Mostrando entradas con la etiqueta m. Balanzas fiscales. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta m. Balanzas fiscales. Mostrar todas las entradas

2/12/24

Afirmar los “pueblos regionales” es negar la existencia del pueblo italiano... «El Norte está cansado de apoyar al Sur». «El Sur no puede seguir viviendo a costa del Norte»... ¿Las regiones pagan realmente impuestos y reciben servicios públicos? ¿Tienen realmente «excedentes fiscales» o «pasivos»? La respuesta a todas estas preguntas es no... Son las personas las que lo hacen y, en cualquier caso, da igual que residan en uno u otro territorio regional. Lo que cada persona paga de impuestos y recibe de servicios depende de su renta, patrimonio, edad, salud, condiciones personales y familiares, etc.: elementos que, por regla general, nada tienen que ver con la región en la que reside... Atribuir a las regiones nociones que se aplican propiamente a los individuos - como están haciendo el Ministro Calderoli y los presidentes de las regiones del norte - es una falacia argumentativa y un clamoroso fracaso de la lógica. Y es también una pretensión jurídicamente insostenible... la Constitución impone deberes recíprocos de solidaridad económica, política y social a los ciudadanos italianos en cuanto tales, y no a los venecianos hacia otros venecianos ni a los piamonteses hacia otros piamonteses. Una vez más, el territorio de residencia no tiene relevancia alguna; de lo contrario, la unidad nacional quedaría hecha jirones, empezando por el pueblo italiano que constituye su base

 "«El Norte está cansado de apoyar al Sur». «El Sur no puede seguir viviendo a costa del Norte». ¿Cuántas veces en los últimos años hemos oído sentimientos semejantes en Italia?
«Los del Sur que luchan contra la autonomía son egoístas comparados con los del Norte, porque ahora mismo, en Italia, hay 12 regiones del Centro-Norte que dan más dinero del que reciben, y otras ocho regiones que reciben más del que dan», según nada menos que el Ministro de Asuntos Regionales, Roberto Calderoli. Se ha llegado a este punto: decir abiertamente que a los que no les va bien y piden solidaridad son unos egoístas que no tienen reparos en perjudicar a los que están bien.

Más allá de ser moralmente espantoso, lo cierto es que aplicar ese razonamiento a las regiones carece de todo sentido. Es un torpe intento de manipulación. El argumento de que las regiones virtuosas «sostienen» a las no virtuosas con su propio dinero se basa en la evaluación de los ingresos fiscales pagados y del gasto público recibido por región. Del hecho de que haya regiones que pagan más impuestos que el valor de los servicios públicos que reciben y otras regiones que reciben servicios públicos en una cuantía superior a los ingresos fiscales que producen, extraen la inferencia de que unas regiones disfrutan de servicios que pagan otras.

 En este sentido, argumentan que las primeras tienen un «superávit fiscal» y las segundas una «deuda tributaria». La implicación es que, si cada región pagara impuestos sólo por el importe exacto del gasto público que recibe, el resultado sería que las regiones más ricas podrían reducir su presión fiscal manteniendo el mismo nivel de servicios, mientras que las más pobres verían disminuir ese nivel. El Presidente de Lombardía calcula que su región paga «demasiado», 54.000 millones de euros; sus colegas del Véneto y Emilia-Romaña cifran el exceso en 18.000 y 17.000 millones de euros, respectivamente; el Presidente del Piamonte dice que la cifra correspondiente a su región es de 11.000 millones de euros. De ahí la acusación de egoísmo contra quienes trabajan para evitar recortes en los fondos que van en beneficio de los demás.

 Pero basta echar un vistazo más de cerca para darse cuenta de lo insustanciales que son tales afirmaciones. ¿Las regiones pagan realmente impuestos y reciben servicios públicos? ¿Tienen realmente «excedentes fiscales» o «pasivos»? La respuesta a todas estas preguntas es no. Las regiones no tienen superávit fiscal, ya que, en realidad, ni pagan impuestos ni reciben servicios públicos. Son las personas las que lo hacen y, en cualquier caso, da igual que residan en uno u otro territorio regional. Lo que cada persona paga de impuestos y recibe de servicios depende de su renta, patrimonio, edad, salud, condiciones personales y familiares, etc.: elementos que, por regla general, nada tienen que ver con la región en la que reside. Yo pago impuestos por mis ingresos como profesor universitario al mismo tipo medio que un colega mío que, con la misma cualificación y antigüedad, da clases en la Universidad de Macerata. Y si ambos tenemos la misma situación familiar, recibimos un subsidio mensual idéntico del INPS por nuestros hijos a cargo.

 Atribuir a las regiones nociones que se aplican propiamente a los individuos - como están haciendo el Ministro Calderoli y los presidentes de las regiones del norte - es una falacia argumentativa y un clamoroso fracaso de la lógica. Y es también una pretensión jurídicamente insostenible. Como reconoce el Tribunal Constitucional en su sentencia nº 83 de 2016, la Constitución, en su artículo 2, impone deberes recíprocos de solidaridad económica, política y social a los ciudadanos italianos en cuanto tales, y no a los venecianos hacia otros venecianos ni a los piamonteses hacia otros piamonteses. Una vez más, el territorio de residencia no tiene relevancia alguna; de lo contrario, la unidad nacional quedaría hecha jirones, empezando por el pueblo italiano que constituye su base.

Afirmar la existencia de «pueblos regionales» es negar la existencia del pueblo italiano. Por ello, el principio constitucional de progresividad fiscal (art. 53) implica la redistribución de la riqueza entre los conciudadanos del Estado, no de la región, como medio para desarrollar los vínculos sociales entre las personas. (...) Reducir la solidaridad redistributiva al nivel de los conciudadanos de una región, en detrimento de los compatriotas, significa (...) sancionar la prevalencia de la pertenencia regional sobre la pertenencia nacional, una reivindicación que procede de un trasfondo abiertamente secesionista, lo que pone a quienes la impulsan en colisión con la unidad y la indivisibilidad de la República, proclamadas como principio fundamental inviolable por el artículo 5 de la Constitución.

 * Del libro Loro loro dicono, noi diciamo. Sobre Premierate, Justicia y Regiones («Lo que ellos dicen, lo que nosotros decimos. Sobre Premierate, Justicia y Regiones») de Gustavo Zagrebelsky, Armando Spataro y Francesco Pallante, ed. Laterza"

(Francesco Pallante , il manifesto global, 27/10/24, traducción DEEPL)

9/10/24

La Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI) reivindica la importante movilización de los últimos meses a favor de un referéndum contra la nueva Ley de la Autonomía Diferenciada (como el cupo vasco o catalán), promovida por La Liga (anteriormente Liga del Norte)... se recolectaron alrededor de 1.300.000 firmas... la Ley de Autonomía Diferenciada debe ser derogada porque “dividirá Italia en muchas pequeñas patrias, aumentará las disparidades territoriales y agravará las ya insoportables desigualdades sociales, en detrimento de toda la comunidad y, en particular, de los trabajadores y los obreros, los jubilados y los pensionistas, los jóvenes y las mujeres” . Al priorizar al norte rico de Italia, en detrimento, esencialmente, del sur menos desarrollado, esta ley “divide al país y perjudica tanto al sur como al Norte... La resistencia a esta ley, según Paolo Banci, tiene una importancia significativa, ya que la misma constituye el primer instrumento jurídico de la gran reforma conservadora que promueve la actual alianza de gobierno

 "(...) Paolo Banci, ex sindicalista, militante social de larga trayectoria de la región toscana y presidente de la sección local de Rignano sull’ Arno de la Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI). La ANPI es hoy una de las mayores organizaciones con presencia en todo el territorio nacional. Fue creada en junio de 1944, en Roma, mientras el Norte sufría todavía la ocupación nazi-fascista. El 5 de abril de 1945 se le concedió el estatus de “Ente moral”, lo que le otorgó personalidad jurídica, promoviéndola, de hecho, como la asociación oficial de los partisanos. Independiente de los partidos políticos, la ANPI, según su propia definición, “sigue estando a la vanguardia en la custodia y aplicación de los valores de la Constitución, por lo tanto, de la democracia, y en la promoción de la Memoria de esa gran época de conquista de la libertad que fue la Resistencia”. Para la Asociación de Partisanos la lucha antifascista de ayer va de la mano del combate universal por la memoria, contra la guerra, por los derechos constitucionales y, en particular, las conquistas sociales [1]. (...)

Paolo Banci menciona, a manera de ejemplo, el gran frente asociativo que en Italia se manifiesta a favor del fin de la agresión en Gaza, que apuesta a una salida pacífica de ese conflicto y que promueve el reconocimiento oficial del Estado Palestino. “Actualmente, los partidos de centro e izquierda están adentro de ese frente, pero no tienen la voz cantante ni juegan el rol central”, puntualiza.

En lógica similar, el dirigente de la ANPI y actor comprometido en la solidaridad internacional, reivindica la importante movilización de los últimos meses a favor de un referéndum contra la nueva Ley de la Autonomía Diferenciada promovida por La Liga (anteriormente Liga del Norte). Banci explica que “Hasta ahora — inicios de octubre— se recolectaron alrededor de 1.300.000 firmas, incluyendo muchas digitales, especialmente de jóvenes. Ese número representa más del doble de lo que la ley exige para que un Referéndum sea votado. Y si bien los partidos de centro y de izquierda apoyan esta iniciativa, tampoco juegan el rol protagónico que sí tiene el movimiento socio-cultural y sindical”. Se espera que en los próximos meses la Corte Constitucional reconozca la inconstitucionalidad de la Ley y permita, así, una votación popular, la que será, según el militante social, “un nuevo y gran desafío para conseguir una mayoría contra esa ley en las urnas”.

Según las múltiples asociaciones y organizaciones sociales y culturales que han promovido el Referéndum, la Ley de Autonomía Diferenciada debe ser derogada porque “dividirá Italia en muchas pequeñas patrias, aumentará las disparidades territoriales y agravará las ya insoportables desigualdades sociales, en detrimento de toda la comunidad y, en particular, de los trabajadores y los obreros, los jubilados y los pensionistas, los jóvenes y las mujeres” . Al priorizar al norte rico de Italia, en detrimento, esencialmente, del sur menos desarrollado, esta ley “divide al país y perjudica tanto al sur como al Norte; empobrece la mano de obra; socava las políticas medioambientales; afecta la educación y la salud públicas; penaliza los municipios y las zonas del interior; complica la vida de las empresas y obstaculiza el desarrollo nacional” [2].

