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6/5/20

Entrevista a Antonio Robles: “Boadella se jugó todo durante el franquismo y se enfrentó sin mascarilla al coranacionalismo de Pujol”

"Antonio Robles acaba de publicar ‘Equidistantes exquisitos’ (Ediciones Hildy), un ensayo en el que analiza lo que el economista Félix Ovejero ha definido como “un inventario del paisaje humano que allanó el camino a la locura nacionalista”.

 Este libro se iba a presentar poco antes de Sant Jordi, pero debido a la actual situación de confinamiento se han aplazados sine die las presentaciones públicas. Aún así, el libro ya se puede adquirir en Amazon o mandando un correo a edicioneshildy@gmail.com.

El libro cuenta con un prólogo de Albert Boadella, que define a los “equidistantes exquisitos” como “un género de personas que ha obtenido gran predicamento en la España actual. El ecosistema preferido de tales ejemplares – asegura el dramaturgo – son los conflictos territoriales. Se han significado como auténticos especialistas en la desactivación de cualquier medida concluyente destinada a paliar los efectos nocivos del nacionalismo”. ¿Qué añadiría y que quitaría de esta definición?

La sentencia de Edmund Burke, para que triunfe el mal solo es preciso que los buenos no hagan nada.


¿Cuál ha sido el criterio para escoger a alguien digno de formar parte del elenco de los “equidistantes exquisitos” que salen en el libro?

No ha habido criterio, el libro no se ha escrito con una idea preconcebida, sino como resultado acumulado de retratos críticos contra personajes públicos que colaboraron con el nacionalismo cuando debían haberlo combatido. Fueron surgiendo a lo largo de los años previos al procés. Unos por interés, otros por cobardía, y casi todos por ignorancia o vencidos por el síndrome de Catalunya. Un complejo bien gestionado por la manipulación victimista del catalanismo.

En el libro hay políticos de izquierdas, de centro-derecha, intelectuales, periodistas… ¿La “equidistancia exquisita” es transversal?

La cobardía, el interés, la deslealtad, la falta de escrúpulos, el egoísmo, la sumisión, la mentira, la ceguera interesada… son pasiones, instintos culturales transversales. La maldita naturaleza humana. En éste caso, la ideología sólo serviría para justificar lo injustificable.

¿Por qué decidió publicar este libro?

Por la misma razón que escribo, para dejar constancia que las decisiones humanas individuales, por acción y omisión, tienen consecuencias. Está bien escandalizarse a toro pasado en nuestras cátedras universitarias por el silencio que permitió la ascensión del nazismo en los años treinta, pero somos muy perezosos a la hora de enfrentarnos a nuestros propios demonios, en nuestro tiempo y en nuestra casa.

En el libro nos habla de los “equidistantes exquisitos”. ¿Cuál, o mejor dicho quién, sería su antónimo?

Gente comprometida con su tiempo. Cuando ETA mataba a diario, Fernando Savater encabezó ‘¡Basta ya!’ en la cátedra y en la calle. Ese acto de Resistencia activa acabaría con la hegemonía moral de los asesinos; y en Cataluña, Albert Boadella se jugó todo durante el franquismo y se enfrentó sin mascarilla al coronacionalismo de Pujol con ‘Ubú President’ ya en 1981. Dos personajes que supieron estar dónde y cuándo debían.

¿Es posible la “equidistancia exquisita” cuando el secesionismo que gobierna la Generalitat vende desde los púlpitos oficiales que “España nos mata” con la epidemia del coronavirus? 

Es evidente que es posible, como lo es mirar para otro lado cuando se maltrata a una mujer, se acepta un 3% para cerrar los ojos a la corrupción, o se colabora con el mal en nombre de mentiras históricas. Pero no debería ser posible. Ante ello, no hay disculpa ni justificación ¡para nadie!

¿A quién, y le pido por favor que solo me dé dos nombres, le regalaría el libro para que dejen la “equidistancia exquisita”?

