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13/5/24

La baraka de Sánchez... ha vuelto a demostrar que es un gran táctico... por primera vez en unas autonómicas, el PSC gana en votos y escaños, y el independentismo no suma de ninguna forma posible... el avance de Junts no logra compensar el tremendo hundimiento de ERC y la pérdida de más de la mitad de la representación de la CUP... el conjunto de las formaciones que se declaran independentistas se quedan lejos de la mayoría absoluta. Este es un dato muy relevante que cierra definitivamente el libro del procés... Sánchez puede argumentar con hechos que la ley de amnistía ha servido para ello, aunque sabemos que la desmovilización separatista ya estaba en marcha desde hace tiempo... Lo más que ha logrado esa ley ha sido reforzar tanto al PP como a Vox, y resucitar un rato a Carles Puigdemont, en perjuicio sobre todo de ERC... El tripartito de izquierdas suma una raspada mayoría de 68 diputados. Para los republicanos la decisión de investir a Illa es muy complicada, aunque peor sería una repetición electoral. La presidencia del candidato socialista de una forma u otra parece inevitable, pues el crecimiento de Junts se queda lejos de las expectativas de los últimos días, con pocos alicientes para volver a las urnas... la victoria de Illa es clara, y refuerza a Sánchez y al PSOE de cara a las europeas. La legislatura podría estabilizarse porque ni Junts ni ERC tienen motivos para retirarle su apoyo... El escenario es el de un PSC hegemónico, al frente de los principales gobiernos locales, y con Illa de president, aunque su investidura no será coser y cantar (Joaquim Coll)

 "La holgada victoria de Salvador Illa supone también un triunfo incontestable para Pedro Sánchez. Por primera vez en unas autonómicas, el PSC gana en votos y escaños, y el independentismo no suma de ninguna forma posible desde 2012. El avance de Junts con Carles Puigdemont no logra compensar el tremendo hundimiento de ERC y la pérdida de más de la mitad de la representación de la CUP.

La entrada de la islamófoba Aliança Catalana no hubiera dado nunca una mayoría operativa al separatismo, pero es que el conjunto de las formaciones que se declaran independentistas se quedan lejos de la mayoría absoluta. Este es un dato muy relevante que cierra definitivamente el libro del procés. Para Sánchez es una excelente noticia, y le permite argumentar con hechos que la ley de amnistía ha servido para ello, aunque todos sabemos que la desmovilización separatista ya estaba en marcha desde hace tiempo, con o sin amnistía.

 Lo más que ha logrado esa ley ha sido reforzar tanto al PP como a Vox, y resucitar un rato a Carles Puigdemont, en perjuicio sobre todo de ERC, que sale muy tocada, tanto en su estrategia como en sus liderazgos. El tripartito de izquierdas suma una raspada mayoría de 68 diputados. Para los republicanos la decisión de investir a Illa es muy complicada, aunque peor sería una repetición electoral. La presidencia del candidato socialista de una forma u otra parece inevitable, pues el crecimiento de Junts se queda lejos de las expectativas de los últimos días, con pocos alicientes para volver a las urnas, y podría fortalecer a los sectores pragmáticos de la formación neoconvergente tras la jubilación de Puigdemont.

En clave de política nacional, estos resultados, donde la victoria de Illa es clara, refuerzan a Sánchez y al PSOE de cara a las europeas. La legislatura podría estabilizarse
porque ni Junts ni ERC tienen motivos para retirarle su apoyo. El líder socialista mantiene intacta su baraka y supera una prueba decisiva, pues Cataluña podía haber sido su tumba en caso de pinchazo. Políticamente, el debate sobre la amnistía queda superado. Al PP tampoco le ha ido nada mal, ha triplicado en diputados, certificando que la apuesta por Alejandro Fernández era la correcta, pese a que Vox aguanta muy bien y repite los 11 escaños de 2021.

La desaparición de Ciudadanos pone también simbólicamente fin a una etapa. La historia seguramente no ha sido justa con la formación naranja, pero sus errores han sido pertinaces desde que Albert Rivera se entregó en su estrategia de pactos al PP.

