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30/8/23

He leído estos días argumentos la mar de curiosos en defensa de los vigilantes que impidieron el acceso a una piscina de dos niños y una madre, porque esta llevaba velo. Hay quien sostiene que la pobre mujer no puede usar velo porque debe “adaptarse” a las costumbres de su país de acogida, al parecer ya no basta con respetar esas costumbres, ahora hay que seguirlas... O sea que si vamos a Inglaterra deberemos beber cerveza tibia y en Estados Unidos llevar un arma en la guantera (Albert Soler

 "He leído estos días argumentos la mar de curiosos en defensa de los vigilantes que impidieron el acceso a una piscina de dos niños y una madre, porque esta llevaba velo. Hay quien sostiene que la pobre mujer no puede usar velo porque debe “adaptarse” a las costumbres de su país de acogida, al parecer ya no basta con respetar esas costumbres, ahora hay que seguirlas. O sea que si vamos a Inglaterra deberemos beber cerveza tibia y en Estados Unidos llevar un arma en la guantera. Lo de las costumbres “de aquí” es algo que me tiene intrigado, y eso que soy de aquí. Hasta donde sé, aquí hay quien tiene por costumbre desayunar un cruasán, quien gusta de tener sexo de pago y quien se echa la siesta cada tarde, entre otras muchas costumbres de todo tipo, casi tantas como culos. ¿Cuál es la costumbre “de aquí”? ¿Todas ellas, y todas han de seguirlas los extranjeros de bien? No lo van a tener fácil para adaptarse, no.

Mi argumento favorito, sin embargo, es el de quienes consideran que estuvo bien impedirle entrar con velo porque este “es un signo de sumisión” (a los hombres o a la religión, en eso no hay consenso). O sea, que fue por su bien. Da igual que la buena mujer creyera llevar el velo por sus costumbres o sus creencias, los vigilantes, siempre alerta, detectaron rápidamente que era una pobre oprimida y salieron en su ayuda.

 -Aquí con velo no puedes entrar, que eso es un signo de sumisión, burra. Venga, vete para casa, a ver si así aprendes a no ser tan sumisa.

La muy desagradecida encima denunció a los guardias, que no hacían más que ayudarla a liberarse del yugo opresor. Esos amables vigilantes no son una excepción, últimamente veo a muchos “de aquí” preocupados por la situación de las mujeres árabes, por eso pretenden impedirles que usen el velo. Por su bien, naturalmente, a ver si así aprenden a no ser sumisas, que hay que ver lo que les cuesta entender que viven oprimidas, las muy jodidas.

-Oiga, es que yo uso velo porque en mi cultura nos tapamos el cabello. Y además soy creyente.

 -Tú no sabes nada, mora, tú eres una oprimida y ahora mismo te quitas el velo porque lo digo yo, que procuro por tu liberación.

Es que entre nuestras costumbres está también la de procurar siempre por el bienestar de los inmigrantes."                 (Albert Soler, El Periódico, 15/08/23)

25/8/23

Yo soy español de origen cubano con vecindad catalana... nosotros sabemos detectar el autoritarismo, tenga el color que tenga... Un fatídico día descubrí que, para algunos, hablar catalán no era símbolo de riqueza cultural, sino de posicionamiento político y superioridad étnica, con la que hacer inferiores a otros como yo que veníamos de Hispanoamérica. Aprender catalán –y no generalizo– era simplemente que el servicio hablara el idioma de los amos... A los nacional regionalistas no les gustan los hispanos porque ponemos de manifiesto la gran mentira que es todo su montaje ideológico, y a nosotros no nos pueden contar sandeces como que Cervantes y Colón eran catalanes... El problema de Adrián no es con Cataluña, ni con el catalán, de hecho deja muchos amiguitos aquí, el problema de Adrián porque le viene de galgo, es con el autoritarismo... Me duele que estos nuevos españoles con vecindad catalana se hayan ido de Cataluña porque unos señores feudales han secuestrado la riqueza cultural de esta región

 "El problema de Adrián no es con Cataluña, es con el autoritarismo.

 Yo soy español de origen cubano con vecindad catalana, de los más de veinte años que llevo en España, la mayoría del tiempo he vivido en Cataluña, incluso cuando a voy a otros lugares de España, o al extranjero, extraño mi segunda patria, y particularmente a Cataluña. En serio, no saben el alivio que me da bajarme del tren en la estación de Sants, el Prat, o entrar por la Junquera. Este es mi nuevo país, España, y Cataluña es mi casa. Aprendí catalán rápidamente por aquello que denominan ósmosis; es imposible que no aprendas, todo absolutamente todo está en catalán. Un día allá por el dos mil cuatro, dos años después de llegar a Cataluña, me descubrí en Zaragoza inconscientemente traduciendo los carteles de la calle al catalán. La cosa fue tan fuerte que incluso hice tres discos en idioma catalán. En uno de ellos, hasta musicalicé un poema del premio Cervantes Joan Margarit, que, por cierto, era vecino mío.

Me convertí en un embajador de la catalanidad, que no es más que una característica de la españolidad. Tengo una bisabuela catalana de apellido Soler, que es la castellanización del apellido catalán Solé. Lo mío con esta tierra es tan curioso que vivo en la plaza Joan Maragall, que es otro poeta español de esta región. Yo soy más catalán que la crema catalana y la sardana, cosas que, por cierto, una es de Andalucía y la otra francesa. Esa es la prueba viviente de que Cataluña, y particularmente Barcelona, Gerona y Tarragona, han sido puerto de cosmopolitismo. La cosa es tan puñetera para algunos resentidos que lo que se denomina como marca hispánica comenzó aquí en Cataluña con reyes godos.

Un fatídico día descubrí que, para algunos, hablar catalán no era símbolo de riqueza cultural, sino de posicionamiento político y superioridad étnica, con la que hacer inferiores a otros como yo que veníamos de Hispanoamérica. Aprender catalán –y no generalizo– era simplemente que el servicio hablara el idioma de los amos, para ser humillados en esa lengua. Ya en mi segundo disco incluí una frase que decía: «Oye asere, no te preocupes del idioma, fuera los conflictos, convivencia». Mientras entonaba un poema de Joan Salvat. Algún día contaré cómo mi arte fue asesinado por aquellos que no soportaron que fuera de derechas y me opusiera al nacional regionalismo catalán.

En una ocasión, mientras hacía el trabajo de poner subtítulos a videos en un colegio de niños con deficiencias auditivas, descubrí algo de lo que ya me habían hablado, las famosas aulas de apartheid en Cataluña. Allí, en aquel edificio, había una persona responsable comarcal de aquellas aulas «especiales» donde iban a parar niños hispanos y de otras nacionalidades. Ya no eran importantes las matemáticas, la física, o la biología, lo cardinal, como dije en mi tribuna: «España y la batalla que tenemos que dar por su libertad»

Era la ideología, y con la lengua lo que están haciendo no es impartir cultura, es doctrina para hacer catalanes de primera y de segunda, y ese lugar lo determina tu pensamiento.

Yo conozco a Adrián y a su papá Ahmed Rodríguez. Sí, el caso de la familia cubana que ha tenido que dejar Cataluña:

Lo que no contó Ahmed Rodríguez es que fue preso político en Cuba, y solicitante de asilo político en España. ¿Su delito? Tener ideas similares a las de Elon Musk, creador de Paypal. De hecho, sigue creando soluciones informáticas para que los cubanos no tengan que depender de un sistema bancario, que los esquilma como buenos señores feudales que son. Adrián es un niño con en el que en muchas ocasiones conversé, porque le apasiona la libertad de su patria de nacimiento. Recuerdo cómo me hablaba de sus sentimientos contra aquellos que habían encarcelado a su padre por nada. Desde muy niño conoció las imposiciones de la dictadura. Por eso rápidamente nosotros sabemos detectar el autoritarismo, tenga el color que tenga.

Me duele que estos nuevos españoles con vecindad catalana se hayan ido de Cataluña porque unos señores feudales han secuestrado la riqueza cultural de esta región, incumpliendo de forma reiterada los pactos que tienen como representación del estado en el territorio, y no respetando los derechos civiles por los que ellos dicen tanto abogar, y que están por encima de cualquier lengua, incluida la que ellos mismo están asesinando. A los nacional regionalistas no les gustan los hispanos porque ponemos de manifiesto la gran mentira que es todo su montaje ideológico, y a nosotros no nos pueden contar sandeces como que Cervantes y Colón eran catalanes. Espero que Adrián con mi artículo pueda ayudar a otros niños que están pasando por lo mismo. De hecho, creo que Adrián sí habla y comprende el catalán perfectamente, pero en algún momento de su formación alguien le dijo que era inferior si no hablaba esa lengua, y no pudo evitar acordarse de que en Cuba si no eres comunista eres un ciudadano de segunda que hasta puedes ir a prisión. El problema de Adrián no es con Cataluña, ni con el catalán, de hecho deja muchos amiguitos aquí, el problema de Adrián porque le viene de galgo, es con el autoritarismo. I els gossos intolerants supremacistes que estan a internet assetjant un nen autista, que us bombin a tots.