¡Uuuuffff!, se arruinaría la editorial. Pero si me limita a dos… a Jordi Évole y a Miquel Iceta. Aunque podría ser generalizable a la profesión periodística de la izquierda reaccionaria atrapada en la farsa del diálogo nacionalista, y con múltiples intelectuales y el mundo de la farándula con ínfulas ilustradas, pero nulo compromiso con la Ilustración.

¿Cuál es la mejor hoja de ruta para vencer al secesionismo?

Tomar conciencia de la infección mental sufrida por el coronacionalismo durante estos cuarenta años, crear los antídotos culturales para desmontar todas sus mentiras y erosionar sin descanso su obscena hegemonía moral. Empezando por desenmascarar su fascismo postmoderno, es decir, arrebatarles el lenguaje de la democracia y la libertad que han robado tan obscenamente. 

Ni son demócratas ni respetan la libertad de los demás. Actúan como verdugos y se presentan como víctimas. Estamos en una guerra no convencional, donde las armas son culturales y las directrices de pura psicología social. El Estado de Derecho y la nación española, han de ser consecuentes con ello. Sin complejos.

Usted fue de los que, en 2006, tras conseguir Cs tres diputados al Parlament gritó “toma 3, TV3”, por el vacío que le hicieron durante la campaña electoral. ¿Qué le gritaría en este momento a la dirección de la televisión autonómica?

A las sectas no se les grita, se las desmonta. Son un peligro social, nadie consentiría que un líder mesiánico fanatizase la mente de nuestros hijos para controlar su voluntad. Da lo mismo en nombre de qué pendejada.

¿Pensó que algún día un fanático supremacista como Quim Torra estaría al frente del gobierno autonómico catalán?

Este arquetipo era corriente desde los años ochenta en colegios, instituciones, medios públicos de comunicación, partidos políticos, asociaciones cívicas… ¿O qué cree que era Ómnium cultural? El más eficaz de todos fue su valedor máximo, Pujol, pero mejor camuflado y, por ello, mucho más letal. A lo largo de mi vida profesional en periodismo y educación, los he sufrido a diario. No fue casualidad que ya a principios de los años noventa denunciase que los maestros eran el ejército de Cataluña.

¿Quién cree que ganará la próxima batalla por la hegemonía del bando separatista en Cataluña, ERC o JxCAT?

Tanto monta, monta tanto, al final, en la farsa y el delirio votarán juntos contra España. Pero si me permite, el líder de ERC Junqueras es de largo el personaje más peligroso de todos, mucho más que Puigdemont y Torra juntos. Cura ladino, líder de la secta, tiene paciencia y espera lo que haga falta para dar el zarpazo. Alma gemela de Pujol."                 

11/3/11

La oligarquía catalana... los 'gasparines'... las 400 familias...

"Precisamente, Millet declara mañana ante el juez, junto con su lugarteniente Jordi Montull Bagur (Barcelona, 1942: el jueves cumplió los 67). Montull se hacía llevar en un Mercedes S400. A él le tocaba sólo el 20% del botín. El jefe se llevaba el resto.
Más que creerse que el Palau fuera su casa, Félix Millet sentía que lo era, que es diferente. Sobrino-nieto del compositor Lluís Millet, fundador con Amadeu Vives del Orfeó Català (1891), nieto e hijo de presidentes de la entidad, su acceso al cargo en 1978, sucediendo al galerista Joan Anton Maragall (hijo del poeta, tío de Pasqual) estaba escrito en las leyes de Mendel catalanas.
Cuarto de cinco hermanos, se formó en los jesuitas y en la escuela Virtèlia -que también frecuentaron Jordi Pujol, Miquel Roca y Pasqual Maragall-, pero nunca fue un buen estudiante. Se sacó el peritaje agrónomo y durante la siguiente década se curtió en la antigua colonia africana de Fernando Poo, en uno de los muchos negocios del padre, éste concretamente dedicado a la producción de cacao y plátanos.
Se trataba de una empresa nada nuclear en el amplio holding financiero (Banco Popular) y asegurador (Chasyr) de Félix Millet Maristany (1903-1967), ferviente católico y catalanista, que durante la guerra se escapó al bando franquista con sobrados argumentos: el mismo 18 de julio de 1936 un piquete le había ido a buscar para darle el paseíllo.
En 1961 Millet Maristany fundó con otros notables Òmnium Cultural, entidad de la resistencia local que nunca concedió a Josep Pla el Premio de Honor de las Letras Catalanas... ¡por espía de Franco!
Albert Boadella retrató espléndidamente, en uno de sus mejores montajes, la esquizofrenia de esta generación de catalanistas franquistas/antifranquistas sobre la cual el nacionalismo democrático posterior siempre pasó de puntillas, básicamente porque desmentía el cuento del enfrentamiento entre "catalanes" (buenos) y "españoles" (malos). (...)

