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4/2/21

Antonio Santamaría: Contra la inmersión lingüística en Cataluña. Por un modelo lingüístico democrático... desde la izquierda

"Réplica a Hèctor Xaubet .

En este artículo ampliamos el debate con el autor para profundizar en la crítica a la política lingüística de la Generalitat y a la inmersión. Asimismo planteamos algunos de los elementos fundamentales para construir un modelo lingüístico democrático, respetuoso con la pluralidad cultural del país y los derechos de la ciudadanía.

Comparto la petición de principio de Hèctor Xaubet de enfocar la cuestión de la política lingüística de la Generalitat en general y de la inmersión lingüística en particular desde el “rigor analítico”, orillando en la medida de lo posible los prejuicios ideológicos. Ateniéndonos a ello, constatamos que el autor incurre en algunas afirmaciones que no se corresponden con la realidad histórica.
 
Así, se ensalza “el activo papel que la izquierda catalana con el PSUC en la cabeza, partido de matriz comunista y en ningún caso nacionalista, jugó en favor de la inmersión lingüística y, por extensión, la normalización del catalán“. Una afirmación inexacta. Ciertamente, la izquierda catalana se opuso al proyecto original de CiU de crear una doble línea escolar en función de la lengua materna de los alumnos con el argumento de impedir la consolidación de dos comunidades lingüísticas. 
 
De hecho, la Ley de Normalización Lingüística (LNL) de 1983 fue, en expresión de Eduard Voltas[1], un “producto intelectual de la izquierda catalana” que permitía a los padres elegir la lengua vehicular en la enseñanza primaria, siempre que un número determinado de éstos del mismo centro lo solicitase.

Ahora bien, la inmersión lingüística estuvo impulsada por Joaquim Arenas, director de la Delegació d’Ensenyament Català (DEC) de Òmnium Cultural que en 1983 fue nombrado jefe del Servei d’Ensenyament del Catalá (SEDEC) de la Generalitat de Catalunya. Así, pues, si la LNL fue concebida por la izquierda catalana, no puede decirse lo mismo de la inmersión. En realidad, en esta cuestión la izquierda catalana fue a remolque de una de la iniciativa de la derecha nacionalista catalana. 
 
Una legislación aprobada mediante decretos (marzo-abril de 1992), aplicada con notable autoritarismo y sectarismo, sin consultar a los padres, ni a los claustros docentes y con la presión directa de los inspectores del SEDEC para doblegar las resistencias de los centros escolares remisos a su aplicación.

De hecho, por las mismas fechas en que se promulgaron los decretos de inmersión, se publicó una encuesta del Departament d’Ensenyament que catalogaba como “entranjeros” a los alumnos procedentes del resto de España y que acabó siendo retirada ante el gran escándalo generado. En otro orden de cosas, la aplicación de la inmersión lingüística desencadenó una agria polémica con una amplia resonancia en los medios de comunicación, nacionales e internacionales. 
 
Así, The Internacional Herald Tribune tituló: “Los catalanes inician una guerra lingüística en las escuelas. No más español”. Por tanto, la versión idílica del autor al presentar la inmersión como un resultado de la labor de la izquierda catalana para “construir un proyecto abierto e inclusivo” se corresponde más bien con sus ilusiones ideológicas que se contradicen con la cruda realidad. Especialmente, si tenemos en cuenta que la lengua es el principal factor de conformación de las identidades nacionales.

Lengua e ideología

Xaubet realiza grandes esfuerzos para desvincular la política lingüista de la Generalitat y la inmersión con los postulados ideológicos y objetivos políticos de los partidos nacionalistas/independentistas. Un esfuerzo tan inútil como los trabajos de Sísifo, pues no se avienen con la práctica totalidad de las tesis de los tratadistas que han estudiado los nacionalismos como E. Hosbawm, A. Smith, E. Gellner o J. Breuilly. Todos ellos han señalado la importancia de la homogenización y la asimilación lingüística como un elemento fundamental de los movimientos nacionalistas.

Por otro lado, el riguroso trabajo, Evolución y legados de la aventura secesionista en Cataluña, firmado por Josep Mª Oller, Albert Sotorra y Adolf Tobeña, elaborado a partir de cruzar las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) entre 2006 y 2019, revelaron como las familias de lengua vehicular catalana eran predominantemente favorables a la secesión, mientras que aquellas de lengua castellana se mostraban contrarias a la independencia de Catalunya[1]
 
Un estudio que demuestra la estrecha correlación existente entre la lengua y las opciones políticas de los encuestados. Las evidencias son tan abrumadoras que el propio autor acaba reconociéndolo, pero realizando una notable contorsión (ideo)lógica para desvincular política lingüística y nacionalismo que llega a calificar de “trampa del procesismo”. 
 
De este modo sostiene que “cualquier proceso histórico de construcción burguesa de un estado-nación ha sido un proceso de imposición de un patrón centralista como modelo de la nación toda, lo que incluye notablemente a la lengua. Evidentemente, eso ha pasado también en España y con el castellano con respecto al catalán –y las otras lenguas peninsulares- y no en relación inversa”.

Aquí Xaubet, incurre no solo en una palmaria negación de la realidad, sino en una notable contradicción lógica. El movimiento nacionalista catalán, que aspira a la construcción un Estado-nación, sería el único caso en el mundo donde éste no se plantea la homogenización lingüística, cuando toda su política lingüística se orienta en este sentido. Ello, además, cuando los líderes del movimiento nacionalista/independentista no han ocultado que este es su objetivo; es decir, que el catalán sea el único idioma de uso público, relegando al castellano al uso privado de sus hablantes. Por otro lado, la historia está llena de ejemplos de cómo antiguas naciones oprimidas se convirtieron en opresoras cuando dispusieron los medios para ello. 
 
Polonia, repartida y ocupada por alemanes, austríacos y rusos, sufrió agresivas políticas de germanización y rusificación de carácter asimilacionista; sin embargo, prohibió la enseñanza en lituano, bielorruso y ucraniano al acceder a la independencia después de la Primera Guerra Mundial. Los rumanos, oprimidos por Hungría en Transilvania bajo dominación del Imperio Austro-Húngaro, ejercieron ese mismo papel al incorporar al Estado rumano a la minoría húngara transilvana tras la Gran Guerra. Más recientemente, se observó ese mismo comportamiento en los países bálticos con sus minorías rusas tras la implosión de la Unión Soviética.

Cuestiones de sociolingüística

La realidad sociolingüística de Catalunya presenta numerosas singularidades de cuyo análisis debería desprenderse un modelo democrático, respetuoso con su pluralidad cultural del país y con los derechos lingüísticos de la ciudadanía.

En Catalunya están en contacto dos idiomas neolatinos. Uno de ellos, el castellano, hablado por centenares millones de personas en dos continentes y otro, el catalán, utilizado por unos pocos millones de individuos en una reducida área geográfica. Además, el catalán, fue objeto de persecución durante gran parte de los siglos XIX y XX en el intento del Estado español por construir un Estado-nación homogéneo culturalmente. 
 
Por ello, la lengua catalana debe gozar de una especial protección por parte de las autoridades españolas, catalanas y europeas. Desde esta perspectiva, el catalán es la lengua débil y el castellano la fuerte que no precisa de medidas de protección especial.