Sin duda se abre en Cataluña una nueva etapa, donde el interrogante es el rumbo que tomará ERC, que ayer noche anunció su pase a la oposición. El escenario es el de un PSC hegemónico, al frente de los principales gobiernos locales, y con Illa de president, aunque su investidura no será coser y cantar. Sánchez no ha podido tener mejor noticia desde que a las puertas de las elecciones catalanas dejó a España en vilo por si dimitía con el asunto de los bulos.

Ha vuelto a demostrar que es un gran táctico, sin importarle sacrificar convicciones o principios, haciendo de la política el arte de lo posible para sostenerse en el poder."          (Joaquim Coll, Crónica Global, 13/05/24)

14/4/24

Puigdemont necesita mantener viva la ensoñación para convencer a los miles de personas que se entusiasmaron con el ‘procés’ de que aquello tuvo sentido... No digas que fue un sueño... Durante un lustro, decenas de miles de personas fueron felices mientras soñaban una utopía que dio genuino sentido a sus vidas. Y a pesar del tiempo pasado sin que haya pasado nada, probablemente prefieran seguir soñando (Jordi Amat)

 "Desde que las elecciones generales situaron de nuevo a su partido como un actor necesario de la gobernabilidad española, Carles Puigdemont ha activado un cambio estratégico que contradice la posición que había mantenido hasta el pasado julio: asume sin decirlo que el marco de su acción es el perimetrado por el ordenamiento constitucional y su horizonte ha dejado de ser la unilateralidad para retroceder a la demanda de un quimérico referéndum pactado de independencia. Esta es la parte políticamente más útil de la amnistía: la normalización de Junts para que, a efectos institucionales, pueda volver a ser una pieza del Estado autonómico como lo fue la antigua Convergència.

Otra cosa son las palabras que el expresident necesita pronunciar para lograr su cuadratura del círculo: realizar este cambio de estrategia sin ser electoralmente penalizado, llegar al lugar pactista donde está Esquerra sin que lo parezca y a la vez denunciar la claudicación de sus competidores, patrimonializar el 1 de octubre aunque vaciándolo de la operatividad que durante años prometió que tendría. La táctica para conseguirlo es explotar a su personaje y reciclar su lenguaje. Por eso la candidatura lleva su nombre y en la papeleta aparece su rostro. Por eso promete que regresará, esta vez sí, y, como dijo esta semana, solo seguirá si es restituido. El excelente autor de discursos que es Puigdemont, como puede constatarse en sus intervenciones desde septiembre, sigue utilizando la épica a través de la cual ha construido su propio mito. A través del mito carismático, reforzado en buena medida como respuesta a una persecución penal fallida, está en condiciones de convencer a los miles de personas que se entusiasmaron con el procés de que, a pesar de su derrota, a pesar de tantas energías malbaratadas, aquello tuvo sentido.

Hoy la principal virtud de su retórica es hablar como hablaba hasta ahora para tratar de mantener vivo ese sueño. En la sentencia del juicio a los líderes independentistas, Manuel Marchena utilizó el concepto de “ensoñación” para definir el procés. O era eso o fue un “artificio engañoso”. Fuera una cosa o fuera la otra, en los dos casos su objetivo era tensar la institucionalidad y movilizar a la ciudadanía con el propósito último de forzar una negociación con el Gobierno central. Es probable que el juez del Tribunal Supremo acertase en esta descripción de lo ocurrido y también al afirmar que entonces “el Estado mantuvo en todo momento el control de la fuerza, militar, policial, jurisdiccional e incluso social”. Pero si eso fue así, ¿por qué tanta gente quiso vivir y parece que quiere durmiendo en ese sueño? Hoy ya no se trata de un artificio ni un engaño. O, mejor dicho, ya nadie va a llevarse a engaño. Ni entre los miembros de su candidatura ni entre la gran mayoría de su electorado. Es otra cosa.

