4/1/19

Al principio, al ser catalanoparlante, no era tan crítico con la inmersión: pensaba que se buscaba normalizar el uso del catalán. Luego, advertí que lo que en realidad se pretendía era modificar la estructura sociolingüística y tender hacia el monolingüismo. Con este objeto, excluyen el castellano de las instituciones y de la enseñanza...

"(...) Usted es muy crítico con el sistema de inmersión lingüística. ¿Cuáles son sus motivos?

Al principio, al ser catalanoparlante, no eran tan crítico con la inmersión: pensaba que se buscaba normalizar el uso del catalán. Luego, advertí que lo que en realidad se pretendía era modificar la estructura sociolingüística y tender hacia el monolingüismo —aunque los mismos nacionalistas lo saben imposible—. 

Con este objeto, excluyen el castellano de las instituciones y de la enseñanza. Esto último es grave, porque a una sociedad bilingüe le corresponde una escuela igualmente bilingüe. Lo cual no significa un 50% en cada idioma: se puede ser flexible para dar más importancia al catalán. Pero la exclusión dogmática del castellano como lengua vehicular, si se analiza, es un despropósito.

En realidad, todo es mentira en la inmersión, empezando con el nombre: solo es inmersión para los castellanohablantes, para los catalanohablantes es educación en lengua materna. Bajo ese rótulo bonito, salvífico, de la inmersión —te bañas en ella y, de algún modo, te purificas— no hay más que una escuela nacionalista. 

Lo mismo ocurre con la llamada Escola Catalana. ¿Qué pensaríamos de una Escuela Española? Por otra parte, el tabú que rodea a la inmersión —al discutir, sus defensores son incapaces de aportar argumentos— me parece el máximo exponente del bloqueo mental en el que se está instalada gran parte de la sociedad catalana.  (...)"                 (Entrevista a Joaquim Coll, Óscar Benítez, El Catalán, 01/01/19)

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