Desde el punto de vista de la composición social, el castellano es la lengua vehicular de una minoría de la alta burguesía, especialmente en Barcelona, que se castellanizó en el siglo XIX, aunque sobre todo el grueso de sus hablantes radica en la clase obrera procedente de la emigración del sur de España en las décadas centrales del siglo XX. Por el contrario, el catalán suele ser la lengua vehicular de gran parte de la burguesía y las clases medias. En este sentido, el catalán es la lengua fuerte y el castellano la débil.

Desde la perspectiva de la distribución territorial, el uso del castellano se concentra en las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona, aunque no debe olvidarse que prácticamente no existe ninguna localidad de la Catalunya interior donde no haya núcleos de población de lengua castellana procedente de la emigración.

Por el número de hablantes, según los datos de la minuciosa Encuesta de Usos Lingüísticos de la Direcció de Política Lingüística de la Generalitat del 2019, el catalán es la lengua inicial o materna el 31,5 % de la población (dos millones de personas) y el castellano del 52,7 % (3,4 millones). 
 
En ambos idiomas, respecto al 2003, ha bajado el porcentaje de la población que la tiene como lengua materna; el castellano ha descendido del 56,1 % al 52,7 % y el catalán del 36,2 % al 31,5%. Un 2,8 % dicen emplear las dos lenguas indistintamente y un 10,8% otros idiomas. Sobre la denominada “lengua de identificación”; es decir, aquella que los hablantes consideran como suya, un 46,6% se pronuncian por el castellano y un 36,3% por el catalán. 
 
Unas cifras que indican que un 6,1 % de la población se identifica con la lengua catalana, a pesar que su lengua materna sea la castellana. Respecto a los usos lingüísticos, según esta misma encuesta, el 94% entiende el catalán, el 81% sabe hablarlo, el 85,5% leerlo y el 65,3 % escribirlo. Además, un 76,4 % dice usar la lengua catalana, lo cual supone un ligero incremento del 1,8% respecto al 2013; aunque de éstos un 24,9% reconoce emplearla de modo muy escaso y un 15,5 % “medianamente” (frente a un 93,2% que utiliza el castellano). 
 
Otro dato a considerar es el relativo a la frecuencia con la que se inician la conversación en catalán que ha subido del 67,9 % del 2013 al 70,6% en el 2019.
Las personas que nunca comienzan la conversación en catalán han bajado del 29,6 % al 26,9 % en el 2019.

Todos estos datos corresponden a la media. Territorialmente estos porcentajes descienden en la Vall d’Aran, donde también se utiliza el aranés, y en el Área Metropolitana de Barcelona. Teniendo en cuenta que la media de quienes dicen saber hablar catalán es del 81,2%, en la primera, el porcentaje desciende al 77,1% y en la segunda hasta el 78,4%.

Otro dato interesante es el relativo a las preferencias de la juventud. Según esta encuesta, frente a las opciones monolingües en una u otra lengua, prefieren las compartidas en castellano y catalán, pero también en otros idiomas. Un 45,8 % de los encuestados afirma entender el inglés y un 37,5 % hablarlo.

Un dato favorable a la extensión del uso de la lengua catalana radica en la denominada “transmisión generacional”. En torno al 55% de los encuestados dice hablar sólo en castellano a sus abuelos y el 28% en catalán; un 50 % lo hace sólo en castellano con sus padres y un 30 % en catalán. Sin embargo, con los hijos, un 36,6% utiliza únicamente el castellano y un 35,4% sólo el catalán, dándose un 28 % de otras combinaciones lingüísticas.

Esquemáticamente, éstos son los mimbres con los que debemos construir el mencionado modelo lingüístico democrático.

Los principios de la UNESCO A nuestro juicio, la inmersión no resulta en absoluto respetuosa ni con la pluralidad lingüística del país, ni con los derechos lingüísticos de la ciudadanía. Se trata de un sistema educativo monolingüe que sólo se utiliza como idioma vehicular uno de los dos que emplea mayoritariamente la población del país y que responde a los postulados ideológicos asimilacionistas del nacionalismo/independentismo hegemónico en Catalunya.

Como punto de partida deberían aceptarse los criterios de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que “entiende por enseñanza en la lengua materna el empleo de la lengua materna de los educandos (UNESCO, 2003: 14)”. Esta organización propugna que “para que los niños puedan adquirir unas bases sólidas de lectura, escritura y aritmética, las escuelas deben impartir la enseñanza en una lengua que los niños entiendan.
 
 Los sistemas educativos bilingües (o multilingües) basados en la lengua materna, en los cuales se enseña la lengua materna del niño con la introducción de un segundo idioma, pueden mejorar los resultados en el segundo idioma, así como en otras asignaturas.” (UNESCO, 2016:3) Según el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO (Informe GEM) del 2016 en los países que han invertido en programas bilingües se observan mejoras en los resultados del aprendizaje. 
 
En opinión de Aaron Benavot, director del Informe GEM de la UNESCO, la lengua puede ser una espada de doble filo: “si bien refuerza los lazos sociales y el sentido de pertenencia a un grupo étnico, también puede convertirse en un factor de marginación. La política educativa debe velar por que todos los educandos, incluidos los hablantes de lenguas minoritarias, accedan a la educación en un idioma que conozcan”. Por su parte, Jorge Sequeira, director de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO), manifestó: “Enseñar en una lengua diferente de la materna

afecta negativamente en el aprendizaje. Añade una dificultad en entornos donde ya existe pobreza, marginación, analfabetismo de los padres o desconocimiento de ellos de la lengua predominante.”

Resulta evidente que la inmersión lingüística vulnera estos principios de la UNESCO, particularmente si tenemos en cuenta que ésta se aplica mayoritariamente a un sector del alumnado procedente de familias con bajo nivel de renta y escaso nivel cultural. Ciertamente, el sistema educativo debe proporcionar las herramientas para que los alumnos de lengua materna castellana aprendan y sepan desenvolverse en catalán. No obstante, la falacia de los defensores de la inmersión, entre lo que se cuenta Xaubet, radica en sostener que la inmersión es el único método para aprenderlo. De hecho, los únicos lugares del mundo donde se practica la inmersión obligatoria a la catalana es en Groenlandia y las islas Feroe.

El modelo finlandés

Examinemos el modelo lingüístico de Finlandia, en la medida que puede servir de referente para hallar una solución democrática al pleito de las lenguas en España. En Finlandia, con una población de cinco millones de habitantes, existe una minoría de lengua sueca de alrededor del 5,7% de la población del país concentrada en las cuatro provincias de la costa occidental y meridional del país. 
 
La Constitución finlandesa establece que el suomi (finés) y el sueco son los idiomas oficiales y nacionales del país, de familias lingüísticas tan alejadas como el castellano del euskera. En este país rige el denominado “principio de autodeterminación lingüística”, según el cual cada ciudadano debe registrarse como suecófono o finesófono.

En virtud de este principio sólo los distritos administrativos, incluso el Estado, pueden ser bilingües, pero no los ciudadanos quienes, no obstante, tienen la obligación de definirse.