La resistencia a esta ley, según Paolo Banci, tiene una importancia significativa, ya que la misma constituye el primer instrumento jurídico de la gran reforma conservadora que promueve la actual alianza de gobierno. Si la Autonomía Diferenciada se acepta sin una oposición popular contundente, le seguirán la ley que impulsa Meloni para concentrar el poder a través la elección directa del primer ministro –debilitando todos los otros poderes del Estado— y, también, la que promueve reestructurar la justicia, iniciativa reaccionaria en la cual está principalmente interesada Fuerza Italia.

Aunque el futuro político italiano está repleto de incertidumbre y desafíos, “no dejamos de apostar a la permanente movilización desde abajo en defensa de derechos sindicales, de apoyo a fábricas ocupadas, de promoción de reivindicaciones sociales, a favor de la paz y contra los aires belicistas, de solidaridad con los inmigrantes, de reactualización de la memoria colectiva antifascista”, reflexiona Paolo Banci. Certezas concretas: “es muy importante que organizaciones como la nuestra, la de partisanos, logre reunir más de 150 mil miembros en todo el país —más que los afiliados de algunos de los grandes partidos— y que constantemente muchos jóvenes que no quieren enrolarse en un partido político pidan integrarse a nuestra asociación”.                    (Sergio Ferrari, CADTM, 07/10/24)

4/8/24

Gonzalo Bernardos: ¿Por qué estoy en contra de un concierto económico para Cataluña? Los cálculos sobre las balanzas fiscales tienen una limitada credibilidad... la solidaridad entre las autonomías debe continuar... la solidaridad no puede quedar limitada por la ordinalidad... las balanzas fiscales no tienen en cuenta la aportación de la AGE al sistema de pensiones. si la contribución de Cataluña al PIB español fue del 19%, los residentes en la autonomía obtuvieron a través del sistema de pensiones una financiación adicional de la AGE por valor de 13.285 millones

 "El 29 de julio, los negociadores del PSC y ERC llegaron a un acuerdo para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Entre los temas acordados, el más relevante fue la concesión de un concierto económico a Cataluña. Si lo aprueba el Congreso, la anterior asignación equipararía fiscalmente a la autonomía catalana con el País Vasco y Navarra y supondría la creación de un nuevo régimen especial (una financiación singular).

En un próximo futuro, la Agencia Tributaria Catalana recaudaría la totalidad de los impuestos generados en la autonomía, abonaría una parte a la Administración General del Estado (AGE) por los servicios prestados directa e indirectamente a los residentes en Cataluña (el importe conocido como cupo) y pagaría una cuota, denominada de solidaridad, para ayudar al desarrollo de las comunidades con menos recursos.

Indudablemente, el concierto económico aumentaría los ingresos a disposición de la Generalitat y, como catalán residente en la autonomía, podría resultarme beneficioso. Por un lado, por una reducción de los impuestos sufragados. Por el otro, debido al incremento del gasto público efectuado en sanidad, educación, infraestructuras, etcétera.

A pesar de ello, estoy en contra de la concesión del concierto a Cataluña, tanto por motivos económicos como políticos. Los primeros son los siguientes:

a) los cálculos sobre las balanzas fiscales tienen una limitada credibilidad. Las balanzas fiscales constituyen un magnífico ejercicio académico, pero tienen una limitada credibilidad para cuantificar lo que una comunidad autónoma aporta a la AGE y lo que recibe de ella. En primer lugar, porque hay dos tipos de balanzas (las observadas y las neutralizadas) y múltiples métodos para calcularlas.

En segundo, debido a los numerosos supuestos que deben hacerse para llegar a algunas conclusiones. Por un lado, no existe la suficiente información desagregada. Por el otro, el gasto efectuado por la AGE beneficia a la comunidad donde se realiza y también al resto del país. Así ocurre con las inversiones efectuadas en el puerto de Barcelona, en el AVE a su paso por Castilla y León o en las instalaciones militares de Zaragoza.

En tercero, por las grandes diferencias observadas en los resultados proporcionados por las distintas balanzas y métodos. Así, por ejemplo, en 2009, el saldo fiscal de Cataluña con la AGE oscilaba entre un superávit de 4.015 millones y un déficit de 16.410 millones. El primer dato era obviado por la Generalitat y el segundo publicitado una y otra vez. Desde mi perspectiva, ninguno de los dos se ajustaba a la realidad.

b) la solidaridad entre las autonomías debe continuar. En nuestro país, casi nadie cuestiona que las personas con mayores ingresos tengan un saldo fiscal negativo. En otras palabras, la cuantía pagada en impuestos supere a la obtenida en prestaciones públicas. Los partidos independentistas catalanes también son partidarios de la solidaridad, pero únicamente en el ámbito de Cataluña. Por dicho motivo, les parece muy bien que los ciudadanos del área metropolitana de Barcelona financien a los del resto de la autonomía.

No obstante, es sorprendente que un partido progresista como el PSOE apoye un concierto económico en Cataluña, a pesar de que tal posibilidad no figura en la Constitución.

Especialmente porque está a favor de la redistribución de rentas entre los ciudadanos a través de los impuestos y el gasto público. Una concesión que hará más rico a un territorio próspero y empobrecerá a las autonomías con un menor PIB per cápita.

c) la solidaridad no puede quedar limitada por la ordinalidad. En el acuerdo entre PSC y ERC, ambas formaciones limitan la solidaridad de los catalanes con el resto de España a la ordinalidad. En la clasificación de las autonomías, según lo que aportan y reciben de la AGE, dicho acuerdo establece que Cataluña jamás ha de ocupar una posición más baja en el segundo apartado que en el primero. Si así sucediera, la contribución efectuada al resto de territorios sería escasa y sustancialmente inferior a la calculada por FEDEA (2.168 millones en 2021).

La anterior restricción extrapolada al ámbito del IRPF implicaría que cualquier español cuyos ingresos anuales ascienden a 300.000 euros debería recibir más prestaciones públicas que los perceptores del salario mínimo (15.876 euros), a pesar de que los segundos las necesitan mucho más que los primeros. Una opción que públicamente ningún partido, incluidos los de carácter neoliberal, se atrevería a proponer.

d) las balanzas fiscales no tienen en cuenta la aportación de la AGE al sistema de pensiones. Los ingresos por cotizaciones de los afiliados a la Seguridad Social y las clases pasivas son insuficientes para sufragar los pagos en concepto de pensiones contributivas y los gastos derivados de su gestión. Según Miguel Ángel García, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, en 2023 el desfase entre unos y otros ascendió a 69.919 millones.

En el pasado año, si la contribución de Cataluña al PIB español fue del 19%, los residentes en la autonomía obtuvieron a través del sistema de pensiones una financiación adicional de la AGE por valor de 13.285 millones. Una cuantía más de seis veces superior a la aportada por dicho territorio al régimen común de financiación en 2021 (2.168 millones)

Los motivos políticos son los siguientes:

a) ninguna comunidad autónoma debería tener un régimen de financiación especial. Desde mi perspectiva, todas las comunidades deberían forman parte del régimen común y ninguna de ellas disponer de uno especial. Por eso, estoy en contra del concierto económico catalán, pero también del vasco y navarro. No obstante, los dos últimos están contemplados en la Constitución, pero no así el primero. Indudablemente, una diferencia esencial.

El régimen especial del País Vasco y Navarra les permite recibir financiación del resto de España, siendo ambas autonomías más ricas que el conjunto del país. Por eso, el gasto social por habitante en dichas comunidades supera al observado en cualquier otra. Una situación derivada de dos factores: la inexistencia de solidaridad con el resto de la nación y la negociación política del cupo.

Una y otra vez, el Gobierno español de turno, para contentar al PNV y obtener sus votos en el Congreso, acepta que la AGE reciba un importe inferior al que le correspondería por los servicios prestados a los residentes en el País Vasco y Navarra. Indudablemente, un agravio comparativo para Cataluña, una comunidad que en el verano de 1980 prefirió continuar en el régimen común de financiación a disponer de uno especial, y también para el resto de España.

b) el concierto económico facilitaría la independencia de Cataluña. En esta ocasión, los dirigentes de ERC tienen razón. De ninguna manera, constituye un farol lo que dicen. La recaudación y gestión de los ingresos tributarios originados en el territorio catalán constituye un paso hacia adelante en la ruta hacia la independencia.

En primer lugar, porque el día después de la declaración podrán continuar financiando los servicios públicos básicos. En segundo, debido a que les permite disponer de más capital para promocionar sus supuestas ventajas, tanto en Cataluña como en el resto del mundo. Con el concierto económico, la Agencia Tributaria Catalana tendrá unas características similares a las de cualquier otra de un país desarrollado.

c) constituye un agravio comparativo respecto a las otras comunidades ricas. La concesión de un concierto económico a Cataluña impediría negárselo a las otras dos autonomías (Madrid y Baleares) que aportan más de lo que reciben de la AGE, según FEDEA. Si se les otorgara, la redistribución de rentas entre territorios sería escasa o nula y el país iniciaría un incierto camino, cuyo distinto final probablemente sería la creación por la puerta de atrás de una confederación de naciones. Una posibilidad para nada contemplada en la Constitución.

En definitiva, constituye una sorpresa que un partido de implantación estatal como el PSOE acceda a concederle a Cataluña un concierto económico. No obstante, ya no lo es que sus dirigentes negaran tal posibilidad solo unos días antes. Indudablemente, supone una contradicción que dicha formación sea favorable a la redistribución de rentas entre las personas, pero no entre las autonomías, cuando las segundas están integradas por ciudadanos.

A pesar de que el concierto me beneficiaría, pues soy catalán y residente en la comunidad, soy contrario a él. En primer lugar, porque soy solidario con los que menos tienen. En segundo, debido a que mi solidaridad con los de Lleida es idéntica a la que tengo con los de Badajoz. Para nada, tal y como sucede con los independentistas, tiene como límite el territorio catalán.

En tercero, porque estoy a favor de la justicia social y deseo que en España todos los ciudadanos dispongan de los recursos necesarios para obtener un nivel de vida digno. En cuarto, debido a que todas las autonomías no poseen las mismas cartas. Las que disponen de una mayor inversión privada (Madrid y Cataluña) siempre tienen en su mano uno o varios comodines. En cambio, la que tienen menos acceso a ella, difícilmente poseen dos o más naipes cuyos números sean correlativos o idénticos.

