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29/11/16

El PSE asume el modelo histórico del nacionalismo que aspira a reforzar los privilegios de los vascos frente a los derechos del resto de españoles... ¿y el PSOE?

«HARÉIS y diréis cosas que nos helarán la sangre». Palabras dirigidas por Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagaza, a Patxi López tras el asesinato de su hijo y a la vista de las primeras traiciones del socialismo vasco a la memoria de las víctimas.

Confieso que me resulta tremendamente doloroso analizar el contenido del acuerdo de gobierno alcanzado entre el Partido Socialista de Euskadi y el Partido Nacionalista Vasco. No porque no resultara previsible que el deterioro del socialismo en España pudiera caer tan bajo, sino porque una nunca está preparada para aceptar que no haya servido para nada todo el dolor, toda la lucha lucha, todo el sufrimiento de tanta buenísima gente que defendió desde Euskadi la España plural y democrática.

Estoy desolada desde que leí los papeles del acuerdo. Y siento una enorme impotencia pues temo que no hay nada que yo pueda hacer para corregir el rumbo de una avalancha que arrastra y embadurna de lodo la gesta de los mejores vascos, de todos los que lucharon contra el brutal terrorismo para defender la democracia y los derechos de ciudadanía que acabábamos de recuperar tras la larga dictadura. 

Pero no me resigno y vuelvo a utilizar este espacio en el que puedo poner negro sobre blanco lo que siento y lo que pienso de este innoble acuerdo en el que los socialistas vascos han renunciado a defender la justicia y la igualdad optando por blanquear la historia del terrorismo, a la vez que asumían el modelo histórico del nacionalismo que aspira a mantener y reforzar los privilegios de los vascos frente a los derechos del resto de españoles.

Sé que remo contra corriente porque los más ya han decidido que el contenido de esas 70 páginas es un «buen acuerdo para España». Incluso aquellos que lo critican ferozmente en privado han optado por decir en público que es mejor un acuerdo del PNV con el PSE que uno con Bildu o con Podemos… Como si eso fuera lo que estamos juzgando… 

O como si alguien puede creer a estas alturas que el PSE se ha sentido obligado a sumarse a las tesis nacionalistas del PNV para «salvarle» de sí mismo; o, como ha declarado Idoia Mendia «para frenar a los que sólo quieren humillar a los nacionalistas». 

Creo que la verdad es otra: el PSE ha sido salvado por el PNV de la debacle electoral y del invierno en el que iba a vivir desde la oposición marginal a la que le condenaron sus electores: nueve diputados, el peor resultado de su historia, y empatado a escaños con el PP.

Por otra parte, no llego a comprender por qué es mejor para los españoles, vascos incluidos, que el PSE blanquee el discurso y los objetivos políticos –que ahora son comunes con el PNV–
prostituyendo el lenguaje para engañar a la gente llamando a las cosas por los nombres que no son. ¿Qué significa que el acuerdo proclame el derecho a decidir o el reconocimiento de que Euskadi es una nación? Los socialistas dicen que sólo han acordado que hablarán de ello en la ponencia… 

Pero el PNV ya ha explicado que no han renunciado a la consulta habilitante y la defenderán en la ponencia en cuanto se constituya; y que el resto de propuestas serán presentadas por ambos partidos. Urkullu también ha querido ayudar: «Exigiremos mecanismos de bilateralidad efectiva con el Estado que garanticen el cumplimiento de lo pactado». Está claro, ¿no?

También se han comprometido a «profundizar» el autogobierno para blindar los ancestrales privilegios del «pueblo vasco». Pero, para tranquilizarnos, nos dicen que todo será dentro de la ley, «no como en Cataluña…». 

Luego hemos de entender que los socialistas van a proponer una reforma de la Constitución que legalice la desigualdad de derechos entre ciudadanos y reconozca que una parte de ellos puede pronunciarse en solitario sobre algo que compete y afecta a todos los españoles. Pues qué quieren que les diga: esto no me tranquiliza nada. (...)

En fin, que el panorama no puede ser más desolador. Porque, con todo, lo peor no son las concesiones del Partido Socialista al Partido Nacionalista Vasco. El verdadero problema es que la izquierda no tiene una propuesta seria de España. 

Por eso triunfan las tesis de los nacionalistas y populistas en general ,mientras se nos va por el desagüe la incipiente ciudadanía española que veníamos construyendo desde la Transición. Pero esta última reflexión, que aborda el origen del problema, requiere otro artículo. 

Cierro éste con una reiterada llamada de atención: Ojo, el pacto entre socialistas y nacionalistas vascos proclama la desigualdad de derechos y maquilla la historia de ETA. Eso no es bueno para España. Ni decente."               (Rosa Díez, El Mundo, 25/11/16)

23/11/16

La sumisión a la estrategia, al lenguaje y a la corrosión nacionalista de los socialistas vascos... sigue la decadencia

"(...) la razón principal del pacto entre nacionalistas y socialistas vascos es que los socialistas ya no son en el País Vasco alternativa a nada, sino el cuarto partido, y empatado a escaños con el último. (...)

Los socialistas vascos aciertan en hacer valer su apoyo, sobre todo, por el propio contenido del pacto: hasta tal punto supone una sumisión a la estrategia, al lenguaje y a la corrosión nacionalista. 

Casi lo de menos es que en el apartado final sobre el autogobierno se detallen con una precisión lacerante todos los asuntos que serán abordados en la ponencia de reforma del Estatuto y que el primer asunto sea «el reconocimiento de Euskadi como nación» y el segundo «el reconocimiento del derecho a decidir del pueblo vasco». 

Lo que debe de resultar realmente insoportable para un socialista vasco, para un socialista, pongamos por caso, como Nicolás Redondo Terreros, es de qué modo el documento hace suya la narrativa nacionalista. 

Basten como ejemplos centrales la insistente consideración del Estado español como un enemigo o la legitimidad predemocrática (histórica la llaman ellos) del autogobierno vasco. O este párrafo singular en términos fácticos, aun calientes los golpes de Alsasua, y que tanto prejuzga respecto de los trabajos sobre la memoria y los días que el pacto prevé desarrollar:

 «Tras el anuncio del fin de la actividad armada de ETA en 2011, en el periodo 2012-2016 se han producido avances sustanciales en la coexistencia [en efecto: llamarle convivencia sería un exceso], sin asesinatos ni amenazas».

Lo que queda del socialismo vasco ha hecho bien en cobrarse intensamente, con cargos."       (Arcadi Espada, El Mundo, 22/11/16)