Los municipios del país deben establecer si son monolingües o bilingües. Se consideran bilingües a aquellos donde al menos el 8% de la población tiene como idioma materno el suomi o el sueco o esta población alcance a 3.000 habitantes. En los municipios bilingües existe la obligación que todos los documentos y comunicaciones oficiales se realicen en ambas lenguas. En las ciudades de estatus monolingüe sólo existe el derecho individual del ciudadano a ser atendido en su idioma. Si trasladásemos estos principios a Catalunya, prácticamente todos sus municipios deberían publicar sus documentos y emitir sus comunicaciones en castellano y catalán, cosa que no sucede en la actualidad.
 
 En municipios de regiones monolingües como Castilla o Andalucía, el distrito administrativo del cual dependen tendría que disponer de al menos una persona capaz de atender en catalán, euskera o gallego. Los municipios bilingües deben disponer de escuelas públicas en ambos idiomas. En la práctica los padres, que previamente se han inscrito en el registro lingüístico, eligen el idioma en que quieren escolarizar a sus hijos. Un alumno suecofóno inicia la enseñanza primaria en lengua sueca y progresivamente se le introducen asignaturas en finés de manera que al acabar la enseñanza obligatoria sepa desenvolverse en ese idioma. 
 
No obstante, todos los alumnos del país estudian como segundo idioma el sueco o el finlandés. Si trasladásemos este sistema a España un alumno de Aragón a Extremadura debería estudiar el catalán, gallego o euskera como segunda lengua y una familia de Albacete que se trasladase a Catalunya tendría el derecho a escolarizar a sus hijos en castellano si residiese en un municipio con al menos el 8 % de la población de lengua castellana. Por otro lado, en las universidades de Finlandia se disponen de cuotas mínimas en lengua sueca.

La sección 14 de la Constitución garantiza el derecho de los ciudadanos finlandeses, de lengua sueca o finesa, a utilizar su propio idioma en los tribunales y ante las autoridades. Estos derechos están garantizados en pie de igualdad para los ciudadanos de ambos grupos lingüísticos. Estas disposiciones constitucionales están basadas en el principio de igualdad y en el de personalidad, no en el de mayoría. De este modo una persona de lengua finesa residente en un municipio de mayoría sueca estaría protegida por la misma legislación que protege a su homónimo suecófono que vive en un municipio de lengua mayoritariamente finesa.

Este sistema ha sido criticado por su gran coste económico y el enorme esfuerzo administrativo que comporta y que en España aún sería superior, pues de adaptarse se aplicaría no a dos, sino a cuatro lenguas. No obstante, esta política lingüística ha conseguido la desaparición de las fuertes tensiones nacionalistas existentes cuando se proclamó la independencia de Finlandia del Imperio ruso (1919) y los territorios de lengua sueca reclamaron la independencia. 
 
Ahora, por el contrario, entre la población de lengua sueca existe un intenso sentimiento de pertenencia a la nación finesa. Ciertamente, no pueden trasladarse mecánicamente unos modelos lingüísticos que se corresponden a realidades sociales y políticas bien diferentes. Ahora bien, pensamos que la experiencia finlandesa ofrece algunos elementos valiosos que pueden servir para la construcción del modelo lingüístico democrático que necesita nuestro país.

Contra la inmersión

La política lingüística de la Generalitat y la inmersión lingüística en particular responden a las exigencias ideológicas del movimiento nacionalista/independentista catalán cuyo objetivo confeso es la homogenización cultural de la población como fundamento de la construcción de un Estado-nación independiente. De hecho, Xaubet resulta un buen ejemplo de esa izquierda abducida por el nacionalismo lingüístico, tanto por su argumentación en defensa de la inmersión como por su terminología al emplear conceptos como “normalización”, “lengua minorizada” o “lengua propia” que sólo tienen un significado en el marco mental del nacionalismo.

Así, rechaza el principio de elección de los padres, calificado de “argumento típicamente liberal”, cuando no se trata de eso, sino del derecho de los alumnos a recibir la primera enseñanza en su lengua materna siguiendo, como hemos indicado, los principios de la UNESCO.
 
 Esto le conduce a afirmar que “la inmersión lingüística y la normalización del catalán son la forma de oponerse a la diferenciación de identidades y la segregación de comunidades”, cuando justamente persiguen el efecto contrario, al tratarse de un modelo asimilacionista que pretende la eliminación de una de las identidades del país. Según su razonamiento, la minoría sueca en Finlandia debería renunciar a la enseñanza en su lengua materna y ser educada mediante la inmersión en finlandés, lo cual provocaría el efecto contrario de alimentar las tensiones nacionalistas.

Finalmente, el autor me imputa –sin ningún fundamento- alinearme con las “tesis de la derecha españolista”, cuando en mi primer artículo sobre el tema denunciaba el carácter espurio de las críticas de la derecha españolista a la inmersión enunciadas desde otro nacionalismo. Se trata de uno de los típicos y poco originales recursos, que el autor comparte con los nacionalistas catalanes, para descalificar a quienes desde la izquierda rechazamos la política lingüística de la Generalitat y la inmersión.

Esta falaz acusación recuerda la polémica entre Jean-Paul Sartre y Albert Camus al conocerse, a finales de la década de 1940, la existencia de campos de concentración para disidentes en la Unión Soviética. En opinión de Sartre no se debía denunciar el Gulag, pues era hacerle el juego a la derecha que lo estaba utilizando profusamente en clave anticomunista. Por el contrario, Camus consideraba inaceptable la existencia del Gulag y un deber de las izquierdas denunciarlo. En un momento del debate, Camus afirmó: “Si la verdad es de derechas, yo soy de derechas”.

Hasta que el problema de las lenguas en España no se desvincule de planteamientos identitarios esta cuestión continuará generando un clima de confrontación y división que siempre beneficiará a las formaciones nacionalistas de uno u otro signo en perjuicio de las izquierdas. A nuestro juicio, un modelo lingüístico democrático debe basarse en los derechos de la ciudadanía y en el respeto a la pluralidad cultural, combatiendo los proyectos homogenizadores y asimilacionistas de uno u otro signo. Un combate donde, lamentablemente, en demasiadas ocasiones brilla por su ausencia la izquierda catalana. "

[1] VOLTAS, Eduard, La guerra de la llengua. Ed. Empúries, Barcelona, 1996.

[2] https://conversesacatalunya.cat/es/exlusiva-inedito-estudio-sobre-las-caracteristicas-del-independentismo/

( Antonio Santamaría , El Viejo Topo – Revista nº 397 (febrero, 2021)

23/1/20

Los Koiné no buscan la convivencia de lenguas sino el establecimiento del catalán como la lengua única de Cataluña...

"El Grup Koiné está formado por los autores y promotores del tristemente célebre Manifiesto Koiné, presentado en marzo de 2016 en la UB. El Grupo está en Twitter desde hace medio año, así que aquellos que pudieran pensar que lo del Manifiesto fue un acto puntual, van errados. El Grup Koiné es un grupo de presión muy activo. (...)

