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16/9/13

¿Quién nos engañaba cuando, en los años 60 y 70, gritábamos en los conciertos de Lluís Llach, de Raimon, aquello de 'libertad, amnistía y estatuto de autonomía'?

"El ex presidente de la Junta de Extremadura e histórico ex dirigente del PSOE, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ha acusado a los nacionalistas y a buena parte de la izquierda catalana de haber engañado a aquellos que, como él, en el tardofranquismo y en la Transición compartieron con ellos la defensa de un modelo descentralizado del Estado, cuando en realidad solo era un paso más hacia la independencia.

En un duro artículo publicado este sábado en El Confidencial, Ibarra señala:

"¿Quién nos engañaba cuando, en los años 60 y 70 del siglo pasado, gritábamos en los conciertos de Lluís Llach, de Raimon, de Maria del Mar Bonet o de Serrat, aquello de 'libertad, amnistía y estatuto de autonomía'? Los etarras que salieron de las cárceles españolas no querían libertad sino sangre. Nos equivocamos cuando se les amnistió. Los nacionalistas parece que tampoco era autonomía lo que pedían. También nos equivocamos, porque querían independencia. Unos y otro nos engañaron. Claro que entonces la izquierda catalana era para nosotros, el resto de demócratas progresistas españoles, el espejo en el que nos mirábamos. ¡Qué error, visto lo visto!".

Ibarra es especialmente crítico con el nacionalismo catalán, que tilda de "un grave problema", hasta el punto de que "en España asistimos a una situación insólita que nunca habíamos tenido en la historia: hablo de un ataque al sistema democrático desde dentro del sistema democrático". (...)

Ibarra lamenta los insultos que recibe cuanto toca el tema del nacionalismo catalán, que le acusan "nacionalista español, facha y no sé cuántas cosas más". Y los rechaza asegurando que no es "ni nacionalista español ni centralista".

De hecho, asegura que "un extremeño no le debe nada al nacionalismo español, entre otras cosas, porque su territorio y sus gentes han sido víctimas del proteccionismo de ese nacionalismo del que se beneficiaron, entre otros, la industria textil catalana, el cereal castellano y la siderurgia vasca".

Se muestra especialmente dolido con que "desde Cataluña se pongan palos a las ruedas, poniendo en peligro la convivencia y la libertad de este instrumento llamado España" cuando "los demócratas progresistas españoles hemos podido gozar de libertad plena para tratar de ganar la confianza de los ciudadanos y acceder al gobierno de España para seguir ampliando los derechos y la libertad". 

Una situación que ejemplifica en "la proclamación unilateral del Estado catalán" en octubre de 1934, y "con el pronunciamiento del Gobierno de la Generalidad de Cataluña" de 2012.

Finalmente, concluye apuntando que "ahora, los españoles nos encontramos con un ataque al Estado desde dentro del Estado y no tenemos respuesta". "No sabemos qué decir. No sabemos qué hacer. Y deberíamos intentar articular un discurso y una respuesta que pudiera dar seguridad y tranquilidad a todos los ciudadanos.

 Conviene que se tenga claro y se tome en serio. Tenemos poca experiencia en reformas constitucionales y algunos pueden pensar alegremente que saltándose las leyes y los procedimientos, aunque sea sin violencia física y con cadenas humanas, no se producirán consecuencias graves para nuestra convivencia", advierte."                 (Crónica Global, 15/09/2013

11/11/08

La bilateralidad... defensiva

"La reforma empieza en Cataluña y se extiende. Se les pregunta a los catalanes: "¿Para qué quieren reformar su Estatuto?", y responden: "Para defenderme del Estado". Y luego vienen otras comunidades y dicen: "Queremos reformar el Estatuto para defendernos de Cataluña". (JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA: "Con el Príncipe en el trono sería un buen momento para un nuevo pacto institucional". El País, Domingo, 09/11/2008, p. 6/7)

3/9/08

Identidad, empresa y balanzas fiscales en la era digital

“El grave problema que tenemos encima se une a la dificultad de comprensión de lo que está pasando… Por eso resulta tan absurdo el peligroso juego de las Balanzas Fiscales; no tanto por el mensaje que pretenden transmitir como por la incomprensión del nuevo mundo en el que estamos metidos.

El hecho de la elaboración de esas Balanzas pone de manifiesto que se sigue pensando en la empresa de hace cincuenta años, encerrada en su territorio y fabricando en cadena en ese pedazo de tierra que le daba identidad. Pasada la etapa de la localización por razones identi-tarias o de tradición y superada la deslocalización por razones de costes totales, hoy las empresas se han convertido en globalizadas, de tal manera que sus unidades de producción se fabrican segmentadamente allí donde el empresario considera más rentable su beneficio: un tornillo en Brasil, un manguito en China, un cristal en Croacia, etcétera. Atribuir los inputs de esas empresas a determinado territorio es decir medias verdades que siempre son mentiras enteras. De igual forma, las grandes unidades empresariales de nuestro país tienen su sede social en zonas donde se genera el 20% o 25% de sus ventas; el 70% u 80% restante se hace en otras áreas de España. Por cierto, como no podía ser de otra forma, puesto que cuanto más fuerte sea la empresa, más capacidad de penetración en el resto del territorio, de tal suerte que el desarrollo de unos se realiza a costa de la capacidad de compra del resto, en una ecuación directamente proporcional.

La sociedad que se está formando significa el tránsito de la era industrial a la posindustrial, y cuanto antes lo veamos, mejor. (…)

La identidad ha de ser contemplada desde una nueva visión que no tiene nada que ver con el concepto tradicional unido a territorio, lengua y cultura. Hoy la identidad sólo sirve para diferenciar entre ciudadanos digitalizados por edad o por esfuerzo de comprensión y ciudadanos analógicos. No importa dónde nacieron, cuál es su lengua o su cultura. O analógicos o digitales.” (JUAN CARLOS RODRÍGUEZ IBARRA: Crisis y políticos. El País, ed. Galicia, Opinión, 31/07/2008, p. 25)