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26/6/18

Lidia Falcón: El nacionalismo siempre es de derechas. Los dirigentes del PSUC padecieron, y hoy padecen con más fuerza, el síndrome de Estocolmo. El abandono de las luchas de clase por parte de la izquierda se refleja en las sucesivas elecciones: año 1977 obtuvo el PSUC 500.000 votos... hoy ese partido está desaparecido

"Resulta enormemente sorprendente leer encendidos elogios al nacionalismo catalán formulados por comentaristas de izquierda, que argumentan que tales teorías pertenecen desde tiempos inmemoriales a la tradición de lucha revolucionaria. Me  deja perpleja saber que los Pujol, Ferrusola, Mas y compañía pertenecen a la izquierda.

Porque la verdad es que el nacionalismo siempre es de derechas. (...)

Por el contrario, el proletariado, aprendiendo de los estudios y análisis de Bakunin y de Marx, comienza a organizarse en sindicatos y partidos que defiendan sus intereses, frente a los de las burguesías que acaparan todo el poder en Europa y en las colonias.

 Es el momento en que la Confederación Nacional del Trabajo, anarquista, tiene más de un millón de afiliados en España, la mayoría en Cataluña, y afirma que la única patria de los trabajadores es el sindicato. Este movimiento obrero rechaza rotundamente seguir las consignas disgregadoras y de enfrentamiento entre los trabajadores de las diferentes partes de España, negándose incluso a hablar en catalán y difundiendo el esperanto. Sería bueno que nuestros intelectuales de izquierda leyeran a Bakunin. (...)

Como decía Marx, el nacionalismo es un invento de la burguesía para dividir a la clase obrera. Tampoco esos ideólogos de izquierda conocen la crítica que realizó Rosa Luxemburgo del nacionalismo en su fundamental libro La Cuestión Nacional, que sería bueno que leyeran. El limitadísimo conocimiento de la historia de Europa por parte de tales intelectuales, e incluso de muchas voces de la izquierda española, dificulta mucho la comprensión de lo que ocurre en Cataluña.

Centrándonos en Cataluña la invención de la nacionalidad catalana surge a finales del siglo XIX de la mano de los representantes de la burguesía Valentí Almirall y Prat de la Riba con un discurso en el que a partir de exigir el reconocimiento de las singularidades y particularidades de los catalanes se proponen un único objetivo: obtener mayores privilegios para los fabricantes y comerciantes en el reparto de los impuestos estatales y de las cargas aduaneras. Impulsado por estos próceres en 1885 se presentó al rey Alfonso XII un Memorial de greuges, en el que se denunciaban los tratados comerciales y las propuestas unificadoras del Código Civil, y en 1886 los empresarios organizaron una campaña contra el convenio comercial que se iba a firmar con Gran Bretaña. 

Ambos constituyeron la Lliga Regionalista, de la que Prat de la Riba fue uno de sus principales líderes. Los dos son representantes típicos de la burguesía de finales del XIX y principios del XX que defendían sus beneficios frente a la competencia de los fabricantes ingleses, franceses y alemanes, exigiéndole al gobierno español cada vez mayores privilegios.

Son los burgueses los que construyen la teoría de la identidad propia de Cataluña, puesto que difícilmente los obreros y las obreras podían dedicarse a tan imaginativas tareas sometidos a la salvaje explotación de los industriales catalanes, propia de la época del industrialismo, y sobre todo teniendo en cuenta que el proletariado en Cataluña está compuesto también con la inmigración masiva de los campesinos y campesinas hambrientos del resto de España.

 Como deberían saber los comentaristas de izquierda —y los historiadores de toda laya— de esta cuna y no de otra procede el nacionalismo catalán. A la que se sumaron otros más que elaboraron una ideología para implantar en el ánimo de los ciudadanos catalanes el sentimiento de pertenencia a un pueblo “especial” —no exactamente el escogido por Dios como creen los judíos sionistas, pero en esa misma línea—. 