La sustitución lingüística es el puntal del ideario Koiné y la premisa de todo su pensamiento. Responde a la idea de que como catalanohablantes están siendo víctimas de un planificado proceso de sustitución lingüística por parte de los poderes del Estado. Este Otro enemigo conspira para acabar con el catalán y sustituir esta lengua por el español. Aniquilada la lengua, afirman, se llegará a la cancelación de la identidad catalana porque la lengua “es el alma de la nación catalana”. 

 La lectura de las comunicaciones públicas del Grupo Koiné muestra, en vivo y en directo, a unos individuos obsesionados, con una mentalidad de pueblo asediado, que se sienten compelidos a dedicar todas sus energías a defenderse del malvado Otro que busca finiquitar su identidad catalana.


Para los miembros del Grupo Koine no hay ninguna diferencia entre el conocimiento, uso y valor del catalán en la democracia que en la dictadura. El catalán es una lengua siempre víctima.

 A pesar de que la base de su pensamiento es que son víctimas de un proceso de sustitución lingüística, no ofrecen datos que demuestren estas supuestas prácticas encaminadas a sustituir el catalán por el castellano. No hay pruebas de que lo se denuncia si exceptuamos algún artículo de Libertad Digital o de El Mundo, o algún exabrupto por parte de algún dirigente de Vox o del PP. Nada tangible; todo ello es una ensoñación. (...)

Si nos detenemos un momento y profundizamos en el sintagma sustitución lingüística, constatamos que este término nos conduce a interesantes reflexiones. La primera pregunta que nos hacemos es: en realidad, ¿quién intenta sustituir a quién?
 
Observemos este anuncio. Es parte integrante de la campaña de 2018 El català, lengua comuna, lanzada por la Plataforma per la Llengua, asociación hermana del Grup Koiné, con la que comparte todo el ideario. En el anuncio nos encontramos con que, efectivamente, hay un intento de sustitución lingüística pero no en la dirección que el Grup Koiné lamenta en sus escritos.


Este es el anuncio: (...)



El mensaje no deja lugar a dudas: el español es cosa de viejos, es cosa anticuada, los hablantes deben abandonar esta lengua del pasado y situarse en el presente y el futuro, los cuales están conformados por el catalán. En otras palabras: deja de hablar español y pásate al catalán.  O sea, una clara y cristalina llamada a sustituir una lengua por otra. Un intento de substitució lingüística en toda regla.

Claramente, los Koiné y el universo de las asociaciones de defensa del catalán copadas por hardliners no buscan la convivencia de lenguas sino el establecimiento del catalán como la lengua única de Cataluña. Una campaña que sí buscara la convivencia de lenguas llevaría a cabo un mensaje en esta línea: 


 Amb els meus pares parlava sempre en castellà. Amb la meva filla també parlo en castellà i a vegades juguem i cantem en català. Amb la meva parella parlem gairebé sempre en català. I ara, a casa dels meus pares, hi ha una barreja de llengües constant quan hi som tots encara que jo, amb ells, segueixo parlant en castellà. 

 Los Koiné y la red de defensores del catalán están enamorados de la lengua única. Es un ideal que jamás llegarán a cumplir ya que Cataluña es bilingüe desde hace siglos y no tiene visos de que ello cambie. Los Koiné no quieren reconocer que su sintagma predilecto, la sustitución lingüística, es una ensoñación y que una Cataluña monolingüe es, simplemente, un ideal.  

No quieren reconocerlo e insisten en tratar lo primero como una realidad presente y lo segundo como una realidad alcanzable. Toda esta ficción les sitúa, inevitablemente, en una perenne frustración, en un eterno enfado y en un creciente extremismo. Y allá siguen y seguirán: no les queda más que su intransigencia y radicalismo."                (Mercè Vilarrubias, Crónica Global, 30/12/19)

2/3/18

El “copia-pega” catalán de la inmersión lingüística canadiense

"(...) La inmersión en Quebec

• En Canadá, los programas de inmersión lingüística en francés comenzaron en 1965, en el alfoz sur de Montreal (Quebec), por iniciativa y gracias a la presión de los padres anglófonos, deseosos de armar lingüísticamente  a sus hijos y de que se convirtieran en ciudadanos bilingües  (inglés/francés). 
Luego, se extendieron a otras provincias limítrofes, principalmente a Ontario  y Nouveau-Brunswick. Estos programas han interesado a un 10% de la población escolar anglófona de Canadá que estudia una  segunda lengua.

• Estos programas de inmersión adoptaron formas diferentes: “inmersión precoz o larga”, “inmersión tardía o corta”, “inmersión media”, “inmersión total”, “inmersión parcial” e “inmersión doble”. 
Con esta tipología se pretendía flexibilizar, adaptar y dosificar el ritmo, la intensidad y el calendario de la inmersión (Germain, 1993), en aras de una mayor eficacia y eficiencia pedagógicas y de una mejor adecuación de la oferta a las características de los discentes. 
En los programas de “inmersión precoz o larga” y en la “inmersión total”, los niños canadienses de lengua materna inglesa recibían, desde el primer curso de primaria y en todas las materias, una enseñanza impartida sólo en francés. 
El inglés era introducido en 2º o 3er. curso, primero como materia, y luego como lengua de enseñanza de otras materias. Y finalmente, el inglés era introducido progresivamente para impartir el conjunto de las materias (Hagège, 1996).

• Globalmente considerados, los resultados de la inmersión en Canadá “fueron excelentes [...] al final de la enseñanza primaria: los niños anglófonos de 10 años tenían en francés una competencia de francófonos nativos” (Hagège, 1996). Otros investigadores, reconociendo la espectacularidad de los resultados obtenidos, han hecho una evaluación más matizada.

• Para éstos (Germain, 1993), los “alumnos de la inmersión total precoz” en francés obtuvieron, en general, en matemáticas y ciencias, los mismos resultados que los alumnos anglófonos de la enseñanza normal.  
Por otro lado, en general, los niños anglófonos “inmersionados” en francés desarrollaron también competencias lingüísticas en inglés, iguales o superiores a las de sus compañeros de los programas normales (i.e. no “inmersionados”). 
Finalmente, por lo que respecta a las competencias en francés, los alumnos “inmersionados” desarrollaron habilidades en comprensión oral y escrita semejantes a la de los niños nativos francófonos; sin embargo, en las habilidades de expresión oral y escrita presentaban, en general, evidentes lagunas o deficiencias gramaticales y fonéticas.

• Algunas precisiones o matizaciones son necesarias, para evaluar en su justa medida la “inmersión canadiense” y tomar en consideración la posibilidad de importarla a otros sistemas educativos; en nuestro caso, al catalán.
 Estos programas atrajeron y se aplicaron, sobre todo, a los alumnos anglófonos más favorecidos desde el punto de vista intelectual, cultural, social y económico (Calvé, 1991). Por otro lado, tenían carácter voluntario.  Además, como hemos indicado supra, se crearon por iniciativa de los padres anglófonos y se aplicaron sólo en la enseñanza primaria. 
En tercer lugar, la provincia canadiense de Québec, en la que se aplicaron principalmente, es una provincia en la que el “francés lengua materna” era mayoritario en relación con el  inglés. 
Finalmente, la inmersión se hizo en una lengua, el francés, que tenía y tiene un status de lengua internacional, que es lengua oficial de numerosos organismos internacionales y que está presente, como lengua oficial, en territorios de los 5 continentes.