Sayde Chaling-Chong García es periodista hispano-cubano."            

(Revista de prensa, 15/07/23; Este artículo se publicó originalmente en El Debate)

17/7/23

¿Cómo puede ser? ¿Nosotros también somos racistas y de ultraderecha? ¡Y ahora! ¡Pero si somos tierra de acogida! El discurso de la nueva alcaldesa de Ripoll no es ninguna novedad, sólo hace falta repasar la hemeroteca para encontrar ideas muy parecidas en CiU y sus herederos... Durante la primera década del milenio los discursos sobre la inmigración eran calcados en los de Aliança Catalana. Recordamos los carteles de Duran y Lleida proclamando que "Aquí no cabemos todos"... Luego llegó el Proceso y pareció que la inmigración y los discursos excluyentes se habían esfumado, pero de hecho se transformaron e integraron en la retórica de que aquí ya no sólo no cabían los inmigrantes, sino que también se expulsaba a los “unionistas” aunque tuvieran todos los apellidos catalanes... Junqueras salió a defender a los recién llegados por motivos utilitaristas, para ensanchar el voto... Pudimos ver la buena sintonía de los de ERC con imanes salafistas, o mítines en mezquitas con el público separado por sexos... Así que sí, que en este país ha habido y hay racismo. La particularidad que nos hace diferentes es que aquí tenemos para elegir y remover: podemos optar por el esencialismo español de Vox, el supremacismo independentista catalán frustrado por el descalabro del Proceso, o la instrumentalización utilitarista que reconoce identidad y religiones mientras se olvida de la exclusión material

 "Hace muchos años, cuando intentaba encontrar mi sitio como “escritora catalana de origen marroquí” y recién publicada mi primer libro, me vi de repente participando en una actividad que no sabía muy bien de qué iba: los parlamentos previos al Once de Septiembre en el Fossar de les Moreres.  

Asistí al acto con mi lista de requisitos imprescindibles para garantizar una buena “integración” en esta sociedad: trabajo, educación y sanidad. Confieso que me cohibieron un poco las antorchas encendidas, pero dije lo que creía que debía decir: que las personas somos de donde podemos tener una vida digna. 

El público me miró exactamente como si hablara una lengua extranjera, y cuando terminé mi parlamento se me acercó una señora, me cogió por lado y, con el rostro cargado de indignación, me soltó una retahíla acusaciones que nada tenían que ver conmigo: que habíamos venido a conquistar Catalunya, que lo que queríamos era islamizarla y que no parábamos de tener hijos. Aturdida por el fuego que ardía y por las palabras enfurecidas de aquella mujer, huí como pude de aquella escena esperpéntica.

 Por experiencias como aquella, la avalancha de incrédulos desconcertados que han venido expresando sus opiniones desde que Sílvia Orriols fue la lista más votada en las últimas municipales me resulta ciertamente sorprendente y, según cómo, un punto ridícula.  

¿Cómo puede ser? ¿Nosotros también somos racistas y de ultraderecha? ¡Y ahora! ¡Pero si somos tierra de acogida! El pecado original del catalanismo es el concepto tan elevado que tenemos de nosotros mismos, y por eso, contradiciendo todos los indicadores objetivos, pensábamos que estábamos inmunizados ante la ola xenófoba que se ha extendido por todos los países desarrollados en las últimas décadas. 

El discurso de la nueva alcaldesa de Ripoll no es ninguna novedad, sólo hace falta repasar la hemeroteca para encontrar ideas muy parecidas en CiU y sus herederos (no hace mucho que Laura Borràs y Quim Torra participaban en un homenaje a Heribert Barrera). Los atentados del 2017 aceleraron el proceso en la localidad donde se habían criado a los terroristas, pero la xenofobia ya existía antes de ese terrible mes de agosto. 

Durante la primera década del milenio los discursos sobre la inmigración eran calcados en los de Aliança Catalana. Recordamos los carteles de Duran y Lleida proclamando que "Aquí no cabemos todos". Y eso que eran unos años en los que los inmigrantes llegaban un viernes con una oferta de trabajo en origen y el lunes siguiente ya estaban en obra cargando sobre las espaldas el crecimiento de la burbuja inmobiliaria.  

El racismo más terrible que ha vivido la población extranjera en este país no es de discurso, sino de hechos concretos, de políticas que se llevaron a cabo para expulsar del país a miles de familias que hacía años que se habían instalado. Cuando con la recesión económica se acabó el trabajo, el mensaje que se difundió fue claro: los últimos en llegar debían ser los primeros que iban a marcharse y se inició una campaña de auténtico acoso contra un sector de la población que, además, estaba sufriendo la crisis de forma mucho más feroz que el resto de ciudadanos.  

El acoso alcanzó unos niveles de violencia insoportables cuando empezaron los recortes de Artur Mas; el ensañamiento con las familias recién llegadas fue despiadado: recuerdo un verano en el que se bloqueó el ingreso del PIRMI (la renta garantizada de entonces) a todos los que eran beneficiarios para pillar se les habían ido al país de origen. Nunca olvidaré las lágrimas de una tía mía que quería ir a ver a la madre a punto de morir pero temía perder la ayuda con la que vivían ella, el marido y cuatro hijos.) El resultado de ese racismo institucional y sistematizado es que a día de hoy encontramos muchas familias catalanomarroquinas esparcidas por toda Europa.

 Luego llegó el Proceso y pareció que la inmigración y los discursos excluyentes se habían esfumado, pero de hecho se transformaron e integraron en una retórica que pasó a considerarse indispensable para condicionar a la catalanidad ser independentista. Aquí ya no sólo no cabían los inmigrantes, sino que también se expulsaba a los “unionistas” aunque tuvieran todos los apellidos catalanes. 

ERC volvió a una dinámica comunitarista reavivando la figura del charnego bien integrado con la creación de Súmate, haciendo distinciones entre catalanohablantes y castellanohablantes. Junqueras salió a defender a los recién llegados por motivos utilitaristas: así tendríamos catalanes que dominan el chino, el árabe, etc.  

Los republicanos se propusieron captar el nuevo voto de los inmigrantes para ensanchar la base, y para ello les ofrecieron reconocimientos simbólicos que ellos no habían pedido en vez de hacerles propuestas programáticas, en lo que es una clara actitud de populismo dirigido sólo en este sector de la ciudadanía. 

Pudimos ver la buena sintonía de los de ERC con imanes salafistas, o mítines en mezquitas con el público separado por sexos. Lo más grave de esta deriva, sin embargo, es haber asimilado a la población musulmana a los fundamentalistas presentes en todo el territorio, un posicionamiento que comparten con la CUP. En esto no se equivoca Silvia Orriols: el islamismo lleva tiempo aquí y tiene objetivos políticos claros explicitados en congresos y publicaciones. Que las izquierdas hayan decidido ignorar el fenómeno o incluso ser cómplices demuestra que no se han tomado la molestia de conocer a fondo a los “musulmanes catalanes” y siguen confundiendo a los simples creyentes con las organizaciones que quieren capitalizar su presencia en Europa. 

Proclamar que no somos islamófobos mientras damos protagonismo mediático y político a imanes y autoproclamados portavoces de la comunidad, algunos con oscuras relaciones con el gobierno de Marruecos o con los egipcios Hermanos Musulmanes, es una contradicción que sólo se explica por ignorancia o por cinismo. Por no hablar de los derechos de las mujeres musulmanas, sacrificados sin miramientos en este entendimiento entre las izquierdas y el fundamentalismo. 

  Los derechos de las musulmanas se han sacrificado en este entendimiento entre las izquierdas y el fundamentalismo. Así que sí, que en este país ha habido y hay racismo. La particularidad que nos hace diferentes es que aquí tenemos para elegir y remover: podemos optar por el esencialismo español de Vox, el supremacismo independentista catalán frustrado por el descalabro del Proceso, o la instrumentalización utilitarista que reconoce identidad y religiones mientras se olvida de la exclusión material."                  (Najat El Hachmi , El País, 07/07/23; traducción google)

23/8/22

Algunos de los nacionalistas más puros tienen un concepto horrible del país que dicen querer tanto... para ellos, Catalunya parece haberse convertido en un país habitado sobre todo por colonos, botiflers y traidores... para algunos arrauxats debe de ser desesperante constatar que más del 90% de sus habitantes lo son de alguna manera

 "Algunos de los nacionalistas catalanes que más dicen amar a Catalunya son paradójicamente los que tienen una visión más deplorable del país por el que aseguran estar dispuestos a casi todo. Para ellos, Catalunya parece haberse convertido en un país habitado sobre todo por colonos, botiflers y traidores.

