4/1/19

En mi caso, la violencia simbólica la percibí claramente en el año 13. De camino a una calçotada en la Cataluña interior recorrimos rotondas y pueblos repletos de esteladas. Me sentí mal, golpeado...

"(...) En su artículo La violencias del procés cuestionaba que este movimiento haya sido totalmente pacífico.

En efecto. De entrada, proponerse romper un Estado no tiene nada de pacífico: conlleva una violencia implícita. A veces, no es necesario que haya puñetazos para que se perciba violencia en el ambiente. 

Un ejemplo de ello es que en la sociedad catalana ciertas opiniones no tienen cabida.

En mi caso, la violencia simbólica la percibí claramente en el año 13. De camino a una calçotada en la Cataluña interior recorrimos rotondas y pueblos repletos de esteladas. Me sentí mal, golpeado. Era una forma de decirnos: “Ya hemos decidido”.

 También es violencia simbólica que las instituciones sean una maquinaria de agitación y propaganda. O que asociaciones y entidades como las universidades se manifiesten continuamente rompiendo su propio código deontológico. Todo eso ejerce una gran presión sobre el que no está de acuerdo.

En este sentido, ¿es cierto que no hay fractura social tal y como asegura el separatismo?

Está claro que tenemos una sociedad rota. Un amigo que vive en Estados Unidos me decía hace poco: “Se nota más tensión en Cataluña que en Estados Unidos con Trump”. Es normal, porque en Cataluña lo que se pretendía era un salto al vacío. Es decir, que una minoría impusiera un proceso de ruptura sin legitimidad para ello. 

Y es que a veces deberíamos preguntarnos: “¿La secesión en democracia es legítima?” Puede ser legal, pero no legítima. ¿Cómo podría serlo cuando los catalanes gozamos de los mismos derechos que los españoles? ¿O cuando España es uno de los países que más y mejor recoge la diversidad lingüística? ¿Es legítimo que los ricos no paguen impuestos? 

Por otro lado, ¿se puede ir a unas elecciones con un programa de golpe parlamentario? En nuestro país, la Constitución no es militante y permite reformar cualquiera de sus partes. Pero se debe tener la mayoría necesaria para hacerlo.

En cualquier caso, es innegable que el procés ha quebrado la convivencia y fracturado la sociedad. Ha sido tremendamente dañino.

Con frecuencia se escucha que no debe “judicializarse la política”. ¿Es una reclamación sensata en lo que respecta a Cataluña?

Se trata de un tópico muy nocivo. Los políticos deben estar sometidos al Estado de derecho: si cometen delitos, tienen que ser juzgados. En la vista del juicio, hemos escuchado: “Eran políticos haciendo política”. 

Sí, pero al mismo quebraban leyes constitucionales y estatutarias. Ese tipo de frases dan a entender que no han hecho nada, pero eso no es cierto. Iniciaron un golpe parlamentario, nada más y nada menos. Y este, obviamente, debe tener consecuencias.

También ha cuestionado que Oriol Junqueras sea el político moderado que algunos ahora aseguran que es.

En mi opinión, Junqueras es uno de los máximos responsables del desastre actual. Es quien más ha fanatizado a parte de la sociedad con el discurso de “España nos roba”. Recordemos que llegó a decir que, con lo que nos sustraía España, cada catalán podía comprarse un coche nuevo todos los años. Aunque Pujol ya diseminó esas ideas, Junqueras hizo una magnífico trabajo para que calase en el cuerpo social.

 En el fondo, ha desempeñado el mismo papel que Farage en el brexit.
Asimismo, estamos frente a un fanático esencialista. Sostenía que él seguiría siendo independentista aunque España fuese el mejor país del mundo. Nunca le han movido motivos sociales, sino nacionalistas y románticos. Y, bajo ese aire de sacristía, ha perseguido el poder a toda costa.

 En conclusión, fiarse de alguien así —que además fue quien en un momento tan grave como el 1 de octubre empujó a Puigdemont a la DUI— es una enorme insensatez.

Por otra parte, en la entrevista que Junqueras ha concedido a El Periódico no reconoce haber cometido ningún error.

Esto es común a todo el secesionismo. Critican siempre la actuación policial del 1-O, pero nunca muestra empatía hacia la otra Cataluña. En aquellas fechas, muchos ciudadanos sufrían ante la amenaza de la DUI. 

¿Quién se responsabiliza por ese sufrimiento? Mientras muchos constitucionalistas han criticado el desastre del 1-O, los nacionalistas no admiten error alguno. Eso sin contar que solo conceden voz de ciudadanía a los catalanes que, no siendo independentistas, dan su visto bueno a un referéndum. Si cuestionas la idoneidad de una consulta, no existes.  (...)

Pablo Iglesias disculpó las palabras de Quim Torra en la que reivindicaba la vía eslovena porque, según Iglesias, Torra “dijo algo que no piensa, se le calentó la boca. Nadie está libre de ello”. ¿Comparte esa valoración?

No, es evidente que la vía eslovena era uno de los referentes del secesionismo. De hecho, fue lo que se intentó llevar a cabo: referéndum unilateral y secesión de hecho. Al final, no dieron el salto definitivo por una serie de circunstancias que aún no están claras.

 ¿Qué ocurrió? ¿Cómo es que personas que no piensan en otra cosa gestionasen tan mal el pos uno de octubre? Es uno de los grandes misterios. Tal vez, les faltó un liderazgo claro.

En cuanto a la posibilidad de la violencia, no han faltado intervenciones de sus líderes en las que no descartaban un escenario de esas características. Es más, el nacionalismo no hizo nada para que todo aquello no se le fuera de las manos. Y es que de fanáticos como Quim Torra, que afirma que “fuera del hecho nacional, no existe la vida”, puedes esperar cualquier cosa. (...)"                        (Entrevista a Joaquim Coll, Óscar Benítez, El Catalán, 01/01/19)

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