Virtudes e identidad, vagos componentes de un alma distinta a la de los demás españoles, que nadie más que ellos conoce, pero cuyo precio sí pueden exigir: que los impuestos que pagan al Estado central se queden en Cataluña, para hacer aún más rica y próspera a su burguesía, que ya se encargará por sí misma de explotar a sus trabajadores, catalanes o no.  (...)

Por si cabe alguna duda de los motivos económicos que llevaban a la burguesía a defender y difundir el nacionalismo  es bueno leer las Memorias de Francesc Cambó, donde escribe: “Diversos motivos ayudaron a la rápida difusión del catalanismo y la aún más rápida ascensión de sus dirigentes. La pérdida de las colonias, después de una sucesión de desastres, provocó un inmenso desprestigio del Estado, de sus órganos representativos y de los partidos que gobernaban España.

 El rápido enriquecimiento de Cataluña, fomentado por el gran número de capitales que se repatriaban de las perdidas colonias, dio a los catalanes el orgullo de las riquezas improvisadas, cosa que les hizo propicios a la acción de nuestras propagandas dirigidas a deprimir el Estado español y a exaltar las virtudes y merecimientos de la Cataluña pasada, presente y futura”.

 El nacionalismo catalán empezó a tener importancia política con la victoria electoral en 1901 de la Lliga Regionalista,  partido conservador sin duda, al que siguió Solidaridad Catalana, fruto de la coalición de varios grupos que en las elecciones de 1907 obtuvo 41 de los 44 escaños del congreso catalán. 

Pero poco emocionados debían estar los obreros con tal partido cuando desencadenaron La Semana Trágica de Barcelona que ocasionó la disolución de Solidaridad. Los líderes de la Lliga consiguieron en 1913 la creación de la Mancomunidad de Cataluña, una especie de gobierno autónomo que englobaba las 4 diputaciones provinciales y que a partir de 1918 fue el partido más importante de Cataluña, aunque nunca consiguió la mayoría de los escaños catalanes en las Cortes Generales españolas. 

Su evidente adscripción a la derecha le impulsó a participar en los últimos gobiernos de la Restauración y en 1923 no se opuso a la dictadura de Primo de Rivera, que sin embargo disolvió la Mancomunidad. Por su parte, la mayoría del proletariado apoyaba el anarquismo, representado por la CNT.  (...)

tampoco bajo la dictadura se definían independentistas los de CIU y todos los de ERC. Pero precisamente porque no lo eran, no sé a qué viene ahora mostrarse tan apasionada y febrilmente independista cuando las represiones franquistas han desaparecido. 

Afirman que ese cambio se debe a que el Estado español está controlado por una casta responsable del enorme retraso social de España, incluyendo Catalunya, y que nunca aceptará la plurinacionalidad de España. Y me pregunto perpleja, ¿ahora se acaban de enterar? ¿Ha tenido que llegar el año 2010 para que las izquierdas se enteraran de que la derecha española es reaccionaria y responsable de la miseria de su pueblo?

 Pero de todo el pueblo español, no solo el catalán. Y la izquierda catalana, ante esta evidente explotación, escoge separarse del resto de España, para preservar los bienes y riquezas de su burguesía —una de las más corruptas del país—, y dejar a los trabajadores y las trabajadoras de las otras regiones abandonados a su miseria secular, en vez unirse y luchar juntos por acabar con este régimen monárquico, capitalista y patriarcal que nos está esquilmando a todos y todas las ciudadanas.

Que el Partit Socialista Unificat de Catalunya se sumara a las reivindicaciones nacionalistas en los tiempos de la dictadura no significa que tales reivindicaciones sean de izquierda. La convocatoria, suicida, de manifestarnos en los años sesenta el 11 de septiembre para conmemorar el momento en que hirieron al Conseller Casanovas, que nos imponía el PSUC, solamente favorecía a los Heribert Barrera y los Pujol, que nunca vi en aquellas manifestaciones.

