"(...)Luchan sobre banderas pero implementan las mismas políticas anti clases populares
Estos tres partidos son partidos nacionalistas de derechas (unos españolistas y el otro catalanista) que han estado imponiendo (y digo imponiendo porque no estaban en sus ofertas electorales) a
la población las políticas de claro corte neoliberal, las cuales
incluían políticas de recortes del gasto público y, muy en especial, del
gasto público social (como parte de sus políticas de austeridad), así
como reformas laborales que deterioraron marcadamente el mercado de
trabajo, con una reducción de los salarios y un gran crecimiento de la
precariedad.
Como consecuencia, el nivel de vida y capacidad
adquisitiva de las clases populares descendieron marcadamente, mientras
que las rentas superiores (y las rentas de la propiedad del capital)
aumentaron de forma muy destacable.
Los datos hablan por sí
mismos: en Catalunya, las rentas del trabajo (como porcentaje del PIB)
pasaron de representar un 50% en 2008 a un 45,8% en 2017, mientras que
las rentas del capital subieron un 42% a un 44,5% durante el mismo
periodo 2008-2017 (esta evolución contrasta con la que se ha dado en el
conjunto del Estado español, donde las rentas del trabajo “solo”
descendieron del 50,1% al 47,3% del PIB, mientas que las del capital
pasaron del 41,7% al 42,4%).
Como consecuencia, en Catalunya el nivel de
renta del 20% de renta superior (que vive en la parte “alta” de las
ciudades) ha pasado de ser 5,6 veces el nivel de renta del 20% de renta
inferior en 2009 a ser de 6 veces en 2016. Una situación semejante ha
ocurrido en el resto de España. (...)
Y para terminar esta lista de indicadores negativos, el salario del 10% de trabajadores con los salarios más bajos se redujo del 2008 al 2015 un 12%.
Esta es la condición en la que se encuentran
grandes sectores de la otra Catalunya de habla castellana. Son los
“charnegos” de hoy, que vienen de lugares diversos en España y en el
extranjero.
La utilización vergonzosa de las banderas por los supuestos súper patriotas para ocultar sus vergüenzas
Esta realidad mostrada en estos datos es la ignorada en el debate sobre el tema nacional. Nunca antes las banderas han sido utilizadas con mayor desvergüenza para ocultar el enorme drama social.
Las tres fuerzas políticas hoy en España que se presentan como las más “patriotas” (unas en “defensa de la unidad de España”, y la otra “en defensa de la nación catalana en contra de la España que le roba”) son las que están
aplicando políticas que han hecho mayor daño a las clases populares
tanto en Catalunya como en España.
El miedo del PSOE a que se le acuse
de “antipatriota” explica que se alíe con el PP y con Ciudadanos. Y un
tanto igual ocurre en Catalunya con ERC y con la CUP.
Ambos
partidos, que se consideran de izquierdas, apoyan el liderazgo del
pujolismo en el bloque secesionista (corresponsable con el PP y
Ciudadanos de la gran crisis social que viven las clases populares de
Catalunya, que son la mayoría del pueblo catalán).
ERC y la CUP,
al anteponer el tema nacional –aliados y bajo la dirección de la
derecha– al tema social están perjudicando a tales clases populares.
Es más, y como dije anteriormente, al afirmar la imposibilidad de
cambiar España, están reproduciendo el argumento etnicista según el cual
“hay algo en la manera de ser de los españoles que no los hace sensibles al cambio”.
Tales partidos súper patriotas de derechas a los dos lados del Ebro han causado la enorme crisis social
Las políticas neoliberales (las reformas laborales y las políticas de austeridad) han tenido un impacto muy negativo en la calidad de vida y bienestar de la población catalana. Además del descenso salarial y del aumento de la precariedad, los recortes en los servicios públicos (de los más acentuados en España) han tenido unas consecuencias muy negativas. (...)
En realidad, el PDeCAT ha sido uno de los partidos en las Cortes Españolas que han ayudado más al PP para que este consiguiera sus grandes parcelas de poder. Sus votos han sido determinantes no solo para aprobar la legislación neoliberal, sino también para elegir a figuras clave como la Presidenta de las Cortes Españolas, la Sra. Ana Pastor.
Estas políticas de austeridad se han desarrollado como parte
de una estrategia para favorecer la privatización de los servicios
públicos, siendo la sanidad y la educación un claro ejemplo de ello.
El ex consejero de Salud, Boi Ruiz (que había sido la cabeza de la
patronal sanitaria privada), hizo declaraciones explícitas en este
sentido. Y la ex consejera de Educación favoreció a las escuelas
privadas a costa de las escuelas públicas.
Pero estas políticas, favorecedoras de los servicios
privados, fueron acompañadas de un intervencionismo favorable con los
propietarios de los servicios privados a costa de los usuarios, política
que ha tenido un impacto devastador en la vivienda, siendo el elevado
precio del alquiler una de sus consecuencias, habiendo alcanzado un
drama social.
Los desahucios de personas y familias que no
pueden pagar el alquiler han llegado a niveles escandalosos (ver “Uno de
los derechos constitucionales más ignorados en España: el derecho a la
vivienda”, Público, 10.05.18).
Y para acentuarlo todavía más, los “súper patriotas” como el PP, Ciudadanos o el PDeCAT han
aprobado, junto con el PNV, el “desahucio exprés”, facilitando que el
período de desahucio se reduzca a dos meses, medida que afectaría a
millones de catalanes que incluso sin estar desahuciados estarían bajo
el enorme temor de poder estarlo.
¿Cómo pueden presentarse estos
partidos neoliberales como defensores de la patria cuando están dañando a
la gente que son componentes claves de tal patria?
En realidad, los partidos secesionistas han atribuido la
crisis social a la pertenencia de Catalunya a España, y a la falta de
soberanía de la primera para poder realizar sus propias políticas
públicas de desarrollo.
Identificando España como el Estado
español, tal argumento ha atraído a sectores de la población catalana
que no son particularmente secesionistas pero sí creen que será
imposible para Catalunya resolver su enorme crisis social sin separarse
de España e independizándose del Estado español.
Tal argumento
podría ser coherente en caso de que los que lideraran el proceso de
secesión fueran fuerzas políticas comprometidas con otras políticas
distintas y opuestas a las que se están aplicando en Catalunya y en
España.
Y ahí está el punto flaco del argumento secesionista
progresista, pues la fuerza política que lidera hoy el movimiento
independentista representa una opción conservadora neoliberal
responsable de la crisis actual. Es poco creíble que el PDeCAT hiciera
una política distinta a la que ha realizado hasta ahora.
En
realidad, sus dirigentes y pensadores en temas económicos (promovidos
por los medios públicos de la Generalitat) son conocidas figuras
neoliberales. Y como se demostró en la transición española, el que controla la transición controla el producto final. (...)"
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