• Además, la inmersión quebequesa no se ha generalizado a todos los niveles educativos: se ha limitado a la escuela primera y, por lo tanto, no ha tenido continuidad en la enseñanza secundaria. Como han constatado ciertos lingüistas, en Canadá, reina una lengua (el inglés) cuya implantación mundial hace problemática la curiosidad y la motivación por otras lenguas (Hagège, 1996). 
Además, para los especialistas del tema, la inmersión no es un modelo ideal (Hagège, 1996); en efecto, no se puede predecir en qué contexto(s) es recomendable, ya que no existe ningún criterio fiable que permita saber si la inmersión es algo conveniente para todos los “inmersionados”. 
Por otro lado, la inmersión supone un  cierto desfase respecto a ciertos principios de la pedagogía moderna, ya que se apoya sobre la “motivación extrínseca” y no sobre la “motivación intrínseca” (Bibeau, 1991). Finalmente y por eso, desde el inicio los programas canadienses de inmersión en francés, ha habido una hora de instrucción en la lengua materna de los alumnos, el inglés.

E. El “copy-paste” catalán de la inmersión lingüística canadiense

• Como hemos indicado supra, los responsables catalanes de la política educativa y lingüística importaron sólo, sin la preventiva y salutífera cuarentena, uno de los programas canadienses de inmersión, la “inmersión precoz total”. 
Además, cegados por la fe nacionalista de los neófitos o “cristianos nuevos”, los responsables políticos y sus cooperadores necesarios,  los asesores técnicos, no se han dado cuenta o, más bien, no han querido ver que las condiciones de Quebec y de Cataluña son totalmente diferentes e incluso, podríamos decir, antagónicas.
 Por eso, podemos aseverar que se han desvirtuado dichos programas y se han utilizado con fines políticos y no pedagógicos, ni altruistas. En efecto, para darse cuenta de ello, basta con oponer sistemáticamente los programas canadienses y el catalán desde distintos puntos de vista:

- en Quebec, la iniciativa de la inmersión parte de los padres anglófonos; sin embargo, en Cataluña, la iniciativa la tienen los políticos nacionalistas;

- en Quebec, el objetivo perseguido era conseguir un “bilingüismo escolar” (inglés/francés); en Cataluña, “normalizar” el uso del catalán en todos los sectores está desembocando en un “monolingüismo reductor y castrador”;

- en Quebec, la inmersión tiene carácter voluntario; en Cataluña, obligatorio;

- en Quebec, la inmersión adoptó diferentes formas (“inmersión precoz o larga”, “inmersión tardía o corta”, “inmersión media”, “inmersión total”, “inmersión parcial” e “inmersión doble”); en Cataluña, se impuso un modelo único (“inmersión precoz total”);

- en Quebec, se pensó siempre en los discentes; en Cataluña, ha primado la “construcción nacional” y los intereses de la casta política nacionalista;

- en Quebec, el inglés (lengua materna de los alumnos “inmersionados) es introducido progresivamente como materia de estudio y como lengua vehicular; en Cataluña, el castellano tiene un horario raquítico y, además, por ley y por la práctica docente,  está descartado como lengua vehicular;

- en Quebec, el alumnado era voluntario (10% de la población escolar canadiense) y estaba formado por niños de familias favorecidas social, cultural y económicamente; en Cataluña, el alumnado está formado por los hijos de las familias más desfavorecidas social, cultural y económicamente; los hijos de la “gente bien” pueden librarse de la inmersión en catalán al frecuentar la enseñanza privada nacional o extranjera (colegio alemán, liceo francés, colegio suizo, etc.);

- en Quebec, la inmersión se aplicó sólo en la enseñanza primaria; en Cataluña, la normalización por inmersión concierne todos los ciclos de enseñanza no universitaria y, en la actualidad, también se persigue la universitaria;

- en Quebec, la evaluación ha sido, globalmente, positiva; en Cataluña, a pesar de lo que digan ciertos expertos de la Unión Europea en sus informes, debidamente aleccionados por el “lobby” catalán en Bruselas, los resultados son catastróficos; basta con consultar los Informes Pisa, las evaluaciones que realiza periódicamente el Mec o el nivel lingüístico (en catalán o en castellano) de los alumnos que llegan a la universidad en Cataluña;

- en Quebec, se ha hecho una inmersión en francés, lengua materna y propia de la mayoría de la población; en Cataluña, la inmersión se hace en catalán, lengua materna y propia de menos de la mitad de la población;

- en Quebec, se ha enseñado el francés, lengua internacional, lengua de los organismos internacionales, lengua difundida —como lengua oficial— en países de los cinco continentes, lengua hablada por cientos de millones de locutores; en Cataluña, se trata de imponer el catalán, lengua que merece todo el respeto del mundo, pero lengua local, utilizada por dos o tres millones de personas, en una pequeña región del noreste de España y en tres pequeñísimos enclaves extranjeros (Andorra, Francia y el Alguer).

• Para completar este análisis contrastivo, tan revelador y desenmascarador del discurso y de los objetivos nacionalistas, debemos añadir una serie de consideraciones, que ponen en entredicho e invalidan, aún más, el programa de inmersión utilizado en Cataluña. 
En efecto, como lo pone de relieve J. C. Herreras (2006), los defensores a ultranza del programa catalán de inmersión lingüística han olvidado algunos de los principios básicos de la educación bilingüe, recogidos, desde hace mucho tiempo, en las recomendaciones de la UNESCO (1953).

• Según uno de estos principios, en la primera etapa de la enseñanza, lo más normal  y lo más eficaz es que en la escuela se utilice como lengua vehicular la lengua materna del niño. Si se utilizara otra, la comunicación, en un primer momento, no sería posible. 
Y aunque el profesor utilice medios no verbales de comunicación y aunque los niños desarrollen enseguida ciertas habilidades lingüísticas, la comunicación nunca será tan fácil y tan cómoda como con la lengua de casa. 
En efecto, como argumenta M. Siguán (1985), “el mundo de las palabras y significados escolares queda así cortado del mundo de las experiencias previas y externas a la escuela. Por eso es preferible y deseable el uso de la lengua materna en la educación, especialmente en sus primeras etapas”.

• Por otro lado, según otro principio, el aprendizaje de una lengua distinta de la materna, y sobre todo si se quiere que sea precoz, debe iniciarse de forma progresiva. Por eso, asevera M. Siguán, “la inmersión brusca sólo debe utilizarse cuando no exista otra posibilidad o cuando [...] los padres, [...], estén dispuestos a correr con los riesgos pedagógicos que comporta”.

•  Finalmente, J. C. Herreras (2006) pone el dedo en la llaga  de la contradicción existente entre la inmersión lingüística catalana actual y uno de los planteamientos y una de las reivindicaciones tradicionales de la pedagogía catalana en relación con la enseñanza del catalán y del castellano en Cataluña. 
Este planteamiento y esta reivindicación se fundamentan en las teorías sobre adquisición del lenguaje y en las recomendaciones de la UNESCO, según las cuales, en la primera infancia, es conveniente y necesario utilizar la lengua materna como lengua vehicular de los primeros aprendizajes. 
Ahora bien, subraya J.C. Herreras, “lo que ayer podía ser válido para los catalanohablantes y su lengua, el catalán, hoy no lo es para los castellanohablantes y el castellano, no por razones de interés psicopedagógico sino por razones de orden sociopolítico”.

