aprovechara para construir una administración de calidad. En lugar de hacer una administración nueva y un gobierno ejemplar, se ha optado por todo lo contrario. Esto, para no entrar en sus gravísimos problemas de corrupción y fraude fiscal.

¿Y como quedará, Puigdemont?

Es como el payaso de Pujol. Es como una caricatura, parece mentira que aún quede gente que se lo toma en serio. Puigdemont es como Boris Johnson con pelo negro, el prototipo de payaso político que, sin embargo, tiene muchos seguidores.

 Cercas ha escrito recientemente que se siente estafado. ¿Usted también?

También me siento estafado. Él se siente más, porque al venir de fuera ha hecho más esfuerzo que yo. A mí me duele por mis padres, que lucharon por el autogobierno, por el retorno de Tarradellas. Se sienten más estafados que yo, les sabe muy mal lo que está pasando."               

(Entrevista a francesc Trillas, profesor de Economía Aplicada de la UAB, Albert Soler, Diari de Girona, 29/06/19)

5/3/19

"Los que vendrán después de nosotros verán a los reyes de la Tierra ponerse de rodillas ante Cataluña... Cuando se mire a los catalanes, será como si se mirara la sangre de la verdad; cuando se les dé la mano, será como si se tocara la mano de la verdad... Porque serán catalanes, todos sus gastos, allá donde vayan, los tendrán pagados... Más valdrá ser catalán que millonario...

"En 1918, y en el capítulo XVIII del Libro III de su célebre -y tan leído- Concepte general de la ciència catalana (tomo la cita de la web Rodamots), el filósofo Francesc Pujols describía con turbadora precisión este momento de la declaración de los acusados en el juicio.

 La cita es larga, pero imprescindible, y además tengo el mérito de que voy a verterla por vez primera al castellano: 

 «Tal vez no lo veremos, porque estaremos muertos y enterrados, pero es seguro que los que vendrán después de nosotros verán a los reyes de la Tierra ponerse de rodillas ante Cataluña. Y será entonces cuando los lectores de mi libro, si todavía quedan algunos ejemplares, sabrán que tenía razón. Cuando se mire a los catalanes, será como si se mirara la sangre de la verdad; cuando se les dé la mano, será como si se tocara la mano de la verdad».

¿Vivísimo, no? Continuemos. 

«Muchos catalanes se pondrán a llorar de alegría; habrá que secarles las lágrimas con un pañuelo. Porque serán catalanes, todos sus gastos, allá donde vayan, los tendrán pagados. Serán tan numerosos que la gente no podrá acogerlos a todos como huéspedes en sus viviendas, y les ofrecerán el hotel, el más preciado regalo que se le pueda hacer a un catalán cuando viaje».

Me hace feliz haber dado la frase exacta, siempre tan imprecisamente citada, que resume el catalan dream. Pero no desfallezcamos. 

«Al fin y al cabo [en esta locución está la prueba irrevocable del hecho diferencial y de que el seny no es un mito: el original dice al cap i a la fi, y no es lo mismo, no es lo mismo], y pensándolo bien, más valdrá ser catalán que millonario. Como las apariencias engañan, aunque un catalán sea más ignorante que un burro, los extranjeros lo tomarán por un sabio, que lleva la verdad en la mano. Cuando Cataluña sea reina y maestra del mundo, nuestra reputación será tal, y la admiración que se nos manifestará alcanzará tales cimas, que muchos catalanes no se atreverán a descubrir su origen y se harán pasar por extranjeros».

¿Sutil, pero intenso, no? Llega el último. 

«Si alguien se maravilla de que Cataluña -que, en comparación con otras naciones, no tiene nada y no representa nada; que no tiene lo más mínimo, es decir la independencia política; cuya decisión no pesa nada en los consejos de Estado- esté destinada a dominar el mundo, si alguien se maravilla de esto, nosotros responderemos esto otro: 'Si les hubiesen dicho a los romanos, cuando querían dominar Judea, que los judíos los dominarían a ellos, así como a toda Europa y América -que aún no había sido descubierta- es seguro que se habrían echado a reír». (...)"                    (Arcadi Espada, El Mundo, 20/02/19)

31/7/18

Lidia Falcón: ¿Qué plus de bondad, de inteligencia, de voluntad, de méritos, hay que reconocerles a los catalanes independentistas, para que sus deseos, emociones y sentimientos deban ser atendidos por encima, y en contra, de los que abrigan los que no lo son, y viven en Cataluña?

