30/12/19

Lo que más duele a los charnegos... la permanente incomprensión de la izquierda, de la española (en su conjunto) y de la catalana (en particular). No quieren oírnos, no se paran a escuchar nuestras razones... también para ellos somos en ocasiones unos españolistas de m... Les molestamos, se avergüenzan en ocasiones de nosotros...

"(...)   Nos han contado todos los cuentos, nos han querido mecer con ellos. Todos les vale... pero no todo vale. (...)

Nos han llamado bestias con rostro humano. También murcianos y andaluces, hombres (o mujeres) a medio hacer. 


Siguen hablando de xarnegos y, cuando no les oímos y hablan en su intimidad, de catalanes de segunda o tercera. O, ras i curt, de no catalanes. Plagiando a Luis XIV: Cataluña son ellos, sólo ellos.


Han tildado a nuestro padres de colonizadores lingüísticos. 


Han pretendido que nos avergonzáramos de nosotros mismos. De nuestra lengua materna, de nuestros orígenes, incluso de nuestros nombres y apellidos.


Han intentado que poetas nuestros, poetas catalanes de lengua catalana, se alejen de nosotros. Propiedad (excluyente) de ellos; suyos, no nuestros.


Han llegado a decir que otros poetas, poetas también de todos, Antonio Machado por ejemplo, eran poetas extranjeros, de otra cultura, una cultura colonizadora, extraña a la suya, a la verdadera cultura catalana.


Hablan, si hablan, de la diversidad de España (para ellos: estado español o Madrid) pero apenas nunca de la diversidad de Cataluña.


Han tratado y siguen tratando al castellano (casi) como una lengua extranjera, impropia, algo así como el inglés (peor en ocasiones). Y no sólo la Generalitat, también muchos consistorios. (...)

Para ellos, para muchos de ellos, somos un cero a la izquierda. ¡Que nos vayamos!, dicen en ocasiones.


Nos expulsaron del ágora ciudadana en septiembre y octubre de 2017. No ha sido la única vez. Pretenden que seamos mero adorno, que no contemos para nada.


Octubre de 2017 fue un mes de completa soledad para todos nosotros. Apenas nadie nos apoyó, casi nadie estuvo a la altura de nuestras difíciles circunstancias.


Han mentido -con alevosía y conocimiento de causa- sobre las balances fiscales y el expolio al que les somete España, a ellos, a su Cataluña, una de las comunidades con mayor renta media per cápita y, a un tiempo, con más desigualdades sociales (observen los apellidos de los más desfavorecidos… y de los más favorecidos).


El “agresor” del pueblo, el Síndic de Greuges, uno de los suyos, formuló hace pocos días una de las afirmaciones hispanofóbicas a las que ya nos tienen acostumbrados sin que la izquierda (en sentido amplio) haya pedido ni siquiera su dimisión. ¿Se imaginan, nos imaginamos, al Defensor del Pueblo español, o de cualquier otra comunidad española, hablando, en los términos en que habló don R. R., de los ciudadanos catalanes y del robo a su sanidad?    (...)

Han hablado de ADN’s especiales o de la incapacidad española para comprender determinadas reflexiones político-históricas por su “densidad democrática”.  (...)

Han querido y siguen queriendo convertir la guerra civil española en una guerra de España contra Cataluña. 


Han sacado pecho, llegaron a hablar del gobierno de los mejores, por ser los “avanzados” en recortes sociales, en la destrucción del Estado asistencial (enseñanza, sanidad) y en la ofensiva contra los sectores más desfavorecidos e indefensos. De eso alardearon.


Descalificaron al movimiento del 15M diciendo que ensuciaban las calles de la ciudad y que se fueran a orinar a Madrid, mientras usaban su policía, los Mossos, para desalojar salvajemente y sin miramientos (esta vez sí) la plaza de los indignados, la plaza de Cataluña.   (...)

Achacan de catalanofia al resto de España (afirmación que sigue distante, en términos generales, de cualquier descripción verdadera) al tiempo que cultivan sin reparo una hispanofobia sistemática. (...)

No han sido capaces de comprender, no han querido comprender lo que para millones y millones de personas significó la emigración no voluntaria, el destierro, el dejar a los suyos, sus oficios y sus tradiciones, y llegar a una tierra de la que apenas sabían nada y en la que han trabajado como nadie.


Convirtieron al gran manipulador y defraudador en un molt honorable idolatrado, en un referente indiscutible, venerado y adorado por todo el país, por el verdadero país. Estatuas y calles llevan su nombre.


Han generado un movimiento cuyo objetivo máximo no sólo supone la construcción de un nuevo muro-estado sino la hegemonía de unas clases y grupos políticos siglos-luz alejados de cualquier valor relacionado con la izquierda o con los movimientos socialistas.  (...)

Han intentado penetrar en barrios y ciudades obreras con cuentos e historias sesgadas, intentando romper las raíces sociales y familiares de muchos ciudadanos.

Todo lo anterior, todo lo apuntado (me olvido de mil cosas, ustedes las conocen) nos ha dolido, nos ha dolido mucho.


Pero hay algo que duele más, mucho más: la manifiesta y permanente incomprensión de la izquierda, de la española (en su conjunto) y de la catalana (en particular). No quieren oírnos, no se paran a escuchar nuestras razones. 

Repiten consignas, lemas y argumentos gastados. Confunden conjeturas con axiomas, principios con losas, la revolución del 17 con la revolució dels somriures y de la exclusión. No están dispuestos a revisar sus posiciones, no quieren pensar con su propia cabeza. 

Lo peor tal vez: también para ellos somos en ocasiones unos españolistas de m. Parecen estar más cerca de “nuestros nacionalistas”, o incluso de Junqueras, que de nosotros. Actúan muchas veces como si no fuéramos de los suyos. Les molestamos, se avergüenzan en ocasiones de nosotros. (...)"                 (Salvador López Arnal, Rebelión, 28/12/19)

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