Un lugar ciertamente abominable, pues: a la altura de las visiones más anticatalanas que pueblan las mentes de los nacionalistas españoles excluyentes.

En la cosmovisión de algunos de estos nacionalistas catalanes de pedra picada, los electores del PP, Ciudadanos, Vox y los sectores socialistas más apegados al PSOE siempre han sido arrojados a la categoría de “colonos”. Estas visiones jamás conectaron con la famosa definición de Jordi Pujol según la cual “es catalán todo aquel que vive y trabaja en Catalunya”. No: estos partidos representan a los ocupantes, como los unionistas en Irlanda del Norte, asociación que ya se ha normalizado en el lenguaje político cotidiano.

Como era imposible poder encasillar al sector histórico catalanista del PSC -los Maragall, Nadal, etc.- como “colonos”, puesto que su catalanidad es incuestionable incluso aplicándoles las tesis racistas más radicales, estos sectores nacionalistas les colocaron la etiqueta de “botiflers”. Esta palabra retrotrae a los catalanes que apoyaron a los Borbones en la Guerra de Sucesión que culminó en 1714, mito fundacional del nacionalismo catalán contemporáneo, pero hoy se endosa sobre todo a los partidos de base federal -“de obediencia española”, en metalenguaje nacionalista- como el PSC, pero también Iniciativa per Catalunya y ahora los comunes: en esta extraña jerga, vendrían a ser algo así como catalanes anticatalanes.

A pesar de que en su uso común botifler se ha convertido ya en sinónimo de “traidor”, en realidad un matiz importante separa ambas palabras en el diccionario del buen patriota: el botifler es un catalán que abraza explícitamente la causa española -ya sea borbónica en 1714 o federalista ahora-, mientras que el “traidor” dice servir a la causa catalana -según esta visión, hoy  asociada obviamente a la independentista-, pero en cambio esconde una impostura fatal. Y ahí encajan a la perfección los independentistas que supuestamente han renunciado a luchar de verdad para “culminar el mandato del 1 de octubre”.

El gran drama de estos nacionalistas más exaltados, los guardianes de esta extraña jerga, no es la existencia de colonos o botiflers, cuya malignidad dan por supuesta, sino que de repente el propio campo independentista se ha llenado de “traidores”: lo son, por supuesto, los de Esquerra Republicana (ERC), que se han vendido por un plato de lentejas, pero ahora ya también los de la CUP, que con la excusa de la anticorrupción hacen el juego al Estado y a su lawfare en la defenestración de Laura Borràs del Parlament, y hasta muchos de los propios compañeros de Junts per Catalunya que aspiran a reciclar la tradición convergente que antes contribuyeron a arrojar al “basural de la historia”.  

 En realidad, esta corriente nacionalista que por todos lados ve colonos, botiflers y traidores siempre ha existido, pero solía moverse básicamente por circuitos más culturales y folklóricos, siempre en los márgenes de la política institucional. La novedad es que en el impresionante acelerador de partículas que resultó ser el procés estas posiciones históricamente minoritarias conquistaron nada menos que la presidencia de la Generalitat -con Quim Torra, en la anterior legislatura- y del Parlament, con Laura Borràs, en la presidencia de la Cámara hasta ahora.

¿Cómo se explica que Torra, exmilitante de una facción minoritaria de un pequeño partido como Unió Democràtica y luego miembro de la formación extraparlamentaria Reagrupament, y Borràs, autoproclamada “hija política del 1 de octubre” -ergo: totalmente fuera de la política antes de 2017-, hayan logrado ocupar nada menos que la primera y la segunda figura institucional de Catalunya? Básicamente: por el brutal derrumbe político de Convergència Democràtica (CDC), el partido fundado por Jordi Pujol, a lo largo de la última década.

 Estos círculos nacionalistas arrauxats solían orbitar sobre todo alrededor de ERC cuando este era un partido caótico e imprevisible, condicionado siempre por congresos asamblearios donde cualquier colla podía liarla parda. De hecho, la marea antipolítica que propulsó el procés anidó primero en el interior de ERC coincidiendo con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut y el fin del Gobierno tripartito, en 2010. El núcleo dirigente alrededor de su entonces secretario general, Joan Puigcercós, tuvo que afrontar un doloroso dilema: entregar el partido a esta coalición de exaltados antipolítica o fortificarlo frente a esta marea pagando el alto precio de una segura debacle electoral. 

Puigcercós y su equipo optaron por lo segundo y, efectivamente, la caída fue tal que todos -Puigcercós, Xavier Vendrell, Joan Ridao, Josep Huguet, etc.- tuvieron que abandonar la política, pero a cambio preservaron un partido serio que hoy, una década después, dirige la Generalitat, es el primer partido en el campo independentista y compite con el PSC por el liderazgo de la izquierda. El éxito de Oriol Junqueras y Pere Aragonés es en buena parte deudor de este harakiri de Puigcercós y los suyos para preservar la ERC ortodoxa expulsando a estas corrientes independentistas -como Reagrupament-, alejadas de toda cultura institucional y de gobierno. 

Cerrada a cal y canto la fortaleza de ERC, estos círculos fueron encontrando acomodo en los sucesivos artefactos surgidos del descalabro de Convergència Democràtica (CDC), el partido de Jordi Pujol, aprovechando la eterna y desnortada huida hacia adelante para borrar las huellas de la corrupción. El proceso de descomposición de lo que hace solo una década era todavía el gran partido de orden y hegemónico de Catalunya ha sido tan extraordinario que las mareas antipolíticas propulsadas por los padres y las hijas del 1 de octubre pudieron hasta quedarse las mejores habitaciones de la vieja “casa común del catalanismo” aunque estuviera en amenaza de derribo.

Sin embargo, la “etapa termidoriana del procés” -en expresión del periodista Francesc Valls- parece haber empezado ya, con el intento de recuperación de la tradición convergente en Junts y la progresiva pérdida de complejos en ERC: Torra ya es solo un expresidente aislado y sin ni siquiera partido, mientras que Borràs todavía juega a ser presidenta del Parlament en las redes sociales, pero en el mundo real pronto va a sentarse en el banquillo por presunta corrupción. 

Obviamente, todo es culpa de tantos enemigos de Catalunya. De fuera, pero sobre todo de dentro. Debe de ser desesperante para los que dicen amar tanto Catalunya constatar que más del 90% de sus habitantes son ahora colonos, botiflers o traidores. Y todavía más tener que cargar con esta cruz desde chozas insalubres de la polvorienta Soweto del apartheid sin que el mundo reaccione, por mucho que algunas tengan piscinas con vistas a la Costa Brava."                       (Pere Rusiñol, eldiario.es, 16/08/22)

12/5/22

Luis Cabrera: el nacionalismo no se cortaba un pelo al calificar a los emigrantes de colonialistas… En el Manifest Koiné, sin ir más lejos, se llama a la gente emigrante “colonos lingüísticos involuntarios”. A ello respondí que no nos perdonaran la vida, y nos acusaran de ser “conscientemente colonos”

 "(...) ¿Con que se topa Lorenzo cuando llega a Barcelona, a la ‘Grande Babylón’, que diría Manu Chao?

Pasar de la sierra de Sierra Mágina, un lugar escondido, bellísimo, salvaje… a la calle Simancas, en Verdún, Nou Barris, Barcelona, sin asfaltar, con altibajos, basura, muebles abandonados…, por necesidad es algo difícil de entender por un niño. Lo primero que vi eran gigantes, edificios gigantes, que de cada portal salía muchísima gente. En dos bloques de aquéllos había más gente que en mi pueblo. Enseguida, con 15 o 16 años, me impliqué en la lucha social, antifranquista, con la idea de mejorar la vida de los barrios que carecían de todo. No había autobuses, no había Metro, no había centro de salud, ni escuelas, ni Instituto. Todo se tuvo que hacer. 

¿Y Cataluña, los catalanes…, le suenan de algo a Lorenzo cuando aterriza en Verdún?