 Los dirigentes del PSUC, como tantos otros que fueron de izquierdas, padecieron, y hoy padecen con más fuerza, el síndrome de Estocolmo, como con tanto acierto definía Carlos París. Se les metió en la cabeza que la lucha contra el franquismo era defender las reclamaciones —muy tímidas entonces— del nacionalismo catalán, y lamentablemente hoy siguen en la misma línea.

 El resultado está a la vista: el abandono de las luchas sociales, el sometimiento del movimiento obrero a las condiciones del gobierno de la Generalitat,  y la utilización de las organizaciones culturales y políticas a la reclamación de la independencia, olvidando el lamentable estado en que se encuentran la sanidad, la escuela, la Universidad, la justicia, la asistencia social, las mujeres, catalanas. 

Este abandono de las luchas de clase por parte de la izquierda se refleja en los resultados de las sucesivas elecciones desde finales del siglo XX. Mientras el año 1977 obtuvo el PSUC 500.000 votos, hoy ese partido está desaparecido, y todo el cinturón rojo de Barcelona que votaba comunista vota CIU.  (...)

Lo que es realmente irritante es que los defensores del referéndum se camuflen bajo la añagaza de que no se trata de pedir la independencia sino de votar una consulta. En primer lugar, si las izquierdas, como aseguran, no quieren la independencia sino el federalismo, lo que deben hacer es defender este y dedicar todos los esfuerzos, tiempo y dinero en explicarlo a la ciudadanía, tan ayuna de conocimientos políticos, en vez de darse abrazos y dejarse fotografiar con Artur Mas.

En segundo y no menos importante, es no engañar a sus electores y ciudadanos en general. Porque ese plebiscito está espúreamente publicitado por el gobierno, CIU y Esquerra, con los fondos de la Generalitat, con el propósito de convencer a los que viven en Cataluña de las ventajas que obtendrán con su propio Estado, trastocando el objetivo de la consulta al asegurar que no se trata de optar por la independencia sino de decidir.  (...)

Y ahora las brigadas que en número de 8.000 personas se dedican a recorrer casa por casa, intimidando a sus habitantes con una encuesta tendenciosa, destinada a demostrar que la mayoría de los catalanes quiere la independencia, y cuya primera pregunta es tan falsaria como afirmar: “Si Cataluña fuera un Estado tendría entre 8.000 y 16.000 millones de euros más”.  (...)

No cabe duda de que Franco fue el que más catalanes convirtió al independentismo, con sus medidas de abolición del Estatuto y de persecución del idioma, pero les aseguro que resultaba mucho más agradable y alentador vivir en Barcelona en esos trágicos años, hermanados todos, catalanes, castellanos,  murcianos y andaluces antifranquistas en aquella interminable lucha contra la dictadura, que hoy, cuando restaurada esta democracia burguesa resulta que los que seguimos siendo de izquierda pero no nos mostramos de acuerdo con ese remedo de referéndum y la reclamación de la independencia, somos enemigos de la patria, tildados de nacionalistas españolistas, término que equiparan al de fascistas.

Para informar a los que lo ignoren no está de más recordar las declaraciones que han venido realizando los prohombres del nacionalismo catalán, rotundos enemigos de cualquier izquierda -que mala memoria tienen los articulistas-, para que de una vez se conozca la ralea de semejante casta. Aquí están algunas de las perlas que vertió Heribert Barrera, Presidente de ERC, en el libro Què pensa Heribert Barrera en 2001:

“Veo el futuro un poco negro. Si continúan las corrientes migratorias actuales, Cataluña desaparecerá”. “[Cuando] el señor Jörg Haider [líder nazi austriaco, fallecido en 2008] dice que en Austria hay demasiados extranjeros no está haciendo ninguna proclama racista”. “No pretendo que un país haya de tener una raza pura; esto es una abstracción. Pero hay una distribución genética en la población catalana que estadísticamente es diferente a la de la población subsahariana, por ejemplo. 