La historia reciente muestra claramente la insaciabilidad de los políticos independentistas. Les den lo que les den los partidos españoles, jamás se conformarán, excepto si les ofrecen la independencia. La concesión del concierto económico supondría un gran paso adelante en la ruta que conduce a su objetivo y probablemente comporte la aparición de un nuevo procés. Si así sucede, espero y deseo que no sea tan dañino para Cataluña como el anterior. De él, aún no nos hemos recuperado ni social ni económicamente."                 (

27/3/24

El regreso al agravio imaginario... en la gestión y desarrollo del procés, el argumento del agravio económico desempeñó un papel crucial en la movilización popular a favor de los postulados secesionistas... el agravio económico sigue disfrutando de un cierto predicamento mediático y ha calado en muchos sectores que lo compran acríticamente porque no hay nada mejor que pensar que no recibimos lo que nos meremos. Además, la comparativa con Madrid es persistente, particularmente en inversiones, y cualquier noticia sirve para validar la tesis general del maltrato. Por eso ERC, en un momento de cansancio del independentismo, ha vuelto a los orígenes, a enarbolar el relato del expolio con el que Oriol Junqueras irrumpió y triunfó en la escena política hace más de una década... La propuesta de una financiación singular para Cataluña, a modo de cupo vasco, pretendidamente constitucional, recupera la argumentación del maltrato con base en las balanzas fiscales que elabora cada año la Generalitat... nadie sensato se dedica a cultivar el agravio que, inevitablemente, aparece cuando se territorializa el gasto público... Solo los dirigentes de las regiones ricas, también en Alemania o Canadá, esgrimen el déficit fiscal con métodos de cálculo parciales para utilizarlo en el debate político doméstico. En el caso español, Cataluña contribuye aproximadamente en proporción a su PIB y recibe en función del peso de su población. Es un criterio razonable y justo, como ya argumentó en su día Pasqual Maragall (Joaquim Coll)

 "Como sabemos, en la gestión y desarrollo del procés, el argumento del agravio económico desempeñó un papel crucial en la movilización popular a favor de los postulados secesionistas, pues logró penetrar en sectores sociales (castellanohablantes) muy alejados del identitarismo nacionalista. Los propios líderes soberanistas lo reconocieron abiertamente.

En aquellos años, la tesis del expolio fue de la mano del relato historicista sobre el 1714 y de la grosera descalificación al Tribunal Constitucional por la sentencia “contra” el Estatuto. Entre 2012 y 2017, el tríptico formado por historia, política y economía justificó el salto al vacío de la secesión unilateral.

Tras el estrepitoso fracaso del procés, de los tres argumentos citados, el único que hoy todavía tiene alguna posibilidad de generar impacto electoral es el fiscal. El histórico, la guerra de sucesión del siglo XVIII, es complejo y de difícil paralelismo, y a lo sumo se rescata por la Diada; y el político, la batalla del Estatuto de principios de este siglo, solo es para los muy iniciados en la cuestión catalana. En cambio, el agravio económico sigue disfrutando de un cierto predicamento mediático y ha calado en muchos sectores que lo compran acríticamente porque no hay nada mejor que pensar que no recibimos lo que nos meremos. Además, la comparativa con Madrid es persistente, particularmente en inversiones, y cualquier noticia sirve para validar la tesis general del maltrato.

Por eso ERC, en un momento de cansancio del independentismo, ha vuelto a los orígenes, a enarbolar el relato del expolio con el que Oriol Junqueras irrumpió y triunfó en la escena política hace más de una década. Con sus tesis maximalistas llevó al límite de sus contradicciones a los votantes de CiU, beneficiándose de un terreno abonado desde los tiempos de Jordi Pujol y que Artur Mas ratificó con su apuesta por el pacto fiscal. No podemos olvidar que uno de los argumentos esgrimidos en 2014 por el Consell Assessor per a la Transició Nacional para ejercer la autodeterminación fue poner fin a la “situación injusta del agravio económico” (la llamada secesión remedial).

Una década más tarde, la promesa de la independencia ha fracasado, y en ERC han decidido que la mejor opción para la movilización electoral es regresar a los cuarteles de invierno. La propuesta de una financiación singular para Cataluña, a modo de cupo vasco, pretendidamente constitucional, recupera la argumentación del maltrato con base en las balanzas fiscales que elabora cada año la Generalitat, según las cuales sufrimos un déficit persistente, que dura más de 35 años, del 8% del PIB, y que en 2021 se ha disparado al 9,6%, lo que representa unos 22.000 millones de euros anuales (“que se’n van i no tornen”, estribillo que les gusta mucho repetir).

En las balanzas fiscales casi todo es mentira. Son un ejercicio académico que ningún Gobierno central en el mundo hace, pues nadie sensato se dedica a cultivar el agravio que, inevitablemente, aparece cuando se territorializa el gasto público. ¿Por qué no calculamos las balanzas fiscales dentro de Cataluña? Solo los dirigentes de las regiones ricas, también en Alemania o Canadá, esgrimen el déficit fiscal con métodos de cálculo parciales para utilizarlo en el debate político doméstico. En el caso español, la realidad de los hechos es que, como en más de una ocasión ha reconocido públicamente el exconsejero Andreu Mas-Colell, Cataluña contribuye aproximadamente en proporción a su PIB y recibe en función del peso de su población. Es un criterio razonable y justo, como ya argumentó en su día Pasqual Maragall 

No hay pues sangría fiscal, contrariamente a lo que sostienen Junqueras y Pere Aragonès. Lo único anormal en España no es que el agregado de las rentas de los ciudadanos de las comunidades ricas (Madrid, Cataluña o Baleares) contribuya más a la hucha común, sino que el País Vasco y Navarra no lo hagan en igual proporción gracias a un sistema de cupo insolidario, que ha sido la moneda de cambio con el que tanto PP como PSOE han premiado al PNV. Para nuestra desgracia, la excepcionalidad foral es el espejo en el que hoy se mira el fracasado independentismo catalán, y que sostiene el cansino recurso al agravio imaginario."                 (

25/3/24

Balanzas fiscales, otra vez... Si se defiende la eliminación de agravios comparativos toca replantearse los importes del cupo vasco y la aportación navarra, resolver los problemas de infrafinanciación en el régimen común y repensar el régimen especial canario... en todos los países del mundo hay regiones con balanzas fiscales positivas, que reciben más de lo que aportan, y negativas, que aportan más de lo que reciben... País Vasco, Navarra y Canarias disfrutan de un saldo fiscal sustancialmente más favorable de lo que cabría aguardar teniendo en cuenta su renta per cápita regional... si uno defiende la eliminación de agravios comparativos, converger con los países más avanzados de la Unión Europea y profundizar en la cohesión social, lo que toca son otras cosas. En particular: replantearse los importes del cupo vasco y la aportación navarra, resolver los problemas de infrafinanciación en el régimen común y repensar el régimen especial canario

 "En España llevamos 20 años hablando de forma recurrente sobre balanzas territoriales. Nos hemos convertido ya en campeones mundiales en cálculos y aportaciones metodológicas. Para que el lector no especialista comprenda mejor el alcance e interés del nuevo episodio al que parece que vamos a asistir, conviene incidir en algunas ideas.

La primera es que las balanzas fiscales son una estimación que requiere partir de hipótesis que admiten márgenes en su concreción, lo que influye en los resultados finales. No es como mirar un termómetro o calcular la cantidad de agua acumulada en un embalse. La existencia de un consenso metodológico previo es la única manera de evitar el baile y la confrontación de cifras aparentemente calculadas de forma objetiva.

Segundo, en todos los países del mundo hay regiones con balanzas fiscales positivas, que reciben más de lo que aportan, y negativas, que aportan más de lo que reciben. Exactamente igual que usted o yo no tenemos residuos fiscales nulos: dependiendo de su nivel de renta y de la demanda efectiva que hace de los servicios públicos su residuo será mayor o menor. Son las reglas del juego redistributivo de las sociedades democráticas que tanto nos ha costado construir.

Si la existencia de saldos negativos y positivos es inevitable, las preguntas relevantes son si existen agravios comparativos dentro de España y cómo nos situamos respecto a los países de nuestro entorno. La respuesta a la primera pregunta es que, en general, las estimaciones muestran que País Vasco, Navarra y Canarias disfrutan de un saldo fiscal sustancialmente más favorable de lo que cabría aguardar teniendo en cuenta su renta per cápita regional. Lo contrario ocurre en la Comunidad Valenciana y Murcia. Cataluña y la Comunidad de Madrid se sitúan muy cerca de donde cabría aguardar. Sobre la segunda cuestión, España no figura entre los países de la UE que despliegan una mayor redistribución interregional de la renta: la evidencia empírica disponible muestra que en España el efecto redistributivo interregional es muy inferior al que se constata en Dinamarca, Suecia, Países Bajos o Alemania.

Cuarta y última idea: las balanzas fiscales sí tienen que ver con el sistema de financiación autonómica. Las posiciones tan favorables de País Vasco y Navarra son, sobre todo, resultado de la aplicación del sistema foral. Y la mala posición de Murcia y la Comunidad Valenciana son explicadas en buena medida por la infrafinanciación derivada de la deficiente aplicación del sistema de régimen común.

Entiendo que una parte de las fuerzas políticas de Cataluña presione por alcanzar un status similar al de las comunidades forales. Pero si uno defiende la eliminación de agravios comparativos, converger con los países más avanzados de la Unión Europea y profundizar en la cohesión social, lo que toca son otras cosas. En particular: replantearse los importes del cupo vasco y la aportación navarra, resolver los problemas de infrafinanciación en el régimen común y repensar el régimen especial canario."

(Santiago Lago Peñas es catedrático del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo. El País, 20/03/24)

26/2/24

Juan Francisco Martín Seco: Pocas cosas más estúpidas que un andaluz, un extremeño o un gallego independentista... Eliminar la política redistributiva del Estado puede ser beneficioso para regiones ricas como Cataluña, pero pernicioso para las menos opulentas como Galicia... las transferencias gracias al papel redistributivo de la Hacienda pública estatal llega se eleva al 15,60% de su PIB para Extremadura, para Asturias el 8,40%; Canarias el 8,58%; Galicia el 7.21%; y Andalucía el 6,02%... ¿Podemos imaginar qué sería de la situación económica y social de Extremadura, Andalucía, Asturias, Galicia, etc., sin este flujo anual de recursos?

 "In illo tempore, aquel en el que los sindicatos tenían protagonismo y los problemas sociales ocupaban el centro de la actividad política, se decía que «no hay cosa más tonta que un obrero de derechas». Hoy ya no se oye, pero no porque no haya obreros, sino porque no se sabe muy bien dónde empiezan y dónde terminan las derechas. Sin embargo, tal vez cabría acuñar otra que dijese algo así: «No hay cosa más tonta que un andaluz, un extremeño o un gallego secesionista».

La semana pasada dediqué mi artículo a relatar lo que se entiende por balanza fiscal que, sin demasiada consistencia teórica y sin apenas uso en otros países, se ha puesto de moda en España de la mano del supremacismo catalán, que la ha adoptado como arma arrojadiza en contra de toda política redistributiva a nivel territorial.

Analicé en ese mismo artículo los problemas que presentaban su elaboración y las múltiples versiones que podía adoptar según las hipótesis y los presupuestos que se asuman. No obstante, todas las realizadas hasta la fecha por distintas instituciones u organismos vienen a coincidir en líneas generales. Hay una excepción, la que la Generalitat ha confeccionado con una finalidad claramente partidista en aras de utilizar el victimismo, afirmando que «España nos roba».

El resto presenta convergencia en los resultados. Como no podía ser de otra manera, todas aquellas comunidades cuyas rentas per cápita están por debajo de la media muestran saldo positivo, mientras que lo tienen negativo aquellas cuya renta per cápita se encuentra por encima. País Vasco y Navarra constituyen dos excepciones ya que, a pesar de estar situados en el puesto segundo y tercero en el ranking, exhiben saldos positivos. La razón radica en el especial sistema de financiación de estas dos autonomías.

Fue en agosto de 2016 la última vez que el Ministerio de Hacienda publicó las balanzas fiscales, y lo hizo con datos de 2012. Se siguió una metodología ajena al ministerio y elaborada por varios profesores de las universidades de Valencia y Zaragoza y financiada por la fundación SEPI. En sus conclusiones esenciales coincide con las elaboradas por el propio ministerio en tiempos de Solbes con una metodología diferente, o con las realizadas en varias ocasiones por la fundación BBVA.

Los resultados muestran la inconsistencia del victimismo de los independentistas, puesto que si, como es lógico, Cataluña presenta un déficit fiscal, este no es mayor, sino quizá menor del que lógicamente le correspondería. De hecho, Cataluña, con una renta per cápita mayor que Baleares, arroja en términos relativos (con respecto al PIB) un déficit fiscal menor (3,75 frente a 5,08); y si la renta per cápita de Madrid es superior a la de Cataluña no hay una diferencia tan grande como para justificar un desfase de tal amplitud como el que se produce en los datos del déficit fiscal (9,57% del PIB en Madrid frente a 3,75% en Cataluña).

Pero quizás la conclusión más relevante a resaltar en este momento es que, gracias al papel redistributivo efectuado por la Hacienda Pública estatal, las transferencias anuales que algunas comunidades reciben del resto de los territorios se elevan a cantidades bastante elevadas. Prescindiendo de Ceuta y Melilla por sus especiales características, citemos a Extremadura, que es la autonomía con menor renta per cápita: recibe el 15,60% de su PIB; Asturias el 8,40%; Canarias el 8,58%; Galicia el 7.21%; Andalucía el 6,02% y así sucesivamente.

El principal factor que influye en estos flujos es el sistema fiscal que, aun cuando pensemos que no es suficientemente progresivo, sí tiene virtualidad para corregir, al menos en parte, la desigual distribución territorial que realiza el mercado. ¿Podemos imaginar qué sería de la situación económica y social de Extremadura, Andalucía, Asturias, Galicia, etc., sin este flujo anual de recursos?

Con esto retornamos al principio. No resulta demasiado coherente que haya gallegos que reclamen la independencia. Mal les iría. Pero menos congruente es aún que se engloben en el entramado Frankenstein, que se orienta a conceder más y más ventajas a la Generalitat y al País Vasco.

La concesión a Cataluña de un régimen especial de financiación, tal como quieren no solo los soberanistas sino también el PSC, conduce a la ruptura de la política redistributiva entre las regiones y por lo tanto al hundimiento aun mayor de comunidades tales como la de Galicia.

La postura, por ejemplo, de Iceta afirmando que no pide nada para los catalanes que no pida para los demás resulta hipócrita y un poco cínica. Eliminar la política redistributiva del Estado puede representar importantes beneficios para las regiones ricas como Cataluña, pero efectos perniciosos para las menos opulentas como Galicia. Ser independentista gallego es bastante incoherente, pero más ser gallego y defender la independencia (aunque solo sea la fiscal y presupuestaria) de Cataluña.

Se entiende mal que los habitantes de las regiones más deprimidas, que lógicamente son beneficiarias de los mecanismos redistributivos del Estado, sean independentistas, como resulta también difícil de explicar que desde la izquierda se persiga la desintegración del Estado cuando, a pesar de todos sus defectos, es el único baluarte contra el poder económico. (...)

No hay nada reprobable en la querencia a las tradiciones y a la cultura de cada territorio, aunque en verdad ello es tanto más difícil en este mundo globalizado en el que se da la movilidad de todos los medios de producción. Nada que objetar en que se reivindiquen los hechos diferenciales, aunque en la sociedad actual, sometida por ejemplo a importantes fenómenos migratorios, es fácil que estos se diluyan progresivamente.

El problema surge cuando hay quienes intentan mantenerlos artificialmente para convertirlos en privilegios con repercusiones sociales y políticas. Es la postura de ciertos nacionalismos afincados en las regiones ricas. Es una actitud egoísta, innoble y muy poco de izquierdas, pero hasta cierto punto nadie podrá decir que es irracional. La cosa cambia cuando nos movemos en territorios menos agraciados. Allí a los nacionalismos y a los que con ellos fraternizan no se les puede tildar precisamente de egoístas, pero me temo que la calificación que más les cuadre es la de tontos."             ( Juan Francisco Martín Seco , TheObjective, 13/02/24)

16/1/24

¿Balanzas fiscales con un gobierno progresista? Se trata de un instrumento que prácticamente no se realiza en ningún otro país del mundo porque no permite obtener resultados concluyentes. No hay ningún criterio que pueda determinar con objetividad a quién beneficia o perjudica lo que ingresa o gasta el Estado, de modo que el resultado será siempre completamente diferente según el método de cómputo que utilice quien haga la balanza. Se podría “demostrar” que España “roba” a Cataluña, o lo contrario... ¿Si el Estado invierte en una carretera en Andalucía sólo nos beneficiaremos los andaluces? ¿Acaso no vendrán turistas o empresas catalanas que serán igualmente beneficiados? ¿Cómo determinar a quién beneficia o perjudica el gasto en defensa o administración de justicia? Sólo sirven para que demagogos y supremacistas como la derecha nacionalista catalana vayan diciendo que los demás se quedan con su dinero... Es lamentable que el gobierno del PSOE y Sumar ceda en este tipo de chantajes (Juan Torres López)

 "Como era de esperar y muchos habíamos anticipado, los acuerdos con la derecha nacionalista catalana para la investidura de Pedro Sánchez han mostrado muy pronto que no conformaban una auténtica mayoría y que implicarían cesiones impropias del progresismo del que hacen gala PSOE y Sumar.

Me referiré solamente a la de proporcionar datos oficiales “para que cada administración calcule sus propias balanzas fiscales”, según han expresado fuentes del gobierno

Estas balanzas son un cálculo orientado a determinar a quién perjudica o beneficia la liquidación de todas y cada una de las partidas de los Presupuestos del Estado. Un cálculo con el que los nacionalistas catalanes buscan demostrar que “España les roba”.

Se trata de un instrumento que prácticamente no se realiza en ningún otro país del mundo porque no permite obtener resultados concluyentes. No hay ningún criterio que pueda determinar con objetividad a quién beneficia o perjudica lo que ingresa o gasta el Estado, de modo que el resultado será siempre completamente diferente según el método de cómputo que utilice quien haga la balanza. Se podría “demostrar” que España “roba” a Cataluña, o lo contrario. Lo explicaron muy bien Josep Borrell y Joan  Llorach en su libro Las cuentas y los cuentos de la independencia.

¿Si el Estado invierte en una carretera en Andalucía sólo nos beneficiaremos los andaluces? ¿Acaso no vendrán turistas o empresas catalanas que serán igualmente beneficiados? ¿Llevar el AVE con dinero del Estado a Cataluña sólo beneficia a los catalanes? ¿Cómo determinar a quién beneficia o perjudica el gasto en defensa o administración de justicia?, ¿seguro que a todos los habitantes por igual? ¿Acaso son los territorios quienes pagan los impuestos y se puede comparar, entonces, lo que para cada uno de ellos supone la carga fiscal?

Las balanzas fiscales nunca proporcionan resultados que puedan ser asumidos como ciertos y objetivos y lo único que producen es ruido y confusión. Sólo sirven para que demagogos y supremacistas como la derecha nacionalista catalana vayan diciendo que los demás se quedan con su dinero.

Es lamentable que el gobierno del PSOE y Sumar ceda en este tipo de chantajes. A mi juicio, lo progresista no es contribuir a la disputa irracional, al enfrentamiento y la insolidaridad, a una pugna entre administraciones en la que ninguna llevará razón. No representa progreso alguno que los partidos de izquierdas den combustible y munición a la derecha supremacista catalana. Se convierte él mismo en pirómano. Yo creo que lo progresista sería afirmar que se rechaza el uso de las balanzas fiscales como arma arrojadiza de unos españoles contra otros, porque no ayudan a plantear los problemas que tenemos de inequidad territorial en un clima de igualdad y respeto y con datos objetivos. O, en todo caso, negociar y acordar su elaboración conjunta con criterios de cálculo consensuados, pero no echar a pelear entre ellas a las comunidades autónomas.  

Empieza mal este gobierno y terminará peor si sigue cediendo ante un chantaje que pudo y, a mi juicio, debió haber evitado desde el principio."              (Juan Torres López, blog, 12/01/24)

7/11/23

La izquierda institucional debe someter a juicio crítico su seducción por un autonomismo diferencial y competitivo que la derecha nacionalista y neoliberal usa contra la igualdad entre españoles... La izquierda debería atender a las razones por las que Isabel Díaz Ayuso defiende con uñas y dientes la autonomía fiscal de Madrid o por qué tiene la capacidad de bajar el 0,5 % del IRPF autonómico, en todos los tramos y en plena pandemia: no solo es ideología, es también un diseño territorial que favorece esas políticas. No es casual que economistas como Daniel Lacalle siempre hayan defendido que el cupo vasco (y el sistema de concierto) sea la solución a la financiación autonómica y deba extrapolarse a todas las CCAA

 "Las palabras izquierda y derecha llevan largo tiempo maltratadas por «los hunos y los hotros», por decirlo con Don Miguel de Unamuno. No lo celebro. Creo que el conflicto político y las divergencias ideológicas son ineludibles en cualquier sociedad democrática. Para que se puedan dar con un mínimo rigor es imprescindible que la trampa y la hipocresía no sean norma, como es costumbre consolidada. A vueltas con la fiscalidad, parece que se empieza a reparar en algunas de las incoherencias que han hecho fama en nuestro debate público.

El ministro Escrivá pidió la centralización de competencias en materia de fiscalidad ante la decisión legislativa del gobierno del PP en Andalucía de bonificar el Impuesto de Patrimonio. Al ministro no le faltaba razón al criticar el zoco de rebajas fiscales en que se ha convertido España. Ahora bien, si queremos mantener siquiera un átomo de coherencia en la argumentación, convendría recordar que quien sugiere semejante necesidad forma parte de un gobierno conformado por dos partidos, PSOE y Unidas Podemos, que llevan años estigmatizando cualquier propuesta de centralización legislativa. Ya saben, semejante planteamiento estaría reservado a los reaccionarios de la derecha. En su versión actualizada, a Vox, un partido nacionalista español que reivindica una patria esencialista y socialmente vacía. La defensa de la ley común e igual para todos ha devenido en causa reaccionaria, según cierta oficialidad falsamente progresista. Quizás sea éste el principal delirio político en España, y no es fácil por cuanto se trata de una competición concurrida.

El ministro Escrivá debería, en primer lugar, pedir explicaciones al propio PSOE. Hace algunas semanas, en una tertulia televisiva, Salvador Illa, preguntado por quien suscribe, volvió a confirmar el compromiso del PSC y del PSOE con el Estado de las Autonomías. No hay rectificación alguna sobre el principio de ordinalidad o sobre el federalismo asimétrico. El primero, si recuerdan, fue introducido por el PSOE en el debate territorial para incentivar a las regiones más ricas a poder mantener su posición preferente a la hora de gastar: una presunta combinación entre los incentivos a la competencia y la solidaridad interterritorial que, lejos de conjugar nada, venía a enterrar definitivamente cualquier atisbo de redistribución. El federalismo asimétrico, sintagma tramposo que escondía una vindicación de corte abiertamente confederal, era y es, simplemente, la institucionalización de la desigualdad, acompañada de una centrifugación exhaustiva de casi todas las competencias constitucionales reservadas para el Estado central, como la que ha experimentado España bajo los diferentes gobiernos sometidos al vasallaje nacionalista. Entonces, ¿cómo entender la apelación del ministro Escrivá a favor de la centralización fiscal?

 Solo puede explicarse desde la asunción de la hipocresía generalizada en la política española. La misma que embarga a Unidas Podemos cuando piden armonizar fiscalmente dentro del régimen común, pero aplauden con furor los regímenes fiscales especiales del concierto económico vasco y el convenio navarro; los mismos que, sin discusión, suponen privilegios fiscales de sendas regiones especialmente ricas de España, como son País Vasco y Navarra. La justificación de los dos partidos de la izquierda oficial es dar por buena la matraca de los derechos históricos o de la singularidad foral. Apelar a criterios étnicos y prepolíticos que trituran la igualdad entre españoles, quebrando la redistribución dentro de la comunidad política democrática: la Historia como fuente de derechos para unos ciudadanos en detrimento y agravio de los demás. La desigualdad por bandera. Una enmienda a la totalidad a uno de los versos más radicalmente democráticos y emancipadores de La Internacional (sustituida de facto por la plurinacional): «Que la igualdad ley ha de ser». Pues ya no.

En una imposible cuadratura del círculo, el propio Salvador Illa trataba de deslindar el Estado de las Autonomías de las lógicas confederales entre regiones que están fracturando desde hace mucho tiempo la redistribución y la propia sostenibilidad de los maltrechos derechos sociales. Apelaba a una suerte de responsabilidad de las comunidades autónomas para escapar de la tentación competitiva, pero sin tocar una descentralización que se defiende ya sin atisbo de racionalidad, como puro dogma de fe. Eludió contestar por qué su partido ha auspiciado durante años políticas tan neoliberales e insolidarias como un pacto fiscal para Cataluña o la conveniencia, Montilla dixit, de que «el dinero de los catalanes se quede en Cataluña» si se quiere evitar la secesión. Días después, su compañero Ximo Puig anunciaba unirse a la carrera de las taifas competitivas.

 En verdad, el debate sobre descentralización y competencia fiscal es ideológicamente revelador e indicativo de todo lo que falla en España, con un tablero político, social y territorial roto por las desigualdades. No es de extrañar que los fundamentalistas de mercado, aquellos que arremeten cada día contra un sistema fiscal cuya progresividad lleva degradándose sin parar durante décadas, vean en cada impuesto un robo por parte del Estado o utilicen el manido y falso argumento de la doble imposición, exhibiendo su dogmatismo o, aún más grave, su clamorosa incapacidad para distinguir hechos imponibles o sujetos pasivos de cualquier tributo. El IRPF es hoy mucho más regresivo que el que se instauró en 1978 bajo un gobierno de la UCD. El Impuesto de Patrimonio, que fue acorralado por el propio PSOE en los tiempos en los que Rodríguez Zapatero repetía a los cuatro vientos que «bajar impuestos es de izquierdas», y el Impuesto de Sucesiones y Donaciones han ido desapareciendo en buena parte del territorio político una vez que fue transferida su capacidad normativa a las CCAA. En El síndrome catalán, Thomas Piketty, con el que se deja ver Yolanda Díaz sin al parecer prestarle demasiada atención, dejaba claro que la transferencia de una parte del IRPF a las CCAA abocaba necesariamente a esa competencia a la baja; como vemos que ocurre entre Estados en la UE, ante la inexistencia de unión fiscal y de armonización, por ejemplo, en el Impuesto de Sociedades. Lo ratificaba también Gabriel Zucman, otro economista solvente: «Cuanto más descentralizado esté el sistema fiscal más difícil será tener un sistema impositivo progresivo». La reforma fiscal con la que amaga el gobierno, tímida y timorata a pesar de contar con elementos acertados, corre el riesgo cierto de estrellarse ante una realidad objetiva: en el confederalismo imperante, la progresividad fiscal encuentra escollos insalvables y el neoliberalismo, apenas ninguno.

 Las izquierdas hegemónicas deben replantearse si quieren que sus ejes programáticos sean los de un curso de coaching o los de una agenda social transformadora. En caso de optar por la segunda vía, convendría atender a las razones por las que Isabel Díaz Ayuso defiende con uñas y dientes la autonomía fiscal de Madrid o por qué tiene la capacidad de bajar el 0,5 % del IRPF autonómico, en todos los tramos y en plena pandemia: no solo es ideología, es también un diseño territorial que favorece esas políticas. No es casual que economistas como Daniel Lacalle siempre hayan defendido que el cupo vasco (y el sistema de concierto) sea la solución a la financiación autonómica y deba extrapolarse a todas las CCAA. Tampoco lo es que otros defensores del Estado mínimo como Juan Ramón Rallo hayan loado las bondades del modelo de competencia fiscal entre autonomías, buscando maximizar la descentralización al extremo, conscientes de que, con ello, la redistribución y la capacidad política para enfrentar las crecientes desigualdades se limitan fuertemente. Si algún día quiere escapar de su cárcel de complejos, hipocresías y contradicciones, la izquierda institucional debería empezar por someter a juicio crítico su seducción por un autonomismo diferencial y competitivo que las derechas nacionalistas y neoliberales usan contra la igualdad socioeconómica y territorial entre españoles. Y hacerlo con coherencia, no con principios de usar y tirar según quien tenga enfrente. La alternativa jacobina no es un capricho, sino la única vía creíble de articular un proyecto de izquierdas para España."           

 ( , Asamblea Social de la Izquierda de Cataluña, 01/11/22; fuente El Mundo, 25.10.2022)

1/11/23

“Mi” balanza fiscal... Habrá que explicar a algunos que un millonario que viva en La Moraleja paga lógicamente más impuestos que un parado que viva en Burgos. Pero además es que un millonario que viva en Pedralbes paga más impuestos que un peón del Poble Sec. Si un territorio paga más impuestos que otro es porque tiene más millonarios por metro cuadrado

 "Nos han informado detalladamente de que Cataluña (aunque no sólo) tiene una balanza fiscal negativa. Pues bien: emplazo a quien sea a que me cite el caso de algún catalán que teniendo una situación económica como la de usted, pague más impuestos estatales que usted.

Por otra parte, yo pago religiosamente mis impuestos pero, como no padezco enfermedades graves (toco madera) ni tengo hijos en edad escolar y además en mi familia nadie cobra el paro ni está jubilado, resulta que la balanza fiscal de mi familia es clarísimamente negativa. Estoy por pensar que mis vecinos me roban. Por de pronto, voy a pedir que pongan unas baldosas más bonitas en mi trozo de acera y que me instalen una parada de autobús al pie de casa.

Habrá que explicar a algunos que un millonario que viva en La Moraleja paga lógicamente más impuestos que un parado que viva en Burgos. Pero además es que un millonario que viva en Pedralbes paga más impuestos que un peón del Poble Sec. Si un territorio paga más impuestos que otro es porque tiene más millonarios por metro cuadrado. Y en cuanto a las inversiones, ¿debemos hacer mejores hospitales para los de los barrios altos de Barcelona que para los de Melilla? ¿O llevar el AVE sólo a las provincias ricas?"   (Juan José Ruiz , El Común, 07/08/23)

26/10/23

El peligro de la secesión de los ricos... Se está discutiendo en el Senado un proyecto de ley que allanaría el camino para conceder poderes y recursos financieros mucho más importantes a las Regiones que soliciten una autonomía diferenciada. Esto pondría en peligro la unidad de Italia y constituiría una "secesión de los ricos", empezando por la asistencia sanitaria... La palabra "secesión" se utiliza para recordar una separación que, aunque no sea de derecho, sí lo sería de hecho. Las Regiones con mayor autonomía se configurarían de hecho como Regiones Estatales, aunque formalmente todavía dentro del marco nacional. Disfrutarían de poderes muy amplios y de los recursos para ejercerlos, aunque de diferentes maneras. Al mismo tiempo, se produciría un debilitamiento de la capacidad del gobierno y del Parlamento italianos para abordar cuestiones vitales con las políticas públicas que se consideren más apropiadas... el proceso está impulsado por el deseo de los administradores de estas comunidades de poder disponer de una parte de los ingresos por impuestos pagados en sus Regiones superior a lo que gasta actualmente el Estado. en sus territorios. Recursos que, según la Constitución, deben utilizarse para proporcionar servicios públicos esenciales y, por tanto, garantizar los derechos de ciudadanía, a todos los italianos, independientemente de dónde vivan... El caso español resulta de especial interés, muestra los importantes riesgos de conflicto asociados con estas asimetrías... sin embargo, también hay ejemplos positivos: es el caso de la Lep relativa a las escuelas infantiles, fijada en 2022 y acompañada de financiación adicional para permitir que todos los municipios la apliquen. Un evento que muestra cómo una decidida voluntad política y un cuidado diseño técnico son necesarios para avanzar hacia una mayor igualdad entre los ciudadanos

 "¿Cuáles son el marco y las perspectivas del regionalismo italiano y, más en general, del estado de la descentralización política y administrativa en nuestro país? Ésta es una cuestión importante que concierne al poder y los derechos de los ciudadanos en Italia: los niveles de gobierno que tienen la mayor posibilidad, debido a sus habilidades y recursos económicos, de tomar las decisiones más importantes sobre las principales políticas públicas; y cómo y en qué medida, dependiendo de la organización del poder, se pueden garantizar los derechos constitucionales de los ciudadanos en los distintos territorios del país. 

Cuestiones de gran importancia política, que influyen tanto en los principios de igualdad de derechos ciudadanos de los italianos como en el funcionamiento de algunos grandes servicios públicos nacionales, empezando por las escuelas. La cuestión se analiza en mi volumen Contra la secesión de los ricos, cuyas tesis básicas son dos.  

La primera es que el gran proceso de descentralización de poderes, en particular en favor de las Regiones - iniciado en Italia en los años 1990 y fuertemente consolidado por la reforma constitucional de 2001 - ha resultado en un marco muy insatisfactorio, lleno de conflictos y problemas, lo que merece ciertamente una acción paciente e incisiva de mejora y reforma, sin desviaciones excesivas en direcciones opuestas de mayor centralización o mayor descentralización de poderes. 

 La segunda tesis es que el debate político de los últimos años no apunta a resolver estos problemas, sino a crear otros nuevos y graves. Se centra en las solicitudes de descentralización asimétrica y mayores facultades y recursos, de conformidad con el tercer párrafo del artículo 116 de la Constitución.

 El regionalismo diferenciado, ya que las solicitudes fueron formuladas concretamente primero por tres regiones y luego por otras, es un proceso que debe evitarse porque empeoraría la situación general, concentraría demasiado poder en manos de unos pocos presidentes regionales y haría aún más difícil garantizar los derechos civiles y sociales de todos los ciudadanos. Por lo tanto, tendría consecuencias negativas para todo el país y sus ciudadanos, incluidos, en muchos sentidos, aquellos de las mismas regiones que desean nuevas habilidades. De hecho, no se trata de descentralización, sino de una sustancial "secesión de los ricos".

 "Secesión de los ricos" define el proceso que comenzaría con la concesión de nuevos poderes solicitados a las Regiones. La palabra "secesión" se utiliza para recordar una separación que, aunque no sea de derecho, sí lo sería de hecho. Las Regiones con mayor autonomía se configurarían de hecho como Regiones Estatales, aunque formalmente todavía dentro del marco nacional. Disfrutarían de poderes muy amplios y de los recursos para ejercerlos, aunque de diferentes maneras. Al mismo tiempo, se produciría un debilitamiento de la capacidad del gobierno y del Parlamento italianos para abordar cuestiones vitales con las políticas públicas que se consideren más apropiadas. Se quedarían con sobras de habilidades a cambio de sobras de territorios: Italia se convertiría en un país arlequín, confuso e ineficiente.

 La secesión pertenece a los ricos en dos sentidos. En sentido geográfico, porque los nuevos Estados-Región incluirían inicialmente a los más ricos, que han iniciado el proceso, con una ruptura respecto al resto del país. Es fácil responder a la objeción de que las disparidades territoriales ya son importantes hoy: son un hecho que, según la Constitución, estamos tratando de contrarrestar; con autonomía regional diferenciada se convertirían en disparidades previstas por las normas. Lo es en un sentido económico-social, ya que el proceso está impulsado por el deseo de los administradores de estas comunidades de poder disponer de una parte de los ingresos por impuestos pagados en sus Regiones superior a lo que gasta actualmente el Estado. en sus territorios. Recursos que, según la Constitución, deben utilizarse para proporcionar servicios públicos esenciales y, por tanto, garantizar los derechos de ciudadanía, a todos los italianos, independientemente de dónde vivan. En Italia existe una especie de ius domicilii, que vincula el derecho a la residencia.

 Para argumentar estas conclusiones, en primer lugar es útil una comparación internacional: la realidad de los países europeos es profundamente diferente. En las últimas décadas, el grado de descentralización ha aumentado en general, aunque sigue presentando grandes diferencias entre países como Alemania y España, por un lado, y Francia, por el otro. No es posible identificar un nivel óptimo de transferencia de poder del Estado nacional a las regiones y autoridades locales: existen, en teoría y en la experiencia internacional, ventajas y desventajas que deben tenerse cuidadosamente en cuenta. Luego hay experiencias de descentralización asimétrica, es decir, de diferentes competencias atribuidas a órganos del mismo nivel de gobierno, y éstas también van en aumento. Sin embargo, se refieren principalmente al gobierno de las ciudades y no a las regiones.

 El caso español resulta de especial interés, sobre todo porque en ese país existe una descentralización asimétrica de las competencias y mecanismos financieros de las comunidades autónomas (similar a las regiones italianas); pero precisamente los acontecimientos españoles del siglo XXI muestran los importantes riesgos de conflicto asociados con estas asimetrías. Europa ha visto secesiones reales, pero actualmente, en los países miembros de la UE, las dinámicas que pueden conducir a "secesiones de facto" mediante las cuales la unidad nacional se modifica sustancialmente, aunque no formalmente, son mucho más interesantes.

 En Italia, el papel de las autoridades locales y en particular de las regiones ha crecido fuertemente después de la reforma constitucional de 2001. Pero la estructura resultante es en gran medida insatisfactoria. El marco de poder es confuso y conflictivo; En los primeros veinte años del siglo, el nivel de gobierno nacional se debilitó y el papel de las regiones y sus presidentes aumentó considerablemente, con actitudes de "soberanía regional" encaminadas a aumentar su poder y su capacidad para intermediar recursos públicos. Las provincias y las áreas metropolitanas se encuentran en una situación de gran incertidumbre, mientras que los municipios, históricamente el centro del gobierno local en Italia y los más cercanos a los ciudadanos, se ven aplastados por la falta de recursos y el control que las Regiones ejercen sobre ellos. Además, las autonomías especiales existentes provocan desigualdades significativas e injustificadas. En este marco, los ciudadanos no tienen la oportunidad de conocer y juzgar lo que hacen sus administradores, y el nivel central no interviene para garantizar sus derechos, como es evidente en el caso de la salud. Sin embargo, a finales de los años 20, la pandemia de Covid mostró trágicamente los costes de esta situación, y la iniciativa de política económica más importante, el Pnrr, vio una fuerte centralización del poder en el ejecutivo nacional.

 Los aspectos económicos de la actual descentralización italiana están definidos por la ley 42 de 2009 - cuyo objetivo es aplicar los nuevos artículos de la Constitución relativos a la financiación de las regiones y de los entes locales -, incluidas las piedras angulares de todo el mecanismo: los niveles esenciales de rendimiento , es decir, el núcleo de los derechos sociales y civiles que deben definirse y garantizarse a todos los ciudadanos en todo el territorio nacional; y fondos de equiparación, destinados a determinar la igualdad en el financiamiento de entidades administrativas que operan en territorios con distinta riqueza. Pero la ley ha avanzado muy poco. Casi ninguna en el caso de las Regiones, incluso considerando que la financiación de su principal partida presupuestaria, la asistencia sanitaria, no tiene en cuenta las necesidades sanitarias de la población: en la asistencia sanitaria los niveles esenciales de asistencia existen desde hace mucho tiempo, pero ya no existen. irrelevante para determinar las necesidades y el financiamiento. En cuanto a los municipios, sin embargo, la ley 42 se ha aplicado ampliamente, también gracias a un importante esfuerzo técnico. Pero durante mucho tiempo de forma distorsionada: en ausencia de la Lep, las necesidades estaban relacionadas con el gasto histórico; El fondo municipal de solidaridad avanza muy lentamente y no debería estar en pleno funcionamiento hasta treinta años después de la reforma constitucional. En este contexto, sin embargo, también hay ejemplos positivos: es el caso de la Lep relativa a las escuelas infantiles, fijada en 2022 y acompañada de financiación adicional para permitir que todos los municipios la apliquen. Un evento que muestra cómo una decidida voluntad política y un cuidado diseño técnico son necesarios para avanzar hacia una mayor igualdad entre los ciudadanos.

 Pero estos temas no están en la agenda política. Predominan los acontecimientos de autonomía diferenciada, que tuvieron su origen en las solicitudes de los consejos regionales de Véneto y Lombardía de adquirir todas las competencias posibles manteniendo una parte de lo que definen como su residuo fiscal en su territorio; y que cobró impulso cuando Emilia-Romaña, liderada por el Partido Demócrata, hizo solicitudes similares. A principios de 2018, el gobierno Gentiloni firmó preacuerdos de contenido muy cuestionable con las tres Regiones. El posterior gobierno de la Liga-Movimiento 5 Estrellas estuvo muy cerca de conceder todos los poderes y privilegios financieros solicitados, pero sólo se vio frenado por una reconsideración de la cuestión por parte del Movimiento 5 Estrellas. Tras haber abandonado las prioridades durante el período Covid, la autonomía regional diferenciada volvió al primer plano en 2022 con el gobierno Meloni, que adoptó una ley marco propuesta por el ministro Calderoli de la Liga Norte para favorecer al máximo las solicitudes regionales.

 ¿Por qué es una secesión de los ricos? Italia se transformaría radicalmente con el nacimiento de Regiones-Estados en su seno. De hecho, gozarían de poderes muy amplios en materias fundamentales, desde la escuela hasta la sanidad, desde las infraestructuras hasta el medio ambiente, pasando por las políticas industriales y en muchos otros ámbitos, como se reconstruye detalladamente en el volumen. El sistema de escuelas públicas italiano, el Servicio Nacional de Salud, la infraestructura unitaria y el sistema energético llegarían a su fin. Todo ello en un contexto de extrema confusión, dado que las competencias requeridas por las Regiones, a las que muy probablemente se sumarán inmediatamente todas las demás con estatuto ordinario, estarían en cualquier caso diferenciadas entre sí. El gobierno central tendría poderes residuales y jurisdicción sobre áreas geográficas. Italia se convertiría en un país arlequín, en el que sería imposible llevar a cabo políticas nacionales fundamentales, incluso en línea con las europeas; y en el que el sistema empresarial encontraría dificultades crecientes debido a la fragmentación legislativa y operativa que podría crearse en muchos mercados, desde la construcción hasta los productos alimentarios.

