10/1/14

Y sí, la dictadura de Primo de Rivera se implantó con el apoyo de la burguesía catalana. De hecho, no sólo la dictadura sino el conjunto del régimen de la Restauración contó con ese apoyo

"(...) Te pido ahora, abusando de tu generosidad, un breve resumen por siglos: ¿el siglo XVIII fue un desastre para Catalunya tras las nuevas condiciones políticas?

Esta es una cuestión polémica. Sin ser un especialista en este período, como te decía, creo que la evolución de la economía catalana durante el XVIII no permite hablar de desastre alguno; más bien de todo lo contrario. 

A veces se ha atribuido el crecimiento económico de Cataluña en el XVIII (con el corolario de los inicios de la industrialización en el XIX) a los beneficios del catastro, introducido por los Borbones. No pocos historiadores han impugnado esta idea con la afirmación de que los cambios económicos y el “despegue” de la economía catalana del setecientos tienen sus raíces en las décadas finales del siglo XVII. No estoy en condiciones de decir quién tiene razón. 

Pero una cosa parece evidente: si la segunda interpretación fuese la correcta, lo que no se podría decir es que el nuevo modelo impuesto por los borbones propició que esos procesos que estaban en marcha se viesen interrumpidos.

 Quizás no podamos adjudicar al nuevo modelo político la responsabilidad del crecimiento económico, pero tampoco parece que se le puedan adjudicar efectos negativos en esta cuestión, salvo que aceptásemos el indemostrable contrafactual de que sin los cambios introducidos por la Nueva Planta el crecimiento económico hubiese sido aún mayor.  

¿Y el XIX? ¿Mejoraron las cosas? ¿Hubo intentos de separación, de independencia de Catalunya del resto del Estado?

Durante el XIX, Cataluña tiene una presencia constante en los asuntos españoles. Es imposible explicar la historia española de ese siglo (como la del XX) sin atender continuamente a los procesos económicos, políticos, sociales y culturales catalanes.

 A veces en forma de conflicto con el Estado, es cierto, pero otras muchas veces por la intensa y voluntaria participación catalana en los asuntos españoles y por la implicación del Estado en las dinámicas internas catalanas, y no precisamente para fomentar siempre la reacción sino más bien todo lo contrario.

 Pienso, en relación con esto último y a título de ejemplo, en las guerras carlistas o en algunas de las breves pero intensas experiencias de carácter democrático que se desarrollaron en España durante el ochocientos. 

Por supuesto, durante el XIX no hubo intentos de independizar Cataluña de España. Esa cuestión no estaba sobre la mesa, no fue nunca un tema central ni de la política española ni de la catalana.

 Eso no quiere decir que no hubiese posiciones contrarias al modelo de estado unitario y centralizado que impuso el liberalismo, pero en sus formulaciones más radicales, durante el siglo XIX, esa crítica se plasmó en la defensa de un estado federal (casi siempre vinculado con una República española). 

Y aunque los republicanos federales tuvieron sin duda su mayor fuerza en Cataluña y sus líderes más destacados –con Pi y Margall a la cabeza- eran catalanes, el republicanismo federal tuvo una importante presencia en otros muchos lugares de España.

Me sitúo en el XX. Unas preguntas básicas: ¿la dictadura de Primo de Rivera fue apoyada por la burguesía catalana o fue contraria a los intereses de Catalunya en su conjunto? 
 
Yo creo que hablar de los intereses de Cataluña (España, Alemania o Ruanda) en su conjunto no tiene mucho sentido. ¿Cuáles son los intereses de Cataluña? ¿los de sus clases dominantes o los de sus clases subalternas? Tengo para mí que los intereses de unas y otras son más bien incompatibles y, en casi todo, contradictorios.

 La dictadura de Primo de Rivera tuvo efectos claramente negativos para las clases trabajadoras y benefició sin duda a las clases propietarias. Luego tuvo efectos negativos para la cultura catalana, y para la lengua en primer lugar, por supuesto. Y sí, esa dictadura se implantó con el apoyo de la burguesía catalana. 

De hecho, no sólo la dictadura sino el conjunto del régimen de la Restauración contó con ese apoyo, lo que no quiere decir que en determinados momentos y en determinadas cuestiones los representantes de esa burguesía (significativamente, la Lliga Regionalista) no tuviese propuestas políticas y económicas que podían llevar al choque con las instituciones del Estado.

 Pero cuando las cosas se ponían duras en el plano del conflicto social (la crisis de 1917 o los años de la guerra de clases que tuvo lugar en Barcelona y que conocemos como los años del pistolerismo), el cierre de filas de la burguesía con el régimen era absoluto. 

Hasta el punto de que la deriva militarista de las políticas de orden público (que se remontan, como mínimo, a 1905, con los hechos del Cu Cut! y la Ley de Jurisdicciones aprobada el año siguiente) se alimentó claramente desde Barcelona, donde las autoridades militares y la patronal fueron forzando soluciones cada vez más duras contra la creciente movilización de la clase obrera.

 La huelga de La Canadiense, en 1919, es un buen ejemplo de cómo los sectores más duros del ejército y la policía en Cataluña pudieron contar con el apoyo de los prohombres de la patronal, incluyendo a significativos lligaires, para llevar a cabo una ofensiva contra las clases trabajadoras que incluyó tanto la violencia policial como la de bandas de pistoleros a sueldo como un durísimo lock out patronal que buscaba quebrar la resistencia obrera.

 El apoyo de la burguesía catalana al golpe de Primo de Rivera no fue sino la culminación “lógica” de lo que venía ocurriendo desde unos años antes. Dicho lo cual, hay que recordar que las causas de la Dictadura fueron complejas, iban más allá de las cuestiones de orden público y no se entenderían sin incorporar al análisis a otros actores sociales, políticos y militares de fuera de Cataluña. (...)"            (Entrevista a Francisco Morente, Salvador López Arnal, El Viejo Topo, Rebelión, 26/12/2013)

No hay comentarios: