"(...) Tal como están las cosas, ¿lo ven probable? ¿Sin fantasmas del
pasado, sin 1714 por ejemplo, sin el fascismo y su persecución del
catalán por poner otro ejemplo?
Precisamente le he comentado
el caso de la guerra civil. En efecto, el fascismo o, más bien, en el
entramado de intereses e ideas que dio soporte a la dictadura de Franco
hubo amplios grupos de la sociedad catalana.
La dictadura de ningún modo
no fue la expresión de unos territorios contra otros. En concreto, en
1939 hubo destacados catalanes que abrieron las puertas de Barcelona a
las tropas de Franco. Por eso, la persecución del catalán fue un aspecto
más de la dictadura en su afán de borrar toda diferencia ideológica y
cultural en la península para construir un español tan católico como
tradicionalista, y tan sumiso como enajenado por la identidad
patriótica.
Cada hecho histórico, por tanto, debe ser analizado en su
contexto y en aquel contexto la prohibición de un idioma entraba en el
mismo conjunto de prohibiciones ideológicas y culturales que afectaban a
al pensamiento, a la creación artística o incluso a la libertad sexual. (...)
Quizás de aquella tríada conceptual que lanzó la revolución francesa a
la palestra de la historia –libertad, igualdad y fraternidad- las ideas
de libertad e igualdad han pasado a ser las protagonistas y han abierto
largos debates y conflictos, lo sabemos, pero se ha quedado al margen la
necesidad de la fraternidad, lo que hoy llamamos solidaridad, como
principio igualmente imprescindible para cimentar una convivencia justa.(...)" (Entrevista al historiador Juan Sisinio Pérez Garzón, Salvador López Arnal, Rebelión, 13/12/2013)
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