 La secesión de los ricos también se produciría por aspectos económicos. De hecho, las Regiones solicitantes pretenden obtener condiciones ventajosas completamente similares a las de las autonomías especiales. Véneto y Lombardía siempre han vinculado claramente las solicitudes de autonomía al deseo de retener para sí una parte del llamado "residuo fiscal regional", es decir, una cantidad hipotética igual a la diferencia entre los ingresos fiscales y el gasto público que se realizan dentro de sus países. fronteras. Se trata del "dinero del Norte" de la tradición de la Liga Norte: un cálculo engañoso que no tiene en cuenta las disposiciones constitucionales relativas a la progresividad de la recaudación de impuestos y a la universalidad del acceso de los ciudadanos a los servicios públicos: los residuos fiscales pertenecen a los individuos, no a los territorios. El instrumento para obtenerlo es técnicamente complejo, pero políticamente claro: la fijación de un tipo de reparto de los ingresos de los impuestos nacionales, que permitiría a las Regiones disfrutar de recursos garantizados sin tener que gravar a sus ciudadanos. Recursos que podrían crecer con el tiempo, en detrimento de otros italianos. Y no se sabe nada sobre otros posibles efectos financieros a su favor, por ejemplo relacionados con la libre transferencia de partes de los bienes públicos nacionales. El énfasis comunicativo en la determinación simultánea de los niveles esenciales de rendimiento (Lep) tiene poco valor: aparte de las dificultades técnicas, solucionarlos sin garantizar recursos adicionales muy importantes significa cristalizar las disparidades existentes.

 Los ministros de la Liga Norte a quienes se encomendó la cuestión - primero en el gobierno de Conte I, luego en el gobierno de Meloni - intentaron prever métodos procesales para lograr una autonomía diferenciada, lo más favorable posible para las Regiones. Se basan en la centralidad de la negociación entre los ejecutivos nacional y regional, en la marginación del papel del Parlamento, al que se encomendarían tareas de mero testimonio, en el máximo secreto posible sobre los contenidos específicos de los acuerdos Estado- Regiones , que debe mantenerse cuidadosamente alejado de la atención de la opinión pública, sobre la transferencia de decisiones fundamentales y detalladas a comisiones mixtas, siempre Estados-regiones, con decisiones también protegidas de la intervención del Parlamento y del Tribunal Constitucional. El proyecto de ley del gobierno que pretende lograr estos resultados se encuentra actualmente (octubre de 2023) en discusión en el Senado.

 Italia necesita un proceso paciente de reescritura de sus estructuras descentralizadas, sin nostalgia centralista ni escapatorias hacia adelante. Deben rechazarse las solicitudes de mayor autonomía presentadas por las regiones de Véneto, Lombardía y Emilia-Romaña; el artículo 117 de la Constitución revisada, el tercer párrafo del artículo 116 eliminado, o al menos transformado radicalmente (como propone una ley de iniciativa popular impulsada por la Coordinación para la Democracia Constitucional, actualmente también en discusión en el Senado). El futuro de Italia en las próximas décadas depende de ello."          (Gianfranco Viesti , Sinistrainrete,  23/10/23; traducción google)

25/9/23

En cualquier país (y en una Cataluña independiente también pasaría) se recauda más en unas zonas que en otras y la inversión, siempre, responde a necesidades concretas. Nunca corresponde a cálculos realizados a partir del aporte de cada unidad territorial. ¿Por qué en el ideario procesista no se entiende tal cosa? Muy sencillo: porque el procesismo divide y considera la solidaridad entre iguales un agravio

"Al procesismo le empieza a pasar lo mismo que a los hijos consentidos de padres separados a los que se les da todo lo que piden. Primero pidieron los indultos y se los dieron. Luego, convirtieron en realidad su sueño de llenar el Congreso de ‘pinganillos’ y, al final, conseguirán la amnistía más pronto que tarde.

¿Qué queda pues por pedir a ese padre manirroto que es PSOE y no se habla con la ex? Pues el Scalextric del que nadie se acuerda. Nos referimos, claro, al déficit fiscal, que completa el póker. Por eso, Pere Aragonès vuelve a la carga con el Espanya ens roba.

La guinda del pastel

Con Junts convertido en el hijo mayor que todo lo consigue, a ERC le quedan cuestiones menores para el procesista fetén, pero valiosas para ERC. Y es que ERC, no lo olvidemos, es la facción pragmática de este carlismo redivivo que es el nacionalismo catalán. Según el Govern, el decalaje entre lo que se recauda en Cataluña y lo que se gasta ascendió a 21.982 millones de euros en 2021.

¿Cómo hacen el cálculo? Desde el Principat se aportan a las arcas del Estado 75.436 millones, pero éste sólo luego invierte aquí 53.454. Del total de impuestos recaudados en España, los recaudados en Catalunya representan el 19,2% y el gasto público del Estado en el Principat equivale al 13,6% del total. Según el Govern, tal déficit equivale al 10% del PIB catalán. Los números, bien trabados, siempre dicen lo que se quiera.

Argumento falaz

En sí, y hora es ya de decirlo, lo del Espanya Ens Roba es, como poco, cuestionable. Parte de un a priori :considerar anomalía algo que se da en cualquier territorio con subdivisiones. En cualquier país (y en una Cataluña independiente también pasaría) se recauda más en unas zonas que en otras y la inversión, siempre, responde a necesidades concretas. Nunca corresponde a cálculos realizados a partir del aporte de cada unidad territorial.

¿Por qué en el ideario procesista no se entiende tal cosa? Muy sencillo: porque el procesismo divide y considera la solidaridad entre iguales un agravio. Con Pere Aragonès, con todo, mejor no romperse la cabeza: lleva creyendo que Espanya ens Roba más de veinte años."              (I. A. Pérez, e-notícies, 20/09/23)

31/5/23

El PSOE propone que todos los ciudadanos tengan el mismo trato fiscal en todas las comunidades autónomas... defienden que la "fiscalidad no distorsione las decisiones de los proyectos vitales de la ciudadanía o las decisiones de inversión de las empresas"

 "El PSOE propone un mismo trato fiscal a toda la ciudadanía, independientemente del lugar en el que vivan o actúen, pues considera "necesario" lograr un equilibrio óptimo en el ejercicio de las competencias normativas de las comunidades autónomas sobre los impuestos, según la batería de propuestas para el programa marco autonómico de las elecciones del 28M, al que ha tenido acceso Europa Press.

En este sentido, los socialistas defienden que la "fiscalidad no distorsione las decisiones de los proyectos vitales de la ciudadanía o las decisiones de inversión de las empresas", así como avanzar en una "fiscalidad justa, que tenga un efecto beneficioso para los ingresos de las Comunidades Autónomas y permita impulsar los cambios necesarios para afrontar los retos presentes y futuros".

Por su parte, el PSOE ha propuesto becas para la preparación de oposiciones para menores de 30 años, destinadas a garantizar la igualdad de oportunidades y la equidad en el acceso a la función pública.

"Trabajar para convertir de forma efectiva a la vivienda en el quinto pilar del Estado de Bienestar, atendiendo a la diversidad territorial, las circunstancias específicas que afectan a la España despoblada y las singularidades de las zonas degradadas", es otra de las cuestiones tratadas por los socialistas este sábado en Ferraz.

El PSOE ha planteado el impulso de planes de prevención, detección y corrección del fraude y de la corrupción, el conflicto de intereses y la posibilidad de doble financiación, de forma que operen como "mecanismos de alerta temprana ante conductas indeseadas", ha recalcado el partido de Pedro Sánchez en la propuesta. En el marco de la trama Mediador, ha llegado a Ferraz esta propuesta, después de que el PSOE y sus aliados de ERC y Bildu rechazaran el martes pasado en la Junta de Portavoces del Congreso poner fecha al debate de la comisión de investigación planteada por el PP sobre el caso.(...)"          (InfoLibre, 18/03/23)

5/5/23

El otro déficit fiscal... Barcelona paga el 82% y recibe el 65%... Gerona aporta el siete por ciento y recibe el once. Lérida aporta el tres por ciento y recibe el diez por ciento ¡¡Lleida y Girona nos roban!!

 "Barcelona aporta el ochenta y dos por ciento del presupuesto de la Generalitat de Cataluña y recibe el sesenta y cinco, tal y como puso de manifiesto en el Parlament el diputado de Vox, Joan Garriga, en respuesta a una moción de Junts.

El diputado Joan Canadell presentó una moción según la cual "el Govern deberá preparar una propuesta de cómo sería un presupuesto sin déficit fiscal y deberá publicarse durante la elaboración de cada nuevo presupuesto. Al menos, mientras no seamos un Estado".

"Cataluña sin déficit fiscal crecería entre un ocho y un nueve por ciento en el primer año y hasta el veinte por ciento a medio plazo, lo que nos situaría al nivel de países como Dinamarca y Holanda", remarcó el dipuadto de Junts.

Garriga, en su intervención, replicó a Canadell que "lo que ustedes pretenden es enfrentar a los territorios". "También se podría plantear injustamente – injustamente–, dentro de nuestra región estas balanzas fiscales, por provincias, por municipios, por barrios, por distritos, podría tener sentido lo de Tabarnia".

El diputado de Vox señaló que "Cataluña tendría un déficit anual con la provincia de Barcelona en torno al dieciséis por ciento". También recordó que "el noventa por ciento de los grandes impuestos que se recauda en Cataluña son en la provincia de Barcelona". "De cada cien euros que pagan los ciudadanos de la provincia de Barcelona, diecinueve van al resto de provincias", añadió.

"Barcelona aporta el ochenta y dos por ciento del presupuesto de la Generalitat de Cataluña y recibe el sesenta y cinco. Gerona aporta el siete por ciento y recibe el once. Lérida aporta el tres por ciento y recibe el diez por ciento. Tarragona aporta el seis por ciento al presupuesto de la Generalitat y recibe el doce por ciento. Esto no va con nosotros", sentenció."   (e-notícies, 05/05/23)

14/2/22

Piketty: la cesión a administraciones regionales de parte del impuesto sobre la renta ha provocado una competencia fiscal entre regiones como ocurre entre países en Europa, donde hay una ausencia total de solidaridad fiscal

  " (...) En España le ha dedicado un capítulo al independentismo catalán.

Creo que el problema político en Catalunya es muy complejo, no tengo dudas de que los motivos políticos del independentismo son muy variados pero me llamó la atención la adhesión de rentas altas al movimiento independentista y su excesivo discurso contra la solidaridad fiscal. 