Aunque no sea políticamente correcto decirlo, hay muchas características de la persona que vienen determinadas genéticamente, y probablemente la inteligencia es una de ellas”…“El cociente intelectual de los negros de Estados Unidos es inferior al de los blancos”…“A mí no me parece fuera de lugar esterilizar a una persona que es débil mental a causa de un factor genético”…“Tenemos escasez de agua. Si en lugar de seis millones fuésemos tres, como antes de la guerra, no tendríamos este problema. 

Cualquier científico objetivo sabe que el principal problema ecológico es el exceso de población”…“Una política que signifique instituir una situación permanente de bilingüismo implica la desaparición de Cataluña como nación. […] Por razones de unos derechos morales e históricos, reivindico que Cataluña sea monolingüe”… “Lo que complica bastante las cosas es que es más difícil integrar a un latinoamericano que a un andaluz. El único recurso que tendremos para subsistir [si Cataluña no se separa del resto de España] es ser un grupo étnico, una minoría nacional en el territorio de Cataluña”. 

Con este tipo de declaraciones se entiende que uno de los primeros políticos que rindió homenaje a Barrera tras su muerte fuera el líder de la xenófoba Plataforma per Catalunya, Josep Anglada. Estas declaraciones fueron defendidas en varias ocasiones por Jordi Pujol y Marta Ferrusola, con semejantes y parecidas expresiones.

Resulta absolutamente inaceptable que los partidos y formaciones de izquierda en Cataluña se alineen con semejantes personajes y sus secuaces, como Artur Mas, que, a mayor abundamiento, han demostrado que su principal objetivo al detentar el poder es apropiarse de los bienes de todos para su mejor beneficio."             (Lidia Falcón, Público, 06/10/14)

28/11/17

Carta de un "mursianu" de la CNT a Gabriel Rufián.

"(...) Carta de un "mursianu" de la CNT a Gabriel Rufián.

Ilustrísimo tuitero y diputado (por este orden).

Me llega al más allá un tweet de su señoría de hoy 20 de Noviembre que reza los siguiente: "42 años de la muerte en la cama de Franco y 81 del asesinato en el frente de Durruti. Que no fuera al revés ayuda a entender alguna cosa.". 

Dicho tweet me hace removerme en mi tumba, más que nada porque yo llevo muerto de antes que naciera usted y se algo más de lo que usted de lo que pasó hace 81 años y me duele profundamente que representando a quien representa reinvidique una figura como Buenaventura Durruti. Así que permita que le explique algo que entiendo que usted desconoce o peor pervierte y manipula.

Le voy a hablar de un pueblecito de Girona, a apenas 15 km de la capital, en un entorno idílico en el valle de un río rodeado de montañas. Allí caí yo a principios de los 30 siendo un adolescente que huía de la miseria, el hambre y la incultura de su tierra natal. 

Primero pasé por Barcelona y allí me dijeron que en aquel pueblo había unas minas y necesitaban mano de obra y para allá que me fui. No sabía leer ni escribir. Recuerdo que con 6 años ya iba al campo a llevar la comida a mi padre jornalero. El cambio que encontré en aquel pueblo a mi tierra era como cambiar de siglo. En el pueblo ya existía una industria importante, la fuerza del agua del río era fundamental y en la España seca no tenemos ese don de la naturaleza. 

La fábrica Burés, cuyos propietarios eran la familia Juncadella (pata negra de la burguesía barcelonesa), emparentados directamente con la familia Salisachs, no sé si le sonara señoría, pero si juntamos los apellidos Samaranch y Salisachs seguro que sí ¿verdad?, todo queda en familia en Catalunya, en eso no existe hecho diferencial, salvo que aquí nunca gustaron los títulos nobiliarios. Pues bien en esas fábricas trabajaba la clase obrera del pueblo. No podemos hablar de condiciones laborales idílicas pero si al menos de sueldo, cobijo y en muchos casos incluso escuela. 