No sabía nada de aquello, claro. Pero me di cuenta muy rápido porque, al lado de los gigantes, había todavía tres casitas de planta baja, con un huerto, que se parecían a las de Arbuniel. Allí vivían dos familias catalanas y en la de en medio, una gallega, donde entre ellos hablaban gallego. Los otros lo hacían en catalán, que enseguida me interesó porque era algo muy parecido a lo que yo hablaba. Me hice amigo de Joan, Daniel y compañía, de la otra casa. También de los gallegos, que acababan de acoger a otros familiares llegados de Cuba. En la escuela había de todo, mayoritariamente niños como yo. Sus padres habían salido de sus lugares de origen para instalarse aquí y trabajar en la industria. Había uno, Jorge Navarro Arnau, que hablaba catalán y me hice amigo de él. El interés por aprender era algo innato en mí. A los 13 años acabé aquellos estudios, en un colegio nacional, masificado, dirigido por maestros falangistas, en el que si no estabas en la primera fila no te enterabas de nada. 

¿La infancia, que para Rilke es la verdadera patria, lo fue también para Lorenzo Almendro?

Desde los nueve años a los 16, que me enrolé en el antifranquismo, hay un tiempo de adolescencia, en el que había de todo, pero lo de hacer el gamberro, pelearse, las pandillas… no me iba. Me dio más, a pesar de ser un crío, de acercarme a los bares donde, a veces, había señores que se arrancaban a cantar flamenco. 

En lo que es ahora la Ronda de Dalt, Vía Favència, donde está el archivo histórico de Roquetas, había unas barracas de gitanos, donde yo prefería ir, a participar en las fiestas que hacían y de la manera de vivir que tenían. Había candiles de carburo para la luz y los niños estaban jugando todo el día en la calle. Jugar al fútbol también me molaba. Hacíamos campeonatos de unas calles contra otras. Me gustaba leer, sin que mis padres me indujeran a ello, porque no habían tenido la oportunidad de hacerlo. Era un niño un poco raro.

¿Y cómo se le aparecía el mundo, París, Europa, a Lorenzo?

No tan lejano, porque a principios del 72, con dos amigos y una amiga, nos fuimos a recorrer toda Europa, haciendo de músicos callejeros. Enrolé a Morcillo, Lázaro y Conchi. Ella bailaba, Lázaro tocaba la guitarra, Morcillo daba palmas y yo cantaba. Estuvimos ocho meses. Vivimos en la ciudad libre de Christiania, en Copenhague. Anduvimos por toda Europa, nos pillaron los atentados de los Juegos Olímpicos de Munich y aprendimos, entre otras cosas, que el capitalismo lo integra todo, que las clases sociales no desaparecen con la democracia. En el 73, me desligué de Bandera Roja, donde había estado un tiempo, y de las “pirámides marxistas”.

 ¿Qué diría Lorenzo de las identidades unívocas, renacidas en Cataluña con el “procés”, y asuntos colaterales?

Toda esta cuestión del “proceso”, basado en el relato de una cultura, una lengua, una identidad es el mayor error cometido por las personas que lo han dirigido. Un relato con el que no me siento identificado, aunque pueda entender que, desde el punto de vista libertario, el romper un poco el Estado no está mal. Pero no para montar otro Estado aquí, basado en una cultura. Hace ya unos años escribí un artículo titulado “Contra todos los esencialismos”, a raíz del Manifiesto Koiné. Decía que aquellas 300 personas, muy relevantes, que habían firmado, aparentemente a favor de la lengua catalana, escondían una forma de organización social reaccionaria, conservadora. 

¿Algo, en fin, cuyas raíces más próximas habría que buscarlas en el pujolismo?

Has citado el pujolismo, que alcanzó hitos memorables como, por ejemplo, que muchas personas del PSUC, marxistas, acabara siendo pujolistas inconscientes. Con Pujol he participado en debates y he tenido enganchadas. Fue cociendo sus ideas, muy influido por Mounier, un intelectual francés de pensamiento católico, con la intención de hacer ver que en Cataluña no había un problema de clases sociales, sino de diferencias culturales. Ahí se monta un tinglado balcánico. ¿Si no hay clases sociales, me tengo que juntar en Cataluña con un andaluz rico? Una idea de Pujol que cuajó, en tiempos de la emigración andaluza, fue la promoción de las casas regionales. Cosa que ha sido un cultivo de lerrouxismo y yacimiento de gente que en este momento vota a Vox. Una casa regional se puede montar, pero lo que no es de recibo es que sean subvencionadas. Así, se les adjudicó el papel de interlocutores con el poder. Vamos a hablar con los andaluces, se decía, y para ello recurrían al presidente de la federación de entidades andaluzas y santas pascuas. Montaban la Feria de Abril en el Fórum y pactaban todo lo que querían con quienes se arrogaban la representación de los andaluces. Cosas muy bestias, una gran trampa. Algo con lo que colaboró el PSC, a través de Josep María Sala y otros. 

Al mismo tiempo, el nacionalismo no se cortaba un pelo al calificar a los emigrantes de colonialistas…

En otro de los libros que hicimos con los de “Els altres andalusos”, que encargamos a unos jóvenes sociólogos y antropólogos y que editó Pagés Editors, que se titula “La manipulación política de la emigración 1977-2007”, analizábamos este fenómeno, que ha llegó hasta el extremo de acusar a los emigrantes de que en las elecciones autonómicas hubiera menos participación que en las españolas, cosa que era común a todas las autonomías. En el Manifest Koiné, sin ir más lejos, se llama a la gente emigrante “colonos lingüísticos involuntarios”. A ello respondí que no nos perdonaran la vida, y nos acusaran de ser “conscientemente colonos”. "                 (Entrevista a Luis Cabrera, ElTriangle, 24/04/22)

16/2/22

Nacionalistas catalanes que se declaran racistas y fascistas... a lo claro, a la francesa, a lo Zemmour... se agradece después de tanto fingimieto... Aliança Catalana afirma que en Cataluña "no cabe todo el mundo"... va a "combatir la ley islámica... y quiere que la lengua catalana no comparta "oficialidad, ni en las aulas ni en las instituciones, con ninguna lengua forastera"... o sea, la de los gallegos, andaluces o extremeños

 "La concejala del Ayuntamiento de Ripoll y ex militante del Frente Nacional, Sílvia Orriols, ha presentado su partido Aliança Catalana en Barcelona con un ideario similar al del candidato a las presidenciales francesas Eric Zemmour. Lo ha hecho acompañada del secretario de estudios y programas de AC, Jordi Aragonès, y el jefe de la junta de AC en la capital catalana, Enric Gregori, quien ha introducido el acto.

Aragonés ha constatado que Cataluña "no es eterna, mientras que el proceso procesista sí" y ha alentado a los catalanes a "revertir la minorización del catalán y subir los salarios frenando la inmigración ilegal" porque, según ha dicho, "en Cataluña no cabe todo el mundo".

Orriols, por su parte, ha señalado que Aliança Catalana ha nacido para "combatir la ley islámica y que no tolerará que se atente contra las mujeres, los homosexuales o los niños". La promotora de la formación ha propuesto "cerrar las mezquitas salafistas que predican contra Catalunya y contra los catalanes".

Por último, Sílvia Orriols ha señalado que otro punto de su partido es la defensa del catalán y ha defendido que la lengua catalana no comparta "oficialidad, ni en las aulas ni en las instituciones, con ninguna lengua forastera".                      (e-notícies, 15/02/22)

13/1/22

La realidad de la inmersión lingüística es que les viene de perillas a los nacionalistas para generar división social... Al nacionalismo español le molesta cualquier otro idioma que no sea el español y el nacionalismo catalán, hace exactamente lo mismo: nos quiere a todos homogéneos, pero en un territorio más pequeñito... el movimiento independentista ha hecho aflorar y acentuado posibles brechas emocionales en cuanto al sentido de pertinencia se refiere, lo que dificulta aún más la cohesión social... A lo que menos se parece esta situación es al deseo sincero de que la escuela sea un lugar de crecimiento de nuestros jóvenes y que sirva para disminuir las desigualdades sociales... Paralelamente a esta disfunción, reconocidos dirigentes políticos catalanes lleven a sus hijos a escuelas bilingües o trilingües, de pago. Todo parece indicar que la dicha inmersión lingüística no es más que una excusa para los “hijos de inmigrantes”, pero no para sus propios hijos... Proteger la lengua no significa utilizarla como medio de dominación de unos sobre otros ni para clasificar por niveles de calidad a los ciudadanos catalanes, ni para acosar a los que expresan una opinión diferente a la oficial

 "Como catalanohablante que soy, me congratulo de pertenecer a un país donde mi lengua, a pesar de ser minoritaria y de tener que coexistir con uno de los idiomas más hablados del mundo, se ha podido conservar, junto con otras lenguas, también habladas en España. 

Esto es gracias a que, a diferencia de la mayoría de los países de nuestro entorno, nuestras lenguas están protegidas en la Constitución; los gobiernos autonómicos han tenido competencias y voluntad para desarrollar políticas para protegerlas con total libertad y los ciudadanos han hecho el esfuerzo de aprenderlas y de hablarlas.