Durante un lustro, decenas de miles de personas fueron felices mientras soñaban una utopía que dio genuino sentido a sus vidas. Y a pesar del tiempo pasado sin que haya pasado nada, probablemente prefieran seguir soñando. Despertar en la realidad de la Cataluña de hoy, tan gris cuando has prometido llegar a Ítaca y despiertas en una Europa que sufre la amenaza bélica, es lo que ha intentado el Gobierno de Pere Aragonés —ahora situando el modelo de financiación otra vez en el debate— y es la base del catalanismo que expuso Salvador Illa en su conferencia programática del jueves. Ni es conflictiva ni es emocionante. Es gestión y es política. Puigdemont, por el contrario, necesita mantener viva la ensoñación, como escribió Kavafis en su poema: “Sobre todo, no te engañes, no digas que fue / un sueño, ni que se confundieron tus oídos”.           (Jordi Amat, El País, 14/04/24)

8/4/24

Una persona que no está dispuesta a pasar ni un solo día en la cárcel por la causa de la independencia de Cataluña es alguien a quien yo comprendo perfectamente... Puigdemont no puede dejar de pronunciar la palabra 'independencia' que en algún momento muy temprano interiorizó... ¿Pero pasar ni que sea un único y solitario día en el talego por desfigurar España? Ni de broma. Olvídense de lo que dice y fíjense solo en lo que hace. Puigdemont actúa teniendo muy claro que solo los locos o los tontos pisarían la cárcel por la independencia de Cataluña... consigue además pactar la amnistía para aquellos que, a diferencia de él, se habían dejado pillar... una vida entera exiliado en un país de la Unión Europea en pleno siglo XXI es infinitamente mejor que un solo día en una cárcel donde sea. En el fondo Puigdemont es, como todos los pícaros... no hay signo más inequívoco de que Puigdemont ha aceptado su vulgar derrota política que su regreso a Cataluña como un vulgar cabeza de lista que se presenta a unas anodinas, felices y vulgares elecciones autonómicas (Pau Luque)

 "El posible regreso de Carles Puigdemont a Cataluña difícilmente elevará su figura política. Como mito de Cataluña, Puigdemont ocupa un lugar muy discreto. Compararlo con Lluís Companys o con Jordi Pujol sería, por razones de distinta naturaleza, un ejercicio hiriente para Puigdemont. Comparémoslo, pues, con el último presidente de la Generalitat que regresó tras años de exilio. Josep Tarradellas poseía la fuerza moral de ser perseguido por una dictadura. Fuerza que quedó acreditada al ser su regreso a Cataluña parte de un pacto de Estado que refundaba democráticamente un país. Puigdemont llegará, si llega, a Cataluña como consecuencia de una carambola electoral que obligó a Sánchez a perfeccionar, más aún si cabe, su arte de hacer lo correcto por las razones incorrectas.

Al regreso de Tarradellas lo amparaba un relato forjado a la luz de las mejores virtudes políticas, como Jordi Pujol reconoce, con sorpresa retrospectiva, en sus Memòries. Al de Puigdemont no lo ampara ninguna narración que no sea tan, pero tan, de parte que a su lado el himno de tu equipo favorito de futbol se convierte en un canto a la equidistancia.

A Puigdemont lo votarán desde luego centenares de miles de personas pero, a estas alturas, su figura encarna, si acaso, a unos pocos centenares de personas que tiran de su propio cabello para salir del pozo emocional al que cayeron en 2017. Tarradellas, en cambio, encarnaba la suerte institucional de una cultura y una lengua sometidas al yugo de más de treinta años de fascismo.

Tarradellas, en fin, tenía voz moral. Puigdemont, tiene tuiter.

Ya paro. La comparación es insoportable, más aun si tenemos en cuenta que Tarradellas adquirió categoría de mito más por un deus ex machina que por su trayectoria política. Y, sin embargo, es porque Puigdemont palidece ante Tarradellas que hay que celebrar su eventual retorno.

 Y es que una persona que no está dispuesta a pasar ni un solo día en la cárcel por la causa de la independencia de Cataluña es alguien a quien yo comprendo perfectamente. Su retórica es ambigua, desde luego. Y no dejará de serlo. Su obsesión por el poder, así como su desprecio por la autoridad moral, hacen imposible que no hable como si quisiera destruir España. Pero del mismo modo que —como decía aquel refrán sefardí— no por decir “fuego” arde la boca, tampoco por decir “independencia” se rompe España. 