Esas industrias hacían que prácticamente todo el pueblo tuviera ocupación y por lo tanto se necesitaba mano de obra para los trabajos más rústicos y duros. Ahí entramos nosotros, gentes que desde los años 20 llegaron de otros lugares de España. Fue destacable la diáspora de murcianos (mursianus) tanto que a todos los forasteros de fuera de Catalunya se los conocía popularmente como "mursianus" aunque muchos eran castellanos o aragoneses.

Pues bien señoría cuando se alumbró la II República, muchos de aquellos parias de la tierra pensamos que era nuestra oportunidad por fin, aunque muchos como yo no creyésemos en ella. Una corona o un mujer enseñando los pechos y enarbolando una bandera no dejan de ser dos caras de la misma moneda: el puño opresor del estado. 

Unos solo querían cambiar el estado, invertir los términos y que los opresores pasaran a ser los oprimidos. Otros como yo creímos siempre en el ser humano, con la capacidad de autoregularse y convivir en paz sin la necesidad del estado como árbitro, sin oprimidos ni opresores. 

A los anarquistas nunca nos gustó la segunda república que tanto venera, la consideramos un mal menor, una transición a la verdadera revolución, que eliminase el estado como rector de la vida, pero primero había que derrotar a la reacción y después ya vendría el marxismo y el comunismo a las órdenes de la URSS. Si queríamos derrotar al fascismo debíamos unir fuerzas y así lo hicimos, creamos las milicias antifascistas y allí había una amalgama de enemigos irreconciliables. 

Nada más doloroso para un anarquista que tener que pactar o al menos hacer ver que se toleraban con los nacionalistas identitarios de ERC, los cuales en su mayoría eran pequeños burgueses con negocios capitalistas. Ya sabe: en los pueblos todo el mundo se conoce.

Muy probablemente señoría fueron aquellos pactos contra natura, quienes nos llevaron a la derrota en el 39. Es más. Le aseguro que muchos de aquellos que pactaron con nosotros respiraron aliviados cuando Franco entró por la Diagonal, quemaron cualquier recuerdo de su pasado reciente y estiraron el brazo para gritar "Arriba España" con acento del interior de Girona. 

Y cuando llegó la Guardia Civil a los pueblos a preguntar quien había sido, con ese mismo acento y sus 8 apellidos catalanes, fueron muchos quienes dijeron: "han sido los "mursianus" de la CNT mi alferes". 

Los que tenían pasta se fueron al exilio y los que no culparon de todo a los forasteros, quienes fueron en su mayoría quienes acabaron en los batallones de castigo o peor, en las cunetas. ¿A quién creer? ¿A un pobre labrador o minero o al "señor" de bien que regentaba un negocio?

Los del negocio, los que votaban a ERC, volvieron a abrir la persiana el 2 de Abril del 39, la burguesía recuperó su fábrica y los "mursianus" de la CNT al trabajo forzado, las palizas y la miseria. 5 años después pude volver al pueblo, pero nadie me daba trabajo además de tener que ir cada semana a "fichar" al cuartel hasta la amnistía de los 25 años de paz. 

Mientras sobreviviendo como podía haciendo los trabajos más duros, con los sueldos más míseros. La construcción de los pantanos de Sau, Susqueda y el Pasteral fue mi salvación. Me casé y tuve hijos nacidos ya en Catalunya, cuando todo parecía por fin ir bien enfermé gravemente de silicosis. 

Años de tragar polvo y, tal vez mi ignorancia, lo achaca un poco también a las condiciones en el batallón de castigo de después de la guerra. Empecé a tener que pasar temporadas en el hospital del tórax en Terrassa hasta que al final fallecí sin haber conocido a la mayoría de mis nietos, ni tan siquiera tuve derecho a una pensión y los últimos años viví gracias a mis hijos.