No soy contrario a la descentralización política pero la cesión a administraciones regionales de parte del impuesto sobre la renta ha provocado una competencia fiscal entre regiones como ocurre entre países en Europa, donde hay una ausencia total de solidaridad fiscal y donde se intensifica una relación perniciosa entre frontera y propiedad. (...)"   

(Entrevista a Thomas Piketty, Rodrigo Ponce de León, eldiario.es, 14/12/19)

26/11/20

Dumping fiscal vasco, dumping fiscal navarro, dumping fiscal madrileño... y ahora, dumping fiscal para Rufián... ERC cuestiona a Madrid pero no a Euskadi

 "ERC ha anunciado un “preacuerdo” con el Gobierno español para apoyar los Presupuestos y el portavoz de la formación en Madrid, Gabriel Rufián, ha resumido en cuatro logros las cesiones arrancadas en la negociación.

El preacuerdo establece el "fin del control financiero a la Generalitat existente desde el 2015", la "prórroga de la moratoria para autónomos hasta marzo del 2021", la "liquidación de la deuda en Becas desde el 2005" y la "creación grupo de trabajo para poner fin al dumping fiscal en Madrid".

Este último punto prevé crear un comité bilateral para el estudio de una “reforma fiscal total, justa y progresiva”. Y ahí se incluye un grupo de trabajo sobre el impuesto más progresivo para las grandes fortunas y “acabar con el dumping fiscal de facto y con el paraíso fiscal montado por la derecha en la Comunidad de Madrid”.

La Comunidad de Madrid ya ha reaccionado a este acuerdo y el consejero de Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty, ha manifestado que "es una vergüenza que un pacto entre socialistas e independentistas pretenda subir los impuestos obligatoriamente a los madrileños".

"Si los socialistas y los independentistas pretenden eliminar las bajadas de impuestos que hemos hecho en la Comunidad de Madrid, como Sucesiones o como Patrimonio, que sepan que van a tener enfrente, desde luego a la Comunidad de Madrid, pero sobre todo van a tener enfrente, directamente, a los madrileños", ha sentenciado."                      (e-notícies, 25/11/20)

 

"El vicepresidente del Govern en funciones de presidente, Pere Aragonés, en rueda de prensa, ha justificado el acuerdo de los Presupuestos con el Gobierno español para ”acabar con el dumping fiscal" al considerar que Madrid hace "competencia desleal" desde el punto de vista fiscal .

En cambio, ha evitado referirse a los casos de las comunidades de Navarra y Euskadi y se ha limitado a decir que "Euskadi y Navarra tienen un sistema diferente, porque ellos recaudan, están fuera del sistema de financiación".

"Lo que es discriminatorio es que nosotros nos pongan dentro del grupo de financiación, pero que haya una situación de ventaja para territorios como la comunidad de Madrid. Euskadi y Navarra es otro ámbito", ha asegurado.

Aragonès ha denunciado que la capital del Estado se beneficia de "la localización de la mayor parte de los funcionarios, del sector regulado del Ibex-35". "Se han acabado los privilegios. Si nos quieren dentro, sin privilegios", ha añadido.

El dirigente de ERC ha dicho que "impulsaremos que termine la competencia desleal en el impuesto de patrimonio para romper esta dinámica diabólica". "Como no tenemos los recursos que nos corresponden, como no los tenemos tomamos medidas fiscales y se benefician compitiendo deslealmente en materia fiscal", ha criticado.

Finalmente, Pere Aragonés ha dicho que "nuestro modelo es totalmente opuesto al modelo neoliberal, nacionalista español y centralista del PP y de la señora Ayuso". "Estamos en las antípodas y seguiremos trabajando para revertir esta situación", ha concluido."                (e-notícies, 25/11/20)

14/10/20

El principal motivo de las elites que se encuentran al frente de los procesos nacionalistas en los territorios prósperos (por ejemplo, Baviera, Lombardía, País Vasco, Cataluña)...“es el rechazo a la política presupuestaria y fiscal del Estado, que transfiere recursos entre los ciudadanos, pero también entre las regiones”

 "No es una idea propia; solo los matices y adornos son míos. Tomo pie en el último libro de Juan Francisco Martín Seco (JFMS a partir de ahora) publicado por El Viejo Topo (véase la segunda sugerencia). De él es la pregunta, una pregunta incómoda e interesante en mi opinión.  (...) 

La unidad política implica, entre otras cosas, que todos los ciudadanos/as tienen (deberían tener) los mismos derechos y obligaciones, independientemente de su lugar de residencia, y que, por lo tanto, pueden moverse con libertad (a veces son empujados: por el pobreza por ejemplo) por el territorio nacional y buscar, dicho de un modo muy tradicional, un puesto de trabajo allí donde haya oferta… si la hubiera y sin entrar ahora en qué condiciones.

La unión fiscal, como consecuencia de la unión política y de la actuación del Estado (que presuponemos social y de derecho), a nivel personal (la idea básica tantas veces incumplida: el que más tiene, más paga y menos recibe), realiza o debe realizar también una función redistributiva a nivel regional, una redistribución que compensa en parte los desequilibrios creados por el mercado que, por supuesto y cuenten lo que cuenten los cuentistas, no es un máquina generadora de armonía, equilibrio e igualdad. De eso nada, lo contrario es verdadero.

La Unión Monetaria [UM] europea, nos recuerda JFMS, ha roto este equilibrio creando una unidad comercial y monetaria pero sin que se produzca, ni se busque por el momento más allá del parole, parole y parole, la unidad fiscal y política. Se genera así, como tantas voces críticas han denunciado (entre muchos otros, Piketty y Stiglitz por ejemplo, y el propio JFMS), una situación económica anómala que beneficia a los países ricos y perjudica gravemente a los más débiles: la unidad de mercados y la igualdad de tipos de cambios traslada recursos de los segundos (los debilitados) a los primeros (los enriquecidos) “sin que esta transferencia sea compensada por otra en sentido contrario, mediante un presupuesto comunitario de cuantía significativa.” El actual, salvo error por mi parte, ronda el 1,1% de la suma de los PIB de los países que componen la UE.

Para JFMS (y es razonable estar de acuerdo con él) esta situación anómala de la UM es la misma que ansían los soberanistas-nacionalistas-secesionistas surgidos en las regiones ricas. No se niega, JFMS no lo hace, que tras el nacionalismo puedan hallarse en ocasiones pulsiones, sentimientos, emociones, afectos, recuerdos que pueden ser totalmente lícitos.

Pero cuando se trata de países occidentales y de territorios prósperos (por ejemplo, Baviera, Lombardía, País Vasco, Cataluña), el principal motivo, al menos de las elites que se encuentran al frente de los procesos nacionalistas, “es el rechazo a la política presupuestaria y fiscal del Estado, que transfiere recursos entre los ciudadanos, pero también entre las regiones”.

Recordemos, nos recuerda el ex dirigente de IU, que la deriva secesionista de la antigua CDC se inició con el órdago acerca del pacto fiscal que Mas dirigió al presidente de Gobierno Rajoy y la negativa de este último a romper la unidad fiscal y presupuestaria de España (rota ya en parte por el concierto vasco y la situación fiscal de Navarra). Recordemos también que el “España nos roba” o “Primero Cataluña, después Cataluña, y por último Cataluña ” han sido y son lemas centrales del nacional-secesionismo .Cat.

Resulta ya evidente aunque pueda ser considerado paradójico, sostiene JFMS, que la UM, lejos de constituirse en un instrumento de integración y convergencia, se haya convertido en “un mecanismo de desunión y enfrentamiento, incrementando la desigualdad entre los países [2]. Pero es que, además (asunto más que importante), comienza a vislumbrarse (con más obviedad cada día que pasa) que propicia también las fuerzas centrífugas dentro de los Estados entre las regiones ricas y las pobres.

Las clases hegemónicas (y los grupos mesocráticos) de Cataluña o Italia del Norte pueden preguntarse, se preguntan de hecho, por qué tienen que financiar o “ayudar” a Andalucía, Extremadura o a la Italia del Sur (a cuyos ciudadanos-trabajadores suelen descalificar o insultar como coartada ideológica: gente perezosa, poco preparada, juerguistas, irresponsables, seres a medio hacer,,…) si Alemania u Holanda, por ejemplo, no lo hacen, obteniendo beneficios similares o mayores de la unión mercantil, monetaria y financiera.

Lo más contradictorio, prosigue JFMS, entre los que dicen ser nacionalistas de izquierdas, o de los que desde la izquierda coquetean con el nacionalismo (IU, Podemos, PCE), es su defensa en el ámbito nacional de lo que critican a la UE: la carencia de una visión fiscal y política. La izquierda que se opuso al Tratado de Maastricht, el caso de IU por ejemplo, fundamentaba su rechazo en los desastres que se derivarían de una moneda única sin integración fiscal y política. 

La izquierda inconsciente o acomodaticia, el caso del PSOE (también sectores “renovadores” de IU), basó su “sí crítico” en la esperanza (así lo dijeron) un tanto ingenua (¿era ingenuidad?) de que con el tiempo tal convergencia se produciría. En ambos casos censuraban la ausencia en Europa de un presupuesto comunitario de cuantía similar al que mantenían los Estados, un presupuesto capaz de corregir los desequilibrios que el euro y el mercado único iban a producir inexorablemente entre los países.

La pregunta incómoda, sustantiva: ¿cómo se entiende que aquello que se exige razonablemente y por justicia a Europa, a la UE, se desee destruir en España o en Italia? ¿Es consistente defender una UE solidaria y responsable y una Cataluña desigual (que tiene el dudoso honor de estar a la cola en gasto social y al frente en pobreza infantil), insolidaria e irresponsable?

Adenda: Una respuesta nacional-secesionista a la pregunta podría adquirir la siguiente forma: aparte de algún trasnochado racionalista ilustrado (fraternidad, libertad, igualdad) y alguna pueril alma ingenua, ¿a quién le importan, dirían, las contradicciones e inconsistencias? Lo que importa realmente es el programa de la hora, una hora nunca interrumpida, el “Todo por la Patria”, en el bien entendido que Patria refiere a Cataluña o a la construcción “Países Catalanes”. ¿A quién en su sano juicio, dirían, le puede importar un higo la situación de las clases trabajadoras de Extremadura, Galicia, Cantabria o Andalucía? ¡Que se lo monten como puedan! ¡Allá ellos, no somos sus papás ni sus mamás! Nosotros a lo nuestro: Cataluña first, Cataluña über alles."                (Salvador López Arnal, Rebelión, 10/10/20)