Cuando vivíamos bajo la dictadura franquista, revindicábamos la “normalización” de las lenguas hispanas, ya que a estas se les ponían todo tipo de trabas para desarrollarse. Por normalización entendíamos que pudiéramos hablarla con libertad en cualquiera de los ámbitos de la vida cotidiana, que se pudiera promover la cultura en esa lengua y que todos los ciudadanos de una comunidad tuvieran garantizado su aprendizaje en la escuela

 También que existieran instituciones que pudieran protegerlas en su evolución, modernizándolas y adecuándolas a la evolución de la propia sociedad. Todo eso, en Cataluña se da con creces desde hace más de cuarenta años. Sin embargo, aunque sea verdad que el catalán se habla en Cataluña y su uso está actualmente normalizado, ha convivido con el castellano desde hace siglos y la mayor parte de los ciudadanos son bilingües. Cosa que nos abre multitud de puertas para nuestro desarrollo personal y colectivo.

Actualmente, nuestras lenguas reciben múltiples influencias, debido al desarrollo del turismo, el intercambio cultural y la inmigración, lo mismo que las reciben otras lenguas en el mundo. Esto es así porque las lenguas sirven para comunicarse y se mueven con la gente que las habla y a veces, evolucionan desarrollando nuevas lenguas o simplemente desaparecen del ámbito público (por ejemplo, el latín). Solo el aislamiento social y cultural y la tiranización de la sociedad pueden evitar que las lenguas no se influyan entre sí y que no evolucionen al ritmo de los tiempos.

 Cataluña ha estado imbricada social y económicamente con el resto de España durante siglos y, especialmente durante el siglo XX, ha sido polo de atracción de inmigración del resto de España, lo mismo que lo ha sido Madrid. Por eso, durante el proceso de democratización de España, para normalizar el catalán en Cataluña, se tuvo que hacer frente a una realidad social compleja: la evidencia de que los ciudadanos de padres nacidos fuera de Cataluña eran más propensos a sufrir situaciones de adversidad económica y laboral, siendo el idioma uno de los factores que facilitaban esta situación de desventaja social.

 Ante esta situación, a propuesta del PSC, se consensuó la ley de inmersión lingüística, para facilitar que los alumnos que viven en familias y barrios con predominio del idioma castellano tengan las mismas oportunidades de aprender correctamente el catalán que los hijos de familias catalanas. Porque, cuando se grita en la calle que queremos ser “un sol poble” (un solo pueblo), algunos pensamos que queremos igualdad de oportunidades para todos. 

Aunque para otros, signifique que no se reconocen en la diversidad de los ciudadanos de Cataluña y querrían homogeneizarnos, bajo un patrón predefinido. Cosa imposible si no nos aislamos del resto del mundo o nos movemos con una vara de castigo cada vez que alguien se le ocurra salirse de la raya.

 La realidad de la inmersión lingüística es que les viene de perillas a los nacionalistas para generar división social, porque han pervertido el sentido de su propia existencia. El nacionalismo español, centralista, le molesta cualquier otro idioma que no sea el español y al nacionalismo catalán, hace exactamente lo mismo: nos quiere a todos homogéneos, pero en un territorio más pequeñito.

 Hoy en día, el movimiento independentista ha hecho aflorar y acentuado posibles brechas emocionales en cuanto al sentido de pertinencia se refiere, lo que dificulta aún más la cohesión social. Nacionalistas de uno u otro palo se esfuerzan por exagerar la situación y utilizan la lengua para darse de tortazos. Hay quien se atreve a decir que en Cataluña los niños no pueden ir al retrete si no se expresan en catalán y otros dicen que, si los niños hacen una asignatura en castellano además de la de lengua, se persigue al catalán. Unos recurren a los tribunales para que diriman lo que deberían haber dirimido los otros aplicando el sentido común en la política. 

Así, los últimos afirman sin sonrojarse que el catalán está perseguido si los niños deben estudiar un poquito más de castellano que de inglés, dando alas a los fanáticos para acosar a los que no comparten sus ideas. A lo que menos se parece esta situación es al deseo sincero de que la escuela sea un lugar de crecimiento de nuestros jóvenes y que sirva para disminuir las desigualdades sociales.

 Paralelamente a esta disfunción que significa convertir un idioma en un arma arrojadiza, tenemos la flagrante contradicción de que reconocidos dirigentes políticos catalanes que defienden la inmersión lingüística (tal y como se ha hecho hasta ahora) y se niegan a cumplir sentencias, lleven a sus hijos a escuelas bilingües o trilingües, de pago. Todo parece indicar que la dicha inmersión lingüística no es más que una excusa para mantener a la parroquia o les parece la mejor opción para los “hijos de inmigrantes”, pero no para sus propios hijos. Lo siento, pero esto tiene mala prensa para la mitad de los ciudadanos catalanes y, aunque tengan que existir políticas compensatorias, estas no deben confundirse con la imposición para hablar determinada lengua. Si existe algún peligro de que el catalán desaparezca será en la medida que no se pueda aprender y usar sin imposiciones, con una amplia oferta cultural.

Como cualquier política pública en la que se invierten recursos públicos, la política de inmersión lingüística en la escuela no puede seguir siendo un tótem sobre el que no se puede ni hablar. Requiere ser evaluada y, si hace falta, mejorada con consensos, como ya demanda una gran parte de los ciudadanos catalanes. Necesitamos confirmar que lo estamos haciendo bien, porque si no la evaluamos, simplemente, no lo sabemos. Aprovechemos la riqueza idiomática de nuestra realidad y hagamos una escuela “para todos”: una escuela que disminuya, de verdad, las desigualdades sociales y que los ricos, los empresarios y políticos catalanes se la crean y deseen que sus hijos se eduquen en ella.

Evaluar la ley de inmersión lingüística en Cataluña no es más que: analizar, valorar, juzgar y corregir una intervención pública educativa de forma sistemática y científica (de su diseño, puesta en práctica y resultados) para mejorar su calidad, promover la transparencia, la rendición de cuentas, en aras de contribuir a la mejora de la calidad democrática. Porque debemos seguir conservando y protegiendo nuestra lengua, sin menoscabar el derecho que tiene cada uno de los ciudadanos para hablar en el idioma que considere oportuno para relacionarse con los demás, tal y como le ampara nuestra propia ley. Proteger la lengua no significa utilizarla como medio de dominación de unos sobre otros ni para clasificar por niveles de calidad a los ciudadanos catalanes, ni para acosar a los que expresan una opinión diferente a la oficial."              (Mireia Esteva, Crónica Global, 12/01/22)

10/1/22

El típico fascista catalán: todos son fascistas menos nosotros, los buenos catalanes... Xavier Roig afirma afirma que "tenemos al enemigo en casa"... “Ni Ciudadanos ni el PP ni Vox son anticatalanistas. Son, simplemente, anti-catalanes”

 "El escritor e ingeniero Xavier Roig, publica un artículo que “había de publicarse el 23 de diciembre de 2021 en el diario Ara. Por motivos que se me escapan, pero que me imagino, lo censuraron”.

“Ese mismo día dejé de ser colaborador del diario por voluntad propia. Pero de este incidente, gravísimo en mi opinión, hablaremos la próxima semana. De momento lean el artículo censurado y juzguen ustedes mismos”, señala.

En dicho artículo Roig asegura que “el catalán tiene enemigos, no adversarios. Muchos catalanes, empezando por la clase política, pecan de la tradicional pusilanimidad que nos caracteriza. Esto debe acabar”.

“El individuo u organización que va contra mi cultura y que, no nos engañemos, quiere verla desaparecida, no es un oponente ni un adversario político. Es un enemigo. Y no valen tibiezas. Ni Ciudadanos ni el PP ni Vox son anticatalanistas. Son, simplemente, anti-catalanes”, asegura.

“Contemporizar no es una opción, y eso vale también para la prensa. ¿Qué la actitud puede comportar enfrentamientos y cierta división social? ¡Claro! No se gana ninguna guerra sin enfrentamientos. Tan pacífica y civilizadamente como quieran. Pero radicales y con vocación de confrontación. ¿O creen que a los quintacolumnistas se les combate con lirios?”, pregunta.

“Los partidos no catalanes (a saber: Vox, PP, PSOE en Catalunya) colocan en las listas a individuos leales al dueño. Y el dueño está en Madrid. Son lo que conocemos como botiflers. Por tanto, no hace falta sorprenderse cuando el señor Illa o Iceta actúan de forma vacilante. Defienden su salario”, apunta. "En conclusión, en Cataluña tenemos un problema muy grave y del que la lengua es el caso paradigmático: tenemos al enemigo en casa", sentencia.