Puigdemont no puede dejar de pronunciar esa palabra que en algún momento muy temprano interiorizó y que ya no dejó de conjurar en él, así como en muchos otros, algún tipo de bienestar personal al que no está dispuesto a renunciar. ¿Pero pasar ni que sea un único y solitario día en el talego por desfigurar España? Ni de broma. Olvídense de lo que dice y fíjense solo en lo que hace. Puigdemont actúa teniendo muy claro que solo los locos o los tontos pisarían la cárcel por la independencia de Cataluña. Y ahora, en un episodio más de su magistral picardía disfrazada de alta política, Puigdemont consigue además pactar la amnistía para aquellos que, a diferencia de él, se habían dejado pillar.

Pero si digo que comprendo a quien cree que la independencia de Cataluña vale exactamente un total de cero días de cárcel es porque yo pienso lo mismo de la unidad de España: vale cero días de cárcel. Es una suerte de pacto implícito de no agresión, el que Puigdemont establece con gente como yo. Un pacto, por lo demás, del todo ininteligible fuera del manicomio en que se ha convertido la Cataluña política de las últimas décadas. Y un pacto que otros compañeros de generación, sin ir más lejos Oriol Junqueras, han rechazado porque sí asumieron que valía la pena ir a la cárcel por intentar resquebrajar España.

Cierto es que Puigdemont ha estado refugiado en Bélgica casi siete años. Pero no deduciría yo de semejante circunstancia que él piense que la independencia de Cataluña sí vale siete años de exilio. Lo único que inferiría es, en el fondo, una obviedad: una vida entera exiliado en un país de la Unión Europea en pleno siglo XXI es infinitamente mejor que un solo día en una cárcel donde sea. En el fondo Puigdemont es, como todos los pícaros, una persona sensata y de orden. Y la prueba definitiva es que, tras declarar la independencia de Cataluña y tras jurar haber destruido la unidad de España, Puigdemont se volvió de nuevo políticamente relevante en Cataluña al contribuir a la formación y estabilidad de un Gobierno…español.

Y es que si no fuera por lo acomplejados que por fortuna nos sentimos los españoles, más aún los catalanes que no somos independentistas, deberíamos concluir una cosa que de tan trivial se nos olvida, a saber, que no hay signo más inequívoco de que Puigdemont ha aceptado su vulgar derrota política que su regreso a Cataluña como un vulgar cabeza de lista que se presenta a unas anodinas, felices y vulgares elecciones autonómicas."         (Pau Luque Sánchez, El País, 07/04/24)

24/11/23

Las consecuencias del referéndum ilegal del 1-O fue la salida de miles de compañías con una facturación de 56.000 millones de euros ​¿Volverán las empresas a Cataluña pese al pacto de PSOE y Junts? La operación retorno se vuelve complicada porque la realidad social, económica y fiscal es diferente seis años después y muchas no están dispuestas a volver

 "Fueron meses de ruido y furia económica en Cataluña. El goteo de empresas que abandonaban la comunidad autónoma ya venía de antes del 1 de octubre de 2017, pero se intensificó en los meses posteriores por la incertidumbre y la deriva nacionalista.

Seis años después de aquello, el acuerdo firmado entre PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez prevé abordar la elaboración de un plan que facilite y promueva el regreso a Cataluña de las sedes sociales de las empresas que se mudaron a otros territorios en los últimos años.
Miles de empresas decidieron salir a raíz de la crisis política e institucional que se desencadenó en Cataluña en octubre de 2017, entre las que se encontraban algunas tan simbólicas como CaixaBank, Banco Sabadell o Naturgy.
 En el caso de la banca, CaixaBank trasladó su sede a Valencia; Banco Sabadell, a Alicante, y Naturgy, a Madrid. Especialmente sangrante fue el caso de Sabadell ya que Cataluña representaba el 15 % del balance total de la entidad.
 
Abertis, Cellnex, Colonial, SegurCaixa, Applus+, Catalana Occidente, eDreams, Banco Mediolanum, la cooperativa Arquia Banca o Cementos Molins fueron otras de las empresas que decidieron mover su sede social fuera de Cataluña en aquellos momentos.
La crisis política también llevó a otras grandes empresas familiares catalanas a trasladar su domicilio social a otras comunidades, entre ellas Codorniu, Idilia Foods, Hotusa, Indukern o un gigante del sector editorial como Planeta, y el movimiento también se extendió a empresas extranjeras como Zurich, Allianz o Bimbo.