"(...) Un intelectual catalán decidido a convencerme de la necesidad de atender las demandas de la sociedad catalana, sin que hubiera que llegar a la secesión dramática que exigen los independentistas, además de hacer un repaso histórico exhaustivo de los agravios sufridos por la nación catalana ante la opresión del Estado Español, desde el Conde Duque de Olivares, apeló vehementemente a sus sentimientos de amor a su lengua, a su tradición y a su cultura, para diferenciarse del resto de los españoles. 

Hizo una acerba crítica de aquellos que se apoyan en el constitucionalismo, bajo una postura “neutra”, obviando la carga emocional que la nación catalana ha impostado en el corazón de sus hijos y que la aridez de un texto legal, cual la Constitución, no puede enfriar. 

No me quedó claro cuales eran esos sentimientos, si de decepción, de odio, de rechazo a todos los españoles, a la nación española, al Estado español, o de amor acendrado a su nación. Lo que sí era evidente que exigía al resto de España y a los españoles medidas excepcionales de protección, de apoyo y de respeto a las demandas catalanas, en razón de tales sentimientos.

Recordemos que el primigenio discurso de la separación que esgrimían los independentistas tenía como principal cimiento los supuestos agravios económicos que se les infligía a los catalanes en los traspasos de impuestos y compensaciones, que dieron lugar al repetido eslogan de “España nos roba”. 

Esta rotunda acusación tuvo, como era de esperar, una airada reacción de todos aquellos que se dieron por aludidos. Es decir, la mayoría del resto de la población española.

Ante la respuesta hostil y ofendida no solo de partidos y medios de comunicación sino de trabajadores y ciudadanos, los difusores de aquel mantra se vieron reflejados en una imagen poco grata: los catalanes aprovechados y avariciosos, siempre queriendo más dinero. 

Se dieron cuenta de que no era acertado seguir insistiendo en sus demandas basándose en las supuestas diferencias económicas, difíciles además de probar. Tan poco acertado era que, en el debate televisivo que sostuvieron Josep Borrell y Oriol Junqueras, cuando éste se vio acorralado por las cifras, los datos y el análisis de aquel, se atrincheró en el supremo argumento: los catalanes demandan la independencia por un sentimiento nacional. 

El sentimiento de ser catalán. Que supongo significa sentirse diferente del resto de los españoles, por lo que no deben compartir la compañía común.

 Analicemos, pues, esta argumentación.  (...)

Legislar, y no digamos escindir un territorio, a tenor de los sentimientos expresados en un momento dado, es ciertamente un despropósito. Ya que, en cuestión de poco tiempo, según las consecuencias que se derivarán de la decisión elegida, la masa votante puede tomar la contraria. La experiencia actual con el Brexit en Gran Bretaña es enormemente ejemplar.

Pero, además, yo querría hacer reflexionar a los emotivos catalanes, que desean trocear España impulsados por sus sentimientos personales, que emociones las sentimos todas las personas. Los catalanes y los valencianos, los murcianos y los castellanos y los andaluces y los extremeños y los canarios y los gallegos y los vascos.  

Y en cada uno de esos territorios se “sienten” los agravios y las marginaciones que el poder inflinge a sus sometidos de manera distinta, y con diferentes grados de intensidad. 

 Mientras unos, profundamente ofendidos por no haber recibido las prebendas y compensaciones que creen que se merecen desean romper para siempre las fronteras comunes y los lazos que unen a pueblos desde hace muchos siglos, otros, no tan iracundos, querrán sólo que se les reconozca los méritos que poseen para ser recompensados, pero sin desvincularse de un proyecto y de un horizonte común.