“El volumen enorme de inmigración que ha recibido Cataluña en los últimos veinte años cuesta integrar. Y más sin herramientas (leyes). En cuanto a la lengua, convendría no engañarnos. La inmigración hispanoamericana elige a España por el idioma -de lo contrario irían a lugares más civilizados- y llega a Cataluña sin interés de aprender el catalán”, lamenta.

“Hay que empezar a ser claros y desagradables. Porque el tema se lo merece. Y no vamos a ganar nada con contemplaciones. Cuando alguien, en Estados Unidos, pide discriminación positiva para los blancos todo el mundo tiene claro que está delante de un fascista. En Cataluña, entre la clase política -no entre la población, mayoritariamente por suerte- hay demasiado vendidos, caragirados, renegados, dispuestos a practicar una suerte de fascismo lingüístico si el dueño se lo manda”, concluye."             (e-notícies, 07/01/22)

 

"Junts acusa al Ara de censura. El artículo del escritor e ingeniero Xavier Roig, donde acusaba a Ciutadans, PP, Vox de ser “anticatalanes” y a dirigentes socialistas como Miquel Iceta o Salvador Illa de “botiflers” ha gustado mucho en el entorno a Junts. 

"Tenemos al enemigo en casa", sentenciaba Roig.

 Desde el partido de Puigdemont se han volcado en las redes para elogiar el artículo y acusar de “censura” al diario Ara, que no quiso publicarlo al considerar que era insultante. “El artículo censurado por @diariARA a Xavier Roig es muy bueno. Para leer y compartir”, ha expresado el dirigente de Junts, Aleix Sarri.

 Por su parte, la directora de Ara, Esther Vera, ha asegurado que “el Ara ni censura ni nunca ha censurado. En un mundo de redes sociales no existe censura. Hay formas de entender el debate de ideas. Siempre hemos mantenido y mantendremos un debate libre, rico, constructivo, y por tanto respetuoso. Los insultos debilitan la argumentación en todos los temas”.

“Bienvenidos a los debates libres. Nuestro compromiso con la defensa de la lengua es incondicional y lo demostramos todos los días con argumentos y sin insultar a quien no piensa como nosotros”, sentencia."            (e-notícies, 07/01/22) 

 

"El bilingüismo es una trampa. Ya hablaba Josep Pla en un magistral artículo en Destino en 1957. 

“El bilingüismo es una tragedia indescriptible…”. La institucionalización del bilingüismo sólo ha servido para que quienes no quieran aprender el catalán no tengan que hacerlo. 

El bilingüismo lleva a que una lengua se coma la otra. Y si no, que alguien nos ponga un ejemplo donde esto no haya ocurrido. El catalán tiene enemigos, no adversarios. Muchos catalanes, empezando por la clase política, pecan de la tradicional pusilanimidad que nos caracteriza. Esto debe acabar. 

El individuo u organización que va contra mi cultura y que, no nos engañemos, quiere verla desaparecida, no es un oponente ni un adversario político. Es un enemigo. Y no valen tibiezas. Ni Ciudadanos ni el PP ni Vox son anticatalanistas. Son, simplemente, anti-catalanes. Si en Francia alguien actuara como ellos lo hacen, serían anti-franceses, no anti-francesistas. 

  ¿Qué la actitud puede comportar enfrentamientos y cierta división social? ¡Claro! No se gana ninguna guerra sin enfrentamientos. Tan pacífica y civilizadamente como quieran. Pero radicales y con vocación de confrontación. ¿O creen que a los quintacolumnistas se les combate con lirios? Una clase política vendida. 

La sociedad catalana no alberga un porcentaje elevado de anti-catalanes -no más que en otros países-. Pero la clase política sí los alberga porque no representan verdaderamente a la ciudadanía catalana, sino que están a salario del partido.

 Los diputados les nombra el partido y el electorado sólo les referenda votando la lista cerrada. Los partidos no catalanes (a saber: Vox, PP, PSOE en Catalunya) colocan en las listas a individuos leales al dueño. Y el dueño está en Madrid. Son lo que conocemos como botiflers. Por tanto, no hace falta sorprenderse cuando el señor Isla o Iceta actúan de forma vacilante. Defienden su salario.

  Nos encontramos con la paradoja de que los diputados de un país centralista, como puede ser Francia, defienden mucho mejor los intereses del territorio que aquí. Porque, en Francia, París no puede echar un esbirro de ninguna lista local -el partido se debe al diputado, no al revés-. En conclusión, en Cataluña tenemos un problema muy grave y del que la lengua es el caso paradigmático: tenemos al enemigo en casa.

 La inmigración. 

El enorme volumen de inmigración que ha recibido Cataluña en los últimos veinte años cuesta integrarla. Y más sin herramientas (leyes). En cuanto a la lengua, convendría no engañarnos. La inmigración hispanoamericana elige a España por el idioma -de lo contrario irían a lugares más civilizados- y llega a Cataluña sin interés de aprender el catalán. ¿Es esto criticable? No. Simplemente no hace falta. ¿Qué países eligió mayoritariamente el exilio catalán? Hispanoamérica, por no tener que aprender un idioma nuevo. ¿Acaso han aprendido flamenco los catalanes que trabajan en la región de Bruselas? Entonces, ¿por qué deben aprender catalán los hispanohablantes?

 Y todo ello sin leyes a favor. 

Es evidente que el español está presente en Cataluña como lengua. Pero no viene de lejos, no nos engañemos. Nunca ha sido lengua extendida de hace siglos, como los enemigos repiten ad nauseam. Mi abuelo, nacido en Sarrià, tenía serias dificultades para hablar español. Orwell necesitó un diccionario para moverse con comodidad por Barcelona. ¿El monolingüismo catalán oficial que propugno equivaldría a oprimir al español? No. Quisiera decir que la equiparación 50/50 habría terminado. Quisiera decir tener herramientas legales para poder hacer discriminación positiva sobre el catalán sin contemplaciones ni miedos. Porque el español no necesita protección.

 Conclusión. 

Todo esto que he enumerado no habla de soluciones. Habla de obstáculos que, en mi opinión, si no se tienen explicidades, harán que cualquier solución que se quiera implementar sea incompleta. Es necesario empezar a ser claros y desagradables. Porque el tema se lo merece. Y no vamos a ganar nada con contemplaciones. Cuando alguien, en Estados Unidos, pide discriminación positiva para los blancos todo el mundo tiene claro que está delante de un fascista. En Cataluña, entre la clase política -no entre la población, mayoritariamente por suerte- hay demasiado vendidos, revueltos, renegados, dispuestos a practicar una suerte de fascismo lingüístico si el dueño se lo manda."                  (Xavier Roig, blog, 03/01/22)

27/12/21

Un profesor jubilado dice en TV3 que "tenemos colonos"...

 "Antoni Dalmasses, profesor de secundaria jubilado, ha asegurado este viernes, en el programa Planta Baixa de TV3, que en Cataluña "el problema es que tenemos colonos que colonizan y de los nuestros hay que son colonos también, por tanto, no tenemos solución, dicho deprisa y mal".

El docente ha afirmado, durante la tertulia sobre la inmersión lingüística en el programa, que "hay un país vecino que nos odia", por tanto, "yo pago con la misma moneda que me pagan".

 Considera que la decisión de impartir un 25% de las clases en castellano atenta "contra la libertad de la gente", porque "cincuenta personas contra dos no puede ser, no puede que estos dos tengan más razón que 50 no puede ser" , ha explicado. "Ni a las matemáticas extrañas que calculan a esa democracia española", ha añadido.

Antoni Dalmasses cree que "la solución" por la problemática de la lengua es "obligar a todos a hablar el catalán". "El idioma es un reducto importante en un país, porque es el representante de una cultura, porque es la fuerza de una cultura y lo que quieren destruir es una cultura y destruyendo la cultura destruyen el país. Esto ya lo hicieron en América", ha dicho sin que el presentador del programa, Ricard Ustrell, haya interrumpido en ningún momento."               (e-notícies, 18/12/21)

17/11/21

Solidaridad con Steven Forti, que está siendo objeto de una campaña de descalificaciones de todo tipo por parte de los sectores más enrabietados del independentismo a raíz de unas declaraciones en las que afirmaba que Junts comparte muchos rasgos con formaciones de la ultraderecha... y constatamos que las descalificaciones chapuceras de las que ha sido objeto están empapadas de xenofobia

 "Por más que se quiera mirar hacia otro lado debe constatarse que una de las secuelas del proceso independentista que permanece después de su quiebra es la persistencia de un clima de polarización y división, latente en el conjunto de la sociedad , pero especialmente virulento en el mundo de las redes sociales hasta el punto de hacer imposible una conversación cívica argumentada. 