Usted señoría representa a un partido burgués, que de izquierda solo tiene el nombre, de gente de bien, de misa dominical y que le pagaba el desayuno en el bar del pueblo a la guardia civil, de chivatos por salvar su culo y sobre todo un partido que hace de la identidad nacional su razón de ser, todo lo contrario de lo que fue la CNT/FAI. Durruti jamás quiso saber nada de ERC. 
Es más la mantuvo a raya, sabía perfectamente quienes eran y de donde venían, del fascismo reaccionario de Estat Catalá.

Le voy a pedir una cosa: visite el pueblo. Se llama Anglés en Girona, si nunca va verá un pueblo de clase media, de funcionarios y pequeños burgueses que cuelgan la estelada, presuntos oprimidos, cuando pase por la ahora abandonada fabrica Burés verá a continuación un seguido de casas baratas construidas en los años 50, muchas de ellas ya abandonadas y la mayoría que amenazan ruina, en una de ellas verá la única bandera española de todo el pueblo, en el lugar más humilde del pueblo. 

Después si quiere pase a verme. No tiene perdida. Es el único nicho del pueblo en cuya lápida hay siempre un adhesivo de la CNT. Mi nieto viene una vez al año a reponerlo."            (Santi Ledesma 20 de noviembre a las 10:15 , en Rebelión, 25/11/17)

25/2/16

La izquierda catalana, en vez de subordinarse al independentismo burgués, debería reivindicar una República Federal como marco de convivencia para los pueblos de España

"(...) El movimiento obrero catalán siempre se ha mostrado hostil al nacionalismo burgués y pequeñoburgués. Lo fue antes de la guerra civil, bajo la hegemonía de la CNT y cuando la emigración procedente del resto de España era minoritaria entre la clase obrera catalana, como lo fue después de la Dictadura cuando el grueso de la clase trabajadora venía de la inmigración del resto de España.

No debe confundirse el apoyo de los trabajadores a las justas reivindicadores democráticas a la autonomía de Catalunya, tanto en la etapa republicana como en la época de hegemonía del PSUC, con la entelequia del “catalanismo popular”; en realidad, una respuesta de historiadores como Josep Termes o Albert Balcells a las tesis de Jordi Solé Tura sobre el origen conservador del catalanismo.

 De hecho, durante el periodo autonomista, la clase trabajadora dio su apoyo al PSC-PSOE y ahora bascula, como se ha visto en las últimas convocatorias electorales, entre Ciutadans y En Comú Podem. La primera una fuerza radicalmente anticatalanista y la segunda una formación cuyo atractivo en el terreno nacional radica plantear un referéndum de autodeterminación, pero para continuar dentro de España.

Los planteamientos de Nuet y por extensión de las plataformas arriba citadas, vuelven a repetir los errores del llamado catalanismo de izquierdas, ahora denominado de izquierda soberanista. Unas tesis que han derivado en su subordinación a los postulados del nacionalismo, ahora independentismo, pequeñoburgués representado por ERC y CUP y que resultan contradictorios con las inquietudes sociales y sentimientos identitarios de su base social.

La izquierda catalana, en vez de subordinarse a la hoja de ruta soberanista, debería oponerse firmemente al proyecto secesionista y plantear una alternativa que, en la tradición de Pi i Margall, pasa por la reivindicación por la República Federal como el marco de convivencia para los pueblos y naciones que conforman el Estado español."            (El Viejo Topo, 25 febrero, 2016,  Antonio Santamaría)

18/5/15

El nacionalismo catalán quiere hacerse... anarquista. O sea, internacionalista... cousas veredes

"(...) hace pocos días un buen amigo me hizo llegar el programa de unas jornadas de debate en las que se trazaba un paralelismo entre el movimiento libertario y el nacionalismo secesionista. 