¿Y quién ha de ser más atendido? ¿Cuáles son los sentimientos que deben prevalecer? ¿Por qué los catalanes han de imponer su preeminencia y no los castellanos, cuyos territorios se encuentran con una despoblación cada vez mayor, una renta per cápita la mitad de la media española y una decadencia de influencia en el poder central evidente?

 ¿Qué méritos tienen los que habitan en ese territorio del oriente español que superan a los de los demás ciudadanos?

Si se alega que son más inteligentes, más industriosos, más trabajadores, más formales y puntuales, no cabe duda de que están situándose en superioridad respecto a los demás españoles. Lo que hace tiempo se denomina supremacismo. Algunos hay que apelan incluso al ADN que nos diferencia.

Pero, además, ¿todos los catalanes abrigan los mismos sentimientos? Con sinceridad, ¿pueden los secesionistas, y los que no lo son pero que están emocionados, defender que en Cataluña todos los catalanes quieren dejar de ser españoles y enfrentarse, tan agriamente, al resto de los que hemos compartido sufrimientos y destino durante tantos siglos?

 Y, ¿los sentimientos de aquellos que, siendo catalanes, quieren seguir manteniendo la igualdad y la fraternidad con el resto de españoles, que pedían los revolucionarios franceses, no valen nada?

¿Qué plus de bondad, de inteligencia, de voluntad, de méritos, hay que reconocerles a los catalanes independentistas, para que sus deseos, emociones y sentimientos deban ser atendidos por encima, y en contra, de los que abrigan los que no lo son, y viven en Cataluña? ¿Y al resto de los españoles, no les conciernen esas reclamaciones tan ofensivas, esas demandas tan exigentes que formulan todos los días los que difunden los mensajes de rechazo, de hostilidad y hasta de odio contra ellos?

Realmente, ¿este discurso creado, alimentado y difundido por un sector de las clases sociales dominantes en Cataluña, ha de ser no sólo el único atendido por los poderes políticos sino el que se convierta en palabra de ley y nos lleve a la escisión definitiva de los territorios, condenando al resto de los ciudadanos catalanes a ser extranjeros en su propio país?  (...)

Los partidos xenófobos que están surgiendo en Europa y que pretenden, como los independentistas catalanes, trocear el continente en minúsculos Estados, que conseguirán su “libertad” entregándose indefensos al poder estadounidense, tienen el mismo discurso: somos diferentes, los otros nos quitan lo nuestro, diluyen nuestra identidad, hemos de defender la pureza de la raza, nuestro orgullo nacional, nuestro idioma.  (...)

Y mientras los ideólogos y dirigentes escisionistas parece que siguen viviendo bien, tranquilos y seguros de sí mismos, el Ayuntamiento de Barcelona acaba de descubrir que tiene que modificar a la baja los presupuestos de que dispone porque la venta de inmuebles se ha reducido notablemente. 

Ni empresas constructoras ni fondos de inversión ven seguros sus negocios mientras el baile independentista se prolongue, y los ciudadanos corrientes no se sienten tentados de invertir en una ciudad donde cada semana hay una manifestación o concentración o mitin o sembrada de cruces, que inquietan y molestan a la población.

Pero esa rebaja únicamente afectará a los pobres. Se eliminarán las ayudas sociales, se escatimará el dinero para los ambulatorios y las escuelas, se acabarán las ayudas a la vivienda, y ninguno de los fugados ni de los que siguen en el podium del gobierno lo notarán.

 Los que pagarán, como siempre, las consecuencias de la demente aventura en que se han embarcado los Puigdemont y compañía serán los trabajadores y las mujeres, obligados nuevamente a dejarse explotar más en peores condiciones y a suplir todos los servicios de cuidados que debería prestar el Estado, a costa de su esfuerzo y de su salud.

Apoyarse en los sentimientos como fuente de derecho y de legitimidad legal es tan arcaico y tan injusto como defender el poder feudal argumentando los sentimientos religiosos.

Madrid, 24 de julio 2018."           