 Uno de nuestros compañeros de la Redacción de política&prosa, Steven Forti, está siendo objeto de una campaña de descalificaciones de todo tipo por parte de los sectores más enrabietados del independentismo a raíz de unas declaraciones en las que afirmaba que Junts comparte muchos rasgos con formaciones de la ultraderecha. Una afirmación que se deriva de las concomitancias del nacionalpopulismo con la nueva extrema derecha, como explica el propio Steven Forti en su libro Extrema derecha 2.0 recién publicado.

 Un libro en el que se identifican como características clave de esta nueva extrema derecha: una estrategia política dirigida a polarizar la sociedad con temas divisivos expresados ​​con posverdades y fake news; a recrear un sentimiento de comunidad sobre la base de agitar el espantajo de un enemigo exterior; y, por último, a utilizar las instituciones democráticas para vaciarlas de su alma liberal.

 No es ninguna exageración atribuir al proceso independentista que hemos sufrido estas tres características: polarización, posverdad, iliberalismo. Así lo hemos denunciado sobradamente en nuestra línea editorial que hoy reafirmamos para mostrar nuestra solidaridad con el profesor Steven Forti. Finalmente, constatamos que las descalificaciones chapuceras de las que ha sido objeto están empapadas de xenofobia y no hacen más que avalar su diagnóstico sobre las derivas de los nacionalpopulismos."                      (Política&prosa, 15 novembre 2021)

16/11/21

Paola Lo Cascio, politóloga y de izquierdas, sufre profusa y sistemáticamente el acoso del independentismo

 "(...) Paola Lo Cascio, historiadora y politóloga y profesora de la UB, refiriéndose a las elecciones del 14 de febrero en Cataluña y en relación con el pacto firmado por las fuerzas independentistas para no pactar con el PSC para gobernar Cataluña, dijo: “…mirado con un poco de distancia, no deja de ser muy sorprendente y atípico en el panorama de las democracias consolidadas europeas que existan cordones sanitarios no con respecto a la ultraderecha --como en muchos sitios se está haciendo, con o sin papeles de por medio-- sino contra una fuerza política de la familia socialdemócrata”. Por cierto, esta historiadora, politóloga y de izquierdas sufre profusa y sistemáticamente el acoso del independentismo.

La confianza inicial del independentismo en conseguir sus fines debido a su propia situación de privilegio --el dominio de los recursos públicos, el silencio durante décadas de gran parte de la población catalana, el dominio de los medios de comunicación, la propia capacidad de organización y de movilización, o el uso de un lenguaje sistemáticamente falacioso y confuso, más pensado para la adscripción emocional que para la reflexión sensata-- se ha vuelto agresividad ante el fracaso. 

No sólo fracaso por no haber conseguido la independencia en el tiempo propuesto, también se trata del fracaso ideológico al irse desmontando, una a una, las falacias en las que se sustentaba el argumentario independentista. Todo se iba a conseguir, mediante la unión del independentismo, en pocos meses; el movimiento era pacífico; la base independentista se iría ampliando; habría un movimiento internacional de reconocimiento, el gobierno español no se atrevería a intervenir, etc.

La realidad es que hemos visto violencia física en las calles y violencia verbal en las redes. También hemos visto que progresivamente, voces no independentistas, han empezado a hablar y el acoso, inicialmente sufrido en silencio, ya se atreve a ser denunciado en público.

Aunque el independentismo siga llamando fascistas a los que no piensan como ellos, la realidad es que la izquierda ha sido especialmente perseguida por el independentismo, como demuestran los ejemplos anteriores. Fascismo es, precisamente, la exacerbación del nacionalismo, sinónimo de intolerancia, pensamiento único, intento de homogeneización de la sociedad y aniquilación del adversario y de las minorías. Pues eso, como dice el refrán popular, “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.

 Obviamente, el independentismo tiene derecho a existir, precisamente porque estamos en una democracia. Pero de ningún modo es admisible que, en aras de su libertad, acosen a los que no piensan como ellos. En aras, precisamente a nuestra libertad, estos comportamientos antidemocráticos y fascistoides tienen que ser denunciados. 

Nuestra obligación, como demócratas, es precisamente, defender a aquellos que se ven perseguidos y acosados por sus ideas, siempre y cuando las defiendan con argumentos y con el respeto a los demás. Vivan nuestros conciudadanos valientes que, aún a sabiendas del peligro de ser acosados, se atreven a manifestar sus ideas en público, porque ellos representan la salvaguarda de la pluralidad y de la salud de nuestra democracia, continuamente amenazada, precisamente por acosadores que se organizan para perseguir e insultar a los que no piensan como ellos."          (Mireia Esteva , Crónica Global, 15/04/21)

29/9/21

No se trata de poder consumir cultura en español hecha a mil kilómetros de aquí, si no que cultura también es crear y producir aquí en Cataluña, y los castellanohablantes en la práctica lo tenemos prohibido... es como si vivieramos en una dictadura es todo para los catalanohablantes

"(...) Queremos que entiendan de una vez, que la cultura no se trata de poder consumirla en español porque la han hecho a mil kilómetros de aquí, si no que cultura también es crear y producir, y los castellanohablantes en la práctica lo tenemos prohibido, porque como si vivieramos en una dictadura es todo para los catalanohablantes.
 
No confiamos en el gobierno central, ni en los partidos a los que votamos en Cataluña, PSC o ECP, y sería triste que desde una página como esta, solo nos escuchen los partidos de derechas.
 
 Así que ponemos nuestro grano de arena para que organizaciones de defensa de la lengua y medios de comunicación públicos se hagan eco de nuestras reivindicaciones y de la hipocresía del catalanismo que está privando a su población completamente de derechos, mientras exige a lo que se hace para todos los españoles. Queda en las manos de nosotros mismos, las personas de a pie, tú que nos lees haz algo, presiona en redes, visibiliza nuestra discriminación.

Los que más tienen en Cataluña gritan y patalean sin cesar, mientras que los castellanohablantes de media más pobres y procedentes de la emigración, no tenemos garantías de nada, ya no tenemos medios privados para crear o acceder a la cultura, y además nos vemos masacrados por el poder local catalán sin que nadie nos proteja. 
 
Quizás en los Ángeles en un país extranjero nos tratarían mejor, donde hacen festivales de literatura en español e inglés, mientras que aquí las organizaciones y los eventos, y la promoción pública, aquello que tiene incidencia directa allí donde vivimos, los planes de lectura se hacen solo en catalán y con autores catalanohablantes, y así con todo, radio, televisión, teatro, charlas, actividades culturales en los centros públicos. 
 
Incluso como relatábamos en Por qué televisiones catalanas en español, apartheid audiovisual local la producción audivisual y televisiva estadounidense cuida más a los hispanohablantes siendo muchos menos en proporción que en Cataluña que somos mayoría abrumadora."                      (Izquierda por la lengua, 23/09/21)

4/6/21

Los nacionalistas catalanes exigen que sus interlocutores se expresen en catalán, pero todo aquello que se intenta imponer acaba generando rechazo. Particularmente entre los adolescentes. Yo asumí la condición de extranjero, de que el catalán era la lengua de Cataluña y que, por tanto, había que renunciar al castellano en el trato social con los demás. Yo interiorizaba argumentos del discurso nacionalista. Me he ido desprendiendo de eso con el tiempo...

¿Somos el fracaso de Cataluña?» ¿A quiénes se refiere la pregunta de su libro?

En el prefacio del libro, detallo a que responde el título del libro. Tiene su origen en una conversación en Facebook con el hermano de un amigo de adolescencia, que me reprochó que mi familia y familias como la mía éramos el fracaso de Cataluña, por no haber abrazado la causa nacionalista, o independentista. 

Me reprochaba cómo no nos dábamos cuenta de la situación de agravio y dejación histórica a la que se había sido sometido el pueblo catalán. A partir de ahí, me pregunto si familias como la mía, hispanohablantes, que vinieron con la emigración y sus descendientes, somos el fracaso de Cataluña. El “somos” interpela a esa gente que tenemos el castellano como lengua materna, y que no hemos comulgado con la ideología nacionalista.

¿Fracaso en qué, de qué modo, por qué?

Tal cosa se entiende únicamente desde el discurso y el pensamiento de base identitaria del nacionalismo. Para mí, la Cataluña que imaginan los nacionalistas es una ficción. La realidad de Cataluña es suficientemente heterogénea como para englobar a todos los ciudadanos en un mismo “nosotros”. Incluso dentro de las comunidades lingüísticas, las sensibilidades son lo bastante diversas como para que no quepa un “nosotros” de conjunto. El discurso nacionalista es esencialista, simplificador, que transmite ideas como la de “un solo pueblo”. Desde una perspectiva más objetiva, la Cataluña de la que hablaba el hermano de mi amigo no existe. (...)