• ¿Qué efectos directos y colaterales ha producido ya la desenfrenada y radical “normalización lingüística” del sistema educativo catalán a través de la “inmersión precoz total”? Esto será objeto de una próxima entrega de esta “lingüística para nacionalistas”.

Coda: “Algunas Comunidades Autónomas, contrariamente a lo declarado en su propia legislación, optan por un monolingüismo reductor, que limita y empobrece a todos los hablantes: no sólo a los que tienen el español como lengua materna, sino también, y contrariamente a lo que pudiéramos suponer, a los de lengua materna autonómica” (J.C. Herreras, Lenguas y Normalización en España, Gredos, Madrid, 2006, p.11)."                   (Manuel I. Cabezas González, 28/01/2008)

1/3/18

De “la inmersión en Quebec y en Cataluña”

"· Para sustituir el modelo inicial de “normalización lingüística flexible” por el de “normalización radical”, los responsables de la política educativa y lingüística de Cataluña han importado, deformándola intencionadamente, una de las fórmulas del modelo innovador de aprendizaje del francés por los anglófonos de Quebec (Canadá), modelo que, en la literatura científica, se ha denominado “inmersión”.

· En Quebec, los programas de inmersión lingüística en francés comenzaron en 1965, en el alfoz sur de Montreal, por iniciativa de los padres anglófonos, deseosos de armar lingüísticamente a sus hijos y de que se convirtieran en ciudadanos bilingües (inglés/francés). Luego, se extendieron a otras provincias limítrofes (Ontario y Nouveau-Brunswick). Además, la inmersión quebequesa se ha limitado a la escuela primera y, por lo tanto, no ha tenido continuidad en la enseñanza secundaria.

· ¿En qué medida este modelo quebequés podía y debía ser importando a Cataluña para llevar a cabo la mal llamada “normalización lingüística”, si las condiciones de Quebec y de Cataluña son totalmente diferentes e incluso antagónicas? Para intentar responder a esta pregunta, vamos a oponer, desde distintos puntos de vista, los programas canadienses y el modelo único de “inmersión radical”, implantado en Cataluña:

- en Quebec, la iniciativa de la inmersión parte de los padres anglófonos; sin embargo, en Cataluña, la iniciativa la tienen y la imponen los políticos nacionalistas;

- en Quebec, el objetivo perseguido era conseguir un “bilingüismo escolar” (inglés/francés); en Cataluña, “normalizar” el uso del catalán en todos los sectores, que está conduciendo a un “monolingüismo reductor y castrador”;

- en Quebec, la inmersión tiene carácter voluntario; en Cataluña, obligatorio;

- en Quebec, la inmersión adoptó diferentes formas (“inmersión precoz o larga”, “inmersión tardía o corta”, “inmersión media”, “inmersión total”, “inmersión parcial” e “inmersión doble”); en Cataluña, se impuso un modelo único, el café para todos (“inmersión precoz, total y obligatoria”);

- en Quebec, se pensó siempre en los discentes y en los deseos de los padres; en Cataluña, han primado la “construcción nacional” y los intereses de la casta política nacionalista;

- en Quebec, el inglés (lengua materna de los alumnos “inmersionados”) es introducido progresivamente como materia de estudio y como lengua vehicular; en Cataluña, el castellano tiene un horario raquítico y, además, por ley y por la práctica docente, fue y está descartado como lengua vehicular;

- en Quebec, el alumnado era voluntario (10% de la población escolar canadiense) y estaba formado por niños de familias favorecidas social, cultural y económicamente; en Cataluña, el alumnado está formado por los hijos de las familias más desfavorecidas social, cultural y económicamente; los hijos de la “gente bien” pueden librarse de la inmersión en catalán al frecuentar la enseñanza privada nacional o extranjera (colegio alemán, liceo francés, colegio suizo, etc.);

- en Quebec, la inmersión se aplicó sólo en la enseñanza primaria; en Cataluña, la normalización por inmersión concierne todos los ciclos de enseñanza no universitaria y, en la actualidad, también se persigue la universitaria;

- en Quebec, la evaluación de la inmersión ha sido, globalmente, positiva; en Cataluña, a pesar de lo que digan ciertos expertos de la Unión Europea en sus informes, debidamente aleccionados por el “lobby” catalán en Bruselas, los resultados son catastróficos: basta con consultar los Informes Pisa, las evaluaciones que realiza periódicamente el Mec o el nivel lingüístico (en catalán y/o en español) de los alumnos que llegan a la universidad en Cataluña;

- en Quebec, se ha hecho una inmersión en francés, lengua materna y propia de la mayoría de la población; en Cataluña, la inmersión se hace en catalán, lengua materna y propia de menos de la mitad de la población;

- en Quebec, se ha hecho una inmersión en francés, lengua internacional, lengua de los organismos internacionales, lengua difundida —como lengua oficial— en países de los cinco continentes, lengua hablada por cientos de millones de locutores; en Cataluña, se trata de imponer el catalán, lengua que merece todo el respeto del mundo, pero lengua local, utilizada por dos o tres millones de personas, en una pequeña región del noreste de España y en tres pequeñísimos enclaves extranjeros (Andorra, Francia y el Alguer).

· Este análisis contrastivo denota una importación torciera e interesada de una de las fórmulas del modelo de inmersión canadiense por parte de los nacionalistas catalanes, que están imponiendo, manu miliatari, el catalán en detrimento del español. (...)

En efecto, todas las evaluaciones coinciden en señalar que los resultados, tanto en el dominio del catalán como del español, son insatisfactorios y deficientes. Y, por otro lado, en Cataluña, las lenguas han dejado de ser instrumentos de comunicación y se han transformado armas de la lucha política. (...)" (Manuel I. Cabezas González, 23/03/18)

23/2/18

El aprendizaje del proceso de lectoescritura debe realizarse en la lengua con mayor significatividad para el niño. Si un niño castellano hablante empieza a leer arrastrando los sonidos: “Ana se puso un vestido de l/a/g/a/r……to!!!! Exclamará contento porque al leer lagar… ha anticipado el final porque es una palabra con significado para él. Ahora lee en catalán: “Anna es posa un vestit de l/l/a/n/g/a/r/d/a/i/x”. Acaba la frase, te mira con cara de desconcierto...

"Mucho se habla estos días de la mal llamada inmersión lingüística en catalán (es sumersión). 

Los argumentos que se esgrimen suelen hacer referencia a motivos judiciales, políticos, legislativos e incluso económicos, olvidándonos del más poderoso, el educativo técnico. Es decir, abordar qué método es el más eficaz para el aprendizaje de las lenguas en sociedades bilingües.

Me remito a los principios psicopedagógicos que dominan el marco teórico de le educación de los últimos 30 años: el constructivismo social (Piaget), el aprendizaje significativo (Ausubel) y la zona de desarrollo próximo del aprendizaje (Vygotski). 