Acusado de estafa por su gestión en Renta Catalana, una sociedad de inversiones filial de Banca Catalana, estuvo en prisión preventiva durante unas semanas, pero el juicio finalmente le condenó a una pena menor: imprudencia administrativa.
En la causa se vieron implicados los diputados de Minoría Catalana Joaquim Molins, cuyo hermano Pau es el defensor de Millet, y Josep Maria Trias de Bes, los cuales eludieron el banquillo por su condición parlamentaria.
Pues bien, al año siguiente de todo este feo asunto, Pasqual Maragall, a la sazón alcalde de Barcelona, y Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, viejos amigos de la resistencia, acordaron nombrarle responsable del consorcio público creado en 1981 para acudir al rescate del maltrecho Orfeó y de su histórica sede, que se caía a pedazos.
Probablemente ahí surgió el sentimiento de impunidad que siempre acompaña a los grandes estafadores. Y también produjo el mejor Millet, el seductor capaz de movilizar esfuerzos, de sumar capas, de motivar a las "400 familias de Barcelona", según su propia definición, que se encuentran siempre en los lugares que cuentan de verdad: la tribuna del Barça, los círculos del Liceo y del Ecuestre, el consejo asesor de la Caixa, la junta del G-16 -el lobby del empresariado más consolidado- y una veintena de consejos de administración, primero entre ellos el de Agrupación Mutua, del que ha dimitido hace poco.
A partir de todos estos círculos concéntricos y de la red de intersecciones que crean, Millet fue acumulando reconocimiento público: Llave de Oro de la Ciudad, la Creu de Sant Jordi, que algunos reclaman que devuelva (...)

El historiador Joan-Lluís Marfany ha investigado a fondo la cultura del catalanismo, que se forja en las décadas a caballo de los siglos XIX y XX, y ha descubierto una estructura repetida hecha de capas superpuestas alrededor de un núcleo que es la idea romántica de patria. Una patria que no se puede explicar, sino sólo vivir. (...)

Un coro es la esencia de ese espíritu. Y un coro con himno propio más. El Orfeó lo tiene: El cant de la senyera. Está en la tonalidad optimista de la mayor y la indicación del tempo es: "Enèrgic, Majestuós". Félix Millet iba poco a los conciertos, pero nunca fallada en el del 26 de diciembre. Escuchaba ese himno de pie, enérgico y majestuoso. Con la mano sobre el corazón." (El País, Domingo, 18/10/2009, p. 6/7)

21/12/07

El auge del fascismo, del fundamentalismo, del nacionalismo y la desorientación de la izquierda

“La defensa de la identidad se ha vuelto patológicamente agresiva, a menudo xenófoba, sobre todo cuando las identidades son, en parte, ficticias. Hay millones de personas que, liberadas del trono y el altar tras un siglo de modernidad y dos siglos de Ilustración, no pueden soportar la mezcla de una aparente autonomía cultural y una subordinación económica de hecho. Hoy volvemos a encontrarnos con las guerras civiles espirituales de los años treinta y cuarenta, y no sólo en Polonia, sino en el corazón de Europa occidental.