Parece resultar que el castellano es, además, la lengua vehicular dominante en Cataluña…

Hubo un momento que asumí parte del argumentario nacionalista. Con los catalanohablantes, con quien solía hablar en castellano antes de ir a la Universidad (que me lo afean varias veces) decido hablar en catalán y, de repente, mis problemas desaparecen. En el cuerpo docente hay mucha gente hispanohablante, pero la lengua única de relación entre ellos es el catalán. 

Cuento en el libro, como incluso llegué a comunicarme en catalán con gente hispanohablante, porque no quería que me reprocharan el hecho de hablar en castellano, lo que podría considerarse una falta de respeto hacia el catalán. Yo interiorizaba argumentos del discurso nacionalista. Me he ido desprendiendo de eso con el tiempo. En Cataluña, la lengua única de la Enseñanza, y así lo tienen considerado los docentes, es el catalán.

 Esta apelación del nacionalismo al “peligro”, asociada y consecuente con el victimismo, no es propia solo de la lengua. Se extiende a casi todo, desde la economía, al paisaje, pasando por la idiosincrasia…

Yo asumí la condición de extranjero, de que el catalán era la lengua de Cataluña y que, por tanto, había que renunciar al castellano en el trato social con los demás. El nacionalismo es una extraña mezcla de narcisismo, oftalmoscopia, victimismo… Desde él se puede defender una cosa y su contraria, en función de los intereses en juego. Se dicen cosas como, por ejemplo ¿Cómo puede ser que el catalán no esté reconocido como lengua oficial de la UE si lo hablan diez millones de hablantes? Pero, por otro lado, se afirma permanentemente, para justificar el arrinconamiento del castellano, que el catalán está en peligro de extinción. 

Cosa que no se corresponde con los baremos fiables que se utilizan para medir el desarrollo de las lenguas. El catalán y el castellano son, además, lenguas muy próximas. Los nacionalistas catalanes no se conforman con el hecho de poder hablar en catalán cuando quieran, sino que exigen que sus interlocutores se expresen en esta lengua. 

Entonces, el catalán va derivando cada vez más en un cascarón formal, en la lengua de la Administración, de la Enseñanza, de TV3… En un reducto defensivo, victimista, que flaco favor le hace a la propia lengua.

Todo aquello que se intenta imponer como, en este caso, el catalán, acaba generando rechazo. Particularmente entre los adolescentes. La lengua catalana se asocia a la Administración. Tengo la sensación de que el castellano se está convirtiendo en Cataluña en una especie de lengua transgresora. Cuando uno sale del ámbito institucional como, por ejemplo, los patios de los institutos, hay quienes se pasan al castellano. Teniendo en cuenta que, en cualquier caso, la situación es muy diversa. 

¿Encapsulado, instrumentalizado políticamente, ritualizado… no se está contribuyendo a que al catalán le ocurra algo parecido a lo que sucedió con el latín en la Iglesia?

Este empeño por crear desde la Administración una especie de burbuja identitaria, no ayuda nada a que el catalán funcione como lengua de cohesión social. La evolución de las lenguas escapa al control de cualquier burocracia. Se van expandiendo por las necesidades de los hablantes que, en la comunicación, tienden a un comportamiento lo más pragmático posible. Utilizan la lengua con la cual les es más cómodo comunicarse.

 Es curioso comprobar como los niños emigrantes, con terceras lenguas de origen, a pesar de tener el primer contacto con el catalán en las escuelas, acaban pasándose al castellano, de manera natural. En los años 80, todavía había algunos profesores que utilizaban el castellano para dar las clases. Pero eso se fue perdiendo. Se habla de que entre 12.000 y 14.000 enseñantes, que no cumplieron los requisitos exigidos de catalán, se fueron de Cataluña. Así, se modificó el propio cuerpo docente. Los que fueron entrando lo hicieron con el convencimiento de que la única lengua que debía utilizarse con los alumnos y entre profesores era el catalán. 

A una compañera, alguien le preguntó si entre profesores de lengua castellana hablábamos en castellano. Yo hablaba en castellano con mis alumnos en clase, porque soy profesor de castellano, pero cuando salía del aula les hablaba en catalán. Algo completamente artificioso, que no entendían los alumnos. Todo esto pone de manifiesto la presión ambiental, sutil, pero presente.

¿Esta esquizofrenia no pone de algún modo de manifiesto un divorcio entre espacio político y territorio lingüístico y, de hecho, un menosprecio de la propia lengua, que se habla en otros lugares que no son Cataluña?

Cómo dice Ovejero, cualquier frontera es un fracaso. Y me parece un disparate el intentar crear nuevas fronteras, que incluyen convertir a los propios conciudadanos en extranjeros. Querer a la lengua conlleva promover la literatura, el teatro, el cine… Pero aquí como lo que se premia y subvenciona es lo que, independientemente de la calidad, se asocia o adhiere al nacionalismo, se acaba contribuyendo a empeorar los productos culturales, y la propia lengua."                     

(Entrevista a Iván Teruel, Profesor de lengua castellana, da clases en el instituto de Enseñanza Media de Llançà. Ahora publica ¿Somos el fracaso de Cataluña?, elTriangle, 30/08/21)

6/5/21

Grupo Koiné cree que el franquismo quiso usar la inmigración como "solución final" contra el catalán

 "Grupo Koiné insiste en señalar a la inmigración española en Cataluña como instrumento de la dictadura franquista para acabar, según ellos, con la lengua catalana. Así lo sostienen los once miembros actuales de esta agrupación que, hace justo cinco años, impulsó un manifiesto para criticar la oficialidad del bilingüismo en la comunidad autónoma. Una postura que mantienen y que llevan aún más allá, si cabe, en pleno 2021.

 En un artículo publicado este lunes en el diario El Punt Avui, los integrantes de Grupo Koiné rechazan las acusaciones de "racismo" recibidas por sus postulados ultranacionalistas y excluyentes en los últimos años. Algo que atribuyen a la "tergiversación", según ellos, "de la frase en la que recogíamos las denuncias previas sobre cómo la dictadura quiso emplear y estimular las corrientes migratorias como una herramienta para el genocidio lingüístico y cultural por la vía de la minorización demográfica de los catalanes en nuestro propio país" [sic]. 

Una tesis que, según creen, "el mundo académico ha seguido consolidando" con "estudios" sobre "la llamada ingeniería social de las migraciones" utilizadas por "dictaduras" y "regímenes totalitarios" como "instrumento político" en otros países. Algo a su juicio equiparable en el caso español, pues a su modo de ver "nos parece innegable que la dictadura franquista aspiraba a una solución final basada en la residualización demográfica de los catalanes".

"El catalán, lengua territorial de Cataluña"

Grupo Koiné, asimismo, rechaza ser "supremacista" y dirige tal calificativo contra el "supremacismo españolista" que, según ellos, pretende "imponer" el castellano en detrimento de otras lenguas. 

 E identificándolo, de paso, con "el Estado español, que como poco desde 1714 en adelante ha luchado" para imponerlo "en todos los territorios y naciones que, conformes o por la fuerza, formaban parte de él" [sic]. 

A pesar de tales soflamas, los impulsores del Grupo Koiné niegan defender el monolingüismo en Cataluña y se presentan como defensores de "todas las lenguas" y del "multilingüismo". Dejando claro, eso sí, sus condiciones, apuntadas ya en su manifiesto fundacional: entre ellas, "restituir al catalán el estatus de lengua territorial de Cataluña" --algo que, sin embargo, ya se contempla el actual Estatuto de Autonomía, con el castellano como lengua cooficial-- "con todas las medidas necesarias" para construir lo que ellos consideran "un país normal", pues a su modo de ver en Cataluña existe "un proceso de sustitución lingüística".

Laura Borràs, entre sus firmantes en 2016

Al igual que ocurrió en 2016 con el lanzamiento de su manifiesto, firmado por "276 personalidades" --entre ellas, la actual presidenta del Parlament de Cataluña, Laura Borràs (JxCat)--, el nuevo escrito de Grupo Koiné ha generado numerosas críticas en las redes sociales, donde algunos internautas --como el sindicalista y abogado Joan Coscubiela-- han recordado que fenómenos migratorios similares también se produjeron en otros territorios como Madrid --hecho que, por sí solo, ya desmonta sus teorías--, y por razones sociales y económicas al ser, al igual que Cataluña, uno de los principales polos industriales de España.

 "No sé qué es más grave. Si la teoría del genocidio contra el catalán o la negación de las causas económicas y sociales de la inmigración. ¿Cómo explican la inmigración andaluza en Madrid? ¿Es una estrategia de Al Andalus para descastellanizar España? Son tan clasistas como racistas", afirma Coscubiela, crítico con los autores de tal manifiesto."                  (Crónica Global, 05/04/21)