Todos ellos entienden que se relaciona la información nueva con la que ya se posee, reajustando y reconstruyendo ambas.

No se puede fundamentar toda la base de las diferentes leyes educativas en estas teorías, y al mismo tiempo olvidarlas en el aprendizaje de las lenguas.

El aprendizaje del proceso de lectoescritura debe realizarse en la lengua con mayor significatividad para el niño. Cualquiera que haya presenciado el proceso de descubrimiento de la lectura de un niño lo podrá entender. 

Pongo un ejemplo. Si a un niño castellano hablante le muestras una frase empieza a leer arrastrando los sonidos de las letras: “Ana se puso un vestido  de l/a/g/a/r……to!!!! Exclamará contento porque al leer lagar… ha anticipado el final porque es una palabra con significado para él. Está contento de sus progresos.

Ahora lee en catalán: “Anna es posa un vestit de l/l/a/n/g/a/r/d/a/i/x”. Acaba la frase, te mira con cara de desconcierto porque está seguro de que ha juntado bien los sonidos, pero no ha entendido nada. Desconoce el significado de llangardaix.

Ese proceso de frustración en el avance de la lectura se produce continuamente. La lectura requiere un doble esfuerzo cuando se hace en la lengua no habitual, el de juntar las palabras y el de descubrir su significado. La frustración afecta a las emociones y  no olvidemos que el lenguaje tiene una parte de emotividad muy importante. 

Sobre ello, quiero hacer una mención especial a los padres de los niños castellano hablantes que no pueden repasar las páginas de lectura enviadas como deberes porque muchos no dominan el catalán. Así pues, la frustración es de padres e hijos, porque los pequeños que desde la guardería han aprendido a seguir las órdenes orales dadas por el profesor, lo hicieron imitando a sus compañeros, pues no entendían lo que les pedían en un idioma no familiar.

En este contexto, no podemos olvidar que mientras ellos hacen ese esfuerzo, con resultados relativos, los niños catalano-hablantes siguen aprendiendo a buen ritmo. Negar esta realidad es ser injusto. Del aprendizaje de la lectura y escritura dependerá en buena medida el éxito escolar y por tanto el éxito laboral y social.

Es obvio que tenemos un problema para el que la propuesta de solución más técnica sería la que utilizan los logopedas, que se mantenga la lengua habitual del alumno, catalán o castellano, en el aprendizaje de la lectoescritura e ir aprendiendo oralmente el otro idioma.

Los que argumentan que esa separación no es pedagógica se olvidan de que en las escuelas, ya desde P-5, se realizan medidas de la atención a la diversidad como el agrupamiento por grupos flexibles, o refuerzo de las áreas instrumentales en grupos reducidos.

En conclusión señores políticos, en la escuela ya se separa. Tengan valor y apliquen el mejor sistema de aprendizaje de las lenguas, basado en eficacia científica y no en construcciones identitarias."                    (Rosa Clavero. Pedagoga y logopeda, elCatalán.es, 20/02/18)

27/9/11

No hay un solo país del mundo en el que el aprendizaje de una segunda lengua se realice como en Cataluña, inmersión de forma precoz, total y obligatoria... por eso el fracaso escolar de los niños castellanohablantes pobres esta garantizado

"Estos últimos días se oye en boca de nuestros políticos el concepto de inmersión lingüística aludiendo al sistema de educación único que se utiliza en Cataluña y que afecta a centros educativos públicos y concertados.

Pues bien, la inmersión lingüística es solo, y exclusivamente, un método específico de conocimiento de una segunda lengua (L2).

Es un procedimiento muy empleado en todo el mundo que consiste en introducir al niño o adolescente en esa segunda lengua que desconoce e impartir los conocimientos a través de esa lengua. Cambio de lengua hogar/escuela. Ni es la única forma de aprendizaje de una segunda lengua (L2), ni es el mejor método para todos los niños en todas las circunstancias.

El método nació ligado a la pólitica. En Quebec en 1976 subió al poder el Partido Quebequés que tenía como prioridad reivindicar la cultura y lengua francesas en la región canadiense.

En ese ambiente de reivindicación política y cultural hay que encuadrar los estudios sobre bilingüismo de Lambert que fue el primero que lo utilizo en Montreal. Inmersionó a niños anglófonos en francés y dio muy buenos resultados, aprendieron francés y su nivel de razonamiento lógico y verbal aumentó. Su método fue imitado en EEUU con los chicanos y fue un fracaso.

Las comunidades lingüísticas con lenguas minoritarias en Europa como Cataluña protestaron, ya que sus hijos estaban inmersionados en la lengua del Estado, en este caso en español, y por ello el razonamiento lógico y verbal de los niños catalanohablantes inmersionados en español no era mayor.

Lambert fue muy receptivo a estas acusaciones y propuso unas condiciones sociológicas para que el método fuese exitoso. Dependía de que el conocimiento de la L2 fuese ‘aditivo’ o ‘sustractivo’, que daba lugar a un método de ‘enriquecimiento lingüístico y cultural’, el primero, y el segundo pretendía una ‘sustitución lingüística’ de una lengua por otra.

El caso del bilingüismo ‘aditivo’ ocurre cuando los niños incorporan una nueva lengua sin que la suya resulte perjudicada, entonces la actitud ante esa nueva lengua y cultura resulta positiva y los aprendizajes de ambas se refuerzan mutuamente; o bien porque ambas lenguas tienen la misma presencia en la escuela o en los programas de inmersión en los que un alumnado perteneciente a un grupo etnolingüístico de alto prestigio participa en ellos de una manera voluntaria -caso de los anglófonos en Canadá-.
El bilingüismo ‘sustractivo’ se da en grupos etnolingüísticos de bajo prestigio (castellanohablantes en Cataluña a los que se les denomina inmigrantes) en los que la adquisición de una segunda lengua va acompañada de una trasmisión de valores superiores hacia esa nueva lengua y cultura (la nació catalana, su cultura, su historia) y a la vez se denigra sus propios valores socioculturales (rechazo social e institucional de todo lo español: lengua, toros, costumbres, historia, etc.).

En estas condiciones, la adquisición de la segunda lengua tiene lugar en detrimento de la lengua materna provocando su sustitución por la de mayor prestigio y generando sentimientos de ambigüedad e inseguridades que coartan el desarrollo adecuado de las lenguas y los progresos cognitivos del niño, como el caso de las minorías étnicas en EEUU, y de castellanohablantes en Cataluña.

El método de inmersión lingüística en catalán solo para los niños castellanohablantes e inmigrantes como única forma de escolarización y aprendizaje de la lengua catalana entra dentro del bilingüismo ‘sustractivo’. No hay ningún prestigio del español ya que está ausente de las funciones altas de la sociedad: Parlamento autonómico, Administración pública, escuela… El grueso de la población castellanohablante en Cataluña no es la más culta ni la más adinerada.

Los métodos pedagógicos dejan mucho que desear a tenor de los resultados PISA y no existe voluntariedad porque no hay capacidad de elección. El método de inmersión se ha convertido en el único sistema educativo posible si la familia no tiene una economía altamente saneada.