Mi colega incluía en su nota una fotografía del evento en la que se mostraba una bandera estelada, supuestamente anarquista, en la que el triángulo azul era sustituido por otro en negro con una estrella roja de doce puntas en su interior. 

No me causó sorpresa. A veces he llegado a pensar que la espiral de silencio que impera en algunos ámbitos de este país nos ha hecho insensibles ante los dislates del nacionalismo. (...)

El colmo del oportunismo histórico lo hemos observado recientemente en la interpretación, descontextualizada, de las ideas y palabras de diferentes líderes libertarios. A ojos de los hooligans nacionalistas aquellos próceres de la divina acracia fueron, en su época, soberanistas declarados. Nada más lejos de la realidad.

 Permítame, al respecto, que de la mano de la hemeroteca recupere un texto firmado por Joan Peiró. El escrito fue publicado en Solidaridad Obrera, el 5 de mayo de 1931 Considero que nos permitirá salir de dudas y desmontar el intento de instrumentalizar el movimiento libertario por parte de algún nacionalista sin escrúpulos. 

Bajo el título: 'El Nacionalismo y la libertad de los pueblos' la 'Soli' publicó: "La línea divisoria que separa el nacionalismo del federalismo y de la libertad basada en la solidaridad universal entre los pueblos, es el fundamento de los principios de la CNT frente el balbuceante separatismo catalán".

Más adelante añadía: "La lengua, la cultura, las tradiciones y ni aun la diferencia de razas no son para nosotros motivo para dividir a los hombres con el artificio de las fronteras… y este delirio de grandezas y este egoísmo, sazonado con el fanatismo por las fronteras podrían un día poner en peligro el mínimo de libertades individuales y colectivas conquistado con el esfuerzo de todos".

Por si fuera poco Joan Peiró completaba sus ideas con unas palabras que permiten un cierto paralelismo con el momento político actual:  

"Yo declaro serenamente que en el ciudadano Francesc Macià veo a la ecuanimidad y el espíritu liberal personificados… pero al lado de Macià veo la tétrica sombra del nacionalismo que jamás ha dejado de conjugar con el sentido reaccionario de la vida política de los pueblos, y veo a grandes legiones de burgueses que giran alrededor del separatismo y semejan enormes buitres en espera de hincar el pico en el proletariado catalán. Así acaban todos los nacionalismos".

A la vista de lo expuesto recomendaría a los escribas soberanistas un poco de rigor. Sé que el nacionalismo es omnívoro y desea devorarlo todo. Lo sé, pero ándense con cuidado. No todo es digerible. La bandera rojinegra se les puede indigestar. Es internacionalista, no entiende de patrias, ni de dioses, ni tribunos."          (Joan Ferran, Crónica Global, Jueves, 30 de abril de 2015)

26/12/13

No creo que la historia del anarquismo, las ejecuciones en Montjuic, la organización de grupos de pistoleros por parte de la patronal, el terrorismo anarquista o el anticlericalismo, pueda interpretarse como una historia de España contra Cataluña

"(...) Pese a lo bonita que puede resultar la celebración, no hay un hilo conductor que una aquel pasado de 1714 con el presente, como si la historia de España de los siglos XVIII, XIX y XX hubiera sido una lucha continua de España contra Cataluña y del “pueblo” catalán contra España para mantener sus libertades.

La historia proporciona abundantes ejemplos de lo contrario y si ampliamos el enfoque a una historia social, y no solo política e institucional, donde los obreros y campesinos, clases trabajadoras en general, se constituyen en el principal sujeto histórico, el objeto de estudio “España contra Cataluña” constituye una clara simplificación.

 Una historia que deje de concentrarse en las vidas y acciones de los dirigentes y preste atención, por el contrario, a amplios segmentos de la población y a las condiciones bajo las que vivían, que desplace el foco de interés desde las élites a las vidas, actividades y experiencias de la mayoría de la población, proporcionaría resultados distintos.