algunas empresas que abandonaron cataluña

  • Endesa trasladó la sede de Barcelona al número 60 de la calle Ribera del Loira.
  • Gas Natural abandonó Cataluña y movió su sede social de Barcelona a Madrid «para mantener la operativa normal de la compañía y con el fin de proteger los intereses de la misma».
  • Aguas de Barcelona trasladó «de forma temporal» su sede social de Barcelona a Madrid.
  • Allianz Seguros mudó su sede social y fiscal a Madrid para «velar por los intereses de clientes, empleados, mediadores y accionistas».
  • Divina Pastora decidió centralizar sus negocios en Valencia.
  • Catalana Occidente se trasladó al Paseo de la Castellana, en Madrid, para «preservar los intereses de sus clientes, trabajadores, mediadores y accionistas».
  • Colonial llevó sus sedes sociales de Barcelona a Madrid.
  • Abertis acordó mudar su sede de Barcelona a Madrid «con el fin de proteger los intereses generales».
  • Codorniú mudó su domicilio social desde Barcelona hacia La Rioja «ante la situación de incertidumbre política y jurídica».
  • El Grupo Planeta trasladó su sede de Barcelona a Madrid.
  • San Miguel, propiedad de Mahou, trasladó su domicilio social de Cataluña a Málaga.
  • MRW decidió cambiar su sede de L'Hospitalet de Llobregat a Valencia.
  • Bruixa d'Or trasladó la sede desde la localidad leridana hacia Navarra. «Lo hago porque quiero mucho a Cataluña, pero soy español», dijo su propietario.
  • Pastas Gallo mudó su domicilio social a Córdoba.
  • Donuts abandonó Cataluña y trasladó su sede al polígono industrial Las Mercedes de Madrid.
  • La filial española de la marca de neumáticos italiana Pirelli se mudó desde l'Hospitalet a Valencia.
  • Argal abandonó Cataluña para localizarse en Zaragoza.
  • Cellnex siguió el camino de su principal accionista, Abertis, y cambió su sede a Madrid. Su consejera independiente, Marieta del Rivero, anunció que era «una solución provisional».
  • Radio Taxi Barcelona abandonó Cataluña y situó su nueva sede en la calle Sofía de Madrid.

Operación retorno

Un documento de la consultora Informa D&B pone cifras a este goteo de salidas y asegura que las ventas de las 8.000 empresas superaban los 56.000 millones de euros, una cantidad que desapareció de Cataluña rumbo a Madrid, Valencia o Aragón.
La operación retorno se vuelve complicada porque la realidad social, económica y fiscal es diferente seis años después y muchas no están dispuestas a volver.
El presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu, ha señalado en varias ocasiones que no se plantea abandonar su actual sede social en Alicante para volver a Cataluña. También han sido muy claras las frases de Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank. En octubre de 2017, recién trasladada su sede social a Valencia, decía que la decisión había sido puramente técnica, motivada por la «intranquilidad y los nervios» de sus clientes, y que «si el Consejo de Administración hubiera querido decir que el traslado iba a ser temporal, lo hubiera dicho».
La confianza es importante para la banca, y no hay que olvidar que las patronales AEB (Asociación Española de Banca) y CECA (Confederación Española de Cajas de Ahorro) cifraron en 29.429 millones de euros la salida de dinero de depósitos de Cataluña en 2017 ante la posibilidad de una independencia.

Puerta abierta

El Debate pudo contactar con directivos de algunas de las grandes empresas españolas que no descartan la posibilidad de regresar a Cataluña cuando se le expliquen las condiciones: «Ahora la posibilidad de volver no está en la agenda, pero tampoco se puede excluir». «Ojalá algún día dé igual que la sede social esté en Madrid, Barcelona o Valencia», añaden.
Todavía no se conocen las medidas concretas, pero Junts y el PSOE ya se han mostrado interesados en la vuelta de estas empresas mediante concesiones fiscales que podrían dañar al resto de comunidades autónomas. El PSOE se comprometió a «apostar por medidas que permitan la autonomía financiera y el acceso al mercado» de Cataluña. Las líneas maestras son la cesión del 100 % de los tributos a la Generalitat y la reforma a medida del sistema de financiación para atraer a las empresas que abandonaron la región desde 2017 en adelante. (...)"             (Chema Rubio, El Debate, 17/11/23)