No es exclusivo de los europeos. Sin un pasado medieval ni la experiencia de la Revolución francesa, Estados Unidos cuenta con una violenta derecha cristiana que se siente incómoda ante la sexualidad franca y la libre curiosidad científica. El confucianismo en China, el budismo en Japón, el hinduismo en India, el islam y el judaísmo tienen sus propios fundamentalismos. Marx creía que la modernización capitalista disolvería inevitablemente los cultos locales y la religión universalista. Su más duro crítico en el siglo XX, Max Weber, pensaba lo mismo. Se equivocaron. Ahora disponemos de un capitalismo desmesuradamente celebrado y una modernidad en retroceso. Los seres humanos están contribuyendo a hacer la tierra inhabitable, pero ése es un problema que no podrá resolverse mientras no nos ofrezcan un principio de gobierno a escala mundial. Es comprensible la perplejidad de quienes redactan los programas de los partidos: se enfrentan a una complejidad abrumadora y no saben por dónde empezar.” (NORMAN BIRNBAUM: Un mundo de complejidad abrumadora; El País, ed. Galicia, Opinión, 20/11/2007, pp. 31/2)

Observación impecable. Si los mitos patrióticos no generaran poder para la élite nacionalista ¡De qué todo el lío!

“La señora Houard, como la llaman por aquí, cansada de asistir desde el sofá de su casa a los rifirrafes entre políticos flamencos y valones lanzó una petición por Internet. En el sucinto texto pedía a la clase política que dejara atrás las diferencias lingüísticas y se ocupara de gobernar. La petición corrió como la pólvora en un país sediento de sentido común y 140.000 belgas la firmaron. (…)
Los flamencos y los valones no se llevan mal. Creo que han sido los políticos los que han sembrado la desconfianza entre las dos comunidades. La gente de la calle no comparte esos problemas", cuenta en francés esta madre de dos hijos.” (M.-CLAIRE HOUARD: "En Bélgica son los políticos los que nos han desunido". El País, ed. Galicia, Última, 11/12/2007)

Si los líderes (en Bélgica, en el País Vasco, Cataluña, Galicia) no obtuviesen más poder acudiendo a la victimología nacionalista, se acabaría la ideología y el partido nacionalista. Si el PNV no obtuviese su hegemonía de la existencia del terrorismo, hace tiempo que los políticos de PNV habrían protegido a los amenazados por ETA. Pero… el PNV prefirió edificar su poder hegemónico. A costa de las víctimas.


19/12/07

El 80% de los belgas no quieren lo que quieren el 80% de los políticos nacionalistas

“La mayoría de los belgas rechaza la ruptura del país

"Un 88% de los valones y hasta un 72% de los flamencos quieren que Bélgica siga siendo un Estado, según el sondeo. La cifra se reduce, sin embargo, cuando le preguntan a los belgas si piensan que su país seguirá unido en los próximos 20 años. Un 44% de los valones y un 45% de los flamencos teme que el país acabe por partirse. (…)

Mientras, se suceden los incidentes entre flamencos y valones. La última, la protagonizó Miss Bélgica cuando, el sábado por la noche, tras ser elegida, fue incapaz de hablar flamenco. La joven francófona Alizée Poliecek recibió un tremendo abucheo de los asistentes a la gala.” (El País, ed. Galicia, Internacional, 18/12/2007, pp. 6)

¿Porque los guapos tienen que saber idiomas?¿No les llega con ser guapos? ¿A qué vienen esas exigencias? ¿No les basta a los flamencos con que nadie les impida hablar el flamenco? ¿Con qué derecho imponen la obligatoriedad de hablar su idioma a los demás, incluidos los guapos?