Según el profesor de la Universidad de Kent Carles Ferreira en un estudio sobre la ideología de Vox, publicado en la Revista Española de Ciencia Política (núm. 51, 2019), sus elementos definitorios son: nacionalismo, nativismo, autoritarismo y defensa de los valores tradicionales. Su agenda socioeconómica es neoliberal, por lo que el discurso populista es solo un factor complementario y siempre subordinado a la retórica nacionalista (por ejemplo, supresión de las autonomías) (...)
Por tanto, estamos ante una formación de derecha radical, que combina nacionalismo y xenofobia, que apela a la soberanía nacional frente a la federalización europea, con una concepción autoritaria de la sociedad que descansa en valores tradicionales (antifeminismo), y cuyo modelo económico es neoliberal, lo cual la aleja del populismo antiglobalización que practican formaciones homólogas en Europa. Es cierto que cataloga como “enemigos de España” tanto a las izquierdas como a los separatistas, (...)
Curiosamente, en el Parlamento Europeo, Vox no se sienta junto a Le Pen y Salvini, sino en el grupo de los Conservadores y Reformistas, donde están los ultracatólicos polacos de Ley y Justicia, al lado también del partido que en Bélgica apoya a Carles Puigdemont, los flamencos nacionalistas de N-VA. (...)
Los sorprendentes resultados de la formación ultraderechista en Andalucía se explican como reacción nacionalista a la tensión vivida un año antes en Cataluña, cuyo desafío cuanto menos retórico seguía en pie con la presidencia vicaria de Quim Torra, con Puigdemont fugado de la justicia y Oriol Junqueras en la cárcel acusado de rebelión. Y no olvidemos que pocos meses después Vox iba a ejercer de acusación popular en el juicio del procés.
Es cierto que no solo es un partido nacionalista, y que otros elementos de su ideología como la xenofobia pesan cada vez más, como estamos viendo en la campaña de Madrid, pero el despegue en votos se produjo principalmente en esa clave, como consecuencia del descrédito del Gobierno Rajoy por blando e incompetente frente a los independentistas.
En definitiva, la ultraderecha es hija del procés, de la tensión secesionista que se activó a partir de 2012 con el pacto entre CiU y ERC para investir a Artur Mas a cambio de
También porque el Gobierno del PP se esforzó por trasladar el mensaje de que el desafío no iría a ninguna parte y que en ningún caso habría referéndum. Pero 2017, lo cambió todo. Y tras la moción de censura que desalojó a Rajoy en mayo de 2018 y hundió electoralmente al PP, Vox se lanzó a recoger el voto del hombre cabreado, de la derecha españolista que ya antes había explotado con el procés." ( Joaquim Coll, Crónica Global, 28/04/21)