29/5/18

Manuel Valls a un grupo de empresarios catalanes: Os habéis pasado el aperitivo despotricando de los independentistas, y ahora que trato de explicaros lo que quiero hacer os quejáis del Gobierno y de España. Os quejáis de todo pero no habéis hecho nada. Una burguesía que no lidera, que no guía, no es una burguesía: sólo es un club de petulantes y de ricos

""Todo esto es culpa vuestra. No habéis hecho nada y al final hemos llegado hasta aquí», y Manuel Valls se levantó y se marchó sin tomar el café. Marián Puig, uno de los principales y más prestigiosos empresarios de Cataluña le había invitado a cenar a su casa para que explicara su proyecto a sus amigos empresarios y a otros destacados personajes de la sociedad catalana.

 Estaban, entre otros, el economista Antón Costas, el exvicepresidente del Gobierno Narcís Serra, el notario Juanjo López Burniol, el empresario Emilio Cuatrecasas y Màrius Carol, director de «La Vanguardia».

Valls había acudido a la cena, tal como se le pidió, a explicar sus ideas y su proyecto para Barcelona, pero fue constantemente interrumpido por los asistentes, que le reprochaban su eventual implicación con Ciudadanos y se quejaban de la supuesta falta de capacidad de diálogo del Gobierno. 

«Os habéis pasado el aperitivo despotricando de los independentistas, y ahora que trato de explicaros lo que quiero hacer os quejáis del Gobierno y de España. Os quejáis de todo pero no habéis hecho nada. Sois la burguesía catalana, la élite del país, y no habéis hecho nada. Una burguesía que no lidera, que no guía, no es una burguesía: sólo es un club de petulantes y de ricos».

A veces la distancia da una lucidez que los lugareños -con ese deprimente orgullo del «jo sóc d’aquí»- no podemos tener. Habríamos podido respetar, aunque desde la discrepancia, una burguesía que hubiera pensado que la independencia era la solución, y que hubiera empeñado su dinero, su autoridad y su vigor para conseguirla. 

También hubiéramos podido respetar, aunque con el pesar de los independentistas, que la clase dirigente catalana hubiera apostado decididamente por la unidad de España, prestando sin reserva sus recursos morales, y los tangibles, al propósito de preservarla.

Pero la burguesía catalana no ha hecho nada. Absolutamente nada. Sólo han lloriqueado por las esquinas en el indigno papel de hacerse la niña tonta en medio de una orgía. Convergència se suicidó renunciando a la centralidad política, y hoy ha quedado reducida a un subpartido de comisionistas y forajidos. «La Vanguardia», bajo la dirección de José Antich, fue la punta de lanza de la primera revuelta de Cataluña contra el Estado.

La burguesía catalana se ha puesto de perfil, no ha defendido nada. No ha demostrado ningún amor por su sociedad. No ha sido burguesía sino un club de ricos avariciosos, pedantes y cobardes sin ninguna empatía, sin ninguna altura moral.

Una burguesía puede equivocarse, pero no puede no hacer nada. Una burguesía puede arruinarse, pero nunca renunciar a su liderazgo ni a reforzar su autoridad mediante su generosidad, su compromiso y su ejemplaridad.

 Un país que no puede estar orgulloso de sus burgueses es un país condenado a la revolución y al caos. Os merecéis la CUP, os merecéis los CDR. «Todo esto es culpa vuestra. No habéis hecho nada».

 Manuel Valls hizo bien en levantarse y marcharse. Si quiere mantener su frescura, sus ganas y su nobleza, es un buen primer paso en la correcta dirección no mezclarse con lloricas. Si puede, que tire de ellos hacia posiciones más dignas. Y si no puede, que les ponga ante el espejo y que sientan toda la vergüenza de estar lamentando como cínicos lo que no tuvieron la decencia de defender como ciudadanos privilegiados y libres. 

Por comodidad y por provincianismo miraron hacia otro lado mientras un populismo de todo impregnaba la vida y las calles. Y ahora se hacen las indignadas porque justo delante de su puerta les han levantado una barricada. Os mereceríais que os entraran hasta el cuarto de la plancha, pero no os preocupéis, que aquí estamos y os ayudaremos a echarlos."            (Salvador Sostres, ABC, 28/05/18)