El resultado es que los niños castellanohablantes inmersionados en catalán tienen un fracaso escolar el doble de los catalanohablantes. Lo curioso es que el aprendizaje de la lengua catalana para los castellanohablantes se realiza exclusivamente por método de inmersión, pero el aprendizaje de la lengua española para los catalanohablantes no se realiza por inmersión en castellano en las situaciones de entorno social y familiar exclusivo en catalán.

En el sistema educativo actual en Cataluña de inmersión forzosa tampoco tiene en cuenta las investigaciones de Cummins, y sus hipótesis.

Cummins, desde 1978, analiza la propia estructura del aprendizaje lingüístico. Sostiene que el niño debe haber llegado a un conocimiento determinado de su propia lengua para introducir la otra L2 con éxito y sin daño cognitivo para el niño, de tal manera que la lectoescritura se inicie en la lengua propia del niño, y no en la del territorio siempre que eso sea posible.

Por ejemplo: que la lengua del niño no sea solamente oral como muchas lenguas africanas. Ningún niño castellanohablante tienen las habilidades lingüísticas desarrolladas a los 3 años en el que inicia su exposición total en la escuela a esa segunda lengua que desconoce.

La inmersión no solo es obligatoria sino que también es precoz, desde que el niño pisa la escuela maternal a los 3 años y aun antes en las guarderías.

Posteriores trabajos de Taukaoma y Skutnabb-Kangas (1977 ) se añadieron a los trabajos de Cummins. Hay un primer umbral de competencia lingüística que es necesario haber adquirido para que la transferencia entre las dos lenguas ocurra sin daño cognitivo para el niño y que este se pueda comunicar en las dos lenguas a un cierto nivel básico: Basic Interpersonal Comunicative Skills (BICS), que representa una capacidad básica de comunicación interpersonal.

Para este conocimiento se necesita el aprendizaje de elementos como la pronunciación, el vocabulario y una mínima gramática que permita la expresión y comprensión con un soporte contextual.

Pero se necesita un segundo umbral o nivel de otro orden: el cognitivo-conceptual y académico llamado Cognitive Academic Language Proficency (CALP), que está basado en aspectos cognitivos, lingüísticos y metalingüísticos en un lenguaje descontextualizado y que son necesarios para procesar una información abstracta y descontextualizada.

Este segundo nivel es imprescindible para las habilidades académicas y explica muy bien el fracaso académico de muchos niños castellanohablantes que reciben toda la enseñanza en catalán.

Pensemos en un niño castellanohablante que le presentan un problema sencillo en la clase de matemáticas en catalán y no ha adquirido el segundo umbral lingúístico.

No hay un solo país del mundo en el que el aprendizaje de una L2 se realice como en Cataluña, inmersión de forma precoz, total y obligatoria.

La conclusión es que a la comunidad castellanohablante en Cataluña, nada menos que el 55% de la población, se la trata como si fuese un grupo lingüístico inmigrante (marroquí, subsahariano, rumano, chino, etc.) que ha de adaptarse a otra lengua, el catalán.

Aunque son ciudadanos españoles, su lengua es tan oficial como la catalana en Cataluña y pagan los mismos impuestos sin gozar de los mismos derechos: la utilización de su lengua -el castellano- como lengua vehicular en la escuela.

Hace muchos años que la educación en Cataluña se ha utilizado como herramienta para la consecución de la nació catalana, esa Cataluña virtual que preconizan nuestros gobernantes: “Una lengua, un país, una nación, un Estado”.

No hay más que ver los textos escolares: la hiper valoración de aspectos culturales catalanes, himnos, banderas, gastronomía, música, junto con la ínfima presencia en las escuelas de la materia de Lengua Española y la nula presencia como lengua de aprendizaje.

Por medio de una sustitución lingüística y de la ideologización nacionalista desde la escuela, Cataluña va camino de ser un ente distinto y distante de España.

Nunca ningún tribunal avaló la inmersión lingüística (lo han recordado Francesc de Carreras y Antonio Robles) y tampoco la UNESCO.

Lo que se propicio fue la conjunción lingüística. Y la palabra conjunción supone el concepto de igualdad y equilibrio entre una y otra lengua. Distintas asociaciones civiles impugnaron desde 1983 decretos y reglamentos.

Obtuvieron la callada por respuesta. Ahora los tribunales les dan la razón, la escolarización solo en catalán es inconstitucional. Pero con el recurso presentado por la Generalidad que deja en suspensión el auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que obliga a utilizar el español como lengua vehicular, ¿hasta cuando tendremos inmersión? El fracaso escolar de los niños castellanohablantes pobres esta garantizado.

Aún hay más, la política lingüística de Cataluña ha sido imitada por otras CCAA, como País Vasco, Galicia, Comunidad Valenciana y Baleares que gozan de otra lengua oficial ademas del castellano, única oficial y común en toda España, de tal manera que se van repitiendo de forma escalonada los problemas lingúísticos, educativos, legales y sociales. La inmersión lingúística se ha convertido en un problema de Estado."
Carmen Leal es profesora de Lengua y Literatura españolas   (lavozdebarcelona.com, 26/09/2011)
  

18/1/10

“El levantamiento de fronteras lingüísticas es un problema que nos afecta a todos”

"Pablo Yáñez, presidente de la recién creada Asociación Nacional por la Libertad Lingüística (ANLL), ha hablado con LA VOZ DE BARCELONA para explicarnos el porqué de una entidad de este tipo más allá de las comunidades con dos lenguas oficiales y de las zonas de influencia nacionalista. (...)

El motivo por el que crear una asociación por la libertad lingüística en Madrid es contundente: “Cuando te pones a analizar, por ejemplo, el hecho de imponer el catalán como un requisito para acceder a un puesto en las Baleares, no es un problema solo de las Baleares, sino que afecta al enfermero de Burgos o de Cáceres que no puede acceder a un puesto de trabajo en una región de su país cuando la Constitución les reconoce un derecho a la libre circulación, a la libre elección del puesto de trabajo”. (...)

El objetivo de la ANLL “es concienciar a la sociedad nacional en su conjunto de que el levantamiento de fronteras lingüísticas es un problema que nos afecta a todos”, y no solo a los habitantes de las comunidades con dos lenguas oficiales. (...)

Según el presidente de la ANLL, “hemos pasado de un modelo en el que se financiaba o incentivaba a los comerciantes para que rotularan en catalán, a un modelo en el que ya no es el incentivo, es la amenaza, es la coacción, es la multa“. Lo tiene claro: “Es injustificable que se multe a un ciudadano español por rotular su negocio en la lengua oficial del Estado”. (...)

Le recordamos que los defensores de la inmersión lingüística obligatoria en las escuelas públicas de Cataluña argumentan que se hace por el bien de los alumnos, pero él lo rechaza: “Me niego a aceptar que la administración pueda justificar cualquier tipo de imposición en nombre del bien futuro del ciudadano. Hablemos del presente, y el presente, en este caso, es una imposición, una situación de no libertad. No me hables de una libertad futura porque entonces estamos defendiendo que el fin justifica los medios”. (lavozdebarcelona.com, 17/01/2010)