 No creo, por ejemplo, que la historia del anarquismo, tan presente en la Cataluña contemporánea, sus conflictos, luchas de clases y violencia, las ejecuciones en Montjuic, la organización de grupos de pistoleros por parte de la patronal, el terrorismo anarquista o el anticlericalismo, pueda interpretarse como una historia de España contra Cataluña.  (...)

Promover una buena educación sobre la historia parece a muchos irrelevante, pero, mientras tanto, las celebraciones oficiales siguen alimentando relatos míticos, simplificados, para consumo popular, a mayor gloria del poder.

 Por eso solo generan polémicas y fuertes disputas políticas y mediáticas los congresos de historiadores donde está en juego un relato en el que el pasado se hace presente, aunque solo en las partes que cumplen la función deseada. El resto de los congresos, como sabemos muy bien los historiadores, pasan, afortunadamente, visto lo visto, desapercibidos."          ( , El País,11 DIC 2013 )

6/11/13

¡Ni uno solo de los republicanos españoles que murieron dio su vida por la esclavización de Cataluña y del País Vasco que pretendéis! ¡Cuantos murieron, dieron sus vidas por la República, por la libertad de España y por la realización de una profunda justicia social!"

"(...) Juan García Oliver, uno de los dirigentes más extremistas de la poderosa y legendaria CNT. (...)

La organización de Fernàndez se declara asamblearia y es independentista; postula la separación de los Países Catalanes del conjunto de España, una España detestada. ¿Qué pensaba de ello García Oliver, anarco-sindicalista de Reus? No qué pensaría hoy, sino ¿qué pensaba al respecto entonces?

En sus memorias El eco de los pasos (Ruedo Ibérico), publicadas en 1978, citadas aquel día bronco en el Parlamento autonómico, pueden leerse en sus más de 600 páginas cosas como las siguientes: "No compartimos el concepto político del nacionalismo" o "la CNT no consentirá nunca que España sea partida en dos". 

El autor argüía que la Confederación Nacional del Trabajo no representaba sólo a sus trabajadores de la España liberada, sino también a los de la otra media. Como anarquista era enemigo del Estado, pero se mostraba plenamente adherido a España; dos realidades distintas. Esta es la cuestión.

Denunciaba García Oliver que se achacara a "la abstracción España" la responsabilidad de las destrucciones producidas en Cataluña y el País Vasco por causa de la Guerra Civil. Ese arreglo de la historia falsea lo que pasó y promueve el error y el delirio. 

Pero, "no, amigos autonomistas de ayer, separatistas de hoy": apartadas de España, ambas comunidades "serían dos piedrecitas más, fáciles de ser aplastadas por cualquier imperialismo europeo".

Y cogiendo ímpetu, proclamaba enardecido: "¡Ni uno de los catalanes o vascos que murieron dio su vida por la esclavización de Cataluña y del País Vasco que proclamáis! ¡Ni uno solo de los republicanos españoles que murieron dio su vida por la esclavización de Cataluña y del País Vasco que pretendéis! ¡Cuantos murieron, dieron sus vidas por la República, por la libertad de España y por la realización de una profunda justicia social!". 

Al poco de llegar a México como exiliado, donde murió en 1980, pronunció este deseo cargado de proyecto: "¡Viva España, libre y social y humanamente edificada!".

¿Son conocidas estas palabras de García Oliver? Parece que no. A muchos, que sólo captan ritornelos embaucadores todas estas frases les sorprenderán y escandalizarán.(...)

 Juan García Oliver es, por tanto, un falso referente para quien hace unas semanas lo reivindicó en el Parlamento autonómico exhibiendo el viejo eco de los engaños y los enredos."               (Miquel Escudero, Crónica Global, Martes, 29 de octubre de 2013)